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Benedicto Chuaqui

CAPITULO 1: CONCEPTOS BASICOS

Patología

La patología es el estudio de las enfermedades en su amplio sentido, es decir, como procesos o


estados anormales de causas conocidas o desconocidas. La palabra deriva de pathos, vocablo de
muchas acepciones, entre las que están: «todo lo que se siente o experimenta, estado del alma,
tristeza, pasión, padecimiento, enfermedad». En la medicina pathos tiene la acepción de «estado
anormal duradero como producto de una enfermedad», significado que se acerca al de
«padecimiento». En este sentido corresponde en latín a vitium. La palabra griega usada para
designar la enfermedad como proceso, es nosos; la latina, morbus. Hoy se entiende por nosología
la descripción y sistematización de las enfermedades.

Enfermedad

El concepto actual de enfermedad corresponde en esencia a la idea formulada en el siglo XVII por
Sydenham, que las concibió como entidades reconocibles por manifestaciones características,
entre ellas, por una evolución o curso natural típico. Esta idea de especies morbosas, que
corresponden a formas típicas de enfermar, se ve reforzada cuando una especie morbosa puede
caracterizarse también por una causa determinada. Gracias a esta concepción una misma
enfermedad puede reconocerse como repetida en diferentes enfermos y así se hace posible el
estudio del diagnóstico y tratamiento de las distintas enfermedades. La enfermedad se concibe así
como una abstracción hecha de entre los fenómenos patológicos que presentan ciertos pacientes;
la delimitación de una tal entidad exige, sin embargo, la observación y conocimiento acabados de
las manifestaciones particulares de cada caso. Esta es la noción de enfermedad que parece
evidente hoy día en la sociedad occidental. Ahora cuesta más comprender la idea que se tuvo
hasta los tiempos de Sydenham, a saber, la noción de la nosos hipocrática, según la cual la
enfermedad se concebía como afección individual. Sigerist la explica así: «¿Qué es la
enfermedad? Es nada más que la lucha entre la fisis, la naturaleza del hombre, y el mal, siendo el
síntoma la expresión de estas luchas. Hipócrates reconoce tan sólo la enfermedad como tal, pero
no las enfermedades, el paciente y su enfermedad están inseparablemente unidos, como un hecho
único que nunca se repite». Ese hecho único se explica sin embargo sobre una base teórica, una
especie de fisiopatología general, que corresponde a la doctrina hipocrática de humores.

Etiología y Patogenia

La etiología es el estudio de las causas de enfermedad. El proceso patológico mismo, esto es la


serie de cambios patológicos excluidas las causas que la originan, se llama patogenia.

La patogenia puede estudiarse desde distintos puntos de vista, básicamente, del funcional, como lo
hace la fisiopatología, o del morfológico, como lo hace la patología general. Ambos se
complementan en la comprensión de la patogenia.

La patología general es una morfopatología que consiste fundamentalmente en el estudio de los


aspectos morfológicos de la patogenia. Sólo ocasionalmente las causas de la enfermedad son
reconocibles por los métodos de la morfopatología.

La Génesis Causal

La génesis causal representa la explicación de la enfermedad en términos de la noción causa-


efecto. Aquí interesa conocer por qué se producen los cambios patológicos y, en particular, por qué
se origina la enfermedad. La génesis causal, por lo tanto, es inherente a lo que trata la etiología,
pero el análisis causal puede extenderse también a la patogenia. Así, la patogenia aparece
comprendida en términos de mecanismos patogenéticos cada uno con una causa y un efecto. Si
se trata de mecanismos en cadena, el efecto de uno pasa a ser causa de otro. La fisiopatología
consiste esencialmente en el análisis causal de las perturbaciones de la función. La complejidad
del organismo humano constituye una seria limitación en el análisis causal de la enfermedad, de
ahí que los conocimientos en este aspecto sean muy fragmentarios

En la génesis causal referida a los agentes etiológicos de la enfermedad, pueden distinguirse


causas desencadenantes del proceso morboso y causas predisponentes, el conjunto de las cuales
de denomina constelación causal.

Las causas de enfermedad se han concebido primero, siguiendo la noción natural de causa, de
manera determinista, es decir, como condición necesaria y suficiente. Esta es la concepción que
domina en la época de los grandes descubrimientos de la bacteriología. Posteriormente, con el
descubrimiento de individuos sanos portadores de ciertos microorganismos considerados causas
de enfermedad, se introdujo la noción de causa como condición necesaria, pero no suficiente. Así,
el bacilo de Koch, el de Eberth o el citomegalovirus, son causas necesarias para el desarrollo de
una tuberculosis, de una tifoidea y de la enfermedad por citomegalovirus, respectivamente, pero,
además, se requieren otras condiciones del organismo para que haya enfermedad. Lo mismo vale
para los agentes llamados oportunistas. Estas otras condiciones, entre ellas por ejemplo una
inmunodepresión, corresponden a causas predisponentes. Por último, ha surgido la noción de
génesis causal multifactorial, en que la acción patógena se mide como probabilidad. Según esta
concepción, para saber si un supuesto factor pertenece a la constelación multifactorial, hay que
comparar estadísticamente el valor de la probabilidad de que se dé la enfermedad cuando dicho
factor está presente junto a otros, con el de la probabilidad cuando están presentes sólo estos
últimos.

Las causas de enfermedad parecen ser mucho más numerosas que las posibles formas de
reacción del organismo. En general, diversas causas pueden provocar la misma reacción. Esta
situación estimula la investigación de algún factor patogenético común entre esas diversas causas,
si se quiere establecer en forma más determinada una relación de causa-efecto. Por otra parte, se
da también la situación de que una misma causa puede producir diversas formas de reacción. En
este caso cabe investigar los factores condicionantes que expliquen la aparente diversidad de
efectos. Rara vez puede inferirse la causa a partir de una forma de reacción. En este caso, se
habla de reacción específica.

Génesis Formal

La génesis formal se llama también morfogénesis. En ella interesa saber cómo se producen las
alteraciones morfológicas que se suceden en una enfermedad y cuáles pudieran caracterizar el
proceso patológico. El estudio comparativo de la génesis formal permite conocer mejor las formas
de reacción del organismo, hace posible caracterizar muchas enfermedades y facilita descubrir la
génesis causal.

La patología morfológica y morfología en general, se sustentan en el concepto de forma. La forma


es expresión de un alto grado de orden de la materia y en los organismos vivientes ella aparece
determinada dentro de un plan genético.

En el estudio de la forma en patología hay que distinguir la forma visible y su significado. La forma
visible alterada es objeto de la descripción, el significado se expresa en una interpretación de las
alteraciones.
Niveles de Organización

El organismo puede concebirse como un sistema jerarquizado de distintos niveles de organización,


en que en cada nivel aparecen propiedades diferentes a las que existen en los niveles inferiores.
Las propiedades nuevas que aparecen en un nivel de organización, pueden concebirse como
dependientes de las relaciones que adoptan entre sí los componentes de ese nivel. Así por
ejemplo, si esas relaciones están representadas por ciertos puntos de contacto entre esferas, se
forma un tetraedro, que evidentemente tiene propiedades distintas a las de las esferas, por
ejemplo, no rueda sobre un plano inclinado (figura 1.1).

Figura1.1.
Representación esquemática de distintos niveles de organización:
a la izquierda, esferas aisladas sobre un plano; a la derecha unidas
("organizadas") en un tetraedro. Dichos niveles tienen algunas
propiedades diferentes.

Un caso de la física es el fenómeno ondulatorio: la onda misma es expresión de una cierta forma
de interacción de las partículas entre sí. En biología clásicamente se distinguen los siguientes
niveles: células, tejidos, órganos y organismo. En patología cabe considerar el histión como un
nivel intermedio entre tejido y órgano: el histión elemental está representado por el tejido conectivo
vascularizado.

Desde este punto de vista organicista se comprende que un nivel pueda perder una propiedad sin
que lo haga un nivel inferior. Así por ejemplo, el organismo puede morir mientras los órganos
quedan vivos durante un tiempo, hecho que se aprovecha actualmente en la cirugía de trasplantes.
En términos de la patología, algunos fenómenos son posibles sólo en ciertos niveles: la unidad de
la inflamación es el histión, no pueden inflamarse células ni tejidos aislados; un tejido puede sufrir
hiperplasia; una célula, no. El nivel en que se da el infarto es el de órgano.

Patología General

A través del enfoque morfológico se han podido delimitar en la patología general pocos procesos
elementales a los que pueden reducirse las alteraciones morfológicas de todas las enfermedades.
Dichos procesos elementales son el objeto de estudio de la patología general. Estas categorías
son:

a. la patología celular,
b. las alteraciones del crecimiento y diferenciación,
c. los trastornos circulatorios y
d. la inflamación.

En la concepción de Virchow de la patología celular se considera la célula como la unidad de la


enfermedad; esto supone que toda enfermedad puede explicarse en último término por
alteraciones en el nivel celular. En esta concepción se desestima la importancia de niveles de
organización intermedios entre célula y organismo como substratos de los fenómenos patológicos.
Esta idea parece irrealizable, sin embargo, la patología celular sigue siendo de gran importancia
para comprender la patogenia de muchas enfermedades.

ETIOLOGIA GENERAL

Clásicamente las causas de enfermedad se separan en dos grandes grupos: las causas externas,
constituidas por variados factores físicos y químicos y agentes animados, y las causas internas, en
las que, entre otros, se incluyen los factores genéticos. En un organismo previamente sano, es
difícil concebir que surja un factor genético como causa primaria de enfermedad, sobre todo si se
considera que ciertos factores físicos, como las radiaciones ionizantes, pueden alterar el material
genético. Desde este punto de vista pareciera que todas las causas internas de enfermedad son
secundarias a la acción de factores externos. ¿De qué manera se explicaría la aparición
espontánea de una alteración genética? Ello es posible, sin embargo, si la replicación del material
genético se entiende desde un punto de vista probabilista, de modo que la replicación normal se da
con altísima probabilidad, pero inferior a uno.

Causas internas

a) Alteraciones genéticas: mutaciones (alteraciones puntuales a nivel molecular) y


aberraciones cromosómicas (alteraciones cromosómicas cuantitativas o cualitativas
perceptibles con microscopía de luz).

b) Predisposición. Se entiende por tal la mayor susceptibilidad de ciertos individuos para


ciertas enfermedades. Estas condiciones predisponentes pueden estar relacionadas con el
sexo, la edad o la raza. Así por ejemplo, hay predisposición del sexo masculino para la
úlcera y cáncer gástrico; del sexo femenino, para la litiasis de la vesícula biliar; de los
niños, para los sarcomas y de los adultos, para los carcinomas; de las mujeres de raza
negra, para los miomas uterinos; de la raza judía, para la enfermedad de Gaucher. En
algunos casos, la predisposición está relacionada con antígenos del sistema de
histocompatibilidad mayor.

c) Constitución. La constitución puede concebirse como el conjunto de los caracteres del


fenotipo determinados por el genotipo. La constitución no se modifica, por lo tanto, por
acción de factores ambientales, como la alimentación, ejercicio, etcétera.

La idea de constitución en el sentido referido se halla ligada a la de los tipos


constitucionales o biotipos, según la cual los individuos pueden agruparse en torno a pocos
tipos de rasgos físicos y psíquicos característicos.

Los sistemas tipológicos usados hoy más frecuentemente son el de Kretschmer y el de


Sheldon, en cada uno de los cuales se distinguen tres tipos básicos: en el de Kretschmer,
el pícnico, el atlético y el leptosómico; en el de Sheldon, el endomorfo, el mesomorfo y el
ectomorfo.
Kretschmer partió de enfermos mentales, en que notó que ciertas psicosis se daban
preferentemente en individuos de ciertos rasgos físicos; posteriormente extendió sus
observaciones a individuos normales. En la concepción de Kretschmer, lo físico y lo
psíquico se investigan como dos aspectos de un mismo individuo; los biotipos representan
aquí tipos globales.

Tipo pícnico: individuo rechoncho, de formas redondeadas, estatura mediana, cuello corto
y ancho, cabeza y abdomen voluminoso, ángulo esterno-costal obtuso, tejido adiposo
abundante especialmente en el vientre; miembros y hombros delgados, musculatura floja
(figura 1.2). Temperamento cicloide o ciclotímico: individuo sociable, amable, de buen
genio, pero cambiante, explosivo; de fuerte sentido de la realidad concreta. Mayor
frecuencia de psicosis maníaco-depresiva; diabetes, enfermedades de la vesícula biliar,
hipertensión arterial, arterioesclerosis.

Figura 1.2
Representación squemática del
tipo pícnico.

Tipo atlético: talla y longitud de miembros, mediana a grande; hombros anchos, tórax
voluminoso, ángulo esterno-costal recto, caderas angostas, relieves óseos faciales,
prominentes; musculatura muy desarrollada (figura 1.3). Temperamento viscoso o
ixotímico: individuo sosegado, circunspecto, de mente lenta; comedido, formal, hasta torpe
y tosco, pobre en reacciones, pero explosivo, violento; tendencia a la actividad física, gusto
por los deportes pesados. Mayor frecuencia: epilepsia.
Figura 1.3
Representación squemática del
tipo atlético.

Tipo leptosómico: tronco y miembros esbeltos, delgados; hombros estrechos y caídos,


musculatura débil, cráneo pequeño, manos delgadas, tórax aplanado, ángulo esterno-
costal agudo, rostro alargado y estrecho (figura 1.4). Temperamento esquizoide o esquizo-
tímico: hipersensitivo, tímido, temeroso, nervioso, amante de la naturaleza y de los libros.
Otros individuos de este tipo son insensibles, obtusos, dóciles. Mayor frecuencia de
tuberculosis y úlcera gástrica y de esquizofrenia.

Figura 1.4
Representación squemática del
tipo leptosómico.

Sheldon hizo sus investigaciones en individuos normales: cuatro mil estudiantes hombres
de 18 a 20 años de edad; después extendió sus observaciones al sexo femenino. La
concepción de Sheldon es diferente a la de Kretschmer. Para Sheldon lo determinante es
el somatotipo, los rasgos del temperamento, que aparecen como un epifenómeno, se
investigan separadamente y después se estudia la correlación con el somatotipo. Distingue
tres tipos de rasgos del temperamento: viscerotonía, somatotonía y cerebrotonía. En un
80% de los casos hay correlación entre endomorfismo y viscerotonía, entre mesomorfismo
y somatotonía y entre ectomorfismo y cerebrotonía.

Endomorfismo y viscerotonía: en general, el endomorfismo concuerda con el aspecto


somático del tipo pícnico, pero en Sheldon el endomorfo puro es de huesos delgados;
sistema piloso poco desarrollado, distribución pilosa pubiana feminoide; tendencia a la
calvicie. Piel delgada, aterciopelada, como piel de manzana. El pícnico corresponde a un
endomorfo con componente mesomorfo. La viscerotonía se caracteriza por la extraversión,
amabilidad, gusto por la comodidades materiales, placer por la comida. El endomorfo típico
es braquicéfalo.

Mesomorfismo y somatotonía: también, en general, hay concordancia entre


mesomorfismo y el aspecto somático del atlético, pero en Sheldon el mesomorfo puro es
de caderas anchas, robustas y poderosas. El atlético corresponde a un mesomorfo con
componente ectomorfo. Otros caracteres son: cabello grueso, distribución pilosa
típicamente masculina, piel gruesa, como piel de naranja. La somatotonía se caracteriza
por movimientos firmes y enérgicos, gusto por la aventura y el ejercicio físico, modales
intrépidos y directos, ansia de poder, agresividad competitiva, poca compasión. En el
mesomorfo puede haber braquicelia como dolicocefalia.

Ectomorfismo y cerebrotonía: el ectomorfo concuerda casi enteramente con el aspecto


físico del leptosómico. El ectomorfo presenta escaso desarrollo de las estructuras visceral
y somática (osteomuscular), en cambio, en relación con la masa, ofrece la mayor superficie
corporal. Típicamente es dolicocéfalo. La piel es delgada, como la del endomorfo, pero
áspera, como piel de cebolla, con tendencia a las arrugas. En la cerebrotonía predominan
la introversión, timidez, hiperexitabilidad, concentración de la atención y rapidez de
reacciones.

Sheldon caracteriza las psicosis desde el punto de vista de la constitución, no por el


predominio de un componente, sino por su insuficiente representación. La psicosis
maníaco-depresiva estaría asociada a una cerebropenia, los estados paranoides, a una
visceropenia, y algunas formas de esquizofrenia, a una somatopenia.

En los somatotipos de Sheldon los componentes se indican en el siguiente orden:


endomorfismo, mesomorfismo, ectomorfismo, y cada uno se expresa en una escala de uno
a siete, de lo que resultan 343 combinaciones posibles. Sheldon encontró una
representación concreta en el grupo estudiado, de sólo 76 combinaciones; la suma del
valor de cada componente osciló entre 9 y 12 (inclusive). Aproximadamente sólo un 10%
de los individuos representaba un somatotipo puro o casi puro (con un componente de 7 ó
6). Es decir, la mayor parte de los individuos son mixtos en el sistema de Sheldon, lo que
en palabras suele expresarse con sólo dos prefijos, el primero correspondiente al
componente que predomina. Sheldon no encontró representación del somatotipo 444. En
el sistema de Kretschmer, en cambio, alrededor de las dos terceras partes de los
individuos correspondía al tipo pícnico, atlético o leptosómico, lo que concuerda con que
estos tipos corresponden en general a somatotipos mixtos de Sheldon.

Factores físicos como causas externas de enfermedad

a) Factores mecánicos traumáticos. Las lesiones por estos factores están representadas
fundamentalmente por interrupción de la continuidad de los tejidos, en especial de la piel
como cubierta protectora y de los vasos. Las consecuencias posibles y más importantes
son tres: infección, hemorragia y shock.
b) Trastornos por aumento de presión atmosférica. El hombre soporta mejor aumentos
de la presión que disminuciones. Puede soportar hasta valores de tres veces el normal. El
trastorno más frecuente está representado por la enfermedad por descompresión, que se
observa en buceadores. Cada diez metros de profundidad en el agua corresponden a una
atmósfera. La enfermedad por descompresión se presenta generalmente después de estar
a más de dos atmósferas (más de diez metros de profundidad). El incremento de presión
aumenta la cantidad de gases disueltos en la sangre, especialmente el nitrógeno. Si la
descompresión al ascender es brusca, se forman burbujas en la sangre de las que resultan
embolias aéreas.

c) Trastornos por descenso de la presión atmosférica. El hombre soporta presiones de


hasta un 50% del valor normal, lo que corresponde aproximadamente a una altura de
5.500 metros. Los efectos de la hipoxia se sienten sin embargo desde alturas de 2.500
metros. La baja tensión de oxígeno produce, como mecanismo de compensación, una
vasoconstricción periférica, lo que lleva a un aumento del volumen de sangre circulante;
esto produce a su vez una hipertensión pulmonar, la cual, junto con el daño celular
hipoxidótico de los endotelios y neumocitos, condiciona un edema pulmonar, que es la
lesión más grave en la enfermedad de la altura.

d) Hipertermia local. El aumento excesivo de calor en los tejidos puede producir necrosis
y coagulación de proteínas.

e) Hipertermia general. En la hipertermia general o golpe de calor, se produce como


mecanismo de regulación, una vasodilatación periférica, lo que lleva a una disminución del
volumen sanguíneo en las vísceras y con ello, a una hipoxia. Falla además la bomba de
sodio y se produce hipercalcemia. La muerte se produce por falla circulatoria, respiratoria y
electrolítica.

f) Hipotermia local. Las alteraciones consisten fundamentalmente en trombosis en la


microcirculación y en la formación de cristales de hielo, que dentro de las células
condiciona un aumento de la presión osmótica. Ambas alteraciones llevan a una necrosis.

g) Hipotermia general. El organismo humano se comporta como homeotermo hasta una


temperatura corporal de alrededor de 20°C; como mecanismos reguladores aumentan las
oxidaciones con mayor desprendimiento de calor. Por debajo de 20°C se comporta como
poiquilotermo, no responden los mecanismos reguladores y las oxidaciones se deprimen,
lo que puede aprovecharse para hibernación o hipotermia en las operaciones. Desde 20°C
hacia abajo, se produce sin embargo falla circulatoria, especialmente paro cardíaco, lo que
no tiene mayores consecuencias en las operaciones con máquina de circulación
extracorpórea.

h) Trastornos por la corriente eléctrica. Ellos dependen del tipo de corriente, de la


frecuencia en caso de corriente alterna. Además,dependen del voltaje, de la resistencia al
paso de la corriente por los tejidos, de la intensidad, del tiempo de exposición y del trayecto
de la corriente en el cuerpo. Es más peligrosa la corriente alterna que la continua, de poco
uso por lo demás.

Los efectos de la corriente eléctrica en los tejidos son de tres tipos: térmico, electrolítico y
el llamado efecto específico.
El efecto térmico es el que domina en las corrientes de alto voltaje (y por lo tanto, de alto
amperaje en los tejidos), el calor desprendido sigue la ley de Joule. El efecto electrolítico
no es de mayor importancia y aparece principalmente en caso de corriente continua:
alrededor del ánodo se produce alcalinización con necrosis de coagulación; alrededor del
cátodo, acidificación con necrosis de colicuación.
El efecto específico consiste en perturbaciones en la generación y conducción de
estímulos nerviosos, sea como excitación: contractura tetánica de los músculos flexores de
la mano, por ejemplo; fibrilación ventricular, sea como inhibición: paro cardíaco, detención
de los centros cardio-respiratorios.

Especialmente peligrosas en cuanto al efecto específico son corrientes:

1. alternas de 30 a 150 ciclos,


2. de voltajes relativamente bajos: 100 a 500 V y
3. con amperajes, en su paso por el organismo, de 80 a 4000 mA.

En relación con el organismo, las condiciones especialmente peligrosas son:

1. situación de órganos vitales, como corazón y encéfalo, en el trayecto rectilíneo entre


punto de entrada y de salida;

2. baja resistencia de la piel: normalmente del orden de 10.000 Ohm, pero puede ser de
sólo 200 Ohm, en zonas mojadas de piel delgada, o de cerca de 200.000 Ohm, en zonas
de piel gruesa con hiperqueratosis.

Aparentemente, lo decisivo es la intensidad de la corriente en el organismo, cuya


resistencia promedio es de alrededor 1.000 Ohm, sin embargo, el componente más
importante de la resistencia está dado por la resistencia de la piel. Así, para la red habitual
de 220 V y una resistencia cutánea de 10.000 Ohm, resulta una intensidad de 22 mA, por
debajo de los márgenes peligrosos; pero para una resistencia cutánea de 1.000 Ohm, la
intensidad es de 220 mA, es decir, dentro de los márgenes peligrosos.

i) Lesiones por radiaciones ionizantes. Estas radiaciones pueden ser de carácter


ondulatorio, como los rayos X, o corpuscular, como las partículas a y b.

Hay dos teorías para explicar la forma de actuar de estas radiaciones en los tejidos, la
teoría del blanco o acción directa y la teoría de acción indirecta. Según la teoría del blanco,
las radiaciones ionizantes alteran directamente las macromoléculas, en especial el ácido
desoxirribonucleico. Según la teoría de la acción indirecta, el efecto patógeno se produce a
través de la radiolisis del agua, que se ioniza y genera radicales libres (superóxidos) de
alta reactividad. Los radicales libres, según esta teoría, actúan luego sobre los ácidos
nucleicos y enzimas. Los mecanismos protectores del organismo frente a superóxidos
están restringidos al eritrocito (catalasas y dismutasa de superóxido).

Las lesiones por radiación tienen un período de latencia, lo que habla en favor de la teoría
de la acción indirecta.

Las alteraciones pueden ser: necrosis, supresión de la actividad mitótica y diversas


alteraciones de macromoléculas. La vulnerabilidad de un tejido frente a las radiaciones
ionizantes es proporcional a la capacidad proliferativa e inversamente proporcional al grado
de diferenciación del tejido.

Los efectos principales de los radicales libres se producen en los lípidos de las membranas
celulares y en los enlaces sulfidrilos de las proteínas (figura 1.5). En particular, dichos
radicales pueden provocar peroxidación de los lípidos dentro de las membranas de la
célula y organelos, con lo que se dañan las mitocondrias y retículo endoplasmático. En las
proteínas pueden producirse puentes de enlaces disulfídricos (los aminoácidos más lábiles
son metionina y cistina). En el ácido desoxirribonucleico pueden producir mutaciones.
Figura 1.5.
Arriba: estructura bioquímica de la membrana celular normal.
Abajo: alteraciones producidas por radicales libres.

CAPÍTULO 2. PATOLOGÍA CELULAR

DAÑO CELULAR

Concepto

La acción de una noxa sobre una célula puede producir una alteración celular o daño que puede
ser compensado y provocar cambios estructurales transitorios, todas los cuales regresan una vez
que cesa la acción de la noxa. A este daño se le denomina daño celular subletal o reversible. Si
los mecanismos de adaptación son superados, entonces hay lesiones celulares y subcelulares
permanentes, irrecuperables y letales para la célula y se habla de daño celular letal o
irreversible, antesala de la muerte celular (figura 2.1). Cuanto más grave es el daño celular tanto
mayor es la probabilidad -sin llegar a la certeza- de que la célula no se recupere. Desde este punto
de vista, el proceso que se desarrolla hasta la necrosis celular se manifiesta bajo el microscopio de
luz en alteraciones que, aunque en algún momento indiquen daño celular grave, en principio son
reversibles y por lo tanto no permiten predecir con certeza que sobrevendrá la fase irreversible.
Figura 2.1
Representación esquemática de las alteraciones reversibles e
irreversibles producidas por hipoxia (Modificado de Wyllie AH en
Cell death in biology and pathology. Chapman & Hall, Londres,
1981)

Existe un continuo entre las lesiones reversibles e irreversibles y no hay un marcador funcional ni
morfológico que permita predecir el paso de la primera fase a la segunda (punto sin retorno). Las
alteraciones morfológicas del daño celular son aparentes sólo después que un sistema bioquímico
crítico se ha alterado. En general, las manifestaciones del daño irreversible toman más tiempo en
desarrollarse que las del daño reversible.

Las reacciones de la célula a una noxa dependen del tipo de noxa, su duración e intensidad. Por
ejemplo, pequeñas dosis de una toxina o isquemia de corta duración pueden producir un daño
reversible, en tanto dosis más grandes o una isquemia más prolongada pueden resultar en muerte
celular o en daño irreversible que lleva a la muerte celular. El tipo, estado y adaptabilidad de la
célula afectada también determinan las consecuencias del daño. El estado nutritivo y hormonal así
como las necesidades metabólicas son importantes en respuesta al daño.

El daño celular puede ser agudo o crónico, siendo el primero resultado de una acción muy corta de
un agente nocivo y el segundo, la persistencia de la acción de éste. En este último caso existen
dos posibilidades: o la célula se muere o se adapta a la situación patológica. La adaptación celular
se traduce en atrofia, hipertrofia, metaplasia, displasia, acumulación intracelular de diversas
sustancias y, según algunos, también neoplasia. El daño agudo puede ocasionar, por ejemplo,
para el caso de la isquemia, necrosis celular, pero cuando la isquemia es relativa y crónica, se
produce atrofia.

Los agentes causantes de daño celular pueden corresponder, según su naturaleza, a cualquiera de
los tratados en el capítulo 1, en la sección sobre etiología general. Las células y sustancia
intercelular se afectan en diverso grado, desde leves perturbaciones del metabolismo celular, hasta
la muerte celular con cese definitivo del proceso metabólico.

En la evolución del daño celular, la alteración de la función celular puede ser importante, pero
persisten en todo caso siempre las funciones vitales como respiración y conservación de la
permeabilidad selectiva de las membranas.

DAÑO CELULAR REVERSIBLE

Las alteraciones celulares reversibles se producen frecuentemente en el citoplasma y se


acompañan de un trastorno del metabolismo celular. Ellas constituyen una gran parte de la
patología celular.

