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DE “LAS NOT(ICI)AS ROJAS” DE LA

INQUISICIÓN

AL GÉNERO ROJO
ACTUAL
FUENTES BOLAÑO IBARGÜENGOITIA: LES ENFANTS TERRIBLES
ET SUS APOCRIFOS[1]

IV

La crónica policial del periodista-detective:


“Sergio González Rodríguez”

A Juaritos
Raúl Matute

En julio no hubo ninguna muerta. En


agosto tampoco. Por aquellos días el
periódico La Razón, del DF, envió a
Sergio González a hacer un reportaje
sobre el Penitente...se acababa de
divorciar y necesitaba ganar dinero como
fuera. Normalmente no hubiera aceptado el
encargo, pues él no era un periodista de
crónica policial sino de las páginas de
cultura. Hacía reseñas de libros de
filosofía, que por otra parte nadie leía,
ni los libros ni sus reseñas, y de vez en
cuando escribía sobre música y sobre
exposiciones de pintura...Así que en
julio de 1993...viajó en avión hasta
Hermosillo y de allí en autobús a Santa
Teresa...supo que...además del famoso
Penitente, se cometían crímenes contra
mujeres, la mayoría de los cuales
quedaban sin aclarar...Al día
siguiente...Sergio González....tomó el
avión hasta el DF. Dos días después le
entregó al director de la revista
dominical la crónica sobre el Penitente y
acto seguido se olvidó de todo el asunto.
Roberto Bolaño

Cuando salió a la luz pública Los detectives salvajes


(1998), obra acreedora del Premio Herralde de Novela y un año
después del Rómulo Gallegos, Sergio González Rodríguez, quien
desde 1993 es consejero editorial del periódico mexicano
Reforma, intentó borrarla del mapamundi lector azteca con una

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de sus reseñas de página cultural. La cita de arriba extraída
del texto 2666 -capítulo IV “La parte de los crímenes”- y que
ha sido tan aclamado a nivel mundial por sabedores/as del
nada exiguo talento de letras latinoamericanas, pareciera ser
una respuesta a aquellos juicios ampulosos que el periodista
cultural defeño, aún desconocido para un gran porcentaje de
mexicanos/as interesados/as en leer no sólo “los titulares”
de periódicos, le hiciera a la obra que sigue ocupando los
primeros lugares de investigación en universidades dentro y
fuera de México: El Premio Herralde se explica en parte por
el gusto actual en España por los relatos de costumbrismo
retro o rescate de la memoria. O por la tendencia a la sobre
paginación de los libros y el éxito comercial del
pintoresquismo localista y divertido.[...] ...[...]Mediante
los recursos de la parodia y el pastiche –ni modo: lo
postmoderno se impone aún-, el narrador moldea el no-suspenso
de la novela, porque ésta se funda en la falsa intriga hacia
un desenlace condenado de antemano al fracaso...el camino de
Los detectives salvajes se construye con un avasallador
acopio de ingenio y reiteraciones que terminan por
desbalancear la novela, y la lleva al tránsito del entusiasmo
al sopor que nace ante la verborrea ajena. Lo bueno –o lo
malo- está en que sólo permanece en el lector el brillo de
párrafos, episodios, ocurrencias magníficas. De hecho, la
primera parte, “Mexicanos perdidos en México (1975)”, vale
toda la novela. Ni modo: esto se llama muerte por desmesura.
Sin embargo, en el capítulo cuatro de 2666, relacionado
con los asesinatos de niñas, adolescentes y mujeres del lugar
ficticio Santa Teresa, abundan las descripciones violentas,
formato médico legista, que el narrador chileno imaginó con
maestría a partir de las averiguaciones y artículos del
reportero de “las páginas de cultura” del DF.
Décadas atrás Carlos Fuentes había exteriorizado en un
tono irónico que le gustaba mucho "desayunar[a sus]
críticos...como si fueran pollos" y después arrojar "los
huesos", porque igual que éstos, "Ellos no han sobrevivido,
[pero]yo sí". Antes de que empezara el siglo XXI, González
había publicado una especie de alegato contra este narrador
latinoamericano también muy leído y estudiado por
universitarios/as en diferentes partes del mundo, y que al
paso del tiempo se ha consagrado con varias de sus obras;
sirvan de ejemplos La muerte de Artemio Cruz, La frontera de
cristal, La región más transparente, Gringo viejo y por
supuesto La cabeza de la hidra. En contraste a ello, el
periodista cultural defeño no ha logrado llamar la atención
de lectores con sus subsiguientes libros como sucedió con su
escandalosa “crónica del crimen” –que se promocionó en varios

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medios, sobre todo las partes- acerca de los júniors
asesinos, “las muertas de Juárez”, las orgías de
narcotraficantes poderosos y los videos snuff;[2] temas de
investigación que según González lo pusieron en peligro por
más de seis años. En el norte y otros puntos cardinales de
México los/las periodistas que arriesgan a diario su vida con
noticias peligrosas no necesitan de artilugios publicitarios
en los medios. El protagonista de Complot mongol(1969), un
asesino a sueldo y agente judicial posrevolucionario,
haciendo alusión al proceder de los hombres de ese tiempo en
el país, suelta a quemarropa una frase que sigue vigente en
los discursos masculinistas: “antes se necesitaban huevos y
ora se necesita título”.
La “crónica del crimen” gonzaliana –habría dicho Fuentes
sin pelos en la lengua-, exhibe desde la portada elementos
característicos del género rojo mexicano[3] como el títitulo
y la imagen de un hombre sin camisa de espaldas al lector y
que sujeta en su cinto una enorme hacha; y en la contraporta
de la edición se encuentran las usuales elucubraciones
mercadotécnicas de que nada de lo contado es "especulativo"
ni "ficticio”. De esta manera el periodista cultural del DF
se suma a la extensa lista de imitadores de los estilos
sangientos conocidos en México de: El Güero Téllez, de la
popular revista Alarma!, del bestseller con más de cien mil
copias vendidas[4] Lo negro del Negro Durazo que escribió un
agente pistolero del corrupto Jefe de la Dirección de Policía
y Tránsito del sexenio lópezportillista; de las recreaciones
periodísticas de antiguos casos de nota roja de Brocca y
Miriam Laurini publicadas a principios de los noventa; y en
especial del estilo de Muerte en Juárez(1996) de Isabel
Arvide a quien el propio editor cultural del DF la considera
"una reportera influyente en altos círculos de poder en
México".[5] Bolaño habrá aprovechado esto último para crear
en “La parte de los crímenes” los dobles de Isabel
Arvide/”Azucena Esquivel Plata” y Sergio González
Rodríguez/”Sergio González Rodríguez” que más adelante se
presentan. Por otro lado, la crónica del crimen gonzaliana
tiene un gran parecido con los trabajos que el narrador-
periodista tijuanense Federico Campbell escribió sobre
Sciascia, y se queda en meros intentos de igualar las
investigaciones relacionadas con el narcotráfico de los años
setenta, ochenta y principios de los noventa que autores/as
mexicanos habían publicado. Con tales imitaciones y demás
aproximaciones al conocido y diverso género rojo azteca,
Huesos en el Desierto(2002) dista incluso de los estilos
narrativos aparentemente facilones de La cabeza de la hidra,
Los detectives salvajes y Las muertas, entre otras obras

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latinoamericanas que siguen acaparado la atención de cientos
de lectores/as a nivel nacional e internacional.
Y mientras los empresarios editores de la crónica del
crimen gonzaliana se dieron la tarea de divulgar las usuales
elucubraciones mercadotécnicas en su contraportada, Monsiváis
y la mayoría de los/las habitantes de México saben de sobra
que no es fácil "conseguir información confiable" en un país
donde la corrupción e impunidad predominan en las altas
esferas del Estado; situación difundida más allá de las
fronteras mexicanas y que pone en entredicho los datos
oficiales citados por González Rodríguez a lo largo de HD, a
lo cual habría que añadir la posibilidad de los métodos de
infiltración periodística usados para manipular y tergiversar
datos que satisfaga los intereses de un determinado grupo de
poder informativo, político u otro. De hecho, los mismos
directivos empresarios del periódico Reforma tienen una
edición parecida a la revista Alarma! y no permiten el libre
acceso a su página WEB,[6] caso diametralmente opuesto a los
directores/a de los conocidos medios impresos mexicanos La
Jornada, El Universal y El Diario de Ciudad Juárez que de
manera estratégica se han puesto a dialogar de tú por tú en
el competitivo mercado de la noticia mundial, pues
actualmente numerosos blogs o bitácoras están desplazando las
estructuras informativas establecidas.
Ahora bien, en el primer capítulo de HD se lee que los
crímenes contra mujeres de Ciudad Juárez son similares a los
de las Poquianchis quienes por diez años acabaron con las
vidas de 80 mujeres. El periodista cultural del DF asegura
haber tomado la información de Los mil y un velorios. Crónica
de la nota roja(1994) en la cual se mencionan otros casos
mexicanos que tuvieron una prolongada difusión en medios
masivos. Acto seguido el defeño relaciona los supuestos
crímenes de las hermanas González con los del mexicano
Gregorio Goyo Cárdenas alias El estrangulador de Tacuba[7] y
con los del ruso Andréi Chikatilo quien asesinó a “52 niños y
jovencitas". Para el periodista cultural de Reforma los tres
hechos son iguales al típico serial killer de filmes y
programas televisivos estadounidenses destinados a subir los
niveles de audiencia, pasando por alto las “diferencias de
género” y que “las” hermanas González alias las Poquianchis,
según lo divulgado en los escandalosos medios informativos
del país, entre ellos Alarma!, habían asesinado a algunas
jóvenes sin recursos prostituidas en sus burdeles por más de
doce años. Pero hasta el día de hoy no se ha podido comprobar
el número exacto de las mujeres que fueron asesinadas o
determinar las causas de sus muertes, contradiciéndose con
ello lo ventilado en los medios de comunicación del género

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rojo de aquél 1964 cuando autoridades del Estado de
Guanajuato aprehendieron a las Poquianchis. En Las
muertas(1977) del celebrado guanajuatense Jorge
Ibargüengoitia se sugiere que algunas murieron de forma
accidental o por estar enfermas. Tampoco podría dejarse a un
lado que los delitos/crímenes imputados a “las” tres hermanas
González no hubieran sido posibles sin la ayuda de “los”
funcionarios públicos, policías, empleados y “los” amantes de
una de ellas, lo que problematizaría las definiciones del
“asesino en serie” de Earl James y de Robert K. Ressler
citadas en HD. Para el primer investigador estadounidense,
’el’ “multihomicida”:mata a más de una víctima en un periodo
dado de tiempo, con un lapso entre los asesinatos para
enfriar lo acontecido...El...FBI requiere del asesinato de
tres víctimas en un periodo de tiempo... El segundo asegura
que:El asesino en serie mata por matar, no suele tener un
móvil en particular.
El término de serial killer también lleva a preguntar si
coincide con el modus operandi de los llamados antiguamente
pistoleros (en Complot mongol la historia gira en torno de
uno de ellos que define su oficio en el lenguaje de los
hombres con “huevos”:Aquí está su fabricante de pinches
muertos en serie), ahora asesinos a sueldo o sicarios que en
México ejecutan a personas en público/privado por órdenes de
poderosos(narcos), porque varios cadáveres que dejan en las
calles de las ciudades aztecas llevan lo que podría ser acaso
"la firma" del o los serial killers? –a diferencia de
aquéllos, los “asesinos en serie” de Estados Unidos no
cobran, sólo “matan por matar”. Además, muchos de los
ultimados en México no son conocidos para los ejecutores
directos pero sí para los jefes de los sicarios. En tales
actos sangrientos, ¿deberían interpretarse exclusivamente las
quizá firmas de los jefes de los pistoleros encontradas en
boca y ojos tapados con gruesas cintas adhesivas
industriales, así como en pies y manos amarradas con el mismo
material de los cadáveres “tirados” en las calles de México.
Y en el caso de “las” del “género femenino” (las hermanas
Poquianchis) que hipotéticamente asesinaron a más de una
“prostituta” conocida en sus burdeles, qué término debería
usarse y si tendrían firmas seriales iguales a las de los
serial killers de Primer Mundo? Antes de que en Estados
Unidos se le adjudicara a Ressler la sesuda creación del
término serial killer, en el país azteca ya circulaba el
nativo “fabricante de pinches muertos en serie”[y en serio].
Otro suceso que origina preguntas parecidas en relación
al llamado serial killer estadounidense en el país azteca es
el de los narcosatánicos del estado de Tamaulipas. Se

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difundió en los medios de comunicación mexicanos que el jefe
era el santero cubano Adolfo de Jesús Constanzo ejecutado el
día de su detención en 1989, y su brazo derecho era la
mexicana Sara Aldrete a quien, de acuerdo a información
sacada a la luz pública, no se le ha comprobado la
responsabilidad de los trece crímenes, de entre los cuales
estaban narcotraficantes de bajo rango, expolicías federales
y un joven estadounidense. Al haber muerto el jefe Constanzo,
se le adjudicaron los delitos a la trangresora de la ley y
las buenas costumbres por ende mujer: Sara Aldrete. Los
influyentes policías cómplices del santero nunca fueron
aprehendidos. En respuesta a las imputaciones judiciales y de
medios de comunicación, la tamaulipeca animada por su maestra
la escritora mexicana Josefina Estrada, quien estuvo a cargo
de talleres literarios para las reclusas del Preventivo
Femenil Oriente, da su versión de los hechos y de nuevo se
declara inocente en Me dicen la narcosatánica(2000). De
acuerdo a la narradora Estrada, en la historia penal mexicana
no ha habido un caso en el que a “asesinos” se les haya dado
más de doscientos años de cárcel; al final del juicio, Sara
Aldrete recibe una condena de cincuenta años. A la extensa
lista de los crímenes que siguen impunes en México, en su
mayoría los cometidos por hombres acaudalados e influyentes,
se suman los de sacerdotes pedófilos de la Iglesia católica
hasta ahora exhibida. La periodista mexicana Sanjuana
Martínez des-cubre a estos asesinos de la niñez en Manto
púrpura. Pederastia clerical en tiempos del cardenal Norberto
Rivera Carrera(2006) y Prueba de fe. La red de cardenales y
obispos en la pederastia clerical(2007).
Retomando las preguntas de si los asesinos a sueldo, las
Poquianchis y los narcosatánicos mexicanos reflejan una
conducta análoga a la del serial killer estadounidense, se
tornan aún más complicadas en el momento que el autor de HD,
apoyándose en los argumentos de James, John E. Douglas y
Ressler, deja fuera un análisis feminista a lo Jane Caputi y
Diana Russell, pues en su crónica del crimen traduce al
español una extensa definición de femicide para homologar los
crímenes contra niñas, adolescentes y mujeres de Ciudad
Juárez. La propia Caputi, antes de haber colaborado para la
antología Femicide: The Politics of Woman Killing(1992), se
refiere a serial sex killer en su extenso trabajo The Age of
Sex Crime(1987). Sorprende que tales imprecisiones
estadounidenses no se hayan cuestionado en México, donde se
sigue usando de manera apresurada los hoy sabidos femicide y
serial killer que, lejos de aclarar los porqués de los
asesinatos contra mujeres, originan más dudas a la hora de
situarlos frente a las diferencias más elementales de

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“género” y “diversidad sexual”, de religión y etnia, de nivel
económico y educativo.
Por su parte, Campbell llama a Ressler el "especialista
en crímenes de matriz hollywoodense" y no aprueba las
descripciones minuciosas de varios medios impresos que para
él tienen "detalles irreproducibles", dudando incluso que
"los lectores de periódicos lean completas las notas". Y de
igual forma condena lo exhibido sobre los asesinatos pues le
parece que:Cualquier especulación periodística o
criminológica resulta, a estas alturas...ofensiva. No tiene
sentido conjeturar que está en funcionamiento una macabra
forma de encubrimiento, que tal vez el poder policiaco ya no
puede ser controlado por el poder formal del Estado, por los
presidentes municipales o los gobernadores, panistas o
priístas, llegando el narrador tijuanense a la irónica
conclusión de que si el Estado no cumple con su labor de
proteger a la ciudadanía:Lo más prevesible es que van a
cometerse más crímenes.
En el libro del periodista cultural del DF se dan
descripciones acerca de los asesinatos de niñas, jóvenes y
mujeres que no sólo son "irreproducibles" sino
impronunciables porque de nuevo -en toda la extensión de
la(s) palabra(s)- se les VIOL(ENT)A. Lo mismo hizo el
empresario director de la revista Metapolítica, César
Cansino, cuando en el 2003 sacó un número acerca de los
crímenes; la portada tenía la imagen de una joven de pelo
obscuro, desnuda y de espaldas a la lente de la cámara
fotográfica. González Rodríguez estuvo a cargo de esta
edición que costó 150.00 pesos el ejemplar –un poco más de
quince dólares estadounidenses de ese entonces. Llama la
atención que los editores empresariales de HD no hayan puesto
desnudo al individuo de su portada, divulgándose así otra vez
los viejos y disformes discursos misóginos-machistas.
Igualmente González utiliza a lo largo de su crónica del
crimen los populares slogans "las muertas", "las muertas de
Juárez"[8] e insiste de manera atropellada que las mujeres
con y sin recursos de la ciudad vecina de El Paso, Texas
están en peligro, y en el capítulo cuatro de HD no duda en
asignarles a Russell y Caputi la autoría de femicide.
Situación bastante confusa para el autor de HD, porque en el
2001, un año anterior al libro gonzaliano, la misma Russell
aseguró que dicho término se había dado a conocer por primera
vez en A Satirical View of London at the Commencement of the
Nineteenth Century, y en su estudio de 1992 escribió que
aquél provenía de la obra inglesa decimonónica The
Confessions of an Unexecuted Femicide, añadiendo la crítica
estadounidense que en 1974 supo, a través de una conocida de

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la cual no da el nombre, que la escritora Carol Orlock estaba
haciendo una antología sobre femicide que a la larga no llega
a publicar. Dos años después de haberse enterado de la
existencia del término, Russell lo usa para testificar ante
el Tribunal Internacional de Crímenes contra Mujeres.
Por otro lado, Russell inicia su antología de 1992 con
una breve definición de femicide que universitarias
latinoamericanas copian textualmente para explicar la
“violencia de género” en sus respectivos países, y es la
siguiente:the killing of women by men because they are women.
En dicho estudio Jill Radford hace ver que hay "diferentes
formas" del término como homophobic femicide or lesbicide y
serial femicide, lo cual es una contradicción porque ambas
investigadoras prefieren el uso de femicide en lugar de
homicide por derivarse éste del vocablo latino hom(man)
hombre. Quizá González Rodríguez no estuvo al tanto de los
argumentos feministas? de 1992, por eso asegura haber hecho
en un artículo de 1997 unas anotaciones al novedoso
anglicismo femicide y al mismo tiempo se refiere a “los
homicidios contra mujeres”[énfasis nuestro] en México. A este
punto es necesario destacar que Russell junto con Radford
reclama que un gran número de feministas y no feministas de
Estados Unidos, acaso de minorías, se niegan a utilizar sus
términos y definiciones. Desde unas posturas universitarias
de Primer Mundo, las dos críticas intentan homogenizar los
discursos de raza, “diversidad sexual”, situción económica,
entre otros de gran importancia para las que se oponen
terminantemente al uso de femicide. Casi una década después
de omisiones y desaciertos de Russell en su primer libro de
crímenes contra mujeres, la autora trata de corregir en
Femicide in Global Perspective(2001) lo que por descuido dejó
fuera en la de 1992, y admite que la coeditora de la segunda
publicación, Roberta A. Harmes, se encontró en Internet
algunos artículos con el vocablo femicide. En México parece
no importar mucho la falta de seriedad en investigaciones
universitarias ni el uso aventurado de neologismos de Primer
Mundo que aún se discuten en las mesas de investigadoras de
Estados Unidos como el de femicide, gendercide, gynocide, o
se rechaza homicide y después se usa homophobic femicide y
lesbicide, o se recurre a serial femicides para aludir a los
lethal hate crimes, o a estos últimos se les denominan serial
sex killers; cuando es un hecho que en lugar de tales
términos se prefiere citar en Estados Unidos el de hate
crimes(crímenes de odio). Hace décadas la célebre escritora
mexicana de Balún-Canán(1957) alertó a las habitantes del
país azteca sobre una colonización teórica.

