Dicen que a la juventud la acompaa el entusiasmo y cuando la juventud se equivoca se ampara en el entusiasmo.

Alan Garca estaba disculpado hace veinte aos por ser joven. Por eso, los millones de peruanos pudieron tomar como un error de la inexperiencia la inflacin, la ineficiencia y el tren fantasma. Vindolo ahora en la televisin, recuerdo que las amigas de mis tas creen que la buena vida se refleja en el rostro. Sin duda, Garca ha llevado una muy buena vida y hasta el desborde como lo manifiesta alegremente su papada. Y si algo cabe apreciar de su personalidad es esa actitud firme estampada en sus dientes. Orgulloso como una mujer embarazada de lo nuevo que puede ofrecerle al Per. Sin embargo, lo nuevo se agot hace dos dcadas cuand las mujeres o lo vean como un cantante de baladas y suspiraban por l. En el 2011, ya es un poltico maoso con gran afn por el pblico y las inauguraciones. Siempre me he preguntado, si tena todo el porte de un actor Por qu escogi la poltica? Es que Alan es un caso singular entre singularidades. Es digno dueo del silln presidencial, porque en el Per lo que es normal son los escndalos y no hay mandatario que se libre de alguno. El risueo gordito fue educado en un entorno que lo admiraba yes probable que l mismo considerara que tena en sus manos el poder para transformar el pas, para traer bienestar. Haya lo form para ser poltico y no se equivoc. La cabeza del aprismo en nuestros das sabe inaugurar cristos y hacerle olvidar a la prensa conflictos y piedras en las carreteras. No todo ha sido fiesta y Machu Picchu para Alan. Lo imagino encerrado en su cuarto, controlando sus depresiones, sus trastornos emocionales. Lo veo gritndole al Per que tiene un hijo fuera del matrimonio que ama, mientras su esposa baja la cabeza. Su vida personal fusionada a la pblica. Su ser ajeno a la privacidad, actuando constantemente ante las cmaras de canal siete. Seor Garca, inaugur por segunda vez el tren que nunca llega al centro de Lima. No se preocupe, ya quedan unos meses. Colgar las tangas y dejar de bailar. Aunque me temo que cuando se tiene el reflector siempre al frente, uno se acostumbra.