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EL PÁJARO GRIFO 13

hacía un ademán para que se detuviera, le dijo con su voz suave y


agradable:
-¿Qué llevas en esa cesta, muchacho?
EL PÁJARO GRIFO Carlos, que gustaba burlarse del prójimo, le respondió sonriendo:
-Llevo patas de rana, buen hombre.
Hubo una vez un rey muy poderoso, pero hace ya tanto tiempo, -Pues si patas de rana son, patas de rana seguirán siendo -ex-
que no se sabe en qué parte del mundo reinaba ni cuál era su nombre. clamó el enanito elevando la voz y desapareciendo seguidamente.
Sábese, en cambio, que tenía una hija, y que ésta era tan enfermiza, Sin dar importancia al pequeño incidente, reanudó el muchacho su
11 que sólo en contadas oportunidades salía de sus habÍtaciones, en las que camino. Y cuando llegó al palacio y anunció que llevaba las manzanas
permanecía por lo general postrada en un sillón. que habrían de curar a la princesita, fue recibido por el propio monar-
En vano se habían afanado por curarla los más reputados médi- ca, que acudió presuroso. Pero cuando vio que en lugar de los espera-
cos de la corte; cuanto intentaron resultó inútil. dos frutos llevaba una enorme cantidad de patas de rana que se movían
Cierta mañana, presentóse ante el monarca un hada a quien aquél sin cesar, el rey exclamó montando en cólera:
había mandado llamar. -¡Vete inmediatamente del palacio si no quieres que te haga casti-
-¿Sabes por qué te he llamado? -le preguntó el rey. gar por haberte querido burlar de la enfermedad de mi pobre hija...!
-Sí, majestad -contestó el hada-; sé que el mal que aqueja a Sin poder explicarse el misterio de la transformación, Carlos no se
tu pequeña hija, es la mayor de tus preocupaciones. Por eso, y porque hizo repetir la orden. Apresuró el paso y no tardó en llegar a su casa.
creo tener el remedio que ha de curarla, me he apresurado en acudir Ya ante su padre, explicóle detalladamente lo que le había sucedido,
a tu llamada. Para que la princesita recobre la salud y la belleza, es y el pobre campesino, tan sorprendido como su hijo, pero seguro de
necesano que coma una manzana. que su informalidad tendría mucho que ver con lo sucedido, llamó a
Deseando el rey hallar cuanto antes el fácil remedio, hizo anunciar otro de los muchachos, al segundo, y le dijo:
en todo el reino que quien le presentara la manzana que habría de curar -Marcos, es necesario que tú también pruebes suerte. Vete, pues,
a su hija, se casaría con ella, y llegaría con el tiempo a ser rey del país. al jardín, recoge todas las manzanas que puedas y llévalas al palacio.
Rápida como el viento corrió la noticia. Encumbrados nobles y Como anteriormente su hermano, Marcos cumplió al pie de la letra
humildes vasallos pusiéronse con el mismo empeño a buscar el mara- las indicaciones de su padre. Cuando tuvo la cesta llena de sabrosos
villoso fruto. Y entre estos últimos, un buen campesino, padre de tres fi'utos se puso en camino. Y fue también en la mitad del trayecto,
hijos, creyó prudente conversar con ellos acerca del caso. Reuniéndolos l:uando, al volver un recodo, se encontró de manos a boca con el mismo
una tarde después de terminar sus tareas, se dirigió al mayor en estos hombrecillo de la larga barga.
términos: -¿Qué llevas en esa cesta, muchacho? -tornó a preguntar el
-Carlos, sabes que el manzano que tenemos en el jardín da unos tlmmito.
frutos hermosísimos que provocan la envidia de cuantos los ven. y como Marcos era también poco formal, viendo la oportunidad
Es necesario que procures recoger la mayor cantidad posible, que dt\ burlarse de su interlocutor, le respondió:
los pongas en una cesta y se los lleves a nuestro rey. Quizá al comerlos -Llevo tocino, buen hombre.
recobre la princesita la salud, y entonces te casarás con ella. -Pues si llevas tocino, tocino seguirá siendo -exclamó disgus-
Cumpliendo el mandato de su padre, Carlos llenó la cesta con las Il1docl misterioso personaje, desapareciendo.
más hermosas manzanas del jardín y se puso en marcha en dirección Mientras una sonrisa de burla asomaba a sus labios, reanudó Marcos
al palacio. Iba distraído, y por eso sólo alcanzó a ver a un pequeño 111lI1urcha,presentándose poco después ante la puerta del palacio.
enanito de barba larga y blanca cuando estuvo junto a él. El hombre- I JII centinela se negó a franquearle el paso, diciéndole que parecía
cillo, que observaba con curiosidad al muchacho, al tiempo que le Inll ombustero como el que anteriormente había llevado las patas de
11111
n.