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De igual forma no deja de llamar la atención que en el
México de los "femicidios/feminicidios" no se haya usado el
conocido término uxoricidio para los casos de maridos que
asesinan a sus cónyuges, y del posible mujercidio que estuvo
en una de las señales de tránsito de las calles de Ciudad
Juárez, presentándose en el acostumbrado tamaño la palabra
ALTO y debajo de ésta, a menor escala, MUJERCIDIO. De haberse
usado preferentemente en México mujercidio por su inmediatez
con el idioma, en lugar de los complicados y muy
contradictorios términos anglosajones expuestos arriba, quizá
se habría llegado a los esperados niñacidio, jovenacidio,
adolescentacidio entre otros que se sumarían a varios
latinismos conocidos como filicidio e infanticidio. Las
mismas traducciones al antiguo español de female que origina
femicide serían quizá hembra y hembracidio, conllevando éstos
en el país azteca al no menos debatible término de hembrismo.
Pero en México se ha usado mucho más feminicidio y la
traducción al mexicano se le atribuye a Marcela Lagarde, a
pesar de que la latinoamericana Suely Souza de Almeida, entre
otras, había empleado “femicidio” en su trabajo de
invetigación: Femicídio. Algemas (in)visíveis do publico-
privado(1998). Los custionamientos que acarrea éste último
los presenta también “feminicidio” debido a las
construcciones socioculturales asignadas al género femenino y
a la existente “diversidad sexual”. Ello se podría observar
en lesbianas, bisexuales, transgéneros o transexuales del
país azteca que no comulgan con los roles tradicionales de la
esperada Mujer mexicana heterosexual. Por su parte,
catedráticas y sicólogas estadounidenses llaman a una mujer
violentada sexualmente rape survivor(sobreviviente de
violación) y violence survivor(sobreviviente de violencia),
no aceptan el uso de victimización de la mujer en los
acostumbrados reportes policiacos y médicos porque refuerza
algunas de las características asignadas a lo femenino:
débil, indefensa, vulnerable por ende: "víctima". González
Rodríguez alude a lo que él denomina "la victimología de las
muertas de Juárez" y la asocia con lo escrito por John E.
Douglas en Crime Classification Manual de donde toma el
siguiente párrafo:suele tratarse de mujeres jóvenes con poca
fuerza física, solteras, empleadas, que a menudo viven solas.
Representan "víctimas de bajo riesgo", cuyo infortunio se
encuentra en el hecho de que se atraviesan con el asesino
cuando éste busca a quien atacar.
Según los numerosos escritos acerca de los "femicidios/
"feminicidios" en Ciudad Juárez, éstos inician hasta
principios de 1993. Para el periodista cultural del Reforma
tampoco hubo crímenes contra mujeres antes del año

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promocionado a nivel mundial por medios masivos y ONG´s, y en
caso de que se le hubiera escapado uno, deja en puntos
suspensivos los ocurridos antes del 23 de enero de 1993.
Asimismo, asegura en su crónica del crimen que el término
fronterización es de su autoría cuando desde hace mucho
tiempo se usa en Ciudad Juárez para la regularización de los
automóviles estadounidenses a los que se les debe tramitar
las placas de la frontera mexicana. Después de este proceso
oficial los medios de transporte se vuelven de un origen
indefinible: ni de Estados Unidos ni de México. Inclusive hay
varios estudios publicados con el término fronterización
mucho antes del año 2002.
Siglos atrás el multicitado Cervantes se planteó el ser
y el parecer de su época en el Quijote y de manera más breve
en "La española inglesa" en la cual desde el nombre se
enfatiza lo que en su momento antropólogos/as llamaron,
liminalidad geográfica, política, socioeconómica, cultural.
Otro claro ejemplo del ser y no ser es básicamente la
situación de las judías mexicanas o las mexicanas judías que
se han planteado su liminalidad en México como la crítica
Margo Glantz o las narradoras Rosa Nissán y Agelina Muñiz-
Huberman, entre otras. También están los casos de los/las
árabes que llegaron al país azteca a finales del siglo XIX,
según documentan estudiosos. De este grupo migrante –entre
otros que han llegado a México buscando mejores oportunidades
de trabajo- la empresa Televisa S.A. sigue sacando al aire
películas en las cuales se tipifican sus costumbres y modos
de hablar en español. Uno de los mexicanos árabes-libaneses
más conocido internacionalmente es Carlos Slim Helú quien
ocupa los primeros lugares en la lista de los hombres más
acaudalados de Latinoamérica y que su fortuna se vincula con
el narcopoder del expresidente mexicano Carlos Salinas de
Gortari(1988-1994). Son muchos los artículos publicados en
relación a estas y otras alianzas instaladas en las fronteras
de lo “legal” e ilegal que el Poder político mexicano
concede.
Sin embargo, es el propio González Rodríguez el que
asegura haber creado el término fronterización en base a las
originales disertaciones del libro estadounidense
Bordertown(1998) –un trabajo donde se muestra la típica
visión chovinista de anglosajones sobre la violencia, la
pobreza y las "whores" mexicanas de las ciudades fronterizas
con Estados Unidos-;[9] de esta manera el periodista cultural
defeño llega a la conclusión de que México está a punto de
volverse un país "entre algo y la nada", una "fronterización
imprevista" debido a lo que está sucediendo en el norte con
el narcotráfico, las ejecuciones públicas y demás actos

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violentos. Pero desde la nada pacífica “conquista” en México,
se sabe de su situación liminal, de sus brutales mestizajes o
hibridismos, porque hubo más de uno, y que la droga no la
comercializaban los antiguos indígenas. En los años que
siguieron a la Independencia de México hubo una extensa
migración de habitantes de zonas rurales hacia el centro del
país que después se fue incrementando con la explosión
industrial. Gente de otros países también había llegado a la
ciudad capitalina en busca de mejores condiciones de vida.
Con el paso del tiempo estas migraciones, fueran de
judíos/as, árabes, franceses/as, españoles/as, argentinos/as
e indígenas, han demostrando lo complejo que es adaptarse a
otros estilos de vida. Pretender ahora que la fronterización
apenas se está dando en México, sería como negar incluso que
antes de la conquista las liminalidades o hibrideces más
elementales nunca existieron en los diferentes grupos étnicos
documentadas en las reconstrucciones antropológicas,
históricas, lingüísticas y demás disciplinas al servicio de
investigadores/as de México y de otros países.
Por lo que el seguirse creyendo que los asuntos
fronterizos se originan nada más en los lugares cercanos al
Río Bravo del lado mexicano es una visión bastante naïve y
centralista -o chilanga, diría el autor de Entrada libre.
Para nadie es un secreto que el México del narcotráfico
internacional se refortaleció desde el sexenio del otrora
presidente priísta José López Portillo(1976-1982) junto a su
brazo derecho, amigo de años, Arturo El Negro Durazo Moreno,
jefe de la Dirección de Policía y Tránsito del Distrito
Federal. En lugar de la supuesta fronterización del norte
hacia el centro y demás ciudades mexicanas, sería una
duracización del DF hacia varios lugares del país. Los
durazos se multiplicaron a lo largo y ancho del "México lindo
y querido", los bandidos-policías del autor Manuel Payno o
los exmilitares-delincuentes de la revolución filmados por el
director azteca Enrique Rosas en El automóvil gris(1919),[10]
evidentemente habían heredado a sus adeptos más
representativos -en versiones corregidas y aumentadas- el
poder policiaco, por antonomasia, fronterizado. No en balde,
originarios/a de Ciudad Juárez llaman a su comunidad
fronteriza el DF chiquito. O grosso modo se sostiene que
México se colombianizó, lo cual implicaría que la
fronterización del narcotráfico y la violencia habría surgido
desde territorios sudamericanos y en este caso se habría
extendido hasta el centro, sur, este, oeste y norte del país
azteca. Cervates sintetiza muy bien en "Rinconete y
cortadillo"(1613) las formas de corrupción entre delincuentes
y autoridades españolas, la renta de zona y protección para

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éstos y el jefe que los controla. Ahora casi cuatro siglos
después del texto cervantino, en su versión mexicana más
reciente, serían definitivamente los policías y sus
"madrinas" judiciales (agentes clandestinos que en varias
ocasiones actúan por su cuenta y en otras están al servicio
de un policía dentro de la corporación), los asesinos a
sueldo, los "guaruras" armados (guardespaldas, escoltas sin
“los permisos” correspondientes) y -parafraseándose al
exitoso grupo musical "Los Tigres del Norte", se encuentran-
los verdaderos "jefes de jefes" de cárteles aztecas.[11]
Sumado a lo anterior, González Rodríguez se refiere a la
desaparición de Heidi Slauquet Armengol secuestrada el 2 de
noviembre de 1995 del aeropuerto internacional de Ciudad
Juárez; la información proviene de Muerte en Juárez(1996) de
la controversial periodista mexicana Isabel Arvide. Conforme
a una entrevista que éste le hiciera a la autora del libro a
quien considera "una reportera influyente en altos círculos
del poder en México", todavía no se hacía ninguna
investigación sobre el caso de su amiga y que el priísta
Patricio Martínez García(1998-2004), entonces gobernador del
Estado de Chihuahua, no le había dado respuestas
satisfactorias, por lo que termina diciendo que es cómplice
de otros funcionarios estatales que menciona en su edición de
1996. De forma similar, el periodista cultural del DF se
refiere a otro libro capitalino cuya información está basada
en conocidos y quizá muy debatibles trabajos estadounidenses.
Su autor Jorge Fernández tratando de hacerlo un Bestseller en
México imita los lineamientos sensacionalistas anglosajones
de autores del momento al ponerle el título de Narcotráfico y
poder(1999); el contenido del libro no logra aportar nada al
periodismo de investigación relacionado con el crimen
organizado dentro y fuera del territorio mexicano.
Ahora bien, González ha dicho que le gusta mezclar la
ficción y la –supuesta- realidad. Acaso su crónica del crimen
cumple con la fabricación máxima de hechos. Pues en el
epílogo cuenta su golpiza y asalto en un taxi y que quisieron
asesinarlo por las peligrosas calles del DF para impedirle
que publicara más artículos sobre el narcotráfico y "las
muertas de Juárez”. Esto le sucedió al periodista cultural
del DF en un país en el que sin pedírsele permiso a nadie se
ejecutan/asesinan a presidentes, a candidatos a la
presidencia, a gobernadores, a funcionarios públicos de alta
jerarquía, a grandes jefes de cárteles. Dos años después de
haber publicado HD, su autor vuelve a contar el asalto y la
golpiza que dice le dieron en la ciudad de México, a lo mejor
con la finalidad de hacer más espectacular y creíble su
cuento del narco en "La caja negra del comandante Minjárez",

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y casi al final de relato destaca, en base al asesinato de
este oficial acusado de varios secuestros en el estado de
Chihuahua, "tendríamos que presumir" porque de acuerdo a él
sus artículos anteriores al 2004, algunos usados en su
llamado “complot escritural”, predijeron los cambios de "la
realidad y el futuro" aztecas.[12] Lo sucedido a González
Rodríguez en el DF se parece al caso de uno de los personajes
de El miedo a los animales(1995) que también escribe
artículos contra el presidente del país, pero en este caso
nadie absolutamente nadie los lee, y debido a que tenía
cuentas personales pendientes lo asesinan. Algunos medios
masivos aprovechando la noticia aseguraron que había sido por
sus ataques al gobierno, convirtiéndolo así en un mártir. En
el texto de Enrique Serna –con grandes influencias de Complot
mongol- se van exhibiendo a la par uno a uno los niveles de
la sabida corrupción de la policía y, la más abominable para
el protagonista Evaristo, un exreportero de nota roja y
agente judicial, la de las "mafias literarias” defeñas que
están bajo el cobijo del Gobierno en turno. Sus miembros
seudointelectuales son adictos a las drogas, criminales y/o
promotores culturales de jóvenes atractivos/as que pagan con
favores sexuales la publicación de un libro, becas, empleos,
entre otros beneficios.
En cuanto a los "hechos reales" sobre los crímenes
contra niñas-adolescentes y mujeres sin recursos son
difíciles de aprehender debido a las diversas contradicciones
oficiales y no oficiales, al extravío de expedientes, a
evidencias borradas, a la falta de credibilidad de los
resultados oficiales, a la corrupción policiaca, al aludido
lucro de ONG´s y de directoras de instituciones de mujeres, y
a las frecuentes especulaciones de medios de comunicación
masiva, entre otros actos denunciados. Por ello las diversas
interpretaciones acerca de los crímenes en México tienen las
inevitables y muy convenientes hipótesis. Ejemplo de esto ha
sido el asesinato del candidato a la presidencia de México,
el priísta Luis Donaldo Colosio quien muere durante el
sexenio de Salinas de Gortari el 23 de marzo de 1994. En tal
magnicidio se basó el escritor norteño Élmer Mendoza para
escribir Un asesino solitario(1999).
Por otro lado, no es casual que después de haberse
publicado Muerte en Juárez(1996) de Isabel Arvide, Bolaño
haya creado entre frecuentes descripciones(médico legista)
relacionadas con los asesinatos contra niñas, adolescentes y
mujeres de Juárez, a una personaje muy singular de nombre
Azucena Esquivel Plata, de profesión diputada y periodista,
afiliada al PRI:La María Félix de la política mexicana, la
más-más, la Dolores del Río del PRI, la Tongolele de la

14
lascivia de algunos diputados...periodistas, políticos...
cercanos a los sesentas. Una madrugada Azucena le llama por
teléfono al periodista de cultura "Sergio González Rodríguez"
para decirle que iría por él a su departamento en cuestión de
minutos porque los dos tenían que hablar, y a pesar de ser
tarde la obedece. Esquivel Plata lo lleva a su casa en un
lujoso auto Mercedes Benz, al llegar le cuenta "sin quitarse
las enormes gafas negras" lo sucedido a su muy buena amiga de
la infancia Luz María Rivera, quien prefería llamarse "Kelly
Rivera Parker". Le pregunta a “Sergio González” si había oído
hablar de su amiga, éste le dice que no pero de ella sí. A lo
que la diputada responde: "Así es este puto país". Le cuenta
que Kelly tenía estilo, se había ido a vivir a Nueva York con
su mamá, después regresó al DF donde trabajaba en "los
circuitos del arte", luego se dedicó a organizar eventos de
"moda" en el DF y más tarde fiestas en "provincias; pero que
desafortunadamente no era nada ahorrativa. Le dice que de
jóvenes las dos tenían dinero y disfrutaban de la vida. Luego
empieza a contarle que Kelly desaparece en Santa Teresa
cuando se dirigía al aeropuerto de la ciudad, horas antes
había estado en el "narcorrancho" de un banquero que le
lavaba dinero al "cártel de Sonora", y critica la
indiferencia de las autoridades estatales y federales por la
desaparición de su amiga. Enfurecida por la actitud de éstos,
Azucena se dice para sí:no saben con quien se han metido...se
van a mear en los pantalones. Entonces la periodista le pide
a su colega “Sergio González Rodríguez” que "escriba sobre
esto", diciéndole en relación a sus publicaciones:he leído
sus artículos. Son buenos, pero a menudo golpea allí donde
sólo hay aire, además la diputada priísta le asegura que:
Aquí uno publica lo que quiere sin problemas. Por eso le
insiste al periodista de La Razón que empiece a hacer ruido
con las investigaciones hechas hasta el momento por ella y el
detective Miguel Loya, un exempleado de la Procuraduría
General de la República. Éste descubre que Kelly estaba en la
"prostitución de altas esferas" de 1990 a 1994. Azucena había
acudido a Loya para que "la encontrara", pero durante las
investigaciones, el detective muere de cáncer por lo que le
pide ahora a Sergio González seguir con la búsqueda de Kelly,
prometiéndole, igual que a Loya, estar pendiente de él para
lo que necesitara.
Según el autor de Huesos en el desierto, Bolaño le había
dicho que sería uno de sus personajes en la novela que estaba
escribiendo. Pero él no le creyó, pues nada más aspiraba a
que su investigación periodística "se leyera como el pretexto
para 2666". Contrario a esta creencia gonzaliana, nos parece
que el narrador de Los detectives salvajes aniquila por

15
completo a Huesos en el desierto tan sólo con "La parte de
los crímenes" -téngase en cuenta que el novelista chileno
quería publicaciones individuales por cada capítulo, y es su
editor quien decide sacar los cinco en una sola. Para ello
Bolaño se vale de un estilo narrativo aparentemente facilón –
así lo creen los versados recitadores- con el que le da vida
al personaje homónimo "Sergio González Rodríguez”: un
periodista de páginas culturales que nadie lee, pero por
necesitar dinero se vuelve periodista-detective de crónica
policial[13](conforme a los periodistas de esta sección les
llamaban a los de cultura "pulturales" por "putos" y éstos a
los de la "nota roja" "perdedores natos"); es machista, se
acuesta con "putas" jóvenes (incluso una de ellas le aclara
que las asesinadas son "obreras" y no "putas"), obedece sin
protestar los mandatos de la influyente diputada priísta
Azucena Esquivel Plata; dice igual que sus compañeros del DF
no haber oído nada ni estar interesado en escribir notas
sobre las mujeres asesinadas, el que "ve por primera vez a
una muerta", y al que nadie lee excepto la periodista Azucena
quien trata de convencerlo para que investigue y escriba
acerca de lo sucedido a su amiga Kelly:Usted ha publicado una
novela dizque política en donde lo único que hace es repartir
mierda sin ningún fundamento y no le pasó nada, ¿verdad? Ni
se la censuraron ni lo demandaron. Fue mi primera novela,
dijo Sergio, y es muy mala. ¿La leyó? La leí, dijo la
diputada, he leído todo lo que ha escrito. Es muy mala, dijo
Sergio, y luego dijo: aquí ni se censura ni se lee, pero la
prensa es otra cosa. Los periódicos sí que se leen. Al menos
los titulares.
Hace tiempo Monsiváis había dicho, en relación a las
frecuentes divulgaciones mentirosas de medios de
comunicación, que una nota periodística debería tener por lo
menos el nombre “verdadero” del autor. Aquí cabría
preguntarle al doble de “Sergio González Rodríguez” si al
menos Muerte en Juárez se adelantó al título de su llamado
"complot escritural”...

