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DISEÑANDO UNA NUEVA ESCUELA PARA LA SOCIEDAD DE LA

INFORMACIÓN.

En los últimos años del siglo XX y principios del siglo XXI, la sociedad ha
experimentado una serie de enormes cambios, nos hemos encontrado con
un nuevo escenario, en el que proliferan los satélites de comunicaciones, la
fibra óptica nos invade, donde la conexión a internet agranda su ancho de
banda de manera constante, donde los ordenadores que van saliendo al
mercado son cada vez más potentes y a la vez de tamaño más reducido,
donde todos los aparatos electrónicos que nos rodean se interconexionan
entre sí, para facilitarnos su uso y ampliarnos enormemente sus
capacidades.

Y aunque toda esta revolución producida en el ámbito de nuestros hogares,


no haya llegado en la misma medida a las escuelas, es lógico pensar que los
alumnos que pueblan nuestras aulas están acostumbrados desde niños a
manejar toda clase de aparatos nuevos y cada vez más tecnológicos, como
son los equipos informáticos, los nuevos soportes digitales, televisión,
videos, cámaras digitales, móviles de última generación,… es decir una
enorme cantidad de información, que podría producir una intoxicación
informativa en el niño, por tanto éste debería ser capaz de procesar toda
esta información de manera adecuada, aprendiendo a usar esta información
en todos sus ámbitos: acceso a la información, análisis, interpretación y
evaluación de la misma y los diferente métodos de producción.

Tal y como apunta Manuel Area Moreira en su libro Nuevas Tecnologías,


globalización y migraciones, el conocido fenómeno de la globalización es una de
las señas caracterizadoras del período histórico en el que nos encontramos,
que no sólo atañe a los procesos económicos, sino que también atañe a los
procesos culturales. Así la música, la alimentación, la ropa, las noticias o las
películas cinematográficas son en gran medida las mismas en todos los
países occidentales. Esto unido a los descubrimientos y avances científicos
que transformamos en aplicaciones tecnológicas concretas que afectan a
nuestra vida cotidiana y unido así mismo al incremento exponencial que se
ha producido de la información, todo ello lleva a que la información sea
considerada como una materia o bien productivo de importantes sectores
económicos de la nueva economía o capitalismo digital. Además existen otro
tipo de industrias como las del software, las telecomunicaciones, las
empresas periodísticas, industrias del ocio y entretenimiento, como son los
videojuegos, las discográficas, las productoras de televisión y cine o las
editoriales cuya labor comercial se centra en generar productos de consumo
cultural elaborados a base de “información” como materia prima que, está
en constante y acelerado crecimiento en occidente en estas dos últimas
décadas. La información, en definitiva, es un objeto económico que tiene
cada vez un peso más relevante en el PIB de cada país, además de tener
notorios y profundos efectos de naturaleza sociocultural, así tal y como decía
McQuail en 1991, “los humanos vemos y pensamos sobre el mundo en
función de la información que disponemos y recibimos, por lo que los
llamados medios de comunicación (prensa, radio, televisión,…) juegan un
papel fundamental en la configuración de los valores, actitudes y opiniones
de la ciudadanía”.

Así pues, vemos que la información ocupa un papel privilegiado en nuestra


sociedad actual y esta sociedad de la información requiere de unas nuevas
estructuras escolares, ya que como nos dice Juan M. Pérez Tornero en su
artículo de Quaderns Digitals nº 20, “la escuela está perdiendo a marchas
forzadas la autonomía que tuvo en otros tiempos, y vive en un contexto que,
de alguna manera, la descoloca”, así nuestro sistema escolar se tambalea
ante la nueva sociedad de la información. La escuela ya no es la única fuente
saber, se ha transformado en una fuente más compitiendo con otras como la
televisión, radio, prensa, internet,… La escuela sigue siendo eficaz en la
enseñanza de la lectura y la escritura, pero no lo es tanto en la enseñanza
del lenguaje informático y audiovisual. Los conocimientos de los actuales
profesores pueden quedar en evidencia ante los alumnos, debido al fácil
acceso que tienen estos a los conocimientos, los medios con los que cuenta
la escuela se han quedado bastante obsoletos en relación a los medios de los
que disponen los propios alumnos en sus casas, por lo tanto la escuela se
está volviendo un elemento poco práctico y está el poder de orden y
organización que tenía tradicionalmente.

