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EL GAUCHO

MARTIN FIERRO
POR

JOSÉ HERNÁNDEZ
DÉCIMA QUINTA EDICIÓN
CON UN TOTAL DE 64.000 EJEMPLARES EQUIVALENTES A 6« EDICIONES DE MIL NLMEROS CADA UNA

DESDE 1872 HASTA 1894

PRECEDIDA DE VAkIOS JUICIO:? CRÍTICOS

Y ADORNADA CON CINCO LAMINAS Y EL RETRATO DEL AUTOR

CASA EDITORA Y DEPOSITO GENERAL


LIBRERÍA «MARTIN FIERRO» -147, BOLÍVAR, 147
#
1894
1177

BUENOS AIRES— IMPRENTA DE MARTIN BIEDMá-, BOLÍVAR "535

V\BRA/t
OCT 161968

^ITVOFlfi^
JOSÉ H, NDEZ
ADVERTENCIA EDITORIAL

Al ofrecer al público, esta vez, la décima quinta edición de la «Ida


y
Vuelta de Martin Fierro», creemos de estricta justicia consagrar algunas pala-
bras, al más extraordinario triunfo de publicidad que registran nuestros
anales bibliográficos.
La presente edición de dos mil ejemplares, viene á integrar la asombrosa
oifra de SESENTA Y CUATRO MIL: hecho sin precedente en estos países
americanos, y muy raro también en los Estados Europeos de origen latino.
Aquí, en Buenos Aires, la ciudad de más movimiento intelectual del Nuevo
Mundo, no conocemos resultado semejante, ni aun tratándose dn aquellas obras
políticas, literarias ó económicas, que lograron alcanzar gran boga.
La vasta circulación de Martin Fierro, ha sido un verdadero acontecimiento
pare el comerciante de libros, para el crítico moralista y sobre todo para esa
clase -ocial más directamente interesada en la obra de nuestro popular poeta.
Millares tras millares ha colocado sin dificultad el Editor de cada Edición,
en medio de la sorpresa que experimentaba, al recibir. 1

telégrafo, pe-
didos -pie le hacían de diversos puntos de la campí:
La crítica nacional y extranjera, se ha ocupado extensamente del análisis
de esta produción rigurosamente americana, aprecié u altos conceptos,
ooru" uno de los trabajos que más honor hacen a la literatura de este Continente.
POj en la campaña del Rio de la Plata, es donde ha hallado Martin
Fierro su mas entusiasta acogida.
Desde el mas humilde hasta el mas encum¡ e sus habitantes, lo salu-
daton y recibieron como al redentor que asoma después de largo tiempo de
sufrimieu
En efecto, cualquier observador dotado siquiera de sentido común, advierto
qne el Sr. Hernández, sirviéndose de una forma literaria, al parecer trivial, hace
en Martin Fierro, la historia de los infortunios de nuestro gaucho, penetrando
oon pensamiento de filósofo, hasta en lo mas íntimo de la azarosa vida de una
oíase, que, bajo la dominación colonial, como bato la dominación republicana,
solo ha vivido víctima obligada de todo género de abominaciones.
De ahí la inmensa popularidad de que goza en las comarcas rurales el
libro del señor Hernández, porque no es como las obras de Asearabi ó de Del
Campo, simples obras de entretenimiento, sino el estudio social mas completo,
mas exacto y mas bien intencionado que 80 ha llevado á cabo entre nosotros.
Hasta que punto habrá influido la aparición de Martin Fierro en el me-
joramiento de aquella clase, sería interesante saberlo.
Desde p] centro semi- civilizado de la población rural, pasando por el ran-
oho, ha '•nfines pampeanos donde se encuentra el fortín, en todos los

medios en <pie *a <-uc\ientra nuestro asendereado gaucho, se ha de sentir, esta-


mos seguro*. Ir mas ó menos influencia de esa aplaudida producción.
Y •
omprpnd reo.
Sesenta y cuatro mil ejemplares desparramados por todos los ámbitos de la
TT ADVERTENCIA EDITORIAL

campaña, han constituido la lectura favorita del hogar, de la pulpería, del sol-
dado y de todos los que tenían á la mano un ejemplar de Martin Fierro.
Más aún: en algunos lugares de reunión, se creó el tipo del lector, en torno
del cual se congregaban gentes de ambos sexos, para escuchar con oido ate uto,
esa genuina relación de la vida gauchesca.
Por todo esto, creemos, pues, en el éxito constante y feoundo de las soc«-
sivas ediciones de Martin Fierro, porque apartándose completamente de la tra-
dición literaria que dejaron Ascasubi y Del Campo, siguió solo nociones propias
vías mas rectas é inspiraciones que tenían su base en el sentimiento popular.
La musa de Martin Fierro no ha sido vengadora, ni se ha preocupado solamente
del prestigio urbano, á costa de la simplicidad de nuestros compatriotas de chi-
ripá y bota de potro.

Careciendo de espacio suficiente para recapitular hoy cuanto se ha dicho


acerca de la presente obra y del autor, debemos limitarnos á hacer una breve
mención de los juicios emitidos últimamente, felicitándonos, r.u nuestra condición
de Editores, de poder inscribir en estas páginas preliminares, nombres que son
un timbre de la inteligencia argentina.
El señor don José Manuel Estrada, en un brillante estudio que hace del
Sueblo argentino, bajo el título de «Defectos de la vida social» en las págin»*
e la Revista Argentina, dedica al Sr. Hernández las líneas que vamos á copiar:
sin embargo de que diferimos respecto al cargo, comparativamente de incorecto,
que formula contra nuestro poeta.
Dice asi, aquel distinguido escritor:
«No es de maravillarse. Ni Hidalgo, ni Ascasubi, ni mucho menos Del
Campo, han llegado, entre nuestros poetas populares y gauchescos, á !a altura
filosófica en que toc;i el versificador mas incorrecto de todos, D. José Hernan-
dos.— Martin Fierro es el tipo culminante del gaucho, es decir, el producto
mas completo de una sociabilidad injusta, operando sobre una naturaleza ingé-
nitamente poderosa y activa. Pero precisamente por ser extraordinario como la
poesía lo requiere, no puede guiarnos en los estudios sociales sino subjetiva y
elementalmente.
Sin pretender iniciar disputa alguna, sobre la razones que tenga el Sr. Es-
trada, para encontrar solo gran altura filosófica y poca corrección (literariamente
hablando) en la obra de que nos venimos ocupando, seáuos permitido recor-
darle que la obra del Sr. Hernández, es la pintura al natural de cierta comu-
nión social, no bien estudiada todavía, que vive, siente y se expresa en un len-
guaje peculiar, en el cual no deben prevalecer ciertamente las reglas gramati-
cales, sino el pensamiento que la anima. En nuestra humilde opinión, mucho
perdería en este caso la personalidad del gaucho, si las filosóficas inspiraciones
del autor de Martin Fierro, hubieran tenido que ajustarse á los preceptos de
Bello, de Salva y de la Academia. No; el estilo original que campea en esa
obra, es el que se ha debido emplear, para que así pueda revelarse toda entera,
intus et in ente, la gráfica figura del gaucho cisplatino.
El Dr. D. Nicolás Avellaneda, acreditando siempre sus inclinaciones y sus
altas dotes literarias, encontró también oportunidad de manifestar las impresio-
nes que dejara en su espíritu Martin Fierro, y en una caita literaria que rü
la luz pública, dice así a su interlocutor.
«Siga escribiendo, soltando con espontaneidad su vena, matizando la obser-
vación propia ingenuamente reproducida, con recuerdos comunes á todos, y M
tendrá pronto en cuanto á la difusión de su palabra escrita, sino un rival, tal
vez invencible: Martin Fiero. ¡g
En lo oue toca á este, es casi inmosible alcanzarle. Uno de mis cHeataa,
ADVERTENCIA EDITORIAL TU
almacenero por mayor, me mostraba ayer en sns libros los encargos de los pul-
Íeros de la campaña: — «12 gruesas de fósforos— Una barrica de cerveza 12 —
r
ueltas de Martin Fierro — 100 cajas de sardinas.»
Pero nada se hace sin trabajo, y se lo digo por vía de ejemplo, aunque se
trate de los escritos más espontáneos y populares.
La difícil facilidad de que todos hablan, debe encerrar una verdad cons-
tante y general, cuando tanto se ha vulgarizado, á pesar de ser esta frase ex-
traída de un arte poético y de pertenecer á Boileau. Más de un renombre de
cab'ldo quedaría sorprendido si se dijera que hay á veces mayor estudio en una
página de Martin Fierro, que en uno de sus alegatos forenses.
¿Qué ha estudiado Martin Fierro? Antes de conocer sus habitudes literarias y
de revisar su biblioteca, ya lo sospechaba, y lo he confirmado después por su
propia confesión y por la inspección de sus libros. Ha estudiado como Cervan-
tes, los proverbios de todos los pueblos y de todos los idiomas, de todas las
civilizaciones, es decir, la voz misma de la sabiduría como los llamaba Salomón.
Ha recojido la médula del cerebro humano.
¿Cómo dejarían de ser populares, cómo dejarían de circular como la luz y
el aire, las sentencias ó los dichos que no son sino gauchescos en sus formas, pero
que pertenecen al habla de todos los hombres, después de miles de años?
Hé ahí explicado el secreto de la popularidad de Martin Fierro; hé ahí por
qué hoy sus dos libros han recorrido por la América que habla nuestro idioma,
de tal manera, que lo habrían enriquecido si hubiera podido preverse este caso
único, estipulando la reciprocidad de la propiedad literaria que hoy no existe.
No puedo ponerme al habla con mi amigo el doctor Larsen, que se ha
ausentado á otras regiones, estudiando el árabe; pero apenas sea posible comu-
nicar con él, he de pedirle que estudie los diálogos de Martin Fierro y que
despojando los dicho* de sus expresiones locales, los restituya á sus verdaderos
autores, es decir, al Coran, al antiguo Testamento, al Evangelio, á Confusius é
á Ef.ieteto.. Estos dos últimos son, sobre todo, los autores predilectos de Martin
Fierro, y sus dicharachos gauchos, no vienen á ser en el fondo, sino proverbio»
chinos ó griegos.
Así, se ha descubierto últimamente, por la comprobación de los estudios
filológicos, que la fábula de La Fointaine no es de Fedro o de Esopo, es decir,
ni latina ó griega, sino que fué .contada ahora miles y miles de años, á las
primeras generaciones índicas que crecían al pió del HimaJaya.
•>e Vd. como nuestro amigo Hernández, este don supremo de recojer lo

que es popular, depurándolo y trasmitiéndolo bajo nuevas formas, para que lo


sea aún más. Sabe Vd. como él, sermones, cuentos, máximas, proverbios y solo
le falta entregarse naturalmente á la corriente, para sobrenadar sobre la onda»...
Muchas y muchas otras transcripciones, altamente favorables, podríamos
seguir haciendo; pero basta á nuestro propósito las anteriores, agradeciendo en
la parte que nos corresponde, el aliento que nos comunican los que juzgan digna
de todos los afanes, esta obra que entregamos hoy al público, y que esperamos
ha de continuar recorriendo el itinerario que comienza en nuestra bulliciosa
rópoli y termina allá en el espacio de las gramíneas, de los arroyos, del
caballo y del guucJw, señor de la región.

Los Editores.
Señor D. José Zoilo Migueas.
Querido amigo:

Al fin me he decidido a que mi pobre Martín Fierro, que me ha ayudado algunos mo-
mentos a alejar el fastidio de la vida del Hotel, salga a conocer el mundo, y allá va acogid»
al amparo de su nombre.
No le niegue su protección, Vd. que conoce bien todos los abusos y todas las desgracias de
que es victima esa clase desheredada de nuestro país.
Es un pobre gaucho, con todas las imperfecciones de forma que el arte tiene todavía entre
ellos, y con toda la falta de enlace en sus ideas, en las que no existe siempre una sucesión ló-
gica, descubriéndose frecuentemente entre ellas, apenas una relación oculta y remota.
Me he esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en presentar un tipo que personificara
el carácter de nuestros gauchos, concentrando si modo de ser, de sentir, de pensar y de expre-
sarse que les es peculiar; dotándolo con todos los juegos de su imaginación llena de imáfcr.es y
de colorido, con todos los arranques de su altivez, inmoderados hasta el crimen, y con todos ¡os im-
pulsos y arrebatos, hijos de una naturaleza que la educación no ha pulido y suavizado.
Cuantos conozcan con propiedad el original, podrán juzgar si hay o no semejanza en la copia.
Quizá la empresa habría sido para mi más fácil, y de mejor éxito, si sólo me huí ntesto
hacer reir a costa de su ignorancia, como se halla autorizado por el uso, en este genere de com-
posiciones; pero mi objeto ha sido dibujar a grandis rasgos, aunque fielmente, sus costumbres,
sus trabajos, sus hábitos de vida, su índole, sus vicios y sus virtudes; ese conjunto que constituye
el cuadro de su fisonomía moral, y los accidentes de su existencia llena de peligros, de ir
de inseguridad, de aventuras y de agitaciones constaiiies.
Y he deseado todo esto, empeñánd.ome en imitar ese estilo abundante en metáforas, que el
gaucho usa sin conocer y sin valorar, y su empleo constante de comparaciones tan i orne
frecuentes; en copiar sus reflexiones con el sello de-la originalidad que las distingue y el ti ate sombrío
de que jamás carecen, revelándose en ellas esa especie de filosofía propia, que sin tsh nde
en la misma naturaleza; en respetar la superstición y sus preocupaciones, nacidas y fomentadas
por su misma ignorancia; en dibujar el orden de sus impresiones y de sus afectos, que él encubre
y disimula estudiosamente; sus desencantos producidos por su misma condición social, y esa in-
,

dolencia que le es habitual, hasta llegar a constituir una de las condiciones de su espíritu; en re-
tratar en fin, lo más fielmente que me fuera posible, con todas sus especialidades propias, ese tipo
original de nuestras Pampas, tan poco conocido por lo mismo que es difícil estudiarlo, tan erró-
neamente juzgado muchas veces, y que al paso que avanzan las conquistas de la civilización, va
perdiéndose casi por completo.
Sin duda que todo esto ha sido demasiado desear para tan pocas páginas, pero no se me puede
hacer un cargo por el deseo, sino por no haberlo conseguido.
Una palabra más, destinada a disculpar sus defectos. Páselos Vd. por alto, porque quizá
no lo sean todos los que, a primera vista puedan parecerle, pues no pocos se encuentran allí como
copia o imitación de los que lo son realmente.
Por lo demás, espero, mi amigo, que Vd. lo juzgará con benignidad, siquiera sea porque
Martín Fierro no va de la ciudad a referir a sus compañeros lo que ha visto y admirado en un
25 de Mayo u otra función semejante, referencias algunas de las cuales, como el Fausto y varias
otras, son de mucho mérito ciertamente, sino que cuenta sus trabajos, sus desgracias, los azares
de su vida de gaucho, y Vd. no desconoce que el asunto es más difícil de lo que muchos se lo ima-
ginarán.
Y con lo dicho basta para preámbulo, pues ni Martín Fierro exige más, ni Vd. gusta mucho
ie ellos, ni son de la predilección del público, ni se avienen con el carácter de
Su verdadero amigo —
José Hernández.

Buenos Airas, Diciembre de 1872


JUICIOS CRÍTICOS
SOBRE

MARTIN FIERRO
^-•••-^

Sr. D. Jo*/ 1
llcr^nvrfpz. gauchezcos, no como Ascasnbi. para
hacer reir al hombre cult< i ^.uaje
Estimado Señor: del gaucho, sino para reflejar en si
idioma de éste, su índole, sus pasiones,
Hace algún tiempo, bajo el peso de sus sufrimientos y sus esperanzas.
mi rudo golpe para mi corazón, recibí to mas intensas y sagradas, cuanto mas
un liUro suyo. Me fué imposible enton- cerca están de la naturaleza.
óos agradecerle su atenci raba ¡Que se han vendido m mil I

con el pesar de esa deuda, cuando me ejemplares de su libro, me dice alguien


he encontrado con «La Vuelta de asombrado! — Es que los versos de
Martin Fierro». «Martin Fierro» tienen un objeto, un
Si tuviera el ánimo predispuesto á fin, casi he dicho una misión.
escribir esas cosas que solo nacen es- No hay allí la eterna personal!
pontáneamente, sir que la voluntad del poeta, sobreponiéndose en
mas decidida pueda engendrarlas, ha- mo !'. itación de ese corazón co-
bría arrojarlo sobre el papel mas de un lectivo que se llama humanidad.
reflejo de las impresiones que su Donde hay una ni hombres,
trofas han despertado en mi alma. el drama humano es idéntico. —
He ensayado y no puedo; quiero por «Martin Fierro» se <•
t la mis-
lo menos esta desaliñada carta, de-
er. ma tristísima poesía, la misma filoso-
cirle que he leido su lib^o, de un fía desolada que en los versos do Caikn
aliento, sin un momento de cansancio, Aljuni, cantados en los albores de la
deteniéndome solo en algunas coplas. Listona humana* ó en las estrofas
iluminadas por un bello pensamiento, Leopardi, elevándose en el dintel de
casi siempre uegligentement<a envuelto nuestro siglo como un presagio funesto
en incorrecta forma. para los hombres del porvenir.
Algo que me ha encantado 3n su es- Reúnase en una noche tranquila un
tilo, Hernández, es 1? ausencia absolu- grupo d° gauchos alrededor de un fo-
ta de pretensión por su parte. Hay gón y léaseles, traducido por Vd. y en
cieña lealtad delicada en el espíritu de! fersos propios del alcance intelectual
poeta que se impone una forma hu de esos hombres, el Ótelo de Shakes-
milde y que no sale de ella jamás, por peare. Tengo la profunda convicción
mas que lo aguijoneen las galanura* -
que el espantoso estrago que los celos
del estilo. —
Usted ba hectio versos causan en el alma del Moro, desoer-
JUICIOS CEITICOS

tara una emoción mas grave en el co- La gente escuche tranquila


razón d«l gaucho, que en el del inglés No me hagan ningún reproche
También es negra la noche
que oye silencioso la soberbia trajedia; Y tiene estrellas que brillan.
cómodamente arrellenado en su buta-
ta de Queen's-Theátre.
Hace bien en cantar para esos —¿Cuál es el canto de la noche?
desheredados; el goce intelectual no La noche por cantos tiene
solo es una necesidad positiva de la Esos ruidos que uno siente
Sin saber de donde vienen.
vida, para los espíritus cultivados, sino
también para los hombres que están Y esta estrofa que califico de ad-
cerca del estado de naturaleza. Un gau- mirable, que bastaría para reconocer
cho debe gozar, al oir recitar las tristes un poeta en aquel que la ha escrito, y
aventuras de «Martin Fierro», con igual que al mismo tiempo esuna completa
intensidad que Vd. ó yo con el último sinfonía,, imitativo de los vagos rumo-
canto del Giaour ó con las < Noches» res de la noche en nuestros campos
de Musset. Y esta secreta adoración que desiertos.
sentimqs por esos altísimos poetas, el
Son los secretos misterios
gaucho la sentirá por Vd., que lo ha Que las tinieblas esconden
comprendido, que lo ha amado, que Son ecos que responden
los
lo ha hecho llorar ante los nobles arran- A la voz del que dá un írito,—
ques de su propia naturaleza, tan des- Como un lamento infinito
conocida para él. No "se puede aspirar
Que viene no sé de donde!
é una recompensa mas dulce. .
Y aquí, ante esa belleza, raí acuer-
Lo he dicho al principio y se lo do de Estanislao del Campo, que tiene
repito: su forma es incorrecta. Pero en su Fausto mas de una nota arran-
Vd. me contestará y con razón, á mi cada á la misma fibra.
juicio, que esa incorrección está en la No acabaría de citar mi amigo: pero
naturaleza del estilo adoptado. La cor- basta para manifestarle mi impresión.
rección no es la belleza, aunque gene- Tengo curiosidad de saber qué vida
ralmente lo bello es correcto. habrá llevado Vd. para escribir esas
En esta estrofa por ejemplo. Habla cosas tan lindas y tan verdaderas, que
Vd. de la mujer, de su alma siempre no se trazan al resplandor de la pura
abierta á la caridad y agrega: y abstracta especulación, pero que se
aprenden dejando en el camino de la
vida algo de si mismo: los débiles, la
Yo alabo al Eterno Padre,
No porque las hizo bellas. la lana, como el carnero; los fuertes,
Sino porque á todas ellas sus entrañas, como
Pelícano el, . . .

Les dio corazón de madrel No le digo ni la mitad de lo que


de estirpe real, mi ami- quisiera; pero no he de concluir sin
Ese verso es
go. — Aunque laestrofa que lo precede apretarle fuerte la mano y pedirle crea
en la verdadera estimación que siente
y los dos primeros versos de aquella á
la que esa cuarteta pertenece, harían
por talento
la desesperación de un retórico, la
Su affmo. S. y amigo
idea salva aquí todo. Miguel Cañé.
Por ahí, al final, en el precioso Marzo 12 de 1879.
canto de contrapunto entre Martin Fie- «El Nacional» Buenos Aires Marzo 22 de 1879
rro y un negro, encuentro otra perla,
que se la trascribo de memoria. Es
uno de esos versos, que una vez leí-
dos se instalan en el recuerdo, al lado Señor José Hernandcx.
de los huéspedes mas queridos.
«Martin Fierro» es una obra y un
Habla el negro: tipo que ha conquistado su título de
ciudadanía en la literatura y en la
Bajo la frente mas negra
Hav Densamiento V hav vid*. sociabilidad argentina.
SOrJKE MARTIN FIERRO XI

Ese iibro faltaba á mi biblioteca mos por el amor y por la necesidad


americaua, y el autógrafo de su autor de vivir juntos y unidos, que hacer fer-
de qu- viene acompañado, le dá do- mentar los odios, que tienen su causa,
ble mérito. mas que en las intenciones de los hom-
Agradezco las palabras benévolas de bres, en las imperfecciones de nuestro
que viene acompañado, prescindiendo modo de ser social y político. Sin em-
de otras que no tienen certificado en bargo, tai como es, creo «que no se ha da
la república platónica de las letras. llover el rancho» en que su libro se
libro es un verdadero poema es-
Su Felicitando á Vd. por el singular
pontáneo, cortado en ia masa de la éxito que ha alcanzado su libro, \ <|tie
vida real. atestiguan sus numerosas y oop ^as
Hay en él, intención, filosofía, vue- ediciones, me es grato suscribirme de
los poéticos y bellezas vas, usted
qne señalan la tercera ó cuarta forma Su compatriota
que este género de literatura ha re-
vestido entre nosotros Bariolomé Mitre.

Hidalgo será siempre su Homero, Buenos Aires, Abril 14 do 1

porque fué el primero, y como V«.


D su poética que ha con
eado Vcl. en esto rsos:
Sefior D. José Hernández.
cPorque yo canto opinando
cQue es mi modo de cantar*. Estimado Señor:
Ascasubi marchando tras sus hue- Después de haber recibido su libro,
llas, poniendo al gancho en | he aguardado un ú\f
de la civilizado:), '-saltando su r
m el que pudu-ra di>¡
patri' impo ha<
s horas par» escribirle con deter-
dolo juzgar las ol irte y la so-
sión. Veo que ese dia no llega, y no
ciedad con su en; 'pío, marcan ro quedar á descubierto por mas
rmediarii
tiempo con Vd.
de mi modo de juzgar y d*
•o
L'' pido así que acepte la expresión
interpretar este género de poesía. do mi agradecimiento por el envió de
itrará el ejemplo y la teoria en
su libro, que ha recorrido ya toda la
las composiciones y en la nota comple- América Española, y que ha sobrepa-
mentaria que Vd. encontrará en el a cualquier otro li-
.

que le remito en retribución del bro pnblieado en' iros.


suyo. inútil agregar otro comentario A
h que Vd. lpa mi nota err
omentario esplendido de un éxito
no extrañará qne le manifieste con fran- sin rival.
queza, que creo que Vd. ha abusado Soy su affmo. servidor y compatriota.
un poco del naturalismo, y que ha
exajerado el colorido local, en los ver- N. Avellaneda.
sos sin medida de c ne ha sembrado Mayo 9 de 1879.
intencionalmeute sus paginas, así como
»on ciertos barb que no eran
indispon ara poner el libro al Lima, Mayo 5 de 18711

alca: 'ido el mmdo, levantando


Señor D. José Hernández.
la inteligencia vulgar al nivel del len-
guaj' e se expresan las ideas y
Buenos Aires.

os sentimientos comunes al hombre. Muy Sefior mió:


No estoy del todo conforme con sn
filosofía social, que deja en el fondo Hace años que mi difunto y exce
áel alma una precipitada amargura lenteamigo D. Juan Maria Gutierres
«in el correctivo de la solidaridad so- me remitió la primera parte de su be-
eial. Mejor es reconciliar los antagonis- llísimo «Martin Fierro» que leí oon
AJLi JD1U1US UKITIUOS

aucho agrado. Mis poetas predilectos ciones, anunciándole haber llegado á


tan sido siempre lo-- que como Vd. mis manos el precioso obsequio con
lacen gala de sencillez y no andan que Vd. me favoreció: la segunda par-
rebuscando conceptos. te He su bellísimo poema, «Martin
Hoy he recibido, con una amable Fierro.»
iedicatoria de Vd. las partes primera En Lima ha tenido entusiasta aco-
f segunda de su libro, que enrique- gida esta publicación, cuyas bellezas
cerá mi modesta biblioteca americana. poéticas deleitaran á los lectores le
Doy á Vd. las gracias por el obsequio todas latitudes; pero solo á nosotros,
y por los benévolos elojios con que hijos de ese país mágico del fantasi ta
me favorece. lenguaje, nos será dado gustar con «a
El delicadísimo Antonio de Trueba deliciosísimo sabor, el colorido local de
Bnvidiaria á Vd. las páginas 49 y si- esas gráficas imágenes que hacen de
a
guientes déla 2 parte. El contrapunto este libro una serie de cuadros plásti-
entre el payador negro y «Martin» es cos de sorprendente verdad.
magnifico. Igual aplauso tribute al ca- — Estoy encantado con el «Martin
pítulo 32 en que «Martin» aconseja a Fierro» de Hernández- díjome uno de
sus hijos —
Allí hay filosofía sin relum- los primeros literatos de Lima.
brón y verdadero sentimiento poético — — —
Y sin embargo respondí para —
Son dos cuadros de pluma de maestro. ustedes; ese hermoso poema es Ros
La poesía popular que cultivaron en Berbería.
Hidalgo y Ascasubi, está llamada á — Porque?
ejercer positiva influencia sobre la mo- — Porque la mitad de sus bellezas
ralidad del pueblo. Consagrarse á ella son para ustedes sánscrito: no las coui-
como Vd. lo hace, es ejercer un Sa- prenderán-
cerdocio. No desmaye Vd. — Pues yo las percibo mv" bien.
Hace años que he dejado de rendir —Error! sino espliquenjt V i. esta
oulto á las musas, por consagrarme Nos retiramos con Cruz
a registrar apoliliado infolios históri- A la orilla de un pajal,

oA. Pero siempre leo con gusto ver- Por no pasarlo tan mal
En el desierto infinito,
sos, cuando ellos campean el espíritu Hicimos corno m) bendito
que en ios de Vd. me encanta. Con dos cueros de bagual.
Reiterando á Vd. mis felicitaciones — Pues claro: en lo del bendito ex-
por el buen desempeño de su «Martin,» presa la prontitud con que arreglaron
me es grato ofrecérmele muy de co- las pieles de ese animal.
razón, como su amigo afectísimo. Y cuando le hube explicado el pro-
Ricardo Palma. blema de la frase, picóse enormemente
Por conducto de la Legación Perua- y no me ha perdonado aquella expli-
cación.
na, en Buenos Aires, podría Vd. man-
Espero que á estas horas estará V.
dar un ejemplar de su obra á la bi-
escribiendo otro libro como este, que
blioteca, de Lima, donde hay un salón
es como una golosina: una vez gus-
destinado solo á libros americanos: La
tado, se anhela otro semejante.
República Argentina apenas figura con
300 volúmenes entre cerca de 4.000 Saludamos á V,, Julio y yo, y le
correspondientes alas demás secciones.
estrechamos cordialmente ¡a mano.
De Vd. prima y afetitwraa amiga.
Ll « Nacional» — Buenos Aires, Julio 7 de 1879 Juana M. Gorriti.

Señor D. José Hernández Señor D. José Hernández


Lima, Abril de 1880.
Estimado compatriota:
Primo mió y querido amigo: Me pide Vd, un lugar en mi biblio-
Por mi hijo Julio he sabido con pena teca para su c Martin Fierro >, que ha
que Vd. no recibió la carta en que le llegado tan suavemente á su edición
¿aba? un millón de eracias v felicita- undécima.
SOJBKE MARTIN FIERRO xin

Qmero antes de colocarlo con el ho- del Pampero. El rancho de paja no


nor debido á su bizarría, expresar á basta á protejer á quien lo habita?.
los motivos del placer que me ha Quién tendrá derecho de asombrarse
causado su héroe. que un ser privado de los goces mas
En primer lugar es hijo lejítimo de puros de y de cultivo intelec-
la vida,
Vd., a quien profeso aprecio antiguo. tual, apele á su acero para defenderse,
Luego, él se me presenta con su garbo ó vengarse, y á su ájil caballo para
de jinete criollo, con la originalidad huir?
de su pintoresco lenguaje, y con el odio Pero me aparto de la peligrosa cor-
mas franco a la opresión. riente de tales recuerdos, para felicitar
A mi me encantan esos tipos mode- á Vd. por la pintura fiel de esa porción
lados por la naturaleza, cuando sus fa- poco estudiada del pueblo argentino.
cultades nativas no han sido alteradas Cuando Vd. describe algunas esce-
aún por una civilización que suele ser nas, de esas que no tienen nunca mas
testigos que las estrellas, ni mas coro
re Vd. de los
las cualidades que las aves salvajes, se sentirá uno
de los campesinos de
las tentado á las correrías agrestes, para
ó con su oíase proletaria, sorprender acaso en el fondo del llano
rá Vd. que toda la ventaja está el misterio del destino de una parte no
(ido de nuestra raza genuina que menos olvidada, que noble de la hu-
grabado en su pecho varonil el manidad. La simpatía que despierta se
de la América. aviva cuando se piensa que asistimos
Hay en ese representante primitivo á su rápida extinción y cuando su asi-
de nuestra nacionalidad, una mezcla milación con razas exóticas cambia esa
singular de astucia y de candor. Pero fisonomía que solo á la poesía es dado
na entre los afectos de su alma perpetuar.
la idolatría de su independencia. Así el empeño de Vd. será saludado
La Pampa convida á la libertad. Su por úlidad y por el patriotis-
Qsion inmensa, su aire puro, no mo. !

dos invocan los uúmenei


han sido creados aisladamente paia mas propicios al genio en sus vuelda
los esclavos. mas atrevidos.
Pero el desierto incitatambién á la ro Vd. se ha contentado con im-
melancolía, y cuando el payador canta provisar después del mate, dulces tro-
en la guitarra, no es extraño que sus vas á la sombra del amoroso ombú, i
endechas, sean tristes, no solo por los allá en la cresta de una loma. Yo en-
males amargos de su condición, niño vidio la fortuna con que Vd. embellecí
porque cede á la influencia del espec- tradiciones que se perderían en medie
táculo que le rodea. El aislamiento de las perturbaciones de nuestra época,
aumenta esta propensión, y se com- sin el talento y el corazón que les di
prende que al caer de la tarde, aquel vida, y las graba profundamente en la
Boltaria tal vez sus lágrimas al arroyo, literatura y en la historia.
cuyas aguas se deslizan como las horas
de su humilde existencia. José Tomás Guido.
Si no hubiese en sus costumbres y Buenos Aires, Noviembre 16 de 1878.
en su suerte, elementos de interés dra-
mático, V. los habría hallado en sus
inspiraciones frescas como las florecillas
silvestres que matizan nuestra llanura. Señor D. José Hernández.
Pero otra consideración mas trascen-
I
dente reeslta de los versos de «Martin
Fierro. Ella se liga con uno de los Mi amigo: Le prometí á Vd. últi-
problemas fundamentales de la socia- mamente manifestarle* mis impresio-
bilidad en el Rio de la Plata. nes sobre su «Martin Fierro», y paso
Las promesas de la revolución no 4 hacerlo.
«e han cumplido todavía para loe hijos Está demás anticiparle que yo na
XIV JUICIOS CRÍTICOS

puedr»¡ ni debo emitir un juicio crítico —


Porque el gaucho, y esto es lo qut
hace buscar con cierto amor todo libre
acerca de eso libro con que Vd. ha
enriquecido nuestra literatura Nacional. —
que á él se refiere, tiene su noche ec
Imagínese Vd. que á cualquiera, á nuestra historia: noche larga sin otra
H., á mí, se le ocuriera hacer algunas luz que la de las cuatro estrellas que
de esas indicaciones que se suelen de- indican ese Sud en nuestra Pampa. Su
jar caer sobre un autor con todo el huella ha sido 2a del martirio abnega
peso del sentimiento paternal que las do, —
su vida la del combate con U
inspira; (el sentimiento paternal (sic) adversidad, su destino, el de los eterna-
suele traducirse en palos aplicados sin mente desheredados, su único consuele
ninguna ceremonia) analizar el bagaje el desierto inmenso, que siempre revi

literario de su libro; apuntar incorre- vio bajo sus plantas, prodigando á sí


oiones; someter al bueno de «Martin rey deventurado sus flores, sus brisa:
Fierro» al tormento de esas mil reglas y sus aguas para que recuperara sus
fuerzas, allí á la sombra del ornbú, bajo
y preceptos que los críticos nunca
acaban de inventar, porque esto les da el cual se levantó alguna vez su rancho

eterno pretosto para disertar sobre el de paja en que desapareció con su mu-
modo cómo se han desnaturalizado las jer y con sus iiijos!
unas ó violado las otras. Es un poema de lágrimas que sok
Todo esto sería música celeste. el Pampero ha recojido flores sil-

Cualquier criollo estaría tentado á res- vestres de rara fragancia que sepulte
ponder lo respondió uno al
que le elprogreso que pretendemos cimentar
caballero inglés que le preguntaba: ¿Do con remedios de civilizaciones ageuas,
you Icnoio xohere is Cochabamba sf.reel? — y que amenaza privar al gaucho hasta
si no dijera demasiado con estas pa- del consuelo de ver en un dia i

labras: amigo es matarse; nosotros he- el espectáculo de nuestras libertades


mos leido á «Martin Fierro» en once arraigadas, de nuestros derechos d
le'>-'i* diferentes. ficados, de nuestra prosperidad asegura-
Hó mi amigo Hernández, el
aquí, da por'las que el gaucho luchó durante
mejor juicio acerca de su libro. Once cincuenta años con su lanza y á caballo
ediciones de un libro son como para
III
llenar de orgullo á un autor en Bue-
nos Aires. Vd. solo puede blasonar de
ello. Ni la Constitución Argentina ha Sigamos al gaucho, mi amigo, siga
merecido este honor. Se ensayó dos moslo en esa noche tristísima para é:
y vergonzosa para nosotros En-
veces en 1811, se varió en 1815, en
cierran misterios tan íntimos y tan mal
1817, en 1819, en 1826 y en 1853-1860:
ocho publicaciones mi amigo- Su «Mar- comprendidos los senos generosos de
tin Fierro» le lleva tres todavía: y reco- esa Pampa, donde el gaucho nació ^

rre á caballo la llanura, las pulperías y como rey y donde apenas vivip come
los ranchos, haciendo por la vida, esto cuervo! Tanta melanconía mez-
es, por otras tantas ediciones.
clada con cierto amor á la patria qut
conquistamos con ellos, cae al fonde
II del alma al evocar el recuerdo de esa
noche!
A principios de este siglo el gancho.
Y se va lejos, se hunde en el Sud
en ese Sud de tiernos y dolorosos re- con ser que ya había guerreado er
cuerdos para el gaucho, donde este se nombre de su patria contra los ingleses
deja ver todavia arrogante y hermoso era el mas desamparado de la suerte j
como ahora cincuenta años, cuando de los hombres.— Después del esfuersc
imponía su voluntad y su ley á todos de su patriotismo, solo le quedaba 1«
aquellos á quienes en vano clamó, du- inclemencia del desierto, al cual no de-
rante otros tantos años, para que lo jaban los bienes relativos de que go-
acaran del misero desamparo en que maban los hombres de las ciudades
vivía. Eeauerido constantemente uara ^
SOBRE MARTIN FIERRO XV
servicio militarque demandaba nuestra «de sus intereses, &, &, &,» según el mis-
guerra de la Independencia ¿dónde se mo Rosas lo ha expresado en una confi-
dio una batalla en la que el gaucho no dencia-el descendiente de los Condes de
lanceó, acuchilló, baleó y venció á los Poblaciones fué como una Providencia
españoles, haciendo gala de ese heroís- que surjió de las entrañas de la Pampa
mo temerario que es el aliento podero- en favor de los gauchos, que miraban
so de su alma, algo como carne de su con indecible asombro ese hombre para
carne? ¿Donde no estuvieron Güemes y ellos extraordinario, y que era su pro-
Lavallrf, Necochea, Balearse, Pringles, pio engendro y que ya los había hecho
Lamadrid, Suarez, Olavarría y tantos brillar sobre todos, conduciéndolos á
otros brazos armados constantemente ahogar la anarquía en esa ciudad de
en defensa de la República? Buenos Aires, que nunca habia tenido
La Independencia se iba logrando, un eco de consuelo para ellos.
el bienestar se acariciaba, se comen- Rosas llegó á ser el gran señor de la
zaba á gozar algunos bienes, y entre campaña. El teatro era muy vasto;
tanto ¿que participación tenia el gau- pero la admiración y el cariño hacia
cho en este nuevo teatro de la demo- su persona era llevad?, en alas, por los
cracia, que él habia contribuido á ci- gauchos, de pulpería en pulpería, donde
mentar? templaban sus guitarras para cantar
Ninguna: seguía siendo soldado, ni sus alabanzas á ese gaucho hermoso y
hogar, ni familia que lo ligara á la pa- arrogante que protegía sus hogares y
tria ingrata que lo habia engendrado los hacía felices dejándolos vivir d
para sacrificarlo, especie de Saturno trabajo al lado de sus hijos. Cómo
que bebia sin saciarse la sangre de pues el corazón déla campaña no había
us hijos. de abrirse con la espontaneidad de ¡a
La desgracia suele tener sus paroxis- flor del aire para elevar á llosas al
mos. El alma estalla frenética desgar- Gobierno? (

rando con salvaje complacencia los Rosas adoptó en provecho de su Go-


sentimientos que algún dia le sirvieron bierno fuerte, la idea en nombre do la
de consuelo para borrar de si, hasta el cual los gauchos y sus jefes vinieron á
recuerdo de la esperanza maldita, que atar sus potros al pió de la 'Pirámide
agotó las lágrimas y marchitó las fi- de Mayo en 1820. La federación qu*<
bras. une á todos los argentinos bajo el glo-
El infortunio
del gaucholo tuvo tam- rioso pabellón de Mayo, ha sido pues
bién. La
ocasión le fué propicia y él la venganza que tomaron nuestros gau-
la aprovechó para dar rienda suelta á chos. La devastación y los males que
sus instintos y sus furias. esto ha causado antes de asentarse
Al despuntar el año 20, los gauchos para siempre, están compensados con
recoman el desierto en todas direccio- ese infortunio cruento del gaucho que
nes, para aproximarse en medio á su también es hijo de esta tierra, y con
desventura, y librar juntos ese combate el porvenir venturoso que esa federa-
tremendo que debía perpetuarse en ción nos depara si sabemos perseverar
nuestro pais hasta que triunfara la idea en los propósitos que desde 1862, que-
que ellos estamparon, sin conocerla, en daran librados al patriotismo de los
las banderolas rojas de sus lanzas hú- pueblos argentinos.
medas con sangre.
La representación que asumían Ra- IV
mírez, López, Bustos y después Facun-
do y Aldao en otras Provincias, la Tal es el tipo histórico y social de
asumió Rosas en la de Buenos Aires. su «Martin Fierro».
Radicado en la campaña «sacrifican- El ha ido desapareciendo á medida
«do comodidades y dinero, haciéndose que se han ido extendiendo y perfec-
«gauoho, hablando oomo tal, haciendo cionando los principios qu9 el gaucho
«lo que los gauchos hacían protejiéndo- proclamó y sostuvo durante nuestras
«los, haciéndose su apoderado, cuidando nereeriiiaciones v contiendas
XVI JUICIOS CRITICO?

Pero su condición no ha mejorado nuestro corazón, que inmediatamente


en razón de esos progresos. Todavía buscamos el segundo, cuyo mérito, como
lo abate su infortunio, porque todavía obra de observación, corre pareja con
tenemos mucho desierto desamparado el del anterior,aun cuando no suscite
y todavía tenemos alguna barbarie en- la mismacuriosidad, por la reproduc-
mascarada en la República. ción de escenas análogas.
Todavía el gaucho llora la triste suer- El gaucho Martin Fierro ha produ -
te que le cabe en la campaña, donde cido un fenómeno de publicidad en la
subsisten para él los rigores que han República Argentina, pues sus once
desaparecido para los demás. ediciones han alcanzado á la fcifra ex-
Estos rigores de su suerte mezqui- traordinaria de 60,000 ejemplares.
na, esta desgracia es lo que canta Vd. Un libro que despierta tan vivo anhe-
tomando á la Pampa como teatro y lo, debe tener algún mérito escepcio-
á un payador valiente y generoso co- nal, porque, de otra manera, no habí ia
mo protagonista. salido, como muchos que conocemos,
¿Cómo ha hecho Vd?
la (Aquí de los anaqueles de las librerías.
debía empezar el juicio crítico.) Ya El señor Hernández ha explotado el
queda dicho al principio, ya lo han venero inexhausto de las costumb; ...-.

dicho las once ediciones de su libro. populares, poniendo en acción tiros


Permítame Vd., pues, que no añada nacionales, desdeñados por la genera-
mas á lo que, sobr3 el particular han lidad de nuestros escritores, haciénr
dicho las personas competentes que los vivir, obrar, y sufrir en su medio
han leido su libro, tributándole á Vd. social, y colocando al mismo tiempo,
los elogios que merece su bien corta- el dedo sobre las llagas gangrena'
da pluma para esta clase de literatura, que consumen á una gran parte de la
tan poco explotada entre nosotros, á familia argentina.
pesar de haber tenido precursores Martin Fierro es la personificaron
como Hidalgo, Lavardén y Ascasubi, verdadera del gaucho de la panria,
Del Campo, el famoso Anastasio el condenado al servicio forzoso de las
Pollo y Vd., son los únicos que la armas, desheredados de todos sus de-
han cultivado en nuestros días. Ambos rechos de ciudadano perseguido por ta
han obtenido lauros que mañana fi- autoridad civil, oprimido por la auto-
gurarán en nuestros fastos literarios ridad militar, explotado por los nego-
como frutos opimos del esfuerzo no- ciantes aventureros, aflijido por el ha La-
bilísimo que tiende á perpetuar en bre y la desnudez en los campamentos
nuestra historia el tipo original y es- de la frontera.
forzado del rey de los desiertos ar- Diferenciase cMartin Fierro» de otros
gentinos. gauchos creados por nuestra literatura,
Son los votos de su amigo en que él no es un personaje pura-
mente cómico, sino un héroe dramáti-
Adolfo Saldiaa.
co, en el que aparecen de tiempo en
S/C. Noviembre 1G de 1873. tiempo, los reflejos de la gracia anda-
luza, manifestados por medio de un
—*-.<>•"* estilo pintoresco, salpicados de imáje-
nes y de comparaciones originales en
El Gaucho Martin Fierro. La — las cuales asoma un ingenio nativo,
vuelta de Martin Fierro. Poe- — una suspicacia propia de quien está
mas campesinos por José Her- acostumbrado á desconfiar, y una ins-
nández. piración silvestre, pero poética, que
lo inclina á cantar alegrías y dolores.
A pesar de nuestra afición por la El señor Hernández ha querido con-
lectura, no conocíamos el primero de servar intencionalmente los defecto*
estos poemas, hasta hace pocos días, del lenguaje, de construcción y de mé-
en que su autor tuvo la bondad de trica en los sentidos versos de su poema.
•aviárnoslo, despertando tal interés en No estamos do acuerdo con su ma-
SOBRE MAKTIN FÍEKBO 2.YU

aera de entender el arte, porque oree- za, y huyendo desus enemigos se con»
mos qne verdad no está reñida con
la vierte en enemigo de sus semejantes.
la beÜeza, y que es posible conservar El señor Hernández, que indudable-
la originalidad de un tipo, sin herir mente posee las aptitudes necesarias
•1 oído con las desafinaciones del ver- para hacerse escuchar, tiene una alta
so incorrecto -
misión que desempeñar, ensanchando
£1 ideal del arte consiste en imitar su esfera de cronista, haciéndose maes-
la naturaleza, mejorándola en la me- tro de los gauchos que lo leen con
dida de nuestras facultades. avidez, inspirándoles aversión al pu-
La obra que nos ocupa es el fruto ñal, repugnancia a la sangre, levan-
de la observación de las costumbres tando, en una palabra, su nivel moral
campesinas, estudiadas en la estancia, abriéndoles horizontes que su vista,
en la pulpería, que es el club del gau- habituada a explorar la pampa, no ha
cho, y á la luz del fogón, al rededor descubierto todavía.
del cual improvisa todas las noches su La tarea debe comenzar por ensa-
hogar, aquel que no tiene un palmo ñarles a conocer á Dios, mostrándoles
de tierra propia, en la ilimitada ex- que la compañía de una buena con-
tensión que riega con su sangre. ciencia y la esperanza en el cielo, mi-
Por eso la expresión es vigorosa, tigan los sufrimientos y obligan a amar
original el giro de la frase, y nueva y a los hombres.
hasta sorprendente, la imagen con que 3u héroe, dotado de una resistencia
al parecer dá formas tangibles á sus física que supera á la de la mayor
pensamientos. parte de los hijos de la naturaleza,
No se nos oculta que el libro del sería doblemente amable y poderoso,
aeñor Hernández contiene un peligro, si adquiriera esa fuerza moral que do-
que sería conveniente que el hiciera mina las pasiones, y encadena la car-
des. parecer, luego que se diera cuenta ne al espíritu.
cabal de su importancia. La oportunidad nos parece propicia
Aun cuando es verdad que la con- para llevar á cabo un empeño tan
dición del gaucho es abominable, lo generoso.
que hasta cierto punto explica sus exce- El perseguido, en vez de buscar
sos, la enumeración de sus hazañas, el asilo en las tolderías, hoy puede encon-
elojio de su valor, ejercitado en riñas trarlo en las ciudades, en las colonias,
aangrientas, debiera contrapesarse, en- en las tareas agríenlas que han venido
señándole á condenar los extravíos de á modificar las condiciones sociales de
su sensibilidad. los campos dominados por el pastoreo,
Está demostrado que las narraciones, que convertía á los gauchos en bedui-
rodeadas de circunstancias poéticas, de nos, y a los beduinos en siervos, que
toda clase de crímenes, desde el suici- ignoraban que existieran hombres bue-
dio hasta el duelo, y desde el duelo has- nos y compatriotas justos.
ta el asesinato vulgar, producen una es- El señor Hernández, que ha tenido
pecie de epidemia moral, que se traduce el poder de hacernos derramar lágri-
en otras tantas ofensas a las leyes divi- mas con la descripción de la tapera
nas y humanas, si no las multiplican. del rancho de Martin Fierro; que ha
En hora buena que se condene los sabido tocarnos la fibra mas delicada
abusos, y se disculpe ante los jueces del sentimiento con aquella tierna des-
que la sociedad se ha dado, los extra- pedida del vagabundo á las últimas po-
víos a que pueden conducir la falta blaciones cristianas, está llamado á
de educación y las injusticias de que combatir con éxito las preocupaciones
on hombre puede ser objeto. del gaucho contra sus paisanos de las
Pero la misión del escritor filosófi- ciudades, contra sus prójimos, blancos,
co, del moralista que pone libros en negros, nacionales ó extranjeros, aho-
nanos del pueblo, oonsiste en conde- gando en su corazón el odio con las
nar no solo á quien oprime, sino al semillas del amor.
•prinudo qne á su vez abusa ds su fuer- Mientras que el campesino errante»
XVIII JUICIOS CRÍTICOS

perseguido por sus delitos, asilado Rosado de aquel, sigua su ejemplo pu-
entre los indios, arrojado de las tol- blicando El Hijo, El Nieto y el Biznieto
derías por otra ola de sangre, no ma- de este Diablo Rosado destinado á ha-
nifieste al regresar á su pago, como cer que no roben al paisano, que no
Martin Fierro, el arrepentimiento fe- lo traten como á bestia de carga, que
cundo del hombre religioso, no debe respeten en él al ciudadano y al her-
dar por terminada su labor el poeta mano ya que no al hombre de corazón
á cuyos cantos consagramos estas lí- y al valiente.
neas, hijas de la admiración é inspi- Esaes la gran misión de la poesía:
radas por el deseo de verlo á la ca- lamejora moral. Y por fijarnos solo en
beza de una cruzada regeneradora. el género de la poesía de «Martin Fie-
rro», esa fué la regla de su fundador,
ti* América del Sur» Marzo 9 de 1879.
que no lo es Ascasubi, como preten-
de el articulista de La Tribuna de
Montevideo, sino Hidalgo, según pue-
El Gaucho Martin Fierro, es tam- de verse por sus bellos versos en la
bién una lección, es decir, lo que debe Lira Argentina impresa en Londres en
«er la poesía: una moral además de un 1824, si bien Ascasubi y Estanislao del
Wte, so pena de ser inútil, ó peor aún, Campo han cultivado con ventaja al
perversora. Ese poema es un pequeño género, lo mismo que hoy Hernández.
curso de moral administrativa para el Si, siga haciendo cuadros como éste,
oso de los comandantes militares, co- que son la pura verdad en boca de
misarios pagadores, y cuantos tienen Martin Fierro:
que hacer con el pobre gaucho. Allí
están fotografiados, estigmatizados to- Y andábamos de mugrientos,
Que mirarnos daba horror;
el
dos los malos patriotas, en imágenes Les juro que era un dolor
verosímiles y verdaderas. Poner en la Ver esos nombres, ipor Cristo)
picota á los malvados, es tanto mas En mi perra vida he visto
meritorio, cuanto de mas alto se les Una miseria mayor.
baja para hacer en ellos la justicia Yo no tenia ni camisa
popular. Ni cosa que se parezca;
Mis trapos solo pa yesca
Muchas leyes y disposiciones hay Me podían servir al fin
tendentes á mejorar la suerte del pai- No hay plaga como un fortín
sano de nuestraj campaña, pero dudo Para que el hombre padezca.
que ninguna sea mas eficaz que esos Poncho, jergas, el apero,
cuadros en que el abuso no dá contra Las prenditas, los botones,
mna ley muerta sino contra una cari- Todo, amigo, en los cantone»
Fué quedando poco á poco;
catura viva; porque como se ha dicho Ya me tenían medio loco
bien, «el ridíoulo es lo único que te- La pobreza y los ratones.
men los que ya no tienen pudor ni Solo una manta peluda
remordimientos.» Y en este concepto Era cuanto me quedaba
estamos muy distantes de dar al autor La habia agenciao á la taba
de Martin Fierro el consejo que el ar- Y ella me tapaba el bulto
Yaguané que allí ganaba
ticulista de la Tribuna de Montevideo.
No salía ni con indulta
«A Montero cuando concluyó su cua-
dro Los Funerales de AtahuaJpa le di-
Y pa mejor hasta el moro
Se me jué de entre las manos—*
jeron en Florencia y por labios muy No soy lerdo pero hermano,
autorizados, que no pintara mas. No- Vino el Comendante un dia
sotros sin ser mas que admiradores, Diciendo que lo queria
«Pa enseñarle á comer grano.»
diríamos á Hernández, que se perpe-
túe solo con Martin Fierro.
Nosotros le diríamos por el contra-
rio, que á imitación de Mr. Laserre, ¿Quién es el gancho? He aquí su re-
aunque su Martin Fierro fuese obliga- trato,por el que cualquiera lo reco-
do á borrar su nombre como El Diablo noce al momento: he aauí e! formada»
SOBRE MARTIN FIERRO XIX

bis oargo contra loa que han podido Martin Fierro piensa mas como el gau-
y debido tratar á los hijos del país al cho, y los gauchos encontrarán siempre
menos como á los inmigrantes. que si se ha hecho pueblero y á veces
su fraseología podría dejar que desear
«Él nada gana en la paz algo, su corazón
Y es el primero en la guerra-
y su espíritu están sa-
turados indeleblemente de los dolores y
No le perdonan si yerra,
Que no saben perdonar,— de las injusticias con que la civilización
Porque el gaucho en esta tierra por no ser todavía bastantemente oris-
Solo sirve pa votar. tiana, ha perseguido á la barbarie por

Para son los calabozos,


él
ser demasiado débil.
Para duras prisiones,
él las
En su boca no hay razones «La Biblioteca Popular» de Buenos Airea,
Aunque la razón ie sobre; dirijída por el Dr. Miguel Navarro Viola.
Que son campanas de palo
Las razones de los pobres.