En la aparición anormal de substancias químicas en el citoplasma, clásicamente se hacía la


distinción entre infiltración y degeneración. En la primera, el material se atribuía a la penetración de
una substancia desde el exterior de la célula; en la segunda, a la transformación química del propio
citoplasma. Degeneración significaba, además y en particular, la aparición de una substancia por
transformación de material celular. Estos términos no debieran usarse por la imposibilidad de
distinguir estos mecanismos. La idea de degeneración en este sentido puede sustentarse hoy en la
degeneración Walleriana en relación con las vainas de mielina y en la degeneración mixoide de la
matriz extracelular. En la primera, en la fase sudanofílica aparecen triglicéridos que no son
componentes de la mielina y que no se explican por la penetración desde el exterior sino por
transformación de la mielina. En el segundo, los mucopolisacáridos ácidos que se acumulan en la
matriz extracelular tampoco proceden del exterior, sino que se ponen de manifiesto al perder su
unión con proteínas. En la práctica, sin embargo, es muy difícil saber por la sola observación de
una lesión, su patogenia y la causa precisa que la ocasionó.

Este análisis de la célula enferma ha permitido identificar directamente alteraciones relacionadas


con el metabolismo del agua, proteínas, lípidos, hidratos de carbono y pigmentos. Esto puede
realizarse hoy día en forma bastante simple con cualquier microscopio de luz y con técnica
histológica e histoquímica muy elemental. En cambio, el uso de nuevos métodos en histopatología,
como el microscopio electrónico de transmisión y de barrido, procedimientos inmunohistoquímicos,
etcétera, han permitido reconocer en la ultraestructura celular, alteraciones que podríamos
clasificar mejor de acuerdo con los organelos o compartimientos predominantemente
comprometidos.

Con fines didácticos podrían clasificarse las alteraciones asociadas a daño celular según los
compartimientos u organelos donde ellas ocurren, pero la mayoría de las veces hay participación
simultánea o secundaria de diversos compartimientos. Fuera de este criterio ultraestructural, se
atiende a la naturaleza química cuando se trata de sustancias de aparición anormal dentro de la
célula.

Las alteraciones morfológicas asociadas al daño celular reversible comprenden: tumefacción


celular o tumefacción turbia, alteración hidrópica o transformación hidrópica y esteatosis.

ALTERACION DE MITOCONDRIA Y RETICULO ENDOPLASMATICO

La tumefación turbia se presenta como un órgano aumentado de tamaño y de consistencia y pálido


con pérdida de la transparencia y aspecto turbio y cocido del órgano afectado. Estas alteraciones
se observan especialmente en órganos parenquimatosos como el hígado, corazón, riñones,
musculatura estriada. Histológicamente corresponde fundamentalmente a una tumefacción celular
y mitocondrial, aumento de volumen de la mitocondria que se debe a un mayor contenido en agua
en su matriz mitocondrial y presencia a su vez de grumos o depósitos proteicos en gotas finas en el
citosol, la célula aparece tumefacta y con un aspecto granular del citoplasma; el aspecto turbio se
debe a la mayor dispersión de la luz causada por éstos gránulos (efecto Tyndall) (figura 2.2).

Figura 2.2
Tumefacción turbia en células del epitelio tubular renal. Nótese la
disminución de calibre del lumen y el aspecto granular del
citoplasma.

La patogenia de la tumefacción turbia por hipoxia-anoxia se inicia a nivel mitocondrial con


reducción de la producción de energía, es decir, del ATP, lo que modifica el transporte activo de
iones de la membrana celular y de la bomba de sodio-potasio, especialmente del sodio y agua
intracelular. La liberación de ion calcio y su aumento intramitocondrial inhibe aún más la
fosforilación oxidativa, aumenta así la glicólisis anaeróbica y con ello la acumulación de ácido
láctico en el citoplasma, el pH desciende, lo que conduce a un mayor daño de membranas y
aumento de la permeabilidad celular.

La patogenia de la tumefacción turbia observada por acción de una sustancia tóxica como el
tetracloruro de carbono (CCl4), se inicia en el retículo endoplásmico liso de la célula hepática,
donde el CCl4 sufre una biotransformación a un radical activo, el tricloruro de carbono (CCl3), el
que reacciona con ácidos grasos no saturados de lípidos de membranas desencadenando una
peroxidación lipídica. Se produce primero tumefacción del retículo endoplásmico liso con formación
de vacuolas y cisternas; tumefacción de mitocondrias por inhibición de la fosforilación oxidativa con
insuficiencia de ATP y daño de la membrana plasmática. La consecuencia es la entrada de sodio y
agua a la célula. Ambas patogenias son diferentes en su comienzo, pero luego imposibles de
diferenciar.

La persistencia de la causa de la tumefacción turbia lleva a daños más graves en la célula, pero
aún reversibles, como lo es la transformación microvacuolar mitocondrial, que resulta de una
extrema acumulación de agua en el interior de la mitocondria, la que aumenta tres a cinco veces su
tamaño normal. Si siguen persistiendo las causas de tumefacción turbia, pueden producirse daños
irreversibles. Una mayor acumulación de ion calcio intramitocondrial en su matriz, primero en forma
de fosfatos de calcio amorfos, y más adelante en forma de cristales de hidroxiapatita, es otro índice
de daño irreversible. La mayor acidez celular lleva a la liberación y activación de enzimas
lisosomales, con lo que se produce una degradación hidrolítica de diversas sustancias:
ribonucleoproteínas, desoxirribonucleoproteínas, lipógenos, etcétera, con lo que se inicia la
coagulación del citoplasma (necrosis). La degradación de membranas de organelos celulares
puede llevar a una acumulación de lípidos (gotas lipídicas) en el citoplasma o acumulación de ella
por hacerse imposible su metabolización. Las alteraciones morfológicas mitocondriales que siguen
a la tumefacción turbia son primero la cristólisis o desaparición de las crestas mitocondriales y
luego la condriólisis o disolución de la mitocondria entera.

La transformación hidrópica se caracteriza por la aparición de vacuolas citoplasmáticas


ópticamente vacías (figura 2.3). Pueden tener diversos tamaños y corresponden al microscopio
electrónico a acumulación de agua en mitocondrias, retículo endoplásmico rugoso y también en el
citosol.

En la transformación hidrópica predomina en general una acumulación de agua en el retículo


endoplásmico, la que se observa al microscopio de luz como vacuolas pequeñas, medianas o
grandes, por lo que pueden distinguirse transformación hidrópica microvacuolar, mediovacuolar y
macrovacuolar (figura 2.3).

Figura 2.3
Transformación hidrópica. Las vacuolas citoplasmáticas pueden
ser de tamaño variable.

Cuando la causa persiste y el daño celular es mayor, la lesión se hace entonces irreversible
caracterizándose por rupturas de membranas de diversos organelos celulares incluyendo el
retículo endoplásmico y mitocondrias, se produce así una lisis parcial de la célula, lesión que se
observa al microscopio de luz como un espacio vacío y aparición de los signos de daño celular
irreversible.

Al microscopio electrónico, hay alteraciones en la membrana celular con disminución de


microvellosidades, figuras de mielina, pérdida de uniones intercelulares, protrusiones del
citoplasma; las mitocondrias aparecen tumefactas con floculación, densidades amorfas; el retículo
endoplásmico aparece dilatado con desprendimiento y disgregación de ribosomas; los nucleólos
están desorganizados en elementos granulares y fibrilares.

ACUMULACION DE LIPIDOS

Los lípidos se clasifican en lípidos neutros, que forman en el agua gotas de grasa y pueden ser
transportados en medios acuosos al agregárseles proteínas, y en lípidos polares que poseen en su
molécula una parte hidrofílica y otra hidrofóbica y forman así en el agua una doble capa con
superficies hidrofílicas e interior hidrofóbico. Véase tabla 7.
En las preparaciones corrientes los triglicéridos acumulados en el citoplasma aparecen como
espacios circulares ópticamente vacíos correspondientes a las gotas de grasa extraída en el
proceso de inclusión del tejido. Las gotas pueden ser pequeñas -menores que el núcleo-,
medianas -del tamaño del núcleo o algo mayores- y grandes, que pueden ocupar todo el
citoplasma. En este caso los núcleos se hallan rechazados y comprimidos. Los ésteres del
colesterol y los lípidos polares, exceptuando los cerebrósidos, dan al citoplasma un aspecto
espumoso. El colesterol (o colesterina) aislado es extracelular, se presenta en forma de cristales
aciculares, no rara vez rodeados o englobados por célulares gigantes de reacción a cuerpo
extraño. Los lípidos pueden teñirse. Para ello hay que hacer cortes en congelación, procedimiento
en que los lípidos no son extraídos de los tejidos y, por otra parte, se usa un colorante liposoluble.
Los más corrientes son el Sudán IV y el Rojo Escarlata. Los ésteres del colesterol se distinguen del
resto de los lípidos porque con luz polarizada producen las llamadas Cruces de Malta.

ESTEATOSIS(INFILTRACION GASEOSA)

La esteatosis es la acumulación anormal de grasa, mayoritariamente en forma de triglicéridos, en el


citoplasma de células parenquimatosas como por ejemplo hepatocitos. Se reconocen dos tipos de
esteatosis: esteatosis microvacuolar y esteatosis macrovacuolar. En la primera se trata
habitualmente de un daño celular agudo, en el que la células aparecen al microscopio de luz con
múltiples vacuolas pequeñas intracitoplasmáticas sin desplazamiento del núcleo y que son
positivas con tinciones para grasas; en la segunda, que traduce un daño crónico, el citoplasma
está ocupado por una sola gran vacuola, que desplaza y rechaza el citoplasma y el núcleo hacia la
periferia (figura 2.4).

Figura 2.4
Esteatosis hepática. Los hepatocitos
tienen una gran vacuola grasa que
desplaza el núcleo.

La presencia de triglicéridos en forma de gotas citoplasmáticas visibles al microscopio es, en


general, un hecho patológico, salvo en escasa cuantía y de modo transitorio en el epitelio hepático
y enteral después de una comida. La aparición de gotas de grasa en la célula puede entenderse
como expresión de un desequilibrio entre la oferta y utilización. Los triglicéridos se utilizan en el
organismo como material energético y de estructura, para lo cual se requiere previa fosforilación.
Además, se necesita oxígeno para la utilización como material energético. En la fosforilación
intervienen los factores lipotrópicos, entre ellos los amino-ácidos colina y metionina.

La infiltración grasosa no debe confundirse con la lipomatosis: aumento local de tejido adiposo. La
lipomatosis más frecuente se presenta como tejido de reemplazo en órganos atróficos, como
ganglios linfáticos. En otros casos, como en el corazón (lipomatosis cordis) no hay una explicación
clara.
Patogenia

Pueden distinguirse tres mecanismos de esteatosis, estudiados principalmente en el hígado. La


esteatosis saginativa se produce por una oferta aumentada de triglicéridos. La esteatosis retentiva
se debe a frenación de la utilización de los triglicéridos por falta de oxígeno, como en la anemia
crónica e hiperemia pasiva, o de factores lipotrópicos, como en el alcoholismo. Tanto en la
esteatosis saginativa como en la retentiva, la célula conserva su estructura y actividad metabólica
normal. La infiltración grasosa se produce en una célula que no muestra un daño previo. En
cambio, la esteatosis regresiva ocurre como consecuencia de una lesión celular, principalmente del
condrioma, como sucede en la diversas intoxicaciones (cloroformo, tetracloruro de carbono,
fósforo, toxinas bacterianas y otras). En este caso la lesión celular impide que la célula pueda
utilizar las grasas.

Formas de Esteatosis Hepatica y Miocardica

En el hígado pueden distinguirse las siguientes formas de infiltración grasosa:

1) la esteatosis focal y de células aisladas,


2) la centrolobulillar,
3) la perilobulillar y
4) la difusa.

La esteatosis focal -grupos de hepatocitos con infiltración grasosa irregularmente distribuidos- y de


células aisladas corresponde generalmente a una esteatosis regresiva. Además, es la forma de
infiltración transitoria normal después de ingestión de alimentos. La esteatosis centrolobulillar
puede ser retentiva, como en anemias crónicas, o regresiva, como en algunos procesos tóxico-
infecciosos. La forma perilobulillar generalmente es retentiva, como en la hiperemia pasiva.
También puede ocurrir en intoxicaciones y en la esteatosis saginativa: los hepatocitos
perilobulillares son los primeros en recibir tanto las substancias tóxicas como la grasa transportada
al hígado. La forma difusa corresponde al hígado graso (figura 2.5).
Figura 2.5
Esteatosis hepática difusa. La esteatosis
compromete prácticamente todos lo
hepatocitos del lobulillo.

Se trata de un esteatosis retentiva no hipoxidótica y, al parecer, inicialmente perilobulillar. Se


presenta en ciertos estados de desnutrición del lactante y en los alcohólicos. El hígado está
aumentado de tamaño, puede pesar 2 kilos o más, la cápsula se halla a tensión, la consistencia es
pastosa; la superficie de corte, amarilla, opaca, aceitosa. Microscópicamente el epitelio hepático
recuerda al tejido adiposo, los hepatocitos contienen uniformente grandes gotas de grasa que
repletan el citoplasma y desplazan y comprimen los núcleos. Algunos hepatocitos vecinos así
comprometidos coalescen y forman pequeños quistes oleosos (lipodiastemas). La infiltración
grasosa perilobulillar de la hiperemia pasiva, de carácter retentivo, se explica, por una parte, por
una hipoxia de intensidad insuficiente para producir necrosis, como suele ocurrir en la zona
centrolobulillar, y, por otra parte, porque la eventual infiltración grasosa centrolobulillar queda
encubierta por la hemorragia de esta zona. La inconstante esteatosis centrolobulillar en la
hiperemia pasiva es de pequeña gota y principalmente de carácter regresivo, secundaria al daño
celular hipoxidótico.

Hay dos formas de esteatosis del miocardio: la difusa y la llamada corazón atigrado. Ambas son de
gotas pequeñas. La difusa es regresiva, ocurre por acción del alcohol, en la difteria e
intoxicaciones. El corazón atigrado corresponde a una infiltración grasosa zonal retentiva, por
hipoxia. Este aspecto se debe a la forma de vascularización: los segmentos arteriales de los
pequeños vasos intramiocárdicos se disponen alternando sucesivamente con los venosos. Como
la hipoxia es mayor en estos últimos, la infiltración ocurre su alrededor. El aspecto atigrado se nota
a través del endocardio especialmente en los músculos papilares.

ACUMULACION DE ESTERES Y COLESTEROL

Macrófagos de citoplasma espumoso por ésteres de colesterol se producen en diversas lesiones:


en la íntima arterial en el desarrollo de las placas ateromatosas; en el corion de la mucosa de la
vesícula biliar en la colesterolosis vesicular, en los xantelasmas, xantomas, en el colesteatoma del
oído medio, entre otras. Los xantelasmas o pseudoxantomas son plaquitas amarillentas que se
presentan especialmente en los párpados. Pueden estar asociados a hipercolesterolemia. Los
xantomas son tumores histiocitarios. El colesteatoma del oído medio es secundario a la rutura del
tímpano por inflamación o trauma: el revestimiento del oído externo, con sus glándulas sebáceas
se extiende al oído medio, donde se acumula material rico en colesterol y sus ésteres.
Figura 2.6
Representación
esquemática de una célula
xantomatosa, una célula
multinucleada de Touton y
una célula gigante
multinucleada con
fagocitosis de colesterol y
estrés de colesterol.

Acumulación de Substancias Proteicas

La más importante corresponde a los corpúsculos o cuerpos de Mallory. Se producen en


hepatocitos y se encuentran especialmente en la hepatitis alcohólica y cirrosis hepática de
Laennec, rara vez en otras lesiones hepáticas. Por lo tanto, la presencia de cuerpos de Mallory
significa, con alta probabilidad, daño hepático alcohólico.

Son masas hialinas, eosinófilas, en forma de grumos aislados o en conglomerados, que aparecen
primero alrededor del núcleo y después pueden ocupar gran parte del citoplasma. (Son PAS
negativos). Los hepatocitos que los contienen pueden sufrir diversas alteraciones, incluso necrosis,
alrededor de la cual se forma una corona de polimorfonucleares. Los cuerpos de Mallory pueden
desaparecer. En la hepatitis y cirrosis alcohólicas esto ocurre después de 3 meses de suspensión
de la ingesta de alcohol.

Ultraestructuralmente están constituidos por filamentos de citoqueratinas. Microscópica y


ultraestructuralmente son similares a los cuerpos de Lewy, que se observan en neuronas de la
Substantia nigra en la enfermedad de Parkinson.

ACUMULACION DE GLICOGENO
El glicógeno, dependiendo de su cuantía, puede dar al citoplasma un aspecto espumoso, vacuolar
o de célula vegetal. Citoplasma espumoso por el glicógeno tienen normalmente los hepatocitos.
Las acumulaciones patológicas, que se limitan casi exclusivamenten a las glicogenosis, producen
el aspecto de tejido vegetal.

El glicógeno es demostrable cuando el tejido es fijado en medios no acuosos como el alcohol


absoluto; se tiñe de rojo con el carmín de Best, azul pardo con el yodo, es PAS positivo, reacción
que se negativiza cuando el tejido es pretratado con enzimas como la diastasa o amilasa. Al
microscopio electrónico, se presenta en forma de partículas o gránulos que forman rosetas de 80 a
100 nm.

ALTERACION DE LOS LISOSOMAS

Las principales alteraciones lisosomales están relacionadas con las enzimas contenidas en estos
organelos.

Una insuficiente actividad lítica de bacterias fagocitadas por macrófagos, se produce en la


enfermedad de Whipple: en los macrófagos especialmente de la mucosa yeyunal se observan
cuerpos baciliformes PAS positivos, que se encuentran dentro de los lisosomas.

En inflamaciones crónicas de la vía urinaria, por un mecanismo similar se producen las células de
Hansemann: macrófagos con gránulos mineralizados con sales de calcio y hierro. Estos gránulos
corresponden a lisosomas que no han eliminado bacterias y en que se han depositado sales
minerales. En la mucosa urinaria se forman placas blanquecino amarillentas, blandas:
malacoplaquia (malakós, blando; pláks, placa)

Un vasto grupo de enfermedades hereditarias, poco frecuentes, está caracterizado por deficiencias
enzimáticas específicas de los lisosomas. Estos defectos enzimáticos se traducen en la
acumulación de la substancia no metabolizada. De ahí que estas enfermedades se llamen
enfermedades de almacenamiento o depósito o tesaurismosis (the-saurismo = almacenar,
depositar, atesorar). De regla, el almacenamiento se produce dentro de los lisosomas, que se
alteran, agrandan y conservan las membranas. Sin embargo, en la enfermedad de von Gierke la
acumulación de glucógeno se produce en el citosol.

En las tesaurismosis la células comprometidas se alteran de una manera regular. En las


glucogenosis el citoplasma aparece ópticamente vacío en una preparación corriente y la célula
parece delimitada por una gruesa membrana a manera de cutícula. Los epitelios, como el hepático,
dan el aspecto de tejido vegetal. En las tesaurismosis por almacenamiento de lipoides, el
citoplasma de las células comprometidas, en general, ofrece un aspecto espumoso. Pero en la
enfermedad de Gaucher, el citoplasma aparece finamente estriado, como cabellera de mujer.

ALTERACIONES DE LA MATRIZ EXTRACELULAR

Las alteraciones de la matriz extracelular o sustancia fundamental se consideran dentro de la


patología celular esencialmente por la estrecha relación que esta substancia tiene con la célula
misma: aquélla, tanto en su componente amorfo como en el fibrilar, es un producto de la célula;
además, a diferencia de otros productos celulares la substancia fundamental, aunque no constituye
una unidad viva como la célula, tampoco es un material inerte, sino que muestra alteraciones frente
estímulos similares a los que alteran la célula.

Las alteraciones principales de la substancia fundamental son la degeneración hialina del tejido
conectivo, la degeneración hialina vascular, la amiloidosis, la degeneración fibrinoide del colágeno
y la degeneración mixoide.
El término hialino (hyalos, vidrio) tiene en este contexto el siguiente significado descriptivo: material
homogéneo, vítreo, amorfo, de contenido proteico. En este sentido el amiloide también es una
substancia hialina. En las preparaciones histológicas el material hialino es eosinófilo, sin embargo
con la tinción de van Gieson se distinguen el hialino del tejido conectivo, que se tiñe de rojo
(fucsinófilo) y el hialino vascular y el amiloide, que se tiñen de amarillo (acidófilo).

DEGENERACION HIALINA DE TEJIDO CONECTIVO

Esta alteración se observa en las serosas tras la organización de fibrina, así, en las pleuras y en la
serosa esplénica; en el endocardio tras la organización de trombos murales. En estas condiciones
se forman placas homogéneas, firmes, blanquecinas, de pocos milímetros de espesor a un
centímetro o más, que le dan a la superficie aspecto de porcelana. El bazo así comprometido se
llama bazo en caramelo. Placas similares se producen en la pleura en la asbestosis pulmonar. Esta
degeneración hialina se ve también en cicatrices. No siempre se trata de un proceso patológico,
ocurre en órganos involutivos, como en los folículos atrésicos y en los cuerpos albos del ovario.

Al microscopio, las zonas comprometidas aparecen fuertemente fucsinófilas; las fibras colágenas,
engrosadas y fusionadas entre sí; las fibras elásticas y los fibroblastos tienden a desaparecer. Al
microscopio electrónico, las fibrillas colágenas muestran una estructura normal, pero no se hallan
dispuestas en haces, sino aislada y desordenamente. El tejido hialinizado se puede calcificar.

La hialinización del colágeno IV corresponde al ensanchamiento de las membranas basales. Se la


observa en túbulos renales, seminíferos y la mucosa bronquial. El mismo carácter tiene el
engrosamiento de la pared capilar en glomérulos renales y pequeños vasos en la diabetes mellitus
(microangiopatía diabética).

DEGENERACION HIALINA VASCULAR

En la íntima y entre las fibras musculares de la túnica media de arteríolas, se pueden depositar
substancias proteicas del plasma. La pared arteriolar se engruesa, las fibras musculares se
atrofian, y la arteríola comprometida aparece como un anillo grueso, pobre en núcleos y de lumen
estrecho. La hialinización arteriolar se observa en la senectud, en la diabetes mellitus y en las
arteríolas renales como consecuencia de hipertensión arterial.

AMILOIDE Y AMILOIDOSIS

Amiloide

Es un nombre genérico para designar diversas sustancias que tienen en común estar contituidas
por proteína fibrilar b-plegada. Este tipo de estructura no ocurre normalmente en las proteínas de
los mamíferos. En nombre de amiloide, dado por Virchow, se debe a la similitud con el almidón en
cuanto a la afinidad tintorial con el yodo.

El depósito de amiloide es extracelular y corresponde siempre a una condición patológica, la


amiloidosis, no rara vez progresiva y letal. El daño local principal que produce la infiltración
amiloidea es la atrofia. Estos depósitos pueden ser localizados (en un órgano), o generalizados (en
muchos órganos). Las amiloidosis constituyen un grupo heterogéneo de enfermedades puesto que
las cadenas polipeptídicas del amiloide tienen diversa composición de amino-ácidos. Sin embargo,
la estructura física del amiloide (figura 2.7) es similar en todas las sustancias amiloídeas conocidas.
Su componente principal es la fibrilla amiloídea, que está formada por dos filamentos helicoidales y
que tiene 7 a 10 nm de diámetro. Las fibrillas amiloideas son visibles fácilmente al microscopio
electrónico y aparecen dispuestas desordenamente. El amiloide tiene, además, el componente P,
que es una glicoproteína, y el componente C, matriz amiloídea químicamente heterogénea.
Figura 2.7
Configuración b pñegada de dos filamentos de amiloide formando
una fibrilla y demostrando los sitios deunión del Rojo Congo (en
negro).

De acuerdo con la secuencia aminoacídica de la fibrilla amiloidea, se distinguen diversos tipos de


amiloide. En cada tipo se ha encontrado en el suero sanguíneo de los enfermos, una proteína
precursora, que tiene la misma secuencia aminoacídica que la del amiloide del caso depositado en
los tejidos. En la nomenclatura actual los tipos de amiloide se designan abreviadamente, de la
siguiente manera: S significa proteína sérica precursora; a continuación, A significa amiloide, y la
letra que le sigue denota el tipo. Los principales tipos son los siguientes: A (proteína A, obtenida de
la fase aguda), L (cadena liviana de inmunoglobulina), F (familiar), E (endocrina) y S (senil). Así por
ejemplo, SAL significa: proteína sérica precursora del amiloide de cadena liviana de
inmunoglobulina (figura 2.8).

Figura 2.8
Estructura física del amiloide

Patogenia

Un importante avance en la comprensión de la patogenia de la amiloidosis, ha sido el hallazgo de


proteínas séricas precursoras. En principio, esto permitiría detener o reducir el depósito de amiloide
en los tejidos bajando el nivel sanguíneo de la proteína precursora o eliminándola. Sin embargo, no
se conoce exactamente el mecanismo por el cual se produce el depósito en los tejidos a partir de
la proteína sérica. Se cree que se realiza por clivaje enzimático. Por este mecanismo se ha logrado
obtener in vitro fibrillas amiloídeas a partir de proteína de Bence-Jones, que corresponde a
cadenas polipeptídicas livianas kappa o lambda. Pero no siempre se logra formar fibrillas. Además,
in vivo en el mieloma, en que se excretan grandes cantidades de proteína de Bence-Jones por la
orina, no se producen siempre depósitos de sustancia amiloídea. Lo mismo sucede en el amiloide
AA: sólo bajo ciertas circunstancias se obtiene in vitro fibrilla amiloídea. El precursor sérico del
amiloide AA es un componente normal del suero humano que se comporta como una proteína
reactiva en la fase aguda y que aumenta en las inflamaciones, infecciones, traumatismos, cirugía,
tumores diseminados y otras condiciones patológicas. Pero la causa de la transformación in vivo de
esta proteína en fibrilla amiloídea es desconocida. Experimentalmente se ha podido comprobar que
el suero humano tiene capacidad de degradar fibrillas AA; en cambio, el suero de pacientes con
artritis reumatoide tiene esta capacidad muy reducida, como también el suero de algunos pacientes
con inflamaciones crónicas. En la actualidad se tiende a pensar que el depósito amiloídeo es un
proceso dinámico en el que, por una parte, hay una constante neoformación de fibrillas amiloídeas
a partir de precursores séricos, pero también existe una degradación constante de estas mismas
fibrillas que llegan sólo a la amiloidosis cuando el segundo proceso es excedido por el primero.

Reconocimiento del Amiloide

Los órganos con amiloidosis presentan aumento de volumen a pesar de la atrofia parenquimatosa
que produce la infiltración amiloidea; la consistencia está aumentada, es firme y elástica; la
superficie de corte es vítrea. Si uno corta de un órgano macizo comprometido como el hígado, una
lámina de un par de milímetros de espesor y la coloca sobre una hoja con un texto escrito, se
puede leer éste a través del tejido.

El amiloide se reconoce sólo mediante métodos morfológicos. En tejidos frescos de autopsias,


mediante la prueba del lugol. Se sumerge por unos minutos un corte delgado de tejido fresco, el
tejido con infiltración amiloidea toma una color caoba. Si este corte de tejido se sumerge en una
solución de ácido sulfúrico al 5%, el color vira a un tono verde-azulado con que se destaca mejor la
zona comprometida. El reconocimiento histológico se hace mediante la tinción con Rojo de Congo,
colorante que tiñe al amiloide de color pardo rojizo. El tejido así teñido debe ser examinado bajo luz
polarizada, con la que el amiloide presenta característicamente un dicroismo verde. Dicroismo es la
propiedad de ciertos cristales birrefringentes de absorber en una determinada dirección, uno de los
rayos polarizados, de manera que el cristal, en esa dirección, parece de otro color: si la luz
incidente es blanca, en esa dirección aparece del color complementario al del rayo absorbido. Si
antes de realizar la tinción de Rojo de Congo el tejido es tratado con una solución de
permanganato de potasio, un grupo de sustancias amiloídeas deja de teñirse con Rojo de Congo y
de mostrar el dicroismo:es el amiloide sensible al permanganato de potasio, que corresponde
generalmente a las forma AA (figura 2.9). Las substancias amiloideas resistentes al permanganato
de potasio corresponden, entre otros, a los amiloides AL, AS, endocrinos y familiares con
neuropatía. El examen mediante el microscopio electrónico permite reconocer con seguridad
pequeñas cantidades de sustancia amiloídea al demostrar las fibrillas típicas. El método
inmunohistoquímico con el uso de anticuerpos específicos de cada tipo, está comenzando a usarse
en la actualidad.

