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Descubrir y realizar
TU RAZÓN DE SER
Adaptación libre de un texto original escrito por:
ALAIN HOUEL, Paris, 2001.
1. DEL VACIO A LA BUSQUEDA
PUES BIEN, el gran viaje en pos de ti mismo comienza
precisamente con dicho sentimiento de insatisfacción hacia tu
estado presente. ¿Para qué tomarte la pena de cambiar si fueras
feliz?
Por principio, no pidas a los demás que te señalen el rumbo. Nadie
te dará las respuestas que ya están inscritas con fuego en tu alma
y sólo tienen aplicación en tu persona.
Deberás ponerte en camino hasta encontrar el nido más recóndito
de tu individualidad donde se encuentran las respuestas genuinas.
Ello exige un magno esfuerzo de investigación introspectiva,
haciendo acopio de perseverancia y una rigurosa honestidad
contigo mismo.
El reto es siempre tuyo. Cada niño es irrepetible y único por ser el
resultado de una combinación única de partículas y de
transformaciones sucesivas durante miles de noches en el espacio
profundo.
Es también única la combinación particular de los deseos y
circunstancias de cada existencia individual.
Tal combinación jamás será idéntica a ninguna otra en el
Universo, aunque el mecanismo que las genere sea el mismo.
En ti y en cada ser humano hay una misión especial que define tu
Razón de Ser y tu tributo personal al mundo, lo sepas o no.
Dicha tarea impulsa tus pasos aún si la desconoces, pero si
descubres y, en consecuencia, realizas esa Razón de Ser, entonces
tu existencia será más plena. Es mejor trabajar en bien de tu
misión que contra ella.
Las líneas de tu mano forman un dibujo que sólo a ti pertenece,
tan personalizado como tu ADN y tu huella digital.
No te sorprenda entonces que se haya buscado el sentido de la
vida en las líneas de la mano, aunque resulte un método erróneo
porque implica esperar que otra persona te ofrezca las respuestas
que sólo pueden venir de tu interior.
Más allá de la misión cósmica que compartes con el resto del
género humano tienes una Razón de Ser individual y muy
personal que torna irremplazable tu contribución al mundo.
Deberás identificar la misión que únicamente tú puedes realizar
sobre la Tierra y descubrir por qué el mundo es más rico con tu
existencia que sin ella.
No creas que, por alguna suerte de privilegio particular, tu Razón
de Ser te será revelada desde el primer día.
En esa búsqueda encontrarás muchas respuestas, explorarás
diferentes vías y conocerás la duda. En todos los casos, guarda
esperanza pero no ilusión.
Tu Razón de Ser te fue obsequiada desde el nacimiento por el
Universo, está inscrita en tu alma y la conocías en la infancia antes
de que te cubriera la bruma del olvido.
Se expresa en tus deseos más profundos, en lo que
verdaderamente amas, lo que te estimula y excita, lo que sabes
hacer y sientes que debes alcanzar.
Para identificarla necesitas explorar tu ser más íntimo y hacer de
la investigación introspectiva un hábito cotidiano, alentado por la
meta superior de saber quien eres y conocerte a ti mismo.
Recordar lo que querías ser cuando estabas aún conectado al
Alma del Mundo es una buena forma de encontrar el hilo que
conduce a la respuesta.
Otra clave consiste en rastrear tus talentos particulares, aquello
que logras mejor que quienes te rodean y te procura el mayor
placer. Es tu genio personal.
Sea lo que sea, considera que tu Razón de Ser sobre la Tierra está
llena de gozo y placer. De otra manera, ¿Para qué tomarte la pena
de buscarla?
El gozo mayor es una pista útil que te permite identificar tu
contribución original a la creación del mundo.
Sabrás que la creación no está terminada. El Universo es una co‐
creación donde tú tienes un rol que desempeñar como creador
responsable.
Tu presencia y tus acciones aportarán al mundo algo que
solamente puede venir de ti.
Y, mucho ojo, tu misión personal no es forzosamente algo que el
mundo aplaudirá. Es posible que tu aportación sea discreta y sin
embargo produzca efectos benéficos profundos alrededor tuyo,
incluso sin darte cuenta.
Puede ser que nunca sepas del todo los efectos positivos que estés
produciendo y sin embargo habrás cumplido sobradamente la
tarea.
Cualquiera que sea tu genio personal, lo más importante es que, si
le eres fiel, culminarás tu vida con plenitud y júbilo.
Será el síntoma más preciso (y no la importancia aparente) de que
estás cumpliendo tu misión.
Descubrir tu Razón de Ser sobre la Tierra no sólo exige un proceso
de reflexión lógica, también debes empeñar todo tu corazón y tu
voluntad en el descubrimiento de tu genio personal.
Tu Razón de Ser podrá quizás ser enunciada en pocas palabras, en
una frase simple y poderosa que explique tu aporte esencial al
Universo. Un día, la respuesta vendrá a ti tan clara como la Razón
de Ser del agua para la planta.
2. LA BRÚJULA DE LOS DESEOS
COMO todo ser humano tienes tu propio sistema de valores. Habrá
cosas que pongas en primer lugar, otras en segundo, en tercero y
así sucesivamente.
Para ver claro en tu vida y no vacilar mucho al momento de tomar
las decisiones difíciles debes ordenar tu escala de valores.
Puede ser que algunos valores estén en conflicto con otros, debido
a que otorgas demasiada importancia a valores falsos o
superficiales.
Trabajando de acuerdo a tu genio personal encontrarás que la
vida recobró sentido, estarás lleno de una luminosidad fluida y
gozosa, conectado a una corriente de energía superior a tus
fuerzas y te aproximarás a la conciencia de la eternidad, en
profundo acuerdo contigo mismo.
Tu misión sobre la Tierra es la más valiosa brújula que te permite
evaluar cada alternativa que se presente y gracias a la cual
siempre podrás decir: “lo que hago me acerca o me aleja de mi
genio personal”.
Debes saber lo que quieres realmente en la vida, tus sueños más
íntimos, tus deseos verdaderos, los propósitos, metas y objetivos
que podrás alcanzar cuando manifiestes tus cualidades únicas.
Si ignoras tu genio personal serás como un agricultor sin tierra.
Para obrar de acuerdo a su naturaleza, el agricultor necesita un
espacio donde cultivar, como el pintor precisa un lienzo donde
manifestar su talento, un campo de acción.
Por ello es imperativo hacer un repaso completo de tus deseos,
conocer su naturaleza y luchar con todas tus fuerzas hasta
materializarlos.
Al momento de elaborar una lista, tal vez quieras saber de cuánto
tiempo de vida dispones. Sin importar tu edad, eso nadie lo sabe.
Los verdaderos límites temporales están al interior de ti mismo.
¿A cuántos años adelante eres capaz de imaginar tu futuro?, ¿Cuál
es tu horizonte temporal máximo?
Considera que algunas personas son capaces de imaginar su vida
en otras dimensiones, más allá de su muerte física.
¿El tiempo es para ti un fenómeno circular que se repite
regularmente y sin grandes cambios?, ¿O bien constituye una línea
recta y abierta hacia un horizonte más lejano?
Al diseñar tus objetivos puedes verte navegar a través de la vida,
funcionando lejos en el futuro y experimentar con ello una
existencia riquísima.
Un método para identificar tus deseos más hondos es preguntar:
“¿Si finalizara ahorita mi vida, de que me arrepentiría por no
haberlo realizado, no haber sido o no haberlo tenido?”
Se trata, entonces, de aquellas necesidades imperiosas sin cuya
satisfacción habrían quedado dolorosamente truncos los tres
verbos fundamentales del ser, realizar y tener.
