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Ricardo Caballero

(☼Punta Arenas, Chile, 20 de octubre de 1959 - )

Selección de la nota realizada por la periodista


Constanza Hola Chamy; publicada por el semanario
chileno QuéPasa el 8 de agosto de 2008.-

La mente de Caballero
Es el economista chileno más encumbrado a nivel mundial. A punto de asumir como
director del Departamento de Economía del MIT, visitará Santiago la próxima semana
para dictar un seminario e impartir clases en la Universidad Católica. Esta es la historia
de un puntarenense que deslumbró desde que ingresó a Ingeniería Comercial en la UC:
su relación con Vittorio Corbo, la llegada a Estados Unidos, sus áreas de interés y qué
piensa sobre la actual crisis económica.

Si había una luz prendida a las 4:00 a.m. en el Instituto de Economía del Massachusetts
Institute of Technology (MIT), esa tenía que ser la de la oficina de Ricardo Caballero. Su
costumbre de no dejar pasar las buenas ideas, fuera la hora que fuera, lo hacía estar matiné,
vermut y noche en la universidad. "Eso era hace algunos años. Aún trabajo bastante, pero
principalmente en mi casa. Es cierto que me cuesta desconectarme", reconoce desde Boston.

Caballero asumirá en septiembre como director del Departamento de Economía del prestigioso
Massachusetts Institute of Technology (MIT), cuna de varios nobeles de Economía, como Bob
Solow, Franco Modigliani y Paul Samuelson, "quien todavía viene a los almuerzos de
profesores y nos deslumbra con una mente maravillosa", cuenta Caballero. Este cargo no hace
más que confirmar el sitial que hoy tiene: se le considera el economista chileno que más lejos
ha llegado en la academia a nivel mundial.

La próxima semana llegará invitado a Santiago a un seminario organizado por Security, La


Tercera y Qué Pasa, el jueves 7 de agosto en CasaPiedra. Ahí dará su visión sobre la
contingencia. Además se quedará hasta mediados de mes como profesor de "Tópicos de
macroeconomía internacional" en el doctorado de Economía de la UC, que dirige José Miguel
Sánchez.

Su frustrado ingreso al mundo de los negocios

Este puntarenense ingresó a estudiar Ingeniería Comercial a la Universidad Católica a fines de


los '70 con la idea de seguir Administración, pero de pronto se dio cuenta de que no eran los
negocios, sino el método científico lo que más le gustaba. "Fue mi primer encuentro, bastante
tangencial, con preguntas sin respuesta inmediata, pero con esperanza de investigar y
posiblemente algún día resolver", recuerda.

Ingresó a un magíster en Economía y fue entonces donde comenzó todo. Particularmente


después de la tesis "Short Run Macroeconomic Model of the Chilean Economy: Specification
and Estimation" (un modelo aplicado de macroeconomía chilena), dirigida por Vittorio Corbo,
quien se convertiría en uno de sus más cercanos. "Es el estudiante más brillante que he tenido.
Muy trabajador y creativo", cuenta el ex presidente del Banco Central.

Ex compañeros recuerdan las apasionadas discusiones entre maestro y discípulo, sobre todo
cuando este último rebatía sus teorías y corregía a Corbo delante de toda la clase. El profesor
ya lo había fichado como ayudante de investigación en la UC y Caballero compartía oficina con
Sánchez, también ayudante, en "unos gallineros de San Joaquín, donde ahora está
Astrofísica", recuerda su compañero.
A fines de 1982, Caballero fue contactado por el entonces poderosísimo grupo Cruzat-Larraín
para trabajar en su departamento de Estudios, con Juan Andrés Fontaine. Sin embargo, no
alcanzó ni a pisar la oficina: el grupo fue intervenido antes de su primer día de trabajo. "Cuando
me fui de la Católica para tomar unas pequeñas vacaciones antes de comenzar en Cruzat-
Larraín, Vittorio Corbo me gritaba desde una ventana del segundo piso que yo volvería a la
Universidad... estaba en lo correcto", recuerda Caballero.

Fue precisamente Corbo el "culpable" de que le tomara el gusto a la academia y que, luego del
magíster, postulara a una beca de doctorado en el MIT. "Creo que yo lo convencí de que se
fuera a estudiar allí", corrobora Corbo.

La llegada a EE.UU.

