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Cabe hacer mención de que dentro del documento de Puebla en sus primeros
números de su declaración cristológica hace mención a la situación
latinoamericana, cosa que en los documentos de trabajo anteriores a esta
publicación se había omitido; olvidando, de alguna forma la metodología aplicada
en Medellín, fue hasta el documento final que se hace esta mención4. Además esta
situación hace pensar en que el hincapié fue más bien puesto en hablar de esta
parte del documento como una declaración de fe latinoamericana, antes que de
una teología, lo cual es un paso correcto a la hora de presentar la experiencia del
pueblo y de la Iglesia en América, pero que, presentando una cuota de sospecha,
presenta también, la corriente del pensamiento propio de los teólogos de América
Latina, de ahí que es en esta parte que se hable de Reino, de evangelización
1
SOBRINO, Jon “Reflexiones sobre el Documento de Puebla” Fe y Solidaridad (junio 1979),
1- 9. ARIAS, Maximino “Cristología del Documento de Puebla”, Teología y Vida 2 (1980),
129 – 148.
2
Respecto a esto cabe hacer notar que la mayoría de las críticas aparecidas son de
teólogos que han hecho ver puntos que no se hicieron presentes como la base histórica y
bíblica en los documentos preliminares, y que luego en el documento final sí aparece. Pero
también se dio la tensión inversa al omitir, por parte de algunos obispos palabras tales
como “liberación”, “Jesucristo liberador”, las cuales sí estuvieron presentes en Medellín.
3
MUÑOZ VEGA, Pablo Card. “La Declaración Cristológica de la Conferencia de Puebla”,
Documentación CELAM (mayo – agosto 1979) 963 – 973.
4
Maximino Arias en su documento hace mención a la génesis del documento y realiza una
detallada presentación de su redacción.
El Papa advierte contra relecturas que escamotean la verdad sobre Jesucristo, p.e.
Cristo sería solamente un "profeta", un anunciador del Reino y del amor de Dios;
se concibe a Jesús como político, el subversivo de Nazaret; se aduce como causa
de su muerte el desenlace de un conflicto político y se calla la voluntad de entrega
del Señor y aún la conciencia de su misión redentora (misión de servidor de
Yahveh).
Puebla presenta una estructura bastante histórica, pero a juicio de Sobrino de una
inspiración profundamente doctrinal, dando la impresión de completar todo el
periplo del “descenso – ascenso” de Jesús, que es Hijo de Dios encarnado en la
historia, que luego es glorificado por el Padre, y que tiene un sentido y un
significado para el pueblo latinoamericano, y que se puede reflejar de la siguiente
manera6:
5
CELAM, La Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina, Puebla:
Conclusiones de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano. P.S.S.P. 1979. nn. 170 –
179.
6
Cf. ARIAS, M. Opus Cit., 145 - 148
a) Comunión y Participación
Está claro que el discurso del Papa fue uno de los puntos que más ha influido
dentro de la redacción de la declaración de la verdad sobre Jesucristo, cuida de no
caer en reduccionismos sobre la verdad de Jesucristo, llevándolo a relecturas ya
sea como profeta o como un revolucionario político, cuidando de llevar
celosamente el anuncio de la Buena Noticia que es el Evangelio, ante la historia y
ante el mundo.
Podemos ver con claridad dos aspectos que están en la cristología implícita de
Juan Pablo II en su discurso.
Por una parte, y en respuesta a los hechos dados por la fuerza que fue adquiriendo
la teología de la liberación y su método de hacer teología (como lo presenta
Clodovis Boff, en sus tres mediaciones), corriendo el peligro de poder transformar
a Cristo en bandera de lucha frente a una situación crítica en la vivencia de los
pueblos latinoamericanos, es una llamada de atención a ajustarse a la recta
doctrina que mana de la tradición de la Iglesia. De ahí que se inicie el discurso con
un llamado a los Pastores Latinoamericanos con un reclamo de una celosa y
cuidadosa transmisión de la verdad sobre Jesucristo.
