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CUADERNOS DEL
CONSEJO DE MONUMENTOS
NACIONALES
REPÚBLICA DE CHILE
MINISTERIO DE EDUCACIÓN CONSEJO DE MONUMENTOS NACIONALES
INDICE
Introducción
Ángel Cabeza Monteira
Secretario Ejecutivo
Consejo de Monumentos Nacionales 3
UNESCO
NUESTRA DIVERSIDAD CREATIVA
Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo 4
Resumen 12
Programa Internacional 17
3
INTRODUCCIÓN
*
El texto se extrajo de una fotocopia de la versión oficial del Informe.
CONSEJO DE MONUMENTOS NACIONALES
NUESTRA DIVERSIDAD CREATIVA, INFORME DE LA COMISIÓN MUNDIAL DE CULTURA Y DESARROLLO, 1995
SEGUNDA SERIE, N° 22, 1997
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UNESCO
Presidente
Sr. Javier Pérez de Cuéllar (Perú)
Miembros de honor
S.A.R. el Príncipe Heredero El Hassan Bin Talal (Jordania)
Aung San Suu Kyi (Myanmar)
Claude Lévi-Strauss (Francia)
Ilya Prigogine (Bélgica)
Derek Walcott (Santa Lucía)
Elie Wiesel (Estados Unidos de América)
Miembros
Lourdes Arizpe (México)*
Yoro K. Fall (Senegal)
Kurt Furgler (Suiza)
Celso Furtado (Brasil)
Niki Goulandris (Grecia)
Keith Griffin (Reino Unido)
Mahbub ul Haq (Pakistán)
Elizabeth Jelin (Argentina)
Angeline Kamba (Zimbabwe)
Ole-Henrik Magga (Noruega)
Nikita Mikhalkov (Federación de Rusia)
Chie Nakane (Japón)
Leila Takla (Egipto)
Secretario Ejecutivo
Yudhshthir Raj Isar (India)
*
Formó parte de la Comisión hasta que fue nombrada Subdirectora General de Cultura de la UNESCO, en julio
de 1994; ha seguido participando en las deliberaciones de la Comisión como Representante del Director
General y supervisora de la labor de la Secretaría.
impensable sustraerme a esa responsabilidad. Juntos nos contactamos luego con los doce
hombres y mujeres en quienes se pensó para que se uniesen a mí como miembros de la Comisión.
No fue difícil convencerlos; estaban deseosos de colaborar con nosotros en un proyecto de esa
naturaleza.
La Comisión comenzó sus trabajos en la primavera de 1993, en un mundo en que se
acaban de abrir nuevas puertas, lo cual suponía muchas promesas y posibilidades, pero que
también estaba cargado de incertidumbre y esperanzas malogradas. En esa situación, las
preguntas formuladas con anterioridad eran todavía más importantes, si no más perentorias y
urgentes.
En todo el mundo, al mezclarse los pueblos como nunca antes lo habían hecho, todos
comenzaban a orientarse hacia marcos de organización más amplios y que dejaban más margen a
la autonomía y la participación. Sin embargo, a la mayoría el sistema mundial en sí mismo les
parecía cada vez más desequilibrado, difuso e incoherente, lo cual hizo que muchos recurriesen a
la cultura para poner resistencia a la entropía del sistema mundial, utilizándola de baluarte y
refugio.
Se había derrumbado un orden bipolar, pero la implosión de una de sus partes distaba de
ser un triunfo absoluto para el otro bando. En el mundo próspero el concepto de progreso
ilimitado se había vuelto quimérico. Parecían estar desintegrándose los sistemas de valores y los
vínculos de solidaridad. Parecía estarse agrandando el abismo entre ricos y pobres y el flagelo de
la marginación social y económica perturbaba las aguas plácidas de la satisfacción superficial.
Las confrontaciones de los bloques de la Guerra Fría habían ocultado durante mucho
tiempo una multitud de reivindicaciones y tensiones locales suscitadas por la escasez de recursos
o la distribución de los que se acababa de adquirir, que empujaban ahora a las personas a
encerrarse en los estrechos espacios delimitados por los muros de la identidad grupal, atizando
una nueva oleada de enfrentamientos menores entre comunidades étnicas, religiosas y nacionales.
La lógica del rechazo y el “narcisismo de las pequeñas diferencias “ empezaron a amenazar la paz
y la seguridad, minar tanto el desarrollo económico como la armonía social, violar la dignidad
intrínseca de la persona humana, disminuir la fe de cada sociedad en sus recursos y amenazar la
diversidad de culturas que es indispensable para el bienestar del género humano.
Tolerarlo hubiera sido aceptar lo inaceptable, y por ello la Comisión inició su trabajo
basándose en ciertas premisas claras. Todos sus miembros estaban convencidos de que, como la
paz y la democracia, el aumento de las capacidades de las personas sólo podía arraigar en la
ética y los valores populares, que conforman las pautas de su conducta cotidiana. Todos estaban
entregados al respeto del pluralismo, de las culturas -en cuanto a su dignidad, diversidad y vigor
multifacético, que son iguales para todas- y de los diferentes caminos hacia el desarrollo. Todos
los comisionados sustentaban el principio de la equidad, tanto en sus dimensiones inmediatas
como con respecto a las generaciones futuras. Todos reconocían la universalidad de sus
aspiraciones al mejoramiento y el progreso y la diversidad de los caminos posibles para alcanzar
esos objetivos. Todos estaban convencidos de que la cultura es una variable fundamental para
explicar las distintas pautas del cambio, y un factor indispensable, cuando no la esencia misma, del
desarrollo sostenible, pues las actitudes y los estilos de vida determinan la forma en que
administramos nuestros recursos no renovables.
Todos los comisionados han trabajado a título personal, aportando a la labor común los
conocimientos adquiridos en una determinada disciplina intelectual y su experiencia vital. Cada
cual hubiera utilizado palabras diferentes y hubiera subrayado acaso otros aspectos si hubiera
correspondido redactar este informe a uno solo de ellos. Es probable que no todos hubieran
respaldado plenamente el conjunto de las propuestas; pero hubo consenso entre nosotros en
cuanto al fondo y la finalidad del presente Informe. Les estoy profundamente agradecido por su
espíritu de cooperación, que ha permitido hacerlo realidad.