Tal vez no sepas por dónde comenzar, porque te sientes llamado a
la colecta de múltiples tesoros. ¿Elegirás uno sólo y renunciarás a
los demás? ¿Es malo proseguir muchos deseos a la vez?
No hay una fórmula única, pero la experiencia enseña que tu
eficacia máxima ocurre cuando persigues un solo objetivo a la vez,
con todo tu corazón y energía. Al respecto, plantéate:
“¿Si solo pudiera realizar una cosa en lo que resta de mi vida, qué
sería?”
Adopta entonces ese objetivo y llévalo adelante. Los otros
seguirán.
En la tarea soberana de enumerar tus deseos, nunca preguntes si
son razonables. Más bien autorízate a soñar, elabora la lista más
completa posible y el resto vendrá por añadidura.
Quizás a lo largo de tu vida te habrás autolimitado al decir:
‐ “Esto no es posible; debo tener los pies sobre la tierra.”
Por el contrario, más útil será si te preguntas:
“Si, por magia, milagro o algún regalo generoso de la fortuna
tuviese yo el poder, el tiempo y el dinero necesario, ¿Qué es lo que
realmente desearía ser, realizar y tener?”
Si a pesar de todos tus esfuerzos, la lista de deseos no sobrepasa la
cantidad de siete, piensa que tal vez hayas dejado dormir tus
sueños demasiado tiempo, a fuerza de repetir que no eran
razonables.
Es momento entonces de responder:
“¿Quién dice lo que es o no razonable?”
Por ello es necesario penetrar al interior más profundo de ti
mismo y gestionar los más altos propósitos que reclama tu ser
externo.
No te extrañe si algún deseo viene acompañado de un proyecto en
apariencia irrazonable.
Los grandes progresos individuales y colectivos son obra de
hombres y mujeres que concibieron, creyeron y realizaron lo
aparentemente irrazonable, poniendo al servicio de estos ideales
la lógica y el sentido común.
Autorízate entonces a soñar en grande, a imaginar locuras sin
ocuparte del “¿Qué dirán?”
Curiosamente, mientras más intensa sea tu insatisfacción interior,
mayores serán tus aspiraciones y también tus realizaciones. Lucha
por lo irrazonable y tu vida será fantástica. A mayor desafío,
mayor recompensa.
Al momento de fijar objetivos es importante dejar de preguntarte
“cómo” lograrás materializarlos.
Esta sensación de duda tiene un efecto negativo, pues te
empequeñece frente a tus objetivos, hace que parezcan demasiado
ambiciosos y ello te lleva a autolimitarse, devaluando tus sueños y
boicoteando su curso.
Por ello, date permiso de emprender objetivos en apariencia más
grandes que tú. La forma como logres tus fines será tal vez una
sorpresa para ti.
Por ejemplo, si tu primer objetivo fuera el ganar mucho dinero,
recuerda que el dinero por sí mismo jamás ha constituido una
Razón de Ser.
El dinero es solamente un símbolo de energía que facilita operar
en el mercado sin tener que cambiar trescientos gramos de
poemas contra un kilo de pan.
Fijar objetivos financieros es muy útil, a condición de ubicar
siempre en tu mente la función meramente instrumental que el
dinero cumple en el descubrimiento y realización de tu Razón de
Ser.
El oro ha sido el mejor amigo del hombre y también su peor
enemigo. Quizás te preguntes ¿Qué rol es deseable dar al dinero en
tu búsqueda? ¿Debes buscarlo o esquivarlo? ¿Te será dado
fácilmente o deberás penar para obtenerlo?
El dinero puede parecer una condición indispensable para realizar
tus sueños. El error común consiste en enfocarte en la obtención
del dinero, en lugar de concentrarte en tu visión más alta.
El dinero es siempre un medio, pero también puede ocurrir que te
sean dados medios distintos al dinero que ni siquiera habías
imaginado.
Si eres certero al enfocarte en tu Razón de Ser, jamás te faltará el
dinero necesario, aun sin preocuparte del mismo.
Eleva la imagen de lo que crees merecer, otórgale más valor a lo
que emprendes y verás cómo el dinero llega a ti en la misma
proporción.
El valor que te reconozcas tendrá un efecto permanente sobre tus
logros y no únicamente en el éxito financiero.
Jamás confundas el símbolo con la experiencia buscada, los
medios con los fines. Una buena casa, un cuerpo esbelto, viajar
por el mundo, un título profesional, una relación amorosa o alguna
vivencia espiritual pasajera, no constituyen fines en sí mismos.
Son únicamente medios para obtener lo verdaderamente
trascendente, tu realización integral como ser humano. Por ello,
antes de fijarte un objetivo, pregúntate:
“¿Cuál es mi mas profunda necesidad? ¿Cuál es la experiencia que
deseo vivir?”
Abres así la posibilidad de ver tu necesidad satisfecha de forma
distinta a como la habías pensado.
Poseerás entonces una referencia interna que te permita calibrar
cada elección y saber si determinado camino te acerca o te aleja de
tu propósito general de vida.
Considera también que muchos sueños y deseos a la vez no
necesariamente constituyen una visión. Por ello es imperativo
hacer una depuración y seleccionar bien, visualizando con
claridad tu propósito más alto.
Comienza por eliminar los deseos superficiales, los bienes o
cualidades que crees necesitar tan sólo porque otros los tienen o
porque “no puedes ser menos que los demás” si careces de ellos.
Observa cada deseo y reconoce si, en verdad, estás dispuesto a
trabajar para satisfacerlo. Mejor aún, pregúntate:
“¿Vale la pena pagar el precio de tu esfuerzo, trabajo, persistencia,
voluntad y tiempo para lograrlo?, ¿Me hace feliz luchar por ello?,
¿De qué forma la satisfacción de este deseo contribuye a mi Razón
de Ser?”
Cuando logres visualizar al menos una decena de propósitos y los
hayas jerarquizado de acuerdo a su importancia, analiza y
cuestiona cada uno de ellos como si ya los hubieras alcanzado,
interrogándote:
“¿Como sabría yo que este era un objetivo valioso?, ¿Cuál será el
resultado final observable?, ¿Qué opinaría en mis adentros sobre
mí?, ¿Qué sentiré en ese momento?”
La descripción del resultado final debe ser la más precisa posible,
pues constituirá tu visión. Define bien lo que ahí pones, con la
seguridad de que posees todas las oportunidades para lograrlo.
Las imágenes de tus logros deseados serán tan necesarias como el
dibujo de un rompecabezas con miles de piezas que te propones
armar. Sin la imagen final, ¿Cómo podrías realizarlo?
El primer paso es una estampa detallada del propósito final, un
paisaje viviente que deberás consultar en tu espíritu a voluntad.
A mayor precisión, menor tiempo gastarás y cuando tu visión sea
detallada en tu mente, podrás regresar a ella cuantas veces sea
necesario. Así, tu visión quedará fija aunque la realidad diaria
cambie.
La sola evocación de dicha imagen tiene el poder de despertar una
emoción positiva en ti y de impulsarte hacia adelante.
Desde luego, no hay lugar para la duda en esa visión. Entre más
gusto y certeza pongas en tu sueño, mayor será su poder de
atracción. Es el tesoro y el objeto de tu colección.
Cuando te centres en el tesoro que quieres encontrar, cada
palabra, cada imagen y sonido se gravarán en tu inconsciente y se
realizarán con sorprendentes detalles.
Ciertamente tu visión debe integrar los dominios de tu existencia
intelectual, afectiva, económica, profesional, salud física,
expresión de sí y vida espiritual, lo cual supone que trabajes en
más de un objetivo a la vez.