Pero por otro lado no deja abandonada la inspiración de Medellín, sino que la
corrige y trata de darle un nuevo vigor ante una nueva comprensión del evangelio
y del anuncio de Jesucristo en el mundo. “La perspectiva de su misión es mucho
más profunda. Consiste en la salvación integral por un amor transformante,
pacificador, de perdón y reconciliación. No cabe duda, por otra parte, que todo
esto es muy exigente para la actitud del cristiano que quiere servir de verdad a los
hermanos más pequeños, a los pobres, a los necesitados, a los marginados; en
una `palabra, a todos los que reflejan en sus vidas el rostro doliente del Señor” (I,
4. Discurso del Papa, en el Palafoxiano, 28 de enero de 1979). Pero también,
dentro de este contexto en la tercera parte aparece el compromiso con los débiles
y despojados de este mundo7
7
“No es, pues, por oportunismo ni por afán de novedad que la Iglesia, «experta en
humanidad» (Pablo VI, Discurso a la ONU, 5 de octubre de 1965), es defensora de los
derechos humanos. Es por un auténtico compromiso evangélico, el cual, como sucedió con
Cristo, es, sobre todo, compromiso con los más necesitados.
Fiel a este compromiso, la Iglesia quiere mantenerse libre frente a los opuestos sistemas,
para optar sólo por el hombre. Cualesquiera sean las miserias o sufrimientos que aflijan al
hombre, Cristo está al lado de los pobres; no a través de la violencia, de los juegos de
poder, de los sistemas políticos, sino por medio de la verdad sobre el hombre, camino
hacia un futuro mejor. (..)Cristo no permaneció indiferente frente a este vasto y exigente
imperativo de la moral social. Tampoco podría hacerlo la Iglesia. En el espíritu de la Iglesia,
que es el espíritu de Cristo, y apoyados en su doctrina amplia y sólida, volvamos al trabajo
en este campo.
Hay que subrayar aquí nuevamente que la solicitud de la Iglesia mira al hombre en su
integridad.” (JUAN PABLO II, Discurso Inaugural en el Palafoxiano, III, 2 – 3.)
Según Sobrino, Juan Pablo II quiere equilibrar esto dos puntos en su discurso
inaugural, pero cuando se quiere ver esto reflejado en la declaración de Puebla,
esta segunda parte no aparece con la fuerza que aparece en su discurso, ya que
no fue recogida con toda su intensidad. La fuerza entonces del documento,
siguiendo la línea del Papa fue más bien llevada hacia lo doctrinal, tratando de
mantener el equilibrio que se da en una sana doctrina predicada a los hombres, y
no tanto el testimonio evangélico que hace la Iglesia ante el mundo.
Es también claro que la influencia que ejerció este discurso aparece de forma
explícita e implícita en la estructura general de la declaración.
(Hago entrega de los textos en que aparece una clara fuerza de la presencia de la
reflexión teológica Latinoamericana)
Ahora bien, dentro del mensaje de Puebla se destaca en una manera peculiar la
referencia a los rostros de Cristo en los Pobres8, pero también a su vez manifiesta
8
“La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy
concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que
nos cuestiona e interpela:
-rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus
posibilidades de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables; los
niños vagos y muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y
desorganización moral familiar;
-rostros de campesinos, que como grupo social viven relegados en casi todo nuestro
continente, a veces, privados de tierra, en situación de dependencia interna y externa,
sometidos a sistemas de comercialización que los explotan;
con fuerza el compromiso que debe adquirir la Iglesia a favor de los que están al
margen del progreso y del bienestar.
Compartimos con nuestro pueblo otras angustias que brotan de la falta de respeto a su
dignidad como ser humano, imagen y semejanza del Creador y a sus derechos inalienables
como hijos de Dios.” (Documento de Puebla, nn 31 – 40)
9
Documento de Puebla, n 475.
10
Documento de Puebla, n 358.
11
Documento de Puebla, n 487.
Además toda la reflexión en torno al equilibrio ha hecho que Puebla pierda fuerza
en la denuncia, tal como lo había realizado Medellín. Ya que se ha partido de la
universalidad y de la dogmática tradicional para equilibrar la tensión histórica,
pero se ha dado una preponderancia a este punto. En palabras del teólogo vasco
“haber comenzado por la carne de Jesús y no por la idea sobre Cristo”12
3. Puntos de convergencia.
Esto va en relación a que en las tensiones que se presentan con los dos ejes hay
puntos de congruencia, y que pueden dar pistas para poder armonizar ambas
teologías. Si bien es cierto que las limitantes están claras al no compatibilizar la
experiencia latinoamericana con la “Tradición Ortodoxa”, en un camino más
dinámico y comprometedor que lleve al seguimiento, se pueden dar trazos o líneas
que ayuden en su realización.
12
SOBRINO, Jon. Op. Cit. p. 8