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MARTIN FIERRO
POR
JOSÉ HERNÁNDEZ
DÉCIMA QUINTA EDICIÓN
CON UN TOTAL DE 64.000 EJEMPLARES EQUIVALENTES A 6« EDICIONES DE MIL NLMEROS CADA UNA
V\BRA/t
OCT 161968
^ITVOFlfi^
JOSÉ H, NDEZ
ADVERTENCIA EDITORIAL
campaña, han constituido la lectura favorita del hogar, de la pulpería, del sol-
dado y de todos los que tenían á la mano un ejemplar de Martin Fierro.
Más aún: en algunos lugares de reunión, se creó el tipo del lector, en torno
del cual se congregaban gentes de ambos sexos, para escuchar con oido ate uto,
esa genuina relación de la vida gauchesca.
Por todo esto, creemos, pues, en el éxito constante y feoundo de las soc«-
sivas ediciones de Martin Fierro, porque apartándose completamente de la tra-
dición literaria que dejaron Ascasubi y Del Campo, siguió solo nociones propias
vías mas rectas é inspiraciones que tenían su base en el sentimiento popular.
La musa de Martin Fierro no ha sido vengadora, ni se ha preocupado solamente
del prestigio urbano, á costa de la simplicidad de nuestros compatriotas de chi-
ripá y bota de potro.
Los Editores.
Señor D. José Zoilo Migueas.
Querido amigo:
Al fin me he decidido a que mi pobre Martín Fierro, que me ha ayudado algunos mo-
mentos a alejar el fastidio de la vida del Hotel, salga a conocer el mundo, y allá va acogid»
al amparo de su nombre.
No le niegue su protección, Vd. que conoce bien todos los abusos y todas las desgracias de
que es victima esa clase desheredada de nuestro país.
Es un pobre gaucho, con todas las imperfecciones de forma que el arte tiene todavía entre
ellos, y con toda la falta de enlace en sus ideas, en las que no existe siempre una sucesión ló-
gica, descubriéndose frecuentemente entre ellas, apenas una relación oculta y remota.
Me he esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en presentar un tipo que personificara
el carácter de nuestros gauchos, concentrando si modo de ser, de sentir, de pensar y de expre-
sarse que les es peculiar; dotándolo con todos los juegos de su imaginación llena de imáfcr.es y
de colorido, con todos los arranques de su altivez, inmoderados hasta el crimen, y con todos ¡os im-
pulsos y arrebatos, hijos de una naturaleza que la educación no ha pulido y suavizado.
Cuantos conozcan con propiedad el original, podrán juzgar si hay o no semejanza en la copia.
Quizá la empresa habría sido para mi más fácil, y de mejor éxito, si sólo me huí ntesto
hacer reir a costa de su ignorancia, como se halla autorizado por el uso, en este genere de com-
posiciones; pero mi objeto ha sido dibujar a grandis rasgos, aunque fielmente, sus costumbres,
sus trabajos, sus hábitos de vida, su índole, sus vicios y sus virtudes; ese conjunto que constituye
el cuadro de su fisonomía moral, y los accidentes de su existencia llena de peligros, de ir
de inseguridad, de aventuras y de agitaciones constaiiies.
Y he deseado todo esto, empeñánd.ome en imitar ese estilo abundante en metáforas, que el
gaucho usa sin conocer y sin valorar, y su empleo constante de comparaciones tan i orne
frecuentes; en copiar sus reflexiones con el sello de-la originalidad que las distingue y el ti ate sombrío
de que jamás carecen, revelándose en ellas esa especie de filosofía propia, que sin tsh nde
en la misma naturaleza; en respetar la superstición y sus preocupaciones, nacidas y fomentadas
por su misma ignorancia; en dibujar el orden de sus impresiones y de sus afectos, que él encubre
y disimula estudiosamente; sus desencantos producidos por su misma condición social, y esa in-
,
dolencia que le es habitual, hasta llegar a constituir una de las condiciones de su espíritu; en re-
tratar en fin, lo más fielmente que me fuera posible, con todas sus especialidades propias, ese tipo
original de nuestras Pampas, tan poco conocido por lo mismo que es difícil estudiarlo, tan erró-
neamente juzgado muchas veces, y que al paso que avanzan las conquistas de la civilización, va
perdiéndose casi por completo.
Sin duda que todo esto ha sido demasiado desear para tan pocas páginas, pero no se me puede
hacer un cargo por el deseo, sino por no haberlo conseguido.
Una palabra más, destinada a disculpar sus defectos. Páselos Vd. por alto, porque quizá
no lo sean todos los que, a primera vista puedan parecerle, pues no pocos se encuentran allí como
copia o imitación de los que lo son realmente.
Por lo demás, espero, mi amigo, que Vd. lo juzgará con benignidad, siquiera sea porque
Martín Fierro no va de la ciudad a referir a sus compañeros lo que ha visto y admirado en un
25 de Mayo u otra función semejante, referencias algunas de las cuales, como el Fausto y varias
otras, son de mucho mérito ciertamente, sino que cuenta sus trabajos, sus desgracias, los azares
de su vida de gaucho, y Vd. no desconoce que el asunto es más difícil de lo que muchos se lo ima-
ginarán.
Y con lo dicho basta para preámbulo, pues ni Martín Fierro exige más, ni Vd. gusta mucho
ie ellos, ni son de la predilección del público, ni se avienen con el carácter de
Su verdadero amigo —
José Hernández.
MARTIN FIERRO
^-•••-^
Sr. D. Jo*/ 1
llcr^nvrfpz. gauchezcos, no como Ascasnbi. para
hacer reir al hombre cult< i ^.uaje
Estimado Señor: del gaucho, sino para reflejar en si
idioma de éste, su índole, sus pasiones,
Hace algún tiempo, bajo el peso de sus sufrimientos y sus esperanzas.
mi rudo golpe para mi corazón, recibí to mas intensas y sagradas, cuanto mas
un liUro suyo. Me fué imposible enton- cerca están de la naturaleza.
óos agradecerle su atenci raba ¡Que se han vendido m mil I
oA. Pero siempre leo con gusto ver- Por no pasarlo tan mal
En el desierto infinito,
sos, cuando ellos campean el espíritu Hicimos corno m) bendito
que en ios de Vd. me encanta. Con dos cueros de bagual.
Reiterando á Vd. mis felicitaciones — Pues claro: en lo del bendito ex-
por el buen desempeño de su «Martin,» presa la prontitud con que arreglaron
me es grato ofrecérmele muy de co- las pieles de ese animal.
razón, como su amigo afectísimo. Y cuando le hube explicado el pro-
Ricardo Palma. blema de la frase, picóse enormemente
Por conducto de la Legación Perua- y no me ha perdonado aquella expli-
cación.
na, en Buenos Aires, podría Vd. man-
Espero que á estas horas estará V.
dar un ejemplar de su obra á la bi-
escribiendo otro libro como este, que
blioteca, de Lima, donde hay un salón
es como una golosina: una vez gus-
destinado solo á libros americanos: La
tado, se anhela otro semejante.
República Argentina apenas figura con
300 volúmenes entre cerca de 4.000 Saludamos á V,, Julio y yo, y le
correspondientes alas demás secciones.
estrechamos cordialmente ¡a mano.
De Vd. prima y afetitwraa amiga.
Ll « Nacional» — Buenos Aires, Julio 7 de 1879 Juana M. Gorriti.
eterno pretosto para disertar sobre el de paja en que desapareció con su mu-
modo cómo se han desnaturalizado las jer y con sus iiijos!
unas ó violado las otras. Es un poema de lágrimas que sok
Todo esto sería música celeste. el Pampero ha recojido flores sil-
Cualquier criollo estaría tentado á res- vestres de rara fragancia que sepulte
ponder lo respondió uno al
que le elprogreso que pretendemos cimentar
caballero inglés que le preguntaba: ¿Do con remedios de civilizaciones ageuas,
you Icnoio xohere is Cochabamba sf.reel? — y que amenaza privar al gaucho hasta
si no dijera demasiado con estas pa- del consuelo de ver en un dia i
rre á caballo la llanura, las pulperías y como rey y donde apenas vivip come
los ranchos, haciendo por la vida, esto cuervo! Tanta melanconía mez-
es, por otras tantas ediciones.
clada con cierto amor á la patria qut
conquistamos con ellos, cae al fonde
II del alma al evocar el recuerdo de esa
noche!