Notas
[1]En esta sección se presentan otros apartados.
[2]Tuvo una segunda edición con páginas extras. No se sabe
cuántos ejemplares se han vendido.
[3]En la Introducción y I “Pero a todo esto, ¿cuáles muertas?
se presenta el género rojo.

16
[4]Eran tiempos en los que los libros y los discos/cd más
vendidos(bestsellers) superaban las cifras de los cientos
miles.
[5]El periodista cultural González copia el estilo y pasajes
de Muerte en Juárez. Esto tal vez lo tuvo presente Bolaño
cuando creó los dobles de los periodistas del DF en “La parte
de los crímenes”.
[6]En algunos fraccionamientos de Ciudad Juárez se regala el
periódico local El Norte que incluye una sección del medio
impreso Reforma. Años atrás su director juarense sostuvo una
pelea pública con el de El Diario de Juárez por las grandes
ventas de este último, entre otras cosas.
[7]De acuerdo a estudios, este asesino de cuatro mujeres se
debió en gran parte a que nunca tuvo éxito con “el sexo
opuesto” por ser muy feo, tener un cuerpo amorfo, huesudo,
ser miope, usar un bigotito, no tener dinero y ser muy
tímido. En el capítulo I: “Pero a todo esto, cuáles muertas?”
se proporciona más información.
[8]En el I y el III se han expuesto los usos desacertados de
“las muertas” y “las muertas de Juárez”.
[9]El estadounidense Barry Gifford participa en este libro y
en el mismo tono sensacionalista escribe Perdita Durango
(1991); en la segunda publicación se muestran las supuestas
costumbres “narcosatánicas” de la gente del norte azteca. Es
necesario destacar que antes de haber sido reelegido George
W. Bush presidente de los Estados Unidos, se controló una
información basada en estudios que arrojaban las cifras de
más de 36 millones de gente viviendo en la pobreza en un país
considerado económicamente poderoso. El gran porcentaje de
esto/as indigentes eran de raza blanca. La violencia tampoco
es exclusiva de los/las latinos/a legales e ilegales en este
país. Según analistas, hay pandillas gangs de jóvenes de raza
blanca y otros/as tantos/as que se prostituyen por ser
adictos/as a las drogas.
[10]Mucho se ha especulado sobre esta película: de si fueron
reales o ficticios los personajes fusilados al final de ésta,
de si existió la banda, si el automóvil que utilizaban era de
color gris, si los asaltantes eran exmilitares, entre otras
dudas.
[11]Después de los conocidos trabajos cervantinos en donde se
exhibe la corrupción y complicidades entre autoridades y
delincuentes de España, en México no podían faltar las
publicaciones acaso posconquistales que también exhibían la
génesis de un país de policías-bandidos. Una muestra de ello
son Los bandidos de Río Frío, Los plateados, El Zarco, entre
otras expuestas en la Introducción.

17
[12]Los reconocidos trabajos de periodistas juarenses han
sido fuentes de información de muchos “investigadores” del DF
y de otros lugares de México y fuera de éste.
[13]En la Introducción y el I se han delineado los/las
periodistas-investigadores/as(detectives) aztecas de textos
“literarios” y del mismo género rojo.
INTRODUCCIÓN

historia verdadera de la descolonización del género[1]

A Juaritos
Raúl Matute

...en México no prospera lo que...en


Estados Unidos es el exitoso género
del True Crime, cuyo auge inicia In
Cold Blood de Truman Capote y
confirma The Executioner´s Song de
Norman Mailer, y hoy es "legado
adjunto" de cada crimen famoso y
cada serial killer...Además de la
falta de hábitos de
lectura...cuentan las dificultades
para conseguir información
confiable, el auge del thriller, la
literatura policiaca por excelencia
en países en donde no se cree en los
sitemas de justicia...Y si hay
thrillers, ¿para qué se necesita el
género del True Crime?
Carlos Monsiváis

Hace tiempo le preguntaron a un editor del género del


True Crime que cuáles eran sus métodos para publicar trabajos
en torno a los asesinatos más impactantes de Estados Unidos,
él simplemente respondió que la clave estaba en contratar a
periodistas-escritores/as para que los terminaran en el usual
periodo de nueve a diez meses. El editor aclaró que otros de
sus colegas exigían el trabajo en un mes por el formato que
llevaban, y en estos casos los/las periodistas-escritores/as
dedicarían las dos primeras semanas a investigar, a obtener
datos y a hacer entrevistas sobre el caso criminal; después
en los días restantes deberían escribir la historia(story).

18
Por su parte, el arriba citado cronista tan amado u
odiado por algunos de sus coetáneos, el mismo Paz lo llamó
“autor de ocurrencias”,[2] asegura que "el exitoso género del
True Crime" no ha sido bien acogido en el país azteca debido
a tres causas fundamentales. La primera de ellas quizá
responda a que desde hace años se ha criticado, inclusive a
nivel mundial, la escasez de lectores en México. La encuesta
nacional mexicana del 2006 reveló que ya no se leía de medio
a un libro al año sino 2.9 libros, "casi tres".[3] Ahora
bien, si en México no prevalece el "género del True Crime"
por "falta de hábitos de lectura", entonces tampoco podría
haber un "auge del thriller" en el país azteca. Estudios
basados en lectores mexicanos, de escasos recursos y poca
escolaridad, indican que más de 500,000 compran semanalmente
a precios muy accesibles las historietas El libro vaquero, El
libro policiaco y La novela policiaca en las cuales se
explotan la violencia y el sexo mediante el uso de imágenes
de mujeres voluptuosas y hombres corpulentos; y otros tantos
pagan por las revistas de espectáculos TVnovelas y
Tvnotas.[4] El autor de Entrada libre no especifica si este
grupo de lectores considerados analfabetas funcionales son
los mismos que rechazan el "género del True Crime".
La segunda razón de Monsiváis lleva a preguntar qué tan
"confiables" son los trabajos de los/las informadores/as
estadounidenses, porque a nivel mundial se divulgaron mucho
los casos de una y un periodistas mentirosos de raza
afroamericana. Llama la atención que estos escándalos
mediáticos hayan alcanzado principalmente a gente de las
denominadas minorías. La periodista Janet Cook trabajaba para
The Washington Post, se le había otorgado el premio Pulitzer
a los veintiséis años de edad por la supuesta historia
verdadera de un niño a quien el amante de su madre le
inyectaba heroína. Del periodista Jayson Blair se dijo que
por cuatro años les había inventado noticias a los/las
lectores/as del New York Times. Un público medianamente
informado sabrá que los/las periodistas afroamericanos/as no
han sido los/las únicos/as creadores/as de historias para
satisfacer quizá las exigencias de sus jefes, y éstos las de
los dueños de las empresas periodísticas. No en balde,
estudiosos del supuesto padre de "la novela no-sin
ficción",[5] desconfiando de lo contado por Truman Capote en
relación al asesinato de unos granjeros de Kansas en 1959,
investigaron más a fondo sobre el caso para descubrir que
varios datos registrados en In Cold Blood(1965) eran falsos.
Los/las periodistas o escritores/as-periodistas que han
tergiversado o intentado manipular los “hechos verdaderos”
con el propósito de servir a los intereses de las empresas

19
informativas para las cuales laboran, también ponen en tela
de juicio la honestidad del resto de sus colegas. Esto se
pudo observar a finales de los años noventa en México, cuando
las televisoras con mayor número de audiencia en el país,
Televisa y Azteca, se valieron de la ejecución pública del
conductor Paco Stanley para tratar de destituir y a la vez
desprestigiar ante la opinión pública al popular Jefe de
Gobierno del DF, el perredista Cuauhtémoc Cárdenas(1997-
1999), con los argumentos de que su mala administración ponía
en riesgo a la ciudadanía trabajadora y honesta. Sin embargo,
el siete de junio, día de la libertad de expresión mexicana,
habían ultimado al estilo del crimen organizado a Stanley
quien tenía poco de haber dejado Televisa e ingresado a las
filas de Azteca. Días después de su ejecución, algunos medios
impresos mexicanos sacaron a la luz pública que el
“honorable” conductor mexicano era cocainómano y estaba
asociado con narcotraficantes. En Estados Unidos se
utilizaron similares tácticas mediáticas para tratar de
manipular la información relacionada con los sucesos del 9/11
y la consecuente guerra contra Irak, que de inmediato sus
habitantes cuestionaron en voz alta. Esta clase de
fabricación informativa, con evidentes interereses
particulares –sean económicos, políticos y/u otros-, se
pueden constatar con más casos a través de los recuentos
históricos del periodismo mundial. Por ejemplo, la crítica de
los medios de comunicación estadounidense menciona que en
1833 Benjamin H. Day funda el periódico New York Sun para
lectores de escasos recursos que estaban interesados en
noticias sobre asesinatos y robos, entre otras de índole
sensacionalista. La misma línea estratégica comercial siguió
el diario New York Herald(1836) de James Gordon Bennett;
ambas empresas periodísticas vendían los ejemplares a la
accesible cantidad de un centavo(penny). El gran éxito
periodístico de los empresarios Day y Bennet lleva, a finales
del siglo XIX, a William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer a
disputarse tanto la caricatura del popular yellow kid como el
mayor número de lectores con grandes y exagerados titulares,
noticias falseadas, entre otras características distintivas
del recién inaugurado “periodismo amarillo”(yellow press)
bautizado así por el New York Times de aquellos años. También
se señala que Hearst provoca con información falsa la Guerra
de Estados Unidos contra España en 1898, y después de la
muerte de Pulitzer se inaugura la facultad de periodismo en
la Universidad de Columbia, se crea el conocido galardón a su
nombre y se le asocia con el periodismo serio. Por lo tanto,
Cook, Blair, Capote y a quienes siguen aún protegidos/as bajo
el cobijo de las poderosas empresas periódisticas/editoriales

20
de Estados Unidos, les ha quedado muy claro, desde la férrea
disputa por lectores del siglo XIX, que las noticias
falseadas, escandalosas y con titulares impactantes venden
muchos más ejemplares.[6]
En cuanto a la última razón monsivasiana de que "el
género del True Crime" no tiene "éxito" en México por falta
de una justicia equitativa, coincide con la situación de
gente de los Estados Unidos sin recursos ni poder ni
influencias políticas que tampoco "cree en los sistemas de
justicia" estadounidense. En el país del "sueño americano"
abundan las denuncias públicas en las cuales se exhiben los
atropellos contra mexicanos/as y centroamericanos/as de
estadía legal e ilegal a quienes se les ha llamado a lo largo
de la Historia estadounidense "wetbacks", "greasers" o
"brownies". De igual forma destacan los sucesos de varios
inocentes mexicoamericanos, afroamericanos y mexicanos
encarcelados de por vida o condenados a muerte, o los
captados en videos por amateurs en donde hay policías
golpeando a minorías latinoamericanas y afroamericanas, entre
otros muchos casos que siguen impunes en el país del
"American way of life". Siendo así la justicia social de
Primer Mundo, por qué habría de sorprender a propios y
extraños que "el exitoso género" de crímenes a lo Mailer y
Capote no prevalezca en el México donde, a partir de la
conquista de los españoles, según varios estudios, los
personajes principales han sido la corrupción y la impunidad;
razón por la cual los/las "más jodidos/as", tanto adultos/as
como menores de edad, pueblan las correccionales mexicanas y
no tienen los sabidos privilegios de los contados presos
acaudalados.
A este punto sería importante destacar que varios años
antes de que el estadounidense Truman Capote escribiera su
"novela no-sin ficción", en México ya había surgido una
manera muy peculiar de relatar y evidenciar los hechos más
violentos, escandalosos, sangrientos e insólitos del país: la
famosa y controversial "nota roja". De acuerdo a lo escrito
sobre ésta, sus orígenes difieren. Por ejemplo, la reconocida
investigadora mexicana María del Carmen Ruiz proporciona los
datos de que la nota roja nace a principios de 1526 en el
Tribunal del Santa Oficio de la Inquisición, el cual ponía en
las puertas de las iglesias edictos con un sello rojo
denominadas "noticias rojas"; éstas exhibían de forma pública
a las personas transgresoras de la Fe y la moral. Otro de los
orígenes que se señalan son los corridos mexicanos de
principios del siglo XIX, derivados del romancero español,
los cuales evidentemente contribuyeron al exitoso avance de
la misma porque han sido, hasta el día de hoy, una vía rápida

21
para divulgar los crímenes entre la gente analfabeta de
poblaciones rurales y citadinas. De igual forma se menciona
que la nota roja nace con el periodista mexicano decimonónico
Manuel Caballero a quien, para acrecentar el morbo de
lectores y vender más rápido en 1889 la noticia sobre el
asesinato del Gobernador de Jalisco Ramón Corona, se le
ocurre poner una mano pintada de color rojo en las primeras
páginas de los periódicos.[7]
Pero además de los posibles comienzos del género
periodístico nota roja citados, habría que tomarse en cuenta
otros factores de similar importancia. En 1541 Juan Pablos
proporciona a través de hojas volantes la primera noticia
impresa en México con el título llamativo de: RELACIÓN DEL
ESPANTABLE TERREMOTO QUE AGORA NUEVAMENTE HA ACONTECIDO EN
LAS YNDIAS EN VNA CIUDAD LLAMADA GUATEMALA..., y que críticos
lo han proclamado como el primer reportaje latinoamericano
porque en él se documenta el número de heridos, de muertos y
se narra lo sucedió alrededor del lugar. Es innegable que el
propio encabezado conduce al formato de las Relaciones de
sucesos ibéricos, de las cuales algunas eran traducciones del
francés al castellano y que llegaron a difundirse en el viejo
continente, según especialistas de España, del XV al casi
entrado XX. Contrario a las afirmaciones de estos estudiosos,
las Relaciones de sucesos u hojas volantes aún se utilizan en
varios países para noticiar, hoy de manera gratuita, un
sinnúmero de asuntos; prueba de esto son las hojas con
fotografías o dibujos de personas desaparecidas que
autoridades no han podido o no han querido encontrar.
La antigua estructura de las Relaciones de sucesos se
distinguía por llevar grandes títulos y en ocasiones grabados
que aludían muchas veces a invenciones de sucesos extraños,
insólitos e impactantes. A continuación se transcriben dos
Relaciones de sucesos españoles del XVII que detallan su
formato; una se relaciona con un pez monstruoso y la segunda
con la malformación de unas niñas gemelas:

RELACION: Y COPIA DE CARTA ESCRITA POR VN CAVALLERO


refidente en la Ciudad de Paris a otro
correfpondiente...en que le da cuenta del Monftruofo Pez
que hallaron, vnos Pefcadoref en el Rio Sena de Francia
el dia 16. de Enero defte año de 1684.

RELACION VERDADERA, Y Copia de vn Maravillofo portento


que la Mageftad de Dios N. Señor ha obrado con vna niña
mosftruofa, que nació en la Villa del Campo con dos
cuerpos, aunque eftan en vno, dos cabezas, quatro

22
brazos, y tres piernas, y la vna cabeza tiene dientes, y
la otra no, el dia 18. de Abril defte año de 1687.