Ya hemos comparado nuestro trabajo con el de la Comisión Mundial sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo. Conviene, sin embargo, formular una advertencia: a diferencia del
medio ambiente, que es una realidad claramente definida, el concepto de cultura es tan amplio y
polisémico, y las interacciones entre “cultura” y “desarrollo” tan difíciles de describir siquiera,
cuanto más de medir, que la preparación de un Informe Mundial sobre la materia no podía por
menos que ser una tarea de complejidad abrumadora. Por fortuna, la Conferencia General de la
UNESCO no se limitó a encomendarnos el mandato de “identificar, describir y analizar las
cuestiones básicas, los problemas y los nuevos desafíos” que se plantean en muy diversas esferas.
Precisó además que las conclusiones de nuestra labor debían orientarse “a la formulación de
políticas” y dejó a la Comisión que se enfocase e interpretase ese mandato. Conforme
avanzábamos, recibimos tal abundancia de información, puntos de vista y análisis, provenientes
muchos de ellos de los niveles más avanzados de la investigación y la reflexión, que se hizo
imperiosa la necesidad de concentrar y perfilar nuestra actividad. Nuestro Informe no podía ser
un tratado ni una obra de investigación original, ni un manual sobre la situación de la cultura en el
mundo. Debía ser un llamamiento a la acción en determinados ámbitos prioritarios, basado en
nuestra evaluación razonada de lo que se requiere hacer ahora para que las comunidades
humanas puedan abordar mejor esos ámbitos.
Así, pues, la Comisión decidió centrar su Programa Internacional en el cumplimiento de
un conjunto de objetivos definidos con claridad, el más importante de los cuales es crear un
mecanismo permanente para investigar y aclarar algunas cuestiones claves de al cultura y el
desarrollo. A partir de ese proceso, se podrá determinar gradualmente un conjunto de principios
y procedimientos internacionales y, a su vez, éstos permitirán crear un foro en el que se pueda
lograr un consenso internacional sobre las formas adecuadas de abordar la cultura y el desarrollo
y superar una nueva e importante etapa de la tarea de reformular los planteamientos actuales.
Ello sería apenas el comienzo de la labor de delimitar nuevos territorios para despertar
conciencia de la amplitud de las cuestiones culturales en que debe fundarse el desarrollo humano.
Estamos poniendo los cimientos. Esperamos que otros continúen avanzando y edifiquen sobre
ellos. El Programa Internacional no es sino el núcleo, en torno al cual debe surgir un programa
mundial mucho más amplio.
El presente Informe está destinado a un público heterogéneo de todo el mundo, que
forman desde activistas sociales, investigadores de campo, artistas y estudiosos, a funcionarios
oficiales. Queremos informar a los dirigentes de la opinión mundial y orientar a los responsables
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de formular políticas. Nos interesa captar la atención de las comunidades intelectuales y artísticas
del mundo, y también la del público en general.
Nuestro objetivo es exponerles la forma en que la cultura moldea nuestro pensamiento,
nuestra imaginación y nuestra conducta. La cultura es la transmisión de la conducta y también una
fuente dinámica de cambio, creatividad y libertad, por cuyo intermedio se manifiestan las
posibilidades de innovación. Para los grupos y las sociedades, la cultura es energía, inspiración y
potenciación, y al mismo tiempo conocimiento y reconocimiento de la diversidad; si la diversidad
cultural está “detrás de nosotros, a nuestro alrededor y ante nosotros”, como dijo Claude Lévi-
Strauss, debemos aprender a orientarla no hacia la confrontación entre culturas sino hacia la
coexistencia pacífica de éstas y hacia la armonía intercultural.
A ello debe encaminarse, también, la tarea de construir la paz y consolidar los valores
democráticos, que son un conjunto indivisible de objetos, del mismo modo que para instaurar los
derechos económicos y políticos no es posible disociarlos de los derechos sociales y culturales.
Lo que la humanidad debe hacer es adoptar nuevas formas de pensar, de actuar y de
organizarse en sociedad; en resumen, formas nuevas de vivir. Y, además, promover vías de
desarrollo diferentes, en las que se reconozca la importancia de los factores culturales en la visión
que tiene cada sociedad de su futuro y en su elección de los medios para alcanzarlo.
Durante algún tiempo me he ocupado de la “cultura de paz”. A estas alturas se ha
demostrado ampliamente que la desatención del desarrollo humano ha sido una de las causas
principales de las guerras y de los conflictos armados internos, y que éstos, a su vez, retrasan el
desarrollo humano. Con la complicidad de los gobiernos, para aumentar las ganancias que
reportan las exportaciones, las empresas privadas continúan vendiendo tecnología militar
avanzada, materiales nucleares y equipos para producir armas bacteriológicas y químicas. La
noción de soberanía de los Estados, todavía en vigor, es cuestionada cada día con mayor fuerza.
En el terreno del mantenimiento de la paz, a menudo no es realista hacer distingos entre
agresiones exteriores y opresión interna. La principal amenaza a la estabilidad son los conflictos
dentro de un país, no los internacionales. Apremia fortalecer la legislación internacional en
materia de derechos humanos. Muchos de los problemas más graves provienen del interior de los
Estados, ya se deban a conflictos étnicos o a medidas represivas de los gobiernos. Las
condiciones que llevan a la tiranía y a la violación en gran escala de los derechos humanos en un
país tienden a desembocar, tarde o temprano, en la búsqueda de enemigos en el extranjero. Los
Estados represivos están muy tentados de exportar sus dificultades internas. Pensemos en las
invasiones de Hungría y Checoslovaquia que lanzó la Unión Soviética tras ejercer la represión
dentro de su territorio o en la negativa persistente -que duró muchos años- de los anteriores
gobiernos de Sudáfrica a conceder la independencia a Namibia. Un mínimo de prevención es
mejor que un castigo draconiano. Por ello, prevenir toda agresión es una tarea importante de las
Naciones Unidas. Hasta ahora, este principio se aplicaba únicamente en Sudáfrica. Ha llegado el
momento de generalizarlo. La creación de una fuerza de intervención rápida de las Naciones
Unidas, integrada por voluntarios, sería una contribución importante a la paz.
