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INTRODUCCIÓN
La reactivación económica medieval adquirió una
significativa fuerza en las ciudades italianas y en los territorios de
la casa de Borgoña. Aunque la peste de mediados del XIV
supuso un grave quebranto para la población y la economía
productiva de las ciudades no logró desbaratar las redes
comerciales establecidas, de tal forma que en el siglo XV una
franja que cruzaba Europa de noroeste a sudeste se convertía
en territorio apetecido por los diferentes monarcas y señores
feudales y en modelo a imitar por todos.
El desarrollo económico se había basado en unos
sistemas de trabajo (en los que el gremio perdía cada vez más
importancia en favor de las labores individuales) y unas técnicas
comerciales (ferias, letras de cambio) que preludiaban el
capitalismo; al mismo tiempo toda Europa, en especial los reinos
hispánicos, se lanza a la búsqueda de caminos diferentes para
acceder a los mercados orientales, cerrados a partir de la toma
de Constantinopla por parte de los turcos, lo que sería, en última
instancia, el acicate para la expansión colonial europea a partir
del siglo XVI y la desaparición del Mediterráneo como centro
económico europeo.
Simultáneamente a este proceso, los monarcas de
algunos de los territorios europeos (Francia, Inglaterra, Península
Ibérica, principados italianos) están empeñados en acentuar su
poder sobre la nobleza y en configurar un estado en el que el
monarca se convierta en el detentador del poder efectivo y no
sólo del nominal dando paso a lo que conocemos con el nombre
de monarquías autoritarias.
Toda esta situación se vio acompañada, a nivel
intelectual, por un intento de recuperación de la pureza de la
lengua y de las disciplinas de la antigüedad clásica, en especial
la latina. Por eso hablamos de Renacimiento, porque se producía
un intento consciente de volver al pasado para, desde allí,
propiciar una nueva edad de oro para la humanidad. Aunque no
desapareció la escolástica, fue la recuperación del platonismo,
en la que intervinieron intelectuales bizantinos (Concilio Unionista
de Ferrara y Florencia) desde la primera mitad del XIV, la nota
más novedosa desde el punto de vista cultural. El desarrollo de la
imprenta permitió una mayor rapidez en la difusión de las
novedades intelectuales y un acceso de poblaciones más
numerosas al mundo de la cultura.
La nueva sociedad comenzó a destacar el papel del
individuo y las propias naciones por encima del ideal de la
"universitas cristiana" en el acontecer histórico; el hombre (texto
1), considerado como un microcosmos dentro del macrocosmos
de la creación, era alabado en sus logros al tiempo que se era
comprensivo con sus limitaciones (texto 2); este intento de
explicación de todo a través del antropocentrismo, por oposición
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Arturo Caballero
Renacimiento en Italia
al teocentrismo medieval, es lo que denominamos Humanismo.
Íntimamente ligado al individuo se encuentra el nuevo
modelo político que se propugna; la recuperación del concepto
clásico de "virtus", terminó por justificar la razón no tanto del
estado como la del soberano.
Se valoraron las posturas racionalistas por encima de la
autoridad, actitud que provocó el enfrentamiento con aquellos
que basaban su dominio en la pervivencia de la tradición, como
podía ser la Iglesia que vio en peligro su poder por el
cuestionamiento sistemático no sólo de la interpretación sino del
propio texto de las escrituras.
La propia iglesia se encontraba en una situación bastante
débil desde el punto de vista moral. Junto a dignatarios
ejemplares hubo otros más preocupados por lo temporal lo que
unido al surgimiento del nacionalismo y a las posturas
racionalistas iba a plantear serios problemas a la institución.
A pesar de todas las contradicciones, los ideales del
Humanismo y del Renacimiento, surgidos en Italia desde
mediados del siglo XIV pero operativos desde principios del
siguiente, comenzaron a dar sus frutos en el resto de Europa en
las últimas décadas del XV y primer cuarto del XVI.
Sin embargo, a finales del primer tercio del s. XVI, toda
Europa se vio envuelta en una situación crítica que iba a
caracterizar el resto de la centuria.