En la Francia antigua se le llamaba a semejante forma de


contar sucesos extraños e impactantes canards(sanglants) que
más o menos en los siglo XVII y XVIII dieron lugar a lo que
se denominó fait divers. Asimismo, en dicho país y otros se
difundieron las reconstrucciones de casos criminales
titulados Causes Célèbres et Intéressantes(1734) del abogado
François Gayot de Pitaval a quien críticos consideran parte
fundamental del género policiaco clásico.[8] Sin duda alguna
habrá numerosas posibilidades relacionadas con la génesis de
lo contado por Edgar Allan Poe o hasta por Dahiel Hammett, el
aclamado padre del género negro.[9] Pero en el presente
trabajo nos interesa aproximarnos en especial a los orígenes
e influencias de la sangrienta, espectacular e insólita nota
roja azteca.
Retrocediendo hacia los tiempos antiguos se podrá
comprobar la existencia de una amplia producción de escritos
y actos en torno a crímenes/ejecuciones. Parte de ello son
las obras griegas, los discursos de Cicerón, el circo romano
y los mismos edictos y ejecuciones públicas de la Inquisición
en el viejo continente que tal vez fueron algunas de las
bases principales para el surgimiento de las Relaciones de
sucesos descritos arriba, los canards sanglants, los fait
divers y las exitosas Causas célebres. Estas últimas de
inmediato empezaron a circular por la Nueva España en donde
ya eran populares las “no(tici)as rojas”, las mismas
Relaciones de sucesos y algunas leyendas prehispánicas como
la de “la (filicida) Llorona”, mujer de pelo negro largo, de
vestimenta blaca y con velo que en las noches se aparecía
cerca de un río llorando a gritos por sus hijos(los
indígenas):¡Oh, hijos míos!, ¿dónde os llevaré para que no os
acabeís de perder?. De acuerdo a investigadoras, la leyenda
de la Llorona prehispánica continuó durante la colonia. Y
hasta nuestros días pervive casi intacta la historia de la
madre filicida que grita en un llanto desgarrador: “Ay, mis
hijos”. Lo tenebroso, sobrenatural, terrorífico y cruel de la
Llorona se parece de cierta manera a las primeras obras
góticas inglesas del XVIII con temas de horror del medioevo.
En México se ha escrito mucho sobre la leyenda de la Llorona
antitesis de la madre Virgen de Guadalupe; hay historietas,
películas, composiciones musicales, incluso el cantante
español Rapahel la da a conocer internacionalmente en un
ritmo huapango, a continuación se citan algunos fragmentos:
Salías del templo un día llorona/cuando al pasar yo te
vi/hermoso güipil llevabas llorona, que la vírgen te creí/Ay

23
de mi llorona, llorona,/llorona, de un campo lirio;/...No sé
que tiene las flores, llorona,/las flores de un campo
santo./Ay de mi llorona, llorona,/llorona, llévame al
río;/tápame con tu rebozo llorona,/porque me muero de
frío...”.
Por otra parte, según investigadores en la materia, las
antiguas hojas volantes de Europa son los cimientos del
periodismo y medios de comunicación masiva mundial, otros
aluden a los juglares de la Edad Media y a los pregoneros de
la Nueva España o a las actas romanas de Julio César; otros
en cambio creen que Homero fue el primer periodista o dicen
que los antiguos cronistas Jenofonte y Heródoto son pruebas
contundentes de los inicios periodísticos, entre muchas más
posibilidades divergentes. Aunado a ello, son muy pocos los
críticos que toman los códices mayas y aztecas como partes
esenciales del periodismo latinoamericano al que a partir del
XX se le ha cuestionado su credibilidad en foros de medios de
comunicación estadounidense.
Casi tres siglos después de haberse divulgado en México
la noticia del terremoto de Guatemala, el escritor y
periodista mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi se
refirió en 1822 a lo difícil que era para un "autor" mantener
su empleo en un periódico, si a sus artículos no les ponía
"títulos escandalosos". A mediados del XIX azteca se
empezaron a editabar libros de diversos temas de entre los
cuales destacaban los vinculados con la criminalística, las
causas célebres/judiciales más impactantes o novelas de
Alejandro Dumas y de Eugènio Sué; por ejemplo Les Crimes
Célèbres(1839) y Les Mysteres de Paris (1842-43) que se
habían recibido muy bien en España y Francia. Las empresas
editorales mexicanas se sumaron al gran éxito de las
periodísticas que incluían novelas por entregas, al estilo de
algunos países del viejo continente, para mantener en
suspenso a sus asiduos/as lectores/as, quienes con el formato
narrativo seriado incrementaban las ventas de sus medios
impresos -en una época de incuestionable consumo masivo en
varios lugares de América Latina y Estados Unidos.
En México se distinguieron primordialmente las
subversiones y re-construcciones de las “not(ici)as rojas” de
la Inquisición que llegaron al país junto con las Relaciones
de sucesos. Años después se sumaron a ellos los romances de
ciego, la literaura de cordel; las novelas de pícaros
bribones, de folletín y por entregas, éstas con grandes dosis
románticas tan de boga por aquéllos días, y que al paso del
tiempo fueron originando nuevas alternativas periodísticas
autóctonas que iban unidas a lo ficticio cuando se relataban
los hechos más insólitos, espeluznantes y sangrientos del

24
imaginado país colonizado. Por ello y por sabidas razones
sociopolíticas no habría sido coincidencia que el liberal
Vicente Riva Palacio se basara en los archivos de la
Inquisición mexicana para escribir sus “novelas históricas” y
con otros autores, entre ellos Manuel Payno, El libro rojo
1520-1867. Hogueras, horcas, patíbulos, guerras civiles,
suicidios y sucesos lúgubres y extraños acaecidos en México
durante sus guerras civiles y extranjeras, saliendo a la luz
pública en 1869 y 1870. Es posible que sus coautores se
hubieran inspirado en el título del mismo al haber leído los
edictos con sellos rojos del Tribunal de la Inquisición.
Dicho libro y algunas novelas históricas de Riba Palacio
también derivadas de los documentos del Santo Oficio se
vendieron mucho en esa época. Otra de las publicaciones con
similar éxito en el país fue Los bandidos de Río Frío,
subtitulado Novela naturalista, humorística, de costumbres,
de crímenes y de horrores(España y México 1888-1891) de Payno
quien se encontraba en España cuando la publicó, y en donde
ya era muy popular la obra Los bandidos del alemán Schiller,
autor del XVIII que tomó la historia del caso de una familia
aristocrática vinculada con temida banda de ladrones, y un
siglo antes habían sido muy exitosas en mismo lugar las
representaciones de protagonistas astutos, malvivientes e
ingeniosos pícaros bribones.
El libro rojo 1520-1867 es indudablemente uno de los
primeros y diversos recuentos históricos de hechos
sangrientos al estilo de la “nota roja” azteca, ya su título
y subtítulo anunciaban su contenido como en su tiempo lo
hiciera Le Rouge et le Noir(1830) -texto basado en un crimen
real que escribió el francés Henri Beyle bajo el seudónimo de
Stendhal. Los coautores de la publicación mexicana habrían
dejado en su narrativa yuxtaposiciones de lo documentado en
los casos del Santo Oficio, de hechos de la vida diaria,
históricos, violentos y ficticios cuya forma de contar se
hiciera presente así mismo en el género periodístico “nota
roja”, y siglos atrás en las relaciones y crónicas de
Indias.[10] Uno de los relatos de ELR inicia presentando un
“pasquín del año de 1789” y después se anuncia lo que se va
a contar en relación a lo sucedido a “La familia Dongo”:En un
documento que se publicó consta la narración de este horrible
crimen; y como no podríamos añadirle ni quitarle nada sin
alterar la verdad histórica, le copiamos á continuación. En
el relato se exhiben a criminales de cuello blanco que pasan
por gente “decente” y la corrupción de autoridades recién
llegadas a la Nueva España, entre descripciones parecidas a
las de la nota roja:Del reconocimiento judicial que se hizo
resultó que once personas que componían la familia y criados,

25
habían sido asesinadas de la manera más cruel y más violenta,
pues todas tenían numerosas heridas y los cráneos hechos
pedazos, y que faltaban veitidós mil pesos...Un
relojero...observó...que dos personas decentes que
platicaban, una de ellas tenía una gota de sangre en la cinta
de pelo...D. Felipe Aldama...el que tenía la mancha, fue
reducido a prisión...y [después junto con sus] dos
amigos...fueron ahorcados... De ahí que algunos estudiosos de
El libro rojo afirmen incluso que el capítulo relacionado con
la familia de Carvajal, la parte en donde se cuenta que
algunos de sus miembros fueron torturados/as y quemados/as,
es textualmente verdadero. Si se pudiera hacer un cotejo
minucioso de lo sucedido a aquella familia judía -no todos/as
los/las tíos/tías, primos/as eran conversos/as-, quizá se
podría lograr un acercamiento a “los hechos”; de otro modo
seguirán predominando las sabidas estrategias narrativas del
siglo XIX, destacando en particular el enlace de hechos de la
vida diaria, violentos, “históricos” y ficticios.
Para ilustrar brevemente el contenido de El libro rojo
1520-1867, se cita parte del prólogo que el autor de Guerra
en el paraíso(1991), el chihuahuense Carlos Montemayor le
hiciera a una de las ediciones:Éste es el libro de la muerte
en México. El libro de la sangre que ha enrojecido la tierra,
las plazas, los ríos, las piedras de México. El libro de la
muerte que no quedó en los dibujos de Posada ni de Diego
Rivera, que no quedó en el azúcar ni en la dulce amarilla
harina del pan, sino en la brutalidad, en la cárcel, en la
codicia, en la miseria humana que se ha abatido sobre México.
En sus páginas se mantiene la memoria de cómo ha sucumbido la
vida entre nosotros.
A finales del siglo XIX se alude de nuevo en México a
unas hojas volantes “de colores” que llevaban la "narración
de sucesos...deformados al extremo...y de pésimo
gusto...abortos literarios...leídos en casas de vecindad...
cuarteles, cárceles, mercados". Los títulos de esta clase de
"hojas populacheras" asociadas con lectores de escasos
recursos iban desde "El descarrilamiento de Temantla", "El
Tigre de Santa Julia", "El temblor del dos de noviembre",
hasta "El horroroso crimen del horroroso hijo que mató a su
horrorosa madre", la autoría de éstos se le atribuye al
grabador mexicano José Guadalupe Posada -son notorias las
coincidencias discursivas entre los códices prehispánicos,
las primeras hojas volantes, los grabados decimonónicos e
historietas mexicanas. Algunos años anteriores a Posada, el
pintor Francisco Goya(1746-1828) había exhibido en España la
imperante violencia de su país mediante diversas
manifestaciones artísticas.

26
Y es en la última década del XIX cuando una especie de
Jack el destripador azteca alias el “Chalequero” acapara la
atención de los medios impresos por asesinar a “prostitutas”.
Para entonces las corrientes criminológicas del italiano
César Lombroso habían llegado al país; muy pronto se
volvieron temas de discusión en las mesas de estudiosos
mexicanos.
Otro posible origen del ávido interés por contar e
indagar acerca de los hechos más sangrientos y espectaculares
de un determinado territorio, podría ser el pasaje bíblico de
Caín mató a Abel. Incluso hay estudiosos del género policiaco
clásico que le confieren a Jehová el títuto del primer
detective de este crimen, pero también con el hecho
sangriento habría nacido el encabezado o si se prefiere el
"minicuento" de la llamada nota roja -no se propone a la tal
vez primera filicida prehispánica la Llorona porque también
se le asocia con la profecía de la conquista o con su
asesino, un esposo muy celoso.
Con todo lo anterior se evidencia que a partir de la
conquista en México, las diferentes clases de crímenes y
delitos, desastres naturales, entre otros hechos sangrientos
e insólitos del país se relataban(contaban) sobre todo
conforme a los intereses políticos y económicos de la
Autoridad en turno, de los fabricantes de noticias, después
convertidos en modernos empresarios editores y periodísticos,
y de los autores que aprovechaban la gran demanda por tales
noticias e historias ficcionalizadas.
Actualmente las diversas formas de “nota roja” autóctona
que se conocen dentro y fuera de México, quizá con la también
importante influencia del pasaje bíblico mencionado y desde
el cual se habrían escudado siglos después los inquisidores
europeos y novohispanos para torturar, incluso castigar con
la muerte a los/las que según ellos habían transgredido las
normas de la Fe y la moral, no existirían, aunque parezca
inverosímil, si el país no se hubiera gestando por demás
sabido –lo demuestra de algún modo El libro rojo 1520-1867-,
mediante la conquista, la Inquisición, guerras civiles,
asesinatos de nacientes periodistas que denunciaban a
gobiernos opresores decimonónicos; la propia revolución del
XX, la guerra cristera, la matanza de estudiantes de 1968 y
1971, policías corruptos y criminales; frecuentes violaciones
a los derechos humanos, el surgimiento y expansión
territorial, así como infiltraciones del narcotráfico en el
Estado; asesinatos de funcionarios gubernamentales,
incremento de secuestros(exprés), robos a mano armada,
ejecuciones en lugares públicos de ciudadanos vinculados con
el narco, torturas y fabricaciones de "chivos expiatorios"

27
por autoridades; la sublevación de indígenas chiapanecos/as
en 1994, los "femicidios/feminicidios" de Ciudad Juárez
descubiertos a partir de 1993, entre otros tantos
acontecimientos delictivos/criminales del país que siguen
impunes y afectando en su mayoría a los/las mexicanos/as de
las clases sociales menos favorecidas. Ya lo dijo la notable
escritora y periodista guanajuatense Cristina Pacheco:Aquí
nos tocó vivir.
Tampoco ha sido un secreto que a los hechos más
violentos y espectaculares de México se les relacione con el
único color[11] descriptible para el grupo socioeconómico más
perjudicado desde la conquista, y que paradójicamente
responde a ese viejo clamor de las masas extasiadas frente a
un hecho ro-jo-in-ten-so: "queremos ver sangre”. De allí que
los diversos estilos del oficio de nota roja azteca, en el
cual aún predominan los hombres periodistas-investigadores
(detectives) y que nos parece más acertado llamar
género(periodístico) rojo –esto a raíz de las declaraciones
que hizo el narrador tijuanense Federico Campbell sobre la
nota roja, expuestas más adelante-, lleven encabezados
espectaculares, fotografías/imágenes violentas, en muchas
ocasiones numerosos adjetivos, exageraciones sentimentales,
especulaciones y lenguajes coloquiales -si es el caso- en un
tono misógino, machista, homofóbico o en contra de “los” y
“las” que no siguen al pie de la letra los roles asignados a
su género. Incluso para sacar la nota del día, periodistas-
investigadores(detectives) del género rojo se han valido de
cualquier dato, método o persona. Uno de los casos más
sonados, entre los del gremio rojo, es el del siempre citado
mexicano Eduardo El Güero Téllez quien llegaba incluso a
hacerse pasar por enfermero con tal de entrevistar a los
heridos; a él se debe la noticia de que León Trotsky había
muerto cuando era atendido en la sala de emergencias, según
se relata en las noticias de ese tiempo. O el fotoperiodismo
rojo de Enrique Metinides, uno de los pioneros mexicanos.
Por lo tanto, las afirmaciones de que Jehová fue el
primer detective clásico y los detectives del género negro
estadounidense las pautas a seguirse en México, se deshacen
en el momento que son contrapuestas a los posibles orígenes
del género rojo azteca de entre los cuales sobresalen el
primer asesinato bíblico cristiano, las "not(ici)as rojas" de
la Inquisición y -en nuestro particular parecer- sus
investigadores asignados a los casos de los/las
transgresores/as de la Fe y la moral, así como las hojas
volantes y los tempranos corridos mexicanos que, sumados a
otros elementos esenciales, fueron dando lugar a los/las
periodistas-investigadores/as(detectives) del autóctono

28
género rojo. Pero debido al control y al amasiato del Estado
mexicano con los medios informativos masivos, los
periodistas, especialmente los de este género, viven sujetos
a los intereses de sus jefes empresarios y a los peligros que
implica denunciar las verdades sobre los que ostentan el
poder. El embute(soborno) ha sido por años un modo de acallar
y manipualar a varios de ellos. Otras formas de represión del
Gobierno en turno se ejecutan a través de las corporaciones
policiacas que al paso de los años han ido adaptando, a sus
singulares estilos de vida, los métodos de tortura y
fabricación de chivos expiatorios de la Inquisición para así
también proteger sus intereses. En el México de un Güero
Téllez, de la revista Alarma!, de la leyenda de la Llorona y
de tantas formas autóctonas de contarse los crímenes en el
país, están muy lejos de coincidir con las historias del True
Crime, el policiaco clásico y negro del Primer Mundo. Ni
siquiera los agentes del FBI, de la DEA ni de la CIA, mucho
menos el sofisticado James Bond tendrían relación alguna con
el internacionalmente conocido personaje mexicano:El Chapulín
Colorado. Rafael Bernal tuvo muy claro las grandes
diferencias entre una nación y otra al escribir Complot
mongol(1969). Por ello sorprende que a pesar de las numerosas
manifestaciones contestatarias de autores y periodistas
aztecas a los géneros anglosajones mencionados, aún hoy haya
estudiosos que insistan en medirlas de forma arbitraria o
ingenua con los parámetros ajenos a sus realidades, a sus
Gobiernos, a sus corporaciones policiacas, y sobre todo a sus
modos de ejecutar la Ley.
Ahora bien, el hablar mexicano, compuesto de expresiones
de las fronteras norte y sur del país, entre otras muchas
variantes lingüísticas, ha hecho que el género rojo se
diversifique en México. Pero aún hoy son usados los viejos
modismos misóginos de violóla, matóla, entre otros que el
fundador del semanario Alarma!, el periodista Carlos Samayoa
Lizárraga, habría tomado de la jerga callejera[12] para los
encabezados de su popular revista. No es gratuito que la
llamada nota roja fuera por décadas asignada a "los" que en
su mayoría eran de escasos recursos y empezaban a incursionar
en el oficio periodístico llamado serio. Sin embargo, a
principios del XX en México, cuando el género rojo se había
posicionado exitosamente en el país, surgieron periódicos con
especial énfasis en éste, historietas basadas en hechos
reales y revistas especializadas en el crimen. Así mismo se
vio mayor participación de mujeres en dicho género
informativo. Miriam Laurini, periodista y escritora argentina
radicada en México desde 1980, exterioriza a través de la
protagonista mexicana de Morena en rojo(1994)[13] lo difícil

29
y peligroso que es para “las” periodistas de la nota roja
conseguir información sobre casos criminales, llegando
incluso a decirse en un tono irónico que el oficio lo
aprendería mejor si leyera a "los grandes" como Cabeza de
turco, La guerra de Angola, Si Dios quiere y Operación
masacre...para...de una buena vez...hacer periodismo.
Y tal como se ha ido observado al paso del tiempo, el
género rojo azteca de medios de comunición masiva se ha ido
re-escribiendo y avanzando al obvio ritmo de la tecnología,
pero sin perderse el aún muy usado recurso decimonónico de
contar en episodios un hecho-espectáculo con intención de
acrecentar los niveles de audiencia, hoy por hoy de
televidentes, radioescuchas, internautas y de lectores
analfabetos funcionales. A estos grupos se les habrán de
sumar los/las aficionados/as que graban imágenes impactantes
en teléfonos celulares para luego enviarlas a diferentes
receptores/as. Tal vez los espectadores del circo romano y
los de las ejecuciones públicas de la Inquisición se habrán
transmutado en los/las espectadores/as virtuales de hoy en
día. Los antiguos mirones novohispanos quedaron registrados
de cierto modo en “El asesinato de los 33” de El libro rojo
de Payno:veintinueve negros y cuatro negras fueron
ejecutados...en la plaza mayor de la ciudad. El gentío era
inmenso; plaza y calles, balcones y azoteas, todo estaba
lleno, en todas partes había espectadores, desde todas partes
se contemplaba aquella espantosa matanza. La escena era capaz
de hacer estremecer de horror al mismo Nerón...Así se sofocó
aquella soñada conspiración en el año de 1612.
A través del género rojo se ha exhibido de igual forma
el acelerado incremento de la pobreza mexicana, muchas veces
de la mano de la violencia, de la corrupción y de la
impunidad del país. En los años sesenta la gran poeta Rosario
Castellanos dio cuenta de ello y de lectores morbosos en su
conocido poema “Nota roja" del cual se extrae lo siguiente:
En página primera/viene como a embestir, este retrato/Y luego
a ocho columnas, la noticia:/asesinado misteriosamente.
/[...]/y aquí está ya el cadáver/puesto entre las mandíbulas
de un público/antropófago.[...]/del asesino nadie sabe
nada:[...]/Pero este cuerpo abierto en canal, esta
entraña/derramada en el suelo/hacen subir la fiebre/de cada
Abel que mira su alrededor, temblando. En México es muy
sabido que la mayoría de los/las ciudadanos/as
protagonistas/víctimas de delitos o crímenes son de escasos
recursos y por lo general ocupan las últimas secciones de los
periódicos o cuando son enviados/as a las cárceles no tienen
dinero para pagarle a un buen abogado y callar a los
escandalosos medios masivos. Situación que sigue contrastando