SI uno aguanta, es gaucho bruto—


SI no aguanta, es gaucho malo
Déle azote, déle palo!
MARTIN FIERRO
Porque es lo que él necesitan
De todo el que nació gaucho Jamás obia alguna ha alcanzado en
Esta es la suerte maldita. nues.tro país tanextraord¡ ;mla-
ridad y no menor triunfo que el que
Complementan cuadro porción de el
ha aloanzado este poema del S.- D.
pinceladas de mano maestra sobre la
José Hernández, sn autor.
ida y los sentimientos del gaucho; Los diarios de Buenos Aires, nos
por ejemplo, entre otras muchas para
hacen saber que se ha publicado la
las que no hay ya espacio en estas
undécima edición, enriquecida con los
páginas:
variados juicios críticos que se han es-
«Yo no tengo en el amor crito por personas competentes sobre
§uien me venga con querellas; esta obra, edición que viene ademas
orno esas aves tan bellas adornada con varias láminas y con el
9ue saltan de rama en rama
retrato de su autor, el Sr. Homar
o hago en el trébol mi cama.
Y me cubren las estrellas.
tampoco, se habrá publicado
urí libro que á la vez que conquistaba
»•«
tanta popularidad, consiguiese desper-
Ninguno me hable de penas tar tanto interés y simpatía, al extremo
Porque yo penando vivo de agotarse completamento la décima
Y naides se muestre altivo
edición que se había hecho da esa obra,
Aunque en el estribo i

Que suele quedarse á pié y de que la undécima que acaba de


El gaucho mas álvertido. hacerse se haya solicitado y disputado
con interés por algunas librerías de
Ísnta esperencia en la vida
lasta pa dar y prestar,
Quien la tiene queW esto solo lo que prueba
Entre sufrimiento y Tin la gran popularidad é interés que ha
Porque nada ensena tanto despertado este poema.
Como el sufrir y el llorar « .Martin Fierro» ha cruzado el Océa-

Viene el hombre el ' i


al mundo no, con su inmensa fama y populari-
Cnartiancn. i , ¡ . sp< -
uiza, dad, y alcanzado otros triunfos en Eu-
Y á poco andar ya lo alcanzan ropa, en donde se ha publicado en
Las d á empujones; varios periódicos precedido de gran-
ijué pucha! que trae liciones
El tiempo con sus mudanzas! des elogios.
Allí, como aquí también, notables
En resumen: tal vez Aniceto el Gallo críticos se han ocupado de este poema
sienema.' laucha; Anastasio en que el autor tan bien ha sabido
dio mas estética para nosotros que copiar al hombre de nuestra campaña,
•nteade:; >(o; pero oajttiiP'to sus dolares y desventura*
iX JUICIOS CRÍTICOS

como sus alegrías con tanta exactitud surdo, pero que tiene el raro mérito
Ír belleza, que es imposible dejar de de haber nacido muy lejos del país, y
eerlomas de una vez. de autor estrepitoso y extranjero.
No
es pues de extrañar que, con tal Los yankees nos dieron á este res-
popularidad, la nueva edición que aca- pecto un ejemplo digno de imitación,
ba de hacerse por la libreria < La Nue- pero que por ser bueno no imitaremos.
va Maravilla» de Buenos Aires, alcan- Tuvieron un escritor nacional, Fe-
ce también el mismo resultado que nimore Copper, que con sus sencillas
los anteriores. novelas dio impulso á su naciente li-
Alo dicho podríamos agregar, que teratura. Esas novelas, puramente lo-
«1 señor Hernández, tiene ya concluida cales, y destituidas de la intriga del
la segunda parte de este poema, es argumento y del brillante estilo que
decir «La vuelta de Martin Fierro del caracteriza á las francesas, entre nos-
Desierto» cuya publicación debe ha- otros, hubiesen muerto; entre los yan-
cer en breve. kees vivieron!!
A qué decir el interés con que ha Los yankees tuvieron el buen sen-
de ser leida y buscada esta segunda tido de comprender su mérito, de mi-
parte de «Martin Fierro»? rarlas como parte de su genio y de su
gloria, de honrarse y de enorgullecer-
iLa Capital»— Rosario, Octubre 11 de 1878. se con ellas, y elevándose á la cate-
goría de bellas obras, las esparcieron
por todos los países; y hoy, Gsas no-
velas al parecer tan simples y modes-
Sr. D. José Hernández.
tas ocupan un lugar distinguido en
Estimado Señor y amigo: todas las bibliotecas públicas y par-
ticulares de los dos continentes.
He leido y releído con placer la ¿Y de qué trataban esas novelas?
original y preciosa historia de Martin precisamente de lo que trata Martin
Fierro, con que ha tenido la bondad Fierro; de la naturaleza, de la vida, del
de obsequiarme. carácter y costumbres de un pueblo
Es una bellísima obra, y lo mejor
que he visto en su género.
nuevo — ¿Y valen mas los cuadros de
esa naturaleza, de esa vida, de esas
Su lectura, interesante por la ver- costumbres trazó la pluma educada
dad de los cuadros, por la sencillez y de Fenimore Copper, en prosa, que
naturalidad de la narración, por la lo que la inculta de Martin Fierro tra-
ternura del sentimiento, por la propie- za con tan graciosos y sencillos ver-
dad del colorido, nada deja que desear sos? Nó! ¿Porqué entonces esa diferen-
al lector ilustrado, ó cuyo gusto no cia? Porque Copper nació en un país
esté pervertido por las de las novelas donde se tiene orgullo en ser yankee,
inmorales y absurdas de que está pla- y en preferir lo propio á lo ageno; y
gada nuestra sociedad. Martin Fierro en otro, en donde se
Martin Fierro, es una creación ver- tiene orgullo en ser necio; donde casi
dadera, de que debe enorgullecerse la es vergüenza haber nacido en él, y en
literatura de su país, y que acaso no donde se desdeña lo de casa por bue-
será comprendida, ni estimada en lo no que sea, para tomar y aplaudir lo
que vale, porque no debe su existen- ageno aunque no valga nada.
cia á un nombre inglés, francés ó yan- Este triste y doloroso paralelo entre
kee, á unos de esos nombres de cele- la suerte de lo nuestro y de lo ageno,
bridad acaso inmerecida, pero ruidosa, me indujo á leerlo de nuevo, temiendo
que atestan el mundo de necedades, y que la sorpresa de la novedad en el
que el mundo recoje y aplaude como si primer momento hubiera exajerado mis

fueran bellezas reales. Por qué esta apreciaciones, pero estas se robustecie-
fatalidad? porque nadie se croe ilustra- ron, y me dieron por resultado las si-
do si no habla de lo que no entiende, si guientes, que someto al criterio de
no aplaude lo que es desatinado y ab- cuantas personas sensatas lo vean.
SOBRE MARTIN FIERRO XXI

Martin Fierro no solo es un tipo ca- organización social, por la cual se sa-
racterístico de la población semi-nó- crifica,y de la que no recibe por re-
made de la República Argentina, ó sea compensa, mas que tropelías, insultos
de la basa de su nacionalidad, puesto y desprecios.
que es la mas numerosa, que con ella ¿Hay que reforzar la guarnición de
se obtuvo su independencia, con ella la frontera? Se hace una arreada de
as cuenta para mantenerla, y con ella estos desgraciados, ni mas ni menos
• guardan las fronteras contra los in- que como en otro tiempo se hacían
dios, motivo mas que suficiente para las correrías de las yeguadas
y gana-
que tuviera las simpatías de todas las dos baguales. Se les acechan como á
gentes ilustradas; sino que es también bestias, en las reuniones, en las carre-

otra cosa mas elevada Para el vulgo, ras, en los bailes, y se cae repentina»
{>ara los que no comprenden lo que mente sobre ellos. Los mas diestros ó
een y entre estos hay mucha gente
——
de pro solo es una historia gauches-
previsores, escapan; pero el mayor nú-
mero queda, y sin atender á súplicas,
ca, buena euando mas para ser canta- ni á miramientos de razón ó de jus-
da en las pulperías y fogones de cam- ticia, los arrancan á los brazos de sus
paña, pero indigna de ocupar por un mujeres, de sus hijos, á sus pocos bie-
momento los ocios de las altas y serias nes que quedan perdidos, y reunión-
inteligencias, que con su vanidad y su dolos á otros tomados del mismo modo,
ignorancia honran y dirijen el país. los llevan á las fronteras.
Para estas gentes, que con decir: Es preciosísima la descripción que
«los gauchos no inventaron el vapor, hace de la cacería en que lo agarra-
ni el telégrafo (cosas que tampoco in- ron y de la que solo daremos come
ventaron ellos), los gauchos se van» — a
muestra, la 1*, 2 y 6* estrofas:
creen haberlo dicho todo, Martin Fie-
rro no tiene ni puede tener importan- Cantando estaba una vez
ña, pero para los que saben leer, para En una gran diversión;
toe que comprenden lo que leen, la
Y aprovechó la ocasión
Como quizo Juez de Paz.—
el
tiene y grande. Se presentó, y ahí no mas
Para estos es, primero y antes que Hizo una arriada en montón.
todo un gran pensamiento humanitario,
Juyeron losmas matreros
una lección ae Gobierno administra- Y lograron escapar—
tivo, que todo hombre verdaderamen- Yo no quise disparar
te serio é ilustrado, debe tomar, Soy manso— y no habia por qué—
Martin Fierro pertenece á esa clase Muy tranquilo me quedé

desventurada que en la República Ar-


Y ansí me dejé agarrar.

gentina ha sustituido á la negra, ex- Formaron un contingente


tinguida ya, en los trabajos y sacrifi- Con los que en el baile arriaron
cios de sangre y de vida, en beneficio Con otros nos mesturaron
Que habian agarrao también
exclusivo de las mas elevadas ó mas
Las cosas que aqui se ven
ambiciosas de la sociedad. Ni los diablos las pensaron.
Guando hubo que pelear por la inde-
pendencia nacional, ella lo hizo, y con ¿Es razonable,es digno este modo
su sangre la conquistó! Ya obtenida, modo de proceder?
vinieron las guerras extrajeras y volvió ¿Hay equidad, hay justicia en hacer
á derramarla mientras duraron. Termi- pesar exclusivamentes sobre estos des-
nadas éstas, y mientras otras no vienen, venturados, un servicio que debia pesar
a» el guardián exclusivo de las fronte- igualmente sobre todos los ciudadanos
ras, donde diariamente se halla ábra- ó que mejor aun, debia ser heeho por
los oon el hambre, la miseria y los tropas de línea?
indios; guardando las fortunas de los ¿Hay equidad, hay justicia, en tener-
grandes hacendados, y la riqueza pú- los indefinidamente en la frontera, don-
blica, y este es el mas penoso y te- de ouando no mueren, ó huyen, se en-
rrible de los tributos que paga a una vejecen, mientras sus familias se di-
XXT1 JUICIOS CRÍTICOS

suelven, y sus pocos bienes se pierden? Martin Fierro al contar sus desdi-
hay dignidad, hay justicia, en tenerlos chas, las tropelías é injusticias de que.
sin paga y hambrientos en desiertos in- es viotima, y que lo arrojan á la va-
hospitalarios, donde el sol los abrasa, gancia y al crimen, cuenta las de to-
el frió los hiela y el indio los diezma? da su raza, y las cuenta de un modo
Pero, ¿es solo esto lo que sufre el que las hace ver y palpar.
pobre paisano? Nó! hay algo que es mu-
Tuve en mi pago en un tiempo
cho peor, y es el trato bárbaro, inhu- Hijos, hacienda y mujer,
mano que reciben de su gefes, de los Pero empecé á padecer
axiales son, no soldados, sino esclavos. Me echaron á la frontera,
lY que iba á hallar al volver?
Y —
qué Indios ni qué servicio Tan solo hallé la tapera.
Si allí no habia cuartel-
Nos mandaba el Coronel
A trabajaren su chacras,
Y dejábamos las vacas Aparcero! si usté viera
Que las llevara el Infiel. Lo que se llama cantón. ....
Ni envidia tengo al ratón
Yo primero sembré trigo En aquella ratonera
Y después hice un corral,
Corté adobe pa un tapial De los pobres que allí habla

Hice un quincho, corté paja— A ninguno lo largaron.


La pucha que se trabaja Los mas viejos resongaron
Sin que le larguen ni un rial. Pero á uno que se quejó,
En seguida'lo estaquisroo
Y es ¡o pior ae aquel enneao Y ía cosa se acabó.
Que si uno anda hinchando el ¡orno
En la lista de la tarde
Se apean como plomo...
le
El Gefe nos cantó el punto,
iQuíen aguanta aque! infierno! Diciendo: «quinientos juntos
«Llevará el que se resierte,
«Lo haremos pitar del juerte
Pero aun hay mas, y quej ocu-
es «Mas bien dése por dijunto».
pándolos en estos trabajos, ni los ar-
man, ni los instruyen, ni los disciplinan,
de modo que cuando los bárbaros lle- Y qué Indios— ni qué servicio,
gan, se encuentran tan nulos y tan Allino habia ni Cuartel-
incapaces de medirse con ellos, como Nos mandaba el Coronel
lo estaban al dejar sus familias, lo cual A trabajar en sus chacras

explica, esas continuas y sangrientas


Y dejábamos las vacas
Que las llevara el Infiel.
derrotas.
¿Es digno de un pueblo culto, es Vo primero sembré trigo
honroso para un gobierno que se dice Y después hice un corral.
Corté adobe pa un tapial,
ilustrado, que esto suceda? Hice un quincho, corté paja..-.
Y no hay que decir que el pueblo y La pucha que se trabaja
el Gobierno lo ignoran, pues hasta loa Sin que le larguen ni un rial.
ciegos y sordos lo saben. ¿Por qué Y es lo pior de aquel enriedo
Bucede, pues? porque el pueblo culto su- Que uno anda hinchando el tome
si

mergido en la molicie y los goces, mira Se apean como un plomo..—


le
iQuien aguanta aquel infierno!
con apatia, con culpable indiferencia
las lagrimas y los sufrimientos que
corren y se padecen en lo que llaman
fango de la sociedad; y á los que go- Y andábamos de mugrientos
biernan, les es corto el tiempo para Que mirarnos daba horror;
el
Les juro que era un dolor
las exigencias de la fortuna y de la
Ver esos nombres, por Cristal
vanidad. ¡Los Presidentes, los Minis- En mi perra vida he visto
tros, ocuparse de los dolores, de los Una miseria mayor.
infortunios de tales gentes! seria as- tenia camisa
Yo no
queroso; indigno de su carácter y de Ni cosa que se parezca;
«u ilustración! Mis tramos solo oa vezca
«OBRE MARTIN FIERRO XXIII

Me podían servir al fin..... Lo llevan prometiéndole alimentos,


No hay plaga como un fortín ropa, paga, y libertad á los seis meses
Para que el hombre padezca.

de servicio. En vez de alimento, en-
Poncho, jergas, el apero, cuentra hambre; en vez de ropa desnu-
Las prenditas, los botones, dez y frío; en vez de paga, palos y esta-
Todo, amigo, en los cantones
{ué quedando poco a poco, queadas; y en vez de seis meses, se pasan
'a me tenían medio loco mas de seis años sin que se piense de-
La pobreza y los ratones. volverlo á su familia.
Solo una manta peluda Desesperado oon su esclavitud y su
Era cuanto me quedaba, miseria, huye de una tiranía insoporta-
La había agenciao a la taba ble, de un servicio que habia ultrapasa-
Y ella me tapaba el bulto do los limites del deber y de la justicia,
Yaguané que alli ganaba
No salia ni con indulto. y vuela á su rancho, á los brazos de su
mujer y de sus hijos. Parte el corazón
Y pa mejor hasta el moro el relato de lo que encuentra.
Se me jué de entre las manos-
No soy lerdo pero hermano
Vino el comendante un dia Volvía al cabo de tres años
Diciendo que lo quería De tanto sufrir al ñudo,
Resertor, pobre y desnudo
«Pa enseñarle á comer grano».
A procurar suerte nueva—
Afigúrese cualquiera Y lo mesmo que el peludo
La suerte de este sn amigo, Enderecé pa mi cueva
A pié y mostrando el umbligo, No
Estropiao, pobre y desnudo, hallé ni rastro del rancho-
Ni por castigo se pudo Solo estaba la tapera!

Hacerse mas mal conmigo. Por Cristo, si aquello era


Pa enlutar el corazón —
Ansí pasaron los meses Yo juré en esa ocasión
Y vino el año siguiente, Ser mas malo que una fieral
Y las cosas igualmente
Siguieron del mesmo modo- (Quién no sentirá lo mesmo
Cuando ansi padece tanto!
Puedo asigurar que el llanto
Como una mujer largué—
Ay! mi Dios— si me quedé
Entre cuatro bayonetas Mas triste que Jueves Santo.
Me tendieron en el suelo-
Vino el mayor medio en pedo Solo se oiban los aullidos
Y allí se puso á gritar, De un gato que se salvó.
«Picaro, te he de enseñar El pobre se guareció
«A andar reclamando sueldos». Cerca, en una viscachera-
Venía como si supiera
De las manos y las patas Que estaba de güelta yo.
Me ataron cuatro cinchones—
Les aguanté los tirones Al dirme dejé la hacienda
Sin que ni un ay! se me oyera. Que era todito mi haber
Pronto debíamos volver
n el juez prometía,
Y ista entonces cuidaría
.

D^ los bienes, la mujer.


Martin Fierro nos cuenta en estos ver-
sos con nn candor, con nna verdad ad-
mirables, «1 origen y desarrollo desús
desdichas, la causa primera y única de Después me contó un vecino
su vagancia y sus delitos. Que el campo se lo pidieron—
La hacienda se la vendieron
Tenia rancho, hacienda, mujer, hijos, En pago de arrendamientos,

y era feliz. La autoridad lo arranca de Y qué sé yo, cuantos cuentos,
sn hogar, lo arrebata á sus afecciones, Pero todo lo fundieron.
lo lleva á la frontera, al desierto, al frió,
Los pobrecitos muchachos
* los tormentos, á los peligros, para que Entre tantas afliciones
oon su valor y su sangre defienda la Se conchavaron de piones
•ociidad, siempre agredida, ó amena- ¡Mas qué iban a trabajar,
zada por los indios.
Si eran como los pichones
Sin acabar de emplumarl
XXIV JUICIOS CRÍTICOS

Por ahí andarán sufriendo rramado en las contiendas civiles en


De nuestra suerte el rigor: defensa de su gobierno, de libertades y
Me han contado que el mayor
Nunca dejaba á su hermano leyes, de quo gozarán otros, pero de
Puede ser que algún cristiano • que él, jamás gozará? ¿quién es él [¡ara
Los recoja por favor. interrumpir con sus pena- los placeres
Y la pobre mi mujer y el sociego de un hombre ilustrado,
Dios sabe cuanto sufrió! de un hombre del poder? ¿qué importa
Me dicen que se voló su llanto sus desgracias, si la sociedad,
Con no sé qué gavilán— si los gobiernos están á demasiada al-
Sin duda á buscar el pan
Que no podia darle yo. tura para fijarse en los dolores, en los
infortunios que yacen a sus pies?
No es raro que á uno le falte Martin Fierro busca á su mujer, á
Lo que á algún otro le sobre
Si no le quedó ni un robre
sus hijos y no los encuentra. Duran-
Sino de hijos un enjambre, te su ausencia, la hacienda que habia
Qué mas iba a hacer la pobre dejado fué disipada por los acreedores
Para no morirse de hambre!
y la autoridad; la mujer y los hijos,
¡Tal vez no te vuelva a ver, desnudos y hambrientos, se dispersa-
Prenda de mi corazón! ron, y el lugar donde tres años antes
Dios te dé su protecion existia una familia feliz, solo tiene por
Ya que no me la dio a mi —
Y á mis hijos dende aqui recuerdos una tapera arruinada y loa
Les echo mi bendición. maullidos de un gato!
¡Cuánto sentimiento, cuánto color,
Como hijitos de la cuna
Andarán por ahi sin madre— cuánta poesía!
Ya se quedaron sin padre Pero la medida de sus infortunio»
Y ansi la suerte los deja, no estaba aún colmada; era desertor,
Sin naides que los proteja
se vé perseguido como vago y tiene
Y sin perro que les ladre.
que huir.
Los pobrecitos tal vez
No tengan ande abrigarse, De carta de mas me via
Ni ramada ande ganarse, Sin saber á donde dirme;
Ni rincón ande meterse, Mas dijeron que era vago
Ni camisa qué ponerse, Y entraron á perseguirme.
Ni poncho con qué taparse.
Nunca se achican los males,
Tal vez los verán sufrir Van poco á poco creciendo,
Sin tenerles compasión Y ansina me Vide pronto
Puede que alguna ocasión Obligado á andar juyendo.
Aunque los Vean tiritando,
Los echen de algún jogon
Pa que no estén estorbando. Sin familia, sin bienes, sin hogar, y
perseguido como vago, halla refugio
Estos versos tan naturales, tan sen- en la pulpería y el pajonal; se hace
tidos, que parecen escritos con lágri- nómade y camorrista, frecuenta las mi-
mas; estas quejas tan tiernas, tan pa- longas, y pelea y mata, porque destrui-
téticas, y que harían llorar a^las pie- dos los lazos que lo unían á la sociedad,
dras, si las tuvieran: ¿no dicen nada al su miseria, la persecución que se le
oorazon ni á la inteligencia de las gen- hace, y el continuo peligro en que se
tes que se llaman ilustradas, de los hom- encuentra, han borrado de su mente
bres que gobiernan y hacen las leyes? toda idea de sociabilidad, y despertado
¿No conmoverán a los que tienen el en él los instintos del desierto, la so-
poder y el deber de poner término a ledad, la independencia y el desprecio
tales atrocidades, á tales sufrimientos? de la vida propia, como de la agena.
Probablemente nó, porque Martin Fie- Tales son las consecuencias que un
rro es un bárbaro, un gaucho que se vá. detestable sistema de Gobierno y do
— ¿Qué importa entonces que haya administración produce en las provin-
naoiao en el pais, que haya derramado cias argentinas del Oeste del Plata, y
su sangre defendiéndolo contra los ex- por eso dijimos, que Martin Fierro
tranjeros ó los indios, que la haya de- era antes que todo «una lección mo—
SOBRE MARTIN FIERRO XXV
ralde Gobierno administrativo.» Pón- — Aunque
No
el potro se boliase
habia uno que no parase
gase termino á ese insufrible desorden,
Con el cabresto en la mano.
oámbiese ese cruel y vergonzoso siste-
ma, y centenares de infelices dejaran de Pastor, pinta con igual animación
ir á engrosar las hordas salvajes lle- la vida á la vez sosegada yactiva de
vándoles el contingente de su valor y la estancia, sus trabajos y sus goces.
desesperación. Y apenas la madrugada
Pero ¿Martin Fierro es solo un pen- Empezaba á colorar,
samiento humanitario, una lección mo- -
Los pájaros á cantar,

ral de Gobierno administrativo, bella-


Y las gallinas á apiarse,
Era cosa de largarse
mente dada bajo las quejas del dolor, Cada cual á trabajar.
bajo los acentos del infortunio? No!
Martin Fierro es también la personifi- Este se ata las espuelas,
cación de su raza, la mas perfecta que Se sale el otro cantando,
Uno busca un pellón blando,
hasta ahora se ha conocido, y que pro- Este un lazo, otro un rebenque,
bablemente no tendrá superior, y en Y los pingos relinchando
este concepto es un monumento típico Los llaman dende el palenque.
que honra la literatura argentina.
i Martin Fierro no es un gaucho sa-
bio, un gaucho apócrifo, de esos que Y mientras domaban unos;
nos marean con sus gracejos vulgares Otros al campo salían,
Y la hacienda recogían,
y con la crítica que hacen de una so- Las manadas repuntaban,
ciedad que no conocen Martin Fierro Y ansí sin -sentir pasaban,
as un gaucho legítimo, que solo ha- Entretenidos el día.
bía, pero bien, de lo que entiende,
y Y verlos al cair la noche
fOe contándonos su historia, nos hace En la cocina riunidos,
f»r y comprender esos hombres tan Con el juego bien prendido
numerosos, tan esparcidos en la base Y mil cosas qué contar,
da la sociedad argentina, de quienes Platicar muy divertidos
todo el mundo habla, pero que muy Hasta después de cenar.
pocos conocen. Y con el buche bien lleno
Hijo legítimo de las llanuras, nacido Era cosa superior
sobre el caballo, criado al aire libre, Irse en brazos del amor
tiene en alto grado todas las calidades A dormir como la gente;
Pa empezar al dia siguienfa
y todos los instintos del hombre de la Las fainas del dia anterior.
naturaleza; 'es jinete, pastor, soldado,
posta y nómade; asi sus cuadros son Ricuerdo: ¡Qué maravillan
animados y tienen el colorido y la ex- Como andaba la gauchada
Siempre alegre y bien montad*
presión de la verdad. Y dispuesta pa el trabajo...-
Jinete, recuerda con fnego y con Pero hoy en día elbarajo!
hilo las escenas del domador. No se le vé de aporriada.

Y allí el gaucho inteligente El gaucho mas infeliz


En cuanto el potro enriendó, Tenia tropillade un pelo,
Los cueros le acomodó No le faltaba un consuelo
Y be le sentó enseguida. Y andaba la gente lista
Que el hombre muestra en la Vida Tendiendo al campo la vista.
La astucia que Dios le dio. Solo via hacienda y cielo.

Y en las playas corcobiando Cuando llegaban las yerras,


Pedazos se hacía sotreta
el ¡Cosa que daba calor!
Mientras él por las paletas Tanto gaucho pialador
Le jugaba las lloronas, Y tironiador sin yel—
Y al ruido de las caronas Ah! tiempo! pero si en él,
Salía haciendo gambetas. Se ha visto tanto primor.
Ahí tiempos!... si era un orgullo Aquello no era trabajo,
Ver ginetear un paisano— Mas bien era una junción,
Cuando era gaucho baquiano Y después de un güen tirón
ÜV1 JUICIOS UJUTICOS

En que uno se daba mana, Poeta es incorreoto y verboso, pero


Pa darle un trago de caña
Solía ¡¡amarlo el patrón.
claro, verdadero y expresivo. Su nar- —
ración esmaltada y embellecida por las
Soldado, describe al natural los ata- ,
metáforas ó imájenes que emplea, es
lúes y entreveros con los indios, con unas veces indolente y perezosa, anima-
ana verdad y colorido sin rival. da y rápida otras; pero siempre sen-
cilla, siempre verdadera, siempre me-
Se Vinieron en tropel lancólica.
Haciendo temblar la tierra Su vena, abundante, fácil y grata,
No soy manco pa la guerra
Pero tuve mi jabón, es inagotable;como él mismo lo dice,
Pues iba en un redomón «las coplas le brotan como agua de
Que habia boliao en la sierra. manantial.»
Qué vocerío! qué barullo! Aqui me pongo á cantar
Qué apurar esa carrera! »
Al compás de la Vigüela.
La indiada todita entera Que el hombre que lo desvela
Dando alaridos cargó— Una pena estraordinaria,
Jué pucha y ya nos sacó Como la ave solitaria
Como yeguada matrera. Con el cantar se consuela.
Qué fletes traiban los bárbaros!
Como una luz de lijeros— Pido á los Santos del Cielo
Hicieron el entrevero Que ayuden mi pensamiento,
Y en aquella mescolanza, Les pido en este momento
Este quiero, este no quiero. Que voy á cantar mí historia
Nos escojian con la lanza. Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.
Al que le dan un chuzazo,
Dificultoso es que sane, Vengan Santos milagrosos,
En para no echar panes.
fin, Vengan todos en mi ayuda,
Salimos por esas lomas, Que la lengua se me anuda
Lo mesmo que las palomas, Y se me turba la vista;
Al juir de los gavilanes. Pido á mi Dios que me asista
En una ocasión tan ruda.
Es de almirar la destreza
Con que la lanza manejanl
De perseguir nunca dejan—
Y nos traiban apretaos,
Si queríamos de apuraos
Salimos por las orejas.
Cantando me he de morir,
Y pa mejor de la fiesta Cantando me han de enterrar,
En ésta aflicion tan ¿¡urna, Y cantando he de llegar
Vino un Indio echando espuma, Al pié del Eterno Padre—
Y con la lanza en la mano Dende el vientre de mi madre
Gritando «Acabau .cristiano Vine á este mundo á cantar.
Metau el lanza hasta e! pluma.»

Tendido en el costillar
Que no se trabe mi lengua
Cimbrando por sobre Ni me falte la palabra—
el brazo
Una lanza como un El cantar mi gloria labra
lazo
Me atropello dando gritos
Y poniéndome á cantar,
Si me descuido Cantando me han de encontrar
maldito el
Me levanta de un lanzazo.
Aunque la tierra se abra.

Si me atribulo, ó me encojo Me siento en el plan de un bajo


Siguro que no me escapo: A cantar un argumento
Siempre he sido medio guapo Como si soplara un viento
Pero en aquella ocasión, Hago tiritar los pastos—
Me hacia buya el corazón Con oros, copas y bastos
Como la garganta al sapo. Juega allí mi pensamiento.

Dios le perdone al salvaje Yo no soy cantor letrao,


Las ganas que me tenia...» Mas si me pongo á cantar
Desaté las tres marías No tengo cuando acabar
Y lo engatusé á cabriolas-*. Y me envejezco cantando,
Pucha»... si no traigo bolas Las coplas me Van brotando
Me achura el Indio ese dia. Como agua de manantial»
SOBRE MARTIN FIERRO xxvn
Con la guitarra en !a mano todas esas escenas sencillas y tocante»
Ni las moscas se me arriman, que hac<?n la felicidad del paisano y
Naides me pone el pié encima,
Y cuando el pecho se entona, —
su familia felicidad real porque está
Hago gemir á la prima en la naturaleza y que solo Martin
Y llorar á la bordona. Fierro ha sabido pintar con sus ver-
daderos colores.
No puede darse nada más acabado Por lo que á mí hace, puedo decir
oomo prueba de abundancia y de fa- que no he visto en las mejores dee-
cilidad. cripoiones de Walter Scott y de Fe-
Cuando describe, pinta, y sus cua- nimore Cooper, nada que iguale 4 la
dros son vivos y animados como la sencillez, naturalidad y belleza de ésta».
naturaleza misma.
Tiene todavía en este género, y en-
Yo he conocido esta tierra
tre un cúmulo de bellezas en que ea
En que el paisano vivía difícil elegir, un cuadro sin rival, en
Y su ranchito tenia que competen la grandeza de la es-
Y sus hijos y mujer..~.
cena, con la grandeza del terror, en
Era una delicia el ver
Cómo pasaba sus dias. que todo es bello, todo es tremendo;
tremendo el espanto, tremendo el pa-
Entonces.... cuando el lucero vor que inspira. Este cuadro ea «1
Brillaba en el cielo santo,
malón del Indio.
Y lo* gallos cor su canto
Ños decían que e) día llegaba,
A la cocina rumbiaba
Allí, si, se ven desgracias
El gaucho que era un encanto.
Y lágrimas, y afliciones,
Naide le pida perdones
Y sentao junto al jogon
Al Indio— pues donde entra
A esperar que venga el día,
Roba y mata cuanto encuentra
Al cimarrón le prendía
Hasta ponerse rechoncho Y quema las poblaciones.

Mientras su china dormía


Tapadita con su poncho. No salvan de su jtiror
Ni pobres angelitos;
los
Viejos, mozos y chiquitos
Los mata del mesmo modo
Que el Indio lo arregla todo
Venia carne con cuero,
la
Con la lanza y con los gritos.
La sabrosa carbonada.
Mazamorra bien pisada Tiemblan las carnes al verlo
Los pasteles y el güen vino...- Volando al viento la cerda-
Pero ha querido el destino, La rienda en la mano izquierda
Que todo aquello acabara. Y lanza en la derecha-
la
Ande enderieza abre brecha
Pues no hay lanzazo que pierda.

No me faltaba una guasca ¿Y qué decir de la última estrofa?


Esa ocasión eché el resto: ¿Quién no vé con espanto ente su»
Bozal, maniador cabresto,
ojos al indio feroz y bárbaro, sedien-
Lazo, bolas y manea
¡El que hoy tan pobre me vea to de sangre, ávido de destrucción y
Talvez no crerá todo esto!! carnicería; desnudo, desmelenado y
terrible, lanza en ristre hiriendo y
Todo esto es bellísimo; pensamiento, matando con furor cuanto encueatra,
descripción, versificación. El recuerdo viejos, mujeres y niños?
del tiempo pasado, la madrugada, la
comilona, y el candoso recuerdo de Tiemblan las carnes al verlo
las guascas que constituían sus rique- Volando al viento la cerda-
La rienda en la mano izquierda
zas, son preciosidades que enternecen,
Y lanza en la derecha-
la
que encantan y trasportan al leotorá Ande enderieza abre brecha
la estancia, al rancho, á la yerra, á Pues no hay lanzazo que pierda.
2LXVJL11 JUICIOS CRÍTICOS

Esto es soberbio, magnífico, y hasta Su casa es el pajonal,


la versificación por su vigor, su rapi- Su guarida es el desierto;
Y si de hambre medio muerto
iez, y su pavorosa eufonía, es grande y Le echa el lazo á algún mamón,
ügna de la pintura que traza. En nin- Lo persiguen como á plaito
gún idioma puede hacerse nada mejor. Porque es un gaucho ladrón.
El sentimiento que en todo el canto
Y de un golpe por ay
si
wbosa, es dulce hasta lo tierno; pene- Lo dan güelta panza arriba.
trante hasta el dolor. No hay un alma compasiva
De este último hemos dado ya una Que le rece una oración—
Tal Vez como cimarrón
uestra al describir su llegada á su
En una cueva lo tiran.
rancho.

Puedo asigurar que el llanto


Como una mujer largué
Para son los calabozos
él
Ay mi Dios! si me quedé duras prisiones—
Mas triste que Jueves Santo. Para él las
En su boca no hay razones
Aunque la razón le sobre,
Héaquí ahora algunos del primero
Que son campanas de palo
fle ese sentimiento dulce, .preñado de Las razones de los pobres.
tierna melancolía que brota del alma, Si uno aguanta, es gaucho bruto
Si no aguanta es gaucho malo
f onyos acentos quejumbrosos y resig- Déle azote! déle palo!
ados, salen lentos y pesarosos como Porque es lo que él necesita!!
pulsaciones de un corazón dolorido. De todo el que nació gaucho—
Esta es la suerte maldita.
Y atiendan la relación
Que hace un gaucho perseguido,
Que padre y marido ha sido
Empeñoso ydeligente,
Y sin embargo la gente
Y en esa hora de la tarde
Lo tiene por un bandido.
En que tuito se adormece
Que el mundo dentrar parece
sr. A vivir en pura calma
Con las tristezas del alma
Al pajonal enderieze.
Íunte esperiencia en la vida
lasta para dar y prestar,
Bala el tierno corderito
Al lao de la blanca oveja;
Quien la tiene que pasar
Entre sufrimiento y llanto; Y á la vaca que se aleja
Llama el ternero amarrao—
Porque nada enseña tanto
Pero el gaucho desgraciao
Como el sufrir y llorar.
No tiene á quien dar su queja.

Esta es la verdadera poesía, la poesía


del dolor y del alma. ¡Cuantos volúme-
Tuve en mi pago en un tiempo nes de necedades brillantes contienen
Hijos, hacienda y mujer,
las Bibliotecas, cuyo jugo esprimido, no
Pero empecé á padecer,
Me echaron á la frontera, vale el pensamiento y la ternura de
¡Y qué iba á hallar al Volver! estos pocos versos!
Tan solo hallé la tapera.

Sosegao Vivía en mi rancho


vida nómade que emprende res-
La
Como pájaro en su nido—
el
Alli mis hijos queridos pira la poesía animosa, elevada y me-
Iban creciendo á mi lao...„ lancólica del desierto. El aislamiento,
Solo queda al degraciao el espacio y el silencio lo inspiran, y
Lamentar el bien perdido. Noche, la Soledad y el Peligro:
canta la

Y al campo me iba sólito


Mas matrero que el venao—
No tiene hijos, ni mujer, Como perro abandonao
Ni amigos ni protectores, A buscar una tapera,
Pues todos son sus señores O en alguna vizcachera
Sin que ninguno lo ampare. Pasar la noche tirao
SOtíKK J51AKT1JN ¿IIÍKKÜ

Sin punto ni rumbo fijo En la refriega que tuvo con la Poli-


En aquella inmensidá cía, fué socorrido por Cruz, otro gau-
Entre tanta oscuridá
Anda el gaucho como duende,
cho desgraciado y perseguido como él,
Allíjamás lo sorprende y como él valiente
y poeta. Se hacen
Dormido, la autoridá. amigos; Cruz le cuenta su historia que
es la misma de Fierro y de todos loa
Su esperanza es el coraje,
Su guardia es la precaución gauchos; y al hablarle de su querida, le
Su pingo es la salvación, hace con una pasión y un sentimiento
Y pasa uno en su desvelo, que honrándolo á él, honra y ennobleoa
Sin mas amparo que el cielo
á la mujer de campaña.
Ni otro amigo que el facón.
Yo también tuve una pilcha
Que me enllenó el corazón—
Y si en aquella ocasión
Ansi me hallaba una noche Alguien me hubiera buseao—
Contemplando las estrellas ro que me había hallao
Que le parecen mas bellas Mas prendido que un botón.
Cuanto uno es mas desgraciao,
Y que Dios las aiga criao
Para consolarse en ellas.

Les tiene el hombre cariño


Quién es de un alma tan .dura
Ysiempre con alearía
Que no quiera una mujerl
Ve salir las tres marias Lo aüvia en su padecer:
Que si llueve, cuando escampa
Si no sale calavera.
Las estrellas son la guía
Es mejor compañera
la
^ue el gaucho tiene en la pampa. Que el hombre puede tener.

Si es güeña, no lo abandona
Cuando lo Vé desgraciao,
ncontraba como digo, Lo asiste con su cuidao
En aquella soledá Y con afán cariñoso
Entro tanta oscuridá Y usté tal Vez ni un rebozo
Echando al viento mis quejas Ni una pollera le ha dao.
Cuando el grito del chajá
Me hizo parar las orejas.
¡Cuan noble y hermoso e¡- este retra-
Como lumbriz me pegué to de la mujer americana, única que sin
AI suelo para escuchar, interés adhiere y sacrifica por el hom-
Pronto sentí retumbar bre que ama.
Las pisadas de los fletes,
Y que eran muchos ginetes Y usté tal vez ni un rebozo
Conocí sin vacilar.
Ni una pollera le ha dao.

Hó aquí la mujer tal como la hizo 1*


Me refalé las espuelas naturaleza, y tal como es todavía ea
Para no peliar con grillos,
nuestros campos. Lástima que no pue-
Me arremangué el calzoncillo,
Y me ajusté bien la faja da decirse otro tanto de todas las delta
Y en una mata de paja. ciudades, donde estos ejemplos son ya
Probé el filo del cuchillo. bastante raros.
Cruz y Fierro unidos por la amistad
Para tenerlo á la mano
El flete en el pasto até, y recíproco interés, abandonan sus pa-
La cincha le acomodé, gos, y se van á los indios Nada maa —
Y en un trance como aquel. natural que este pensamiento y el modo
Haciendo espaldas en él
Quietito los aguardé.

de ejecutarlo Los proyectos, el racio-
cinio, y el lenguaje se sostienen hasta
Cuando cerca los sentí el fin con la misma entonación, con el
Y que ay no mas se pararon mismo interés con que empezó lahia-
Los pelos se me herizaron;
toria.
Y aunque nada vian mis ojos,
tNo se han de morir de antojo» Véase la oonclucion que queda este*
Les dije cuando llegaron. reotipada eu la mente del lector.
XXX JUICIOS CEITICOS

nes las bellezas del pensamiento y da


poesía de que está profusamente sem-
brada, no serán tales bellezas, por la
Si hemos de salvar 6 nó razón soberanamente estúpida de que el
De esto naide nos responde,
estilo y el lenguaje, sean gauchescos;
Derecho ande el sol se esconde
Tierra adentro hay que tirar, eomo si bajo todas las lenguas y estilos
Algún dia hemos de llegar.... no pudieran manifestarse con propie-
Después sabremos á donde. dad y elevación los sentimientos del
No hemos de perder el nimbo
alma, los quejidos del dolor, los en-
Los dos somos güeña yunta cantos de la poesía.
El que es gaucho va ande apunta, Para tales gentes valdrá mas un mi-
Aunque inore ande se encuentra; llar de embustes de sandeces y absurdos
Pa el lao en que el sol se dentra
Dueblan los pasos la punta. referentes á pueblos y costumbres qn»
no conocen ni les interesan, pero que
estén penosamente bruñidos con el li-
mado y violento estilo de Víctor Hugo,
Allá habrá seguridá con el esmerado y florido de Lamarti-
Ya que aquí no la tenemos, ne, 6 el festivo de Dumas, q:e la ver-
Menos males pasaremos '

Y ha ie haber grande alegría.


dad animada de estos cuadros, en que
El día que nos descolguemos todo es real, vivo, interesante y bello.
En alguna toldería. A tales gentes es preciso comprenderlas.
Concluiremos repitiendo, que como
Fabricaremos un toldo
Como lo hacen tantos otros, pensamiento poético, y como ejecución,
Con unos cueros de potro es lo mejor que hemos visto en su gé-
Que sea sala y sea cocina, nero; y creemos muy difícil, por no
¡Tal vez no falte una china decir imposible que pueda superarse.
Que se apiade de nosotrosl
Tengo pues la satisfacción íntima de
felicitarlo por una creación que hace
tanto honor á su corazón como á su
talento; que honra altamente á la li-
El que maneja las bolas,
El que sabe echar un pial, teratura de su país; que conservará
Y sentársele á un bagual para siempre ese tipo característico,
Sin miedo de que lo baje, cuyo original está próximo á desapa-
Entre los mesmos salvajes
recer, pero que no morirá mientras
No puede pasarlo mal.
haya imprentas para reproducirlo, y
que puede gloriarse con razón de ha-
ber eternizado.
Cruz y Fierro de una estancia Esperando que nuevas obras de su
Una tropilla se arriaron pluma me proporcionen solaces agra-
Por delante se la echaron
Como criollos entendidos,
dables como los que esta me ha dado
Y pronto sin ser sentidos quedo
Por la frontera cruzaron. Suyo servidor y amigo.
Y cuando la habian pasao, Juan María Torres.
Una madrugada clara
Le dijo Cruz que mirara Montevideo, su casa, Febrero 18 de 1874.
Las últimas poblaciones
Y á Fierro dos lagrimones
Le rodaron por la cara.

