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INTRODUCION
La crisis económica peruana limita el desarrollo juvenil, quienes tienen menos
oportunidades de educación, salud y empleo. La descentralización y regionalización se
constituyen en nuevos escenarios y oportunidades para los jóvenes, al haberse introducido
en las agendas de discusión la problemática y el rol de los jóvenes. Se vislumbran, entonces,
mejores oportunidades económicas y sociales para este segmento poblacional que
tradicionalmente ha estado al margen del desarrollo. En el Valle Santa Catalina, los jóvenes
constituyen el 40% de la población total, fortaleza significativa, a la cual, los gerentes
sociales, deben encaminar esfuerzos con el diseño de políticas, programas y proyectos
sociales, que articulen al Estado, la empresa y la sociedad civil en la planificación, ejecución
y supervisión de acciones de desarrollo local sostenible, que cuente con el joven como
protagonista, agente y palanca de desarrollo. Trabajo arduo que se inicia con un diagnóstico
juvenil, al cual este texto, pretende aportar.
La dinámica social juvenil en el Valle Santa Catalina, está enmarcada por una deficiente
calidad educativa, planes curriculares sin pertinencia local, pocas oportunidades de desarrollo
personal y social y de competencias técnico productivas, elevados índices de ausentismo y
deserción estudiantil, agravado por limitaciones de acceso cultural y económico. Así; por
ejemplo, en una localidad como el Valle Santa Catalina, tan próxima a Trujillo, encontrar un
29% de jóvenes que no estudian, amerita una reflexión desde el punto de vista educativo.
La exclusión educativa en zonas rurales tiene relación directa con las inequidades
económicas entre la metrópoli y las áreas de influencia. Los jóvenes no pueden continuar sus
estudios por falta de recursos económicos, por empleos de sobrevivencia a los que son
sometidos y porque tienen que emigrar a otros lugares en busca de oportunidades, que en
muchos casos no los encuentran, precisamente, por su bajo nivel educativo.
El porcentaje que tienen trabajo, aún en condición temporal y de sobrevivencia, es
relativamente bajo, la inserción laboral de los jóvenes es en actividades de comercio
ambulatorio, limpieza y/o servicio doméstico (caso de las mujeres) en la ciudad de Trujillo, o
de peones agrícolas, cobradores de combis, operarios de construcción civil y obreros (esto
último, en la única empresa agroindustrial de la zona). Los jóvenes que no tienen oficio, se
ven impulsados a trabajar por que pertenecen a familias pobres donde no existe posibilidad
de inversión en educación y capacitación; sin embargo, tampoco el estar preparados en un
oficio, garantiza necesariamente empleo. En suma, la posibilidad de tener un oficio y
conseguir trabajo está supeditada a la condición de pobreza en que viven los jóvenes del
área rural en el Valle Santa Catalina y a sus posibilidades de encontrar una red social
(principalmente familiar) de apoyo en la ciudad.
La salud de los jóvenes, sigue siendo un problema, principalmente por una escasa
cultura de autocuidado de la salud, es así, que en los últimos años, se ha visto incrementado
el porcentaje de embarazo adolescente, así como las enfermedades infectocontagiosas , la
violencia juvenil y familiar, y los casos de prostitución juvenil, problemas que deben ser
afrontados integralmente: “La promoción de la salud del joven, en términos generales,
resulta de una combinación entre el desarrollo individual y el familiar, los programas de
atención integral, el esfuerzo de abogar por que se responda a las necesidades de la juventud
en los planos de decisión, y la forjación de políticas sociales que den oportunidades claras y
seguras para la creación de una estructura social que incorpore plenamente al adolescente.
El liderazgo juvenil y de los organismos que trabajan con ellos es un elemento clave para el
logro de un desarrollo integral de la generación del siglo XXI” (Blejmar y otros, 1998; V)
Los jóvenes del Valle Santa Catalina, tienen escasa presencia social y política, debido a
que los gobiernos locales, organismos del Estado y las organizaciones sociales de base,
trabajan sin tener en cuenta la participación juvenil, excepto como mano de obra en
actividades puntuales, ven al joven como un sujeto y no como un actor social, lo que ha
llevado a reducir sus oportunidades de participación, de toma de decisiones y formulación de
propuestas de desarrollo comunal. “El Adultocentrismo es una categoría que designa en
nuestras sociedades una relación asimétrica y tensional de poder entre los adultos y los
jóvenes… En este orden, el criterio biológico subordina o excluye a las mujeres por razón de
género y a los jóvenes por la edad. (Krauskopf; 2000; 124). Los lineamientos de política
nacional de juventudes, reconocen en este, un desafío nacional “Los jóvenes constituyen un
grupo social con características propias, problemas y preocupaciones concretas, pero
también con fortalezas que el país aún no ha sabido reconocer y aprovechar. Es urgente,
llevar a cabo una acción concertada que permita resolver los problemas que los aquejan, y
hacer uso del capital que poseen aumentando sus oportunidades de participación en todas
las esferas de la sociedad” (CONAJU, 2005; 6)
CONCLUSION
En conclusión, son aún muy pocos, los avances en materia de juventud, que el Estado,
en sus niveles locales, fundamentalmente rurales, ha logrado. Las condiciones de educación,
salud, empleo y participación juvenil siguen siendo inadecuadas y adversas a un desarrollo
equitativo e inclusivo de los jóvenes, los escasos programas públicos orientados a ello, han
pecado de ser centralistas (urbanos), con escasa participación juvenil en su diseño e
implementación y poca sensibilización del adulto para reconocer en el joven un actor del
desarrollo.
No cabe duda entonces, que el desarrollo de una estrategia integral de promoción juvenil
implica, partiendo de la contextualización de este grupo etáreo, en su realidad local,
visualizar a un joven saludable, con un proyecto de vida claro, empoderado, en su contexto
familiar y social que le permita desarrollar habilidades emocionales, sociales, cognitivas,
habilidades para desarrollo económico, el ejercicio de sus derechos ciudadanos y aportando
como un agente de cambio.
BIBLIOGRAFÍA
Krauskopf, Dina:
2000 Participación social y desarrollo en la adolescencia. San José,CR. UNFPA.