Sei sulla pagina 1di 6

Para poder comenzar la consideración de un determinado concepto-valor que compone la articulación de la

acción humana, es necesario en primer lugar emprender la tarea que plantea el análisis de sus bases, cosa
que compromete al emprendimiento en una encrucijada, por un lado dar por supuesto el marco referencial en
el cual se imbrica este concepto o ponerlo en discusión. La segunda opción parece ser la más provechosa ya
que el marco de referencia es el que le atribuye sentido al concepto debido a que siguiendo los dessarrollos
de Mario Sambarino, con respecto a la moralidad todas las normas que ella implica son buenas y deseables
por el hecho de ser vacías.
En éste momento se tomará la solidaridad como concepto a considerar.
Con respecto a la dificultad expuesta anteriormente se puede percibir que la noción de solidaridad en una
forma primigenia tiene una presencia bastante fuerte dentro de la moralidad del cristianismo, cosa que
resulta relevante si se coincide con la gran influencia que marca la moralidad del cristianismo en la
moralidad actual de occidente.
Esta presencia se da como se ha mencionado en la forma primigenia de misericordia. La identificación entre
misericordia y solidaridad como hipótesis de trabajo no resulta conducente debido a cuestiones intrínsecas de
las implicancias que marcan la diferencia entre la pura moralidad cristiana y la amalgama de influencias que
resulta ser la moralidad actual de occidente.
Esto resulta de ésta manera por dos razones, la primera es el universo metafísico en tanto que marco
referencial que conlleva la estructuración de la misericordia en el univreso moral cristiano. La segunda
razón es que aunque no se pueda establecer una la identificación mencionada, igualmente parece existir una
transformación llevada a cabo por la desacralización de la misericordia que deviene en la solidaridad.
Sin embargo esta transformación parece haber dejado por en camino en el proceso de desacralización (en
tanto que abandono del univreso metafísico cristiano que articulaba la acción moral de la misericordia) la
disposición espiritual factible de generar la acción misericordiosa. Ya que la solidaridad en la moralidad
actual parece implicar solamente la acción moral en tanto que es validada socialmente no por su intención
sino por su efectividad e importancia.
Teniendo en cuenta esta concepción de la solidaridad como mera acción, como primera instancia de
investigación, cabría analizar que tipo de acción es, bajo que parámetros se estructura. Ya que la razones que
puedan desencadenar una acción catalogada como solidaria pueden ser muy variadas y dispares. Aunque se
podrían rastrear las motivaciónes que llevan a la soidaridad como mera acción con un marco de base
psicoanalítico, ya que en la recaudación de fondos benéficos en forma de colectas institucionales, existen
desarrollos muy específicos a éste respecto. Que por cierto dan un resultado bastante efectivo, pero el criterio
de verdad pragmático en éstos casos no resulta epistemológicamente viable. Aunque a fin de cuentas
haciendo unas cuantas salvedades el marco de interpretación psicoanalítico nos remite a la vieja hipótesis
individualista, en la forma de satisfacción de nuestros propios deseos en la acción solidaria. Pero esta
hipótesis ya ha sido bastante trillada.
Para poder hechar un poco de luz sobre el asunto es necesario establecer el papel que cumple la solidaridad
no solamente como práctica deseable validada intersubjetivamente, sino como disposición en el imaginario
moral del individuo, premisa que debe ser fundamento y condición previa de la solidaridad como acción
moral.
A este respecto podemos partir de una hipótesis de trabajo al determinar a la solidaridad como una acción
creadora de patrones de reconocimiento entre iguales y distintos.
Al poner en juego en la dinámica social al que ayuda y al que es ayudado, se puede realizar una lectura de la
cual se desprenden dos concepciones morales como fundamento de la disposición que genera la acción
solidaria en relación a su capacidad creadora de patrones de reconocimiento.
La primera concepción que se desprende es la de un individuo que ayuda para poder reafirmar su condición
privilegiada dentro del esquema de la distribución de la riqueza, cosa que se plantea dentro del universo
moral de éste modelo de individuo, como una especie de división esencial.
Parte de una constatación de hecho que resulta ser, como se ha afirmado anteriormente, su posición
privilegiada dentro del esquema de distribución de la riqueza, pero convierte esta diferencia a través de una
falacia naturalista, en una cuestión deontológica, el individuo privilegiado es mejor que el no privilegiado ya
que como lo evidencia su situación está en una mejor posición, por lo tanto la sociedad necesariamente debe
estar distribuida de esa manera.
Mientras que la segunda concepción plantearía a un individuo que ve al individuo que necesita ayuda como
un igual, pero que por situaciones que son circunstanciales y no esenciales se encuentra en un determinado
momento en uan situación desventajosa.