Vamos á publicar enseguida una


carta del misn¡o Sr. Torres rehusando
Las citas oasi igualarían al texto, si su aprobación al título de Juicio Crí-
kubieran de citarse todas sus bellezas; tico con que encabezamos su trabajo,
pero sobra con lo Lecho para formarse y que él encuentra demasiado preten-
una idea de la obra. sioso, limitándose á darlo modestamea-,
Habrá gente, sin embargo, para quie- t» ^ *» Apags'-TuaOTí».
SOBRE MARTIN FIERRO XXXI

Nos permitiremos antes de hacerlo, objeto que emitir las breves observa-
decir dos palabras muy breves al res- ciones que hemos consignado en ellas,
pecto. nos complacemos en publicar su car-
Como observa con muchísima pro- ta, á la cual hemos hecho referencia.
piedad Torres, no siendo Martin
el Sr. Es la siguiente:
Fierro una obra de arte, no pueden
aplicárselo sus reglas, y hacer á su res- Señor D. José Hernández.
pecto un juicio crítico literario. Su casa, Febrero 23 de 1873.
Pero sus Apreciaciones han seguido
otro rumbo, y han ido por consiguien- Estimado señor y amigo:
te mas allá, penetrando profunda 1

te en la índole y la intención di li- He La Patria que se dá


visto en
bro que ex<< minaba; ha descubierto en el títulode Juicio crítico á las Apbk-
él, con espíritu sagaz y fina observa- ciaciones que hice de su bella obra,
ción, el sentimiento que comunica vida Martin Fierro.
y nv o á cada uno de los cua- Permítame mi amigo, que rehuse
mismo acaba de poner en mi aprobación á un título de tan pre-
relieve con tan exquisito pulso, y con tensioso pues no tiene base desde quo
observaciones de tal carácter y de tan- esa obra por la especialidad de 6U ca-
to alcance; que lo que él llama mo- rácter, no está ni puede estar sujeta
destamente apreciaciones, no es nada á la crítica literaria.
Bienes .-iuo Un JUICIO FILOSÓFICO SOCIAL, Para que Martin Fierro pudiera ser
en que se ven mezcladas á cada paso, objeto de crítica, era preciso que fue-
observaciones de uu orden grave y ra una obra de arte, sujeta á sus re-
elevado, con reflexiones sugeridas por glas y por consiguiente á su aplica-
una serena cuanta profunda moralidad, — —
ción no siéndolo no pueden aplicár-
y animado todo él por un sentimien- sele, luego no puede hacerse un juicio
to tívo y delicado de la belleza y de crítico sobre ella.
la i
Martin Fierro es un gaucho verda-
El Sr. Torres le ha abierto á Mar- dero, lejítimo, hijo puro de la natu-
tin Fierro, puertas donde sus formas raleza, que no sabe lo que es arto y
incultas, no le daban el derecho de ni aun conoce los elementos del idio-
sol i ada. ma que habla; es ol cantor inspirado
te á la críti- del 1
que arroja al aire torren-
ca literaria. —Es tipo de una raza.
el tes de poesía inculta, pero hermosa
:ijo de la naturaleza, como el como la calandria
ó el gilguero, sus
Sr. Torres lo ba Humado; es el cantor trinos gorjeos.
y
del Desierto. No pueden, pues, aplicársele los pre-
No tiene maestro, ni otra escuela ceptos de un arte que no conoce, ni
que la de una gramática que no ha estudia-
"ie otra i on que la de do. Lo mas que puede hacerse con él,
sus propios afe< !os ecos que es lo que yo hice, saborear sus belle-
¡n de su alma, traspor- ir mas allá seria una pretensión
tes de e 8U ;
|
absurda. Y
es esto precisamente lo
ontáneos, que constituye su mérito, pues acaso
tiene mas valor real, y mas bellezas
poéticas bajo el tosco lenguaje que em-
el plea, que muchas obras que se dan
es agre: i es real por modelo de corrección y de arte.
Le agradeceré tenga á bien publi-
>r. — Es car á continuación del último
esta,
.V ho ha maso de mis Apreciaciones sobre Martin
o
Fierro, como un correctivo al título de
Juicio CalTiro. con que aparecieron.
mas Juan María Torres
XXXII JUICIOS CRÍTICOS

BIBLIOGRAFÍA en el repartimiento de los bienes da


la libertad por cuya conquista tanto»
años han pugnado.
Señor D. José Hernández Martin Fierro es la encarnación de
la multitud: órgano reproductor del
Tratándose de juzgar un libro, ni Vd. lamento de los gauchos sujeto al bár-
ni yo gustamos de hacer floreos litera- baro servicio de fronteras que, como
rios, yendo siempre derechos al bulto, una onda poderosa viene á estrellarse
al punto objetivo ó como quien dice, al ante la indiferencia granítica de los
eje 6 muelle espiral sobre que describe gobiernos.
su rotación el argumento. Aplicando Si aquí tuviéramos un público capaz
tan económico sistema para darle mi de reivindicar los derechos del hom-
opinión sobre Martin Fierro, no me de- bre y del ciudadano, agredidos en el
tendré en deoir donde faltó á las leyes habitante nativo del campo, su libro
de la rima, ni cual ripio debiera desa- habría producido el efecto maravillo-
parecer si hay éste ó aquel concepto so alcanzado en la América del Norte
contrario á la buena prosodia. por «La Cabana de Tío Ton», porque
Solo juzgando ensayos juveniles es uno y otro son producto de la mas su-
pertinente detenerse en la parte ele- blime filantropia. Levantar una raza
mental de la composición; pero como abatida, devolviéndole las condiciones
Vd., á lo que entiendo, no está en el civiles y políticas que el abuso arre-
caso de aprender el mejor empleo de bató atrevidamente, es la tendencia de
las sinalefas y otras figuras didácticas ambos libros: allá se atacaba una ins-
del divino arte, voy sin rodeos á ma- titución legal y sin embargo triunfó el
nifestarle mis impresiones. grito de la naturaleza, en tartto que
Repetidas veces he saboreado las be- aquí el pobre gaucho es flagelado sin
llezas oontenidas en las bien descritas derecho por un simple abuso de fuerza
aventuras de su héroe, creación bellí- Lo dicho, relativamente al objeto,
sima por la doble faz, riente y sombría, y por lo que respecta á su tipo, no
con que se dibuja en gigantesco relieve, vacilo en decirlo que, sin pretenderlo,
esto sin oontar con lo sabroso de la ha dejado usted muy atrás á nuestros
crítica con que Vd. decora su admira- payadores en ouanto al fondo y opor-
ble cuadro. tuna elección de la estrofa. La décima
Su trabajo, escrito sin duda por mero no la usa el gaucho sino en composi-
pasatiempo, responde á tendencias do- ciones breves de amor ó en felicita-
minante en su espíritu, preocupado ciones, y el romance asonantado nun-
desde larga fecha por la mala suerte del ca: evitando estos escollos y haciendo
gaucho: y es la manifestación cumplida uso del sexteto octosílabo, la imitación
de sus simpatías en favor de esos pobres de los trobos campesinos es perfecto.
parias, condenados por los abusos del Los que han manejado este género
poder á vivir constantemente armados entre nosotros, poseyendo el medio li-

del sable, creando y destruyendo si- terario, desconocían las peculiaridades


tuaciones que siempre concluyen por de moral, de filosofia, de religión y
serles adversas. En las luchas civiles, aun de política que hacen del gaucho
la peor parte ha sido para ellos; y du- un ser escepcional, difícil de medirlo
rante la paz armada en que los caudillos en el cartabón de los compadritos di-
han mantenido la República, el campa- cheros.
mento y los fortines los han alejado de El compadre en la campaña, es la
la vida laboriosa y de los sagrados vín- depuración incorrecta de la sencillez
culos del hogar, relajando la constitu- rústica que, perdiendo todo su sabor
oion de la familia y bastardeando las original, se aproxima y entremezcla
generaciones: convirtiéndolos en nó- con el compadre de la ciudad, degene-
mades habitantes de nuestras inmen- ración correcta del habitante culto; y
sas praderas, cuando no están sujetos en esa zona que deslinda la civiliza-
al yugo del servicio, que es un lote ción de la barbarie, los predios rústi-
SOBRE MARTIN FIERRO xxxin

oos de los urbanos; término medio del y los secretos del fogón, nos enseña el
estado social argentino, se desenvuel- aduar del hombre semi-salvaje, con toda
ve la existencia bullanguera del tipo la desnudez vergonzosa de su realidad.
estudiado para representar al gaucho, y Pero hay escenas que indudablemen-
que en su eterna mania de espectabi- te no las oomprenderá sino ¡a persona
Uzars3. hace grotesco lo que es bello. que haya vivido algún tiempo en el
En este concepto, Vd. se hallaba en campamento, imájenes que solo e.1 que
-condiciones ventajosas para desarrollar haya cruzado errante nuestras dilata-
su tesis, porque habiendo vivido por das pampas podrá valorar.
mucho tiempo en contacto con el gau- Con el grosero lenguaje de los habi-
chaje de las cuatro provincias litora- tantes del campo, hace apreciaciones
ndo como es, un observador pintorescas y de un colorido magnífico
fino y de criterio, tenia que ofrecer- — exhibiéndonos tipos que solo Asca-
nos en sus cuadros la verdad, eterna subi y Del Campo han descrito con
fuente de la belleza: y si á esto se éxito en nuestros dias.
agrega un fácil manejo de la lengua y A pesar de que no somos partidarios
gran respeto á los preceptos literarios, de este género de literatura, porque
terminaré diciendo: que ni como aspi- creemos que para herir !a imaginación
ración noble á favor de los habitan- de las masas no se necesita escribir eu
lel campo, ni como crítica de los el lenguaje literal con que ellas mani-
abu- 'tidos en el servicio de fiestan sus pensamientos, porque cO
fronteras, ni como interpretación del ha dicho un notable literato oriental—
gaucho moralmente juzgado, he teni- se puede sentir en gaucho y espr/'sarse
do, hasta hoy, la ocasión de leer algo en lenguaje culto y castizo, enseñando á
<juc le avent las generaciones de porvenir como se
1

Queda de Vd. S. S. S. y amigo. sentía en nuestra época, preoon


ñoco de como se espre^a el sentimiento
Mariano A. Pelliza. lo que á la verdad poco importará á
nuestros sucesores; sin embargo, la com-
Marzo 27 de 1
posición del señor Hernández tiene tan
hermosos pensamientos, ideas de poe-
sía en natural tan elevadas y exquisitas,
que se puede perdonar la forma en que
BIBLIOGRAFÍA tan á la imaginación impre-
sionable del pueblo ile nuestras campa-
Acaba de darse á la publicidad un ñas, seguro que el mas ignorante paisa-
pequeño libro con el titulo con que no comprenderá el fondo de verdad y
enea: estas líneas. aun la moral del argumento.
El brillante éxito que ha obtenido El mas extraño á nuestras costumbres
en la Campaña, nos ha llamado la populares, verá brillar en medio alas
atención y sea dicho de paso, empe- tinieblas que se proyectan del cuadro de
zamos su lectura con cierta descon- salvaje ignorancia que el autor describe,
fianza que se esplica en los numero- brillantes luces, que el mismo fondo
sos chascos de que es víctima nuestro oscuro hace notables, aumentando su
EúKlico en materia de composiciones magnitud.
terarias. En medio de la ceguedad del fanatis-
embargo, debemos confesar que mo supersticioso, y de los mas groseros
el libro en cuestión, está muy lejos de vicios, se destacan hermosas flores que
ser lo que generalmente se llama mi se revelan por su exquisito perfume
fiambre: su argumento no puede ser á pesar del estilo y de la forma.
mas verosímil, ni sus personajes mas Martin Fierro no es el tipo del gaucho
verídicos. Su autor el Sr. Hernándee, patriota, que allá en la alborada de
antiguo redactor del «Rio de la Plata», nuestra independencia, nos describí»
nos demuestra que conoce profunda- Hidalgo: entusiasta, indomable y ori»-
mente las costumbres del campamento tiano. --.•>
XXXIV JUICIOS CRÍTICOS

No es, tampoco, el gaucho que nos ba la provincia menos culta de la Con-


exhibe Ascasubi luchando por las liber- federación Argentina, se siente el mo-
tades de su Patria en los ejércitos de Paz vimiento expansivo de la civilización

ó de Lavalle ni menos el paisano se- sacudiendo á todos sus habitantes del
mi-educado que nos pinta Del Campo marasmo intelectual que los dominaba,
en su popular «Fausto» Martin Fierro comunicándoles por medio del libro
es una creación de otro género es el— nueva vida y presentándoles ríentes
hijo desheredado de una raza de cen- perspectivas.
tauros, envilecido, perseguido, y menos- El lector de la ciudad, no tiene na-
preciado por la sociedad en que vive, turalmente exijencias especiales y privi-
engendro miserable de la guerra civil y legiadas por determinados libros. Lee
la ignorancia, con todo el caudal de pa- todo lo útil, todo lo bueno y malo que
siones que puede abrigar en su corazón nos envian las prensas europeas, y todo
un ser humano, y sin siquiera el dei'e- lo que arrojan á la publicidad las ca-
cho de manifestarlas libremente ver- — sas editoras que tenemos.
dadero paria de nuestros dias, pero in- Pero, conseguir que el habitante do
domable; ignorante, pero con arranques lascampañas lea sin fastidiarse, lea con
de nobleza; resistiéndose á ser arrastra- provecho y queden en su imaginación
do al ignominioso servicio de frontera impresiones nobles y permanentes, es
y batiéndose como un león con la par- algo mas serio de lo que á primera vis-
tida del pago —Ginete como un tártaro, ta parece. En el espíritu del labriego
fuerte como un atleta, práctico en las es menester que el libro ó la anécdota
inmensurables sendas del desierto como moral dejen huellas; es necesario que la
un árabe, sufrido, sobrio, como nadie enseñanza de su rústica inteligencia

en el mundo esto es algo de lo que 9I adquiere, no se pierda ni se extinga,
autor nos hace conocer en su tipo, y combatida por las costumbres incultas
á la verdad que la creación no ha po- y las faenas rudas del campesino.
dido ser mas feliz. ¿Cómo, pues, conseguir pasto inte-
Aquí, en los grandes centros de po- lectual aparente y fructuoso para el
blación, nadie se cuidará del tipo; todo gaucho de nuestras llanuras? Ni el señor
el mundo ignora que á esa raza de hom- Sarmiento que estudiaba interesada-
bres que va desapareciendo empujada mente el problema, pudo descubrir ia
por las brisas de la civilización, se le incógnita de él, obcureciendola mas
deben nuestra independencia y nues- bien con las traduciones inconvenien-
tras libertades!! tes que aconsejaba.
Felicitamos ardientemente al señor No tiene punto alguno de contacto el
Hernández por su hermoso trabajo, y sngicatter de las selvas norte-america-
desearíamos que siguiera en esa senda, nas, con el semi-saivaje gaucho del do-
haciéndonos escuchar en ese género la sierto. Son dos naturalezas totalmente
lira casi abandonada de Ascasubi y de distintas, sin afinidades que las aproxi-
Del Campo. men, pues las obras de Dickens que
Lautaro recrean al labrador americano, prepa-
rarían la siesta de los que viven en
(El Mercantil, Febrero 6 de 1873)
el rancho.
En el campamento del ejército que
luchaba por causa hermosa de la ci-
la
BIBLIOGRAFÍA vilización cisplatina, tiene origen una
escuela literaria que de tarde en tarde
El gusto por la lectura está formado hace prosélitos entre nosotros.
y generalizado gratamente en todo el Aniceto el Gallo es también un tipo á
territorio de la República Argentina. lo Byron, á lo Quintana, á lo Bello, etc.
La y la Biblioteca Popular
escuela Es gefe de escuela, autor de una lite-
están desparramadas hasta las mismas ratura destinada á quitarle al desierto
faldas de los Andes. En la Rioja, el lu- y á la ignorancia, sus mas preciosas
gar mas apartado y que se considera- presas.
SOBRE MASTÍN FIERRO XXXV
Coetáneo con el insigne Figueroa, ini- un gaucho completo, sin rival, sin pa-
ciaron en buena hora un género de pu- dres conocidos, sin amigos de la in-
blioaoion, que era como la primer semi- nada que lo ligue á la ruti-
fancia, sin
lla arrojada en terrenos feraces y propi- na que ha caracterizado á otras crea-
cios para cosechas compensadoras.
'
ciones idénticas á la del Sr. Hernán-
El ejemplo que ellos daban, encontró dez.
v>mo dijimos ya, de cuando en cuan- A Montero, cuando concluyó su cua-
do imitadores. dro Los funerales de Atahualpa, le di-
El estilo gauchi-poético despertaba jeron en Florencia, y por labios muy
en la imaginación precoz de nuestros autorizados, que no pintara mas. No-
poetas, deseos loables de seguir la estela sotros sin ser mas que admiradores,
de Aniceto, pero no lo conseguían siem- diriamos á Hernández, que se perpe-
pre, porque no se penetraban íntima- túa solo con Martin Fierro.
be de la perfecta originalidad que Al leer las páginas interesantes ds
distingue al gefe, y se iban á estrellar, Martin Fierro, nos hemos reconciliado
sin quererlo, en el género que cultivaba con el infeliz gaucho. Francamente,
Uoore ó en las cauciones inimitables lo queríamos mal. El chiripá, la bota
de Beranger. de potro y el inseparable pañuelo al
Por mucho tiempo, pues, el cetro Jo cuello, nos prevenían siempre desfa-
ha tenido Ascasubi, aunque Anastasio el vorablemente; lo creíamos feroz cuan-
Folio hubiera hecho conatos para arran- do tal vez pudo ofrecernos techo y
car. -.
1
a'imento en el rancho en que pasa su
Hoyse ha retirado Ascasubi de la vida.
arena eu que se lanzó ardoroso y esplén- Uno de esos dramas que se produ-
dido; se refugia en el hogar con la cen alguna vez en las llanuras argen-
grandeza y majestad con que se
;-. tinas, mezcla de sentimientos genero-
eu los Inválidos, los restos que sos y costumbres, bárbaras es lo que
iban de los heroicos tercios del pinta el Sr. Hernández. Las boleado-
viejo Imperio. ras, la maneja, el redomón, las caro-
Pero asi como a esa generación ho- nas, etc., todo ese vocabulario origina-
mérica del valor y el patriotismo fran- lísimo de la vida gauchesca, campea
cés, le sucedió otra nueva digna de re- en Martin Fierro. Es un paseo que
cojer la herencia; así ha encontrado As- se hace á la pampa. Es algo más: le-
casubi con el autor de Martin Fierro, yéndolo, se hace la ilusión de haber
un Micesor que, hará mas todavía que vivido cinco, diez, quince años en com-
conservarla intacta, que la enriquecerá, pañía de Martin: es decir, en pleno
pues tiene dotes previlegiados para rto, en el mismo aduar. Es im-
conseguirlo. perecedera la impresión que deja en
En todas las librerías de esta diudad el ánimo; mas poderosa aun para el
estámodestamente hospedado un folle- lector del Rio de la Plata, que la que
to de humilde apariencia, pero que ejer- produce Cooper leyendo su Trampero.
cerá en los palacios de las capitales, en Desconfiamos de haber escrito con
tos ranchos de campaña ó en los tol- acierto.
dos del desierto, la influencia bienhe- Estas líneas las trazamos inmedia-
chora y solazante que nos producían en tamente que concluimos la sabrosa
otro tiempo los poemas de Aniceto, lectura que nos ha proporcionado la
D. José Hernández (su autor) ha inteligencia chispeante y original de
Sintado con la misma inspiración y Hernández.
estraza que Ruguendas y Monvoisin La Biblioteca Popular de las cam-
ese cuadro de la naturaleza americana, pañas argentina ú oriental, está obli-
de este lado del continente, que eiije gada á tener en sus estantes á Martin
en el artista potencia de genio y co- Fierro.
nocimiento acaudalado de detalles. Cuando de la biblioteca sea
el local
Martin Fierro es el héroe del poema visitado por algún gaucho, de esos
•el Sr. Hernández; Martin Fierro es arrogantes 7 esbeltos, de pingo arábi-
XXXVI JUICIOS CRÍTICOS

go y recado de plata, y reviste la autor entre los primeros poetas ar-


publicación de que nos hemos ocupa- gentinos.
do, exclamará, estamos seguros: Mar- Porque el Martin Fierro es, á nues-
tin Fierro es otro yo! tro entender, una joya literaria. !¡u©
está destinada á embellecer nuestras
La Tribuna de Montevideo, editorial de 23 de bibliotecas.
Marzo de 1873.
Pero no siendo nuestro ánimo hacer
Este artículo fué reproducido por La Patria, libro de Her-
la crítica del precioso
de Lima con algunos fragmentos del libro.
nández, vamos á volver al punto de
partida.
Con todo lo que se relaciona con
BIBLIOGRAFÍA nuestra naciente literatura, somos como
el avaro ante su tesoro, le damos la
importancia de nuestra codicia nacio-
JOSÉ HERNÁNDEZ nal, de nuestro amor á lo bello, de
(Autor del Gaucho Martin Fierro) nuestra fe en los triunfos futuros de
la inteligencia argentina.
Si nosotros fuéramos susceptibles de Por esto hablamos con entusiasmo
sentir orgullo, ó al menos de confe- d« Martin Fierro.
sarlo conociéndolo, nunca tendríamos Y entusiasmo se exal-
este legítimo
mejor oportunidad para manifestarlo, ta mas, cuando vemoslo bien que ha
que en estos momentos, al haber es- sido recibida esta obra en el extran-
crito el nombre del distinguido escri- gero.
tor que encabeza este artículo. Al autor de Martin Fierro se le
Pero nuestro orgullo, seria orgullo distingue en Nueva- York, dándole un
nacional. lugar preferente en una Asociación
Hijo de una nación que bien pudie- Literaria.
ra decirse que recien empieza á la En un periódico español se repro-
vida del progreso y de la civilización, duce su obra, haciéndole los más jus-
nos sentimos enaltecidos en cada uno ticieros encomios.
de nuestros compatriotas que avanzan En París se están publicando en el
un paso en el engrandecimiento na- popular «Correo de Ultramar» el Mar-
cional. tin Fierro, honor que pocos trabajos
José Hernández pertenece á la ca- literarios de la República Argentina
rrera de las letras. han alcanzado.
Entre los muy
pocos obreros que De Norte-América han solicitado la
trabajan para darnos una literatura adquiescencia del autor para hacer una
propia, hoy ocupa un lugar distingui- edición de lujo, cuyo tiraje será de
do este valiente publicista, cuya fe- muchos miles.
cunda imaginación nos ha dado las También se ha pedido el retrato de
bien concluidas pajinas de Martin Hernández y algunos apuntes biográ-
Fierro. ficos, piara que precedan á la obra;
En esta obra, se hace la mas viva reservándose alli hacer el juicio críti-
y acabada pintura de la dramática co de esa producción del Rio de la Plata.
existencia de nuestros gauchos, cuyo Con tal motivo, véase lo que dice
tipo caballeresco se va perdiendo, ó una correspondencia de Nueva- York,
se ha bastardeado con el contacto de dirigida en Agosto á La Tribuna de
la civilización que empieza á exten- Montevideo.
derse en la campaña, Martin Fierro,
«En algún periódico español, no recordamos
es una leyenda de coloridos tan na- bien si de las Antillas ó de la Península,
turales y patéticos,' tan rica de nove- liemos leido por décima vez á Magariños
dad, tan filosóficamente historiada, la Cervantes en su Celiar. A continuación y con
vida errante del gaucho, tan llena de un pequeño preámbulo del editor, hemos re-
galado nuestra imaginación con la lectura
fuego y de pasión como de ternura y de Martin Fierro, por el Sr. D. José Her-
entimiento, que viene á. oolocar á su nández. Piezas de ese género, que caracte-
snrmrc martin fierro xxxvn
rizan tipos nacionales que han de llevará la teratura á nuestro país, nos lleva has-
posteridad el retrato -fiel é imperecedero de
ta rometer actos de grandes injusticias.
un pueblo, no deberían quedar, según nos in-
feriría el preámbulo aludido, archivadas en
Hace algún tiempo que hemos pedi-
poder de un círculo de amibos. do, por la prensa, se nos remitan apun-
Martin Fierro, primo hermano de Celiar, tes biográficos de hombres que se ha-
como la ha bautizado el editor citado, ha yan distinguido en la literatura, en el
despertado el deseo de imprimir seis mil
ejemplares en tipo hermoso y popel de lujo, foro, en el clero, en las armas, en la
siendo este número el calculado fácil de co- política, en algo, en fin, ya como pro-
locar en los (,aíses de leí iñola mas ceres de la patria, corno mártires, como
inmediato* á este. Para el objeto es necesa-
amigos de humanidad. Este pedidc
la
rio la autorización del señor Hernández ó
del poseedor del derecho de publicación. lo hicimos por habérnoslo encomenda-
Al intercalar esto, que es ageno al argu- do el bibliógrafo Sr. Cortés, qne
mento de la presente correspondencia, lo ha- para emprender la publicación de un
cemos para que sirva de aviso á quienes pu-
Diccionario Biográfico America
diera interesar. Si se quisiera favorecer nues-
tro proyecto, estimaremos se nos remita que quería que en él figurase digna-
propuesta cerrada y rotulada «Equis— N'ew- mente la República Argentina.
Vork/ remitiendo el paquete á la oficina Sin embargo que hemos hecho este
d' !..i Tribuna de Montevideo, el cual, no lo
dudamos, nos será remitido por esos amables llamado varias veces, hasta hoy ni poi
editores. amor al país, ni como recuerdos de
Rogamos también, en caso que fuese acep- familia, se nos ha enviado un solo apun-
tada nuestra id « remita una copia te para poder mandar al Diccionario.
fotojjráíi -a, delautor Sr.Hernaudez, y algu-
nos a; de él. F.stos dos ob-
En este miámo mes hemos anuncia-
contribuirán en mucho al embelleci- do publicación del Parnaso Argenti-
la
miento de la obra. no, trabajo del mismo literato Sr. Cor-
Hacemos votos por la felicidad del Sr. ándonos rogar á nu<
Hernández, á quien hemos cedido ya un lu-
flar de
colegas presten su valioso apoyo á esa
preferencia en nuestra asociación
Literaria. Que la patria al bendecir su nom- obra nacional, y nadie nos ha honra-
bre, le entone un himno de admiración!» (*) do contestando á nuestra invitaciou.
Esto ¿qué significa?
La obra de Hernández, pues, ya es ¿Así es posible tengamos literatura,
popular en el extranjero y ha dado á
si se mira con tanto menosprecio los
su autor una justa celebridad.
fwimeros trabajos qne han de for-nar
En tanto ¿que ha hecho la prensa a base de su monumento?
Argentina?
Triste es decirlo, pero al paso que
Se ha ocupado acaso do recorrer sus vamos, tarde ó nunca llegaremos al
jarrinas, de formular su juicio, de sa-
Í Helicón, donde no seria tan difícil
udar siquiera á su autor?
trepar en alas de esa inteligencia, que
No; ha callado con el abandono que
como un don del cielo, chispea con
le es peculiar, cuando se trata de las
tanta superabundancia desde las ori-
figuras distinguidas que se levantan
llas del Plata hasta las nevadas cum-
entre nosotros.
bres de los Andes.
¡Mezcla de egoísmo y de indiferen-
Carlos Calvo es una reputación eu-
cia, donde no brota una chispa de ese
fuego santo que en el lenguaje patrió-
ropea, y en la República Argentina
no conocen sus obras.
se
tico, llámase orgullo nacional!!
Alberdi es mas respetado en el ex-
Nosotros no creamos reputaciones,
tranjero por sus grandes talentos, que
antes bien, devoramos nuestros hijos,
en nuestro país, donde es raro encon-
á semejanza del dios de la fábula.
trar uno de sus libros.
Ese egoismo en lo que se relaoiona
Y así muchos prohombres en las
á los hombres que han de dar una li-
letra.-- como en el foro, á quienes su
patria olvida.
(*) La extensa
correspondencia de qne han ¿Quién conoce la obra de Hernán-
ido copiados los anteriores párrafos, es de
Nuera York— Junio 30 de 1878, publica-
dez, sin embargo de haberse anuncia-
da •
La Tribuna de Montevideo, el 24 de do en las librerías?
Agosto del mismo aña Sus compatriotas los amentino»
XXXVU1 JUICIOS CRÍTICOS

muy pocos; pero en cambio ya es Entonces busca en su pecho


La dulce paz, la alegría,
aplaudida en la Banda Oriental, en
Y halla fuente de poesia
Norte-América, en España y en Paris. Inagotable en su amor.
Muy pronto será conocida en todas Este endulza sus dolores
partes del mundo, donde haya quien En él templa sus pasiones,
Díctale coplas, canciones,
hable el idioma de Cervantes.
¿Y eso, á quién lo debemos? á los — Tiernas, de suave color.

extranjeros que nos honran. Y entre trabajos y penas,


Al cerrar este artículo, solo senti- Sin cuidarse del mañana,
mos que nuestra pobre pluma haya No vé que tiene cercana
Su noche— ¡raza infeliz!
tenido que ocuparse de la literatura
Que en un crepúsculo vive;
nacional cuando hay tantos escritores Y las luces, la cultura
que si hubieran emprendido esta dig- Disipándolo, á otra altura.
na tarea, hubieran podido estimular, La encaminan mas feliz.

entusiasmando á la noble juventud


Y, cuando al fin, desaparezca
que se levanta en la arena literaria. De nuestro suelo Argentino,
Nosotros hemos creido cumplir con Siguiendo el ancho camino
un deber, al rendir este pobre home- De la civilización;

naje al inspirado autor de Martin No la lloren el progreso,


Ni la ciencia, ni la gloria;
Fierro.
No conserven su memoria
La moral, la religión.
(El Mercurio del Rosario)
Pero en el Pecho Argentino,
Este artículo fué trascripto en «La Tribuna» Habrá siempre dulce afecto,
de Montevideo de 13 de Diciembre de 1873. Por ese tipo perfecto
De nuestra raza en embrión.
El gaucho cuidó el ganado,
El gaucho sembró la tierra,
Dulce en la paz, fiero en la guerra,
MARTIN FIERRO* Héroe, bardo y dócil peón.

Bello poema, que hábil pinta, Es colono primitivo,


Nuestra raza primitiva, Rudo, osado y solitario,
No ya salvaje, cautiva Valiente y hospitalario,
De la clase superior, Sin amaños, sin doblez,
Que entre la casa y la tolda, Como la Pampa, sombrío,
Entre la ciudad, la pampa, Como el Plata, caprichoso,
Vive libre, en ranchos campa, Y cual pampero, animoso,
Sin Cacique ni Señor. Toma al ombú su altivez.

El hombre civilizado A nadie pidió la idea,


La oprime de aquí y estrecha. Ni la espresion, ni el sentMo,
Hambrienta, de allí, la acecha Costumbre, idioma, vestido
Del salvaje, la crueldad, Original se dará.
Ni tan culta ni tan fiera, Con su traje pintoresco,
Que á uno ú otro le haga amigos. Su cribado calzoncillo,
Sónle é la vez enemigos, /
En el cinto su cuchillo,
El desierto y la ciudad.
Su poncho, su chiripá.
Y si el espíritu eleva,
En sus horas sin consuelo, Junto al fuego de su rancho,
Halla apenas viendo al cielo, Mira al campo, su cosecha....

Su Dios y su religión. Y en la guitarra, su endecha,


Mas queda al gaucho sin patria.
En Vez de canto, es gemir....
En su horfandad y pobreza,
Últimos ecos del vate,
La madre Naturaleza, Que contempla decadente
Sus fuerzas, su corazón. Su raza, y al fin presiente,
Que Vá á dejar de existir....
• Esta composición estractamos del bello
la
tomo de poesías que con el título «El Pere- No perecerán con ella
grino del Plata», acaba de dar á la publici- Su historia, su fiel retrato;
dad el distinguido argentino Dr. José Ma- De Martin Fierro el relato,
na Zubiria Su recuerdo hará inmortal;
SOBRE MARTIN FIERRO XTTTT

Que es el poema de la vida, Y no advierte qne canta las de todos


La vida de un pueblo entero. Los que nacen al borde de la Pampa,
En su genio Verdadero, Los que saben luchar como leones
En su tipo virginal. En las grandes batallas!

En sus usos y costumbres,


No advierte que en sus décimas monótonas
Virtudes, vicios, pasiones,
Hay destellos rosados de alborada
Sentimiento, inspiraciones,
Iluminando un mágico paisaje,
Alma, lengua, corazón; De tierra americana.

Y con tal verdad descrito,


Que aunque haya desaparecido. No advierte que hay relámpagos de tarde
Ha de escapar al olvido Clareando la llanura solitaria,
El gaucho en ese Pantheon. Donde palpita la mirada eterna
Del Dios de las borrascas!
187S
No advierte qne la vida de los campos
Con colores espléndidos retr.-ita:
¡Con los colores que le prestí el Iri» 1

Del cielo de la patria!

Carlas poéticas al poeta colom-


En la verdad él busca la po.
biano Joryc Isaac, por Salva- Y en laverdad de sus colores la halla
dor Mario. Como una fresca y candida v'oleta
En medio de unas zarzas.
CARTA ULTIMA Del pagador humilde, Martin Fierro,
Te envío, Jorge; las hermosas páginaa
Jorgí á tomar mi humilde péñola Léelas á orillas del modesto .Virnj,
Para escribirte la tercera carta, En tu valle del Cauca.
Sobre un recuerdo que tus dulces versos,
Trajeron á mi alma.
Sin más, amigo, te saluda atento,
Desde una tosca del inmenso P:
lé, al suspirar tus bellos cantos. El que, á pesar de Avellaneda, admira
Las decimas que al son de la guitarra Los versos que tu cantas!
Entona, tristemente Martin Fierro
Al borde de la Pampa. Salvador Mario.

Ese agreste cantor, que simboliza Buenos Aires, Diciembre 17 de 1877.


La miserable vida de una raza
Que espera, como él dice, que algún criollo
Gobierne en esta patria!

¡Raza infeliz que, con la fé sublime


EL PAYADOR
Del que lleva en el alma una esperanza,
Espera que algún Cristo la redima En nn espacioso rancho
De su culpa soñadal De amarillentas totoras.
En derredor asentadas
¡Cuántos, amigo Jorge, de sns hijos De una llama serpeadora,
Merecen que en el centro de una plaza
Be les eleve un monumento eterno ,
Que ilumina los semblantes
Por sus grandes hazañas. Como funeraria antorcha
Hirviendo el agua en e, fuego,
(Cuántos porque nacieron en América Y de una mano tras otra
No tienen ni nn recuerdo ni una lágrima, Pasando el sabroso mate
Habiendo muerto, como grandes héroes, Que todos con gusto toman,
Luchando por la patria!
Se pueden contar muy bien
iCuántos hay que merecen la aureola
Como unas doce personas,
Del genio de las musas agraciadas, Pero están con tal silencio,
Y que no se les dá, porque se inspiran Con tanta calma reposan,
Muy lejos de la Francia! Que solo se escucha el éoo
De guitarra gemidora,
Martin Fierro, el poeta sin laureles,
En el silencio de la noche canta,
Mezclado con los acentos
Con voz de doloroso sentimiento, De una voz que melancólica,
Sus ímprobas desgracia*. Murmura tan dulcemente
XL JUICIOS CRÍTICOS

Como el viento entre las hojas. Que el numen del vate esponja
Es un payador, que tierno Para embeber fácilmente
Alza allí sentida trova, De su corazón las gotas,
Y al compás de su guitarra Y después
destilarlas
Versos á raudales brota; Con de la aurora
el llanto
Pero versos expresivos, Convertidas en cantares
De cadencia voluptuosa, Que vuelan de zona en zona,
Y que expresan tiernamente ¡Y cuántas veces no obstante
De su pecho las congojas. Sus desaliñadas coplas,
Es verdad que muchas veces Sin esfuerzo ni trabajo
La ingrata rima cohorta Como las tranquilas ondas,
Pensamientos que grandiosos Una á una, dulcemente,
Se traslucen mas no asoman, Van saliendo de su boca!
Y como nocturnas luces O derrepente veloces,
Al irradiar se evaporan. Penetrantes, ardorosas,
La fantasia sujeta Se escapan como centellas
En las redes del idioma, Y el fondo del alma tocan!
No permite que se eleve Porque su maestro es
La inspiración creadora, La naturaleza sola,
Ni que sus altivas alas A quien ellos sin saber
Del arte los grillos rompan, A oscuras y á tientas copian.
Ni que el instinto del genio Asi el cantor sin curarse
Les trace una senda propia, De reglas que no le importan,
Mostrándole allá en los cielos Sigue raudo y caprichoso
Aquella ansiada corona, Su bien comenzada trova.
Que iluminando el espacio
Con su luz esplendorosa Celiab —Alejandro Magarifio»
Vibra un rayo diamantino Cervantes.

*-•.«.
£DAERTiI2 FIERRO
CSITICAS XJ&TTJST^S

ESTÉTICA Y FILOSOFÍA

r
Si 1» poesía es el espejo mas fiel No me compete á mí por mas que

del alma intima de un pueblo y el pudiera hacerlo — juzgar si Hidalgo,
acabado retrato de los caracteres y fundador de esta escuela y relegado
costumbres del mismo, puede decirse al olvido por los propios, cumplió ó
qué, la nuestra ha tenido muy pocos no con la misión que se impuso; ni
representantes. si el único móvil de las obras de As-
Hidalgo, Ascasubi, Del Campo y casubi fué el de hacer que el hombre
Hernández, han sido tal vez los únicos culto se riera del lenguaje del gaucho,
poetas argentinos, que sin necesidad y mucho menos examinar si es ó no
de buscar inspiraciones y modelos en cierto que Estanislao del Campo se
los autores extrangeros, han sabido propuso criticar las obras artí.-
arrancar de sus liras, verdaderos acen- por boca de los gauchos. Me guian
tos nacionales que reflejan de un mo- otras iutenciones, figurando en primer
delo ta» admirable como gráfico, la término, la de hacer resaltar la injus-
fisonomía moral de nuestro pueblo, y ticia con que ha sido tratado el autor
el carácter peculiar y distintivo de de Mahtin Fiehho por algunos críti-
nuestros antiguos gauchos, pintando, cos, eminentemente argentinos, y por
al propio tiempo, con inimitable y algunos profesores de literatura, quie-
opulento colorido, la intensa magestad nes han tenido la avilantez de decir,
de nuestra Pampa y de nuestro cielo que, Hernández era, en unión de As-
con todos sus esplendores y delicados casubi, insoportable y prosaico.
perfumes.
Los demás vates, Andrade y Eche-
varría, Mármol y los Gutiérrez, fueron,
á pesar de sus relevantes dotes de pen- Hace ya mucho tiempo que, llama-
sadores profundos y de su inagotable do á desempeñar la cátedra de litera-
inspiración, pocas veces desmentida, tura en uno de nuestros primeros es-
representantes genuinos, si" bien mu- tablecimientos de enseñanza, tuve oca-
cho menos directos, del romanticismo sión de advertir que en los programas
o
avasallador, del neo-clasisismo sobera- correspondientes al curso de 5 año
no, ó del naturalismo ó verismo con- del Colegio Nacional, nadase hablaba
vencionales, por mas de que se diga. de Hernández, ni en la parte que se
por autoridades en materias literarias, refiere á la poesía nacional, ni en otra
que todas estas palabras están despro- alguna.
vistas de sentido, si se desciende al Mis dudas y mis vacilaciones, á esto
fondo mismo de las cosas. respecto fueron grandes, llegando tí
XLII SOBRE MARTÍN FIERRO

extremo de leer cuatro ó cinco veces El autor de Martin Fierro, n- pí


seguidas, tanto como la ida y la vuelta un caso aislarlo, no obstante el género
de Martin Fierro. Estas dudas solo que cultivó. Mármol, Echevarría y Au-
se disiparon, cuando al aparecer la drade también sufrieron las mismas
obra titulada «América Literaria», (co- angustias al ver cómo desaparecían
lección de trozos escogidos de los pri- los tiempos casi patriarcales, ,íimpul-
meros poetas y prosistas americanos), sos de la civilización y del progreso;
vi en el prólogo escrito por el doctor progreso que traia consigo refinamien-
Juan Antonio Argerich con referencia tos y costumbres hasta entonces igno-
á la sección argentina las siguientes radas y que al propio tiempo que
palabras, en que después de haber juz- gustaban de aquellos y de éstas los
gado con demasiada parcialidad, por seres humanos, perdian como por en-
cierto, á Olegario V. Andrade y á canto, su adorable sencillez y la in-
Estanislao del Campo, exclama: «¡Qué genuidad que tanto los caracterizaba,
diferencia con Ascasubi y con Her- en los primeros alboreo y aun casi á
nández, lisa y llanamente insoportables mediados del siglo de las luces.
y prosaicos!» El gaucho, en este concepto, era
Habiendo sido catedrático de lite- retardatario; costábale gran trabajo
ratura en el Colegio Nacional, la per- desprenderse de sus costumbres; por
sona que'estas frases estampaba en un eso era mirado con recelo; por eso sé
libro que debia tener —
como ha teni- le trataba injustamente y hasta se le


do gran circulación, no podía extra-
ñarme ya, cual era la causa de haber
despreciaba. ¿Que entraño es, pues qu«
el señor Hernández haya tronado con-
eliminado de los estudios de literatura, tra estas injusticias y esos absurdos,
el nombre del eminentemente
poeta tratando al propio tiempo de perpe-
nacional, de que voy á ocuparme, no tuar una raza noble, hospitalaria, ge-
con la erudición y detenimientos ne- nerosa, varonil, sobria y trabajadora....?
cesarios, pere sí con la buena fó del Martin Fierro, tan enérgico, tan
que vá á exponer juicios propios que arrogante, tan varonil, compendia en
en forma alguna se separan de las re-
glas del arte, como trataré de de-

sí, por incomprensible é inexplicable
paradoja, — el máximun del valor per-
mostrarlo. sonal y la suma de la debilidad hu-
Para los que así opinan, imperan, mana.
desde luego, el charlatanismo, la inge- Extraño contraste: tiene valor para
nuidad, el espíritu de sistema y la luchar, cuerpo á cuerpo, con diez,
retórica de los pedantes sin fa- con veinte hombres, no importaba con
cultades creadoras, á quienes tanto cuantos y no lo tiene para romper
critican, siendo por otra parte, letra con el pasado y seguir la corriente
muerta para ellos, los justos, bien pen- de los demás seres. No quiere matar
sados y mejor escritos juicios críticos y mata, ó lo que es lo mismo, tien«
que habrán de preceder al mío. valor para hacerlo, pero es débil para
resistir los impulsos que le incitan i
ello, ó para acatar con resignación ei
fallo de la suerte.
No era el señor Hernández — en mi Y, sin embargo, Martin Fierro, en
concepto —
el poeta, irresoluto y tími- los momentos de vacilación y de de-
do, ni estaba ajeno de antiguos resa- sesperación, cuando vacila ó cuando
bios, aun cuando muchas veces le vea- llora, cuando canta ó cuando rie, es
mos fluctuar, entre un pasado de que varonil, es fuerte y en esto no se pa-
no quisiera apartarse, un presente lleno rece ciertamente, ni á Anastasio el
de corrupción y de personalismos Pollo, ni á Santos Vega, ni á Juar
y
un futuro que le causaba espanto y Sin Ropa.
le llenaba el alma de la melancolía
y
amargura de que están impregnados
%lgunos de sus magníficos versos.
CRITICAS INJUSTAS xun
Hay algo roas todavía en la obra Considerada la obra que rne ocupa,
del señor Hernández, que no pueda bajo el punto da vista filosófico, debo
pasar desapercibido para ninguna per- confesar también que su filosofía es
sona inteligente y de mediana ins- tanto mas valiosa cuanto es mas ori-
trucción. ginal.
Se moteja y se tacha al señor Her- No se verán en ellas máximas to-
nández, de prosaico y de insoportable, madas de Kaut, de Spencer, de Ribot,
y sin embargo —salvo rarísimos perío- de Aristóteles ó de otros filósofos,

dos la obra que nos ocupa está com- pero en cambio, las que Hernández
pletamente encadenada y sujeta, no pone en boca del viejo Vizcacha, de
solamente á los invariables principios Martin Fierro y del payador more-
de la est o también á los de no, son además de ser concisas y cla-
la mas sana filosofía, si bien puestos ras, tan originales como los refranes
al alcance de los críticos mas obtusos, que Cervantes pone en la de Sancho,
á encadenada á los principios de ó las máximas que oportunamente co-
la estética, porque no habiendo pale- loca el mismo autor en la de Don Qui-
tas cuyos colores compitan con la pa jote.
labra humana, ésta se amolda admi- Los dichos, pues, refranes, ó máxi-
mente al lenguaje del gaucho, á mas de que está sembrada, tanto la
fin de que no palidezcan en nuestra ida como la vuelta de. Martin Fierro,
nación las imágenes de Martin
; i constituyen la filosofia popular, ex-
ie Cruz y del viejo Vizcacha; presada en lenguaje, gauchesco, con
ras todas que pueden competir, á
; expresiones y modismo puramente io-
r de la diferencia de género, con cales,pero cuyo fondo de verdad no
las de algunos clásicos europeos. L» puede negar ninguna persona instruida.
verdad y el colorido de ellas, nos ha- Voy á terminar; Martin Fierro, ea
cen sentir y pensar, obligándonos á una obra que descansa en sólidas ba-
termina/ la lectura del libro una vez ses: es el producto de la observación
abierto, y hasta, si se nos permitiese y de experimentación, por cuanto
la
la frase, llorar cuando ellos lloran y refleja en unas cuantas individualida-
reir cuando ellos ríen. Si la estética des, identificándose con ellas, toda
es la ciencia de la sensibilidad, debo una raza entera, que el progreso mo-
confesar que Martín Fierro está su- derno, en sus múltiples manifestacio-
jeta á los principios que ella establece nes, se ha encargado de hacer que
por cuanto su lectura me ha causado desaparezca.
diversa* emociones é impresiones. Dr. Moornk,

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MAF¡TIN[ FIERRO
—»«•*»

Mas ande otro criollo pasa


Martin Fierro ha de pasar,
Nada lo hace recular
Ni las fantasmas lo e-.pai.tan;
Y deude que todos cantan
Yo también quiero cantar.