A principios de este siglo el gancho.
Y se va lejos, se hunde en el Sud
en ese Sud de tiernos y dolorosos re- con ser que ya había guerreado er
cuerdos para el gaucho, donde este se nombre de su patria contra los ingleses
deja ver todavia arrogante y hermoso era el mas desamparado de la suerte j
como ahora cincuenta años, cuando de los hombres.— Después del esfuersc
imponía su voluntad y su ley á todos de su patriotismo, solo le quedaba 1«
aquellos á quienes en vano clamó, du- inclemencia del desierto, al cual no de-
rante otros tantos años, para que lo jaban los bienes relativos de que go-
acaran del misero desamparo en que maban los hombres de las ciudades
vivía. Eeauerido constantemente uara ^
SOBRE MARTIN FIERRO XV
servicio militarque demandaba nuestra «de sus intereses, &, &, &,» según el mis-
guerra de la Independencia ¿dónde se mo Rosas lo ha expresado en una confi-
dio una batalla en la que el gaucho no dencia-el descendiente de los Condes de
lanceó, acuchilló, baleó y venció á los Poblaciones fué como una Providencia
españoles, haciendo gala de ese heroís- que surjió de las entrañas de la Pampa
mo temerario que es el aliento podero- en favor de los gauchos, que miraban
so de su alma, algo como carne de su con indecible asombro ese hombre para
carne? ¿Donde no estuvieron Güemes y ellos extraordinario, y que era su pro-
Lavallrf, Necochea, Balearse, Pringles, pio engendro y que ya los había hecho
Lamadrid, Suarez, Olavarría y tantos brillar sobre todos, conduciéndolos á
otros brazos armados constantemente ahogar la anarquía en esa ciudad de
en defensa de la República? Buenos Aires, que nunca habia tenido
La Independencia se iba logrando, un eco de consuelo para ellos.
el bienestar se acariciaba, se comen- Rosas llegó á ser el gran señor de la
zaba á gozar algunos bienes, y entre campaña. El teatro era muy vasto;
tanto ¿que participación tenia el gau- pero la admiración y el cariño hacia
cho en este nuevo teatro de la demo- su persona era llevad?, en alas, por los
cracia, que él habia contribuido á ci- gauchos, de pulpería en pulpería, donde
mentar? templaban sus guitarras para cantar
Ninguna: seguía siendo soldado, ni sus alabanzas á ese gaucho hermoso y
hogar, ni familia que lo ligara á la pa- arrogante que protegía sus hogares y
tria ingrata que lo habia engendrado los hacía felices dejándolos vivir d
para sacrificarlo, especie de Saturno trabajo al lado de sus hijos. Cómo
que bebia sin saciarse la sangre de pues el corazón déla campaña no había
us hijos. de abrirse con la espontaneidad de ¡a
La desgracia suele tener sus paroxis- flor del aire para elevar á llosas al
mos. El alma estalla frenética desgar- Gobierno? (
aera de entender el arte, porque oree- za, y huyendo desus enemigos se con»
mos qne verdad no está reñida con
la vierte en enemigo de sus semejantes.
la beÜeza, y que es posible conservar El señor Hernández, que indudable-
la originalidad de un tipo, sin herir mente posee las aptitudes necesarias
•1 oído con las desafinaciones del ver- para hacerse escuchar, tiene una alta
so incorrecto -
misión que desempeñar, ensanchando
£1 ideal del arte consiste en imitar su esfera de cronista, haciéndose maes-
la naturaleza, mejorándola en la me- tro de los gauchos que lo leen con
dida de nuestras facultades. avidez, inspirándoles aversión al pu-
La obra que nos ocupa es el fruto ñal, repugnancia a la sangre, levan-
de la observación de las costumbres tando, en una palabra, su nivel moral
campesinas, estudiadas en la estancia, abriéndoles horizontes que su vista,
en la pulpería, que es el club del gau- habituada a explorar la pampa, no ha
cho, y á la luz del fogón, al rededor descubierto todavía.
del cual improvisa todas las noches su La tarea debe comenzar por ensa-
hogar, aquel que no tiene un palmo ñarles a conocer á Dios, mostrándoles
de tierra propia, en la ilimitada ex- que la compañía de una buena con-
tensión que riega con su sangre. ciencia y la esperanza en el cielo, mi-
Por eso la expresión es vigorosa, tigan los sufrimientos y obligan a amar
original el giro de la frase, y nueva y a los hombres.
hasta sorprendente, la imagen con que 3u héroe, dotado de una resistencia
al parecer dá formas tangibles á sus física que supera á la de la mayor
pensamientos. parte de los hijos de la naturaleza,
No se nos oculta que el libro del sería doblemente amable y poderoso,
aeñor Hernández contiene un peligro, si adquiriera esa fuerza moral que do-
que sería conveniente que el hiciera mina las pasiones, y encadena la car-
des. parecer, luego que se diera cuenta ne al espíritu.
cabal de su importancia. La oportunidad nos parece propicia
Aun cuando es verdad que la con- para llevar á cabo un empeño tan
dición del gaucho es abominable, lo generoso.
que hasta cierto punto explica sus exce- El perseguido, en vez de buscar
sos, la enumeración de sus hazañas, el asilo en las tolderías, hoy puede encon-
elojio de su valor, ejercitado en riñas trarlo en las ciudades, en las colonias,
aangrientas, debiera contrapesarse, en- en las tareas agríenlas que han venido
señándole á condenar los extravíos de á modificar las condiciones sociales de
su sensibilidad. los campos dominados por el pastoreo,
Está demostrado que las narraciones, que convertía á los gauchos en bedui-
rodeadas de circunstancias poéticas, de nos, y a los beduinos en siervos, que
toda clase de crímenes, desde el suici- ignoraban que existieran hombres bue-
dio hasta el duelo, y desde el duelo has- nos y compatriotas justos.
ta el asesinato vulgar, producen una es- El señor Hernández, que ha tenido
pecie de epidemia moral, que se traduce el poder de hacernos derramar lágri-
en otras tantas ofensas a las leyes divi- mas con la descripción de la tapera
nas y humanas, si no las multiplican. del rancho de Martin Fierro; que ha
En hora buena que se condene los sabido tocarnos la fibra mas delicada
abusos, y se disculpe ante los jueces del sentimiento con aquella tierna des-
que la sociedad se ha dado, los extra- pedida del vagabundo á las últimas po-
víos a que pueden conducir la falta blaciones cristianas, está llamado á
de educación y las injusticias de que combatir con éxito las preocupaciones
on hombre puede ser objeto. del gaucho contra sus paisanos de las
Pero la misión del escritor filosófi- ciudades, contra sus prójimos, blancos,
co, del moralista que pone libros en negros, nacionales ó extranjeros, aho-
nanos del pueblo, oonsiste en conde- gando en su corazón el odio con las
nar no solo á quien oprime, sino al semillas del amor.
•prinudo qne á su vez abusa ds su fuer- Mientras que el campesino errante»
XVIII JUICIOS CRÍTICOS
perseguido por sus delitos, asilado Rosado de aquel, sigua su ejemplo pu-
entre los indios, arrojado de las tol- blicando El Hijo, El Nieto y el Biznieto
derías por otra ola de sangre, no ma- de este Diablo Rosado destinado á ha-
nifieste al regresar á su pago, como cer que no roben al paisano, que no
Martin Fierro, el arrepentimiento fe- lo traten como á bestia de carga, que
cundo del hombre religioso, no debe respeten en él al ciudadano y al her-
dar por terminada su labor el poeta mano ya que no al hombre de corazón
á cuyos cantos consagramos estas lí- y al valiente.
neas, hijas de la admiración é inspi- Esaes la gran misión de la poesía:
radas por el deseo de verlo á la ca- lamejora moral. Y por fijarnos solo en
beza de una cruzada regeneradora. el género de la poesía de «Martin Fie-
rro», esa fué la regla de su fundador,
ti* América del Sur» Marzo 9 de 1879.