Se distinguen dos formas de distribución: la generalizada y la localizada en un órgano.


Figura 2.9
Posibles alteraciones previas al depósito de amiloide en las formas
AL y AAA.

Amiloidosis Localizada

Se producen en la piel, glándula tiroides, islotes de Langerhans, corazón, cerebro. El depósito de


amiloide en los islotes de Langerhans aumenta con la edad, siendo muy frecuente por sobre los 70
años. Es más acentuado en diabéticos de tipo II (diabetes mellitus del adulto) de larga data, pero
su relación exacta con esta enfermedad se desconoce. El amiloide también se puede formar en
tumores productores de algunas hormonas polipeptídicas como los insulinomas o nesidioblastomas
funcionantes, el carcinoma medular del tiroides, en tumores secretores de hormona de crecimiento,
etcétera.

Amiloidosis Generalizadas

En esta forma pueden distinguirse cinco grupos principales:


1. la primaria o idiopática,
2. la asociada a discrasia inmunocítica,
3. la secundaria o reactiva,
4. las heredofamiliares y
5. la senil.

La primaria o idiopática puede ser de tipo AL o AA, la asociada a discrasia inmunocítica es de tipo
AL, la secundaria o reactiva es de tipo AA y las heredofamiliares de tipo AF salvo la asociada a
fiebre mediterránea, que es de tipo AA. El tipo de la senil es AS.

La distribución de la infiltración amiloidea en las formas primaria y asociada a discrasia


inmunocítica es similar: vasos sanguíneos, miocardio, musculatura del tracto gastrointestinal,
lengua, nervios y vasos renales. Así, clínicamente se presenta cardiomegalia, malabsorción
intestinal, macroglosia, polineuropatía, insuficiencia renal crónica. En la forma secundaria se
afectan de regla: hígado, bazo, riñones (glomérulos, vasos, intersticio) (figuras 2.10 y 2.11)),
glándula suprarrenales, mucosa y vasos submucosos del tracto gastrointestinal. Las amiloidosis
heredofamiliares, si bien son generalizadas, se presentan con el compromiso preponderante de un
órgano: riñones en la fiebre mediterránea familiar (enfermedad hereditaria autosómica recesiva),
nervios, corazón y riñones respectivamente en otras tres amiloidosis hereditarias autosómicas
dominantes. La amiloidosis senil es muy frecuente después de los 70 años. Se comprometen
aorta, suprarrenales, vesículas seminales, articulaciones, lengua, islotes de Langerhans, hipófisis,
encéfalo y corazón. El compromiso cardíaco puede llevar a la muerte.

Figura 2.10.
Amiloidosis renal. Depósito de amiloide en
glomérulo que ocupa el mesangio y oblitera
capilares.
Figura 2.11.
Amiloidosis hepática.
Izquierda: Depósito incipiente de amiloide en espacio de Disse.
Derecha: Depósito de amiloide en fase avanzada con
adelgazamiento de trabéculas y atrofia de hepatocitos.

En el bazo el depósito puede ocurrir predominantemente en la pulpa blanca o en la roja. Cuando


se afecta la pulpa blanca, macroscópicamente destacan los folículos en forma de nodulillos
blanquecinos y se denomina bazo de sagú (figura 2.12). En cambio, cuando se afecta la pulpa roja,
el depósito de amiloide es predominantemente en la pulpa roja, la superficie de corte del bazo
muestra aspecto de jamón cocido y se lo llama bazo lardáceo.

Figura 2.12.
Amiloidosis esplénica (bazo de sagú). Depósito de amiloide en
pulpa blanca.

Hasta mediados del siglo XX las amiloidosis más frecuentes eran las secundarias a procesos
inflamatorios crónicos (tuberculosis, lepra, linfogranuloma venéreo, supuraciones crónicas como
bronquiectasias, abscesos, empiemas pleurales, osteomielitis crónica), a parasitosis y a ciertos
tumores (cáncer del recto, pulmón, útero, esófago, riñón, linfoma de Hodgkin y otros linfomas).
Estas amiloidosis hoy día son menos frecuentes principalmente debido al mejor tratamiento de los
procesos inflamatorios, que ahora en menor proporción se hacen crónicos. La amiloidosis
secundaria a la artritis reumatoide ha mantenido su frecuencia: alrededor del 10% de los casos.

Las amiloidosis de mayor frecuencia relativa en la actualidad son las AL asociadas a discrasia
inmunocíticas, en que la cadena liviana de inmunoglobulina precursora es producida por células B
como se observa en el 20% de los tumores derivados de estas células: los mielomas. Pertenecen a
este grupo de discrasias inmunocíticas o plasmocelulares la macroglobulinemia de Waldenström,
enfermedades de cadena pesada y otros tumores inmunocíticos.

Los depósitos amiloídeos pueden desaparecer cuando la causa que los produce es tratada. Esto
puede suceder, por ejemplo, en tuberculosis, parasitosis y supuraciones crónicas tratadas y en
tumores extirpados relacionados con amiloidosis generalizadas. La reabsorción es más rápida en
el hígado y bazo, donde toma meses, en cambio, es más lenta en el glomérulo, donde demora
años.

Del total de las amiloidosis generalizadas la asociada a discrasia inmunocítica representa en la


actualidad más de la mitad de los casos, siguen en frecuencia las seniles, algunas localizadas, las
del grupo AA y por último, las familiares.

DEGENERACION FIBRINOIDE

Al microscopio de luz, las fibras colágenas con esta alteración aparecen tumefactas y homogéneas
y tienden a fragmentarse. Esto se debe a una insudación de líquido rico en proteínas, entre éstas,
fibrina entre las fibrillas normales. De ahí que las fibras así alteradas se tiñan de manera similar a
la fibrina, en particular, toman el color amarillo con la tinción de van Gieson. La degeneración
fibrinoide se observa en enfermedades del mesénquima, en los nódulos reumatoide y reumático,
en el nódulo de Aschoff, y en varias otras enfermedades.

DEGENERACION MIXOIDE

Esta alteración consiste en la acumulación de mucopolisacáridos ácidos en el tejido conectivo con


alteración de los elementos fibrilares. Las fibras colágenas y elásticas se fragmentan y
desaparecen, las fibras musculares lisas se alteran y pueden desaparecer. Suelen producirse,
además, cavitaciones que contienen mucopolisacáridos. La alteración se debe probablemente a la
liberación de estas substancias normalmente a unidas a proteínas, se trata por lo tanto de una
mucofanerosis. Esta unión, con poca agua, encubre las propiedades histoquímicas de los
mucopolisacáridos libres. Las localizaciones más frecuentes de la degeneración mixoide son:
sinovial, aorta y válvulas cardíacas. En la sinovial la alteración aparece clínicamente como un
quiste sinovial. En la aorta se denomina enfermedad de Erdheim o medionecrosis microquística de
la aorta y suele constituir el substrato anatómico del aneurisma disecante de la túnica media. En
las válvulas cardíacas es más frecuente en la mitral.

ALTERACIONES DE LOS PIGMENTOS

Los pigmentos son sustancias de color propio. Casi todos los de importancia en patología, se
presentan forma de gránulos intracitoplasmáticos. Sin embargo, algunos son solubles e imbiben
difusamente los tejidos, como por ejemplo, los pigmentos lipocromos, liposolubles, que le dan el
color amarillo al tejido adiposo. La bilis puede verse como grumos intracitoplasmáticos, como
cilindros extracelulares o puede impregnar de verde difusamente los tejidos.
Por otra parte, los pigmentos de mayor importancia en patología son endógenos, es decir, se
forman dentro del organismo. Entre los exógenos hay que considerar el pigmento antracótico y los
de las pigmentaciones tóxicas.

Pigmentos Endógenos

Los más importantes de este grupo en patología morfológica son: la melanina, dos lipopigmentos:
la lipofucsina y el pigmento ceroide, dos derivados de la hemoglobina: la bilirrubina y el pigmento
de la malaria, y los pigmentos férricos correspondientes genéricamente a la hemosiderina.

Melanina

La melanina (de mélas, negro) es un pigmento pardo negruzco, intracelular. Al microscopio de luz
se presenta en forma de gránulos pequeños. El color varía del amarillo pardusco al café o negro.
Las funciones principales de la melanina en el hombre son dos: protección frente a radiaciones,
particularmente la ultravioleta y el poder de captación de radicales citotóxicos. Además, los
melanoblastos participan en la inducción de la diferenciación de ciertas células (neuronas
sensoriales y simpáticas, células cromafines de la médula adrenal, glía y células de Schwann). Los
melanocitos se originan en la cresta neural, de la cual, en forma de melanoblastos migran a tres
sitios: la piel (epidermis y bulbos pilosos), el ojo (coroides, iris y retina) y, unas pocas, a la
aracnoides.

La melanina se produce en los melanosomas a partir de la tirosina. La reacción crítica es la


conversión de la tirosina en dopa (3,4-hidroxifenilalanina) por hidroxilación catalizada por la
tirosinasa. Esta reacción es muy lenta en ausencia de esta enzima. El melanosoma pasa por
diversos estados a lo largo de la cadena de reacciones que terminan en la melanina (melanosoma
IV). Los melanocitos secretan los granúlos de melanina, que son fagocitados por queratinocitos,
que los degradan y redistribuyen. La melanina también es transferida a la dermis, donde es
captada por macrófagos (melanofágos). Químicamente hay dos tipos básicos de melanina: la
eumelanina, parda a negra, y la feomelanina, amarilla a rojiza. La síntesis de esta última depende
principalmente de la presencia de grupos sulfidrilos después de la producción de dopaquinona. El
tipo más importante en el hombre, hasta el momento, es la eumelanina. El número de melanocitos
de la piel por unidad de área es similar en las distintas razas, el color de la piel depende
fundamentalmente de la cantidad y distribución de los corpúsculos de melanina en las capas
superficiales de la epidermis.

La neuromelanina, contenida en neuronas de la Substantia nigra, Locus coeruleus y núcleo dorsal


del vago, es un pigmento bastante diferente de la melanina: químicamente se produce por
oxidación de las catecolaminas dopamina y norepinefrina, ultraestructuralmente se parece más a la
lipofuscina que a la melanina.

La melanina puede demostrarse mediante reacciones histoquímicas. Las más usadas están
basadas en el poder reductor de la melanina, así en el método de Fontana-Masson la melanina
reduce el nitrato de plata que se precipita sobre los gránulos del pigmento dando una coloración
negra. Otro método se basa en la capacidad del melanocito de sintetizar melanina a partir de
tirosina o de dopa. En la reacción positiva de dopa se aporta esta substancia y el tejido se
pigmenta ostensiblemente. Puede ser importante verificar la presencia de melanina, por ejemplo,
en casos de tumores para establecer si trata de un melanoma, un tumor, en general, de alto grado
de malignidad.
Hiperpigmentación Melánica

Las dos categorías básicas son la hiperpigmentación melánica difusa y la local. A cada una
pertenecen numerosas entidades clínicas. En general, en ellas la hiperpigmentación resulta
principalmente de dos mecanismos: aumento de la producción de melanina en la epidermis e
incontinencia de melanina en los melanocitos. Este último proceso es la liberación del pigmento por
trastorno de su tranferencia a los queratinocitos o por lesión de la capa basal de la epidermis. La
radiación ultravioleta, especialmente la B (A, longitud de onda 320-400 nm y B, 290-320 nm),
desencadena el primer mecanismo, en el que en este caso se han podido distinguir diversos
factores, entre ellos: proliferación e hipertrofia de melanocitos, incremento del número de
melanosomas, aumento de la actividad de la tirosinasa, e intensificación de la transferencia de
melanina.

Hiperpigmentación Melánica Difusa

En general, en esta categoría se encuentra aumento de la producción de melanina. Entre las


numerosas condiciones que cursan con esta forma de melanosis están: trastornos endocrinos
como la enfermedad de Addsion (estimulación aumentada por ACTH y b-MSH) y tumores
funcionantes de la adenohipófisis, diversos trastornos metabólicos: desnutrición acompañadas de
carencias vitamínicas (probablemente por aumento de la actividad de la tirosinasa), enfermedades
hepáticas crónicas (aumento de estrógenos), hemocromatosis (liberación de tirosina al unirse el
hierro depositado con el grupo sulfidrilo), ingestión de ciertas drogas y metales (aumento de la
actividad de la tirosinasa).

Hiperpigmentación Melánica Local

En la melanosis circunscrita se dan los dos mecanismos antes indicados.

Aumento de la producción de melanina se encuentra en el melasma, las efélides (pecas), las


manchas café con leche de la neurofibromatosis, las máculas del síndrome de Peutz-Jehgers
(ciertos pólipos intestinales e hiperpigmentación macular de labios y mucosa bucal) y síndrome de
Albright (displasia fibrosa poliostótica, pubertad precoz e hiperpigmentación macular). El melasma
es una hiperpigmentación macular pardo amarillenta o pardo verdosa de la cara y línea abdominal
media de las embarazadas. No se conoce exactamente cuál es el factor estimulante de esta
hiperpigmentación, probablemente se debe a mayor estimulación por estrógenos y progesterona.

La llamada incontinencia de melanina o pigmentaria se produce principalmente en la melanosis


postinflamatoria especialmente tras las dermatitis que cursan con lesión de la capa basal de la
epidermis (liquen y dermatitis liquenoides por ingestión de drogas). En esta situación, la melanina
es fagocitada por melanófagos en la dermis superficial.

Hipopigmentación Melánica

La hipopigmentación puede obedecer a mecanismos diversos. Las entidades más importantes


representativas de estos mecanismos, son las siguientes:

Albinismo parcial (piebaldismo), de herencia autosómica dominante, caracterizado por áreas


hipomelanóticas cutánea congénitas (cara anterior del tronco, porción media de extremidades) y en
cuero cabelludo bajo un mechón blanco. Se debe a una migración melanoblástica o diferenciación
melanocítica anormales.
Vitiligo, trastorno adquirido que consiste en máculas despigmentadas que se agrandan y coalescen
formando extensas áreas de leucoderma. De preferencia se afecta la piel de cara, dorso de manos,
axila, ingle, ombligo, genitales, rodilla y codo. Alrededor del 25% de los pacientes tienen un
trastorno autoinmunitario. La hipótesis más aceptada para explicar la pérdida de melanocitos es la
inmunitaria, según la cual se produce una citotoxicidad mediada por células y dependiente de
anticuerpos. La leucoderma por acción de substancias químicas también se debe a destrucción de
melanocitos.

Albinismo (oculocutáneo), trastorno caracterizado por una disminución o ausencia de melanina en


ojos, pelo y piel. Corresponde a un grupo genéticamente heterogéneo, en el cual la forma mejor
conocida es la clásica, debida a falta de tirosinasa (por mutaciones del gen de la tirosinasa en el
brazo largo del cromosoma 11).

Las manchas cenicientas de la piel en la esclerosis cerebral tuberosa y el albinismo oculocutáneo


parcial del síndrome de Chédiak-Higashi se deben a una estructura anormal de los melanosomas.

En otras formas de albinismo con tirosinasa normal la leucoderma se produce por disminución del
número o de la melanización de los melanosomas o de ambos.

En la leucoderma postinflamatoria y también en la del síndrome de Chédiak-Higashi hay una


disminución de la transferencia de melanina.

Melanosis Coli

Es una pigmentación café-negruzca de la mucosa del intestino grueso producida por absorción de
productos aromáticos por uso excesivo de laxantes derivados del antraceno. El pigmento es un
derivado de la antraquinona y está unido a proteínas degradadas. El pigmento tiene propiedades
tintoriales e histoquímicas distintas de la melanina. Se acumula en el citoplasma de macrófagos de
la lámina propia de la mucosa intestinal. La alteración carece de mayor importancia clínica.

Lipopigmentos

Los lipopigmentos se presentan en forma de gránulos o grumos con autofluorescencia amarillo o


amarillo pardusca; están formados por lípidos poco solubles y por proteínas. Los más frecuentes
son la lipofucsina o pigmento fusco y el pigmento ceroide o hemofuscina. A los lipocromos
pertenecen también, entre otros más, el pigmento que se observa en la célula hepática en el
síndrome de Dubin-Johnson y el pigmento ceroide neuronal de la lipofuscinosis o idiocía
amaurótica juvenil.

Lipofuscina

El pigmento fusco, conocido también como pigmento de desgaste, se observa frecuentemente en


células parenquimatosas de órganos o tejidos con atrofia normal o patológica, así por ejemplo, en
la atrofia fusca del hígado y en la atrofia fusca del corazón. También es frecuente en neuronas
nerviosas del sistema nervioso central y de ganglios simpáticos, además, en la zona fascicular de
la corteza suprarrenal y en el epitelio de las vesículas seminales.

El pigmento fusco tiene su origen en productos de desecho celular que se acumulan primero en
autofagosomas; a éstos se unen lisosomas constituyéndose los autofagolisosomas, en los que se
realiza la degradación a productos que se vuelven a utilizar por la célula. Este es un proceso
fisiológico donde teóricamente no debiera sobrar nada. Sin embargo, por circunstancias no del
todo aclaradas, se produce una desviación hacia la peroxidación de lípidos con formación de
ácidos grasos insaturados, que se acumulan como residuos en autotelolisomas o cuerpos
residuales de mayor tamaño, visibles al microscopio de luz como gránulos de lipofuscina. La
sudanofilia se va perdiendo en estos gránulos a medida que los ácidos grasos no saturados se van
transformando. Este pigmento es autofluorescente amarillo café.

En general, la lipofuscina se produce cuando hay aceleración de los procesos de recambio celular,
cuando hay destrucción de organelos y cuando se producen metabolitos que aumenten la
peroxidación lipídica. Fuera de la atrofia, se produce en ciertas intoxicaciones y en consumo
exagerado de ciertos analgésicos y de algunos antibióticos y otras drogas. En estas condiciones se
forma lipofuscina especialmente en el hígado.

Pigmento Ceroide

El pigmento ceroide fue observado primero en relación con hemorragias, por lo que se le llamó
hemofucsina. Las hemorragias son la condición más frecuente que da origen a este pigmento, pero
puede formarse en relación con focos necróticos y destrucciones traumáticas de tejido. Se parece
al pigmento fusco, pero es siempre patológico y se produce en el citoplasma de macrófagos en
forma de gránulos pardos. Estos corresponden a heterofagosomas, más precisamente, a
heterolipofagolisosomas, en los que la mayoría de los lípidos son hidrolizados y degradados con
formación de ácidos grasos insaturados (peroxidación lipídica). Finalmente estos lípidos pierden su
estructura molecular y solubilidad por lo que permanecen en telolisomas como cuerpos residuales.
En su última etapa estos cuerpos residuales son similares a aquellos correspondientes al pigmento
fusco de las células parenquimatosas. De esta manera, la génesis del pigmento fusco y ceroide es
la que diferencia fundamentalmente a ambos: autofagosomas en el primero, heterofagosomas en
el segundo.

Pigmento Malárico

Este pigmento se observa en macrófagos de diversos órganos junto a hemosiderina. Es negro y


granular. Es producido por los plasmodios de la malaria a partir de la hemoglobina, contiene fierro
difícil de evidenciar. Se observa especialmente en el hígado, bazo, ganglio linfático, que adquieren
un color gris o gris negruzco.

Pigmento Biliar

El pigmento biliar en su forma figurada se observa al microscopio de luz sólo en condición


patológica, en la ictericia y particularmente, en el hígado. Se presenta en forma de grumos
intracitoplasmáticos y de cilindros en los canalículos biliares (figura 2.13). En casos de ictericias
acentuadas se lo observa también en células del epitelio de túbulos renales.
Figura 2.13.
Pigmento biliar.
Dilatación de canalículo
biliar el que aparece
relleno de bilis densa
(en negro)

Se cree que el pigmento biliar, especialmente en forma de bilirrubina directa, puede tener una
acción citotóxica y producir necrosis de ciertas células, en particular de neuronas. Esta lesión
neuronal con impregnación de pigmento biliar se observa en el prematuro en que la bilirrubina
directa puede atravesar la barrera hémato-encefálica.

Pigmento de Formalina

Se forma por acción del formol sobre la hemoglobina. Corresponde a un artefacto en forma de
grumos negros, predominantemente en zonas del tejido con acentuada hiperemia o hemorragias
recientes.

Hemosiderina

El organismo almacena el fierro en forma de dos compuestos: la hemosiderina y la ferritina. La


hemosiderina es un compuesto insoluble de hidróxido férrico y de una proteína, probablemente
apoferritina, es decir, la misma que forma parte de la ferritina, que es hidrosoluble e invisible al
microscopio de luz. El fierro de la hemosiderina procede casi siempre del contenido en la
hemoglobina, pero puede tener otro origen, de ahí que en este caso se use a veces el término de
siderina. En la práctica se usa hemosiderina en ambos casos.

Normalmente en el organismo humano hay 3 a 4 g de fierro, dos tercios de los cuales están en la
hemoglobina, mioglobina y enzimas. El otro tercio corresponde al fierro de depósito (ferritina y
hemosiderina) almacenado en macrófagos del bazo, médula ósea e hígado. El contenido total de
fierro del organismo es regulado por la absorción intestinal, de tal manera que hay mayor absorción
en personas con déficit de fierro.

La ferritina es un complejo formado por ion férrico y una proteína, la apoproteína (figura 2.14). Las
partículas de ferritina se encuentran dispersas en el citoplasma o, cuando tienen mayor contenido
de fierro, dentro de lisosomas formando los siderosomas. Los siderosomas pueden fusionarse y
formar grandes autofagolisosomas, en que la degradación de la apoferritina hace al compuesto
insoluble e indistinguible de la hemosiderina. El fierro se encuentra aquí en forma trivalente. A este
fierro trivalente debe la hemosiderina su color amarillo.

Figura 2.14.
Génesis formal de la hemosiderosis.

El fierro puede ingresar a la célula en forma micromolecular al acoplarse la transferrina a


receptores de la superficie celular o en forma macromolecular por fagocitosis de eritrocitos,
mioglobina, fierro coloidal, etc. La primera forma conduce a la formación de la reserva de ion férrico
y ferritina. La segunda forma se realiza por la formación de un heterofagosoma y luego
heterofagolisosomas de gran tamaño. Estos últimos son visibles mediante el microscopio de luz en
forma de grumos de color amarillo parduscos u ocres, refringentes y corresponden a los clásicos
corpúsculos de hemosiderina (figura 2.15).
Figura 2.15.
Hemosiderófagos con
pigmento
intracitoplasmático en
forma de gránulos
polifacetados. Nótese
la presencia de
gránulos libres
extracelulares.

Tanto la hemosiderina como la ferritina pueden demostrarse mediante la reacción del Azul de
Prusia, en la que el ferrocianuro de potasio y ácido clorhídrico forman, en presencia del fierro, el
ferrocianuro férrico de color azul. La hemosiderina se presentará en forma de grumos azules
dispersos en el citoplasma. La ferritina, en suficiente cantidad, da al citoplasma una coloración
azulada difusa sin grumos en microscopía de luz.

Depósitos Locales de Hemosiderina

Estos depósitos son secundarios a una hemorragia. La sangre al ser fagocitada por macrófagos es
degradada y se produce la hemosiderina, que se forma al 6º día de ocurrida la hemorragia. Si se
trata de un hematoma, macroscópicamente el material hemático, a medida que se acumula
hemosiderina, va tomando una coloración amarillo ocre y se va espesando hasta convertirse en
una masilla. En los pulmones con extravasación intraalveolar de eritrocitos, particularmente en la
estasis sanguínea crónica, la hemosiderina da al tejido un color rojo ladrillo.

Hemosiderosis Generalizada Secundaria

Se producen por un mayor aporte de fierro proveniente de la destrucción de glóbulos rojos. La


hemosiderina se acumula primero en el sistema fagocitario reticuloendotelial, si el aporte es mayor
se forma en células parenquimatosas del hígado, páncreas, miocardio. En estados más avanzados
puede ser imposible de diferenciar morfológicamente de la hemocromatosis.

Aportes excesivos se deben generalmente a transfusiones de sangre repetidas. Otra condición


importante es la hemolisis producida en válvulas cardíacas artificiales y anemias hemolíticas.
Hemocromatosis o Hemosiderosis Primaria

Es una enfermedad idiopática y familiar debida a una absorción intestinal de fierro muy aumentada,
2 a 3 veces la normal. Es más frecuente en el hombre en razón de 9:1, se presenta en general
alrededor de los 40 años de edad. Los órganos con mayor acumulación de fierro son el hígado y
páncreas que suele acompañarse de fibrosis. En el hígado se produce una cirrosis: cirrosis
pigmentaria siderótica. En el páncreas se compromete la secreción de insulina, lo que lleva a la
llamada diabetes bronceada por el color oscuro que toma la piel de estos pacientes debido a la
hiperpigmentación melánica. Se producen depósitos de siderina en casi todos los órganos,
especialmente importantes son los del corazón, donde pueden causar una insuficiencia cardíaca.
La tríada clásica es: cirrosis hepática, hiperpigmentación cutánea y diabetes.

Pigmentos Exógenos

Antracosis

Es la pigmentación negra de los tejidos debida a la acumulación de pigmento de carbón. La más


frecuente es la antracosis pulmonar. Las partículas de este pigmento insoluble, al ser aspiradas
son fagocitadas por macrófagos alveolares y neumocitos tipo I y, transportadas por los macrófagos,
alcanzan la vía linfática y llegan a los ganglios linfáticos regionales. El depósito en los linfáticos
forma bajo la pleura o una red, antracosis reticular, o manchas en los sitios de confluencia de los
vasos, antracosis macular. La acumulación del pigmento alrededor de los bronquios acentúa el
dibujo de la ramificación del árbol bronquial.

Las partículas de carbón, de 1 a 2 micrones de diámetro, son inertes y no causan daño en el tejido
donde se encuentran. Cuando la antracosis es muy acentuada y se produce además destrucción
del tejido pulmonar por otras causas, el pigmento del carbón puede irrumpir en la circulación
sanguínea y acumularse en células de otros órganos: en células de Kupffer, en macrófagos del
bazo, médula ósea y en riñones, entre otros. La llamada induración antracótica se debe a la
asociación de antracosis con silicosis. La tisis atra corresponde a un pulmón muy antracótico con
reblandecimiento o excavación debida generalmente a tuberculosis. Si el carbón penetra por vía
digestiva en grandes cantidades, como en mineros del carbón y fogoneros se produce antracosis
en las placas de Peyer del intestino delgado y en ganglios linfáticos mesentéricos.

Pigmentaciones Tóxicas

Estas pigmentaciones se deben a sales metálicas empleadas en algunos tratamientos o en ciertos


trabajos industriales. Las sales de plata se reducen en presencia de la luz y producen manchas
gris azuladas o parduscas, la argirosis. Al microscopio aparecen como gránulos negros. Las sales
de oro inyectadas dan lugar a manchas violáceas por reducción ante la luz. El mercurio, plomo,
bismuto y antimonio por la formación de súlfuros, producen una pigmentación lineal gris azulada o
negra en la mucosa bucal, especialmente en el borde dental de las encías. El arsénico aumenta la
actividad de la tirosinasa y así produce una hiperpigmentación melánica, la cual puede simular una
enfermedad de Addison.

CALCIFICACION PATOLOGICA
Formas de calcificación patológica

Calcificación patológica es la que ocurre fuera del esqueleto y dientes (calcificación heterotópica) y
la que en forma anormal afecta al tejido esquelético, como son la osteoporosis u osteopenia,
correspondiente a una atrofia del tejido óseo por balance negativo; la osteoesclerosis, que es lo
contrario de la osteoporosis, es decir un balance positivo de la síntesis del tejido óseo: enfermedad
marmórea o de Albers-Schönberg; el raquitismo y la osteomalacia, que es una falta de
mineralización del hueso. El raquitismo, falta de calcificación endocondral, es debido a un déficit de
vitamina D, responsable de la atracción del ion calcio. Otras son alteraciones secundarias del tejido
óseo por hiperparatiroidismo con aumento de la reabsorción ósea (resorción osteoclástica),
presencia de metástasis osteoclásticas de cánceres de la próstata, mama, bronquio, riñón, tiroides,
etcétera.