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-¡No soy ningún embustero! -gritó Marcos enojado- y no son -Veré si Marcos quiere decirme algo -se dijo, dirigiéndose a la
patas de rana lo que traigo, sino las manzanas que habrán de curar a habitación del otro hermano.
la princesa. Pero Marcos, a quien encontró en cama, quejándose de los golpes
Como los gritos del muchacho fueron escuchados por el rey, se recibidos, tampoco parecía dispuesto a decirle nada. Las preguntas que
presentó éste para enterarse de lo que sucedía. Y cuando Marcos le le hizo obtuvieron por respuesta quejidos de dolor. Y cuando ya se dis-
hubo explicado el porqué de su enojo, el monarca ordenó al soldado ponía a retirarse de la habitación oyó que su hermano, que había
que abriera la cesta. Pero su cólera no tuvo límite al ver que en lugar advertido su presencia, decía:
de las esperadas manzanas sólo se veían varios trozos de tocino. -Anda al palacio si deseas saber qué me ha sucedido. Anda, que
y para que en lo sucesivo nadie se atreviera a pretender engañarlo, al cabo te verás como yo...
ordenó que se le diera a Marcos una tanda de palos. Como las palabras de Marcos nada le aclaraban, Juan optó por
Maltrecho, sin la cesta, y sorprendido por el misterioso cambio que
probar suerte y esperar los acontecimientos. Pero antes fue a ver
había sufrido la fruta, regresó Marcos a su casa y contó a su padre
cuanto le sucediera. nuevamente a su padre.
El campesino, más extrañado aún que la primera vez, creía no poder -Ya que han fracasado mis hermanos, déjame intentarlo -le pidió
el muchacho. .
dar con la persona que llevara sus manzanas al palacio, pero entonces
Y como su insistencia fuese mucha, el padre creyó prudente de-
se presentó ante él el menor de sus hijos, cuyo nombre era Juan. cirle:
-Padre -le dijo el muchacho, quiero intentar suerte yo también.
¿No te opones a que la haga? -lnténtalo, ya que lo deseas; y que Dios te ayude. Pero no vengas
Con aire preocupado, sin poder olvidar lo que le había ocurrido a luego a lamentarte si el rey te muele a palos las costillas.
Carlos, primero, y a Marcos, después, el campesino le respondió: -Nada temas -exclamó Juan alegremente-; y en muestra de
-Haz lo que quieras, muchacho; pero ya sabes lo que les ha agradecimiento, cuando sea rey, te regalaré un hermoso palacio.
sucedido a tus hermanos. Además -agregó-, las más hermosas -¡Pobre hijo mío! -pensó el campesino-; eso me demuestra que
manzanas han sido recogidas por ellos, y por otra parte no te creo lo su tontería es incurable.
suficiente listo para llevar a buen fin tus propósitos. Como era noche ya, Juan decidió partir al día siguiente.
La verdad es que Juan ignoraba lo que les había sucedido a sus Se acostó y pronto quedó profundamente dormido. Y en sueños se
hermanos, y como era prudente y no quería dejar nada librado al azar, veía sentado en un magnífico trono adornado de oro y piedras precio-
creyó conveniente hablar con Carlos y Marcos para estar enterado sas, cubierto con un magnífico manto de púrpura y con una hermosa
de todo. corona de marfil sobre la cabeza; pero al mismo tiempo, veía también
Se dirigió primero a la habitación del mayor, a quien encontró ~11sueños desfilar ante él a los pobres más pobres del reino, a quienes
pensativo y con cara de pocos amigos. Las primeras preguntas que le nyudaba regalándoles ropas y manjares.
formuló quedaron sin respuesta, pero como sabía que sus hermanos A la mañana siguiente, muy temprano, se dirigió al jardín, llenó
siempre procedían de igual manera con él, insistió varias veces. lIna cesta con las mejores manzanas que encontró, y sin perder un
-¿Qué es lo que quieres saber? -le preguntó al cabo Carlos, sin IlIstante se encaminó al palacio.
ocultar que estaba molesto. Al volver un recodo del camino, se encontró Juan con el mismo
-Lo que te ha sucedido en el pallJ,cio-replicó el muchacho. (111/1110 que detuviera a sus hermanos; el hombrecillo preguntó por ter-
-Pues si quieres saberlo, pierdes eltiempo preguntándome a mí rlll'lIvez:
-respondió el mayor de los hermanos-. Reúne unas cuantas manza- .¿Qué llevas en esa cesta, muchacho?
nas en la cesta y lIévaselas al rey. Entonces podrás darte por enterado. En esta cesta llevo las manzanas que harán que la princesa
¡Ahora, déjame en paz! la salud.