Nuestro camino es largo. Todavía no hemos aprendido a respetarnos plenamente, ni a
compartir ni a colaborar. Este momento realmente extraordinario de la historia requiere
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soluciones de excepción. El mundo que conocemos, todas las relaciones que dábamos por
sentadas están experimentando una reformulación y una reconstrucción profundas. Se necesita
imaginación, capacidad de innovación, visión y creatividad. Las asociaciones y la interacción
internacionales son un elemento indispensable para resolver creativamente los problemas, una
cualidad que requiere estar dispuestos a plantear preguntas audaces en lugar de remitirnos a las
respuestas convencionales. Esto supone abrir la mente y el corazón y tener la voluntad de buscar
definiciones nuevas, de reconciliar antiguos antagonismos y de ayudar a trazar nuevos mapas
mentales. En último término, la sinceridad de nuestra reflexión será lo que nos lleve a
solidarizarnos con la experiencia del Otro, y será esa solidaridad la que nos encamine hacia un
futuro en que la búsqueda de la libertad individual se equilibre con la necesidad del bienestar
común, y la comprensión y el respeto de todas las diferencias humanas formen parte de nuestro
proyecto.
La Comisión está profundamente agradecida a los gobiernos, organismos de las Naciones
Unidas, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, organismos nacionales de
desarrollo, instituciones y fundaciones culturales y científicas que le han prestado apoyo financiero
y de otra índole. Quiere expresar también su honda gratitud a las figuras públicas destacadas, los
estudiosos y artistas, los educadores, activistas culturales y especialistas en desarrollo que
aportaron informaciones y conocimientos valiosos, así como a todas las demás personas que
ayudaron de muchas maneras*.
La Comisión tiene una deuda especial con la UNESCO, su Director General, Sr.
Federico Mayor, y su Subdirectora General de Cultura, Sra. Lourdes Arizpe, que formó parte de
la Comisión hasta el final del verano de 1994, cuando fue nombrada en su cargo actual. La
Comisión desea expresar también su profunda gratitud a las Naciones Unidas y a su Secretario
General, Sr. Boutros Boutros-Ghali, que otorgaron la mayor importancia e hicieron muchos
aportes prácticos a su trabajo.
Como Presidente de la Comisión, quiero expresar mi reconocimiento especial a mis
colegas por su ayuda y apoyo. Agradezco su paciencia, especialmente en el momento en que el
desafío político que debí afrontar en el Perú redujo enormemente el tiempo y la atención que
pude dedicar a la labor de la Comisión.
Quisiera dar también las gracias al Secretario Ejecutivo de la Comisión, Sr. Yudhishthir
Raj Isar, y a los funcionarios de la UNESCO que integraron la Secretaría, pilotándolos en la
decisiva fase final de nuestro trabajo, y al Sr. Jeromé Bindé, Secretario Ejecutivo en las primeras
etapas de la labor.
Debemos agradecimiento también al escritor y periodista Michael Gibson, que nos ayudó
en su calidad de experto a preparar el primer borrador del Informe y, el último en orden aunque
no en importancia, al distinguido economista Paul Streeten, que accedió generosamente a actuar
como asesor de redacción en la última fase de nuestro trabajo. El Sr. Streeten configuró,
enriqueció y aclaró nuestras ideas, expresándolas con mucha más elegancia de lo que hubiéramos
*
En el documento 28 C/100, Informe sobre las actividades de la Comisión Mundial de Cultura y
Desarrollo (1993-1995), figura más información sobre la labor de la Comisión.
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RESUMEN
Los derechos deben ir unidos a los deberes, las opciones a las obligaciones, las opciones
a las lealtades, las libertades a los compromisos. La modernización ha creado más posibilidades
de elegir, pero ha destruido algunos nexos. Nuestro objetivo debiera ser una sociedad en que la
libertad no fuese libertina, la autoridad no fuese autoritaria y las obligaciones fuesen algo más que
restricciones onerosas.
El principio del pluralismo se considera fundamental. Del análisis del pluralismo se
desprende que el pluralismo cultural es una característica intrínseca y duradera de las sociedades,
y que la identificación con un grupo étnico es una reacción normal y sana ante las presiones de la
mundialización. Los factores étnicos actúan como detonador de conflictos únicamente si se los
moviliza y manipula con este fin. Existen muchos enfoques normativos de la diversidad étnica,
como las fórmulas constitucionales, los distintos tipos de sistemas electorales, los estatutos de
derechos y las políticas económicas y culturales. No es conveniente ni viable tratar de “construir
una nación” mediante la uniformación de todos los grupos. El predominio de un grupo étnico
tampoco podrá dar estabilidad duradera a una sociedad. La mejor manera de alcanzar una
armonía duradera en medio de la diversidad étnica es crear un sentido de la nación como
comunidad cívica, arraigada en valores que compartan todos los grupos étnicos de la sociedad.
Será tanto más fácil crear este sentido de pertenencia a una comunidad si el concepto de “nación”
se sustrae a toda connotación de exclusividad étnica.
Las culturas no están aisladas ni son estáticas, sino que interactúan y evolucionan. La
palabra pluralismo carece de significado si los interesados no pueden emprender iniciativas
democráticas ni expresar su creatividad de manera concreta. Deben estar, además, en
condiciones de comunicarse con personas de otras sociedades. Las nuevas tecnologías de los
medios de comunicación no deben convertirse en instrumento exclusivo de los ricos y poderosos,
sino que deben utilizarse como instrumentos de interacción democrática y reducción de la
pobreza, lo cual requiere un mercado competitivo y un equilibrio entre eficiencia y equidad, así
como entre intereses mundiales y locales. La Comisión propone que se estudie la posibilidad de
establecer nuevos medios de comunicación internacionales que funcionen como servicio público,
y que se entable un debate internacional entre los profesionales de los órganos de información y el
público, con respecto a los problemas de la violencia y la pornografía en los medios de
comunicación.