."zo á cantar Cantando me he de morir,


Cantando me han de enterrar,
i-lwe < i desvalí Y chantando he de llegar
traordinaria, Al pie del Eterno Padre
Como el ave solitaria Dende elvientre de mi r.iadra
autar se consuela. Vine á este mundo á cantar.

Pido a los Santos del C Que no se trave mi lengua


miento, Ni me falte la palabra
te momento El cantar mi gloria labra
Que voy á cantar mi historia Y poniéndome á cantar,
len la memoria Cantando me han de encontrar
Y aclaren mi entendimiento. Aunque la tierra se abra.

Vengas ^utos milagrosos, -iento en el plan de un bajo


Vengan todos en mi ayuda, A cantar un argumento
Que la lengua se me añuda Como si soplara un viento
Y se me naba la vi Hago tiritar los pastos
Pido á mi Dios que Con oros, copas y bastos
En una ocasión tan ruda. Juega alli mi pensamiento

Yo he visto muchos cantores, Yo no soy cantor letrao,


Con famas bien obtenidas, Mas me pongo á cantar
si
Y' que de.^pues de adquiridas No tengo cuando acabar
No las quieren sustentar: — Y me envejezco cantando,
Parece que sin larp Las coplas me van brotando
8e cansaron en partidas. Como agua de manantial
EL GAUCHO

Con en la mano
la guitarra Y sepan cuantos escuchan
Ni moscas se me arriman,
las De mis penas el relato
Naides me pone el pie encima. Que nunca peleo ni mato
Y cuando el pecho se entona, Sino no por necesidá;
Hago gemir á la prima Y que á tanta alversidá
Y llorar a la bordona. Solo me arrojó el mal trato.

Yo soy toro en mi rodeo ? atiendan la relación


Y torazo en rodeo ageno. Que hace un gaucho perseguido»
Siempre me tuve por güeno Que padre y marido ha sido
Y si me quieren probar, Empeñoso y deligente,
Salgan otros á cantar Y sin embargo la gente
Y veremos quien es menos. Lo tiene por un bandido.

No me bago al lao de la güeya


Aunque vengan degollando,
Con los blandos yo soy blando
Y soy duro con los duros. H
Y ninguno en un apuro
líe ba visto andar tutubiando.

En el peligro que Cristos


¡
Ninguno me hable de penas
El corazón se me ensancha Porque yo penando vivo
Pues toda la tierra es cancha, Y naides se muestre altivo
Y de esto naides se asombre, Aunque en el estribo esté
El que se tiene por hombre Que suele quedarse á pie
Ande quiera hace pata ancha. El gaucho mas alvertido.

Soy gauoho, y entiéndalo Junta esperencia en la vida


Como mi lengua lo esplica, Hasta pa dar y prestar,
Para mi la tierra es chica Quien la tiene que pasar
Y pudiera ser mayor Entre sufrimiento y llanto;
Ni la víbora me pica Porque nada enseña tanto
Ni quema mi frente el Sol, Como el sufrir y el llorar.

Nací como nace el peje Viene el hombre ciego al mundo


En el fondo de la mar; Cuartiándolo la esperanza,
Naides me puede quitar Y a poco andar ya lo alcanzan
Aquello que Dios me dio — Las desgracias a empujones;
Lo que al mundo truge yo ¡Jué pucha! que trae liciones
Del mundo lo he de llevar El tiempo cor sus mudanzasl

Mi gloria es vivir tan libre Yo he conocido esta tierra


Como el pájaro del Cielo, En que el paisano vivía
No hago nido en este suelo Ysu ranchito tenía
Ande hay tanto que sufrir; Y sus hijos y mujer
Y naides me ha de seguir Era una delicia el ver
Cuando yo remonto el vuelo. Como pasaba sus días.

« Yo no tengo en el amor Entonces .... cuando el lucero


Quien me venga oon querellas; Brillaba en el cielo santo,.
Gomo esa» aves tan bellas Y los gallos con su canto
%ue salten de rama en rama— Nos decían que el día llegaba,
Yo haf,o en el trébol mi cama. A la cocina rumbiaba
Y mr. cubren las estrellas. El gaucho que era un encante
MARTIN FIERRO

Y sentao junto al fogón Y verlos al cair la noche


A esperar que venga el día. En la cocina riunidos,
Al cimarrón le prendía Con el juego bien prendido
Hasta ponerse rechoncho, Y mil cosas que contar,
Mientras su china dormía Platicar muy divertidos
Tapadita con su poncho. Hasta después de cenar.

Y horizonte
aperiít* «2 Y con el buche bien lleno
Empezaba á coloriar Era cosa superior
Los pájaros á cantar, Irse en brazos del amor
Y las gallina a apiane, A. dormir como la gente.
OOM áe largarse Pa empezar al día siguiente
Cada cual a trabajar. Las fainas del día anterior

Este se ata las espuelas, Ricuerdo! ;Qne maravilla!!


de el otro cantando, Cómo andaba la gaucha
Uno busca un pellón blando, Siempre alegre y bien montada
Este un laao, otro un rebenque, Y dispuesta [ja el trabajo ....
Y los pingos relinchando Pero al presente. .barajo! . .

llaman desde el palenque. No se le vé de aporriada.


E! pión domador Ei gaucho mas infeliz
Enden /.iba al corral, Tenia tropilla de un pelo
And •.
el animal No le faltaba un consuelo
B'if.-v^r. -,;.'• se las ¡.••l.i....'
1

Y andaba la gente lista. .. .

Y mas malo que BU aer tiendo ai campo la vista,


Se hacia astillas el bagual. lo via hacienda y cié

Y allí el gancho inteligente yerras,


En cuanto potro enriendó,
el • .lor!
Los cueros le acom< Tanto gane!. lor
Y se lo aefitó enseguida; Y tironeador sin yel
Que el hombre muestra «n la vida Ah! tiempos! .... pero si en óL
La astucia que Dios le dio. Se ha visto tanto primor.

Y en playas corcobiando
las Aquello no era trabajo,
hacía el sotivta Ma ra una junción,
Mientras él por las paletas Y de le un güen tirón
Le jugaba las lloronas, Eu que uno se daba mana,
Y ruido de las caronas
al Pa darle un trago de ea
Salía haciéndose gambetas. Solia llamarlo el patrón.

Ah! tiempos:. ... si era un orgullo Pues vi via la mamajuana


Ver ginetiar un paisano Siempre bajo la carreta.
Cuando era gaucho baquiano Y aquel que no era chancleta
Aunque el potro se bollase, En cuanto el goyete vía,
No había uno que no parase Sin miedo se le prendía
Con el cabresto en la mano. Como güérfano a la teta.
Y mientra domaban unos, Y que jugadas se armaban
Otros al campo salían, Cuando estábamos riunidos!
Y la hacienda recogían, Siempre Íbamos prevenidos
Las manadas repuntaban, Pues en tales ocasiones,
Y ansí sin sentir [jasaban, A ayudarles á los piones
Entretenidos el día Caiban muchos comedido».
EL GAUCHO

Eran los días del apuro


Y alboroto pa el hembraje,
Pa preparar los potajes
Y obsequiar bien á la gente,
Y ansí, pues, muy grandemente, III
Pasaba siempre el gauchage.

Venia la carne con cuero, Tuve en mi pago en un ti*rap©


La sabrosa carbonada, Hijos, hacienda y mujer,
Mazamorra biea pisada Pero empecé á padecer,
Los pasteles y el güen vino .... Me echaron a la frontera,
Pero ha querido el destino, ¡Y qué iba á hallar al volver!
Que todo aquello acabara. Tan solo hallé la tapera.

Estaba gaucho en su pago


el Sosegao vivia en mi rancho.
Con toda seguridá; Como el pájaro en su nido —
Pero aura. barbaridá
. . . ! Allí mis hijos queridas
La osa anda tan fruncida, Iban creciendo á mi lao ....
Que gasta el pobre la vida Solo queda al desgraciao
En juir de la autoridá. Lamentar el bien perdido.

Pues si usté pisa en su rancho Mi gala en las pulperías


Y si el alcalde lo sabe Era en habiendo más gente,
Lo caza lo mesmo que ave Ponerme medio caliente,
Aunque su mujer aborte .... Pues cuando puntao me encu
No hay tiempo que no se acabe Me salen coplas de adentro
Ni tiento que no se corte! Como agua de la virtiente.

Y al punta dése por muerto Cantando estaba una vez


Si el alcalde lo bolea, En una gran diversión;
Pues hay no más se le apea Y aprovechó la ocasión
Con una felpa de palos, — Como quiso el Juez de Paz .

Y después dicen que es malo Se presentó y ahi no más


El gaucho si los pelea. Hizo una arriada en montón.

Y el lomo le hinchan á golpes, Juyeron los más matreros


Y le rompen la cabeza, Y lograron escapar
Y luego con lijereza Yo no quise disparar —
Ansí lastimao y todo, Soy manso y no había po¡ -ju4—
Lo amarran codo con codo Muy tranquilo me quedó
Y pa el cepo lo enderiezan. Y ansí me dejé agarrar.

Ay comienzan sus desgracias, Allíun gringo con un órgano


Ay principia
pericón; el Y una mona que bailaba,
Porque ya no hay salvación, Haciéndonos rair estaba
Y que usté quiera ó no quiera, Cuando le tocó el arreo
Lo mandan á la frontera ¡Tan grande el gringo y tan fefltf

lo echan á un batallón. Lo viera como lloraba.

A-nsí empezaron mis males Hasta un inglés zangiador


Lo mesmo que de tantos. los Que decía en la última guerw^
Si gustan .... en otros cantos Que él era de Inca-la- perra
Les diré lo que he sufrido Y que no quería servir,
Después que uno está .... perdido Tuvo también que juir
Uo lo salvan ni los santos. A guarecerse en la Sierra
MARTIN FIERRO

Ni los mirones salvaron Ansi en mi moro escarciande


De esa arriada de mi flor Enderesé á la frontera;
Fué acoyarao el cantor Aparcero! si usté viera
Con el gringo de la mona— Lo que se llama Cantón ....
A ano solo, por favor, Ni envidia tengo al ratón
Logró salvar la patrona. En aquella ratonera.

Formaron un contingente De los pobres que alli habí»


Con los que del baile arriaron— A ninguno lo largaron,
Con otros nos mesturaron Los mas viejos resongaron,
Que habían agarrao también— Pero á uno que se quejó
Las cosas que aqui se ven Enseguida lo estaquiaron
Ni los diablos las pensaron. Y la cosa se acabó.

A mi Juez me tomó entre ojof


el En la lista de la tarde
En última votación
la El Jefe nos cantó el punto
Me le había hecho el remolón Diciendo: «quinientos juntos
Y no me arrimé ese dia, «Llevará el que se resierte,
Y él dijo que yo servia «Lo haremos pitar del juerte
A los de la esposicion. «Mas bien dése por d ¡junto.»

Y ansi sufrí ese castigo A naides le dieron armas,


Tal vez por culpas agenas Pues toditas las que habia
Que sean malas o sean güeñas El Coronel las tenia,
Las listas, siempre me escondo— Sigun dijo esa ocasión
Yo soy un gaucho redondo Pa repartirlas el dia
Y esas cosas no me enllenan. En que hubiera una invasión.

Al mandarnos nos hicieron Al principio nos dejaron


Mas promesas que á un altar— De haraganes criando sebo.
El Juez nos juó á proclamar Pero después no me atrev»
Y nos dijo muchas veces: A decir lo que pasaba
«Muchachos, á los seis meses Barajo si nos trataban
«Los van á ir á revelar.» Como se trata á malevos
Yo llevé un moro de número Porque todo era jugarles
Sobresaliente el matucho! Por los lomos, con la espada,
Con él gané en Ayacucho Y aunque usté no hiciera nada,
Mas plata que agua bendita— Lo mesmito que en Palermo,
Siempre gaucho necesita
el Le daban cada cepiada
Un pingo pa fiarle un pucho. Que lo dejaban enfermo

Y cargué si dar mas güeltas Y qué indios —ni qué servicio,


Con las prendas que tenia, No teníamos ni Cuartel-
Gergas, poncho, cuanto habia Nos mandaba el Coronel
En casa tuito lo alcé A trabajar en sus chacras,
A mi china la dejé Y dejábamos las vacas*
Media desnuda ese dia. Que las llevara el infiel.

No me faltaba una guasca, Yo primero sembró trigo


Esa ocasión hecho el resto: Y después hice un corral,
Bozal maniador cabresto, Corté adobe pa un tapial,
Lazo, bolas y manea. . . Hice un quincho, cortó paja. ..,"

tEl que hoy tan pobre me tm La pucha que se trabaja


Tal vea no orerá todo estoll Sin que le larguen un riaJL
8 EL GAUCHO

Y es lo pior que aquel enriedo Allí, si, se ven desgracias


Que si uno anda hinchando el lomo Y lágrimas, y afliciones,
Se le apean como un plomo . . Naides le pida perdones
¡Quien aguanta aquel infierno! —
Al indio pues donde entra
Si eso es servir al Gobierno, Roba y mata cuanto encuentra
A mi no me gusta el cómo. Y quema las poblaciones.

Mas de un año nos tuvieron fíosalvan de su juror


En esos trabajos duros, Ni los pobres angelitos:
Y los indios, le asiguro, Viejos, mozos y chiquitos
Dentraban cuando querian: Los mata del mesmo modo
Como no los perseguian Que el Indio lo arregla todo
Siempre andaban sin apuro. Con la lanza y con los gritos

A veces decia al volver Tiemblan las carnes al verlo


Del campo la descubierta, Volando al viento la cerda
Que estuviéramos alerta La rienda en la mano izquierda
Que andaba adentro la indiada; Y la lanza en la derecha
Porque habia una rastrillada Ande enderieza abre brecha
O estaba una yegua muerta Pues no hay lanzazo que pierda

Recien entonces salía Hace trotiadas tremendas


La orden de hacer la riunion— Dende el fondo del desierto
Y cáibamos al cantón Ansi llega medio muerto
En pelos y hasta enancaos, De hambre, de sed y de fatiga,
Sin armas, cuatro pelaos Pero el Indio es una hormiga
Que íbamos a hacer jabón. Que día y noche está despierto.

Ay empesaba el afán Sabe manejar las bolas


Se entiende, de puro vicio Como naides las maneja,
De enseñarle el ejerció Cuanto el contrario se aleja
A tanto gaucho recluta, Manda una bola perdida,
Con un estrutor que bruta
. . . . . . Y si lo alcanza, sin vida,
Que nunca sabia su oficio. Es siguro que lo deja.

Daban entonces las armas Y el Indio es como tortuga


Pa defender los cantones, De duro para espichar;
Que eran lanzas y latones Si lo llega á destripar
'

Con ataduras de tiento Ni siquiera se le encoge


Las de juego no las cuento Luego sus tripas recoge,
Porque no habia municiones Y se agacha á disparar.

Y un sargento chamuscao , Hacían el robo a su gusto


Me contó que las tenían, Y después se iban de arriba,
Pero que ellos las vendían Se llevaban las cautivas
Para cazar avestruces; Y nos contaban que a veces
Y ansi andaban «oche y día Les descarnaban los pieses
Déle bala a los ñanduces. A las pabrecitas, vivas.

Y cuando se iban los indios ¡An! sí partía «1 corazón


Con lo que habian manotiao, Ver tantos males, canejo!
Salíamos muy apuraos Los perseguíamos de lejos
A perseguirlos de atrás, Sin poder ni galopiar;
Si no se llevaban mas ¿Y qué habíamos de alcanzar
Es porque no habian hallao. En unos bichocos viejos?
MARTIN FIERRO

Nos volvíamos al cantón Es de almirar la destreza


A las dos o tres jornadas, Con que la lanza manejan!
Sembrando laa caballadas: De perseguir nunca dejan—
Y pa que alguno la venda, Y nos traiban apretaos,
Rejuntábamos la hacienda Si queríamos de apuraos
Que habían dejao resagada Salimos por las orejas.

Una vez entre otras muchas, Y pa mejor de la fiesta


Tanto salir al botón, En esa aflicion tan suma,
Nos pegaron un malón Vino un Indio echando espuma,
Los indios, y una lanciada, Y con la lanza en la mano
Que la gente acobardada Gritando «Acabau cristiano
Quedó dende esa ocasión. Metau el lanza hasta el pluma.»

Habían estao escondidos Tendido en el costillar


Aguaitando atrás de un cerro • . Cimbrando por sobre el brazo
|Lo viera á su amigo Fierro Una lanza como un lazo
Aflojar como un blandito! Me atropello dando gritos
Salieron como maiz frito Si me descuido .... el maldito
En ouanto sonó un cencerro. Me levanta de un lanzazo.

Al punto nos dispusimos Si me atribulo, o me encojo


Aunque ellos eran bastantes, Siguro que no me escapo:
La formamos al instante Siempre he sido medio guapo
Nuestra gente que era poca, Pero en aquella ocasión,
Y gelpíandose en la boca Me hacia bulla el corazón
Hicieron fila adelante, Como la garganta al sapo.
Se vinieron en tropel Dios le perdone al salvaje
Haciendo temblar la tierra Las ganas que me tenía. .. .

No soy manco pa la guerra Desaté las tres marías


Pero tuve mi jabón, Y lo engatusé á cabriolas .• . . .

Pues iba en un redomón Pucha.... si no traigo bolas


Que habia bolíao en la sierra. Me achura el Indio ese dia.
Que" vocerío! qué barullo! Era el hijo de un cacique
Que apurar esa carrera! Sigun yo lo averigüé
La indiada todita entera La verdá del caso jué
Dando alaridos cargó— Que me tuvo apuradazo
Joe pucha. ... y ya nos saoó Hasta que al fin de un bolazo
Como yeguada matrera. Del caballo lo bajé.

Que fletes traiban los bárbaros! Ay no más me tiré al suelo


Cono una luz de ligeros Y lo pisó en las paletas
Hicieron el entrevero Empezó á hacer morisquetas
Y en aquella mescolanza, Y á mesquinar la garganta . . .
.'

Este quiero, este no quiero, Pero yo hice la obra santa


Nos eeoojian con la lanza. De hacerlo estirar la geta.
Al que le dan un chuzazo, > Allí quedó de mojón
Dificultoso es que sane, Y en su caballo salté,
Bn fin, para no echar panes, De la indiada disparé,
Salimos por esas lomas, Pues si me alcanza me mata,
La meemo que las palomas, Y al fin me les escapé
Al jnir de los gavilanes Con el hilo de una pata.
10 EL GAUCHO

Afigárese cualquiera
La suerte de este su amigo,
A pié y mostrando el umbligo,
Estropiao, pobre y desnudo,
IV Ni por castigo se pudo
Hacerse más mal conmigo.

Seguiré esta relación Ansí pasaron los meses,


Aunque pa chorizo es largo: Y vino el año siguiente,
El que pueda hágase cargo Y las cosas igualmente
Cómo andaría de matrero, Siguieron del mesmo modo—
Después de salvar el cuero Adrede parece todo
De aquel trance tan amargo. Pa atormentar á la gente.

D«l sueldo nada les cuento No teníamos más permiso,


Porque andaba disparando, Ni otro alivio la gauchada,
Nosotros de cuando en cuando Que salir de madrugada
Solíamos ladrar de pobres Cuando no habia Indio ninguno,
Nunca llegaban los cobres Campo ajuera á hacer boliadas
Que se estaban aguardando. Desocando los reyunos

Y andábamos de mugrientos Y cubamos al cantón


Que el mirarnos daba horror; Con los fletes aplastaos
Les juro que era un dolor Pero á veces medio aviaos
Ver esos hombres, por Cristol Con plumas y algunos cueros—
En mi perra vida he visto Que pronto con el pulpero ^s
Una miseria mayor. Los teníamos negociaos.

Yo no tenía ni camisa Era un amigo del Jefe


Ni cosa que se pareja; Que con un boliche estaba,
Mis trapos solo pa yezca Yerba y tabaco nos daba
Me podían servir al fin . . . Por la pluma de avestruz, \

No hay plaga como un fortín Y hasta hacía ver la luz


le
Para que el hombre padezca. Al que un cuero le llevaba.

Poncho, jergas, el apero, Solo tenia cuatro frascos


Las prenditas, los botones, Y unas barricas vacías,
Todo, amigo, en los cantones Y á la gente le vendía
Jué quedando poco á poco, Todo cuanto precisaba ....
Ya nos tenían medio loco Algunos creíban que estaba
La pobreza y los ratones. Allí la proveduría.

Solo una manta peluda Ah! pulpero habilidoso,


Era cuanto me quedaba Nada le solía faltar
La había agenciao á
Y ella me tapaba el
la taba
bulto
Ay —
juna y para tragar
Tenia un buche de ñandú,
Yaguané que allí ganaba La gente le dio en llamar
No salia .... ni con indulto. El boliche de virtú».
Y pa mejor hasta el moro Aunque es justo que quien vende
Se me jué de entre las manos- Algún poquitito muerda,
No soy lerdo pero hermano, Tiraba tanto la cuerda
Diño comendante un dia
el Que con sus cuatro limetas.
Viciendo que lo quería El cargaba las carretas
«P* enseñarle á comer grano». De plumas, oueros y oturda
-o
13 MASTÍN iTRERO

Nos tenia apuntaos á todos « —Esto si que es amolar»


Con más cuentas que un rosario, Dije yo pa mis adentros,
Cuando se anunció un salario «Van dos años que me encuentro
Que iban á dar, ó un socorro «Y hasta aura he visto ni un grullo,
Pero sabe Dios que zorro «Dentro en todos los barullos
Se lo comió al Comisario. «Pero en las listas no dentro».

Pues nunca lo vi llegar Vide el plaito mal parao


Y al cabo de muchos días Y no quise aguardar más. ...
En la mesma pulpería Es güeno vivir en paz
Dieron una buena cuenta — Con quien nos ha de mandar
Que la gente muy contenta Y reculando pa tras
De tan pobre recebía. Me le empecé á retirar.
Sacaron unos sus prendas Supo todo el Comendanto
Que las tenían empeñadas, Y me llamó al otro día,
Por sus diudas atrasadas Dieiéndome que quería
Dieron otros el dinero; Averiguar bien las cesas
AJ fin de fiesta el pulpero, Que no era el tiempo de Rosas,
Se quedó con la mascada. Que aura á naides se debía.

Yo me arrecosté a un horcón Llamó al cabo y al sargento


Dando tiempo 4 que pagaran, Y empezó la indagación
Y poniendo güeña cara Si había venido al cantón
Estuve haciéndome el poyo, En taltiempo ó en tal oteo . . •

A esperar que me llamaras Y sihabía venido en potro,


Para recibir mi boyo. En reyuno ó redomón.

Pero ay me pude quedar Y todo era alborotar


Pegao pa siempre al horcón—; Al ñudo y haoer papel,
Ya era casi la oración Conocí que era pastel
Y ninguno me
llamaba Pa engordar con nú guayaca,
La cosa se me
nublaba Mas si voy al Coronel
Y me dentro comezón. Me hacen bramar en la estaca.

Pa sacarme elentripao ¡Ah! hijos de una. . . la codicia


Vi al Mayor, y lo fí á hablar— Ojalá les ruempa el saco;
Yo me le empecé á atracar,. Ni un pedazo de tabaco
Y como con poca gana Le dan al pobre soldao,
Le dije: €Tal vez mañana Y lo tienen de delgao
Acabarán de pagar». Mas lijero que un guenaoo.

« — Qué mañana ni otro día» Pero que iba á hacerles yo»


Al punto me contestó, Charavon en el desierto;
«La paga ya se acabó, Más bien me daba por muí
«Siempre has de ser animal»—- Pa no verme más fundido—
Me raí y le dije: «Yo. . .
Y me les hacia el dormido
«No he recibido ni un rial.» Aunque soy medio dispierto.

Se le pusieron los ojos


Que se le querían salir,
Y ay no más volvió á decir
Comiéndome con la vista:
€ —Yqué querés recibir
«Si no has dentrao en la lista?»
EL GAUCHO

Jamás me puedo olvidar


Lo que esa vez me pasó:
Dentrando una noche yo
Al fortín, un enganchao,
Que estaba medio mamao,
Allí me desconoció.

Yo andaba desesperao, Era un gringo tan bozal,


Aguardando una ocasión Que nada se le entendía
Que los indios un malón ¡Quién sabe de ande sería!
Nos dieran y entre el estrago Tal vez no juera cristiano;
Hacérmeles cimarrón Pues lo único que decia
Y volverme pa mi pago. 98 que era pa-po-litano.

Aquello no era servicio Estaba de centinela


Ni defender la frontera Y por causa del peludo
Aquello era ratonera Verme más claro no pudo
En que solo gana el juerte Y esa fué la culpa toda
Era jugar á la suerte El bruto se asustó al ñudo
Con una taba culera. y fi el pabo de la boda.
Alli tuito vá al revés: Cuando me vido acercar:
Los milicos son los piones, «Quen vivore» .... preguntó
Y ardan en las poblaciones —
«Qué víboras» dije yo
Emprestaos pa trabajar —
«Ha garto» me pegó el grita
Los rejuntan pa peliar Y yo dije despacito
Cuando entran indios ladrones. «Más lagarto serás vos.»

Yo be visto en esa milonga —


Ay no más Cristo me valga!
Muchos Jefes con estancia, Rastrillar el jusil siento
Y piones en abundancia, Me agaché, y en el momento
Y majadas y rodeos; El bruto me largó un chumbo—
He visto negocios feos Mamao, me tiró sin rumbo
A pesar de mi inorancia. Que sino, no cuento el cuento.

Y colijo que no quieren Por de contao, con el tiro


La barunda componer Se alborotó el avispero
Para eso no ha de tener Los Oficiales salieron
El Jefe, que esté de estable, Y se empezó la junción
Más que su poncho y su sable, Quedó en.su puesto el nación—
Su caballo y su deber. Y yo fí al estaquiadero.
Ansina, pues, conociendo Entre cuatro bayonetas
Que aquel mal no tiene cura, me tendieron en el suelo
Que tal vez mi sepoltura Vino el mayor medio en pedo,
Si me quedo iba á encontrar, Y alli se puso á gritar,
Pensé en mandarme mudar cPicaro te he de enseñar
Como cosa más sigura. «A andar reclamando sueldos.»

Y pa mejor, una noche De las manos y las patas


Qué estaqueada me pegaron, Me ataron cuatro sinchones—
Casi me descoyuntaron Les aguanté los tirones
Por motivo de una gresca, Sin que ni un ¡ay! se me oyera,
¡Ay juna, si me estiraron Y al gringo la noche entera
Lo mesmo que guasca fresca! Lo hartó con mis maldiciones.
MARTÍN FIERRO 15

Yo no sé porqué el Gobierno
Roe manda aquí á la frontera,
(Pringada que ni siquiera
Se sabe atracar á un pingo
VI
Si ereerá al mandar un gringo
Que nos manda alguna fiera!

No hacen más que dar trabajo Vamos dentrando recien


Pues no saben ni ensillar, A la parte mas sentida,
No sirven ni pa candar; Aunque es todita mi vida,
Y yo he visto muohas veces, De males una cadena
Que ni voltiadas las reses A cada alma dolorida
Se les querían arrimar. Le gusta cantar sus penas.

Y lo pasan sus mercedes Se empezó en aquel entonces


Lengüetiando pico á pico — A rejuntar caballada,
Hasta que viene un milico Y riunir la milicada
A servirles el asao Teniéndola en el Cantón,
Y eso si, en lo delicaos, Para una despedición
Parecen hijos de rico. 4. sorprender á la Indiada.

Si hay calor, ya no son gente, Nos anunciaban que iríamos


Si yela, todos tiritan Sin carretas ni bagajes,
Si usté no les dá, no pitan A golpiar á los salvajes
Por no gastar en tabaco, En sus mesmas tolderías
Y cuando pescan an naco Que á la güelta pagarían
Uno al otro se lo quitan. Licenciándolo al gauchaje.

Cuando llueve se acoquinan Que en esta despedicion


Como perro que oye truenos— Tuviéramos la esperanza,

Qué diablos solo son güenos Que iba a venir sin tardanza
Pa vivir entre maricas Sigun el Jefe contó,
Y nunca se andan con chicas Un menistro ó qué sé yo
Para alzar ponchos ajenos. Que le llamaban Don Ganza.

Pa vichar son como ciegos. Que iba á riunir el Ejército


No hay ejemplo de que entiendan. Y tuitos los batallones
Ni hay uno solo que aprienda Y que traiba unos cañones
Al ver un bulto que cruza. Con más rayas que un cotin
A saber si es avestruza, Pucha. ... las conversaciones
O si es ginete, ó hacienda. Por allá no tenian fin.

Si salen a perseguir Pero esas trampas no enriedan


Después de mucho aparato, A los zorros de mi laya,
Tuitos se pelan al rato Que esa Ganza venga o vaya
Y va quedando el tendal Poco le importa á un matrero
Esto es como en un nidal Yo también dejé las rayas ....
Echarle güebos a un gato. En los libros del pulpero.

Nunca juí gaucho dormido


Siempre pronto, siempre liste—
Yo soy un hombre, ¡qué Cris»«¿
Que nada me ha acobardao,
Y siempre sali parao
En los trances que me he visto.
16 EL GAUCHO

Dende chiquito gané Solo se oiban los aullidos


La vida con mi trabajo, De un gato que se salvó,
Y aunque siempre estuve abajo El pobre se guareció
Y no sé lo que es subir Cerca, en una vizcachera
También el mucho sufrir Venia como si supiera
Suele cansarnos — ¡barajo! Que estaba de güelta yo.

En medio de mi inorancia Al dirme dejé la hacienda


Conozco que nada valgo Que era todito mi haber —
Soy la liebre o soy el galgo Pronto debíamos volver
A sigun los tiempos andan, Sigun el Juez prometía,
Pero también los que mandan Y hasta entonces cuidaría
Debieran cuidarnos algo. De los bienes, la mujer.

Una noche que riunidos


Estaban en la carpeta
Empinando una limeta
El Jefe y el Juez de Paz—
Yo no quise aguardar más,
Y me hice humo en un sotreta.
Me parece el campo orégano Después me contó un vecino
Dende que libre me veo Que el campo se lo pidieron
Donde me lleva el deseo La hacienda se la vendieron
Allí mis pasos dirijo En pago de arrendamientos
Y hasta en las sombras, de fijo Y qué sé yo, cuántos cuentos,
Que donde quiera rumbeo. Pero todo lo fundieron.

Jtíntro y salgo del peligro Los pobrecitos muchachos


Sin que me espante el estrago, Entre tantas afliciones
No primer amago
aflojo al Se conchavaron de piones
Ni jamás fí gaucho lerdo: ¡Mas qué iban á trabajar,
Soy pa rumbiar como el cerdo Si eran como los pichones
Y pronto cai á mi pago. Sin acabar de emplumar!

Volvia al cabo de tres años Por ahí andarán sufriendo


De tanto sufrir al ñudo De nuestra suerte el rigor;
Resertor, pobre y desnudo Me han contado que el mayor
A procurar suerte nueva Nunca dejaba á su hermano
Y lo mesmo que el peludo Puede ser que algún cristiano
Enderecé pa mi cueva. Los recoja por favor.

No hallé ni rastro del rancho ¡Y la pobre mi mujer


Solo estaba la tapera!— Dios sabe cuánto sufrió!
Por Cristo, si aquello era Me dicen que se voló
Pa enlutar el corazón Con no sé que gavilán
Yo juré en esa ocasión Sin duda á buscar el pan
Ser más malo que una fiera! Que no podía darle yo.
ü
¡Quién no sentirá lo mesmo No es raroque á uno le falte
Cuando ansi padece tanto! Lo que á algún otro le sobro
Puedo asigurar que el llanto Si no le quedó ni un cobre
Como una mujer largué Si no de hijos un enjambre,

Ay! mi Dios sí me quedé ÍQué más iba á hacer la pobrs
Mas triste que Jueves Santo! 'ara no morirse de hambre?
MARTIN FIERRO 17

¡Tal vez no te vuelva a ver, Y aguante el que no se anime


Prenda de mi corazón! A meterse en tanto engorro,
Dios te dé su protecion O sino ápretese el gorro
Ya que no me la dio á mi O para otra tierra emigre
Y i mis hijos dende aqní Pero yo ando como el tigre
Les eoho mi bendición. Que le roban los cachorros.

Como hijitos de la cuna Aunque muchos eren que el gaucho


Andarán por ahi sin madre Tiene un alma de reyuno
Ya se quedaron sin padre No se encontrará ninguno
Y ansi la suerte los deja, Que no lo dueblen las penas
Sin naides que los proteja Mas no debe aflojar uno
Y sin perro que les ladre. Mientras hay sangre en las vena*.

Los pobrecitos tal vez


No tengan ande abrigarse,
Ni ramada ande ganarse,
Ni rincón ande meterse, VII
Ni camisa qué ponerse,
Ni poncho con qué taparse.

Tal vez los verán sufrir De carta de mas me vía


Sin tenerles compasión Sin saber á dónde dirme;
Puede que alguna ocasión Mas dijeron que era vago
Aunque vean tiritando,
los Y entraron á perseguirme.
Los echen da algún jogon
Pa que no estén estorbando. Nunca se achican los males,
Van poco á poco creciendo,
Y alverse ansina espantaos Y ansina me vide pronto
Como se espanta á los perros, Obligado á andar juyendo.
Irán los hijos de Fierro
Con la cola entre las piernas No tenia mujer, ni rancho,
A buscar almas más tiernas Y á más, era resertor,
O esconderse en algún cerro. No tenia una prenda güeña
Ni un peso en el tirador.
Mas también en este juego,
Voy á pedir mi bolada A mis hijos infelices,
A naides le debo nada Pensó volverlos á hallar
Ni pido cuartel ni doy; Y andaba de un lao al otro
Y ninguno dende hoy Sin tener ni qué pitar.
Ha de llevarme en la armada.
Supe una vez por desgracia
Yo he sido manso primero, Que había un baile por allí—
Y seré gaucho matrero Y medio desesperan
En mi triste circustancia A ver la milonga fui.
Aunque es mi mal tan projundo,
Nací, y me he criao en estancia, Riunidos al pericón
Pero ya conozco el mundo. Tantos amigos halló,
Que alegre de verme entre elloa,
Ya le conozco sus mañas, Esa noohe me apedó.
Le conozco sus cucañas,
Sé cómo hacen la partida, Como nunca, en la ocasión
La enriedan y la manejan— Por peliar me dio la tranca,
Deshaceré la madeja Y la emprendí con un negro
Aunqne me cueste la vida. Que trujouna negra en anca*.
» EL GAUCHO

Al ver llegar la morena El negro, después del golpe


Que no hacia caso de naides, Se habia el poncho refalao
Le dije con la mamúa —
Y dijo: «Vas á saber
— «Va. .ca. .yendo gente al
. . baile. j <Si es solo ó acompaúao.»

La negra entendió la cosa Y mientras se arremangó


Y no tardó en contestarme Yo me saqeé las espuelas,
Mirándome como á perro Pues malició que aquel tio
«Mas vaca será su madre.» Ne era de arriar con las riendas.
Y dentro al baile muy tiesa No hay cosa como el peligro
Con más cola que una
zorra, Pa refrescar un mamao,
Haciendo blanquiar los dientes Hasta la vista se aclara
Le mesmo que mazamorra. Por mucho que haiga chupao.

— «Negra linda» .dije yo . . . El negro me atropello


«Me gusta. . .pa la carona»
. Como á quererme comer
Y me puse á cbampurriar Me hizo dos tiros seguidos
Esta copbta fregona: Y los dos le abarajó.

«A los blancos hizo Dios, Yo tenia un facón con S


«A los mulatos San Pedro, Que era de lima de acero;
«A los negros hizo el diablo» Le hize un tiro, lo quitó
«Para tizón del infierno.» Y vino ciego el moreno.

Hávbia estao juntando rabia Y en el medio de las aspas


SI moreno dende ajuera Un planazo le asenté,
En lo esouro le brillaban Que lo largué culebriando
Los ojos como linterna. Lo mesmo que buscapié.

Lo oonocí retobao Le colorearon las motas


Me acerqué y le dije presto: Con la sangre de la herida
«Po. .r. .rudo que un hombre sea
. . Y volvió a venir furioso
«Nunca se enoja por esto.» Como una tigra parida.

Corcobió el de los tamangos Y ya me hizo relumbrar


Y creyéndose muy fijo: Por los ojos el cuchillo,
— «Mas porrudo serás vos, Alcanzando con la punta
«Gaucho rotoso» me dijo. A cortarme en un carrillo.
Y ya me vino al humo
se Me hirvió la sangre en las venas
Como á buscarme la hebra— Y me le afirmé al moreno,
Y un golpe le acomodé Dándole de punta y hacha
Con el porrón de ginebra. Pa dejar un diablo menos.

Ay no más pegó el de ollin Por fin en una topada


Mas gruñidos que un chanchito, En el cuchillo lo alcé
Y pelando un envenao Y como un saco de güesos
Me atropello dando gritos. Contra un cerco lo largó.

Pegué un brinco y abrí cancha Tiró unas cuantas patadas


Diciéndoles: —
« Caballeros Y ya cantó pa el carnero—
«Dejen venir ese toro» Nunca me puedo olvidar
«Solo nací. . . .solo muero.» De la agonia de aquel negro.
MARTIN FIERRO 19

En esto la negra vino, Ah! pobre! si el mismo creiba,


Con los ojos como agí Que la vida le sobraba,
Y empezó la pobre allí Ninguno diria que andaba
A bramar como una loba Aguaitándolo la muerte
Yo quise darle una soba
A ver si la hacia callar
Pero ansi pasa en el mundo,
Más, pude reflesionar Es ansi la triste vida
Que era malo en aquel punto, Pa todos está escondida,
Y por respeto al dijunto La güeña ó la mala suerte.
No la quise castigar.

Limpié el facón en los pastos, Se tiró al suelo, al dentrar


Desaté mi redomón, Le dio un empeyón a un vasco—
Monté despacio, y sali Y me alargó un medio frasco
Al tranco pa el canadon. —
Diciendo «Beba cuñao>
— «Por su hermana» contesté,
Después supe que al finao Que por la mia no hay ouidao.»
Ni siquiera lo velaron,
Y retobao en un cuero, — «Ah!
Sin resarle lo enterraron.
gaucho, me respondió,
«De que pago será crioyo?
Y dicen que dende entonces «Lo andará buscando el oyó?—
Cuando es la noche serena, «Deberá tener güen cuero?
Suele verse una luz mala «Pero ande bala este toro
Como de alma que anda en pena «No bala ningún ternero »

Yo tengo intención á veces Y ya salimos trensaos


Para que no pene tanto, Porque el hombre no era lerdo,
De sacar de allí los güeeos Mas como el tino no pierdo,
Y echarlo» el campo santo. Y soy medio ligeron,
Le dejé mostrando el sebo
De un revés con el facón.
VIII
Y como con la justicia
No andaba bien por allí,
Otra vez en un boliche Cuanto pataliar lo vi,
Estaba haciendo la tarde, Y el pulpero pegó el grito,
Cayó un gaucho que hacia alarde Ya pa el palenque sali
De guapo y peliador Como haciéndome el chiquito

A la llegada metió
Monté y me encomendé a Dios,
El pingo hasta la ramada
Y yo sin decirle nada Rumbiando para otro pago
Me quedé en el mostrador. Que el gaucho que llaman vago
No puede tener querencia,
Era un terne de aquel pago Y ansi de estrago en estrago
Vi^e llorando la ausencia.
Que naides le reprendía,
Que sus enriedos tenia
Con el señor Comendante: El anda siempre juyendo,
Siempre pobre y perseguido,
Y como era protegido, No tiene cueva ni nido
Andaba muy entonao, Como si juera maldito
Y á cualquiera desgracia» Porque ser gaucho .... barajo*
Lo llevaba por delante. El ser gauoho es un delito.
20 EL GAUCHO

Es como el patrio de posta: Para son los calabozos,


él
Lo larga este, aquel lo toma, Para duras prisiones,
él las
Nunca se acaba la broma En su boca no hay razones
Dende chico se parece Aunque la razón le sobre;
Al arbolito que crece, Que son campanas de palo
Deeamparao en la loma. Las razones de los pobres.

Le echan la agua del bautismo Si uno aguanta es gaucho bruto


Aquel que nació en la selva, Si no aguanta, es gaucho malo
«Busca madre que te engüelva» Déle azote, déle palo!
Le dice el flaire y lo larga, Porque es lo que él necesita! !

Y dentra a cruzar el mundo De todo el que nació gaucho


Gomo burro con la carga. Esta es la suerte maldita.

Y se cria viviendo al viento Vamos —


suerte vamos juntos
Como oveja sin trasquila Dende que juntos nacimos
Mientras su padre en las filas Y ya que juntos vivimos
Anda sirviendo al Gobierno Sin podernos dividir. .

Aunque tirite de invierno Yo abriré con mi cuchillo


Naide lo ampara ni asila. El camino pa seguir.

Le llaman «gaucho mamao»


Si lo pillan divertido,
Y que es mal entretenido
Si en un baile lo sorprienden; IX
Hace mal si se defiende
Y si no, se vé. . . fundido.

No tiene hijos, ni mujer, Matreriando lo pasaba


Ni amigos ni protectores, Y á las casas no venía
Pues todos son sus señores Solia arrimarme de día
Sin que ninguno lo ampare Mas lo mesmo que el carancho
Tiene la suerte del güey Siempre estaba sobre el rancho
Y donde irá el güey que no are! Espiando á la polecía,

Su casa es el pajonal, Viva el gaucho que ande mal


Su guarida es el desierto; Como zorro perseguido
Y si* de hambre medio muerto Hasta que al menor descuido
Le echa el lazo á algún mamón, Se lo atarazquen los perros
Lo persiguen como á pleito, Pues nunca le falta un yerro
Porque es un gaucho ladrón. Al hombre mas alvertido.

Y si de un golpe por ay Y en esa hora de la tarde


Lo dan güelta panza arriba, En que tuito se adormece.
IJo hay un alma compasiva Que el mundo dentrar parece
Que le rece una oración A vivir en pura calma
Tal vez como cimarrón Con las tristezas del alma
En una cueva lo tiran. Al pajonal enderiese.

«El nada gana en la paz Bala el tierno oorderito


Y es el primero en la guerra Al lao de la blanca oveja
No Je perdonan si yerra, Y á la vaca que se aleja
Que no saben perdonar, Llama elternero amarrao
Porque el gaucho en esta tierra Pero el gaucho degraciao
Solo sirve pa votar. No tiene á quien dar su queja.
MARTIN ITERBO 11

Ansi «i que al venir la noche Esos que todo lo saben;


Iba 4 buscar mi guarida Por que esto tiene otra llave
Pues ande el tigre se anida Y el gaucho tiene su cencía
También el hombre lo pasa—
T no quería que en las casas Es triste en medio del campo
Me rodiára la partida. Pasarse noche enteras
Contemplando en sus carrera*
Pues aun cuando vengan ellos Las estrellas que Dios cria,—
Cumpliendo con sns deberes, Sin tener más compañía
Yo tengo otros pareceres Que su delito y las fieras.
T en esa conducta vivo
Que no debe un gaucho altivo Me encontraba como digo,
Peliar entre las mujeres. En aquella soledá,
Entre tanta oscuridá,
Y al campo me iba sólito Echando al viento mis queja»,
Mas matrero que el venao Cuando el grito del chajá
Como perro abandonao Me hizo parar las orejas.
A buscar una tapera,
O en alguna viscachera Como lumbríz me pegué
Pasar la noche tirao. Al suelo para escuchar;
Pronto sentí retumbar
Sin punto ni rumbo fijo Las pisadas de los fletes,
En aquella inmensidá Y que eran muchos ginetes
Entre tanta oscuridá Conocí sin vacilar.
Anda el gaucho como duende.
Allí jamás lo sorpriende Cuando el hombre está en peligra
Dormido, la autoridá. No debe tener confianza,
Ansi tendido de panza
Sa esperanza es el coraje, Puse toda mi atención
Su guardia es la precaución. Y ya escuché sin tardanza;
Su pingo es la salvación, Como el ruido de un latón.
Y pasa uno en su desvelo,
Sin más amparo que el cielo Se venían tan calladitos
Ni otro amigo que el facón. Que yo me puse en cuidao,
Talvez me hubieran bombiao
Y me venían á buscar;
Mas no quise disparar
Que eso es de gaucho morao.
Ansi me hallaba una noche
Contemplando las estrellas Al punto me santigüé
Que le parecen más bellas Y eché de ginebra un taco,
Cuando uno es más desgraciao, Lo me8mito que el mataco
Y que Dios las haiga criao Me arroyó con el porrón:
Para consolarse en ellas. «Si han de darme pa tabaco,
Dije, «esta es güeña ocasión;»
Les tiene el hombre cariño
Y siempre con alegría Me refalé las espuelas,
Ve salir las tres marías; Para no peliar con grillos,
Que si cuanto escampa,
llueve, Me arremangué el calzoncillo
Las estrellas son la guía Y me ajusté bien la faja;
Que el gaucho tiene en la pampa Y en una mata de paja.
Probé el filo del cuchillo.
Aqui no valen dotores,
Solo vale la esperenoia, Para tenerlo á ). mano
Aqui verían su inociencia El flete en el ¿asto até,
22 EL GAUCHO

La cincha le acomodé, Era tanta la aflicion


Y en un trance como aquel, Y la angustia que tenían,
Haciendo espaldas en él Que tuitos se me venían
Quietito los aguardé. Donde yo los esperaba,
Uno al otro se estorbaba
Cuando cerca los sentí, Y con las ganas no vían.
Y que hay nomas se pararon,
Los pelos se me erizaron Dos de ellos que traiban sables
Y aunque nada veian mis ojos, Más garifos y resueltos,
«— No se han de morir de antojo» En las hilachas envueltos
—Les dije, cuando llegaron. Enfrente se me pararon,
Y á un tiempo me atropellaron
Yo quise hacerles saber Lo mesmo que perros sueltos.
Que allí se hallaba un varón;
Les conoci la intención Me fui reculando en falso
Y solamente por eso Y poncho adelante eché,
el
Fué que les gané el tirón, Y cuanto le puso el pie
Sin aguardar voz de preso. Uno medio chapetón,
De pronto le di un tirón
— «Vos sos un gaucho matrero» Y de espaldas lo largué.
Dijo uno haciédose el güeno,
«Vos matastes un moreno Al verse sin compañero
«Y otro en una pulpería, El otro se sofrenó,
«Aqui está la polecia Entonces le dentro yo,
cQue viene a justar tus cuentas; Sin dejarlo resollar,
«Te va alzar por las cuarenta Pero ya empezó á aflojar
«Si te resistís hoy día.» Y á la pu .... n .... ta disparó
— «No me vengan, contesté, Uno que en una tacuara
«Con relación de di juntos; Había atao una tijera,
«Esos son otros asuntos; Se vino como si juera
«Vean si me pueden llevar. Palenque de atar terneros,
«Que yo no me he de entregar Pero en dos tiros certeros
«Aunque vengan todos juntos.» Salió aullando campo ajuera.