30
a lo mejor con la de algunos delincuentes/criminales de
cuello blanco que salen en las páginas de sociales de
numerosos medios impresos, de entre los cuales destacan las
revistas especializadas ¡Hola! de México y Quién; estas
últimas presentan el modus vivendi de los/las escasos/as
millonarios/as del país. Después de esto, lo único que queda
es parafrasear al autor de Entrada libre: "Y si hay género
rojo en México, ¿para qué se necesita el del True Crime?"
Por otro lado, cuando en el siglo XIX empezó la
expansión de periódicos mexicanos con evidentes inclinaciones
partidistas por las guerras civiles, estudiosos/as en la
materia han dicho al especto que la noticia buscaba "un
periódico donde ser publicada". A esto Monsiváis añade: "si
el poeta es el maestro de la Nación, el cronista es su
memoria y en la crónica opone la realidad de las costumbres a
la irrealidad de las pretensiones 'cosmopolitas', erigiendo
un género ambiguo que va del anticolonialismo al chovinismo y
de regreso". Pero después de un tiempo los periodistas
tuvieron que ir a buscar la noticia y relatarla de una manera
concisa como lo pedía el naciente género periodístico
reportaje, desplazándose con éste el lenguaje literario de
los cronistas. En 1893 Manuel Gutiérrez Nájera criticó el
surgimiento de los nuevos repórters. Bajo estas premisas se
fueron dando los géneros periodísticos mexicanos de entre los
cuales se conocía de antemano una forma de la "not(ici)a
roja" que pudo originar la crónica roja/crónica policiaca y a
la cual habría que añadirle el reportaje como un elemento
esencial del género rojo. Aquí cabría poner en claro que la
nota roja mexicana no es sinónimo de las terminologías
anglosajonas sensacionalista y amarillista, porque las dos se
asocian indiscutiblemente con el popular periodismo
estadounidense que había surgido tres siglos después de las
noticias rojas de la Inquisición novohispana, y varias
décadas después de que el autor mexicano del Periquillo
Sarniento criticara el hecho de tener que ponerle a sus
artículos periodísticos “títulos escandalosos”. Monsiváis
asegura que el periodismo sensacionalista y las hojas
volantes llegaron a México vía el estadounidense William
Randolph Hearst, y otros críticos más llaman a la nota roja
mexicana suceso, término periodístico de España heredado de
las antiguas Relaciones.
Conforme a Vicente Leñero, el reportaje "Es el más vasto
de los géneros periodísticos. En él caben los demás. Es un
género complejo que suele tener semejanzas no sólo con la
Noticia, la Entrevista o la Crónica, sino hasta con el
ensayo, la novela corta y el cuento". Monsiváis expresa que
las crónicas actuales "le imprimen relevancia a la relación

31
hoy volátil entre periodismo y literatura". En cambio, Luis
Arturo Ramos “exige” -en su artículo "Las fronteras
genéricas: cuento, novela, crónica"- la "ficción" a los
géneros literarios y la "verdad" "a la historia...o al
reportaje periodístico", repudiando las conocidas
denominaciones de "cuento largote" y "novela corta",[14]
además asegura no conocer a nadie que haya "leído de un
tirón" Terra nostra y viva para contarlo; también se queja de
esa Migra literaria rampante en estos años finiseculares
[porque según él] me impide transitar el universo femenino
bajo el supuesto de que mis cromosomas...me incapacitan para
crear y recrear personajes del sexo opuesto.[15] En cuanto a
si han habido casos de niños y niñas alfabetizadas que hayan
leído de “una sentada” todos los libros de la nada “rampante”
pero sí muy talentosa narradora inglesa autodidacta Joanne
Kathleen Rowling, hasta la fecha, tampoco se han sabido.[16]
Ahora bien, en México se han impreso textos que ni
siquiera los críticos más versados coinciden a la hora de
definirlos porque se les escapan de las estructuras genéricas
“literarias”, tal es el caso de El águila y la serpiente
(1928), Cartucho(1931), La noche de Tlatelolco(1971), Los
periodistas(1978), así como La señora Rodríguez y otros
mundos(1990), entre varios más. No en vano, publicaciones
similares a éstas, difíciles de aprehender en una determinada
línea literaria tradicional, invalidan de inmediato los
juicios ramosianos contra lo afirmado por Paz, de que al
"olmo se le pueden exigir peras", y del supuesto "contrato de
lectura" que el crítico veracruzano asegura hay entre autor-
lector[pasivo]. En el mismo tono ingenuo Ramos envía a la
crónica "escandalosa y amarillista" al único lugar que cree
le corresponde: el de "las páginas de policía". Más adelante
se observará con detenimiento que incluso el género rojo se
ha burlado de los pequeños espacios creídos ingenuamente
literarios; un adelanto de ello ha sido el poema de la
inigualable Rosario Castellanos. Por su parte Fernando García
acierta en el 2005 cuando se refiere al camino que empezaba a
tomar la narrativa del país de la siguiente manera: la
participación indiscriminada de escritores con aureola casi
mítica... pertenecientes a la todavía no bautizada generación
de los que empiezan a publicar inmediatamente después de
1968: sus obras crecen en número y definición precursores de
una próxima sorpresa magistral..., agregando el reseñista un
punto muy afín para los textos indefinibles bajo los
limitados parámetros literarios:John S. Brushwood...propone
la teoría...de que las innovaciones narrativas vislumbran las
transformaciones políticas y sociales...

32
Desde las crónicas de Indias varios/as investigadores/as
han querido trazar básicamente los límites entre lo ficticio
y lo real, entre lo “literario”, lo “histórico” y lo
“periodístico” en asuntos mexicanos. Pero con frecuencia se
llega a la misma pregunta de una u otra forma: ¿cuáles
podrían ser los métodos más idóneos para aprehender dichos
confines? En lo tocante al caso de la frontera México-Estados
Unidos, surgen una y otra vez las preguntas alrededor de los
presuntos hechos verdaderos y falsos cuando se alude a los
problemas de los ilegales que mueren en condiciones
deplorables, del Border Patrol, del narcotráfico, de la
explotacion laboral y sexual de obreras/os en plantas
maquiladoras, del desempleo, de la contaminación ambiental,
entre otros asuntos graves que enfrentan ambos países.
Periodistas locales e internacionales han expuesto los más
obvios, acaso entre esa línea (in)existente en la que
abandonan con frecuencia el esperado seguimiento informativo
sobre la situación de los/las afectados/as. Sirva de ejemplo
el suceso criminal más divulgado en los últimos tiempos: los
"femicidios”/”feminicidios" de Ciudad Juárez descubiertos en
1993. Si éstos no han sido esclarecidos en su totalidad,
según opiniones oficiales y no oficiales, por las autoridades
correspondientes, llegaron a generar una extensa variedad ya
sabida de hipótesis, rumores, artículos periodísticos, ONG
´s,[17] poetisos, congresos universitarios, periodistas-
escritores, hasta violentas disputas por la autoría de un
libro. Tampoco faltaron los juarenses que se aventuraron a
censurar las opiniones extranjeras sobre los "femicidios”/
"feminicidios” de Juárez.[18] De aplicárseles un juicio
similar a estos enemigos de la libertad de expresión, se
darían cuenta que ni ellos podrían decir nada al respecto,
porque según las instituciones mexicanas tradicionales no son
mujeres, a menos que también quisieran disputarse lo expuesto
por Simone de Beauvoir: "la mujer no nace, se hace", o lo
enfatizado por el divo de Juárez Juanga en una de sus muy
exitosas grabaciones musicales aztecas: "¿quién te hizo
mujer?", "fui yo, fui yo".[19]
Y precisamente, para no tomar como un hecho lo que
aparenta saltar a la vista, a continuación se tratará de
averiguar, por lo menos, si las muertas son en “verdad” la
explortación de un producto 'maquilado' en la frontera.[20]

NOTAS

33
[1]En el presente trabajo se tratará de dar un acercamiento a
los posibles orígenes de la llamada “nota roja” mexicana y su
peculiar formato de contarse re-construyendo los “hechos” más
sangrientos, sorprendentes e inéditos del país azteca. Se
retomarán algunos planteamientos subversivos y alternativos
que hace tiempo habíamos expuesto sobre la misma “nota roja”,
los “sucesos” de España, el periodista-investigador/a
(detective), el reportero/a-investigador/a, el supuesto
género policiaco clásico y negro estadounidenses de textos
fundamentalmente aztecas e ibéricos.
[2]Paz había dicho que Monsiváis no era un autor de ideas
sino de ocurrencias. Las disputas entre Divos de las letras
no son nuevas.
[3]Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de
México(UNAM) y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes
hicieron una escuesta nacional basándose en los parámetros de
la UNESCO. El secretario técnico de CONACULTA Juan José
Zorrilla aseguró que en México se leen "casi tres libros por
habitante al año" y un 4.2% de la población lee más de 10
libros. Según la encuesta, 56.4 de los mexicanos leen libros,
el 42% periódicos, el 39.9 revistas y el 12.2% historietas.
Los que más leen son los jóvenes de 18 a 22 años. En la
encuesta global no se especifica el porcentaje de "las
lectoras" y si predominan en este último grupo. Es importante
mencionar que el costo de los ejemplares de las grandes
editoriales del país sobrepasa con frecuencia el sueldo
mínimo mexicano. El Diario Oficial de la Federación registra
que los salarios mínimos del año 2007 son, de acuerdo a la
zona geográfica en la que se trabaja, de $47.60, $49.00 ó
$50.57 pesos diarios, conforme al tipo de cambio de entonces
son "casi" cuatro dólares estadounidenses.
[4]Las historietas mexicanas citadas y creadas por hombres
tienen vistosas portadas con imágenes de mujeres voluptuosas-
objetos sexuales a merced de los personajes machos de las
historietas, reforzándose así el machismo y la “violencia de
género”. En las encuestas generales de INEGI, relacionadas
con las historietas y revistas mencionadas, no se aclara el
porcentaje de los lectores y las lectoras. No está de más
mencionar que las ventas de los periódicos mexicanos exitosos
en el país están muy por debajo de las cifras de éstas. Por
otro lado, de acuerdo a diversos estudios, la historieta
mexicana nace en 1880 en los impresos de cajetillas de una
tabacalera, o se dice que surgió desde las milenarias
pinturas rupestres de cuevas, de la simbología fenicia, o de
los mismos códices mayas y aztecas, entre otras
posibilidades. El monero mexicano Rius rechaza las antiguas
posturas. Pero si se repasaran detenidamente los códices, se

34
podría confirmar que los usuales símbolos relacionados con la
palabra cambiaban de posición según la jerarquía del hablante
y oyente. Esto es igual a los globos-palabras de las
supuestas primeras historietas decimonónicas de Europa.
[5]Por lo general la traducción al español de “non-fiction”
es "no-ficción", y en contadas ocasiones es "sin-ficción". En
este caso usamos las dos traducciones, una seguida de la
otra, porque se prestan para el planteamiento de este trabajo
de las cuales se obtiene: "novela no-sin ficción".
[6]Qué pasaría si las grandes empresas periodísticas de
Estados Unidos se quedaran sin sus anunciantes, no hicieran
promociones, se quitaran las secciones de clasificado, de
esquelas y se quedaran sin suscriptores; sin duda expirarían.
Crítica especializada en medios de comunicación ha declarado
a nivel mundial que a los periódicos les queda poco tiempo de
vida, están en una especie de fase terminal debido al rápido
avance de Internet en el mercado noticioso y de tantos blogs
o bitácoras que muchas veces los superan en contenido.
[7]No coincidimos con Agustín Sánchez González, autor de
Terriblísimas historias de crímenes y horrores en la ciudad
de México en el siglo XIX(2006), cuando afirma que “la nota
roja” azteca nace con este periodista decimonónico. La
investigadora Ruiz, de quien ni el mismo Monsiváis se escapa
de mencionarla ampliamente por lo menos en dos de sus libros,
proporciona datos importantes en relación a los orígenes
novohispanos de la nota roja.
[8]Para algunos críticos, el primer relato o detective del
género policiaco clásico tiene sus orígenes en Edipo Rey o en
Arquímides, unos dicen que en el Libro de Daniel, la Biblia,
el Quijote y los relatos de crímenes de horror medievales;
otros en cambio, aseguran que el lugar le corresponde a El
Asno de oro, al juez chino Ti Yent-Tsie del siglo VII o a Las
mil y una noches donde se esclarecen varios asesinatos, otros
más mencionan las novelas góticas y las novelas de folletín o
por entregas. Lo cierto es que el típico género policiaco
clásico anglosajón se distingue por presentar un delito o
crimen que es resuelto por las deducciones racionalistas de
un detective; ejemplo de ello son las conocidas narraciones
de la inglesa Agatha Christie.
[9]En 1923 Carroll John Daly da a conocer en Estados Unidos
el primer detective duro(hard-boiled) llamado Race Williams,
su hazañas se imprimen en la revista Black Mask. Otro de los
orígenes del "género negro" que se menciona es "The Old
Detective´s Pupil"(1884) de Nick Carter y los llamados
detective pulps. A los detectives duros se les asocia con la
violencia, el crimen, el peligro, el cinismo, el poder y el
sexo. Según críticos, el término novela negra surge en Europa

35
cuando se toma el adjetivo de obras impresas en la Serie
Negra o Série Noire de la editorial Gallimard fundada en
1945, otros dicen que se toma de la revista estadounidense
Black Mask fundada en 1920. También se señala la posible
confusión del adjetivo negro con la novela inglesa gótica y
la proveniente de Estados Unidos. El término film noir se ha
asociado con las películas estadounidenses de los años 30, 40
y 50, entre ellas algunas adaptaciones de novelas de
detectives duros.
[10]Si se va más allá de las crónicas de Indias, se
encontrarán otros textos antiguos en los cuales también se
fusiona lo real y lo ficticio; tal es el caso de La Ilíada.
[11]Para quienes hemos vivido en México llegaremos tal vez a
similares obviedades.
[12]La antigua jerga callejera de la ciudad de México se
puede observar en varias películas de los años cuarenta y
cincuenta de la Época de Oro en las cuales se presentan
diversas transposiciones lingüísticas, algunas de ellas aquí
mencionadas. Estas formas enclíticas podrían haberse
originado de los modos imperativos en donde se coloca primero
el mandato, luego el pronombre singular, en este caso,
femenino como sucede en los siguientes ejemplos: mándala,
pésala, entre muchos más. De ahí que el pronombre singular
femenino "la" antes de una conjugación verbal de tiempo
pretérito indicativo como la mandó, la pesó, se vuelvan
mandóla, pesóla, y tantas más. También podría deberse al caló
de los pachucos quienes traducirían literalmente del inglés
al español el verbo en pretérito luego el pronombre. Por
ejemplo: he helped her (él)ayudóla; las demás conjugaciones
verbales en pretérito indicativo seguirían la misma
estructura -he brought her (él)trajóla. Uno de los personajes
más representativos del pachuquismo en el cine mexicano fue
el popular actor Germán Valdés alias Tin-Tan.
[13]En el apartado III se amplía esto.
[14]Los trabajos sobre la minificción de Violeta Rojo y Lauro
Zavala ponen en entredicho las afirmaciones del veracruzano
Luis Arturo Ramos.
[15]Al menos en México, estudiantes de secundaria y
preparatoria -con profesores/as sobresalientes/as- saben que
en el XIX abundaron las publicaciones con protagonistas “del
universo femenino” de “autores” españoles y latinoamericanos.
Además el veracruzano Ramos exhibe con tal queja su creencia
de que las ingenieras en sistemas computacionales, las
astronautas, las científicas, por mencionar unos cuantos
ejemplos, no conforman “históricamente” los discursos
biológicos de que las mujeres son “emoción” y los hombres
“raciocinio”. Habría que indagar si históricamente "los" que

36
han estudiado o ejercido carreras opuestas al raciocinio son
"femeninos" y nada inteligentes. Si esto fuera "la verdad",
quedarían libres de improperios sociales los hombres que han
estudiado oficios sumamente “masculinos”. Y en cuanto a la
"verdad" que el mismo veracruzano Ramos le exige a “los
reportajes periodísticos”, no es factible en el “mundo real”
de medios informativos masivos; así lo han demostrado, entre
otros muchos más, los de los periodistas estadounidenses
Janet Cook y Jayson Blair, o los relacionados con los
crímenes contra mujeres estudiantes de ingeniería por un
individuo de 25 años que no había logrado pasar los exámenes
de ese departamento en la Universidad de Montreal, Canadá.
Los medios de comunicación masiva divulgaron que estaba loco,
pero no exteriorizaron que mientras les disparaba a las
estudiantes les gritaba "you´re just a bunch of fucking
feminists", asesinando a 14 y dejando a 9 heridas el 6 de
diciembre de 1989. Sin duda esto reflejó, en aquél día, el
miedo de tantos machos resguardados detrás de las promulgadas
disertaciones freudianas de la supuesta “envidia del pene".
La “violencia de género” o últimamente denominada “violencia
machista” empieza desde los muy viejos y disformes recursos
metafóricos misóginos-machistas. Uno de ellos es el que usa
el veracruzano Ramos para referirse a la situación de la
frontera Ciudad Juárez-El Paso:los matrimonios mal avenidos,
que se soportan y malquieren bajo la certidumbre de que el
divorcio definitivo implicará la muerte... Muy cierto esto
último. A nivel mundial muchos de los crímenes contra mujeres
han sido perpetrados por el creído dueño-esposo-agresor que
se negó a darle el divorcio a su objeto-propiedad-esposa. Los
asesinatos contra mujeres y otros puntos iguales se exponen
en “Anotaciones a Cosecha de mujeres de Diana Washington
Valdez”.
[16]La atención más difícil de acaparar a nivel mundial -por
los numerosos juegos electrónicos, usos de computadoras y
demás avances tecnológicos- es la de los niños y las niñas
con/sin recursos quienes están muy lejos de brindarles
incluso su preciado tiempo a los pequeños decires literarios.
[17]Ciudad Juárez: una frontera en crisis(2004), publicación
en la cual se recopilan ocho trabajos del periodismo joven de
la frontera Juárez-El Paso. La periodista Cinthia Camacho se
refiere a la competencia entre algunas ONG´S, particularmente
alude a la Casa Amiga de la activista Esther Chávez Cano
quien entra en pugna con el pintor danés Gino D´Artalia
porque no quiere compartir los cuantiosos donativos asignados
a ayudar a las familias de las niñas, jóvenes y mujeres
“muertas”, información documentada en el reportaje: “ONG´s en
Ciudad Juárez generan confusión y desconfianza”.

