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Es con este tipo de propósito en mente que cabe formular una interrogación
precisa y concreta, que permita recuperar en nuestra propia tradición
parlamentaria el sentido que ha tenido su actividad regular en el pasado.
Esa pregunta puede ser si tienen las sesiones y actividades en general de
las Comisiones Investigadoras, hasta el año 2000 carácter público o
reservado. Tentativamente cabría proponer, a título de hipótesis que existe
una percepción disímil sobre la experiencia en la realización de las sesiones
y que, por lo tanto, el concepto ha variado según los actores. El sustento
para proponer esta hipótesis es la realidad advertida en la experiencia que
empieza el año 1995, desde cuando el concepto de las sesiones de las
Comisiones Investigadoras también ha variado según los actores, como ha
variado también la normatividad con la que se ha regulado dichas sesiones.
En principio cabría esperar que, por la naturaleza de las tareas que se les
encargan, existiera la percepción de que les es esencial actuar como
órgano preparatorio de la voluntad corporativa del Congreso y, por esta
razón, que deben asegurar a las instancias deliberantes de la institución la
información cuyo recaudo debe realizarse observando técnicas no
El autor es especialista y profesor de derecho parlamentario, y tiene experiencia en
la gestión del parlamento peruano desde el año 1980, institución en la que ha ocupado los
más altos cargos como funcionario, desempeñándose como Sub Oficial Mayor de la
Cámara de Diputados bajo el régimen bicameral que concluyó en 1992, y como Oficial
Mayor durante el año 2003. Actualmente se desempeña como funcionario en el Congreso
de la República a cargo del Centro de Documentación y Biblioteca
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precisamente públicas sino, por el contrario, semejantes a las que es
necesario observar en procesos investigatorios como los que se conducen
en la fase instructiva en los tribunales de justicia. ¿Corresponde a su papel
el desarrollar sus tareas con carácter reservado, o debe entenderse que les
es exigible la exposición abierta y transparente de su proceso
investigatorio?. Es a esta pregunta a la que podría preverse que la
respuesta sea que esta finalidad no es adecuadamente advertida entre los
actores de los procesos de investigación parlamentaria. Si esta hipótesis
fuera correcta, es indispensable explorar y examinar en mayor profundidad
para definir con claridad cuál debe ser el perfil que más efectivamente
deban cumplir las Comisiones Investigadoras a la luz del encargo que
reciben y de la misión institucional y constitucional que les toca cumplir.
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efecto, lo que se ha entendido como sesiones públicas o sesiones
reservadas ha dependido del período materia de la indagación, así como del
concepto y estilo que los actores han dado al desempeño de las
responsabilidades que el Pleno les confió.
Hasta el año 1992, se entendía que eran públicas las sesiones en las que
podían entrar representantes que no eran miembros de la Comisión, o
asesores de ellos; y sesiones reservadas aquellas en las que, primero, el
ingreso a las sesiones era materia de una disciplina mucho más severa,
excluyendo de ingreso incluso a representantes al Congreso que no fueran
miembros de la comisión a cargo de la investigación, y segundo, cuando la
documentación no era accesible ni disponible sino una vez concluida la
investigación y puesta aquélla en conocimiento del Pleno.
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La creación de la Comisión de Fiscalización y la dispersión de la función de
control entre las comisiones ordinarias, obedeció a un concepto de la
actividad política que entendió el manejo de la cosa pública como una
materia en la que el parlamento debía servir de colchón de protección y de
silenciamiento de la actividad política del Poder Ejecutivo, y no un órgano de
control, objetivo que no le resultó muy complicado alcanzar al régimen de
1993-2000 debido a las mayorías holgadas con las que contaba en el
Congreso en general, y en las Comisiones Ordinarias en particular.
El reto ya era difícil para quienes vivieron la política nacional durante el siglo
XX, pero la nueva generación de políticos tienen que enfrentar nuevos
desafíos y cumplir otro tipo de desempeños en un contexto totalmente
distinto, despolarizado, aún cuando no menos ideologizado. Las ideologías,
sin embargo, ya no constituyen esas versiones que compiten por una
comprensión de la vida como un mundo democrático o comunista, sino
como versiones en las que compiten una comprensión y actitud ante un
mundo en las que, o el hombre se piensa a sí mismo como el eje de sus
propios deseos y satisfacciones y se concibe como dueño de su propio
destino, o una otra versión en la que el ser humano no se concibe como
indiferente de su comunidad ni exento de responsabilidad por su proyecto
colectivo, solidario e inclusivo.
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II
a. Testimonio de ex representantes
Refirió que en la época que le tocó ser representante, con la que se iniciaba
un período democrático luego del gobierno militar, era relativamente fácil
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crear una comisión investigadora, y que aún cuando ni en la Cámara de
Diputados ni al interior de su Comisión Investigadora se debatió si las
sesiones debían o no ser públicas, sí se conversaba entre los Diputados
miembros de la Comisión qué se podía discutir públicamente.