Ambas concepciones parte de la misma base, a saber, una asimetría en la justicia distributiva de la riqueza.
Esta resulta ser una condición necesaria para que pueda surgir, tanto en el ámbito de lo moral (como
conjunto de valores deseables), como en el ámbito ético (en tanto que reflexión sobre lo moral); un concepto
como el de solidaridad. Resulta una condición necesaria ya que la solidaridad como se la entiende
actualmente supone una referencia tácita a que esa asimetria o desigualdad social es exclusivamente en
referencia al poder de satisfacción de necesidades reducibles a lo material.
Sin embargo, estos dos extremos que se plantean en la asimetría deben mantenerse como dos bloques que
generen mutuamente un contrapeso de equilibrio, ya que si la necesidad es extrema y generalizada, la
moralidad imperante no generaría un concepto como el de solidaridad en tanto que acción de ayuda al
desvalido, (que sería mayormente compatible con la primera concepción planteada,) sino una especie de
ayuda mutua colectiva, que solo sería posible dentro de núcleos sociales de número muy reducido, con una
estructura más orgánica según los planteos durkhemianos.
Tampoco sería posible que surja un concepto como el de solidaridad si el estado de confort está generalizado
en la sociedad ya que no se presentaría la problemática que lleva a la generación de el concepto de
solidaridad, así como gran parte de la problemática moral.
Volviendo a la primera hipótesis de trabajo, a saber la solidaridad en tanto que acción creadora de patrones
de reconocimiento, implica como ya se ha visto la necesidad de la asimetría en la justicia distributiva. Por lo
tanto ésto presupone que el reconocimiento social dentro de los patrones de lo moral es determinado de
manera directa por el predominio que el individuo ejerce en la distribución de la riqueza, cosa que implica
una presentación (no en sentido histórico sino genético) ya pre-determinada del individuo en el mundo de lo
moral por parte de su incidencia en la distribución de la riqueza. Dsitribución que dicho sea de paso siempre
es asimétrica y por lo tanto conflictiva.
Esta pre-determinación que parte de la base de la asimetría funda ( tanto en sentido de creación como de
justificación) un sentimiento de benevolencia, que como criterio establece ciertos niveles de distinción entre
los individuos. Estos niveles marcan que individuos deberían ayudar y cuales deberían ser ayudados, a saber
la creación de patrones a través de los cuales poder reconocer una situación en la cual un individuo debe ser
ayudado o en cual un individuo está en condiciones o en deber de ayudar. A partir de esta organización se
procederá a la valoración de la desición que tome el individuo, tanto por proceder con una cierta ayuda como
por aceptarla.
Sin embargo, esta valoración que se hará posteriormente a la organización anteriormente citada, y en el caso
del sujeto que ayuda, éste no podrá comprometer su posición en la escala distributiva de la misma manera en
que al que es ayudado el resultado de ésta ayuda no podrá hacerlo ascender demasiado en la escala. Esto se
debe a que la pre-determinación antes mencionada ya implica que al ayudar el individuo ofrece lo que ya no
necesita, un mínimo del cual puede prescindir, y éste individuó ayudará a alguien para quién éste mínimo
sera un máximo necesario, se podría encontrar un criterio similar en el desarrollo de Locke acerca de lo que
el llama las encloures donde le atribuye la legitimidad a una apropiación original cuando esta no afecta a
otro individuo, de la misma manera el mínimo que se ofrece an la accción solidaria no afecta el lugar que
ocupa en la escala de la distribución de la riqueza. De ésta manera se perpetúa la acción solidaria
manteniendo la asimetría pero de una manera menos extrema.
Aquí es cuando entre los individuos que cumplen con esta acción solidaria, existe un reconocimiento y una
ubicación en un determinado nivel que tiene su contraparte en el nivel que necesita su ayuda.
Parecería ser que cada nivel de individuos solidarios poseen un grupo específico de individuos a ser
ayudados , asignación determinada por la capacidad de ayuda de uno de estos niveles y la necesidad de su
contraparte. El mínimo prescindible de uno de los niveles del bloque privilegiado solamente se ajustará al
máximo necesario de uno de los niveles del bloque de los no privilegiados.
De ésta manera se asocian en la dinámica social la estratificación, la solidaridad y la valoración moral, en la
generación de patrones de reconocimiento entre iguales y distintos tanto entre los varios niveles de un
mismo bloque como entre los dos distintos bloques.