Clásicamente se ha distinguido en las calcificaciones heterotópicas: La calcificación distrófica y la


metastásica.

a) La calcificación distrófica es la que ocurre en células y tejidos previamente alterados, sobre


sustancias anormales o productos patológicos, cuerpos extraños. En estos casos no
necesariamente existen niveles de calcio y fosfato elevados en sangre. Está relacionada con el
producto de degradación celular que sirve como núcleo de calcificación por un mecanismo no
dependiente de energía y que puede tomarse como una variante del que se efectúa en las
vesículas de la matriz. Aquí la calcificación se inicia con frecuencia en forma de aposición sobre
superficies de membranas ricas en fofatidilserina y responsables de la formación de complejos de
fosfatidilserina-ion calcio, este último extracelular. La presencia de sustancias que captan ion calcio
como los fosfolípidos ácidos, constituyentes de las membranas, juega en este proceso un papel
primordial. Los restos de células necróticas sufren de esta manera una calcificación secundaria o
distrófica; a veces puede tratarse de restos de bacterias, como sucede en la placa dental o dentro
de los lisosomas en la malacoplaquia.

Las concreciones son calcificaciones producidas sobre sustancias anormales en glándulas,


conductos u órganos huecos y se pueden observar macroscópicamente como arenilla (próstata,
mama); reciben el nombre de cálculos o piedras cuando son muy duros y de mayor tamaño. En
cambio, cuando son pequeños aproximadamente 20 mm, se llaman calcosferitos. Son frecuentes
los cálculos de la vía biliar, urinaria, parótida y páncreas.

b) La calcificación metastásica es la que se produce en relación con hipercalcemia, es decir, por


un transporte elevado de calcio de un lugar del organismo, en este caso desde el hueso, a otro
lugar donde se deposita en forma de una metástasis cálcica, razón a la que debe su nombre. La
movilización del calcio en hipercalcemias (carbonatos y fosfatos) se produce en el
hiperparatiroidismo primario y secundario, hipervitaminosis D, metástasis osteclásticas,
inmovilización ósea, etcétera. La calcificación metastásica se realiza predominantemente en
aquellos lugares de excreción de ácidos (estómago: ácido clorhídrico, riñón: ácido úrico, pulmón:
anhídrido carbónico) donde precipita el calcio por alcalinización de pH. Aparentemente, la
calcificación metastásica se realiza por un mecanismo dependiente de energía.

El reconocimiento del depósito de calcio en los tejidos, puede realizarse mediante la reacción de
Von Kossa, que corresponde a un método de sustitución del Ca por Ag. El nitrato de plata da
fosfato de plata o carbonato de plata, es decir, la Ag se une sólo a la parte aniónica de las sales de
calcio (fosfatos o carbonatos), compuesto que es de color amarillo y que expuesto al sol o a la luz
adquiere color negro por reducción de la plata. También pueden usarse colorantes derivados de la
antraquinona como la alizarina que tiñe las sales de calcio de color rojo, pero que también puede
teñir otras sustancias. Los oxalatos de calcio y fosfatos de calcio pueden demostrarse por su
birrefringencia bajo luz polarizada.
ATROFIA

Concepto

Atrofia es la disminución del tamaño de un órgano por pérdida de masa protoplasmática. Cabe
precisar:

a) a diferencia de la hipoplasia, en que la pequeñez del órgano se debe a una detención del
desarrollo sin que el órgano alcance el tamaño normal, en la atrofia se trata de una reducción de
tamaño adquirida, es decir, después que el órgano normalmente desarrollado alcanzó el tamaño
normal;

b) la atrofia puede darse en diversos niveles de organización: en células aisladas, tejidos y


órganos. Un ejemplo de atrofia de órganos es la del cerebro; las superficies cortical y ependimaria
tienden a acercarse entre sí, los surcos se ensanchan y las circunvoluciones se adelgazan
(especialmente en los lóbulos frontales), el sistema ventricular se dilata y el espacio perivascular se
amplía (perceptible a veces en forma de cribas) (figura 2.16). La pérdida de masa protoplasmática
referida al organismo entero se llama emaciación, marasmo o caquexia. Emaciación significa
simplemente adelgazamiento morboso; marasmo y caquexia denotan una consunción extrema,
supuestamente reversible en el marasmo e irreversible en la caquexia;

Figura 2.16.
Atrofia cerebral: surcos ensanchados,
circunvoluciones adelgazadas y dilatación de
ventrículos.

c) en la atrofia, la pérdida de masa protoplasmática afecta principalmente al parénquima de los


órganos, por eso en los órganos atróficos el estroma suele ser prominente y parecer aumentado,
como se observa típicamente en el bazo. Algo similar ocurre en el corazón atrófico, en que los
vasos, menos afectados que el miocardio, parecen demasiado grandes y las arterias coronarias se
hacen flexuosas. Esta desproporción entre el tamaño de los vasos y el del órgano puede servir
para distinguir una atrofia de una hipoplasia, como en el caso del riñón;

d) la pérdida de masa protoplasmática en la atrofia se produce lentamente a través de un proceso


de desequilibrio entre anabolismo y catabolismo, en particular no se trata de una pérdida de masa
protoplasmática por necrosis, lo que representa en verdad una pseudoatrofia. Ejemplos de
pseudoatrofias son la llamada atrofia amarilla aguda del hígado y la atrofia roja subaguda del
hígado, en que la pérdida de masa protoplasmática se debe a una necrosis masiva; otro ejemplo
es la llamada atrofia granular de la corteza cerebral, en que se producen pequeñas depresiones
debidas a necrosis electiva de neuronas y microinfartos;

e) no todas las atrofias son patológicas: existen ortoatrofias y patoatrofias. La ortoatrofia se ve en


las gónadas, útero y trompas después de la vida fértil y en general en diversos órganos dentro de
los procesos involutivos de la senectud, así, en el bazo, en el timo, en las arterias y en diversos
órganos; el corazón es uno se los pocos órganos que no sufre atrofia senil. La ortoatrofia suele
acompañarse de aumento de fibras colágenas, así, en la mucosa tubaria, en el miometrio y en los
vasos. En las arterias disminuyen las fibras musculares y elásticas, lo que se aprecia en la aorta en
una disminución de la elasticidad.

Patogenia

La estructura celular normal, aparentemente estática, es sin embargo expresión de un equilibrio


dinámico entre anabolismo y catabolismo, procesos que se refieren fundamentalmente a proteínas:
proteosíntesis y proteolisis. En el músculo esquelético, por ejemplo, se desintegran y sintetizan
alrededor de 75 gramos de proteínas al día. La vida media de las proteínas en el organismo es
proporcional a la pequeñez de la molécula y al grado de basicidad, e inversamente proporcional al
peso molecular.

Desde este punto de vista se distinguen clásicamente dos formas patogenéticas de atrofia: la
atrofia hipoplástica, por inhibición del anabolismo, y la atrofia reabsortiva, por aceleración del
catabolismo. Ejemplo de la primera es la atrofia muscular por inanición, ejemplo de la segunda es
la atrofia muscular por desuso.

La pérdida de masa protoplasmática puede deberse a una disminución del tamaño de las células,
lo que constituye una atrofia simple (figura 2.17), o a una disminución del número de las células, lo
que constituye una atrofia numérica. Ambos tipos pueden coexistir.

Figura 2.17.
Atrofia simple. A la izquierda túbulos renales normales; a la
derecha, atrofia simple del epitelio tubular.
No está aclarado el proceso por el que se produce una disminución del número de células en la
atrofia numérica. Al parecer, en algunos casos mueren células atróficas sin dejar rastros
(apoptosis). Por ejemplo, esto sucede en algunas enfermedades del sistema nervioso central como
la esclerosis lateral amiotrófica y en enfermedades similares en los niños llamadas genéricamente
atrofia muscular espinal. Estas se caracterizan por una atrofia numérica de las neuronas de las
astas anteriores de la médula espinal. Las neuronas restantes muestran signos de atrofia y
alteraciones degenerativas inespecíficas. En otros casos, como en los tejidos lábiles, la atrofia
numérica parece deberse principalmente a una inhibición de la regeneración de las células que se
van destruyendo normalmente. En general, la atrofia numérica es más frecuente en tejidos lábiles;
la atrofia simple, en los tejidos estables.

En algunos órganos, especialmente el corazón e hígado, la atrofia simple suele acompañarse de


una acumulación de lipofuscina, lo que se manifiesta macroscópicamente en un tinte pardo
obscuro. Esta condición se llama atrofia fusca. La atrofia simple también puede acompañarse de
otras alteraciones paratróficas, como infiltración grasosa, degeneración vacuolar, condensación de
la substancia de Nissl y otras más. En este caso puede hablarse de una atrofia degenerativa. La
atrofia neuronal simple suele ser de este tipo.

Causas

Clásicamente se distinguen cuatro formas de atrofia según la causa: la por inanición, por presión,
por desuso y por denervación.

La atrofia por inanición corresponde en términos más generales a una atrofia por falta de aporte
nutritivo a las células. Patogénicamente se trata de una atrofia por disminución de la proteosíntesis.
Ejemplo típico es la atrofia de los órganos desnutridos. También a esta forma pertenece la atrofia
por isquemia.

La atrofia por presión es frecuente en el riñón en casos de obstrucción de las vías urinarias
inferiores y también en la compresión de órganos por masas tumorales, quísticas o aneurismáticas.
En esta forma de atrofia al parecer también juega un papel la isquemia determinada por
compresión de vasos. Probablemente se produce también por disminución de la proteosíntesis.

La atrofia por desuso o inactividad es frecuente en los pacientes que están largo tiempo en reposo,
al que son particularmente sensibles la musculatura esquelética y los huesos. La atrofia de los
huesos se manifiesta en una osteoporosis. En la atrofia por desuso se produce una aceleración de
la proteolisis.

La atrofia por denervación está bien documentada en la musculatura esquelética tanto en la


sección de un nervio, por ejemplo en casos de traumatismo, como en lesiones irreversibles de los
cuerpos neuronales, por ejemplo en poliomielitis. En estos casos no tiene lugar el estímulo
nervioso del músculo a través de la motoneurona inferior, estímulo con el cual se mantiene aun en
reposo el debido tono muscular. Los patólogos clásicos hablan de un estímulo trófico, sin embargo,
actualmente el carácter de ese estímulo no se concibe tanto en la mantención de un trofismo como
en la mantención de una actividad. En este sentido, la atrofia por denervación representaría mas
bien una forma particular de atrofia por inactividad. De hecho en ella se ha comprobado una
aceleración de la proteolisis al igual que en la atrofia por desuso.

Por último, también pueden distinguirse una atrofia endocrina. En este caso la acción de una
hormona estimulante de una glándula endocrina también consiste en un estímulo de la actividad
glandular y, en este sentido, la atrofia endocrina representaría otro caso particular de la atrofia por
inactividad. En la atrofia endocrina hay ejemplos de ortoatrofia como la del endometrio después de
la menopausia, y de patoatrofias, como la atrofia del endometrio en la enfermedad de Addison. La
osteoporosis senil es una forma de atrofia ósea de patogenia mixta: atrofia por inactividad y atrofia
endocrina.

ALTERACIONES DEL NUCLEO

El estudio del núcleo es de gran importancia en patología de neoplasias y alteraciones de los


cromosomas.

El recuento de mitosis de un tejido es el número de mitosis por 10 campos de aumento mayor y el


índice mitótico, la fracción de mitosis expresada en porcentaje. Tienen elevado índice mitótico las
neoplasias malignas que son especialmente agresivas. Núcleos poliploides existen normalmente
en el 10% de las células miocárdicas, hepáticas, de órganos endocrinos (lóbulo anterior de la
hipófisis, islotes de Langerhans), vesícula seminal, megacariocitos, y aumenta con la edad en
algunos órganos (hígado, vesícula seminal). Son patológicas las poliploidías en la regeneración
celular después de daño tisular (necrosis en hígado, en túbulos renales, etcétera), hipertrofia de
células miocárdicas, etcétera. Núcleos aneuploides se encuentran en síndromes malformativos y
neoplasias malignas.

La cromatina nuclear se ve en dos formas: condensada denominada heterocromatina, o


expandida, llamada eucromatina. En esta última se pueden observar en microscopía electrónica
largas cadenas de ADN y partículas que corresponden a ADN alrededor de histonas, componente
denominado nucleosoma.

Una disminución en la función y metabolismo celular, como sucede en la atrofia simple se


acompaña de un aumento de la heterocromatina. Cuando la heterocromatina es muy irregular,
desordenada y variable, se denomina discariosis, lo que se observa en neoplasias malignas. Hay
neoplasias donde se pierde heterocromatina (carcinoma papilar del tiroides, carcinoma de epitelios
cilíndricos, etc.) y los núcleos muestran un aspecto claro y homogéneo en su zona central, sin
llegar a ser vacuolados (núcleos esmerilados).

El nucléolo, especialmente desarrollado en células con síntesis proteica activa, está formado en
gran parte por ARN (ácido ribonucleico) al que se debe su basofilia; contiene además algo de ADN,
que corresponde a las regiones del organizador nucleolar (RON), donde asas de ADN localizadas
en los cromosomas acrocéntricos pueden demostrarse mediante hibridización in situ para localizar
los genes ribosomales. El hombre posee cinco pares de cromosomas acrocéntricos y cada uno de
ellos tiene dos RON, lo que da un total de 20 regiones para cada célula diploide. Estas regiones
están asociadas a ciertas proteínas argirofílicas, característica útil para demostrar estas regiones
mediante impregnación argéntica, con la que se ven como puntos negros en el nucléolo. El análisis
cuantitativo de NOR puede ser usado para diferenciar neoplasias malignas de benignas, inferir su
ploidía, su estado de actividad celular y su grado de malignidad.

Células con dos o más núcleos se denominan multinucleadas y son normales en el


sinciciotrofoblasto, hígado, músculo estriado, miocardio, osteoclastos, condroclastos. Son
patológicas: células de cuerpo extraño, de Langhans, de Touton en acumulaciones de lípidos,
células gigantes en neoplasias benignas y malignas, células de Reed-Sternberg de la enfermedad
de Hodgkin, hepatitis congénita con células gigantes. Su patogenia puede atribuirse a mitosis sin
separación del citoplasma o a fusión de células entre sí.

Un daño celular mayor puede acompañarse de condensación de cromatina nuclear en forma de


grumos o gruesos fragmentos alrededor del nucléolo y adosados a la membrana nuclear. Esta
alteración puede seguir a una fase irreversible: acentuada hipercromatosis marginal o marginación
de la cromatina nuclear, cariorrexis, condensación centrípeta de la cromatina nuclear o picnosis y
disolución o cariólisis.
Se denomina atipia nuclear a variaciones anormales del tamaño, forma y constitución del núcleo
(hipercromasia-aneuploidia) generalmente con polimorfismo nuclear.

Las inclusiones nucleares pueden corresponder a pseudoinclusiones citoplasmáticas,


especialmente frecuentes en neoplasias, o a verdaderas inclusiones nucleares delimitadas por
membranas y que se pueden producir durante la telofase. Las inclusiones nucleares de glicógeno
son especialmente frecuentes en el hígado en diabéticos y su patogenia es desconocida. De todas
las inclusiones nucleares las de mayor importancia por su significado diagnóstico son las de tipo
viral, del ADN viral, como las que se observan por citomegalovirus (CMV), adenovirus, virus
papiloma humano de la verruga vulgar, herpes, etc. Virus no visibles a través de sus inclusiones,
especialmente en fase d einfección latente, pueden ser marcados con anticuerpos monoclonales
específicos, como por ejemplo, el virus papiloma humano (HPV) en cervicitis crónica del útero, en
condiloma acuminado, etcétera, virus de Epstein-Barr en carcinoma nasofaríngeo y enfermedades
linfoproliferativas asociadas a inmunosupresión.

DAÑO CELULAR IRREVERSIBLE

Muerte Celular

El daño irreversible se traduce morfológicamente en muerte celular, de la cual reconocemos dos


tipos: necrosis y apoptosis.

NECROSIS

La necrosis puede definirse como la muerte celular patológica reconocible por los signos
morfológicos de la necrofanerosis. Estos son: en el citoplasma, hipereosinofilia y pérdida de la
estructura normal; en el núcleo, picnosis, cariolisis o cariorrexis (figura 2.18). La picnosis es la
retracción del núcleo con condensación de la cromatina; la cariolisis, la disolución del núcleo; la
cariorrexis, la fragmentación del núcleo en trozos con cromatina condensada. Las alteraciones del
citoplasma y núcleo son coexistentes. La picnosis, cariolisis y cariorrexis no constituyen etapas de
la alteración nuclear; representan, aparentemente, formas distintas de reacción.

Figura 2.18.
Signos de la necrofanerosis.
A la izquierda, célula normal; a
la derecha, cariorrexis (arriba),
picnosis nuclear (al medio) y
cariólisis (abajo).
Hipereosinofilia representada
por mayor densidad de puntos.
En esta definición se destacan dos ideas: por una parte, el carácter patológico de la necrosis como
la manifestación más grave de enfermedad a nivel celular; por otra, la base morfológica, dada por
los signos de la necrofanerosis, en el reconocimiento de la necrosis.

La primera idea excluye de la necrosis toda muerte celular que no sea manifestación de
enfermedad, es decir la apoptosis que ocurre en la muerte celular normal en los tejidos lábiles, es
decir, en los que están sometidos normalmente a un recambio de células, como los eritrocitos, las
células epidérmicas, las células de los epitelios respiratorio y digestivo, etcétera. Se excluye
también la muerte celular dentro del proceso de remodelación de órganos en desarrollo. No abarca
tampoco la muerte celular que ocurre en el organismo muerto, como fenómeno cadavérico. No
comprende, por último, la muerte de células separadas del organismo y producida por la acción de
líquidos fijadores, pues dicha muerte no es manifestación de enfermedad.

La segunda idea excluye de la necrosis otras formas de muerte celular patológica o apoptosis
asociada a condiciones patológicas, que no se manifiestan en los signos de la necrofanerosis, así
por ejemplo, la muerte celular por la que puede producirse una atrofia numérica.

Necrobiosis, necrofanerosis y necrolisis

Desde el momento en que actúa una noxa, se producen en la célula alteraciones morfológicas y
funcionales que durante algún tiempo son reversibles si cesa la acción nociva. De hecho, a la
microscopía de luz no se conoce ninguna alteración en la célula aún viva que indique con certeza
daño celular irreversible conducente a necrosis. Con microscopía electrónica se han descubierto
alteraciones que, según lo muestra la llamada necrosis de reperfusión (véase más adelante),
indican en la célula viva muerte inevitable. Estas lesiones, llamadas irreversibles, consisten en
floculaciones de la matriz de las mitocondrias. Puede considerarse que la célula muere en el
momento en que la pérdida de funciones vitales es irreversible aunque cese la acción nociva.
Signos de funciones vitales de la célula son: movimientos celulares (perceptibles con microscopía
de contraste de fases), tinción granular del citoplasma con colorantes vitales sin tinción del núcleo,
respiración celular (manifestada por consumo de oxígeno) y existencia de un potencial de
membrana.

Necrobiosis

Se llama necrobiosis el proceso celular que media entre el momento en que la célula muere y el
momento en que se presenta la necrofanerosis. Durante este periodo la célula no muestra
alteraciones a la microscopía corriente; con este método de examen la necrobiosis dura 6 a 8
horas. Con el microscopio de fase contrastada pueden verse algunas alteraciones nucleares a las
2 horas de ocurrida la muerte celular y a las 4 horas: núcleo granular y núcleo con halo brillante,
respectivamente. Con el microscopio electrónico se encuentran las primeras alteraciones
consideradas irreversibles entre 1 y 2 horas después de iniciada una isquemia experimental en el
epitelio hepático y tubular renal y de 20 a 60 minutos en las fibras miocárdicas, esto es muy poco
antes del momento en que parece ocurrir la muerte celular (60 minutos en los epitelios indicados,
30 minutos en fibras miocárdicas). El concepto de necrobiosis, sin embargo, nació del estudio con
microscopía de luz.

Necrofanerosis

Los signos de necrofanerosis están definidos claramente con microscopía de luz, se presentan, por
lo general, no antes de 6 horas de ocurrida la muerte celular y pueden persistir días o semanas e
incluso meses. En neuronas necróticas del hombre los primeros signos de la fase siguiente, la
necrolisis, se observan en el núcleo a los 5 días de ocurrida la muerte celular.

Necrolisis

Se denomina necrolisis el proceso de desintegración y disolución de la célula necrótica, proceso


que en ciertas condiciones se acompaña de infiltración de células polinucleares y remoción de los
detritus celulares por macrófagos.

Nomenclatura

El concepto de necrosis se refiere esencialmente a células, la destrucción de la sustancia


intercelular en la necrosis es un hecho secundario e inconstante y que se observa bajo ciertas
condiciones. En todo caso, no es uniforme la terminología usada para designar la destrucción del
material intercelular que puede acompañar a una necrosis. Algunos autores hablan por ejemplo de
"necrosis de fibras colágenas", uso que aquí no se comparte.

El término de necrosis comprende la muerte celular y el proceso que le sigue, es decir, la


necrobiosis, necrofanerosis y necrolisis (figura 2.19). Los autores angloamericanos lo usan de
manera algo diferente: el momento en que ocurre daño celular irreversible lo llaman "punto sin
retorno" ("point of no return"), a la muerte celular que se produce en ese momento, la llaman
simplemente "muerte celular", y denominan "necrosis" el proceso que sigue a la muerte celular
refiriéndose en particular a la necrofanerosis.

Figura 2.19.

Esquema de las fases de la necrosis.

Genesis Causal

Los factores que pueden producir necrosis son de naturaleza tan variada como los indicados en la
etiología general. Dos son sin embargo los que se han usado más frecuentemente para
comprender la patogenia de la necrosis: la hipoxia por isquemia y ciertos factores tóxicos como las
radiaciones ionizantes.
Patogenia

a. Necrosis por hipoxia

En este modelo la alteración primaria en la célula se produce en las mitocondrias, en las que se
frena la oxidación fosforilativa y disminuye así la producción de ATP. El descenso de ATP tiene
fundamentalmente dos consecuencias: puesta en marcha de la glicolisis (anaeróbica) y detención
de los procesos activos que requieren

ATP. La glicolisis lleva a un rápido consumo del glicógeno, acumulación del ácido láctico y
descenso del pH, al que se atribuye la condensación de la cromatina nuclear. Los procesos activos
que se detienen son tres: bomba de sodio, agregación de los polirribosomas junto a la membrana
del retículo endoplasmático y captación de calcio en las mitocondrias. Así, se producen entrada de
agua y sodio a la célula y dispersión de los polirribosomas. La célula y las mitocondrias aparecen
hinchadas; los gránulos mitocondriales desaparecen; el retículo endoplasmático se halla dilatado;
los polirribosomas dispersos. Estas alteraciones son reversibles y se desarrollan en los primeros 15
minutos de hipoxia. Alrededor de los 20 minutos se producen cristolisis y aparecen floculaciones de
la matriz de las mitocondrias, que indican aparentemente lesión irreversible de la célula. Estas
floculaciones parecen corresponder a proteínas desnaturalizadas. No está aclarado exactamente
por qué se produce esta alteración.

Normalmente la concentración de iones de calcio en el líquido extracelular es muy superior a la


concentración de ese elemento en el citosol: los valores respectivos son del orden de 10-3 y 10-
7M. En condiciones normales, las mitocondrias captan iones de calcio cuando tiende a subir la
concentración en el citosol. La concentración dentro de las mitocondrias es del orden de 10-5M.
Cuando el descenso de ATP es acentuado, se produce salida de iones de calcio de las
mitocondrias al citosol, lo que activa las fosfolipasas y proteasas, que actúan entonces sobre la
membrana celular, el citoesqueleto y la membrana de los organelos, y producen rupturas de
membranas y filamentos. Las rupturas de la membrana celular indican también daño celular
irreversible y permiten gran aflujo de iones de calcio al citosol, la lesión de la membrana
mitocondrial hace que el flujo de iones de calcio inunde también las mitocondrias: así se produce la
mineralización mitocondrial. La lesión de la membrana lisosomal permite la salida de las enzimas
lisosomales, con lo que se produce la autodigestión (autólisis).

b. Necrosis por radiación

En este modelo la noxa corresponde a radicales libres producidos por la radiación ionizante. La
lesión primaria se produce en la membrana celular. Las alteraciones que siguen son similares a las
de las últimas fases de la necrosis por hipoxia, fases en que la entrada de iones de calcio al citosol,
la activación de las enzimas y las lesiones de las membranas celulares desempeñan el papel
principal. Las lesiones mitocondriales se producen tardíamente en comparación con la necrosis por
hipoxia. Entre otras noxas que actúan de manera similar a las radiaciones ionizantes, está el
tetracloruro de carbono.

c. Necrosis de reperfusión

En este modelo estudiado en la isquemia experimental del miocardio y de particular importancia en


la patología humana, a diferencia de la necrosis por hipoxia, la necrosis se produce no durante
isquemia, sino cuando se la interrumpe reperfundiendo sangre. Se trata de una isquemia
prolongada, pero transitoria, de unos 20 minutos, es decir, que alcanza a producir floculaciones de
la matriz mitocondrial. Al reperfundir el tejido en este estado, el fenómeno se manifiesta
característicamente por bandas de contracción que comprenden varios sarcómeros y que se
alternan con bandas de rarefacción, en las que las miofibrillas aparecen rotas y las mitocondrias
desplazadas en acúmulos (figura 2.20). En las bandas de contracción, en cambio, el material
filamentoso aparece disgregado y aglutinado. Se cree que al final del período de isquemia se
producen alteraciones celulares tales que hacen reaccionar anormalmente a la célula frente a la
reperfusión con la producción de altas cantidades de radicales libres, que, en comparación con la
necrosis hipóxica por isquemia mantenida, alteran precozmente la membrana celular y el
citoesqueleto con rápida mineralización de las mitocondrias. En este modelo se superponen así los
mecanismos de los dos modelos antes descritos.

Figura 2.20.
Necrosis de reperfusión
de fibras miocárdicas.
Partes de dos fibras
separadas por un disco
intercalar; a la derecha,
fibra normal; a la
izquierda, fibra con
bandas de contracción,
entre éstas rarefacción
de filamentos,
mitocondrias
mineralizadas y
desplazadas en
acúmulos.

Formas de Necrosis

Clásicamente se distinguen dos formas principales: la necrosis de coagulación y la necrosis de


colicuación. Los signos que permiten distinguir estas formas son esencialmente macroscópicos y
se observan, por lo tanto, cuando la necrosis alcanza dimensiones adecuadas, como los infartos.

a. Necrosis de coagulación

La zona necrótica, cuando ya hay necrofanerosis, aparece tumefacta, amarillenta; en los infartos,
carece de la estructura normal. Si la necrosis es extensa, aunque no corresponda a un infarto,
puede haber destrucción de la trama fibrilar, como sucede en las necrosis masivas del hígado.

Al microscopio, las células comprometidas presentan los signos típicos de la necrofanerosis (figura
2.21). En general, se reconoce la estructura del órgano por las siluetas de las células y fibras. Se
habla de una necrosis estructurada.
Figura 2.21.
Aspecto microscópico de la
necrosis de coagulación en
miocardio. A la derecha,
fibras con signos de
necrofanerosis: picnosis
nuclear, hipereosinofilia del
citoplasma, pérdida de la
estiración normal.

El proceso necrolítico se desarrolla lentamente; si la necrosis es extensa, se produce un proceso


reparativo que deja una cicatriz. Si es pequeña y afecta sólo el parénquima, se colapsa la trama
fribilar.

La necrosis de coagulación tiene dos variantes: la necrosis de caseificación y la necrosis cérea o


de Zenker.

Necrosis de caseificación. Ella presenta una superficie de corte homogénea, blanquecino


amarillenta, con un aspecto similar al queso (mantecoso). Ocurre con mayor frecuencia en la
tuberculosis, en la forma exudativo-caseosa, en la que primero se produce un exudado, que se
caseifica junto con el tejido inflamado (figura 2.22).

Figura 2.22.
Necrosis de caseificación en
pulmón.
A la izquierda alvéolo con
exudado antes de la
caseificación. Esta afecta
tanto al exudado como las
paredes alveolares (indicado
por lineas). A la derecha,
zona caseificada.