Pero no aguardaron más, Por suerte en aquel momento


Y se apiaron en montón Venia coloriando el alba
Como á perro cimarrón Y yo dije «si me salva
Me rodiaron entre todos. «La virgen en este apure,
Yo me encomendó á los Santos, «En adelante le juro
Y eché mano á mi facón. «Ser mas güeno que una malvé»

Y ya vide el fogonazo Pegué un brinco y entre todos


De un tiro de garabina, Sin miedo me entreveró
Mas quiso la suerte indina Echo ovillo me quedó
De aquel maula, que me errase Y ya me cargó una yunta,
Y ay no más lo levantase Y por el suelo la punta
Lo mesmo que una sardina, De mi facón les jugué.

A otro que estaba apurao El mas engolocinao


Acomodando una bola, Se me apio con un achazo,
Le hice una dentrada sola, '

.
".
Se lo quitó con el brazo
Y hice sentir el fierro.
le De nó, me mata los piojos;
Y ya salió como el perro Y antes de que diera un paso
Cuando le pisan la cola. Le eché tierra en los dos ojos.
MARTIN FIEEBO

Y mientras se sacudía Dejamos amontonaos


Refregándose la vista, A los pobres que murieron,
Yo me le fui como lista No sé si los recojieron
Y ay no más me le afirme Porque nos fuimos a un rancho,
Diciéndole: «Dios te asista» O si tal vez los caranchos
Y de un revés lo voltié. Ay no más se los comieron.
Pero en ese punto mestno Lo agarramos mano á mano
Sentí que por las costillas Entre los dos al porrón,
Un sable me hacia cosquillas En semejante ocasión
Y la sangre se me heló Un trago á cualquiera encanta.
Dende ese momento yo, Y Cruz no era remolón
Me salí de mis casillas. Ni pijotiaba garganta.

Di para atrás unos pasos Calentamos los gargueros,


Hasta que pude hacer pié, Y nos largamos muy tiesos,
Por delante me lo eché Siguiendo siempre los besos
De puntas y tajos á un criollo; Al pichel, y por más señas,
Metió la pata en un oyó, íbamos como cigüeñas
Y yo al oyó lo mandó. Estirando los pescuesos.

Tal vez en el corazón —«Yo me voy, le dije, amigo,


Lo tocó un Santo Bendito, •Donde la suerte me lleve,
A un gaucho, que pegó el grito, »Y si es que alguno se atrevo

Y dijo: «Cruz no consiente «A ponerse en mi camino
«Que se cometa el delito -Yo seguiré mi destino
«De matar ansi un valiente! «Que el hombre hace lo que debo.»

Y ay no más se me aparió, «Soy un gaucho desgraciao


Dentrándole á la partida, «No tengo donde ampararme,
Yo les hice otra embestida «Ni un palo donde rascarme,
Pues entre dos era robo; «Ni un árbol que me oubije;
Y el Otuí era como lobo «Pero ni aun esto me aflige
Que defiende su guarida. • Porque yo sé manejarme.»

Dno despachó al infierno «Antes de cair al servicio


De dos que lo atrepellaros, «Tenia familia y hacienda,
Los demás remoliniaron, «Cuando volví, ni la prenda,
Pues ibamob á la fija. «Me habían dejao ya,
la
Y á pooo andar dispararos «Dios sabe en loque vendrá
Lo mesas o que sabandija. •A parar esta contienda.»
Ay quedaban largo á largo
Loe que estiraron la geta,
Otro iba como maleta,
X
Y Oros de atrás les deoia:
«Que venga otra polecia CRUZ
«A llevarlos en carreta.»

Yo junté las osamentas, — Amigazo, pa sufrir


Me hinqué y les recé un bondttet; Han naoido los varones
Hios una cruz de un palito Estas son las ocasiones
Y pedí a mi Dios elemento, De mostrarse un hombre juerte,
Me perdonara el delito Hasta que venga la muerto
De haber muerto tanta gente. , Y lo agarre á coscorrones
24 BL GAUCHO

£1 andar tan despilchao Yo también tuve una pilcha


Ningún mérito me quita, Que me enllenó el corazón
Sin ser un alma bendita Y si en aquella ocasión
Me duelo del mal ageno: Alguien me hubiera buscao
Soy un pastel con relleno Siguro que me habia hallao
Que parece torta frita. Mas prendido que un botón.

Tampoco me faltan males En la güella del querer


Y desgracias, le prevengo, No hay animal que se pierda..?
También mis desdichas tengo, Las mujeres no son lerdas
Aunque esto poco me aflige — Y todo gaucho es dotor
Yo sé hacerme el chancho rengo Si pa cantarle el amor
Cuando la cosa lo esige. Tiene que templar las cuerda^

Y con algunos ardiles Quién es de un alma tan dura


Voy viviendo, aunque rotoso; Que no quiera una mujer!
A veces me hago el sarnoso Lo alivia en su padecer:
Y no tengo ni un granito, Si no sale calavera
Pero voy ganoso
al chifle Es mejor compañera
la
Como panzon al maiz frito. Que el hombre puede tener.

A mí no me matan penas Si es güeña, no lo abandona


Mientras tenga el cuero sano, Cuando lo vé desgraciao,
Venga el sol en el verano Lo asiste con su cuidao,
Y la escarcha en el invierno Y con afán cariñoso
Si este mundo un
infierno
es Y osté tal vez ni un rebozo
¿Porqué afligirse el cristiano? Ni una pollera le ha dao.

Hagásmole cara fiera Grandemente lo pasaba


A los males, compañero, Con aquella prenda mia
Porque el zorro más matrero Viviendo con alegria
Suele cair como un chorlito; Como la mosca en la miel
Viene por un corderito ¡Amigo, que tiempo aquel!
Y en la estaca deja el cuero. La pucha— que la queria!

Hoy tenemos que sufrir Era la águila que á un árbol


Males que no tienen nombres Dende las nubes bajó,
Pero esto á naides lo asombre Era más linda que el alba
Porque ansina es el pastel; Cuando va rayando el sol
Y tiene que dar el hombre Era la flor deliciosa
Más vueltas que un carretel. Que entre el trebolar creció.

Yo nunca me he de entregar Pero, amigo, el Comendante


A los brazos de la muerte Que mandaba la milicia,
Arrastro mi triste suerte Como que no desperdicia
Paso á paso y como pueda Se fué refalando á casa;
Que donde ei débil se queda Yo le conoci en la traza
Se suele escapar el juerte. Que el hombre traiba malicia.

Y ricuerde cada cual El me daba voz de amigo,


Lo que cada cual sufrió, Pero no le tenia fó
Que lo que es, amigo, yo, Era el jefe, y ya se vé,
Hago ansi la cuenta mia: No podia competir yo
Ya lo pasado pasó Ea mi rancho se pegó
Mañana será otro dia. Lo mesmo que saguaipé.
MABTIN FIEERO 25

A poco andar conocí. Me hizo un tiro de revuelver


Que ya me habia desbanoao, Que el hombre creyó siguro,

Y él siempre muy eutonau, Era confiao y le juro


Aunque sin darme ni un cobre, Que cerquita se arrimaba
Me tenia de lao á lao Pero siempre en un apuro
Como encomienda de pobre. Se desentumen mis tabas.

A cada rato, de chasque El me siguió menudiando


Me hacia dir á gran distancia, Mas sin poderme asertar,
Ya me mandaba á una estancia. Y yo, déle culebriar
Ya pueblo, ya á la frontera
al Hasta que al fin le dentré
Pero él en la comendancia Y ay nomas lo despaché
No ponia los pies siquiera. Sin dejarlo resollar.

Es triste á no poder más Dentré á campiar enseguida


El hombre en bu padecer, Al viejito enamorao,
3ino tiene una mujer El pobre se habia ganao
Que lo ampare y lo consuele: En un noque de lejía
Uas pa que otro se la pele ¡Quién sabe como estarla
Lo mejor es no tener. Del susto que habia llevao!

No me gusta q'.i^ otro gallo Es zonzo el cristiano macho


Le cacaree á mi gallina. Cuando el amor lo domina!
Yo andaba ya con la espina, El la miraba á la indina,
Hasta que en una ocasión Y tina cosa tan jedionda
Lo pillé junto al jogon Sentí yo, que ni en la fonda
Vbrazándome á la china. He visto tal jedentina.

Tenia el viejito una cara Y le dije: — «Pa su agüela


De ternero mal lamido, «Han de ser esas perdices»
Y al verlo tan atrevido Yo me tapé las narices,

Le dije: «Que le aproveche; Y me salí estornudando,
«Que habia sido pa el amor Y el viejo quedó olfatiando
«Como guacho pa la leche.» Como chico con lumbrices.

Peló la espada y se vino Cuando la muía recula


Como á quererme ensartar, Señal que quiere cosiar
Pero yo sin tutubear Ansi se suele portar
Le volví al punto á decir: Aunque ella lo disimula,
— «Cuidao no te vas á pór....tigo Recula como la muía
Pone cuarta pa salir.» La mujer, para olvidar.

Un puntazo me largó Alcé mi poncho y mis prendas


Pero el cuerpo le saqué, Y me largué á padecer
Y en cuanto se lo quité Por culpa de una mujer
Para no matar un viejo, Que quiso engañar á dos
Con cuidao, medio de lejos Al rancho le dije adiós
Un planazo le asenté. Para nunca más volver.

Y como nunca al que manda Las mujeres, dende entonces,


Le algún adulón
falta Conocí á todas en una
Uno que en esa ocasión Ya no he de probar fortuna
Se encontraba allí presente, Con carta tan conocida:
Vino apretando los dientes Mujer y perra parida,
Como perrito mamón. No se me atraca ninguna.
26 EL GAUCHO

Era la casa del baile


Un rancho de mala muerte,
Y se enllenó de tal suerte
XI Que andábamos á empujones
Nunca faltan encontrones
Cuando un pobre se divierte.

A otros les brotan las copla* Yo tenia unas medias botas


Como agua de manantial; Con tamaños verdugones
Pues a mi me pasa igual: Me pusieron los talones
Aunque las mias nada valen, Con crestas como los gallos
De la boca se me salen Si vieramis afliciones
Como ovejas del corral. Pensando yo que eran callos.

Que en puertiando la primer», Con gato y con fandanguillo


Ya la siguen las demás, Habia empezao el changango
Y en montones las de atrás, Y para ver el fandango
Contra los palos se estrellan, Me colé haciéndome bola
Y saltan y se atrepellan Más, metió el diablo la ocla,
Sin que se corten jamás. Y todo se volvió pango.
Y aunque yo por mi inorancia Habia sido el guitarrero
Con gran trabajo me esplico, Un gaucho duro de boca
Cuando llego á abrir el pico Yo tengo pacencia poca
Téngalo por cosa cierta, Pa aguantar cuando no debo,
Sale un verso y en la puerta A ninguno me le atrevo
Ya asoma el otro el hocico. Pero me halla el que me tooa.

Y emprésteme su atención A bailar un pericón


Me oirá relatar las penas Con una moza salí,
De que traigo la alma llena—» Y cuanto me vido allí
Porque en toda circustancia, Sin duda me conoció
Paga el gaucho su inorancia Y estas coplitas cantó
Con la sangre de sus venas. Como por rairse de mi;

Después de aquella desgracia «Las mujeres son todas


Me refugié en los pajales, «Como las muías
Andube entre los cardalea «Yo no digo que todas
Como vicho sin guarida — «Pero hay algunas
Pero, amigo, es esa vida «Que á las aves que vuelan
Como vida de animales. «Les sacan plumas.»

Y son tantas las miserias «Hay gauchos que presumen


En que me he sabido ver «De tener damas
Que con tanto padecer «No digo que presumen
Y sufrir tanta aflicion «Pero se alaban
Malicio que he de tener «Y á lo mejor los dejan
Un callo en el corazón. «Tocando tablas.»

Ansi andaba como guacho Se secretiaron las hembras


Cuando pasa el temporal Y yo ya me encocoré
Supe una vez por mi mal Volió la anca y le grita
De una milonga que habia, <Dejá de cantar chioharra»
Y ya pa la pulpería Y de un tajo á la guitarra
Enderezó mi bagual. Tuitas las cuerdas corté.
MARTIN FIERRO 29

Al ponto salió de adentro


Un gringo con un jusil
Pero nunca he sido vil, xn
Poco el peligro me espanta
Yo me refalé la manta Yo no sé que tantos meses
Y la eché sobre candil. Esta vida me duró.
A veces nos obligó
Gané en seguida la puerta La miseria á comer potro—
Gritando: —
«Naides me ataje» Me había acompañao con otros
Y alborotao el embraje Tan desgraciaos como yo.
Lo que todo quedó escuro,
Empezó á verse en apuro Más ¿para qué platicar
Mesturao con el gauchage. —
Sobre esos malee, canejo?
Nace el gaucho y se hace viejo,
El primero que salió Sin que mejore su suerte,
Fué el cantor y se me vino Hasta que por ay la muerta
Pero yo no pierdo el tino Sale á cobrarle el pellejo.
Aunque haiga tomao un trago
Y hay algunos por mi pago Pero como no hay desgracia
Que me tienen por ladino. Que no acabe alguna ves,
Me aconteció que después
No ha de haber achocao otro— De sufrir tanto rigor,
Le broma;
salió cara la Un amigo por favor
A su amigo cuando toma Me compuso con el juez.
Se despeja el sentido,
le
Y pobrecito había sido
el Le alvertiré que en mi pago
Como carne de paloma. Ya no va quedando un criollo,
Se los ha tragao el oyó,
Para prestar un socorro O juido ó mnerto en lo guerra
Las mujeres no son lerdas Porque, amigo, en esta tierra
Antes que la sangre pierda Nunca se acaba el embrollo.
Lo arrimaron á unas pipas
Ay lo dejé con las tripas Colijo que j»é por eso
Como pa que hiciera cuerdas. Que me llamó el juez un dia,
Y me dijo que queria
Monté y me largué a los campos Hacerme á su lao venir,
Más libre que el pensamiento, Y que dentrase á servir
Como las nubes
viento al De soldao de Polecia.—
A vivir sin paradero,
Que no tiene el que es matrero Y me largó una ploclama
Nido, ni rancho, ni asiento. Tratándome de valiente.
Que yo era un hombre decente,
No hay fuerza contra el destino Y que dende aquel momento
Que ha señalao el cielo
le Me nombraba de sargento
Y aunque no tenga consuelo Pa que mandara la gente.
Aguante el que está en trabajo—
¡Naides se rasca pa abajo! Ansi estuve en la partida
¡Ni se lonjea contra el pelo! Pero, ¿qué había de mandar?
Anoche al irlo á tomar
Con el gaucho desgraciao Vide güeña coyuntura
No hay uno que no se entone Y á mí no me gusta andar
La menor falta lo espone Con la lata á la cintura.
A andar con los avestruces!
Faltan otros con mas luces
Y siempre hay quien los perdone.
30 EL GAUCHO

Ya conoce, pues quien soy. Todos se güelven proyetOB


Tenga confianza conmigo, De colonias y carriles
Cruz le dio mano de amigo Y tirar la plata a miles
Y no lo ha de abandonar En los gringos enganchaos,
Juntos podemos buscar Mientras al pobre soldao
Pa los dos un mesmo abrigo. Le pelan la chaucha ah! viles! —
Andaremos de matreros Pero siguen las cosas
si

Si es preciso pa salvar Como van hasta el presente


Nunca nos ha de faltar Puede ser que de repente
Ni un güen pingo pa juir' Veamos el campo disierto,
Ni ur. pajal ande dormir, Y blanqueando solamente
Ni un matambre que ensartar. Los güesos de los que han muerto

Y cuando sin trapo alguno Hace mucho que sufrimos


Nos haiga tiempo dejao
el La suerte reculativa.
Yo le pediré emprestao Trabaja el gancho y no arriba.
El cuero á cualquiera lobo Porque á lo mejor del casu.
Y hago un poncho, si lo sobo, Lo levantan de un sogazo
Mejor que poncho engomao. Sin dejarle ni saliva.

Para mi la cola es pecho De los males que sufrimos


Y espinazo cadera
el Hablan mucho los pueblero»
Hago mi nido ande quiera Pero hacen como los teros
T de lo que encuentro como Para esconder sus niditos:
Me echo tierra sobre el lomo En un lao pegan los gritos
Y me apeo en cualquier tranquera. Y en otro tienen los güevos.

Y dejo rodar la bola Y se hacen los que no aciertan


Qne algún dia se ha de parar A dar con la coyontura
Tiene el gaucho que aguantar Mientras al gaucho lo apura
Hasta que lo trague el oyó Con rigor la autoridá,
hasta que «enga algún criollo Ellos á la enfermeda
En esta tierra mandar. Le están errando la cura.

Lo miran al pobre gauoho


Como carne de cogote: XIII
Lo tratan al estricote
Y si ansi las cosas andan,
Porque quieren los que mandan MARTIN FIERRO
Aguantemos los azotes.

Pucha — si usté los oyera Ya veo que somos los dos


Como yo en una ocasión, Astillas del mesmo palo
Tnita la conversación Yo paso por gaucho malo
Que con otro tuvo el juez Y usté anda del mesmo modo,
Le asiguro que esa vez Y yo pa acabarlo todo
Se me achicó el corazón. A los Indios me refalo.

Hablaban de hacerse ricos Pido perdón á mi Dios


Con campos en las fronteras Que tantos bienes me hizo—
De sacarla mas ajuera Pero dende que es preciso
Donde habia campos baldidos Que viva entre los infieles
Y llevar de los partidos ¿ Yo seré cruel con los crueles—
Gente que la defendiera. Ansi mi suerte lo quisj.
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MARTIN FIERRO 33

Dios formó lindas las florea, Si hemos desalvar ó nó


Delicadas «jomo son De esto naide nos responde,
Les dio toda perfecion Derecho ande el sol se esconde
Y cuanto él era capaz Tierra adentro hay que tirar,
Pero al hombre le dio mas Algún dia hemos de llegar. .
Cuando le dio el corazón. Después sabremos á donde.

Le dio claridá á la luz, No hemos de perder el rumbo


Juerza en su carrera al viento Los dos somos güeña yunta
Le dio vida y movimiento El que es gaucho va ande apunta;
Dende el águila al gusano Aunque inore ande se encuentra;
Pero más le dio al cristiano Pa el lao en que el sol se dentra
Al darle el entendimiento. Dueblan los pasos la punta.

Y aunque álas aves les dio De hambre no perecemos


Con otras cosas que inoro, Pues sigun otros me han dicho
Esos piquitos como oro En los campos se hallan vichos
Y un plumaje como tabla De lo que uno necesita ....
Le dio al hombre mas tesoro Gamas, matacos, mulitas,
Al darle una lengua que habla. Avestruces y quirquinchos.

Y dende que dio á las fieras Cuando se anda en el desierto


Esajuria tan inmensa, Se come uno hasta las colas
Que no hay poder que las venst Lo han cruzado mujeres solas
Ni nada que las asombre Llegando alcon salú,
fin
¿Qué menos le daría al hombre Y á de ser gaucho el ñandú
Que el valor pa su defensa? Que se escape de mis bolas.

Pero tantos bienes juntos Tampoco á la sé le temo,


Al darle, malicio yo Yo aguanto muy contento,
la
Que en sus adentros pensó Busco agua olfatiando al viento
Que el hombre los precisaba, Y dende que no soy manco,
Pues los bienes igualaba Ande hay duraznillo blanco
Con las penas que les dio. Cabo, y la saco al momento.

Y yo empujao por
las mias Allá habrá seguridá
Quiero de este infierno:
salir Ya que aquí no la tenemos,
Ya no soy pichón muy tierno Menos males pasaremos
Y sé manejar la lanza Y ha de haber grande alepria,
Y ba-ta los Indios no alcanza El dia que nos descolguemos
La faculta del Gobierno. En alguna toldería.
Yo sé que
allá los caciques Fabricaremos un toldo
Amparan á los cristianos, Como lo hacen tantos otros,
Y que lo tratan de «Hermanos» Con unos cueros de potro
Cuando se van por su gusto Que sea sala y sea cocina,
A qué andar pasando sustos..., ¡Tal vez no falte una china
Alcemos el poncho y vamos. Que se apiade de nosotros!

En la cruzada hay peligros Allá no hay que trabajar,


Pero ni aun esto me aterra Vive uno como un señor
Yo ruedo sobre la tierra De cuando en cuando un malón—
Arrastrao por mi destino Y si de él sale con vida,
Y si erramos el camino .... Lo pasa echao panza arriba
No es el primero que lo erra. Mirando dar güelta el sol.
84 EL GAUCHO MARTIN FIERRO

Y ya qué á juerza de golpes Y daré fin á mis coplas


La suerte nos dejó aflús, Con aire de relación,
Puede que allá veamos luz Nunca falta un preguntón
Y se acaben nuestras penas; Mas curioso que mujer,
Todas las tierras son güeñas Y tal vez quiera saber
Vámosnos amigo Cruz. Como jué la conclusión:

El que maneja las bolas, Cruz y Fierro de una estancia


El que sabe echar un pial, Una tropilla se arriaron —
Y sentársele á nn bagual Por delante se la echaron
Sin miedo de que lo baje, Como criollos entendidos,
Entre los mesmos salvajes Y pronto sin ser sentidos
No puede pasarlo mal. Por la frontera cruzaron.

El amor como la guerra Y cuando la habían pasao,


Lo hace el criollo con canciones Una madrugada clara
A mas de eso en los malones Le dijo Cruz que mirara
Podemos aviarnos de algo, Las últimas poblaciones
En fin, amigo yo salgo, Y á Fierro dos lagrimoneb
"De estas pelegrinaciones. Le rodaron por la cara.

Y siguiendo el fiel del rumbo


Se entraron en el desierto
No sé si los habrán muejrto,
En alguna correria,
Pero espero que algún dia
Sabré de ellos algo cierto.

En este punto, el cantor Y ya conestas noticias


Buscó un porrón pa consuelo. Mi relación acabé,
Eohó un trago como un cielo, Por ser ciertas las contó,
Dando fin á su argumento; Todas las desgracias dichas
Y de un golpe el istrumento, Es un telar de desdichas
Lo hizo astillas contra el suelo. Cada gaucho que usté vé.

• Ruempo, dijo, la guitarra, Pero ponga su esperanza


Pa no volverme á tentar, En el Dios que lo formó,
Ninguno la ha de tocar Y aquí me despido yo
Por siguro ténganlo; Que he relatao á mi modo,
Pues naides ha de cantar leales <q.-u.e coxxoce». toáLo*
Cuándo este gaucho cantó 3?ero q.-u.e naides ca.2a.to.

-j apy»r h-
OTRAS COMPOSICIONES DEL Sr. HERNÁNDEZ

EL VIEJO Y LA NIÑA

Cruza un arroyo inocente El es el árido invierno


Sobre un campo de esmeralda, Con su nieve y sus escarchas,
Y á su orilla cr<3ce un sauce Es desierto, soledad,
Reflejándose en sus aguas. Repulsión, tinieblas, nada.
En parentes onda9, Y en la senda de la niña,
Serenas, limpias y mansas, laprimavera derrama
Varios descuidados cisnes Todas sus galas floridas
Su blanco plumaje, bañan. Con generosa abundancia.
Los pintados pajarillos, El es la noche sombría,
Saltando de rama en rama, Ella la aurora galana,
Enamorados y alegres, Ella viene y el se vá
Con sus dulces trinos cantan, Libre de oongoja el alma.
Y las flores caprichosas, Ella en su inquieta ir. ; ¡a
Que crecen entre la grama, Jugueteando con sus c-.uiaa
Aquel manto de verdura, — Porqué motivo, le dice,
Entapizan y engalanan. Tienes la cabeza blanca?
Y las perfumadas brisas, Fija en la niña el anciano
Al cruzar en tenue calma, Pura y serena mirada,
Rosan leve y suavemente, Sus secos labios contrae
Agua, cisnes, flor y grama. Lijera sonrisa amarga
Pálido un rayo de sol, — «No sabes, niña inocente,
Que se quiebra entre las ramas. No sabes niña adorada
Va á reflejar moribundo Que la vida se parece
Ea las cristalinas aguas. A la antorcha que se apaga?
Del verde sauce á la sombra Seductoras ilusiones,
Un pobre viejo descansa, Nuestra juventud engañan
Pura la mirada y limpia, Y al retirarse fugaces
Serena, aunque triste el alma. El tinte del pelo cambian
A sus trémulas rodillas Vienen muchos desencantos
Alegre una niña salta, Muere ó se vá la esperanza;
Y tna sonrosados dedos Que la esperanza de ayer
Entre sus canas enlaza. Es desencanto mañana
En las huellas de la vida Y solo nos deja el mundo
M lastra en su faz arrugada, Al terminar la jornada,
Y ella refleja en su frente Al espíritu congojas
La pureza y la esperanza Pero no á los ojos lágrimas,
De la sien del viejo penden Solo deja el desengaño
Escalas hebras de plata, Y tristezas en el alma,
Pues ddga tan poco el mundo Las arrugas en el rostro
Que hasta deja pocas canas, Y en la cabeza las canas!!»
Y ella los sedosos rizos, Oyó la niña el sermón
Flotantes sobre la espalda, Sin entender ni palabra, ,

Por la brisa acariceados Pues la vida tiene aún


No suelta, sino derrama, Arcanos que ella no alcanza.
El es la verdad del fin Se fué á arrojar juguetona
Es larealidad ingrata; Piedrecillas en el agua,
Y ella es la ilusiónrisueña Los oisnes tienden el vuelo
Que dá vida á la esperanza. Y el viejo vuelve á su casa
36 UTRAS COMPOSICIONES

Las flores signen creciendo, Yo soy ese pobre viejo


Las agnas siguen su marcha, Lleno de arrugas y canas
Sigue el sauce dando sombra, Y es la niña juguetona,
Sigue pajare en sus ramas.
el La lectora de esta fábula.
Sigue la brisa apasible Guarde ella sus ilusiones,
Y al venrde follaje arranca Yo mis tristezas amargas,
Esa tímida armonia Ella sus blondos cabellos
Que solo persibe el alma Y yo mis escasas canas.
Mas yo he seguido hasta aquí, Que ya fugaron veloces
Y es tiempo de decir basta, Las ilusiones del alma;
Porque las penas son mias Pues ayer compró un billete
Y soy dueño de ocultarlas. Y no me he sacado nada.

LOS DOS BESOS


Volaron aquellas horas —Yo del odio y frenesí.
En que la mente delira: —Yo vierto un alma en otra alma
Sin cuerdas está mi lira Divinizando las dos:
Y sin fuego el corazón. Soy el hábito de Dios,
Y pues que cantar no puedo Soy inocencia y virtud.
Tus encantos y embelesos, — Y yo soy remordimiento
A una historia de dos besos Infamia, oprobio, perfidia:
Presta, niña, tu atención. Soy maldición, soy envidia.
Y perversa ingratitud.
En los inmensos espacios
Dos besos que iban errantes, —Yo soy perfume suave,
Vagos, perdidos, flotantes, Soy celestial armonia,
Se llegaron á encontrar. Soy placer, soy alegría,
Y al tocarse levemente, Soy esperanza que brota.
Yerto el uno y maldecido, —Yo soy maldición, blasfemia.
Tembló el otro, como herido Soy rencor de furias lleno,
Por aquel roce fatal. Soy para el alma, veneno
Que destila gota á gota.
Y entre el éter las nubes,
Dó el trueno tiene su cuna, —Yo soy pureza y esencia.
Dn rayo de luna
tibio —Yo crimen y falsedad.
Los ilumina á los dos. —Yo salvé á humanidad,
la
Y el silencio interrumpiendo — Yo á humanidad perdí.
la
Que en los espacios reinaba, — Soy yo de origen divino
Un genio que alli pasaba —A mi infierno me hizo.
el
Oyó la siguiente voz: —Yo nací en Paraíso,
el
— Yo en Jerusalen nací.
—¿Quién eres?
— ¿A donde vas? — Yo soy vitud
Por espacio, infinito?
el —Yo maldad
—Tan fresco tú. —Yo inocencia
— Tu marchito —Yo delito
—¿De donde di?
saliste, — Yo soy deleite infinito.
— Yo soy ternura. —Yo soy infinito horror.
—Yo rabia. — Digámonos, pues, quien somos,
—Yo dulzura. Y así saldremos de dudas
—Yo doler. —Yo soy el beso de Judas
—Yo soy hijo del Amor — Yo el primer beso de Amo?.
DEL SEÑOR HERNÁNDEZ

Y los dos al separarse, —[Adiós! yo busoo en el mundo


Para seguir tu camino Odios, venganzas, agravios!...-...,
Por un mandato Divino Y yo unos candidos labios
Se miraron con horror, Que me den vida y calor.

EL CARPINTERO
Al compás de su herramienta «Y mi vida antes serena
Mientras trabaja afanoso Tornóse agitada y turbia
Así sus desdichas cuenta, Cambióse el placer en frena,
Asi canta y se lamenta De amor gimo en la cadena,
Un carpintero amoroso. Muchacho, traeme la gurbia.

«Es mi vida su mirada, «Y cariñoso con ella


Y cuando su voz escucho, Inocente el cefiríllo
Siento mi alma arrebatada Juega al mirarla tan bella
De tierno gozo inundada Fulgente como una estrella,
— Muchacho, trae el cerrucho. Muchacho, trae el cepillo.

«Brotan de sus ojos bellos «Por ella es este dolor


Penetrando el corazón Por ella siento esta pena,
Esos fulgidos destellos Y ella con su cruel rigor
Y absorto me quedo en ello». Desdeña, ingratal mi amon
— Muchacho, trae el formón. Muchacho, trae la barrena.»

«De sus labios de granada Y amante sigue sus Dantos


Se escapa de amor el soplo, Y sus eternas disputas
Y es ondeante y perfumada Aliviando sus quebrantos
"•abellera rizada Con sus amorosos cantos
cho, trae el escoplo. Entre tablas y virutas.

CANTARES
Ubros A las unas les gustan
Crónicas viejas,
Y gustan a las niñas
Lindas novelas
Mas no me asusto
De que tengan entre ellas
Ce Distintos gustos.

La vit Y para que no digan


Pa Que en impolítico,
Y da vi' Después de estas verdades
Con ..
Haré un cumplido
Pero 1. Las viejas, vivan!
Tiene para i Que son madres ó abuelas
Dedos dt De lindas niñas.
LA VUELTA
-DE-

MARTIN FIERRO
POR

JOSÉ HERNÁNDEZ

DECIMA EDICIÓN ADORNADA CON DIEZ LAMINAS

CASA EDITORA Y DEPOSITO GENERAL


LIBRERÍA -MARTIN FIERRO — 147, BOLÍVAR, 147

1894
Quatro palabras de conversación con los Lectores

trego á la benevolencia pública, ron el la naturaleza les impone para con sus hijos,
titulo: LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO, poniendo ante sus ojos los males que pro-
la segunda parte (ie una obra que ha tenido duce su olvido, induciéndolos por ese medio
ana acolgida tan generosa, que en seis años á que mediten y calculen por si mismo to-
se han repetido once ediciones con un total dos los beneficios de su cumplimiento
de cuarenta y ocho mil ejemplares. Enseñando á los hijos como deben respe-
El cuanto á su parte literaria, solo diré tar y honrar á los autores de sus dias—
que no se debe perder de vista al juzgar los Fomentando en el esposo el amor á su
defectos del libro, que es copia fiel de uu esposa, recordando á esta los santos debe-
original que los tiene, y repetiré, que muchos res de su estado; encareciendo la felicidad
tos están allí coa el objeto de hacer del hogar, enseñando á todos á tratarse con
mas evidente y clara la imitación de los que respeto reciproco, robusteciendo por todos
lo son en realidad. estos medios los vínculos de la familia v de
Un librp destinado a despertar la inteli- la sociabilidad-
gencia y el amor
á la lectura cu una pobla- Afirmando en los ciudadanos el amor á
casí primitiva, á servir de provechoso la libertad, sin apartarse del respeto que es
recreo, después de las fatigosas tareas, á debido á los superiores y magistrados
millares de personas que jamás han leído, Enseñando á los hombres con escasas no-
debe ajustarse estrictamente á los usos y ciones morales, que deben ser humanos y
costumbres de esos mismos lectores, rendó" clementes, caritativos con el huérfano y con
sus ioeas é interpretar sus sentimientos en el desvalido; fieles á la amistad; gratos á
su mismo lenguaje, en sus frases mas usua- los favores recibidos; enemigos de la holga-
les, en su forma mas general, aunque sea in- ría v del vicio; conforme con los cam-
correcta; con sus imágenes de mayor relie- bios de iortuna: amantes de la verdad, tole-
ve, y con sus giros mas característicos, á fin rantes, justos y prudentes siempre.
de que el libro se identifique con ellos de Un libro que todo esto, mas que esto, ó
una manera tan estrecha é íntima, que su parte de esto enseñara sin decirlo, sin reve-
lectura no sea sino una continuación natural lar su pretencion, sin dejarla conocer si-
i existencia. quiera, seria indudablemente un buen libro,
Solo así pasan sin violencia del hrabajo al y por cierto; que levantaría ti nivel moral é
libro; y solo así, esa lectura puede serles intelectual de sus lectores aunque dijera
amena, interesante y útil. naiáes por nadie, resertor por desertor, mes-
1 Ojalá hubiera un libro que gozara ilel di- mo por mismo, ó otros barbarismos seme-
choso privilegio de circular incesantemente jantes; cuya enmienda le está reservada á la
de mano en mano en esa inmensa población escuela, llamada á llenar un vacio que el
niñadas en nuestras vastas campañas, .espetar, y á corregir vicios y.
v que bajo una forma que lo hiciera agrada- (os (ie i- a, que son también ele-
ble, que asegurara su popularida 1, sirviera mentos de que se debe apoderar el arte para
d>' ameno pasatiempo á sus lectores, pero: — combatir y estirpar males morales mas fun-
Enseñando que el trabajo honrado es la damentales y trascendentes, examinándolo
fuente principal de toda mejora y bienestar bajo el punto de vista de una filosofía mas
Enalteciendo las virtudes morales que na- elevada y pura.
cen de la ley natural y que sirven de base El progreso de la locución no es la base
á todas las" virtudes sociales— progreso social, y un libro que se propu-
Inculcando en los hombres el sentimiento siera tan elevados fines, deberia prescinder
de veneración hacia su Creador, inclinándo- por completo de las delicadas formas de la
los á obrar bien cultura de Li frase, subordinándose á las
Aleando las superticiones ridiculas y ge- imperiosas exigencias de sus propósitos mo-
neralizadas que nacen de una deplorable i- ralizadores, que serian en tal caso el éxito
gnorancia buscado.
Tendiendo' á regularizar y dulcificar ¡as Los personajes colocados en escena de
costumbres, enseñando por" medios hábil berian hablar en su lenguaje peculiar y pro-
mente escondidos, la moderación y el apre- pío, con su originalidad, su gracia y sus de-
cio de sí mismo; el respecto á los demás, itcíos naturales, porque despojados de ese
estimulando la fortaleza por el espectáculo ropaje, lo serian igualmente de su carácter
del ¡nlortunio acerbo, aconsejando la perse- típico, que es lo único que los hace simpá-
verancia en el bien y la resignación en los tico, conservando la imitación y la verosimi-
trabajos litud en el fondo y en la forma.
Recordando á los Padres los deberes que Entra también en esta parte la elección
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

del prisma á Iravers del cual le es permitido Kl corazón humano


y la moral son los
á cada uno estudiar sus tiempos. Y acep- mismos en todos los siglos.
tando esos defectos como un elemento, se Las civilizaciones difieren esencialmente
idealiza también, se piensa, se inclina á los «Jamás se hará, dice el doctor Don V. F
deanas á que piensen igualmente, y se agru- López en ' su prologo á Las Neurosis, un
pan, se preparan y conservan pequeños mo- profesor ó un catedrático Europeo de un
numentos de arte, para los que ha de estu- Braema; • debe ser: pero no ofrecería la
esí
diarlo mañana y levantar el grande monu- misma dificultad el hacer de un gaucho un
mento de la historia de nuestra civilización. Braema lleno de sabiduría; si es que los
El gaucho no conoce ni siquiera los ele- Bracmas hacen consistir toda su ciencia en
mentos de su propio idioma, y seria una im- su sabiduría proverbial, según los pinta el
propriedad cuando menos, y una falta de sabio .conservador de la Biblioteca Nacional
Terdad muy censurable, que quien no ha de París, en «La sabiduría popular de toda.*
abierto janíás un libro, siga las reglas de las Naciones» que difundió en el nuevo
arte de Blair, Hermosilla ó la Academia. mundo el americano Pazos Kanki.
El gaucho no aprende á cantar. Su único Saturados de ese espíritu gaucho hav en-
maestro es la espléndida naturaleza que en tre nosotros algunos poetas de formas muy
variados y majestuosos panoramas se estien- cultas y correctas, y, no ha de escasear el
de delante de sus ojos. género, porque es una producción legítima v
Canta porque hay en é ! cierto impulso espontánea del país, y que, en verdad, no
moral, algo de métrico, de rítmico que do- se manifiesta únicamente en el terreno flo-
mina en su organización y que lo lleva hasta rido de la literatura.
el estraordinario extremo" de que, todos sus Concluyo aqui, dejando á la consideración
refranes, sus dichos agudos, sus proverbios de los benévolos lectores, lo que yo no pue-
comunes son espresados en dos versos octo- do decir sin estender demasiado este prefa-
sílabos perfectamente medidos, acentuados cio poco necesario en las humildes coplas
con inflexible regularidad, llenos de armonía, de un hijo del desierto.
de sentimiento y de profunda intención. ¡Sea el público indulgente con él! v acepte
esta humilde producción, que le dedicamos
Eso mismo hace muy difícil, sino de todo
punto imposible, distinguir y separar cuales
como que es nuestro mejor y mas antiguo
amigo.
son los pensamientos originales del autor, y
cuales los que son recojidos de las fuentes
populares. Laoriginalidad de un libro debe empezar
Notengo noticia que exista ni que haya en elprologo.
existido una raza de hombre aproximados Nadie se sorprenda por lo tanto, ni de la
y la naturaleza, cuya, sabiduría proverbial forma ni de los objetos que este abraza;
y
llene todas las condiciones rítmicas de nues- debemos terminarlo haciendo público nues-
tros proverbios gauchos. tro agradecimiento hacia los distinguidos
Qué singular es, y quá digno de observa- escritores que acaban de honrarnos con su
ción, el oir á nuestors paisanos anas incultos, fallo, como el señor D. José Tomás Guido,
expresar en dos versos claros y sencillos, en una bellísima carta que acogieron defe-
rentes La Tribuna y La Prensa,
máximas y pensamientos morales que las y que re-
naciones mas antiguas, la India y la Persia, produjeron en sus columnas varios periódi-
conservavan como el tesoro inestimable de cos de la Bepública.— El Dr. D. Adolfo Sal-
días, en un meditado trabajo sobre el tipo
su sabiduría proverbial que los griegos escu-
;

chaban con veneración de boca de sus sa- histórico y social del gaucho.— El Dr. D.
bios mas profundos, de Sócrates, fundador Miguel Navarro Viola, en la última entrega
de la moral, de Platón y de Aristóteles; que de la Biblioteca Popular, estimulándonos,
entre los latinos difundió gloriosamente el con honrosos términos, á continuar en la
afamado Séneca; que los hombres del Norte tarea empezada.
les dieron lugar preferente en su robusta Diversos periódicos de la ciudad y cam-
y paña, como El Heraldo, del Azul, La' Patria,
enérgica literatura; que la civilización mo-
derna repite por medio de sus moralistas mas de DoloreSg El Oeste, de Mercedes, y otros,
esclarecidos, y que se hallan consagrados han adquirido también justos títulos *á nues-
fundamentalmente en los códigos religiosos tra gratitud, que conservamos como una
de todos los grandes reformadores de la hu- deuda sagrada.
manidad. Terminamos esta breve reseña con La
Indudablemente, que hay cierta semejanza Capital, del Bosario, que ha anunciado La.
intima, cierta indentidad misteriosa entre to- Vuelta de Martin Fierro, haciendo con-
das las razas del globo que solo estudian en cebir esperanzas que Dios sabe si van á ser
el gran libro de la naturaleza; pues que de satisfechas.
él deducen, y vienen deduciendo desde hacen Ciérrase este prologo, diciendo que se
mas de tres mil años, la misma enseñanza, llama este libro La Vuelta de Martin
las mismas virtudes naturales, espresadas Fierro, porque este titulo le dio el público,
en prosa por todos los hombres del globo, y antes, mucho antes de haber yo pensando en
en versos por los gauchos que habitan las escribirlo; y allá va á correr tierras con mi
vastas y fértiles comarcas que se estienden bendición paternal.
á las dos márgenes del Plata. JOSÉ HERNÁNDEZ.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

MARTIN FIERRO Lo que esplicaré á mi modo.


Digo que no han de reir todos,
Algunos han de llorar.
Mucho tiene que contar
El que tuvo que sufrir.
(

Y empezaré por pedir


Atención pido al silencio No duden de cuanto digo;
Y silencio á la atención. Pues debe crerse al testigo
Que voy en esta ocackm Sino pagan por mentir.
Si me ayuda memoria.la
A mostrarles que á mi historia Gracias le doy á la virgen
Le faltaba lo mejor. Gracias le doy al Señor,
Porque entre tanto rigor
Viene uno como dormido Y habiendo perdito tanto.
Cuando vuelve del desierto; No perdí mi amor al canto
Veré si ú esplicarme acierto Ni mi voz como cantor.
Entre gente tan bizarra,
Y si al sentir la guitarra Que cante todo viviente
De mi sueño me dispierto.
Otorgó el Eterno Padre,
(ante todo el que le cuadre
Siento que mi pecho tiembla Lomo lo hacemos los dos,
Que se turba mi razón, Pues no tiene voz
solo
Y de la vigüela al son El ser que no tiene sangre
Imploro á la alma de un sabio.
Canta elpueblero... y es pueta.
Que venga á mover mi sabio
Y alentar mi corazón. Canta el gaucho... y ay Jesús!
!

Lo miran como avestruz


Si no llego á treinta y una Su inorancia los asombra;
De fijo en treinta me planto, Mas siempre sirven las sombras
ita confianza adelanto Para distinguir la luz
Porque recibí en mi mismo.
Con el agua del bautismo El campo es del inorante,
La faculta para el canto. El pueblo del hombre cstruido;
Yo que en el campo he nacido
Tanto e! pobre como el r* Digo que mis cantos son.
La razón me la han de dar: Para los unos... sonidos
Y si llegan á escuchar Y para oíros... intención.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Yo he conocido cantores Si mayor fuego me anima;


Que era un gusto el escuchar Porque quiero alzar la prima
Mas no quieren opinar Como pa locar al aire.
Y se divierten cantando;
Pero yo canto opinando Y con la cuerda tirante
Que es mi modo de can tai-. Dende que ese tono elija.
Yo no he de aflojar manija
El que va por esta senda Mientras que la voz no pierda;
Cuanto sahe desembueba, Sino se corta la cuerda
Y aunque mi cencia no es mucha. O no cede la clavija. ¡

Esto en mi favor previene;


Yo se el corazón que tiene Aunque rompí el eslrumenlo
El que con gusto me escucha.
Por no volverme á tentar
Tengo tanto que contar
Lo que pinta este pincel Y cosas de tal calibre
Ni e tiempo lo ha de lx>rrar, Que Dios quiera que se libre
Ninguno se ha de animar El que me enseñó á templar.
A correggirme la plana;
No pinta quien tiene gano De naides sigo el ejemplo
Sino quien sabe pintar.
Naide á dirigirme viene
Yo digo cuanto conviene
Y no piensen los oven tes Y el que en tal güeya se plant,
Que del saber hago alarde; Debe cantar cuando canta
He conocido aunque tarde Con toda la voz que tiene.
Sin haberme arrepentido,
Que es pecado cometido
He visto rodar la bola

El decir ciertas verdades.


Y no se quiere parar,
Al fin de tanto rodar
Pero voy en mi camino Me he decidido á venir
Y nada me ladiará, Y ver si peudo vivir
He de decir la verdá, Y me dejan trabajar.
De naide soy adulón.
Aqui no hay imitación Sé dirigir la mansera
Esto es pura realidá. Y también echar un pial
Sé correr en un rodeo
Y el que me quiera enmendar Trabajar en un corral
Mucho tiene que saber Me sé sentar en un pértigo
Tiene mucho que aprender Lo mesme que en un bagual.
El que me sepa escuchar
Tiene mucho que rumiar
Y empriestenme su atención
El que me quiera entender. Si ansi me
quieren honrar,
De nó, tendré que callar
Mas que yo y cuantos me oigan Pues el pájaro cantor
Mas que las cosas que tratan Jamás se para á cantar
Mas que lo que ellos relatan En árbol que no dá flor.
Mis cantos han de durar
Mucho ha habido que mascar Hay trapitos que golpiar
Para h echar esta bravata.
Y de aquí no me levanto;
Escúchenme cuando canto
Brotan quejas de mi pecho, Si quieren que desembuche
Brota un lamento sentido ;
Tengo que desirles tanto
Y es tanto lo que he sufrido Que les mando que me escuchen.
Y males de tal tamaño.
Que reto á todos les años Déjenme tomar un ü-ago
Estas son atrás cuarenta,
A que fraigan el olvido.
Mi garganta está sedienta
Ya verán si me dispierto Y de esto no me abochorno—
Como se compone el baile Pues el viejo como el horno
• Y no se sorprenda naides Per la boca se calienta.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Enla orilla de un arroyo


Solitario lo pasaba.
En mil cosas cavilaba
2 Y á una güelta repentina
Se me hacia ver á mi china
O escuchar que me llamaba.

Triste suena mi
guitarra Y las aguas selenitas
T el requiere
asunto lo Bebe el pingo trago á trago
Ninguno alegrías espere Mientras sin ningún halago
Sino sentidos lamentos, Pasa uno hasta sin comer.
De aquel que en duros tormentos Por pensar en su mujer.
Nace, crece, vive y muere. En sus hijos y en su pago.

