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PALABRA DE VILLANOS
con la vía férrea estaba mas cerca, el mal llamado líder dio la orden de meterlo en
el costal, pero quizás milagrosamente en ese momento el chirrido de las llantas de
apariencia de yakuzas, por los lentes oscuros, las casacas de cuero y los
(peruanos)
“ ¡Anata! ¿nani o suru cochi conerro tachi?” (Uds. ¿Qué hacen hijos de mala
madre? Dijo el de más edad, mirándoles con furia, mientras se tocaba los bigotes
chiclayano que parecía ser el único que entendía un poco de aquel extraño idioma
para ellos
“ Vose peruano o sacho san falha ¿que fazen voses filos de puta?” ( Ud. Peruano
el jefe dice ¿que están haciendo Uds. Hijos de puta?)dijo soltando una sonrisa el
“ No entiendo fala en portuñol , pero no somos hijos de puta” dijo nervioso el pituco
Aprovechando la confusión y el nerviosismo de sus agresores,. Eugenio salió
como pudo del costal al presentir que debía aprovechar este momento, sus
verdugos se quedaron quietos y solo atinaron a mirar adelante hacía los ponjas.
El japonés apuntó con un revolver a la pierna del pituco y disparó
“ Totemo warui ne bakana? ¡anata ni iranai …keisatsu wa itsumo cochi dakara”
(totalmente malos ¿no? Estúpidos no les necesitamos, por eso la policía siempre
para por aquí”
El brasileño tradujo lo demás “ No falhen filos de puta o morren tudos emtenden
vagabundos? Voses fodem noso trabalho , por iso la pólizia sempre fica aquí” (“No
hablen hijos de puta o mueren todos ¿entienden vagabundos? Uds. Joden todo
nuestro trabajo…por eso la policía siempre para por aquí”)
Subieron a Eugenio a su automóvil, mientras el pituco caía adolorido al suelo y los
demás se tiraban de rodillas para implorar por sus vidas, temiendo lo peor, el
japonés ordenó entonces que a cada uno de ellos los golpearan en el ojo como lo
habían hecho con Eugenio. Luego el automóvil arrancó sus motores a toda
velocidad y enrumbó hacía la ciudad, dejando el paraje lleno de quejidos de dolor
y mentadas de madre en español, al tiempo que el sol se ocultaba en el horizonte,
como el padre de la vida que parecía haber protegido al huancaíno, en este bello
paraje, sembrado de vegetales, como también brillaría en las verdes chacras
ubicadas en la comunidad de Eugenio.
Pasaron muchos meses desde que Eugenio me terminó de contar su historia,
mostrándose misterioso el ojo tuerto que le habían dejado como huella por
atreverse a reclamar, los indeseables, se me salieron las lágrimas, porque soy
bastante sentimental y justo en ese momento recordé que a mi hermano menor
Luis se le presentaron unos tipos con las mismas características de los villanos en
la estación del tren de Shin Sakae. Si me preguntas ¿Por qué mis historias son
tristes y si son reales? Sabrás que la vida es un conjunto de sorpresas, cada uno
debe enfrentar un destino, hago un alto, pues ahora ha oscurecido en Quito y aún
recuerdo esos tiempos no tan lejanos, solo se que marcho como un guerrero sin
comando, pero con una gran bandera pintada en el corazón, porque siempre fui un
hombre sencillo y mis hermanos practicaron lo que siempre nos enseño nuestra
madre querida y creo que lo seguiremos haciendo como samuráis de corazón.
“ No te metas con gente como esa, los bambeados son peligrosos…. Tu sabes
donde la nieve lo ha cubierto todo y el frío te congela hasta el alma, pero el estaba
levantamos como cuando nuestra madre nos separaba en las peleas caseras.
conjugadas permanentemente.
demasiado rápido que hizo al dejar caer el celular, aunque intentó cubrirlo
planificado y solo al ver que salían tres siluetas detrás de nosotros, le di una
palmada a Luis y me acuerdo que grite “ ¡Vamos hayaku ( a prisa) corre Luis!”,
dejé llevar por la inercia y no paré mas que a ver la distancia a la que se hallaban
gritando:
“ ¡nos han engañado carajo, alcáncenlos!” , las mismas voces nos amenazaban y
una ventaja de una cuadra con relación a mi persona, recordando quizás que mi
madre, desde cuando éramos niños y otros lo querían agredir siempre me había
quedaba exhausto en esta carrera inacabable por la vida, hasta que llegamos a la
controlador que un pariente nuestro estaba enfermo y que debíamos llegar rápido.