que no lo es Ascasubi, como preten-
de el articulista de La Tribuna de
Montevideo, sino Hidalgo, según pue-
El Gaucho Martin Fierro, es tam- de verse por sus bellos versos en la
bién una lección, es decir, lo que debe Lira Argentina impresa en Londres en
«er la poesía: una moral además de un 1824, si bien Ascasubi y Estanislao del
Wte, so pena de ser inútil, ó peor aún, Campo han cultivado con ventaja al
perversora. Ese poema es un pequeño género, lo mismo que hoy Hernández.
curso de moral administrativa para el Si, siga haciendo cuadros como éste,
oso de los comandantes militares, co- que son la pura verdad en boca de
misarios pagadores, y cuantos tienen Martin Fierro:
que hacer con el pobre gaucho. Allí
están fotografiados, estigmatizados to- Y andábamos de mugrientos,
Que mirarnos daba horror;
el
dos los malos patriotas, en imágenes Les juro que era un dolor
verosímiles y verdaderas. Poner en la Ver esos nombres, ipor Cristo)
picota á los malvados, es tanto mas En mi perra vida he visto
meritorio, cuanto de mas alto se les Una miseria mayor.
baja para hacer en ellos la justicia Yo no tenia ni camisa
popular. Ni cosa que se parezca;
Mis trapos solo pa yesca
Muchas leyes y disposiciones hay Me podían servir al fin
tendentes á mejorar la suerte del pai- No hay plaga como un fortín
sano de nuestraj campaña, pero dudo Para que el hombre padezca.
que ninguna sea mas eficaz que esos Poncho, jergas, el apero,
cuadros en que el abuso no dá contra Las prenditas, los botones,
mna ley muerta sino contra una cari- Todo, amigo, en los cantone»
Fué quedando poco á poco;
catura viva; porque como se ha dicho Ya me tenían medio loco
bien, «el ridíoulo es lo único que te- La pobreza y los ratones.
men los que ya no tienen pudor ni Solo una manta peluda
remordimientos.» Y en este concepto Era cuanto me quedaba
estamos muy distantes de dar al autor La habia agenciao á la taba
de Martin Fierro el consejo que el ar- Y ella me tapaba el bulto
Yaguané que allí ganaba
ticulista de la Tribuna de Montevideo.
No salía ni con indulta
«A Montero cuando concluyó su cua-
dro Los Funerales de AtahuaJpa le di-
Y pa mejor hasta el moro
Se me jué de entre las manos—*
jeron en Florencia y por labios muy No soy lerdo pero hermano,
autorizados, que no pintara mas. No- Vino el Comendante un dia
sotros sin ser mas que admiradores, Diciendo que lo queria
«Pa enseñarle á comer grano.»
diríamos á Hernández, que se perpe-
túe solo con Martin Fierro.
Nosotros le diríamos por el contra-
rio, que á imitación de Mr. Laserre, ¿Quién es el gancho? He aquí su re-
aunque su Martin Fierro fuese obliga- trato,por el que cualquiera lo reco-
do á borrar su nombre como El Diablo noce al momento: he aauí e! formada»
SOBRE MARTIN FIERRO XIX
bis oargo contra loa que han podido Martin Fierro piensa mas como el gau-
y debido tratar á los hijos del país al cho, y los gauchos encontrarán siempre
menos como á los inmigrantes. que si se ha hecho pueblero y á veces
su fraseología podría dejar que desear
«Él nada gana en la paz algo, su corazón
Y es el primero en la guerra-
y su espíritu están sa-
turados indeleblemente de los dolores y
No le perdonan si yerra,
Que no saben perdonar,— de las injusticias con que la civilización
Porque el gaucho en esta tierra por no ser todavía bastantemente oris-
Solo sirve pa votar. tiana, ha perseguido á la barbarie por
como sus alegrías con tanta exactitud surdo, pero que tiene el raro mérito
Ír belleza, que es imposible dejar de de haber nacido muy lejos del país, y
eerlomas de una vez. de autor estrepitoso y extranjero.
No
es pues de extrañar que, con tal Los yankees nos dieron á este res-
popularidad, la nueva edición que aca- pecto un ejemplo digno de imitación,
ba de hacerse por la libreria < La Nue- pero que por ser bueno no imitaremos.
va Maravilla» de Buenos Aires, alcan- Tuvieron un escritor nacional, Fe-
ce también el mismo resultado que nimore Copper, que con sus sencillas
los anteriores. novelas dio impulso á su naciente li-
Alo dicho podríamos agregar, que teratura. Esas novelas, puramente lo-
«1 señor Hernández, tiene ya concluida cales, y destituidas de la intriga del
la segunda parte de este poema, es argumento y del brillante estilo que
decir «La vuelta de Martin Fierro del caracteriza á las francesas, entre nos-
Desierto» cuya publicación debe ha- otros, hubiesen muerto; entre los yan-
cer en breve. kees vivieron!!
A qué decir el interés con que ha Los yankees tuvieron el buen sen-
de ser leida y buscada esta segunda tido de comprender su mérito, de mi-
parte de «Martin Fierro»? rarlas como parte de su genio y de su
gloria, de honrarse y de enorgullecer-
iLa Capital»— Rosario, Octubre 11 de 1878. se con ellas, y elevándose á la cate-
goría de bellas obras, las esparcieron
por todos los países; y hoy, Gsas no-
velas al parecer tan simples y modes-
Sr. D. José Hernández.
tas ocupan un lugar distinguido en
Estimado Señor y amigo: todas las bibliotecas públicas y par-
ticulares de los dos continentes.
He leido y releído con placer la ¿Y de qué trataban esas novelas?
original y preciosa historia de Martin precisamente de lo que trata Martin
Fierro, con que ha tenido la bondad Fierro; de la naturaleza, de la vida, del
de obsequiarme. carácter y costumbres de un pueblo
Es una bellísima obra, y lo mejor
que he visto en su género.
nuevo — ¿Y valen mas los cuadros de
esa naturaleza, de esa vida, de esas
Su lectura, interesante por la ver- costumbres trazó la pluma educada
dad de los cuadros, por la sencillez y de Fenimore Copper, en prosa, que
naturalidad de la narración, por la lo que la inculta de Martin Fierro tra-
ternura del sentimiento, por la propie- za con tan graciosos y sencillos ver-
dad del colorido, nada deja que desear sos? Nó! ¿Porqué entonces esa diferen-
al lector ilustrado, ó cuyo gusto no cia? Porque Copper nació en un país
esté pervertido por las de las novelas donde se tiene orgullo en ser yankee,
inmorales y absurdas de que está pla- y en preferir lo propio á lo ageno; y
gada nuestra sociedad. Martin Fierro en otro, en donde se
Martin Fierro, es una creación ver- tiene orgullo en ser necio; donde casi
dadera, de que debe enorgullecerse la es vergüenza haber nacido en él, y en
literatura de su país, y que acaso no donde se desdeña lo de casa por bue-
será comprendida, ni estimada en lo no que sea, para tomar y aplaudir lo
que vale, porque no debe su existen- ageno aunque no valga nada.
cia á un nombre inglés, francés ó yan- Este triste y doloroso paralelo entre
kee, á unos de esos nombres de cele- la suerte de lo nuestro y de lo ageno,
bridad acaso inmerecida, pero ruidosa, me indujo á leerlo de nuevo, temiendo
que atestan el mundo de necedades, y que la sorpresa de la novedad en el
que el mundo recoje y aplaude como si primer momento hubiera exajerado mis
—
fueran bellezas reales. Por qué esta apreciaciones, pero estas se robustecie-
fatalidad? porque nadie se croe ilustra- ron, y me dieron por resultado las si-
do si no habla de lo que no entiende, si guientes, que someto al criterio de
no aplaude lo que es desatinado y ab- cuantas personas sensatas lo vean.