Llegada de Cruz y Fierro a las tolderías

Es triste dejar sus pagos Recordarán que con Cruz


Y largarse á tierra agesta Para el desierto tiramos
Llevándose la alma llena En la pampa nos entramos,
De tormentos y dolores, Cayendo por fin del viaje
Mas nos llevan los rigores A unos toldos de salvajes,
Como el pampero á la arena Los primeras que encontramos.
Irse á cruzar el desierto La desgracia nos seguía,
Lo mesmo que un fot-agid*. Llegamos en mal momento-
Dejando aqui en el olvido Estaban en parlamento
Como dejamos nosotros, Tratando de una invasión,
Su mujer en brazos de olio Y el indio en tal ocasión
Y sus hijitos perdidos. Recela hasta de su aliento.
Cuantas veces al craza Se armó un tremendo alboroto
En esa inmensa llanura. Cuando nos vieron llegar.
Al verse en tal desventura No podíamos aplacar
Y tan lejos de los suyos Tan peligroso hervidero;
Se lira uno entre los yuyos Nos tomaron por Ixjmberns
A llorar con amargura. Y ñas quisieron laudar
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Nos quitaron los caballos Pero toda la riunion


A los muy pocos minutos; Lo escuchó con atención
Estaban irresolutos. Lo menos tres horas largas.
Quien sabe que pretendían,
Pegó al fin tres alaridos
Por los ojos nos metian
Las lanzas aquellos brutos.
Y ya principia otra danza;
Para mostrar su pujanza
Y dele en su lengüeteo Y dar pruebas de ginete
Hacer gestos y cabriolas; Dio riendas rayando el flete
Uno desató las bolas Y revoliando la lanza.
Y se nos vino en seguida;
Recorre luego la fila.
Ya no creiamos con vida
Frente á cada indio se para,
Salvar ni por carambola.
Lo amenaza cara á cara
Allá no hay misericordia Y en su juria aquel maldito
Ni esperanza que tener Acompaña con su grito
El indio es de parecer El cimbrar de la tacuara.
Que siempre matarse debe
Se vuelve aquello un incendio
Pues la sangre que no bebe
Le gusta verla correr.
Mas feo que la mesma guerra-
Entre una nube de tierra
Cruz se dispuso á morir Se hizo allí una mescolanza,
Peliando y me convidó De potors. indios y lanzas
Aguantemos dije yo Con alaridos que aterran.
El fuego hasta que nos queme-
Parece un baile de fieras,
Menos los peligros teme
Sigun yo me lo imagino
Quien mas veces los venció.
Era inmenso el remolino.
Se debe ser mas prudente Las voces aterradoras
Cuando el peligro es mayor; Hasta que al fin de dos horas
Siempre se salva mejor Se aplacó aquel torbellino
Andando con advertencia,
De noche formaban cerco
Porque no está la prudencia
Reñida con el valor.
Y en el centro nos poniam
Para mostrar que querían
Vino al lenguaraz
fin el Quitarnos toda esperanza
Como á trairnos el perdón, Ocho ó diez filas de lanzas

Nos dijo «La salvación Al rededor nos hacían.
«Se la deben á un cacique
Allí estaban vigilantes
«Me manda que les esplique
Cuidándonos á porfía.
«Que se trata de un malón.
Cuando roncar parecían
«Les ha dicho á los demás «Huaincúy gritaba cualquiera,
«Que ustedes queden cautivos Y toda la fila entera
«Por cain algunos vivos
si « Huaincá » — Hnaincá repetía.
«En poder de los cristianos,
Pero el indio es dormilón
«Rescatar á sus hermanos
Y tiene un sueño projundo
«Con estos dos fugitivos .

, Es roncador sin segundo


Volvieron al parlamento Y en tal confianza es su vida,
A tratar de sus alianzas. Que ronca á pata tendida
O tal vez ile las matanzas, Aunque se dé güelta el mundo.
Y conforme les detallo—
Nos averiguaban todo
Hicieron cerco á caballo
Recostándose en las lan/.;is.
Como aquel que se previene
Porque siempre les conviene
Dentra al centro un indio viejo Saber las juersas que andan.
Y á lengüetiar se larga.
allí Donde están, quienes las mandan
Quien sabe que les encarga. Que caballos y armas tienen.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

A cada respuesta nuestra Porque el mal nunca se sacia.


Uno hace una esclamación Si el viento de la desgracia
Y luego en continuación Vuela las pajas del rancho.
Aquellos indios i'eroces
Cientos y cientos de voces
Mas quien manda los pesares
Repiten el mesmo son.
Manda también el consueE-
Ea luz que baja del cielo
Y aquella voz de uno solo Alumbra al mas encumbran
Que empieza por un gruñido Y hasta el pelo mas delgao
Llegr. hasta ser alarido Hace su sombra en el suelo.
De toda la muchedumbre
Pero por mas que uno sufra
Y ansi alquieren la costumbre
E'i rigor que. lo atormente
De pegar esos bramidos.
Xo debe bajar la frente

Nunca por ningún moliv<
El álamo es mas altivo
Y gime constantemente.
3

De esc modo nos hallantes


Empeñaos en la partida
No hay que darla por perdida
dura que sea la suerte;
El indio pasa la vida
Ni que pensar en la muerte,
Sino en soportar la vida.
Robando ó echa.) de panza-
La única ley es la lanza
Se endurece el carrazón. A que se ha de someter
No temt peligro alguno Lo que le falta en satnr
Por encontrarlo oportuno Lo suplo con desconfianza.
Allí juramos los «los:
Fuera cosa de engarzarlo
Respetar lan solo á Dios
De Dios abajo, á ninguno A un indio caritativo
Es duro con e! cautivo.
E3 mal es árbol que crece Ee dan un trato h< rroroso
Y que cortado retoña Es astuto y receloso,
La gente esperta ó visofia Es audaz y vengativo
Sufre de infinitos modos
La tierra es madre de tod No hay que pedirle favor
Ni que aguardar tolerancia
Pero también dá ponzoña.
Movidos por su inorancia
Mas todo varón prudente Y de puros desconfíaos
Sufre tranquilo sus males pusieron separaos
Yo siempre los hallo ¡guales Bajo sutil vigilancia
En cualquier senda que eüjo
La desgracia tiene hijos No pude tener con Cruz
Ninguna conversación
Aunque <!la no tiene madre
No nos daban ocación,
Y al que le toca la herencia Nos trataban como ajenos—
Donde quiera halla su ruina Como dos años lo menos
Lo que la suerte destina Duró ésta separación.
No puede el hombre evitar
iielatarnuestras penurias
Porque el cardo ha de pinchar
Es que nace con espina. Fuera alargar el asunto
Ees diré sobre este punto
Es destino del pobre
el Que á los dos años recien
En continuo safarranelio. .Vos hizo el cacique el bien
Y pasa como el carancho De dejarnos vivir juntos.
10 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Nos retiramos con Cruz Pues cuando la hambre sé siente


A la orilla de un pajal El hombre le clava el diente
Por no pasarlo tan mal A todo lo que se mueve.
En el desierto infinito
Hicimos come un bendito En las sagradas alturas
Con dos cueros de bagual Está el maestro principal,
Que enseña á cada animal
Fuimos á esconder allí A procurarse el sustento
Nuestra pobre situación Y le brinda el alimento
Aliviando con la unión A todo ser racional.
Aquel duro cautiverio
Tristes como un cementerio
Y aves, y vichos y pejt's.

Al toque de la oración. Se mantienen de mil modos;


Pero el hombre en su acomodo
Debe el hombre ser valiente Es curioso de oscrvar:
Si á rodar, se determina; Es el que sabe llorar
Primero, cuando camina; Y es el que los come á todos.
Segundo, cuando descansa.
Pues en aquellas andansas
Perece el que se acoquina.
Cuando es manso el ternerifco
En cualquier vaca se priende-
El que gaucho esto lo entiende
Y há de entender si le digc,
Que andábamos con mi amigo Antes de aclarar el día
Como pan que no se vendo.
Empieza el indio á aturdir
La pampa con su rugir,
Guarecidos en toldo
el Y en alguna madrugada
Charlábamos mano á mano Sin que sintiéramos nada
Eramos dos veteranos Se largaban á invadir
Mansos pa las sabandijas,
Arrumbaos como cubijas Primero entierran las prendas
Cuando calienta el verano En cuevas como peludo;
Y aquellos indios cerdudos
El alimento no abunda Siemper llenos de recelos,
Por mas empeño que se haga; En los caballos en pelos
Lo pasa uno como plaga. Se vienen medio desnudos.
Ejercitando la industria
Para pegar el malón
Y siempre como la nutria
El mejor flete precuran—
Viviendo á orillas del agua.
Y como es su arma segura
En semejante ejercicio Vienen con la lanza sola,
Se hace diestro el cazador Y varios pares de bolas
Cai el piche engordador, Atados á la cintura.
Cai el pájaro que trina
Todo vicho que camina
De ese modo anda liviano,

Va á parar al asador
.

No mancarrón;
fatiga el
Es su espuela en el malón,
Pues allí á los cuatro vientos Después de bien afilao
La persecución se lleva, Un cuernito de venao
Naide escapa de la leva Que se amarra en el garrón.
Y dende que el alba se asoma
El indio que tiene un pingo
Ya recorre uno la loma,
El bajo, el nido y la cueva.
Que se llega á distinguir,
Lo cuida hasta pa dormir;
El que vive dela caza Da ese cuidado es eclavo
A cualquier vicho se atreve Se lo alquila á otro indio bravo
Que pluma ó cascara lleve, Cuando vienen á invadir.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 11

Por vigilarlo no come Es fiero de condición


Y aun el sueño concilia
ni No golpea la compasión
Solo en eso no hay decidía. En el pecho del infiel.
De noche, les asiguro,
Tiene la vista del águila
Para tenerlo seguro,
Del león la temeridá
Le hace cerco la familia.
En el desierto no habrá
Por eso habrán visto ustedes. Animal que él no lo entienda
Si en el caso se han hallan. Ne fiera de quien no aprienda
Y sino lo han oservao Un istinto de crueldá.
Ténganlo dende hoy presente
Es tenaz en su barbarie
Que todo pampa valiente
Anda siempre bien monteo. No esperen verlo cambiar-.
El deseo de mejorar
Marcha el indio á trote largo En su rudeza no cabe
Paso que rinde y que dura; El bábaro solo s
Viene in direcion sigura Emborracharse y peliar.
Y jamás á su capricho
El indio nunca se rie
No se les escapa vicho
En la noche mas escura. Y el pretenderlo es en vano,
Ni cuando festeja ufano
Caminan entre tinieblas El triunfo en sus correrías
Con un cerco bien formao; La risa en sus alegrías
Lo estrechan con gran cuidao Le pertenece al cristiano.
Y agarran al aclarar
Se cruzan por el desierto
Nanduces, gamas, venaos
Cuanto ha podido dentrar.
Como un animal feroz
Dan cada alarido atroz
Su señal es un humito Que hace erizar los cabellos,
Que se eleva muy arriba Parece que á todos ellos
Y no hay quien no lo aperaba Los ha maldecido Dios.
Con esa vista que tienen;
De todas partes se vienen Todo peso del trabajo
el

A engrosar la comitiva.
Lo dejan á las mujeres
El indio es indio y no quiere
A usinase van juntando, Apiar de su condición.
Hasta hacer esas riuniones Ha nacido indio ladrón
Que cain en las invasiones Y como indio ladrón muere.
En número tan crecido
El que envenenen sus armas
Para formarla* han salido
De los últimos rincones.
Les mandan sus hechiceras
Y como ni á Dios veneran
Es guerra crudel la del indio Nada á los pampas contiene
Porque viene como fiera Hasta los nombres que tienen
Atropella donde quiera Son de animales y fieras.
Y de asolar no se cansa
De su pingo y de su lanza Y son, por ; Cristo bendito!
Los mas desaciaos del mundo
Toda salvación espera.
Esos indios vagabundos
Debe atarse bien la faja Con repunancia me acuerdo,
Quien aguardarlo se atreva; Viven lo mesmo que el cerdo
Siempre mala intención lleva. En esos toldos inmundos.
Y como tiene alma grande
No hay plegaria que lo ablande Naides puede imaginar
Ni dolor (fue lo conmueva.
Una miseria mayor
Su probeza causa horror
Odia de muerte al cristiano . No sabe aquel indio bruto
Hace guerra sin cuartel Que la tierra no dá fruto
Para matar es sin yel, Sino la riega c! sudor.
12 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Volviendo á su haraganiar
Y entra la china á cueriar
Con un afán desmedido.
5
A veces á tierra adentro
Algunas puntas se llevan.
Pero hay pocos que se atrevan
Aquel desierto se agita A hacer esas incursiones,
Cuando la invasión regresa Porque otros indios ladrones
Llevan miles de cabezas Les suelen pelar la breva.
De vacuno y yeguarizo,
Pa no afligirse es preciso Pero pienso que los pampas
Tener bastante firmeza. Deben ser de los mas rudos
Aunque andan medio desnudos
Aquello es un hervidero Ni su convenencia entienden,
De pampas— un celemin— Por una vaca que venden
Cuando riunen el botin Quinientas matan al ñudo.
Juntando toda la hacienda.
Estas cosas y otras piores
Es cantidá tan tremenda
Que no alcanza á verse el Las he visto muchos años;
fin.
Pero si yo no me engaño
Vuelven las chinas cargadas Concluyo ese bandalaje.
Con las prendas en montón; Y esos bárbaros salvajes
Aflije esa destrucción Non podrán hacer mas daño.
Acomodaos en cargueros
Llevan negocios enteros Las tribus están desechas;
Que han saquiado en la
Los caciques mas altivos
invasión.
Están muertos ó cautivos
Su pretensión es robar, Privaos de toda esperanza
No quedar en el pantano Y de la chusma y de lanza,
Viene á tierra de cristianos Ya muy pocos quedan vivos.
Como furia del infierno;
No se llevan al gobierno
Son salvajes por completo
Porque no lo hallan á mano. Hasta pa su diversión
Pues hacen una junción
Vuelven locos de contentos Que naides se la imagina;
Cuando han venido á la fija Recien le toca á la china
Antes que ninguno elija El hacer su papelón.
Empiezan con todo empeño,
Cuanto el hombre es .mas salvaje
Como dijo un santiagueño,
A hacerse la repartija. Trata pior á la mujer
Yo no sé, que pueda haber
Se reparten el botin Sin ella dicha ni goce
Con igualdá. sin malicia; ¡Feliz el que la conoce
No muestra el indio codicia, Y logra hacerse querer!
Ninguna falta comete
Solo en esto se somete
Todo el que entiende la vida
Rusca á su lao los placeres—
A una regla de justicia.
.Justo es que las considere
Y cada cual con lo suyo El hombre de corazón;
A sus toldos enderiesa Solo los cobardes son
Luego 3a matanza empieza Valientes con sus mujeres.
Tan sin razón ni motivo,
Pa servil
-
á un desgraciao
Que ne queda animal vivo
Pronta la mujer está
De esos miles de cabezas.
Cuando en su camino vá
Y satifecho el salvaje No hay peligro que la astille;
De que su oficio, ha cumplido Ni hay una á quien no le guste
Lo pasa por ay tendido Una obra de caridá.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 13

No se hallará una mujer Como yeguada en la trilla.


A la que esto no le cuadre Y empieza allí la cuadrilla
Yo alabo al Eterno Padre. A dar güelías en la era
No porque hizo bellas.
las
Sino porque á todas ellas
A un lao están los caciques
Capitanejos y el trompa;
Le., dio corazón de madre.
Tocando con toda pompa
Es piadosa y deligente Como un toque de fagina;
Y sufrida en los trabajos: Adentro muere la china
Tal vez su valer rebajo Sin que aquel círculo rompa
Aunque la estimo bastante.
Mas los indios ignorantes
Muchas veces se les oven

La tratan al estropajo.
A las pobres los quejidos;
Mas son lamentos perdidos-
Echan alma trabajando
la Al rededor del cen
Bajo el mas duro rigor En el suelo están mamaos
El marido es su señor. Los indios dando alaridos.
Como tirano la manda
Porque el indio no se ablanda Su canto es una palabra
Ni siquiera en el amor. Y de ay no salen jamas
Llevan todos el compás
No tiene cariño á naides lokú-Iokú repitiendo.
Ni sabe lo que es amar Me parece estarlas viendo
;Ni que se puede esperar Ma¿ fieras que satanás.
Ue aquellos pechos de bronce!
Yo los conocí al llegar
Al trote dentro del cerco,
Y los calé dente entonces — Sudando, hambrientas, juriosas
Desgreñadas y rotosas
Mientras tiene que comer De sol á sol se lo llevan
Permanece sosegao Bailan, aunque truene ó llueva,
Yo que en sus toldos he estao Cantando la mesma cosa.
Y sus costumbres oservo
Digo que es como aquel cuervo
Que no volvió del mandao.
Es para él como juguete 6
Escupir un crucifijo
Pienso que Dios los maldijo
Y ansina el ñudo desato;
El indio, el cerdo y el gato, El tiempo sigue en su giro
Redaman sangre del hijo. Y nosotros solitarios,
De los indios sanguinarios
tías ya ron cuentos de pampas No teníamos que esperar
No ocuparé su atención El que nos salvó al llegar
Debo pedirles perdón Era el mas hospitalario.
Pues sin querer me distraje,
Por hablar de los salvajes Mostró noble corazón,
Cristiano anhelaba ser
Ife olvidé de la junción.
La justicia es un deber,
Y sus mérilos nó cali
Nos regaló unos caballos
Y á veces nos vino á ver.
A la volunta de Dios
Ni con la intención resisto
El nos salvó.... pero, ah Cristo ; i

Hacen un cerco de lanzas, Mochas veces he deseado


Los indios quedan ajucra- No nos hubiera salvado
Dentra la china ligera Ni jamas haberlo visto.
14 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Quien recil>e beneficios Dispara come un liebre


Jamas los debe olvidar; Le dá delirios la fiebre
Y al que tiene que rodar Y ya le cain con la lanza.
En su vida trabajosa.
Le pasan á veces cosas Esas fiebres son terribles,
Que son duras de pelar. Y aunque de esto no disputo,
Ni de saber me reputo,
Voy dentrando poco a poco Será, decíamos nosotros,
En pasage
lo triste del De tanta carne de potro
Cuando es amargo el brebage Como comen esos brutos.
El corazón no se alegra
Dentro una virgüela negra Habia un gringuito cautivo
Que los diezmó á los salvajes.
Que siempre hablaha del barco-
Y lo augaron en un charco
Al sentir tal mortandá Por causante de ia peste
Los indios desesperaos, Tenia los ojos celestes
Gritaban alborotaos Como potrillito zarco.
< Cristiano echando gualicho»

No quedó en los toldos vicho Que le dieran esa muerte

Que no salió redotao. Dispuso una china vieja;


Y aunque se aflije y se queja.
Sus remedios son secretos, Es inútil qué resista
Los tienen las adivinas Ponia el infeliz la vista
No los conocen las chinas Como la pone la oveja.
Sino alguna ya muy vieja,
Nosotros nos alejamos
Y es la que los aconseja
Con mil embustes la indina. Para no ver tanto estrago
Cruz sentía los amagos
Alli soportapaciente
el , De la peste que reinaba
Las terribles curaciones Y la idea nos acosaba ,

Pues á golpes y estrujones De volver á nuestros pagos.


Son los remedios aquellos
Lo agarran de los cabellos
Pero contra el plan mejor
Y le arrancan los mechones. El destino se revela
¡La sangre se me congela!
Les hacen mil herejías El que nos habia salvado.
Que presenciarla da horror
el Cayó también atacado
Rrama el indio de dolor De la fiebre y la virgüela.
Por los tormentos que pasa;
Y untándolo todo en grasa No podíamos dudar
Lo ponen á hervir al sol. Al verlo el tal padecer
El fin que habia de tener.
Y puesto allí boca arriba Y Cruz que era tan humano:
Al rededor le hacen fuego «Vamos» me dijo, paisano
Una china viene luego «A cumplir con un deber».
Y al oído le da de gritos
Hay algunos tan malditos
Fuimos á estar á su lado
Para ayudarlo á curar—
Que sanan con este juego.
Lo vinieron á buscar
A otros les cuecen la boca Y hacerle como á los otros;
Aunque de dolores cruja Lo defendimos nosotros,
Lo agarran allí y lo estrujan. No lo dejamos lanciar.
Labios le queman y dientes
Iba creciendo la plaga
Con un güevo bien caliente
De alguna gallina bruja. Y la mortandá seguía;
A su lado nos tenia,
Conoce el indio el peligro Cuidándolo con pacencia
Y pierde toda esperanza Pero acabó su existencia
Si á escapárseles alcanza Al fin de unos pocos días.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 15

El recuerdo me atormenta. De rodillas á su lado


Se renueva mi pesar Yo encomendé á Jesús!
lo —
Me dan ganas de llorar Falló á mis ojos la luz
Nada á mis penas igualo; Tube un terrible desmayo—
Cruz también cayó muy malo Cai como herido del rayo
Ya para no lenvantar. Cuando lo vi muerto á Cruz.
Todos pueden figurarse
Cuanto tuve que sufrir;
Yo no hacia sino gemir
Y aumentaba mi aflicion.
No saber una oración
Pa ayudarlo a bien morir.

.\fartiu Rorro meditando en la Tumba <ie su amigo Cr

Se le pasmó la virgüela.
Y pobre estaba en un grito
el
Me recomendó un hijito
Que en su pago había dejado. 7
«Ha quedado abandonado
«Me dijo, aquel pobrecito.

«Si vuelve, busqucmeló, Aquel bravo campanero


Me repelía ;i media voz En mis brazos espiró;
«En el mundo eramos dos Hombre que tanto sirvió,
«Pues ya no tiene madre:
él Varón que fué tan prudente.
• Que sepa el fin de su padre Por humano y por valiente
«Y encomiende mi alma á Dios», En el desierto murió.
Lo apretaba contra el pecho Y yo, con mis propias manos
Dominao por el dolor Yo mesmo lo sepulté
Era su pena mayor A Dios por su alma rogué
El morir allá entre infieles- De dolor el pecho lleno
Sufriendo dolores crueles Y humedeció aquel terreno
Entregó su alma al Criador. El llanto que retíame.
16 LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO

Cumplí con mi obligación. Que el cristiano no imagina;


No hay de que me acuse
falta Pues ni el indio ni la china
Ni deber de que me escuse Sabe lo que son piedades.
Aunque de dolor sucumba
Allá señala su tumba Quise curiosear los llantos
Una cruz que yo le puse. Que llegaban hasta mi,
Al punto, me dirigí.
Andaba de toldo en toldo Al lugar de ande venían
Y todo me fastidiaba— Me horrorisa todavía
El pesar me dominaba El cuadro que descubrí'!
Y entregao al sentimiento,
Se me hacia cada momento Era una infeliz mujer
Oir á Cruz que me llamaba Que estaba de sangre llena
Y como una Mádalena
Cual mas, cual menos los criollos Lloraba con toda gana.
Saben lo que es amargura Conocí que era cristiana
En mi triste desventura Y esto me dio mayor pena.
No encontraba otro consuelo
Que ir á tirarme en el suelo Cauteloso me acerqué
Al lao de su sepultura.
A un indio que estaba al lao;
Porque el pampa es desconfia.)
Allí pasaba las horas Siempre de lodo cristiano,
Sin haber naides conmingo Y vi que tenia en la mano
Teniendo á Dios por testigo El rebenque ensangrentao.
Y mis pensamientos fijos,
En mi mujer y mis hijos,
En mi pago y en mi amigo.
Privado de tantos bienes 8
Y perdido en tierra agena
Parece que se encadena
El tiempo y que no pasara,
Como si el sol se parara Mas tarde supe por ella,

A contemplar tanta pena. De manera positiva,


Que dentro una comitiva
Sin saber que hacer de mi De pampas á su partido,
Y entregado á mi aflición, Mataron á su marido
Estando allí una ocasión, Y la llevaron cautiva.
Del lao que venia el viento
Oi unos tristes lamentos
En tan dura servidumbre
Que llamaron mi atención. Hacían dos años que eslaba-
Un hijito que llevaba
No son raros los quejidos A su lado lo tenia—
En los toldos del salvaje, La china la aborrecía
Pues aquel es vandalaje Tratándola como esclava.
Donde no se arregla nada
Deseaba para escaparse
Sino á lanza y puñalada
A balazos y á coraje. Hacer una tentativa
Pues á la infeliz cautiva
No preciso juramento. Naides la va á redimir.
Deben creerle á Martin Fierro Y allí tiene que sufrir
lie visto en ese destierro El tormentto mientras viva.
A un salvaje que se irrita,
Degollar una chinita
Aquella china perversa
Y tirársela á las perros Dende el punto que llegó
Crueldá y orgullo mostró
He presenciado martirios Porque el indio era valiente
He muchas crueldades
visto Usava un collar de dientes
Crímenes y atrocidades De cristianos que él mató.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 17

La mandaba trabajar, Al hijo de entre sus brazos,


Poniendo cerca á su hijito Y del primer rebencazo
Tiritando y dando gritos La hizo crugir de dolor.
Por la mañana temprano,
Atado de pies y manos Que aquel salvaje tan cruel
Lo mesmo eme un oorderito. Azotándola seguía,
Mas y mas se enfurecía
Ansí le imponía tarea Cuanto mas la castigaba,
De juntar leña y sembrar Y la infebz se atajaba
Viendo á su hijito llorar Los golpes como podía.
Y hasta que no terminaba
La china no la dejaba Que le gritó muy furioso
Que le diera de mamar. Confechando no <¡ucris
La dio vuelta de un revés
Cuando no tenia trabajo Y por calmar su amargura.
La emprestaban á otra china A su tierna criatura
Naides. decía, se imagina. Se la degolló á los pies.
Ni es capaz de presumir
Cuanto tiene que sufrir Es increíble, me decía,
La infeliz que está cautiva. Que tanta fiereza esista
No habrá madre que resista.
Si ven crecido á su hijito Aquel salvaje inclemente
(lomo de piedá no entienden. Cometió Iraquí lamente
Y á suplicas nunca atienden. Aqttd crimen á mi vista.
Cuando OO es este es el otro
Se lo quitan y lo venden Esos orrores tremendos
lo cambian por un potro. No los inventa el cristiano
Ese bárbaro inhumano.
En la crianza de los suyos Sollozando me lo dijo.
Son bárbaros por demás. Me amarró luego las manos
No la ¡amas:
había visto Con las Iripílas de mi hijo .

En una tabla los alan


Los crian ansi. y les achatan
I.. cabeza por detrás.
i

Aunque esto paresca estrafto 9


Ningumn lo puma en duda
Entro aquella «ente ruda,
En su barbara torpeza,
Es gala que la cabeza De ella fueron ios lamentos
lev forme puntiaguda Que en mi soledá escuché
En cuanto al punto llegué
Aquella china malvada Quedé enterado de todo
Que tanto la aborrecía, Al mirarla de aquel modo
Empezó á decir un «lia Ni un instante tutubié.
Porque falleció una hermana.
Que sin duda la cristiana
Toda cubierta de sa..

Le había echado brugería Aquella infeliz cautiva,


Tenia dende abajo arriba
El indio la saco al campo l.a marca de los laza/os. —
Y la empezó á amenazar Sus trapos hechos pedazos
le había de confesar Mostraban la carne viva.
Si la brujería era cierta:
O Alzó los ojos al cielo
que la iba á castigar
Hasta rpie quedara muerta
En sus lágrimas bañada,
Tenia las manos aladas
Llora la pobre aflijida. Su tormento estaba claro;
el indio en su rigor Y me clavó una mirada
arrebató con fin o (ionio pidiéndome amparo.
18 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Yo no sé lo que pasó Escaparme de otra suerte.


En mi pecho en ese instante, Sino dando al indio muerte
Estaba el indio arrogante O quedando alli estirado.
Con una cara feroz
Para entendernos los dos Y como el tiempo pasaba

La mirada fué bastante. Y aquel asunto me urgia,


Viendo que él no se movia,
Pegó un brindo como gato Me fui medio de soslayo
Y me ganó' la distancia- Como a agarrarle el caballo
Aprovechó esa ganancia A ver si se me venia.
Como fiera cazadora
Ansi fué, no aguardó mas
Desató las boliadoras
Y aguardó con vigilancia Y me atropello el salvaje
Es preciso que se ataje
Aunque y!o iba de curioso Quien con el indio peleé
Y no por buscar contienda, El miedo de verse á pié
Al pingo le até la rienda Aumentaba su coraje.
Eché mano dende luego,
A éste que no yerra fuego, En la dentrada no mas
Y ya se armó la tremenda. Me largó un par de bolazos
Uno me tocó en un brazo
El peligro en que me hallaba Si me dá bien, me lo quiebra-
Al momento conocí Pues las bolas son de piedra
Nos mantubimos ansi, Y vienen como balazo.
Me miraba y lo miraba;
Yo, al indio le desconfiaba
A la primer puñalada
Y él me desconfiaba á mi. El pampa se hizo un ovillo
Era el salvaje mas pillo
Se debe ser precabido Que he visto en mis correrias-
Cuando agasape
el indio se Y á mas de las picardías
En esa postura el tape Arisco para el cuchillo.
Vale por cuatro ó por cinco
Las bolas las manejaba
Como tigre espara al brinco
Aquel bruto con destreza.
Y fácil que á uno lo atrape.
Las recogía con presteza
Peligro era atropellar Y me las volvía á largar.
Y era peligro el jüf; Haciéndomelas silvar
Y mas peligro seguir Arriba de la cabeza.
Esperando de este modo,
Aquel indio, como todos
Pues otros podian venir
Era cauteloso... ay juna!
Y carinarme allí entre todos.
Ay me vahó la
.

fortuna
A juerza de precaución De que peliando se apotra
Muchas veces he salvado, Me amenazaba con una,
Pues en un trance apurado Y me largaba con otra.
Es mortal cualquier descuido
Si Cruz hubiera vivido
Me sucedió una desgracia
No habría tenido cuidado. En aquel percance amargo,
En momentos que lo cargo
Un hombre junto con otro Y que él reculando vá
En valor y en juerza crece Me enredé en el chiripá
El temor desaparece, Y cai tirao largo á largo.
Escapa de cualquier trampa
Ni pa encomendarme á Dios
Entre dos, no digo un pampa,
Tiempo el salvaje me dio;
A la tribu si se ofrece
Cuanto en el suelo me víó
En tamaña incertidumbre Me saltó con ligereza—
En trance tan apurado, Juntito de la cabeza
No podía por decentado El bolazo retumbó.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 19

Ni por respeto al cuchillo Sallando como una cabra


Dejó el indio de apretarme Mudos— sin decir palabra.
Alli pretende ultimarme Peliábamo.s como fieras.
Sin dejarme levantar
Aquel duelo en el desierto
Y no me daba lugar
Nunca, jamás se me olvida.
Ni siquiera á enderezarme.
Iba jugando la vida
Devalde quiero moverme Con tan terrible enemigo.
Aquel indio no me suelta Teniendo alli de testigo.
Como persona resuella A una mujer afligida.—
Toda mi fuerza ejecuto
Pero abajo de aquel bruto
Cuando él mas se enfurecía
podia ni darme guelta.
Yo mas me empiezo á calmar;
No
Mientras no logra matar
E3 indio no se desfoga
Al fin le corté una soga
Y lo empecé aventajar.
Me hizo sonar las costillas
De un bolazo aquel maldito;
Y altiempo que le di un grito
Bendito Dios poden Y ledentro como bala
Quien le puede comprender I Pisa el indio, y se reíala
Cuanto á una débil mujer l'.n el cuerpo del chiquito.
Le diste en esa ocasión
La fuerza que en un varón Para esplicar el misterio
Tal vez no pudiera haber. Es muy escasa mi cencia
Lo castigó, eñ mi concencia.
infeliz tan llor Su Divina Magestá—
Viendo el peligro se anima- Donde no hay casualdá
Corno una flecha se arrima Suele estar la providencia
Y olvidando su ai'lieion.
Le pegó al indio un tirón En cuanto trastrabillo

Que me lo sacó de encima. Mas de firmo lo cargué.


Y aunque de nuevo hizo pié
Ausilio tan generoso Lo perdió aquella pisada;
Ife libertó del apuro Pues en esa atropellada
Si no es ella, de siguro En dos parles lo coi-té.
Que el indio me sacrifi —
Al sentirse lastimao
Y mi valor se duplica
Se puso medio afligido
un ejemplo tan pruro.
Pero era indio des id do i

En cuanto me enderecé Su valor no so quebranta—


volvimos á t.>par — Le salían por la garganta
No se podia descansar Como una especie de aullidos.
Y me cborriaba el sudor
En un apuro mayor Lastimao en la cabeza
Jamas me he vuelto á encontrar. La sangre lo enseguecía;
De otra herida le salia
Tampoco yo daba alce
le Haciendo un charco ande estaba-
Como deben suponer Con los pies la chapaliaba
Se había aumentado mi quehacer Sin aflojar todavía.
Para impedir que el b-utazo,
Tres Qguras Imponentes
Le pegara algún bolazo —
De rabia á aquella mujer. Formábamos aquel terno:
Ella en su dolor materno
La l*)la en manos del indio Yo con la lengua dejuera.
Es terrible y muy ligera Y el salvaje como fiera
liare de ella lo que quiera Diparada del infierno
20 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Iba conociendo el indio Me persiné dando gracias


Que tocaban á degüello De haber salvado la vida:
Se le erizaba el cabello Aquella pobre afligida
Y losojos revolvía De rodillas en el suelo,
Los labios se le perdian Alzó sus ojos al Cielo
Cuando iba á tomar resuello. Sollozando dolorida.

En una nueva dentrada Me inqué también á su lado


Le pegué un golpe sentido, A dar gracias á mi Santo
Y al verse ya mal herido, En su dolor y quebranto

Pelea de Martin Fierro con un Indio

Aquel indio furibundo Ella, á la Madre de Dios


Lanzó un terrible alarido Le pide en su triste llanto
Que retumbó como un ruido Que nos ampare á los dos.
Si se sacudiera el mundo.
Se alzó con pausa de leona
Al fin de Lanío lidiar Cuando acabó de implorar.
En el cuchillo lo alcé Y sin dejar de llorar
En peso lo levanté Envolvió en unos trapitos
Aquel hijo del desierto Los pedazos de su hijito
Ensartado lo llevé, Que yo le ayudé á juntar.
Y allá recien lo largué
Cuando ya lo sentí muerto.—
LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO 21

Y por fin. solo lo deja.


Quando agacha las orejas
Y ya el potro ni cocea.
10
.lamas sacude un golpe
le
Porque bagual
lo trata al
Con pacencia sin igual,
Dende ese punto era juersa Al domarlo no le pega
Abandonar el desierto. Hasta que al fin se le entrega
Pues me hubieran descubierto, Ya dócil el animal
Y aunque lo maté en pelea.
Y aunque yo sobre los bastos
De lijo que me lancean
Por vengar al indio muerto.
Me se sacudir el polvo
A esa costumbre me amoldo
A la afligida cautiva Con pacencia lo manejan
Mi caballo le ofrecí Y a! dia siguiente lo dejan
Era un pingo que alquirí. Hienda arriba junto al toldo.
Y donde quiera que estaba
Ansi lodv) el que procure
En cuanto yo silvana
lo
Venia á
Tener un pingo modelo
refregarse en mi.
Lo ha. de cuidar con desvelo.
Yo me le senté al del pampa; Y debe impedir también.
Era un oscuro tapao El que de golpes le den
Cuando me hallo bien manta o O tironeo en el suelo.
De mis casillas me salgo
Y era un pingo como galgo Muchos quieren dominarlo
Que sabia correr holiao.
Con el rigor y el azote.
Y si ven al chafalote
Para correr cu el campo Que tiene liazas de malo.
No hallaba ningún tropie > Lo embraman en algún palo
Los ejercitan en eso Hasta que se descogote.
Y los ponen como luz.
Todo:, vuelven protestos
se
De dentrarle á un avestruz
Y botiar bajo el pescuezo.
Y güeltaspara ensillarlo
Dicen (pie es por quebrantarlo
El pampa edlM a al caballo .Mas compriende cualquier bobo
Como para un entrevero (Juc es de miedo del corcoho
Como rayo es de ligero Y no quieren confesarlo.
En cuanto el indio lo boca—
El animal yeguarizo
Y como trompo en la !•

Da güelias sobre de un cuero.


Perdónenme esta alverlencia,
Es de mucha conocencia.
Lo baréa en la madrugada Y tiene mucho sentido
.lamas falla á esle deber Es animal consentido
Luego lo enseña á correr Lo cautiva la pacencia,
Entn fanf •. y guadales 1

Ansina esos animales Aventaja á los demás


El que estas cosas entienda
Es cuanto se puede \
Es bueno que el hombre aprienda,
caballo de un pampa
1 Pues hay pocos domadores,
\o hay peligro de rodar— Y muchos frangoy adores
Juc pucha y pa disparar Que andar, de bozal v rienda.
Es pingo que no se cansa
Con proligidá lo ama
Sin dejai 1< con obiar.
Pa quitarle quillas
Con cuidao lo manosea.
H01 ras empl
22 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Me vine como les digo Todo es cielo y horizonte


Trayendo esa compañera En immenso campo verde!
Marchamos la noche entera ¡Pobre da aquel que se pierde
Haciendo nuestro camino que su rumbo estravea!
Sin mas rumbo que el destino Si alguien cruzarlo desea
Que nos llevara ande quiera. Este consejo recuerde.

Al muerto en un pajonal Marque su rumbo de dia


Habia tratao de enterrarlo, Con toda i'idelitá
Y después de maniobrarlo Marche con puntualidá
Lo tapé bien con las pajas, Siguiéndole con fijeza,
Para llevar de ventaja Y duerme,
si la cabeza
Lo que emplearan en hallarlo. Ponga para el lao que vá.

La vuelta de Martin Fierro

En notando nuestra ausiencia Oserve con todo esmero


Nos habian de perseguir— Adonde el sol aparece,
Y decidirme á venir,
al Si hay neblina y le entorpece
Con todo mi corazón Y no lo puede oservar
Hice la resolución Guárdese de caminar
De peliar hasta morir. Pues quien se pierde perece.

Es un peligro muy serio Dios les dio istintos sutiles


Cruzar juyendo el desierto- A toditos los mortales
Muchísimos de hambre han muerto, El hombre es uno de tales
Pues en tal desasociego Y en las llanuras aquellas
No se puede ni hacer fuego Lo guian el sol, las estrellas.
Para no ser descubierto El viento y los animales.

Solo el alburio del hombre Para ocultarnos de dia


Puede ayudarlo á salvar A la vista del salvaje
No hay auxilio que esperar, Ganábamos un paraje
Solo de Dios hay amparo En que algún abrigo hubiera—
En el desierto es muy raro A esperar que anocheciera
Que uno se pueda escapar. Pare seguir nuestro viaje
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 23

Penurias de toda clase Esto se hubiera compuesto;


Y miserias padecimos Pero cuanto saqué en limpio
Varias veces no comimos Fué. que estábamos lo mesmo.
O comimos carne cruda, Ansi me dejaba andar
Y en oirás no tengan duda Haciéndome el chancho rengo
Con reices nos mantubimos. Porque no me convenia
Revolver el avispero;
Después de mucho sufrir
Pues no inorarán ustedes
Tan peligrosa inquietú
Que en cuentas con el gobierno
Alcanzamos con salú Tarde ó temprano lo llaman
A divisar un sierra. Al probé á hacer el arreglo;
Y al fin pisamos la tierra — Pero al fin tuve lo suerte
En donde crece el Ombú. De hallar un amigo viejo
Nueva pena sintió el pecho Que de todo me Informó,
Por Cruz, en aquel paraje Y peí él supe al momento.
Y en humilde vasallaje Que el Juez que me perseguía
A la magestá infinita; Hacia tiempo que era muerto:
Besé esta tierra bendita Por culpa suya he pasado
Que ya no pisa el salvaje. Diez años de sufrimientos
Y no son pocos diez añ.>s
Al fin la misericordia Para quien ya llega á viejo.
De Dios, nos quiso amparar. Y los he pasado ansi.
Es preciso soportar Si en mi cuenta no me yerro:
Los trabajos con costancia Tres años en la frontera.
Alcanzamos á una Estancia Dos como gaucho matrero,
Después de tanto penar. Y cinco allá entre los Indios
A y mesmo me despedí Hacen los diez que yo cuento.
De mi infeliz compañera Me dijo, á mas. esc amigo
« Me voy, le dije, ande quiera Que andubiera sin recelo,
« Aunque me agarre el gobierno, Que todo estaba tranquilo.
« Pues infierno por infierno Que no perseguía el gobierno;
« Prefiero el de la frontera ». Que ya naides se acordaba
De la muerte del moreno—
Concluyo esta relación. Aunque si yo lo maté.
Ya do puedo continuar, Mucha culpa tuvo el negro.
Permítanme descansar; Estube un poco imprudente,
Están mis hijos presentís. Puede ser. yo lo confieso.
Y yo ansioso porque cuenten Pero él me precipitó
Lo que tengan que contar. Porque me cortó primero—
Y á mas. me cortó en la cara
Que es un asunto muy serio.
— Me aseguró el mesmo amigo
Que ya no había ni el recuerdo
De aquel que en la pulpería
11
Lo dejé mostrando el sebo.
El, de engreído me buscó
Yo ninguna culpa tengo;
- Y mientras que huno un trago El mesmovino á pc.liarinc,
Pa refrescar el garguero— Y vez me hubiera muerto
tal
Y mientras tlempla el muchacho Si le tengo mas confianza
Y prepara su estrumento O soy un poco mas lerdo
Les contaré de que mod > Fué suya toda la culpa
Tuvo lugar el encuentro Porqué ocasionó el suceso.
Me acerqué algunas Estancias
;i —Que ya no hablaban tampoco,
Por saber algo de cierto. Me dijo muy de cierto,
lo
Creyendo que en tanto años De cuando con la partida
24 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Llegué tener el encuentro.


á Ks que mi mujer ha muerto.
Esa vez me
defendí Que en procuras de un muchacho
Como estaba en mi derecho. Se fué la infeliz al pueblo.
Porque fueron á prenderme Donde infinitas miserias
De noche y en campo abierto Habrá sufrido por cierto.
Se me acercaron con armas. Que por fin á un hospital
Y sin darme voz de preso Fué á parar medio muriendo,
Me amenazaron á gritos Y en ese abismo de males
De un modo que daba miedo Falleció al .muy poco tiempo.
Que iban arreglar mis cuentas —Les juro que de esa pérdita
Tratándome de matrero. Jamás he de hallar consuelo
Y no era el gefe el que hablaba Muchas lágrimas me cuesta
Sino un cualquiera de entre ellos. Dende que supe el suceso.
Y ese, me parece á mi Mas dejemos cosas tristes
No es modo de hacer arreglos. Aunque alegrías no tengo;
Ni con el que es inocente. Me parece que el muchacho
Ni con él culpable menos. Ha templado y está dispuesto.
—Con semejantes noticias Vamos á ver que tal lo hace,
Yo me puse muy contento Y juzgar su desempeño.
Y me presenté ande quiera — Ustedes no los conocen.
Como otros pueden hacerlo Yo tengo confianza en ellos
—De mis hijos he encontrado No porque lleven mi sangre,
Solo á dos hasta el momento Eso fuera lo de menos.
Y de ese encuentro feliz Sino porque dende chicos
Le doy las gracias al cielo. Han vivido padeciendo.
A todos cuantos hablaba Los dos son aficionados
Les preguntaba por ellos. Les gusta jugar con fuego.
Mas no me daba ninguno, Vamos á verlos correr
Razón de su. paradero; Son cojos... hijos de rengo.
Casualmente el otro dia
Llegó á mi conocimiento,
De una carrera muy grande EL HI3Q MAYOR DE MARTIN FIERRO
Entre varios estancieros
Y fui como uno de tantos 12
Aunque no llevaba un medio.
No faltaban, ya se entiende LA PENITENCIARIA
En aquel gauchage immenso
Muchos que ya conocían Aunque el gajo se parece
La historia de Martin Fierro; Al árbol de donde sale,

Y alli estaban los muchachos


Solía decirlo mi madre
Cuidando unos parege ros- Y en su razón estoy fijo:

Cuanto me oyeron nombrar Jamás puede hablar el hijo


«

Se vinieron al momento, Con la auloridá del padre .

Diciéndome quienes eran Recordarán que quedamos


Aunque no me conocieron. Sin tener donde abrigarnos;
Porque venia muy aindiao Ni ramada ande ganarnos
Y me encontraban muy viejo. Ni rincón ande meternos
La junción de los abrazos Ni camisa que ponernos
De los llantos y los besos Ni poncho con que taparnos.
Se deja pa las mujeres
Como que entienden el juego. Dichoso aquel que no sabe
Pero hombre que oomprieiuk
el Lo que es vivir sin amparo;
Que todos hacen lo mesmo. Yo con verdá les declaro,
En público canta y baila Aunque es por demás sahido-
Abraza y llora en secreto. Dende chiquito he vivido
Lo único que me han contado En el mayor desamparo
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 25

No le merman el rij Un boyero le mataron


Los mesmos que lo socorren- Y aunque á mi me lo achacaron
Tai vez porque no se borren Salió cierto en el sumario.
Los decretos del destino,
Piensen los hombres honrados
De todas parles lo corren
Como ternero dañino. En la vergüenza y la pena
De que tendría la alma llena
Y vive como
vichis los Al verme ya tan temprano
Buscando alguna rendija Igual á los que sus manos
El güerfano es sabandija Con el crimen envenenan.
Que no enctientia compasión,
Y el que anda sin direcion. Declararon otros dos
Es guitarra sin clavija.
Sobre el caso del dijunto;
Mas no se alacró ed asunto.
Sentiré que cuanto digo Y el Juez por darlas de listo.
A algún oycnle le cuadre Amarrados como un Cristo.
\¡ casa tenia, ni madre, Nos dijo, irán todos juntos».
Ni parentela, ni hermanos;
Y todos limpian sus manos A la justicia Ordinaria
En el que vive sin padre.
« Voy á mandar á los tres .—
Tenia razón aquel Juez.
Lo cruza este de un lazazo, Y cuantos ansí amenacen;
Lo abomba aquel de un moq Ordinaria... es como la hacen
Otro le busca el chacl; Lo he conocido después.
Y entre tanto soportar,
Suele a veces no encontrar Nos remitió como digo
Ni quien le arroje un soquete. A esa Justicia Ordinaria
Y fuimos con la sumaria
Si lo recogen lo tratan A esa cárcel de malevos.
Con la mayor rigid¡ Que por un bautismo nuevo
Piensan que es mucho tal ve* Le llaman penitenciaria.
Cuando ya muestra el pell
Si le dan un trapo viejo
El porqué tiene ese nombre
Pa cubrir su desnudez. Naides me lo dijo á mi
i
Mas yo me lo esplico ansi :

Me pues, como les ü
crié, Le dirán Penitenciaria
Desnudo á veces y hamhri Por la penitencia diaria
Me ganaba mi sustento, Que se sufre estando allí.
Y ansí los años pasaban
Ai ser hombres me esperaban Criollo que cai en desgracia
Otra clase de tormén) Tiene que sufrir no poco
Naides lo ampara tampoco
Pido á todos que no oh id )). Sino cuenta con recursos
Lo que les v.iy á decir: El gringo es de mas discurso.
En la escuela del sufrir Cuando mata, se hace el loco.
He tomado mis leciones;
Y hecho muchas refleciones No el tiempo que corrió

Dende que empecé a vivir. En aquella sepoHura;
Si de ajuera no lo apuran.
Si alguna falta cometo El asunto vá con pausa;
La motiva mi inorancia. '!
ienen la presa sigura
No vengo con arrogancia; Y dejan dormir la causa.
Y les diré en conclusi
Que trabajando de pión loor;i pres( ;que ladoi á

Mi
Se inclinará balanza la
encontraba en una estancia.
es tanta la tardanza
El que manda siempre puede Que yo les iig per mi >

Hacerle al pobre un calvan >: El hombre que dentre allí


A un vecin pr ipietario
i i;: esperanza.
26 LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO

Sin perfecionar las Leyes Y digo á cuantos inoran


Perfecionan el rigor El rigor (Je aquellas penas
Sospecho que el inventor Yo que sufri las cadenas
Habrá sido algún maldito Del deslino y su inclemencia:
Por grande que sea un delito Que aprovechen la esperancia.
Aquella pena es mayor. Del mal en cabeza agena.
Eso es para quebrantar Ay! madres, las que dirigen
El corazón mas altivo Al hijo de sus entrañas.
Los llaveros son pasivos, No piensen que las engaña.
Pero mas secos y duros Ni que les habla un farsario:
Tal vez que los mesmos muros Lo que es el ser presidario
En que uno gime cautivo. No lo sabe la campaña.