37
[18]Si esto fuera Verdad, hoy en día los y las investigadoras
de otros países no podrían estudiar las culturas maya y
azteca, o las eras de la Nueva España e Independencia, por
dar algunos ejemplos, porque ni siquiera son de esos tiempos.
Recordando lo dicho por Huberto Batis de que tiempo atrás
Agustín Yáñez le había aconsejado que tuviera mucho cuidado a
la hora de criticar duramente los trabajos de colegas con
cierto poder porque podrían tomarla contra él y perjudicarlo
en su futura profesión. Al paso del tiempo Batis ha podido
comprobar que Yánez tenía razón, pues ha pagado con creces el
haber criticado hace muchos años un artículo de Fernando
Benítez, profesor universitario del Depto. de Filosofía y
Letras de la UNAM que aún vive. Seguramente si éste hubiera
sido criticado por un gay, una “mujer” o una lesbiana, los
obstáculos para evitarle un ascenso hubieran sido
inenarrables! De estas “mafias literarias” compuestas por
gru-pillos de seudointelectuales da cuenta Enrique Serna en
El miedo a los animales, texto mencionado en “La crónica
policial del periodista-detective:Sergio González Rodríguez”.
[19]Cuando a este cantautor le preguntaron en una entrevista
sobre su orientación sexual respondondió sin tapujos: "lo que
se ve, no se pregunta". Para nadie era un secreto en México
que Juanga es homosexual, sobre todo después de que su
exsecretario, Joaquín Muñoz, publicara en 1985 su biografía
no autorizada con fotografías muy explícitas en las cuales
está con acompañantes menores de edad y que el propio Muñoz
admite habérselos llevado al cantautor, era una especie de
reclutador de jovencitos para postrituirlos. La popular
canción Noa, Noa del hijo adoptivo de Juárez es una apología
a los gays.
[20]En el apartado I: “Pero a todo esto, cuáles muertas” se
estudia Las muertas de Jorge Ibargüengotía, entre otros
textos relacionados con el tema.

38
I

Pero a todo esto, ¿cuáles muertas?

A Juaritos
Raúl Matute

...son las muertas de Barrio...Ahí


están...revolcándose en sus tumbas,
en la bolsa en que las dejó...
Patricio Martínez García, Gobernador
Priísta del Estado de Chihuahua(1998-2004)

Por supuesto que no son las 'muertas de Barrio'


...el gobernador está psicológicamente desajustado...
Francisco Barrio Terrazas, Gobernador Panista del
Estado de Chihuahua (1992-1998)

En 1977 la editorial Joaquín Mortiz publicó Las muertas


del autor intelectual Jorge Ibargüengoitia quien fuera
originario del Estado de Guanajuato, México. Antes del primer
capítulo de la obra él mismo anuncia que "algunos" hechos son
reales menos los personajes. Con este nada fortuito aviso se
irán anulando los límites entre los acontecimientos ficticios
y los, supuestamente, relacionados con los crímenes contra
jóvenes sin recursos prostituidas en San Francisco del
Rincón, Gto. Autoridades de este lugar habían protegido a las
hermanas González Valenzuela alias “las Poquianchis”[1] hasta
el 12 de enero de 1964.
Al preguntársele a Ibargüengoitia por qué había escrito
Las muertas, contestó que sobre el caso se habían difundido
muchas mentiras que evidenciaban "todas las taras del
periodismo: sensacionalismo, morbosidad, pasiones". Por ello,

39
para escribir su obra tomó información de los expedientes y
de lo que no se había divulgado en los medios masivos con el
propósito de reflejar su propia “visión”. Tampoco al autor le
pareció conveniente entrevistar a las Poquianchis en la
cárcel si: “ya habían sido condenadas y hubiera sido
imposible hablar con ellas”. En la situación en la que se
encontraban las hermanas González Valenzuela, difícilmente le
habrían contado a Ibargüengotia "los hechos" sin manipularlos
e inventarlos a su favor.
Otro de los factores primordiales para la creación del
texto basado en los supuestos hechos de las hermanas González
se encuentra en el título de la obra. El autor de Dos
crímenes(1979) había enfatizado que: "nadie pudo recordar el
nombre de una de las muertas". Asimismo, hizo hincapié en su
interés por leer la "nota roja con frecuencia sin ser
sanguinario ni...morboso" [ya que] presenta...un panorama
moral de nuestro tiempo y ciertos aspectos del ser humano que
para el hombre común y corriente son...desconocidos,
resaltando el autor que era más probable morir en manos de un
"fanático", a ser campeón de "la carrera de los cien metros
planos o...diputado".[2] Contra toda predicción verosímil, el
guanajuatense muere en un accidente aéreo; las probabilidades
de perder la vida como el famoso cantante John Lennon se
revirtieron en aquel insospechado 27 de noviembre de 1983.
Ibargüengoitia ya había adelantado en Estas ruinas que
ves(1975) que estaba escribiendo sobre las Poquiachis, pero
Las muertas sale a la luz pública trece años después de
haberse puesto al descubierto el caso del género rojo[3] más
difundido en el México aún presidido por Adolfo López
Mateos(1958-1964). El incidente que retuvo la atención de la
ciudadanía del país mediante diveros medios de comunicación
electrónicos e impresos, estos últimos como la revista
semanal Alarma!, la cual llegó a vender con el escándalo
millones de ejemplares al mes, dio lugar a historietas,
corridos y en 1976 a la película Las Poquianchis del cineasta
Felipe Cazals –quien aseguró a un diario capitalino que a
Ibargüengoitia le había disgustado el adelantado estreno de
su película-, entre otras formas de expresión relacionadas
con lo sucedido en Guanajuato.
Algunos de los primeros filmes mexicanos del género rojo
podrían ser La banda del automóvil gris(1919) de Germán Camus
estrenada tres meses antes que El automóvil gris(1919) de
Enrique Rosas. Las dos cintas exponen los atracos de una
banda de asaltantes con uniformes de militares que operó de
1913 a 1915, habían llegado a atemorizar a los habitantes
acaudalados de ese tiempo. Un detective es el que descubre a
los transgresores de la ley: en la primera cinta se le llama

40
Maclovio, en la segunda es el mismo investigador del caso
real Juan Manuel Cabrera. Luego de ser arrestados los
culpables se les fusila menos al cabecilla Higinio Granda
quien era un expresidiario español. Según algunos estudiosos,
el final de la película de Rosas es la escena real que el
director había filmado en su momento, también se han puesto
en duda si algunos asaltantes eran exsoldados, si el
automóvil era de color gris, entre otras.
Ahora bien, críticos/as especializados/as en el género
policiaco –varios de ellos todavía se contradicen sobre la
existencia de uno en México- han querido clasificar sin mucho
éxito Las muertas bajo las estructuras clásicas y/o negras; a
éstas últimas Jorge Luis Borges las denominó "violencias
sexuales". Hace algunos años el periodista Federico Campbell
dijo que las clasificaciones académicas o no suelen ser una
"manía", especialmente cuando le asignan un color a "las
novelas". Para este también nada tradicional narrador
tijuanense "la criminal mexicana" debería ser reconocida de
forma "arbitraria" como la "novela roja", pues llevaría el
color con el cual la gente del país asocia "la sangre y los
hechos de sangre" de "las páginas policiacas" de diarios
llamadas -absurdamente, dice el autor- "nota roja".[4] Además
ironiza con los posibles títitulos del futuro nacimiento de
dicha novela, que para él sería hiperrealista porque está
seguro de que en ella todavía no se escriben los verdaderos
nombres de los personajes, sugiriendo:Personas desaparecidas,
El autor intelectual, Cárceles clandestinas, La reina de las
pruebas. En este momento sería conveniente recordar que los
componentes más elementales de textos indefinibles, como
Asesinato. El doble crimen de los Flores Muñoz(1985) de
Leñero cuyos personajes sí tienen “nombres verdaderos”,
siguen siendo un dolor de cabeza para los estudiosos que
quieren clasificarlos.
Y el género rojo no ha sido sólo parte de “las páginas
policiacas” de medios impresos; ya desde las ejecuciones
públicas de los inquisidores de la Nueva España había
ciudadanos interesados en los espectáculos sangrientos
-fueran o no sanguinarios y morbosos, habría dicho el autor
de Las muertas. En respuesta a las aseveraciones de Campbell
existen los posibles orígenes del género rojo azteca, de
entre los cuales se encuentran las noticias rojas de la
Inquisición, que han puesto en jaque los creídos espacios
literarios y los del mismo género policiaco negro
estadounidense. Prueba de ello son las primeras hojas
volantes, las narraciones de Riva Palacio y las de Payno con
sus bandoleros-policías inevitablemente fronterizos; o los
corridos mexicanos en los que se han novelizado las hazañas

41
de delincuentes decimonónicos y hasta la fecha las de
narcotraficantes, incluyendo la imaginaria "Reina del Sur" de
quien el narrador Arturo Pérez Reverte y el grupo musical
mexicano "Los Tigres del Norte" dieron sus propias versiones.
Decía la conocida narradora, crítica y abogada María
Elvira Bermúdez, a quien un día Monsiváis le confesó no
citarla a veces en sus conferencias relacionadas con lo
policiaco, que Entre las novelas de acción y los escuetos
thrillers hechos en México no hay una línea divisoria,
refiriéndose en particular a Complot mongol de Rafael Bernal
y a La cabeza de la hidra de Carlos Fuentes. Para la autora
mexicana de tantas obras de un género sumamente discordante
de los códigos estadounidenses, ingleses y franceses: el
abordaje de lo policiaco en la narrativa[azteca] ha sido
esporádico, exiguo y, en ciertos casos, híbrido. Conforme a
Bermúdez, algunos de los textos que ejemplifican el
“hibridismo”, a los cuales preferimos llamar fronterizos
porque se encuentran entre esas “líneas divisorias”
inaprehensibles, son: Pretexta(1979) de Campbell, Crimen sin
faltas de ortografía de Malú Huacuja, Asesinato de Leñero,
Carta del más allá de Torcuato Luca de Tena, El callejón del
muerto de Luis Méndez Asuncio, Dos crímenes y Las muertas de
Ibargüengoitia; incluso estudiosos han llamado al libro de
Leñero "novela sin ficción".[5] Por su parte, el autor
mexicano galardonado con el Novel de Literatura puntualizó en
relación al controversial texto Las muertas lo siguiente:

Ibargüengoitia, sin inventar nada o apenas nada, hace


del relato de esos hechos no una crónica periodística
ni un estudio de sociología criminal sino una obra de
arte.[...]Al acabar el libro, respiramos y, no sin
hipocresía, nos decimos: ¡Parece mentira![...]La
historia que nos cuenta...no sólo no es verosímil, a
pesar de ser real, sino que nos parece
increíble.[...]Serafina, la madrota ¿es una criminal o
una apasionada? ¿La pasión la lleva al crimen? ¿O el
verdadero nombre de esa pasión es pasividad? [...]...las
pasiones –la avaricia de Arcángela, la sexualidad de
Serafina- están enlazadas a las instituciones, las
clases y los poderes sociales.[...]...es...el relato de
un crimen y el retrato de un México, uno entre los
muchos que componen nuestro país.[...]Al leer ciertos
pasajes de Las muertas...los más crueles y terribles, no
podemos evitar la risa.[...]La risa es una defensa
contra lo intolerable. También es una respuesta al
absurdo.[...]Si aceptamos que la realidad es dudosamente
real y que, además, es absurda y, por lo tanto, risible,

42
¿cómo podríamos decir que Serafina es culpable o que
Arcángela es criminal? Jorge Ibargüengoitia es uno de
los mejores novelistas hispanoamericanos y Las muertas
es una de sus mejores novelas.

Otras publicaciones mexicanas anteriores a Las muertas y


que también le dieron un giro de trecientos sesenta grados a
lo literariamente correcto en el país fueron, sin lugar a
dudas, Ensayo de un crimen(1942) de Rodolfo Usigli quien
fuera un excelente maestro de Ibargüengoitia, Crímenes
ejemplares(1957) del español radicado en el país azteca Max
Aub, Los albañiles(1964) de Vicente Leñero, De perfil(1966)
de José Agustín, Complot mongol(1969) de Rafael Bernal, Chin
chin el teporocho(1971) de Armando Ramírez, La noche de
Tlatelolco(1971) de Elena Poniatowska, entre varias más de
las cuales algunas refutan la Verdad con mayúscula. Por
ejemplo, en La noche de Tlatelolco se hace mediante el uso de
varias formas discursivas ajenas a los parámetros literarios
convencionales del occidente, siendo una de ellas el
testimonio. Y a través del texto Los albañiles, hecho
película en 1976, se presentan diferentes versiones que en
ocasiones los trabajadores cambian en relación al asesinato
del velador de una construcción, cada uno tenía motivos para
asesinarlo; al final no se sabe quién es el homicida o si
murió el velador. De los textos publicados en Argentina
destacan así mismo las interacciones con géneros fuera de los
límites literarios de entre los cuales se encuentran Los
lanzallamas(1931) de Roberto Arlt, "La muerte y la
brújula"(1942) de Borges, El túnel(1951) de Ernesto Sábato,
la supuesta primera "novela sin ficción" latinoamericana
Operación masacre(1957) de Rodolfo Walsh, Boquitas
pintadas(1969) de Manuel Puig o la publicación en el formato
de historieta Fantomas contra los vampiros
multinacionales(México 1975) de Julio Cortázar. Desde Cuba se
lanza Tres tristes tigres(1965) de Cabrera Infante. Puerto
Rico deja oír a un ritmo sonoro La guaracha de Macho
Camacho(1976) de Luis Rafael Sánchez. Y el catalán Eduardo
Mendoza había publicado, según críticos nacionales e
internacionales, su inigualable obra La verdad sobre el caso
Sabolta(1975). En el texto mendociano se van confrontando las
pugnas sociopolíticas en Barcelona surgidas después de la
primera guerra mundial, y es a través de notas periodísticas,
citas de libros, expedientes policiacos, entre otros
elementos, que se van exponiendo diferentes versiones en
relación a esa era y al asesinato del personaje Savolta quien
se dice era en vida real un exitoso empresario. La obra de
Mendoza sale a la luz pública en el mismo año que

43
Ibargüengoitia se adelanta a anunciar en Estas ruinas que ves
lo relacionado con "las madrotas asesinas" de "Pedrones" en
donde dice que para escribir la historia había juntado entre
otras cosas "las fotos de las putas, la historia de los
burdeles", coincidiendo de este modo con los discursos
narrativos no tradicionales de sus antecesores, entre ellos
Leñero, Poniatowska y el catalán Mendoza. En cuanto al tema
de la prostitución, ya había reaparecido en varias obras
latinoamericanas como El lugar sin límites(1966) de José
Donoso y Pantaleón y las visitadoras(1973) de Mario Vargas
Llosa. La obra del chileno tiene de madame a un travesti que
regenteaba el burdel de una población no urbana y es
asesinado a golpes por un homosexual en el clóset que se
sentía atraído por la Manuela. Años después de haberse
escrito la obra se hace película en México; la dirige y hace
la adaptación Arturo Ripstein esto último junto con Manuel
Puig. En el texto de Vargas Llosa se le asigna al capitán del
ejército Pantaleón Pantoja, hombre "sin vicios", la labor de
estar a cargo de un centro de "visitadoras" para los soldados
en la zona selvática Iquitos, la narración se va dando por
medio de humorísticas transmisiones radiofónicas, del género
rojo, cartas, himnos, entre otras formulaciones discursivas
no tradicionales –algunas usadas anteriormente por Arlt y
Puig- para exhibir el actuar del ejército nacional que
refleja la situación sociopolítica y económica del país del
propio autor.
A los inicios del siglo XX en México se había publicado
con mucho éxito Santa. La historia gira en torno de una joven
de zona rural que es burlada por un soldado, su familia la
corre de la casa, por lo que se va a la capital donde cae en
la perdición de los vicios citadinos, se vuelve prostituta y
después muere de cáncer. En el año de 1932 la obra de
Federico Gamboa se lleva a la pantalla grande, y en 1978 se
hace una telenovela que protagonizó la actriz mexicana Tina
Romero. Durante el sexenio del presidente Miguel Alemán(1946-
1952) predominaron las películas de rumberas de origen
humilde en donde se mostraba la vida nocturna de los cabarets
al servicio de las clases pudientes. En los años que Luis
Echeverría Álvarez(1970-1976) presidía México con su lema
"Arriba y Adelante", quien además buscaba rescatar lo popular
del país y reelegirse, nació una corriente de películas de
ficheras de muy bajos presupuestos donde no faltaron las
clásicas tipificaciones de homosexuales, las jóvenes mujeres
con poco ropa o desnudas y los hombres albureros sin los
esperados atractivos visuales masculinos. La fórmula
populachera de estas películas la retoma José López
Portillo(1976-1982) a través de su hermana Margarita quien

44
queda al frente de la Radio, Televisión y
Cinematografía(RTC). La primera cinta de ficheras del periodo
echeverrista fue Bellas de noche(1974), le siguió los pasos
Las ficheras(1976); en la era lopista se filmó Pantaleón y
las visitadoras, entre varias más. El mismo cineasta Indio
Fernández, muy aparte de los productores de las películas de
ficheras, escribe la historia de un burdel, dejándole la
adpatación a José Revueltas; la fallida película llevó el
nombre de Zona roja(1975).
A lo largo de los años históricos se han observado en
las sociedades latinoamericanas que un gran porcentaje del
género masculino suele llamar "putas" o usar sus eufemismos
más conocidos -las de la vida galante, las de la vida fácil,
las del oficio más antiguo; representadas en varias películas
mexicanas de la Época de Oro- para señalar con el dedo a las
que transgredían las convenciones de la sociedad. La "puta"
tentadora, seductora y, por ende, pecadora se vincula al mito
bíblico de María Magdalena, la más nombrada a lo largo de la
Historia mundial y que por haberse arrepentido de sus
pecados, Cristo la salvó. Después de la conquista española,
el arrepentimiento de la seductora y tentadora Magdalena se
propagó en los valores instituidos por las familias católicas
mexicanas, incluso la Malinche-traidora-“puta” llegó a ser
una versión idónea para tratar de controlar a las mujeres de
la Nueva España. Conforme a la Biblia, al resucitar Cristo se
mostró primero ante Magdalena y las mujeres que visitaban su
tumba. Ningún apóstol sabía el día de su resurrección.
Magdalena era una mujer inteligente, el mismo Cristo lo
reconoce, guapa, acaudalada, viuda y sin familiares
protectores, de allí los rumores de su mala reputación. A
partir de Magdalena se difundió socialmente en países
latinoamericanos que las mujeres atractivas, sin dinero ni
preparación académica a lo único que podían aspirar era a
casarse con el mejor partido, continuándose con el antiguo
trueque de objeto-cuerpo-esposa por dinero-(muchas
veces)viejo y feo-esposo. En cuanto a la dualidad de virgen y
prostituta se difundió más con el Papa Julio II quien impulsó
un burdel sagrado en Roma, luego sus sucesores Leo X y
Clemente VII lo retomaron. De igual forma el Papa Inocente
III estuvo a favor de los burdeles en la capital romana;
llamaba a las prostitutas vírgenes solteras. Conforme a
especialistas en la materia, parte de las ganacias del
prostíbulo Papal se destinaba a las hermanas de la
congregación de Santa María Magdalena lo cual sugería que las
prostitutas y las monjas eran las mismas. También desde hace
siglos han existido, según los heterosexuales, "los" que no
coinciden con los roles asignados a su "género"; hoy