Desde el punto de vista intelectual, el humanismo
demostró sus carencias y la dificultad para llevar a la práctica un
ideal basado en la confianza en el hombre. El desarrollo del
individualismo condujo a los espíritus críticos con la situación que
vivía la iglesia, como a Erasmo, a una serie de ataques (que
llegarían a ser hasta físicos como el episodio del Saco de Roma
de 1527, por parte de las tropas de Carlos V, que horrorizó a
media cristiandad) que terminaron siendo aprovechados por
quienes (Lutero, Calvino) deseaban una ruptura con Roma en su
búsqueda de una religión más vinculada a lo personal; los
príncipes imperiales vieron en esta situación un buen momento
para librarse de la tutela del emperador que, además, continuaba
sus luchas contra Francia por el dominio de Italia. También
Inglaterra se desmarcaba de la tutela de Roma y, a mediados de
siglo, lucharía con España por el dominio de las rutas
comerciales del Atlántico. Algunos territorios de los Países Bajos
aprovecharon las disputas religiosas para buscar su
independencia de los Habsburgo, muy centrados en España
desde la llegada al trono de Felipe II.
Económicamente Europa cayó en los desequilibrios
monetarios debidos al aumento de precios a causa de la llegada
de metales preciosos de América, hecho que revolucionó la
teoría y la práctica económica del momento.
Una situación crítica de la que se saldrá cuando se
reorganicen las zonas de influencia a nivel político y económico
de Europa a finales del XVI.
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Arturo Caballero
Renacimiento en Italia
PERIODIZACIÓN
Aunque en esencia deberíamos de hablar de un
movimiento cultural extendido por toda Europa, pensemos que el
mayor intelectual del momento -Erasmo de Rotterdam- es
holandés, no debemos olvidar que fue en Italia donde se
sentaron las bases de la nueva sensibilidad, especialmente a
nivel artístico.
Es un periodo que en sus primeros momentos coincide
con el desarrollo de la pintura flamenca lo que hace a muchos
historiadores incluir dentro del Renacimiento a pintores como
Van Eyck, Van der Weyden, Van der Goes (de quienes, por
cierto, coleccionaban obras las grandes familias italianas); sin
embargo, aunque la situación socioeconómica que se produce
en Flandes e Italia sea muy semejante, las manifestaciones
artísticas respondían a planteamientos conceptuales diferentes
(texto 3) resultando más innovadores los italianos como
demuestra el hecho de la italianización de la pintura flamenca a
lo largo del XVI y no al contrario, aunque también se dieron
influencias en sentido inverso como lo prueba el hecho de que
los italianos ya habían aceptado desde finales del XV el uso del
óleo.
Se ha considerado tradicionalmente que en Italia hay dos
centros fundamentales: para el siglo XV Florencia y para el XVI
Roma; sin rechazar lo que resulta evidente, no debemos olvidar
que esta visión debe ser matizada incorporando nuevas ciudades
y cortes como la Mantua de los Gonzaga, el Urbino de los Este,
Bolonia, Ferrara, Milán, Nápoles, Venecia. En todas ellas brilló,
con sus peculiaridades, el espíritu de renovación que caracteriza
el periodo.
Respecto al desarrollo temporal se suele dividir la época
en tres momentos: El Quattrocento o Bajo Renacimiento, el
Clasicismo o Alto Renacimiento y el Manierismo.
Durante el Quattrocento, que abarca casi todo el siglo
XV, las ciudades italianas, con Florencia como centro más
destacado, parecen rivalizar por obtener el aspecto más bello
para sus iglesias y palacios; se van recuperando, aunque de
forma libre, los modelos de la antigüedad (Brunelleschi, Alberti),
se consigue plasmar de forma comedida la expresión de las
acciones y los sentimientos (Masaccio), se desarrolla el sistema
de representación basado en la perspectiva (Ucello, Piero della
Francesca) y se logra un ideal de belleza amable (Botticelli). A
finales de siglo comienza la difusión por el resto de Europa de
estos innovaciones.
A caballo entre los siglos XV y XVI los artistas parecen
interesados en la codificación formal de todos los logros de la
centuria anterior a lo que contribuye la fuerte personalidad de
creadores como Bramante, Leonardo, Miguel Angel, Rafael,
Tiziano; es el momento clásico por excelencia de todo el periodo
y por eso, además de Alto Renacimiento, lo denominaremos
Clasicismo; algunos de sus ideales se mantuvieron en zonas
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Renacimiento en Italia
italianas como el Véneto a lo largo del XVI.