Tras ser aceptado en MIT, Caballero partió a Boston. Era 1984 y en Chile la crisis de la deuda
estaba en su apogeo. "Llegamos, literalmente, recién casados con mi mujer. Inicialmente no
tuvimos suerte en la lotería del housing y tuvimos que arrendar un departamento afuera del
MIT. Los primeros que vimos a precios razonables, eran en barrios de miedo. Cambiamos
rápido de idea y optamos por vivir en un departamento horrible, pero en un área muy bonita de
Beacon Hill. Estaba entre un subterráneo y un primer piso, y veíamos pasar continuamente las
piernas de los turistas", cuenta el propio Caballero.

No era el único chileno en esas condiciones. "Las becas eran muy modestas. Más de la mitad
se iba en puro arriendo. De hecho, oficialmente varios de nosotros estábamos, literalmente,
bajo la línea de la pobreza. Vivíamos bien apretados", recuerda Salvador Valdés, quien había
aterrizado un año antes en las mismas condiciones que Caballero.
Por esa época, Vittorio Corbo había sido designado como gerente de la División de Ajustes
Macroeconómicos y Crecimiento del Banco Mundial y se había trasladado a Washington. Allá y
por tres veranos contrató a su pupilo como ayudante de investigación, mientras éste estudiaba
su doctorado en MIT.

“No sólo trabajaba conmigo, sino que también vivía en mi casa", recuerda el ex presidente del
instituto emisor, cuya señora, además, se convirtió en una gran amiga de la mujer de Caballero.
Veinte años después, la historia es recíproca. Cada vez que Corbo pisa Boston se aloja en la
casa de Caballero. "Vez que voy a Estados Unidos, busco una excusa para pasarlos a ver",
comenta. Nunca han perdido contacto: "Vittorio Corbo es parte de todas mis decisiones
académicas importantes", asegura Caballero.

En lo académico, su paso por el MIT no pasó inadvertido. Como alumno interactuó con Olivier
Blanchard (jefe de economistas FMI), Stanley Fischer (gobernador del Banco Central de Israel)
y Rudi Dornbusch (ex profesor del MIT), con quien en 2002 escribió el polémico artículo
"Argentina: un plan de rescate que funcione" en el que proponían que ese país renunciara a su
soberanía económica y financiera para salir de la crisis.

En mayo de 1988, Caballero obtuvo su doctorado en Economía en el MIT y partió a la


Universidad de Columbia.

Contrato vitalicio

"Ellos fueron muy generosos conmigo. Tuve varias ofertas en el camino, de lugares mejor
rankeados en esa época, como Penn, Princeton y Chicago. Pero me sentía muy a gusto en
Columbia", explica Caballero.

Según cuenta Salvador Valdés, fue en esa universidad donde Caballero realizó un avance
bastante importante en el estudio de las inversiones, cuando investigó la heterogeneidad de
inversión de las empresas, que terminó por dejar obsoleta la teoría de costos de ajustes.
El MIT no demoró mucho en tratar de recuperar a su ex alumno. "Yo estaba pasando por un
periodo muy productivo. Mi nombre circulaba bastante como una de las promesas y Harvard,
por otro lado, estaba tratando de atraer a Olivier Blanchard. Sospecho que Olivier pidió -como
parte de su paquete para quedarse en MIT- poder contratar a otro macroeconomista", explica
Caballero. Aunque se barajaron otros nombres, finalmente lo contrataron.

Columbia contraatacó otorgándole el tenure, el codiciado contrato vitalicio, medida inédita en


esa época, tomando en cuenta que, en general, el beneficio se otorgaba después de pasar un
mínimo de siete años y Caballero llevaba apenas cuatro.

Aunque MIT no podía responder con la misma oferta, Caballero tomó una de las decisiones
más trascendentales de su carrera y partió. "Al final, el riesgo valió la pena. No sé si cumplí con
lo que esperaban de mí, pero ya no me pueden echar, ya que tengo tenure", bromea.