Es importante tener presentes los derechos y las necesidades de la mujer y la
interdependencia del hombre y la mujer para formular un nuevo concepto de su identidad y de su
función en la sociedad. Se trata de evitar tanto los dos escollos del etnocentrismo y el sesgo
occidental como el relativismo ético que niega a la mujer sus derechos humanos en nombre de la
“cultura local”. En un orden análogo de ideas, es menester prestar atención a los derechos y
deberes de los niños y los jóvenes. Nunca ha habido una generación tan numerosa ni tan joven.
El número enorme de niños y jóvenes aumenta con rapidez, lo cual unido a su falta de poder,
hace que sea especialmente necesario protegerlos de la explotación y el abandono y de promover
su educación y su salud. Este es, por encima de todo, su derecho humano fundamental. Y
protegerlo es también la inversión más importante que podemos hacer con miras a nuestro futuro.
La rapidez del cambio supone nuevos desafíos para la conservación y vigorización del
patrimonio cultural. Los edificios y sitios históricos, los objetos que se conservan en los museos y
las expresiones inmateriales sobre el folclor o la lengua, están siendo destruidas o se permite su
deterioro. La Comisión insta a crear un cuerpo de Voluntarios del Patrimonio Humano que ayude
en la labor de preservación. Se deben adoptar políticas esclarecidas de preservación de las
lenguas, representaciones únicas de la experiencia humana que corren peligro de perderse.
Las culturas no pueden sobrevivir si se destruye o empobrece el entorno del que
dependen. Hasta ahora, la relación de la humanidad con el medio natural se ha considerado
principalmente en términos biofísicos; sin embargo, en la actualidad se reconoce cada vez más
que las sociedades mismas han creado procedimientos complejos para proteger y administrar sus
recursos. Estos procedimientos tienen su fundamento en valores culturales que se deben tener
presentes para lograr un desarrollo humano sostenible y equitativo. Dentro de unos años, y por
primera vez en la historia, la mayoría de la población mundial no vivirá en el campo sino en
pueblos y ciudades, y su sustento no dependerá de la agricultura. Esta situación modificará
considerablemente las relaciones entre la ecología, la tecnología y la cultura. En verdad, es el
comienzo de una nueva era. La cultura urbana es un antídoto del egoísmo y sus lastres, al abrir
espacios a una existencia menos individualista.
A pesar de que las iniciativas de desarrollo comenzaron hace cuatro decenios, la pobreza
continúa siendo elevada y aumenta en algunas regiones del mundo. Además de hacer un
llamamiento urgente a erradicarla, la Comisión se ha ocupado de dos necesidades importantes: la
de reformular las políticas culturales en general y la de generar y evaluar conocimientos nuevos
sobre los nexos entre la cultura y el desarrollo. Propugna una labor interdisciplinaria en
profundidad, en la que se integren variables de diferentes disciplinas. Se propone un programa de
investigación que preste atención a la integración hasta ahora en gran medida desatendida de la
cultura, el desarrollo y las formas de organización política. El interrogante esencial a propósito del
proceso de desarrollo es el siguiente: ¿qué políticas promueven un desarrollo humano sostenible
que estimule el florecimiento de culturas diferentes?
En un mundo en rápida transformación, el problema capital de las personas y
comunidades es promover el cambio en condiciones de equidad y adaptarse a él sin negar los
elementos valiosos de sus tradiciones. El presente Informe tiene por objeto dar a las
generaciones presentes y futuras de la humanidad los instrumentos para responder a este desafío,
ampliar sus conocimientos, descubrir el mundo en su imponente diversidad y permitir a todas las
personas llevar una vida digna y enriquecedora, sin perder su identidad ni su sentido de
pertenencia a una comunidad y sin renegar de la herencia del pasado.
Con este espíritu, la Comisión ha formulado un “Programa Internacional” que tiene por
finalidad movilizar las energías de personas de todo el mundo, basándose en el reconocimiento de
las nuevas perspectivas culturales de hoy en día. No es exhaustivo, pues en él se seleccionan
actividades que se presentan a título de ilustración. En un momento en que se impulsan muchas
iniciativas internacionales sobre gran número de cuestiones importantes, es más realista proponer
un conjunto limitado de opciones. Esta postura parecerá poco ambiciosa, en vista de la gran
diversidad de necesidades imperiosas y del número de prioridades que se han señalado a la
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atención de la Comisión, pero ésta ha preferido recomendar una lista breve de acciones, que
pueden contribuir a movilizar y motivar a personas de todo el mundo. Con ellas se procura:
PROGRAMA INTERNACIONAL
Además de estudiar las tendencias recientes, el Informe podría seleccionar cada año un
tema que estudiaría en profundidad, por ejemplo: la ética a nivel mundial; la violencia étnica y
cultural; las nuevas formas de expresión cultural; el arte y la vida cultural (a título ilustrativo,
cultura, economía y gobierno); los avances en el terreno del reconocimiento de los derechos
culturales y la lucha contra la discriminación basada en el sexo; el acceso a las tecnologías de los
medios de comunicación social; los intereses culturales de los pueblos autóctonos; la utilización
de evaluaciones sobre repercusiones en el campo de la cultura en la adopción de decisiones
relacionadas con el desarrollo; el destino de las minorías y la situación de los idiomas y la política
lingüística en el mundo.
1.2 Será fundamental garantizar la independencia del informe. Si bien el Director General de
la UNESCO designará al administrador de la pequeña unidad responsable de su elaboración, el
informe no debería ser una declaración de política de la UNESCO ni necesitar (o procurar
obtener) la aprobación del Consejo Ejecutivo ni la de las autoridades políticas nacionales. En
otras palabras, será un informe UNESCO, al sistema de las Naciones Unidas y a la
comunidad internacional; no un informe la UNESCO. La integridad del informe es un
requisito indispensable para que tenga éxito; su reputación debería basarse en su objetividad,
apertura de miras y capacidad de examinar temas intrincados, delicados y controvertidos
relacionados con la cultura y el desarrollo. Debería considerárselo una contribución a la reflexión
y el debate, una manera de influir en la opinión pública internacional y un terreno de pruebas para
nuevas iniciativas políticas.
