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y dinámicas
familiares
Estudio de las “Dinámicas familiares en
familias de padres y madres adolescentes”.
Gestación adolescente y
dinámicas familiares
Estudio de las “Dinámicas familiares en familias
de padres y madres adolescentes”.
Centro Interdisciplinario de Estudios del Género (CIEG). Universidad de Chile.
Santiago, marzo, 2006.
*
objetivo del estudio
Pérdida y
limitación
reproductivas, de
cuidado-crianza y
domésticas
ó
gestación adolescente
Identificar las significaciones de la Una gestación adolescente ocurre dentro Ganancia y Funciones
maternidad-paternidad adolescente, de un doble entramado de relaciones: aprendizaje económico-
las dinámicas y prácticas familiares ~ Entramado de relaciones macrosociales. productivas
que inciden en el proceso de ~ Entramado simbólico de significados
desarrollo inicial de los niños/as y discursos que se activan como gestación
hasta los tres años de edad, hijos/as antecedentes y contexto de una adolescente
de padre-madre adolescentes. gestación adolescente.
Figura Paterna
Aparece desdibujada e
Estigmatización social invisibilizada. Se lo ve como
niveles a abordar dentro de Los adultos tienen una proveedor económico, y si no
un gestación adolescente: percepción negativa, cumple con este rol, puede ser
considerándola una excluído y alejado de su hijo/a.
experiencia indeseada.
Abuelas/os
Toman decisiones relevantes
y pasan a reemplazar las
Las respuestas personales labores de maternidad
que se activan frente a una Los apoyos comunitarios y paternidad de los
gestación adolescente. disponibles, los recursos y progenitores.
respuestas disponibles a nivel
de sociedad civil y Estado.
planteamiento
Las respuestas de pareja
que se activan frente a una Desarrollar políticas de familia que ofrezcan plataformas de apoyo
gestación adolescente. estrategias de para cuando se ven enfrentadas a una gestación adolescente:
intervención
Deben ser elaboradas a) Despliegue de recursos c) Que los roles de cada
dentro de un marco lo emocionales y materiales. miembro de la familia
más completo e integrado no se desdibujen.
posible, tomando en cuenta
las relaciones recíprocas
existentes entre todos los b) Conciliar la crianza con d) Que los/as adolescentes
Los movimientos familiares factores involucrados. los estudios, el trabajo y participen en la toma de
que se activan ante una el desarrollo personal. decisiones sobre su futuro
gestación adolescente. y el de sus hijos/as.
Índice
Agradecimientos................................................. 8
1. Presentación del estudio................................... 10
2. Marco teórico y metodológico............................ 15
A) Teoría............................................................................ 16
• Hacia una noción de adolescencia.......................................................... 16
• Gestación en la adolescencia (GA): situación en Chile................................. 18
• Familia y GA.................................................................................... 19
• Efectos y consecuencias de la GA.......................................................... 22
• Desde el punto de vista de los hijos/as, ¿por qué una GA preocupa?............... 23
• Apego y vínculo temprano: cómo proteger a los niños/as desde la gestación..... 24
• GA desde una perspectiva de género y de masculinidad............................... 25
• Gestación adolescente y proyecto de vida............................................... 27
B) Metodología.................................................................... 29
3. Análisis de los datos........................................ 33
A) Presentación de los casos................................................... 34
B) Análisis de datos.............................................................. 39
B.1) Gestación adolescente: Desde la noticia al nacimiento. Dinámicas familiares
e institucionales........................................................................... 39
• ¿Información o desinformación?............................................................ 39
• Barreras a la prevención: Relaciones con adultos y familia, sistemas de salud
y educación....................................................................................... 40
• Sentidos de la gestación y negociaciones implícitas................................... 42
• Movimientos familiares después de la noticia de una GA............................. 43
• De apoyos y descalificaciones en el sistema de salud.................................. 46
B.2) Dimensiones y funciones de maternidad/paternidad adolescente............. 48
• Maternidad adolescente...................................................................... 49
• Paternidad adolescente....................................................................... 52
B.3) Estrategias de apoyo familiar...................................................... 54
4. Diagnóstico y recomendaciones.......................... 59
A) Diagnóstico: ¿Qué aprendimos?........................................... 60
A.1) Repercusiones de la GA en las/os jóvenes y sus familias......................... 61
I. Limitaciones.................................................................................... 61
II. Potencialidades................................................................................ 63
A.2) Roles y responsabilidades de las instituciones.................................... 65
• Participación de instituciones educativas y de salud es clave........................ 65
• Programas de apoyo a la GA entregan valiosas herramientas a familias, pero a la vez
pueden reforzar nociones tradicionales de familia........................................ 66
• Discurso tradicional del apego atenta contra la equidad de género y el desarrollo
integral de las madres y padres adolescentes.............................................. 66
B) Recomendaciones: ¿Cómo proceder?..................................... 67
B.1) Recomendaciones teóricas: ¿Cómo abordar el tema GA y bajo qué perspectivas? 68
• Recomendación Nº 1: Generar nuevos estudios sobre el fenómeno de la GA y su
incidencia en el desarrollo de niños y niñas................................................ 68
• Recomendación Nº 2: Cuestionar los procesos y discursos culturales de patologi-
zación y estigmatización de la adolescencia, de la GA, y del hecho de ser hijos/as de
madres y padres adolescentes................................................................. 69
• Recomendación Nº 3: Promover un abordaje del fenómeno de GA con enfoque de
género, de paternidad y de familia, promoviendo las redes extendidas de cuidado. 69
B.2) Recomendaciones prácticas: ¿Cómo implementar políticas y programas de
apoyo en casos de GA?................................................................... 71
• Recomendación Nº 4: Generar indicadores de desarrollo psicosocial particulares al
fenómeno de la GA para aplicar a los/as adolescentes involucrados.................. 71
• Recomendación Nº 5: Potenciar el trabajo intersectorial que integre a profesio-
nales de la salud, de la educación, de las ciencias sociales para construir un Modelo
de abordaje psicosocial de la GA con evaluación caso a caso.......................... 72
• Recomendación Nº 6: Capacitar al personal de diferentes sectores que se rela-
cionen con familias donde ha ocurrido una GA y promover que el mismo equipo
técnico o profesional apoye a cada caso de GA........................................... 72
• Recomendación Nº 7: Integrar a las familias y a los/as adolescentes como parte
de los equipos de prevención y apoyo a la GA y al trabajo con hijos/as de madres
adolescentes...................................................................................... 73
B.3) Medidas en los sectores de educación y salud.................................... 73
I. Educación....................................................................................... 73
II. Sistema de salud: atención de gestación, parto–nacimiento, y controles del
niño/a sano/a.................................................................................... 74
A) Teoría
Para comprender el fenómeno de la GA de manera integral es necesario abordar
de forma comprensiva una serie de nociones y fenómenos asociados. La adoles-
cencia y los sucesos que en ella ocurran se enmarcan dentro de un conjunto de
procesos biológicos, psicológicos y sociales anteriores que determinarán, a su
vez, el desarrollo biográfico posterior.
Hacia una noción de adolescencia
“Adolescencia” es un término de contradicción definido de diversos modos se-
gún organismos, enfoques, teorías y disciplinas (Alpízar y Bernal, 2003; Martí-
nez, 2002; Revilla, 2001). La construcción que se haga de la adolescencia va a
determinar miradas, levantamiento de problemas y abordaje de los mismos. Por
ejemplo, hay temas con relativo consenso como que ésta es una etapa de con-
solidación de la identidad y hay temas en los cuales existen poco consenso tales
como si los/as adolescentes pueden elegir sobre su sexualidad y su propio cuerpo.
En este último caso los abordajes desde las políticas, las instituciones sociales y
las familias pueden ser variados e incluso opuestos.
Martínez (2002) señala la perspectiva demográfica como uno de los enfoques
específicos de la juventud, tanto desde categorías etáreas como desde los movi-
mientos demográficos. La OMS establece que la adolescencia se sitúa en todas
las personas entre los 10 y los 19 años, la juventud entre 15 y 24 años (Madda-
leno, Morillo e Infante, 2003). Es por ello que a veces se habla de adolescencia y
juventud indistintamente. Si bien la definición de este tramo permite estanda-
rizar acciones públicas, no considera las diferencias en el desarrollo biológico y
psicológico, ni tampoco las diferencias en los contextos socio-culturales donde se
desarrollan los/as adolescentes. Por tanto, el desafío es avanzar hacia conceptua-
lizaciones que integren otros elementos y permitan caracterizar la diversidad que
presentan estos actores sociales (Maddaleno y Schutt–Aine, 2003). Esta última
lectura ha sido llamada por Revilla (2001) el discurso sobre la pluralidad juve-
nil, donde existiría heterogeneidad de experiencias y prácticas juveniles.
La adolescencia como etapa del desarrollo es concebida como un periodo par-
ticular del ciclo de vida. Si bien se definen distintas edades de comienzo y de
término se observa alta heterogeneidad al interior del grupo así llamado. Revilla
(2001) describe un discurso de la juventud como transición a la vida adulta. De
este modo, se le ubica después de la infancia o niñez y antes de la juventud. Al
interior se comienza a hacer distinciones entre etapas como la preadolescencia,
adolescencia temprana, tardía, etc. Si bien la variabilidad sociocultural es tan
amplia que resulta difícil consensuar las características distintivas a esta etapa,
existe relativo consenso en cuanto a algunos elementos centrales de este periodo:
la definición de la identidad, de la identidad de género y de la sexualidad.
Otro enfoque relevante de la juventud es el de moratoria, etapa en la cual se
adquieren destrezas y competencias que permiten desplegar roles adultos. Se le
critica a este enfoque una sobrevaloración del mundo adulto. Una versión de esta
mirada considera a los/as jóvenes en camino a obtener los derechos adultos, la
plena ciudadanía. Otra, más tradicional, sugiere que en esta moratoria se pre-
sentan tareas del desarrollo singulares y relacionadas con cambio psicosociales y
biológicos. Otra visión liga la moratoria con el contexto en el cual se desarrolla.
Así los procesos de desarrollo de los/as jóvenes dialogan con procesos socioeco-
nómicos y culturales (Martínez, 2002).
Para algunos autores (Palma, 1991) los/as adolescentes son un grupo limitado,
dependiente y subordinado en nuestras sociedades, excluidos de la participación
Marco teórico y metodológico 17
PLAN, 2003: 15). Algunos de los derechos de las/os adolescentes son el derecho a
la salud, a la salud sexual y la integridad sexual, la seguridad sexual del cuerpo, la
privacidad, la igualdad, el amor, la expresión, el derecho de elegir, a una adecuada
educación y atención en salud. Varias conferencias mundiales apoyan la idea de los
derechos sexuales tales como Conferencia Internacional sobre Población y Desarro-
llo (1994, El Cairo), la Cuarta Conferencia Mundial sobre Mujeres, (1995, Beijing), la
Conferencia Mundial de Derechos Humanos y la Asociación Mundial de Declaración
de Sexualidad y Derechos Sexuales (Maddaleno y Schutt–Aine, 2003).
Gestación en la adolescencia: situación en Chile
Madrid(1) (2005) señala que los estudios cuantitativos que comparen maternidad (1) Agradecemos a Sebastián
y paternidad en la adolescencia son casi inexistentes en Chile, primando los enfo- Madrid por compartirnos su
artículo aun no publicado.
ques cualitativos acerca del tema.
La mayor parte de los datos y de la literatura disponibles ponen foco en las
madres adolescentes. Esto ofrece limitaciones conceptuales, estadísticas y me-
todológicas, excluyendo de la comprensión del problema y del diseño de sus
soluciones a los varones. El estudio de Madrid (2005) ofrece un análisis de datos
sobre gestación adolescente tanto en mujeres como en hombres, lo que permite
una aproximación relacional y de género a este fenómeno. El autor analizó los
datos de la cuarta encuesta de juventud 2003 con un método restrospectivo,
es decir a partir del grupo de 25 a 29 años saca conclusiones acerca de quienes
fueron padres y madres en edad adolescente y de la evolución de sus trayectorias
y condiciones.
El autor señala que la gestación adolescente se ha urbanizado y se presenta en
mayor proporción en condiciones de pobreza. De los padres adolescentes activos
económicamente el 2000 el 88% residía en zonas urbanas. En la comuna más
pobre del Gran Santiago la proporción de padres adolescentes es 22 veces mayor
que en la comuna más rica.
Los hombres y mujeres que fueron padres y madres en la adolescencia alcanzan
menores años de escolaridad que quienes tuvieron su primer hijo/a después
de los 20. En promedio no alcanzan a tener completa su educación secundaria.
Son muy pocos los padres y madres adolescentes que estudian, en comparación
con el grupo que no ha tenido hijos/as. El estudio de Madrid transparenta que
tanto varones como mujeres que han sido padres y madres en la adolescencia
tienen una baja probabilidad de estar estudiando entre los 25 y 29 años. Solo un
6%, casi cinco veces menos que aquellos sin hijos/as. La probabilidad es menor
en grupos medios y populares, quienes viven en zonas rurales y con pertenencia
étnica (Madrid, 2005)
En cuanto a su actividad, aquellas desplegadas por hombres y mujeres están
mediadas por su condición de padre o madre. Los padres adolescentes trabajan
en una proporción casi tres veces mayor que las madres adolescentes. La mitad
de las mujeres que fueron madres antes de los 20 años no hacen trabajo remu-
nerado, al contrario de lo que ocurre con los padres. La distribución del trabajo
remunerado y no remunerado está fuertemente segregada en razón de géne-
ro, siendo aún más fuerte la asimetría para el grupo que ha tenido hijos/as en la
adolescencia. Los varones que han sido padres antes de los 20 años acceden en
mayor proporción que las mujeres en la misma condición al mercado del trabajo,
con mayor estabilidad contractual, jornadas completas y mayor acceso a seguri-
dad social. El autor encontró también que la mitad de quienes han sido padres
en la adolescencia son dependientes de otros adultos (padres, familiares o no
familiares) (Madrid, 2005).