Sin embargo, tu búsqueda debe jerarquizar y poner en primer
lugar lo más importante.
La diferencia entre un gran tesoro y los pequeños tesoros se
percibe cuando aprendes a leer los signos en el gran libro de la
vida.
Encontrar la jerarquía de cada logro será tu principal objetivo y
representa una necesidad absoluta.
Ningún otro secreto es más importante que este. Identificas lo
necesario cuando lo haces con naturalidad y alegría, sin esfuerzo
ni fatiga, sin prisa pero sin pausa, llevado por la convicción de
seguir el camino elegido por tu corazón.
Empieza por los caminos cuya importancia sea más clara y
concéntrate activamente en ellos, porque estos logros son y serán
tu motivación inicial.
Recuerda no pensar en el “cómo” al elegir tus búsquedas. Puede
ocurrir que un gran propósito se presente sin la más remota idea
de cómo realizarlo.
A lo largo de la historia los hombres han materializado ideales
que, observados a priori, parecían imposibles para sus
contemporáneos.
Con frecuencia los ideales aparentan ser imposibles y esto
significa que solo serán realizables si te proyectas más allá de las
limitaciones autoimpuestas.
Cuando la elección de tu reto se basa tan sólo en lo que crees
poder hacer y gastas el tiempo calculando tus probabilidades de
éxito, entonces no se trata de un propósito trascendente, sino de
una meta razonada que al final del camino te traerá aburrimiento.
3.‐ PELIGROS DEL CAMINO
DEBERÁS ser discreto con tus visiones. A menudo tu prójimo les
teme y las boicotea o descalifica porque cree imposible para los
demás lo que considera imposible para sí mismo.
Aquellos que quieren verte reducido a una visión limitada de ti
mismo son los pesimistas, los fracasados que te ponen a prueba y
siempre querrán matar tus sueños, funcionando como los
hechiceros negros de los cuentos.
En tu ruta encontrarás numerosos desquiciados para los cuales
nada es posible porque ellos son unos auténticos desgraciados.
Tratarán de compartir contigo su negra visión de las cosas y
atraparte en ella.
Encontrarás también personas exageradamente racionales que
buscarán jalarte hacia el escepticismo porque tu aventura les
inquieta.
Y también encontrarás los “extinguesueños” para quienes tu
tesoro nada vale, pues consideran que una pirámide no es más
que un montón de piedras.
Procura entonces mantenerte a salvo de tales “extinguesueños” y
dejar libre curso a tus deseos, aún los más extravagantes y
secretos.
No escuches entonces a quienes digan que tus metas son
imposibles. Lo que hacen es sustentar su estrecha visión de ellos
mismos y del Universo.
Recuerda siempre que el viaje importa tanto o más que el objetivo.
El camino es, de hecho, el objetivo.
Aunque pueda ocurrir que tu existencia terrestre termine sin que
hayas encontrado ese tesoro, el esfuerzo habrá valido la pena
porque aprendiste el inmenso valor que se esconde en la
búsqueda y conociste el valor del camino.
Si logras realizar tus objetivos en armonía con tu Razón de Ser,
podrás aprender a desprenderte de los resultados. El bienestar es
un camino y no un objetivo o lugar.
El camino que conduce al tesoro de tu alma está sembrado de
engaños, por ello pocos llegan a la meta deseada.
Hasta el aventurero más valiente debe conocer los peligros y
tomar todas las precauciones. He aquí una lista que te permitirá
prepararte.
Puede ser que el dragón anunciado no se parezca a un dragón real.
Sin embargo cuando estés frente a él tendrás que recordar
siempre quién eres y a dónde quieres ir.
Hay amenazas de afuera y amenazas de adentro. Las que
provienen de tu entorno y las que provienen de ti mismo.
Pero al final de cuentas estas dos amenazas no son sino una, pues
ellas existen porque tú les permites existir.
La serpiente que paraliza a un hombre de miedo y lo mata, es la
misma que otro hombre persigue para hacer de ella un delicioso
platillo. ¿De dónde proviene entonces la amenaza, del hombre o de
la serpiente?
Cualquier búsqueda representa un peligro cuando nada marcha
como tú quieres.
La primera cuestión a formularte siempre es saber si eres honesto
en tu intención contigo mismo. Si no logras los resultados
deseados, es que aún se agitan en ti metas contradictorias. Dices sí
a un proyecto pero lo interrumpes con algún pretexto.
Frecuentemente, esa palabra llamada pretexto es toda la distancia
que separa a un logro de un fracaso, pues significa que en el fondo
no deseas lo que dices querer y que otro deseo oculto interfiere y
estorba.
Querer sin desear significa que una parte de ti se opone a la otra.
Pregúntate entonces:
“¿De qué lado está mi corazón, de qué lado están mis mezquinos
razonamientos, mis miedos y dudas?”
Aquella elección que signifique más amor, alegría y creatividad en
tu vida es donde se encuentra la riqueza.
Muchas personas pretenden querer algo que realmente no desean,
por ello es importante observar por qué te peleas en cada
momento.
Lo verdadero es lo que manifiestas a través de tus acciones. Si
pasas diecisiete horas diarias en diversas ocupaciones sin ver a
tus hijos, no pretendas creer que tus hijos son importantes para ti.
Estarás inventando precisamente una historia para no ver la
verdad.
Otras personas son prisioneras del pequeño confort que le
prodigan sus hábitos. Incluso si su situación les desagrada, una
voz les sopla en el oído:
“¿Quién dice que de otro modo sería mejor? Quédate tranquilo, no
sabes lo qué te espera más allá. Al menos aquí estás en el territorio
que mejor conoces.”
En la infancia, el individuo se dirige al descubrimiento del mundo
con la curiosidad, el anhelo y la confianza de que en alguna parte
le espera un tesoro.
Pero en el camino conoce el miedo a lo desconocido y se acobarda
ante el dolor. Sin embargo, ¿Cómo se tornaría el gusano en
mariposa si se quedara paralizado ante el dolor de la metamorfosis
y el miedo a lo desconocido?
Otro gran obstáculo es la ineficacia. Algunos pretenden ignorar
que obtienen poco porque hacen poco.
Otros gastan una energía excesiva en nadar contra la corriente y
son derrotados a pesar de haber trabajado muy duro.
El Universo no recompensa el trabajo duro. El esfuerzo
descomunal no necesariamente agrega valor al resultado y
frecuentemente lo entorpece. Tal esfuerzo sin resultado es energía
desperdiciada.
El calígrafo deviene maestro cuando realiza las letras sin esfuerzo.
¿Cuánto trabajo debe realizar un hombre para lograr la fluidez
natural de la caña ribereña y dibujar espirales perfectas en la
superficie del agua?
Y si vas hacia tu objetivo buscando tu Razón de Ser, ¿Por qué es tan
grande tu esfuerzo?, ¿A qué te resistes?
Mientras te empeñes en buscar coartadas para justificar tus
debilidades y tus límites, ellos te acompañarán. Si peleas por hacer
añicos esas debilidades y esos límites, entonces serás cada vez
más eficiente.
Otro peligro reside en la habladuría gratuita, el parloteo y la
jactancia. Hay quienes utilizan su Razón de Ser como tema de
conversación para tornarse interesantes frente a los demás.
Torpemente gastan su energía exponiéndose al ataque de los
“extinguesueños”, los envidiosos y aguafiestas de siempre.
Al gastar demasiado el tiempo en contar tus hazañas terminas por
remplazar la acción y la realización de tus proyectos.
Otros juegan con las fuerzas invisibles sin saber el mal que pueden
hacer a otros o a sí mismos.