1.3 Con vistas a este informe, la Comisión propone además que la UNESCO, en
cooperación con el PNUD, el Banco Mundial y otros organismos del sistema de las Naciones
Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), la UNCTAD, la FAO, la OIT, el Centro de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el Instituto Mundial para el Desarrollo de la
Investigación Económica (WIDER), lance un programa internacional de investigaciones y acción
sobre los vínculos entre cultura y desarrollo centrado en:
a) las interacciones entre las culturas, los valores culturales y los procesos de
desarrollo que componen la dinámica contemporánea del cambio cultural;
b) los indicadores culturales, incluido un acopio sistemático de información
sobre violaciones de los derechos culturales; y
c) la naturaleza y el sentido de los conflictos étnicos.
1.4 Con objeto de promover una utilización más sistemática en el proceso de planificación de
la evaluación de las repercusiones en el campo de la cultura, la Comisión recomienda además que
la UNESCO, como centro de coordinación de un grupo de trabajo entre organismos, apoye el
estudio y el mejoramiento de procedimientos analíticos para medir los posibles efectos de los
proyectos de desarrollo sobre la cultura y la sociedad. Se trataría de un esfuerzo concertado,
que comenzaría por una reseña de la bibliografía y un estudio de las prácticas que siguen los
organismos internacionales, así como por un análisis de los métodos innovadores utilizados por
otros órganos gubernamentales o no gubernamentales, incluidas instituciones regionales. Las
conclusiones de este ejercicio se incorporarían al informe anual.
Los Informes anuales sobre Cultura y Desarrollo deberían reflejar las conclusiones de
estas investigaciones, acerca de la situación de la mujer.
2.1 La naturaleza de los conflictos está cambiando. Según el Informe sobre Desarrollo
Humano de 1994, 79 de los 82 conflictos registrados en los últimos tres años, sucedieron dentro
de un país. Con frecuencia cada vez mayor los enfrentamientos se producen entre pueblos, no
entre naciones, ya sea en Somalia, Rwanda, Burundi, Liberia, Afganistán, Sri Lanka o en otros
muchos lugares del mundo.
2.3 En situaciones conflictivas como las descritas, reclutar soldados es la solución más
equivocada que cabe adoptar. Más vale desarrollar hoy los cultivos que alinear ejércitos en el
futuro. Más vale organizar desde ahora un desarrollo preventivo que operaciones militares más
tarde. Más vale modificar modelos de desarrollo injustos y distorsionados para adaptarlos a las
aspiraciones de los pueblos. Esta es la esencia de una cultura de paz.
en el desarrollo. Las Naciones Unidas no pueden seguir librando las batallas del mañana con las
armas del pasado.1
3.1 La Comisión, observando la discrepancia existente entre los fines y los medios de la
conservación del patrimonio mundial, recomienda que se hagan esfuerzos a nivel internacional
para movilizar a voluntarios de todas las edades, que se incorporarían al cuerpo de "Voluntarios
del Patrimonio Cultural" bajo la orientación de personal profesional, con el que colaborarían. La
misión permanente de los Voluntarios sería contribuir a la preservación y al enriquecimiento del
patrimonio mundial, tangible o intangible, utilizando las técnicas modernas, con objeto de difundir
conocimientos útiles, sensibilizar al público sobre la existencia de este patrimonio y promover una
comprensión y un respeto recíprocos mayores entre las culturas.
3.2 La coordinación de este nuevo esfuerzo debería confiarse a los Voluntarios de las
Naciones Unidas (VUN), cuyo ámbito de intervención convendría ampliar para incluir en un
futuro próximo, de ser posible en 1996, actividades relacionadas con el patrimonio cultural.
1
Boutros Boutros-Gali, Discurso ante la Segunda Reunión del Comité Preparatorio de la Cumbre Mundial sobre
Desarrollo Social, 22 de agosto de 1994, Nueva York.
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3.3 En esta iniciativa de los Voluntarios debería darse prioridad a los exponentes más
amenazados del patrimonio cultural de la humanidad: monumentos, objetos, libros, manuscritos y
documentos históricos en condiciones de conservación deficientes; idiomas o formas de
expresión artística en vías de desaparición; registros y testimonios orales de importancia
histórica; y conocimientos tradicionales en diversas disciplinas. Si bien todos los países del
mundo participarían en este esfuerzo, debería darse prioridad a los países en desarrollo, que
carecen de los necesarios medios ara registrar, preservar, conservar y promover los valiosísimos
recursos de su patrimonio cultural.
3.4 Los Voluntarios de las Naciones Unidas deberían aprovechar al máximo las capacidades
disponibles, gubernamentales o no gubernamentales, y trabajar en estrecha cooperación con la
Unidad de Voluntariado de la UNESCO, el Comité Coordinador del Servicio Voluntario
Internacional (CCSVI), las organizaciones no gubernamentales que trabajan sobre el terreno y
cualquier órgano nacional, colectivo o municipal que desee participar en una empresa común.
Estas instituciones y organizaciones deberían trabajar en un espíritu de estrecha colaboración.
3.5 Los "Voluntarios del Patrimonio Cultural" serían personas de todos los grupos de edad y
calificaciones; se procuraría obtener la participación de jóvenes (especialmente estudiantes y
trabajadores) y de voluntarios a mitad de carrera y jubilados (arquitectos, artistas, artesanos,
archiveros, bibliotecarios, docentes, etc.) que deseen aportar su tiempo y experiencia. Los
voluntarios procederían de diversos países, sin discriminación de raza o sexo. Las modalidades
de participación deberían ser sumamente flexibles y tener presentes las diferencias de formación y
conocimientos de cada cual, la naturaleza de las misiones y la diversidad de las circunstancias
nacionales y locales.
3.6 La duración del trabajo voluntario puede ser variable. Debería alentarse la participación
de jóvenes voluntarios a través de programas educativos innovadores que permitan a los
estudiantes acumular unidades de valor:
3.7 Los programas elegidos deberían caracterizarse por su rigor científico y su adaptación en
sus diversas etapas (definición, realización y seguimiento) a las circunstancias locales y a la
especificidad de cada contexto. Los VNU deberían promover las contribuciones o los
intercambios de profesorado universitario y de estudiantes de posgrado con instituciones similares
de los países huéspedes. Uno o varios especialistas y expertos deberían supervisar los proyectos
para garantizar su máxima eficiencia y su continuidad.