En 1992 volvió a Boston y dos años después le estaban entregando el vitalicio. Por esa época
pasaba la mayor parte del tiempo entre la investigación y las clases. Andrea Repetto, que
entonces se estaba doctorando, lo recuerda como una de sus principales influencias. "Siempre
estaba poniendo temas nuevos, moviendo la frontera. Uno tenía miedo de interrumpirle una
buena idea, pero podía tocarle la puerta cuando lo necesitaba y sabía que podía contar con él
para tomar un café y hablar tanto de las clases como de la vida", cuenta la hoy directora del
Máster en Economía y Políticas Públicas de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Los años, la escasez de tiempo y la diferencia generacional lo han vuelto hoy más selectivo a la
hora de las reuniones. "Soy bastante mañoso con mi tiempo, pero sí me interesa mucho saber
qué están haciendo las nuevas generaciones", confiesa. Además, su humor irónico, algo negro,
hace que no todos lo consideren el "profe buena onda" que al principio de su estadía se
ganaba los premios al mejor docente del Instituto.

"Él tuvo la puerta abierta para recibirme siempre, pero es selectivo. Abre las puertas a los
alumnos que tienen una combinación entre capacidad y áreas de interés que le gustan", cuenta
Francisco Gallego, economista de la UC, ex alumno y ex ayudante de Caballero en MIT.

Varios recuerdan entre sus clases la invención de palabras para explicar sus teorías, como
"Scrambling" (de scrambled eggs, huevos revueltos, un revoltijo) y "Elastification" (movimiento
de la elasticidad), que los latinos entendían perfectamente, pero que los angloparlantes se
desvivían por buscar en diccionarios económicos sin resultado favorable.

Su nueva rutina

Hoy su vida académica parte temprano. Trabaja en casa hasta mediodía y luego parte a la
universidad, donde se queda hasta las 16:00 ó 19:00 horas, dependiendo si tiene o no
seminario. "Espero que no cambie mucho mi rutina, quiero dejar las mañanas para mi
investigación académica y la tarde para materias administrativas", dice. Su nuevo cargo de
director le permite no hacer clases, "aunque seguiré impartiendo medio curso de doctorado,
para no quedar obsoleto muy rápido", añade.

Hacer clases le gusta. Pero lo que realmente le apasiona es la investigación. "Me fascina y no
existe otro lugar como Estados Unidos y el MIT en particular para hacerla. No hay nada
comparable con esto en economía. Hasta Europa está a años luz", afirma y confiesa su
profunda admiración por Estados Unidos y su pueblo. Sin embargo, todavía no cambia su
nacionalidad chilena: "Mi señora me mata, a pesar de que le he explicado varias veces las
ventajas tributarias de hacerlo"..

Desde que se decidió por la academia, sus esfuerzos han estado puestos en la investigación
"sobre macroeconomía en el ámbito nacional y mundial. Temas como tipo de cambio, política
monetaria, fiscal, crecimiento agregado y globalización", según explica Salvador Valdés. Sin
olvidar, por supuesto, el tema tan de moda por este minuto: "la crisis".
"Lo que estudia es muy importante ahora", explica Francisco Gallego. Según él, es el tema de
las fricciones y cómo éstas se manifiestan y comportan en los distintos ámbitos, como el
laboral, financiero y la rentabilidad, lo que ocupa las pequeñas -y preciadas- neuronas de
Caballero y lo que lo catapultó como futuro "chairman" del instituto más reputado de economía
a nivel mundial.

Desde ese puesto, el economista abordará dos desafíos: "Uno, mantener nuestra posición
líder; lo otro es fomentar la aplicación de investigación de avanzada a temas de política
económica práctica". Según Caballero, "el problema de tener el mejor Departamento de
Economía del mundo es que somos 'atacados' continuamente. Tanto nuestros profesores como
nuestros potenciales alumnos de doctorado son tentados con ofertas mucho más generosas
que las nuestras. Hasta ahora nos hemos defendido en base a nuestro prestigio, pero es un
equilibrio frágil. Estamos en una campaña para generar un stock de capital suficiente como
para reducir nuestra vulnerabilidad".

Respecto del segundo punto, Caballero indica que "en términos de aplicaciones, tenemos un
laboratorio de pobreza (J-Pal) que está revolucionando la evaluación e implementación de
programas sociales usando tecnología econométrica de punta. No me cabe duda de que en
unos pocos años el Banco Mundial y otras instituciones de este tipo se moverán en esta
dirección. Me gustaría extender este tipo de conexiones a otras áreas de la economía. Todo
esto con perspectiva, porque al final del día nuestros profesores son principalmente
investigadores puros, y es esta investigación relativamente abstracta la que determina la
reputación académica".