11'11obrc
Nada agregó Carlos a lo dicho y Juan debió retirarse sin haber Pues si llevas las manzanas que devolverán la salud a la prin-
podido enterarse de la causa de su enojo. mismas manzanas continuarán siendo -agregó el enano.
"1111111,IIIR
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No alcanzando a comprender el significado de las palabras del una empresa que vaya proponerte: como a mi hija le gusta mucho
misterioso personaje, reanudó Juan, la marcha y llegó al palacio. Sin embarcarse y no quiero verla expuesta a los peligros que tal cosa puede
dejarle entrar, el soldado que se hallaba junto a la puerta creyó pru- acarrearte, deseo que le proporciones una barca que 10mismo marche
dentedecirle: por la tierra que por el agua.
-Escucha: no creo que te convenga ver al rey para ofrecerle el Juan abandonó el palacio muy preocupado. Y como creyó impo-
remedio que dices traer en esa cesta. Tan disgustado se encuentra, que sible lograr 10 que se le había pedido, marchóse a su casa y le contó
nada me extrañaría que te hiciera meter en un calabozo por el resto a su padre 10 sucedido.
de tu vida. -¿No te advertí que todo te resultaría muy difícil? -le dijo el
-Lo que yo traigo -replicó Juan-, es realmente el remedio. campesino-. Sin duda, el rey se ha dado cuenta de que eres un tonto
-Lo mismo dijeron dos redomados pillos que vinieron antes que tú. que no mereces ser su yerno. ,
-Pero es que yo no soy un pillo -agregó el muchacho, sin Preocupado por el fracaso, Juan se acostó y no tardó en quedar
molestarse por las palabras del soldado. profundamente dormido. Al día siguiente, ya recobrado su optimismo
y como de nada valieron las razones que le daban, Juan terminó y buen humor tomó un hacha y otras herramientas de carpintero, se
por llegar a la presencia del monarca. dirigió a un bosque cercano y se dispuso a fabricar la barca.
-¿Qué es 10 que traes? -le preguntó el rey, haciendo un gesto Cuando más entretenido se hallaba en su tarea, presentó se ante él
poco amistoso. el enanito de la barba blanca, que le preguntó:
-Las manzanas que han de curar a tu hija -contestó Juan sin -¿Qué haces, muchacho?
titubear. -Una barca que 10 misino pueda ir por tierra que por agua
-¿No tratas de engañarme? ¡Mira que en ese caso habrás de arre- -respondió Juan.
pentirte! -Pues esa barca será 10que estás haciendo -dijo el hombrecillo
Sea porque el muchacho le inspirara confianza o porque la enfer- tiI mismo tiempo que desaparecía.
medad de su hija hacía que no temiera el probar una vez más, el Cuando Juan terminó la barca, metióse en ella y se puso a remar;
monarca no aguardó a que el muchacho respondiera. Se acercó a la y, ¡oh maravilla!, la barca se deslizó por el camino como si se tratara
cesta y la destapó. dcl más tranquilo de los lagos. De esa manera, no tardó en presentarse
Al ver las hermosas y sonrosadas manzanas, cambió su gesto agrio unte el palacio, donde hizo anunciaral monarcaque había cumplido
por una sonrisa. Después, llamando a su hija, le presentó los frutos. MUdeseo.
