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La piedad, es decir, aquella virtud que debía inspirar amor a Dios y las cosas
santas, fue un elemento crucial en el desarrollo de la cultura barroca en la Nueva
Granada y por lo tanto a la imagen le obedeció la tarea de suscitarla. Para ello, las
imagenes tuvo dos funciones principales: una pedagógica (para apoyar el proceso
de evangelización) y para mover los sentimientos.1
Sin embargo, por sí sola, la imagen no lograba este cometido y por lo tanto
necesitó de dos herramientas teóricas fundamentales. La primera es la retórica,
que al ser empleada para la representación, deja de ser un arte y se convierte en
una técnica para conseguir la anhelada persuasión.2 La segunda herramienta es
de tradición jesuítica, la famosa ‘composición de lugar’ desarrollada por Ignacio de
Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. En este sentido, la composición de
lugar se convierte en una técnica de representación que ayudada a lograr los tres
grados necesarios para llegar a la persuasión retórica: enseñar (porque este es el
camino intelectual de la persuasión), deleitar (porque se capta la simpatía del
espectador hacia el discurso) y conmover (para crear una conmoción psíquica).3
1
Borja, Composición de lugar, pintura y vidas ejemplares: el impacto de una tradición jesuita en el Reino de
la Nueva Granada. Pág. 373
2
Ibid,. Pág 373
3
Ibid,. Pág 374
4
Ibid,. Pág 375
1
Nuevo Reino de Granada fue la composición de lugar, quizá por la fuerte
influencia de la Compañía de Jesús como abanderada de la Contrarreforma.
“La composición será ver con la vista de la imaginación, el lugar corpóreo donde
se haya la cosa que quiero contemplar”5
Para lograr esto, el pintor debía contar historias y representar la escena pasando
por un proceso previo de imaginación (la inventio) que se veía reflejado en la
composición, color e incluso en la elección de la escena que se quería
representar. Para lograr esa ‘narración visual’, la composición de lugar fue
fundamental, especialmente en las escenas del infierno, purgatorio y la pasión.
Además, esta técnica de representación desarrollaba tres facultades desde las
que se podía leer una imagen: una didáctica (que enseñaba los ideales de los
comportamientos), catequética (enseñaba los elementos que pertenecían a las
creencias religiosas) y exegética (enseñaba los modelos de relaciones sociales). 9
5
Loyola de, citado por Borja en Composición de lugar, pintura y vidas ejemplares: el impacto de una
tradición jesuita en el Reino de la Nueva Granada. Pág. 375
6
Borja, Composición de lugar, pintura y vidas ejemplares: el impacto de una tradición jesuita en el Reino de
la Nueva Granada. Pág. 376
7
Ibid,. Pág 377
8
Ibid,. Pág 377
9
Ibid,. Pág 379
2
Ejemplos de imágenes que contemplen ese proceso de la inventio y las tres
facultades anteriormente mencionadas, son por ejemplo las de los mártires. Por
ejemplo, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, quien a pesar de ser un artista de
religión y no religioso (y mucho menos místico) realizó obras que cumplían con la
función primordial de presentar los valores, las condiciones y los patrones de
comportamiento religiosos ‘válidos’ para el contexto neogranadino.10 Entre estas
se puede mencionar, por ejemplo su serie de Santa Catalina de Alejandría, que
consta de cuatro obras según: Santa Catalina (presenta a la mártir con sus
atributos), Desposorios de Santa Catalina (escena de las bodas místicas con el
niño Jesús), Juicio de Santa Catalina (momento en el que era juzgada) y
Degollación de Santa Catalina (situación de su martirio).
Para resumir, gracias a la composición del lugar, el espectador o lector, por medio
de la conformación afectiva y el desengaño, alcanzaba la contemplación de Dios.
De esta forma, el objetivo de esta técnica de representación de querer ‘hacer
hablar a la imagen’ tenía sentido en la medida en que la lectura no sólo se llevaba
a cabo de manera literal (iconográficamente) sino, que gracias a una serie de
códigos culturales de dominio público, también se leía en sentido simbólico y
alegórico (iconológico).16 Fue entonces importantísimo representar a través de las
disposiciones del cuerpo los movimientos del alma para que el observador al
ejercer su imaginación y el exempla, le diera a su alma forma semejante a la del
santo que estaba contemplando.
Así se puede concluir que la composición de lugar tuvo un impacto evidente en las
expresiones artísticas de la Nueva Granada, no sólo en los ambientes fuertemente
influenciados por los jesuitas sino en general ya que, junto con la retórica, la
composición formó parte fundamental del discurso barroco en general y contribuyó
a creación de un cuerpo social católico.
14
Ibid,. Pág 389
15
Ibid,. Pág 393
16
Ibid,. Pág. 383
17
Ibid,. Pág 374
4
Bibliografía