En la necrosis de caseificación constantemente se necrosan las células y se destruye la trama


fribilar; las más resistentes a esta destrucción son las fibras elásticas. Al microscopio el tejido
comprometido aparece como una masa eosinófila en la que, en general, las siluetas de las
estructuras son confusas; se habla por eso de una "necrosis no estructurada". Los caracteres
particulares de la necrosis de caseificación se deben a ciertas substancias grasas, que en el bacilo
tuberculoso corresponden a lipopolisacáridos. La caseificación puede producirse también en otras
inflamaciones, como en la sífilis y en el carcinoma de células renales, llamado también
hipernefroma, que contiene substancias grasas.

Necrosis cérea. Zenker describió esta lesión en los músculos abdominales en la fiebre tifoidea, en
la que se presenta especialmente en las porciones inferiores de los músculos rectos. El aspecto
macroscópico es similar al de la cera: focos amarillo-verdosos, opacos, homogéneos. La lesión
puede verse en la musculatura esquelética en otras enfermedades infecciosas. Al microscopio el
sarcoplasma muestra una fuerte hipereosinofilia (figura 2.23). Por extensión se ha descrito una
necrosis cérea en el miocardio, donde las fibras comprometidas presentan un aspecto
microscópico similar. En ocasiones las masas hipereosinófilas del sarcoplasma no se acompañan
de alteraciones del núcleo; en estos casos no se trata de una necrosis; se habla entonces de
coagulación del sarcoplasma o degeneración cérea o de Zenker.

Figura 2.23.
Necrosis y degeneración cérea de fibras
musculares esqueléticas. Arriba, una fibra
normal; debajo de ella, una con necrosis
cérea; abajo, dos fibras con degeneración
cérea (sin alteraciones nucleares)

b. Necrosis de colicuación

La necrosis de colicuación se presenta casi exclusivamente en el sistema nervioso central, con


mayor frecuencia en infartos cerebrales, en que es más manifiesta en la substancia blanca; puede
ocurrir también en el páncreas como componente de pancreatitis necróticas. Está condicionada en
particular por características del tejido comprometido. No se trata de una forma esencialmente
diferente de la necrosis de coagulación, se trata, en particular, de una necrosis con rápida e
intensa necrolisis producida por una intensa actividad enzimática. Ello se manifiesta
macroscópicamente en la transformación de la zona comprometida en una cavidad, en cuyos
bordes se aprecia al microscopio una intensa actividad macrofágica. En el cerebro las zonas de
cavitación comienzan a producirse en la tercera semana de evolución de un infarto; los
macrófagos, que corresponden a la microglía, aparecen a los cuatro días de evolución. Ellos
contienen material graso producto de la desintegración de la mielina, en forma de gotitas y
gránulos, por lo que esos macrófagos reciben el nombre de "corpúsculos gránulo-adiposos"; suelen
contener además, hemosiderina, producto de la degradación de la hemoglobina fagocitada (figura
2.24).
Figura 2.24.
Corpúsculo gránulo-adiposo en
encefalomalacia: microglía con
gotitas de material graso y
partículas de hemosiderina en el
citoplasma.

Los caracteres particulares de la necrosis de colicuación en el tejido nervioso, especialmente de la


substancia blanca, se explican por su pobre contenido en proteínas y su alto contenido en
substancias grasas. Se sabe que en la necrosis de coagulación el pH, después de descender bajo
lo normal, sube y se mantiene sobre siete durante la necrofanerosis; debido a esta alcalinidad la
actividad enzimática es baja, y el material necrótico, de alto contenido proteico, es lisado
lentamente. En la necrosis de colicuación el pH se mantiene ácido, lo que favorece la actividad
enzimática. El medio ácido se explica por la liberación de ácidos grasos producidos en la
desintegración de la mielina. En el páncreas, la necrosis de colicuación se explica por el alto
contenido en enzimas proteolíticas de éste órgano.

El páncreas también tiene un alto contenido en lipasas, que, al necrosarse las células, se liberan y
actúan sobre el tejido adiposo vecino: se produce una adiponecrosis (mal llamada "necrosis
grasa"). En la adiponecrosis se lisan los triglicéridos y se liberan grandes cantidades de ácidos
grasos; se producen así jabones de calcio lo que da un aspecto finamente granular basófilo a los
focos necróticos.

En algunos procesos séptico-toxémicos, en algunos casos de hipoxia y en algunas inflamaciones,


se producen en el miocardio focos microscópicos de miolisis del parénquima con conservación de
la membrana basal de las fibras comprometidas (figura 2.25). El intersticio tampoco se
compromete. La lesión no se da a nivel macroscópico. Se trata también de una necrosis con rápida
necrolisis; los mecanismos patogenéticos no se conocen.
Figura 2.25.
Miólisis en miocardiocitos. Las fibrs
comprometidas, en su mayor parte
con citoplasma de aspecto vacío,
con escaso material granular y
filamentoso.

GANGRENA

La gangrena no es una forma especial de necrosis, es una forma particular de evolución de una
necrosis, la cual está condicionada por ciertos gérmenes. Estos gérmenes actúan sobre las
proteínas, especialmente sobre la hemoglobina, y los productos de descomposición dan la
coloración negruzca característica de la gangrena. Patogenéticamente hay dos formas distintas de
gangrena: la isquémica y la infecciosa.

a. Gangrena isquémica

Se produce en la piel y tejidos blandos subyacentes, con mayor frecuencia en las extremidades
inferiores debido a obstrucción arterioesclerótica. La necrosis se produce por la isquemia y sobre el
tejido necrótico actúan secundariamente los gérmenes saprófitos de la piel. Según cuáles sean las
condiciones del tejido comprometido, se produce una gangrena isquémica seca o húmeda.

Gangrena seca. En esta forma la evaporación del agua produce rápidamente una desecación de
la piel comprometida, que se transforma en una lámina acartonada, pardo negruzca, seca. El
territorio comprometido queda bien demarcado, los gérmenes no penetran en la profundidad, no se
produce intoxicación del organismo.

Gangrena húmeda. Especialmente cuando hay edema o la piel está húmeda, los gérmenes
penetran en los tejidos subyacentes, donde proliferan y dan origen a un estado tóxico; el territorio
comprometido, pardo verduzco, no queda bien delimitado.

b. Gangrena infecciosa

En esta forma la necrosis y la gangrena son producidas por gérmenes; gérmenes anaeróbicos que
actúan sobre tejidos ya desvitalizados generalmente por una inflamación. Esta forma de gangrena
se observa en las vísceras, en que el territorio comprometido aparece reblandecido, friable, en
forma de colgajos, a veces con burbujas de gas producido por los gérmenes. La gangrena
infecciosa es altamente tóxica, se la encuentra como complicación de bronconeumonías o
pneumonías, apendicitis, colecistitis, metritis y otras inflamaciones.

Necrosis Electiva Parenquimatosa

Frente a las noxas más comunes, en especial, a la hipoxia, el parénquima de un órgano sufre una
necrosis antes que las células del estroma y antes que se produzca una destrucción de la trama
fibrilar. Se habla de una necrosis electiva del parénquima, en que se manifiesta la vulnerabilidad
selectiva del parénquima. Esta necrosis se da como necrosis celular aislada o de pequeños
grupos. La necrosis electiva del parénquima es una lesión frecuente, que las más de las veces se
produce por hipoxia o acción tóxica. La hipoxia, con frecuencia, se debe a un shock o a una
isquemia.

Necrosis Organicas Frecuentes

Miocardio

Las necrosis más frecuentes del miocardio son las que se dan en los infartos y las necrosis
electivas parenquimatosas por hipoxia. Estas últimas se producen de preferencia en los territorios
terminales de irrigación, es decir, en la zona subendocárdica.

Encéfalo

Al igual que en el miocardio, las necrosis más frecuentes del encéfalo corresponden a infartos y a
necrosis electivas parenquimatosas por hipoxia. Estas últimas se producen en ciertas zonas del
encéfalo, entre ellas de preferencia en las capas profundas de la corteza cerebral de ciertas áreas
parietales y occipitales. No se sabe si esta mayor selectividad en la distribución de necrosis
parenquimatosa del encéfalo se debe a condiciones metabólicas celulares, que hacen más
susceptibles ciertas neuronas (teoría de la patoclisis, Vogt) o a condiciones de irrigación menos
favorables (teoría vascular, Spielmeyer).

Hígado

En el hígado los infartos son muy raros. Se distinguen la necrosis masiva, las necrosis focales y las
zonales. La necrosis masiva se observa en hepatitis y en intoxicaciones. Suele haber destrucción
de la trama fibrilar. Con alta frecuencia conducen a la muerte. Las necrosis focales representan de
regla necrosis electivas de parénquima en forma de células aisladas o pequeños grupos de
hepatocitos necróticos. La necrosis celular aislada se observa en hipoxias, en estados tóxicos y en
ciertas inflamaciones; las necrosis focales se producen en general en estas dos últimas
condiciones. Se trata de pequeños grupos de hepatocitos necróticos distribuidos irregularmente en
los lobulillos.

En las necrosis zonales, que suelen ser puramente parenquimatosas, se afecta regularmente una
zona del lobulillo. Las necrosis centrolobulillares, o más propiamente las necrosis acinares del área
3, son las más frecuentes, especialmente en hipoxias; pueden producirse también en ciertas
intoxicaciones. La necrosis mediolobulillar es muy rara, ejemplo típico es la que ocurre en la fiebre
amarilla. La necrosis perilobulillar es relativamente rara, se produce en la eclampsia en la que se
acompaña generalmente de hemorragias en esa zona, y en ciertas intoxicaciones.

Riñón

Las necrosis en el riñón se presentan en los infartos, que son frecuentes; en la necrosis electiva
del epitelio de los túbulos renales, también frecuentes; en la necrosis papilar, relativamente
frecuente; y en la necrosis cortical, rara.

La necrosis electiva parenquimatosa afecta preferentemente el epitelio de los túbulos proximales,


donde se produce por hipoxia o en ciertas en intoxicaciones; en ciertos casos de hipoxia puede
comprometerse la membrana basal. La necrosis puede afectar células aisladas o gran parte del
epitelio tubular.

La necrosis papilar renal, en que se afectan las papilas y a veces gran parte de la médula, se
observa casi siempre en relación con otras enfermedades o lesiones renales. Entre las primeras se
encuentra ante todo la diabetes mellitus; entre las segundas, la pielonefritis. No rara vez coexisten
ambas. Probablemente el factor patogenético más importante es la isquemia.

La necrosis cortical renal, en la que pueden afectarse pequeñas partes o la casi totalidad de la
corteza, en el adulto se ve especialmente en complicaciones del embarazo, como en el
desprendimiento prematuro de la placenta. Probablemente el factor patogenético principal es la
isquemia; la necrosis cortical renal en el recién nacido ocurre con mayor frecuencia que en el
adulto.

APOPTOSIS

Es una forma de muerte celular caracterizada por hipereosinofilia y retracción citoplasmáticas con
fragmentación nuclear (cariorrexis) desencadenada por señales celulares controladas
genéticamente. Estas señales pueden originarse en la célula misma o de la interacción con otras
células. La apoptosis tiene un significado biológico muy importante, que es opuesto al de la mitosis
en la regulación del volumen tisular. La apoptosis contribuye a dar la forma a los órganos durante
la morfogénesis y elimina células inmunológicamente autorreactivas, las células infectadas y las
genéticamente dañadas, cuya existencia es potencialmente dañina para el huésped. La apoptosis
no presenta las fases de necrobiosis, necrofanerosis y necrolisis. Los signos morfológicos de la
apoptosis son muy semejantes a los de la necrofanerosis. En la apoptosis las alteraciones
nucleares representan los cambios más significativos e importantes de la célula muerta y los
organelos permanecen inalterados incluso hasta la fase en que aparecen los cuerpos apoptóticos.
En la apoptosis destacan las alteraciones morofológicas del núcleo frente a las del citoplasma, a la
inversa de lo que ocurre en la necrosis en general. A diferencia de la apoptosis, la necrosis es una
forma de muerte celular que resulta de un proceso pasivo, accidental y que es consecuencia de la
destrucción progresiva de la estructura con alteración definitiva de la función normal en un daño
irreversible; este daño está desencadenado por cambios ambientales como la isquemia,
temperaturas extremas y traumatismos mecánicos.

La apoptosis se ha conocido con otros nombres: cuerpos de Councilman (hígado), cuerpos


cariolíticos (criptas intestinales), cuerpos tingibles (ganglio linfático), cuerpos de Civatte (piel),
cuerpos hematoxilínicos (varios)
Al microscopio de luz, las células apoptóticas se observan como células pequeñas,
hipereosinófilas, de citoplasma redondeado u oval con o sin material nuclear basófilo. El citoplasma
en fases más avanzadas aparece fragmentado, que varían de tamaño considerablemente. La
cromatina aparece como masas hiperbasóflas, densas. La fagocitosis de los cuerpos apoptóticos
no induce a los macrófagos para que estimulen una respuesta inflamatoria.

Al microscopio electrónico, en la fase temprana hay condensación de la cromatina, para formar


masas crescénticas uniformemente densas, delimitadas; el nucleólo presenta disposición periférica
de la cromatina con formación de gránulos osmiofílicos hacia el centro del núcleo; el núcleo fibrilar
proteico forma una masa granular compacta usualmente adosada a la superficie interna de la
cromatina condensada. Los desmosomas aparecen desestructurados y estructuras de superficie
como microvellosidades están desorganizadas. El volumen celular está disminuido y la densidad
celular aumentada, los organelos citoplasmáticos aparecen compactos y la silueta de la célula
(citoplasma y núcleo) está convoluta (figura 2.26).

Figura 2.2.6.
Apoptosis. Esquema
comparativo con
necrosis.
Arriba, célula normal.
A la izquierda, signos
de necrofanerosis; a
la derecha, cambios
nucleares de la
apoptosis con cuerpos
apópticos. Nótese la
conservación de
organelos en
apoptosis.

En la fase avanzada el núcleo se observa fragmentado y con condesación de la cromatina.

En el citoplasma hay agregación de filamentos intermedios, formación de grumos de proteínas


ribosomales, agrupación concéntrica de retículo endoplásmico rugoso, las células con abundante
citoplasma forman prolongaciones muy prominentes. Finalmente éstas se separan para formar los
fragmentos denominados cuerpos apoptóticos. In vivo, estos cuerpos son rápidamente fagocitados
por células epiteliales adyacentes, fagocitos mononucleares e incluso células neoplásicas. Esta
fagocitosis y degradación rápida pueden explicar la ausencia de inflamación en este fenómeno.
Esta secuencia de alteraciones ocurre muy rápidamente: la retracción citoplasmática y la aparición
de prolongaciones sucede en minutos y los cuerpos apoptóticos son digeridos en algunas horas.

La fragmentación rápida y regular del ADN es característica. Hay fragmentación inicialmente en


trozos de 300 pares de bases y luego de 50 pares de bases con división del ADN internucleosomal
de doble hebra. Esto origina fragmentos de 186 pares de bases y múltiplos de ellos (multímeros),
lo cual se observa en electroforesis en gel de agarosa como el llamado "patrón en escalera". La
fragmentación se produce por activación de endonucleasas dependientes de calcio. Muchos de los
cambios celulares se atribuyen a la acción de enzima convertidora de interleuquina 1b y granzima
B. La transglutaminasa tisular produce agregados proteicos subplasmalemales, que evitan la
liberación de enzimas intracelulares particularmente dañinas.

Los genes que participan en el control de la apoptosis son p53, c-myc y bcl-2.

El aumento de la proteína p53 se asocia a una detención del ciclo celular favoreciendo la
reparación de ADN dañado, que de no ser posible termina con la eliminación de la célula. c-myc
induce apoptosis y aunque hay expresión aumentada, ésta pareciera no ser esencial para
desencadenar por sí sola apoptosis. La expresión de bcl-2 confiere resistencia de las células a la
apoptosis y así promueve la sobrevivencia celular y por lo tanto favorece las mutaciones y la
transformación neoplásica.

Apoptosis ocurre en desarrollo normal, diferenciación celular terminal, recambio celular normal en
tejido adultos, pérdida celular cíclica en tejido maduros, involución, atrofia patológica en tejidos
hormono-dependientes y obstrucción mecánica, y regresión de hiperplasia, inmunidad celular,
neoplasia, quimioterpia y toxinas. Se ha hablado de muerte celular programada. Esto se debe a
que algunas células aparecen como programadas a morir en un cierto momento como parte de la
función o desarrollo normal de los tejidos. Por ejemplo, el desarrollo embrionario (delección de
órganos transitorios, conformación de órganos como en metamorfosis, fusión de fisuras y surcos
como el paladar, etc), recambio celular normal como en epidermis y maduración normal de células
como linfocitos en centros germinales de linfonodos.

Hay ciertas enfermedades asociadas a aumento o disminución de apoptosis (Tablas 1 y 2).

Tabla 1.
ENFERMEDADES ASOCIADAS A INHIBICION DE APOPTOSIS
(aumento de la proliferación).

1. Cancer
linfoma no Hodgkin folicular (bcl2 +)
carcinoma (p53 +)
tumores hormono-dependientes
carcinoma de mama
carcinoma de próstata
carcinoma de ovario

2. Enfermedades Autoinmunitarias
Lupus eritematoso sistémico
Glomerulonefritis autoinmunitaria
3. Infecciones Virales
virus herpes
poxvirus
adenovirus (E1B)

Tabla 2.
ENFERMEDADES ASOCIADAS A AUMENTO DE APOPTOSIS
(disminución de proliferación = aumento de muerte celular)

1. Sida

2. Enfermedades Neurodegenerativas
Enf. de Alzheimer
Enf. de Parkinson
Esclerosis lateral amiotrófica
Retinitis pigmentosa
Degeneración cerebelosa

3. Sindrome Mielosdisplásticos
Anemia Aplástica

4. Daño Isquemico
Infarto del miocardio
Apoplejía
Daño por reperfusión

5. Daño Hepatico por Alcohol

CAPÍTULO 3. TRASTORNOS CIRCULATORIOS

HIPEREMIA

Concepto

Hiperemia es el aumento del contenido sanguíneo intravascular de un órgano, segmento de órgano


o tejido vascularizado.

Según Ricker, el grado de hiperemia depende de la intensidad del estímulo y no de su naturaleza.


Así, los estímulos débiles producen hiperemia por excitación de los nervios vasodilatadores. Se
trata de una hiperemia dentro de los márgenes fisiológicos. Los estímulos de mediana intensidad
producen una vasoconstricción por excitación de los nervios vasoconstrictores, como ocurre en la
primera fase del trastorno circulatorio de la inflamación. Los estímulos intensos producen
vasodilatación por parálisis de los nervios vasoconstrictores, con aceleración de la corriente
sanguínea, y más tarde, parálisis de los vasodilatadores y con ello éstasis circulatoria. Aceleración
de la corriente sanguínea y luego éstasis circulatoria se producen en la segunda fase del trastorno
circulatorio de la inflamación.

HIPEREMIA ACTIVA O ARTERIAL


El aumento del contenido sanguíneo intravascular se debe en este tipo de hiperemia a un aumento
del aporte arterial de sangre (figura 3.1). Macroscópicamente el órgano con hiperemia activa toma
un color rojo vivo, muestra un volumen aumentado y mayor temperatura. Hiperemia activa
fisiológica se observa en general en órganos con aumento de su actividad, como en las glándulas
de secreción interna o en el músculo esquelético.

Hiperemias patológicas ocurren por diversos estímulos: irritación mecánica, hipertermia local, en
particular radiación solar, substancias químicas diversas. Hiperemia activa patológica se observa
en la inflamación.

HIPEREMIA PASIVA O VENOSA

En este caso el aumento del contenido sanguíneo intravascular se debe a un drenaje insuficiente
de sangre venosa (figura 3.1). Macroscópicamente el órgano afectado muestra aumento de
volumen, cianosis y disminución de la temperatura local. La hiperemia afecta a todos los órganos
cuando hay insuficiencia cardíaca. Se trata de una hiperemia pasiva general, en la que cabe
distinguir la que afecta los órganos de la circulación mayor (por insuficiencia cardíaca derecha) y la
que afecta los pulmones (por insuficiencia cardíaca izquierda). Cuando el impedimento del drenaje
venoso está en una vena tributaria de las cavas, la hiperemia resultante se considera local.

Figura 3.1.
a) estado normal
b) hiperemia local
c) isquemia
d) hiperemia venosa

Hiperemia pasiva general

El órgano donde se manifiesta primero y más notoriamente la hiperemia pasiva en la insuficiencia


cardíaca derecha, es el hígado, órgano situado en la vecindad de la aurícula derecha.
Aproximadamente la mitad del peso del hígado está dado normalmente por sangre, contenido que
en la hiperemia pasiva puede llegar a duplicarse. En la hiperemia pasiva hepática se distinguen
tres fases: congestión, atrofia cianótica e induración cianótica. En la fase de congestión el hígado
está aumentado de tamaño, cianótico; los sinusoides, especialmente hacia la zona centolobulillar,
están ingurgitados de sangre. En el perilobulillo puede haber infiltración grasosa, lo que se
manifiesta macroscópicamente por un tinte amarillento de esta zona. Las alteraciones de esta fase
corresponden también a las de una hiperemia pasiva aguda. En esta fase puede haber
hemorragias centrolobulillares. Si persiste la éstasis sanguínea, se constituye la atrofia cianótica:
las trabéculas hepáticas sufren atrofia simple y a veces numérica en el centro de los lobulillos,
donde suele aparecer hemosiderina; en la zona perilobulillar (figura 3.2) se encuentra
característicamente infiltración grasosa.

Figura 3.2.
Hiperemia pasiva
venosa en hígado.
Zona
centrolobulillar
(abajo, a la
derecha, parte de
una vena central).
Sinusoides
ingurgitados,
trabéculas
atróficas
(Modificado de
Hamperl, 1966)

Macroscópicamente ello se manifiesta en una exageración de la arquitectura lobulillar: perilobulillos


amarillentos, centro lobulillares rojo ocre, lo que constituye el «hígado moscado». Las alteraciones
descritas en las zonas centrolobulillares se extienden a toda el área acinar 3 (figura 3.3); como
éstas son contiguas, el color rojo ocre aparece en forma de un enrejado que encierra las zonas
perilobulillares (áreas acinares 1) amarillentas, mejor preservadas: este islote de lobulillo tiene
como centro el espacio porta («lobulillo invertido, portal» lobulillo de Sabourin).

Figura 3.3.
Estructura acinar del
hígado. Nótese que la
zona central del
lobulillo clásico está
formada por el área 3
de varios acinos, los
cuales se extienden de
una vena centrral a
otra. (Modificado de
Anderson, 1982)

Dicha red ocre con islotes amarillentos es lo que confiere al hígado con atrofia cianótica el aspecto
de nuez moscada. Las alteraciones descritas no se explican sólo por atrofia de presión, también
interviene un factor hipóxico, que explica la infliltración grasosa (retentiva) en el área acinar 1 y la
necrosis que suele encontrarse en el área 3, necrosis que puede presentarse también en la
primera fase. La atrofia y necrosis explican la disminución de tamaño del hígado con atrofia
cianótica. En la induración cianótica se agrega fibrosis preferentemente alrededor de la vena
central. Ocasionalmente se observan fenómenos regenerativos del parénquima hepático con
formación de nodulillos y distorsión de la arquitectura, lo que ha hecho hablar de «cirrosis
cardíaca». En el bazo y riñones la hiperemia pasiva crónica produce alteraciones similares a las
descritas en el hígado: congestión, atrofia e induración, alteraciones que se producen, sin
embargo, en fases no tan bien definidas como en el hígado.

En los pulmones, en la fase inicial o en la hiperemia aguda se produce ingurgitación capilar, edema
en el intersticio, edema alveolar y extravasación de algunos eritrocitos. El edema pulmonar puede
conducir a la muerte. La hiperemia pasiva pulmonar crónica se manifiesta primeramente por
induración debido al aumento de fibrillas reticulares y colágenas en el intersticio, consecuencia
probablemente del edema intersticial persistente (figura 3.4). La membrana basal de los capilares
se engruesa. Macroscópicamente es un pulmón rojo e indurado. Posteriormente aparece un tinte
ocre debido a la formación de hemosiderina a partir de eritrocitos extravasados en los alvéolos y
fagocitados por macrófagos descamados («células cardíacas»). Es la induración rojo morena
pulmonar.

Figura 3.4.
Hiperemia pasiva
pulmonar crónica:
tabiques alveolares
engrosados por
engurgitación capilar,
fibrosis y aumento de
fibroblastos. En el
lumen,
hemosiderófagos
(Modificado de
Hamperl, 1966)

Hiperemia pasiva local

En este caso pueden distinguirse dos situaciones según la disposición del sistema venoso local: en
una, el sistema venoso normal presenta anastomosis numerosas y amplias, como ocurre en las
venas superficiales del antebrazo. En la otra, las anastomosis son de menor calibre y poco
numerosas, como sucede en la mayor parte de los territorios venosos del organismo humano.

En la primera situación, un obstáculo a la corriente venosa no tiene mayores consecuencias


porque la sangre que encuentra el obstáculo halla otras vías de paso a través de las anastomosis.

En la segunda situación, una obstrucción venosa persistente provoca primero una hiperemia
pasiva con los signos ya mencionados, hiperemia que se resuelve lenta y progresivamente a
medida que se desarrollan anastomosis con otro territorio venoso. El estímulo para el desarrollo de
estas nuevas vías es la propia hipertensión venosa en alguna vena afluente situada antes de la
obstrucción, vena afluente en que se invierte el sentido de la corriente sanguínea (figura 3.5).

Figura 3.5.
Hiperemia venosa local. Inversión
del sentido de la corriente
sanguínea en una vena afluente
antes del obstáculo y desarrollo de
anastomosis.

La circulación colateral se realiza entre las dos cavas (circulación cava-cava) en casos de
obstrucción de la vena femoral o de la cava inferior. Así, cuando la obstrucción se halla en la
femoral por debajo del ligamento de Poupart y después de la desembocadura de la vena
epigástrica superficial (tributaria de la safena interna), las anastomosis se desarrollan entre venas
epigástricas superficiales (o subcutáneas abdominales) y las torácicas inferiores, ramas de la
axilar. Cuando la obstrucción está en la cava inferior cerca de las ilíacas primitivas, las
anastomosis se desarrollan entre las epigástricas profundas (tributarias de la ilíaca externa) y la
vena mamaria interna, tributaria de la subclavia. En la obstrucción venosa portal, sea en la vena
porta misma o en sus ramas intrahepáticas (como es el caso en la cirrosis hepática), se desarrolla
una circulación colateral entre ramas de la porta y ramas de las cavas (circulación porto-cava).
Figura 3.6.
Circuñación colateral
en la obstrucción
portal.

Estas nuevas vías se desarrollan entre las siguientes ramas: (figura 3.6) entre la vena coronaria
estomáquica y las esofágicas inferiores, ramas de las ázigos; entre las hemorroidales superiores y
las inferiores, ramas de la ilíaca interna; entre pequeñas venas intestinales y venas tributarias de la
cava inferior, anastomosis llamadas venas de Retzius; aparición de las venas de Sappey, o portas
accesorias, que comprenden dos grupos: anastomosis entre las venas del ligamento falciforme del
hígado y las venas diafragmáticas inferiores, ramas de las cava inferior, y anastomosis entre las
venas paraumbilicales y epigástrica profunda, mamaria interna, epigástricas superficiales y
torácicas inferiores. Estas últimas anastomosis superficiales se disponen radialmente alrededor del
ombligo («cabeza de medusa»). Las venas de todos estos territorios aparecen dilatadas, lo que es
particularmente importante en el caso de las esofágicas inferiores porque estas venas dilatadas
con esclerosis y adelgazamiento de la pared (várices esofágicas) pueden romperse y producir una
hemorragia mortal.
La causa de una obstrucción venosa puede estar en el lumen, en la pared o por fuera de la vena
(causa extrínseca). La más frecuente es la trombosis. La obstrucción del lumen puede estar dada
por tejido tumoral. Entre las lesiones parietales están las fleboesclerosis e inflamaciones retráctiles.
Causas extrínsecas son compresiones por tumores o quistes, ligaduras y torsiones.

HIPOXIA GENERAL Y ANEMIA LOCAL

Etimológicamente anemia significa falta total de sangre, condición que, estrictamente, no se da


nunca en todo el organismo. Más propiamente debiera hablarse de oligoemia, pero se ha impuesto
el uso de no hacer esta diferencia y, en general, anemia como falta total o parcial. En patología
morfológica se habla de anemia local para denotar falta total o parcial de sangre en un órgano o
parte de él, significado con el que también suele usarse el término isquemia.