A partir de la década de los treinta del siglo XVI, la
reiteración de los modelos de los grandes maestros (Vasari,
Giulio Romano, Palladio), el escapismo (Pontormo,
Parmigianino) o la profundización en las contradicciones
(Brueghel) de la crisis que está viviendo Europa junto con
algunos intentos de solución (El Greco, Vignola, Herrera) abre
paso a un tipo de arte muy diferente al de las épocas anteriores
al que conocemos con el nombre de Manierismo. En este
periodo muchos de los ideales del Renacimiento ya se han
internacionalizado.
ARTISTAS Y PATRONOS
Es un lugar común mencionar la época del Renacimiento
como la que sirve al artista para tomar conciencia de sí mismo y
liberarse de las ataduras medievales para equiparase en
importancia a las profesiones llamadas liberales.
Aunque esta aseveración pueda ser válida, como punto
de partida y de forma bastante más limitada de lo que se cree,
conviene matizar algunos de sus aspectos. Existen artistas
medievales que nos son perfectamente conocidos, no tanto en
su vida y detalles como en sus realizaciones; algunos de ellos
llegan a retratarse en lugares tan significativos como el Pórtico
de la Gloria. Escultores y pintores góticos son conocidos pero su
personalidad se diluye en la de una época que coloca su punto
de mira en Dios.
El Renacimiento, con el desarrollo del antropocentrismo,
va a cuestionar la ordenación social en los altos niveles y
posibilitará el ascenso de una serie de individualidades
dedicadas a las bellas artes al estrado que antes sólo ocupaban
los intelectuales y poetas con quienes se identifican agarrándose
a cualquier resquicio como el famoso verso horaciano "Ut pictura
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Renacimiento en Italia
poesis".
No es ajena a este movimiento la tremenda lucha de
prestigio que se plantea entre los estamentos de la alta
burguesía y la aristocracia por poseer las mejores obras de los
más celebrados artistas produciendo un aumento de la demanda
que no podrá ser compensado con la oferta de los grandes
creadores facilitando a estos (Leonardo, Miguel Ángel) dejar
inconclusos algunos encargos por acometer otros más
apetecibles y que consigan una situación social y económica
(Tiziano) inimaginable cien años antes. También ayuda al cambio
la evolución del mercado artístico en el que el mero consumidor
es sustituido por el aficionado, el experto e incluso el
coleccionista.
La evolución, como no podía ser de otra forma, se
producirá de manera lenta. El Quattrocento todavía estará
dominado por un claro espíritu artesanal que llevará a los talleres
a recibir encargos de rango secundario y de bajo nivel (pintura de
banderas, carros, baúles de novia, etc...); progresivamente el
desarrollo de los métodos científicos aplicados al arte
(perspectiva) impulsarán a los "artistas" a diferenciarse de los
artesanos.
La lucha entre intelectuales y artistas por lograr el favor
de los poderosos pasa a un lugar secundario cuando ambos se
dan cuenta de su mutua necesidad. Los artistas precisan de los
humanistas porque sin ellos no podían desarrollar sus
composiciones mitológicas (pensemos en algunas pinturas de
Boticelli o en las obras de Rafael para la Farnesina, inspiradas en
ambos casos en Ángelo Poliziano) o en la recuperación de los
textos clásicos como fuente de inspiración (Boticelli y la Calumnia
de Apeles). Los humanistas, por otro lado, veían que pintores y
escultores les ayudaban en la configuración visual de la nueva
concepción del mundo en la que están empeñados. La
dependencia intelectual de los artistas respecto a los humanistas
es total a lo largo del Quattrocento y del Clasicismo y sólo en
contadísimos casos (Brunelleschi, Piero della Francesca,
Leonardo, Miguel Ángel) es posible liberarse de ella; con el
Manierismo, habiendo transcurrido casi cuatro generaciones
desde los inicos del movimiento renacentista, las cosas son
diferentes y algunos artistas pueden codearse con los
intelectuales.
