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El registro del Pósito de la Barbacana de Baeza (Jaén) y la Arqueología Histórica

Juan Pedro Bellón Ruiz


(Centro Andaluz de Arqueología Ibérica)
Javier I. Alcalde Gonzales
(Instituto Andino de Estudios Arqueológicos - GARSOC)
Carmen Rueda Galán
(Centro Andaluz de Arqueología Ibérica)
María Angeles Royo Encarnación

Como tantos otros trabajos, la excavación del Pósito de la Barbacana de Baeza se realizó en un
ámbito urbano, con una cronología reciente dentro del proceso histórico de la Península Ibérica y con
documentación relativa a la ciudad donde se ubica. Todas estas condiciones le confieren al trabajo de
investigación el carácter de Arqueología Histórica. Pero ¿cuál es la metodología o cuáles los objetivos de
esta particular disciplina?, ¿o deberíamos hablar de estos estudios interdisciplinarios ?.
La discusión de estas cuestiones, de forma autocrítica, utilizando la presentación del registro
arqueológico del Pósito de la Barbacana de Baeza, forma el cuerpo de esta ponencia. Este artículo,
utilizando el caso ya señalado, pretende discutir los diversos niveles de una Arqueología Histórica, desde la
planificación y diseño del proyecto hasta revalorizaciones o puestas en valor, pasando por la metodología
operativa, sistema de registro, análisis y síntesis de los datos, aunque en nuestro caso el análisis de los
materiales todavía sea una tarea inconclusa.

Reflexión sobre la Arqueología Histórica.

El propio desarrollo de la arqueología como disciplina sistemática ha generado al interior de ella una
multiplicidad de líneas de investigación, muchas de las cuales poseen sus propias técnicas, inclusive unas
pocas han desarrollado su particular metodología operativa.

Es difícil establecer una historia de la arqueología, aún una historiografía de la misma, sin dar
cuenta de las peculiares motivaciones e intereses que cada región, país o proyecto político le dio en sus
orígenes. Así esa intrínseca preocupación por el pasado, y lo antiguo, fue utilizada por quienes en diferentes
sitios fueron estudiando antigüedades y tratando de entenderlas. Se observa entonces cómo es que desde sus
orígenes la actividad arqueológica se ve ya diversificada en sus líneas de investigación: el anticuarismo, los
orígenes étnicos y la búsqueda de lo más antiguo, se convirtieron generalmente en los paradigmas iniciales.

La gran cantidad de colecciones, así como la especialización, no necesariamente arqueológica, de


los investigadores de principios del siglo XX, van a ir conformando una dinámica de discusión y debate
cuando, desde diferentes perspectivas epistemológicas, se inicien las reconstrucciones del proceso histórico.
No es el propósito de este trabajo ofrecer un recuento del devenir científico de la arqueología, baste recordar
las grandes influencias que esta disciplina ha ido admitiendo desde las ciencias naturales, la estadística, la
geografía, etc. Esta convivencia multidisciplinar trajo consigo una ampliación cualitativa y cuantitativa de
las líneas de investigación, sobre todo en el orden temático y de los materiales estudiados.

La inmensa mayoría de lectores, creemos, coincidirán en que la arqueología constituye ya una


disciplina con carácter propio, poseedora de sus técnicas, método y teoría. Otro punto en el que creemos se
coincidirá mayoritariamente, es que el carácter de unicidad de la arqueología radica en su objeto de estudio:
conocido generalmente como registro arqueológico, y en la relación que éste posee con su objeto de
conocimiento, que puede ser entendido como la sociedad.

Aceptemos una definición simple y directa de la arqueología como disciplina que estudia la
sociedad a través de sus restos materiales (o registro arqueológico cómo se ha señalado antes). Esta
definición puede ayudarnos a entender no sólo la diferencia entre objeto de estudio y objeto de
conocimiento, sino también a comprender el porqué de la diversidad en las líneas de investigación que
desarrolla. Por un lado, desde su objeto de estudio, requiere el apoyo de técnicas de análisis y conocimientos
de otras disciplinas científicas a las que también les son pertinentes algunos respectivos materiales presentes
en el registro arqueológico. De esta forma surgen trabajos de arqueozoología, arqueobotánica, etc. Desde el
lado del objeto de conocimiento comparte, o mejor dicho, debería compartir, un constante debate,
metodológico y teórico, con las otras disciplinas del conocimiento social, como la antropología, la
sociología, la historia, la economía, etc. De las relaciones establecidas con estas otras disciplinas también se
han generado particulares líneas de investigación.

Volviendo al objeto de estudio, debemos señalar que otras líneas de investigación también se han
generado por la escala de observación del registro arqueológico. De este modo, observaciones de niveles
como objeto, contexto, sitio o territorio, han desarrollado sus propios mecanismos operativos, incluso
paradigmas de la arqueología.