El factor patogenético más importante que trae consigo la anemia es la hipoxia, es decir, la baja
tensión de oxígeno en los tejidos. El estado funcional característico causado por la hipoxia se
denomina hipoxidosis. Como se verá más adelante, las consecuencias que puede tener la hipoxia
desde el punto de vista morfológico son muy diversas. Hay mecanismos patogenéticos que llevan
a una hipoxia general sin que necesariamente haya anemia. La hipoxia local, en cambio, está
ligada a una isquemia.

Hipoxia General

Según su patogenia pueden distinguirse las siguientes cuatro formas:

1) Hipoxia anóxica. En esta forma llega a la sangre una cantidad insuficiente de oxígeno. La
hemoglobina por tanto no está saturada. Se produce por ejemplo en la anestesia general, en que
los gases anestésicos reemplazan parte del aire; en la respiración de óxido de nitrógeno, en la
estrangulación, en la asfixia por inmersión, en la obstrucción traqueal por cuerpo extraño, en las
enfermedades que causan parálisis de la musculatura respiratoria como en casos de poliomelitis o
en la miastenia gravis o en casos de algunos narcóticos.

2) Hipoxia anémica. En este caso la alteración primaria corresponde a una cantidad insuficiente
de hemoglobina capaz de transportar oxígeno, como ocurre en las grandes hemorragias y otras
anemias y en la intoxicación por óxido de carbono.

3) Hipoxia circulatoria. En esta forma está disminuido el flujo de sangre por los tejidos, la tensión
de oxígeno en la sangre y la cantidad de hemoglobina no están alteradas. Esa insuficiencia
circulatoria se produce típicamente en el shock, en el paro cardíaco, en ciertas arritmias y en la
estenosis mitral acentuada. Esta condición corresponde a la insuficiencia circulatoria periférica.

4) Hipoxia histotóxica. En esta forma está impedida la respiración celular por inhibición de las
enzimas de la cadena respiratoria, como se ve en la intoxicación por cianuro.

Anemia Local o isquemia

La isquemia, o anemia local, puede definirse como la falta parcial o total de aporte de sangre a un
órgano o a parte de él. Isquemia viene del verbo griego ischein, que significa contener, retener. La
primera alteración que se observa macroscópicamente en un órgano isquémico, es la palidez. Si
se trata, como las más de las veces, de sólo un sector de un órgano, esa zona corresponde a un
determinado territorio vascular.

De regla la isquemia tiene una causa local por una obstrucción arterial. A veces, sin embargo, no
es así: en la insuficiencia circulatoria periférica puede ocurrir, además del trastorno general, una
isquemia en determinados territorios de irrigación. Estos, en general, corresponden a los territorios
en que el riesgo de que la irrigación se haga insuficiente es mayor, a saber, en los territorios
terminales y los limítrofes, como son la mucosa intestinal, las capas subendocárdicas del miocardio
y ciertas zonas del encéfalo y médula espinal. En estos casos hay una hipoxia general producida
por la insuficiencia circulatoria a la que se suma localmente la disposición particular del árbol
arterial de ciertos territorios.

Las causas locales pueden estar en el lumen, en la pared o por fuera de la arteria. Entre las
primeras están la trombosis y la embolía, particularmente importantes en arterias de mediano y
pequeño calibre. La alteración parietal más frecuente es la arterioesclerosis: la placa
ateroesclerótica, por una parte, puede provocar una trombosis cuando se ulcera; por otra parte,
cuando predomina el componente fibroso puede producir una estenosis por retracción de los
tejidos. Otra causa parietal está representada por los espasmos, hoy demostrados por métodos
radiológicos en arterias cerebrales y coronarias. Entre las causas extrínsecas están la compresión,
ligadura y torsión.

El efecto nocivo de la isquemia es mayor que el de la pura hipoxia. Por un lado, en la isquemia hay
falta de aporte no sólo de oxígeno sino además de otras substancias nutritivas, por ejemplo, de
glucosa, substancia importante para el metabolismo de algunas células como las neuronas; por
otro lado, en la isquemia tampoco hay una remoción adecuada de metabolitos en la zona venosa,
así, entre ellos, se acumula ácido láctico, con lo que desciende el pH, lo cual acentúa las
perturbaciones metabólicas producidas por la hipoxia.

Los efectos de la isquemia dependen de diversos factores. Los más importantes son cinco:
duración e intensidad de la isquemia, rapidez con que se instala, grado de sensibilidad o
vulnerabilidad de los tejidos y disposición anatómica del árbol vascular.

Desde el punto de vista morfológico las consecuencias pueden ser: ninguna, necrosis electiva
parenquimatosa, infarto o atrofia según como se den los factores indicados.

Duración de la isquemia

Hay isquemias transitorias y otras persistentes. Una transitoria puede no tener consecuencias si es
fugaz. Un efecto particular que puede tener una isquemia transitoria, como se ha visto en el
miocardio, es la llamada necrosis de reperfusión. Se produce en isquemias de alrededor de 20
minutos. Lo particular es que la necrosis no se produce durante la isquemia sino cuando vuelve a
llegar sangre, eso es, durante la reperfusión. Al parecer, durante la isquemia se liberan substancias
de las células hipoxidóticas que reaccionan con el oxígeno de la sangre que vuelve a llegar con
producción de superóxidos. La necrosis de reperfusión se manifiesta morfológicamente por bandas
de contracción en el sarcoplasma.

Intensidad de la isquemia

Ella depende principalmente del grado de obstrucción arterial: isquemia absoluta en caso de
oclusión, isquemia relativa en caso de obstrucción parcial. En general, los infartos son
consecuencia de una isquemia absoluta persistente. Los infartos por isquemia relativa suelen ser
hemorrágicos. Una isquemia relativa persistente de menor intensidad lleva a una atrofia. En las
arterias coronarias una reducción del lumen de menos del 25% no tiene consecuencias (lo que
pudiera denominarse «calibre de reserva»). Una reducción del 25 al 49% representa una estenosis
leve; del 50 al 74%, una moderada, y del 75 al 99% una acentuada (una del 100% es oclusión).

Una estenosis relativa persistente puede ser un estímulo para el desarrollo de colaterales (ramas
que circundan la obstrucción dentro de una misma arteria) y de anastomosis (rama entre arterias
diferentes). Un ejemplo ilustrativo es la coartación de la aorta (en su forma típica en el istmo de la
aorta). Aquí la irrigación por la aorta descendente se hace posible por el desarrollo de anastomosis
entre la mamaria interna y las intercostales con inversión del sentido de la corriente en estas
últimas (figura 3.7). Referida a la aorta, se trata de una circulación colateral.

Figura 3.7.
Coartación aórtica: desarrollo de
colaterales principalmente entre
mamarias internas e intercostales
con inversión del sentido de la
corriente de estas últimas.

Rapidez con que se instala la isquemia

La isquemia, cuanto más bruscamente se produce, es tanto más grave. En algunos casos de
arterioesclerosis coronaria de predominio esclerótico, la estenosis se va produciendo
paulatinamente, de manera que entretanto se desarrollan colaterales o anastomosis sin que se
produzca un infarto aun después de ocluida la arteria.

Sensibilidad o vulnerabilidad de los tejidos

Los parénquimas son más vulnerables a la hipoxia que el estroma, de ahí que pueda producirse
electivamente una necrosis de aquél sin compromiso del estroma. Las células de los distintos
parénquimas tienen también tiempos diferentes de sobrevida a la anoxia: las neuronas, de 5 a 10
minutos; las fibras miocárdicas, 20 a 30 minutos; las células del epitelio de los túbulos renales,
alrededor de una hora; las células fijas del tejido conectivo, varias horas. Siguen a la neurona, en
grados decrecientes de sensibilidad, la oligodendroglía, la astroglía y la microglía.
Disposición anatómica del árbol vascular

En algunos órganos, las arterias se ramifican a manera de las ramas de un árbol, sin que haya
anastomosis a nivel arterial entre las distintas ramas: es la circulación arboriforme o terminal, como
en el miocardio, riñón y bazo (figura 3.8).

Figura 3.8.
A la izquierda, circulación de tipo reticular: oclusión de una rama
arterial sin consecuencias.
A la derecha, circulación de tipo terminal; oclusión de una rama con
isquema consecutiva.

En otros órganos hay tales anastomosis: es la circulación anastomótica o reticular, que existe
típicamente en el intestino (figura 3.8). En este caso, puede producirse una oclusión de una rama
sin que ocurra isquemia. Esto depende naturalmente del calibre de la rama obstruida y del calibre
de las anastomosis existentes. Anastomosis a nivel arterial existen también en la red superficial del
cerebro. Una disposición equivalente a la circulación reticular es la doble circulación de algunos
órganos como el pulmón y el hígado (figura 3.9).

Figura 3.9.
A) disposición de tipo reticular
B) doble circulación

INFARTO

Concepto

Infarto es la necrosis del parénquima y estroma en un territorio vascular producida por isquemia. La
necrosis del estroma se acompaña de destrucción del material intercelular. La palabra infarto viene
del latín infarcire, que significa rellenar (infarctum = rellenado). En efecto, en un infarto anémico
reciente la zona comprometida aparece tumefacta como rellena de fibrina.

El infarto es por lo tanto una lesión que se da sólo a nivel de órgano o de estructuras compuestas
organoides, como una mucosa. No pueden infartarse células o tejidos aislados. El concepto,
además, lleva implícita una determinada patogenia: la isquemia.

Forma del Infarto

El infarto adopta aproximadamente la forma del territorio vascular comprometido en el espesor del
órgano. Puesto que a partir de una arteria las ramificaciones se suceden abarcando un espacio
cada vez mayor, el infarto tiene una forma parecida al de una pirámide o una cuña (figura 3.10). Se
lo describe típicamente como cuneiforme. El vértice está hacia la zona arterial obstruida, la base
corresponde al territorio distal. La obstrucción suele estar antes del vértice, pero en el infarto
hemorrágico del pulmón de regla se halla englobada en el infarto.

Figura 3.10.
Forma habitual del infarto (zona
cuneiforme)

Cuando en el espesor de un órgano las ramificaciones arteriales son cortas y se disponen más o
menos en la misma dirección, la forma del infarto es laminar, como en la corteza cerebral o en el
intestino. En el riñón el infarto por obstrucción de una arteria arciforme, de la que sus ramas nacen
casi en ángulo recto, tiene la forma de una pirámide trunca; en cambio, los por obstrucción de una
lobular o interlobulillar son cuñas completas.

Disposición del Infarto

La disposición del infarto depende de la del árbol vascular. En los órganos que tienen hilio, las
arterias atraviesan el espesor del órgano desde el hilio a la periferia a medida que se van
ramificando. El territorio terminal se halla en la superficie externa, donde se producirá la base de la
cuña infartada (figura 3.11). Este modelo vale para el infarto renal, el esplénico y el pulmonar. La
posición del vértice depende del calibre de la arteria obstruida, suele estar en el espesor del
órgano, pero en los grandes infartos se encuentra cerca del hilio.

Figura 3.11.
Disposición de los infartos.
A) en órganos con hilio (ejemplo:
riñón)
B) en órganos sin hilio (ejemplo:
corazón)

Otros órganos carecen de hilio, las arterias se distribuyen por la superficie externa y desde allí
penetran en el espesor. Este modelo se da en los órganos huecos, como el corazón y el intestino
(figura 3.11). En el corazón la base de la cuña infartada se encuentra hacia el endocardio; el
vértice, hacia el epicardio. En el intestino el territorio terminal corresponde a la mucosa. En el
encéfalo y la médula espinal el sistema de irrigación es similar al del corazón.

Causas de Isquemia en el Infarto

La causa más frecuente es la obstrucción arterial por embolía trombótica o por trombosis. La
embolía trombótica es con mucho la causa más frecuente de los infartos pulmonares, renales y
esplénicos. A la inversa, la inmensa mayoría de los infartos del miocardio se debe a trombosis. En
los infartos cerebrales la embolía trombótica es más frecuente que la trombosis, pero ésta no es
rara.

Existen, sin embargo, infartos sin oclusión arterial (obstrucción arterial completa). Los factores más
importantes que condicionan estos infartos son la estenosis arterial y la hipotensión. Otro factor
importante en el corazón es una brusca demanda de trabajo que exija un aumento de flujo mayor
que la reserva coronaria. En estos infartos se compromete el sector que tiene mayor riesgo de que
la irrigación se haga insuficiente. Estos sectores son los territorios terminales y los limítrofes;
territorios terminales son, en el intestino, la mucosa; en el miocardio, las capas subendocárdicas.
Es probable que en algunos territorios limítrofes, como en los cerebrales superficiales, puedan
producirse infartos por insuficiencia circulatoria periférica, como en el shock, sin que medie otro
factor, aparte el dado por la disposición particular del árbol arterial y la hipotensión (figura 3.12).
Figura 3.12.
Territorios limítrofes del cerebro: arriba, entre
arteria cerebral media y anterior; abajo, entre
arteria cerebral media y posterior.

TIPOS DE INFARTO

Los tipos fundamentales son el infarto anémico y el hemorrágico. Además, pueden distinguirse el
infarto séptico y el llamado infarto venoso.

Infarto anémico

Los infartos anémicos se producen en órganos con irrigación de tipo arboriforme (terminal). A ellos
pertenece el corazón, el riñón y el bazo. El infarto en estos órganos presenta sin embargo un
aspecto hemorrágico en las primeras 24 horas. Ello se debe a la extravasación de sangre
contenida en los vasos que se necrosan. A partir del segundo día, a medida que se reabsorbe esta
sangre, van apareciendo los caracteres macroscópicos típicos de la necrosis de coagulación
(figura 3.13). Se trata por lo tanto de un componente hemorrágico inicial y sólo pasajero, que no
quita el carácter de anémico de estos infartos, puesto que a la zona comprometida no sigue
llegando sangre. En la substancia blanca cerebral el infarto anémico no alcanza a aparecer
hemorrágico ni siquiera al comienzo debido a que los vasos son poco numerosos.

Figura 3.13.
Infarto anémico renal. A la
izquierda, estructura
conservada; a la derecha,
necrosis de coagulación; al
centro, banda de infiltración
leucocitaria. (Modificado de
Hamperl, 1966)
Infarto hemorrágico

El hecho general que explica el carácter hemorrágico de algunos infartos es que sigue llegando
sangre a la zona isquémica aunque en cantidad insuficiente para mantener la vitalidad de los
tejidos (figura 3.14). Las condiciones más frecuentes en que se da este hecho son:

1. obstrucción parcial,
2. migración de un émbolo trombótico,
3. irrigación de tipo anastomótico (reticular) y
4. doble circulación.

Figura 3.14.
Infarto hemorrágico del
pulmón: necrosis y
hemorragia (zona
achurada) (Modificado
de Hamperl, 1966)

La obstrucción parcial se debe las más de las veces a una ateroeclerosis estenosante. Los infartos
sin oclusión son frecuentes en el intestino y no son raros en el encéfalo y corazón.

La migración de un émbolo trombótico con impactación de los trozos del émbolo en ramas más
distales, permite que vuelva a llegar sangre al territorio proximal ya necrosado, mientras el distal
sigue ocluido. El infarto es hemorrágico en el territorio proximal y anémico en el distal. Ello se
observa ocasionalmente en infartos cerebrales.

Una circulación anastómica típica se da en el intestino, donde los infartos siempre son
hemorrágicos porque a la zona isquémica sigue llegando sangre por las anastomosis.

Una doble circulación tienen el pulmón y el hígado. En el pulmón la oclusión de una rama de la
arteria pulmonar no basta para producir un infarto si no hay hiperemia pasiva con la consecuente
hipertensión venosa. En este caso la circulación bronquial es capaz de suplir la isquemia a través
de anastomosis broncopulmonares distales a la oclusión. Si hay hipertensión venosa, la presión de
la corriente bronquial puede ser insuficiente para producir un flujo sanguíneo adecuado, y en tal
caso se produce una isquemia con inundación de sangre que llega en cantidad insuficiente por las
arterias bronquiales (figura 3.15).
Figura 3.15.
Patogenia del infarto
hemorrágico del pulmón:
obstrucción de una arteria
pulmonar (A.p.) e
hiperemia venosa. La
circulación bronquial en
este caso es insuficiente.
A.b. Arteria bronquial; V.p.
Vena pulmonar; V.b. vena
bronquial
Modificado de Eder y
Gedik, 1986)

En el hígado la situación es similar: en general se produce un infarto hemorrágico cuando hay


oclusión de una circulación e hipertensión venosa. Si hay oclusión de ambas circulaciones el
infarto hepático es anémico. Los infartos hepáticos son raros, los pulmonares, muy frecuentes.

En la substancia gris del encéfalo los infartos de regla son hemorrágicos. Ello se explica por la rica
irrigación de este tejido (unas 4 veces mayor que la de la substancia blanca), de tal forma que aun
reduciendo el aporte como para producir un infarto, sigue llegando algo de sangre.

Infarto séptico

Se produce por una embolia trombótica infectada. La lesión está constituida en parte por un infarto,
en parte por una inflamación con frecuencia purulenta. Los infartos sépticos suelen ser múltiples y
pequeños por la tendencia del émbolo a disgregarse en pequeñas masas debido a los gérmenes.
El infarto séptico pulmonar es menos hemorrágico que el infarto puro y no tiene como condición
una hiperemia pasiva.

Infarto venoso

Se denomina así la infiltración hemorrágica de un órgano o de un sector de él, producida por el


bloqueo brusco del drenaje venoso. El tejido comprometido se disgrega, las células muestran
alteraciones paratróficas y luego necrosis. Las causas más frecuentes son la trombosis venosa,
como en el riñón y encéfalo, y la torsión del pedículo vascular, como en el testículo y anexos
uterinos. La torsión afecta más a las venas que arterias. La denominación es impropia puesto que
la lesión no se produce primariamente por isquemia sino por hiperemia venosa.

EVOLUCION DEL INFARTO

El tejido necrótico del infarto desencadena a su alrededor primero una reacción inflamatoria, que a
partir de las 24 horas se manifiesta en una infiltración leucocitaria (figura 3.16). La liberación de
enzimas leucocitarias contribuye a la lisis del tejido necrótico. En la segunda mitad de la primera
semana se produce una proliferación de macrófagos que inician la remoción de los detritus.
Aproximadamente después de una semana aparece tejido granulatorio alrededor del infarto; a
medida que avanza el proceso de reabsorción y reparación se va retrayendo la zona infartada que
termina con el reemplazo por una cicatriz.

En los infartos con necrosis de colicuación, como en el encéfalo, queda una cavidad con escaso
material líquido.

Figura 3.16.
Evolución del infarto del
miocardio:
a) necrosis de coagulación;
b) además, infiltración
leucocitaria;
c) tejido granulatorio joven
con abundantes macrófagos
(células redondas grandes)
d) cicatriz joven
(Modificado de Rubin y
Farber, 1988)

TROMBOSIS

Concepto
Trombosis es la formación de una masa hemática sólida dentro de los vasos y durante la vida. La
masa se llama trombo.

No hay que confundir la trombosis con la coagulación de la sangre, ni el trombo con los coágulos.
Durante la vida, la coagulación ocurre fuera de los vasos, ya sea dentro del organismo, como en
los hematomas, ya sea fuera de él, como en el tubo de ensayo. En ambos casos el mecanismo de
la coagulación se desencadena por liberación de tromboplastina (tromboplastinógeno)
principalmente de las plaquetas a medida que se destruyen al adherirse a los tejidos y paredes del
tubo. Después de la muerte se producen coágulos dentro de los vasos por liberación de
tromboplastina de las células endoteliales a medida que se desprenden de los vasos y lisan.

Hay dos tipos de coágulos post mortem o cadavéricos: el cruórico (de cruor, sangre) y el lardáceo
(de lardum, tocino). El coágulo cruórico primero es rojo y se produce cuando la masa coagulada
incluye todos los elementos hemáticos más o menos en la proporción en que están en la sangre. El
coágulo lardáceo es amarillento y está formado preferentemente por fibrina, se produce después
de haber sedimentado los elementos figurados de la sangre. A diferencia de los trombos, estos
coágulos son brillantes, elásticos, no adhieren firmemente a al pared vascular y no ocluyen el
lumen. Los trombos son opacos, friables, adherentes y tanto en las venas como en las arterias de
pequeño y mediano calibre tienden a ocluir lumen.

TIPOS DE TROMBOS

Macroscópicamente hay dos tipos: el trombo rojo o de coagulación y el trombo blanco o de


aposición. Además, se distinguen los microtrombos, que se producen en la microcirculación,
especialmente en vénulas y capilares. En todos los trombos el componente principal es la fibrina,
pero desde el punto de vista de la patogenia, las plaquetas desempeñan el papel primordial.

En el trombo rojo los elementos figurados de la sangre, incluyendo la fibrina, se encuentran


mezclados desordenadamente. El trombo blanco típico es de aspecto coraliforme dado por finas
crestas transversales (capas plaquetarias que alternan con capas de leucocitos) que alternan con
zonas deprimidas. Las zonas deprimidas, más anchas que las salientes, están formadas por una
red fibrina que contiene eritrocitos (figura 3.17).

Figura 3.17.
Estructura microscópica
del trombo por aposición:
bandas de trombocitos
(punteado fino), bandas
de leucocitos (puntos
negros) y fibrina con
eritrocitos (zonas
rayadas)
(Modificado de Hamperl,
1966)
Patogenia

Los factores patogenéticos principales son tres: lentitud de la corriente sanguínea, lesión endotelial
y alteraciones hematológicas que afectan la coagulación.

La trombosis por lentitud de la corriente sanguínea ocurre principalmente en el territorio venoso, en


especial, en venas dilatadas; también es frecuente en la aurícula izquierda en la estenosis mitral.
En estos casos se forma un trombo rojo por un mecanismo similar al de la coagulación normal de
la sangre (trombo de coagulación). Es posible que también juegue un papel una lesión endotelial
hipóxica.

La trombosis por lesión endotelial ocurre de preferencia en el territorio arterial en relación con
placas ateroescleróticas ulceradas; además, en arteritis; en el ventrículo izquierdo es relativamente
frecuente en el infarto del miocardio; en las válvulas cardíacas y en el endocardio parietal la
trombosis por lesión endotelial es muy frecuente en endocarditis. Típicamente se forma un trombo
blanco a partir de un tapón plaquetario que se produce en la parte en que la membrana basal ha
quedado expuesta a la sangre: las plaquetas se adhieren al colágeno y liberan substancias que
provocan la agregación de nuevas plaquetas y la formación de fibrina; a esta masa se adhieren
nuevas plaquetas y así sucesivamente se forma el trombo por aposición (conglutinación o
precipitación). En los aneurismas aórticos el trombo suele ser mixto, con un trombo blanco en
relación con la pared arterial alterada, y una masa de trombo rojo; a veces el trombo mixto de los
aneurismas es estratificado como en hojas de cebolla, en que alternan trombos rojos y blancos
laminares.

Los microtrombos son manifestación de alteraciones generales de la coagulación.

EVOLUCION DE LOS TROMBOS

Los posibles procesos que pueden ocurrir en un trombo son: organización con retunelización
(recanalización del vaso) (figura 3.18), calcificación (distrófica), fragmentación y migración,
infección, ésta a veces con reblandecimiento purulento; por último, crecimiento por formación de
nuevas masas trombóticas, lo que habitualmente ocurre en la columna sanguínea proximal al
trombo, pero también puede suceder en la sangre estancada más allá de él.
Figura 3.18.
Vena con trombo
organizado y retunelizado.
(Modificado de Hamperl,
1966)

Complicaciones

Las principales son tres: obstrucción (especialmente importante en el territorio arterial), embolía
trombótica e infección.

EMBOLIA

Concepto

Embolia es el transporte de una masa extraña por la corriente sanguínea con enclavamiento en el
árbol vascular. La masa extraña se denomina émbolo y puede ser sólida, líquida (insoluble en la
sangre) o gaseosa. La impactación de la masa es un hecho distintivo de la embolia y de particular
significación clínica. El enclavamiento ocurre casi siempre en una arteria. Excepciones son la
embolia en una rama de la vena porta y las microembolias con enclavamiento en capilares. La
impactación se produce cuando el diámetro del vaso se hace menor que el del émbolo.

Sitios del Enclavamiento

Un émbolo originado en las cavidades cardíacas izquierdas o en una arteria se impacta en una
arteria de la circulación mayor; uno que parte de las cavidades cardíacas derechas o de una vena
se enclava en la arteria pulmonar o en una de sus ramas. Excepción a esta regla es la embolia
paradójica, en la que se enclava en una arteria de la circulación mayor pasando por una
comunicación interauricular o, más rara vez, por una interventricular o por el conducto de Botal.

CLASES DE EMBOLOS

Embolos sólidos
Estos son los más frecuentes, muy en particular el émbolo trombótico, originado de un trombo. La
embolia trombótica puede ser masiva, representada por un gran émbolo que incluso puede
enclavarse en la bifurcación de la arteria pulmonar (émbolo cabalgante) o por numerosas masas
embólicas trombóticas. La embolia trombótica puede ser mortal sin ser masiva ni mucho menos.

Otros émbolos sólidos relativamente frecuentes son el de médula ósea, el de material ateromatoso
y el de tejido tumoral. La embolia de médula ósea se produce en pacientes con fracturas en que
fragmentos de este tejido penetran en venas desgarradas. La embolia ateromatosa puede ser
espontánea a partir de una placa de ateroma ulcerada, o iatrogénica, por trituración de una placa al
pinzar la aorta durante una operación. La embolia de tejido tumoral se puede observar en la
diseminación hematógena de algunos tumores, entre ellos el coriocarcinoma, el neuroblastoma, el
tumor de Wilms, el melanoma, el carcinoma de células renales.

De menor importancia son las microembolias con impactación en capilares: embolia de


megacariocitos, de células hepáticas en traumatismos del hígado, de sinciciotrofoblasto en el tercer
trimestre del embarazo y de material extraño introducido en fleboclisis.

Embolos líquidos

A estos pertenecen la embolia grasosa y la de líquido amniótico. La fuente principal de la primera


son las fracturas en que penetra grasa a las venas proveniente de células adiposas rotas. La
embolia de líquido amniótico se observa ocasionalmente en partos complicados en que ese
material penetra a las venas a través de desgarros del miometrio. El líquido amniótico contiene
diversas partículas en suspensión: lanugo, gotas de grasa, células descamadas, trofoblastos,
etcétera. Esta embolia puede ser mortal, la gravedad que puede tener esta embolía no está
aclarada, probablemente el líquido amniótico tiene un efecto tóxico en la sangre.

Embolos gaseosos

Estos se dan en la embolia gaseosa por descompresión y en la embolia aérea. En la primera, los
émbolos están formados principalmente de nitrógeno, que se separa de la sangre en forma de
burbujas al disminuir bruscamente la presión. La embolia aérea ocurre hoy día como complicación
de la circulación extracorpórea.

EVOLUCION DE EMBOLOS

Los émbolos trombóticos tienden a ser organizados y recanalizados. Antes que comience la
organización, pueden fragmentarse y migrar. Los émbolos ateromatosos, los émbolos de tejido y el
material insoluble de fleboclosis pueden provocar una reacción a cuerpo extraño dentro de los
vasos. Las gotas de grasa tienden a fragmentarse y las pequeñas gotas son fagocitadas. El aire es
reabsorbido.

Efectos Locales de la Embolia

El más importante es la isquemia producida por la obstrucción.

HEMORRAGIA
Concepto y Nomenclatura

Hemorragia es la salida de sangre del aparato circulatorio. Generalmente es una extravasación,


arterial o venosa; la hemorragia de origen cardíaco es menos frecuente. La sangre puede quedar
en los tejidos, puede acumularse en las cavidades naturales del cuerpo o puede perderse al
exterior.

La infiltración hemorrágica de los tejidos puede consistir en petequias (pequeñas hemorragias


discoidales o anulares de hasta 2 mm de diámetro) o de sugilaciones o sufusiones (hemorragias
laminares mayores; el primer término se emplea preferentemente para la piel, el segundo, para las
mucosas). Equimosis es equivalente, para algunos, a petequias, para otros, a sugilaciones y
sufusiones.