45
denominados de forma peyorativa "putos", “maricones”,
“jotos”, “puñales”, por ende, “femeninos”. Son crudas las
exposiciones de homosexuales en obras como la de Donoso y
otras tantas porque sus conductas son aún más repudiadas en
las sociedades machistas. Y es todavía más grave que los
"putos" se vistan de mujer. Por años la burla, la humillación
pública y los asesinatos de varios de ellos carentes de un
gran nivel socioeconómico e influencias en México –no sucede
lo mismo con el famoso cantautor homosexual Juanga a quien
siempre le celebran sus ocurrencias hasta los creídos “no
putos"- han sido pruebas fehacientes de una intolerancia
clasista hacia determinados grupos de orientación sexual
diversa. Uno de los escándalos más grandes en la era de
Porfirio Díaz, que se divulgó a través de medios impresos, un
grabado de Posada y un corrido musical, fue el de los 41
homosexuales arrestados en una fiesta por estar vestidos 19
de mujeres y 22 de hombres. Se dijo que el yerno de Díaz era
el número 42 pero tuvieron que dejarlo libre. A partir de
este suceso, el cuarenta y uno se utiliza en México para
señalar a los homosexuales. Siglos atrás Santo Tomás de
Aquino había creído que estando a favor de las prostitutas lo
sodomitas se acabarían. Contrario a los casos homofóbicos,
machistas y clasistas mencionados, surge la pregunta de si
alguna vez habría existido la posibilidad de narrarse otras
versiones de conocidos textos latinoamericanos con los
títulos de Putos asesinos y Memorias de mis putos tristes, o
la del ibérico dieciochesco “El arte de los putos”.
En la década de los años setenta del XX, el crimen se
había incrementado a la par de la población en el Distrito
Federal, sorprendiendo a sus habitantes y a los del resto del
país. Uno de los asesinatos más sonados de esa era fue el de
Jaime Antonio Huerdo Flores, joven drogadicto de 21 años,
quien había asesinado por dinero a su abuela y a la empleada
doméstica; los medios de comunicación lo llamaron “El
estrangulador de Coyoacán”. A mediados de 1975 se dio a
conocer el caso del narcotraficante cubano-estadounidense,
nacionalizado mexicano, Alberto Sicilia Falcón quien desde
1971 había introducido cocaína de Colombia a Estados Unidos
vía Tijuana, Tecate y Mexicali; su centro de operación era el
DF. Ya encarcelado se escapa en 1976 de la prisión con tres
de sus cómplices, saliendo a relucir los privilegios
carcelarios que tenían estos prisioneros al pagarle a
Edilberto Gil Cárdenas, entonces jefe de vigilancia de la
cárcel Lecumberri, cuantiosas sumas de dinero; después es
recapturado Sicilia Falcón. A éste se le llegó a vincular con
Arturo Durazo Moreno, jefe de la Dirección de Policía y
Tránsito del Distrito Federal del periodo lópezportillista.

46
En el año en que Sicilia Falcón se fuga de la cárcel se filma
la película El apando, argumento tomado de la obra homónima
revueltiana de 1969 donde se expone la corrupción carcelaria
y la violencia contra los presos, entre otras denuncias. Los
encargados de escribir el guión cinematográfico fueron José
Agustín, a quien la judía-mexicana Margo Glantz llamó uno de
los padres del presunto movimiento literario La Onda
-aseveración refutada abiertamente por aquél-, y el propio
José Revueltas autor de varios artículos del género rojo en
el periódico El Popular. Es evidente que las "innovaciones
narrativas" no nada más han exhibido los cambios
sociopolíticos, pues Las muertas se publica también un año
después de que el expresidente Echeverría Álvarez tomara por
sorpresa a, la hoy casi inexistente, clase media con una de
las devaluaciones del peso mexicano más recordadas. La furia
de este grupo socioeconómico se la heredó a López Portillo,
presidente del entonces único partido político que duró hasta
finales del siglo XX. Mediante el sexenio lópezportillista se
había empezado a delinear, para los siguientes sucesores
presidenciales, el teje y maneje del país azteca con el hilo
conductor de todos los tiempos: el-nar-co-trá-fi-co.
Es significativo que además de lo previamente expuesto,
Las muertas coincide con lo narrado en "La verdad sobre el
caso del señor Valdemar"; título parecido a la muy difundida
obra mendociana. En el relato de Edgar Allan Poe, el narrador
experto en hipnotismo, hace alusión a las mentiras difundidas
en torno al caso de su amigo el señor Valdemar, por lo que
decide lo siguiente:El momento ha llegado de que yo dé a
conocer los hechos -en la medida en que me es posible
comprenderlos-. Cuenta que se había propuesto hipnotizar a
alguien que estuviera a punto de morir para saber, entre
otras cosas, si la muerte seguía su curso. A sabiendas de que
a su buen amigo Ernest Valdemar le quedaba muy poco tiempo de
vida, le propone el trato y lo acepta. Después del trance
hipnótico el moribundo logra vivir más de seis meses,
sorprendiendo a sus dos médicos, enfermeros y al amigo.
Durante ese tiempo el hipnotizador le preguntaba a Valdemar
si estaba durmiendo, él al principio contestaba:ahora duermo.
¡No me despierte! ¡Déjeme morir así!", luego le decía "Me
estoy muriendo", "ahora estoy muerto", para casi al final del
relato pedirle urgentemente a su amigo que lo durmiera o lo
despertara porque sabía que su último día había llegado:¡Le
digo que estoy muerto![...]¡Muerto! ¡Muerto! Al tratar de
sacar al señor Valdemar del trance hipnótico, se le
"deshace", se “le pudre” entre sus manos ante la mirada de
los ahí presentes.

47
Ibargüengoitia, narrador, dramaturgo, crítico y
periodista adelanta lo que habría de ser la forma narrativa
por demás ambigua de Las muertas con su respuesta al ataque
que le hiciera Monsiváis por haber enjuiciado a Alfonso
Reyes:Los artículos que escribí son los únicos que puedo
escribir; si son ingeniosos es porque tengo ingenio, si son
arbitrarios es porque soy arbitrario, y si son humorísticos
es porque así veo las cosas. Quien creyó que todo lo que dije
fue en serio, es un cándido, y quien creyó que todo fue en
broma, es un imbécil. La esposa del autor guanajuatense decía
que Él era muy directo, por eso mismo tenía reputación de
tener mal humor.
Una génesis más amplia de LM se encuentra en la
entrevista que le hicieron a Ibargüengoitia a principios de
1978, a continuación se citan las partes más relevantes:

Lo que me interesa...es presentar la realidad según la


veo...El término comedia...significa algo muy concreto:
se trata de una visión parcial de las cosas, de ver la
realidad en un sesgo en el que todo es un poco grotesco
y presentarlo como tal. La comedia supone una simpatía
del escritor con el personaje...En Las muertas hay
ciertas situaciones que a muchos les da risa...Que
alguien crea que se puede curar a una persona
planchándola puede ser ridículo, pero la situación no
deja de ser terrible, porque están matando a alguien. Es
grotesco, pero no tiene por qué dar risa...Generalmente
trato de escribir sobre algo que me produce cierta
simpatía. En Las muertas...aparecen las hermanas Baladro
que son unas madrotas...a pesar de lo que hayan hecho,
tienen que tener una vida personal que sea
simpática...Pero todo tiene que estar justificado, tiene
que haber un equilibrio...Yo nunca he estado en un
burdel de manera tan consuetudinaria como para conocer
los enredos que hay entre las putas y las dueñas. Me lo
imagino[énfasis nuestro].

Según la información de los periódicos[sobre el caso de


las Poquianchis] todos los personajes eran espantosos.
Lo que me interesaba, entonces, era meter a esa gente en
la realidad, hacerla comprensible(énfasis nuestro) no
verla como los periódicos...decidí que lo que había que
hacer era volver a inventar la historia a partir de los
datos que tenía, de los periódicos y las actas del
proceso. Esto era mucho más interesante y, en el fondo,
mucho más cierto. Como digo en la primera página del
libro, los hechos son más o menos reales pero los

48
personajes son imaginarios. Porque no es la historia de
las Poquianchis sino la historia de unas señoras que yo
inventé, a las que les pasaron las mismas cosas que a
las Poquianchis.

Igual que el personaje-hipnotizador del Sr. Valdemar quien


empieza a contar “los hechos” “en la medida en que” [le] es
posible comprenderlos”, Ibargüengoitia trata de “meter a esa
gente[de Guanajuato] en la realidad, hacerla comprensible” en
su texto Las muertas. Para ello el guanajuatense se vale de
un obvio narrador imparcial que cuestiona distorcionando, al
estilo de los esperpentos valleinclanescos, la “Verdad
Oficial” (similares cuestionamientos había hecho Usigli en su
obra, gran maestro de Ibargüengoitia) que se difundió acerca
de las tres hermanas González alias las Poquianchis: Delfina,
María de Jesús y María Luisa. A lo largo de la obra el
narrador cuenta la historia a través de frases dubitativas y
las usuales de rumores, al mismo tiempo utiliza actas
ministeriales, careos, un telegrama, el género rojo, el
rumor, expedientes, una cuenta de indemnización, remedios
caseros, un libro de registro de cuentas, una fotografía, un
epílogo, apéndices y paréntesis en forma de acotaciones con
las cuales va re-construyendo hipotéticamente lo que no se
había publicado en los medios de comunicación masiva ni
escrito en los expedientes de las “madrotas”. La historia que
se va dando entre la ficción y la supuesta “realidad” –modo
narrativo ambiguo anunciado desde antes del primer capítulo
por el mismo Ibargüengoitia- empieza con la inconfundible
frase "Es posible imaginarlos" que llevará a la evidente
creación de numerosas posibilidades. De esta forma el
narrador imparcial va dando a lo largo del texto su “visión”
de los presuntos hechos, de lo que tal vez sucedió y no
sucedió; interrogantes que llevan a más interrogantes. Hay
que tener presente que el guanajuatense escribió LM porque de
acuerdo a él (su “visión”) se habían dicho muchas mentiras. Y
es precisamente a través del frecuente uso de expresiones
dubitativas que el narrador imparcial de la historia pone en
tela de juicio las divulgaciones oficiales sobre los crímenes
de las hermanas Baladro. Con ello le va proporcionando al
lector/lectora varios datos en forma de
“hipótesis”-“suposiciones” para que también pueda re-
construir “los hechos”, y así tenga su propia ”visión” que
quizá será inconclusa. Porque lo contado en el texto del
guanajuatense no tiene un punto final, nada es conclusivo;
las suposiciones anulan cualquier versión única. Tales
estrategias discursivas le sirven al narrador imparcial para
exhibir el reverso de sus personajes-teatrales que coinciden

49
con los esperpentos de Valle-Inclán mientras deambulan por
estructuras parecidas a acotaciones en LM. Según
declaraciones de Ibargüengoitia, él había intentado escribir
primero una obra de teatro sobre las hermanas González alias
las Poquianchis, pero terminó siendo el texto que desde su
publicación se conoce y estudia en varias partes del mundo.
Serafina y Arcángela son parte del revés y el derecho de
una supuesta sociedad tradicional, de funcionarios públicos
municipales y estatales, así como de policías parecidos a los
bandidos-policías de Payno que sin la protección de éstos las
hermanas incriminadas no hubieran reclutado a jóvenes,
algunas casi niñas, de escasos recursos de diversas regiones
mexicanas. Las dueñas de los burdeles, según se relata
especulando, las prostituían, las hambreaban, las maltrataban
físicamente y a algunas de ellas las habían asesinado. Sumado
a ello, se van poniendo al des-cubierto las formas erróneas y
arbitrarias en las que procedieron las autoridades
correspondientes y los medios masivos de comunicación que se
beneficiaron con lo sucedido en Pedrones: La primera noticia
del caso de las hermanas Baladro apareció en la página 8 del
Sol de Abajo, en una sección fija intitulada “Noticias de
Concepción de Ruiz. Con la llegada de las primeras hojas
volantes a la Nueva España, la explotación comercial de la
noticia se volvió el objetivo principal de los empresarios de
la información latinoamericana.
Algunas de las versiones contradictorias relacionadas
con los hechos del pueblo ficticio de Pedrones por más de
doce años, y que quedaron registradas en las actas del
Ministerio Público son: las de las afectadas, las de los
testigos “mirones”, Metinides los llamaría así; las de los
cómplices, las de los dos amantes de una de las madrotas -uno
era el capitán Bedoya-, y las de las propias trangresoras de
la ley -las hermanas Arcángela, Serafina y Eulalia Baladro.
Al mismo tiempo con este procedimiento oficial se va
exhibiendo la aún existente burocracia y los dudosos métodos
empleados por el Ministerio Público del país: Recogida la
declaración, levantada el acta y firmada, el agente hizo el
trámite de costumbre, que consistía en dar parte a sus
superiores, señalar a la presunta responsable y pedir al C.
Procurador del Estado de Mezcala que pidiera al C. Procurador
del Estado del Plan de Abajo que pidiera al agente del
Ministerio Público de Pedrones que pidiera al jefe de la
policía del citado pueblo, que aprehendiera a la señora
Serafina Baladro...
En la era echeverrista se había encarcelado al
narcotraficante cubano-estadounidense Alberto Sicilia Falcón
quien tenía su centro de operaciones en el Distrito Federal.

50
En LM se hace alusión al narcotráfico, a plantíos de amapola
y a los vendedores de droga siendo Humberto Paredes, el hijo
mayor de Arcángela Baladro, uno de ellos quien después muere
a tiros: el hijo de la señora era abastecedor de drogas; no
sólo era delincuente, sino que había sido denunciado y estaba
prácticamente preso. Igualmente se menciona el pasaje acaso
de un personaje ficticio funcionario público homosexual, el
licenciado Sanabria secretario particular del gobernador de
Mezcala, quien saca a bailar a Escalera, empleado de las
hermanas Baladro, en la inauguración del tercer burdel. Los
ahí presentes -líderes obreros, alcaldes, diputados
municipales y gerentes de la banca- se sorprendieron mucho al
verlos bailar un danzón; después Sanabria quiere seguir
bailando con otros "señores" invitados, pero ninguno acepta,
sintiéndose muy ridiculizado frente a todos los ahí reunidos
y culpando a las Baladro “por haberlo puesto en la
tentación”, en ellas cae la culpa y no en él, una especie de
Adán tontísimo y Evas tentadoras; después el secretario se
venga de las hermanas.
Las dueñas de los tres burdeles habían sido protegidas
por autoridades hasta la llegada del nuevo gobernador de Plan
de Abajo quien prohibió la prostitución en el estado e hizo
valer la "Ley de Moralización" aprobada en 1962:la
prostitución y el lenocinio hace delincuentes hasta a los que
entregan refrescos en los burdeles. Se dijo que esto había
afectado a muchas personas que dependían “directa o
indirectamente” de los burdeles, encontrándose de pronto
policías y varios funcionarios públicos con menos ingresos.
Pero a pesar de haberse clausurado los prostíbulos, las
Baladro siguieron con el negocio de manera clandestina. Ya en
la cárcel Arcángela y Serafina sentenciadas a treinta y cinco
años (y sin haberse aprehendido a ninguno de sus cómplices
con obvio poder e influencias) se buscaron nuevas formas de
ganarse la vida. Se dijo que siendo prestamistas habían
juntado mucho dinero, aludiéndose con ello a la corrupción en
los mismos centros carcelarios mexicanos. A las hermanas
Baladro se les acusó de:homicidio en primer grado...privación
ilegal de la libertad, maltrato físico y moral, posesión
ilegal de armas de fuego...corrupción de menores, lenocinio,
privación de ingresos a un tercero, dolo, ocupación ilegal de
una propiedad incautada, violación de las leyes de
inhumación, violación de las leyes de tránsito federal y del
Estado, y ocultación de bienes.
En 1964 medios impresos mexicanos como Alarma! y La
Prensa mantuvieron por días a sus lectores con el implícito
continuará sobre el seguimiento del proceso a las Poquianchis
y a sus cómplices de menor rango; no hubo condena para ningún

51
influyente cómplice de las hermanas González. Las estrategias
comerciales decimonónicas de empresas periodísticas que
publicaban novelas por entregas siguieron vigentes en Alarma!
y otros medios de comunicación masiva. Algunos de los
encabezados del popular semanario fueron: SECUESTRAN NIÑAS Y
JÓVENES PARA PROSTITUIRLAS!, ERAN INFERNALES LAS POQUIANCHIS,
LA JUSTICIA HA DESCUBIERTO LA BESTIAL HISTORIA, se les asoció
con el infierno y una bestia para deshumanizarlas con
respecto a sus delitos contra menores de edad. Las hermanas
González terminan con una sentencia de cuarenta años de
cárcel, dos mueren durante su encierro y de la tercera no se
sabe si logró salir con vida. En esta era el caso de las
Poquianchis se habría seguido a través de la televisión e
Internet.
Por otro lado, el escándalo de las hermanas González fue
tal en los medios masivos que tres años después del
incidente, Elena Poniatowska hace alusión en La noche de
Tlatelolco a la mayor de las Poquianchis quien desde la
cárcel le escribe una carta a su hijo. El activista Luis
González de Alba, uno de los líderes de 1968, asegura que la
autora miente con frecuencia, hasta en la forma de hablar de
muchos/as jóvenes de esa época, entre otros graves errores
detectados por el exestudiante en una de las obras aztecas
más estudiadas internacionalmente.
Un pasaje importante de la obra guanajuatense y que
coincide con un hecho real de los años cuarenta del siglo
pasado es cuando el inspector Teódulo Cueto, quien iba
caminando por uno de los corrales de los burdeles, nota que
una sección de tierra estaba recién movida por lo que les
pide a sus oficiales que escarben; al hacerlo se topan
primero con la mano de una “muerta”. Este descubrimiento al
azar tiene un gran parecido con la forma en la que se
encontraron, a finales de 1942, a las cuatro mujeres que
Gregorio Goyo Cárdenas había asesinado y enterrado en el
patio de su casa del DF. Según lo documentado en estudios, el
asesino de mujeres era un individuo muy feo, de cuerpo
amorfo, huesudo, miope, usaba bigotito, no tenía dinero y era
muy tímido, por lo que no tenía éxito con el “sexo opuesto”.
El investigador del caso más sonado de aquél entonces en
medios de comunicación mexicana, yendo por el patio de la
casa de Gregorio observó que en una área había tierra recién
movida por lo que empezó a escarbar con un palo, lo primero
que alcanzó a ver fue un pie de las mujeres asesinadas. El
estrangulador de Tacuba había estado encarcelado por 34 años,
pero debido a su buena conducta salió de la cárcel en 1976;
un año antes de que Ibargüengoitia publicara LM. Hoy en día
el multihomicida Goyo sería el reverso del exitoso y