3.9 Puesto que esta iniciativa se basará en el trabajo voluntario y en la buena voluntad, habría
que dar la mayor difusión posible a sus objetivos y actividades utilizando para ello todos los
canales de comunicación. Es importante que los primeros proyectos tengan un fuerte contenido
simbólico, reflejen la importancia que tiene el fomentar el conocimiento y la comprensión entre
pueblos de culturas diferentes y permitan establecer contactos entre voluntarios de diversos
grupos de edad, culturas y disciplinas.
3.10 Asimismo, los VNU promoverían y financiarían la publicación y difusión de los trabajos
académicos y científicos resultantes de las actividades de los "Voluntarios del Patrimonio
Cultural", posiblemente en forma de becas o premios.
4.1 Ninguna sociedad puede progresar si la mitad de su población es libre y la otra esclava.
Ninguna cultura puede sobrevivir sin una participación íntegra y equitativa de las mujeres en ella.
Como declara categóricamente el Informe sobre Desarrollo Humano de 1995: "El desarrollo
humano, si no se incorpora en él la condición de los sexos, está en peligro".
4.3 La Comisión desea destacar asimismo los siguientes ámbitos de acción específicos:
5.1 Para la Comisión, las ondas radioeléctricas y el espacio son parte del patrimonio
universal, son un bien colectivo de la humanidad y que, hasta el presente, quienes poseen los
recursos y la tecnología necesarios han utilizado gratuitamente. Con el tiempo, deberán quizás
asignarse "derechos de propiedad" a este patrimonio común y habría que reglamentar, en aras del
interés público, el acceso a las ondas radioeléctricas y al espacio. Los servicios de radiodifusión
nacionales, comunitarios y públicos necesitan subvenciones del Estado y del mismo modo que un
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5.2 Todos los países aplican políticas de fomento a la competencia, a fin de que las
actividades comerciales coincidan con el interés público. En el plano internacional, en cambio, no
existe nada equivalente a esas políticas de competitividad y de radiodifusión por lo que se refiere
a los medios de comunicación de masas, ni hay todavía servicios públicos de radiodifusión que
contribuyan a la existencia de un espacio de medios de comunicación genuinamente plural. Debe
procederse a un nuevo esfuerzo internacional concertado, con la cooperación de los legisladores
y los regímenes nacionales.
5.6 Debería solicitarse a la Universidad de las Naciones Unidas que, en colaboración con una
red de instituciones de investigación que representen a diversas regiones y campos de la
investigación en comunidades, asumiera la responsabilidad de estos dos estudios, en los que se
analizarían cuestiones sobre jurisdicciones nacionales e internacionales, posibles modelos de
financiación, la viabilidad técnica de los proyectos, las iniciativas de cooperación y las estructuras
de organización. Además, se formularían propuestas a la formulación de políticas, los costos y
los métodos de financiación necesarios.
5.7 De ser posible, los estudios mencionados deberían estar finalizados en el plazo máximo de
un año desde que hubieren sido encargados y servir de base en 1997 a recomendaciones tanto a
la Asamblea General de las Naciones Unidas como a la Conferencia General de la UNESCO.
6.1 Todos los países y culturas procuran definir el límite que media entre la libertad y el
libertinaje. Las normas de decoro, respeto mutuo y autolimitación varían de un país a otro y entre
un período y otro de la Historia. Si bien debería evitarse la censura en todas sus formas, en
ninguna parte la libertad es incondicional o se puede ejercer sin tener en cuenta sus
consecuencias. Estos principios válidos a nivel nacional deben también serlo en el plano
internacional.
6.3 En respaldo de esto valores, las autoridades de diversos países han establecido principios
generales de respaldo a las normas aceptadas generalmente que obligan a las emisoras públicas y
privadas a respetar esos valores al elaborar y aplicar códigos deontológicos propios. Hasta
ahora, las medidas más habituales son los sistemas de clasificación de programas y las
advertencias a los telespectadores. Si bien estas iniciativas para disminuir la violencia en las
emisiones de televisión son en su mayoría voluntarias, algunos países han decidido aplicar
medidas coercitivas en algunos casos. Así, por ejemplo, las autoridades de Francia y Nueva
Zelandia han promulgado medidas legislativas en virtud de las cuales se multará a las empresas de
televisión privadas que infrinjan los principios fundamentales que protegen a los menores como
programas de contenido violento. En otros países se aplican diversas medidas disciplinarias,
entre ellas, en Australia, la suspensión o la denegación de una licencia para emitir programas. A
menudo, los códigos nacionales de radiodifusión obligan a transmitir los programas para adultos
en horarios en los que no es probable que los menores puedan verlos, pero no existen códigos de
este tipo de ámbito internacional ya que, debido a la diferencia horaria, en un país es de noche
cuando amanece en otro. Urge organizar un debate de profesionales de los medios de
comunicación, los oyentes y los telespectadores sobre los problemas de la violencia, la
pornografía y el decoro en los medios de comunicación. Se requiere una cooperación
internacional para organizar el acopio sistemático, la actualización, la difusión y la evaluación de
los modelos de los distintos países. Un primer paso importante sería comparar con qué medios,
reglamentarios, voluntarios, individuales y tecnológicos, se aborda esta cuestión en todo el mundo.
7.1 Las recientes violaciones masivas de los derechos humanos han estado motivadas a
menudo por consideraciones culturales y han consistido en detenciones ilegales, la persecución o
el asesinato de artistas, periodistas, maestros, profesores universitarios y miembros de grupos
religiosos y minorías étnicas; en la destrucción premeditada del patrimonio cultural inmueble y el
despojo o la destrucción del patrimonio cultural mueble; en la restricción de la libertad de
expresión cultural y en otros muchos actos que restringen la diversidad cultural y la libertad de
expresión. Ahora bien, sucede con demasiada frecuencia que las personas y comunidades
perseguidas en el terreno de la cultura no hallan amparo bastante en el marco jurídico de
protección de los derechos humanos existente. Hoy en día, está ampliamente admitido que los
derechos culturales deben gozar de una protección similar a la de los derechos humanos. Por
consiguiente, la comunidad internacional debe velar adecuadamente por el respeto de los
derechos culturales.
