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Universidad Externado de Colombia

Facultad de Estudios del Patrimonio Cultural


Cultura y Patrimonio I Módulo de Historia del Arte
Manuela Valdés Valdés
Presentado a: Prof. María del Rosario Leal
Mayo 22 de 2008

El impacto de la Composición de Lugar en la Nueva Granada

La piedad, es decir, aquella virtud que debía inspirar amor a Dios y las cosas
santas, fue un elemento crucial en el desarrollo de la cultura barroca en la Nueva
Granada y por lo tanto a la imagen le obedeció la tarea de suscitarla. Para ello, las
imagenes tuvo dos funciones principales: una pedagógica (para apoyar el proceso
de evangelización) y para mover los sentimientos.1

Sin embargo, por sí sola, la imagen no lograba este cometido y por lo tanto
necesitó de dos herramientas teóricas fundamentales. La primera es la retórica,
que al ser empleada para la representación, deja de ser un arte y se convierte en
una técnica para conseguir la anhelada persuasión.2 La segunda herramienta es
de tradición jesuítica, la famosa ‘composición de lugar’ desarrollada por Ignacio de
Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. En este sentido, la composición de
lugar se convierte en una técnica de representación que ayudada a lograr los tres
grados necesarios para llegar a la persuasión retórica: enseñar (porque este es el
camino intelectual de la persuasión), deleitar (porque se capta la simpatía del
espectador hacia el discurso) y conmover (para crear una conmoción psíquica).3

Se cataloga a la composición de lugar como una técnica de representación ya


que, al igual que el arte de la memoria y la emblemática, fue una respuesta a la
preocupación de los artífices en cuanto a la percepción y recepción del mensaje
por parte de los espectadores. De esta manera, las tres técnicas intentaban
incentivar el consumo de las imágenes y comunicar un ‘mensaje culto’ que gracias
a una serie de códigos de dominio público, transmitían una serie de valores
culturales.4 Aunque las tres técnicas tienen esta función, la más utilizada en el

1
Borja, Composición de lugar, pintura y vidas ejemplares: el impacto de una tradición jesuita en el Reino de
la Nueva Granada. Pág. 373
2
Ibid,. Pág 373
3
Ibid,. Pág 374
4
Ibid,. Pág 375
1
Nuevo Reino de Granada fue la composición de lugar, quizá por la fuerte
influencia de la Compañía de Jesús como abanderada de la Contrarreforma.

Es importante establecer en qué consistía la composición de lugar. En palabras de


Ignacio de Loyola:

“La composición será ver con la vista de la imaginación, el lugar corpóreo donde
se haya la cosa que quiero contemplar”5

Para lograr esta premisa, la experiencia de los sentidos y la teatralización del


cuerpo tuvieron que ser incorporados al discurso barroco6. Así en conjunto, la
composición de lugar y los dos elementos anteriormente mencionados, fueron
empleados para la creación de imágenes en la literatura, poesía, textos teológicos
y devocionales, sermones y en general las expresiones de arte como la pintura y
la escultura.7

En cuanto a la pintura, el metatexto pictórico, es decir, el conjunto de operaciones


técnicas y conceptuales mediante las cuales se definía y caracterizaba la práctica
pictórica, tuvo la influencia de los diferentes tratados de pintura que circularon por
el territorio neogranadino y que, entre otras cosas, legitimaron el oficio y la pintura
como servicio a Dios.8 Así se establecía también la función social del pintor, quien
confirmaba las ideas transmitidas por los oradores y predicadores en sus
sermones.

Para lograr esto, el pintor debía contar historias y representar la escena pasando
por un proceso previo de imaginación (la inventio) que se veía reflejado en la
composición, color e incluso en la elección de la escena que se quería
representar. Para lograr esa ‘narración visual’, la composición de lugar fue
fundamental, especialmente en las escenas del infierno, purgatorio y la pasión.
Además, esta técnica de representación desarrollaba tres facultades desde las
que se podía leer una imagen: una didáctica (que enseñaba los ideales de los
comportamientos), catequética (enseñaba los elementos que pertenecían a las
creencias religiosas) y exegética (enseñaba los modelos de relaciones sociales). 9

5
Loyola de, citado por Borja en Composición de lugar, pintura y vidas ejemplares: el impacto de una
tradición jesuita en el Reino de la Nueva Granada. Pág. 375
6
Borja, Composición de lugar, pintura y vidas ejemplares: el impacto de una tradición jesuita en el Reino de
la Nueva Granada. Pág. 376
7
Ibid,. Pág 377
8
Ibid,. Pág 377
9
Ibid,. Pág 379
2
Ejemplos de imágenes que contemplen ese proceso de la inventio y las tres
facultades anteriormente mencionadas, son por ejemplo las de los mártires. Por
ejemplo, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, quien a pesar de ser un artista de
religión y no religioso (y mucho menos místico) realizó obras que cumplían con la
función primordial de presentar los valores, las condiciones y los patrones de
comportamiento religiosos ‘válidos’ para el contexto neogranadino.10 Entre estas
se puede mencionar, por ejemplo su serie de Santa Catalina de Alejandría, que
consta de cuatro obras según: Santa Catalina (presenta a la mártir con sus
atributos), Desposorios de Santa Catalina (escena de las bodas místicas con el
niño Jesús), Juicio de Santa Catalina (momento en el que era juzgada) y
Degollación de Santa Catalina (situación de su martirio).