Sin duda, las palabras tienen poder y sea lo que sea que digamos
terminamos por atraerlo. Algunos viven en la crítica y los
pensamientos negativos y luego se sorprenden de que nada
marche bien en sus vidas.
Nadie puede escapar a la ley del sembrador, según la cual,
recogemos lo que hemos cultivado.
Según la sabiduría de los ancianos, el miedo es una pequeña
muerte pues nos hace perder contacto con nuestro ser esencial.
Los restos de innumerables sueños naufragan en el océano de los
terrores que no por ser humanos dejan de ser evitables.
Estarás trabajando para los días difíciles si dejas que el miedo
dirija tu vida. El hombre se dirige hacia lo que rechaza y al final de
cuentas perpetúa aquello que no quiere, por concentrarse en ello.
Si enfocas tu atención sobre lo que temes y quieres evitar, te
encuentras en la posición de aquel que camina mirando hacia
atrás en vez de aprovechar el hueco que se abre delante de él.
El miedo es el peor y más terrible consejero, pues nos lleva allí a
adonde ponemos nuestra atención. Si tienes miedo de algo, ese
algo vendrá a ti.
A la inversa, cada vez que enfrentes con entereza tu miedo,
ganarás en fuerza, coraje y confianza, sin importar los resultados.
Ten la seguridad de que tú eres más grande que cualquier miedo y
que debes al menos intentar aquello que tu miedo señala como
imposible.
Mantén tu mirada fija en el objetivo, persevera en poner un paso
delante del otro y vendrá el día en que ese traidor indeseable te
habrá abandonado para siempre.
A menudo te impones reglas restrictivas que sabotean tus
esfuerzos para el logro, como aquella mujer que soñaba tener
cinco hijos, pero los quería concebir únicamente en los eclipses de
luna.
Cuando das vueltas en redondo sin encontrar la salida del
laberinto, detente y mira el cielo. La ruta de salida está trazada en
las estrellas.
A lo largo del camino encontrarás numerosas bifurcaciones. Si
preguntas a alguien que pasa por ahí cuál es la mejor dirección, te
señalará la ruta mas adecuada para él, pero nunca la tuya.
Cuando te expones a vivir según el deseo de los demás,
pregúntate: “¿Quién dirige tu vida, tú o los otros?”
Constituye un peligro esa tentación de mirar hacia atrás. Si te
acobardas ante una experiencia y decides retroceder, perderás la
ocasión de sobrepasarla.
Pero la vida es generosa y la experiencia se presentará una y otra
vez hasta que hayas aprendido la lección que ella tiene preparada
para ti.
La vida es una sucesión inevitable de elecciones para las cuales
más o menos tienes información. No te detengas ante las
incertidumbres del camino y no desaproveches tu energía en la
elección misma.
Cuando tu corazón decida, no habrá lugar para la duda. Cuando la
cabeza decide pensando largamente los pros y contras, a menudo
te alejas del camino elegido por tu corazón.
Anda, ve hacia delante. En el curso de la ruta recibirás nuevas
informaciones que jamás habrías obtenido de haberte quedado
quieto.
Si tu camino no era el bueno, siempre te será posible hacer una
nueva elección, pero ahora con experiencia acumulada.
La travesía del inmenso desierto está sembrada de problemas
para el viajero imprudente.
Una de las más dañinas es el desánimo. Muy seguido el aventurero
imagina con todos los detalles el oasis donde desea convertirse en
príncipe, pero no considera el precio a pagar por ello.
Cree en los tapetes voladores y en las historias del genio bueno
realizando los deseos al instante y sin esfuerzo.
Los buenos genios existen, pero son una excepción. La regla dice
que si uno quiere verdaderamente algo, uno puede tenerlo pero es
preciso estar dispuesto a pagar el precio.
Algunos tienen una visión temporal demasiado corta. No miden
cuánto tiempo les tomará la realización de un sueño y al tercer día
opinan que la espera ha sido demasiado larga, suponen que nunca
llegarán y se desaniman.
Tu lista de deseos puede ser amplia pero desconoces el orden en
el cual te serán satisfacerlos.
Algunos deseos llegan más pronto de lo que imaginabas y otros
exigen mayor paciencia, se cumplen al mediano plazo o tal vez
hasta el crepúsculo de tu existencia terrestre.
Lo que cuenta es mantener tu mirada en el objetivo y nunca dejar
de dar pasos firmes en esa dirección.
Quizá encuentres muy rudo el mundo en el cual vives. Crees que el
destino favorece a unos y arruina a otros. Crees que para unos
todo fue fácil y para ti muy difícil.
Si piensas así debes saber que las cosas difíciles constituyen en el
fondo una ventaja para ti, porque te brindan la oportunidad de
aprender más.
Puedes interpretar toda experiencia o dificultad encontrada en el
camino como una maldición, pero también puedes considerarla
como un reto, un desafío o una oportunidad para ser más fuerte
que antes.
El alpinista que observa con temor la pared áspera de roca podría
lamentarse por la dificultad, pero también puede regocijarse
porque las grietas y salientes filosas son los agarres que permiten
el ascenso y las utiliza para su ventaja.
Por ello debes acostumbrarte a utilizar cualquier dificultad para
progresar hacia tu objetivo. Cuando lo entiendas, el mundo será
para ti un lugar abundante en oportunidades.
Otra forma de no lograr un objetivo es pretender llegar sin ayuda
alguna.
En tal caso, no te sorprenda que tus dificultades se multipliquen
pues resulta difícil ayudar a quien cree tener todo lo necesario y
no abre sus brazos para recibir.
Aquel que no sabe recibir, desaprovecha los regalos que el
Universo coloca en su camino. Si no los aprecia, se debe a que el
mundo es tal como creemos que es.
Si no creemos en los regalos, jamás veremos a quienes están ahí
para ayudarnos y brindarnos las herramientas necesarias,
diseñadas especialmente para nosotros.
Cuando comiences algo que parece un desafío, observa
inicialmente todos los apoyos disponibles. Luego, pasa
directamente a la acción.
Puede ser que en tu camino obtengas logros que te hagan perder
de vista tu verdadera Razón de Ser y el éxito se te suba a la cabeza.
Tomando la fantasía por oasis, creerás que has llegado a la meta
superior y que es inútil seguir la búsqueda.
Si te duermes ahí, al despertar más tarde te sentirás pesado para
reemprender el camino y el buitre de la confusión te comerá los
ojos.
Si permaneces conectado a tu verdad, estas serán pruebas que
sobrepasarás con distintos grados de dificultad pero, a la postre,
con éxito.
No subestimes al miedo que es enemigo tenaz. El miedo puede
echar a perder tu sueño y tornarlo imposible.
Tu visión puede ser muy ambiciosa, pero si te atrapa la duda, esta
será como un veneno lento, pero mortal. Vacilarás al momento en
que deberías lanzarte, dormirás cuando deberías estar despierto.
Recuerda la historia del hombre que fue encargado de ir al Jardín
de las Hespérides, para traer un fruto sagrado que se multiplicaría
y daría riqueza a su ciudad. Tenía un año para ello y si lo echaba a
perder moriría.
Ese único fruto tardaba un año en madurar y estaba en un
gigantesco árbol a una altura inalcanzable. Debía entonces esperar
que el fruto estuviera maduro y que se desgajara naturalmente del
árbol.
Debía atraparlo antes de que lo tocara el sol, pues el fruto se haría
añicos al calor de los rayos y se perdería definitivamente.
El hombre se ubicó en postura perpendicular al fruto y esperaba,
esperaba y esperaba. Al cabo de una semana, se sintió muy
fatigado y comenzó a creer que no podría lograrlo.