7.2 Como primera medida, hay que hacer un inventario de los derechos culturales no
amparados por los instrumentos internacionales en vigor, para que la comunidad internacional
pueda enumerar y y aclarar las normas del derecho internacional enunciadas en diversos acuerdos
y declaraciones que tienen por objeto la protección de los derechos culturales.
7.2.1 En virtud de una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la preparación
de este inventario se confiaría a la Comisión de Derecho Internacional (CDI), la cual
establecería un comité de redacción integrado por juristas eminentes y expertos en el
ámbito de los derechos culturales. Este comité desempeñaría su labor en consulta con
todos los organismos competentes del sistema de las Naciones Unidas y solicitaría
asesoramiento a entidades interesadas y personalidades muy variadas. La CDI
aprovecharía, en particular, la experiencia de la UNESCO en la materia.
7.2.2 A partir de este inventario, la CDI podría elaborar un Código Internacional de Conducta
relativo a la Cultura, sobre cuya base podrían juzgarse las violaciones flagrantes de los
derechos culturales y cuya finalidad sería suscitar la solidaridad internacional en defensa de
éstos. El Código, o sus disposiciones, podrían formar parte del proyecto de código sobre
delitos contra la paz y la seguridad de la humanidad, actualmente en estudio. Sus principios
rectores serían la promoción de la coexistencia cultural, la preservación de la diversidad
cultural y la conservación del patrimonio cultural.
7.2.3 La CDI podría presentar un primer informe sobre su labor a la Asamblea General de las
Naciones Unidas en 1998. Además, formularía recomendaciones en pro del
reconocimiento de los derechos culturales y para determinar posibles ámbitos de acción
futura.
7.3 La CDI examinaría también la posibilidad de crear una Oficina Internacional del
Mediador en materia de Derechos Culturales y sus relaciones con los mecanismos que
promueven la observancia de los derechos humanos.
7.3.1 Esta entidad independiente y autónoma podría oír denuncias de personas o grupos
ofendidos u oprimidos, actuaría en su nombre y mediaría ante las autoridades para intentar
llegar a una solución pacífica de los diferendos. Podría investigar plenamente las denuncias
y documentarlas, instar al diálogo a las partes y proponer un procedimiento arbitral y una
solución negociada que permitieran reparar efectivamente los perjuicios sufridos. Si viniere
al caso, recomendaría soluciones jurídicas o legislativas y una indemnización
compensatoria.
7.4 El respeto de los derechos culturales debe incluir el respeto de los derechos de la mujer.
La Comisión recomienda convertir la Oficina del Relator Especial sobre la Violencia contra la
Mujer, que funciona en el marco del ACNUR, en una oficina permanente consagrada a los
derechos humanos de la mujer.
7.4.1 Esta oficina oiría las denuncias de personas perjudicadas, llevaría a cabo investigaciones y
mediaría ante los gobiernos y otras partes en tres ámbitos en los que se producen
frecuentes violaciones de los derechos humanos de la mujer:
7.5 Es menester revisar los mecanismos internacionales de aplicación de la ley, para garantizar
el enjuiciamiento y la sanción de las violaciones y de los derechos culturales, que abarcan desde la
persecución de personas hasta la "limpieza étnica". Una vez redactado y acordado un Código
Internacional de Conducta, habría que estudiar la posibilidad de crear un Tribunal Internacional
ante el cual formularían sus denuncias las personas y los grupos perseguidos por razones en el
terreno cultural que desearan obtener reparación por vía judicial, u otras personas no
directamente afectadas, pero que actuaran en nombre de aquéllos. Podría ser un tribunal
permanente, que actuase como órgano judicial de las Naciones Unidas, haciendo valer todo el
peso de la Organización para exponer las violaciones denunciadas. Un sistema de preselección,
similar a la prueba de admisibilidad que aplica el Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
garantizaría que no se formulasen denuncias temerarias contra los Estados. El Tribunal podría
formar parte del Tribunal Penal Internacional -cuya creación está actualmente en estudio en las
Naciones Unidas- o bien se determinaría su jurisdicción al decidir la de aquél.
Actividad 8: Una ética universal que guíe el ejercicio del poder en el mundo
8.1 La Comisión desea dejar claro que será imposible que se implante una ética universal y
que la ley impere en los tratos entre los países si las grandes potencias no están dispuestas a
someterse a las mismas reglas que los demás miembros de la comunidad de naciones. La
igualdad ante la ley, la rendición de cuentas y la responsabilidad democráticas y la transparencia
de la información son conceptos fundamentales, cuya cristalización en los países ha exigido siglos
de esfuerzos. Ha llegado el momento de extender estos principios a una ética universal para el
siglo XXI.
8.2 La Comisión está persuadida de que la verdadera base de una ética universal es una
moral común. Los principios de democracia, transparencia, responsabilidad, rendición de
cuentas y observancia de los derechos humanos deben ser generales, no selectivos. Con esta
convicción, la Comisión hace las siguientes propuestas concretas:
9.1 En el siglo XXI ya no habrá cabida para un sistema internacional basado exclusivamente
en las relaciones entre los gobiernos. Ha llegado el momento de que las Naciones Unidas lleven a
la práctica lo que predican a los demás, a saber, una mayor participación de aquellos en cuyas
vidas influyen las decisiones que se adoptan. Las organizaciones no gubernamentales, las
fundaciones privadas, los representantes de los pueblos autóctonos y las minorías culturales, las
empresas y los sindicatos internacionales, los miembros de parlamentos y asambleas y otros
varios representantes de la sociedad civil también tienen que participar si se quiere que las
Naciones Unidas aborden problemas estrechamente relacionados entre sí como los de la paz, la
cultura, la pobreza, el medio ambiente, la discriminación por el sexo, los medios de comunicación
y el desarrollo tecnológico. Debemos también redefinir una Organización de las Naciones Unidas
para el siglo XXI, como un brillante haz de luz que oriente a las generaciones futuras.