La academia y la crisis

Caballero no se desentiende de los vaivenes y la incertidumbre de la economía mundial. Aquí


cuenta cómo se vive y piensa ésta dentro de las universidades estadounidenses.

-¿Cómo se vive la crisis económica desde la academia? ¿En qué tipo de investigaciones
se ponen los esfuerzos?

-Depende del área de investigación. Para gran parte de la academia la crisis no es más que un
tema de conversación a la hora de almuerzo. Tiene muy poco efecto en la investigación,
excepto para aquellos que están particularmente interesados en sistemas financieros y su
impacto en la macroeconomía. Este es mi caso. Yo he perdido capital financiero, pero he
ganado capital humano. El mundo académico de frontera tiene objetivos de más largo plazo.
Crisis y eventos cotidianos proveen nueva información, pero rara vez cambian el cauce de la
investigación, al menos en forma contemporánea.

-Desde la academia, ¿hubo alguna alerta previa de la recesión al punto que ha llegado
hoy?

-Todo el mundo sabía que había fuentes de fragilidad importantes, y que el mercado de
viviendas era particularmente peligroso, pero sin lugar a dudas la crisis financiera ha durado
más de lo esperado. Por otro lado, aún no hay recesión, luego, el ajuste real ha sido menos del
esperado dada la magnitud de la crisis financiera.

-Usted declaró que "el escenario catastrófico de una crisis global es poco probable".
¿Mantiene esta opinión?

-Sí. De hecho la crisis todavía está contenida principalmente en el sistema financiero. El sector
real lo ha hecho bastante bien. Dicho esto, no quiero dar la impresión de que la situación no es
delicada. Sí lo es, y perfectamente podemos entrar en una crisis mayor si no se estabiliza luego
el sistema financiero.
-¿Cuáles son los temas más recurrentes hoy en la academia económica
estadounidense?
-Hay demasiadas áreas de investigación dentro de la economía, variando desde temas muy
aplicados como los mencionados anteriormente, pasando por temas puramente metodológicos,
y llegando a áreas en la intersección de neurociencia, psicología y economía. Dentro de la
macroeconomía y finanzas, que son las áreas que más domino, hay mucho interés en entender
cómo se comportan los mercados y economías cuando la información de los agentes no es
homogénea, o es sumamente imprecisa, o simplemente errada.

-¿Cómo se tratan los temas "candentes" como petróleo, commodities, inflación? ¿Hay
gente trabajando en la academia para solucionar problemas futuros respecto de estos
temas?
-La energía es un enorme tema en MIT, no dentro del Departamento de Economía, sino a nivel
de toda la universidad. MIT está únicamente posicionado, por su énfasis y excelencia en
ciencias y tecnología, para hacer una contribución realmente importante en este tema. Esta es
otra área donde me gustaría ver iniciativas conjuntas entre nuestro departamento y el resto de
la universidad. Dentro de los temas puramente económicos asociados a éstos, yo estoy
trabajando en un modelo para explicar la interacción entre las crisis financieras, el precio del
petróleo y la inflación. Presentaré algunas de las ideas principales de este trabajo en el
seminario en Santiago.

-¿Cuáles son sus áreas favoritas de investigación, más allá de su cargo?

-Estoy particularmente interesado en entender cómo cambian los sistemas económicos y la


respuesta de política económica óptima durante periodos de alta confusión. También estoy
trabajando en entender fenómenos especulativos, como los observados en el precio del
petróleo, y su impacto en los flujos de capitales a niveles globales. Finalmente, junto a Eduardo
Engel, estamos estudiando los factores que determinan la velocidad de transmisión de distintos
shocks a la inflación.

-Ha habido una gran discusión respecto de la creciente importancia de los economistas.
Son como los filósofos en la antigüedad. ¿Qué opina al respecto?

-Quisiera que fuera cierto. A mí me parece que por ahora, al menos en países como Estados
Unidos, los abogados tienen la delantera. La gente está tan asustada de los juicios, que todo se
consulta con abogados. El primer libro que leí después de ser nominado como chairman de
nuestro Departamento fue acerca de cómo evitar, o al menos no perder, todo tipo de juicios.
No, en serio, creo que la ciencia económica, más allá de sus temas específicos, provee una
forma extremadamente útil de pensar y organizar los elementos necesarios para una decisión
en una gran variedad de ámbitos. Luego no me sorprende que los economistas estemos
metidos en una gran variedad de temas de políticas públicas.

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