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Vilfredo Pareto

(☼París, Francia, 15 de julio 1848 – †Ginebra, Suiza, 19 de agosto 1923)

Todo estudiante de economía encuentra en sus


primeras lecturas sobre temas económicos el
concepto de “óptimo de Pareto”. Pero muy
pocos saben de la compleja, prolífica y
controvertida labor intelectual que desarrolló
este aristócrata a lo largo de su vida. Su
destacada contribución a la economía lo ubica
como uno de los pioneros en formalizar sus
teorías con el apoyo fundamental y
contundente de las matemáticas. Dentro de la
sociología, desarrolló la teoría de las élites, que
planteaba el carácter inevitable de la
desigualdad social y de la dominación de las
masas por una minoría selecta, concepto que
sirvió de sustento ideológico del fascismo.

Nació en París en el año 1848, debido a que su padre, el marqués Raffaele Pareto,
un aristócrata italiano de ideas liberales, había tenido que abandonar Italia en 1835
por motivos políticos, y había rehecho allí su vida y contraído matrimonio con una
francesa. Al cabo de algunos años, la familia volvió a Italia y el futuro economista,
como antes había hecho su padre, estudió ingeniería, logrando su título en el
Politécnico de Turín en 1870. Trabajó al principio en esa profesión, llegando a ser
director de la Compañía de Ferrocarriles de Roma y, más adelante, de una empresa
de productos siderúrgicos de Florencia. Pero pronto sería el campo de las ciencias
sociales el que más atraería su atención y su tiempo. Y su vida dio un giro radical
cuando en 1892 le fue ofrecida la cátedra de economía de la universidad de
Lausana, que hasta entonces había ocupado León Walras. Desde allí Walras había
sido uno de los protagonistas principales de lo que en economía se conoce con el
nombre de “revolución marginalista”, que supuso un cambio fundamental en la
forma de entender la economía y que tuvo, además, como efecto dar un gran
impulso a la formalización matemática de esta ciencia.

Fue el primer economista en distinguir claramente entre los conceptos de utilidad


cardinal y ordinal, y negó la aplicabilidad del primero. Utilizando las curvas de
indiferencia, reelaboró la teoría de la utilidad y la demanda. Definió el concepto
conocidos ahora como “óptimo de pareto”. El concepto de Óptimo de Pareto
(también llamado eficiencia de Pareto, Pareto-optimalidad u óptimo paretiano) es
aquella situación en la cual se cumple que no es posible beneficiar a más elementos
de un sistema sin perjudicar a otros. Se basa en criterios de utilidad: si algo genera
o produce provecho, comodidad, fruto o interés sin perjudicar a otro, provocará un
proceso natural de optimización hasta alcanzar el punto óptimo. Su uso está muy
extendido en áreas matemáticas, principalmente en investigación operativa y teoría
de juegos. Sus aplicaciones son múltiples en toma de decisiones y en entornos de
optimización con objetivos múltiples.

También es famoso por su análisis de que, en Italia, el 20 por ciento de la población


poseía el 80 por ciento de la propiedad, observación que posteriormente Joseph
Juran y otros popularizarían con el nombre de "Principio de Pareto", creando el
concepto de índice de Pareto, que es la medida de la desigualdad de la distribución
del ingreso. Llegó a la conclusión de que la distribución de la renta en cualquier
sociedad responde siempre a un mismo modelo, por lo que serían inútiles las
políticas encaminadas a redistribuir la riqueza.

En 1906 se retiró de la enseñanza para dedicarse sólo a la investigación, al tiempo


que desplazaba su atención de la economía a la sociología.

La sociología científica, según Pareto, es una ciencia lógico-experimental, basada en


la observación de los hechos y en la experimentación. Ningún principio a priori debe
tenerse en cuenta, ni mucho menos las especulaciones, ni la moralización, ni los
razonamientos dogmáticos. Las nociones de "verdad absoluta", de "necesidad", de
"socialismo" o de "igualdad" le son ajenas. Una afirmación sociológica no puede ser
más que relativa, sumisa a la revisión.

En 1916 escribió su libro más conocido, Tratado de sociología general, en el que


estudia la naturaleza de las relaciones entre la acción individual y la colectiva. El
Tratado de sociología general, ha sido comparado a los trabajos de Maquiavelo y
Vico. El profesor Arthur Livingston, que lo tradujo al inglés en 1935 (con el extraño
título de Mind and Society, "Mente y sociedad"), lo resume en una fórmula: “dos mil
páginas, un millón de palabras. Es un libro denso, muy denso. A su lado, El Capital
de Marx parece un manual escolar...” (tal vez por eso llamaron a Pareto "el Marx de
las derechas").

Partiendo de un análisis psicologista de los motivos de la conducta humana, entre


los cuales incluyó ampliamente móviles irracionales que no había tenido en cuenta
en su pensamiento económico, desarrolló una teoría de las élites. La misma parte
de que física, moral e intelectualmente, los hombres difieren entre sí. A partir de
esta constatación elemental, Pareto desarrolla una de las más violentas críticas de
la ilusión igualitaria. La igualdad, observa, siempre es requerida, pero nunca es
realizada. Sea cual sea el régimen en el poder, la estratagema empleada siempre le
hace inigualitario frente a las estratificaciones sociales. En todas las épocas, en
todos los países, se descubren las capas "altas" y las capas "bajas", las clases
dirigentes y las clases dirigidas.

Su controvertida teoría, sobre la circulación de las élites en el cambio social y su


relación con las masas planteaba lo siguiente. Para Pareto hay dos clases de
hombres: zorros y leones. Los zorros son calculadores, pensadores, materialistas.
Mientras que los leones son conservadores, idealistas, resuelven por la fuerza y son
burocráticos. Para Pareto, la élite está definida y constituida, a la vez, por los
mejores elementos de la sociedad. La élite no es hereditaria y, por lo tanto, habrá
una circulación de élites.

También utiliza este concepto en otro sentido: en el sentido de quienes gobiernan.


Lo ideal sería que coincidiera la élite funcional (los mejores) con la élite del poder.
Pero esto no es completamente así, pues hay quien gobierna sin ser élite (por
influencias, familias, etc.). Cuando se vuelve excesivo el número de aquellos que
gobiernan sin pertenecer a la élite funcional, surgen la decadencia y el colapso. "La
historia es un cementerio de aristocracias", es una muy célebre frase suya.

La élite del poder se cierra frente a la nueva élite que surge de la masa, pero acaba
siendo sustituida. Es un ciclo. Puede suceder a través de una revolución o por
sustitución gradual. Una buena élite es aquella donde hay un buen equilibrio entre
zorros y leones. Cuando hay muchos zorros en la élite, los leones se rebelan, y
viceversa. Cuando una élite es decadente, se debe exterminar; la élite debe ser de
calidad y circulante.
En sus escritos criticó y ridiculizó las ideas de progreso, democracia, igualdad y
socialismo, poniendo en primer plano el componente de fuerza y de engaño que
existe en la historia de la humanidad. Esta visión le convirtió en un predecesor
ideológico del fascismo. Efectivamente, Mussolini intentó apropiarse del prestigio
intelectual de Pareto, el cual nunca criticó al fascismo italiano e incluso aceptó que
le nombraran senador vitalicio poco antes de morir.

Fuentes: “Vilfredo Pareto” por Alain de Benoist; “Historias de economistas ilustres”


por Francisco Cabrillo; Wikipedia.

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