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EL RESUMEN
La cultura es anterior a la aparición del homo sapiens: los predecesores del ser humano
poseían formas rudimentarias de actividad cultural. De ello se deduce que la cultura no se añadió
al hombre ya formado, sino que, más bien, constituyó un factor fundamental en su aparición: al
proporcionar mayores posibilidades de supervivencia a los individuos más desarrollados
culturalmente y al condicionar las transformaciones físicas y mentales de la especie, la cultura
determinó la evolución biológica que da lugar al hombre.
Ginés Lozano Jaén IES Alfonso X el Sabio
De conformidad con la opinión actual, la evolución del homo sapiens –el hombre moderno –
comenzó con su inmediato predecesor pre sapiens en un proceso que se produjo hace
aproximadamente cuatro millones con la aparición de los ahora famosos australopitecos –los
llamados hombres mono del África meridional y oriental – y que culminó con el surgimiento del
sapiens mismo, hace solamente doscientos o trescientos mil años. De manera que por lo menos
formas elementales de actividad cultural o protocultural (simple fabricación de herramientas, caza,
etc.) parecen haberse registrado entre algunos de los australopitecos, y esto indica que hubo un
traslado o superposición de un millón de años entre el comienzo de la cultura y la aparición del
hombre tal como lo conocemos hoy. Las fechas precisas –que son tentativas y que la ulterior
investigación puede alterar en una dirección o en otra – no son importantes; lo que importa aquí es
que hubo un solapamiento, y que fue muy prolongado. Las fases finales (finales hasta la fecha, en
todo caso) de la historia filogenético del hombre se verificaron en la misma gran era geológica
– llamada período glacial – en que se desarrollaron las fases iniciales de su historia cultural. Los
hombres tienen días de nacimiento, el Hombre no lo tiene.
Esto significa que la cultura, más que agregarse, por así decirlo, a un animal terminado o
virtualmente terminado, fue un elemento constitutivo y un elemento central en la producción de ese
animal mismo. El lento, constante, casi glacial crecimiento de la cultura a través de la Edad de
Hielo alteró el equilibrio de las presiones selectivas para el homo en evolución de una manera tal
que desempeñó una parte fundamental en esa evolución. El perfeccionamiento de las herramientas,
la adopción de la caza organizada y de las prácticas de recolección, los comienzos de organización
de la verdadera familia, el descubrimiento del fuego y, lo que es más importante aunque resulte
todavía extremadamente difícil rastrearlo en todos sus detalles, el hecho de valerse cada vez más de
sistemas de símbolos significativos (lenguaje, arte, mito, ritual) en su orientación, comunicación y
dominio de sí mismo fueron todos los factores que crearon al hombre un nuevo ambiente al que se
vio obligado a adaptarse. A medida que la cultura se desarrollaba y acumulaba pasos
infinitesimalmente pequeños, ofreció una ventaja selectiva a aquellos individuos de la población
más capaces de aprovecharse de ella – el cazador eficiente, el persistente recolector de los frutos de
la tierra, el hábil fabricante de herramientas, el líder fecundo en recursos – hasta que lo fuera el
protohumano Australopitecus de pequeño cerebro se convirtió en el homo sapiens plenamente
humano y de gran cerebro. Entre las estructuras culturales, el cuerpo y el cerebro, se creó un sistema
de realimentación positiva en el cual cada parte modelaba el progreso de la otra: un sistema en el
cual la interacción entre el creciente uso de herramientas, la cambiante anatomía de la mano y el
crecimiento paralelo del pulgar y de la corteza cerebral es sólo uno de los ejemplos más gráficos. En
definitiva, al someterse al gobierno de programas simbólicamente mediados para producir
artefactos, organizar la vida social o expresar emociones el hombre determinó sin darse cuenta de
ello los estadios culminantes de su propio destino biológico. De manera literal, aunque
absolutamente inadvertida, el hombre se creó a sí mismo.
Ginés Lozano Jaén IES Alfonso X el Sabio
CLIFFORD GEERTZ: La interpretación de las culturas
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