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UNA JORNADA EN EL PENAL DE EL DUESO ENCERRADOS CON LA COPEL Marilé VIGIL y Sol GALLEGO-DIAZ/Fotos: M. LOPEZ RODRIGUEZ En el penal de El Dueso se encuentran recluidos desde hace meses los presos sociales mds conflictivos de Espaiia: los fundadores de la COPEL, los que se han ido incorporando a la Coordinadora en los tiltimos motines, los que prefieren autolesionarse, cortarse las venas y tragar objetos antes que conformarse a dejar pudrir su vida. Recluidos en celdas de castigo, gol- peados antes, durante y en los traslados, una de sus primeras reivindicacio- nes es volver a los penales o cdrceles en que se encontraban. Asi se lo dijeron al nuevo director general de Instituciones Penitenciarias, Carlos Garcia Valdés, durante la visita que éste efectué al penal de El Dueso. Garcia Val- dés expresé su temor a que renacieran los motines y ellos garantizaron que no seria ast, Cabla preguntarse si poseen suficiente influencia entre sus compaiieros como para que su palabra sea cumplida en las prisiones espa- fiolas, La COPEL pidié que el primer paso lo diera él e hizo una demostra- cidn de su capacidad: durante la visita no se produjo el menor incidente, ni un insulto, ni un gritouw ni tan siquiera, como ocurrié durante la visita de los senadores, se entond el himno de la Coordinadora: el Bella ciao. La “disciplina” de los presos tedricamente mds peligrosos del pais jue perfecta. Esa es una de las conclusiones mds patentes a que pudimos llegar los perio- distas que durante tres horas y media recorrimos, con completa libertad, las instalaciones de la cdrcel. Algunos de nosotros conociamos ya otras prisio- nes: la galeria de comunes de Carabanchel, por ejemplo, que pudimos visitar hace cerca de tres afios. La principal diferencia entre aquella visita y esta otra no ha consistido tanto en las propias instalaciones carcelarias —que tanto en la galeria de comunes de Carabanchel entonces como en El dueso hoy merecen sélo el calificativo de inkumanas— como en el talante de los propios presos. Hace dos afios, los comunes rehuian la palabra, parecian sombras incapaces de reaccionar, se arrastraban —al menos muchos de ellos ante cualquiera que fuera mas fuerte. Hundidos en la porqueria ha- cian como si les fuera propia. Hoy, en El Dueso, pese a todo, hemos podido salir reconfortados: los presos comunes ya no son sombras. Son hombres capaces de organizarse y defenderse. FH220M2S, pensedo cogerle 2 usted y a los periodistas durante algunas horas, para llamar la atencion sobre nuestra situacién, pero en una asamblea decidimos que no", fue una de las orimeras cosas que le dijeron los presos de Ei Dueso a Carlos Gercla Valdés, durante-su visita. El respondié algo as! como: “Ah, mus chas gracias”, y continu6 la reuni ‘Sobre las nueve de la noche del lunes dia 3, el nuevo director general de Institu- clones Penitenciarias entré en el recién inaugurado comedor del penal de El Dueso, donde le esperaban 345 presos comunes, 24° Sébedo 15 de abril de 1978 te6ricamente los més peligrosos de toda Espaha. Garcia Valdés sabia que los pre- ‘s08 quérfan tener, todos juntos, una asam- blea con él. Por eso, al dirigirles la pala- bra, comenz6 indicando que eligieran una representaci6n més reducida, por una m ra_cuestin de operatividad. Obviamente yale tenfan elegica, puesto que poco des- ués subieron quince y dialogaron en una reunién que se prolongé hasta las cuatro de la madrugada. Segin pudo observarse, cada uno tenfa el encargo de plantear un tema concreto: en sus intervenciones si- guieron el orden de colocacién en la sala. ‘Se qued6 en que Ie entragarian las reivin- Gicaciones escritas al dla siguiente. Le pidieron también una reunién del mismo tipo con los periodistas, pero 61 no acce- di6, porque consideré suficiente con la vi- sita, en la que podrfan hablar libremente ‘con nosotros. Ellos le respondieron con luna pequefia faena: entregaron una copia del escrito a los periodistas antes que al director general, quien al enterarse, con un ligero enfado, mand6 llamar a un re- presentante. A las di otro dia, diez poriodistas atravesdbam verja principal del gran muro que rodea el penal. Este esté situado entre una monte- fa y el mer, al comienzo do la playa de Berria. Dentro del recinto hay una gran