En la Penitenciaria

No en grillos ni en cadenas
es Hijas, esposas, hermanas.
En que usté penará.
lo (Inanias quieren á un varon-
Sino en una soledad Diganles que esa prisión
Y un silencio tan projundo. Es un infierno temido
Que parece que en el mundo Donde no se oye mas ruido
Es el único que está. Que el latir del corazón.
El mas altivo varón Allá el día no tiene sol,
Y de cormillo gaslao, La noche no tiene estrellas
Alli se veri a agobia o Si que le valgan querellas
Y su corazón marchito, Encerrao lo purifican;
Al encontrarse encerrao Y sus lágrimas salpican
A solas con su delito. En las paredes aquellas.

En esa cárcel no hay toros. En soledá tan terrible


Allí todos son corderos; De .su pecho oye el latido
No puede el mas altanero Lo sé. porqué lo he sufrido
Al verse entre aquellas rejas. Y créamelo el aulitorio.
Sino amujar las orejas Tal vez en el purgatorio
Y sufrir callao su encierro. Las almas hangan mas ruido.
LA VUELTA DE MARTÍN" FIERRO 27

Cuenta esas huías tiernas Sin un momento de calma.


Para mas atormentarse, Contempla con los del alma
Su lágrima al redamarse Felicidades que envidia.
Calcula en sus afliciones,
Contando sus pulsaciones: Nigun consuelo penetra
Detras le aquellas murallas
Lo que dilata en secarse.
El varón de mas agallas.
Alli se amansa el mas bravo Aunque mas duro que un pern ,
Allí se duebla el mas juerle— Metido en aquel infierno
El silencio es de tal suerte Sufre, gime, llora y calla.
Que cuando llegue á venir.
Hasta se le han de sentir De furor el corazón
Las pisadas á la muerte. Se la quiere reventar.
Pero no hay sino aguantar
Adentro mesmo del hombre Aunque sosiego no alcance
Se hace una revolución Dichoso en tan duro trance

;

Metido en esa prisión Aquel sabe rezar !

De tanto no mirar nada.


Dirige á Dios su plegaria
La nace y queda grabada
El que sabe una oración
La idea de la perfecion.
En esa tribulación
En mi madre, en mis hermanos, Gime olvidado del mundo,
En todo pensaba yo Y el dolor es mas projundo
Al hombre que allí dentro Cuando no halla compasión.
De memoria mas ingrata
Eielmente se le retrata En tan crueles pesadumbres,
Todo cuanto ajuera vio. En tan duro padecer,
Empezaba á encanecer
Aquel che ha vivida libre Después de muy pocos meses
De cruzar por donde quiera. Allí lamenté mil veces
Se afflige y se desespera No baber aprendido á 1er.
De encontrarse allí cautivo.
Viene primero el furor
Es un tormento muy vivo
Que abate la alma mas fiera.
Después la melancolía
En mi angustia no tenia
En esa estrecha prisión Otro alivio ni consuelo,
Sin poderme conformar. Sino regar aquel suelo
No cesaba de esclamar Con lágrimas noche y día.
¡Que diera yo por tener,
En caballo en que montar A visitar otros presos
Sus familias solian ir!
Y una pampa en que correr!
Xaides me visitó á mi
Es un lamento costante Mientras estulx' encerrado
Se encuentra siempre embretao ¡Quién iba á costiarse allí
El castigo han invcntao A ver un desamparado!!
De encerrarlo en las tinieblas
Y allí está como amarrao [Bendito sea el carcelero
A un Berro che no se duebla.
Que tiene buen corazón! !

Yo sé que esta bendición


No hay un pensamiento triste Pocos pueden alcanzarla,
Que al preso no lo atormente Pues si tienen compasión
Bajo un dolor permanente Su deber es ocultarla.
Agacha al fin la cabeza
.lamas mi lengua podrá
Porque siempre es la tristeza
Hermana de un mal presente. Espresar cuanto he sufrido.
En ese encierro metido.
Vierten lágrimas sus ojos Llaves, paredes, cerrojos — .

Pero su pena no alivia; Se graban tanto en los ojos


En esa costante lidia ('ue uno los vé hasta dormido
28 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Es el tormento mas duro—


Y en un presidio sigtiro
Está ciernas tal rigor

Inora uno de allísi


Saldrá pa sepoltura
la
El que se halla en desventura
El mate no se permite Rusca á su latió otro ser;
No le permiten hablar, Pues siempre es bueno tener
No le permiten cantar Compañeros de amargura.
Para aliviar su dolor
Y hasta el terrible rigor Otro mas sabio poclrá
üe no dejarlo fumar. Encontrar razón mejor.
Yo no soy rebuscador,
La justicia muy severa Y esta me sirve de luz;
Suele rayar en crueldá: Se los dieron al Señor
Sufre el pobre que allí está Al clavarlo en una cruz.
Calenlurus y delirios.
Pues no esiste pior martirio Y en projundas tinieblas
las

Que esa eterna soledá. '


En que mi razón esiste.
Mi corazón se resiste
Conversamos oon las rejas A ese tormento sin nombre
Por solo el gusto de hablar Pues el hombre alegra al hombre
Pero nos mandan callar Y el hablar consuela al triste.
Y conformarnos;
es preciso
Pues no se debe irritar
A quien puede castigarnos.
Sin poder decir palabra
Sufre en silencio sus males
Y uno en condiciones lales
Se convierte en animal.
Privan del don principal Grábenlo como en la picara
Que Dios hizo á los mortales. Cuanto he dicho en este cauto-
Y aunque yo he sofrido tanto
Yo no alcanzo a comprender Debo confesarlo aquí;
Porque motivo será. El hombre que manda allí
Que el preso privado está Es poco menos que un sanio
De los dones mas preciosos
Quel el justo Dios bondadoso
Y son buenos los demás,
Otorgó á la humarada. A su ejemplo se manejan
Pero por eso no dejan
Pues que de todos los bienes. Las cosas de ser tremendas;
En mi incorancia lo infiero Piensen todos y comprienrian
Que le dio al hombre altanero El sentido de mis quejas
Su Divina Magestá;
La palabra es el primiero. Y guarden en su memoria
El segundo la es amista. Con toda puntualidá.
Lo que oon tal claridá
Y es muy severa la ley Le acabo de decir
Que por un crimen ó un vicio. Mucho tendrán que sufrir
Somete al hombre á un suplicio Si nó eren en mi Verdá;
El mas tremendo y atroz,
Privado de un beneficio Y atienden mis palabras
si

Que ha recebido de Dios. No habrá calabozos llenos


Manéjense como buenos;
La soledá causa espanto No olviden esto jamas:
El silencie causa horror Aqui no hay razón de mas;
Ese continuo terror Mas bien las puse de 1110,
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 29

Y coli esto me despido Me dijo «yo he de cuidar:


Todos han de perdonar « Es un rodeo regular
Ninguno debe olvidar « Y dos majadas de ovejas
La historia de un desgraciado
Quien ha vivido enserrado Era hombre de mucha labia
Foco tiene que contar Con mas leyes que un dotor
Me dijo « vos sos menor
Y por los años que tienes
EL HI30 SEGUNDO DE MflHTIH FIERRO
No podes manejar bienes,
Voy á nombrarte un tutor .

Tomó un recuento de todo


13 Porque entendía su papel,
Y después de acquei pastel
Lo que les voy á decir Lo tuvo bien amasao,
Ninguno lo ponga en duda, Puso al frente un encargao.
Y aunque la cosa es peluda V á mi me llevó con él.
Haré la resolución,
Es ladino el corazón Muy pronto estuvo mi poncho
Pero la lengua no ayuda. Lo mesmo que cernidor
El chiripá estaba pior.
El rigor d olas desdichas V aunque para el frió soy guapo,
liemos soporta.) diez a.', Yo no me quedaba un trapo
Pelegrinando entre estrafios Ni pa el frió ni pa el cal
Sin tener donde vivir:
Y obligados á sufrir En tan triste desabrigo
Una máquina de danos. Tras de un mes iba otro mes
Guardaba silencio el Ju
El (pie vive de ese modo La miseria ms invadía
De todos es tributario: Me acordaba de mi tia
Falta el cabeza primar, Al <ermr en cal desnudes.
Y los hijos que el sustenta
Se dispersan como cuentas Xo sé decir con fijesa
Cuando se corta el rosario. LItiempo que pasé allí
Y después de andar ansí
Yo andubé ansi como todos. (lomo moro sin señor.
Hasta que al fin de sus dias Pase á poder drl tutor
Supo mi suerte una tia Que debia cuidar di' mi
Y me recogió á su lado.
Allí vivi sosega
Y de nada carecía.

No tenia cuidado alguno 14


Ni que trabajar tampoco
.ni muchacho loco
Lo pasaba de holgazán;
(Ion razón dice e! refrán Me lievi'i consigo un viejo

Que lo bueno dura poco. Que pronto mostró la hilacha


Dejaba ver por lá facha
Eli mi lodo su cuidado Que era medio cimarrón
Y su cariño ponía Muy renegao. muy ladrón,
Como un hijo me quería
á Y le llamaban Viscacha.
Con cariño verdadero
Y me nombré de lierede.ro Lo que el Juez ¡ha buscando

De los bienes que tenía. Sospecho y no me equivoco


i'ero este punto no toco
LI .lúe/, ¡no sii tardanza Ni su secreto averiguo
(litando falleció la vieja Mi tutor era un antiguo
De los bienes que te deja. De los qtíé ya quedan poros.
30 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Viejo lleno de camándulas Dige entre mi, si ne agravia


Con un empaque á lo toro; Ya vi que tenia rabia
les
Andaba siempre en un moro Y no las volví á nombrar.
Metido no sé en que enriedos-
Con las patas como loro.
Una tarde halló una punta
De estribar ente los dedos. De yeguas medio vichocas,
Después que voltio unas pocas
Andaba rodiao de perros Las cerdiaba con empeño
Que eran todo su placer. Yo vide venir al dueño
Jamás dejó de tener Pero me callé la boca.
Menos de media docena
Mataba vacas agenas El hombre venia jurioso
Para darles de comer. Y nos cayó oomo un rayo
Se descolgó del caballo
Carniabamos noche á noche Revoliando el arriador
Alguna res en el pago; Y lo cruzó de un lazazo
Y dejando alli el resago Ay no mas á mi tutor.
Alzaba en ancas el cuero.
Que se lo vendia á un pulpero No atinaba don Viscacha
Por yerba, tabaco y trago. A que lado disparar,
Hasta que logró montar
Ah! viejo mas comerciante Y de miedo del chicote,
En mi vida lo he encontrao Se lo apretó hasta el oogote
Con ese cuero robao Sin pararse á contestar.
El arreglaba el pastel.
Y allí entre el pulpero y él Ustedes creerán tal vez
Se estendia el certificao. Que el viejo se curaría
No señores, lo que hacia,
La echaba de comedido; Con mas cuidao dende entonces,
En las lasquilas, lo viera. Era mamarlas de día
Se ponia como una fiera. Para cerdiar á la noche.
Si cortaban una oveja;
Pero de alzarse no deja Ese fué el hombre que estuvo
Un vellón ó unas tijeras. Encargao de mi destino
Siempre andubo en mal camino
Una me dio una soba
vez Y todo aquel vecinario
Que me hizo pedir socorro. Decia que era un perdulario,
Porque lastimé un cachorro Insufrible de dañino.
En el rancho de unas vascas
Cuando el Juez me lo nombró
Y al irse se alzó unas guascas,
Para eso era como zorro. Al dármelo de tutor,
Me dijo que era un señor
Ay juna! dije entre mi El que me debía cuidar
Me has dao esta pesadumbre Enseñarme á trabajar
Ya veras cuanto vislumbre Y darme la educación.
Una ocasión medio güeña,
Te he de quitar la costumbre Pero qué habia de aprender
Al lao de ese viejo paco;
De cerdiar yeguas agenas.
Q)ue vivia como el chuncaco
Porque maté una viscacha En los bañaos, como el tero
Otra vez me reprendió Un haragán, un ratero,
Se lo vine á contar yó Y mas chilon que un barraco.
Y no bien se lo hube dicho
«Ni me núembres ese vicho» Tampoco tenia mas bienes
Me dijo, y se me enojo. Ni propiedá conocida
Que una carreta podrida,
Al verlo tan irritao Y las paredes sin techo
Hallé prudente cailar De un rancho medio desecho
Este me vá á castigar Que le servia de guarida.
LA VCELTA DE MARTIN FIERRO 31

Después de las trasnochadas Fíjate bien en lo que hablo:


Allivenia á descansar El diablo sabe por diablo
Yo desiaba averiguar Pero mas sabe por viejo.
Lo que tuhiera escondido.
Pero nunca habia podido «Ilaccle amigo del Juez
Pues no me dejaba entrar.
No le des de que quejarse; —
Y cuando quiera enojarse
Yo tenia unas jergas viejas Vos te debes encojer.
Que habian sido mas peludas Pues siempre es güeno tener
Y con mis carnes desnudas. Palenque ande ir á rascarse.
El viejo que era una fiera.
lieechaba á dormir ajuera. Nunca le lleves la contra

Con unas heladas crudas. Porque él manda la gavilla—


Alli sentao en su silla
Cuando mozo fué casao Ningún güey le sale bravo—
Aunque yo lo desconfió A uno le dá con el clavo
Y decía un amigo mío Y á otro con la cantramilla.
Que de arrebatan y malo.
El hombre, hasta el mas soberbio,
Mató á su mujer de un palo
Porque le dio un mate frió. Con mas espinas que un tala.
Aílueja andando en la mala
Y viudo por tal motivo Y es blando como mantera:
-Nunca se volvió á casal -
; Hasta la hacienda baguala
No era fácil encontrar Cai al jagüel en la seca.
Ninguna que Lo quisiera,
Todos temerían llevar andes cambiando de cueva,
La suerte de la primera. IIacó las que hace él ratón—
Consérvate en él rincón .,

Soñaba siempre con ella En que empezó tu e.sistencia


Sin duda por su delito. Naca que cambia querencia,
Y decía el viejo maldito Se atraza en la parición.
El tiempo que es tubo enfermo.
Que ella donde el miesmo infiero «Y menudiando los tragos
Lo estaba llamando á gril >s. Aquel viejo, como cerro
No olvides, me decía. Fierro
Que el hombre no debo crer,
En lágrimas de mujer
Ni en la renguera del perro.»
15 No te debes afligir
Aunque el mundo se desplome
Lo que mas precisa el hombre.
Siempre andaba retoba Tener, según yo discurro,
Con ninguno hablar
solía Es la memoria del burro
Se divertía en escarbar Que nunca olvida ande come.
Y hacer marcas con el dedo
Y cuanto se ponía en pedo «Deja que caliente el horno
Me empezaba aconsejar.
El dueño del amacijo
Lo que es yo, nunca me aflijo
Me parece que lo veo Y á todito me hago el sordo —
Con su poncho calamaco El cerdo vive tan gordo
Después de echar un buen taco Y se come hasta los hijos.»
Ansí principiaba hablar:
¡i

•.lamas Llegues á parar «El zorro que ya es corrido


V donde veas perros flacos.»
Desde lejos la olfatea
No apure quien desea
se
< El primer cuidao del hombre Hacer lo que le aproveche-
Ks defender el pellejo La vaca que mas runiea
Llévate de mi consejo. Ks la que dá mejor leche.»
32 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

TU que gana su comida «Es un vicho la mujer


Bueno que en silencio coma
es Que yo aqui no lo destapo,
Ansina, vos ni por broma Siempre quiere al hombre guapo,
Querrás llamar la atención Mas í'ijále en la elección;

Nunca escapa el cimarrón Porque licne el corazón.


Si dispara por la loma. Como barriga ele zapo. (

«Yo voy donde' me conviene Y gangoso con la l ¡-anca,


Y jamás me descarrio. Me solia deeir, «potrillo.
Llévale el ejemplo mío Recien te apunta el coi-millo
Y llenaras la barriga; Mas un toruno.
te lo dice
Aprende de las hormigas, No dejes que hombre ninguno
No van á un noque vacio. Te gane el lao del cuchillo.

El viejo Viscacha dando sus consejos

A aaides tengas envidia, «Las armas son necesarias


Es muy
triste el envidiar, Pero naides sabe cuando;
Cuando veas á otro ganar Ansina si andas, pasiando,
A estorbarlo no le metas Y de noche sobre todo,
Cada leclum en su beta Debé.s llevarlo de modo
Ks el modo de mamar. Que al salir, salga cortando.

«Ansi se alimentan mi, «Los que no saben guardar


Mientras los pobres lo pagan Son pobres aunque trabajen
Como el cordero hay quien lo haga Nunca por mas que se atajen
En la puntita no niego Se librarán del cimbrón,
Pero otros como el borrego Al que nace barrigón
Toda entera se la tragan. <> Es al ñudo que lo t'aien.

Si buscas vivir tranquil o «Donde los vientos me llevan


Dedícate á solteriar A 11estoy como en mi centro
i

Mas si !c queres casar. Cuando una tristeza encuentro


Con esta alvertencia sea Tomo un trago pa alegrarme;
Que es muy difícil guardar A mi me gusta mojarme
Prenda que otros oodicean.» Por afuera y por adentro.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 33

•Vos sos pollo, y te convi Ha lomao de entremetido


Toditas estas razón Que no creía haber venido
Mis consejos y lecciones A hablar entre liberatos—
No ecln's nunca en el olvido
En las riñas he aprendido Y para seguir contando
A no peliar sin puyones.»
Ea historia de mi tutor.
Le pediré á ese dotor
Con estas consejos y otros Que en mi inorancia me deje.
Que yo en mi memoria encierro. Pues siempre encuentra el que teje
Y que aqui no se desentierro Otro mejor tejedor.
Educándome seguía
Hasta que al fin se dormía Seguía enfermo como digo
Mestura, i en iré los perros. Cada vez mas emuerrao
Yo estaba ya acobardao
Y lo espiaba tiende lejos:
Era la boca del viejo.
Ea boca de un condena
16 Alia pasamos los dos
Noches terribles de invierno
El maldecía al Padre Eterno
Cuando el viejo cayó enfermo ("orno a los sanios benditos
Viendo yo que se imploraba, Pidiéndole al diablo á gritos
Y que esperanza no daba Que lo llevara al infierno.
De mejorarse siquiera
Le truje una culandrera
Debe ser grande la culpa
A ver si lo mejoraba. Que á tal punto mortifica
Cuando via una reliqi
En cnanto lo vio me dijo: Se poma com> azogado,
Este no aguanta el sogazo Como si á un endemoniado
Muy poco le doy de plazo. Ee echaran agua bendita.
Nos va á dar un espectáculo.
Porque debajo del ¡¡razo
Nunca me le puse á tiro,
Pues era de mala entraña.
Le ha salido un tabernáculo
Y viendo herejía tamaña—
Dice el refrán que en la tropa Si alguna cosa le daba.
Nunca falta un gúey corneta De lejos se la alcanzaba
l no que estaba en la puerta En la punía de una caña.
Le pegó el grito ay no mas:
Será mejor, decía ya.
Tabernáculo.... que bruto,
Un tubérculo dirás Que abandonado lo deje
Que blafcme y que se queje
Al verse ansí interrumpido Y que siga de esta suerte,
Al punto dijo el cantor: Hasta que venga la muerte
No me parece ocasión Y cargue con este Hereje,
De materse los de ajuera.
Tabernáculo, señor. Cuando ya no pudo hablar
I.e decía la culandrera
Ec até en la mano un cencerro—
Y al ver cercano su entierro,
El de ajuera repitió Arañando las paredes
Dándole otro chaguara/ Espiro allíentre los perros
Allá vá un nuevo bolazo Y este servidor úc ustedes.
Copo y se la gano en puerta:
A las mujeres (pie curan
» Se les llama curanderas .

No es bueno, dijo el cantor,


Muchas manos en un plato,
Y diré al que esc barato
34 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Primero lo maldecía
Luego después lo escupía
Para que naides comiese .

17 « Quien le quitó esa costumbre


De escupir el asador
Fué nn mulato resertor
Le cobró un miedo terrible Que andaba de amigo suj
Después que lo vi dijunto Un diablo, muy peliador
Llamé al Alcalce, y al punto, Que le llamaban barullo.
Anompafiado se vino
« Una noche que les hizo
De ó cuatro vecinos
tres
A arreglar aquel asunto.
Como estaba acostumbra >.

Se alzó el mulato enojao,


Anima bendita dijo Y le gritó « viejo indino.
Un medio ladiao—
viejo « Yo te he de enseñar, cochino.
« Que Dios lo haiga perdón ao, i A echar saliva al asao » . ,

Es todo cuanto deseo


Le conocí un pastoreo
« Lo saltó per sobre el juego

De terneritos robaos».
«Con el cuchillo en la mano:
[La pucha el pardo liviano!
« Ansina es, dijo el Alcalde, En la mesma atropellada
Con eso empezó á poblar Le largó una puñalada
Yo nunca podré olvidar Que la quitó otro paisano».
Las traversuras que hizo;
Hasta que al fin fué preciso Y ya caliente Barullo,
Quiso seguir la chacota.
Que le privasen carniar».
Se la habia erizao la mota
« De mozo fué muy ginete Lo que empezó la reyerta:
No bajaba un bagual
lo El viejo ganó la puerta
Pa ensillar un animal Y apeló á las de gaviota » .

Sin necesitar de otro,


Se encerraba en el corral
« De esa costumbre maldita
Y alli galo piaba el potro » Dende entonces se curó,
A las casas no volvió
«Se llevaba mal con todos— Se metió en un cicuta!;
Era su costumbre vieja A allí escondido pasó
El mes turar las ovejas, Esa noche sin cenar .

Pues al hacer el aparte


Esto hablaban los presentes
Sacaba la mejor parle
Y después venia con quejas». Y yo que estaba á su lao
Al oh- lo que he relatao,
« Dios lo ampare al probecito Aunque él era un perdulario,
Dijo en seguida un tercero, Dije entre mi « que rosario
Sempre robaba carneros. Le están resando al tinao »
En eso tenia destreza
Enterraba las cabezas.
Luego comenzó el alcalde
Y después vendía los cueros »
A registrar cuanto habia.
Sacando mil chucherías
« Y que costumbre tenia Y guascas y trapos viejos.
Cuando en el jogon estaba Temeridá de trevejos
Con el mate se agarraba Que para nada servían.
Estando los piones juntos
Salieron lazos, cabrestos.
Yo tayo, decia, y apunto,
Y á ninguno convidaba »
Coyundas y mamadores—
Una punta de amadores;
« Si ensartaba algún asao Cinchones, maneas, torzales,
Pobre! como si lo viese! Una porción de bozales
Poco antes de que ostubiese, Y un montón de tiradores.
LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO 35

I labia riendas de domar. De toditas estas guascas


Frenos y estribos quebraos; Quisiera saber primero
Piolas, espuelas, recaos. Lo que se han hecho mis vacas!
Unas pavas, una ollas.
Y un gran manojo de argollas
De cintas que babia cortao.
Salieron varios cencerros 18
Alesnas, lonjas, cucbillos.
Unos cuantos cojinillos.
Un de gergas viejas.
alto
Se largaron como he dicho
Muchas botas desparejas
Y una infinida de anillos. A disponer el entierro
Cuando me acuerdo me aterro,
Había tarros de sardinas. Me puse á llorar á gritos
Unos cueros de venao Al verme allí tan sólito
Unos ponchos augeríaos Con el tinao y los perros.
Y en tan tremendo entrevero
Apareció basta un tintero
Me saqué el escapulario
Se lo colgué al pecador
Que se perdió en el Juzgao
Y como hay en élSeñor
Decía el Alcalde muy serio Misericordia infinita,
« Es poco cuanto se diga. Rogué por ¡a alma bendita
• Había sido como hormiga, Del que antes jué mi tutor.
« He de darle parte al Jue
i Y que me venga después e calmaba mi duelo
< Conque no se los persiga .
De verme tan solitario
Ay le champurrié un rosario
Yo estaba medio azoran Como si juera mi padre
De ver lo que sucedía indo el escapulario
Entres ellos mesmos decían Que me había puesto mi madre.
Que unas prendas eran suyas.
Pero á mi me parecia Madre mía gritaba yo
Que esas eran aleluyas. Donde andarás padeciendo—
El llanto que estoy virtiendo
Y cuando ya no hubieron Ix> redamarlas por mi,
Rincón donde registrar. Si vieras á tu hijo aquí
Cansaos de tanto humoriar Todo lo que está sufriendo.
Y de trabajar de valde.
Yamosmos. dijo el Alcalde Y mientras ansí clamaba
«Luego lo haré sepultar». Sin poderme consolar
Los perros para aumentar
Y aunque mi padre no era Mas mi miedo y mi tormento
tuerto de ese hormiguero,
i
En aquel mesmo momento
Kl allí muy carirtero Se pusieron á llorar.
Me dijo con muy buen modo:
Libre Dios á
los presentes
Vos serás el beredero
Y te liarás cargo de todo » De que sufranotro tanto;
Con el muerto y esos llantos
Se ha de
arreglar este asunto Les juro que falta poco
Lomo preciso que
es Para que me vuelva loco
Voy á nombrar albacea En medio de tanto espanto.
Uno de los circunstantes
Decían entonces las viejas
Las cosas no son como antes
Tan entrenadas y cas i
Como que eran sabedoras.
Que los perros cuando lloran
Bendito Dios! pensé yo, lisporque ven al demonio;
Ando como un pordiosero, Yo en el testimonio
creía
Y me nuembran heredero Como eré siempre el qoe inora.
36 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

A y deié que los ratones


Comieran el guasquerío
Y como anda á su albedrio 19
Todo el que güerfano queda-
Alzando lo que era mió Andube á mi volunta
Abandoné aquella cueva Como moro sin señor
Ese fué el tiempo mejor
Que yo he pasado tal vez-
De miedo de otro tutor
Ni aporté pnr lo del .lacz—

«Yo cuidaré, me habia dicho,


«De lo de tu propiedá
« Todo se conservará
Supe después que esa tarde « El vacuno y los rebaños
Vino un pión y lo enterró « Hasta que cumplas 30 años
Ninguno lo acompañó « En que seas mayor de edá.
Ni lo velaron siquiera
Y al otro dia amaneció Y aguardando que llegase
Con una mano dejuera. El tiempo que la ley fija-
Pobre como lagartija
Y me lian contado ademas Y sin respetar á naides,
El ghauco que hizo el entierro. Anduve cruzando, el aire
Al recordarlo me aten», Como bola sin manija.
Me dá pavor este asunto,
Que la mano del di junto
Me hice hombre de
esa maneja.
Se la habia comido un perro. Bajo el mas duro
rigor
Sufriendo tanto dolor
Tal vez yo tuve la culpa Muchas cosas aprendí
Porque de asustao me fui Y por fin vítima fui
Supe después que volvi, Del mas desdichado amor.
Y asigurarselos puedo,
Que los vecinos de miedo De tantas alternativas
No pasaban por allí Esta es la parte peluda
Infeliz y sin ayuda
Hizo del rancho guarida Fué estremando mi delirio,
La sabandija mas sucia Y causaban mi martirio
El cuerpo se despeluza Los desdenes de una viuda.
Y hasta la razón se altera,
Pasaba la noche entera Llora el hombre ingratitudes
Chillando allí una lechuza Sin tener un andamento,
j

Acusa sin miramiento


Por mucho tiempo no pude A la que. el mal le ocasiona
Saber lo que me pasaba Y tal vez en su persona
Los trapitos con que andaba No hay ningún merecimiento
Eran puras hojarascas
Toda las moches soñaba Cuando yo mas padecía
Con viejos, perros y guaseas. La crueldá de mi destino
Rogando al poder divino
Que del dolor me separe—
Me hablaron de un adivino
Que curaba esos pesares.
Tuve recelos y miedos
Pero al fin me disolví
Hice coraje y me fui
Donde, adivino estaba,
el

Y por ver si me curaba


Cuanto llevaba le di.—
LA VUELTA DE MARTIN FIKKRO 37

Me puse al contar mis penas Por última ocasión


fin la
Mas colorao que un tomate Que por mi mal lo á ver t'i

Y se me añudó el gaznate Me dijo- No, mi saber


Cuando dijo el hermitaño No ha perdido su virtú,
Hermano, le han hecho daño Yo le daré la salú
Y se lo han hecho en un mate . Na triunfará esa mujer.

Por verse libre de usté Y tené le en el remedio


Lo habrán querido embrujar Pues la cencía no es chacota.
Después me ampezó á pasar « De esto no entendés ni jota.
Una pluma de avestruz Sin que ninguno sospeche.
Y me dijo: de la Cruz
* Córlale á un negro tres motas
Recibí el don de curar . Y haCélas hervir en leche.»

Debes maldecir, me dijo, Yo andaba ya desconfiando


A todos tus conocidos De la curación maldita
Ansina el que te ha ofendido Y dije este no me quila
Pronto estará descubierto La pasión qué me domina:
Y deben ser maldecidos « Pues que viva la gallina
«Tanto vivos como muertos Aunque sea con la pepita.

Y me resetó que hincao Ansi me dejaba andar


En un trapo de la viuda Hasta (pie en una ocasión,
Frente á una planta de ruda El cura me echó un sermón,
Hiciera mis (naciones. Para curarme sin duda;
Diciendo que aquella viuda
Diciendo. no tengas duda
Eso cura las pasiones Era hija de conficion.

Y me dijo estas palabras


A viuda en cuanto pude
la Que nunca las he olvidao
I ii trapo le manotié; — Has de saber que el finao
Busqué la ruda y al pié Ordenó en su testamento
Puesto en cruz hice mi ;

Que naides de casamiento


Pero, amigos, ni por eso Le hablara en lo sucesivo
Di mis males me curé.— Y ella prestó el juramento
Mientras él estaba vivo.
Me recetó otra ocasión
Que comiera abrojo chico Y es preciso que lo cumpla
Él remedio no me esphV Porque ansi lo manda Dios.
Mas por desechar el mal Ks necesario que vos
Al ñudo en un abrojal No la vuelvas á buscar,
Fi á ensangrentarme el hocico. Porque si llega á faltar
Se condenarán los dos.

Y con tanta meoceína Con semejante alvertencia


Me parecía que sanaba: — Se completó mi redota;
Por momentos se aliviaba Le vi los pies á la sota.
("n poco mi padecer, \ me le ajelé á la viuda
Mas si á la viuda encontraba Mas curao que con la ruda
Volvía la pasión á arder:
Con los grillos y las motas.

otra vez (¡lie consulté Después me contó un amigo


Su saber est i-ordinario. Que al Juez le había dicho el cura
Recibió bien su salario. Que yo era un cabeza dura
Y me recetó aquel pillo Y que era un mozo perdido.
Que me colgase tres grillos, Que me echaran del partido
l'.nsartaos como rosario Que no tenia compostura.
38 LA VUELTA DE MARTIN El ERRO

Tal vez por ose consejo


Y sin que mas causa hubiera.
Ni que otro motivo diera—
Me agarraron redepente 21
Y en el primer contingente
Me echaron a la frontera.

De andar persiguiendo viudas l'ICAHDIA


Me he curado del deseo,
En mil penurias me veo
Mas pienso volver tal vez,
Voy á contarles mi historia
A ver si sabe aquel Juez Perdónenme tanta charla
Lo que se ha hecho mi rodeo. Y les diró al principiarla.
Aunque es triste hacerlo asi
A mi madre la perdí
Antes de saber llorarla.
20
Me quedé en el desamparo,
Martin Fierro y sus dos hijos Y al hombre que me dio el ser
Entre tanta concurrencia No lo pude conocer
Siguieron con alegría Ansí, pues, dende chiquito.
Celebrando aquella fiesta. Volé como el pajarito
Diez años, los mas terribles En busca de que comer.
Habia durado la ausencia O por causa del servicio
Y hallarse nuevamente
al
Que tanta gente destierra—
Era su alegría completa. O por causa de la guerra
En ese mesmo momento Que es causa bastante seria,
Uno que vino de afuera, Los hijos de la miseria
A tomar parte con ellos
Son muchos en esta tierra.
Suplicó que lo almitieran.
Era un mozo forastero Ansi, por ella empujado
De muy regular presencia, No sé las cosas que haria
Y hacía poco que en el pago Y aunque con vergüenza mia,
Andaba dando sus güeltas, Debo hacer esta alvertencia,
Aseguraban algunos Siendo mi madre Inocencia
Que venia de la frontera, Me llamaban Picardía.
Que habia pelao á un pulpero
Me llevó á su lado un hombre
En las últimas carreras.
Para cuidar las ovejas
Pero andaba despilchao
Pero todo el dia eran quejas
No traía un prenda buena,
Un recadito cantor
Y guazcazos á lo loco,
Daba fe de sus pobrezas Y no me daba tampoco
Siquiera unas jergas viejas.
Le pidió la benedicion
Al que causaba la fiesta Dende la hasta la noche,
alba
Y sin decirles su nombre En el campo me
tenia
Les declaró con franqueza Cordero que se moria.
Que el nombre de Picardía Mil veces me sucedió
Es el único que lleva Los caranchoe los comian
Y para contar su historia Pero lo pagaba yo.
A todos pide licencia
Diciéndoles que en seguida De trato tan riguroso
Iban á saber quien era. Muy pronto me acobardé
Tomó al punto la guitarra, El bonete me apreté
La gente se puso atenta, Buscando mejores fines,
Y ansí cantó Picardía Y con unos bolantines
En cuanto templó las cuerdas." Me fui para Santa Fé.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 39

El pruebista principal La dificulta me aflijé


A enseñarme me tomó Miré á parda, y yo dije
la
Y ya iba aprendiendo yó Artículos de Santa Fé
A bailar en la maroma.
Mas me hicierom una broma Me acomodó el coscorrón
Y aquello me indijustó.
Que estaba viendo venir
Yo me quise corregir.
Una vez que iba bailando; A la mulata miré
Porque estaba al calzón roto Y otra vez volví á decir
Armaron tanto alboroto « Artículos de Santa Fé
Que me lucieron perder pié:
Sin dificulta ninguna
De la cuerda me largar
Resaba todito el día,
Y casi me descogolo.
Yl á la noche ne podía

Ansí me encontré de nuevo Ni con tin trabajo inmenso;


Sin saber donde meterme Es por eso que yo pienso
Y ya pensaba volverme Que alguno me tentaría.
Cuando por fortuna mia.
Me salieron unas tías Una noche de tormenta,
Vi á la parda y me entró chuche
Que quisieron recogerme.

Los ojos me asusté mucho.
(Ion aquella parentela, Eram como refocilo:
Para mi desconocida. Al nombrar á San Camilo,
Me acomodé ya en seguida. Le dije San Camilucho.
Y eran muy buenas señoras;
Pero las mas rezadoras Está -me dé con el pié

<,>ue he visto en toda m¡ vida.


Aquela otra con el codo
Ah! viejas. — por ese ni
Con (oque de oración
el Aunque de corazón riera
Ya principiaba el rosario; — Yo las mandaba al infiera i
»,

Noche á noche un calendario Con oraciones j do! t

Tenían ellas que decir.


Y á rezar solían venir Otra vez que como siempre
Muchas de aquel vecindario La parda me perseguía
Cuando yo acordé, mis tías
Lo que allí me aconteció Me habían saeao un mech ni
Siempre lo he de recordar Al pedir la estirpacion
Pues me empiezo á equivocar De todas las heregías
Y á cada paso reíalo
Como si me entrara el malo Aquella parda maldita
Cuanto me hincaba a rasar. Me tenia medio afligido,
Y ansí, me habia sucedido,
Era como tentación Que al decir estirpacion —
Lo que yo esperimentc— Le acomodé entripacion
Y jamás olvidaré, Y me cayeron sin ruido
(nanto tuve que sufrir,
l'orque no podía decir II recuerdo y el dolor
Artículos de la Fé Me duraron muchos «lias
Soñé con las haregías
Tenia al lao una mulata Que andaban por eslirpar
Que nativa de allí
era Y pedia siempre al rasar
S«- hincaba cerca de mi La estirpacion de mis tías.
Como el ángel de la guarda
Picara, y era la parda
Y dale siempre rosarios,
La (pie me tentaba ansí. Noche á noche y sin cesar—
Dale siempre barajar
Rcsá dijo mi tia. Salves, trisagios y credos,
Xrtículos de la I Y- Me aburrí de esos enríedos
Quise hablar y me atoré. Y al fin me mandé mudar.
40 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Y es seguro que se ensarta,


Porque uno muestra un caria
Y tiene otra prevenida.
22 Al monte, las precauciones
No han de olvidarse jamas-
Debe afirmarse á demás
Andube como pelota, Los dedos para el trabajo
Y mas pobre que una rata Y buscar asiento bajo
(>uando empecé á ganar plata Que le dé la luz de atrás.
Se armó no sé qué barullo
Yo dije: á tu tierra grullo Pa layar, tome la luz
Aunque sea con una pala. Dé la sombra al alversario
Acomódese al contrario
Eran duros y bastantes #
En todo juego cartiao
Los años que allá pasaron Tener ojo ejercitao
Con lo que ellos me enseñaron Es siempre muy necesario.
Formaba mi capital
El contrario abre los suyos,
Cuanto vine me enrolaron
Pero nada vé el que es ciego-
En la Guardia Nacional.
Dándole soga muy luego
Me había ejercitao al naipe. Se deja pezcar el tonto
El juego era mi carrera; Todo chapetón cree pronto
Hice alianza verdadera Que sabe mucho en el juego.
Y arreglé una trapisonda
Con el dueño de una fonda
Hay ombres muy inocentes

Que entraba en la peladera. Y que á las carpetas van


Cuando asariados están,
Me ocupada con esmeró Les pasa infinitas veces.
En floriar una baraja Pierden en puertas y en treses,
El la guardaba en la caja Y dándoles mamarán.
En paquetes como nueva;
El que no sabe, no gana
Y la media arroba lleva
Quien conoce la ventaja Aunque niegue á Santa Rita.
En la carpeta á un mulita
Comete un error inmenso Se le conoce al sentarse—
Quien de la suerte presuma Y conmigo, era matarse.
Otro mas hábil lo fuma. No podían ni á la mancliila.
En un dos por tres, lo pela ;

Y lo larga que no vuela En el nueve y otros juegos
Llevo ventaia no poca
Porque le fallauna pluma.
Y siempre que dar me toca
Con un socio que lo entiendo El mal no- tiene remedio.
Se arman partidas muy buenas Porque sé sacar del medio
Queda allí la plata agena. Y sentar la de la boca.
Quedan prendas y botones: —
Siempre caen á esas riunion.es
En el truco al mas pintas
Solía ponerlo en apuro;
Sonaos con las manos llenas.
Cuando aventajar procuro.
Hay muchas trampas legales, Sé tener, como fajadas.
Recursos del jugador Tiro á tiroel as de espadas
No cualquiera es sabedor flor, ó envite seguro.
A lo que un naipe se presta mi piala
Yo sé defender
Con una cincha bien puesta
Se la pega uno al mejor.
Y hago como el primero,
lo
El que ha de jugar dinero
Deja á veces ver la boca Preciso es que no se atonte
Haciendo el (pie se descuida - Si se armaba una de monte,
.1 nega el otro hasta la vida Tomaba parle el fondero
LA YCHLTA DM MARTIN FIKRRO 41

l'n pastel, como un paquete. Aunque robo se le hacia


Sé llevarlo con limpieza: Lo cegó Santa Lucia
Desde que á salir empiezan Y desocupó las cajas.
No hay carta que do recuerde;
Sé cual se gana ó se pierde
Lo hubieran visl afligido >

Llorar por las chucherías


En cuanto cain á la mesa.
Ma ganao con picardía
También por estas jugadas Decía el gringo y lagrimiaba,
Suele uno verse en aprietas; — Mientras yo en un poncho alzaba
Mas yo do me comprometo Todita su mercheria.
Porque sé hacerlo con arte.
Y aunque les corra el descarte Quedó allí aliviao del peso

No se descubre el secreto.
Sollozando sin consuelo.
Había caído en el anzuelo
Si me llamaban al dao Tal vez porque era domingo,
Nunca me solia fallar Y esa calida de gringo
Un cafgddo que largar, No tiene santo en el ciclo.
Un cruzao para el mas vivo;
Pero poco aproveché
Y basta atracarles un chivo
Sin dejarlos maliciar. De fatura tan lucida:
El diablo no se descuida.
Cargaba bien una taba Y á mi me seguía la pista
Porque la sé manejar; Un flato muy enredista
No era manco en el billar. Que era Oficial de partida.
Y por fin de lo que esplico.
Digo que basta con pichicos. Se me presentí) á esigir
multa en que había incurrido,
i.a
Era capaz de jugar.
Que el juego estaba prohibido
Hs un vicio de mal fin, Que iba á llevarme al cuartel
Kl de jugar, no lo ni. Tuve que partir con él
Todo el que vive del juego Todo lo (pie había alquirído.
Anda á la pezca de un bol:
Y es sabido que es un robo Empecé á tomarlo entre ojos
Por esa albítraríedá;
Ponerse á jugarle á un c¡
#
Yo había ganao. es verdá.
Y esto di» claramente
i Con recursos, eso sí:
Porque he dejao de jugar; Pero él me ganaba á mi
Y les puedo asigurar Fundan en su autoridá.
(lomo que luí del oficio
Mas cuesta aprender un vicio
I leeian que por un delito

Une aprender á trabajar. Mucho tiempo andubo mal;


l'n amigo servicial
Lo compuso con el Juez,
Y poco tiempo después
Lo pusieron de oficial.
23 Ln recorrer el partido
Continuamente se empleaba,
Ningún malevo agarraba
Un ñapóles mercachifle Pero traía en un carguero.
Que andaba con un arpista. Gallinas, pavos, corderos
Cayó también en la lista Que por hay reootetaba.
Sin dificulta ninguna:
Lo agarré á la treinta y una No si> debía permitir
Y le daba bola vista.
El abuso á Tal estrene >:
Mes á mes hacia lo mesmo.
Se vino haciendo el chiquito, Y ansí deeia el vecindario.
Por sacarme esa ventaja; Este ñato perdulario
En el pantano se encaja la resucitao el diezmo.
I
42 l.\ VUELTA DE MARTIN FIERRO

La echaba de guitarrero De poderme echar el pial:


Y hasta de concertado-i* Y no vive mas el lial
Sentao en el mostrador Que lo que quiere el traidor.
Lo hallé una noche canlando-
Y le dije: —co...rao...quiando No hay matrero que no caiga
Con ganas de oír un cantor. Ni arisco que no se amanse
Ansi, yo, tiende aquel lance
Me echó el ñato una mirada \"o salía de algún rincón-
Que me quiso devorar Ti rao como el San Ramón
Mas no dejo de cantar Después que se pasa el trance.
Y se hizo el desentendido
Pero ya habia conocido
Que no lo podía pasar
Una tarde que me hallaba 24
De visita... vino el ñato,
Y para darle un mal rato
Dije fuerte... « Ña...to... ribia
No cebe con agua tibia » Me escapé con trabajo
le

Y me la entendió el muíalo. En diversas ocasiones;


Era de los adulones,
Era el todo en el Juzgao, Me puso mal con el Juez ¡

Y como que se achocó Hasta que al fin, una vez


Ay no mas me contestó— Me agarró en las eleciones.
« Cuando el caso se presiente
Ricuerdo que esa ocasión
Te lie de hacer tomar caliente
« Y has de saber quien soy yó ». Andaban listas diversas
Las opiniones dispersas
Por causa de una mujer No se podían arreglar
Se enredó mas la cuestión Decían que el Juez por triunfar
Le tenia el ñato afición, Hacia cosas muy perversas.
Ella era mujer de ley,
('uando se riunió la gente
Moza con cuerpo de güey
Muy blanda de corazón.
Vino á proclamarla el ñato:
Diciendo con aparato
La hallé una vez de amasijo «Que todo andaría muy mal;
Estaba hecha un embeleso: « Si pretendía cada cual

Y le dije... « Me intereso « Votar por un canclilalo.


« En aliviar sus quehaceres,
« Y ansi, señora, si quiere
Y quiso al punto quitarme
« Yo le arrimaré los güesos.» La lisia que yo llevé,
Mas yo se la mesquiné
Estaba el ñato presente Y ya me gritó... (Anarquista
Sentado como de adorno « Has de votar por la lista

Por evitar un trastorno « Que ha mandao el Comiqué.

