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INTRODUCCION
Gran parte de esta verdad la podemos deducir de los textos de la Biblia que tratan sobre
las actividades de la parte inmaterial del hombre.
Este estudio responde dos grandes preguntas que son inquietantes para el ser humano:
1. ¿Cómo hacemos para acercarnos a Dios?
2. ¿Qué necesita el hombre para morar en la presencia de Dios?
Planteado esto, pasemos de una vez a estudiar las capacidades y facultades de la parte
inmaterial del hombre y para ello iniciemos con el INTELECTO:
Este es uno de los pasajes más repletos de pensamiento entre los profundos discursos
de Cristo; estos versículos describen todas las partes del ministerio del Espíritu Santo
en el mundo: su operación con referencia a los individuos, tanto creyentes como
incrédulos. “Convencerá”, es decir, “probará la culpabilidad” es la idea de lo que el
Espíritu Santo hará en todos: en algunos para que se arrepientan y crean, en otros para
su condenación.
Cuando el apóstol Pablo oró por los santos de Éfeso, en Ef 1:17-18, introdujo una
realidad vital, al pedir "para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria,
os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los
ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a la cual él os ha
llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en todos los santos".
En este caso, la palabra "entendimiento", en el verso 18, es una traducción del griego
Kardías, tal como aparece en los mejores manuscritos. Y el pensamiento que
evidentemente expresa es que el corazón, aunque generalmente se supone que es el
asiento de las emociones, es también asiento del pensamiento y de la voluntad, esto se
puede ver en la epístola a los romanos capítulo l verso 2l, cuando dice del hombre
incrédulo: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le
dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido”
Se puede entender, por estos textos, que la recepción de la gran revelación por la cual
ora Pablo es mucho más amplia de lo que pudiera ser si estuviera restringida solamente
al intelecto o a las emociones. Esto lo corrobora también el uso del término
conocimiento, cuando dice “os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el
conocimiento de él”, aquí el término conocimiento emplea la palabra griega epignosis,
el cual trasmite la idea de un “pleno discernimiento”.
Toda la oración de Pablo tiene un propósito: "para que sepáis", y que. sepáis
mediante la capacidad peculiar del corazón, puesto que el corazón siente y entiende.
En Ef 1:17-18, Pablo oró para que los efesios conocieran mejor a Cristo. Él es nuestro
modelo y cuanto más lo conozcamos, más seremos como Él. Estudie la vida de Jesús en
los Evangelios que muestran cómo era cuando estuvo en la tierra hace dos mil años y
conózcalo en oración ahora. ¡El conocimiento personal de Cristo cambiará su vida!
Las Escrituras declaran que la compasión divina puede hallar expresión por medio
del cristiano, y que dicha compasión no surge por motivo de la capacidad de los
cristianos, sino por el Espíritu que mora en ellos, así lo demuestran los siguientes
textos Bíblicos:
Gal 5:22-26 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no
hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones
y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No
nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos
a otros
El cristiano que ama con amor divino tiene que amar a aquellos que son objeto del
amor de Dios. La amplitud de esta posibilidad es ilimitada. Este amor divino es la
fuerza impulsora del cristiano, y como consecuencia, en el cristiano deben elevarse
las emociones y la vida al nivel de lo espiritual.
Aquí debemos anotar, sin embargo, que la voluntad actúa generalmente movida o
influida por el intelecto y las emociones, y la voluntad del hombre no es otra cosa
Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central
La Doctrina del Hombre. Parte 5. Capacidades y Facultades de la Parte Inmaterial del Hombre
Instituto Bíblico al Aire Página 5 de 13
Con respecto a los que no son regenerados, la Biblia dice que Satanás obra en ellos
y les da energía, esto es lo que afirma:
Ef 2:1-1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros
delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el
espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
Por otra parte la Biblia enseña de los que han sido regenerados que Dios es el que
produce en ellos "tanto el querer como el hacer”, como lo expresa
Fi1 2:13 “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad”
Estos dos pasajes explican el caso de toda la humanidad y, por tanto, determinan la
verdad, realmente importante, de que no hay voluntad humana que sea libre en el
sentido absoluto de la palabra.
Cristo se dirigió a los que estaban bajo la influencia satánica, como lo están todos
los no regenerados, y les dijo:
Jn 5:39-40 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en
ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no
queréis venir a mí para que tengáis vida
Y también declaró:
Jn 5:21 Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así
también el Hijo a los que quiere da vida.
Por otra parte, la fe, o sea la confianza en Dios, es una obra divina en la mente, y
para ello, ahí está la bondadosa invitación: " ... al que a mí viene, no le echo fuera"
Jn.6:40 “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que
ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día
postrero"
Aparte de ese principio, nadie se inclina por naturaleza a creer. Para aquellos que
están sujetos a la voluntad de Dios siempre hay un cúmulo creciente de
conocimiento de la verdad a su disposición.
A este respecto dijo Cristo: "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la
doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta" (Jn.7: 17).
Jesús sabe que sus detractores realmente no desean conocer la verdad. Pero todo aquel
que confíe en El descubrirá que su mensaje es verdadero y confiable.