Este hombre solo atinó a mirarnos asustado y decir “ Jai” ( si ) y darnos paso libre
al tren que llegaba, el mismo que abordamos por la primera puerta que se abrió,
para luego caer sudorosos y jadeantes en los primeros asientos que rozamos,
mientras gentes de este país del sol naciente de todas las edades, solo atinaban a
mirarnos sorprendidos
imborrable y real como ese instante que siempre vivirá en mi y espero también en
mi familia, hermanos y sobrinos; no será pues la tradición oral, sino este relato que
acabas de leer el que mostrará una parte de nuestra vida en la tierra de nuestros
ancestros.
Cada día que pasa ella sigue manteniéndose firme en cada respiro que da,
postrada en un sillón ella continúa pensando en que no podemos detenernos
ante nada en la vida, que no debemos rendirnos, pese a las dificultades.
La figura anciana maternal permanece allí todavía como nuestro estandarte, a
pesar de que tiene aún los rezagos de aquella tisis, producto de los malditos que
la explotaron al tratarla como una esclava en tiempos de guerra, la hernia que le
colgaba siempre por la mala operación y ahora este derrame cerebral siempre
escucho de sus labios de maternal fuerza japonesa: “siempre adelante, camina
derecho, tu eres un señor, no has hecho nada malo”
Si se pregunta quien la puso en esa silla de ruedas, quizás se piense en todos
sus hijos, pues creo que en realidad todos éramos su preocupación Esta breve
historia solo refleja la verdad de su vida, “ Mi bello sufrimiento” como ella quería
colocarle a su obra, que yo trataré de escribir en estas líneas. Porque ahora yo
soy mi madre y ella no habrá muerto, porque vive en mi sangre, en mis
perfecciones y errores, es una larga y triste historia, pero espero contarla y poder
transmitir la experiencia homérica de una persona de género femenino.
Uishi san recostado en una de las camas de aquel hospital y con las fiebres de la
terciana abrazando todo su cuerpo, sentiría todavía quince años después de
haber desembarcado en esta nueva tierra repetirse en su frágil mente una y mil
veces ese primer contacto. Adormecido con temperaturas de mas de 40 grados
centígrados, veía a su madre llegar hasta su lecho de enfermo, luego de cruzar el
inmenso océano que los separaba y decirle en sus delirios que el todavía vivía en
el corazón de su pueblo, que no se sintiera solo, pero que ahora debía asentarse
también parte de esta nueva tierra, a la que debía amar y venerar.
Rozaba ya los cuarenta años cuando volvió de Bolivia y se separó de Goto, su
paisano, que decidió quedarse a vivir allá, casándose con una chica de Okinawa.
Recordó entonces otra vez a su familia y con todo el dinero que había hecho se
sintió solo y vacío en este lejano país, pensando en el retorno al archipiélago.
Pero el anhelado día del retorno no llegó nunca, porque cinco o más años
después conocería a una chica a quien doblaba la edad y se enamoraría de ella,
sin querer, queriendo. Como dicen por estos lares y formaría su propia familia. En
estos momentos su mirada respirando juventud y su sonrisa ilusionada eran lo
único que importaba para batallar en estas nuevas tierras, a las que no llegaba
como Colón para conquistar y por el contrario le conquistarían con su nobleza las
gentes mas humildes y andinas, que curiosamente como el sentiría tenían el
mismo culto por la madre naturaleza, se trataban horizontalmente en las
relaciones entre líderes y subordinados, como si fuese una familia grande
comprendiendo desde los responsables hasta el vasallo mas humilde como le
enseñó su padre allá en las tierras que debió dejar al otro lado del Pacífico.
Aún recordaría que caminando en una mañana por los caminos boscosos de la
nueva tierra, entre las chacras sembradas de caña, sandias y algodón antes de
entrar al desierto que le dijeron le llevaría a Lima, cargando sus ahorros en la
espalda, luego de haber salido de la hacienda, donde trabajó durante muchos
años, se le cruzaron en el camino dos sombras a caballo que le cortaron el paso,
sintiendo el relincho y las sombras que se le lanzaban al mismo tiempo en forma
agresiva.