Todas las líneas de investigación así generadas no sólo han influenciado en los diseños de
investigación de los proyectos, abarcando la multiplicidad del registro arqueológico, sino que, como ya lo
hemos señalado, se han desarrollado niveles de alta especialización. Estos dos factores, multiplicidad del
registro y especialización, profundizan una dicotomía presente desde el establecimiento de la arqueología
como disciplina científica. Esta dicotomía es la que enfrenta la gran cantidad y calidad de información y
conocimiento recuperado y generado con la fragmentación del mismo dependiendo de los grupos de líneas
de investigación que puedan representar. Esta suerte de crecimiento de la arqueología nos enfrenta en ya no
pocos casos de ultraespecialización en la que es difícil lograr que la comunidad arqueológica se comunique
integralmente en función de su objeto de conocimiento. Esta problemática no es exclusiva de la arqueología,
es una suerte compartida por gran cantidad de disciplinas, tanto antiguas como modernas.

Otro aspecto de la problemática planteada, pero que se desarrolla no desde la dinámica propia de la
arqueología sino desde el diseño de la investigación, es decir, desde las soluciones planteadas por los
propios arqueólogos, es la que no diferencia la investigación multidisciplinar, o interdisciplinar, con la
figura del propio investigador multidisciplinar. Nos parece aceptable, es más, diríamos que hasta
aconsejable, que el arqueólogo, según la necesidad de la investigación, se especialice en determinadas áreas
temáticas que le permitan un mejor análisis de los materiales trabajados, sin descuidar la aplicación de la
metodología arqueológica que posibilite la transformación de los datos de campo y gabinete en datos de
contenido socio-histórico. Sin embargo, la experiencia nos indica que la presencia de otros especialistas al
interior de cualquier proyecto de investigación arqueológica desde la etapa de diseño de la misma redundará
en beneficio, tanto cuantitativo como cualitativo. Sabemos que las limitaciones presupuestales impiden la
generalización de este modelo, sin embargo existen soluciones de carácter pragmático.

Toda esta reflexión sobre la naturaleza de la arqueología y las múltiples líneas de investigación
derivadas de aspectos cronológicos, temáticos o de las escalas o materiales, está generada por la temática de
este Congreso y nuestra participación. Es de uso generalizado el término Arqueología Histórica en toda
América, aunque refleja dos contenidos diferentes y, en no pocos casos, los dos al mismo tiempo. El uso del
término con un contenido metodológico está referido a la aplicación de la arqueología conjuntamente con
las técnicas de investigación documental de la historia o, en menos casos, el trabajo de investigación
conjunto entre arqueólogos e historiadores. Por supuesto, esto en América es factible a partir de la
Conquista y Colonia y, en algunos casos, para períodos inmediatamente previos a través de la llamada
información etnohistórica. El segundo contenido es estrictamente cronológico pues, estando referido a los
mismos períodos, no implica un trabajo interdisciplinario sino estrictamente arqueológico. Sea cual sea el
contenido que se adecue a cada proyecto de investigación en arqueología histórica, normalmente se
promueven, o financian, para la recuperación de edificios monumentales o proyectos de infraestructura
urbana con fines turístico/culturales o comerciales, aunque en los mejores casos la justificación del proyecto
científico provenga, en algunos países, de la reglamentación para la protección del patrimonio.

Debido a que la historia como disciplina de investigación social parte de la documentación escrita
como objeto de trabajo, y también a la antigua separación de historia/prehistoria, en la Península Ibérica, y
nos atrevemos a decir que en buena parte de Europa, se cuenta con una gruesa separación de períodos en
prehistóricos, protohistóricos e históricos. Como períodos históricos se consideran aquellos de claro
dominio de Roma en Occidente, sin embargo, no debemos olvidar que hacia Oriente se cuenta con gran
cantidad de fuentes históricas desde época griega, es decir desde mucho antes. Un aspecto que complica aún
más la aplicación de estos términos en la Península Ibérica es la existencia de escritura previa a la romana,
paralela a la griega. Nos referimos al Ibero, cuya traducción aún no ha sido posible, y que configura los
períodos protohistóricos, por lo menos en el sudoeste de la Península.

Preferimos por ello la utilización del término arqueología histórica que anteponga en su contenido la
cuestión metodológica, es decir, un estudio interdisciplinario de arqueología e historia, aunque esto luego
esté condicionado cronológicamente por razones obvias.

En el presente trabajo, sin embargo, hemos debido, por razones operativas, restringirnos en la
amplitud ya no sólo recortando el espectro de la temática arqueológica por una aplicación metodológica
concreta, sino también por un factor concreto para la ejecución de estos proyectos que es el referido a los
estudios de las edificaciones monumentales derivados por el crecimiento y transformación de la
infraestructura urbana principalmente por lo que, en muchas regiones de España, es conocida como
arqueología urbana.

La complicación para definir exactamente los grupos de líneas de investigación, como veremos en
nuestro caso específico, no proviene solamente de las limitaciones metodológicas, sino principalmente de la
interrelación, dialéctica si se quiere, de los múltiples aspectos de la investigación arqueológica. Lo mismo
podemos decir de las interconexiones que se dan entre las diferentes disciplinas de la ciencia social las
cuales, más que preocuparnos por la definición exacta de los límites en términos de parcela de investigación,
debieran encaminarnos a procedimientos epistemológicos de nuestro común objeto de conocimiento: la
sociedad.

