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Opinión
En ésta línea, existen dos visiones distintas, en primer lugar, las empresas chinas
dependen de una estructura cimentada en compañías estatales y foráneas, mientras que
las Indias, para asombro hasta de sus socios occidentales, han sido creadas con un nivel
de calidad elevado, alcance global y la posibilidad de libre participación por parte de
diversos intereses económicos extranjeros.
Según Guracharan Das, los hindú tienen a sus espaldas una gran experiencia de
generaciones, sobre cómo acumular capital y dar a la nación una ventaja competitiva,
asumiendo ciertos riesgos, que otros no considerarían dentro de su visión estratégica.
Por éste motivo, no es de extrañar que los empresarios de ese país, tengan una presencia
respetable en la lista de Billonarios de la Revista Forbes.
Según Das, lo cierto es que en el tránsito hacia la misma finalidad de prosperidad, “en
China inducida por el Estado y en la India a pesar del Estado”, paradójicamente, quién
parece estar más desorganizada, está teniendo la mejor parte, y por tanto, representa una
gran amenaza para los intereses económicos de China. A pesar de esta observación, los
economistas y responsables de establecer las políticas públicas, han advertido los
enormes mercados y la creciente riqueza de China, India, Rusia y Brasil, así como, un
crecimiento que podría contribuir a contener la recesión mundial. Este crecimiento, ha
provocado un notable descenso en las exportaciones de Corea del Sur, además de una
bajada en los precios de sus productos.
Por otro lado, en Alemania la situación tampoco parece ser halagüeña, ya que ésta
semana los partidos que forman parte de la coalición de Angela Merkel, han tenido un
enfrentamiento muy duro después de asegurar que el país está encarando una crisis que
puede provocar una recesión aún peor que en la Segunda Guerra Mundial.
Tal parece, que las grandes cuestiones del futuro no sólo tendrán que ver con la
producción y mano de obra barata, por la que muchos inversores están apostando, sino
con energía, capacidad estatal para administrar inteligentemente y con visión de futuro
los presupuestos, liberar la presión fiscal en ciertas áreas vitales de la producción y
otras, que facilitan la vida de sus ciudadanos. También, la idea del nuevo orden debe
estar en las mentes de muchos políticos y grandes empresarios. Tal vez, algunas
naciones deberán pensarse en serio, ¿cuál será su rol dentro del nuevo modo de vida del
futuro? Es evidente, que está muy cerca, aunque muchos no sean capaces de advertirlo.
Muchas profesiones y ramas del conocimiento dejarán de tener la importancia y poder
social al que han estado habituados. Como demuestra la sabia investigación de Vázquez
Figueroa sobre el “Tantalio” o “Oro azul”. En éste caso, debo señalar que existen más
elementos de riqueza.
Finalmente, nos queda la esperanza de que nuestros representantes con responsabilidad
pública tengan la capacidad de adelantarse a los acontecimientos y apostar por medidas
que reviertan en nuestro bienestar.