Sin embargo, el mismo Leonardo siempre llevará como
tarjeta de presentación para las cortes principescas no sus
Última Cena o la Virgen de las Rocas sino sus habilidades como
ingeniero o inventor de artificios bélicos; también su habilidad
como constructor fue valorada en Rafael y en Miguel Ángel,
quien a pesar de sus notorias habilidades siempre estuvo
sometido a los intereses de los comitentes, especialmente
conflictiva fue su relación con Julio II.
La formación artística de la época se realizaba de modo
artesanal y hasta 1562 no será creada, por Vasari, la primera
Academia de Diseño en Florencia. Leonardo entra en el taller de
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Renacimiento en Italia
Verrochio, Miguel Ángel en el de Ghirlandaio y Rafael en el de
Perugino; empezarán moliendo minerales, preparando fondos de
cuadros y progresivamente pasarían a realizar partes de la obra
en función de su dominio del estilo del maestro. Nada de poesía,
nada de literatura, nada de mitología. Aprendizaje técnico puro y
duro a la espera de su independización y la posibilidad de formar
el propio taller; si hay suerte y se encuentra con los comitentes
adecuados algo se puede aprender de ellos.
Los arquitectos, que han dominado las matemáticas y los
procesos ingenieriles (algunos aplicando, como Brunelleschi,
nuevas técnicas de trabajo en sus obras), tuvieron más fácil el
ascenso en la consideración social. Para los pintores, y sobre
todo para los escultores, el asunto iba a ser mucho más difícil.
Leonardo, quien presume de haber demostrado que la pintura es
una tarea mental en la que el contacto con la materia se limita al
uso sutil del pincel, utiliza argumentos todavía medievales para
calificar a la pintura de poesía muda y a la poesía de pintura
ciega; para él está claro cuál es más valiosa. Miguel Ángel
acudirá al neoplatonismo (incluso a la calificación de Dios como
primer escultor) para librar a la escultura de las garras de la
artesanía, insistiendo en que no hay escultura que un sólo
bloque de mármol no conciba. Leyendo a Vasari podemos sacar
conclusiones erróneas respecto a la vida de los artistas;
necesitaba todo tipo de anécdotas que sirviesen para dignificar a
sus compañeros, situación que no estaba plenamente
consolidada en Italia a mediados del XVI y era casi desconocida
en el resto de Europa salvo los casos de Durero o de Alonso
Berruguete quien conoció a Miguel Ángel en Italia y estaba al
tanto de las luchas por conseguir el prestigio aunque es muy
significativo que él, siendo el artista mejor considerado de toda
Castilla no acudiese a sus obras sino a la institución de un
mayorazgo para mejorar su consideración social. El pleito del
Greco para evitar el pago de alcabalas por su retablo para
Illescas, que se sustancia a su favor, es excepcional y tardío.
Es un hecho, no obstante, que las anécdotas sobre los
artistas corrían de boca en boca y se trataba de un reflejo de la
situación, pero la organización de un cortejo, la preparación de
un carnaval, la recepción de una embajada o un funeral
resultaban tan atractivos para el público como la exposición de
un cuadro de Leonardo. La valoración que se da al boceto iría en
esa dirección pero casos como el Francisco I de Francia y
Leonardo o el de Carlos V agachándose para recoger el pincel
que deja caer Tiziano, a quien nombra "conde del Palacio
Lateranense, del Consejo Aúlico y del Consistorio" y "Caballero
de la Espuela de Oro" permitiéndole el uso de cadena, espuela y
espada eran extraordinarios.
La mayoría de los artistas no tuvieron pretensiones de
lograr una personalidad individual; para ellos era habitual el
trabajo en serie e incluso la firma, ocurrirá también en el Barroco,
más que una manifestación de orgullo personal podía funcionar
como una marca de taller.