extension de prados, con vacas incluidas. De entrada, se racibe una impresién sedan- te, por lo bucélico del entorno, que cesa répidamente al saber, entre otras cosas, que los raclusos tienen terminantemente prohibido acercarse @ esos prados y que sus salidas de las celdas desembocan inexorablemente en un patio de comento armado. y media de la mafiana dol ke “Valle de lagrimas” La visita comenz6 por el comedor. Més de cincuenta mesas de formica marrén se alineaban en una sala algo destartalada, que habia sido inaugurada dos dias antes (hasta entonces, los presos comieron cada tuno en su celda, después de hacer colas, plato de aluminio en mano, para que les Sirvieran el rancho). “Pero ‘eso ya se ha acabado —manifest6 satisfecho el sefior Diaz-Mayordomo, director del penal—, aho- ra tienen platos de duralex, como los su- yos 0 los mios”. El director, que en todo momento se mostré muy amable, no pudo ocultar, sin embargo, la tensi6n que le producia la visita de diez periodistas para 61 desconocidos y de un director general que rompia todos sus esquemas. Poste- Fiormente se pas6 a la cocina, que tenla buen aspecto y que habla sido inaugurada hacia tres meses. El encargado de la mis- ma era un recluso grande y aseado, del que, posteriormente, sus compafieros.no protestaron demasiado. “Hemos pedido que haya cocineros profesionales —nos di jeron—, porque el problema de la comi esté vinculado @ que entre los presos haya alguien que sepa cocinar”. Nos pregunta- ron si queriamos probar algo; a nadie le apetecla nada, pero una compafiera se ‘el rancho: “La omida depende de que algiin preso sepa cocinar™. ariesgé con el bacalao @ informé que ‘estaba saladisimo. Camino del “celular bién conocido como “campo de exter pio", pasamos por un descampado que los presos llaman el “valle de lagrimas". Se- ‘a6n el director: “El viento trae hacia equt Tos humos de la cocina” ‘Quizé el momento mas emocionante fue ‘cuando se abrieron los cerrojos de la puer- fa del “celular uno” y nos encontramos Con trescientos cuarenta y cinco hombres ‘Que permanecien en pie, en el més abso- Tuto silencio, y que nos siguieron con la jradamientras a comitiva iniciaba el ‘ascenso por las escaleras, para ver. as ccoldas. ‘Abajo se inicié un murmullo, y poco a poco algunas voces: “que os ensefen Ia Chebolas, los wateres de! otro lado...", eteétera. Tres representantes de los pre- $08 se unieron a la comitiva. En cada ide habla une litera de hierro y dos bsldas de madera adosadas a la pared, tuna bombilla en el techo y ninguna silla. Entre la litera y la pared habia tres pasos, ‘espacio en el que viven dos personas unas diecinueve horas al dia: de seis y medi de la tarde @ las diez do la mafiana siguien- te. y de doce y media a cuatro y media de [a ‘tarde. Ninguna de las 314 celdas tiene retrete ni lavabo. Sélo orinales con tapas de madera, uno por colda, que hasta hace poco los presos vertian por las ventanas. Uitimamente, la COPEL dio orden de que Dias-Mayerdomo, director del penal: “Duro y jesultico”, dicen los abogades. se exigiera a los funcionarios la limpieza de los mismos, para evitar el desastre do! patio en cuyas paredes todavia quedan huellas. Rodeados con cordialidad ‘Al bajar donde se encontraban todos los presos, se rompié la barrera que hasta es momento se mantuvo entre la comiti- va y ellos, Comenzaron entonces @ mani festar sus quejas y a tratar de exponeros cada uno su caso. Los periodistas nos Snteramos que aquél habfa sido el momen- to elegido para nuestra momenténea reten- cién, de haber prosperado la propuesta del Secuestro, Un preso explicé, sin embargo, que lo habian desechado porque “hemos roto esos caminos psicolégicos ‘La mayorla de los periodistas pregunté- bamos por Daniel Pont, uno de os miem- bros més conocidos de la COPEL, pero no aparecia. Estaba en una celda, ‘con una maquina de escribir, pasando a'limpio to- das las reivindicaciones que el dia anterior Je hablan expuesto al director general. Los pesos insistfan, ademds, en que todos Gran iguales y que rechazaban cualquier personalismo. ‘Al poco rato, los periodistas nos fuimos dispersando al vernos rodeados cada cual por un montén de presos, y lo mismo Sucedié con Carlos Garcia Valdés. Aunque I llevaba guardaespaidas, a medida que ‘aument6 la confianza se esfumé toda po- sible medida