9.2 Hace cincuenta años se crearon las Naciones Unidas en nombre de "Nosotros, los
pueblos". Pero éstos tuvieron poca intervención directa en el funcionamiento de la Organización,
ya que sus diversos órganos, incluidos la Asamblea General y el Consejo de Seguridad, fueron
acaparados por los representantes de los gobiernos. En los albores del próximo siglo debemos
restaurar la supremacía de los pueblos en las organizaciones internacionales, tal como muchas
naciones en todo el mundo están restableciendo el gobierno del pueblo.
9.3 La comunidad internacional debe adoptar una nueva óptica que constituya una fuente de
inspiración para muchas nuevas generaciones del siglo XXI. Podría adoptarse la audaz medida
de que la Asamblea General fuese elegida directamente por los pueblos de todas las naciones,
capitalizando así la experiencia del Parlamento Europeo en ese sentido. En un principio, no
obstante, cabría concebir una Asamblea General con dos cámaras, una integrada por los
representantes gubernamentales -como sucede actualmente- y la otra por organizaciones
representantes de la sociedad civil de los países. Este régimen bicameral garantizaría garantizar
que se escuchara en todo momento la voz de los pueblos, con su abundante diversidad cultural y
defensora irreductible del cambio. Los pueblos son los principales agentes del cambio. Y no
sólo las estrategias de desarrollo deberían centrarse en ellos, sino también las instituciones del
ejercicio del gobierno en el mundo, sin excepción.
9.4 La Comisión es consciente de que la propuesta de una Asamblea Popular Mundial no es,
por el momento, más que un sueño, pero estima particularmente importante dar a las diversas
culturas, los grupos marginados, las minorías étnicas y los pueblos autóctonos la posibilidad de
expresarse plenamente en los foros internacionales. Las Naciones Unidas deben adoptar
medidas concretas que reflejen la diversidad de estas voces y procuren alcanzar un consenso
basado en las genuinas aspiraciones de la gente.
9.5 Como primer paso en esa dirección, la Comisión recomienda que se organice un Foro
Mundial en el que participen los representantes los representantes de los organismos no
gubernamentales reconocidos por la Asamblea General como organizaciones de la sociedad civil,
a los que se invitaría a reunirse periódicamente para exponer su opinión sobre temas clave de la
actualidad mundial, entre otros, el medio ambiente, las cuestiones demográficas, los conflictos
étnicos, el desarme, la pobreza y la discriminación basada en el sexo. Al mismo tiempo, habría
que revisar los criterios de reconocimiento de dichas entidades, a fin de garantizar que todos los
miembros pertinentes de la sociedad civil estuviesen representados en el Foro Mundial de las
Naciones Unidas. La comunidad internacional ha aceptado ya la celebración de foros de
organizaciones no gubernamentales, paralelamente a todas las conferencias internacionales y
reuniones en la cumbre importantes. Por ende, no sólo es lógico sino necesario pasar de esos
foros especiales de organizaciones no gubernamentales, a un Foro Mundial de carácter más
permanente, que funcione en la Sede de las Naciones Unidas. Los organismos especializados de
las Naciones Unidas, incluida la UNESCO, podrían adoptar medidas similares. La OIT ya
ofrece un modelo de representación tripartita de tres grupos interesados, a saber, los gobiernos,
los empresarios y los trabajadores, si bien deberán adoptarse otras medidas para aumentar la
representación de los intereses de la pequeña industria y los trabajadores no sindicados.
Actividad 10: Hacia una Reunión Mundial en la Cumbre sobre Cultura y Desarrollo
10.1 Nos encontramos en el umbral del siglo XXI, que podrá iniciar una nueva y estimulante
época del progreso humano. En efecto, en el próximo siglo: -el desarrollo podría estructurarse en
torno a los pueblos y no lo contrario; -las estrategias de desarrollo podrían enriquecer el
patrimonio cultural en lugar de destruirlo; -podría garantizarse la igualdad de oportunidades a las
generaciones presentes y futuras; -podría surgir una nueva ética universal que respetara el
derecho a la vida de cada recién nacido, en todos los confines del mundo, y estableciera una
moral común a poderosos y débiles.
10.2 No es una utopía, sino una condición previa indispensable para la supervivencia y el
progreso del ser humano en nuestro planeta. Ahora bien, el marco deseado que requiere nuestra
diversidad creativa no surgirá por generación espontánea; exigirá, por el contrario, un
considerable y sostenido esfuerzo.
10.3 Una serie de actividades contribuirán a la eclosión de este mundo humano. Se publicará
una serie de informes anuales sobre cultura y desarrollo, que complementará y dará aún más
difusión a los mensajes de los Informes sobre Desarrollo Humano y permitirá elaborar nuevas
estrategias de desarrollo centradas en el ser humano y respetuosas de las diferencias culturales.
Se formularán recomendaciones sobre los derechos culturales basadas en los trabajos de la
Comisión de Derecho Internacional. Habrá mayores progresos en la lucha por la igualdad entre
los sexos. Y se habrán sacado conclusiones de los debates sobre códigos internacionales de
conducta y el cometido de las normas mínimas en materia de violencia y pornografía en los
medios de comunicación.
10.4 Es fundamental dar una perspectiva más amplia a todas estas iniciativas y recibir un apoyo
total al más alto nivel. Por esta razón, la Comisión recomienda que se convoque una Reunión
Mundial en la Cumbre sobre Cultura y Desarrollo dentro de los próximos cinco años, para
abordar el siglo XXI con una nota positiva y humanista. Mas ese encuentro debería diferir de los
hasta ahora celebrados en el sentido de que, además de reunir a jefes de Estado y de Gobierno,
deberían participar en él los pensadores, los intelectuales, los artistas y los forjadores de opinión
más eminentes de la comunidad internacional, para garantizar una fructífera interacción entre
todos los sectores sociales.
10.5 La Reunión en la Cumbre deberá ser preparada con gran esmero. Podría ir precedida
por conferencias internacionales de artistas y pensadores y por reuniones mundiales de los
correspondientes Ministros, en particular los de Cultura, Educación, Planificación y Hacienda,
entre otras, una reunión preparatoria de artistas en 1997 y otra sobre políticas culturales en 1998.
Una vez aceptada la propuesta de una Reunión Mundial en la Cumbre y determinado cuándo
tendrá lugar, la UNESCO -que debería desempeñar las funciones de secretaría del encuentro-
definiría las diversas etapas de su preparación.