“Debo descansar un poco”, pensó, “el fruto no tiene rasgos de estar
bien maduro, quizás caiga dentro de muchos meses”.
Entonces se sosegó y algunos minutos después fue sobresaltado
por el ruido del fruto que a su lado estaba. Feliz lo tomó,
aprendiendo con ello que jamás hay que desesperar.
Otro peligro te acecha en el camino, el de la angustia de estar
confundido.
En Samarkanda, un rico comerciante había decidido que solo se
casaría con una mujer perfecta.
Las candidatas no faltaban pero para decidirse sólo disponía de
pequeños retratos, miniaturas de marfil enviadas por cada familia.
Y como estos retratos eran algo borrosos, le angustiaba la
posibilidad de ser engañado. Por ello postergaba repetidamente
su decisión y los años pasaban sin que pudiera encontrar esposa.
Cierto día sufre un mal que lo deja medio paralizado, entonces
descubre que era demasiado tarde para elegir y nunca tendría un
heredero.
Por ello, cualquiera que sea tu sueño, deberás estar listo para
afrontar la realidad. Entre más te prevengas contra la decepción,
más te predispones a jamás emprender nada.
La realidad puede estar más allá o más acá de tus esperanzas. Solo
teniendo coraje y decisión podrás experimentarlo todo, pese a la
incertidumbre.
La indecisión es una señal que demuestra tu falta de confianza en
la generosidad de la vida y puede llevarte al fracaso.
Si tu sueño sobrevive a los ladrones de almas, al inmenso desierto,
a la angustia de estar confundido y a la fantasía del falso logro,
entonces conocerás el gozo sin par de haber consumado tu razón
en la Tierra, plenitud para la cual no hay palabras capaces de
describirla.
4.‐ OBSTÁCULOS Y AYUDAS
EL CAMINO que conduce al tesoro está plagado de trampas, pero
también ofrece una cantidad de bendiciones, ayudas y
oportunidades dispuestas en nuestro beneficio.
En apariencia, todo funciona como si la vida fuera banal y
aburrida hasta el día en que encuentras tu Razón de Ser y decides
elegir uno o varios retos.
Te habías instalado perezosamente en la orilla de la vida y
dedicado a vegetar hasta el día en que te embarcaste en una frágil
canoa para navegar sobre el impetuoso río del ascenso.
A partir de ese momento debiste remar para guiar tu
embarcación. Has encontrado remolinos, arrecifes y
contracorrientes, bancos de roca y arenas movedizas.
Pero además has percibido que una gracia particular te acompaña
y que encontraste los recursos y las fuerzas necesarias para
encarar con éxito cada prueba.
Así pasarán los días y los meses en esta ruta de navegación y
sabrás que tuviste el coraje de continuar y tus músculos se
desarrollaron. Lo que te parecía difícil, ya no lo es.
Has aprendido haciendo, has recibido dando. Llegó entonces el día
en que, sin olvidar el objetivo de tu viaje, se convirtió en un placer
desplazar tu canoa entre los arrecifes.
Las salpicaduras de las olas, el aire agreste, los animales salvajes
merodeando en las orillas, el cielo siempre cambiante, todo es
ahora para ti una fascinación y un encanto que no cambiarías por
tu antigua siesta en la playa.
Entonces entenderás que la felicidad es un camino a emprender,
no un objetivo a lograr.
Una condición básica para que puedas beneficiarte con todas las
ayudas que el Universo te envía consiste en involucrarte
totalmente en la búsqueda.
Involucrarte de manera integral significa hacerlo bajo un
convencimiento irreversible.
Si no fuera irreversible tendrías siempre la posibilidad de
involucionar a un estado anterior o más bajo.
Al principio, una parte de tu personalidad te impulsa para
adelante y otra parte igual de poderosa te jala hacia atrás.
Sabrás que diste el paso definitivo cuando hayas abandonado toda
posibilidad de retorno y entonces la providencia te acompañará.
Ciertamente, si evitas hablar del “cómo” tu visión podrá realizarse
más fácilmente, aún si estás lejos de contar con los medios
necesarios para lograrlo.
Ante el dilema del “como”, entendemos que la providencia vendrá
en tu ayuda, pero, ¿Qué es la providencia y cómo invocarla?
Reconocerás que una visión es ilusoria si te provoca un problema
detestable y cuando entiendas que de persistir en dicho error tu
situación sería insoportable.
La buena nueva es que dicha distancia entre tu realidad y tu deseo
produce una tensión que estimulará tu energía creativa más allá
de lo imaginable.
La inconformidad y la tensión te obligarán a encontrar en ti
recursos que de otra manera jamás hubieras sospechado.
Siendo co‐creador de dicha providencia tendrás siempre en mente
cualquier carencia vinculada a tu deseo más profundo y al objetivo
primordial de tu existencia.
Existe otra manifestación de la providencia aún más misteriosa.
Por ejemplo, cierta persona no tiene un céntimo para financiar el
viaje de sus sueños y se ve sorprendida por un benéfico giro de la
fortuna, una lotería o un tesoro.
Bien, ya se ha dicho que resulta indispensable identificar nuestros
objetivos, ilustrarlos con imágenes y nutrirlos con toda la fuerza
de nuestro corazón.
Dicha imagen mental pone en curso energías que trabajan para ti,
aunque sea difícil saber cuándo te aportarán el empujón decisivo.
Deberás considerar que toda creación humana nace dos veces,
primero en la imaginación y después en el mundo físico.
Quizás no puedas saber cuánto tiempo y trabajo va a requerir la
materialización de un deseo; solamente hasta que lo hayas
logrado.
Tu obligación es mantenerte siempre listo para cuando ese
momento llegue, sosteniendo tu esfuerzo, pues la providencia en
ocasiones permite que un proyecto cristalice en corto tiempo y
con poco esfuerzo como si fuera un milagro.
Si un proyecto cuaja rápidamente, será necesario preguntar por
qué razón la felicidad aparece tan fácilmente en tu camino.
En tal caso, dicho objetivo era tan sólo una etapa preliminar en la
ruta hacia algún punto más alto. Descubres así que tu visión debió
ser incluso más grande.
Estamos limitados, pues, por la dificultad para tomar conciencia
de nuestra grandeza.
Todo ser humano posee un reservorio inagotable de recursos
sobrenaturales que ni siquiera alcanza a capitalizar totalmente en
el lapso de una vida.
Y si bien nunca agotarás dicho reservorio, puedes observar como
las fronteras de lo posible se recorren y amplían a medida que
avanzas. ¿Qué te espera, por ejemplo, más allá de las estrellas?
Pero ¿Cómo puedes estar seguro de merecer las cosas buenas que
cruzan en tu camino? La peor locura sería no tomarte la pena de
extraer la fina perla que se encuentra en la ostra que acabas de
abrir.
¿Crees tú que el destino habría puesto esa perla en tus manos si no
lo merecieras? Acepta el maná que cae del cielo y deja de
preguntar si lo mereces o es justo para ti.
Por más baja que sea tu autoestima, al menos considérate digno
de los regalos que te ofrece la vida. Jamás los desprecies porque
esos regalos están ahí para estimular tu contribución única a la
creación divina.
En el camino necesitarás una buena dosis de osadía. Nadie nace
con una confianza total en sí mismo. La confianza es un músculo:
si no lo ejercitas, adelgaza y se reblandece.
La mejor forma para desarrollar la confianza es asumir riesgos
calculados. Este ejercicio es poco placentero pues supone hacer
algo que desconoces y para lo cual no eres muy diestro.
Las personas abandonan la búsqueda cuando renuncian al riesgo
y crean barreras que los protejan de lo imprevisto y que al mismo
tiempo los debilitan y mantienen prisioneros.
