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RELIGIN Y FILOSOFA

POR: JOS LUS ANGULO MENCO

Etimolgicamente filosofa equivale a aficin por la sabidura. Se cuenta que preguntado Pitgoras por Leonte si quera ser llamado Sabio (sfos) contest que le bastaba con el nombre de filsofo, (filos-sfos), amante o aficionado a la sabidura. Algunos autores refieren que Scrates, filsofo ateniense del siglo V a.C., fue quin primero se atribuy el nombre de filsofo, como una protesta contra el ttulo pomposo de sabios (sfoi) que se daban a s mismo los sofistas. Para llegar a una definicin real de filosofa, cabe advertir que ninguna satisface plenamente. Sin embargo, debemos establecer que las diversas frmulas para definirla coinciden en considerar la filosofa como aspiracin a un saber superior, pues la filosofa es un conocimiento alcanzado por la reflexin crtica, a diferencia de la creencia religiosa apoyada en revelacin. El hecho filosfico y el hecho religioso aparecen vinculados ntimamente a lo largo de la historia. En las filosofas orientales el saber filosfico se confunde con las prcticas religiosas; en el escolasticismo medieval la filosofa es un fundamento indispensable de la ciencia teolgica (filosophia ancila teologiae). Sin embargo, el saber filosfico va despojndose paulatinamente de todo mito, de toda creencia y de todo elemento no verificable por la razn. As van delimitndose los campos de la filosofa y la teologa,

fundamentando el primero en la razn humana y el segundo, en la revelacin divina. Pero como sabemos que la razn humana es finita y solo puede conocer lo que est enmarcado dentro de la categoras del tiempo y del espacio, segn lo demostr el celebre filsofo alemn Inmanuel Kant en su obra Crtica de la razn pura, tenemos que admitir tambin que la revelacin divina, la palabra de Dios est por encima de la razn y de todo conocimiento humano. Por eso, el apstol San Pablo, con una visin teocntrica, y puestos los ojo en Cristo, autor y consumador de la fe, nos advierte: Mirad que nadie os engae por medio de filosofas y huecas sutilezas, segn las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no segn Cristo. (Colosenses 2:8). Porque en l habita corporalmente toda plenitud de la Deidad, y vosotros estis completos en l, que es la cabeza de todo principado y potestad. (Colosenses 2:9,10).

Barranquilla junio 12 de 2007

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