La sangre puede acumularse en el espesor de un órgano labrándose una cavidad; dicha colección
hemática se llama hematoma.

Según la cavidad corporal en que se acumule la sangre, se habla de: hemotórax, hemopericardio,
hemoperitoneo, hemartrosis, hematosálpinx, hematometra. Para las colecciones sanguíneas en los
espacios meníngeos suele hablarse de hematoma: subdural, subaracnoideo.

Según el sitio de origen o la vía de eliminación de la sangre, se habla de: epistaxis (origen nasal),
hemoptisis (origen pulmonar de sangre expulsada con la expectoración), hematemesis (vómito de
sangre), melena (deposición de sangre negruzca, digerida), hematoquezia (eliminación de sangre
fresca por vía anal, originada en el recto), hematuria (sangre en la orina), menorragia (hemorragia
de origen uterino dentro del período menstrual), metrorragia (hemorragia de origen uterino fuera
del período menstrual).

Patogenia

Según la patogenia se distinguen dos formas: la hemorragia por rexis y la hemorragia por
diapédesis. La primera es de origen arterial, venoso o cardíaco, la segunda se produce en la
microcirculación, preferentemente en capilares por lesión de la pared (endotelio o membrana basal
o ambos). La rotura de una arteria, de una vena o del corazón son causas de hematomas, de
colecciones hemáticas en una cavidad o de hemorragias infiltrativas laminares. La hemorragia
capilar se manifiesta típicamente en forma de petequias, pero puede dar origen a pérdidas
cuantiosas de sangre, a hemorragias laminares y a colecciones hemáticas mayores.

Hemorragias por rexis

Se trata aquí de una solución de continuidad en la dimensión macroscópica o de la microscopía de


luz. La rotura se produce por debilidad de la pared, que se hace incapaz de resistir la presión
sanguínea. La sola hipertensión es incapaz de romper un vaso sano o la pared cardíaca indemne.

Las lesiones más frecuentes que condicionan la ruptura de un vaso son las lesiones traumáticas,
necrosis, inflamaciones, procesos degenerativos que disminuyen la resistencia de la pared
(degeneración mixoidea en la enfermedad de Erdheim, fibrosis y adelgazamiento de la pared en
las venas ectásicas, disminución del espesor de la pared arterial en aneurismas), alteraciones de la
estructura de la pared vascular como resultado de displasias. Las causas más frecuentes de la
rotura cardíaca son el infarto y las lesiones traumáticas. Un caso particular de rotura es la corrosión
de la pared vascular por un proceso primeramente extravascular. Ello no es raro en la úlcera
gástrica o duodenal o en una caverna pulmonar tuberculosa, en que el vaso es englobado en la
necrosis. Esta forma se llama hemorragia por diabrosis.

Hemorragia por diapédesis

En esta forma patogenética la hemorragia se produce principalmente en capilares, con menor


participación de vénulas y aun menor, de metarteriolas. La lesión endotelial o la alteración de la
membrana basal producen un aumento de permeabilidad vascular de tal magnitud que permite el
paso pasivo de los elementos hemáticos. La lesión endotelial puede consistir en diversas
alteraciones paratróficas, en necrosis o desprendimiento del endotelio.

Los factores que con mayor frecuencia producen lesión endotelial con hemorragias capilares, son
la hipoxia y los tóxicos. Una patogenia similar tiene el componente hemorrágico de algunas
inflamaciones. Un factor que altera la membrana basal es la avitaminosis C. También se encuentra
una membrana basal alterada en las telangiectasias de angiodisplasias

Hemorragias por trastorno de la hemostasis

Los trastornos de la hemostasis pueden manifestarse en forma de petequias de causa inaparente,


como en ciertas alteraciones de las plaquetas, o en hemorragias copiosas ante traumatismos que
normalmente no provocan hemorragias o, si lo hacen, ellas se detienen sin mayores
consecuencias gracias al mecanismo de la coagulación. Esto ocurre en deficiencias de algún factor
de la coagulación, como en el caso de la hemofilia.

EFECTOS DE LA HEMORRAGIA

Pueden distinguirse efectos generales y efectos locales. Entre los primeros los más frecuentes son:

a) shock hipovolémico,
b) muerte por hemorragia aguda;
c) anemia por pequeñas hemorragias repetidas.

Los efectos locales se deben principalmente a la presión que ejerce la sangre a su alrededor. En
esta acción mecánica puede tratarse de compresión de órganos o, además, de dislaceraciones de
tejido, como se observa en el borde de los hematomas cerebrales. La gravedad del efecto local
depende naturalmente del órgano comprometido. Así, un pequeño hematoma de 5 a 10 ml puede
ser fatal en el mesencéfalo.

EVOLUCION DE HEMORRAGIAS

Las pequeñas hemorragias pueden reabsorberse sin dejar rastros o sólo algunos macrófagos con
hemosiderina. En este último caso, las hemorragias laminares aparecen como manchas
amarillentas. En las leptomeninges puede producirse, además, fibrosis, la cual puede bloquear la
reabsorción del líquido cefalorraquídeo en las vellosidades de Pacchioni y provocar una
hidrocefalia. También una hematrosis puede dejar como secuela una fibrosis con perturbación
funcional. En las grandes colecciones hemáticas la sangre no alcanza a reabsorberse por completo
y se produce una organización con tejido granulatorio que se transforma en una cápsula fibrosa, la
sangre en el interior se transforma en masa pastosa achocolatada por la abundante hemosiderina.
La formación de tal cápsula no se observa, sin embargo, en los hematomas cerebrales, que
pueden reabsorberse casi enteramente, de modo que la cavidad inicial queda convertida en una
hendedura de contenido pastoso ocre.

SHOK

Concepto

Puede definirse como insuficiencia generalizada de la microcirculación periférica, normovolémica o


hipovolémica, con daño celular y tisular metabólico grave. La microcirculación comprende todos los
vasos sanguíneos de diámetro igual o inferior a 300 mm, es decir arteriolas, arteriolas terminales,
capilares, vénulas postcapilares y vénulas. En esta zona se produce el intercambio de sustancias
nutritivas, metabolitos, intercambio gaseoso, regulación hidro-electrolítica y del volumen
plasmático, transporte de hormonas y vitaminas y reacciones inmunitarias. Para que la
microcirculación funcione normalmente es necesario que la perfusión sea adecuada y que la pared
vascular esté íntegra. La perfusión adecuada depende de la presión arterial, de la regulación
normal del tono arterial, de la integridad del endotelio capilar, del drenaje linfático y venoso
normales, viscosidad sanguínea normal, etcétera.

Otras definiciones de shock que pueden considerarse como representativas del estado del
conocimiento al respecto en dos épocas diferentes. Por ejemplo, Simeone (1964) lo definió como
una condición clínica caracterizada por síntomas y signos que aparecen cuando el débito cardíaco
es insuficiente para llenar el árbol vascular arterial con presión sanguínea suficiente para proveer a
los órganos y tejidos de un flujo sanguíneo adecuado. En cambio,

Eder y Gedigk (1986) hablaban de insuficiencia circulatoria aguda, en la que existe una
desproporción entre el débito cardíaco y las necesidades (requerimiento) sanguíneas de la periferia
corporal (tejidos periféricos).

CLASIFICACION

Según la causa puede reconocerse el siguiente espectro de formas de shock: shock hipovolémico,
shock cardiogénico, shock séptico, shock neurogénico, shock anafiláctico, shock traumático, shock
endocrino.

Patogenia

El shock evoluciona en minutos a horas. No todas las formas son mortales. En el curso del shock
pueden reconocerse arbitrariamente tres fases:

Fase 1.
Hipotensión compensada (shock precoz)

Fase 2.
Hipoperfusión tisular

Fase 3.
Daño celular y orgánico o shock irreversible

En la fase 1 prácticamente no se observan alteraciones morfológicas y las alteraciones celulares


son compensadas bioquímicamente. En la fase 2, hay signos de daño celular reversible y en la
fase 3 pueden aparecer los signos de daño irreversible y muerte celular.
PATOMORFOLOGIA GENERAL

Las alteraciones morfológicas se hacen visibles ya en la fase 2 (tumefacción turbia, transformación


hidrópica y esteatosis). En la fase 3 se observan necrosis celular aislada o de segmentos (infartos
microscópicos y mayores) como signo de isquemia y daño metabólico grave, microtrombos hialinos
como signo de coagulación intravascular diseminada (CIVD) y hemorragias como signo de
coagulopatía por consumo secundaria a la CIVD. Los microtormbos hilainos corresponden a
formaciones intravasculares, eosinófilas, granulares, constituidas por fibrina, plaquetas y escasos
eritrocitos. Usualmente no se observan adheridos a endotelio ni muestran signos de organización.
La forma suele ser alargada, pero se pueden encontrar formas estrelladas y globulosas. Se
encuentran habitualmente en microcirculación, es decir arteriolas, capilares y vénulas

PATOMORFOLOGIA ESPECIAL

Las alteraciones morfológicas de shock adquieren características particulares en los órganos. En el


pulmón hay edema, hemorragia alveolar, microtrombos hialinos, membranas hialinas alveolares,
descamación de macrófagos alveolares (primera semana); hiperplasia de neumocitos II, fibrosis
intersticial e intraalveolar, aumento de fibroblastos intersticiales (segunda semana). En riñón,
transformación hidrópica microvacuolar tubular proximal renal, microtrombos hialinos, hemorragias
intersticiales y glomerulares, necrosis tubular, microinfartos corticales. En el páncreas se encuentra
necrosis parenquimatosa y adiponecrosis multifocal, fenómenos de disquilia, hemorragias, necrosis
aislada de células acinares.

La glándula suprarrenal muestra depleción de lipoides corticales, pseudotúbulos corticales,


plasmocitosis cortical, necrosis celular aislada, hemorragias medulares y corticales, microtrombos
hialinos, especialmente capsulares. En el hígado hay hiperemia, hemorragia y necrosis
centrolobulillares con infiltración leucocitaria a partir del tercer día, degeneración vacuolar, necrosis
celular aislada, microtrombos en vasos del espacio porta, leucocitosis sinusoidal. El corazón
frecuentemente muestra necrosis celular aislada, hemorragias subendocárdicas («en llamarada»)
especialmente en la cara izquierda del tabique interventricular, necrosis y hemorragia de células
del aparato éxcito-conductor o de la musculatura de trabajo, microtrombos, miólisis de predominio
subendocárdico. Estómago e intestinos presentan la llamada gastroenterocolopatía isquémica
(microtrombos, hemorragias, necrosis, eventualmente infiltración leucocitaria y flebitis aguda). El
cerebro muestra hemorragias de predominio cortical, con o sin reblandecimiento, en zonas
limítrofes (arteria cerebral anterior con media o arteria cerebral media con posterior), hemorragias
con o sin reblandecimiento en núcleos grises basales y microtrombos hialinos.

CAPÍTULO 4. INFLAMACIÓN

INFLAMACION

La inflamación puede definirse como una reacción defensiva local integrada por alteración,
exudación y proliferación. Se le ha llamado «el síndrome local de adaptación». La reacción es
desencadenada por estímulos nocivos de muy diversa naturaleza: físicos, químicos y
microorganismos como bacterias, hongos y parásitos. El carácter defensivo se entiende desde el
punto de vista local, aunque una inflamación puede conducir a la muerte del individuo si se
desarrolla en órganos vitales. El calor y el rubor se explican por la hiperemia activa que se produce
en la inflamación; la tumoración, por el exudado; el dolor, por la irritación de las terminaciones
nerviosas producida por la alteración y el descenso del pH que acompaña al exudado. Desde el
punto de vista del nivel de organización, el proceso inflamatorio se da en el histión. En una
inflamación completamente desarrollada siempre están presentes los tres componentes que la
integran, aunque uno suele predominar.
La inflamación es un proceso de aspectos y localizaciones muy variados. El aspecto macroscópico
fue caracterizado por Celso por cuatro signos, que se conocen hoy como los signos cardinales de
la inflamación: rubor y tumor con calor y dolor. Posteriormente se agregó un quinto signo: la
perturbación funcional. Hasta pasada la edad media la inflamación era considerada una
enfermedad, y sólo en el siglo XVIII se reconoció que se trataba de una reacción adaptativa de
defensa frente a muy variadas causas (Hunter). Cohnheim, en el siglo XIX, destacó la importancia
del trastorno circulatorio en la inflamación y su particularidad de acompañarse de un trastorno de la
permeabilidad vascular. En el aspecto morfológico otro avance importante lo marcó el
descubrimiento de la fagocitosis por Metchnikoff (1884).

CONCEPTO DE HISTION

Un tejido propiamente tal está dado por una agrupación de células del mismo tipo, sea adosadas
estrechamente, como en los epitelios, sea reunidas por substancias intercelulares relativamente
abundante, como el tejido conectivo. Los tejidos aislados son por tanto avasculares. El histión, en
el concepto general y estructura más simple, corresponde al llamado tejido conectivo vascular, que
representa un nivel de organización superior al de una agrupación celular (figura 4.1). El histión
incluye, además de los vasos, terminaciones nerviosas. Según este concepto, los órganos están
integrados por histiones específicos. El componente específico está dado por el parénquima del
órgano correspondiente. Así pueden distinguirse como histiones complejos o específicos, el nefrón,
hepatón, pneumonón, etc.

Figura 4.1.
Representación
esquemática del histión
simple: tejido conectivo
vascular con terminaciones
nerviosas.
(Modificado de Letterer,
1959)

COMPONENTE ALTERATIVO

La alteración puede concebirse principalmente como resultado directo de la acción nociva. La


alteración puede estar dada por diversas alteraciones paratróficas del parénquima o del tejido
conectivo, o por necrosis, pero constantemente consiste en un daño endotelial e incluso necrosis.
Al microscopio de luz puede percibirse tumefacción o desprendimiento endoteliales, tumefacción y
basofilia de células conectivas. Ultraestructuralmente se han descrito separación, vacuolización,
desprendimiento, formación de pseudópodos y necrosis de células endoteliales. La lesión
endotelial representa la lesión principal en el componente alterativo de la inflamación.

COMPONENTE EXUDATIVO

Está formado por plasma y elementos hemáticos figurados: leucocitos (células polinucleares),
monocitos, eritrocitos y fibrina. Estos elementos se encuentran extravadados en un espacio natural
(exudado) o en el intersticio (infiltrado inflamatorio).

a. Patogenia del exudado en general

El exudado se produce como consecuencia de un trastorno en la microcirculación. Dicho trastorno


consiste en hiperemia activa y aumento de la permeabilidad vascular. El exudado se produce
principalmente en el segmento venular.

En el desarrollo de la hiperemia activa pueden distinguirse tres fases:

1) fase transitoria de constricción arteriolar por estímulo de los nervios vasoconstrictores;

2) vasodilatación con aceleración de la corriente sanguínea, vasodilatación producida por la acción


de substancias vasoactivas y posiblemente por reflejo axonal antidrómico;

3) éstasis sanguínea acompañada de un aumento de viscosidad de la sangre por pérdida de


plasma y a veces de microtrombosis.

Las substancias vasoactivas están representadas por productos celulares: histamina, serotonina,
prostaglandinas y productos de destrucción celular; y por factores plasmáticos: productos de la
activación del sistema de cininas, del complemento, de fibrinólisis y de la coagulación. La principal
substancia vasoactiva en el hombre es la histamina.

b. Patogenia del exudado de plasma

El exudado de plasma está hecho de agua, solutos de bajo peso molecular y proteínas. El agua y
solutos de bajo peso molecular salen de los vasos por acción de factores mecánicos; las proteínas,
por aumento de la permeabilidad vascular.

1) Exudación de agua y solutos de bajo peso molecular

La exudación de estos elementos se produce por aumento de la presión de filtración: Pf = Ph - Po.


Normalmente rigen los siguientes valores: en el segmento arteriolar Pf = 32 - 25 mmHg, en el
venular: Pf = 12 - 25. Debido a la hiperemia activa se produce un aumento de la presión
hidrostática con valores del orden de los 45 mmHg en el segmento arteriolar y de 25 mmHg en el
venular. Al aumento de la presión de filtración contribuye además la disminución de la presión
oncótica por pérdida de proteínas.

El agua y los solutos de bajo peso molecular atraviesan el endotelio por los pequeños espacios
intercelulares y también a través del citoplasma por pinocitosis.
2) Exudación de proteínas

El aumento de la permeabilidad vascular traduce una alteración de la pared de los vasos


pequeños. Esta alteración está condicionada por dos factores: acción de substancias vasoactivas y
lesión endotelial. El estudio experimental del aumento de la permeabilidad vascular ha mostrado
que las substancias vasoactivas producen por sí solas un aumento precoz pero sólo transitorio de
la permeabilidad vascular, en tanto la lesión endotelial se traduce en un aumento persistente de la
permeabilidad vascular. En el hombre la lesión endotelial es el factor principal del aumento de la
permeabilidad vascular. Entre las substancias vasoactivas que aumentan la permeabilidad se
cuentan también las substancias quimiotácticas. Las substancias vasoactivas aumentan la
permeabilidad vascular por contracción de las células endoteliales y ampliación del espacio
intercelular.

La exudación de proteínas se manifiesta en lo que clínicamente se llama exudado: líquido con


densidad mayor de 1018. En la clínica se denomina trasudado a un líquido con densidad de 1018 o
menos.

c. Patogenia de la exudación de células

La exudación de células hemáticas se debe a un proceso activo en el caso de los leucocitos y


monocitos y, a un proceso pasivo en el caso de los eritrocitos.

1) Exudación de leucocitos (células polinucleares)

El proceso activo de la exudación celular corresponde a la quimiotaxis, puesto que en la


inflamación las sustancias quimiotácticas se concentran en el espacio extravascular.

En el desplazamiento referido de los leucocitos pueden distinguirse las siguientes fases: (figura
4.2) marginación de estas células en la corriente sanguínea, es decir, se disponen en la periferia
de ésta; adhesión de los leucocitos al endotelio y, por último, migración de los leucocitos a través
de la pared vascular. La migración se realiza por el espacio intercelular y luego por la membrana
basal. En el paso por el espacio intercelular los leucocitos se alargan, se aplanan y emiten
prolongaciones a manera de pseudópodos. Al paso de los leucocitos por la membrana basal, se
produce una disolución temporal de ésta.
Figura 4.2.
Exudación de leucocitos, marginación, adherencia y migración.
(Modificado de Cotran et al, 1989)

Los agentes quimiotácticos de los leucocitos son los siguientes: las substancias liberadas en la
activación de los sistemas plasmáticos en cascada; productos de la destrucción o alteración
tisulares, entre ellos las prostaglandinas; microorganismos diversos; los propios leucocitos ya
emigrados, y diversas proteínas desnaturalizadas.

2) Exudación de otras células hemáticas

La exudación de monocitos, granulocitos eosinófilos y posiblemente también de linfocitos, se


produce igualmente por quimiotaxis, cuyos agentes no están todavía bien determinados. Los
granulocitos eosinófilos muestran una respuesta quimiotáctica positiva para ciertas bacterias y el
factor C5 del complemento. Los monocitos tienen menor movilidad que los granulocitos neutrófilos
y su respuesta quimiotáctica ocurre después.

3) Exudación de eritrocitos

La salida de eritrocitos es pasiva y está condicionada principalmente por el grado de lesión


endotelial.

En resumen, la exudación está determinada por factores mecánicos, substancias vasoactivas,


lesión endotelial y agentes quimiotácticos.

d. Destino de los leucocitos y monocitos exudados

Los leucocitos, de gran movilidad y precoz respuesta quimiotáctica, tienen en los tejidos una vida
autolimitada de alrededor de 2 días. Son células altamente especializadas, con abundante depósito
de glicógeno, muestran activa glicólisis con bajo consumo de O2. Son incapaces de resintetizar
lisosomas, gránulos y membranas. Están dotadas de capacidad macrofágica y se hacen
rápidamente inactivas. Los monocitos tienen escaso depósito de glicógeno, que toman del liberado
por los leucocitos principalmente. Pueden resintetizar lisosomas y membranas, por lo que pueden
sobrevivir, transformarse en macrófagos y así pasar a constituirse en un componente proliferativo
de la inflamación.

COMPONENTE PRODUCTIVO

Está representado por la proliferación de células del tejido conectivo, fijas y móviles; por la
proliferación de células llegadas de la sangre: linfocitos, plasmocitos y monocitos transformados en
macrófagos; ocasionalmente por la proliferación de células parenquimatosas y, por último, por la
formación de un tejido granulatorio. En una inflamación puede formarse tejido granulatorio no sólo
dentro de un proceso reparativo y de organización de exudado, sino también como fenómeno
propiamente inflamatorio. Esto puede ocurrir cuando hay gran proliferación de macrófagos con
formación de masas de estas células que sobreviven con aporte nutritivo a través de vasos de
neoformación.

EFECTOS DE LA INFLAMACION

A través de los efectos que se señalan a continuación puede entenderse el carácter defensivo local
del proceso inflamatorio. Ellos son:

a) dilución de toxinas por el líquido del exudado;


b) aporte de oxígeno y de anticuerpos por el flujo del exudado;
c) remoción de metabolitos tóxicos por el flujo del exudado;
d) formación de una red de fibrina, que delimita el proceso inflamatorio;
e) estímulo del proceso inmunitario por transporte de microorganismos y toxinas a los ganglios
linfáticos a través del flujo del exudado, y
f) fagocitosis, microfagia y macrofagia de agentes nocivos.

La fagocitosis se realiza en tres fases: adhesión, formación de la vacuola fagocítica y formación del
fagosoma (por fusión de un lisosoma con la vacuola fagocítica).

FORMAS DE LA INFLAMACION

Clínicamente se distinguen la inflamación aguda y la crónica. La inflamación aguda suele ser de


iniciación brusca, con síntomas muy manifiestos y de corta duración. La inflamación crónica suele
ser de instalación paulatina, de síntomas apagados y de larga duración. Las inflamaciones agudas
son en general de predominio alterativo o, más frecuentemente, exudativo; las inflamaciones
crónicas siempre tienen un componente productivo importante. Existen, sin embargo, inflamaciones
agudas predominantemente productivas linfoplasmocitarias, como algunas miocarditis y neumonitis
intersticiales causadas por virus.

También hay inflamaciones crónicas con abundante exudado, como son las supuraciones crónicas,
entre ellas las osteomielitis crónicas purulentas y los abscesos. La salpingtis y la pielonefritis
crónicas suelen tener abundante exudado leucocitario.

Desde el punto de vista morfológico se distinguen tres formas según el componente predominante:
la inflamación alterativa, la exudativa y la productiva (o proliferativa).

a. Inflamaciones alterativas

Las inflamaciones con predominio del componente alterativo son relativamente poco frecuentes.
Ejemplos de esta forma son inflamaciones necrotizantes en que el componente principal está
representado por necrosis, como algunas bronquiolitis, miocarditis, angeítis y encefalitis. No
necesariamente el componente alterativo corresponde a una necrosis, así por ejemplo, en la
miocarditis diftérica pueden predominar, en la primera semana de evolución, alteraciones
paratróficas de las fibras miocárdicas (figura 4.3).

Figura 4.3. Inflamación alterativa. Miocarditis


diftérica: predominio del componente alterativo en
forma de necrosis y tumefacción de fibras
micárdicas. (Modificado de Hamperl, 1966)

Las inflamaciones alterativas suelen darse en órganos que tienen relativamente poco estroma,
como el encéfalo, corazón e hígado. Cuando la alteración se da principalmente en el parénquima,
algunos autores hablan de inflamación parenquimatosa.

b. Inflamaciones exudativas

Estas son frecuentes. Según el carácter del exudado, pueden distinguirse dos grupos:
inflamaciones catarrales, con un exudado líquido, que fluye, e inflamaciones fibrinosas, en que el
exudado está dado principalmente por un material semisólido, que no fluye. Catarral viene del
verbo griego katarrein, que significa fluir, caer (referido a un líquido). Dicho adjetivo suele tener un
uso más limitado referido a ciertas inflamaciones catarrales (con células descamadas o con
mucus).

1. Inflamaciones catarrales

Según cuál sea el componente predominante del exudado catarral, se distinguen la inflamación
serosa, leucocitaria (o purulenta) y la hemorrágica.

La inflamación serosa está representada por un edema inflamatorio, constituido por plasma a
veces con algo de fibrina y escasos leucocitos (figura 4.4). Estas pocas células son las que sirven
para distinguir histológicamente el edema inflamatorio del edema; en la clínica ello suele hacerse
midiendo la densidad del líquido, que traduce la cuantía de las proteínas.
Figura 4.4.

Inflamación serosa en pulmón: alvéolo con


abundante plasma y escasos leucocitos.

En la inflamación leucocitaria predominan las células leucocitarias en el exudado. Ellas tienden a


sufrir rápidamente alteraciones degenerativas: tumefacción del citoplasma, vacuolización,
degeneración grasosa, necrosis (figura 4.5).

Figura 4.5.
Transformación de un leucocito en piocito: progresiva vacuolización y
tumefacción del citoplasma hasta la necrosis con carriorrexis.
(Modificado por Hamperl, 1966)

Los leucocitos así alterados se denominan piocitos. Como estas alteraciones ocurren rápidamente
debido a que los leucocitos extravasados tienen una vida corta, de regla se encuentran piocitos en
una inflamación leucocitaria y, por lo tanto, se habla indistintamente de inflamación leucocitaria e
inflamación purulenta (figura 4.6).
Figura 4.6.

Inflamación exudativa predominantemente


leucocitaria en pulmón. (Modificado de Hamperl,
1966)

Macroscópicamente pueden manifestarse en la presencia de pus, constituido por piocitos y detritus


celulares. El pus es un exudado líquido amarillento, pero de viscocidad y coloración variables.
Puede ser muy fluido hasta cremoso filante y puede tener tonalidades blanquecina, verdosa y
grisácea. Puede ser desde casi inodoro hasta fétido. La formación de pus es casi característica de
las inflamaciones producidas por gérmenes piógenos. Un ejemplo de inflamación purulenta no
producida por gérmenes piógenos es la que causa el aceite de trementina.

En las inflamaciones leucocitarias hay tres formas particulares: el flegmón, el foco supurado y el
absceso. El flegmón es una inflamación leucocitaria o serosa, infiltrativa, sin delimitación neta. El
exudado se encuentra en el intersticio (figura 4.7).
Figura 4.7.

Flegmón de la musculatura esquelética:


inflamación leucocitaria infiltrativa (Modificado de
Hamperl, 1966)

Es una inflamación particularmente grave. El foco supurado es una colección de pus en una
cavidad labrada en el espesor de un órgano (figura 4.8).

Figura 4.8.

Foco supurado en miocardio. Colección de


piocitos en cavidad labrada por necrosis y lisis del
tejido, frecuentemente con colonias bacterianas
visibles (en negro). (Modificado de Hamperl, 1966)

La cavidad se forma por necrosis con rápida colicuación. La necrosis es producida principalmente
por la acción de gérmenes piógenos y la colicuación, por enzimas proteolíticas liberadas por los
piocitos. El foco supurado suele tener alrededor exudado fibrinoso. La persistencia de un foco
supurado lleva a la formación de un absceso, que consiste en un foco supurado delimitado por
tejido granulatorio (figura 4.9).
Figura 4.9.

Absceso. Al centro, necrosis y piocitos. Periferia


con membrana piógena (fibrina y
polimorfonucleares neutrófilos) y banda de
fibroblastos y colágeno.

Este tejido granulatorio tiene al comienzo abundantes leucocitos y fibrina y entonces se habla de
membrana piógena. Con el tiempo se transforma en una cápsula fibrosa.

Las inflamaciones hemorrágicas contienen abundantes eritrocitos, se distinguen de una


hemorragia por contener otras células exudadas en mayor proporción que la sangre. Estas
inflamaciones traducen una lesión endotelial acentuada.

Al exudado pueden agregarse otros elementos que no provienen de la sangre sino de los tejidos
afectados. Ellos son el mucus y células descamadas (epiteliales o de los senos linfáticos). El
mucus suele ser abundante en las inflamaciones del tracto respiratorio, en que por la irritación
inflamatoria se produce una hipersecreción mucosa e incluso hiperplasia de células mucosas. El
mucus abundante se ve especialmente en inflamaciones serosas o purulentas (seromucosas,
mucopurulentas, respectivamente), células descamadas abundantes se observan en inflamaciones
serosas (inflamación catarral descamativa).