Andalucía y la ‘Arqueología Histórica’

Las líneas que desarrollaremos a continuación intentan ser un reflejo de la actual práctica de
intervención sobre edificaciones, en el marco de la arqueología urbana y de la Comunidad Andaluza, en el
marco metodológico, la problemática derivada de su práctica y los debates conceptuales surgidos de la
misma. La Junta de Andalucía recibió las competencias sobre el Patrimonio Histórico a comienzos de los
años ochenta. En 1991 fue aprobada la primera Ley de Patrimonio Histórico Andaluz y el Reglamento de
Actividades Arqueológicas no aparecería hasta 1993. En la actualidad existe un profundo debate sobre la
incapacidad de respuesta derivada de las leyes y reglamentaciones vigentes ante las problemáticas surgidas
en los marcos de intervención práctica.

Las actuaciones sobre monumentos han sido siempre asociadas al papel del arquitecto, y dentro del
capítulo de restauración y conservación de estructuras que eran entendidas como “obras de arte”. Esto
conllevaba la exclusión del arqueólogo a un segundo plano, como simple emisor de datos y crítico del
resultado final de la experiencia restauradora, olvidándose de su posición válida como protagonista en el
desarrollo del trabajo.

La idea anterior nos introduce en un debate conceptual complejo, el cual nos lleva a un intento de
redefinición de presupuestos asumidos. En primer lugar, el significado de “monumento”, tradicionalmente
entendido como estructura arquitectónica excepcional, grandiosa, valorada con parámetros meramente
estéticos, actualmente amplía sus horizontes como continente de las más variadas tipologías y situaciones, y
ahora introduce el adjetivo “arqueológico” en sus límites, y extiende el marco de su significado a su entorno,
a su historicidad, a la semiótica asociada a su conservación temporal como hito social.

Además aparece en escena el desarrollo de la Arqueología Urbana, en la cual podemos ubicar, en su


gran mayoría, las actuaciones sobre edificaciones, restos emergentes que son considerados objeto de las
intervenciones de la ciencia arqueológica, siempre antes relegada al subsuelo. En efecto, las construcciones
nos pueden aportar información importante si en ellas aplicamos metodología arqueológica, si aprendemos a
leer en los muros y si admitimos que existe relación entre ambos documentos materiales.

La reconocida como Arqueología Urbana surge con un apoyo técnico fuerte, pero desde su
nacimiento se encuentra con un problema fundamental: la disociación entre esa teoría y la práctica llevada a
cabo.
Es un discurso lógico el afirmar que existe la necesidad de intervenir en la ciudad, como sustento de
una gran riqueza patrimonial, como asentamiento, que debe ser estudiado en su globalidad, y por equipos
interdisciplinares. Sin embargo, no existe formación en este sentido. El diálogo es mínimo entre
especialistas de las diversas ramas que actúan sobre el Patrimonio Histórico - Arqueológico Urbano.
(HORNOS, 1992)

La Arqueología Urbana nace diferenciándose desde un principio de la Arqueología de Campo o


Rural, disparidad que incluye al proceso de investigación e intervención, y que, sobre todo, engloba e
integra problemáticas particulares, que no incluyen a los aspectos técnicos o metodológicos, que es la
lectura frecuente que se deriva de tales nominaciones, pero sí a los problemas de gestión y presiones
coyunturales a las intervenciones que se desarrollan en el marco de la arqueología de salvataje o de urgencia
y la arqueología de investigación o sistemática.

Se ha construido una metodología operativa propia, la cual tiene como base el análisis estratigráfico
murario o arquitectónico. Un método de análisis que busca el ordenamiento de las distintas fases históricas
que componen una edificación, así como las actividades y procesos de construcción y destrucción, en los
que fundamentalmente influye la acción antrópica.

Esta metodología fue desarrollada fundamentalmente por los arquitectos Parenti (PARENTI, 1985)
y Brogiolo (BROGIOLO, 1988a – 1988b), que beben directamente del análisis estratigráfico de Harris
(HARRIS, 1991), ya que los principios de la estratigrafía arqueológica son totalmente aplicables al examen
de los procesos históricos de una edificación. A las „leyes‟ de superposición, sucesión y continuidad, y
horizontalidad original y continuidad lateral, se les une una serie de preceptos como el de las relaciones de
cruce o corte, y fenómenos de discontinuidad temporal, es decir, el tiempo representado es menor que el no
representado por los elementos. (CABALLERO, 1995).

La unidad mínima de estudios es denominada Unidad Estratigráfica Muraria (USM), la cual incluye
cualquier elemento: muros, techos, suelos, o la carencia de los mismos: huecos, ventanas, etc. Éstos son
elementos volumétricos, pero hay que señalar las unidades conocidas como soluciones de continuidad, o
elementos superficiales que cobran gran importancia en el análisis estratigráfico por estar cargadas de más
valor temporal que los primeros. En este grupo incluimos los límites o delimitaciones que nos pueden
mostrar saltos temporales.

Todo el estudio de observaciones, tanto de la totalidad como de áreas determinadas se materializa en


el Diagrama Estratigráfico, teniendo en cuenta las relaciones anteriormente citadas.

Al hablar de Arqueología Urbana, no tratamos parcializar el concepto de una ciencia, sino reflejar
las problemáticas concretas de una práctica íntimamente relacionada con unos objetivos, una metodología y
un peculiar ambiente en la gestión de las intervenciones.