Marco teórico y metodológico 19
La principal conclusión que podemos extraer de estos datos es que el modelo tra-
dicional del padre varón proveedor y madre mujer en el hogar está íntimamente
asociado al fenómeno de la GA, mediado por condiciones socioeconómicas.
Un reciente análisis sobre la reproducción adolescente en Chile elaborado en el
año 2005 por Rodríguez en base a datos censales muestra que si bien la fecundi-
dad general ha disminuido en Chile, la fecundidad en mujeres entre 15 a 19 años
permanece constante, con algunas oscilaciones ascendentes. La maternidad en
Chile ha tenido un ligero aumento en las últimas dos décadas, concentrándose en
los niveles socioeconómicos populares de zonas rurales (Rodríguez, 2005).
Rodríguez encontró también que existe en Chile una resistencia a la disminución
de la fecundidad adolescente. La única tasa que no cayó fuertemente entre 1960
y 2001 fue la del grupo de 15 a 19 años, que tuvo la tendencia a permanecer
constante. Se observa una creciente precocidad de la maternidad adolescente,
aumentando en las edades 15 a 16 años y disminuyendo próxima a los 19 años.
En las últimas dos décadas, una de cada cuatro mujeres ha sido madre durante su
adolescencia, siendo menores las distinciones por región (Rodríguez, 2005).
El autor constata además un cambio de patrón en el contexto familiar–nupcial,
disminuyendo la condición civil de casadas y aumentando la de soltería. Mientras
más temprana la maternidad es más probable que se dé en soltería: “En 2002
(…) el 55% de las madres declaró ser soltera y las que convivían superaron a las
casadas; de hecho, solo un 17% de las madres de 15 a 19 años de edad estaba
casada” Las madres adolescentes suelen vivir mayoritariamente con su familia,
quien se constituye en el principal soporte para la crianza de los hijos/as. Según
el último Censo, la relación predominante con el jefe de hogar es de hija/nuera
(Rodríguez, 2005: 130).
Se observa, en relación a su participación en el sistema escolar, no sólo que las
madres adolescentes suelen desertar antes del sistema, sino también que se in-
crementa la deserción una vez iniciada la maternidad. En el caso de los padres,
éstos al no ser mayoritariamente adolescentes, tienden a tener una escolaridad
mayor. El tema de la deserción escolar está en discusión. Si bien los datos cen-
sales analizados por Rodríguez (2005) muestran que la escolaridad es mayor en
las adolescentes que no son madres, se plantea la pregunta de si la deserción
escolar no sería previa al embarazo, los datos de las diferentes encuestas no son
concluyentes. Sin embargo, debemos considerar el contexto de exclusión social
complejo para los casos de GA en diversos sistemas sociales como la escuela, la
red de salud y la familia.
Además, la maternidad adolescente se asocia a dedicación doméstica de la mujer
y no a inserción laboral. No obstante, tras la comparación 1992–2002, se observa
que existe una tendencia a trabajar y estudiar más, disminuyendo levemente el
porcentaje de madres adolescentes que sólo se quedan en casa.
Familia y gestación adolescente
Irma Arriagada (2002) aborda la institución familiar desde una perspectiva de gé-
nero, analizándola como espacio para el ejercicio de derechos individuales, donde
interactúan relaciones de afectos, amor e intimidad, pero también relaciones de
asimetría y poder desigual. Esta autora nos recuerda que la noción “familia”
está teñida ideológicamente y que la modernidad en la familia se mostraría en “el
ejercicio de derechos democráticos, la autonomía de sus miembros y un mayor
equilibrio en el reparto del trabajo (doméstico y social), de las oportunidades y
de la toma de decisiones familiares. Se trataría de una nueva relación basada en
asimetrías matizadas por pautas democráticas” (Arriagada, 2002: 148).
Marco teórico y metodológico 20
pas, asimismo como sus miembros. Una GA puede devenir en crisis familiar.
Se trataría de un ‘evento de incremento’ (González, I., 2000), donde se incor-
porará un nuevo miembro. Enfrentada a la crisis, la familia inicia una serie de
negociaciones, conversaciones, rituales, conflictos que le permitan resolver la
crisis de alguna manera. Una resolución saludable consistiría en movilizar los
recursos afectivos y materiales para enfrentar el evento de manera adaptativa.
Una resolución poco saludable sería aquella donde la tensión y el conflicto se
mantienen. El abordaje que cada familia desarrolle ante una GA determinará el
grado de estrés del sistema. Una pareja de adolescentes estigmatizados por sus
familias ante la gestación tendrá alto estrés en comparación con una pareja de
adolescentes cuyas familias ofrezcan recursos emocionales y materiales de apoyo.
Las crisis pueden ser connotadas como deterioro o desorganización o como opor-
tunidades y desafíos. En este sentido, serán determinantes en la ritualización de
una crisis, el significado que la familia atribuya al evento y los recursos disponi-
bles. Dimensiones que podrían ayudar a resolver una crisis son, tal como
sugiere González, I. (2000) la cohesión, la flexibilidad, la permeabilidad a otras
instituciones y la capacidad de entregar apoyo.
En la misma línea Olavarría (2001) ha señalado que las familias son sorprendidas
por la GA, desencadenándose comúnmente una crisis. La gestación puede ser
experimentada por los abuelos como una traición a los planes y sacrificios fami-
liares, no obstante, más tarde suele producirse un cambio en la reacción, hacia la
aceptación e involucramiento.
Desde un punto de vista familiar, los adultos pueden considerar a los/as adolescen-
tes como incapaces de asumir adecuadamente la crianza de su hijo/a. Por tanto
muchas veces serán las abuelas/os quienes se encargarán del cuidado, delegando
a veces en la joven las tareas domésticas. En estos casos, a medida que el hijo/a
crece, la joven experimenta una sensación de confusión pues se cargan sus obliga-
ciones, pierde derechos y se produce una confusión de roles. Todo esto también
puede producir confusión en elniño/a quien puede presentar ambivalencias ante
las figuras de autoridad que rotan —entre la madre o los abuelos/as— o que son
incongruentes comunicacionalmente.
Como presenta Ximena Candia(2) (s/f), al conjugar las variables de la perspectiva (2) Agradecemos a Ximena
individual, el contexto familiar, el ámbito macrosocial y la perspectiva cultural, se Candia y equipo por compartir
sus experiencia y material
observa que el embarazo adolescente tiende a transmitirse de generación
de trabajo.
en generación en los niveles socioeconómicos más bajos. Según esta autora, la
cadena comienza con la gestación en la adolescencia que se presenta al encon-
trarse la adolescente en una situación de riesgo, generalmente debido a estrés
familiar. Esto es apoyado por González para quien “las familias de las adolescentes
embarazadas suelen ser calificadas como familias disfuncionales, tanto en su or-
ganización y en su composición, como también en la forma desorganizada como
se estructuran sus actividades, se exponen las normas y se comparten las respon-
sabilidades (...) Por lo general son familias que presentan necesidades de afecto
insatisfechas y deficiente de comunicación entre sus miembros y en especial
acerca de los temas sexuales” (González, E., 2003: 507). Lo anterior impactaría
el proyecto de vida de la adolescente produciendo un giro desde el momento de
la gestación. De aquí en adelante se presentan distintas formas de estructura
familiar en las etapas sucesivas de su ciclo vital.
Asimismo, existe una íntima relación entre el ambiente familiar y la vulne-
rabilidad tanto en lo referido a la gestación adolescente como a la crianza y
cuidado de los hijos/as de madres o padres adolescentes. Según un estudio de
CEMERA, es fundamental para el adecuado desarrollo tanto de la gestación como
Marco teórico y metodológico 22
desarrollo del lenguaje y psicomotor. Las madres adolescentes suelen tener pocas
interacciones verbales con sus hijos/as y menos comportamientos comunicacio-
nales e interacciones cara a cara, pues en general desconocen la importancia de
esta clase de estímulos (Luengo y González, 2003).
Para Palma y Quilodrán los riesgos para el hijo/a se encuentran directamente rela-
cionados con la vivencia del embarazo por parte de la joven, específicamente con
lo que Klein llama síndrome del fracaso. Concepto que reúne los riesgos sociales
para la adolescente por estar gestando. “Conjunto de efectos negativos que el
embarazo indeseado produce en las distintas esferas de la vida de las adolescen-
tes, especialmente en las menores, entre los cuales se incluye la imposibilidad
de completar las funciones de la adolescencia, abandono de la actividad escolar
por vergüenza o prohibición, grandes dificultades para rearticular su vida sexual
y limitar su fecundidad, imposibilidad de establecer una familia y una vocación y
poder cubrir las necesidades propias y las del hijo y asegurar que éste alcance su
potencial vital” (Palma y Quilodrán 1992: 3).
En atención a la evidencia anteriormente expuesta se puede pensar que los
riesgos a los que se ven enfrentados los hijos/as de madres adolescentes son
principalmente de carácter psicosocial, cultural y económico, los cuales influyen
incluso más que la edad de la madre o el padre. Al comparar los casos de madres
adolescentes que han recibido algún tipo de apoyo educacional ya sea por medio
de programas especializados de los consultorios u organizaciones de beneficen-
cia, con aquellos casos que han recibido la atención prenatal común, podemos
observar que la gran mayoría de los riesgos se minimizan al tener la adolescente
embarazada mayor acceso a información y más apoyo social y afectivo, mejores
resultados se encuentran también cuando se hace un seguimiento de las adoles-
centes y sus hijos/as por más tiempo (Arcos et.al. 1997, Molina 2003, Luengo y
González 2003).
Apego y vínculo temprano: cómo proteger a los niños/as desde la gestación
En un estudio de la vulnerabilidad de niños/as por ser hijos/as de madres ado-
lescentes, se hace muy relevante estudiar los procesos de gestación, parto-naci-
miento y postparto como etapas que tienen influencia en la vinculación que las/
os adultos tienen con los niños/as. Por ello es que consideramos de importancia
desarrollar un breve marco conceptual sobre lo que se ha llamado “humaniza-
ción” de la atención de salud reproductiva y “apego”.
Los afectos y cuidados que los niños/as reciban desde la gestación, en sus pri-
meros meses y años de vida son de fundamental importancia en su desarrollo
posterior. En las últimas décadas el estudio de la teoría del “apego” ha generado
gran interés, en la búsqueda de explicaciones acerca de la forma y el motivo por el
cual establecemos nuestras primeras relaciones con personas significativas. Usual-
mente se habla de apego al referirse al contacto piel a piel que ocurre inmediata-
mente después del parto entre madre e hijo/a, pero encontramos también otras
nociones más amplias como una estrecha relación en el tiempo, que ocurre entre
la madre, padre u otros cuidadores/as y el niño/a, siendo más exacto considerar
al apego como la creación de un vínculo afectivo con el/la bebé. La función del
apego es la de ir generando un vínculo único entre el niño/a y la madre y padre,
y para que el niño/a, basándose en esta relación, adquiera noción de sí mismo,
establezca una manera particular de relacionarse afectivamente en el futuro y
aprenda una manera de afrontar situaciones de estrés (Soto, 2005).
El primero en desarrollar una teoría del apego fue John Bowlby en el año 1969
(revisada en los años 1973 y 1980), interesándose en las razones por las cuales
los niños/as se convierten en personas emocionalmente apegadas a sus prime-
Marco teórico y metodológico 25
B) Metodología
El presente es un estudio cualitativo, transversal y de tipo descriptivo (Krau-
se, 1995). El uso de metodologías de investigación cualitativas en ciencias sociales
es creciente en razón de la búsqueda de nuevas formas de abordaje empírico de
interrogantes que no han podido resolverse con metodologías cuantitativas, en
particular en lo relativo al estudio de procesos de orden subjetivo (Ibid.). Más que
la representatividad estadística de los resultados, interesa conocer en profundidad
el desarrollo de los mecanismos subjetivos que inciden en el fenómeno abordado.
Las técnicas cualitativas permiten validar la información producto de la triangula-
ción y de la saturación de los datos y resultados encontrados y construidos.
Entre algunas de las características más importantes de la investigación cuali-
tativa se cuentan: busca la comprensión de las subjetividades; es interactiva y
reflexiva, ya que los investigadores son sensibles a los efectos que causan sobre
las personas que participan en el estudio; es naturalista ya que se trata de com-
prender a las personas dentro de su marco de referencia; es rigurosa, en ella se
busca resolver los problemas de validez y confiabilidad mediante la exhaustividad
(análisis detallado y profundo) y del consenso intersubjetivo (interpretación y
sentidos compartidos) (Krause, 1995; Sandoval, 2002).
Otras características de las metodologías cualitativas que nos interesa destacar
son las siguientes (Sandoval, 2002): apertura, ya que permite incorporar nuevos
elementos en el diseño en función de los hallazgos tras el análisis de los datos, ta-
les como nuevas preguntas o estrategias de información alternativas; flexibilidad,
ya que el diseño puede ser modificado para enriquecer la información y hallazgos;
sensibilidad estratégica, que se refiere a la posibilidad de modificar el diseño
inicial de acuerdo a las características del contacto con los informantes o de la
realidad investigada; y referencialidad, que incluye a las anteriores y se refiere a
la naturaleza orientadora del diseño inicial en su conjunto.