Por tanto nos encontramos ante una escuela que no es capaz de encontrar
su sitio en la nueva perspectiva social en la que nos encontramos, esta crisis
arrastrada por la escuela en estos últimos años, la lleva a plantearse una
serie de cambios en su estructura y planteamientos que la lleven a dar
respuesta a las necesidades de la actual sociedad. Ya la Unesco en 1992 nos
plantea que “La transformación educativa pasa a ser un factor fundamental
para desarrollar la capacidad de innovación y la creatividad, a la vez que la
integración y la solidaridad”.

También la Comunidad Europea propone una serie de actuaciones para que


el sistema educativo se adapte lo más rápidamente posible a los cambios
sociales, así en su comunicación de 8 de diciembre de 1999, relativa a una
iniciativa de la comisión para el Consejo Europeo extraordinario de Lisboa de
23 y 24 de marzo de 2000, sobre una sociedad de la información para todos,
se plantea dar acceso a la juventud europea a la era digital, y para ello nos
dice que “la cultura digital debe convertirse en uno de los conocimientos
básicos de todo joven europeo. Hay que introducir Internet y las
herramientas multimedia en las escuelas y adaptar la educación a la era
digital. Antes de que finalice 2001, los estados miembros deberán garantizar
que todas las escuelas tengan acceso a Internet y a los recursos multimedia
y antes de que finalice 2003, que todos los alumnos tengan una formación
digital en el momento de dejar la aulas”.

Al hilo de todo esto, Inés Cisneros, Isabel María Lozano y Catalina García
Dúctor, en su artículo sobre el papel de la educación como mediadora entre
la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento, nos dicen que:
“La escuela es uno de los principales agentes educativos. Por ello debe
atender las demandas sociales que desde distintos ámbitos se realizan. Una
de estas demandas es la educación multimedia, entendiendo como
educación multimedia aquella que da un uso de las nuevas tecnologías a los
alumnos, a los que permite: a) conseguir las destrezas y actitudes
necesarias para comunicarse (interpretar y producir mensajes) utilizando
distintos lenguajes y medios. b) desarrollar su autonomía personal, su
pensamiento crítico que le capacite para desarrollar una adecuada toma de
decisiones que nos lleve a construir una sociedad justa e intercultural donde
se conviva con las innovaciones que vayan apareciendo”.

Pero no hay que olvidar que todas estas expectativas depositadas en las
tecnologías de la información y la comunicación en favor de una revolución
de la educación en las escuelas, no pueden hacernos olvidar la problemática
tradicional que arrastran algunas escuelas, porque como dice Rosa María
Torres en su artículo sobre la educación en la sociedad de la información:
“una mala escuela con computadora sigue siendo una mala escuela”. En este
sentido, Aviram (2002) identifica tres posibles reacciones de los centros
docentes para adaptarse a las TIC y al nuevo entorno social:

A. Escenario Tecnócrata, donde las escuelas se adaptan realizando


simplemente pequeños ajustes, como serían la introducción de la
“alfabetización digital” de los estudiantes en el curriculum, es decir aprender
sobre las TIC y después aprender a utilizar estas TIC como un instrumento
para la productividad, es decir aprender de las TIC.

B. Escenario reformista, donde se darían los tres niveles de integración de


las TIC, los dos vistos en el punto anterior y además se introducirían en las
prácticas docentes nuevos métodos constructivistas de enseñanza/
aprendizaje que hagan de las TIC un instrumento cognitivo, es decir
aprender con las TIC, aplicándolo a la realización de actividades.

C. Escenario holístico, donde los centros llevarían a cabo una profunda


reestructuración de todos sus elementos.

Retomando el artículo antes mencionado de Juan M. Pérez Tornero, este nos


dice que las cuestiones esenciales del cambio en la institución educativa
pueden resumirse en algunas ideas fuerza que son las que a continuación se
enuncian y en las que debería basarse cualquier esfuerzo serio de
renovación:

1. Participación de la comunidad entera en la educación. Si la producción del


saber no es privilegio de las escuelas, éstas deben abrirse a nuevas fuentes
de conocimiento, saliendo de sí mismas y cooperando con esas nuevas
fuentes, contribuyendo a crear entornos educativos más allá de las escuelas.
Así un primer escenario sería el hogar y después las ciudades.

2. Conversión de las escuelas en espacios de exploración, invención y


descubrimiento.

