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Fernando Rodríguez Alpízar: Notas sobre mi obra de tesis de Licenciatura en Composición,

“Soneto de la Amante” para soprano y orquesta.

[http://www.archirodriguezalpizar.es/sonetesis.htm]

Desde hace poco más de treinta años, ha venido desarrollándose un movimiento internacional
extensible a casi todas las artes, conocido por Postmodernismo. Como su nombre lo indica, hace
referencia a un período muy posterior al modernismo, aproximadamente entre 1970 y el momento actual.
Sus teóricos y defensores plantean que el escándalo radical provocado en su momento por el arte
moderno ha sido asimilado por los mismos burgueses liberales que en un principio lo rechazaron,
llegando a integrarse en la cultura institucional y exaltándose en galerías de artes, museos y programas de
estudios académicos, convirtiéndose casi en un dogma, rígido en no pocas ocasiones.
El postmodernismo, puede considerarse como la consecuencia lógica de la ironía y el relativismo
modernistas, que llegan a cuestionar sus propios valores. [...]
Por otra parte el Postmodernismo puede entenderse también como una evolución desde el Pop Art,
movimiento artístico iniciado en la década de 1950 en Estados Unidos y Gran Bretaña inspirado en la
cultura de masas cuyos antecedentes históricos se sitúan en la obra provocativa de los artistas dadaístas,
especialmente del francés Marcel Duchamp y en la tradición pictórica estadounidense de la
representación de objetos cotidianos.
Este movimiento comenzó como una reacción contra el expresionismo abstracto, considerado
demasiado intelectual y apartado de la realidad social.
Asumiendo el objetivo del compositor estadounidense John Milton Cage —eliminar las distancias entre
arte y vida— los artistas Pop se aproximaron con ironía al ambiente de la vida cotidiana empleando
imágenes que reflejaban el materialismo y vulgaridad de la moderna cultura de masas para transmitir una
percepción crítica de la realidad, más inmediata que aquella ofrecida por la pintura realista del siglo XIX.
Como bien diría Charles Jencks, teórico de este movimiento, el espíritu postmoderno "es al mismo
tiempo la continuación de lo moderno y su superación".
En la arquitectura, por ejemplo, el rechazo posmoderno del International Style asociado con Le
Corbusier y su sustitución por un estilo ecléctico refleja un regreso aparente, en ocasiones de manera
paródica a los valores tradicionales, en un intento de aludir inconscientemente a ellos, más que de
asimilarlos.
El Postmodernismo ha dominado los finales del siglo XX, especialmente durante las décadas de 1970 y
1980, cuando sus representantes más destacados (Robert Venturi, Michael Graves, James Stirling,
Ricardo Bofill, Aldo Rossi, Charles Moore, Hans Hollein, Arata Isozaki, Mario Botta, Rob y León Krier,
Robert A. M. Stern y Óscar Tusquets, entre otros) gozaron de un gran prestigio en el ámbito teórico y
obtuvieron importantes encargos institucionales. Su obra, dotada de un cierto carácter manierista, se ha
difuminado en infinidad de estilos, desde el clasicismo a la modernidad pasando por las actitudes
vernáculas. Este eclecticismo ha pretendido reflejar la pluralidad esencial de la sociedad postindustrial, un
factor decisivo para la arquitectura pública, que debe representar a una gran variedad de personas con
gustos y referencias culturales dispares.
Su actitud contra la modernidad se resume en la máxima de Robert Venturi, que desafió con su "Less is
a bore" (menos es un aburrimiento) a la famosa consigna de Ludwig Mies van der Rohe "Less is more"
(menos es más).
Este carácter populista se opone al espíritu del movimiento moderno, cuyas composiciones austeras
sólo puede disfrutar (según los posmodernistas) una escasa elite cultural. La ironía sobre los estilos
históricos también se aprecia como motivo recurrente del postmodernismo en la arquitectura.
La combinación de modernidad con ciertas alusiones paródicas o simbólicas al pasado, distante o
próximo, también es una constante estilística en los pintores y escultores de esta tendencia.
