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Historia de Tokio

Comentarios: victor_m@cimat.mx

Ozu, la fascinación de la simplicidad.

Shukishi y Tomi Hirayama son una pareja adulta que


inicia un viaje desde la provincia japonesa de Onomichi
hacia el Tokio renacido de la posguerra. Deciden visitar a
sus hijos adultos, casados ambos y con poco tiempo libre y
disposición para atenderlos. A la indiferencia mostrada por
sus hijos y nietos, los Hirayama responden con resignación
y comprensión. Como un intento de suplir la atención negada
a sus padres, ambos hijos deciden enviarlos a un retiro de
lujo, un moderno spa que no hace más que convencerlos de lo
absurdo e inoportuno que fue su viaje. Solamente hay una
persona que los aprecia realmente, Noriko, la viuda de uno
de sus hijos muerto en la guerra. Es ella quien los lleva a
recorrer Tokio, quien los llena de atenciones y cuidados.
Deciden volver a Onomichi, donde un hecho fatal hace
replantear la vida y situación de sus hijos, en especial de
Noriko, su nuera viuda.

Es así, con este argumento tan simple, que Ozu crea esta
cinta, piedra angular del cine moderno y su temática.
Pronto se da uno cuenta porqué.

El universo de Ozu es la intimidad de la familia. Es ahí


donde ocurren los hechos, donde el director plantea su
visión de la condición humana y del mundo moderno (esa
modernidad que se iba gestando después de la segunda guerra
mundial). La disolución familiar y el conflicto
generacional son temas recurrentes en el cine de Ozu. En
esta cinta, están presentes ambos aspectos, evidentes en
escenas como aquella en que la señora Hirayama trata de
entablar una plática con su nieto, quien indiferente,
recoge flores del campo mientras ella habla sobre el futuro
de el y de ella, o la imposibilidad de la pareja para
entablar una charla sincera con sus atareados hijos.
Juntos, los Hirayama comparten la soledad que los apresa en
Tokio, un lugar donde son extraños, ajenos incluso a su
propia familia ("Tokio es tan grande que si nos perdemos es
probable que nunca nos encontremos" dice la señora Hirayama
como evidente metáfora del mundo moderno al que parecen ya
no pertenecer). Esta sensación de vacío y no-pertenencia
son temas que hasta ahora prevalecen en cineastas tan
interesantes como Jim Jarmusch o Takeshi Kitano (el mismo
Jarmusch ha declarado varias veces que su cine es un
contínuo homenaje al cine de Ozu).
La maestría formal de Ozu es evidente en cada escena de
la cinta. Su cámara estática es un marco donde captura
aquellas sensaciones que se aprecian incluso sin haber
palabra alguna de por medio: la pareja anciana contemplando
el atardecer, sentados en su casa mirándose uno a otro,
platicando con resignación sobre el ajetreo de la vida
moderna y de sus hijos, o la soledad que encierra la escena
final del señor Hirayama. Todos estos aspectos formales son
de igual manera influyentes hasta nuestros días (recurro
nuevamente a Jarmusch para ejemplificarlo), además de tener
significados especiales, como lo ha hecho notar Acquarello
en su Strictly Film School (una notable página web de
artículos en línea sobre cine): "[el cine de Ozu] es un
recordatorio figurativo de que la vida moderna está en
movimiento perpétuo, y que la belleza de la vida se
encuentra a menudo permaneciendo quieto."

Dentro de la vasta y hermosa obra de Ozu, Historia de


Tokio brilla con luz propia, es sin duda un referente
fundamental del cine moderno, una película que nos ayuda a
apreciar con mayor profundidad la obra de muchos cineastas
actuales, tan influenciados por el. Como simple numeralia,
Historia de Tokio aparece de manera consistente dentro de
la lista de las mejores cintas de todos los tiempos, esto
dicho por los críticos de cine más reconocidos mundialmente
(recurrir por ejemplo a la revista en línea senses of
cinema: www.sensesofcinema.com).

En resúmen, una película maravillosa.

Historia de Tokio (Tokyo Monogatari, Japón, 1953)


Dirigida por Yasujiro Ozu
Escrita por Yasujiro Ozu y Kogo Noda
Con Chishu Ryu (Shukishi Hirayama), Chieko Higashiyama
(Tomi Hirayama), Setsuko Hara (Noriko)

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