“ Japonés de mierda ….¿ya no quieres quedarte en la hacienda?...danos tu dinero
Carajo, ¡agradece a esta república que te acogió!” le dijo el hijo del terrateniente
que le había contratado como experto en semillas y supervisor de los chinos
coolies, negros y cholos peruanos, con quien había tenido infinitas discusiones
sobre los derechos que pudo defender de estas gentes, que eran seres humanos
y que el rubio bastardo trataba como animales en un corral, mientras el mauser le
apuntaba a la cabeza y el caballo se erguía confundiendo su color aún mas con el
del alma del oscuro rostro del señorito que le interrumpía el paso. Mientras el se
concentraba en este remedo de persona con un apellido español y otro alemán
sintetizados en un color blanco de piel, pero con el karma mas oscuro que había
aprendido a diferenciar en la religión budista, pero mientras se concentraba en uno
de ellos, su acompañante, el capataz había volteado su corcel y pasando por su
costado le sorprendió con un latigazo en el rostro y otro en la espalda , lo que le
hizo tambalear, pero en un reflejo felino, producto de las artes marciales que
aprendió de los maestros okinawuenses y con la mirada de descendiente de
Samurai, agarró al caballo bayo del agresor y lo hizo caer de bruces con un golpe
mortal en el esternón, mientras el amo quedaba sepultado por el peso del animal
retorciéndose mortalmente. El hijo del terrateniente, que había “luchado junto a las
decentes fuerzas chilenas para destruir al bárbaro protector de indios llamado
Cáceres”, según le había escuchado repetir en varias oportunidades, disparó a su
cuerpo, pero el recordando la emboscada que los cosacos rusos le habían tendido
a su regimiento en la guerra ruso – japonesa, se lanzó detrás del bulto formado
por el capataz y caballo caídos. Desconcertado el terrateniente, frente al disparo
que hizo, con la rabia y la admiración conjugadas brillando en sus ojos azules
hacía aquel amarillo mas que sagaz que le desafiaba mas que cualquier otro
adversario en su vida , misérrima en experiencias, quedaba desconcertado y
aturdido, mientras su potro negro como la noche se estremecía e intentaba
desbocarse.
En un momento caballo de piel oscura y amo del mismo color de alma, rodaron
por los suelos al lanzarles Uishi san un cuchillo dirigido a una zona muy débil en
los equinos.
“ Decir querer morir tu o hablar como caballeros….carajo” le dijo Uishi al ahora
tembleque ex gobernador, ex funcionario del gobierno en aduanas, por la mágica
vara de su padre que lo colocaba como un gran sabio, cuando solo había cursado
dos ciclos como el peor de los alumnos de la universidad en Lima.
El aterrado genocida y violador de indios anónimos, solo atinó a llorar y pedir por
su vida, mientras su caballo negro agonizaba con relinchos que le hacían sentír
mas terror que nunca.
“Chinito….disculpa…”
Entonces recibió, una bofetada que le reventó los labios y le hizo sentir en las
puertas del infierno
“ Yo no ser chino wakarimasuka? ( entiendes?) yo Japonés…entiendes o no?”
“Señor japonés yo le pido disculpas…no me mate se lo pido aquí tiene monedas
de oro y plata …déjeme ir y le prometo que nunca lo asaltaremos…Ud es un
hombre libre, por favor….” …en la espesura del bosque sus llantos se podían oír
tan escandalosamente como el de una mujer , que algunos indios salieron a la
vera del camino y viendo el espectáculo sonrieron a carcajadas y hasta algunos
ignorando el castigo feudal que duraría hasta Octubre de 1968, se animaron a
gritar:
“ kausachum japonés …..Viva el japonés”
“ ¿Entiendes tu?....Uds. burancos enfueremos de mente y corazón …¡yo libre
siempre! Nunca esucaruvo ¿entiendes? …pobure indio, pobure neguro….Uds
ladrones, malos….Yo querer matarte…. Yo muchos rusos de tu coror matar en
guerra como soldado” le espetó con rabia, mientras el hijo del terrateniente
demostrando su homosexualidad desbocada, quiso besarle los testículos en esa
difícil posición, pero lo que obtuvo de Uishi san fue un corte con su cuchillo en el
trasero.
“ Hokama wa daikirai ( odio a los maricones)…Yo no deber nada a nadie ser
hombre ribre, pagar mi deuda” le dijo en japonés, mientras le obligó a leer al medio
hombre el texto que en parte decía que “el ciudadano japonés Uishi Nishihara ya
no debía nada” y había pagado su deuda a la empresa japonesa que lo trajo
como empleado y no debía nada a la hacienda. Luego se alejó del lugar dejando a
ambos personajes en medio del bosque atrapados por sus caballos y el jolgorio de
los indios, los negros y muchos chinos que atraídos por la chismoseria llegaron
para reírse y burlarse mas de los bastardos que los maltrataban diariamente,
mientras muchos se acercaban a Nishihara y le daban la mano, agradeciéndoles
por este gesto que ellos hubieren querido realizar al ver a sus hijos menores de
edad violados por el “desarrollo del país”, “ la patria y el crecimiento económico”
que eran los mensajes del patrón para justificar sus desmanes y
crímenes.cotidianos. Hasta algunas mujeres negras e indias le trajeron muchos
manjares y botellas de chicha para que pudiese aguantar el cruce del desierto.
Solo dijo
“ Domo arigaro….que significa muchas guracias a todosu”, alguien de improviso le
trajo un caballo blanco como el que cabalgó en Volvogrado contra los rusos y el
sintiendo la vergüenza de recibir algo gratis ( típico del japonés), pero a la vez,
viendo el inmenso desierto que le esperaba, además de los presentes que
cargaba, le obligaron a aceptar y sonreír y decir en una estruendosa voz
“ ¡Mimna san domo arigatou …..Muchas gracias a todos… Fueruza….Animo!”
