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Las estrategias de interacción

Ana María Borzone de Manríquez.

Los procesos de enseñanza y aprendizaje en el aula se realizan en su mayor parte a través de la


interacción verbal. De ahí que el lenguaje del docente dirigido al niño y del mismo niño, así
como la estructura de interacción que el docente va construyendo a través de sus formas de
intervenir, preguntar, responder y evaluar, cobran especial relevancia para comprender cómo y
qué aprenden los niños y enseñan los maestros.
Los estudios de la conversación han mostrado
que, para participar en una interacción verbal, se
requieren conocimientos y habilidades que van más allá
de la competencia necesaria para producir y comprender
mensajes breves y asilados, es necesario poder inferir
sobre qué versa la conversación y qué se espera de los
que participan, inferencias conversacionales a través de
las cuales los participantes evalúan la intención de los
otros y en las que basan sus propias respuestas.
En los eventos de habla, los recursos de lenguaje se ponen en juego teniendo como
referencia pautas culturales. La acción lingüística está gobernada por normas que especifican
quién puede tomar parte, cuál es la relación de roles, qué tipo es admitido, en qué orden se debe
presentar la información, qué estilo se debe utilizar. Para que los participantes de una
conversación se mantengan involucrados en ella es necesario que compartan conocimientos
lingüísticos y culturales.
El ingreso de los niños a la escuela implica un cambio en sus actividades diarias y les
plantea nuevas exigencias lingüísticas y cognitivas. Los niños tienen que interactuar con los
adultos y otros niños que pueden no compartir su modo de participar en una conversación, sus
conocimientos y representaciones culturales.
La condición indispensable de todo intercambio es, por ende, comunicar, entender y ser
entendido. El maestro tiene un rol fundamental en la estructura del discurso infantil, en la medida
en que proporciona un andamiaje para que el niño forme su discurso, entre las que se encuentran:
1. Las respuestas contingentes. Son aquellas en las que el educador retoma el tema introducido
por el niño, afirmando así su interés por lo que el niño quiere decir.
2. Expansiones y reestructuraciones. El maestro responde a expresiones mínimas del niño
repitiendo lo que presume quiere decir y completando los elementos faltantes.
3. Retomar y cohesionar el discurso. El maestro en base a la secuencia que el niño relata, le
proporciona principios de organización para que el niño produzca un discurso más coherente
y cohesivo.
4. Simetría del intercambio. La maestra le da la oportunidad al niño de ser protagonista en la
conversación e interviene cuando el niño hace una pausa, no lo interrumpe, sino que expresa
interés por lo que el niño ha dicho, recogiendo y ampliando el tema presentado por el niño.
De esta forma el niño tiene mayor espacio para explotar y poner en juego sus recursos
lingüísticos, apoyándose en las intervenciones del docente que colabora en la organización
del discurso.
5. Sincronía del intercambio. Las intervenciones están sincronizadas con las del niño permiten
alcanzar un mayor control sobre su expresión.
6. Expresiones frecuentes de humor y afecto. Es importante recurrir a los gestos, a cambios
marcados en la entonación, a exageraciones, a bromas oportunas y festejar con alegría,
genera un clima que suscita al relato espontáneo y vivo de los sentimientos y experiencias de
los niños.

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