El objetivo de la composición de lugar, que claramente se logra en esta serie, es


representar los movimientos del alma a través de las acciones del cuerpo, además
de incentivar lo que Borja denomina ‘conformación afectiva’, es decir, el proceso
pasional de apropiación del santo.11 En estas obras el pintor también alcanza,
gracias al carácter retórico de la pintura, la amplificación, es decir, la
intensificación gradual y preconcebida de la materia tratada. Esto se logra
mediante ‘el detalle dramático’ que permite centrar la atención en el eje narrativo
de la obra, que en efectos prácticos se consigue mediante la técnica del color, la
luz o el orden de las figuras, entre otros.12

Como ya se vio anteriormente, la composición de lugar no sólo se empleo en la


pintura sino también en la narrativa. Así, aquellos textos producidos por Juan de
Ribero, Diego Solano, Josepha del Castillo y Jerónima Nava están encaminados a
la persuasión del lector hacia las ventajas de la vida penitente y ejemplar del buen
cristiano por medio del uso de los sentidos corporales para mover los
sentimientos.13 Sin embargo, este uso de los sentidos (y los gestos) necesitaba un
adiestramiento para poder lograr el desengaño y observar la verdadera realidad,
es decir, la que conducía a Dios.

Para lograr ese desengaño, la composición de lugar implementaba tres elementos


fundamentales: la escena, los actores que formaban parte de la misma y el guía
(el pintor o el narrador). De esta manera, el guía realizaba las descripciones con el
10
Chicangana, Un pintor entre religión y religiosidad. La imagen y el discurso en la obra de Gregorio Vásquez
1657-1710. Pág.2, 7
11
Borja, Composición de lugar, pintura y vidas ejemplares: el impacto de una tradición jesuita en el Reino de
la Nueva Granada. Pág. 380
12
Borja, Composición de lugar, pintura y vidas ejemplares: el impacto de una tradición jesuita en el Reino de
la Nueva Granada. Pág. 382
13
Ibid, 383, 385, 387
3
fin de impactar los sentidos de manera emotiva y concreta y luego el espectador
interiorizaba en la meditación aquello que ha visto o leído.14

Esta práctica, además de recalcar la conciencia del cuerpo a partir de la


experiencia de los sentidos hasta que se desengañaran, fomentó la ocurrencia de
visiones que tenían características narrativas evidentemente barrocas. Esto era de
esperarse ya que las visiones eran una teatralización (o una puesta en escena)
imaginaria de aquello que se había visto y sentido tras la contemplación de
imágenes que fueron elaboradas teniendo en cuenta todas las consideraciones de
la composición de lugar, anteriormente expuestas en el presente ensayo.15

Para resumir, gracias a la composición del lugar, el espectador o lector, por medio
de la conformación afectiva y el desengaño, alcanzaba la contemplación de Dios.
De esta forma, el objetivo de esta técnica de representación de querer ‘hacer
hablar a la imagen’ tenía sentido en la medida en que la lectura no sólo se llevaba
a cabo de manera literal (iconográficamente) sino, que gracias a una serie de
códigos culturales de dominio público, también se leía en sentido simbólico y
alegórico (iconológico).16 Fue entonces importantísimo representar a través de las
disposiciones del cuerpo los movimientos del alma para que el observador al
ejercer su imaginación y el exempla, le diera a su alma forma semejante a la del
santo que estaba contemplando.

La composición de lugar favoreció también la aparición de una ‘religiosidad


exterior’ en respuesta a la planteada por la Reforma Protestante en la que el
individuo debía tener una experiencia cristiana interior. Esto se tradujo en la
exteriorización de las prácticas religiosas ya que de esta forma se podía tener un
mayor control sobre ellas. 17

Así se puede concluir que la composición de lugar tuvo un impacto evidente en las
expresiones artísticas de la Nueva Granada, no sólo en los ambientes fuertemente
influenciados por los jesuitas sino en general ya que, junto con la retórica, la
composición formó parte fundamental del discurso barroco en general y contribuyó
a creación de un cuerpo social católico.

14
Ibid,. Pág 389
15
Ibid,. Pág 393
16
Ibid,. Pág. 383
17
Ibid,. Pág 374
4
Bibliografía

Borja Gómez, Jaime Humberto. “Composición de lugar, pintura y vidas ejemplares:


impacto de una tradición jesuita den el Reino de la Nueva Granada” en Salles-
Reese, Verónica. “Repensando el pasado, recuperando el futuro. Nuevos aportes
interdisciplinarios para el estudio de América colonial”. Georgetown University-
Instituto Pensar, 2005.

Chicangana Bayona, Yobenj Aucardo. “Un pintor entre religión y religiosidad. La


imagen y el discurso en la obra de Gregorio Vásquez 1657-1710.” Consultado en
www.rj.anpuh.org/Anais/1998/autor/Yobenj%20Aucardo%20Chicangana%20Bayona.doc el

miércoles 21 de Mayo de 2008.

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