El Pintor y el Rey

Cierto da, el Rey de un antiguo reino se enamor de la imagen de un pjaro, le pareci tan hermoso que le surgi el deseo de verlo todos los das. Entonces, muy decidido, contrat al mejor pintor del reino y le pidi que le haga un cuadro de aquel pjaro, para poder contemplarlo da y noche. El pintor acept, pero puso la siguiente condicin: -Su Majestad, yo le pintar el pjaro tan hermoso como usted lo ha visto, pero hay una condicin: me demorar dos aos en hacerlo, no estar listo antes de ese tiempo. -Est bien- dijo el Rey - pero no entiendo por qu es que se demorar dos aos, si en tan solo dos minutos yo lo he visto hacer dibujos de una hermosura espectacular. Y habiendo acordado esta condicin, el pintor parti a su taller. Pasados unos meses de este encuentro, el Rey no soportaba la ansiedad y se present en el taller del mencionado pintor: -Estimado pintor- le dijo- deseo ver el dibujo de mi pjaro, an si no est terminado. -No.- respondi el pintor- Esto no es lo acordado, hemos acordado que lo tendra en dos aos, por lo que no puedo mostrrselo todava. Por favor, le pido que se retire y espere a ese lapso. Triste, pero dispuesto a esperar por la mejor obra el Rey parti. Al poco tiempo, volvi a desesperarse por ver su pjaro y se presento nuevamente, pero obtuvo los mismos resultados que la vez anterior. La tercera vez que se present en donde el pintor, este se enoj y le dijo: -Su Majestad, el tiempo que acordamos ambos es dos aos, si usted no est dispuesto a cumplir su parte del trato y esperar, rompemos ahora el mismo y no le hago ningn dibujo. Asustado por perder a quien saba era el mejor pintor del reino, el Rey volvi a su castillo y est vez si aprendi a tener paciencia y esperar a que se cumpliera el lapso. Pasados los dos aos, el Rey se present en el taller del pintor junto con toda su corte. Al verlos llegar, el pintor coloc una hoja en blanco sobre un atril, y en menos de dos minutos dibuj el pjaro ms hermoso que uno pudiera imaginar. Sorprendido el Rey, pues vio que su dibujo era realmente tan hermoso como aquel pjaro que haba contemplado dos aos atrs, dijo al pintor: -Seor, en seri me asombra la belleza de su dibujo, pero sigo sin comprender por qu me ha hecho esperar dos aos para tenerlo; si lo he visto dibujarlo en menos de dos minutos. Viendo el pintor que el Rey no comprenda la situacin, se encamino entre medio de la gente de la corte, y abri un placard que haba en el otro extremo del taller; de all cayeron ms de tres mil dibujos de un pjaro como el del Rey.