Existen muchas deficiencias en el desarrollo de la práctica de la Arqueología Urbana que serían


interesantes abordar, intentar crear un diálogo común que trate de aportar respuestas y soluciones a los
problemas que seguidamente plantearemos, quizás no en busca de resultados inmediatos, pero al menos
como acercamiento a la cuestión: asunción de una realidad.

La actual dinámica de las actuaciones arqueológicas urbanas dificulta en exceso el nexo de unión
que debe existir entre arqueólogos en pro de una mejor definición de la ciudad como asentamiento, y no
como solares o parcelas aisladas. Tampoco hay que admitir que la excavación de urgencia es la única
metodología existente a la hora de abordar el estudio urbano, hay que cambiar ese concepto de actuación,
destinada a la documentación de realidades históricas que serán eliminadas, por una arqueología preventiva.

Son varias las explicaciones a estos hechos. Sin duda el carácter cada vez más mercantilizado de la
arqueología provoca escisiones en el intento de un estudio global. Además la realidad actual es que es casi
imposible la publicación de las distintas intervenciones arqueológicas, lo cual provoca la restricción de los
datos obtenidos y del conocimiento de los mismos a un grupo reducido de profesionales de la materia.
La intervención urbana en un solar se practica por un individuo. Ese individuo genera un
conocimiento particular y genera una „propiedad intelectual‟ de los datos. Por consiguiente surge un
conflicto entre la intervención en el Patrimonio, como bien social, y la propiedad individual de los datos No
existe una estructura, ni administrativa ni corporativa, para evitar esa apropiación individual de los datos.

También existen carencias en la formación de profesionales específicos que resuelvan el diálogo


necesario en un trabajo interdisciplinar, sin que con esto se caiga en la „superespecialidad‟, que derivaría en
un estudio parcial. (SALVATIERRA, 1992).

Objeto de crítica debe ser la ya asumida separación entre la Arqueología de Investigación y de


Gestión, que provoca la nula relación entre profesionales, al igual que es un error ya que la Gestión implica
investigación, protección, conservación y difusión. (HORNOS, 1992).

¿Qué van a hacer en el pósito?, ¿arqueólogos?, ¿para qué?, ¿qué buscarán?: por supuesto, cosas
antiguas.

El Proyecto de Integración de varias Viviendas en el lugar ocupado por el Pósito de la Barbacana de


Baeza hizo necesario un análisis previo del mismo, desde una óptica multidisciplinar que permitiese adoptar
las medidas necesarias para minimizar el impacto, por otro lado consciente, de dicha reintegración
funcional, respetando el carácter singular del edificio, del monumento y su entorno. Para lo cual se convertía
en imprescindible el estudio de la génesis y evolución del ente arquitectónico, como unidad funcional,
ubicada, a su vez, en una zona fuertemente determinada por otro hito arquitectónico y patrimonial,
conformado por uno de los mayores tramos conservados de la muralla medieval de la ciudad de Baeza.

La intervención estuvo apoyada por las fuentes documentales conservadas en el Archivo Histórico
Municipal de Baeza, en la excavación arqueológica, así como en el análisis de las estructuras emergentes.

La intervención sobre el Patrimonio, entendido más como Colectivo que como Arqueológico,
Histórico, Artístico, Etnográfico,… debe generar un beneficio de la misma índole, que en este caso se
traduce en el interés institucional por su conservación e integración. Dicho interés, por parte de las
administraciones Municipal y Autonómica (Ayuntamiento de Baeza, Delegación Provincial de la Consejería
de Cultura de la Junta de Andalucía en Jaén), motivó la intervención arqueológica y generó distintas
propuestas y condicionantes al proyecto de construcción original presentado, en un marco urbano que
previsiblemente será declarado, conjuntamente con la ciudad de Úbeda, como Patrimonio de la Humanidad.

Desde Beatia al Pósito de la Barbacana de Baeza

Baeza se encuentra situada en el centro de la actual provincia de Jaén, en la comarca conocida como
„La Loma‟, caracterizada por sedimentos del Plioceno, que generan un relieve alomado, modelado por
perfiles suaves y amplias laderas, cuyas vertientes miran, hacia el norte, al río Guadalimar, y al sur, al
Guadalquivir. En uno de los puntos más elevados de esta comarca, sobre los 700 msnm., un gran espolón, el
Cerro del Alcázar, controla estratégicamente las fértiles tierras de la Depresión del Guadalquivir,
caracterizada por las excelentes tierras de cultivo en su vega.

Desde la Arqueología y las fuentes queda demostrada su ocupación desde la segunda mitad del
segundo milenio ane. En la antigüedad fue conocida como Beatia, y aunque se ha documentado la
existencia de ocupación romana para los siglos II y III dne., no aparecen noticias de ella hasta época
visigoda (s. VI-VIII) con motivo del traslado del obispado de Cástulo a Beatia. Tras la conquista musulmana
(s. VIII) fue la segunda ciudad en importancia, después de la capital de la cora, Yayyan (Jaén), y una de las
primeras ciudades perseguidas y conseguidas por los reyes castellanos en Andalucía.

