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Contemplando esto, vemos que en casos donde una persona este deficiente en
concentración, una música tal vez puede ayudarle, pero en casos normales es mejor
estudiar en silencio y por ello no ponen nunca música en las bibliotecas. En todo
caso, un sonido repetitivo (constante) cualquiera –sutil y agradable, no ofensivo o
estridente- puede ayudar para la concentración, elevar el enfoque, en suma,
intensificar la atención.
Por otra parte, algunos consideran útil la música como “barrera de sonido”. Es
decir, utilizando audífonos logran aislarse de la distracción pública y encuentran
una manera de centrarse otras actividades como leer, estudiar, trabajar, etc. Aún
así, con estos fines es recomendable música con el menor contenido verbal posible –
pues es fuente de distracción –, música clásica, que se caracteriza por contener
melodías guiadas por un alto sentido de correlación y secuencia lógica o
simplemente utilizar música diseñada con ondas repetitivas y relajantes que
promueven la concentración.
Para dormir tal vez es mejor los sonidos de una naturaleza tranquila que poner
música. De hecho, tal vez una música con los sonidos de una naturaleza tranquila
ayudará a dormir, pero imagínate cómo seria tratar dormir con el rugir de leones o
naturaleza salvaje.
En realidad, preguntémosle a los científicos o físicos y nos dirán que todo vibra. Es
decir, todo emite una frecuencia particular, la escuchemos o no; nuestro cuerpo, el
suelo, las plantas, el agua, etc. Por ello podemos decir que todo el universo ‘canta’ a
nuestro alrededor.