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Cuestiones del Espíritu II: Sexo y Espíritu.

Tom Moon MFT.

Hace un tiempo atrás participé en un proyecto interesante con la Fundación SIDA de San Francisco.
Cuando los participantes en su programa Vida Gay fueron encuestados acerca de los temas que
querían fuesen abordados en los talleres, uno de los temas mencionados más frecuentemente fue
"sexualidad y espiritualidad". Se me pidió que ayudara a facilitar cinco de estos talleres. Fue una
experiencia fascinante y gratificante. Los hombres que participaron provenían de muchos orígenes
y tradiciones. Hubo católicos, protestantes, judíos, musulmanes, budistas y seguidores del
movimiento New Age, así como agnósticos y ateos.
Ninguno de ellos llegó a los grupos preguntando "¿Dios me odia porque soy gay?" Los que habían
venido de iglesias fundamentalistas habían superado hacía mucho tiempo y rechazado la homofobia
cruda en estas tradiciones. Sin embargo, muchos dijeron que experimentaban una división entre su
espiritualidad y su sexualidad. Cuando explorábamos estos sentimientos, comenzó a ser evidente
que la cuestión más amplia era la forma en que la civilización occidental ha considerado
tradicionalmente a la sexualidad.
Todos éramos herederos de la filosofía de la Grecia clásica, en particular de Platón, que imaginó un
mundo de espíritu fundamentalmente en contradicción con el mundo de la materia. En su opinión,
el espíritu es real, eterno, perfecto e inmutable: la materia es irreal, imperfecta, y no
permanente. De alguna manera, el cuerpo se ha convertido en la cárcel del espíritu, y el objetivo
de la vida espiritual es liberar a éste de ese encierro. Para ello, por supuesto, tenemos que
alejarnos de cualquier delicia sensual del cuerpo. Es por ello que este entendimiento de la
espiritualidad siempre tiende hacia el ascetismo y el conflicto con la sexualidad.
Uno de los muchos problemas con el punto de vista platónico es que nos obliga a tratar a todo este
mundo material, y a nuestra propia existencia corporal, como algún tipo de error colosal por parte
de cualquier Poder que haya creado el mundo, y que nuestra tarea es corregir el error - una opinión
que parece un poco arrogante. En cualquier caso, hoy en día, la mayoría de la gente inteligente no
cree que sostengan estos tipos de puntos de vista. Pero estas ideas están profundamente arraigadas
en nuestra cultura, son parte del aire que respiramos, y la mayoría de nosotros hemos sido
afectados por ellas más de lo que nos damos cuenta. Así, para algunos en los grupos, la idea de que
sus cuerpos y su sexualidad pudieran ser vehículos para expresar su espiritualidad, parecía una idea
un poco extranjera, aunque sí muy atractiva.
Sin embargo, prácticamente todo el mundo fue capaz de describir experiencias en las que
intuitivamente sabía que su sexualidad y su espiritualidad estaban en perfecta alineación, aunque
no siempre podían poner en palabras la manera en que sabían esto.
Cuando exploramos la cuestión con mayor detalle, la frase que parecía aflorar con más frecuencia
en la descripción de esa alineación era "un corazón abierto". Los hombres en los grupos sentían que
su sexualidad expresaba su espíritu más plenamente cuando venía a través de un corazón abierto,
cuando fluía de una especie de alegre, generosa apertura. Esto, a su juicio, era donde la vida
espiritual y la vida sexual armonizaban la una con la otra. Es interesante que un objetivo
tradicional de las prácticas espirituales ha sido siempre la de desarrollar las cualidades de corazón
abierto, porque las cualidades que definen un corazón abierto fueron consideradas también como
las cualidades que hacen una buena vida sexual. Algunas de las cualidades que los hombres
mencionaron fueron la fe, no como una creencia en doctrina particular, sino como una actitud de
apertura a la vida; y cualidades interpersonales, tales como confianza, afecto, respeto,
generosidad de espíritu, dulzura, bondad, y ser juguetón.
A primera vista, el enfoque sobre el corazón podría parecer una aprobación de la idea convencional
de que las relaciones amorosas románticas y las relaciones "vainilla" de sexo son las "más espiritual"
tipo de sexualidad, pero a pesar de que había algunos en los grupos que sostenían ese punto de
vista, eran siempre una clara minoría. Los hombres gay parecen tener un respeto casi instintivo por
las muchas variedades de la expresión sexual. En todos los grupos, participantes compartieron
historias de experiencias sexuales de corazón abierto de todo tipo y en todos los contextos, con
amantes, amigos y extraños. Lo que parecía importante no era cualquier tipo de situación sexual,
sino las cualidades de apertura y presencia que ellas fueran capaces de traer a la experiencia.
Mantener un corazón abierto es un reto inmenso para todos, porque incluso las vidas más
afortunadas contienen pérdida, traición y decepción, y el corazón se cierra reflexivamente, y más o
menos automáticamente, en respuesta al dolor en la vida. Sin embargo, uno de los propósitos de
cualquier espiritualidad que reafirme la vida es mantener el corazón abierto a través de las crisis y
las decepciones que nos pasan a todos. Cuando se tiene éxito en esta tarea, entonces, lejos de ser
hostil al sexo, la vida espiritual es el amigo de nuestra sexualidad, y alienta su pleno desarrollo.
Agradezco a los hombres en estos talleres por ayudarme a entender esto.

Tom Moon MFT, psicoterapista de San Francisco.


http://www.tommoon.net
Traducido del Inglés al Español por Gladiolo.

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