Ciertamente, la actual configuración de la ciudad responde a los esquemas que generó la ocupación
cristiana tras la conquista, en el siglo XIII, de la Bayyasa musulmana. Se convirtió en una ciudad de
realengo, con sede episcopal, con la primera universidad de la provincia y ocupada por numerosos
caballeros que disfrutaron del reparto de las tierras conquistadas a los musulmanes. Tal reparto generó la
doble vía económica típica de los siglos XIV, XV y siguientes: la articulación de la gran explotación
ganadera basada en la trashumancia, entre Sierra Morena y las sierras del Sur y Mágina y, por otro lado, la
configuración del latifundio cerealista, fruto del cual es el edificio sobre el que se llevó a cabo la
investigación arqueológica.

Su rico patrimonio monumental conservado responde a su inmovilidad y orientación económica


basada, principalmente, en la agricultura (antes de la comprobación del enorme potencial turístico de la
misma los manuales de geografía la calificaban como „agrociudad‟). Este hecho permitió que no se
produjera el impacto sufrido por otras ciudades por el desarrollismo típico de finales del siglo XIX o
comienzos del XX, durante el cual fueron derribadas murallas o destruido monumentos en pos del progreso
y la modernidad burguesa.

En lo que respecta al Pósito, el espacio ocupado por el antiguo inmueble se extendía desde la Torre
de los Aliatares hasta la antigua Universidad de Baeza, si bien, sólo una parte del mismo fue objeto de la
intervención.

El topónimo de la calle en la que se ubica ya ofrece pistas sobre un elemento defensivo: la


barbacana. Éste debió configurarse como un antemuro que precedía y articulaba la defensa de la ciudad
mediante tres elementos: la torre de los Aliatares, el lienzo interno, en cuyo lado externo se adosó el pósito,
y por último la propia barrera, conformando un considerable discurso poliorcético que subraya la
importancia del entorno, delatando, tal vez, uno de los puntos más débiles para la defensa de la ciudad, que
debió ser reforzado así para el control de los accesos a las puertas de la Zacaya y del Barbudo, que
conducían a Úbeda y Toledo respectivamente.

Metodología, Técnicas y Sistemas de Registro de la Intervención Arqueológica

Además del edificio reconocido tradicionalmente como pósito de la ciudad, la intervención se


desarrolló en el espacio comprendido entre éste y la parte posterior de la antigua Universidad de Baeza. De
este modo, el espacio se dividió en tres zonas bien diferenciadas, primero por el tipo de documentación,
tanto arqueológica como topográfica o técnica aplicadas; segundo, por la función existente en los inmuebles
previamente a la intervención; tercero, por el estado de conservación de los elementos; y, cuarto, por la
ubicación respecto a un elemento determinante: la muralla que transcurre por el fondo de los edificios.

- Sistema de Registro de la Excavación: la excavación arqueológica fue registrada mediante las


fichas elaboradas por el GEPRAN. Se escogió este sistema de registro para la consecución como material
informatizado en una base de datos que permitiese su tratamiento y la rápida gestión de los datos contenidos.

Para llevar a cabo el registro de materiales o el registro e inventariado de las UE (Unidades


Estratigráficas: construidas o no construidas) se disponía de un corpus de 16 fichas que permiten el registro
exhaustivo de cada uno de los elementos susceptibles de individualización para su posterior integración en
el nivel interpretativo. De este modo, existen también fichas destinadas al inventariado de la documentación
gráfica o el registro pormenorizado de materiales extraídos en el proceso de excavación.

- Planteamiento de la Excavación Arqueológica: el proyecto de intervención ya reflejaba la


necesaria realización de sondeos estratigráficos en aquellas zonas que eran susceptibles de contener un
mayor potencial informativo. Estos sondeos determinaron la posterior realización de cortes en determinadas
zonas con un criterio más extensivo. Los objetivos de los mismos eran:
- Documentación de la estratigrafía al exterior de la muralla, así como las relaciones entre las
estructuras de ésta, es decir, las estratigrafías estructurales de algunas torres respecto al lienzo
principal.
- Datación de las estructuras de las zonas I y IIa y IIb, es decir, de las arcadas y del resto de
construcciones comprendidas en estos espacios exteriores a la muralla.
- Documentación de la secuencia de la torre adosada a la muralla, así como las relaciones
estructurales de la misma respecto a la posterior construcción del pósito.
- En la Zona III, análisis de la ocupación en un espacio interior a la muralla, es decir, dentro del
perímetro amurallado de la ciudad. Nos sirvió de elemento comparativo respecto al resto de
espacios estudiados, exteriores a la misma.
- Técnica de registro y documentación de la muralla: El tramo de muralla comprendido en la que
hemos denominado Zona I fue documentado íntegramente en planta y alzado, mediante la digitalización de
su paramento externo, es decir, aquel contra el que se adosó el Pósito de la Barbacana.

La técnica consistió en el trazado mediante una estación topográfica de un reticulado de 2 x 2


metros, cuyos vértices fueron referenciados respecto a un sistema relativo de coordenadas diseñadas para tal
efecto. Cada una de estas unidades fue fotografiada, calculando la distancia focal (constante) suficiente para
conseguir la menor distorsión lateral de la unidad fotografiada. Los puntos que delimitaron cada unidad
sirvieron de referencia para la posterior digitalización de las fotografías realizadas. El software utilizado fue
AutoCad v.13.