Con respecto a ésto sería necesario establecer una reflexión tangente con respecto a la dilucidación del
siguiente problema. ¿Sería la conducta humana de una especificidad tal que conlleva de manera inherente un
tipo de manejo de la relaciones de poder, y por ende de la distribución de la riqueza necesariamente
asimétrico?
En el caso en que la respuesta fuera afirmativa, la solidaridad sería una acción validada por la estructura de
las relaciones de poder de una determinada sociedad para que la asimetría se mantenga de una forma cada
vez menos violenta, generando así una especie de naturalización de la necesariedad de la asimetría,
plantearía una dinámica de funcionamiento bastante similar a la que describe Marx en relación a los
criterios de la justicia distributiva de la etapa capitalista, aunque ciertas sutilezas complementarias fueron
acotadas por algunos de sus seguidores como Althusser en relación al aparato ideológico del Estado.
En el caso en que la respuesta fuera negativa la solidaridad implicaría una acción tendiente a una
estabilización o eliminación de la asimetría. De esta forma la solidaridad sería un tipo de acción que busca
su autoaniquilación en la concresión de su fin, a saber, eliminar las distinciones circunstanciales que
quiebran la igualdad entre los individuos, ya que como se ha visto anteriormente en cierta manera la
asimetría justifica la existencia de la solidaridad como acción.
A lo largo de éste opúsculo se ha fluctuado entre dos posturas o concepciones con repecto a la solidaridad,
una de ellas, a la que podríamos denominar como conservadora, es aquella que a través de su acción
pretende mantener y naturalizar la asimetría en los criterios intrínsecos de la justicia distributiva
demostrando que su intención fundante sería básicamente conservar la estratificación social vigente no solo
a nivel fáctico sino también en el imaginario de la moralidad de los individuos.
Por otro lado se encontraría la otra concepción de la solidaridad que se podría denominar como
transformadora ya que su intención principal es la eliminación de la asimetría a través de la solidaridad
como acción homogeneizante de los criterios de la justicia distributiva, partiendo del supuesto que afirma
que las distinciones entre los distintos individuos tanto privilegiados como no privilegiados son meramente
cicunstanciales y no se deben a razones totalmente racionalizables, cuestión que lleva a Rawls en Teoría de
la justicia a esbozar su principio de diferencia, a pesar del riesgo en las críticas de Dworkin con respecto a la
subvención del ocio.
La concepción de la solidaridad conservadora parece bastante llamativa, pero esto se debe simplemente a que
pondría a la solidaridad en un brete al exponer su fundamento implícito en total contradicción con sus
intenciones explícitas. Sin embargo ésta concepción adolece de varias falencias. La primera y fundamental
sería la forma extremadamente rígida y simplista en que plantea la dinámica de la solidaridad dentro de la
dinámica social, ya que establece una división entre ciertos estratos o niveles sociales a los cuales solamente
por ser privilegiados en la distribución de la riqueza necesariamente son parte de aquellos de los cuales se
espera la solidaridad.
Con respecto a éste punto hay muchas cosas que no quedan claras, la primera sería cual es el criterio para
poder dividir entre privilegiados y no privilegiados, ¿se podría establecer una especie de standard de
consumo o poder adquisitivo para poder catalogar a alguien como postulante a una acción solidaria?, y si se
pudiera ¿habría un determinado standard de pobreza para poder convertirse en acreedor de la ayuda de esta
acción solidaria?. Si se pudieran establecer éstos parámetros, se caería en la cuenta en que los sectores más
privilegiados no son exactamente los que participan de manera más activa en las acciones solidarias. Por lo
tanto si alguien que de acuerdo a los parametros anteriormente mencionados no se encuentra dentro del
bloque de los privilegiados, tendría que estarle vedada la capacidad de una acción solidaria, ya que su
fundamento de acuerdo con la concepción conservadora, era provocar el autoreconocimiento de los
individuos como pertenecientes al bloque privilegiado en la distribución de la riqueza.
El hecho de pertenecer a un sector privilegiado en la distribución de la riqueza no implica que estos
individuos emprendan una acción solidaria, ya que estar en condición de ayudar no implica que esta acción
sea acometida. De la misma manera en que la posibilidad de emprender la acción solidaria por poseer los
medios, de ninguna manera revela cual es el móvil de ésta acción, ya que se ha descartado la gratificación
del autoreconocimiento como privilegiado.