En síntesis, la metodología cualitativa proporciona a la investigación una perspectiva
comprehensiva de los fenómenos sociales, cuyo punto de partida es la imposibilidad
de separar el conocimiento de quien lo conoce. La mirada cualitativa, conciente de
la naturaleza única del hecho social, nos ofrece de esta forma un método interpre-
tativo y reflexivo para el estudio de una realidad compleja e intersubjetiva.
En base al enfoque cualitativo, se planteó la realización del estudio en dos eta-
pas consecutivas: una primera de recopilación de la información bibliográfica
pertinente para construir el marco conceptual y de realización de entrevistas
a expertas/os; y una segunda de levantamiento de la información a partir de
entrevistas en profundidad a las redes de cuidado de ocho niños/as hijos/as de
madres adolescentes.
El dispositivo de recolección de información utilizado en el estudio fue
la entrevista individual en profundidad. Esta técnica permite acceder a los
significados de una persona en torno a los temas de estudio. Se considera que la
propia estructura con que la persona entrevistada presenta su relato es portadora
de sentido (Sandoval, 2002).
En el proceso de recolección de datos se utilizó un plan referencial no prescriptivo,
es decir una guía amplia que permitió situarse en las diferentes dimensiones del
fenómeno explorado pudiendo realizar diferentes recorridos según la relación y sin-
tonía que se dio entre entrevistador/a y entrevistada/o. En la investigación cuali-
tativa el plan de recolección de información es emergente y cambiante en función
de los hallazgos que se realicen durante el proceso investigativo (Sandoval, 2002).
Marco teórico y metodológico 30
La pauta de entrevista fue diseñada a partir de los objetivos del estudio, la re-
visión de literatura y de los temas emergentes en las entrevistas a expertas/os.
Las áreas temáticas abordadas en la pauta de las entrevistas en profundidad fue-
ron las siguientes: historia familiar y situación actual; reacción/respuesta ante la
gestación; sexualidad; proceso de gestación; nacimiento y posparto; cuidado y
crianza; educación; trabajo; proyecto de vida y aprendizajes.
El proceso muestral se orientó por los principios del muestreo teóricamente
guiado y de saturación teórica descritos por el modelo de la Teoría Fundada
(Strauss & Corbin, 1990, 1991). Se escogieron como categorías relevantes para
iniciar el muestreo la maternidad adolescente, la edad de las adolescentes
al ser madres, la paternidad, y la residencia urbana o rural.
La selección de los/as participantes se realizó en virtud de su pertinencia, es
decir, su aporte con la mayor y mejor información a la investigación según sus
requerimientos teóricos, y en virtud de su adecuación, es decir para contar con
datos suficientes para desarrollar una descripción del fenómeno completa y ri-
gurosa (Sandoval, 2002). Asimismo se decidió levantar la muestra dentro de las
categorías escogidas usando otro criterio de las metodologías cualitativas que es
el de máxima diferencia.
Con respecto a la muestra, en un principio se planteó la identificación de 8 ni-
ños/as (de edades entre la gestación y los 3 años de edad), hijos/as de madres
adolescentes entre 14 y 19 años. Se entrevistaría a sus madres y padres (fueran o
no adolescentes), y en cuatro de los casos a otros familiares que apoyaran en las
tareas de cuidado y crianza de los niños/as. Todas las entrevistas se realizarían
en la Región Metropolitana, la mitad en comunas urbanas y la otra mitad en
comunas rurales de la región. La mitad de los casos corresponderían a niños/as
cuyas madres dieron a luz entre los 14 y 16 años, y la mitad entre 17 y 19.
Las razones para seleccionar los criterios mencionados se desarrollan a continuación:
• Con respecto a la edad de las madres, se consideró necesario incluir adoles-
centes en los grupos de 14 a 16 años, y de 17 a 19 años. El primer grupo se en-
cuentra en el período denominado de adolescencia media, que corresponde a la
adolescencia propiamente tal, cuando las jóvenes han completado prácticamente
su crecimiento y desarrollo somático. Psicológicamente es el período de máxima
relación con sus pares, compartiendo valores propios y conflictos con sus padres.
Para muchas, es la edad promedio de inicio de experiencia y actividad sexual. El
grupo entre los 17 y 19 años se conoce como de adolescencia tardía, período
en el cual casi no se presentan cambios físicos y en el cual las adolescentes pre-
sentan una perspectiva más adulta; adquieren mayor importancia las relaciones
íntimas y el grupo de pares va perdiendo jerarquía; desarrollan su propio sistema
de valores con metas vocacionales reales. Consideramos que las diferencias entre
estas dos etapas justificaban que las entrevistas tomaran en consideración la
variable etárea.
• En relación a la importancia de entrevistar a los varones, se considera como
una manera de profundizar en la temática de la paternidad, y las interrelaciones
de pareja y familiares relacionadas con la maternidad y paternidad. Muchos estu-
dios sobre GA han cometido el sesgo de poner mucha importancia en las madres,
restando importancia a los padres, lo cual se ha traducido en políticas públicas
que hasta hace poco, se enfocaban fundamentalmente en el binomio madre–
hijo/a. Desde un punto de vista de derechos del niño/a y de equidad de género
el grado de apoyo y participación del padre en la crianza es un factor importan-
tísimo de considerar. Por ello, intentamos que la muestra integrara la mayor di-
Marco teórico y metodológico 31
de comer, lo saca a pasear, etc. Darío dice que lo está criando tal como si fuese
su propio hijo, a diferencia del trato más lejano que tuvo con Vania y su hermana
cuando eran pequeñas. Él incluso plantea que si Vania quiere formar otra familia
e irse de su casa debe dejar a Boris; “total, ella puede hacer más”.
Vania permaneció en la escuela durante la gestación, no perdió ningún año y ac-
tualmente cursa 4° medio. Tiene intenciones de continuar estudiando. La abuela
materna de Boris se queda con él durante el día y trabaja por la noche, mientras
Vania va a clases en la mañana y se hace cargo de las labores domésticas en
las tardes.
Lucía tiene cinco meses y vive con su madre Teresa (15 años), su tía materna
(de 11 años) y su abuela materna (37 años) en la casa de la última en Puente Alto.
La abuela terminó el colegio y estudió la carrera técnica de peluquería; tiene una
peluquería en la casa y está planeando abrir otro local. En su momento insistió
en los estudios de Teresa pero ésta no manifiesta ningún interés por terminar
la escuela.
Los abuelos maternos de Lucía estuvieron casados 15 años; en los dos últimos
años su abuelo mantuvo una relación paralela con otra mujer, con quien actual-
mente convive. Esta situación fue especialmente triste para la madre de Lucía,
pues marcó el alejamiento de su padre (abuelo de Lucía). En el afán de llamar su
atención, a los 11 años Teresa comenzó a escapar de su casa para carretear, y al
necesitar un segundo hogar para quedarse, temiendo las reprimendas de su ma-
dre, recurrió a la casa de un primo lejano de su padre. En dicho lugar vivía Igor,
ocho años mayor que ella, con quien comenzó toda una historia de encuentros
y desencuentros que desembocó en un pololeo que lleva tres años. Teresa e Igor
mantuvieron relaciones sexuales sin protección durante meses, luego decidieron
que ella tomara pastillas; y cuando había comenzado a hacerlo ocurrió la gesta-
ción. En el relato de Teresa, éste ocurrió porque le explicaron mal como tomar
las pastillas en el consultorio.
Tras el nacimiento de Lucía, Igor se fue a vivir a la casa de la madre de Teresa por
un tiempo. Ya no vive ahí pues en opinión de Teresa “se puso muy pesado con
la niña” y era mejor verse menos seguido. Igor actualmente vive con sus padres,
terminó cuarto medio y trabaja como obrero de construcción.
Victor, de 5 meses, es hijo de Nadia (19 años) y Esteban (20 años). Vive
en casa de sus abuelos maternos en La Pintana, donde vive también su tía de 10
años y su tío, de 20 años, ambos hermanos de Nadia. Ella y Esteban se conocie-
ron en la escuela y llevan tres años juntos. La noticia de la gestación no fue una
gran sorpresa, pues se lo esperaban; había sido conversado e incluso tenían el
antecedente de una pérdida espontánea. Era un evento esperado, esperado para
los padres de Victor, no para sus abuelos. Es por ello que para Nadia fue tan im-
portante el apoyo incondicional de Esteban, al fin y al cabo fue en la casa de sus
abuelos paternos que Victor vivió sus primeros meses de gestación luego de que
su madre fuera expulsada del hogar de sus padres. Para Belén, la abuela paterna
de Victor, la gestación adolescente no es una novedad; su hijo mayor, Rodrigo,
fue padre a los 18 años.
Cuando Nadia tenía dos meses de gestación, ella y Esteban arrendaron un de-
partamento donde ir a vivir solos. Ello, pues consideraban que era de suma im-
portancia el vivir junto a su hijo como una familia independiente, y porque las
relaciones en las casas de los abuelos maternos de Victor eran difíciles. Sin em-
bargo, unos días antes del parto decidieron volver cada uno a la casa de sus
respectivos padres, pues era muy complicado para ellos dos solos hacerse cargo
Análisis de los datos 36
Analía continuó con sus estudios pero deberá repetir tercero medio. Franco, en
cambio, no ha terminado la escuela y no quiere seguir estudiando; trabaja en un
taller mecánico y quiere ser chofer. Su aspiración para el futuro es tener una casa
para vivir con Analía y José.
Ciro tiene un año y medio, vive con su mamá, Nancy (19 años), sus tres tíos y
abuelos maternos en Rengo. Su papá, Camilo, tiene 24 años y vive con sus padres
y su hermano menor. Nancy y Camilo pololean hace 5 años.
La llegada de Ciro a la familia fue sorpresiva, Nancy estaba bajo un tratamiento
médico con radiación y se suponía que no podría tener hijos/as, por lo que no
usaba métodos de protección en las relaciones sexuales. La noticia, por lo tanto,
aunque inesperada, fue tomada con alegría. Nancy estaba por terminar el colegio
y Camilo estudiaba Administración Agrícola.
Los abuelos maternos de Ciro apoyaron la gestación desde que se enteraron de
ella; su abuela fue madre y se casó a los 17 años, por lo que tanto ella como el
abuelo comprendieron la situación y entregaron su apoyo. Sin embargo, una si-
tuación muy dolorosa complicó el escenario: cuatro años antes había muerto un
hermanito de Nancy con sólo 11 días de vida, también llamado Ciro, lo que dejó
muy marcada a la madre de Nancy. Debido a ese antecedente, la abuela quiso
reemplazar a su hijo fallecido con su nieto, y a Nancy y Camilo les cuesta mucho
esfuerzo trazar los límites en su cuidado y crianza.
Para Nancy, tener un hijo es algo maravilloso, pero implica mucho esfuerzo de
cuidados al mismo tiempo de no descuidar su desarrollo personal y labores de
apoyo económico para el hogar. Ella estudia y trabaja, y lamenta tener poco
tiempo libre para dedicarle a Ciro. A pesar de ello, considera que lo que está ha-
ciendo es, a la larga, lo mejor para ambos. Camilo y Nancy no están en un buen
momento de su relación de pareja, sienten que les falta comunicación y los pro-
blemas domésticos se interponen, sin embargo siguen estando juntos y esperan
solucionarlo, principalmente por el bien de Ciro.
Federico tiene un año nueve meses. Nació en el hospital Sótero del Río, y el
día de su nacimiento fue apartado de su madre durante todo un día sin ninguna
explicación de por medio. Valeria, su madre de 18 años, recuerda que le habían
advertido que no debía gritar, pues a quien grita no se le atiende. Su parto fue
un episodio traumático en el que se prohibió la participación de Alejandro, padre
de Federico. En el hospital nunca hubo una orientación sobre los cuidados bási-
cos de un bebé, ni siquiera como darle pecho. Todo lo que Valeria sabía sobre el
tema lo había aprendido en el programa para gestación adolescente UDACAR del
consultorio Alejandro del Río. Hoy Federico vive con su madre, la hermana de su
madre, de 13 años, y sus abuelos maternos, en la casa de éstos ubicada en Puente
Alto. Su abuela es asesora del hogar, estudió hasta séptimo básico. Su abuelo
es reponedor en un supermercado, actualmente está haciendo tercero y cuarto
medio en un instituto vespertino.
Valeria pololea hace casi cuatro años con Alejandro, de 22 años, quien trabaja
actualmente en una empresa de calefacción y está estudiando para terminar
cuarto medio. Valeria y Alejandro comenzaron a tener relaciones sexuales tras un
año de pololeo. Estaban conscientes del riesgo de una gestación no planificada, y
sin embargo, debido a la vergüenza, Valeria nunca fue capaz de conversar estos
temas con su madre ni con otra persona que la pudiera aconsejar. Tras cinco
meses de mantener relaciones sin protección, cuando habían decidido “empezar
a cuidarse”, se enteraron de la gestación. La noticia fue dura para Valeria, quien
cursaba tercero medio, sobre todo por la desilusión que esto iba a causar a su
Análisis de los datos 39
padre, quien había luchado para que ella concluyera sus estudios y optara a edu-
cación superior. El sueño de Valeria es estudiar parvularia y es en la persecución
de ese fin que asiste al programa de nivelación de estudios de Chile Califica.
Los abuelos paternos de Federico fueron padres cuando ella cursaba segundo medio
y su abuelo tenía 21 años. Por su propia experiencia, los abuelos paternos apoyaron
la noticia y a los padres de Federico. Los abuelos maternos, a pesar de la tristeza y
desilusión iniciales, han apoyado mucho y ahora cuidan y quieren a Federico como
un hijo propio. A veces los cuidados son tantos, que Valeria se preocupa de que
a ella y a Alejandro no los tomen en cuenta. Federico incluso le dice mamá a su
abuela materna, y pasa más tiempo con su abuelo que con su padre.
