22/10/2004, Agüimes Para avanzar hay que escoger, dudar. Quien crea haber alcanzado la meta, ya no avanza. Las dudas son creativas, sirven para mejorar lo existente. Sin búsqueda no hay hallazgos, descubrimientos. La ciencia no podría existir sin tener dudas, sobre todo. Como las religiones organizadas no podrían subsistir sin certezas, sin creencias, sin fe. Lo que significa creer sin dudar, sin investigar, sin comprobar. Quien llega a esas verdades últimas, intocables, ya alcanzó el final de su camino. En ciencia no hay nada intocable. Todo se revisa, constantemente. En ella, las verdades no son eternas, tienen siempre algo de provisional. Se mantienen como certezas, hasta que se encuentra algo mejor. Las verdades de tipo religioso, que pretenden ser absolutas, convierten a las religiones en conjuntos estáticos. Mientras la ciencia avanza, día a día. De ahí surgen las principales diferencias entre hombres de ciencia, de verdades trabajadas, y hombres de conciencia, de verdades reveladas. Las creencias son privadas, la fe se siente de forma personal. Mientras, la ciencia es pública, transmisible, universal, demostrable. De ahí, de esa diversidad de las verdades, parte la habitual reticencia a la aplicación de nuevas técnicas y conocimientos científicos, que muestran la mayoría de grupos religiosos. Pues, al derivar sus reglas de vida de principios que estiman básicos en sus creencias, se resisten a flexibilizar mandatos, que consideran divinos, cuando los nuevos conocimientos puedan presentar el peligro de relegar sus principios. Por eso, aún cuando la religión tenga mucho de política, pues asienta las bases de convivencia de las personas, también la política tiene mucho de religión, puesto que se basa en creencias aplicables al buen gobierno de los pueblos. No olvidemos que, en el comienzo de las civilizaciones, no hubo diferencias entre reglas políticas o religiosas, todas tuvieron un mismo principio: la reglamentación de la convivencia en la tribu. En la actualidad, hay matices ineludibles, la religión está más dirigida al individuo, a su conciencia. La política, si se dirigiese al individuo, lo hace más considerándolo un miembro de la sociedad, refiriéndose a su convivencia dentro del grupo. En ciencia no hay nada intocable. Todo se revisa, constantemente. En ella, las verdades no son eternas, tienen siempre algo de provisional. Se mantienen como certezas, hasta que se encuentra algo mejor. Babilonia, o los del Sacro Imperio, pasaron a la historia, afortunadamente. Emilio del Barco,, DNI 27.968.889,, Tel./ 928 78 09 67 ,, delbarco@terra.es,, Gran Canaria,,