Los que procuran conocer la voluntad de Dios y cumplirla sabrán en forma intuitiva
que Jesús dijo la verdad con respecto a su persona. ¿Ha escuchado alguna vez a
predicadores y se ha preguntado si decían la verdad? Debe probarlos:
1. Sus palabras deben estar de acuerdo con la Biblia;
2. Sus palabras deben señalar a Dios y a su voluntad, no a ellos mismos
Algunos sostienen que no es una parte integral del hombre, sino la voz de Dios que
habla directamente al que se ejercita en la consciencia.
Por otro lado, y muy lejos de la posición anterior, está la noción de que la
consciencia no es más que una inclinación de la mente, que le ha quedado por la
disciplina de la niñez.
La consciencia no está sujeta a la voluntad, sino que más bien se sienta a juzgar la
voluntad y todos los demás aspectos de la vida del hombre. La unidad del ser del
hombre es, sin embargo, real, a pesar de los diversos elementos de su naturaleza
inmaterial: alma, espíritu, corazón y mente; y a pesar de los diversos modos de
expresión de esa naturaleza inmaterial: intelecto, sensibilidad, voluntad, memoria y
consciencia.
Por otra parte, la consciencia sobrenatural, que es la del cristiano, es mucho más
compleja. En efecto, surge una cuestión real sobre si es verdad que el cristiano vive
según su consciencia. Se argumenta que el cristiano es influido por el Espíritu Santo
que mora en él, el cual se aflige o no se aflige, según la vida que lleva el cristiano.
No hay ninguna descripción más vívida de la experiencia de alguno que haya
entristecido al Espíritu como la que escribió David con respecto a sí mismo en el
Salmo 32:2-4:
"Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque
de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en
sequedades de verano."
cubre el pecado, no nos inculpa de pecado. Pablo citó estos versículos en Romanos
4.7, 8 y mostró que podemos tener la misma experiencia gozosa de perdón por
medio de la fe en Cristo
Según esto, parece que el Espíritu emplea la consciencia como medio de impresión
y de expresión. Tal vez éste sea el descubrimiento de la verdadera relación entre el
Espíritu Santo y la consciencia del cristiano.
Aquí no hay ninguna indicación de que el cristiano no es consciente del pecado que
hay en su vida y que no -confiesa. Se enseña, más bien, que todos los pecados
pasados, habiendo sido perdonados como parte de la salvación, han dejado limpia
la consciencia, de modo que ya no recrimina.
Este pasaje bíblico nos presenta una prueba vital con respecto a la salvación de la
persona, y se puede aplicar a cualquier creyente que profesa ser cristiano.
Estrechamente relacionada con esta verdad está la llamada buena consciencia, que
se menciona seis veces en el Nuevo Testamento. Este aspecto de la consciencia se
relaciona con el estado del corazón del creyente cristiano o lo refleja.
La buena consciencia está libre de auto-acusaciones. Hay dos pasajes que sirven
para describir esta realidad. En 1 Corintios 4: 4, afirma el Apóstol: " ... de nada
tengo mala consciencia." En 1 Juan 3:20-22 se nos dice que la buena consciencia
es un factor importante en la oración. Así dice el pasaje: "Pues si nuestro corazón
nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.
Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y
cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus
mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él."
Está escrito:
1 Co. 8:10 "Porque si alguno te ve a tí, que tienes conocimiento, sentado
a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no
será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?”
Con relación a la conciencia y la salvación eterna del ser humano, podemos entrar a
considerar dos grandes preguntas que son inquietantes para el ser humano:
1. ¿Cómo hacemos para acercarnos a Dios?
2. ¿Qué necesita el hombre para morar en la presencia de Dios?
En su libro “Comentario ampliado del nuevo testamento”, Tomo 133, David F. Burt,
presenta los siguientes comentarios: Para poder acercamos a Dios, tenemos que
encontrar una solución al pecado que alcance el nivel de la conciencia. El único
sacrificio que nos vale es uno que efectúe una limpieza total a nivel de los resortes
más íntimos de nuestro ser.
Heb 10:19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar
Santísimo por la sangre de Jesucristo,
Heb 10:20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto
es, de su carne,
Heb 10:21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
Heb 10:22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con
agua pura.
Naturalmente, en la vida diaria veremos la necesidad de acudir vez tras vez a la fuente
de nuestra purificación para recuperar la sensación de limpieza a la manera como lo
expresa el apóstol Juan en su primera epístola
1Jn 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad
En estos versículos nos encontramos con el contraste entre el antiguo pacto y el nuevo,
entre los efectos limitados y superficiales de los sacrificios levíticos y los efectos
definitivos y profundos del sacrificio de Cristo.