Subió al corcel pisando los últimos arbustos de Huacho y recordando sus tiempos
de milicía se alejó, alentando al caballo con la voz de mando necesaria., las
masas solo recuerdan que el ponjita había estado con ellos mas de diez años y
siempre los había defendido y les había enseñado muchas formas de poder luchar
contra los abusos. Al mismo tiempo había trabajado bien y por eso pidió
marcharse luego de haber ahorrado su dinero para poner un negocio en Lima.
´-
LA FAMILIA NISHIHARA EN EL BARRIO JAPONES
Los ishikawa vivían en la esquina, el Sr. Sasaki y esposa moraban por la calle
transversal, Honda san y su familia moraban entre Razuri y Husares de Junin , los
niños Nishihara y sus padres habitaban en las proximidades, en una calle bastante
tranquila llamada del farol solitario y así sucesivamente. La vida era muy tranquila
y se centraba en la laboriosidad de los niños y adultos, integrándose lentamente a
este país y sus formas de ver el mundo, sobre todo si se relacionaba el país con
sus “dueños” gobernantes, que no aplicaban el criterio del trabajo en equipo y el
respeto para vivir bien todos juntos por igual.
Todavía resuenan como en las películas y grabaciones de la época, las grandes
reuniones sociales con música japonesa y competencias deportivas de
celebración y unidad colectiva, degustando los sushis, sahimis, catsudones y los
dulces omochis ( dulces de arroz) entre todos por igual.
Estos colores de la niñez marcarían bastante las diferencia con la adultez de los
niños de la familia Nishihara, Porque todo se vivía paso a paso y en forma
colectiva, particularmente las celebraciones grupalesy la unidad de un nuevo
grupo humano que había llegado a tierras lejanas conjugando todavía las
melodías de Matsuri o de Enka. Como ahora los peruanos actuales en EEUU o
en Europa sienten en su alma mas profunda e irónicamente con mas fervor que
cuando estaban aquí, el sonido de marineras, huainos o sayas que se celebraban
en la fiestas patronales del país y que ahora les hacen derramar lágrimas y
nostalgia por la patria lejana, a la que nunca volverán, como en ese momento los
Nishihara sentían las melodías y danzas que compartían pacíficamente.
Mamá nunca olvidará los días aquellos en que otochan Uishi ( papito Uishi), los
vestía con sus mejores prendas dominicales llevando a todos los niños a comprar
frutas en el mercado y luego de contemplar el océano en su inmensidad y
hablarles de Japón al otro lado del Pacífico, el enrumbaba con el compacto grupo
infantil a visitar primero el imponente edificio del Larco Herrera y uno por uno
entregándoles a todos ,los hermanitos frutas y diciéndoles “Vicutoria, Fuan,
Teresa, Angerica chan pobre roquito, ¿no? No tener fuamiria, entrega manuzana,
puratano, poburecito” y uno por uno debía cumplir el ritual de entregar a cada
enfermo mental, una fruta diferente. Luego se dirigían al denominado entonces
albergue de niños huérfanos y el otosan (papá en Japonés), fungiendo de
maestro, les comentaba
“ No tener papa….muy triste codomo tachi, ‘Oruga, Angerica, Fuan, Vicutoria
entregar fruta a niños!” y el ritual se iniciaba otra vez con otra bolsa llena de
plátanos, manzanas y mandarinas. Otras veces el les hacía recolectar la ropa que
no usaban y la llevaban al puericultorio, junto con la suya y la de mamá al hospital
neuro psiquiátrico.
Por eso quizás se me haya grabado eternamente en la memoria, aquellas veces
en las que mamá, se convirtió en la benefactora de los niños pobres de las zonas
aledañas a los chalets confortables, donde habitábamos en Arequipa, Ayacucho,
Huanuco, Trujillo y en todas las zonas del país por donde pasamos debido al
trabajo de papá como Director regional de educación. Recuerdo que fueron varias
las veces, cuando en un acto de despedida, donde muchas veces lloramos y
sentimos la tristeza de los corazones infantiles de todos aquellos con quienes
jugaban con nosotros, a quienes mamá nos hacía regalar nuestros omochas
(juguetes) viejos o a quienes les arreglaba nuestras ropas usadas para que les
quedaran bien o les invitaba algo de comer. Venían gritando y sonriendo el último
día en que el camión con todas nuestras pertenencias a bordo ya estaba listo y la
casa que habitábamos había quedado vacía. Sentíamos que el corazón se nos
desgarraba por dos motivos: porque dejábamos a nuestros amiguitos, quizás para
siempre y la casita que con sus jardines a la que nos habíamos acostumbrado
parecía brillar de soledad y decirnos que también sentiría nuestra ausencia.