Por lo tanto cabría analizar ahora si la hipótesis de trabajo que se había manejado en un principio a saber, la
solidaridad como creadora de patrones de reconocimiento entre iguales y distintos continua siendo útil. Si se
toma en cuenta la concepción de Rawls con respecto a las condicionantes que provocan las diferencias en el
acceso a la riqueza, (y por lo tanto en consonancia con el tipo de solidaridad transformadora), esta acción
establece ciertos patrones que sirven para que los individuos, que se encuentren en condición de emprender
una acción solidaria se autorreconozcan como tales en disposición de cumplir una especie de deber en la
forma de imperativo que los impele a emprender una acción, que contribuye a la eliminación de estas
circunstancias, que coloca a otros individuos en una situación desventajosa, al no poseer ni siquiera ciertos
bienes sociales básicos satisfechos. Cosa que hace a la posibilidad de autodeterminación un bien tan preciado
como escaso.
Esto marca una base de partida en la solidaridad como aquella acción que postula un criterio de igualdad
entre todos los individuos (mas alla de la fluctuación de los teoricos liberales entre términos como
fraternidad o igualdad y las imlpicancias que acarrea cada uno), que luego degenera por la asimetría en la
distribución de la riqueza. No por casualidad Nozick partiendo del imperativo categórico kantiano funda esta
igualdad como condición de partida, y se podría encontrar un fundamento para la acción solidaria en una
extensión de uno de los principios de regulación del mercado acerca de la distribución, a saber el principio
de rectificación de injusticias, que dentro de la concepción de micro estado de Nozick es coherente pero que
se podría extenderse no solo a una regulación de las transacciones o apropiaciones indebidas sino una
regulación fundante y única de la distribución realizada por el mercado, en consonancia con la aplicación
del principio de diferencia de Rawls pero de manera selectiva.
Que implica esto, pues lo siguiente, que la aplicación del principio de rectificación de injusticias de Nozick
pero en un sentido extensivo actuaría como regulación fundante del mercado para poder manetener la
igualdad de la cual se parte como supuesto antropológico, esto le otorgaría el fundamento a la acción
solidaria. Pero es necesario que exista un criterio de aplicación del principio de rectificación extendido, ya
que el beneficiario de la acción solidaria no será tenido en cuenta para tal si intersubjetivamente se interpreta
su acceso no privilegiado a la distribución de la riqueza como el resultado de algun tipo de sanción moral,
(tanto basado en una concepción racional de la moralidad como en una sobrenatural), por lo tanto la
aplicación del principio de diferencia de Rawls sería selectivo ya que no beneficiaría sin excepción a todo
aquel que se encuentre en una situación desventajosa.
En ese caso se evidencia en toda su magnitud la hipótesis que de trabajo que se tomó desde un principio, la
solidaridad como creadora de patrones de reconocimiento entre iguales y distintos. Se parte de la base de la
igualdad como supuesto antroplógico, que al estar trastocada por la asimetría en la distribución de la riqueza
se trata de recuperar a través de la aplicación de un principio de rectificación de las injusticias en sentido
extensivo. Por lo tanto se infiere que toda aquella persona que se encuentra en una situación desventajosa en
la escala de distribución de la riqueza se debe a cuestiones circunstanciales. Sin embargo, en el momento de
aplicar el principio de diferencia de Rawls se realiza de una manera selectiva ya que como se afirmó
anteriormente ningún sujeto cuya situación desventajosa sea atribuida al resultado de una sanción moral sera
beneficiado por una acción solidaria. De esta manera la ación solidaria crea patrones que distinguen dentro
del conjunto de individuos iguales y en situación desventajosa cuales merecen ser recuperados para
reconstituir esa igualdad primigenia.
Siguiendo esta situación existirán individuos inmersos en una situación no privilegiada que a través del
beneficio de la acción solidaria se los reconoce moralmente como iguales a los privilegiados solo que
afectados por cuestiones circunstanciales que se tratarán de eliminar a través de la acción solidaria. Aunque
en ciertos casos algunos individuos serán reconocidos como distintos ya que su situación no privilergiada no
resulta ser circunstancial sino que tiene una causa específicamente detrminable en una sanción moral
interpretada intersubjetivamente como el castigo por alguna falta cometida.

Bilbliografía

Amartya Sen, Equality of What?", Choice, Welfare and Meassurment, Mass. Blackwell & MIT Press, 1982.
Robert Nozick, Anarquía, Estado y Utopía, Méjico, F.C.E, 1988.
John Rawls, Teoría de la Justicia, Méjico, F.C.E, 1985.
Ronald Dworkin, What is equality, Philosophy and Public Affairs
Karl Marx, Crítica al programa de Gotha, Ediciones el aleph, Bs.As., 2000.
Karl Marx, La ideología alemana, Ed. Pueblos Unidos, Méjico, 1970
LOCKE, J. Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, Alianza, Madrid, 1996

Potrebbero piacerti anche