Quedaban reflejadas las técnicas constructivas, los huecos, los enfoscados, las modificaciones
sufridas, y, en general, la dinámica particular de la estructura defensiva.

- Investigación en el Archivo Histórico Municipal de Baeza: el Archivo Histórico Municipal de


Baeza (AHMB)contiene un notable volumen de documentación sobre la historia de la ciudad. En él se
conserva el manuscrito más antiguo de la Comunidad Autónoma Andaluza, datado en el siglo XIII.

El objetivo de la investigación documental era la interrelación de los datos conservados en las


fuentes escritas, considerando no sólo los datos que pudiesen aportar información de apoyo a la intervención
arqueológica (obras, reformas,…) sino toda aquella susceptible de ser integrada en un análisis global de
relación entre un edificio, monumento, o espacio conservado, y una institución histórica y dinámica en el
tiempo: el pósito de la ciudad.

Abre la muralla…

Las murallas de Baeza: el recinto amurallado de Baeza conserva en la actualidad restos visibles de
una sola cerca, si bien son varios los autores que mantienen la existencia de otro lienzo que transcurriría por
la desaparecida Iglesia de San Gil, con la Puerta de Bedmar, a través de la Catedral.

Pero ciertamente parece deducirse de la historiografía una cronología pre-califal para la primera
muralla, y una cronología ya avanzada, de los siglos XII – XIII para la cerca sobre la que se configura el
cierre máximo en su lado norte.

Desde un punto de vista genérico, y si aceptamos la tradición de que en la catedral estuvo emplazada
la mezquita mayor musulmana, es posible que tal extremo fuese cierto. Pero aparecen datos contradictorios e
imprecisos: por un lado, podemos plantearnos un empuje demográfico en el interior de la primera cerca que,
unido a la inestabilidad política de los siglos XI al XIII, momento en que es invadida por los cristianos,
justifica la necesidad de una ampliación de la misma, fuera de la cual es posible que existiesen arrabales o
asentamientos periféricos; otro dato que apoya esta tesis es la aparición de yeserías y azulejos musulmanes
en unas obras de reparación de la solería de la catedral hace unos años. Sin embargo, es sabido el estado de
crisis poblacional a la llegada de los cristianos que cuando entran en la ciudad se la encuentran desierta,
hecho que contradice el empuje poblacional del asentamiento islámico, quizás en decadencia frente a la
vecina ciudad de Úbeda, fundada por cAbd al-Rahmân II.

Pero a falta de un estudio arqueológico que corrobore la existencia del primer cinturón de muralla y
aporte datos sobre su cronología, así como un conocimiento sobre la distribución del/los asentamiento/s, no
podemos avanzar mucho. Esto es, evidentemente, un juego entre conjeturas sobre la realidad arqueológica y
la disponibilidad de fuentes escritas.

La muralla del Pósito. La Barbacana: a lo largo del fondo del solar intervenido transcurre un lienzo de muralla
que, según su topónimo, estaría integrado en la estructura defensiva que definía la barbacana. El lienzo formaría la parte
interior de la misma. El pósito ocupaba este lugar privilegiado, puesto que no se encontraba fuera del recinto amurallado
sino protegido por la cerca de la barbacana, en un lugar bien comunicado por las puertas de la Zacaya, el Cañuelo o el
Barbudo.
Además del lienzo de muralla se ha documentado la existencia de dos torres, la primera conservada
íntegramente, en el espacio más cercano a la antigua universidad, y la segunda, que apenas conserva su
planta baja, adosada al paramento de la muralla.

En la documentación conservada en el AHMB que hace referencia a la muralla del pósito podemos
encontrar datos importantes sobre el estado de conservación de la misma. Por ejemplo, cuando se plantea la
necesidad de ampliar el pósito, en 1611, en la documentación aparecen citadas la muralla y una torre:
“Alargándose la obra incorporándola y abrigándola y fortificándola con una torre a donde viene a
parar el dicho edificio que llaman la torre de las Altares...”

En 1665 se dispone el arreglo de la cerca que une el pósito con las Escuelas, luego Universidad,
debido al robo continuado de piedras de la muralla por parte de los vecinos para realizar obras privadas. De
este modo, un tramo ya fue reparado con tierra antes de que a comienzos del siglo XVIII vuelva a caerse y a
plantearse la necesidad de su reparación por parte del Ayuntamiento.

Lindando con la antigua universidad se conserva una torre de planta cuadrangular, realizada con
mampostería careada, que, en su lado sur muestra lajas de piedra descarnadas por la falta de traba, quizás
por la mayor exposición a la erosión en ese lado. Está muy alterada por intrusiones efectuadas desde el
interior de la planta baja y primera del edificio del pósito, con restos de cemento y ladrillos incrustados en
sus paredes. Su acceso es relativamente sencillo desde el segundo piso de la antigua universidad,
presentando una bóveda de similares características que la de la otra torre documentada en el solar del
pósito, si bien, esta última parece un añadido posterior dado el adosamiento del mismo al paramento de la
muralla.