SOBRE MARTIN FIERRO XXI
Martin Fierro no solo es un tipo ca- organización social, por la cual se sa-
racterístico de la población semi-nó- crifica,y de la que no recibe por re-
made de la República Argentina, ó sea compensa, mas que tropelías, insultos
de la basa de su nacionalidad, puesto y desprecios.
que es la mas numerosa, que con ella ¿Hay que reforzar la guarnición de
se obtuvo su independencia, con ella la frontera? Se hace una arreada de
as cuenta para mantenerla, y con ella estos desgraciados, ni mas ni menos
• guardan las fronteras contra los in- que como en otro tiempo se hacían
dios, motivo mas que suficiente para las correrías de las yeguadas
y gana-
que tuviera las simpatías de todas las dos baguales. Se les acechan como á
gentes ilustradas; sino que es también bestias, en las reuniones, en las carre-
—
otra cosa mas elevada Para el vulgo, ras, en los bailes, y se cae repentina»
{>ara los que no comprenden lo que mente sobre ellos. Los mas diestros ó
een y entre estos hay mucha gente
——
de pro solo es una historia gauches-
previsores, escapan; pero el mayor nú-
mero queda, y sin atender á súplicas,
ca, buena euando mas para ser canta- ni á miramientos de razón ó de jus-
da en las pulperías y fogones de cam- ticia, los arrancan á los brazos de sus
paña, pero indigna de ocupar por un mujeres, de sus hijos, á sus pocos bie-
momento los ocios de las altas y serias nes que quedan perdidos, y reunión-
inteligencias, que con su vanidad y su dolos á otros tomados del mismo modo,
ignorancia honran y dirijen el país. los llevan á las fronteras.
Para estas gentes, que con decir: Es preciosísima la descripción que
«los gauchos no inventaron el vapor, hace de la cacería en que lo agarra-
ni el telégrafo (cosas que tampoco in- ron y de la que solo daremos come
ventaron ellos), los gauchos se van» — a
muestra, la 1*, 2 y 6* estrofas:
creen haberlo dicho todo, Martin Fie-
rro no tiene ni puede tener importan- Cantando estaba una vez
ña, pero para los que saben leer, para En una gran diversión;
toe que comprenden lo que leen, la
Y aprovechó la ocasión
Como quizo Juez de Paz.—
el
tiene y grande. Se presentó, y ahí no mas
Para estos es, primero y antes que Hizo una arriada en montón.
todo un gran pensamiento humanitario,
Juyeron losmas matreros
una lección ae Gobierno administra- Y lograron escapar—
tivo, que todo hombre verdaderamen- Yo no quise disparar
te serio é ilustrado, debe tomar, Soy manso— y no habia por qué—
Martin Fierro pertenece á esa clase Muy tranquilo me quedé
suelven, y sus pocos bienes se pierden? Martin Fierro al contar sus desdi-
hay dignidad, hay justicia, en tenerlos chas, las tropelías é injusticias de que.
sin paga y hambrientos en desiertos in- es viotima, y que lo arrojan á la va-
hospitalarios, donde el sol los abrasa, gancia y al crimen, cuenta las de to-
el frió los hiela y el indio los diezma? da su raza, y las cuenta de un modo
Pero, ¿es solo esto lo que sufre el que las hace ver y palpar.
pobre paisano? Nó! hay algo que es mu-
Tuve en mi pago en un tiempo
cho peor, y es el trato bárbaro, inhu- Hijos, hacienda y mujer,
mano que reciben de su gefes, de los Pero empecé á padecer
axiales son, no soldados, sino esclavos. Me echaron á la frontera,
lY que iba á hallar al volver?
Y —
qué Indios ni qué servicio Tan solo hallé la tapera.
Si allí no habia cuartel-
Nos mandaba el Coronel
A trabajaren su chacras,
Y dejábamos las vacas Aparcero! si usté viera
Que las llevara el Infiel. Lo que se llama cantón. ....
Ni envidia tengo al ratón
Yo primero sembré trigo En aquella ratonera
Y después hice un corral,
Corté adobe pa un tapial De los pobres que allí habla
Tendido en el costillar
Que no se trabe mi lengua
Cimbrando por sobre Ni me falte la palabra—
el brazo
Una lanza como un El cantar mi gloria labra
lazo
Me atropello dando gritos
Y poniéndome á cantar,
Si me descuido Cantando me han de encontrar
maldito el
Me levanta de un lanzazo.
Aunque la tierra se abra.
Si es güeña, no lo abandona
Cuando lo Vé desgraciao,
ncontraba como digo, Lo asiste con su cuidao
En aquella soledá Y con afán cariñoso
Entro tanta oscuridá Y usté tal Vez ni un rebozo
Echando al viento mis quejas Ni una pollera le ha dao.
Cuando el grito del chajá
Me hizo parar las orejas.
¡Cuan noble y hermoso e¡- este retra-
Como lumbriz me pegué to de la mujer americana, única que sin
AI suelo para escuchar, interés adhiere y sacrifica por el hom-
Pronto sentí retumbar bre que ama.
Las pisadas de los fletes,
Y que eran muchos ginetes Y usté tal vez ni un rebozo
Conocí sin vacilar.
Ni una pollera le ha dao.
Nos permitiremos antes de hacerlo, objeto que emitir las breves observa-
decir dos palabras muy breves al res- ciones que hemos consignado en ellas,
pecto. nos complacemos en publicar su car-
Como observa con muchísima pro- ta, á la cual hemos hecho referencia.
piedad Torres, no siendo Martin
el Sr. Es la siguiente:
Fierro una obra de arte, no pueden
aplicárselo sus reglas, y hacer á su res- Señor D. José Hernández.
pecto un juicio crítico literario. Su casa, Febrero 23 de 1873.
Pero sus Apreciaciones han seguido
otro rumbo, y han ido por consiguien- Estimado señor y amigo:
te mas allá, penetrando profunda 1
oos de los urbanos; término medio del y los secretos del fogón, nos enseña el
estado social argentino, se desenvuel- aduar del hombre semi-salvaje, con toda
ve la existencia bullanguera del tipo la desnudez vergonzosa de su realidad.
estudiado para representar al gaucho, y Pero hay escenas que indudablemen-
que en su eterna mania de espectabi- te no las oomprenderá sino ¡a persona
Uzars3. hace grotesco lo que es bello. que haya vivido algún tiempo en el
En este concepto, Vd. se hallaba en campamento, imájenes que solo e.1 que
-condiciones ventajosas para desarrollar haya cruzado errante nuestras dilata-
su tesis, porque habiendo vivido por das pampas podrá valorar.
mucho tiempo en contacto con el gau- Con el grosero lenguaje de los habi-
chaje de las cuatro provincias litora- tantes del campo, hace apreciaciones
ndo como es, un observador pintorescas y de un colorido magnífico
fino y de criterio, tenia que ofrecer- — exhibiéndonos tipos que solo Asca-
nos en sus cuadros la verdad, eterna subi y Del Campo han descrito con
fuente de la belleza: y si á esto se éxito en nuestros dias.
agrega un fácil manejo de la lengua y A pesar de que no somos partidarios
gran respeto á los preceptos literarios, de este género de literatura, porque
terminaré diciendo: que ni como aspi- creemos que para herir !a imaginación
ración noble á favor de los habitan- de las masas no se necesita escribir eu
lel campo, ni como crítica de los el lenguaje literal con que ellas mani-
abu- 'tidos en el servicio de fiestan sus pensamientos, porque cO
fronteras, ni como interpretación del ha dicho un notable literato oriental—
gaucho moralmente juzgado, he teni- se puede sentir en gaucho y espr/'sarse
do, hasta hoy, la ocasión de leer algo en lenguaje culto y castizo, enseñando á
<juc le avent las generaciones de porvenir como se
1
Como el viento entre las hojas. Que el numen del vate esponja
Es un payador, que tierno Para embeber fácilmente
Alza allí sentida trova, De su corazón las gotas,
Y al compás de su guitarra Y después
destilarlas
Versos á raudales brota; Con de la aurora
el llanto
Pero versos expresivos, Convertidas en cantares
De cadencia voluptuosa, Que vuelan de zona en zona,
Y que expresan tiernamente ¡Y cuántas veces no obstante
De su pecho las congojas. Sus desaliñadas coplas,
Es verdad que muchas veces Sin esfuerzo ni trabajo
La ingrata rima cohorta Como las tranquilas ondas,
Pensamientos que grandiosos Una á una, dulcemente,
Se traslucen mas no asoman, Van saliendo de su boca!
Y como nocturnas luces O derrepente veloces,
Al irradiar se evaporan. Penetrantes, ardorosas,
La fantasia sujeta Se escapan como centellas
En las redes del idioma, Y el fondo del alma tocan!
No permite que se eleve Porque su maestro es
La inspiración creadora, La naturaleza sola,
Ni que sus altivas alas A quien ellos sin saber
Del arte los grillos rompan, A oscuras y á tientas copian.