Tras el nacimiento de Federico, Alejandro se cambió a vivir a la casa de los padres
de Valeria. Hace unos meses decidieron que era mejor que regresara a la casa
de sus padres, pues, en opinión de los padres de Valeria, él no estaba aportando
económicamente. A pesar de no estar viviendo juntos, Alejandro se ve frecuen-
temente con Valeria y su hijo Federico, y planean ahorrar dinero para poder ir a
vivir juntos.
me decía. No, le dije, no se está cuidando con nada pero ella dice que no tiene nada con
él” (EX,1,102; Belén 40).
El temor de parte de los/as adolescentes no es sólo a lo que ocurrirá en las fami-
lias, sino también con respecto a las instituciones de salud; existe una sociali-
zación entre pares adolescentes donde el sistema aparece como un lugar donde
se maltrata a las adolescentes que mantienen relaciones sexuales:
“...tuve hartas personas que cuando yo me controlaba se conocían, vecinas y decían
que a las cabras adolescentes las trataban mal, todo eso. Y yo por eso pa’ ponerme en
tratamiento no me quise poner en el consultorio porque también las tratan mal, porque
les dicen ¡ay! Andan haciendo cosas de grande no saben las cosas, después las quiero ver
que ay se ponen tratamiento y después en un mes, en unos meses más las vamos a ver de
nuevo con guagua” (EI,1,121; Paola 16).
Las redes de adultos en la escuela que pudieran operar como apoyos para la
prevención también pueden ser temidas, por su posible quiebre al secreto y con-
secuente vínculo de control y vigilancia con los padres de los/as adolescentes:
[Y si no querías hablar con tu mamá, ¿en el colegio no había alguien con quién pudieras
hablar y pedirle que te ayudara?] “Yo creo que si pero, uno tampoco, hay tantas niñas
así que uno tampoco se va a ocurrir ir a contarle, o a contar a la sicóloga, todo, porque
piensa uno que puede llamar a los papás y todo eso” (EV,1,62-66; Margarita 17).
Sentidos de la gestación y negociaciones implícitas
La gestación en la adolescencia puede tener sentidos, propósitos y efectos
deseados por las/os adolescentes. A veces está el claro deseo de ser padres,
por ejemplo como una manera de poder estar juntos como pareja y de no ser tan
regulados y vigilados en su relación:
“…si teníamos un hijo íbamos a poder estar más tiempo juntos” (EV,1,80-81; Margarita 17).
La pareja de Margarita y padre de su hijo, Claudio, refuerza lo anterior y dice
haber tenido toda la información necesaria para prevenir una gestación. En este
caso aparece el deseo de ser padre, junto con la resistencia al uso de preser-
vativos en razón de su incomodidad:
“Porque yo quería tener un hijo. Y aparte que fue como, al principio, fue como, me
acuerdo que un día yo fui al consultorio y le dije, fui me sacaron sangre, me dieron mis
preservativos, yo dije: ah ya, voy a tener que usarlos, y es incómodo. Al final después
entre que era incómodo y que yo quería tener un hijo, aaa no los uso. Y no los usamos”
(EVII,1,44; Claudio 18).
La incomodidad por el uso del preservativo aparece como antecedente de poco
peso, y se une en su testimonio al hecho de que “quería tener un hijo”. Llama la
atención la omisión en su relato a los deseos de su pareja, y algo similar ocu-
rre en el testimonio de Esteban —pareja de Nadia—. Él relata que al principio
“seguían el período” pero luego dejaron de seguirlo, pues:
“Lo que pasa es que yo creo que de ahí, de alguna manera yo me impuse, no quiero enten-
derlo así, porque no creo que sea así, pero sí se da a entender eso” (EV,1, 58; Esteban 20).
Tanto en Claudio como Esteban aparecen referentes al llamado modelo hegemóni-
co de masculinidad, donde en las negociaciones y decisiones es finalmente el hom-
bre quien decide los cursos de acción o quién tiene más peso en esa decisión.
Las ITS aparecen como un tema secundario en los relatos de los/as jóvenes al
hablar de prevención; el primer referente es siempre la (posible) prevención para
evitar un gestación no deseada, y las ITS aparecen como algo más lejano, que se
considera improbable.
Análisis de los datos 43
Como hemos visto en los relatos anteriores, las reacciones iniciales a la gesta-
ción de parte de las redes familiares son variadas; en un polo encontramos
violencia física hacia los/as adolescentes, inducción al aborto, negación de la pa-
ternidad, entre otras. Estas reacciones se despliegan por la frustración del even-
to, que implica un corte en la adolescencia de la/del joven, con consecuencias
en sus estudios y en sus proyectos futuros. Estas reacciones de rechazo, sin
embargo, van cambiando a lo largo de la gestación, y sobre todo cuando
el/la bebé nace. En los distintos miembros de las redes de apoyo se van desarro-
llando sentimientos de apego hacia el/la bebé por nacer, que van positivizando el
proceso hasta transformarlo en un aprendizaje.
En la historia de Nadia y Esteban, contamos con el relato de Belén, la abuela,
madre de Nadia, que evidencia los cambios en las reacciones familiares desde el
rechazo hasta la aceptación y alegría por la gestación y por el nieto:
“Mi marido cuando supo la verdad echó a la Nadia de la casa y a él no lo quiso ver nunca
más (…) O sea yo no estaba de acuerdo pero es que él es como el que... pero después de
que la echó me decía anda, como que no quiere la cosa, a ver como está la niña. ¿Cómo
estará durmiendo? ¿Cómo la estarán tratando?” (EX,1, 41-42; Belén 40).
“Para los dos, para mí y para mi esposo ha sido también como volver a criar, a pesar del
mal momento que vivimos cuando ella nos dio la noticia, ahora no po. Ahora el niño
es una alegría, es una alegría para nosotros, él, el niño chico a mí me ve y me conoce al
tiro, por la voz y todo. Entonces de primera incluso mi marido cuando el niño lloraba él
se despertaba de allá de la pieza. Hizo un cambio igual fuerte el niño llegando a la casa”
(EX,1,76; Belén 40).
Estas resignificaciones de la experiencia de la GA son de gran relevancia para los
cuidados del niño/a hijo/a de madre adolescente, pues en la medida que el
niño/a es esperado en un contexto de aceptación al proceso, se puede
plantear que sus cuidados serán más dedicados y afectuosos y que incidi-
rán positivamente en su salud integral.
En la medida que las abuelas/os se proponen participar de los procesos
de desarrollo ya no solo de su hija/o adolescente sino que también de su
nieta/o estarán más dispuestos a movilizar recursos afectivos, instrumen-
tales, tiempo de cuidado, etc.
La pareja de Valeria la apoyó desde el principio, y fue quien le dio ánimo para
contarle a su familia. La mayor tristeza de Valeria era por su padre, a quien le
dolía decepcionar, pues él tenía la ilusión de que ella terminara la escuela y optara
a educación superior.
“No, mi mamá yo sabía que me iba a entender. O sea obviamente que no le iba a gustar
pero me iba a entender. Pero yo siempre fui más allegada a mi papá, siempre todo con
mi papá. Entonces yo sabía que le iba a doler mucho más que a mi mamá. O sea a mi
mamá obviamente que le iba a doler pero, sabía que me iba a entender mejor que mi
papá (…) Estaba mi mamá con los ojos rojos, y mi mamá nos dice y qué pasó. Entonces
el Ale le dijo, no, es que la Valeria está embarazada. Y mi mamá empezó que pucha que
por qué, que ella nos había dicho miles de veces, que ella había hablado conmigo. Mi
mami nos habló harto y después le dice a mi papi ya po, dile algo. Y mi papá y qué querí
que le diga. Que la vai a apoyar po. Y mi papá así enojado, sí la voy a apoyar” (EII,1,
87; Valeria 18).
Es también interesante constatar brevemente un episodio de alegría inmediata
de las redes familiares tras la comunicación de la noticia de la gestación:
“…estábamos en la carretera…y ahí les contamos. Total que dijimos, ya no, digámosles
Análisis de los datos 46
y…. Porque el Camilo como que me decía que se me veía la guata entonces era como
mucho, entonces yo decía ¡ya!, entonces prefiero decirle yo ahora que después. Y ahí le
conté a mi mamá y mi mamá se puso a llorar, pero de, ¡de feliz! Ahí me dijo felicitaciones,
y todo el cuento después. Y al otro día le contó a mi papá” (EIX,1,53; Nancy 19).
Tras estos relatos apreciamos una gama de posibles reacciones frente a la GA
y de despliegue de apoyos desde la gestación. Lo que ocurra en las familias y en
la pareja se irá entrelazando con lo que los/as adolescentes viven en la escuela y
en su relación con el sistema oficial de salud. A continuación examinaremos ele-
mentos que consideramos relevantes de la atención de salud, como los relatos de
las entrevistas lo exponen, para ir tejiendo la compleja red de apoyos que los/as
adolescentes reciben y que inciden en la salud integral de sus hijos/as.
De apoyos y descalificaciones en el Sistema de Salud
“…en unos meses más las vamos a ver de nuevo con guagua” (EIV,1,371; Paola 16).
Desde la noticia de la gestación, durante la misma y en la atención de parto–na-
cimiento y posparto, el sistema oficial de salud juega un importante rol. Es intere-
sante y relevante analizar cómo los/as adolescentes evalúan el apoyo institucional
recibido, para sacar lecciones sobre maneras de apoyar la gestación adolescente
y la salud de niños/as hijos/as de madre/padre adolescente.
Algunas de las adolescentes entrevistadas describen que en su socialización familiar
y de grupos de pares existieron contenidos que indicaban que el sistema de sa-
lud discrimina a las adolescentes en distintos momentos: cuando han decidi-
do tener relaciones sexuales o si ya las tienen y piden apoyo anticonceptivo pueden
ser discriminadas o maltratadas por “andar haciendo cosas de grandes”, además hay
adolescentes que consideran que la información que se les entrega es de mala cali-
dad y no les permite prevenir una gestación adecuadamente; luego en las consultas
durante la gestación donde se relatan bromas e ironías del personal de salud hacia
las adolescentes; y más tarde en la atención del parto donde se las desatiende y
castiga por haber trasgredido las normas al tener relaciones sexuales precoces.
Paola relata como en controles de gestación le decían:
“Andan haciendo cosas de grande no saben las cosas, después las quiero ver que ay se
ponen tratamiento y después en un mes, en unos meses más las vamos a ver de nuevo
con guagua” (EIV,1,371; Paola 16).
Esta discriminación que las adolescentes viven durante la gestación viene a re-
forzar los estigmas que se han posado sobre ellas en la familia y la escuela, y
contribuyen a su vivencia de una experiencia en términos negativos. Estos com-
plejos e invisibilizados procesos de estigmatización y exclusión ejercen sus
influencias punzantes en las identidades de las/os adolescentes produciendo he-
ridas y cortes de diversa profundidad y velocidad de cicatrización. Estas heridas
y cicatrices modelan los movimientos de estos padres y madres, modelan sus
relaciones con lo sistemas sociales, influyen en las condiciones y posibilidades
de autocuidado, de desarrollo y de cuidado del hijo/a que esperan. Al abrupto
cambio en el ciclo vital, a la catalización de los procesos de desarrollo, a la energía
que esos/as adolescentes tendrán que dedicar para sacar adelante sus propias
biografías se le agregan lastres, pesos, barricadas y cercos producto de la estig-
matización social, que pueden convertir en problemática o riesgosa una situación
de doble identidad —madre/padre y adolescente— que con adecuado apoyo
puede ser llevada adelante exitosamente.
Las adolescentes que participaron de programas de apoyo a la gestación relatan
historias más positivas, y sintieron que fueron escuchadas y apoyadas. Paola,
Análisis de los datos 47
cuyo testimonio revisábamos antes, tras las malas experiencias vividas en el con-
sultorio intentó atenderse en CEMERA tras el parto.
[¿Cómo fue el trato en CEMERA?] “Bien, harto cariño, me gusta como tratan a las ado-
lescentes, me gusta. Nunca vi un consultorio que haigan tratado tan bien a las adoles-
centes y dándole tanto apoyo” (EIV,1,126; Paola 16).
Un punto muy importante es el del fomento del ejercicio de maternidades y
paternidades afectivas y comprometidas. En ese marco, la atención de parto
y nacimiento cobra una relevancia especial pues es un momento cargado de gran
contenido simbólico; se trata del momento donde la madre y quienes la acompa-
ñan se encuentran con el/la bebé fuera del útero y se reconocen. Es importante
que en la atención de partos las adolescentes reciban un trato digno, emotivo,
cariñoso. Por lo general la gestación ha sido un proceso difícil para ellas, asumien-
do la maternidad a temprana edad y todos los estigmas sociales relacionados. Y, a
veces, en lugar de encontrar apoyo, las adolescentes se encuentran una vez más
con discriminación por su condición:
“Al principio me sentí extraña, porque todos me miraban extraño, las matronas diciendo
uy esta niñita tan joven teniendo guagua, todos me hacían preguntas y yo me sentía
rara, porque todos me decían uy tan chica y anda haciendo cosas de grande, como que
me retaban y yo me ponía triste, decía, pucha todos me retan, nadie, nadie me da apoyo,
solamente mi familia, ya n’importa, decía yo n’importa, no me importa la demás gente,
total tengo el apoyo de mi papá” (EIV,1,120; Paola 16).
En el relato de Paola se aprecia una discriminación por el hecho de ser adoles-
cente. Y además, las jóvenes reciben malos tratos que son parte de las violencias
institucionales que se ejercen sobre las mujeres parturientes, independientes de
su edad.