La planta de la segunda torre es más alargada, con forma rectangular, conservándose su acceso
original desde el patio de fondo (Zona III). Su estado de conservación es ruinoso, dada la presencia de una
gran rotura en el lienzo contiguo y el descarnado de su parte superior, quizás, como se ha citado
anteriormente, destruido para la extracción de piedra.

La ruptura del lienzo facilitó la limpieza de un perfil de la estructura, montada sobre niveles
romanos y musulmanes, por lo que debemos proponer una cronología ya avanzada para la misma, quizás
entre los siglos XIII y XIV, y no anterior, dada la presencia de „cuerdas secas totales‟ por debajo de los
niveles de cimentación de la estructura. La datación puede corresponderse con dos contextos socio-políticos
bien diferentes, dado que la ciudad fue conquistada en el siglo XIII, por lo que debemos interpretar su
construcción bien previamente a la invasión cristiana, en un momento de necesidad de protección y
reforzamiento defensivo en un contexto conflictivo o bien, una vez tomada la ciudad, consolidándose como
punto de apoyo para futuras incursiones en el reducto granadino o estratégico frente a las mismas.

La estratigrafía muraria, fruto de la técnica de digitalización usada, muestra pocas modificaciones


importantes que le confieren cierta unidad estructural y técnica. Son apreciables las rupturas en el muro para
crear los ventanales de la primera planta del pósito, y otras alteraciones menores, como huecos para el
sustento de vigas de madera, o llagados y varias capas de revestimiento. Podemos señalar la reciente
construcción de un tramo de unos cinco metros debido a su caída.

La técnica constructiva es de sillarejo trabado con argamasa muy poco consistente.

La ruptura presente entre la torre de la Zona I y la continuación del lienzo en la Zona IIa nos hizo
plantear la posibilidad de la existencia de una pequeña puerta (portillo). La hipótesis está basada en la
presencia de un muro careado hacia la misma, la ausencia de restos de cimentación o de cualquier otro tipo
de estructura a la altura de la ruptura, la articulación de la misma respecto a la torre adosada a la muralla y,
desde la documentación escrita, ya que se citan accesos a la calle Barbacana a través de la calle Angosta de
Compañía. También en la historiografía existe una notable ambigüedad en la ubicación de la „Puerta del
Cañuelo‟, que es identificada con la „Puerta del Barbudo‟ y con la „Puerta de la Zacaya‟.
La muralla sirvió de apoyo y cobijo al pósito, que invadió el espacio comprendido entre ésta y el
antemuro o barbacana, aún no documentada desde la Arqueología, desconociéndose su trazado original.

El pósito (perdón, los pósitos)

Desde el Archivo (hagamos historia): el pósito es la institución reguladora del abastecimiento del
trigo y de otros cereales, como la cebada, estando regido por el Concejo Municipal, poseyendo además del
edificio propio, casas, tierras y censos. El Pósito de Baeza fue fundado en 1505 por la Reina Doña Juana a
petición del Concejo de la ciudad (Sánchez y Ruz, 1988:51).

Una cartela en su portada nos aporta la cronología de creación del edificio, en el siglo XVI, aunque
debemos hablar de dos pósitos, debido a la ampliación del „Pósito Viejo‟, probablemente a principios del
siglo XVII, momento en el que aparecen las primeras referencias documentales al „Pósito Nuevo‟.

En las fuentes aparecen frecuentes menciones a tres temas principales: obras de ampliación y obras
de reparación o reformas, estado del grano, y cuentas de la administración del edificio, que además estaba
íntimamente relacionado con la alhóndiga a través de un pasadizo subterráneo que aún comunica ambos.
Cabe destacar un fuerte dinamismo reformador y reparador durante el siglo XVII, entrando en declive las
referencias a partir del siglo XIX, cuando la institución quizás pierde su control regulador, arrendándose los
espacios de los almacenes.

Así pues, dentro de la administración municipal, el pósito era una institución de vital importancia,
ya que regulaba la base económica de la Baeza de los siglos XVI y XVII, mostrando una enorme capacidad
de almacenamiento y producción, además de jugar un importante papel social como prestatario de otras
instituciones que supusieron más de un problema para los administradores del mismo. Baeza era una de las
principales reguladoras y productoras de trigo de la provincia, por lo que, en el marco expansivo que
experimenta la ciudad en el siglo XVI es razonable la existencia de un ente arquitectónico de estas
proporciones.

Desde la Arqueología (resultados de la excavación: ¿esto también es Historia?): en teoría el pósito


era el edificio comprendido en la Zona I de la intervención, esto es, la estructura montada sobre las bóvedas y la primera
planta. Pero la existencia de las arcadas conservadas en el lado más próximo a la antigua universidad (Zona IIb)
planteaba la posibilidad de que el mismo se prolongase hasta ellas.

El sondeo 2 ratificó la continuidad de las arcadas y la existencia de un pavimento empedrado igual


al documentado en las proximidades del corte 4. Con el corte 5 se comprobó la uniformidad cronológica de
los materiales, pertenecientes a la Edad Moderna, la conformación horizontalizada de rellenos para la
nivelación del nivel geológico respecto a la cota existente y documentada en el sondeo 1, y la datación
efectiva del muro de fachada, en torno al siglo XVII.

