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a ARBOL GENEALOGICO> TEARIA DE LAS ONDAS> Y L* DIALECTOLOGIA Ernst Pulgram Tarde o temprano, practicamente todos los linguistas, incluyendo a aquéllos que nadie podria acusar de sostener pun- tos de vista anticuados, emplean términos como Lengua madre, fenguas hijas, Ursprache, Langue-mere, Lenguas empanentadas, bamitias Linghlstioas, caractertsticas heredadas (como cpues~ tas a prestadas) y otros similares. Generalmente previenen explicitamente, o lo consideran implicitamente entendido, que estos términos de parentesco son empleados metaféricamente; que al llamar a las lenguas romances descendientes o Lenguas hijas del latin, uno no debe olvidar que afin son latin, aun- que en una forma moderna y bastante alterada. Sin embargo. decir que el francés, italiano, espafiol, etc., son latin o neo-latin, equivale a una figura de lenguaje igualmente meta-~ férica, o bien refleja una sobre-extensién tan grande del tér~ mino Lengua como para hacerlo inoperante: porque si el propé- sito de la lengua es, por definicién, facilitar la cooperacién entre sus hablantes, entonces el latin y el francés no se po- drfan llamar f4cilmente un Ginico y mismo idioma, ya que Cice- rén y Voltaire no serfan capaces de comunicarse exitosamente entre si, si cada uno usara su lengua nativa. Es cierto que es imposible determinar exactamente en qué punto entre los afios $00 y 1000 a.D. termina el latin y comienza el francés. Sin embargo, estas consideraciones filoséficas de clasifica- cién no deben disuadirnos de la clasificacién pragmAtica de las lenguas. la idea de parenteseo se remonta al descubrimiento de William Jones, en mil setecientos ochenta y tantos, de que ciertas lenguas, que conocfa y comparé, y cuyos parecidos no podrian ser en tal medida fortuitos, debfan haber surgido de algin origen comin. Los sucesores de Jones, Bopp, Rask, Grimm y Pott continuaron- en esta suposicién de parentesco y descen- dencia y consideraron su tarea principal la reconstruccién de la lengua madre. Cuando Schleicher, finalmente, concebiéd y elabord su &rbol genealégico, no promulgaba ninguna nueva teo- 2 ria sobre las relaciones indoeuropeas, sino que presentaba simplemente, en forma de esquema,el método de la filologfa comparada, tal como lo utilizaban sus predecesores, é1 mis- mo y, sin duda, en gran parte aunque no exclusivamente, no~ sotros. (1) Porque si hacemos una lista o buscamos un éti- mo en un diccionario etimolégico, nuestra intencién es, en efecto, determinar la forma mas antigua de la cual la for- ma posterior o actual es un desarrollo. (Esto no quiere de~ cir, al menos hoy en dia, que la reconstruccién de la lla- mada rafz indoeuropea, constituya necesariamente una adhe~ sién a la teoria de una proto-lengua indoeuropea finica y uni forme, frente a la de varios dialectos que tenfan cierto nfi~ mero de isoglosas en comfin). Sin embargo, ya que estableci« mos que, a menos de incurrir en una sobrextensién del térmi~ no Lengua, la antigua y la nueva forma deberfa ser referida como pertenecientes a dos lenguas diferentes, la indicacién de una relacién de estas dos lenguas en términos metaf6éricos de parentesco es, me parece, muy apropiada y Gtil. La afir~ macién de que "..,44 ef s&nsenito, griego, tat{n y geamani- co son Lenguas heamanas, ef hitita es s6Lo un paimo." (2) es pintorescamente inteligible, ya se lo crea de hecho ver- dad o no. Debe reconocerse ante quienes hoy niegan toda vali- dez al esquema del Arbol genealdgico que Schleicher mismo, a diferencia de nosotros, que pensaba en su dnbol genealégi-~ co (Stammbaum) y proto-Lengua (Ursprache) y Lenguas hijfas (1) Cf, Leonard Bloomfield, Language (Nueva York, 1933); ver~ sién espafiola: Lenguaje, Lima 1964, pg. 381: “Los prime- ros investigadores et indoeuropeo no advirtieron que el diagrama en forma de 4rbol genealégico era meramente una afirmacién de su método..." (En el original inglés, a sta- tement of their method, que nosotros traducirfamos mejor por "formulacién” que por "afirmacién" N de la Trad.) (2) E. H. Sturtevant, The Prehistory of Indo-European: a summary, Language 28 (1952) pg. 177. 3 (Tochtersprachen) como términos metaféricos sino como hechos naturales. Partiendo del punto de vista de que las lenguas son organismos naturales independientes de sus hablantes, con- cluy6, como lo hicieron sus contempor&necs en las ciencias naturales, que cada espécimen era generado por algtin predecew sor yen filtima instancia todos por algén prototipo. Aqui Schleicher se equivocé, porque el lenguaje no es un organis. mo de ese tipo. Si adem&s pensé alguna vez que su Arbol ge- nealégico podfa suministrar evidencia acerca de la relativa ubicacién de los varios dialectos y su subsiguiente expansién geogr4fica, si alguna vez pensé indicar alguna medida de dis- tancia, © cronolégica, por medio del largo de las ramas de su Arbol, también se equivocaba. E1 Anbol genealdgico (Stamm- baum) muestra esquem&ticamente las 1fneas de descendencia y una cronologfa relativa de las lenguas: el sénscrito fue ha— blado antes que el servic, y estas dos lenguas, afin siendo tan distintas, estan probadamente relacionadas. Para sefia- lar esto, el 4rbol es un buen esquema, y nada mfs. Schlei- cher y sus seguidores estaban igualmente equivocados si al- guna vez pretendieron que el 4rbol genealégico representa de alguna manera realidades fisicas de los pueblos y tribus que hablaron estas lenguas, como sus orfigenes, sus migraciones, su parentesco de sangre, su historia racial y peculiaridades. Se ha dicho bastante a menudo que 1a lengua puede, pero no debe necesariamente, coincidir con nacién o raza y que nin- guna afirmacién extra-lingilfstica puede ser hecha correcta- mente sobre la base de la evidencia lingtifstica solamente , © vice versa. Para remediar estos defectos, Schmidt inventé su es— quema de las ondas, que resulté ser notablemente aclaratorio y exitoso. Pero en su entusiasmo por esta memorable refor- mulacién de la evolucién indoeuropea, los estudiosos proce- dieron demasiado precipitadamente, al serruchar el 4rbol ge- nealégico: el viejo tronco era sélido en su nficleo, y una po- da radical hubiera resguardado su utilidad. En su ansiedad por corregir y prevenir en cuanto a varios pseudo-corolarios histéricos, geograficos, etnolégicos y afin lingilisticos que emanaban del Arbol genealégico, muchos lingilistas negaron

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