En algunos relatos apreciamos cómo las adolescentes describen ser víctimas de
discriminación en el sistema de salud en razón de su gestación y su edad,
la estigmatización puede tomar diversas formas tales como burlas, reproches,
culpabilización, descalificación, atención descuidada o brusca, etc. La estigma-
tización produce un efecto contrario al del apoyo, donde la identidad de la ado-
lescente se ve amenazada en varias dimensiones de su identidad: edad, sexuali-
dad, cuerpo, competencia para ser madre, etc. Es importante destacar que estas
discriminaciones no están presentes de manera explícita en todos los relatos; en
algunos aparecen de manera encubierta, en la forma de violencia simbólica,
mientras en otros no hay menciones a ello.
Este ejercicio de violencia sobre los/as adolescentes implica también un proce-
so de des–autorización de las adolescentes en sus conocimientos y habilidades
sobre sí mismas, su cuerpo y sobre la posibilidad de cuidar a sus hijos/as. En la
transmisión de información en el sistema de salud, se refuerza la barrera y límites
entre lo que se considera el conocimiento formal (científico, manejado por el
personal de salud) y el conocimiento informal de los/as usuarios. Este fenómeno
ocurre en todos los niveles en la atención de salud, es decir, no es exclusivo a la
atención hacia adolescentes, sin embargo se torna más explícito y descalificador
con éstos/as últimos/as, por su edad y sus acciones. Nos encontramos entonces
con escenarios donde las decisiones son controladas por quienes poseen el cono-
cimiento autorizado, en este caso el personal médico. Son ellos los dueños del
parto, quienes tienen el poder para determinar cuándo pasa cada cosa, y quienes
determinan lo que debe ser tratado como normal o anormal. Desde la admisión
al hospital, el poder de la toma de decisiones y la autoridad son automáticamen-
te transferidos desde la usuaria hacia el personal médico y administrativo del
Análisis de los datos 48
hospital. Esta transferencia implica que la mujer y su familia, sin mediar sus co-
nocimientos previos o preparación, son despojados de cualquier responsabilidad,
definidos como incompetentes para manejar la situación.
Encontramos en los relatos exclusiones que los padres reciben en diferentes
instancias reproductivas en el sistema de salud. Sabemos que los padres han
sido tradicionalmente excluidos de los ejercicios de una paternidad implicada a nivel
institucional. Si bien se cuentan con discursos y prácticas más inclusivas, aún son
incipientes. Encontramos barreras institucionales para una participación más
activa e implicada de los padres varones. A veces se observan exclusiones activas y
claras, como dejar al padre fuera del parto no obstante su interés en participar.
“Pero el día que más, que no me gusta acordarme fue cuando nació realmente mi hijo,
cuando nació, porque, mm, nosotros habíamos ido como a charlas, que se suponía que
eran pa que yo pudiera entrar al parto, pa que no me desmayara, pa que no me pasaran
esas cosas (…) Y fue que yo entré a esperar que me llamaran para que… pa ver como
nacían mi hijo y viene una matrona que me dice ¿y tú que hacís aquí? Y yo le digo estoy
esperando pa que me llamen pa, pa cuando nazca mi hijo. Y me dijo no si no se puede
(…) no me dejaron” (EVII,1,57-58; Claudio 18).
Asimismo los dispositivos de atención no suelen estar diseñados para recibir a los
varones. En los talleres predominan las mujeres, son dados por mujeres y se usa
un lenguaje femenino. La vergüenza o incomodidad fueron emociones descritas
por los entrevistados.
debilidad ordenando “veinte veces”. La fuerza disciplinaria para este varón incluye
la aplicación de “palmaditas” al hijo/a, las que serían deseables y aleccionadoras.
En el caso de Nadia vimos como desde la gestación ella dedica tiempo a fun-
ciones domésticas y de crianza en la casa de sus padres. Lo interesante de esta
experiencia, que consideramos demostrativa y pensamos que es muy original, es
que se consideró el trabajo doméstico como remunerado. La madre le pagó por
sus funciones. Y eso le permitió a Nadia tener algunos ingresos para prepararse
al nacimiento:
“…yo le pagaba de mi bolsillo, yo le daba 35, 40 mil pesos que ella con esa plata le
compró ropa para el bebé, le compró la ropa al niño, la ropa a ella (…) le dije Nadia si tú
pasai tanto en la casa, yo, no es por aprovecharme de nada, para o dejar una persona de
afuera tampoco porque trabajando yo tendría que dejar una persona de fuera, pagarle a
una persona para que me llevara el almuerzo a la chica a las doce” (EX,1,49-51; Belén).
El proyecto de estudios también se pone en riesgo después de una ges-
tación en la adolescencia. Para que las madres adolescentes puedan terminar
su escolaridad en la enseñanza se requiere resolver el tema de cuidado del
hijo/a. La educación preescolar cumple una importante función al respecto
así como las facilidades que la escuela otorgue a la madre. Sistemas con mayor
flexibilidad y plasticidad facilitan la resolución de los estudios.
[¿Y quién te lo cuidaba mientras estabas en el colegio?] “Mi mamá, pero yo estudiaba
medio día no más, estudiaba hasta la una de la tarde, incluso, me dejaban entrar a las
nueve y salir a la una y media” (EIV,1,158; Paola 16).
Al referirnos a las dimensiones económica y de proveer, en la mayor parte de
los casos estudiados son los padres varones —adolescentes o no— los encarga-
dos de hacer el trabajo remunerado y por tanto de la proveeduría de ingresos. Por
lo precario de los sueldos no logran proveer completamente y suelen ser apoyados
en esa función por las familias. Una parte importante del peso económico de los
apoyos es asumido por las familias de origen de las madres adolescentes.
El caso de Nancy es interesante porque se ha desarrollado en todas las dimen-
siones de la maternidad y la identidad adolescente. Hace trabajo remunerado,
estudia y despliega funciones de cuidado. Resolver con armonía y sin descuidar
las condiciones para el desarrollo de su hijo/a esas dimensiones, le requiere un
esfuerzo de planificación. La dimensión calidad de vida se aprecia en el último
lugar de la jerarquía.
La dimensión de pareja y el proyecto conjunto de ser padre y madre, con
la sensación de estar acompañada, de no estar sola, puede ser importante como
condiciones para la madre y para el desarrollo de ese hijo/a:
“Ehhh, yo igual tenía miedo de que él no me apoyara, que no siguiera conmigo. Pero
yo de parte de él recibí todo el apoyo. Me dijo que él iba a estar conmigo para todo, lo
que sea íbamos a estar juntos, lo que viniera con mis papás. Que iba a estar en todo y
que no me preocupara. Entonces ahí fue como un alivio para mí. No lo iba a vivir sola,
lo íbamos a vivir juntos. Entonces igual yo siempre tuve el apoyo de él y me sentí súper
acompañada porque él estuvo en todas conmigo” (EIII,1,12; Nadia 19).
La dimensión de pareja puede verse afectada por una crisis natural, por excesi-
va regulación de los padres, por la sobrecarga de responsabilidades y funciones o
por intencionar unas dimensiones en detrimento de la pareja.
En la dimensión calidad de vida hemos considerado todo aquello que guarda
relación con la salud física y mental de la madre y del padre, ya que a mejor cali-
dad de vida de los padres se esperan mejores condiciones de desarrollo para ellos
como jóvenes y para sus hijas/os.
Análisis de los datos 52
dicho trabajo le daban permiso para ir a las ecografías, mostrándose que el sector
trabajo puede facilitar o poner barreras a la participación de los padres.
“Los dos primeros controles fui con el Esteban, pero después como empezó a trabajar, ya
yo fui sola (…) Entonces a él en el trabajo le daban ese permiso, todos los meses para ir
a la ecografía” (EIII,1,86-87; Nadia 19).
Esto muestra como a pesar de que se observa un mayor interés por los padres
y por las familias de los entrevistados/as de incorporar más a los hombres en
las tareas de reproducción, se identifican al mismo tiempo barreras para su
participación tales como el trabajo o los significados familiares acerca de la GA
y acerca de la participación masculina. En otras palabras, en ausencia de los hom-
bres esta es una dimensión que les correspondería ejercer a las mujeres.
Vemos prohibiciones de edad para el pololeo, prohibiciones de tener sexo, res-
tricciones a sus visitas o movimientos. Cuando esas regulaciones se presentan
los adolescentes se debaten en el dilema de la autonomía y la dependencia, del
cumplimiento y la transgresión:
“Y yo siempre hacía la cimarra, pa estar con ella. No si en ese sentido fui súper flojo, siem-
pre hacía la cimarra pa estar con ella po, pa cuidarla y todo” (EVII,1,91; Claudio 18).
Con respecto a la dimensión de estudios, las barreras a la participación mascu-
lina en el proceso de gestación pueden ser mayores si la escuela no da facilidades
y la familia no provee los permisos y recursos de apoyo necesarios:
“…habían días que por ser ella me decía me decía hoy día pa mañana que tenía que ir
al médico. Yo llegaba a mi casa y le decía a mi mamá mamá sabís que tiene que ir al
médico, no, pero es que cómo vai a faltar al colegio, y al final anda al colegio, anda al
colegio, anda al colegio, y yo hacía la cimarra po, venía pa acompañarla a ella, y siempre
la acompañaba, fue, no me recuerdo si alguna vez no la acompañé. Yo siempre la acom-
pañé, y a las dos ecografías siempre la acompañé” (EVII,1,70; Claudio 18).
Aquí se observa una tensión ya que el argumento de no descuidar los estudios del
padre se convierte en una barrera a su participación como tal y en un modo de
regular y controlar sus movimientos:
“Sí. El quería acompañarme a todos lados, me decía, yo por ti, él me decía, yo por ti daría
mi vida, todo, pero mis papás no me dejan independizarme. Los papás no lo dejaban que,
si cuando yo quedé embarazada ¡no tu polola quedó embarazada, tú no la acompañai a
controles a ningún lado, nada, tu estudia, estudia, estudia! A veces no teníamos clases
y yo tenía controles, los papás no lo dejaban, yo tenía que salir sola pa’ todos lados”
(EIV,1,90; Paola 16).
La dimensión de cuidado de los hombres a veces queda desdibujada con el prota-
gonismo de las mujeres en esta dimensión. Desarrollar habilidades y dedicar tiempo
a esta dimensión aparece como un deseo para los hombres jóvenes, varios de los
cuales quieren desplegar una paternidad afectiva y emocionada. A nuestro juicio a
estos atributos debe incluírseles la dimensión de valoración, respeto y equidad
de género. Cuando los padres cuidan, las madres pueden desarrollarse en otras
dimensiones frecuentemente descuidadas como veíamos en el apartado anterior.
“…pa’ mi graduación tuve una fiesta el día antes entonces se fue pa’llá, se fue a quedar
con él, durmió toda la noche, al otro día lo llamé tempranito al Diego y me contó que
había hecho tuto con el papá, eso decía que había hecho tuto con el papá (…) a veces
salimos con mi mami porque igual nos gusta salir harto, harto juntas. Antes, yo la iba
a esperar y ahora no se podía po’, entonces a veces él se lo lleva y lo trae en la tarde”.
(EV,1,305; Margarita 17)
Análisis de los datos 54
Algunas de las parejas de las entrevistadas hacen tareas domésticas. Sin embargo
en el lenguaje esta actividad es connotada como “me ayuda”, “me colabora”. De
este discurso se deduce que esas tareas son consideradas en nuestra cultura como
función de las mujeres y que la aproximación de los hombres a ellas sería marginal,
secundaria, no un ámbito de su responsabilidad. Observamos también demandas
hacia los hombres en la línea de ejercer y compartir funciones domésticas.
“…él venía y me ayudaba, a veces igual era como difícil hacer aseo porque estaba todo el
rato ahí que dándole pechuga a la guagua que mudándola, entonces él o me ayudaba a
hacer aseo o cuidaba al Diego y yo hacía aseo” (EV,1,265-266; Margarita 17).
Las responsabilidades escolares a veces se tensionan con el deseo de estar en pa-
reja o como hemos visto con el ejercicio de una paternidad presente en diferentes
momentos de los procesos de la gestación. La situación de pareja, las edades, las
posturas familiares condicionarán el panorama de esta dimensión de pareja.
Las parejas adolescentes, su sexualidad, sus contratos, a veces son reguladas,
normadas y controladas por los padres.
Sin embargo es necesario recalcar que en las entrevistas se observa un cuestio-
namiento al modelo de padre proveedor de la generación anterior, junto con sus
limitaciones afectivas y sus formas violentas de tramitar la tensión y de sancionar
disciplinariamente. Se abren otras dimensiones, sobre todo para aquellos más crí-
ticos del modelo tradicional. Algunas madres esperan mucho más que una pareja
proveedora. Esperan una paternidad compartida en labores de cuidado, crianza
e incluso en las tareas domésticas.
El tema de la residencia aparece como relevante al respecto, ya que si la pareja
está vinculada como tal, pero la residencia es separada, el desarrollo de la paterni-
dad se hace más difícil a menos que, como vimos en la caso de Esteban y Nadia,
las familias de origen residan en el mismo barrio o que existan altas facilidades a la
entrada del padre, tal como dormir en la casa de la familia de origen de su pareja,
incluirlo en los espacios cotidianos como la hora de once o de comida, etc.
Tal como se ha encontrado en otros estudios de significados, los entrevis-
tados se consideran pertenecientes a una época nueva en relación a sus
genitores, son críticos de los estilos de crianza y de la violencia con que
se les educó en ocasiones. Y tienen el deseo de ser mejores padres, corri-
giendo lo que consideran son errores de la generación anterior:
“Qué me diferencia de un padre adulto... por ser yo miro a mi papá... yo siempre decía,
yo le decía a mi papá cuando me pegaba sus correazos, le decía sabí’ que, yo no voy a
hacer nunca con mi hijo lo que hacís tú. Lo he hecho”. (EVII,1,134; Claudio 18).