Entonces ellos espontáneamente nos rodeaban y se ponían a llorar con nosotros y
mamá, les dábamos algunos regalos preparados para la ocasión, porque ella
decía que nunca mas los veríamos quizás, les procuraba dar consejos, como
siempre lo hizo con nosotros, sobre su vestimenta, la limpieza, el trabajo y el ser
buena gente con otros, como nosotros les habíamos ayudado a ellos.
El camión arrancaba con todos nosotros arriba y los niños no paraban de
seguirnos por cuadras enteras y luego veíamos que nos hacían la señal del adios,
escondiendo sus cabezas entre las manos, igual que nosotros y cuando
mirábamos a mamá, veíamos que papá lloraba con ella, mientras el conductor
aparentando frialdad solo pisaba mas el acelerador y nos adentrábamos mas
hacía la Panamericana.
Jamás olvidaré aquel día de la gritería que se armó en el barrio pituco de Trujillo
donde habitábamos, todos gritaban algo contra aquel joven que en estado
calamitoso todavía podía cargar esa mochila raída y mostrando los dedos a través
de los viejos mocasines. Supimos que era extranjero y que todos los vecinos se
negaban a darle un vaso de agua, porque decían que era ecuatoriano. Mamá salió
y lo miró con bondad a los ojos le hizo el gesto de que pasara y nos hizo traerle un
poco de jugo y luego de darle la bienvenida e invitarle algo de comer, nos hizo
saludarle y así pudo descansar y conversar muchas cosas sobre aquel país que
nos habían enseñado a odiar y por mas que intentamos encontrar alguna señal de
que no era tan humano y que tenía algo de mono, no la pudimos hallar. El se
despidió agradecido y deseándonos suerte, como corolario de esta lección de
humanidad que nunca olvidaré y que nosotros repetimos siempre, mamá dijo:
“ No se puede negar a nadie agua…pobre hombre, Dios lo bendiga”
Primero fue “El Comercio” de Lima, en aquella triste fecha a comienzos del año
1941 que dedicaba su portada entera a un probable plan de invasión y conquista
del Perú por los japoneses, quienes no eran mas los ingenuos e ignorantes
nativos indígenas, los africanos o indígenas de Nueva Zelandia que habían
masacrado impunemente, ni los coolíes chinos, sino un nuevo tipo de emigrantes
que debido al convenio formal firmado con el capitán Aurelio Gracia y García,
abrían un nuevo capítulo en la historia peruana,. Por ello el gobierno peruano en
mérito a los tratados internacionales sobre migración, juró respetar los derechos
de estas personas, mano de obra especializada para la agricultura, Tratado que
leyendo con cuidado y escuchando cada cláusula debía respetar individual y
colectivamente el derecho de cada uno de los nuevos migrantes que aceptaba el
gobierno peruano. Pero la envidiable y rápida prosperidad, la humildad y sencillez
de estas personas con los indígenas, negros y mestizos; que contrastaba con el
carácter despótico de los anteriores y únicos dueños de fundos o comerciantes,
les hacía sentir mas ira a los señores que dominaban el Perú.
Por eso el discurso incendiario de Prado (nieto de aquel traidor que huyo A Europa
llevándose los recursos para le defensa frente a Chile, quizás ahora la historia se
repita no porque yo lo diga sino por los hechos mismos con el Presidente actual, al
momento de escribir los relatos presentes), azuzando a las masas a saquear el
barrio japonés fue un colorario sangriento y terrible que terminó con viviendas en
llamas, negocios robados, además de 10 muertos según las estadísticas
japonesas y solo 10 en las peruanas, decenas de heridos y cientos de japoneses
detenidos y perseguidos, por la policía o bandas armadas de pseudos patriotas o
ancestros “ideológicos” de paramilitares actuales, recién me acabo de enterar que
fueron hermanos “guadalupanos” ( primer Colegio Nacional del Perú), mi alma
mater final en secundaria, quienes a golpes y utilizando armas blancas degollaron
y ultimaron a golpes a decenas de japoneses varones al mismo tiempo que
violaban japonesas, quienes hacían el uso del legítimo y universal derecho a la
defensa de los bienes por los que habían luchado toda una vida de emigrantes,
Me pregunto tendrían ellos o sus descendientes la calidad moral para pedir que
los norteamericanos o europeos no los despojen de sus propiedades y no
matándolos los saquen de Japón, Europa o EEUU? Considero que NO.