Ni que el instinto del genio Asi el cantor sin curarse
Les trace una senda propia, De reglas que no le importan,
Mostrándole allá en los cielos Sigue raudo y caprichoso
Aquella ansiada corona, Su bien comenzada trova.
Que iluminando el espacio
Con su luz esplendorosa Celiab —Alejandro Magarifio»
Vibra un rayo diamantino Cervantes.
*-•.«.
£DAERTiI2 FIERRO
CSITICAS XJ&TTJST^S
ESTÉTICA Y FILOSOFÍA
r
Si 1» poesía es el espejo mas fiel No me compete á mí por mas que
—
del alma intima de un pueblo y el pudiera hacerlo — juzgar si Hidalgo,
acabado retrato de los caracteres y fundador de esta escuela y relegado
costumbres del mismo, puede decirse al olvido por los propios, cumplió ó
qué, la nuestra ha tenido muy pocos no con la misión que se impuso; ni
representantes. si el único móvil de las obras de As-
Hidalgo, Ascasubi, Del Campo y casubi fué el de hacer que el hombre
Hernández, han sido tal vez los únicos culto se riera del lenguaje del gaucho,
poetas argentinos, que sin necesidad y mucho menos examinar si es ó no
de buscar inspiraciones y modelos en cierto que Estanislao del Campo se
los autores extrangeros, han sabido propuso criticar las obras artí.-
arrancar de sus liras, verdaderos acen- por boca de los gauchos. Me guian
tos nacionales que reflejan de un mo- otras iutenciones, figurando en primer
delo ta» admirable como gráfico, la término, la de hacer resaltar la injus-
fisonomía moral de nuestro pueblo, y ticia con que ha sido tratado el autor
el carácter peculiar y distintivo de de Mahtin Fiehho por algunos críti-
nuestros antiguos gauchos, pintando, cos, eminentemente argentinos, y por
al propio tiempo, con inimitable y algunos profesores de literatura, quie-
opulento colorido, la intensa magestad nes han tenido la avilantez de decir,
de nuestra Pampa y de nuestro cielo que, Hernández era, en unión de As-
con todos sus esplendores y delicados casubi, insoportable y prosaico.
perfumes.
Los demás vates, Andrade y Eche-
varría, Mármol y los Gutiérrez, fueron,
á pesar de sus relevantes dotes de pen- Hace ya mucho tiempo que, llama-
sadores profundos y de su inagotable do á desempeñar la cátedra de litera-
inspiración, pocas veces desmentida, tura en uno de nuestros primeros es-
representantes genuinos, si" bien mu- tablecimientos de enseñanza, tuve oca-
cho menos directos, del romanticismo sión de advertir que en los programas
o
avasallador, del neo-clasisismo sobera- correspondientes al curso de 5 año
no, ó del naturalismo ó verismo con- del Colegio Nacional, nadase hablaba
vencionales, por mas de que se diga. de Hernández, ni en la parte que se
por autoridades en materias literarias, refiere á la poesía nacional, ni en otra
que todas estas palabras están despro- alguna.
vistas de sentido, si se desciende al Mis dudas y mis vacilaciones, á esto
fondo mismo de las cosas. respecto fueron grandes, llegando tí
XLII SOBRE MARTÍN FIERRO
—
do gran circulación, no podía extra-
ñarme ya, cual era la causa de haber
despreciaba. ¿Que entraño es, pues qu«
el señor Hernández haya tronado con-
eliminado de los estudios de literatura, tra estas injusticias y esos absurdos,
el nombre del eminentemente
poeta tratando al propio tiempo de perpe-
nacional, de que voy á ocuparme, no tuar una raza noble, hospitalaria, ge-
con la erudición y detenimientos ne- nerosa, varonil, sobria y trabajadora....?
cesarios, pere sí con la buena fó del Martin Fierro, tan enérgico, tan
que vá á exponer juicios propios que arrogante, tan varonil, compendia en
en forma alguna se separan de las re-
glas del arte, como trataré de de-
—
sí, por incomprensible é inexplicable
paradoja, — el máximun del valor per-
mostrarlo. sonal y la suma de la debilidad hu-
Para los que así opinan, imperan, mana.
desde luego, el charlatanismo, la inge- Extraño contraste: tiene valor para
nuidad, el espíritu de sistema y la luchar, cuerpo á cuerpo, con diez,
retórica de los pedantes sin fa- con veinte hombres, no importaba con
cultades creadoras, á quienes tanto cuantos y no lo tiene para romper
critican, siendo por otra parte, letra con el pasado y seguir la corriente
muerta para ellos, los justos, bien pen- de los demás seres. No quiere matar
sados y mejor escritos juicios críticos y mata, ó lo que es lo mismo, tien«
que habrán de preceder al mío. valor para hacerlo, pero es débil para
resistir los impulsos que le incitan i
ello, ó para acatar con resignación ei
fallo de la suerte.
No era el señor Hernández — en mi Y, sin embargo, Martin Fierro, en
concepto —
el poeta, irresoluto y tími- los momentos de vacilación y de de-
do, ni estaba ajeno de antiguos resa- sesperación, cuando vacila ó cuando
bios, aun cuando muchas veces le vea- llora, cuando canta ó cuando rie, es
mos fluctuar, entre un pasado de que varonil, es fuerte y en esto no se pa-
no quisiera apartarse, un presente lleno rece ciertamente, ni á Anastasio el
de corrupción y de personalismos Pollo, ni á Santos Vega, ni á Juar
y
un futuro que le causaba espanto y Sin Ropa.
le llenaba el alma de la melancolía
y
amargura de que están impregnados
%lgunos de sus magníficos versos.
CRITICAS INJUSTAS xun
Hay algo roas todavía en la obra Considerada la obra que rne ocupa,
del señor Hernández, que no pueda bajo el punto da vista filosófico, debo
pasar desapercibido para ninguna per- confesar también que su filosofía es
sona inteligente y de mediana ins- tanto mas valiosa cuanto es mas ori-
trucción. ginal.
Se moteja y se tacha al señor Her- No se verán en ellas máximas to-
nández, de prosaico y de insoportable, madas de Kaut, de Spencer, de Ribot,
y sin embargo —salvo rarísimos perío- de Aristóteles ó de otros filósofos,
—
dos la obra que nos ocupa está com- pero en cambio, las que Hernández
pletamente encadenada y sujeta, no pone en boca del viejo Vizcacha, de
solamente á los invariables principios Martin Fierro y del payador more-
de la est o también á los de no, son además de ser concisas y cla-
la mas sana filosofía, si bien puestos ras, tan originales como los refranes
al alcance de los críticos mas obtusos, que Cervantes pone en la de Sancho,
á encadenada á los principios de ó las máximas que oportunamente co-
la estética, porque no habiendo pale- loca el mismo autor en la de Don Qui-
tas cuyos colores compitan con la pa jote.
labra humana, ésta se amolda admi- Los dichos, pues, refranes, ó máxi-
mente al lenguaje del gaucho, á mas de que está sembrada, tanto la
fin de que no palidezcan en nuestra ida como la vuelta de. Martin Fierro,
nación las imágenes de Martin
; i constituyen la filosofia popular, ex-
ie Cruz y del viejo Vizcacha; presada en lenguaje, gauchesco, con
ras todas que pueden competir, á
; expresiones y modismo puramente io-
r de la diferencia de género, con cales,pero cuyo fondo de verdad no
las de algunos clásicos europeos. L» puede negar ninguna persona instruida.
verdad y el colorido de ellas, nos ha- Voy á terminar; Martin Fierro, ea
cen sentir y pensar, obligándonos á una obra que descansa en sólidas ba-
termina/ la lectura del libro una vez ses: es el producto de la observación
abierto, y hasta, si se nos permitiese y de experimentación, por cuanto
la
la frase, llorar cuando ellos lloran y refleja en unas cuantas individualida-
reir cuando ellos ríen. Si la estética des, identificándose con ellas, toda
es la ciencia de la sensibilidad, debo una raza entera, que el progreso mo-
confesar que Martín Fierro está su- derno, en sus múltiples manifestacio-
jeta á los principios que ella establece nes, se ha encargado de hacer que
por cuanto su lectura me ha causado desaparezca.
diversa* emociones é impresiones. Dr. Moornk,
.*«•*
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MAF¡TIN[ FIERRO
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Con en la mano
la guitarra Y sepan cuantos escuchan
Ni moscas se me arriman,
las De mis penas el relato
Naides me pone el pie encima. Que nunca peleo ni mato
Y cuando el pecho se entona, Sino no por necesidá;
Hago gemir á la prima Y que á tanta alversidá
Y llorar a la bordona. Solo me arrojó el mal trato.