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Renacimiento en Italia
El encargo de las obras condicionaba la libertad del
artista. La Iglesia tanto regular como secular, en especial los
diferentes papas, sigue realizando encargos de envergadura,
quizá los más importantes, y resulta ridícula la visión de un
renacimiento pagano y anticlerical cuando se visitan los museos
y templos italianos, aunque es verdad que los programas
iconográficos toman un claro sesgo humanístico como resultaba
lógico con el desarrollo intelectual de la época y también lo es el
hecho de que existen una gran cantidad de obras de arte
profano. Lo peculiar del Renacimiento es la incorporación de un
público cualificado, una auténtica elite culta y antipopular,
compuesto por la burguesía ciudadana y las cortes principescas;
la identificación, desde finales del Quattrocento, de la alta
burguesía italiana con los modos aristocráticos dará origen a un
arte mixto en el que no se diferencian orígenes sociales; a este
respecto el caso de los Médicis florentinos es paradigmático.
Clientela específicamente burguesa seguirá existiendo en el
norte de Europa y es para ella para la que trabaja, aunque no en
exclusiva, Brueghel. Conocemos bien los nombres de los
clientes. En Florencia, que puede actuar como ejemplo de las
repúblicas italianas, los burgueses pronto pasaron de la
decoración de las capillas funerarias a la de sus palacios
urbanos; así actúan los Rucellai, los Médicis (quienes llegan a
formar en su entorno una auténtica corte humanística), los Pitti,
los Pazzi o los Strozzi. Los aristócratas gobernaban en algunos
otros estados italianos; los Este en Ferrara, los Visconti y los
Sforza en Milan, los Farnese en Parma, los Gonzaga en Mantua
Por otra parte se encuentran los monarcas de las
nacientes naciones occidentales; Maximiliano en Austria, Enrique
VIII en Inglaterra, Francisco I en Francia, los Reyes Católicos,
Carlos V y Felipe II en España. Todos ellos y sus cortes
actuaron, con mayor o menor tino y fortuna, como comitentes y
proporcionaron a los artistas ocasión para el lucimiento de sus
dotes.
Así pues, convendría diferenciar entre los grandes
artistas, que gozaban de un prestigio cierto y relativa libertad, de
aquellos que constituían la inmensa mayoría que trabajaban con
métodos gremiales. La idea de unos individuos independientes,
intelectual y creadoramente dotados no había hecho más que
germinar, pero afectaba más bien a lo que los humanistas y
artistas pensaban de si mismos y no a la consideración que los
demás les tributaban.
ARQUITECTURA
EL QUATTROCENTO
EL CLASICISMO
EL MANIERISMO
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Renacimiento en Italia
ESCULTURA
EL QUATTROCENTO
EL CLASICISMO
EL MANIERISMO
PINTURA
EL QUATTROCENTO
EL CLASICISMO
EL MANIERISMO
TEXTOS
Texto 1
Nosotros, por el contrario, buscamos en el hombre una nota que le sea
peculiar, con la que pueda expresarse la dignidad que le es propia, y la imagen
de la divina sustancia que no es común a ninguna otra criatura. ¿Y qué otra
cosa puede ser, sino el hecho de que la sustancia del hombre -como afirman
algunos griegos- acoge en sí, por su propia esencia, la sustancia de todas las
naturalezas y el complejo de todo el universo? Digo por propia esencia, porque
también los ángeles, y cualesquiera criatura inteligente, en cierto modo enciarra
en sí el todo, al conocer por tenerlas en sí, las formas y razones de todas las
cosas.
PICO DELLA MIRANDOLA.- Heptaplus, 1489
Texto 2
No es posible decir que sea deplorable aquello que se deriva de la
propia naturaleza del ser, a menos que se quiera compadecer al hombre
porque no puede volar como las aves, ni andar a cuatro patas como los
cuadrúpedos, ni estar armado de cuernos como el toro. Por el mismo motivo se
podría decir que un hermoso caballo es desdichado porque no conoce la
gramática, ni come pasteles, y como también lo es el toro porque no puede
hacer gimnasia. Por consiguiente del mismo modo que el caballo no es
desgraciado porque desconozca la gramática, así el hombre tampoco lo es
porque sea necio, puesto que la necedad hállase conforme con su naturaleza.