El abuelo Uishi se sentó con los niños en silencio en la habitación mas escondida,
mientras les pedía a sus hijos mayores de 14 y 12 años no salir, ni prestar
resistencia al ataque peruano. Mientras en la calle se escuchaban golpes y gritos
de algunos japoneses que salían a defender su propiedad y eran muertos a tiros o
a cuchilladas por esta gente descontrolada, según datos semioficiales un
promedio de 10 ciudadanos del país del sol naciente fueron ultimados por las
turbas sin control, motivadas por el hijo del traidor Prado..
“truanquilo ….calma….onegaishi masu….gaman shite ( por favor controlémonos)
Mientras, cargaba a Carlos, el recién nacido, llorando inconteniblemente y miraba
a los niños abrazando a la esposa.
Uishi san pensó prudentemente que no era responsable arriesgar su vida y
llorando se quedó tranquilo, mientras las masas se llevaban sus treinta años de
esfuerzo en este país, pensando que todo se quedaba en lo material.
Pero se equivocó, porque al mes siguiente las fuerzas armadas recibieron las
órdenes de Prado (el hijo del traidor que se llevó el dinero recaudado para la
defensa del Perú, durante la guerra con Chile y nunca mas volvió al Perú), para
que difamatoriamente y antes de Pearl Harbor, Mordido por la envidia en el
vertiginoso progreso y ascenso de los japoneses en la industrias y haciendas,
ordenara la detención de todos los japoneses mayores de 18 y menores de 70
años, para expropiarles sus propiedades y quedarse con ellas en forma gratuita.
(hasta el momento la ley peruana con un criterio injusto y discriminador que solo
calla sus errores o delitos no ha procedido a resarcir a la colonia del país del que
recibe mas donaciones y créditos sin reembolso, algo increíble y que raya con la
sinvergüencería y maldad)
Solo se recuerda que un día que todos estaban en silencio, en una reunión en la
que los mas pequeños no entendían la razón de la misma y solo miraban
despreocupados. Comprendiendo solo los mayores, al colocar la “mama” a Carlos
el bebé recién nacido, en los brazos de papá Uishi, mientras ella se echaba a
llorar y el también lo hacía contagiado por la emoción, encomendándoles con voz
quebrada a los mayores una misión que traspasaba tiempos y espacios
“, Angerica,Fuan, Vicutoria, cuidar hermano siempre no olvidar, siempre limpio,
siempre aderante, nunca laduron, mar hombure….. PUROFESIONARU
Onegaisehi masu ( por favor)”
Vicutoria, Fuan Y Angerica solo recuerdan que el padre se despidió en la
madrugada de la madre y tomó un destino incierto y que según los datos
recolectados en el mismo Japón, solo terminó a las 4 A.M de un día Noviembre de
1941 en la Prefectura de Junín, cuando falleció, golpeado y enfermo debido a los
daños causados por la policía peruana, pero hasta ahora cuando vamos a dicha
entidad pública todavía nos niegan su paso por ahí, los registros han sido
borrados. Quizás mi madre muera sin saber adonde orar y su tumba vacía en
Japón quede como la de un alma vagabunda, que solo ha sido registrada, mas no
enterrada como lo merece un espíritu que es sepultado para descansar con Paz.
Mamá recuerda que los italianos entraron por la puerta principal y buscaron
conversar con la madre en un día de verano, luego de haber transcurrido mas de
uno o dos años de la desaparición de otosan Uishi ( papa Uishi)
“ Comadre Ud. Sabe que es lo mejor para su hijita, nosotros llevarla a nosa Italia,
Ud. es una buena mujer y buena madre ¿no?”….escucharon en un párrafo de la
larga conversación sostenida
Fuan y Vicutoria, viendo los llantos de mama y la mirada inocente de Teresa chan (
Teresita) la agarraron por las manos y la sacaron por las calles, para llevarla lejos
en su imaginación infantil de las manos de esa gente que escucharon se la iba a
llevar a otras tierras, lejos muy lejos de casa “ al otro lado del Atlántico……..”
Ellos salieron a la calle a la que no podían salir en Jesús María desde hace mucho
tiempo, salvo en las tardes o en las noches, cuando los fanáticos sirvientes de la
oligarquía o los niñitos de la clase acomodada y sus padres no los persiguieran
como si fuesen reencarnaciones del demonio en la tierra, apedreándolos e
inclusive golpeándolos, solo por tener los ojos rasgados y no poder mentir
diciendo que eran chinos.
“ Vicutoria allá, vamos ….Teresa chan ( teresita) anda para allá” ordenó el
hermano jefe, mientras entre el y Victoria sujetaban a la mas pequeña de sus dos
manitos, con la plena seguridad que felizmente los indias y cholas si les iban a
proteger escondiéndoles bajo sus polleras
“chinito guaguas vengan…..” les dijo la anciana indígena que vendía frutas en su
carretilla apostada en la esquina al ver que las tres siluetas asiáticas huían de algo
y pese a que ya se había desatado la jauría de los perseguidores de japoneses
arrojándoles piedras y lanzando a sus perros o sus sirvientes para golpearlos,
ellos hallaron ese refugio temporal, de aquella anciana indígena dispuesta a dar la
vida por los retoños de Uishi Nishihara, su casero mas respetuoso y a quien
también le debía la vida, cuando impidió que el patrón violase a una de sus hijas
en la hacienda hace muchísimos años atrás.