Con relación a la danza, en su obra Trio A (1966), Ivonne Rainier, miembro destacado del Judson
Dance Theater, - grupo que reflejó las preocupaciones que estaban presentes en el mundo del arte en ese
momento con marcadas influencias de las teorías filosóficas del existencialismo, el budismo zen y la
fenomenología - y autora en 1965 de uno de sus más famosos manifiestos, cuya intención era desmitificar
y objetivar la danza, descartando todo lo superfluo, dio una expresión concreta de minimalismo,
movimiento surgido a principios de la década de 1960 en Estados Unidos como reacción también al
expresionismo abstracto.
El Minimalismo tiene sus orígenes en ciertas obras del escultor de origen rumano Constantin Brancusi,
considerado como uno de los grandes escultores del siglo XX y cuya obra ha influido profundamente en
los nuevos conceptos de la forma en escultura, pintura y diseño industrial, quien dijo refiriéndose a la
evolución de su arte: "Se llega a la simplicidad a medida que uno se acerca al significado real de las
cosas" y Alexander Rodchenko, pintor, dibujante, escultor y fotógrafo ruso que fue una de las figuras
centrales en la Rusia revolucionaria del Constructivismo, movimiento artístico ruso de principios del siglo
XX que ejerció una importante influencia en el arte europeo y que defendió los ideales del utilitarismo, el
funcionalismo y la abstracción. Sostenía que el arte debía ser fácil de comprender y tener una utilidad
social y ejerció una gran influencia sobre la escultura, arquitectura y, especialmente, el diseño industrial
del siglo XX. Su defensa de los materiales modernos y de las líneas puras sirvió para reforzar la naciente
estética del funcionalismo.
En las obras de estos dos grandes artistas de la primera mitad del siglo XX ya aparece la idea de
repetición como expresión del concepto de infinito.
Otras figuras importantes dentro de este movimiento son: Carl Andre (1935-), escultor estadounidense,
que trabajó con objetos idénticos producidos en serie con los que componía la obra según un sistema de
módulos matemáticos, reflejando la repetición de unidades, como vagones y coches cama en un
ferrocarril y el también estadounidense Sol LeWitt (1928- ), considerado como el máximo exponente del
minimalismo y del arte conceptual; para él la esencia del arte radica en el concepto y no en el objeto, lo
cual parte lógicamente de la distinción conceptual entre la idea artística y la obra en sí. Colaboró con la
bailarina Lucinda Childs y con el compositor Philip Glass en la producción de Dance 1, una obra de arte
tripartita que reunía filmación, danza y música.
En música se denomina con el término de minimalismo al estilo de composición surgido en los años
sesenta en los Estados Unidos y ligado al postmodernismo. En este estilo, la música es producida por una
continua repetición de pequeños elementos básicos sometidos a pequeñas variantes. A pesar de
precedentes muy citados, como los órgana de Pérotin, el preludio de El oro del Rin de Richard Wagner y
las obras del compositor francés Erik Satie (1866-1925) - rebelde contra el carácter plúmbeo y la
complejidad de la música de su tiempo e innovador en el uso de ciertos recursos armónicos -, los
antecedentes más importantes no son occidentales: la improvisación hindú, el gamelán de Bali y las
percusiones africanas.
El Minimalismo abarca géneros como la ópera - Einstein on the Beach de Glass (1976) y Nixon in
China (1987) de John Adams - o el cuarteto de cuerda - Different Trains de Reich (1988) -. El estilo se ha
enriquecido armónicamente en la obra de Reich, The Desert Music (1984) y en Harmonielehre de Adams
(1985), así como rítmicamente en la Chamber Symphony (1992) de este último. Los compositores
europeos se han unido a los estilos minimalistas desde mediados de los años setenta, la Sinfonía nº 3
llamada Sinfonía de las lamentaciones (1976) de Henryk Mikolaj Górecki, la obra Passio (1982) de Arvo
Pärt, entre otros son una prueba de ello.

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