de seguridad, y los escoltas desaparecieron. Los pocos. funcionarios que habian entrado con nosotros en el Acelular namero uno” estaban nerviosos y visiblemente desbordados. En un determi- nado momento, le sugirieron @ Garcia Val- dés que nos agrupéramos lo més posible ¥ que evitéramos quedarnos a solas en Golerias 0 en celdas rodeadas de presos. Cuadernos pare el dislogo 2 “Collar miimero uno”: Desde las iltimas qalertas, lox antidisturbios vigilan Se daba a circunstancia de que cinco de los diez periodistas (los enviados de la prensa de Madrid) éramos mujeres. Garcia Valdés fue de corrillo en corrllo a indicar- le siguiéramos, pero no le hicimos fo caso. Al final, como méximo argumento de conviccion, ie dijo a una de nosotras entre tisas: “Te advierto que lo menos que te puede pasar es que empie~ cen a pegarte pellizcos en el culo”. Para entonces, nosotras ya hablamos advertido ‘que la COPEL habia designado a Presos, uno para cada visitante (director ‘general incluido), que nos seguian perma- hnentemente, no sabemos si en calidad de relaciones pablicas o de guardaespaldas. Incluso habiamos comentado que el trato do los presos era versallesco, y que la sensaci6n de seguridad era superior a la ‘que experimentariamos si estuviéramos en 26 Sébado 15 de abril do 1978 la calle. Una compafiera que dio un trope- z6n nos conté que su preso no se habia atrevido ni a agarrarla del brazo para que no cayera, sino que habla hecho un dificil equilibrio poniendo bajo su codo la palma de la mano. En otra ocasién en que una fue a entrar en un urinario con un grupo de reclusos, su “guardaespaldas” Ia detu- vo mientras se aseguraba que dentro. no habia nadie. Un abogado que hablé con ollos después do la visita, nos dijo que le habian comentado: "Entre los periodistas habia unas tias muy buenas, pero nada, ent” Denuncias En sus conversaciones con nosotros, los prosos se quejaban de la suciedad que les Fodeaba, de la chuleria e incompetencia del_médico de la cércel y de los malos tratos sufridos @ manos de funcionarios, entre ellos, del propio director, a quien Wamaban el “Capitén Veneno”: “Yo puse una denuncia contra él en el aho 73, por una paliza que me dio en Carabi hel... "A mi me pesé cuando llegamos a El Dueso..”. El sefior Diaz-Mayordomo fescuché en alguna ocasién estas acusacio- nes y una compafiera le pregunté si tenia algo que contestar, El se limits a dec “Eso va contra el Reglamento, No sé na- da”. Mas tarde, en su despacho, sefialé: “Aqui no se han dado palizas fuera de tres casos concretos que yo no he ocultado. Y ‘no se traté de palizas, sino de unas bofe- tadas, cuatro, tres, seis u ocho, y eso ajusténdonos ‘al Reglamento que autoriza @ emplear la fuerza fisica en caso necesa- tio. Las bofetadas se les dieron a tres resos, a su llegada a El Dueso, que se egaron a ser cacheados y a entrar en las celdas. Eso no quiere decir que una vez dentro de ellas alguien coja una goma y Jes machaque”. Por su parte, los funciona- ios se quejaban de que los presos se dirigen normalmente a ellos llamdndoles jos de puta” y protestaron también de las instalaciones. Cuando les toca guardia, duermen en celdas semejantes a las de los reclusos, aunque con un armarito. Un preso manifesté a este respecto: “Aqui estamos todos igual de mal. A nosotros Ros pareceria bien que les arreglaran las celdas a ellos también”. Sin embargo, pe- se a todas las invitaciones del director general para que nos expusier jas, los funcionarios, tal vez is ‘su uniforme cuasi militar, rehulan la. pro- testa. Sefialaban, una y otra vez, que taban cubriendo un servicio y que no te- ‘ab orem. RRR DANIEL PONT: “Rompimos el pdnico dentro de las carceles’ Daniel Pont Martin es uno de los miem- bros de la COPEL més conocidos dentro y fuera de las cérceles. Perticip6 en los moti- nes de Ocala y de la rotonda de Caraban- hel y fue uno de los cinco presos elegidos or sus comparieros pare intentar dialogar con las eutoridades en unos momentos en que decenas de presos comunes decidieron autolesionarse. E] mismo se corte las venas ante un juez. ISTA acusado de haber participado on 1972 fen el atraco a mano armada a lajoyeria Gi- rod, en la Gran Via madrlefa. En la huida resul- taron heridas de bala tres personas, una de ellas

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