En Valeria se observa como para que la madre pueda estudiar se precisa una coor-
dinada acción de la red parental y familiar de cuidado, en este caso de su pareja
y de su madre (abuela de su hijo):
[¿Y cómo lo haces cuando vai a estudiar con el bebé?] “Estudio los martes y los miércoles
y esos días mi mami llega temprano del trabajo. Así que... y el día martes también mi
pareja se queda con él porque va el puro día miércoles. Ahí nos organizamos todos pa
cuidarlo” (EII,1,22; Valeria 18).
En Margarita se aprecia que los apoyos son ofrecidos por distintos actores de la
red de cuidado:
“¡U! quién no me acompañó [al sistema de salud cuando su hijo enfermó], me ha acom-
pañado mi mamá, mi suegra, el Claudio, mi cuñada” (EV,1, Margarita 17).
En el relato de Belén, abuela materna, se aprecia el tema del cuidado como dile-
ma, tarea, desafío a resolver y sus implicancias, en este caso ella dejó de trabajar
remuneradamente por lo que el ingreso familiar disminuyó. Es decir los apoyos a
veces presentan paradojas o elecciones.
“Hacían dos años que estaba trabajando con ella. Yo estaba a gusto, estaba súper bien
ahí porque ella tenía tanta confianza en mí, y me sentía bien trabajando ahí. Pero cuan-
do la Nadia quedó esperando yo me tuve que retirar una por el hecho de cuidarla a ella,
otra porque ella no me iba a poder cuidarme mi chica, que estaba estudiando que hay
que irle a dejar almuerzo al colegio, hay que irla a dejar, hay que irla a buscar. Entonces
no se podía” (EX,1,21; Belén 40).
Otro campo de apoyos observados es aquel relativo a las tareas domésticas.
Como vimos en otro apartado la maternidad adolescente no refiere solamente
al cuidado y la crianza, sino que trata también de múltiples labores domésticas,
propias, del niño/a y de toda la familia de origen. Los apoyos efectivos en las
labores domésticas son condición para el desarrollo de la madre: estudios,
trabajo remunerado, calidad de vida, pareja, etc.
Encontramos un tipo de apoyo que trata de habilidades y competencias. Este
tipo de apoyo tiene directa relación con las condiciones de desarrollo y de salud
del niño/a, ya que padres y madres con mayores recursos y habilidades de cuida-
do y socialización tendrán mayores herramientas para la atención y asistencia de
las necesidades del hijo/a. Este tipo de apoyo se ve dificultado cuando hay alta
estigmatización de la GA, en otras palabras, observamos que mientras mejor es
connotada o enfrentada la gestación, y mientras más se proyecte y desafíe la red
amplia de cuidado a entregar apoyos variados, serán mayores las posibilidades
de recibir entrenamiento en habilidades para esos padres. Lo anterior supone un
compromiso de la red no sólo con el niño/a sino también con la madre
adolescente y el padre. Esto puede verse obstaculizado cuando el padre y/o la
madre son desplazados en sus roles.
Las familias también pueden desplegar recursos instrumentales de todo tipo,
tales como información, bienes, apoyo económico y protección. Para ado-
lescentes que no trabajen o con trabajos precarios, estos apoyos son fundamen-
tales, aunque tienen el riesgo de ser ‘cobrados’ de alguna manera o de que quien
ofrece ese apoyo tenga mucho poder de influencia o decisión sobre el niño/a y
el/la adolescente. Entre los apoyos económicos vimos apoyos en dinero, facili-
tación de crédito en casas comerciales para obtener bienes a pagar en cuotas, en
combustible, con movilización y con trabajo no remunerado. En un caso la abuela
dejó de trabajar remuneradamente para apoyar los procesos de desarrollo. Asimis-
mo encontramos diversos tipos de apoyo con bienes como alimentos, artefactos
Análisis de los datos 57
para el hogar, pañales, remedios, cosas para la madre, dar alojamiento, prestar
un auto, ropa, juguetes, coche, cuna, etc.
Los apoyos instrumentales también son ofrecidos por otros/as actores de la red,
como las hermanas/os y las madrinas y padrinos. El apoyo instrumental espe-
rado, aquel que podría recibirse, con él que se estima que se cuenta, permite
enfrentar de mejor modo las tensiones asociadas a revelar la noticia de la GA;
“No, yo decía pero y qué vamos a hacer. Nada po mi amor si hay que contar no más y
pucha tú sabí que si, me dijo, aunque no creo, si a ti te llegan a dar vuelta la espalda en
tu casa, aquí mi casa es grande —me dijo— y tú sabí que mi mami siempre nos va a
apoyar y todo” (EII,1,129; Valeria 18).
Como hemos visto en estos apoyos las abuelas/os cumplen un papel muy
relevante. Como suelen tener el poder en la toma de decisiones en sus
hogares al cual las/os adolescentes quedan sujetas/os, su estrategia de
abordaje tras la gestación, ya sea para obstaculizar o facilitar el apoyo,
va a ser fundamental. Vimos abuelas/os deprimidas/os e inmovilizadas/os con
la noticia, en tres casos, abuelas/os que castigaron con golpiza a su hijo hombre,
abuelas/os que dejaron de hablarle a su hija/o y pareja por un tiempo, abuelas/
os que excluyeron al padre o que restringen los apoyos que ofrecen la familia de
la pareja. Las anteriores son versiones en que no se contó con apoyos saludables,
hubo falta de apoyo, negligencia e incluso violencia en diferentes formas. Por
otro lado observamos casos de abuelas/os que dejaron de trabajar remunerada-
mente para apoyar a su hija/o y nieta/o, que hicieron enormes esfuerzos econó-
micos de apoyo, que potenciaron el rol de madre o padre del hijo/a, etc.
En síntesis, las abuelas y los abuelos maternos y paternos son resortes
fundamentales, piezas clave, bisagras del apoyo que madre adolescente
y padre puedan recibir, lo cual incidirá directamente en las condiciones
de desarrollo del niño/a. Abuelas/os que ofrecen apoyo de algún tipo a
sus hijas/os que se han convertido en madres o padres en la adolescencia,
se constituyen en una plataforma, en caja de recursos, en una fuente de
habilidades para el desempeño del rol de padre o madre o para su reempla-
zo en los momentos en que esté estudiando, trabajando o fuera de casa.
Hay fuerzas orientadas hacia la transmisión de una generación a otra de
saberes, recursos y habilidades, así como de estrategias poco saludables,
hasta violentas.
La forma de entregar u ofrecer el apoyo puede ser solicitada, aceptada o
impuesta. En ocasiones el apoyo en las tareas de cuidado y crianza no es
solicitado por la madre adolescente o el padre, configurándose una situa-
ción donde los adultos deciden por el/la adolescente y/o una situación
donde el/la adolescente en vez de ser socializada/o es sustituida/o siendo
el rol apoderado por el adulto/a. Esto es importante si consideramos que el/la
adolescente debiera protagonizar su papel de madre o padre, sin ser descalifica-
da/o por su condición de adolescente.
Otros facilitadores observados para la existencia de apoyos disponibles,
cercanos, útiles y efectivos para la madre adolescente y el padre son la
riqueza de la red familiar, de la red de cuidado y de apoyo, la cercanía
con la red de instituciones de salud, educación, la participación en al-
gún programa especializado de apoyo, bajo aislamiento de los padres,
adolescentes y familias que se proponen que la madre adolescente y el
padre continúen estudios, accedan al trabajo, etc., modelos de género
más equitativos, familias con alto capital de cuidado, crianza y sociali-
Análisis de los datos 58
motivaciones que se les prestan desde todos los niveles; con los recursos afectivos
y materiales que provee la familia y el hogar, entre muchos otros.
Estas condiciones tienen que ver al menos con los siguientes niveles, que deben
ser considerados en su conjunto:
• Las respuestas personales y de pareja observadas: padres y madres más
comprometidos con sus dimensiones de paternidad y maternidad, que cuenten
con mayor apoyo, con capacidad de aprendizaje de habilidades de cuidado, estu-
dio y trabajo, podrán tejer una plataforma de desarrollo para ellos y de cuidado
para el niño/a.
• Los movimientos familiares que se activen desde la noticia de la gestación.
Aquí serán importantes: la reacción y el abordaje de la noticia, que puede ir desde
el castigo hasta el apoyo incondicional; las estrategias desplegadas para el apoyo
de esos padres en todos los procesos de gestación, parto, cuidado y crianza;
cómo se organicen ambas familias de origen, si facilitan la participación de sus
hijos/as, si aportan en dinero, bienes, y cuidados, etc.; cómo se organicen las
relaciones y funciones de género, desde el modelo más tradicional y de roles se-
gregados hasta un modelo de paternidades y maternidades compartidas, coope-
rativas y equitativas de género, con valoración mutua y respeto de los derechos
de niños/as y adolescentes.
• Los apoyos comunitarios disponibles: grupos, asociaciones vecinales, redes
de apoyo, etc.
• La sociedad civil: grupos profesionales, organizaciones, ONGs, sector privado,
medios de comunicación, mundo académico, etc.
• El Estado: políticas educativas, de salud, leyes de protección a la infancia y
adolescencia, entre otras.
Planteados los niveles en que se debe considerar la GA, a continuación se exponen
conclusiones que ponen énfasis en las dinámicas familiares implicadas en la GA y
desarrollo de hijos/as de madres adolescentes, las que surgen de la lectura inte-
grada del marco teórico levantado y del análisis de los datos recogidos.
hermanos, pueden resistir tales dificultades de forma más efectiva cuando tienen
por lo menos una relación significativa y positiva con un adulto. Tener cerca a un
adulto cariñoso, que se preocupe y ofrezca orientación y seguridad, reduce consi-
derablemente la posibilidad de consecuencias adversas en el desarrollo” (Ibid.: 37).
Como la GA se constela como una crisis familiar y personal, se sugiere desarrollar
dispositivos de intervención en crisis a nivel familiar, tales como consejería y
entrevistas familiares, entrevistas a la pareja y a los abuelos/as, para apoyar
a las familias a resolver de manera saludable este momento considerando los
siguientes aspectos:
• Propiciar el apoyo en red, fomentando el concepto de apego (y cuidados) exten-
dido, y desesencializando el rol de la madre como cuidadora principal. Considerar,
valorar y relevar el rol que pueden tener abuelos/as, hermanos/as y otros parien-
tes en las funciones de cuidado y apoyo del niño/a y madre y padre adolescente,
sin desplazar los roles de madre y padre de los/as adolescentes.
• Asesorar en la mejor resolución de las tensiones existentes entre las distintas
responsabilidades de la madre y el padre adolescente: reproductivas, económicas,
domésticas, de cuidado y crianza, de pareja (cuando la hay). Al respecto consi-
deramos que las condiciones de vulnerabilidad del niño/a y de su madre y padre
disminuyen cuando la red familiar y otros sistemas como la escuela y salud los
apoyan, entrenan y facilitan en el ejercicio de esas responsabilidades, sin susti-
tuirlos, ni descalificarlos en su rol.
• Disminuir barreras de acceso de los padres varones, propiciar y visibilizar su
inclusión y participación en las responsabilidades y funciones reproductivas y de
cuidado–crianza de sus hijos/as: explicitar su importancia en la red de cuidado
de sus hijos/as e incorporarlos en todos los niveles de participación, desde la más
temprana gestación. Incluirlos más y desde más temprano en todos los procesos
en paternidades afectivas, compartidas, cooperativas y presentes. Comprometer-
los en el aporte proporcional al ingreso familiar. Desmontar el modelo tradicional
de masculinidad y aliarse con el deseo de los varones de ser buenos padres, de
vincularse con sus hijos/as, de dejar un legado, de comprometerse en todas las
dimensiones de su desarrollo. Estos desafíos son importantes para el desarrollo
del propio padre, del hijo/a y para que la madre, al estar también el padre como
cuidador, pueda desarrollar las áreas de estudios, trabajo y calidad de vida. Se
sugiere capacitar a profesionales de salud y educación en un enfoque de géne-
ro, masculinidad y paternidad en las prácticas de sus servicios y también como
promotores de talleres para padres, adaptando experiencias existentes como Pa-
ternidad Activa del MINSAL, Paternidad Activa del CIDE, Proyecto H (de ONG
Promundo, Brasil), etc. Se sugiere desarrollar intervenciones psicosociales en pa-
ternidad tales como talleres para padres adolescentes (como los del Proyecto H),
talleres para adolescentes en general de prevención y promoción de habilidades
emocionales y de cuidado, talleres de género con adolescentes, etc.
• Esta recomendación puede ser vista desde los derechos involucrados. Aquí pre-
sentamos los derechos teniendo a las niños/as como sujetos:
Diagnóstico y recomendaciones 71
cuadro n° 1
Enfoque de derechos desde los niños
• Derecho a contar con el afecto y • Niños y adolescentes con derechos. • Derecho a contar con el afecto y
apego de su madre. apego de sus abuelos y familiares.
• Derecho a contar con el afecto y
• Derecho a no ser separado de apego de su padre. • Derecho a no ser separado de sus
su madre. abuelos y familiares.
• Derecho a no ser separado de
• Derecho a no ser abandonado ni su padre. • Derecho a no ser abandonado ni mal-
maltratado por su madre. tratado por sus abuelos y familiares.
• Derecho a no ser abandonado ni
• Derecho a jugar y recrearse con maltratado por su padre. • Derecho a jugar y recrearse con sus
su madre. abuelos y familiares.