En el antiguo pacto, había varias situaciones en las que, para efectos ceremoniales, el
hombre era considerado inmundo. Tal vez la más conocida de ellas era el contacto con
un difunto o un animal muerto. Cualquiera que tocase un cadáver, o aunque estuviese en
la misma habitación con él -es decir, casi todos los familiares inmediatos del difunto-,
quedaba inmundo durante siete días. Debía pasar siete días en «cuarentena religiosa», en
los cuales no podía acercarse al tabernáculo ni participar en el culto. Al tercer día de su
«contaminación», debía someterse a los ritos de purificación. De no hacerla, sería
considerado inmundo para siempre y cortado de la congregación de Israel.
De hecho, los ritos de purificación no eran ajenos a los del Día de la Expiación. Por los
escritos del exégeta, escritor y filósofo judío Moses Ben Maimon (conocido como
Maimónides), sabemos que, al menos con el paso de los siglos, llegó a haber una
estrecha vinculación entre ellos. La purificación ceremonial llegó a ser requisito para el
sumo sacerdote antes de la realización de los sacrificios expiatorios. Maimónides dice
que, durante los siete días anteriores al Día de la Expiación, el sumo sacerdote tenía que
apartarse de la congregación encerrándose en el templo a fin de no contaminarse con el
mundo. Al tercer día y al séptimo, debía someterse a los ritos de purificación prescritos
en Números 19. Sólo así podía ejercer sus funciones sacerdotales y hacer expiación por
los pecados del pueblo.
He 9:14 combina elementos asociados con el Día de la Expiación (la sangre de los toros
y de los machos cabríos) con otros procedentes de los ritos de purificación (las cenizas
de la becerra). Esto parece confirmar lo que dice Maimónides: aun cuando no hay
ninguna asociación explícita en las Escrituras, la práctica levítica llegó a relacionar los
ritos de purificación con los preparativos para el Día de la Expiación.
En todo caso, necesitamos aclarar que aquellos ritos tenían que ver con la inmundicia
ritual, no con la culpa moral; pretendían quitar la impureza ceremonial, no los pecados.
Y consistían en lo siguiente. Una vaca alazana era sacrificada; es decir, una vaca de
color castaño rojizo. El simbolismo aquí es evidente: el rojo es el color de la sangre, y la
sangre estaba asociada con la purificación. El sacrificio debía realizarse, no en el lugar
habitual -el altar en el atrio del tabernáculo-, sino fuera del campamento (Números
19:3) No lo podía ofrecer el sumo sacerdote, porque aquel que lo realizaba quedaba
inmundo durante un día. Por lo tanto, siempre lo realizaba otro sacerdote.
Luego, la persona inmunda tenía que comparecer ante el sacerdote al tercer y séptimo
días de su período de inmundicia, para ser rociada con agua mezclada con las cenizas de
la vaca alazana. Sólo después de los siete días cesaba el tiempo de su inmundicia y
podía volver a integrarse en la comunión de Israel y acercarse al tabernáculo
He 9:14 sintetiza la solución ritual que Dios provee para dos problemas: el contacto con
la muerte, solucionado mediante las cenizas de la becerra, y el contacto con el pecado,
solucionado mediante los sacrificios expiatorios. Sin embargo, aquellos ritos solamente
podían proporcionar una purificación simbólica y superficial. En palabras del autor:
santifican para la purificación de la carne.
Antes de ver cuáles son las razones para explicar la eficacia de este sacrificio, sin
embargo, quizás valga la pena reafirmar nuestra fe en la proposición básica que este
texto afirma: que la muerte de Jesucristo en la Cruz nos limpia verdadera y
definitivamente.
¿Cómo, pues, puede la sangre de Jesucristo ser tan eficaz como para realizar esta
purificación en profundidad en todos los que creen en Él? Las razones son que el
sacrificio de Cristo es:
1. Un sacrificio inmaculado. Porque Jesucristo, se ofreció a sí mismo sin
mancha a Dios
2. Un sacrificio voluntario. Porque Jesucristo, se ofreció a sí mismo
3. Un sacrificio espiritual. Porque Jesucristo, se ofreció mediante el Espíritu
eterno
4. Un sacrificio eterno. El sacrificio de Jesucristo es de valor eterno, por que es
mediante el Espíritu eterno que se ofreció.
5. Un sacrificio eficaz. Es eficaz porque el sacrificio de Cristo es inmaculado,
voluntario, espiritual y eterno
Podemos concluir que Cristo realmente limpia nuestras conciencias para que podamos
servir al Dios vivo. He 9:14 está diciendo, implícitamente, que el acceso a Dios está
abierto, el velo ha sido rasgado, hay entrada en la presencia de Dios y tenemos el
privilegio de poder servirle de verdad.
Este es el sentido de nuestros «cultos». Al reunimos como iglesia local, es ante todo con
la finalidad de servir al Señor. Nuestra sola presencia en los cultos no es necesariamente
un acto de servicio, 16 porque podemos estar físicamente presentes y, sin embargo,
tener el corazón, el afecto o el pensamiento muy lejos del Señor. No servimos al Señor
si no entramos en espíritu y en verdad en su presencia.
Cuando confesamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, creyendo que Dios le
levanto de los muertos, Dios nos hace partícipe de gracia y misericordia como lo afirma
1 P 2:9-10 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que
ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero
ahora habéis alcanzado misericordia”