ERASMO.- Elogio de la locura, 1508
Texto 3
(La pintura flamenca) Apela a las mujeres, en especial a las muy
ancianas y las muy jovencitas, y también a los frailes y monjas y a ciertos
nobles que no poseen el sentido de la verdadera armonía. En Flandes, pintan
con miras a la exactitud externa, o atodo aquello que alegra a uno y de lo que
no se puede hablar mal, por ejemplo los santos y los profetas. Pintan las telas y
las paredes, la hierba verde de los campos, las sombras de los árboles, y los
ríos y puentes, que llaman paisajes, con muchas figuras a orillas de los ríos y
otras muchas en los puentes. Y todo eso, aunque complazca a algunas
personas, hecho sin razón ni arte, sin simetría ni proporción, sin cuidadosa
selección.
MIGUEL ÁNGEL
Texto 4
Antes de ir más lejos, creo que será conveniente decir a quién se
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Renacimiento en Italia
puede llamar arquitecto con justicia; no os propondré, desde luego, a un oficial
de carpintería pidiéndoos que lo consideréis igual al hombre profundamente
instruido en otras ciencias, aunque el hombre que trabaja con sus manos sea el
instrumento del arquitecto. Llamaré arquitecto a aquel que, con una razón y una
pauta maravillosa y precisa, sabe primero dividir las cosas con su espíritu e
inteligencia, y segundo cómo reunir con justeza, a lo largo del trabajo de
construcción, todos aquellos materiales que, por los movimientos de los pesos,
la reunión y amontonamiento de los cuerpos, pueden servir con eficacia y
dignidad a las necesidades del hombre. El cumplimiento de esta tarea
necesitará del saber más escogido y refinado.
ALBERTI.- De re aedificatoria
Texto 5
La ciencia de la pintura comprende todos los colores de la superficie y
las figuras de los cuerpos que con ellos se revisten, y su proximidad y lejanía,
según proporción entre las diversas disminuciones y las diversas distancias.
Esta ciencia es madre de la perspectiva, esto es de la ciencia de las líneas de la
visión, ciencia que se divide en tres partes; de éstas, la primera solamente
comprende la construcción lineal de los cuerpos; la segunda, la difuminación de
los colores en relación a las diversas distancias, y la tercera, la pérdida de
determinación de los cuerpos en relación a las diversas distancias. Pero a la
primera, que se extiende tan sólo a la configuración y límites de los cuerpos,
llámase dibujo, esto es, representación de cualesquiera cuerpos. De ella nace
otra ciencia que comprende la luz y la sombra o, por decirlo de otro modo, lo
claro y lo oscuro, la cual ciencia requiere un extenso discurso.
LEONARDO.- Tratado de la Pintura.
Texto 6
Con la Galatea me tendría por un gran maestro, si en ella se
encontraran la mitad de las muchas cosas que Vuestra Señoría me escribe;
pero reconozco en sus palabras el cariño que me profesa, y le digo que, para
pintar una belleza, necesitaría ver muchas bellezas, con esta condición: que
Vuestra Señoría estuviera conmigo a la hora de escoger lo mejor. Pero
habiendo escasez tanto de buenos jueces como de bellas mujeres, yo me sirvo
de una cierta idea que me viene en la mente. Si ésta tiene consigo alguna
excelencia de arte, yo no lo sé; bien que me esfuerzo por conseguirla.
RAFAEL.- Carta a Castiglione, 1514
Texto 7
Non ha l'ottimo artista alcun concetto
c'un marmo solo in sé non circonscriva
col suo superchio, e solo a quello arriva
la man che ubbidisce all'intelletto
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Renacimiento en Italia
porti in un tempo, e che'l mio basso ingegno
non sappia, ardendo, trarne altro che morte
Texto 8
Enseñen también con diligencia los obispos que, a través de las
historias de los misterios de nuestra redención expresadas en pinturas y otras
representaciones, el pueblo es ilustrado y confirmado en la conmemoración y
en la asidua veneración de los artículos de la fe; (...) En adelante sea erradicada
toda superstición en la invocación de los santos, en la veneración de sus
reliquias y en el uso sagrado de sus imágenes, sea eliminada toda vergonzante
ganancia, y sea evitada, en fin, toda lascivia, de modo que no se pinten ni
se adornen imágenes de belleza provocativa...