También quedó demostrada la conexión de ambos edificios (Zona I – Zonas IIa y IIb) a través de la
torre documentada en los cortes 3 y 4, a la que se rompieron sus paramentos originales para establecer la
comunicación entre las bóvedas de la planta baja del edificio y la zona de arcadas (Zona IIb). Esta conexión
facilita la entrada y salida del grano desde ambas, por lo que pudiera interpretarse como un lugar de carga y
descarga de trigo, además de una posible zona de estabulado.

Entre los niveles de relleno presentes sobre el empedrado documentado, apareció instrumental
relacionado con la carga y manejo del cereal, como tridentes y orcas de hierro para mover las parvas de paja.

La Estratigrafía Muraria (excavando paredes)

El análisis de la composición material o configuración técnica de los muros que componen un


edificio guarda una interrelación directa con la estratigrafía arqueológica, ya que arroja información sobre la
génesis y evolución de la unidad concebida inicialmente, con el edificio que nos refleja, en definitiva, un
proceso histórico, que se traduce en un mayor conocimiento de las técnicas constructivas, el uso de
diferentes materiales y, con ello, las reformas o remodelaciones funcionales que reflejan la complejidad
estructural, arquitectónica e histórica del mismo, como objeto de investigación.

Un análisis descriptivo de las estructuras individualizadas nos permite revelar un fuerte dinamismo
constructivo en el proceso histórico presente en la muralla y el pósito, hecho avalado desde las fuentes que
aluden a continuas reparaciones y reformas del pósito, sobre todo aquellas referidas al arreglo de su
cubierta.

En líneas generales se establecieron tres grandes etapas, diferenciadas no sólo por un paréntesis
cronológico variable, sino también por sus técnicas constructivas y por su referenciación histórica.

La primera estaría definida por la obra realizada en 1760, según hemos podido documentar mediante
la inscripción epigráfica que aparece en la clave de la puerta principal de acceso al pósito. Su técnica
constructiva muestra dos elementos basados en el uso del tapial de tierra (mediante grandes cajones de tierra
prensada separados por pequeñas franjas de cal) y el uso de sillares unidos en seco en los zócalos, puertas o
esquinas del muro. En la muralla parecen abrirse tres ventanas que rompen el lienzo original. El conjunto
estaría adosado a la muralla, y constituye la mayor parte estructural conservada y analizada.

La segunda fase parece una obra menor, consistente en la restitución del tabique que separa las dos
estancias, integrando en su seno uno de los pilares de apoyo documentados en ambos espacios. Este muro
está realizado mediante mampostería careada y concertada, trabada con argamasa compuesta de arena y cal.

Una tercera podría caracterizarse por diversas reformas de carácter puntual y con objetivos
determinados: por ejemplo, la reparación de parte de la muralla, la restitución y consolidación del entorno
de la portada original del siglo XVI, y, por último, la creación de diversos vanos y accesos secundarios que
interpretamos de una fase posterior por la ruptura de la obra original y por concebir al pósito como a una
estructura cerrada en la que apenas existiesen vanos con el fin de mejorar las condiciones de conservación
del grano almacenado.

Antes del Fin (con permiso de Don Ernesto Sábato)

La documentación arqueológica basada en las técnicas de excavación y documentación gráfica de


las estructuras emergentes, y la investigación histórica apoyada en el análisis de los textos conservados en el
Archivo Histórico Municipal de Baeza han permitido un notable aumento cualitativo sobre el conocimiento
de este pequeño espacio de la ciudad de Baeza. No sólo conocemos la particularidad de un edificio sino toda
una dinámica de ocupación y concepción de un entorno transformado en distintas épocas. Desde una
ocupación marginal romana, un vertedero islámico, una muralla o un edificio generado y concebido para el
almacenamiento de cereal podemos indagar sobre numerosos aspectos sociales vinculados a la historia de
los mismos como elementos individualizados, particulares, pero también sobre aspectos generales o de otra
escala referentes a contextos socio-políticos más amplios: romanización, islamización, conquista cristiana,
reacción, establecimiento del pósito, evolución, reformas, abandono,…

Hoy el espacio está ocupado por viviendas. La zona de arcadas ha sido demolida. La muralla
ocultada. Pero sabemos cómo, sabemos qué existía previamente a las mismas, es una situación reversible, el
impacto más que arqueológico es paisajístico. Y, finalmente, la conciencia queda tranquila cuando sabe que
las mismas han sido calificadas como de Protección Oficial. Son viviendas arrendadas o alquiladas en
usufructo vitalicio a determinadas familias con unos ingresos y circunstancias económicas especiales.

Es hora de cuestionarse el objetivo de la Arqueología. Se ha hecho Historia. Se han investigado y


documentado suficientes datos del Registro Arqueológico conservado, que se han enriquecido y cotejado
con los datos textuales. ¿Conservar el Pósito o garantizar el derecho a la vivienda?. ¿Es la Arqueología una
Ciencia Social hecha para la Sociedad?, ¿qué sociedad, para qué sector social?.

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