52
millonario estadounidense Brad Pitt, actor considerado
atractivo en varias partes mundo.
Así mismo hay que tener en cuenta el sexenio en el que
Ibargüengoitia escribió LM. Echeverría(1970-1976) había
echado del medio impreso Excélsior a los periodistas que
exhibían sus arbitrarias formas de gobernar. Leñero da cuenta
del denominado “golpe” en Los periodistas(1978). Este
presidente vinculado con la matanza de Tlatelolco y de 1971,
quería entre otras cosas reelegirse. A él se debe el inicio
de las producciones de películas de ficheras en donde las
mujeres eran objetos sexuales del macho mexicano; fueron muy
taquilleras durante el mandato de Echeverría quien se había
propuesto rescatar a toda costa lo popular de México, después
le hereda el ciclo de ficheras a su sucesor López Portillo.
En LM Ibargüengoitia compara la putrefacción de los altos
mandos políticos de supuestas poblaciones tradicionales con
la de los espacios de tres burdeles de ínfima clase que
finalmente no podrían existir sin la complicidad de las
autoridades, los respetables consumidores y las dueñas de los
prostíbulos. El inventado y muy lejano microcosmos de
Pedrones(San Francisco del Rincón, Gto.) seguía más presente
que nunca en la macroera echeverrista.
En LM, además de salir a relucir el reverso de una
sociedad supuestamente tradicional, junto con las corruptelas
de las autoridades gubernamentales, policiacas y judiciales
del Estado de Guanajuato, se expone en tono irónico que la
prostitución y los vicios no son nada más asunto de las
grandes urbes según lo narrado por Gamboa en su inmortal
Santa(1903). En las poblaciones chicas también hay
“prostitutas” y burdeles protegidos por autoridades como los
de las hermanas González de los cuales en el texto uno
parecía más "un convento". De nuevo la dualidad ancestral de
virgen-prostituta, virgen-tentadora, virgen-demonia o
vírgenes solteras que así llamaba a estas últimas el Papa
Inocente III a las hoy denominadas trabajadoras sexuales o
sexoservidoras.
Al final de la obra guanajuatense se indemniza a las
nueve trabajadoras sexuales que quedaban, y después de haber
recibido el dinero se van por rumbos desconocidos. Cuenta el
narrador imparcial: "Nadie volvió a saber de ellas"; “la
verdad sobre el caso de las muertas", no dudaría en decirlo
Edgar Allan Poe. La historia termina con seis “APÉNDICES”,
los dos últimos regresan al título e inicio de la obra. El
apéndice titulado “5: La foto” es una fotografía real de 21
mujeres del caso Guanajuato publicada en el semanario
Alarma!, pero en LM se pone sin sus rostros, sin sus
identidades. Lo único que las identifica es un número –del

53
uno al once- en los supuestos rostros de Arcángela, Serafina
y las nueve trabajadoras sexuales indemnizadas. Fotografía
que coincide con el mismo título de la obra: incógnitas para
quedar de nuevo en más incógnitas; el propio Ibargüengotia
había dicho que "nadie pudo recordar el nombre de una de las
muertas", siendo el último apéndice del texto guanajuatense
la gran respuesta al engranaje maquinario de los espacios de
la prostitución-corrupción principalmente controlados por
funcionarios públicos:

El libro de Arcángela...fue encontrado en el cuarto de


ella en el Casino del Danzón. Se divide en tres partes.
En la primera aparece el estado de cuentas semanal de
las empleadas...La segunda sección se intitula Clientes
deudores. En ella aparecen los nombres de las personas
más respetables de San Pedro de las
Corrientes...intereses a razón del diez por ciento
mensual...Todas las cuentas están saldadas. La terecera
parte del libro se intitula entregas. Es lo que paga
Arcángela a las autoridades para estar en paz con el
municipio...diez pesos diarios a los policías que
estaban de turno en la cuadra, sesenta al Presidente
Municipal, sesenta al inspector de policía, etc.

Las tres partes del libro sintetizan los objetos-productos de


las Baladro a disposición de sus posibles consumidores,
quienes a veces eran deudores respetables de la población, y
que los prostíbulos no funcionarían sin la protección de las
autoridades; una de tantas cadenas existentes de corrupción y
explotación sexual comercial en México principalmente de
jóvenes menores de edad, entre ellos/as niños y niñas.
A través de las estrategias del narrador imparcial se ha
podido constatar que los límites entre los acontecimientos
ficticios y “reales” no son aprehensibles en Las muertas por
la simple razón de que hay numerosas versiones oficiales y no
oficiales contrapuestas unas a otras en forma de collage;
técnica del perspectivismo utilizada con antelación en Los
albañiles(1964) y La noche de Tlatelolco(1971). En la obra
que nos ocupa, cuáles versiones serían las más cercanas a los
hechos de Guanajuato de aquél 1964 y que fueron re-creadas en
tono dubitativo trece años después en LM.
No en balde, para los que han incursionado en el
periodismo, saben de sobra que la re-construcción de un hecho
sangriento o no conllevará a diferentes versiones sujetas en
muchas ocasiones a los intereses de un determinado grupo
poderoso socioeconómico, político, periodístico u otro,
sirvan de ejemplos la guerra provocada por el empresario

54
William Randolph Hearst, el 9/11 y la ejecución pública del
conductor de televisión mexicana Paco Stanley.[6] Otro
ejemplo contundente de reconstrucción de hechos violentos es
el relacionado con el crimen perpetrado contra el Gobernador
Ramón Corona en 1889 del cual el muy citado Luis Pérez Verdía
relata en "El asesinato del gobernador de Jalisco, Ramón
Corona"(1911) que el joven homicida, Primitivo Ron, después
de haber apuñalado al funcionario público dio uno pasos para
quitarse la vida con cuatro puñaladas en el corazón. Según
Pérez había asesinado al gobernador por ser un trastornado
mental. El Dr. Atl da otra versión en "Primitivo Ron"(1933).
Conforme a él, los móviles fueron políticos. El día que el
joven atacó al gobernador estaba con dos hombres que lo
esperaban en una de las esquinas donde tuvo lugar el
incidente, para después asesinarlo con varias puñaladas.[7]
Cuando críticos tratan de analizar el asesinato del
gobernador Corona separando el “periodismo” de la
“literatura” y de la Historia llegan a perderse en sus
propias afirmaciones, porque en las re-construcciones de
hechos sangrientos parecidos al mencionado se yuxtaponen los
históricos -en este caso los de 1889 vistos desde dos
perspectivas diferentes a intereses políticos- y los
ficticios ligados inevitablemente a la forma de contar del
diverso género rojo azteca, que en otras partes habrán de
llamar crónica roja/crónica policiaca a un elemento
fundamental de aquél. Pues ya de por sí la crónica
considerada literalmente un género híbrido o fronterizo
implica la unión de presuntos hechos reales y ficticios. Lo
han demostrado los numerosos estudios hechos a las crónicas
de Indias o las primeras “novelas históricas” mexicanas.
Además, son numerosos los estudios en los cuales aún hoy se
vierten juicios contra la paraliteratura, subliteratura,
literatura de masas, entre otras denominaciones similares,
pero que desde estos creídos discursos periféricos se siguen
mezclando de manera estratégica con la Literatura. En su
tiempo el genial Cervantes lo tuvo muy claro cuando escribió
el Quijote, y amén de los presuntos espacios literarios
exclusivos que el diverso género rojo ha ocupado por años y
sin pedirle permiso a nadie, aunque Luis Arturo Ramos haya
creído que el único lugar disponible para la “crónica
escandalosa y amarillista”[estadounidense?] es el de “las
páginas de policía”[nota roja mexicana?], olvidando el
veracruzano la existencia del mismo género en Internet,
radio, televisión, cine, videos-celulares, medios impresos
especializados, entre otras formas similares de
comunicación.[8]

55
Por otro lado, el asesinato del gobernador decimonónico
evidencia que la re-construcción de un hecho violento o no
definitivamente empieza a partir de la selección de lo que se
va a escribir, el título, los creídos datos principales e
interpretación de los hechos que se irán relatando conforme a
los intereses políticos, económicos u otros, o a la “visión”
particular de quien los emita. El narrador de “La verdad
sobre el caso del señor Valdemar” hace ver que contará su
historia porque de acuerdo a él:El momento ha llegado de que
yo dé a conocer los hechos -en la medida en que me es posible
comprenderlos-. Bernal Díaz del Castillo había dejado saber
desde el título Historia verdadera de la conquista de la
Nueva España(1568) la forma en la que contaría su versión de
los hechos, y lo hace utilizando la cuestionable palabra
“verdadera”, tal vez con el propósito de darlos a conocer en
la medida en que [le hubieran sido] posible comprenderlos en
una tierra muy lejana a la suya, de otros lenguajes, otras
culturas; de otras formas de vida. Contario a ello, en la
obra tijuanense Pretexta(1979) se exhibe la fabricación de
hechos divulgados en los medios de comunicación masiva y el
sabido embute(soborno) que reciben periodistas para que
alteren sus notas y no perjudiquen al Gobierno en turno. En
1822 el autor del Periquillo Sarniento criticó el hecho de
tener que ponerle a sus artículos periodísticos “títulos
escandalosos”.
Ahora bien, en el texto del guanajuatense, las hermanas
Baladro asesinan al parecer a seis de su mismo género, aunque
Los periodistas y el público en general hubieran querido
encontrar más cadáveres, los medios masivos y la gente del
Estado de Guanajuato les adjudicaron más a las González
Valenzuela, lo cual problematizaría en México el frecuente
uso del término femicide, compuesto de female y el sufijo
cide utilizado, según resgistros universitarios, en A
Satirical View of London at the Commencement of the
Nineteenth Century(1801) de John Corry y también en The
Confessions of an Unexecuted Femicide(1827) de William
MacNish. De acuerdo a la definición de Diane E. H. Russel,
femicide es "the killing of women by men because they are
women". Jill Radford agrega que hay "diferentes formas" del
término como "racist femicide", "homophobic femicide or
lesbicide". Esta crítica se contradice al usar el segundo
término porque, junto con Russsell, decide usar femicide en
lugar de homicide por derivarse éste del vocablo latino
hom(man)hombre.
Otro término anglosajón que se cuestionaría mucho en el
país azteca, si también se imitara, sería lesbicide el cual
Ruthann Robson usa en la edición de Russell, hoy conocida en

56
latinoamérica, Femicide. The Politics of Woman Killing(1992).
En Las muertas se alude al supuesto asesinato de una pareja
lesbiana, Feliza y Evelia, que pelean entre sí por unos
dientes de oro hasta caer del segundo piso de uno de los
burdeles de las Baladro. En las declaraciones de las
trabajadoras sexuales, una de ellas cambia su primera versión
diciendo que Arcángela y Serafina las empujaron. Acaso
lesbicide sería en español "lesbicidio", "lesbiacidio" o
"feminilesbicidio", por dar algunas traducciones cercanas al
término anglosajón, que por supuesto ocasionaría aún más
complicaciones en cuanto a la situación siociopolítica
divergente entre las mismas lesbianas mexicanas y demás
grupos no coincidentes con los roles tradicionales como
homosexuales(homosexualcidios?), bisexuales(bisexualcidios?),
transexuales(transexualcidios?), transgéneros(transgéneroci
dios?) del país azteca. Habría que preguntarle a Radford y
Robson si cuando una lesbiana blanca estadounidense sin
dinero asesina a una lesbiana blanca estadounidense
acaudalada es lesbicide, y si la afectada fuera chicana con
dinero, afroamericana musulmana, hindúamericana, en fin.
También surge la obligada pregunta de qué término se usaría
cuando la Mujer en contraste al Hombre, en una asumida
sociedad heterosexual, asesina a una lesbiana. De acuerdo a
Monique Wittig una lesbiana no es Mujer en una sociedad
tradicional. En México las que rechazan los convencionalismos
-o "se salen del huacal" dice Rosa María Roffiel en
Amora(1989)- se les califica de marimachos, tortilleras,
machorras, desviadas, anormales, entre otras denominaciones
peyorativas con las cuales el sabido discurso heterosexual
masculinista pretende degradarlas, anularlas, desautorizarlas
sociopolíticamente. Pero no nada más las lesbianas rompen los
moldes convencionales.[9] En El eterno femenino, escrito unos
meses antes de su trágica muerte en 1974,[10] Rosario
Castellanos cuestiona ironizando tales construcciones
socioculturales, y en "Lección de cocina" evidencia que si
una mujer casada de clase media, media alta persiste en
defender su "versión de los hechos" el esposo la creerá loca
-sobra decir que las de escasos recursos han tenido menos
oportunidades de alzar la voz y ser escuchadas-, de entre
varios ejemplos más de la talentosa narradora mexicana. Con
estos discursos contestatarios y diversos en México se
demuestra lo complicado que es incluso traducir e imitar en
mexicano terminologías anglosajonas rechazadas aún en foros
de feministas y no feministas estadounienses acaso también de
minorías.
Y bien, se ha observado que a través de la exposición de
los posibles orígenes del género rojo, el autor de Las

57
muertas no ha sido el único que problematiza los límites
entre la ficción y la supuesta realidad contada. El libro
rojo 1520-1867[11] es otro ejemplo de la fusión de lo creído
verdadero e inventado. A ello surge la pregunta de cuáles
versiones serían las más cercanas a los hechos sangrientos o
no de un determinado periodo socioeconómico, cultural,
político y religioso de México, si en el camino de los mismos
han deambulado los traficantes de noticias. Federico Campbell
da cuenta de las verdades que se fabrican en los medios de
comunicación azteca con el mero propósito de salvaguardar los
intereses del Gobierno en turno y los de los propios dueños
de las empresas informativas. Hace siglos Confucio tampoco
estuvo de acuerdo con las formas de propagarse las supuestas
verdades en tempranos modos de difusión de noticias, por ello
el día que ve en un calendario una frase del Gobierno de ese
entonces, decide cambiarle el verbo auxiliar: “hizo matar”
por “hizo asesinar”. Desde otras perspectivas no oficiales,
el hecho milenario de Caín mató a Abel pasaría, según la
visión y los intereses muy particulares de quien divulgara la
noticia, del primer "muerto"(fallecido, occiso, fenecido,
extinto) al primer "asesino" o "asesinado" de la era
cristiana.[12]

NOTAS
[1]Hay dos versiones en relación al origen del alias de las
Poquianchis, una es que el antiguo dueño del primer burdel de
las González era un homosexual a quien le decían el
poquianchi, heredándolo de esta manera; la segunda se cree
que por ser las hermanas de caderas anchas se les decía las
poquianchis; una interpretación en mexicano sería poqui(to)
anchi(ta)s.
[2]Para quienes hemos estudiado obras de Ibargüengoitia,
llegaremos a citar de algún modo lo que el guanajuatense
declaró en relación a la nota roja y/o las hermanas González
alias las Poquianchis. Monsiváis menciona una breve parte de
lo vinculado con el género rojo en uno de sus libros.
[3]En el presente capítulo se usa género rojo en respuesta a
las declaraciones sobre la nota roja que hizo el narrador
tijuanense Federico Campbell; sus posibles orígenes se
exponen en la Introducción.
[4]Para Campbell la novela roja no ha nacido todavía en
México, en caso de que ya existiera tendría serios problemas
con la novela roja española relacionada con el socialismo.

58
Parecidas discusiones surgieron en torno a la novela negra
policiaca estadounidense y la novela negra gótica inglesa.
[5]Es preciso aclarar en este apartado que es María Elvira
Bermúdez y no Vicente Francisco Torres quien da a conocer 22
horas de Margos de Villanueva, Corrientes secretas de Rosa
Margot Ochoa y Crimen de color oscuro de Ana María Maqueo. Y
es el propio Bajtín –y no el veracruzano Luis Arturo Ramos-
quien dice que cuando un género se empieza a parodiar es que
se ha agotado y necesita transformarse, evolucionar. El
célebre narrador Manuel Vázquez Montalbán había hecho algunas
declaraciones al respecto, incluso había retomado lo que
otros autores dijeron siglos atrás en relación al violar las
reglas de un género. También conocidos críticos españoles –y
no Luis Arturo Ramos- dijeron hace décadas que se estaba
publicando una narrativa de cuadros de costumbres con la
etiqueta de novela negra.
[6]En la parte de la Introducción se amplía sobre estos
incidentes mediáticos.
[7]Los dos relatos se citan en una antología de Monsiváis.
[8]Ramos lo asegura en su artículo "Las fronteras genéricas:
cuento, novela, crónica" presentado en la Introducción. Las
declaraciones que aquí hace sobre el género rojo son
parecidas a las de Federico Campbell arriba citadas.
[9]El texto Dos mujeres de la judía-mexicana Sara Levy
Calderón es otra manifestación del lesbianismo en México, el
título ya es de por sí polémico si se contrasta con las
grandes diferencias de las consideradas mujeres en sociedades
supuestamente heterosexuales. En cuanto a los términos
anglosajones femicide y lesbicide, junto con las dificultades
que éstos presentan en el país, se estudian en el apartado
cuatro: ”La crónica policial del periodista-detective: Sergio
González Rodríguez”.
[10]Rosario Castellanos era embajadora en Israel donde se
dijo que accidentalmente había muerto electrucutada con una
lámpara. En México se cuestionó mucho la forma en la que
supuestamente murió.
[11]El libro rojo de los coautores mexicanos Vicente Riva
Palacio y Manuel Payno se presenta en la Introducción.
[12]Tales cambios de perspectivas se detallan en el capítulo
III.

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