CONCILIO DE TRENTO, 1563
Texto 9
Y con frecuencia en estos hombres, a veces deformes, hay tanta
generosidad de espíritu y tan honda sinceridad de corazón, que estando
combinadas en ellos estas cualidades, dan por resultado unos caracteres
admirables, de los cuales sólo se pueden esperar maravillas, porque ellos se
esfuerzan en compensar sus defectos corporales, con las virtudes del genio.
Esto se vio bien claro en Felipe de Ser Brunelleschi, tan canijo de
cuerpo como lo fueron messer Forese de Rabatta y Giotto; pero cuya
mentalidad era tan extraordinaria, que bien puede decirse que fue enviado por
el cielo para dar nuevas formas a la arquitectura, que desde hacía siglos se
hallaba en una gran decadencia, durante los cuales los hombres habían
gastado grandes sumas para erigir edificios sin plan alguno, con mal estilo,
faltos de gracia, con disparatadas innovaciones y peores ornamentaciones. Por
fin quiso el cielo, después de haber estado la tierra tantos años sin un espíritu
egregio y sin un hombre de inspiración divina, que Felipe legase al mundo el
más grande y el más soberbio edificio, y asimismo el más hermoso de todos los
tiempos modernos, y aun de los antiguos, demostrando que el valor de los
artistas toscanos, por aletargado que hubiese estado, no por ello había muerto.
VASARI.- Vida de Felipe Bunelleschi
Texto 10
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Preparaba (Tiziano) sus pinturas con gran cantidad de color que le
servía como trabajo preliminar para lo que quería expresar... La primera capa
era de un simple rojo tierra para los medios tonos o en albayalde. Con el mismo
pincel mojado en rojo, negro o amarillo completaba las partes de luz, y con
cuatro pinceladas creaba una figura de notable calidad... A continuación volvía
el lienzo contra la pared y lo dejaba así durante meses sin mirarlo, hasta que
retornaba a él y lo contemplaba críticamente, como si fuera un enemigo
mortal... Mediante repetidas revisiones alcanzaba en sus pinturas un alto grado
de perfección, y mientras una se secaba trabajaba en otra... Nunca pintó una
figura "alla prima" y siempre decía que quien improvisa nunca compondrá un
verso perfecto. En los toques finales se dedicaba a atenuar, modulando de vez
en cuando las luces más intensas en los medios tonos y los colores locales con
el dedo; a veces utilizaba el dedo para añadir una mancha oscura en un ángulo
como un acento, o para realzar la superficie con un poco de rojo como una gota
de sangre. Completaba las figuras así y en las últimas fases empleaba más los
dedos que el pincel.
PALMA EL JOVEN
Texto 11
Dos días enteros estuvo enfriándose mi obra; poco a poco, muy
suavemente, empecé a descubrirla, y lo primero que vi fue la cabeza de
Medusa, que había salido perfectamente gracias a los respiraderos y porque,
como le dije al duca, el fuego tiende naturalmente a irse hacia arriba; a
continuación apareció la otra cabeza, la de Perseo, que también había quedado
muy bien, lo cual me produjo mayor asombro porque, como puede verse, está
bastante más baja que la de Medusa. Los canales de fundación iban a dar uno
a la cabeza de Perseo y el otro en la espalda y me di cuenta de que el bronce
que había en mi hornaza se agotó justamente al llenar esta cabeza; no había
sobrado, pues, ni faltado ni una gota de metal. Aquello era maravilloso, parecía
que la fundición había sido cosa milagrosa dirigida y realizado por Dios. Seguí
descubriendo la estatua con el mismo éxito; todo había salido perfecto.
Finalmente llegué al pie de la pierna derecha, la que descansa en el suelo;
encontré que el talón había salido impecable; seguí y pude ver que el pie
parecía también haber salido, lo cual por una parte me alegró, pero por otra lo
sentí, pues había dicho al duca que aquel pie no podía salir bien. Llegué a los
dedos y descubrí que no habían salido, y no sólo los dedos, sino la parte
inmediatamente anterior a los dedos; en suma, faltaba algo menos de medio
pie. Aunque aquello me suponía algo más de trabajo me alegré muchísimo,
sólo para demostrarle al duca que yo, en mi arte, sabía lo que me decía.
BENVENUTO CELLINI.- La vida
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VASARI, Giorgio.- Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y
escultores…. Madrid, 2002.
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