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Tema: Quien es Jesucristo

29-03-09

Texto: (Jn 17:3) “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero,
y a Jesucristo, a quien has enviado.”

Objetivo: Animarnos a conocer cada día más al Señor Jesucristo y saber para qué.

Introducción: Como ya es costumbre deseo iniciar esta predicación con dos preguntas.
La primer pregunta es ¿por qué debo conocer a Dios y a Jesucristo? Y la segunda es ¿qué
tanto conozco a Dios y a Jesucristo?
Como cada uno de nosotros tendríamos diferentes respuestas permítame explicar la idea de
estas preguntas.

Desarrollo: Con respecto a la primer pregunta de ¿por qué debo conocer a Dios y a
Jesucristo?
Cuando alguien quiere que conozcamos a alguna persona nos dice: “mira cuando conozcas
a zutano vas a ver que te va a agradar”.
Aquí podemos ver dos situaciones: la primera, ya hemos oído de zutano, pero ni lo hemos
visto en persona ni le hemos tratado; aunque de alguna manera ya lo conocemos, pero
como decimos “solo de oídas”.
La segunda situación es ¿qué beneficio obtengo o de qué me sirve conocer a zutano?
De la misma manera cuando nos hablaron del Señor Jesucristo se presentaron estas dos
situaciones. La primera, ya también habíamos oído de El pero ni le conocíamos en persona,
ni le habíamos tratado, como dice (Job 42:5) “De oídas te había oído...” ; pero hubo
alguien que nos llevó a que conociéramos al Señor Jesucristo; de la misma forma que
hicieron Andrés con su hermano Simón Pedro y Felipe con Natanael que los llevaron,
respectivamente, a que conocieran al Señor Jesucristo,
(Jn 1:40-46) “Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a
Juan, y habían seguido a Jesús.
Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que
traducido es, el Cristo).
Y le trajo a Jesús (para que lo conociera). Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo
de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).
El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.
Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.
Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la
ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve (para
que también lo conociera).”
La segunda situación es que cuando nos hablaron de Jesucristo y de Dios, también nos
preguntamos ¿de qué me sirve conocerlos?; y hasta nos atrevimos a decir ya los
conozco, si pero de “oídas”. ¿Cuál es el beneficio de conocer al Señor Jesucristo y a su
Padre? (Jn 17:3) “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
El evangelio de Juan nos dice claramente que el beneficio es la vida eterna.
Cuando conocemos al Señor Jesucristo estamos entrando a la vida eterna.
Y cuando usted lleva a una persona a conocer a Jesucristo lo está llevando a la vida
eterna.
Por lo tanto la respuesta a la pregunta de ¿por qué debo conocer a Dios y al Señor
Jesucristo? es “para entrar a la vida eterna”.

Con respecto a la segunda pregunta de ¿qué tanto conozco a Dios y al Señor Jesucristo?
Nuevamente déjeme explicarle esta idea.
No es lo mismo que me presenten a zutano y lo conozca, a que lo trate o sea que se
establezca entre zutano y yo una comunicación. Para poder entender esto de una
manera mas clara revisemos qué significa “comunicación”. La “comunicación” es la acción
de conversar o de tratar con alguien a través de la palabra, o por medio de la escritura, etc.
También es consultar un asunto con alguien tomando en cuenta su parecer.
Por lo tanto para que conozcamos verdaderamente a Dios y al Señor Jesucristo no basta
con que nos los presenten, sino que los debemos de tratar o sea que se deba establecer una
comunicación entre Dios y nosotros, entre Jesucristo y nosotros. Consultando nuestros
asuntos con ellos y tomando su parecer, a esto se le llama orar.
Miremos como en los momentos mas difíciles, en la vida del Señor Jesucristo, él se
comunicó con su Padre (Mat 26:39) “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro,
orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo
quiero, sino como tú”.
(Mat 26:42) “Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede
pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”.

Conclusión. Por lo tanto para saber ¿qué tanto conozco a Dios y a Jesucristo?
Simplemente revisemos qué tanto oramos, leemos la Palabra de Dios y hacemos
su voluntad.

Motivación: Qué le parece mi hermano y mi hermana si hoy nos proponemos tres cosas:
La primera hacer lo que hicieron Andrés y Felipe, traer a la gente a que conozca al Señor
Jesucristo y así entren a la vida eterna.
La segunda orar mas, pero no solo para pedir, sino mas bien para comunicarnos con Dios.
Y la tercera comprometernos a obedecer más la voluntad de Dios como dice (Mat 7:21)
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.

Si usted quiere comprometerse solo incline su rostro y haga conmigo esta oración:
“Padre nuestro que estás en los cielos hoy me comprometo contigo a traer a alguna
persona a que te conozca a ti y a tu hijo Jesucristo y a esforzarme mas en orar y leer tu
Palabra, solo te pido que me ayudes, por medio de tu Espíritu Santo, para poder hacerlo,
en el nombre de Jesús de Nazaret. Amen”.

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