3. Necesidad de potenciar el tipo de alfabetización propio de la sociedad de


la información, cada vez resulta más manifiesto que el aprendizaje de la
lecto-escritura no es suficiente, es necesario además el aprendizaje del
lenguaje informático, de los lenguajes audiovisuales, que se potencie así
mismo desde la escuela el uso de los ordenadores y los nuevos medios
digitales.

4. Creación de nuevas comunidades educativas a partir de las escuelas


actuales. El ciberespacio, las telecomunicaciones, Internet, etc.

5. Abandono de los modelos actuales, como las ratios profesorado


estudiantes que favorecen la masificación, sistema de aularios,…

6. Renovación tecnológica de la escuela, si no estaríamos condenando a las


escuelas a ser guetos tecnológicos anticuados en relación a su entorno.

7. Redefinición del rol del profesorado, donde estos deben pasar a ocupar un
papel de “entrenadores” en los procesos de autoaprendizaje de los alumnos,
de promotores de los nuevos grupos y comunidades educativas, de
creadores de nuevos entornos educativos, de educadores y mediadores de
conflictos.

8. Redefinición del rol del Estado en la educación, abandonando su papel


paternalista y censor, cediendo autonomía curricular, de organización y de
gestión a las escuelas y a su entorno. Sin olvidarse de la necesaria mejora
en la inversión en educación.

9. Aceptación del principio de educación a lo largo de la vida, aceptando que


el período evolutivo no acaba nunca, con lo que se debilitarían ciertos males
endémicos que padece la escuela: competitividad innecesaria en el sistema,
mitificación de los títulos, aumento de la tensión sobre las escuelas, los
profesores y los estudiantes, etc.

10. Y por último la implicación de las escuelas en el mundo práctico, es decir


que, la escuela debe ser útil a la comunidad a la que sirve, a los padres, a
los estudiantes… lo que obliga a plantearse la participación de las escuelas
en la vida de su entorno.

Además de esta nueva visión de la escuela, tampoco podemos


olvidarnos de la variante de la educación virtual. Donde en esta educación a
distancia, al contrario que en la enseñanza escolar, no nos estaríamos
dirigiendo a un grupo de alumnos, homogéneos o no, sino que normalmente
cuando nos encontramos en contextos de educación a distancia, el individuo
es analizado de forma segregada con respecto a su grupo de origen. Así
pues las redes tecnológicas permiten la interacción entre estudiantes,
expertos y fuentes de información para acumular conocimiento de manera
progresiva y, así, desarrollar habilidades.

La mayor parte de los aspectos que se aprenden a través de las redes, no se


pueden alcanzar en una clase tradicional, ya que no es posible que cada
miembro de un grupo participe activamente y con frecuencia en una clase
tradicional con límites de tiempo. Tal y como afirma Ferraté: “las
metodologías basadas en conceptos de virtualidad se irán extendiendo y
generalizando a causa de sus inmensas posibilidades pedagógicas”.

Según apunta Oscar Picardo Joao, en su artículo Pedagogía informacional:


enseñar a aprender en la sociedad del conocimiento, estos nuevos escenarios
demandan una nueva arquitectura educativa que apunte y apueste por el
aprendizaje de por vida, lo que implica entablar una nueva hipótesis
educativa: enseñar a aprender, y sobre todo utilizar adecuadamente la
información en el proceso de enseñanza aprendizaje. Los docentes y
estudiantes deben asumir un nuevo rol de “mediadores” entre la experiencia
humana y la información existente, y sobre todo caer en la cuenta de que la
información debe ser punto de partida y de llegada en el proceso de
enseñanza aprendizaje.

Finalmente, es importante tomar en consideración las


recomendaciones estratégicas del informe de la Comisión al Consejo y al
Parlamento Europeo (Bruselas, 2000), en las que se dice que:

“Hay que concebir la educación del futuro y promover la innovación


con las Nuevas Tecnologías, las cuales entre otros aportes indican: 1)
valorizar el capital de conocimientos, 2) estimular la observación y uso de
las tecnologías, 3) formular una visión compartida, 4) desarrollar análisis
prospectivos, 5) gestionar y promover la innovación, 6)emprender
experiencias innovadoras, 7) favorecer el desarrollo de la calidad y 8)
reforzar la cohesión social, es decir y tal y como nos expone Oscar Picardo
Joao: “ingresar al umbral de las ideas a través de las TIC… y esto se puede
lograr desde una “pedagogía informacional”, análoga y consecuente con las
sustantivas ideas que orientan el devenir educativo hacia las sociedades del
conocimiento, del aprendizaje y sobre todo, a la sociedad informacional”

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