Como por arte de encantamientQ, sólo con ver las manzanas, la Si bien admirado de la obra del muchacho, el soberano pensó
princesita recobró al instante sus hermosos colores y su salud. Y llo- l1uevamente en la manera de evitar el casamiento de su hija con él.
rando de alegría arrojóse en los brazos de su padre. -Veo que eres ingenioso -le dijo-, y por eso mismo desearía
Inútil es tratar de describir el regocijo de la corte. El rey,-lleno de 'Iutlmc hicieses otro gran favor. Tiene mi hija cien conejos blancos que
gozo, no sabía cómo demostrar la dicha que experimentaba. Sin em- v¡\Ioncn nuestros jardines. Si quieres casarte con ella, deberás reunirlos
bargo, al recordar que había prometido dar su hija por esposa al que I~,tlm~untes de que caiga la noche. En caso contrario, es decir, si te falta
la curara, fijándose en la poca gracia del campesino que habría de tener lit10Holode los conejos, perderás todos tus derechos.
por yema, frunció las cejas con preocupación. La propia princesita se Tcniendo en cuenta que la noche estaba próxima y que la tarea que
estremeció sólo de pensar en unirse en ,., l11atrimoniocon el rústico cam- 11lllloomendabael rey no era nada fácil, Juan se encaminó rápidamente
pesino que tenía ante ella. 11 lo..Jurdinesdel palacio para comenzar la caza. Pero los conejos,
Para dar término a la enojosa situación, y a fin de no quedar ante l\ltl~III~H
de ser numerosos corrían y saltaban como demonios en cuanto
sus súbditos como un monarca informal el rey se dirigió a Juan con IllIIUdlUChoextendía el brazo. Casi extenuado ya, disponíase a desistir
estas palabras: di IIIIMpropósitos y a renunciar a la mano de la princesa, cuando
-No habré de negarte la mano de mi hija porque he comprometido tllIIVllmcnteapareció ante él el enanito.
mi palabra; sin embargo, antes de casarte con ella deberás llevar a cabo ¿,OliÓquieres hacer, muchacho? -le preguntó.
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-Algo que me parece poco menos que imposible, buen hombre -¿Puede saberse en qué consiste esa orden? -le preguntó el
-contestóle Juan haciendo un gesto de desaliento:-: debo reunir, antes caballero.
que llegue la noche, los cien conejos de la princesa. -En encontrar al pájaro Grifo y quitarle una pluma.
-Pues nada más fácil-le dijo el hombrecillo-; toma este silbato -Difícil empresa, por cierto -dijo el hombre-. Ese extraordi-
y sopla por él. Ya verás cómo al instante se reúnen todos los conejos, nario animal sabe todo lo que pasa en la tierra. Si tienes la suerte de
sin que falte ninguno. dar con él, pregúntale dónde se encuentra la llave encantada que se ha
En efecto, en cuanto el muchacho comenzó a soplar, empezaron a extraviado en mi palacio y que servía para abrir las arcas que contie-
rodearle los conejos. Pero al contarlos, notó que faltaba uno. Era que nen los tesoros de mi abuelo.
el rey, temiendo que llevara a cabo la empresa, a pesar de comprender Prometióle el muchacho hacer cuanto estuviera a su alcance y al
lo difícil que era, ordenó a uno de sus guardiasCqueapresara a uno de día siguiente reanudó su marcha. Pero nuevamente le sorprendió la
los animales. Pero como el muchacho se puso a soplar con toda la noche sin haber logrado su objeto. .

fuerza de sus pulmones, el conejito prisionero, atraído por el sonido del Juan se dirigió a otro palacio que halló a su paso, y también soli-
silbato, escapó de las manos de su captor y se unió al grupo. citó permiso, para pasar en él la noche. Su huésped deseó saber, como
Poco antes de que llegara la noche, Juan se presentó en el palacio el anterior, el motivo que llevaba al muchacho a atravesar aquellas
seguido de los cien conejos. Y como nuevamente el rey sedio cuenta comarcas.
de lo mal que quedaría si dejaba de cumplir lo que había prometido -Voy en busca del pájaro Grifo -le explicó Juan.
al campesino, pensó algo más difícil de hacer y después le dijo: Entonces el caballero quiso a su vez pedirle un favor.
-He resuelto que sean tres pruebas las que hagas antes de casarte -Sé que ese extraño animal, que se halla oculto a la mirada de
con mi hija; por consiguiente, aún te falta una. Desde luego, si la cum- los hombres -le dijo-, tiene en su poder los remedios maravillosos
ples, no habré de oponerme. Consiste tal prueba en que me traigas una que podrán curar a mi hijo. Te ruego encarecidamente que si tienes la
pluma del pájaro Grifo. , suerte de dar con él, me procures ese remedio.