Asumir riesgos significa hacer algo que temes, es decir todo lo
contrario de lo que normalmente haces. La clave es llegar a lo que
antes creías que eran tus límites y avanzar más allá.
Cada vez que tengas ese coraje, mejorarás tu confianza y
descubrirás que eres infinitamente más capaz de lo que pensabas.
¿Si no lo hubieras intentado, como habrías podido saberlo?
Al momento de fijar tu objetivo, puede ocurrir que no tengas la
menor idea de la ruta a seguir.
Esto le ocurrió a Mehmet, quien criaba cabras en el desierto de
Arabia y decide un día conocer el mar. En su tribu nadie sabía en
qué dirección partir.
Escuchó decir a un mendigo ciego que la sal venía del mar y sobre
sus orillas vivían grandes pájaros blancos que lanzaban graciosos
gritos.
Mehmet recorre entonces el camino inverso a las caravanas de sal.
Como también había escuchado decir que todos los ríos llegaban
al mar, siguió el curso del primer río que encontró, pero este
pronto desapareció en las arenas del desierto.
No se desanimó y siguió caminando hasta observar a una
jovencita con un collar de caracoles en el cuello.
Luego observó pescado seco en el toldo de un mercado y también
un barco de juguete en las manos de un niño.
Un día escucha los gritos de las gaviotas, siente en la brisa un olor
cargado de sal y descubre por fin, con gran embeleso, la
inmensidad del mar.
Los datos que Mehmet fue encontrando en el camino constituyen
los signos vinculados a su búsqueda, cada uno diferente, pero
todos relacionados con el mar.
Aunque tales hallazgos solo tenían sentido para Mehmet porque él
buscaba precisamente el mar.
Los signos jamás habrían significado algo útil si su meta fuera otra
como, por ejemplo, encontrar un punto de agua en el desierto.
Es propio de los signos el que su lectura no sea evidente. Un
mismo signo puede tener significados diferentes para distintas
personas, según el sentido y la orientación de cada búsqueda
individual.
No debes entonces encargar a otros la tarea de observar e
interpretar los signos externos que están dispuestos únicamente
para ti. Esto es algo que debes hacer por ti mismo.
Igual ocurre en los signos internos. Solamente tú puedes estar
atento a ellos e interpretarlos. Esta es una clave básica del “saber
hacer”, cuando una buena decisión llega acompañada de cierta
sensación agradable de paz interior.
Una decisión equívoca, en cambio, es señalada por un sentimiento
de tensión, ansiedad o alerta.
Si tu intelecto te dice que alguna elección es buena pero tu
estómago te advierte que es dudosa, quizás debas escuchar más a
tu estómago, es decir, a tu intuición.
Pero, atención, nunca consideres, a priori, un signo como
irrelevante. Un pájaro en el cielo puede decirte tanto como un
cargamento de pescado seco.
Hay también signos engañosos, como el río que desaparece en la
arena. Es una invitación a la prudencia pero no a que pierdas tu
confianza en los signos.
Pero será en las respuestas que te ofrece el Universo donde
encuentres la información más valiosa.
Todo paso que das provoca un eco, al cual debes estar siempre
atento. La mejor manera de saber si hay agua en un pozo profundo
es lanzar un guijarro y escuchar si hace “pluf” al final de su caída.
Cuando te encuentres atrapado en una difícil disyuntiva,
pregúntate: “¿Qué mensajes elegí no escuchar?”
Veras que siempre hubo signos o presagios que ignoraste y
hubieras podido prepararte para la prueba o, incluso, evitarla.
La enseñanza es importante. Si tú no utilizas la información que el
Universo te ofrece, estarás orientado a repetir indefinidamente los
mismos errores.
Recuerda que debes encontrar las respuestas por ti mismo. Nadie,
en ninguna parte, podrá enseñarte sobre tus signos mejor que tú.
La vida es tu maestro y tu amo el deseo. Parir tus sueños puede
ayudarte a encontrar tu visión. Quizás incluso puedas “aprender a
aprender” de la vida misma, lo cuál constituye una forma de
sabiduría superior.
Aunque no esperes que la vida te avise a cada paso lo que debes
hacer. La vida hará bien su trabajo si te aconseja lanzar la piedra
en el pozo para que constates personalmente si hay agua.
No hay camino recto que conduzca a tu objetivo. Para llegar a
puerto seguro, el barco deberá seguir una trayectoria sinuosa.
Aquel que nada sepa de navegación pensará que son vueltas
inútiles. Pero el marino experto sabe que avanza hacia su destino
gracias a que corrige permanentemente el curso.
Deberás incluso aprender a navegar más cerca del viento
utilizando las corrientes para tu ventaja y esto supone hacer
rodeos si el viento cambia o si encuentras rocas.
Esta imagen se aplica también a tu búsqueda. Muy frecuentemente
querrás llegar directo a una meta. ¡La ves tan próxima y requieres
de tantas vueltas!
Sería absurdo ignorar las rocas que ponen a prueba tu existencia.
Acepta lo que llega, rodéalo, atraviésalo, sobrepásalo y aquello
quedará atrás en tu marcha.
No obstante, también sería un error tomarle placer a las vueltas y
reincidir en tus impaciencias cuando ya estén agotadas o
fracasadas.
Querrás saber: ¿Por qué en ellas no has aprendido a interpretar el
lenguaje del mar? Has resistido contra la corriente y luchado con
las rocas pero no sabes todavía danzar con el viento.
Serás capaz de lograr mucho, a condición de creer lo
suficientemente en ti y en tu visión. ¿Crees tú que el primer hombre
en aventurarse más allá de las columnas de Hércules sabía lo que le
esperaba?
Actuó como si ya conociera el país del ébano y el marfil. Partió
como si supiera qué hacer y como si estuviera seguro de llegar allí
pues, de lo contrario, ningún hombre de su tripulación habría
aceptado seguirlo.
Embárcate hacia tu ruta con arrojo y actúa con certeza hasta el
final. Es así como los hombres han realizado todas sus
exploraciones y descubrimientos desde los orígenes.
Quizá te preguntes si hacer planes de acción aumentará tu
posibilidad de éxito. Darío, rey de los persas, tenía el sueño de
reconstruir los maravillosos jardines colgantes de Semiramis en
Babilonia.
Sus arquitectos le presentaron proyectos y comenzaron a reunir
los materiales para realizar la obra cuya visión maravillaba a su
espíritu, pero nunca previó que un griego llamado Alejandro le
arrebataría el trono.
Hacer planes es una buena forma de tomar en serio tus objetivos y
de reunir los recursos necesarios para realizarlos, pero en la
realidad los planes rara vez funcionan tal como han sido previstos.
Si, a pesar de todo, haces planes, la suerte de llegar a tus fines
aumentará considerablemente.
Te aconsejo no utilizar tu visión como tema de conversación
banal. Esto no significa que debas guardar en secreto tus objetivos
por siempre ni para todo el mundo.
Pero hay una etapa donde tu visión es muy vulnerable pues aún
no estas completamente seguro de ti y podrías ser víctima de los
“extinguesueños”.
Desde luego, cuando tu visión se haya ampliado y ganado la fuerza
suficiente, puedes hablar de ella para encontrar los soportes
necesarios, pues tal vez encuentres entre tus próximos un espíritu
semejante al tuyo que sepa animarte en tu búsqueda.
Puedes también compartir tu visión antes de lanzarte cuando
estás seguro de que tu decisión no causará agravio a quienes
involucre.
Cuando mires alrededor y veas el logro de los demás, pregúntate
cuál es el secreto que te permitiría avanzar como ellos.