Y horizonte
aperiít* «2 Y con el buche bien lleno
Empezaba á coloriar Era cosa superior
Los pájaros á cantar, Irse en brazos del amor
Y las gallina a apiane, A. dormir como la gente.
OOM áe largarse Pa empezar al día siguiente
Cada cual a trabajar. Las fainas del día anterior
Y en playas corcobiando
las Aquello no era trabajo,
hacía el sotivta Ma ra una junción,
Mientras él por las paletas Y de le un güen tirón
Le jugaba las lloronas, Eu que uno se daba mana,
Y ruido de las caronas
al Pa darle un trago de ea
Salía haciéndose gambetas. Solia llamarlo el patrón.
Afigárese cualquiera
La suerte de este su amigo,
A pié y mostrando el umbligo,
Estropiao, pobre y desnudo,
IV Ni por castigo se pudo
Hacerse más mal conmigo.
Yo no sé porqué el Gobierno
Roe manda aquí á la frontera,
(Pringada que ni siquiera
Se sabe atracar á un pingo
VI
Si ereerá al mandar un gringo
Que nos manda alguna fiera!
A la llegada metió
Monté y me encomendé a Dios,
El pingo hasta la ramada
Y yo sin decirle nada Rumbiando para otro pago
Me quedé en el mostrador. Que el gaucho que llaman vago
No puede tener querencia,
Era un terne de aquel pago Y ansi de estrago en estrago
Vi^e llorando la ausencia.
Que naides le reprendía,
Que sus enriedos tenia
Con el señor Comendante: El anda siempre juyendo,
Siempre pobre y perseguido,
Y como era protegido, No tiene cueva ni nido
Andaba muy entonao, Como si juera maldito
Y á cualquiera desgracia» Porque ser gaucho .... barajo*
Lo llevaba por delante. El ser gauoho es un delito.
20 EL GAUCHO
.
".
Se lo quitó con el brazo
Y hice sentir el fierro.
le De nó, me mata los piojos;
Y ya salió como el perro Y antes de que diera un paso
Cuando le pisan la cola. Le eché tierra en los dos ojos.
MARTIN FIEEBO
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MARTIN FIERRO 33
Y yo empujao por
las mias Allá habrá seguridá
Quiero de este infierno:
salir Ya que aquí no la tenemos,
Ya no soy pichón muy tierno Menos males pasaremos
Y sé manejar la lanza Y ha de haber grande alepria,
Y ba-ta los Indios no alcanza El dia que nos descolguemos
La faculta del Gobierno. En alguna toldería.
Yo sé que
allá los caciques Fabricaremos un toldo
Amparan á los cristianos, Como lo hacen tantos otros,
Y que lo tratan de «Hermanos» Con unos cueros de potro
Cuando se van por su gusto Que sea sala y sea cocina,
A qué andar pasando sustos..., ¡Tal vez no falte una china
Alcemos el poncho y vamos. Que se apiade de nosotros!
-j apy»r h-
OTRAS COMPOSICIONES DEL Sr. HERNÁNDEZ
EL VIEJO Y LA NIÑA
EL CARPINTERO
Al compás de su herramienta «Y mi vida antes serena
Mientras trabaja afanoso Tornóse agitada y turbia
Así sus desdichas cuenta, Cambióse el placer en frena,
Asi canta y se lamenta De amor gimo en la cadena,
Un carpintero amoroso. Muchacho, traeme la gurbia.
CANTARES
Ubros A las unas les gustan
Crónicas viejas,
Y gustan a las niñas
Lindas novelas
Mas no me asusto
De que tengan entre ellas
Ce Distintos gustos.
MARTIN FIERRO
POR
JOSÉ HERNÁNDEZ
1894
Quatro palabras de conversación con los Lectores
trego á la benevolencia pública, ron el la naturaleza les impone para con sus hijos,
titulo: LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO, poniendo ante sus ojos los males que pro-
la segunda parte (ie una obra que ha tenido duce su olvido, induciéndolos por ese medio
ana acolgida tan generosa, que en seis años á que mediten y calculen por si mismo to-
se han repetido once ediciones con un total dos los beneficios de su cumplimiento
de cuarenta y ocho mil ejemplares. Enseñando á los hijos como deben respe-
El cuanto á su parte literaria, solo diré tar y honrar á los autores de sus dias—
que no se debe perder de vista al juzgar los Fomentando en el esposo el amor á su
defectos del libro, que es copia fiel de uu esposa, recordando á esta los santos debe-
original que los tiene, y repetiré, que muchos res de su estado; encareciendo la felicidad
tos están allí coa el objeto de hacer del hogar, enseñando á todos á tratarse con
mas evidente y clara la imitación de los que respeto reciproco, robusteciendo por todos
lo son en realidad. estos medios los vínculos de la familia v de
Un librp destinado a despertar la inteli- la sociabilidad-
gencia y el amor
á la lectura cu una pobla- Afirmando en los ciudadanos el amor á
casí primitiva, á servir de provechoso la libertad, sin apartarse del respeto que es
recreo, después de las fatigosas tareas, á debido á los superiores y magistrados
millares de personas que jamás han leído, Enseñando á los hombres con escasas no-
debe ajustarse estrictamente á los usos y ciones morales, que deben ser humanos y
costumbres de esos mismos lectores, rendó" clementes, caritativos con el huérfano y con
sus ioeas é interpretar sus sentimientos en el desvalido; fieles á la amistad; gratos á
su mismo lenguaje, en sus frases mas usua- los favores recibidos; enemigos de la holga-
les, en su forma mas general, aunque sea in- ría v del vicio; conforme con los cam-
correcta; con sus imágenes de mayor relie- bios de iortuna: amantes de la verdad, tole-
ve, y con sus giros mas característicos, á fin rantes, justos y prudentes siempre.
de que el libro se identifique con ellos de Un libro que todo esto, mas que esto, ó
una manera tan estrecha é íntima, que su parte de esto enseñara sin decirlo, sin reve-
lectura no sea sino una continuación natural lar su pretencion, sin dejarla conocer si-
i existencia. quiera, seria indudablemente un buen libro,
Solo así pasan sin violencia del hrabajo al y por cierto; que levantaría ti nivel moral é
libro; y solo así, esa lectura puede serles intelectual de sus lectores aunque dijera
amena, interesante y útil. naiáes por nadie, resertor por desertor, mes-
1 Ojalá hubiera un libro que gozara ilel di- mo por mismo, ó otros barbarismos seme-
choso privilegio de circular incesantemente jantes; cuya enmienda le está reservada á la
de mano en mano en esa inmensa población escuela, llamada á llenar un vacio que el
niñadas en nuestras vastas campañas, .espetar, y á corregir vicios y.
v que bajo una forma que lo hiciera agrada- (os (ie i- a, que son también ele-
ble, que asegurara su popularida 1, sirviera mentos de que se debe apoderar el arte para
d>' ameno pasatiempo á sus lectores, pero: — combatir y estirpar males morales mas fun-
Enseñando que el trabajo honrado es la damentales y trascendentes, examinándolo
fuente principal de toda mejora y bienestar bajo el punto de vista de una filosofía mas
Enalteciendo las virtudes morales que na- elevada y pura.
cen de la ley natural y que sirven de base El progreso de la locución no es la base
á todas las" virtudes sociales— progreso social, y un libro que se propu-
Inculcando en los hombres el sentimiento siera tan elevados fines, deberia prescinder
de veneración hacia su Creador, inclinándo- por completo de las delicadas formas de la
los á obrar bien cultura de Li frase, subordinándose á las
Aleando las superticiones ridiculas y ge- imperiosas exigencias de sus propósitos mo-
neralizadas que nacen de una deplorable i- ralizadores, que serian en tal caso el éxito
gnorancia buscado.