Al escuchar tal cosa, Juan enmudeció de asombro. Sabía que el Por segunda vez prometió Juan hacer cuanto estuviera a su alcan-
pájaro Grifo era una extraña y terrible ave, mitad águila y mitad león, ce. Y a la mañana siguiente se puso nuevamente en camino.
que vivía en unas elevadas montañas de una comarca distante. Sin Varias horas de marcha llevaba cuando se encontró junto a la orilla
embargo, animado por el éxito de sus eriIpresas anteriores se dispuso du un río. Al ver allí a un anciano barquero sentado en su barca, le
a llevar a cabo la última que se le pedía. pidió que lo trasladara a la otra margen. Accedió el anciano, y durante
Sin saber realmente hacia dónde dirigirse, en marcha se puso Juan. In travesía le preguntó dónde se encaminaba; contestóle el muchacho
Al cabo de algunos días de camino, como se encontraba tan desorien- quc iba en busca del pájaro Grifo. .
tado como al principio, sentóse sobre una piedra sin ánimo para pro- -Pues si tienes la suerte de' dar con él -dijo el barquero-,
seguir. Entonces se presentó ante él una vez más el hombrecillo. mucho te agradeceré le preguntes por qué desde hace varios años no
-¿Qué tienes, muchacho? -le preguntó. puedosalir de esta barca, viéndome obligado a permanecer en ella sin
I Juan le explicó brevemente la razón de su desaliento, y entonces nhnndonarla ni un momento.
,'!
el enanito le indicó la manera de dar con el pájaro y la forma de Prometió hacerJuan todo lo posible por satisfacerlo, y después de
quitarle una pluma. d~lIpedirsedel anciano, continuó su camino.
Recobrada la confianza, se encaminó Juan hacia un magnífico Al cabo de varios días llegó a una extraña vivienda semioculta por
palacio cuyas torres se divisaban por encima <ielos frondosos árboles InM!'Ocas.Por el aspecto que ofrecía se dio cuenta de que en ella vivía
de un bosque. Ya en él, como el dueño le preguntó a qué iba, díjole 111oxtraordinaria ave que buscaba. Golpeó en la puerta y salió a re-
el muchacho: I IhMeun hada que le preguntócuál era el motivo de su visita.
-Sólo deseo pasar la noche en este lugar; es peligroso permanecer .Buena mujer -le dijo el muchacho-: vengo en busca del pájarQ
en el bosque. Mañana por la mañana, muy temprano, debo reanudar Illilh, al que tengo que arrancarle una pluma para poder casarme con
la marcha para cumplir la orden de mi rey. IIIUIprincesa.
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Al escuchar las palabras del muchacho el hada lo miró sorpreh- -También querría saber -agregó el hada-, si hay algún reme-
ili~ . dio que pueda curar al hijo del dueño de otro castillo que se halla a
-¿No sabes -le preguntó- que el pájaro Grifo odia a muerte quinientas leguas de aquí.
a los hombres y los devora? -¡Pues claro que sí! Ese remedio se encuentra en el vigésimo
Como el muchacho permanecía callado, la mujer continuó: escalón de una cueva habitada por un topo; es una sortija mágica que
-Pareces un buen muchacho y quiero hacer algo en tu favor. sanaría al instante al niño enfermo si se la pusiese en un dedo.
Escóndete detrás de esos cajones, y esta noche, cuando el pájaro Grifo -Respóndeme la última pregunta y te dejaré tranquilo -dijo
duerma, te avisaré para que sin hacer ruido puedas arrancarle la plu- entonces el hada-: ¿Sabes por qué el barquero del gran río no puede
abandonar el bote?
ma que necesitas. En cuanto a las preguntas que debes formularle
para satisfacer los deseos de quienes te ayudaron errel camino, no te -Simplemente porque no se le ocurre poner los remos en las
preocupes: yo se las dirigiré de modo que tú puedas escuchar las manos de uno de los que pasan el río; si lo hiciese, el que los tocara
respuestas. sería condenado a hacer ese trabajo y se encontraría en igual situación
Juan se ocultó convenientemente; al oscurecer, oyó un ruido fuera hasta que otra mano se apoderara de los remos. Déjameahora, que
de la cueva y poco después una voz ronca y desagradable. Era el quiero dormir; ya sabes que mi trabajo es sumamente cansador.
A la mañana siguiente, cuando el pájaro Grifo abandonó la cueva,
pájaro Grifo, que ya antes de entrar exclamaba:
-¡Huele a carne de persona en esta casa! .luan dejó su escondrijo. Dio las gracias al hada que le había ayudado,
-No es extraño -le respondió el hada tratando de calmarlo-; '1 procurando retener en la memoria las respuestas del extraordinario
esta tarde vino hasta aquí un viajero que se había perdido en el bosque, plljaro, se puso en camino.