• Derecho a jugar y recrearse con
• Derecho a una madre saludable, con su padre. • Derecho al ingreso familiar, que la fa-
adecuados cuidados pre y posnatales, milia provea los medios adecuados de
• Derecho a un padre saludable, inclui-
con servicios médicos de calidad. subsistencia.
dos en los procesos pre y pos natales.
• Derecho a que su madre no realice
• Derecho al ingreso familiar, que el pa-
actividades que perjudiquen su salud.
dre madre tenga medios adecuados de
• Derecho al ingreso familiar, que la subsistencia.
madre tenga medios adecuados
de subsistencia.
Elaboración de Aguayo y Sadler a
partir de los derechos de la infancia
B.2) Recomendaciones prácticas: ¿Cómo implementar políticas y (UNICEF) con énfasis en los derechos
programas de apoyo en casos de GA? del niño/a respecto a la madre, el
Recomendación Nº 4: padre, y los/as abuelos/as.
Generar indicadores de desarrollo psicosocial particulares al fenóme-
no de la GA para aplicar a los/as adolescentes involucrados.
Se recomienda incorporar evaluaciones psicosociales para los/as adolescentes,
que permitan identificar los contextos específicos de sus casos, y ponderar las
situaciones de riesgo que ameriten desplegar redes especiales de apoyo, en los
siguientes niveles: personal, de pareja, familiar.
Se propone que sean dimensiones mínimas a considerar para la evaluación psico-
social las siguientes:
cuadro n° 2
Dimensión personal Dimensión de pareja Dimensión familiar
• NSE–Ingresos • NSE–Ingresos • NSE–Ingresos
• Escolaridad–Trabajo • Escolaridad–Trabajo • Escolaridad–Trabajo
• Significado de la GA • Significado de la GA • Significado de la GA
• Respuesta a la GA • Respuesta a la GA • Respuesta a la GA
• Recursos psicoafectivos o • Recursos psicoafectivos o • Recursos psicoafectivos o
socioemocionales socioemocionales socioemocionales
• Proyecto personal • Biografía de pareja • Recursos materiales, vivienda
• Red de amigos y de apoyo • Proyecto de pareja • Apoyo a la GA
• Calidad de vida • Calidad de vida de pareja • Calidad de vida familiar
• Salud Física y Mental • Sexualidad y SSR, responsabilidad • Grado de armonía, conflictividad,
reproductiva, uso de MAC stress y violencia familiar
• SSR
• Grado de armonía, conflictividad, • Poder: quiénes toman las decisio-
• Poder: quiénes toman las decisio-
stress y violencia de pareja nes y qué decisiones se toman
nes y qué decisiones se toman
• Poder: quiénes toman las decisiones • Compromiso con bienestar
• Compromiso con bienestar
y qué decisiones se toman del niño/a
del niño/a
• Compromiso con bienestar • Quien hace trabajo remunerado y
del niño/a no remunerado
Diagnóstico y recomendaciones 72
Recomendación Nº 5:
Potenciar el trabajo intersectorial que integre a profesionales de la sa-
lud, de la educación, de las ciencias sociales para construir un Modelo
de abordaje psicosocial de la GA con evaluación caso a caso.
Profesionales de distintas disciplinas deben colaborar interdisciplinariamente e in-
tersectorialmente para diseñar programas de prevención y de apoyo a la GA que
sean implementados en los consultorios, escuelas, agrupaciones comunitarias y
vecinales, grupos de iglesias, etc., y dirigidos a los/as adolescentes y sus familias.
Para producir mejores condiciones de desarrollo saludable tanto para los niños/as,
sus madres adolescentes y padres se precisa involucrar a las instituciones de salud
y educación, fundamentalmente con la elaboración de protocolos de abordaje,
recursos como salas cuna y capacitación orientada a ofrecer servicios adaptados a
la cultura adolescente, con enfoque de género y con aliento de los recursos perso-
nales familiares existentes. Estos dos sectores son clave en cuanto a los recursos
que puedan entregar a los/as adolescentes y sus familias para enfrentar una GA,
desde la noticia hasta el nacimiento de los niños/as y sus posteriores cuidados. Y
desde estos sectores se pueden levantar los contextos y condiciones particulares
de las familias donde se presenta una GA, para evaluar el despliegue de estrategias
saludables y poco saludables de apoyo y proteger a los hijos/as por nacer.
Como primera medida, se recomienda que los establecimientos educacionales
y de salud trabajen en red en el caso de ocurrir una GA: los/as profesionales
de orientación en las escuelas (orientadoras/es, asistentes sociales, psicólogos/
as, educadores/as, etc.) y los/as profesionales de salud deben establecer un diag-
nóstico de cada caso para evaluar el despliegue de estrategias pertinentes. Para
facilitar la comunicación entre los sectores y los distintos/as profesionales que
evalúen cada caso, se propone la incorporación de la información de cada caso en
una “Ficha Integral”: documento que incluya la historia médica, educacional,
familiar, y las condiciones psicosociales del grupo familiar (la OPS ha desarrollado
un modelo).
Recomendación Nº 6:
Capacitar al personal de diferentes sectores que se relacionen con fa-
milias donde ha ocurrido una GA y promover que el mismo equipo
técnico o profesional apoye a cada caso de GA.
Los/as profesionales de los distintos sectores que participen en la GA, deben
estar capacitados en temas de infancia, adolescencia, salud sexual y reproduc-
tiva, familia y enfoque de género. La capacitación de los/as profesionales es
esencial para que puedan apoyar a los/as adolescentes-gestantes en el proceso
que experimentan, aprovechando al máximo estas instancias para su crecimiento
y desarrollo psico-afectivo-sexual. Ayudando a elaborar la crisis y levantando una
plataforma de apoyo desde la cuál las/os adolescentes puedan cuidar y criar y
también desarrollarse con la menor vulnerabilidad posible.
Para ello, el/la profesional que trabaje con adolescentes gestantes y sus hijos/as
debe ser una persona equilibrada, flexible, con amplitud de criterio y buena ca-
pacidad de comunicación, tanto con los adolescentes como con sus padres. Debe
tener genuino interés en los/as jóvenes y sus problemas y sentirse cómodo/a
atendiéndolos/as (Gaete, González y Burrows, 2003: 93).
Se sugiere que a lo largo de la gestación sea el mismo equipo humano quien apoye
a los/as adolescentes y sus familias, y que en el caso de las instituciones de salud se
haga un traspaso personalizado entre los niveles primario y terciario de salud.
Diagnóstico y recomendaciones 73
Recomendación Nº 7:
Integrar a las familias y a los/as adolescentes como parte de los equi-
pos de prevención y apoyo a la GA y al trabajo con hijos/as de madres
adolescentes.
En la misma línea de las recomendaciones anteriores que apuntan a trabajar con
las características y contextos específicos de cada caso de GA, se recomienda
integrar a las familias y adolescentes como parte de los equipos de trabajo, dise-
ñando planes de prevención y de apoyo a la GA y a los hijos/as de madres adoles-
centes según los requerimientos específicos de cada contexto (ej. comunas, jun-
tas de vecinos, redes creadas en la sociedad civil, organizaciones étnicas, etc.).
Esto apunta a potenciar iniciativas e ideas que puedan ya existir o que puedan
ser ideadas por las personas, en base a sus vivencias y a los contextos culturales
particulares en que viven.
En este sentido, se recomienda generar políticas públicas que entreguen marcos
de referencia que puedan ser implementadas de acuerdo a particularidades, las
que sean definidas en conjunto con las comunidades, potenciando:
• Trabajo que integre a miembros de la sociedad civil para incorporar sus deman-
das, expectativas y conocimientos en las medidas que se implementen.
• Iniciativas locales que existan para el cuidado en red de niños/as y su protección.
• Identificación y capacitación de personas que actúen como promotores/as de
salud en sus comunidades, para trabajar con pares en la prevención y apoyo a la
GA y al cuidado de niños/as.
• Promoción de iniciativas comunitarias de asistencia infantil que permiten re-
solver el cuidado mientras los cuidadores naturales trabajan remuneradamente
fuera del hogar.
será esencial para apoyar el proceso que está viviendo y para positivizar la serie
de culpas que se le han cargado; es muy importante que sea tratada con mucho
afecto y comprensión. Esto implica el evitar que sean descalificados/as o trata-
dos/as como personas inmaduras, irresponsables o muy jóvenes para cuidar de
un hijo/a. Actitudes como esas sólo dificultan el proceso que están viviendo y la
conquista de su auto–confianza, que es esencial para desarrollar habilidades de
cuidado. Es fundamental que la madre adolescente y el padre (sea o no adoles-
cente) adquieran seguridad y confianza en sí mismos, siendo valorizados en sus
cualidades para ser independientes. En especial, es necesario promover que las
abuelas/os actúen como colaboradores en los cuidados y crianza de los bebés, y
no de segundas madres o padres de los nietos/as.
• La primera consulta debe ser realizada por una matrona especializada en
adolescencia, con habilidades de escucha, respeto y acogida. Deben participar
la adolescente y su pareja en una consulta donde puedan expresar lo que están
viviendo y sintiendo. En el lenguaje resulta muy importante construirlos a ambos
como los proveedores de cuidados.
• En caso de acudir las abuelas/os de la adolescente u otro familiar (dife-
rente del padre del bebé), se le hará entrar en segunda instancia, con el fin
de que la adolescente (y su pareja) sea fortalecida en su posición de gestante y de
futura madre. Esto debido a que cuando la adolescente gestante es acompañada
por su madre, el papel protagónico puede ser de la última, dejando sin espacio a
su hija adolescente gestante.
• La consulta debe ser más prolongada que las consultas normales, de ½
hora a 45 minutos aproximadamente, permitiendo que la adolescente (y su pare-
ja) se sienta/n segura/os y apoyada/os, dando espacio para que exponga/n sus
ambivalencias y miedos. Se recomienda tomar la mayor parte de este tiempo en
escuchar y conversar, y sólo los últimos minutos en examinar a la adolescente (a
menos que se presente algún síntoma que requiera de examen urgente).
• Si la gestante es de alto riesgo, se le debe dar una atención especializada
con los/as profesionales adecuados/as, ya sean del campo obstétrico/nutri-
cional–endocrino, de salud mental, o de asistencia social.
• Es importante que la atención prenatal sea personalizada, de preferencia
que siempre sea la misma profesional que atienda los controles.
4. Otras consultas:
• Tras la primera consulta, fijar una consulta con la madre o familiar/es respon-
sable/s de la adolescente y de su pareja en caso de ser también adolescente,
para evaluar como es y será el apoyo familiar y todas las variables de la situación
gestacional. En esta consulta se delimitarán territorios, entregando herramientas
para que no reemplacen las funciones parentales de los/as adolescentes.
• Controles prenatales más frecuentes que en una gestación posterior a
la adolescencia, si es posible cada 20 días, en los que se fomente la asistencia
de la adolescente y de su pareja; para apoyar la GA y poder evaluar situaciones
vulnerables que requieran de otros tipos de apoyo. Esto permitirá la derivación
oportuna a especialistas (psicólogos/as, asistentes sociales, etc.).
• Se recomienda hacer 2 ecografías durante la gestación, para colaborar en
una aceptación de la gestación y apoyar la creación de un vínculo y apego con
el/la bebé por nacer, donde de preferencia acudan la adolescente y su pareja.
A pesar de no haber evidencia científica que apoye el uso del ultrasonido, y de
haber quienes plantean que puede incluso ser dañino, se considera que en el caso
Diagnóstico y recomendaciones 77
des médicas y apoyo psicosocial tanto a la familia como al personal de salud. Solo
de esa forma, una familia que siente el respaldo institucional podrá desplegar sus
mejores cuidados al niño/a que llega a este mundo.
Inicio de sala cuna
Como ya se ha explicado anteriormente el período posnatal debe extenderse por
los primeros 6 meses de vida del nenonato/a. Pero, es importante en la madre
adolescente considerar sus propias necesidades, básicamente no perder su auto-
nomía y su rol de estudiante, por ello, un período de 6 meses parece razonable,
también para ella, después del cual, se darán las facilidades para que su hijo/a
acuda a una sala cuna, si no hay un adulto que pueda cuidar al niño/a en la casa
o no se cuente con una red familiar de cuidado extendido, pudiendo así, ella
retomar sus estudios.
Los primeros 3 años de vida
El/la menor debe continuar sus controles médicos como cualquier otro niño/a.
De acuerdo con los estudios sobre apego de M. Ainsworth, parece necesario un
control en este sentido alrededor del año y medio, con el formato de entrevista
de riesgo relacional y/o con un enfoque psicosocial para evidenciar como se ha
ido desarrollando el proceso de vinculación de los padres con el niño/a más gran-
de, y como tanto la madre (y el padre) como la familia han ido incorporando este
binomio madre–hijo o trinomio madre–padre–hijo, en la dinámica familiar.
Desde el punto de vista de la educación, deben darse las facilidades para que
el niño/a pueda acudir a sala cuna y después a jardín infantil, para favorecer el
óptimo desarrollo de la madre adolescente en cuanto pueda terminar sus estudios
e incorporarse al mundo laboral, según el caso.
Como ya se ha mencionado, debe haber una relación entre salud y educación, por
ello, en la sala cuna y jardín infantil deben saber que el niño/a es hijo/a de madre
adolescente y emitir un informe semestral o anual para completar la evaluación
del niño psicosocial y del desarrollo psicomotor.
5
Propuesta de sistema
de indicadores
Propuesta de sistema de indicadores 82
cuadro n° 3
Indicadores de maternidad adolescente
Presencia de la Madre (compromiso, Reacción ante la noticia de la GA.
disponibilidad, responsabilidad) Calidad del apego emocional de la madre hacia su hijo/a.