Tendiendo' á regularizar y dulcificar ¡as Los personajes colocados en escena de
costumbres, enseñando por" medios hábil berian hablar en su lenguaje peculiar y pro-
mente escondidos, la moderación y el apre- pío, con su originalidad, su gracia y sus de-
cio de sí mismo; el respecto á los demás, itcíos naturales, porque despojados de ese
estimulando la fortaleza por el espectáculo ropaje, lo serian igualmente de su carácter
del ¡nlortunio acerbo, aconsejando la perse- típico, que es lo único que los hace simpá-
verancia en el bien y la resignación en los tico, conservando la imitación y la verosimi-
trabajos litud en el fondo y en la forma.
Recordando á los Padres los deberes que Entra también en esta parte la elección
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO
chaban con veneración de boca de sus sa- histórico y social del gaucho.— El Dr. D.
bios mas profundos, de Sócrates, fundador Miguel Navarro Viola, en la última entrega
de la moral, de Platón y de Aristóteles; que de la Biblioteca Popular, estimulándonos,
entre los latinos difundió gloriosamente el con honrosos términos, á continuar en la
afamado Séneca; que los hombres del Norte tarea empezada.
les dieron lugar preferente en su robusta Diversos periódicos de la ciudad y cam-
y paña, como El Heraldo, del Azul, La' Patria,
enérgica literatura; que la civilización mo-
derna repite por medio de sus moralistas mas de DoloreSg El Oeste, de Mercedes, y otros,
esclarecidos, y que se hallan consagrados han adquirido también justos títulos *á nues-
fundamentalmente en los códigos religiosos tra gratitud, que conservamos como una
de todos los grandes reformadores de la hu- deuda sagrada.
manidad. Terminamos esta breve reseña con La
Indudablemente, que hay cierta semejanza Capital, del Bosario, que ha anunciado La.
intima, cierta indentidad misteriosa entre to- Vuelta de Martin Fierro, haciendo con-
das las razas del globo que solo estudian en cebir esperanzas que Dios sabe si van á ser
el gran libro de la naturaleza; pues que de satisfechas.
él deducen, y vienen deduciendo desde hacen Ciérrase este prologo, diciendo que se
mas de tres mil años, la misma enseñanza, llama este libro La Vuelta de Martin
las mismas virtudes naturales, espresadas Fierro, porque este titulo le dio el público,
en prosa por todos los hombres del globo, y antes, mucho antes de haber yo pensando en
en versos por los gauchos que habitan las escribirlo; y allá va á correr tierras con mi
vastas y fértiles comarcas que se estienden bendición paternal.
á las dos márgenes del Plata. JOSÉ HERNÁNDEZ.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO
Triste suena mi
guitarra Y las aguas selenitas
T el requiere
asunto lo Bebe el pingo trago á trago
Ninguno alegrías espere Mientras sin ningún halago
Sino sentidos lamentos, Pasa uno hasta sin comer.
De aquel que en duros tormentos Por pensar en su mujer.
Nace, crece, vive y muere. En sus hijos y en su pago.
Va á parar al asador
.
No mancarrón;
fatiga el
Es su espuela en el malón,
Pues allí á los cuatro vientos Después de bien afilao
La persecución se lleva, Un cuernito de venao
Naide escapa de la leva Que se amarra en el garrón.
Y dende que el alba se asoma
El indio que tiene un pingo
Ya recorre uno la loma,
El bajo, el nido y la cueva.
Que se llega á distinguir,
Lo cuida hasta pa dormir;
El que vive dela caza Da ese cuidado es eclavo
A cualquier vicho se atreve Se lo alquila á otro indio bravo
Que pluma ó cascara lleve, Cuando vienen á invadir.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 11
A engrosar la comitiva.
Lo dejan á las mujeres
El indio es indio y no quiere
A usinase van juntando, Apiar de su condición.
Hasta hacer esas riuniones Ha nacido indio ladrón
Que cain en las invasiones Y como indio ladrón muere.
En número tan crecido
El que envenenen sus armas
Para formarla* han salido
De los últimos rincones.
Les mandan sus hechiceras
Y como ni á Dios veneran
Es guerra crudel la del indio Nada á los pampas contiene
Porque viene como fiera Hasta los nombres que tienen
Atropella donde quiera Son de animales y fieras.
Y de asolar no se cansa
De su pingo y de su lanza Y son, por ; Cristo bendito!
Los mas desaciaos del mundo
Toda salvación espera.
Esos indios vagabundos
Debe atarse bien la faja Con repunancia me acuerdo,
Quien aguardarlo se atreva; Viven lo mesmo que el cerdo
Siempre mala intención lleva. En esos toldos inmundos.
Y como tiene alma grande
No hay plegaria que lo ablande Naides puede imaginar
Ni dolor (fue lo conmueva.
Una miseria mayor
Su probeza causa horror
Odia de muerte al cristiano . No sabe aquel indio bruto
Hace guerra sin cuartel Que la tierra no dá fruto
Para matar es sin yel, Sino la riega c! sudor.
12 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO
Volviendo á su haraganiar
Y entra la china á cueriar
Con un afán desmedido.
5
A veces á tierra adentro
Algunas puntas se llevan.
Pero hay pocos que se atrevan
Aquel desierto se agita A hacer esas incursiones,
Cuando la invasión regresa Porque otros indios ladrones
Llevan miles de cabezas Les suelen pelar la breva.
De vacuno y yeguarizo,
Pa no afligirse es preciso Pero pienso que los pampas
Tener bastante firmeza. Deben ser de los mas rudos
Aunque andan medio desnudos
Aquello es un hervidero Ni su convenencia entienden,
De pampas— un celemin— Por una vaca que venden
Cuando riunen el botin Quinientas matan al ñudo.
Juntando toda la hacienda.
Estas cosas y otras piores
Es cantidá tan tremenda
Que no alcanza á verse el Las he visto muchos años;
fin.
Pero si yo no me engaño
Vuelven las chinas cargadas Concluyo ese bandalaje.
Con las prendas en montón; Y esos bárbaros salvajes
Aflije esa destrucción Non podrán hacer mas daño.
Acomodaos en cargueros
Llevan negocios enteros Las tribus están desechas;
Que han saquiado en la
Los caciques mas altivos
invasión.
Están muertos ó cautivos
Su pretensión es robar, Privaos de toda esperanza
No quedar en el pantano Y de la chusma y de lanza,
Viene á tierra de cristianos Ya muy pocos quedan vivos.
Como furia del infierno;
No se llevan al gobierno
Son salvajes por completo
Porque no lo hallan á mano. Hasta pa su diversión
Pues hacen una junción
Vuelven locos de contentos Que naides se la imagina;
Cuando han venido á la fija Recien le toca á la china
Antes que ninguno elija El hacer su papelón.
Empiezan con todo empeño,
Cuanto el hombre es .mas salvaje
Como dijo un santiagueño,
A hacerse la repartija. Trata pior á la mujer
Yo no sé, que pueda haber
Se reparten el botin Sin ella dicha ni goce
Con igualdá. sin malicia; ¡Feliz el que la conoce
No muestra el indio codicia, Y logra hacerse querer!
Ninguna falta comete
Solo en esto se somete
Todo el que entiende la vida
Rusca á su lao los placeres—
A una regla de justicia.
.Justo es que las considere
Y cada cual con lo suyo El hombre de corazón;
A sus toldos enderiesa Solo los cobardes son
Luego 3a matanza empieza Valientes con sus mujeres.
Tan sin razón ni motivo,
Pa servil
-
á un desgraciao
Que ne queda animal vivo
Pronta la mujer está
De esos miles de cabezas.
Cuando en su camino vá
Y satifecho el salvaje No hay peligro que la astille;
De que su oficio, ha cumplido Ni hay una á quien no le guste
Lo pasa por ay tendido Una obra de caridá.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 13
La tratan al estropajo.
A las pobres los quejidos;
Mas son lamentos perdidos-
Echan alma trabajando
la Al rededor del cen
Bajo el mas duro rigor En el suelo están mamaos
El marido es su señor. Los indios dando alaridos.
Como tirano la manda
Porque el indio no se ablanda Su canto es una palabra
Ni siquiera en el amor. Y de ay no salen jamas
Llevan todos el compás
No tiene cariño á naides lokú-Iokú repitiendo.
