Sei sulla pagina 1di 2

Nuestro gran presidente

Por: FERNANDO VALLEJO

-¡¡Ganamos! El bobo Mockus, 1; el asnito Serpa, 12; Santa Claus, 22; el


presidente, ¡62! A las seis de la tarde de este domingo histórico en que hicimos
patria, con la prontitud con que les ganamos la guerra a las Farc ya teníamos los
datos: incontrovertibles como la Corte Constitucional y limpios como las
conciencias del Congreso. Jornada de orden en que triunfó Colombia o, mejor
dicho, Antioquia, pues Colombia es Antioquia. O al revés, Antioquia es Colombia.
Cosa que no nos entienden a los paisas los huilenses, los tolimenses, los
santandereanos, los chocoanos... O mejor dicho los chocoanos sí, pues el Chocó
es a Antioquia lo que Colombia es a los Estados Unidos: nuestro patio trasero
adonde sacamos a mear al perro.

¡Ah, qué domingo! Y su culminación: el gran hombre tras el triunfo llorando por el
papá. A mí también se me salían las lágrimas. Nunca me había sentido tan
orgulloso de mi patria chica, Antioquia la grande. Antioquia con sus cafetales, sus
platanales, sus ríos, sus montañas, su cartel de Medellín, sus paramilitares, sus
sicarios... Y nuestro Primer Mandatario y nuestro Pablo Escobar que han puesto a
esta tierrita amada en el mapa, en el mundial. En vida, creo que nuestros dos
más grandes hombres se conocieron. Ah, no, miento: a los que debió de haber
conocido él fue a los Ochoa: don Fabio, Fabito y el gordo, amiguísimos de su
papá, o sea, del papá de nuestro Primer Mandatario, que era el que era amigo de
ellos y les acolitaba sus rejoneos. O sea el hijo, no el papá. Ah no, al revés: el
papá, no el hijo. El hijo no tenía nada que ver con el rejoneo, él estaba
estudiando. En la Plaza de Toros de la Macarena dieron una corrida memorable en
favor de la Fundación "Medellín Sin Tugurios" de Pablo, a la que asistió Santofimio
Botero. Que no hay que confundir con el pintor de gordas, que es otro Botero, el
papá de un Ministro de Defensa muy honesto que tuvimos. Sí, de defensa, pero
de su patrimonio familiar que él quería aumentar. ¡Pendejo yo que me perdí esa
corrida por andar en Nueva York limpiando inodoros para mandar remesas para
comprar conciencias para salvar a Colombia y amarrar reelecciones y hacer patria
un domingo. ¡Qué importa! Si es por Colombia, ¡qué importa! No fui a la corrida y
ya. Otras habrá. Les salió tan bonita, tan bien organizadita, como unas
reelecciones... ¡Claro, con la ayuda del papá!

¡Cómo no voy a entender que tras el triunfo, el Primer Mandatario llore por el
papá! Yo también lloraría. ¡Y que le pida al Espíritu Santo por él! Yo también le
pediría. ¡Y que le mande a decir misa en Santa Teresita por su eterno descanso!
Yo también se la mandaría. ¡Y que vaya a esa misa! Yo también iría. ¡Que si qué!
¡Cuántas veces no fui a esa iglesita de mi barrio de Laureles a conseguir bellezas.
Del sexo fuerte, ¿eh? No esas viejas en pelota tan escandalosas de esa revista
pornográfica que se llama ¿cómo? SoHo, con una hache mayúscula en la mitad.
¿Y por qué mayúscula y por qué en la mitad? Por joder. También el río Cauca
tiene una "u" en medio. De esa "u" se alimentaban los caimanes, cuando había.
¿Y cómo era que se llamaba ese señor del retrato que era como yo, el que no
envejecía? Empieza por "d" o por "g". Ah sí, ¡Dorian Gay! ¡Qué memoria la mía!
Me acuerdo de todo: de los papás, de los hijos, de los amigos de los papás, de las
corridas, de los organizadores de las corridas, de Santofimio Botero el asesor de
Pablo, instalado en la contrabarrera. Y el papá del Presidente y el Presidente y los
Ochoa. Ah, no, el Presidente no, creo que él no fue, él estaba estudiando.
Antioquia hermosa con tus caballos de paso, tus plazas de toros particulares en
tus fincas particulares como La Loma y La Carolina, aquella con la plaza de toros,
ésta con ganadería de toros de lidia; una de los unos, otra de los otros; tus
ochuvas, tus Ochoas, polvo blanco, hostia blanca, rejoneo...

¡Qué bueno que le mandó a decir su misa en Santa Teresita! Las bellezas que me
saqué de ese templo con el permiso del Espíritu Santo! Divinos. De tenis, jeans
ajustados, delicatessen, de la high. Como para que se le hiciera agua la boca al
padre Marcial Maciel a quien hoy persigue el papa Ratzinger porque era amigo de
Wojtyla, al que le tiene envidia. ¡Malagradecido! ¿Quién fue el que te puso ahí,
inquisidor, nazi, impostor? Y ahora no lo querés canonizar dizque por protector de
maricas. Es porque le tenés envidia. Decís que sí querés, pero no. ¡Qué vas a
querer! Más falsito éste...

Y bueno, no más tristezas, limpiate esos mocos, culicagado llorón, secate esas
lágrimas y despertá, envirilá que la cosa se está poniendo verraca. Las Farc con
las que no acabaste: alebrestados. El Tirofijo que no mataste: alebrestado. El
desempleo: aumentando. La pobreza: aumentando. La coca: aumentando. ¡Y el
rejoneo! ¡Qué va a pensar Bush del rejoneo! Y ahí viene el zambo Chávez con sus
huestes. Oíme lo que te voy a decir, prestá atención, culicagado voluntarioso,
terco: armate con lo que te estamos mandando de afuera. Total, ya no tenés que
comprar más Congresos. Gastá bien lo poco que hay. Por todo lo que te ayudé a
amarrar tu reelección desde estas páginas no te voy a pedir nada: ni un
ministerio, ni una embajada, ni un iPod. Eso sí, lo que sí te voy a pedir, pero no
para mí sino para Colombia, es una cosa: armate que ahí viene ese zambo
alzado. Le pedís a tu amigo Bush lo siguiente, anotá: tanques, ametralladoras,
aviones de combate, papel higiénico, inodoros portátiles, sándwiches... Y ante
todo (no se te vaya a olvidar), unos buenos torpedos rompeculos para hundirles
el acorazado que le compraron a España y recuperar lo que nos pertenece por
continuidad geográfica, derecho propio y laudo arbitral del Espíritu Santo: el mal
llamado Golfo de Maracaibo que lo que en justicia debe ser es Mar de Colombia. Y
si no podés con la tarea, culicagado llorón, inútil, trotón, te me volvés a estudiar
a la escuela o te me vas a la finca a echar azadón con los peones. En cuanto a
Mockus, Serpa y Papá Noel, no me gusta que andés abusando de esos pelados.
Respetalos ¿eh?, que te me estás poniendo muy alzado. Y no más misas. No me
mandés a decir más misas, que se pierden. Yo ya estoy en el cielo.

Potrebbero piacerti anche