Has leído aquí una parte de esos secretos que te permitirán
agregarte al coro de los creadores responsables y talentosos. Pero
hay un secreto que es necesario subrayar: la virtud de la
perseverancia.
A lo largo de los milenios, los ejemplos que ilustran este principio
son innumerables.
Tal vez conozcas la historia del buscador de esmeraldas de
Golconda quien abandonó su esfuerzo a dos dedos de la piedra
fabulosa que volvió muy rico a quien lo remplazó.
El éxito será tuyo si le eres fiel hasta el final. Antes debes estar
convencido de que cuando una puerta se cierra, otra se abre.
Si alguien rehúsa la ayuda que pides, no lo tomes personalmente.
Continúa preguntando hasta obtener lo que deseas.
Cada vez que escuches un “no” y perseveras te haces más fuerte.
Jamás atiendas esa pequeña voz en ti que dice: “no lo lograrás”.
Esa no es tu verdadera voz, sino la de los “extinguesueños”, muy
felices ellos de hacerse obedecer.
El momento en que estés más desanimado podría ser aquel en que
te encuentres más cerca del objetivo.
No te desvíes de tu intención inicial, levántate caída tras caída, sé
paciente y obstinado; saca fuerzas de tu Razón de Ser y persevera
siempre en tu propósito más alto.
Quizás te sientas tentado a abandonar tu búsqueda porque
algunos problemas parecen insolubles. Acaso digas: “No vale la
pena, yo miré muy alto, ¡No es posible!”
He visto gente ahogarse en un vaso de agua. Pasan su vida
puliendo una plomada esperando transformarla en oro, aunque
tal vez hubieran conseguido suficiente si vendieran la plomada.
Dicho por Albert Einstein: “todo problema lleva implícita una
solución pero ningún problema se resuelve con la misma mentalidad
que lo creó”.
Ante los obstáculos que llegan repetidos aprende a perseverar,
pero ello no significa que debas continuar indefinidamente
chocando contra el vidrio como la mosca atrapada en la trampa.
Cuando repetir la misma fórmula no te ofrezca el resultado
esperado, inténtalo de otra manera. La solución a un problema
debe ser mayor que el problema mismo.
No se utiliza un pequeño anzuelo para atrapar a un pez grande. Un
adulto no duerme en la cuna de un recién nacido.
Una buena forma de alcanzar una meta es concentrar toda tu
energía en aquellos elementos que dependen de ti.
Hubo un hombre generoso que tenía pesadillas recordando los
desastres causados por la sequía en un país vecino.
Le preocupaba un problema que no estaba en su poder resolver,
como es la suerte de los niños que había visto con la piel pegada a
los huesos por el hambre.
En ese tiempo, la gente de su ciudad vino a pedirle ayuda para
reparar el dique que retenía el río. Pero él nada quiso saber del
dique, por estar concentrado en la suerte de los niños muriendo
de hambre en el país vecino. Luego, el dique se rompió y su casa
fue la primera afectada por la creciente.
Muchas personas viven preocupadas por problemas donde no
tienen injerencia alguna y dejan de hacer aquello que pueden
corregir en su vecindario cercano.
El principio que te guía debe ser inverso. Comienza por ocuparte
de lo que depende directamente de ti.
Los resultados que obtendrás te permitirán expandir
gradualmente tu círculo de influencia, crecerá tu horizonte de
posibilidades y se ensancharán tus fronteras.
Si nuestro hombre hubiera seguido este principio, habría podido
canalizar el agua de su río hasta la provincia vecina, evitando la
inundación que destruyó su casa y ayudando también a los niños
afectados por la sequía.
El Universo ha puesto en nosotros recursos que aún no han sido
explorados en toda su extensión. En nuestras luchas cotidianas
utilizamos una débil parte de los tesoros existentes.
Nacimos diferentes, cada cual, uno de otro, con posibilidades tan
diversas como las que existen entre un sembradío de viñedos y
uno de trigo.
No tendrás razón para deleitarte si habiendo heredado un rico
sembradío de trigo no lo trabajas. Quizás haya en ti un buen
músico o un magnífico jardinero, pero lo ignoras o, aún
sabiéndolo, lo desestimas.
El germen de cada talento es aquello que el Universo te dio por
herencia, pero si no lo cultivas, más te hubiera valido nacer sin
brazos o sin piernas.
Si nada haces con algún talento, carece de valor, está perdido. Peor
todavía, al ser desaprovechado, cada talento inútil se pudre en tus
entrañas, te quita el sueño y tarde o temprano sirve para algún fin
poco noble o maligno. En casos así, más te valdría no haberlo
tenido.
Todos estamos obligados a cultivar y hacer fructificar los dones y
talentos que el Universo nos ha dado. La misión que hace distinto
a cada individuo varía de acuerdo a la combinación de dones,
siempre diferente.
Como las monedas de la parábola bíblica, los talentos no te fueron
dados para esconderlos bajo tierra ni derrocharlos. Debes
multiplicarlos.
Si tu trabajo y esfuerzo no se traducen en cambios reales en tu
vida cotidiana, habrán sido estériles. ¿Cuántas veces has notado
que las enseñanzas recibidas quedan sin efecto en tu
comportamiento diario?
Si avanzas feliz ante los regalos del camino pero sin valorarlos, tal
vez no has entendido que esos regalos son resultados y te haría
mucho bien sentir gratitud por ellos.
El sentimiento de gratitud es parte esencial del gozo por la vida. Si
veneras a un Dios agradécele según los rituales apropiados. Si a
ninguno veneras, ofrece tu gratitud al Universo.
Alcanzarás entonces lo que se llama “estado de gracia”, el cual te
faculta para ser receptor natural de los beneficios que Dios, los
dioses o el Universo tienen para ti.
5.‐ INTERLOCUTORES Y GUÍAS
NO BASTA trazar objetivos ambiciosos para encontrar tu Razón de
Ser. Cuando se cree en un Dios o mejor aún, cuando se conoce y
experimenta lo divino, se tiene al menos una respuesta ante el
sentido último de la existencia.
Pero la divinidad es quizás un misterio demasiado grande para
cuya cercanía no estás listo.
Existe también un camino para aquellos que no esperan nada de
una verdad revelada. Desde la más lejana antigüedad, cuando
reinaron sobre la Tierra los dioses ya olvidados, el hombre supo
encontrar respuestas sin referirse a una autoridad externa.
Esta sabiduría es ahora más actual que nunca, pero, ¿Qué es la
sabiduría?
Es sabio aquel que tiene una verdadera comprensión de sí, de los
otros y del mundo. Pero el estudio de los libros jamás será
suficiente para obtener dicha comprensión.
La sabiduría es el resultado de la experiencia, a condición que uno
sepa aprender de la experiencia. Por ello frecuentemente
representamos a los sabios como ancianos de larga y blanca
barba.
Sin embargo hay una sabiduría para cada edad de la vida. La del
joven está en el ánimo y la adopción de riesgos.
La del hombre maduro en la responsabilidad y el poder creador y
la del anciano descansa en su serenidad y la capacidad de enseñar.
Así que no se puede decir quién es más sabio, aunque para lograr
la sabiduría propia de cada edad, algunos principios deben ser
respetados.
Si se te dificulta encontrar por ti mismo el camino, contempla
entonces la posibilidad de pedir ayuda a un amigo paciente y
discreto que sepa y quiera escucharte, guiando con ello tus etapas
de búsqueda interior.
Necesitarás entonces un interlocutor competente. Pero mucho
cuidado, la función del interlocutor competente es la de un simple
auxiliar, un testigo imparcial que te ayuda a trazar tu ruta hacia el
descubrimiento y realización de tu genio personal.