Indicó que entonces los medios no tomaban el interés que hoy le dan al
Congreso los medios de comunicación, y que hoy el régimen político está
mediatizado por la prensa. Por ello la labor de la comisión se desarrollaba
sin mayor interferencia de terceros.
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El manejo de información que se hacía al público debía ser lo más amplia
posible y que debía tenerse presente que no se debía anunciar en que se
va a acabar o concluir, y que sí debían hacerse afirmaciones que signifiquen
una especie de invitación o persuasión para que otros se animen a
colaborar.
Señaló que los documentos sí podían ser consultados por cualquiera de los
miembros de la Comisión, pero no por otros Diputados.
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tenían la condición de reservadas sólo con acuerdo expreso de la propia
Comisión.
a. Testimonio de ex representantes
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que se cuente con la garantía necesaria que permitiría alcanzar la verdad
de los hechos sobre las pesquisas a su cargo.
Dijo asimismo que si las sesiones fueran públicas ocurriría que los
presuntos responsables o los testigos se inhibirían de revelar información
esencial para alcanzar la verdad o se podía conseguir que los testigos no
proporcionaran las declaraciones o documentos con los que se obtendría
los datos necesarios para definir responsabilidades. Los testigos declaran
sobre asuntos que pueden comprometer y afectar a terceros, por ello es
posible que se inhiban si las sesiones son públicas. Igualmente, los mismos
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testigos pueden irritarse, encresparse, o inventar cosas para presentarse
bien ante terceros. Pueden limitarse, o exagerar.
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sobre el BAP Callao, el que dio mérito para la acusación constitucional
contra el Almirante Texeira, y el ex Diputado Martínez Macera. La dilatación
de la investigación es una forma de hacer ineficiente el trabajo del Congreso
que, además, agranda indebidamente la expectativa mediática.
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la Comisión Investigadora y se sacó copia de las partes que se necesitó en
la Comisión Investigadora. No se desprendió ni dejó el expediente. El juez
tampoco declaró nada. Se sacó copia de las piezas que se necesitó, las
mismas que no le servían al juez porque el juez no puede investigar a
menos que se levante el fuero de la prerrogativa. Como resultado de
experiencias como ésta las Comisiones Investigadoras del Congreso
recibieron el reconocimiento y apoyo de la Corte Suprema en una campaña
anticorrupción.
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Coincide con el inicio de la desnaturalización de las Comisiones
Investigadoras el aumento considerable de ellas por representantes sin
experiencia en la función instructora del parlamento. Hasta 1985 el número
de Comisiones Investigadoras era limitado. Luego a 1985 empieza su
deformación institucional.
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En sentido distinto, sin embargo, se constata que sí hay consistencia entre
quienes afirman que las sesiones eran reservadas, y que una sesión pública
era contraria a la naturaleza instructoria del mandato de una comisión
responsable de una investigación.
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periodismo no tenía acceso a las diligencias practicadas en su interior y que
se asemejaba a un cenáculo secreto en el que no se grababan sus
incidencias.
III
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Las Comisiones Investigadoras no escudriñan en la vida y papeles de
terceros para consumir en privado tal información y ocultársela a la
sociedad. Lo hacen para que la investigación que realizan precisamente le
permita al Congreso contar eficientemente con información que, si se
pretendiera obtener bajo la luz de las cámaras de televisión o fotográficas, o
de las grabadoras en que el periodismo registra las impresiones de quienes
testimonian y deponen, no permitiría que la Comisión cumpla con su misión
que se le encarga ni alcance efectivamente los resultados que debe
presentar ante el Congreso.
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públicamente, la referencia se entiende al proceso propiamente dicho, es
decir al juicio. Y el juicio no se inicia sino cuando, luego de la investigación
pertinente, quedan establecidos los hechos y las faltas (si acaso) que se
hubieran cometido, así como la explicación de los vínculos entre los
primeros, las segundas y los funcionarios responsables, de manera que el
caso quede expedito para su discusión y evaluación por el Pleno del
Congreso, en un proceso público.
Esta es la razón por la que un cuerpo colectivo como el Pleno del Congreso
debe delegar a un grupo reducido de representantes una labor que exige
niveles altos de concentración en el análisis y de contracción a la
observación de la información que se obtiene gradual y lentamente tras una
cantidad indefinida de horas de revisión de testimonios o de lectura y
examen de documentos presentados. Si la tarea de compilar y valorar la
información fuera sencilla no se precisaría de una agencia que centralice el
trabajo por delegación. Probablemente todos podrían hacer el trabajo a la
vez. Pero una empresa de ese estilo sería estéril e improductiva.
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etapa instructiva no es un proceso público, sino reservado. Es la válvula que
impide la fuga y contaminación de la información que valorará la Corte
durante el juicio.
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