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Lectura bblica: Jueces 11:29-40 (resumir a Jueces 11: 29-35). Introduccin: En tiempos de los Jueces, el pueblo de Dios adopt ciertas costumbres de sus vecinos que turbaron su
entendimiento y compromiso con Dios; a tal grado que se apropiaron de prcticas que claramente estaban prohibidas en la ley del Seor, pensando que de esta forma lo adoraban y servan mejor. De hecho, en Jueces Captulos 17 y 18 se cuenta la ignominiosa historia de Micaa, el cual edific una casa de dioses, e hizo efod y terafines, y lo dedic a Jehov; luego, puso a su hijo como sacerdote, lo cual puede excusar el enorme sacrilegio; pero despus, contrat los servicios de un levita para que sirviera de sacerdote, y este muy gustosamente sirvi a los dioses, us el efod y los terafines, en nombre del Dios de Israel. Y todo esto pasaba porque: cada uno haca lo que bien le pareca (Jueces 17:6). En el caso de Jeft, realmente quera agradar a Dios, su fe y esperanza estaban puestas en el Seor, a tal grado que el escritor de la Carta a los hebreos lo reconoce como un hroe dela fe (Heb. 11:32-34); sin embargo, durante su vida adopt ciertas costumbre que lo condujeron a cometer un gravsimo error. Dnde adquiri estas costumbres, veamos sus antecedentes: 1. Hijo de una prostituta. Jue 11:1 2. Se convirti en un malhechor. Jue 11.3 Igual nosotros, al venir a Cristo somos perdonados y adoptados en la familia de Dios, de eso no hay ni la ms mnima duda, pero al igual que Jeft traemos costumbres perniciosas que pueden llegar, incluso, a matar nuestras relaciones fraternales.