Ni sabe lo que es amar Me parece estarlas viendo
;Ni que se puede esperar Ma¿ fieras que satanás.
Ue aquellos pechos de bronce!
Yo los conocí al llegar
Al trote dentro del cerco,
Y los calé dente entonces — Sudando, hambrientas, juriosas
Desgreñadas y rotosas
Mientras tiene que comer De sol á sol se lo llevan
Permanece sosegao Bailan, aunque truene ó llueva,
Yo que en sus toldos he estao Cantando la mesma cosa.
Y sus costumbres oservo
Digo que es como aquel cuervo
Que no volvió del mandao.
Es para él como juguete 6
Escupir un crucifijo
Pienso que Dios los maldijo
Y ansina el ñudo desato;
El indio, el cerdo y el gato, El tiempo sigue en su giro
Redaman sangre del hijo. Y nosotros solitarios,
De los indios sanguinarios
tías ya ron cuentos de pampas No teníamos que esperar
No ocuparé su atención El que nos salvó al llegar
Debo pedirles perdón Era el mas hospitalario.
Pues sin querer me distraje,
Por hablar de los salvajes Mostró noble corazón,
Cristiano anhelaba ser
Ife olvidé de la junción.
La justicia es un deber,
Y sus mérilos nó cali
Nos regaló unos caballos
Y á veces nos vino á ver.
A la volunta de Dios
Ni con la intención resisto
El nos salvó.... pero, ah Cristo ; i
Se le pasmó la virgüela.
Y pobre estaba en un grito
el
Me recomendó un hijito
Que en su pago había dejado. 7
«Ha quedado abandonado
«Me dijo, aquel pobrecito.
fortuna
A juerza de precaución De que peliando se apotra
Muchas veces he salvado, Me amenazaba con una,
Pues en un trance apurado Y me largaba con otra.
Es mortal cualquier descuido
Si Cruz hubiera vivido
Me sucedió una desgracia
No habría tenido cuidado. En aquel percance amargo,
En momentos que lo cargo
Un hombre junto con otro Y que él reculando vá
En valor y en juerza crece Me enredé en el chiripá
El temor desaparece, Y cai tirao largo á largo.
Escapa de cualquier trampa
Ni pa encomendarme á Dios
Entre dos, no digo un pampa,
Tiempo el salvaje me dio;
A la tribu si se ofrece
Cuanto en el suelo me víó
En tamaña incertidumbre Me saltó con ligereza—
En trance tan apurado, Juntito de la cabeza
No podía por decentado El bolazo retumbó.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 19
Mi
Se inclinará balanza la
encontraba en una estancia.
es tanta la tardanza
El que manda siempre puede Que yo les iig per mi >
En la Penitenciaria
No en grillos ni en cadenas
es Hijas, esposas, hermanas.
En que usté penará.
lo (Inanias quieren á un varon-
Sino en una soledad Diganles que esa prisión
Y un silencio tan projundo. Es un infierno temido
Que parece que en el mundo Donde no se oye mas ruido
Es el único que está. Que el latir del corazón.
El mas altivo varón Allá el día no tiene sol,
Y de cormillo gaslao, La noche no tiene estrellas
Alli se veri a agobia o Si que le valgan querellas
Y su corazón marchito, Encerrao lo purifican;
Al encontrarse encerrao Y sus lágrimas salpican
A solas con su delito. En las paredes aquellas.
Primero lo maldecía
Luego después lo escupía
Para que naides comiese .
De terneritos robaos».
«Con el cuchillo en la mano:
[La pucha el pardo liviano!
« Ansina es, dijo el Alcalde, En la mesma atropellada
Con eso empezó á poblar Le largó una puñalada
Yo nunca podré olvidar Que la quitó otro paisano».
Las traversuras que hizo;
Hasta que al fin fué preciso Y ya caliente Barullo,
Quiso seguir la chacota.
Que le privasen carniar».
Se la habia erizao la mota
« De mozo fué muy ginete Lo que empezó la reyerta:
No bajaba un bagual
lo El viejo ganó la puerta
Pa ensillar un animal Y apeló á las de gaviota » .
No se descubre el secreto.
Sollozando sin consuelo.
Había caído en el anzuelo
Si me llamaban al dao Tal vez porque era domingo,
Nunca me solia fallar Y esa calida de gringo
Un cafgddo que largar, No tiene santo en el ciclo.
Un cruzao para el mas vivo;
Pero poco aproveché
Y basta atracarles un chivo
Sin dejarlos maliciar. De fatura tan lucida:
El diablo no se descuida.
Cargaba bien una taba Y á mi me seguía la pista
Porque la sé manejar; Un flato muy enredista
No era manco en el billar. Que era Oficial de partida.
Y por fin de lo que esplico.
Digo que basta con pichicos. Se me presentí) á esigir
multa en que había incurrido,
i.a
Era capaz de jugar.
Que el juego estaba prohibido
Hs un vicio de mal fin, Que iba á llevarme al cuartel
Kl de jugar, no lo ni. Tuve que partir con él
Todo el que vive del juego Todo lo (pie había alquirído.
Anda á la pezca de un bol:
Y es sabido que es un robo Empecé á tomarlo entre ojos
Por esa albítraríedá;
Ponerse á jugarle á un c¡
#
Yo había ganao. es verdá.
Y esto di» claramente
i Con recursos, eso sí:
Porque he dejao de jugar; Pero él me ganaba á mi
Y les puedo asigurar Fundan en su autoridá.
(lomo que luí del oficio
Mas cuesta aprender un vicio
I leeian que por un delito
25 A I
Nada importa que una madre .Me dijo que yo era un vago
Se desespere ó se queje En un perdido
jugador,
Que un hombre á su mujer deje Que dende que tí al partido
En el mayor desamparo; Andaba de picaflor
Hay que callarse, ó es claro. Que habia de ser un bandido
Que lo quiebran por el eje. Como mi ante sucesor.
Dentran después á empinarse Puede que uno tenga un vicio,
Con este ó con aquel vecino; Y que de él no se reforme.
Y como en el masculino, Mas naides esta conforme
El que no corre, vuela Con recibir ese trato:
Deben andar con cautela Yo conoci que era el ñato
Las pobres me lo imagino. Quien le habia dao los informes.
LA VUELTA DE MARTIN FJI.KRO 45
El Contingente
MARTIN FIERRO
I.l. MORENO
EL MORENO
MARTIN FIERRO
No galope que hay augeros,
Le dijo á un guapo un prudente
Moreno alvierlo que trais Le contesto humildemente,
Bien dispuesta la garganta La noche por cantos tiene
Sos varón y me espanta Esos ruidos que uno siente
Verte hacer esos primores— Sin saber de donde vienen.
En los pájaros cantores
Solo el macho es el que canta. Son los secretos misterios
Que las tinieblas esconden
Y yá que al mundo vinistes Son que responden
los ecos
Con sino del cantar,
el A la voz dá un grito,
del que
No te vayas á turbar Como un lamento infinito
No te agrandes ni te achiques- Que viene no sé de donde.
preciso que me espliques
Cual es el canto del mar. A las sombras solo el Sol
Las penetra y las impone
En distintas direciones
Se oyen rumores inciertos
EE MORENO Son almas de los que han muerto
Que nos piden oraciones.
Y osle desengaño
triste
Me durará mientras viva
Aunque un consuelo reciba.
Jamas he de alzar el vuelo
Quien no nace paraa el cielo MARTI X FIERRO
De valde es que mire arriba.
Es elpobre en su horfandá
De lafortuna el desecho
Porque naides toma á pechos
El defender á su raza
33 Debe el gaucho tener casa,
Eseuela, Iglesia y derechos.—
N
CONTIENE ESTE LIBRO
Higs.
11. Martín Fierro hace la relación delmoao como encontró a dos de mis hijos 2:¡
1 El viejo Viscacha
I . . 29
15 Consejos del viejo Viscacha . 31
16 Muerte del viejo Viscacha
l" l-.l inventario de sus bi< 34
:¡">
El entierro
l!) Remedios para un amor desgraciado 36
20. Relación en que apárete un nuevo per 38
21 Picardía . .
22 ÉJ jugador MJ
23 I de Parti
I I; 11
21 Las elecciones 12
25 El contigente c>
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PQ Hernández, José
7797 El gaucho Martin Fierro
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