Ella al ver que se dijusta,


Me contestó... « si usté gusta
Me dio vergüenza de verme
Arrímelos junto al horno. Tratado de esa manera;
Y como si uno se altera
Ay se enredó la madeja Ya no es fácil de que ablande
Y su enemista conmigo: Le dije... «mande el que mande
Se declaró mi enemigo, Yo he de volar por quien quiera.
Y por aquel cuniplimicnlo
Ya solo buscó el momento En las cárpelas de juego
De hacerme dar un castigo « Y en la mesa electoral.
« A todo hombre soy igual.
Yo veia que
aquel maldito « Respeto al que me respeta;
Me miraba con rencor « Pero al naipe y la boleta
Buscando el caso mejor Naides me lo ha de tocar »
LA VUELTA DE MARTIX FJKRRO 43

Ay no mas ya me cayó Yo estaba haciéndome el sonzo—


A sable la polccia. Le echó á eada uno un responso
Aunque era una picardía Y ya lo plantó en la lista.
Me decidí á soportar
" Cuádrate, le dijo á un negro.
Y do los quise peliar
Por no perderme ese dia. Te estas haciendo el chiquito
Cuando sos el mas maldito
Atravesao me agarró Que se encuentra en todt d pago.
Y se aprovechó aquel flato; LT n servicio es el que te hago
Uende que sufrí ese trato Y por eso te remito.
No dentro donde no quepo ;-
Fi á ginetiar en el cepo . ,v OTRO
Por cuestión de candilatos
* Yos no cuidas tu familia
tan notoria
Injusticia
Xi le das los menesteres
No la soporté de flojo
Visitas otras mujeres
Una venda de mis ojos
Vino el suceso á valuar Y es preciso calavera.
Vi que teníamos que andar
Que aprendas en la frontera
(lomo perro con tramojo A cumplir con tus deberes.

Dende aquellas eleciones A OTRO


siguió batiburrillo;
el
Aquel se volvió un ovillo Yos también sos trabajoso;
Del que no había ni noticia Cuando es preciso votar
[Es señora la justicia... Hay que mandarte llamar
Y anda en .incas del mas pil Y siempre andas medio alzao;
Sos un desubordinao
Y yo te voy á filiar

25 A I

¿Cuánto tiempo hace que vos


Andas en este partido?
Después de muy pocos días. ¿Cuántas veces has venido
Tal vez por no dar espera A la citaciondel Juez?
Y que alguno no se fuera N'o te he visto ni una vez
Hicieron citar la* gente. lias de ser algún perdido
Pa riunir un contingente
Y mandar á la frontera.
\ orno
Se puso arisco el gauchage
La gente está acobardada, EstC es otro barullero
Salió la partida armada Que pasa en la pulpería
Y trujo como perdices Predicando noche y dia
Uno cuantos infelices Y anarquizando á la gente.
QOe entraron en la voltiada. Irás en el contingente
Por tamaña picardía.
Decia el ñato con soberbia
' Esta es una gente indiana:
A OTEO
Yo los radié á la sordiana
No jiudieron escapar;
Y llevaba orden de arriar Dende la anterior remesa
Yos andas medio perdido;
Todito lo que camina.
La autoridá no ha podido
Cuando vino el enmendante Jamas hacerte rotar,
Dijeron Dios n<ts asista Cuando te mandan llamar
Llegó, y h's clavó la vista Te pasas á otro partido
44 LA VUELTA DE MARTIN CIERRO

A (lino Muchas al Juez acudieron


Por salvar de la jugada
Vos siempre andas de florcita, El les hizo un cuerpiada,
No tenes renta ni oficio; Y por mostrar su inocencia.
No liashecho ningún servicio, Les dijo: « tengan paceneia
No has votado ni una vez « Pues yo no puedo hacer nada.
Marcha.... para que dejes
De andar haciendo perjuicio.
Ante aquella autoridá
Permanecían suplicantes
Y después de hablar bastante
A OTRO
Yo me lavo, dijo el Juez.
Como Matos los pies,
Dame vos tu papeleta ' listo lo hace el Comendante.
Yo te la voy á tener.
Esta queda en mi poder De ver tanto desamparo
Después la recogerás El corazón se partía
Y ansí si te resertás Habia madre que salía
Todos te pueden prender. Con dos, tres hijos ó mas
Por delante y por detrás
A OTRO Y las maletas vacias.
Doiide irán pensaba yo,
Vos porque sos eceluao A perecer de miseria;
Ya te queres sulevar Las pobres si de esta feria
No vinistes á votar Hablan mal, tienen razón:
Cuando hubieron eleciones Pues hay bastante materia
No te valdrán eseciones. Para tan justa aflicion.
Yo te voy a enderezar.

Y á este por este motivo


Y á otro por otra razón. 26
Toditos, en conclusión
Sin que escapara ninguno,
Fueron pasando uno á uno
A juntarse en un rincón.

Y allí pobres hermanas.


las Cuando me llegó mi turno
Las madres y las esposas Dije mi «ya me toca) —
entre
Redamaban cariñosas Y aunque mi falta era poca
Sus lágrimas de dolor; No sé porque me asustaba: —
Pero' gemidos de amor Les asiguro que estaba
No remedian estas cosas. Con el Jesús en la boca.

Nada importa que una madre .Me dijo que yo era un vago
Se desespere ó se queje En un perdido
jugador,
Que un hombre á su mujer deje Que dende que tí al partido
En el mayor desamparo; Andaba de picaflor
Hay que callarse, ó es claro. Que habia de ser un bandido
Que lo quiebran por el eje. Como mi ante sucesor.
Dentran después á empinarse Puede que uno tenga un vicio,
Con este ó con aquel vecino; Y que de él no se reforme.
Y como en el masculino, Mas naides esta conforme
El que no corre, vuela Con recibir ese trato:
Deben andar con cautela Yo conoci que era el ñato
Las pobres me lo imagino. Quien le habia dao los informes.
LA VUELTA DE MARTIN FJI.KRO 45

Me dentro curiosidá El que sabe ser buen hijo


Al ver que de esa manera A los suyos se parece; —
Tan siguro me dijera Y. aquel que á su lado crece
Que fué mi padre un bandido; Y á su padre no hace honor
Luego lo había conocido. Como castigo merece
Y yo inoraba quien era. De la desdicha el rigor.

Me empeílé en averiguarlo. Con un empeño costante


Promesas hice á Jesús Mis tallas supe enmendar
Tune por fin una luz. Todo conseguí olvidar.
Y supe con alegría Pero por desgracia mi.i.
Que era el autor de mis días, El nombre de Picardía
El f
Sargento Cruz. No me lo pude quitar.

El Contingente

Yo conocía bien su historia Aquel que tiene buen nombre


Y la tenia muy presente Muchos dijustos ahorra—
Sabia que Cruz bravamente Y entre tanta mazamorra
Yendo con una partida, N
Ividen esta alvertencia:
I jugado
labia la vida Aprendí por esperíencia
Por defender á un valiente. Que el mal nombre se borra.

Y hoy mego á mi Dios piadoso


Que lo mantenga en su gloria:
Se ha de conservar su historia
27
En el corazón del hijo.
El al morir me bendijo
Yo bendigo su memoria — He servido en la t'r miera
Kn un cuerpo de milicias:
Yo juré tener enmienda Yo por razón de justicia
Y conseguí deveras;
lo Como sirve cualesquiera
Puedo decir ande quiera La bolilla me tocó
Que si fallas he tenido De ir pasar malos ratos
á
De todas me be corregido Por la faculta del ñato;
Dende que supe quien era. Que tanto me persiguió.
46 LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO

—Y sufrí en aquel infiel' no — De ese moflo es el pastel


Esa dura penitencia, Porque el gaucho.... ya es un hecho
Por una mala querencia No tiene ningún derecho
De un oficial subalterno Ni naides vuelve por él.
— No repetiré las quejas — La gente vive marchi ¡a !

De que se sufre allá.


lo Si vieran cuando echan tropa,
Son cosas muy dichas yá Les vuela á todos la ropa
Y hasta olvidadas de viejas. Que parecen banderitas.
— Siempre mesmo trabajar
el —De todos modos lo cargan
Siempre el mesmo sacrificio Y al cabo de tanto andar
Es siempre el mesmo servicio, Cuando lo largan, lo largan
Y el mesmo nunca pagar. Como pa echarse á la mar.
— Siempre cubiertos de harapos — Si alguna prenda le han dao
Siempre desnudos y pobres., Se la vuelven á quitar
Nunca le pagan un cobre Poncho, caballo, reca i,

Ni le dan jamas un trapo. Todo tiene que dejar.


— Sin sueldo y sin uniforme —Y esos pobres infelices
Lo pasa uno aunque sucumba. Al volver á su destino
Confórmese con la tumba— Salen como unos Longi
Y sino.... no se conforme. Sin tener con que cubrirse.
— Pues si usté se ensobebece — A mi me daba congojas
no anda muy voluntario. El mirarlos de ese modo
Le aplican un novenario Pues el mas aviao de todos
De estacas.... que lo enloquecen. Es un peregil sin hojas.
— Andan como pordioseros —Ahora poco ha sucedido.
Sin que un peso los alumbre— Con un invierno tan crudo.
Porque han l:>mao la costumbre Largarlos á pié y desnudos
De deberles años enteros Pa volver es su partido.
— Siempre hablan de lo que cuesta —Y tan duro es lo que pasa
Que allá se gasta un platal Que en aquella situación.
Pues yo no he visto ni un rial Les niegan un mancarrón
En lo que duró la fiesta. Para volver á su casa.
— Es servicio estrordinario — ¡Lo tratan como á un infiel! !

Bajo el fusil y la vara Completan su sacrificio


Sin que sepamos que cara No dándole ni un pape!
Le ha dao Dios al comisario. Que acredite su servia .

—Pues si vá á hacer la revista —Y tiene que regresar


Se vuelve como una bala. Mas pobre de lo que jué
Es lo mesmo que luz mala Por supuesto á la mercé
¡¿'araperderse de vista Del que lo quiere agarrar.
—Y de yapa cuando vá — Y no averigüe después
Todo parece estudiao De los bienes que dejó
Ya con meses atrasaos De hambre, su mujer vendió
De gente que ya no está Por dos— lo que vale diez
— Pues ni adrede que 16 hagan —Y como están convenidos
Podrán hacerlo mejor, A manganeta
jugarle
Cuando cai, cai con la paga A reclamar no se meta
Del contingente anterior. Porque ese es tiempo perdido.
— Porque son como sentencia —Y luego si á alguna Estancia
Para buscar al ausente, A pedir carne se arrima
Y el pobre que está presente Al punto le cain encima
Que perezca en la endigencia. Con la ley de la vagancia.
—Hasta que tanto aguantar — Y ya es tiempo pienso yó.
El rigor oon que lo tratan, De no dar mas contingente
ü se resiertan, ó lo matan, Si el Gobierno quiere gente
O lo largan sin pagar. Que la pague y se acabó.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 47

—Y saco ansí en conclusión El gato busca el jogon


En medio de mi inorancia. Y ese es mozo que lo entiende.
Que aquí el nacer en Estancia — De aquí comprenderse debe
Es como una maldición. Aunque yo hable de este modo.
—Y digo, aunque no me cuadre Que uno busca su acomodo
Decir lo que naides dijo: Siempre lo mejor que puede.
La Provincia es una madre — Lo pasaba como todos
Que no defiende á sus hijos. Este pobre penitente,
— Mueren e:i alguna loma Pero salí de asistente
En defensa de la lev. Y mejoré en cierto nnxlo.

La vuelta del Contingente

o anda to mesmo que .-1 gátey -Pues aunque esas privaciones


todo pa que otros coman. sen desesperación,
—Y he de decir ansi mismo, Siempre es mejor ei j

Porque de dentro me brota, De aquel que carga galonea.


Que no tiene patriotismo De entonces en adelante
Quien n<> cuida al compatr Algo logré mejorar.
supe hacerme lugar
s

Al lado del Ayudante.


— El se daba muchos aires,
Pasaba siempre leyendo
28
Decían que estalla aprendiendo,
l'a recibirse de flaile.
tanque lo pifiaban tanto
Se me va por donde quiera .(amas lo vi dijuslao;
Esta lengua del demoro Tenia los ojos paraos
Voy á d:i'ies testimonio Como los ojos de un Santo.
De lo que vi en la frontera. Muy dehcao dormía en cuja
—Yo sé tpie el único modo Y no sé porque seria
A un de pasarlo bien. La gente lo aborrecía
Es decir á todo amen Y le llamaban la bruja.
Y jugarle risa a todo. lamas hizo otro servicio
-El que no tiene colchón Ni tuvo otras comiciones.
En cualquier parte se tijnde — Que recibir las raciones
48 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

De víveres y de vieios. Si otra menudencia ensarto;


— Yo me pasé á su jogon El sargento llama al cabo
Al punto que me sacó. Para encargarle el reparto.
Y yá con él me llevó — El también saca primero
A cumplir su comisión. Y no se sabe turbar
— Estos diablos de milicos. Xaides le va á averiguar
De sacan partido
toilo Si han sacado mas ó menos.
Cuando nos vian riunidos — Y sufren tanto bocao
Se limpiaban los hocicos. Y hacen tantas estaciones,
—Y decian en los jogones Que casi ya no hay raciones
(lomo por chocarrería Cuando llegan al soldao.
Con la Bruja y Picardia, — Todo es como pan bendito!
Van á andar bien las raciones. Y sucede de ordinario,
— A mi no me jué tan mal Tener que juntarse varios
Pues mi oficial se arreglaba: Para hacer un pucherito.
Les diré lo que pasaba — Dicen que las cosas van
Sobre este particular. Lon arreglo á la ordenanza
-Decían (pie estaba de acuerdo Puede ser! pero no alcanzan,
La Bruja y el proved >r. Tan poquito es lo que dan! —
— Y que recebia lo pior —Algunas veces yo pienso,

Puede ser pues no era lerdo. Y es muy justo que lo diga.
— Que á mas en la cantidá Solo llegaban las migas
Pegaba otro dentellón, Que habían quedao en los lien^
Y que por cada ración —Y explican aquel infierno
Le entregabau la mita. En que uno esta medio loco,
— Y que esto, lo hacia del modo Diciendo que dan tan poco
Lomo lo hace un hombre vivo: Porque no paga el gobierno.
Firmando luego el recibo — Pero eso yo no lo entiendo,
Ya se sabe por el todo. Ni á averiguarlo me meto;
— Pero esas murmuraciones Soy inorante comp;
No faltan en campamento: Nada olvido y nada apriendo.
Déjenme seguir mi cuento, — Tiene uno que soportar
O historia de las raciones. El tratamiento mas vil:
—La Bruja las recibía A palos en lo civil,
Lomo se ha dicho, á su modo A sable en lo militar
Las cargábamos, y todo — —
El vestuario es otro infierno;
Se entriega en la mayoría. Si lo dan, llega á sus manos.
— Sacan allí en abundancia En invierno el de verano
Lo que les toca sacar Y en verano, el de invierno.
Y es justo que han de de dejar —Y yo
el motivo no «encuentro,
Otro tanto de ganancia. \"i razón que esto tiene,
la
— Van luego á la compañía Mas dicen que eso ya viene
Las recibe el comendanle; Arreglao dende adentro.
El que de un modo abundante —Y <js necesario aguantar
Sacaba cuanto quería. El rigor de su destino
— Ansi la cosa libiana, El gaucho no es argentino
Vá mermada. por su puesto Sínó pa hacerlo matar.
Luego se le entrega el resto —Ansi ha de ser, no lo dudo—
Al oficial de semana. Y por un tonto:
eso decía
— Araña, quien te arañó".' Si los han de malar pronto,
Otra araña como yó Mejor es que estén desnudos. »

— Este le pasa al sargento —Pues esa miseria vieja


Aquello tan reducido No se remedia jamás;
Y como hombre prevenido Todo el que viene detras
Saca siempre con aumento. Como la encuentra la deja.
—Esta relación no acabo —Y se hallan hombres tan malos
LA VUELTA DK MARTIN FIHRRO 49

Que dicen do buena gana


El gaucho es como la lana 30
Se limpia y compone á palos.
V es forzoso soportar
Aunque la copa se enllene:
Parece que el gaucho tiene
Algún pecao que pagar. MARTIN FIHRRO

Mientras suene el encoedao


29 Mientras encuentre el compás,
Yo no he de quedarme atrás
Sin defender la parada—
Y he jurado que ¡¿unas

Esto cantó Picardía Me la han de llevar reliada.

Y después guardó silencio, Atiendan pues los oyentes


Mientras todos celebraban Y cállense mirones
los

Con placer aquel encuentro. A todos pido perdones


Pues á la vista resalla.
Mas una casualidad.
Que no está libre de talla
Come que nunca anda lejos, Quien no está de tentaciones.
Entre tanta gente blanca
A un cantor le llaman bueno,
Llevó también á un moreno,
Cuando es mejor que los piores
Presumido de cant a" Y sin ser de los mejores,
Y que se tenia por bueno Encontrándose dos junios
Y como quien no hace nada, Es deber de loa cantores
se descuida de intento, El cantar de contrapunto.

Pues siempre es muy conocido El hombre debe mostrarse


Todo aquel que busca pleito Cuando la ocasión le llegue—
Otó con toda calma Hace mal el que se niegue
leude que lo sube hacer
Echo mano al eslrumenlo
1

Y muchos suelen tener


Y ya le pegó un rajido— Vanagloria en que lo nieguen.
Era fantástico el negr >.

Cuando mozo fui cantor


Y para DO dejar dudas
Es una cosa muy dicha
.Medio se compuso el pecho.
Mas la siierle se encapricha
i el mundo con Y me persigue costante—
La intención de aquel tpon De ese tiempo en adelante
Era claro el desafio Canté mis propias desdichas.
Dirijido á Martin Fierro. Y aquellos años dichos
Hecho con toda arrogancia. Trataré de recordar—"
De un modo muy altanero. Veré si puedo olvidar
Tomó Tan desgraciada muda':/
Fierro la guitarra,
Y quien se tenga confianza
Pues siempre se halla dispuesto—
Tiemple y vamos á cantar.
Y ansí cantaron los dos
En medio de un gran silencio— Tiemple y cantaremos junios.
Trasnochadas no acobardan
Loa concurrentes aguardan.
Y porque el tiempo no pierdan.
Haremos gemir las cuerdas
Hasta que las velas no ardan.
50 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Y el cantor que se presiente, Como el pájaro sin nido


Que tenga ó nó quien lo ampare. Cuanto sé lo he aprendido
No espere que yo dispare Porque me lo enseñó un flaire.
Aunque su saber sea mucho
Y sé como cualquier otro
Vamos en el mesmo pucho
El porqué retumba el trueno
A prenderle hasta que aclare.
Porque son las estaciones
Y .seguiremos si gusta Del verano y del invierno
Hasta que se vaya el dia Sé también de donde salen
Era la costumbre mia Las aguas que cain del Cielo.
Cantar las noches enteras
Yo sé lo que hay en la tierra
Habia entonces, donde quiera.
Cantores de fantasía.
En llegando al mesmo centro
En donde se encuentra el oro.
Y si alguno no se atreve En donde se encuentra el fierro-
A seguir la caravana, Y en donde viven bramando
O si cantando no gana Los volcanes que echan juego.
Se lo digo sin lisonja
Yo sé del fondo del mar
Haga sonar una esponja
Donde los pejes nacieron
O ponga cuerdas ele lana. Yo sé porque crece el árbol,
Y porqué silva n los vientos-
Cosas que inoran los blancos
Cas sabe este pobre negro.
FX MORENO
Yo tiro cuando me tiran.
Cuando me aflojan, aflojo;
No se ha de morir de antojo
Yo no soy señores mios Quien me convide á cantar
Sino un pobre guitarrero- Para conocer á un cojo
Pero doy gracias al cielo Lo mejor es verlo andar.
Porque no puedo en la ocasión,
Toparme con un cantor
Y si una falla cometo
En venir á esta ri unión —
Que esperimente á este negro.
Cebándola de cantor
Yo también tengo algo blanco, Pido perdón en voz alta
Pues tengo blancos los dientes Pues nunca se halla una falla
Sé vivir entre las gentes Que no esista otra mayor.
Sin que me tengan en menos—
De que un cantor esplica
lo
Quien anda en pagos ágenos
Debe ser manso y prudente.
No que aprovechar
falla
Y se le debe escuchar
Mi madre tuvo diez hijos. Aunque sea negro el que cante—
Los nueve muy regulares Apriende el que es inorante,
Tal vez por eso me ampare Y el que es sabio apriende mas.
La Providencia divina
Bajo la frente mas negra
En los güevos de gallina .

Hay pensamiento y hay vida


El décimo es el mas grande.
La gente escuche tranquila
El negro es muy amoroso, No me haga ningún reproche
Aunque de esto no hace gala. También es negra la noche
Nada á su cariño ¡guala Y tiene estrellas que brillan.
Ni á su tierna voluntó
Estoy pues á su mandao,
Es lo mesmo que el maca
Empiece echarme la sonda
á
Cria los hijos bajo el ala.
Si que le responda.
gusta,
Pero yo he vivido libre Aunque con lenguaje tosco
Y sin depender de naides En leturas no conozco
Siempre he cruzado á los aires La jota por ser redonda.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 51

MARTIN I IERRO Los cielos lloran y cantan


Hasta en el mayor silencio-
Ah! negro, si sos tan sabio Lloran al cair el roció.
No tengas ningún recelo; Cantan al silvar los vientos
Cero lias tragao el anzuelo Lloran cuando cain las aguas
Y <x>mpás del estrument o
al Cantan cuando brama el trueno.
Has de decirme al momento
Cual es el cauto del cielo.

MARTIN FIERRO
I.l. MORENO

Cuentan que de mi color Dios hizo al blanco y al negro


Dios hizo al hombre primero Sin declarar los mejores
Mas los blancos altaneros. Les mandó iguales dolores
Los mesmos que lo convidan, Bajo de una mesina cruz;
Hasta de nombrarlo olvidan Mas también hizo la luz
Y solo le llaman negro. Pa distinguir los colores.

cifra, de contrapunta entre Martii

Pinta el Wai al diablo. < Ansí ninguno se agravie.


Y el negro blanco lo pinta No se traía de ofender—
Llanca la cara ó retinta A t,K.lo se ha de poner
No habla en contra ni en favor El nombre con que se llama
De los nombres el Criador Y á nai.Ies le quita fama
No hizo dos clases distinta.. Lo que recibió al nacer.
Y' después de esta alvertencia Y ansi me
gusta un cantor
Que al pres< rae á peí Que no turba ni yerra
se
Veré, señores, si puedo. Y si en tu saber se encierra
Sigun mi escaso saber, EJ de los sabios projunx
Con claridá responder Décimo cual en el mundo
Cual es el cant;i del CÍ Es el canto de la tierra.
52 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

EL «MORENO Como si el mundo temblára-


Parece que se quejara
Cs pobre mi pensamiento De que lo estreche la tierra.
Es escasa mi razón
Mas pa dar contestación
Mi inorancia no me arredra MARTIN FIERRO
También dá chispas la piedra
Si la golpea el eslabón.
Toda tu sabiduria
Y daré una respuesta
le Has de mostrar esta vez
Sigun mis propios alcances Ganarás solo que estés
Forman un canto en la tierra En vaca con algún santo
El dolor de tanta madre, La noche tiene su canto
El gemir de los que mueren Y me has de decir cual es.
Y el llorar de los que nacen.

EL MORENO
MARTIN FIERRO
No galope que hay augeros,
Le dijo á un guapo un prudente
Moreno alvierlo que trais Le contesto humildemente,
Bien dispuesta la garganta La noche por cantos tiene
Sos varón y me espanta Esos ruidos que uno siente
Verte hacer esos primores— Sin saber de donde vienen.
En los pájaros cantores
Solo el macho es el que canta. Son los secretos misterios
Que las tinieblas esconden
Y yá que al mundo vinistes Son que responden
los ecos
Con sino del cantar,
el A la voz dá un grito,
del que
No te vayas á turbar Como un lamento infinito
No te agrandes ni te achiques- Que viene no sé de donde.
preciso que me espliques
Cual es el canto del mar. A las sombras solo el Sol
Las penetra y las impone
En distintas direciones
Se oyen rumores inciertos
EE MORENO Son almas de los que han muerto
Que nos piden oraciones.

A los pájaros cantores


Ninguno imitar pretiende MARTIN FIERRO
De un don que de otro depende
Naides se debe alabar
Moren.) por tus respuestas
Pues la urraca apriende hablar
Ya te aplico cartabón,
Pero solo la hembra apriende.
Pues tenes disposición
Y ^ayúdame ingenio mió Y sos estruido de yapa
Para ganar esta apuesta Ni las sombras se te escapan
Mucho el contestar me cuesta ¡'ara dar esplicacion.
Pero debo contestar
Pero cumple su deber
Voy á decirle en respuesta
El leal diciendo lo cierto—
Cual es el canto del mar.
Y por lo tanto le alvierlo
Cuando la tormenta brama, Que liemos de cantar los dos
El mar que todo lo encierra Dejando en la paz de Dios
Canta de un modo que aterra Las almas de los que han muerto.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Y consejo del prudente


el
No hace falta ^en la partida
Siempre ha de ser comexlida
La palabra de un cantor El. MORENO
Y aura quiero que me digas
De donde nace el amor.
Hay muchas dotorerias
Que yo no puedo alcanzar
Dende que aprendí á inorar
EL MORENO De ningún saber me asombro
Mas no ha de llevarme al hombro
Quien me convide á cantar—

A pregunta tan escura Yo no soy cantor ladino


Trataré de responder Y mi habilidá es muy poca
Aunque es mucho pretender Mas cuando cantar me toca
De un pobre negro de Estancia- Me defiendo en el combate —
Mas conocer su inorancia Porque soy como los mates:
Es principio del saber. Sirvo si me abren la Ixica.

Ama el pájaro en los aires Dende (pie elige á su gusto


Que cruza por donde quiera Lo mas espinoso elige
Y si al fin de su carrera Pero esto poco me aflige
Se asieida en alguna rama. Y le contesto á mi modo
Con su alegre canto llama I. a hace para lodos
ley se
A su amante compañera. Mas solo al pobre le rige

La fiera ama en su guarida La ley es tela de aran.


De la que es rey y señor - En mi inorancia lo esplico,
Allí lanza con fu No la tema el hombre rico
Esos bramidos que espantan Nunca la tema el que mande—
Porque las fieras no cantan Pues la ruempe el vicho grande
l.as fieras braman de amor. Y solo ehrieda á los chi

Ama en :•! rondo del mar Es la ley como la lluvia


El pez de lindo color— Nunca puede ser parej;
Ama el hombre con ai- El que la aguanta se queja,
Ama todo cuanto viví Pero el nsunio es sencillo
De Dios vida se recibe La ley es como el cuchillo
Y donde hov vida, hay amor. tfiende á quien lo maneja.

Le suelen limar espada


Y el nombre le viene bien
que la gobiernan ven
MARTIN FIERRO A donde lian de dar el tajo
raí al (pie se halla abajo
Y corla sin ver á quien,

Me gusta uegro ladino Hay muchos que son dolores


L<»que acabas de esplicar- Y de su cencia no din,
Ya te empiezo á respetar Mas yo soy un negro rudo
Aunque al principio me rey Y aunque dé esto poco entiendo.
Y te quiero preguntar Estoy diariamente viendo
Lo q s por la aplican la del embudo.
54 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

MARTÍN FIERBO MARTIN FIERRO

Moreno vuelvo á decirle Moreno te dejas cair


Ya conozco tu medida- Como carancho en su nide;
Has aprovechío la vida Ya veo que sos prevenido
Y me alegra de esle encuentro- Mas también estoy dispuesto
Ya veo que tenes adentro Veremos si te contesto
Capital pa ésta partida Y si te das por vencido.

Y aura te voy á decir Uno es el sol — uno el mundo.


Porque en mi deber está Sola y única es la luna
Y hace honor á la verdá Ansi han de saber que Dios
Quien á la verdá se duebla. No crió cantidá ninguna.
Que sos por juera tinieblas El ser de todo los seres
Y por dentro claridá. Solo formó la unida
Lo demás lo lia criado el hombre
No ha de decirse jamás Después que aprendió á contar
Que abusé de tu pacencki
Y en justa correspondencia
Si algo querés preguntar
Podes al punto empezar EL MORENO
l'ues ya tenes mi licencia.
Veremos si á otra pregunta
Dá una respuesta cumplida
EL MORENO El ser cpie ha criado la vida
Lo ha de tener en su archivo
Mas yo inoro que motivo
No le trabes lengua mia. tuvo al formar la medida—
No te va3r as á turbar
Naide acierta antes de errar—
Y aunque la fama se juega— MARTIN FIERRO
El que por gusto navega
No debe temerle al mar
Voy hacerle mis preguntas Escucha con alenci »n
Ya que á tanto me convida Lo que en mi inorancia arguyo:
Y vencerá en la partida La medida la inventó
Si una esplicacion me dá, El Jiombre, para bien suyo—
Sobre el tiempo y la medida. Y la razón no asombre. le

El peso y la cantidá Pues es presumir


fácil
Dios no tenía que medir
Suya será la Vitoria Sino la vida del hombre.
Si es que sabe contestar
Se lo debo declarar
Con claridá. no se asombre.
Pues hasta aura ningún hombre El MORENO
Me lo ha sabido esplicar
Quiero saber y lo inoro, Si no falla su saber
Pues en mis libros no está, Por vencedor lo confieso
Y su respuesta vendrá Debe aprender lodo eso
A .servirme de gobierno Quien á cantar se dedique—
Para que fin el Eterno Y aura quiero que me esplique
Ha criado la cantidá. Lo que sinifica el peso.
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 55

Me has de decir lo que empriende


MARTIN FIERRO El que del tiempo dependa.
En los meses que traen erre.

Dios .guarda entre sus secretos


El secreto que eso encierra.
Y mandó que todo peso
Cayera siempre a la tierra— KI. MORENO
Y sigun compriendo yo.
Uende que hay bienes y males.
Fué el peso para pesar
La culpa de los mortales. De la inorancia de naides
Ninguno debe abusar
Y aunque no puede doblar
Todo el que tenga mas arte.
KI. MORENO No voy á alguna parte
A dejarme maclietiar.
Si responde á esta pregunta
He reclarao que en lelura
redondo como jola —
Tengase por vencedor
Soy.
Doy la derecha al mej ir
Y respóndame al momento
No avergüenze mi redóla
Pues con claridá le dL
Cuando Formó Dios el tiempo
Y porque lo dividió
No me gusta que c ramig <

Naides juege á la pelota

En buena ley que el mas ler

MARTIN FIERRO Debe perder la carrera


Ansi le pasa á cualquiera
Cuando en competencia se halla
Moreno, voy á decir,
Un cantor de media talla
Singun mi saber alcanza Con otro de talla entera.
El tiempo s do es tardanza
De lo que está por venir— No han visto en medio del Campo
\o tuvo nunca principio Al hombre que anda perflido
Y jamas acabara Dando güeltas afluido
Porque el tíemp es una r i Sin saber donde iiimbiar —
Y rueda es eternidá— Ansi le suele pasar
Y si el hombre lo divide A un pobre cantor vencido.
Solo lo hace en mi sentir —
También los árboles crucen
Por saber lo que lia vivido
Si el ventarrón los azota
le resta que vivir.
Y sí aquí mí queja brota
Ya he dado mis respuestas
te (Ion amargura, consiste
Mas no gana quien despunta. En que es muy btrga y muy triste
si tenes otra pregunta La noche de la red ita.
de algo te has olvidao
Siempre estoy á tu mandan Y dende hoy en adelante.
Para sacarle de dudas. PongO de testigo el cíelo
Para decir sin recelo
Nfo procedo por soberbia Que sí mi pecho se inflama,
Ni tampoc por jatancáá, No cantaré por la fama
Mas oo ha de Tallar costancia Sino por buscar consuelo.
Cuando es preciso luchar
Y te convido á cantar Vive desesperado
ya
Sobre cosas de la Estancia
Quien no tiene (pie esperar
A lo (pie no ha de durar
Ansi prepara m.< Ningún cariño se cobre
Cnanto tu saber encierre Alegrías en un pobre
Y sin que tu lengua yerre. Son anuncios de un pesar.
56 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Y osle desengaño
triste
Me durará mientras viva
Aunque un consuelo reciba.
Jamas he de alzar el vuelo
Quien no nace paraa el cielo MARTI X FIERRO
De valde es que mire arriba.

Y suplico á cuantos me oigan Al fin- cerrastes el pico


Que me permitan decir. Después de tanto charlar,
Que al decidirme á venir Ya empezaba á maliciar
No solo jué por cantar, Al verte tan entonao
Sino porque tengo á mas Que traías un embuchao
Otro deber que cumplir. Y no lo querías largar.

Ya saben que de mi madre Y ya que nos conocemos


Fueron diez lo que nacieron Rasta de conversación;
Mas ya no esiste el primero Para encontrar la ocasión
Y mas querido de todos No tienen que darse priesa-
Murió por injustos modos Ya conozco yo que empieza
A manos de un pendenciero. Otra clase de junción.

Los nueve hermanos restantes Yo no se que vendrá.


lo
Gomo güeríanos quedamos Tampoco soy adivino
Dende entonces lo lloramos Pero firme en mi camino
Sin consuelo, creanmenló Hasta el fin he de seguir
Y al hombre que lo mató Todos tienen que cumplir
Nunca, jamás lo encontramos. Con la ley de su destino.

Y queden en paz los güesos Primero fué la frontera


De aquel hermano querido Por persecución de un juez
A moverlos no he venido. Los indios fueron después.
Mas si el caso se presienta Y para nuevos estrenos
Espero en Dios que esta cuenta Ahora son estos morenos
Se arregle como es debido. Pa alivio de mi vejez.

Y si otra cansion payamos La madre echó diez al mundo,


Para que eslo se complete, Lo que cualquiera no hace—
Por mucho que lo respete Y talvez de los diez pase
Cantaremos si le gusta Con iguales condiciones
Sobre las muertes injustas La mulita pare nones
Que algunos hombres cometen Todos de la mesma clase

Y aquí pues, señores míos A hombre de humilde color


Diré como en despedida. Nunca sé facilitar,
Qué todavía andan con vida Cuando se llega á enojar
Los hermanos del dijunto Suele ser de mala entraña
Que recuerdan este asunto Se vuelve como la araña
Y aquella muerte no olvidan. Siempre dispuesta a picar.

Y es misterio tan pro jando Yo he conocido á toditos


Lo que está por suceder. Los negros mas peliadores
Que. no me debo meter Habia algunos superiores
A echarla aqui de adivino: De cuerpo y de vista... ayjuna
Lo que decida el destino Si vivo, les daré «una...
Después lo habrán de saber. Historia de Los mejores.
LA VUELTA DE MARTIN" FIERRO 57

Mas cada uno lia de tirar Aunque el atar con el lazo

En el yugo en que se vea: Da hombre mala idea


del
Yo ya no busco peleas Se duerme ansi muy tranquilo
Las contiendas no me gustan- Todita la noche entera—
Pero ni sombras me asustan Y si es lejos del camino
Ni bultos que se menean. Como manda prudencia. la
Mas siguro (pie en su rancho
La creía ya desollada l no ronca á pierna suelta.
Mas todavía falta el rabo— Pues en el suelo no hay chinches,
Y por lo visto no acabo Y es una cuja camera
De salir de esta jarana Que no ocasiona disputas
Pues esto es lo que se llama Y que naides se la niega
Remacharle ú uno el clavo. Ademas de eso, una noche
Lo pasa uno como quiera.
Y las va pasando todas
Haciendo la mesma cuenta—
Y luego los pajaritos
31 .Yl aclarar lo dispiertan.
Porque el sueño no agarra I >

A quien sin cenar se acuesta.


Y después de estas palabras Ansí. pues, aquella noche
Que ya intención revelan.
la Jué para ellos una tiesta
Procurando los presentes Pues todo parece alegre
Que no se armara pendencia, Cuando el corazón se alegra.
Se pusieron de por medio pudiendo vivir juntos
Y la cosa quedó quieta Por su estado de pobreza,
Martín Fierro y los muchachos Resolvieron separarse,
Evitando la contendía, Y que cada cual se juera
Moldaron y paso á paso A procurarse un rel'ujio
Gomo el que miedo no lleva. Que aliviara su miseria.
A la cosía de un arroyo Y antes de desparramarse
Llegaron á echar pié á tierra. Para empezar vida nueva,
Desencolaron los pingos Ln aquella soledá
sentaron en rueda. Martin Fierro con prudencia—
Refiriéndose entre sí A sus hijos y al de Cruz
Infinitas menudencias: Les habla de esta manera.
Porque tiene muchos cuentos
Y muchos hijos la ausencia.
Allípasaron la n .¡che
A luz de las estrellas.
l:i

Porque ese es un cortinao 32


Que lo halla uno donde quiera,
Y el gaucho sabe arreglarse
Comí» ninguno se arregla — !'n padre que dá consejos
El colchón son las caronas Mas que Padre es un amigo.
El lomillo es cabecera Ansi como lal les digo
El coginüio es blandura Que vivan con precaución
Y con el poncho ó la gerga Naides sabe en que rincón
Para salvar el roció Se (¡culta el que es su enemigo
Se cubre hasta la cabeza
Tiene SU cuchillo al lado. Yo nunca tuve otra escuela
Pues la precaución es buena: Que una vida desgraciada
Freno y rebenque á la mano, No eslrañen si en la jugada
Y teniendo el pingo cerca. Alguna vez me equivOC
Q)uc pa asigurarlo bien Pues debe saber muy p
l ,
are Ha del lazo entierra Aquel que no aprendió nada.
58 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Hay hombres que de su cencía Ni el miedo ni la codicia


Tienen cabeza llena;
la Es bueno que á uno lo asalten-
Hay sabios de todas menas. Ansi no se sobresalten
Mas digo sin ser muy ducho Por los bienes que perezcan
Es mejor que aprender mucho Al rico nunca le ofrezcan
Kl aprender cosas buenas. Y al pobre jamas le falten.
No aprovechan los trabajos Bien lo pasa hasta entre pampas
Sino han de enseñarnos nada El que respeta á la gente—
El hombre de una mirada El hombre ha de ser prudente
Todo ha de verlo al momento Para librarse de enojos
El primer conocimiento Cauteloso entre los flojos
Es conocer cuando enfada. Moderado entre los valientes.

Martin Fierro dando consejos á sus nij-is

§u esperanza no la cifren El trabajar es la ley


Nunca en corazón alguno Porque es preciso adquirir—
En el mayor infortunio No se espongan á sufrir
Pongan su confianza en Dios Una triste situación
De los hombres solo en uno. Sangra mucho el corazón
Con gran precaución en dos Del que liene que pedir.

Las faltas no tienen límites Debe trabajar el hombre


Como tienen los terrenos Para ganarse su pan;
Se encuentran en los mas buenos. Pues la miseria en su afán
Y es justo que les prevenga; — De perseguir de mil modos
Aquel que defetos tenga : Llama en la puerta de todos
Disimule los aganos Y entra en la del haragán.

Al que es amigo, ¡amas A ningún hombre amenacen


Lo dejen en la estacada, Porque naide se acobarda
Pero no le pidan nada Poco en conocerlo tarda
Xi lo aguarden todo de él Quien amenaza imprudente—
Siempre amigo mas fiel
el Que hay un peligro presente
Es una conduta honrada Y otro peligro se aguarda
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO 59

Para vencer un peligro. El rigor en que padece-


Salvar de cualquier abismo. Obedezca el que obedece
Por espérentela le afirmo. Y será bueno el que manda
Mas que el sable y que la lanza
Suele servir confianza Procuren de no perder
Que el hombre
la
liene en si mismo. Ni el tiempo ni la vergüenza —
('orno lodo hombre que piensa
Nace el hombre con la astucia Procedan siempre con juicio
Que ha da servir de guia Y sepan que ningún vicio
Sin ella sucumbiría. Acaba donde comienza.
Pero sigun mi esperenc.ia
Se vuelve en unos prudencia Ave de pico encorvado
l.e tiene al robo afición
Y en los oíros picardía.
Pero el hombre de razón
Aprovecha la ocacion No roba jamas un cobre
El hombre que es diligente Pues no es vergüenza ser pobre
Y ténganlo bien presente, Y es vergüenza ser ladrón,
Si al compararla no yerro
I. a ocasión es como el fierro El hombre no mate al hombro
Se ha da machacar caliente Ni pelee por fantasía
Tiene en la desgracia inia
Muchas cosas pierde el hombre En espejo en que mirarse
Que á veces las vuelve á bailar SalxT el hombre aguardarse
Pero les debo enseñar Es la gran sabiduría.
Y es bueno que lo recuerden
Si la vergüenza se pierde Ea sangre (pie se redama
.lamas se vuelve á encontrar No se olvida basta la muerte
Ea impresión es de tal suerte,
hermanos sean unidas. Que a mi pesar, no lo niego
Porque esa es la ley primera Cai como golas de fuego
Tengan unión verdad En la alma del (pie la vierte.
En cualquier tiempo que sea
Porque si entre ellos pelean Es siempre, en toda ocasión.
Eos devoran los de ajuera. El trago el pior enemigo
Con cariño se los di
Respeten á los ancianos. lenló con
cuidad
El burlarlos no es hazaña Aquel que ofiende embriagado
Si andan entre gente estraña Merece doble castigo-
Deben ser muy precabid
Pues por igual es tenido Si se arma algún revolutis
Quien con malos se acompaña. Siempre lian de ser los primeros
No se muestren altaneros
La cigüeña cuando es veija Aunque la razón sobre les
Pierde la vista y procuran — En la barba de pobrOS los
Cuidarla en su edá madura. Aprienden pa ser barberos
Todas sus hijas pequeñas
Si enlriegan su corazón
A priendan de las cigüeñas
A alguna mujer querida.
Este ejemplo de ternura.
No le hagan una partida
Si hacen una ofensa
les Que la ofienda á la mujer
Aunque la ceben en olvido, Siempre los ha de perder
Vivían siempre prevenidos; l'ná mujer ofendida
Pues ciertamente suoe i<

Procuren, si son cantores.


Que hablará muy mal de ustedes
El cantar con sentimiento
Aquel que los lia ofendido
No tiemplen el estrumento
El que obedeciendo vive Por solo el gusto de hablar
Nunca tiene suerte blanda Y acostúmbrense á cantar
Mas con su soberbia agranda En cosas de jundamento.
60 LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Y les doy estos consejos Y con esto me despido


Que me ha costado adquirirlos, Sin espresar hasta cuando—
Porque deseo dirijirlos, Simpre corta por lo blando
Pero no alcanza mi cencía El que busca lo siguro
Hasta darles la prudencia Mas yo corto por, lo duro.
Que precisan pa seguirlos. Y ansi he de seguir cortando.

Estas cosas y otras muchas, Vive el águila en su nido.


Medité en mis soledades El tigre vive en la selva,
Sepan que no hay falsedades El zorro en la cueva agena.
Ni error en estos consejos Y en su destino incestante,
Es de la boca del viejo Solo el gaucho vive errante
De ande salen las verdades. Donde la suerte lo lleva.

Es elpobre en su horfandá
De lafortuna el desecho
Porque naides toma á pechos
El defender á su raza
33 Debe el gaucho tener casa,
Eseuela, Iglesia y derechos.—

Después á los cuatro vientos Y han de concluir algún día


Los cuatro se dirijieron listos enriedos malditos
Una promesa se hicieron La obra no la facilito
Que todos debían cumplir Porque aumentan el fandango.
Mas no la puedo decir Los que están como el chimango
Pues secreto prometieron. Sobre el cuero y dando gritos.

Les alvierto solamente, Mas Dios ha de permitir


Y esto á ninguno le asombre, Que esto llegue á mejorar
Pues muchas veces el hombre Pero se ha da recordar
Tiene que hacer de ese modo Para hacer bien el trabajo.
Convinieron entre torios Que el fuego pa calentar
En mudar alli de nombre. Debe ir siempre por abajo.

Sin ninguna intención mala En su ley está el de arriba


Lo hicieron, no tengo duda. Si hace lo que le aproveche
Pues es la verdá desnuda, De sus favores sospeche,
Siempre suele suceder Hasta el mesmo que lo nombra—
Aquel que su nombre minia Siempre es dañosa la sombra
Tiene culpas que esconder. Del árbol que tiene leche.

Y ya dejo el estrumento Al pobre al memor descuido


Conque he divertido á ustedes—» Lo levantan de un sogazo -
Todos conocerlo pueden Pero yo oompriendo el caso
Que tuve costancia suma Y esla consecuencia saco
Este es un botón de pluma El gaucho es el cuero flaco
Que no hay quien lo desenriede. Da los tientos para el lazo.

(Ion mi deber he cumplido Y en lo que esplica mi lengua


Y ya he salido del paso, Toilos deben tener fé
Pero diré, por si acaso, Ansi. pues, entiéndanme,
Pa que me entiendan los criollos Con codicias no me mancho
Todavía me quedan rrollos No se ha de llover el rancho
Por si se ofrece dar lazo. En donde éste libro esté.
LA VUELTA DE MARTIX FIERRO 61

Permítanme descansar, Pues son mis dichas desdichas


Pues he trabajado tanto! Las de todos mis hermanos
En este punto me planto Ellos guardarán ufanos
Y a continuar me resisto En su corazón mi historia
Estos son treinta y tres cantos. Me tendrán en su memoria
Que es la mesma edá de Crista. Para siempre mis paisanos.
Y guarden estas palabras Es la memoria un gran don.
Que les (ligo al terminar Calida muy meritoria
En mi obra he de continuar Y aquellos que en esta historia
Hasta dárselas concluida Sospechen que les doy palo-
Si el ingenio ó si la vida Sepan que olvidar lo malo
Xo me llegan á faltar. También es tener memoria.
Y si la vida me talla. Mas oaides se crea ofendido
Ténganlo todos por cierto, Pues á ninguno incomodo
Que el gaucho, hasta en el desierto Y si canto de este modo
Sentirá en tal ocasión Por encontrarlo oportuno
Tristeza en el cora NO ES PARA MAL DE NINGUNO
A] saber ¡¡¡.>- \ o esl >\ muerto. Sotó taha bien de todos.

N
CONTIENE ESTE LIBRO

Higs.

Cuatro palabras conversación con l;>s lectores o


1. Introducción <le Martín Fierro 5
2. Martín Fierro refiere mi viajo ai desierto 7
3. Cuenta su vida en la Pampa '.)

4. Invasiones de los indios 10


Regreso de las invasiones, liislr ¡luición del botín
.").
y Restas 12
i; Cruz .13
1")
7 Los lamentos .

8. l.:> cautiva refiere sus trabajos 16


9. Pelea ile Martín Fierro con un indio 17
10. La vuelta de Martín Fierro 21

11. Martín Fierro hace la relación delmoao como encontró a dos de mis hijos 2:¡

12. La « Penitenciaria a — por el hijomayor <le Martín Fierro ;


21
13. El segundo de
hijo Martin Fierro empieza a coatar su vida 21)

1 El viejo Viscacha
I . . 29
15 Consejos del viejo Viscacha . 31
16 Muerte del viejo Viscacha
l" l-.l inventario de sus bi< 34
:¡">
El entierro
l!) Remedios para un amor desgraciado 36
20. Relación en que apárete un nuevo per 38
21 Picardía . .

22 ÉJ jugador MJ
23 I de Parti
I I; 11

21 Las elecciones 12

25 El contigente c>

icardío descubre • ' i

27 Lo que rió en la frontera 15

2!S Historias de las raciones 17

en la que aparece un n< 19

auto de contrapunto entre Martín I 19

31 Mártir. Fierro y sus hijos se retir 57


1(2 Consejos de Martín Fierro a sus hij
... s >7

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PQ Hernández, José
7797 El gaucho Martin Fierro
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