Al oír el escándalo en la calle, los italianos que deseaban llevarse a la niña por ser
sus padrinos y la mama, salieron a ver que pasaba y ella solo atinó a decir
“ compadritos….ellos quieren a su hermanita y se la han llevado lejos….disculpen”
Ellos solo respondieron con un lacónico
“ volveremos…..pe la bambina” y abordando el Mustang se retiraron
MI BELLO SUFRIMIENTO O LA TRAGICA HISTORIA DE LA ESCLAVITUD EN
TIEMPOS MODERNOS
DE EDUCA CION
Las primeras heridas que sufrí en una lucha por preservar ideales y
contra el intervencionismo en la autonomía universitaria por parte del
APRA fue en 1988. Cuando era Director de la Academia de la FEP.
Ese día la policía nos reprimió salvajemente, disparando desde tierra y
aire (los helicópteros) bombas lagimógenas y perdigones. Los cristales
de los grandes ventanales de la facultad de Derecho, caían
destrozados mientras los aterrorizados alumnos no vinculados a la
subversión yacían por los suelos mezclando el polvo con el hedor y
nausea que causaban estos elementos químicos. Precisamente fue
una de esas esquirlas desconocidas para un joven de 23 años, la que
me dañó la vista.
Recuerdo que en un instante hice salir a todos los alumnos y me
quedé hasta asegurar su integridad, cuando saqué la cara para
moverme. Sentí una leve explosión a mi alrededor mientras que a una
velocidad increíble se me incrustó un elemento extraño en la vista,
sintiendo que todo se me nublaba y caía desvanecido por los suelos
con un dolor terrible en la cabeza, algo me había entrado en el ojo y
pese a mis esfuerzos no lo podía sacar como cuando antes me había
entrado una simples astilla, esto había penetrado dentro, de tal modo
que mis manos ya no podían tocarlo o el soplido de mis compañeros
hacer que se desprendiera., era algo que no se como se había
incrustado en la vista, sin reventármela, pero me había dejado ciego ¿
milagro o maldición?. No lo se hasta ahora. Recuerdo en blanco y
negro que me llevaron a rastras a la enfermería. Allí los quejidos, los
gritos de protesta y hasta el llanto se confundían en esa unión de
cuerpos anónimos retorciéndose, mientras en la vanguardia siluetas
anónimas que corrían agachadamente y en una reacción natural,
lanzaban piedras a los guardias. Porque pienso que hasta los perros
muerden si les pisas la cola. Solo se que me transportaron esquivando
los proyectiles, mientras en la retaguardia los verdaderos senderistas
jugaban con sus petardos y la cobarde policía no les enfrentaba y
practicaba al tiro al blanco con los alumnos mas zanahorias.
En la enfermería me pusieron en una camilla y me examinaron el ojo,
una voz me preguntaba tratando de hacerme volver a la realidad si
veía o no, respondiendo que solo conseguía ver una pared en blanco
en mi vista. Dijeron entonces que una esquirla de perdigón me había
entrado y el dolor me hacía desear morir. La puerta comenzó a ser
golpeada y pateada, parecía que la iban a tirar abajo. Mientras las
explosiones todavía continuaban en la vanguardia ( Policía) y la
retaguardia ( Los alzados en armas) La Dra. A cargo del Centro de
salud, una mujer anciana y diminuta respondió con dureza frente a los
gritos destemplados de “¡carajo! Abran la puerta” “¡saquen a los
terrucos!”.
