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El caballero de la carreta.

Le chevalier de la charrette, Chrtien de Troyes (siglo XII) Y encuentran un lugar muy hermoso, un monasterio, y cerca del enrejado un cementerio de muros cerrados. No era loco ni malvado el caballero que en el monasterio entra de pie para rezar a Dios, mientras la joven cuida su caballo. Cuando termina su oracin y regresa, hacia l se acerca un monje muy viejo, le suplica dulcemente que lo informe sobre aquello que desconoce, y el viejo habla de un cementerio: "Llevadme all, que Dios os ayude" "Con todo gusto, seor", responde el monje. El caballero, detrs del monje, entra y recorre las ms bellas tumbas, y haba letras sobre cada una, nombres de los que dentro se agitaban. Ttulo tras ttulo, el caballero lee las letras: "Aqu se agita Gauvain, aqu Luis, aqu Yvan". Llegan los atades con nombres clebres, caballeros elegidos, los ms preciados y mejores de esta tierra y otros lugares. (Lancelot y sus caballeros llegan al Puente de la Espada, el nico camino hacia la Tierra de las Prisiones). Al pie del alto puente descienden de sus caballos, aguas speras, ruidosas, rebeldes, tan terribles como las del Ro del diablo; nadie en el mundo, si all cayera. Y el puente que lo atravesaba era una espada blanca y limpia, pero fuerte y escarpada, con dos lanzas a cada lado. Mucho se desalentaron los caballeros, pensando en leones y leopardos del otro lado. El agua, el puente y los leones tanto terror les provocaron que de miedo temblaron. (Lancelot les habla a sus caballeros) Seores, partid complacidos porque por mi os habis conmovido: por vuestro amor y franqueza. Bien s que no deseis mi mal, pero mi fe es tal que prefiero la muerte y nunca regresar...

Ellos suspiran, lloran sin piedad. Aunque sobre la espada se mantenga no llegar entero ni sano del otro lado. Prefiere mutilar sus pies y manos, cruzar descalzo, caer del puente y baarse en las aguas intactas ms nunca regresar. Con gran dolor, obligado, da un paso, luego otro, castigando manos, rodillas y pies que sangran, slo el amor consuela su sufrimiento. Del otro lado del puente recuerda los dos leones que crey haber visto, ni un lagarto se vea ahora, nada que mal le haga: pone su mano delante de la cara, comprueba que los leones slo existen del otro lado. Chrtien de Troyes.

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