Recuerda que un verdadero amigo no pretende saber más de
aquello que sólo tú puedes saber. Es alguien en quien tú confías
cuando te diga que eres capaz de lograr lo que deseas. Tu suerte
será multiplicada si alguna persona de tu confianza cree además
en ti.
El interlocutor competente jamás deberá imponerte respuestas.
Tampoco podrá determinar los propósitos ni fijar las metas que
sólo a ti te corresponde decidir.
Si lo intenta, huye de él pues está aprovechándose de la situación
para controlar tu vida en su beneficio.
Te preguntarás también si se requiere un maestro de sabiduría.
Sería un error creer que el amigo de confianza a quien pediste
ayuda como interlocutor competente es también un guía de
sabiduría.
Aquel que te escuche de buena gana para ayudarte a salir de la
confusión no es ni más ni menos importante que el carpintero
llamado a reparar tu mesa o el médico que alivia un dolor de
muelas.
Encontrar un auténtico guía de sabiduría es un raro regalo que
solamente se otorga a quien esté listo y receptivo. Tal vez te has
codeado con él, sin saberlo y por no estar listo ni receptivo,
tampoco pudiste identificarlo.
La única forma para que encuentres un guía es estar atento a los
signos externos y escuchar permanentemente a tu corazón.
El guía es un hombre o mujer que empezó a recorrer el camino
antes que tú y debe reunir, al menos, dos condiciones. Haber
logrado algo que tú deseas alcanzar y confiar en que tiene buena
disposición hacia tu persona.
La confianza es esencial pues contar con un guía de sabiduría no
significa un reposo. Si decides seguir sus instrucciones, el o ella te
sumergirán en un torbellino que te removerá hasta las tripas.
Te pondrá sin cesar fuera de tus límites y te propondrá actos
útiles que jamás hubieras hecho por ti mismo.
El guía de sabiduría sólo puede guiarte hasta el punto exacto al
que ha llegado. Si tú estas llamado a ir más lejos, por favor no
esperes que el guía te enseñe más de lo que sabe.
Si el guía es honesto te dirá que su consejo es de utilidad limitada
y te habrá de notificar puntualmente a partir de que etapa su
ayuda se agota y debes continuar sólo en tu búsqueda.
Una clave para reconocer al verdadero guía de la sabiduría es que
jamás pone grilletes a su discípulo.
Al contrario, se regocija cuando el discípulo gana en autonomía y
logra alejarse volando con sus propias alas.
Igualmente, cuando el discípulo se retarda mucho a su lado y se
conforma con vivir a la sombra del maestro, el verdadero guía de
sabiduría lo hecha fuera sin consideración alguna.
Lo mismo hace el ave cuando lanza a sus polluelos fuera del nido
para que desplieguen sus alas o mueran impactados contra el
suelo.
El Buda Gautama tuvo muchos maestros que le acompañaron en
distintas etapas del camino, pero sólo encontró la verdadera
iluminación cuando hizo contacto con su Maestro Interno y
aprendió a leer los mensajes del Universo.
La vida es el mejor maestro, aunque a menudo creas que ya has
tomado las lecciones suficientes que la vida tenía para darte.
Recuerda que los mismos signos pueden ser interpretados de
múltiples maneras según tu intención y objetivo.
No hay aprendizaje de la sabiduría sin acción, porque el Universo
físico es un inmenso terreno de acción. ¿De qué te serviría haber
leído treinta y tres tratados sobre la compasión si el sufrimiento de
tu enemigo no despierta piedad alguna en tu corazón?
Mira a tu alrededor, ni los astros están inmóviles, ni las plantas
cesan de abrirse paso, ni las rocas dejan de transformarse bajo la
acción del viento, el agua y el fuego.
Entendiendo tus objetivos en armonía con tu Razón de Ser habrás
tomado resueltamente el camino de la sabiduría.
Es facultad del hombre el manifestar sus sueños en el mundo
físico, naturalmente y sin esfuerzo, como es del naranjo dar
naranjas y del águila cazar por los aires.
Enferma estaría el águila si quisiera actuar como tortuga o
anormal el naranjo que diera chícharos.
Pero también enfermo estará el hombre que adopte el oficio de
padre sin la voluntad de dar amor, sólo por creerse obligado a ello.
Una clave importante en el camino hacia la sabiduría exige
comprender que el objeto de la búsqueda no es lo que realmente
cuenta.
En tiempos antiguos, las damas pedían a su caballero disponerse a
la lucha para vencer a un dragón.
Sin embargo, aquello que los valientes guerreros ganaban no era
la gloria de matar al dragón pues ningún dragón era más glorioso
que otro y, de hecho, los dragones no existen.
Lo que los caballeros en verdad afrontaban era el miedo a lo
desconocido, poniendo a prueba la capacidad de sobrepasar sus
límites.
Se tornaban entonces más sabios, habiendo aprendido que
ninguna apuesta es más importante que otra cuando se compite
consigo mismo.
No sirve de mucho, entonces, el preguntar si tu búsqueda es la
mejor, si es para toda la vida o que podría ocurrir después.
Lo que cuenta es fijar una búsqueda bien provista de corazón y
totalmente plena de sentido para ti. Lo contrario sería una
aventura superficial que al inflar tu ego, en realidad te debilite y
reduzca.
No hay búsqueda más noble o grandiosa que otra. Ser la primera
persona en caminar sobre la luna o hablar sin tartamudear son
dos hazañas de igual valor para el Alma del Mundo, si ambas
ayudan a que sus respectivos héroes sean mejores.
A lo largo de tu caminar aprenderás a reconocer las leyes que
rigen el Universo, para actuar de acuerdo con ellas.
Nadie que sea sensato pretendería oponerse al movimiento de las
mareas o al flujo de la respiración que expulsa el aire viciado a fin
de inspirar aire puro.
Por lo tanto, ¿Cuántos de tus contemporáneos pretender recibir sin
dar, curarse sin purificarse y ser amados sin amar?
El camino de sabiduría conduce al amor y en el amor se encuentra
la sabiduría mayor.
Tal vez observes que el amor apasionado provoca a veces los
peores excesos y las mayores locuras.
Esto se debe a que dicho amor está cargado de una energía
desbordante, como un río crecido que arranca a su paso todo lo
que encuentra.
Pero el amor, como el agua, está siempre cargado de un potencial
bienhechor de vida.
Existe en todo ser humano una braza que no se extinguirá hasta
que la vida abandone el cuerpo. En algunos casos, dichas brazas
producen llamas claras que refulgen e iluminan a su alrededor.
En otros, las brazas se esconden lejos, al centro de un bloque de
carbón frío que reemplaza a su corazón.
La felicidad no existe sin el amor. El amor es el comienzo y el fin
de cualquier vida. Sin él, la humanidad no se salvará de una
prematura desaparición.
Ejerciendo el amor podrás contribuir a la fraternidad humana,
respetuoso siempre de las diferencias, para llevarla hacia un más
alto grado de evolución y civilización.
Nadie puede pretender responder a todas las interrogantes. Entre
más avances en sabiduría, más te aproximarás al insondable
misterio del Universo.
Aprenderás a dialogar con la duda, valorando la incertidumbre y
la ambigüedad como recursos útiles y amigables.
Aprenderás a pensar por dentro y fuera de las reglas para así
utilizar en tu favor nociones contradictorias.
Aprenderás a estar abierto a todas las fuentes de conocimiento y a
buscar más de una respuesta en cada pregunta.
Trascenderás los límites de tu tiempo y cuando navegues libre
sobre el campo de la potencialidad pura, quizás te sea dado ver
más allá del caos y conectarte con la unidad de todas las cosas.
FIN