Cuando llegó a la orilla del río y subió a la barca, el viejo barquero
pero qu~ ya debe hallarse bastante lejos; en cuanto supo que ésta era 111preguntó con ansiedad si sabía la causa de su pesado trabajo, pero
tu casa, escapó sin volver la cabeza.
, ,1111111
se guardó muy bien de responderle antes de llegar a la otra
1
I
Satisfecho con la explicación del hada, el pájaro Grifo, después de 1IlIlI'gon.
haber devorado rápidamente los alimentos que aquélla le había prepa- .Sólo podrás librarte poniendo los remos en las manos del pri-
rado, se acostó y no tardó en quedarse dormi<:io.Entonces, a una in- 111111'0
que acierte a pasar en tu barca -le dijo después, al tiempo que
dicación del hada, se aproximó Juan caminan&) suavemente, se dirigió 111 IIlqljaba,
al extraño pajarraco, arrancó de un tirón una pluma de la cola y apre- Varios días después, llegó el muchacho al segundo de los castillos
suradamente se ocultó de nuevo. qlll1 habia visitado en su viaje de ida. Y presentándose al dueño, le
El muchacho procuró hacer todo esto rápidamente, pero, pese a su I 'Q,1!11Ódónde y cómo encontraría el remedio para curar a su hijo.
presteza, el ave se despertó muy disgustada. 1\11ufccto,el caballerosiguióal pie de la 'letralas indicacionesdel
-¡Sigue oliéndome a carne de persona, y hasta diría que alguien 1"1.1"1'0
Grifo, y el joven enfermo no tardó en hallarse rebosante de
me ha tocado! -exclamó volviendo la cabeza a todos lados. 1I1111d
-No es fácil que sea así -replicó el hada-, acaso haya sido yo ( 'lIunclo llegó al primer castillo, le explicó a su dueño el modo de
misma, pues como deseaba hacerte algunas preguntas, me estaba pa- t'llIlIntl'ltl' la llave del arca. Y el huésped, al verse dueño de una con-
seando nerviosamente. 1,IPIUhlcafortuna, llenó
los bolsillos del muchacho de piedras preciosas
11 -Pues hazlas cuanto ant~s, porque tengo que descansar -replicó I di 11I..108as
joyas, en muestra de agradecimiento.
'1 el ave. fJ I~I\liondiciones ya de encaminarse directamente a su destino, apuró
II
-Escucha, pues: deseo saber dónde se encuentra la llave que abre 1111111
hll11At'chay llegó al palacio. Y cuando el rey vio que, no solamente
el arca de los tesoros de un castillo que está a doscientas leguas de aquí. 11, 1111" 1~111'111 poder la pluma
del pájaro Grifo sino que también era dueño
1,
El pájaro Grifo sonrióburlonamenteal mismo, tiempo que respondía: MI'FII1
h 1111 luSoro,no se opuso ya a que se casara con su hija.
-Esa llave se encuentra entre unas matas que crecen junto a la .1114IInhurgo, impulsado por la codicia, quiso saber el monarca
puerta que da al bosque del mismo castillo. \'1/1111
huhllllogrado tales riquezas, y como su insistencia llegó a hacerse

I
I

'~I,
22 CUENTOS DE GRIMM

pesada, el muchacho le mintió diciéndole que era un regalo de la


extraordinaria ave. El rey se puso entonces en camino hacia la cueva
de aquélla, y cuando llegó a la margen del río y subió en la barca, el
barquero le dio los remos y escapó inmediatamente, dejando al viajero
condenado a empuñarlos.
Mientras tanto, Juan, que en ausencia del monarca había ocupa-
do el trono, no se olvidó de su padre ni de sus hermanos, a quienes , I
I
rodeó de toda clase de comodidades y riquezas. Y dos años después, I
creyendo bien castigada la codicia:del padre de su esposa, le dijo a un I
pillo redomado que si iba a sacarle los remos de la mano, se enrique-
cería de inmediato. Afanóse el mal hombre por hacerlo cuanto antes, I
y al mismo tiempo que quedaba él prisionero, recobró el monarca su
libertad.
De esta manera pudo regresar junto a su hija y su yerno, a quien
dejó continuar en el trono como premio a su sabiduría y honradez.
y la princesita que al principio creyera al muchacho algo. tonto, no
tardó en convencerse de que era el más bueno y prudente de los reyes
de su época.

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