Calidad del apego emocional del hijo/a hacia la madre.
Frecuencia de comunicación con el hijo/a.
Calidad de comunicación con el hijo/a.
Frecuencia de intercambios emocionales.
Calidad de los intercambios emocionales.
Proporción de cuidados por la Conciencia del desarrollo socio–emocional del hijo/a.
madre (Proveer nutrición y realizar Sensibilidad a las reacciones emocionales del hijo/a.
las tareas de rutina necesarias para Los niños/as se sienten seguros frente a la presencia de la madre.
mantener el bienestar emocional Naturaleza y calidad de la interacción madre–hijo cuando proporciona
y la salud física de los hijos/as) los cuidados solitariamente.
La madre provee cuidado físico a los hijos/as (ej. cambio de pañales).
Organiza el ambiente de manera que sea seguro para el niño y monitorea
su seguridad.
Interés en la salud de los hijos/as.
Mejoría en la salud mental de los niños/as.
Competencia Social y Rendimien- Escolaridad de la madre.
to Académico del hijo/a y de la Rendimiento escolar de la madre.
madre (Compromiso activo con Retraso o deserción escolar.
el niño/a y otros para desarrollar La madre acepta a su hijo/a.
y reforzar su competencia social La madre apoya a sus hijo/a.
y rendimiento académico). Escucha atentamente a su hijo/a cuando le habla.
Es sensible hacia las necesidades de su hijo/a.
Enseña a su hijo/a respecto al peligro en el abuso de sustancias.
Expresa interés en el trabajo escolar de su hijo/a.
Elogia a su hijo/a por sus logros.
Comparte con el padre madre o asume la completa responsabilidad
—cuando es necesario— de lograr la salud de los niños/as y satisfacer
sus necesidades de salud, educación, necesidades sociales, físicas y psi-
cológicas.
Maternidad Cooperativa (Padres, La madre mantiene relaciones maduras y respetuosas con otros miem-
madres y otros cuidadores/ bros de la red de cuidado del niño/a.
as establecen una relación de Resuelve diferencias con otros/as miembros de la red mediante estrate-
apoyo, cooperación e interde- gias de resolución de problemas efectivas.
pendencia en búsqueda de un Discute y negocia las metas en el cuidado y crianza del niño/a con los
desarrollo óptimo del niño) otros/as miembros de la red.
Propuesta de sistema de indicadores 83
…cuadro n° 3
Indicadores de maternidad adolescente
Calidad de vida de la madre, vida Provee buen trato, sin negligencia ni violencia.
saludable. (Se constituye en un Comunicación efectiva de sus necesidades y deseos.
modelo para sus hijos/as median- Grado de estrés personal.
te un estilo de vida saludable, Enfrenta eventos estresantes sin acudir al consumo de substancias.
educación y comportamientos Aumento en el reconocimiento de que el uso personal de substancias
sociales adecuados que enseñan interfiere con las responsabilidades paternales.
una ética personal, ética de trabajo Incremento en la capacidad de resolver conflictos con otras personas
y normas sociales, para ayudar a sin violencia.
sus hijos/as a crecer y conver- Atender a los propios desafíos emocionales y psicológicos buscando los
tirse en actores de la sociedad) recursos apropiados.
Contribución material y eco- Número de madres adolescentes ingresando/re–ingresando a la
nómica (compromiso en ac- fuerza laboral.
tividades que proveen apoyo Aporte en tiempo con trabajo no remunerado (tareas de cuidado, crian-
material y financiero al hijo/a) za y domésticas) y valoración de ese aporte.
Porcentaje de sus ingresos que aporta al ingreso familiar.
Proporción de madres adolescentes con empleo.
Grado de satisfacción con su desarrollo laboral.
Dimensión de salud sexual Conocimiento/ uso de MAC.
y reproductiva Percepción de quien es responsable.
Negociación de uso de MAC.
Propuesta de sistema de indicadores 84
cuadro n° 4
Indicadores de paternidad (Adolescente o no)
Presencia del padre (compromiso, Reconocimiento del hijo/a.
disponibilidad, responsabilidad) Reacción ante la noticia de la GA.
Calidad del apego emocional del padre hacia su hijo/a.
Calidad del apego emocional del hijo/a hacia su padre.
Frecuencia de comunicación con el hijo/a.
Calidad de comunicación con el hijo/a.
Frecuencia de intercambios emocionales.
Calidad de los intercambios emocionales.
Aumento en la cantidad de contactos del padre con sus hijos/as.
Aumento en la cantidad de visitas del padre a sus hijos/as.
Número de declaraciones de paternidad legal.
Número de nacimientos extramatrimoniales.
Proporción de cuidados por el Conciencia del desarrollo socio–emocional del hijo/a.
padre (Proveer nutrición y realizar Sensibilidad a las reacciones emocionales del hijo/a.
las tareas de rutina necesarias para El hijo/a se siente seguro frente a la presencia del padre.
mantener el bienestar emocional Naturaleza y calidad de la interacción padre–hijo/a cuando proporciona
y la salud física de los hijos/as) los cuidados solitariamente.
El padre provee cuidado físico a los hijos/as (ej. cambio de pañales).
Organiza el ambiente de manera que sea seguro para el niño/a y moni-
torea su seguridad.
Interés en la salud de los hijos/as.
Mejoría en la salud mental de los niños/as.
Competencia social y rendimiento Escolaridad del padre.
académico del hijo/a y del propio Rendimiento escolar.
padre (compromiso activo con el Retraso o deserción escolar.
niño/a y otros para desarrollar y El padre acepta a su hijo/a.
reforzar su competencia social y El padre apoya a su hijo/a.
rendimiento académico) Escucha atentamente a su hijo/a cuando le hablan.
Es sensible hacia las necesidades de su hijo/a.
Enseña a su hijo/a respecto al peligro en el abuso de sustancias.
Expresa interés en el trabajo escolar de su hijo/a.
Elogia a sus hijo/a por sus logros.
Comparte con la madre o asume la completa responsabilidad —cuando
es necesario— de lograr la salud de los niños/as y satisfacer sus necesi-
dades de salud, educación, necesidades sociales, físicas y psicológicas.
Paternidad cooperativa (Padres, El padre mantiene relaciones maduras y respetuosas con otros/as miem-
madres y otros cuidadores bros de la red de cuidado del niño/a.
establecen una relación de apoyo, Resuelve diferencias con otros/as miembros de la red mediante estrate-
cooperación e interdepeden- gias de resolución de problemas efectivas.
cia en búsqueda de un desa- Discute y negocia las metas en el cuidado y crianza del niño/a con los
rrollo óptimo del niño/a) otros miembros de la red.
Calidad de vida del padre, vida Provee buen trato, sin negligencia ni violencia.
saludable. (Se constituye en un Comunicación efectiva de sus necesidades y deseos.
modelo para sus hijos/as mediante Grado de estrés personal.
un estilo de vida saludable, educa- Enfrenta eventos estresantes sin acudir al consumo de substancias.
ción y comportamientos sociales Aumento en el reconocimiento de que el uso personal de substancias
adecuados que enseñan una ética interfiere con las responsabilidades paternales.
personal, ética de trabajo y normas Incremento en la capacidad de resolver conflictos con otras personas
sociales, para ayudar a sus hijos/as sin violencia.
a crecer y convertirse en actores Atender a los propios desafíos emocionales y psicológicos buscando los
de la sociedad) recursos apropiados.
Propuesta de sistema de indicadores 85
…cuadro n° 4
Indicadores de paternidad (Adolescente o no)
Contribución material y económica Atender a los propios desafíos emocionales y psicológicos buscando los
(Compromiso en actividades que recursos apropiados.
proveen apoyo material y Aporte en tiempo con trabajo no remunerado (tareas de cuidado, crianza
financiero al hijo/a) y domésticas) y valoración de ese aporte.
Porcentaje de sus ingresos que aporta al ingreso familiar.
Aportes no monetarios (comida, ropa).
Aumento en el número o proporción de padres que pagan apoyo al niño/a.
Proporción de padres empleados.
Grado en que el aumento de contribuciones financieras por parte de los
padres resulta en recursos y oportunidades mejores para los niños/as.
Grado de satisfacción con su desarrollo laboral.
Dimensión de salud sexual Conocimiento/ uso de MAC.
y reproductiva Percepción de quien es responsable.
Negociación de uso de MAC.
Propuesta de sistema de indicadores 86
cuadro n° 5
Indicadores de familia
Presencia Familiar (compromiso, Reacción ante la noticia de la GA.
disponibilidad, responsabilidad) Calidad del apego emocional de las abuelas/os y otros cuidadores fami-
liares hacia el niño/a y el/la adolescente.
Calidad del apego emocional del niño hacia las abuelas/os y otros cuida-
dores familiares.
Frecuencia de comunicación con el niño/a y el/la adolescente de las/os
abuelas/os y otros cuidadores familiares.
Calidad de comunicación con el niño/a y el/la adolescente.
Frecuencia de intercambios emocionales.
Calidad de los intercambios emocionales.
Proporción de cuidados por las Conciencia del desarrollo socio–emocional del niño/a y del/la
abuelas/os y otros cuidadores de la adolescente madre/padre.
familia (Proveer nutrición y realizar Sensibilidad a las reacciones emocionales del niño/a.
las tareas de rutina necesarias para El niño/a se siente seguro frente a la presencia del abuelo/a u otros
mantener el bienestar emocional y cuidadores de la familia.
la salud física de los hijos/as) Naturaleza y calidad de la interacción cuidador–niño/a cuando propor-
ciona los cuidados solitariamente.
Proporción de cuidados por las El cuidador provee cuidado físico al niño/a (ej. cambio de pañales).
abuelas/os y otros cuidadores de la Organiza el ambiente de manera que sea seguro para el niño/a y moni-
familia (Proveer nutrición y realizar torea su seguridad.
las tareas de rutina necesarias para Interés en la salud del niño/a.
mantener el bienestar emocional y Mejoría en la salud mental del niño/a.
la salud física de los hijos/as)
Competencia social y rendi- El abuelo/a y los otros cuidadores de la familia aceptan al niño/a y
miento académico del hijo/a a el/la adolescente.
(Compromiso activo con el El abuelo/a y los otros cuidadores de la familia apoya al niño/a y
niño/a y otros para desarrollar a el/la adolescente.
y reforzar su competencia so- Escucha atentamente al niño/a y a el/la adolescente cuando le habla.
cial y rendimiento académico) Es sensible hacia las necesidades del niño/a y del/la adolescente.
Enseña al niño/a y a el/la adolescente respecto al peligro en el abuso
de sustancias.
Expresa interés en el trabajo escolar del niño/a y el/la adolescente.
Elogia al niño/a y a el/la adolescente por sus logros.
Asume la responsabilidad —cuando es necesario— de lograr la salud de
los niños/as y satisfacer sus necesidades de salud, educación, necesida-
des sociales, físicas y psicológicas.
Cuidado y Crianza Cooperativo Las abuelas/os y otros cuidadores de la familia mantienen relaciones
(Padres, madres y otros cuidadores maduras y respetuosas con la madre y el padre del niño/a.
establecen una relación de apoyo, Distribución equitativa de las tareas domésticas independiente
cooperación e interdependencia del género.
en búsqueda de un desarrollo Distribución equitativa de las tareas de cuidado y crianza independiente
óptimo del niño/a) del género.
Las abuelas/os y otros cuidadores de la familia resuelve diferencias con
la madre y el padre del niño mediante estrategias de resolución de pro-
blemas efectivas y con respeto a los roles.
Discute y negocia las metas en el cuidado y crianza del niño con la madre
y el padre del niño/a.
Propuesta de sistema de indicadores 87
…cuadro n° 5
Indicadores de familia
Calidad de vida familiar, Proveen buen trato, sin negligencia ni violencia.
vida saludable. (Contexto familiar Grado de estrés y de conflictos familiares.
saludable, educación y Comunicación efectiva.
comportamientos sociales Enfrenta eventos estresantes sin acudir al consumo de substancias.
adecuados que enseñan una ética Competencias en resolución de conflictos con otras personas sin violencia.
personal, ética de trabajo y normas Capital Social Familiar.
sociales, para ayudar a sus hijos/as Resiliencias familiares.
a crecer y convertirse en actores
de la sociedad)
Contribución Material y Económica Aportes en recursos monetarios.
(Compromiso en actividades que Aportes en recursos no monetarios (vivienda, ropa, comida).
proveen apoyo material y financie- Aporte del abuelo/a y otros cuidadores en tiempo con trabajo no remune-
ro al niño/a) rado (tareas de cuidado, crianza y domésticas) y valoración de ese aporte.
Grado en que el aumento de contribuciones financieras por parte de los
abuelos/as resulta en recursos y oportunidades mejores para los niños/as.
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En función del diseño de un Sistema de Protección Integral La presente publicación es parte de dichos estudios y
a la Infancia que asuma como tarea principal la generación sistematizaciones que tienen por objetivo el ser puestos
de condiciones de equidad para todos los niños y niñas, se a disposición de todas las instituciones, organizaciones
desarrolló un conjunto de estudios a modo de preinversión. o personas a las que la presente información les pueda
Para ello FOSIS en asociación con MIDEPLAN elaboraron un ser de utilidad, esperando contribuir con este trabajo a
conjunto de convenios con diversas instituciones tanto del la elaboración de políticas, prestaciones e intervenciones
mundo público como privado, para elaborar investigaciones que protejan el desarrollo integral de todos los niños y
temáticas y sistematizaciones de experiencias en ejecución, niñas que habitan el país.
abarcando distintas realidades y zonas del país.