“ ¡De aquí nadie sale señores! Aunque me disparen”, ¡retírense! luego
preguntó con su voz firme a los demás médicos y enfermeras, “¿me
apoyan o no?”. Ellos vieron el liderazgo en la anciana de carácter y a
una sola voz dijeron que sí. Luego de dos horas o mas de sitio A las 4
P.M, los carros de la Cruz Roja llegaron y con banderas blancas nos
pudieron evacuar a diversos nosocomios. Mientras la sirena sonaba
sentía haber perdido la noción del ser completo dentro de mi alma
envuelta en la oscuridad, imaginando hasta ahora aquel rostro
decidido a todo de aquella gran mujer que nos salvó de morir a manos
del inu de Fujimori ( perro de Fujimori)
Siempre pienso que muchas veces, el impulso por una causa justa me
desborda e invade mis cuatro sentidos, por ejemplo el llanto de una
niña agredida por un muchacho mayor, me transformó en su padre y
no me detuve hasta ponerla a buen recaudo o como aquella vez que
mi rumbo se cruzó en pleno Jr. De La Unión con el del anciano en el
suelo al borde del llanto con la mirada perdida al haberle arrebatado
los serenos su pequeña canasta de roscas, clamando inútilmente por
ayuda a una multitud de almas muertas, mientras dos serenos se reían
y estaban a punto de patearlo y darle de cahiporrazos, me indignó
saltando e interponiéndome con furia, deteniendo con mi voz fuerte y
una mirada firme la agresión; para luego sin medir las consecuencias y
mostrando mi carnet de abogado, logré recuperar a viva fuerza la
canasta, devolviéndosela y pidiéndole que saliera de ahí, mientras me
preparaba para recibir los impactos de sus armas. Pero creo que Dios
estuvo ahí y ellos se quedaron paralizados con mi actitud y me retiré
asombrado.
Otra fue la situación durante la marcha de los cuatro suyos.
Convocada por la resistencia contra la dictadura corrupta y en la que
todo ciudadano con un mínimo de dignidad debía participar. Frente a
la convocatoria de Colegio de abogados de Lima (Comisión de
Defensa Gremial). Decidí participar como abogado voluntario para
evitar detenciones arbitrarias.
Esa mañana me desplacé hasta el parque universitario y observé que
aparentes grupos de civiles, empezaron a apedrear y prender fuego a
las instalaciones del edificio Alzadora Valdez y edificios vecinos, como
el del Banco que ahora es un parque. Al costado la policía no hacía
nada para detenerlos. La verdadera movilización solo llegó hasta la
plaza San Martín y ahí se comenzaron a turnar los oradores, pero de
vez en cuando aparecía un “instigador”, para decir con ajos y cebollas
“ ¡la lucha está adelante…avancen!”, pero la masa lo rechazaba como
infiltrado y no avanzó. Entonces las bombas comenzaron a ser
lanzadas en grandes cantidades por aquellos policías que no hacían
nada contra los vándalos, que destruían todo a su costado, en
dirección de la gente que protestaba pacíficamente solo con sus gritos
contra la dictadura sin mover un solo dedo.
Muchos ancianos y muchos niños que habían venido con sus padres
caían inermes por algunos sectores de la plaza y entonces se
formaron grupos de voluntarios que los llevábamos a las piletas frente
al terrible ardor y la falta de respiración terrible que reproducían las
bombas. Luego los evacuábamos en las ambulancias. Pero la gente
quería seguir haciendo sentir su voz de protesta y no retrocedía.
En ese momento muchas personas que se desprendieron del grupo de
“revoltosos”, vinieron y comenzaron a querer romper las lunas del
Embassy y del hotel Bolivar. Solo recuerdo que avancé y luego de un
breve intento de pugilato con dos de ellos, logré arrebatarles los
instrumentos contundentes que cargaban y romperles las molotov que
llevaban en la otra mano. Luego las masas me apoyaron y procedieron
a desnudarlos y golpearlos; hallándoles carnets de la policía y la
fuerza aérea.
Llego un momento en el que la desesperación insana hizo ver a los
altos mandos policiales y apropio Fujimori que su plan no daría
resultados, que habían fracasado y entonces se lanzaron con todas
sus tanquetas y los piquetes policiales disparando bombas hacía la
Plaza san Martín.Allí una masa debilitada y herida se retorcía de dolor
y vértigo. Al continuar viendo que disparaban y que había mucha gente
que no soportaría me paré y le hice frente a la primera tanqueta, de la
que descendió un policía, quien me apuntó con su escopeta, mientras
mostrándole mi visible medalla del Colegio de abogados, yo gritaba
“ ¡ Dejen de disparar, hay muchos heridos…Colegio de abogados de
Lima!”
En un momento que no recuerdo, el policía se levantó la mascara y
luego de unos instantes de sonreír, apretó el gatillo. Solo veo todavía,
que una especie de sombra metálica venía con una velocidad
inusitada hacía mi cuerpo y yo me quedé paralizado por mi asombro.
Solo atine a reaccionar cuando caí al piso y aquella especie de lata,
prendía mi casaca causándome las quemaduras de segundo grado
que aún llevo en el cuello, luego un río incontenible de color rojo me
bañó desde mi propio interior.
Me erguí inmediatamente y me lancé con furia contra el primer
portratopas que puede hallar, trepándome a este para cobrarles
cuentas y desenmascarar con mi muerte al “gomi” (basura en
japonés), de Fujimori pero alguien se acercó por atrás y luego de
ponerme cloroformo me desvaneció y me arrastró hacía un carro de
bomberos estacionado en una esquina, para luego llevarme con
rumbo desconocido…..
POEMA