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INFORMACIÓN.
En los últimos años del siglo XX y principios del siglo XXI, la sociedad ha
experimentado una serie de enormes cambios, nos hemos encontrado con
un nuevo escenario, en el que proliferan los satélites de comunicaciones, la
fibra óptica nos invade, donde la conexión a internet agranda su ancho de
banda de manera constante, donde los ordenadores que van saliendo al
mercado son cada vez más potentes y a la vez de tamaño más reducido,
donde todos los aparatos electrónicos que nos rodean se interconexionan
entre sí, para facilitarnos su uso y ampliarnos enormemente sus
capacidades.
Por tanto nos encontramos ante una escuela que no es capaz de encontrar
su sitio en la nueva perspectiva social en la que nos encontramos, esta crisis
arrastrada por la escuela en estos últimos años, la lleva a plantearse una
serie de cambios en su estructura y planteamientos que la lleven a dar
respuesta a las necesidades de la actual sociedad. Ya la Unesco en 1992 nos
plantea que “La transformación educativa pasa a ser un factor fundamental
para desarrollar la capacidad de innovación y la creatividad, a la vez que la
integración y la solidaridad”.
Al hilo de todo esto, Inés Cisneros, Isabel María Lozano y Catalina García
Dúctor, en su artículo sobre el papel de la educación como mediadora entre
la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento, nos dicen que:
“La escuela es uno de los principales agentes educativos. Por ello debe
atender las demandas sociales que desde distintos ámbitos se realizan. Una
de estas demandas es la educación multimedia, entendiendo como
educación multimedia aquella que da un uso de las nuevas tecnologías a los
alumnos, a los que permite: a) conseguir las destrezas y actitudes
necesarias para comunicarse (interpretar y producir mensajes) utilizando
distintos lenguajes y medios. b) desarrollar su autonomía personal, su
pensamiento crítico que le capacite para desarrollar una adecuada toma de
decisiones que nos lleve a construir una sociedad justa e intercultural donde
se conviva con las innovaciones que vayan apareciendo”.
Pero no hay que olvidar que todas estas expectativas depositadas en las
tecnologías de la información y la comunicación en favor de una revolución
de la educación en las escuelas, no pueden hacernos olvidar la problemática
tradicional que arrastran algunas escuelas, porque como dice Rosa María
Torres en su artículo sobre la educación en la sociedad de la información:
“una mala escuela con computadora sigue siendo una mala escuela”. En este
sentido, Aviram (2002) identifica tres posibles reacciones de los centros
docentes para adaptarse a las TIC y al nuevo entorno social:
7. Redefinición del rol del profesorado, donde estos deben pasar a ocupar un
papel de “entrenadores” en los procesos de autoaprendizaje de los alumnos,
de promotores de los nuevos grupos y comunidades educativas, de
creadores de nuevos entornos educativos, de educadores y mediadores de
conflictos.