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delincuencial
La polémica clásica, que continúa todavía viva en nuestros días, de las causas de la
conducta criminal han dividido siempre a los científicos (citogenetistas y especialistas
en medicina legal), a los juristas y especialistas del derecho, y a los de la ciencia
policial; existiendo corrientes en cada una de estas profesiones. Básicamente existen
dos grandes grupos: los que consideran que las causas están en el medio ambiente en
que se desarrolla el individuo y los que piensan que el sujeto nace con ciertas taras
genéticas. El delincuente entonces, ¿nace o se hace?
¿Como entender las motivaciones de un criminal o que explicaciones tiene un
asesinato; porque un ciudadano, de aparente personalidad tranquila, repentinamente
puede llegar a transformarse en un asesino?
¿Que explicaciones tenemos para la maldad humana, para la violencia irracional,
para la perversidad gratuita que muchas veces impregna la conducta de algunos de
nuestros semejantes que llega a asustarnos?
Desde los albores de la humanidad, se han producido hechos independientes que
nos confirmarían el gran interés de los hombres por el crimen y sus circunstancias,
que además certifican que dicha exteriorización no es sólo del periodo
contemporáneo. Ya en el libro sagrado de la Biblia, podemos encontrar el primer
asesinato premeditado de Caín sobre Abel.
Otras evidencias señalan en libros antiguos este remoto fenómeno humano: Así, en
el Código Hahmurabi de Mesopotamia (año 1686 a.C.) se especifican las primeras
normas jurídicas, antecesoras de la normativa penal moderna, con la intención
primaria de dar una solución a las muertes violentas. Otros rastros del devenir
humano nos señalan como en Egipto se extraían los incisivos de los criminales para su
identificación.
Además de en su mitología, en la Grecia clásica, se nos presentan numerosas
manifestaciones y sangrientas transgresiones contra la vida humana independiente o
contra el derecho vigente. Sócrates, por ejemplo, estableció el perfil del delincuente
nato, formulando celebres frases sobre el tema, tales como: "El hombre malvado no lo
es por nacimiento, sino por falta de cultura". También Arquímedes nos relata la
famosa estafa de la corona de oro que el monarca de Siracusa, Ieron había ordenado
fabricar y como el orfebre que se contrató quiso engañar al rey, haciendo una falsa
corona con una aleación inferior y de escaso oro. Arquímedes, para demostrar el
camelo, haciendo gala de su inteligencia, sumergió en una tina llena de agua la falsa
joya, probando el engaño, al producirse la oxidación de la misma.
El largo y oscuro periodo histórico de la Edad Media, que representó un retroceso
del humanismo occidental , supuso para la investigación delincuencial, el que las
ciencias ocultas y las confesiones religiosas (sobre todo la cristiana) se dedicasen a
establecer los orígenes y las causas de la criminalidad: la quiromancia trataba de
saber el carácter de una persona analizando la palma de la mano; la astrología,
analizando los signos del zodiaco elaboró numerosas tesis sobre el temperamento de
las personas y su incidencia en el crimen, en función del día o la hora de su
nacimiento.
Quiromancia y astrología
La “Santa” Inquisición
La Frenología de Gall
Cesare Lombroso
Cromosomas XYY
Estos reclusos habían sido convictos en 92 ocasiones, pero sólo ocho por delitos
contra las personas. Después, muchos estudiosos curiosos por los trabajos de Jacobs
empezaron a estudiar este asunto e hicieron encuestas para averiguar el cariotipo de
los individuos con conducta agresiva recluidos en cárceles y hospitales de máxima
seguridad. En ese estudio buscan la existencia de un doble cromosoma Y, el
característico del sexo masculino. Un varón normal tiene un sexo cromosómico XY,
donde la X corresponde a la mitad de la cromatina de la célula materna y la Y a la
mitad de la cromatina paterna. Pero en ciertas ocasiones y sin saber por qué razón,
no se produce la disyunción, añadiéndose toda la cromatina sexual paterna YY, sin que
ésta se haya dividido en dos mitades durante la fase de meiosis celular. Los
investigadores del tema comenzaron a encontrar un elevado número de varones XYY
entre los reclusos de penales y de los manicomios. La mayoría eran violentos,
agresivos, peligrosos, de conducta criminal, o nada más que pobres subnormales.
Todo esto condujo a la idea que predomina en los años 60 de que el estudio del
cariotipo podría permitir predecir las conductas violentas y el crimen. Y se plantea la
gran interrogante: Un criminal con un cromosoma XYY ¿sería responsable de su
conducta o bien podría considerarse la existencia de este cromosoma como una
condición eximente o, al menos, atenuante de la culpa? Se plantea el problema de la
imputabilidad o inimputabilidad en el delito.