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Texto:
La presencia no hay que imaginarla, hay que recibirla, hay que acogerla.
Quiz un da comprendamos que los dems viven si les damos nosotros nuestra mirada, si les damos nuestra atencin.
Dios est empeado y ocupado en hacernos vivir, en darnos la vida. Nos da su aliento.
Este ejercicio de silencio es para percibir esto. El soplo de Dios llega hasta las entraas. El silencio es para llegar a lo ms ntimo. El soplo de Dios alcanza lo ms lejano de nuestro corazn.
Dios no se queda en la superficie. Dios reposa en las entraas del hombre. Hasta ah llega su presencia.