2. Inflamaciones fibrinosas

La fibrina predomina típicamente en una fase de la neumonía neumocócica (figura 4.10), se la


encuentra con frecuencia en inflamaciones de superficies serosas (pleuritis, pericarditis fibrinosas)
o mucosas (figura 4.11). En los espacios alveolares aparece a ojo desnudo como gránulos gris
amarillentos que rellenan los alvéolos; en las superficies, como filamentos o grumos blanquecino-
amarillentos friables o como una lámina friable (pseudomembrana).
Figura 4.10.

Inflamación exudativa predominantemente


fibrinosa en pulmón: alvéolo relleno con fibrina en
forma de material filamentoso. (Modificado de
Hamperl, 1966)

Figura 4.11.

Inflamación fibrinosa en pericardio. La fibrina aparece como


grumos eosinófilos (capa superior). hacia abajo, subserosa y
miocardio. (Modificado de Hamperl, 1966)

c. Inflamaciones productivas

El predominio del componente productivo puede manifestarse principalmente como un infiltrado de


linfocitos, plasmocitos, histiocitos o mezclas de estos elementos (figura 4.12); como una
proliferación acentuada de fibroblastos con tendencia a la fibrosis (inflamaciones esclerosantes),
como una inflamación con tejido granulatorio (inflamación granulante) o como una inflamación con
granulomas (inflamación granulomatosa).
Figura 4.12.

Inflamación predominantemente productiva


linfoplasmocitaria de la trompa de Fallopio.
(Modificado de Hamperl, 1966)

CURSO DE LA INFLAMACION

La inflamación puede curar con restitución ad integrum (restitución del estado normal). Para ello se
requiere:

a) la eliminación del agente causal,


b) la reabsorción total del exudado y
c) la regeneración de los tejidos destruidos.

Si no se dan estas condiciones, no se produce la curación completa. Así, si no se elimina el agente


causal, la inflamación se convierte en crónica. Ejemplos son las supuraciones crónicas y en
particular el absceso. Si no se elimina el exudado, se produce organización. Esto vale
especialmente para la fibrina. En ciertos casos de neumonía fibrinosa, falla el proceso de
fibrinolisis, el exudado alveolar se organiza, lo que se manifiesta macroscópicamente en una
carnificación pulmonar. Esta condición se denomina también neumonía crónica o neumonía en
organización. Por último, puede fallar la regeneración sea por la cantidad o por la calidad de los
tejidos destruidos. En este caso se produce un proceso reparativo que termina con una cicatriz.

FORMAS ESPECIALES DE INFLAMACION

Foco supurado y absceso

El foco supurado, si bien es principalmente una inflamación exudativa purulenta, tiene también un
componente alterativo que corresponde a una necrosis con rápida necrolisis. El foco supurado
suele ser hematógeno, producido dentro de una pioemia. En este proceso séptico se trata de focos
supurados múltiples en diversos órganos, focos que se ubican preferentemente en los territorios
terminales de irrigación. Esta es la patogenia más frecuente de los focos supurados en el
miocardio y encéfalo. En el pulmón y en los riñones, en cambio, pueden producirse focos
supurados como complicación de una pneumonía o bronconeumonía o pielonefritis.

El absceso tiene además un componente productivo representado por el tejido granulatorio. La


cápsula fibrosa que se forma a partir de este tejido, si bien delimita el proceso inflamatorio, impide
la llegada de antibióticos, por lo que se hace necesario vaciar o resecar el absceso. Los abscesos
suelen ser únicos.
Inflamación fibrinosa en superficies mucosas

En las superficies mucosas, también en las serosas, la fibrina puede aparecer en forma de grumos,
filamentos o láminas amarillentos friables. Cuando se trata de una lámina, se habla de
pseudomembrana, puesto que sólo simula un tejido. Se habla así de inflamaciones
pseudomembranosas (figura 4.13). En las mucosas, la pseudomembrana puede ser superficial o
profunda, en las serosas de regla es superficial.

Figura 4.13.

Inflamación
pseudomembranosa
en mucoa faríngea. Al
centro,
pseudomembrana
profunda; a los lados,
pseudomembrana
superficial.
(Modificado de
Hamperl, 1966)

La inflamación pseudomembranosa superficial se llama también crupal o cruposa. Dicha


pseudomembrana no es adherente a la superficie, se desprende con facilidad. Histológicamente
puede haber descamación del epitelio, pero la membrana basal no está destruida. En las mucosas
con gruesa membrana basal, como la respiratoria, la pseudomembrana suele ser superficial.

La inflamación pseudomembranosa profunda se llama también diftérica según su acepción


etimológica (difteria significa etimológicamente la piel desprendida como la de los animales que
cambian la piel). La pseudomembrana profunda es adherente, al desprenderla deja una superficie
hiperémica, sangrante. Histológicamente hay necrosis de parte de la mucosa, la pseudomembrana
penetra en la mucosa y la fibrina se halla entremezclada con detritus celulares. Las mucosas con
epitelio malpighiano tienen una membrana basal menos resistente, como la de la faringe, y en ellas
la pseudomembrana tiende a ser profunda. En la enfermedad difteria se produce en el foco
primario frecuentemente faríngeo, una inflamación pseudomembranosa profunda («diftérica»). Esta
pseudomembrana puede extenderse por las vías respiratorias altas en forma de una
pseudomembrana superficial.

En el intestino delgado como en el grueso se dan inflamaciones pseudomembranosas superficiales


o profundas, especialmente en niños y personas de edad avanzada. Algunos autores aceptan la
expresión de inflamación membranosa para casos en que la lámina está hecha principalmente de
mucosa necrótica, como por ejemplo, en la esofagitis cáustica causada por ingestión de ácidos. Es
discutible si en estos casos se trata primariamente de una inflamación o de una necrosis con
reacción inflamatoria secundaria.

Inflamación en tejidos avasculares


Se trata de tejidos que pueden inflamarse a pesar de no tener vasos; son la córnea, el cartílago y
las válvulas cardíacas en su mayor parte. Todos ellos, sin embargo, tienen en su vecindad tejido
vascularizado: alrededor de la córnea está la conjuntiva; alrededor del cartílago, el pericondrio, y la
porción avascular de las válvulas tiene tejido vascularizado junto al anillo de inserción.

En la inflamación de estos tejidos, primero se produce una lesión alterativa aislada en al zona
avascular, lesión que estimula la neoformación de vasos a partir de la zona vascularizada vecina
(figura 4.14). Una vez que estos vasos penetran en la zona avascular, se produce la exudación. El
componente productivo puede iniciarse antes de esta vascularización. En las válvulas cardíacas,
sin embargo, se acumulan en el tejido y sobre él, elementos hemáticos similares a los de un
exudado corriente, pero que provienen directamente de la sangre de las cavidades cardíacas. Este
proceso se denomina insudación, que en las válvulas cardíacas es más importante que la
exudación. En resumen, en la inflamación de los tejidos avasculares sí puede decirse que el
componente alterativo que desencadena la inflamación ocurre en forma de una fase en un
comienzo separada cronológicamente de la exudación e insudación.

Figura 4.14.

Inflamación en tejido avascular.


Válvula cardíaca semilunar. El
proceso comienza por foco alterativo
en la zona avascular (cuadriculado),
después se produce la
vascularización a partir de los vasos
preexistentes junto al anillo.

INFLAMACION GRANULOMATOSA

Los granulomas son formaciones nodulillares de carácter inflamatorio productivo, por lo común de
1 a 2 mm. de diámetro, constituidas esencialmente por macrófagos. Ellas se explican por la
presencia local de un agente causal insoluble. En los granulomas puede haber fenómenos
alterativos, como necrosis, además, otras células de carácter inflamatorio, como polinucleares,
linfocitos y plasmocitos; puede haber vasitos de neoformación, fibroblastos y fibrillas colágenas. En
la evolución de algunos granulomas se observa un reemplazo de los macrófagos por fibroblastos y
un progresivo aumento de fibras colágenas hasta la formación de una especie de cicatriz. Los
macrófagos pueden desencadenar una proliferación local de fibroblastos y además estimular la
formación fibrillas de colágeno (fibroblastos facultativos).

Los macrófagos típicamente son células de tamaño mediano a grande, de citoplasma


relativamente abundante, levemente eosinófilo, de bordes difuminados, de núcleo circular, ovalado
o reniforme, de escaso contenido en cromatina y membrana nuclear neta (figura 4.15). El
citoplasma puede presentar vacuolas, gotitas de grasa, hemosiderina, partículas o células
fagocitadas (eritrofagia, linfofagia).
En algunos granulomas predominan las células epiteloideas, que son macrófagos transformados
en células principalmente secretoras y con menor capacidad macrofágica (figura 4.15). La
disposición a manera de epitelio se reconoce mejor en cortes por congelación, en que la retracción
celular es menor que la que ocurre en cortes por inclusión en parafina, en que dicha disposición
suele no ser notoria.

Figura 4.15.

A la izquierda, granuloma hecho de


macrófagos jóvenes; a la derecha,
granuloma de células epiteloideas.
(Modificado de Adams DO. The
granulomatous inflammatory
response. A review. Am J Pathol
1976; 84:164-183)

En varios granulomas se presentan células gigantes histiocitarias multinucleadas. El citoplasma y


los núcleos presentan en general caracteres similares a los de los macrófagos. Las células
gigantes se forman -según la concepción clásica, que prevalece- por división sucesiva de núcleos
sin división del citoplasma (plasmodio). Algunos creen que se producen por fusión de macrófagos
(y representarían por tanto un sincicio). Las dos células gigantes más frecuentes son las de
Langhans y las de reacción a cuerpo extraño (figura 4.16).

Figura 4.16.

A la izquierda, célula gigante de


Langhans: núcleos dispuestos en
forma de herradura; a la derecha,
células gigantes de reacción a
cuerpo extraño: núcleos algo
vesiculosos, dispuestos
irregularmente con nucléolos
prominentes.

Pueden medir hasta unos 250 micrones (teóricamente en el límite de la visión macroscópica). Las
primeras tienen dos características principales: los núcleos se disponen en la periferia y en forma
de una herradura. En las de reacción a cuerpo extraño los núcleos se disponen irregularmente,
suelen ser vesiculosos y presentar un nucléolo notorio, el citoplasma con frecuencia es ligeramente
basófilo. Estas células suelen verse en relación con partículas extrañas y signos evidentes de
fagocitosis.

Los granulomas, vistos en conjunto, son muy polimorfos, y pueden presentarse en muchas
enfermedades; pero el aspecto histiológico varía poco dentro de una determinada enfermedad, por
lo cual el reconocimiento de un «tipo» de granuloma puede orientar en el diagnóstico nosológico.

Granuloma de la tifoidea («tifoma») y de la listeriosis («listerioma»)

Estos granulomas pueden caracterizarse por la presencia de macrófagos jóvenes, ausencia de


células epiteliodeas y células gigantes, infiltración de otras células inflamatorias, particularmente
polinucleares y linfocitos, necrosis frecuente. Lo particular del «tifoma» está dado por la presencia
de células de Rindfleisch: grandes macrófagos, de abundante citoplasma eosinófilo,
frecuentemente con eritrofagia (figura 4.17).

Figura 4.17.

Células de Rindfleisch:
macrófagos grandes con
abundante citoplasma eosinófilo y
eritrofgia (corpúsculos negros)
(Modificado de Hamperl, 1966)

Nódulo de Aschoff, nódulos reumáticos y reumatoideo, granuloma anular

En estos granulomas también predominan los macrófagos jóvenes, pero en los nódulos reumático
y reumatoideo puede haber células epiteloideas, no así células gigantes. En todos ellos se
encuentra degeneración fibrinoide del colágeno.

El nódulo de Aschoff, en su fase del nodulillo celular, es específico de la enfermedad reumática y


se presenta en el corazón: en el endocardio y más frecuentemente en el miocardio, aquí, entre los
fascículos musculares o en el tejido conectivo perivascular. El nódulo de Aschoff presenta tres
fases evolutivas: el infiltrado precoz, el nodulillo celular, el cicatrizal. El infiltrado precoz consiste en
imbibición serosa y degeneración fibrinoide del tejido conectivo con escasa infiltración celular, no
característica. Se forma en las primeras 4 semanas del brote reumático. La lesión no es específica
y puede encontrarse en otras enfermedades del colágeno. La lesión específica es el nodulillo
celular, formado principalmente por histiocitos y material fibrinoide, que pueden disponerse de
varias maneras, siendo más frecuentes dos: el material fibrinoide en el centro y las células en la
periferia (tipo coronal), alternancia de células y material fibrinoide (tipo mosaico). Las células
histiocitarias, entre las cuales puede haber algunos linfocitos dispersos, ocurren bajo dos formas:
las células de Aschoff y las de Anitschkow (figura 4.18).
Figura 4.18.

Nódulo de Aschoff con


células de Aschoff (núcleos
vesiculosos, nucleolos
prominentes y citoplasma
abundante) y células de
Anitschkoff (cromatina
nuclear en forma de
peineta)

Las primeras son características del nódulo de Aschoff: grandes células de citoplasma basófilo,
núcleo vesiculoso con nucléolo prominente; el núcleo suele ser lobulado, a veces hay más de un
núcleo. Las células de Anitschkow -o histiocitos cardíacos, que existen normalmente en el
miocardio- son aquí numerosas; tienen escaso citoplasma, el núcleo es característico: elongado
con cromatina central dispuesta a manera de peine. El nodulillo celular se forma entre la 4ª y 13ª
semana de enfermedad. El nódulo cicatrizal típico es fusiforme perivascular, consiste
principalmente en fibras colágenas, entre las que pueden encontrarse escasas células dispersas:
fibroblastos e histiocitos. Se forma entre la 9ª y la 16ª semana del brote reumático.

Los nódulos reumáticos y reumatoideo y el granuloma anular tienen una estructura similar: foco
central de material fibrinoide y corona de histiocitos; en la periferia de ésta suele haber infiltración
celular variada. El nódulo reumático es subcutáneo, es mayor que un granuloma corriente,
habitualmente se lo palpa. El granuloma anular generalmente es dérmico, más pequeño y se
acompaña siempre de mucinosis en el centro del granuloma. El nódulo reumatoideo es similar al
reumático, pero puede producirse en vísceras.

Granuloma silicótico

Por lo común es un granuloma de tamaño corriente, pero puede presentarse en forma de un


nódulo por confluencia de varios nodulillos. Es un granuloma con marcada tendencia a la fibrosis y
hialinización (figura 4.19). En su fase inicial está hecho de macrófagos jóvenes en los que pueden
demostrarse las partículas de sílice. La reacción de la célula macrofágica frente a este material
tiene dos efectos: formación de fibrillas reticulares y colágenas por una parte, y necrosis, por otra.
Las fibrillas tienden a la hialinización, mientras las partículas liberadas en la necrosis son fagocitas
por otros macrófagos en la periferia. Así, la parte más antigua es la central. Junto a los macrófagos
se encuentran también células de tipo fibroblástico. Casi siempre los macrófagos contienen
también partículas de carbón.
Figura 4.19.

Nudillo silicótico en pulmón.


Granulom con centro fibroso-
hialino y antracosis. (Modificado de
Hamperl, 1966)

El tubérculo y el granuloma sarcoidótico

El tubérculo representa la forma productiva de la tuberculosis. Es del tamaño y forma de un grano


de mijo, blanquecino grisáceo, vítreo, por transparencia suele verse un centro amarillento.
Histológicamente, en la forma más característica, se distinguen tres partes: foco central caseoso,
corona de células epiteloideas y en la periferia, infiltración linfoplasmocitaria (figura 4.20). Lo
esencial en el tubérculo son las células epiteloideas, que se disponen radialmente, como
empalizada, alrededor del centro caseoso. Entre ellas frecuentemente se hallan células gigantes
de Langhans.

El granuloma de la sarcoidosis es similar al tubérculo, pero carece de centro caseoso.

Figura 4.20.

Estructura en la periferia del


tubérculo. A la izquierda, zona
caseosa; al centro, células
epitelioideas en empalizada y
células de Langhans; a la derecha,
capa de linfocitos y plasmocitos.
(Modificado de Hueck, 1937)
Granuloma tuberculoideo con centro supurado

En diversas enfermedades infecciosas se encuentran granulomas formados por una corona de


macrófagos o células epiteloideas alrededor de un foco central supurado (figura 4.21). Es el caso
de la enfermedad por rasguño de gato y de la infección por Yersinia. El granuloma se produce en
los ganglios linfáticos. Un granuloma supurativo parecido se puede producir en los ganglios
regionales del sitio de vacunación por BCG. Un granuloma similar se presenta en la enfermedad de
Nicolas-Favre o linfogranuloma venéreo.

Figura 4.21.

Granuloma supurativo.
Macrófagos en la periferia y célula
multinucleada y foco central
supurado. (Modificado de
Hamperl, 1966)

Granuloma de reacción a cuerpo extraño

El granuloma por reacción a cuerpo extraño está constituido por macrófagos, células epiteloideas
y, característicamente, por células gigantes de reacción a cuerpo extraño. Son más irregulares en
forma y tamaño que los tubérculos. A veces es posible identificar la naturaleza del material extraño
por sus caracteres microscópicos, dentro del citoplasma de las células gigantes.

PATOLOGIA GENERAL DE LA TUBERCULOSIS

La tuberculosis se presenta principalmente en forma exudativo-caseosa y en una productiva,


formas de apariencia tan distinta que hasta el comienzo del siglo XIX se creía que se trataba de
dos enfermedades diferentes. Virchow también fue de esta opinión, lo que impidió que prevaleciera
la idea sostenida por primera vez por Laennec de que se trataba de una misma enfermedad. En la
segunda mitad del mismo siglo Villemin demostró la unidad causal de ambas formas inoculando
material caseoso en animales: en unos se produjo la forma caseosa, en otros, la productiva. Hacia
el final del siglo XIX, Koch confirmó la unidad causal con el descubrimiento del bacilo tuberculoso.

Las dos variedades patógenas para el hombre son la hominis y la bovis. El ganado vacuno es
sensible sólo a la variedad bovina. El conejo es muy sensible a esta variedad, en cambio lo es
poco a la variedad humana.
Las lesiones tuberculosas pueden producirse con bacilos vivos o muertos, pero son progresivas
sólo en el primer caso.

VIAS DE INFECCION EN EL HOMBRE

Son cuatro: la placentaria, la por inoculación, por ingestión y por inhalación.

Vía placentaria
>Se realiza por infección de la placenta y de ahí, al feto. Corresponde a una tuberculosis congénita
de diseminación principalmente hematógena. Es rara.

Por inoculación

Se produce en gente que trabaja en laboratorios, anatomistas y anátomo-patólogos, al hacerse


heridas con instrumentos infectados.

Por ingestión

Se produce principalmente por leche infectada con bacilo de la variedad bovina. El foco primario
ocurre en la faringe o intestino con compromiso de los ganglios linfáticos regionales
correspondientes. Más de el 60% de las tuberculosis intestinales de los niños son de tipo bovino, lo
mismo vale para el 75% de las linfadenitis tuberculosas cervicales de niños hasta 5 años.

Por inhalación

Es la vía más frecuente en el hombre. Se discute si los bacilos son aspirados en forma de polvo
seco o en gotitas de saliva expulsadas por un enfermo con la tos o durante la conversación (gotitas
de Pflüger). También se discute el mecanismo a través del cual los bacilos llegan a los alvéolos
pulmonares; probablemente lo hacen a través de macrófagos que los fagocitan y transportan.

EFECTOS DEL BACILO EN LOS TEJIDOS

Las formas distintas de tuberculosis, la exudativo-caseosa y la productiva, hicieron pensar, aun


después de conocido el agente causal, que se trataba de dos formas diferentes desde la partida
(dualismo morfológico). Hübschmann demostró, primero, que la tuberculosis, como toda
inflamación, tiene un componente alterativo, uno exudativo y uno productivo; segundo, que las
formas mencionadas corresponden a formas evolutivas, y tercero, que la forma de evolución
depende de la cantidad de gérmenes, de la resistencia del individuo y del grado de
hipersensibilidad.

El componente alterativo inicial producido por el bacilo es leve debido a la baja virulencia y falta de
exotoxinas del germen. La lesión exudativa corresponde por lo general a un edema inflamatorio,
con polimorfonucleares y después con monocitos. El componente productivo está representado por
histiocitos que rápidamente se disponen en empalizada en forma de células epiteloideas. El
exudado tiene tendencia a caseificarse.

FORMAS DE LA INFLAMACION TUBERCULOSA

Según Rich, el tipo e intensidad de la lesión dependen de cinco variables que pueden expresarse
en la fórmula: L = (N x V x H) / R (a + n), donde L representa el tipo e intensidad de la lesión; N, el
número de bacilos; V, la virulencia del bacilo; H, el grado de hipersensibilidad; Ra, la resistencia
adquirida, y Rn, la resistencia natural del organismo.
Cuando el número de bacilos es grande, la virulencia es acentuada o el grado de hipersensibilidad
es alto, predomina una lesión exudativa con tendencia a la caseificación. Cuando el número de
gérmenes es pequeño y la resistencia es alta, predomina la lesión productiva.

La lesión exudativo-caseosa, forma relativamente frecuente, está hecha de una masa caseosa con
escaso componente productivo. Ocasionalmente se observan formas exudativas sin caseificación.
Una de ellas está constituida por un edema inflamatorio con escasas células mononucleares
grandes («células del exudado»). Esta forma se presenta en el pulmón como la llamada
bronconeumonía o pneumonía gelatinosa. También ocasionalmente se encuentra un exudado
fibrinoleucocitario con muy discreta caseificación o sin ella. En esta forma se encuentran por lo
general abundantes bacilos. La forma fibrinoleucocitaria probablemente representa una inflamación
tuberculosa producida por gran cantidad de bacilos y detectada antes de que se caseifique. En
este sentido sería diferente de la neumonía gelatinosa, en que el exudado no tiene tendencia a
caseificarse. La forma productiva está representada por el tubérculo y aglomeraciones de
tubérculos.

FENOMENO DE KOCH

Consiste en la diferente reacción del organismo a la inoculación de bacilos hecha por primera vez
(primoinfección) y a la hecha por segunda vez (reinfección). Koch descubrió estas diferencias
experimentalmente en cuyes. Con la primoinoculación en la piel, después de cerrarse la herida,
aparece un nódulo cutáneo a los 10 a 14 días de la inoculación, nódulo que se ulcera sin tendencia
a la curación. Se comprometen los ganglios linfáticos, el animal puede morir. Con la reinoculación
(en animales que han sobrevivido a la primoinoculación hecha 4 a 6 semanas antes) aparece
rápidamente, al día siguiente o al subsiguiente, un foco necrótico de la piel, sin formación de
nódulo; la piel se limpia y cura, no se comprometen ganglios linfáticos y el animal no muere por
ello.

La reinfección difiere de la primoinfección en que durante la reinfección hay mayor destrucción de


tejidos, debido a la hipersensibilidad despertada por la primoinoculación, y en que hay tendencia a
que la lesión permanezca localizada, sin compromiso de ganglios linfáticos, y cure, debido a la
resistencia adquirida después de la primoinoculación.

PRIMOINFECCION Y REINFECCION EN EL HOMBRE

La primoinfección en el hombre se manifiesta en la formación del complejo primario, que se


produce las más de las veces en el pulmón, le siguen en frecuencia el del intestino y de la faringe
(tuberculosis por ingestión). El complejo primario está formado por el foco primario en el órgano
donde el bacilo causa la primera reacción inflamatoria, y por el foco ganglionar en los ganglios
linfáticos regionales. El foco primario pulmonar se llama también foco de Ghon, con el que se
asocia siempre un ganglio bronquial tuberculoso caseificado (ley de Parrot). En la mayoría de los
individuos el complejo primario cura: del foco de Ghon queda una pequeña cicatriz, casi
inaparente, el foco ganglionar, que suele ser mayor, tiende a la calcificación distrófica.

El concepto de tuberculosis de reinfección, introducido por Aschoff, se refiere al pulmón: a éste


vuelven a llegar bacilos que producen nuevos focos tuberculosos, llegan ya sea desde el exterior:
reinfección exógena o por vía hematógena a partir del complejo primario cicatrizado o en vías de
cicatrización: reinfección endógena. El foco de origen más frecuente de la reinfección endógena es
el ganglionar linfático. La reinfección se manifiesta en pequeños focos apicales, que suelen ser
bilaterales (focos de Aschoff-Puhl en el adulto, focos de Simon en el niño). En la reinfección no se
produce compromiso ganglionar linfático. Los focos de Aschoff-Puhl pueden ser el origen de una
tuberculosis de reinfección más extensa. El llamado infiltrado precoz o infraclavicular de Assmann-
Redeker suele ser por reinfección exógena.
Se conoce con el nombre de tuberculosis metastásica focos tuberculosos aislados
extrapulmonares que se producen por vía hematógena a partir del complejo primario en vías de
cicatrización. Los sitios más frecuentes de dichos focos son: cerebro, hueso, articulaciones,
epidídimo, riñones, trompa, suprarrenales. Ellos pueden permanecer latentes durante años y dar
origen a una tuberculosis del órgano correspondiente después de la cicatrización completa del
complejo primario. Los focos metastásicos en el bazo e hígado, también frecuentes, no se
complican de tuberculosis orgánicas más extensas.

ESTADIOS DE RANKE

Según Ranke pueden distinguirse en el hombre tres estadios de la tuberculosis:

1) Estadio primario:

está representado por el complejo primario (no complicado);

2) Estadio secundario:

está representado por la extensión (complicación) del complejo primario. La extensión puede ser
por contigüidad en el pulmón a partir del foco de Ghon, por vía linfática a partir del foco ganglionar,
o por vía hematógena a partir del complejo primario o por vía bronquial. La extensión por vía
hematógena se manifiesta en la tuberculosis miliar de los órganos. En ocasiones dicha extensión
queda limitada al pulmón, lo que se conoce como la diseminación abortiva.

3) Estadio terciario:

está representada por la tuberculosis aislada de los órganos, originada de un foco metastásico. La
tuberculosis aislada de los órganos puede ser el origen de una diseminación hematógena
(tuberculosis miliar).

INMUNOPATOLOGIA DE LA TUBERCULOSIS HUMANA

La respuesta inmunitaria al bacilo de Koch es consecuencia de una hipersensibilidad que requiere


de linfocitos T y macrófagos. La inmunidad celular a la micobacteria puede ser transferida mediante
linfocitos o un factor de transferencia, pero no por suero o anticuerpos.

Los anticuerpos contra las micobacterias no desempeñan ningún papel importante en la infección
tuberculosa. Los linfocitos de un huésped tuberculoso producen linfoquinas, entre otras, un factor
linfotóxico, un factor inhibidor de la migración y un factor activador. Hay hechos que indican que las
linfoquinas inhiben las micobacterias aún dentro de los macrófagos.

La reacción tuberculínica de la piel depende de la presencia de linfocitos que respondan al


antígeno tuberculoso. La inoculación de BCG (cepa bovina de micobacterias atenuadas) protege a
los humanos y los animales de la tuberculosis. Una vacuna con gérmenes muertos no proporciona
protección adecuada, aunque tales vacunas provocan el desarrollo de hipersensibilidad retardada
cutánea. Las pruebas cutáneas pueden hacerse con tuberculina envejecida (OT) o con derivado de
proteína purificada (PPD). OT es el líquido concentrado y esterilizado de cultivo de M. tuberculosis
patógeno. PPD es la proteína precipitada de OT.

La prueba de Mantoux es negativa en los que nunca se han infectado y también, ocasionalmente,
en los que se ha desarrollado una infección de virulencia tal que el paciente se ha desensibilizado
por grandes cantidades de proteína tuberculosa liberada de las lesiones.
CAPÍTULO 5. ALTERACIONES DEL CRECIMIENTO Y DESARROLLO

REGENERACIÓN

Se entiende por tal la restitución de partes destruidas del organismo por otras iguales o similares.
Ella puede realizarse en diversos niveles de organización del individuo: pueden regenerarse
células aisladas, tejidos, partes de un órgano y, en animales inferiores, segmentos corporales. El
concepto puede extenderse al nivel subcelular, en particular a los organelos, y así se habla, por
ejemplo de una regeneración de mitocondrias. En la regeneración, a diferencia del crecimiento
neoplásico, se tiende a preservar el plan de organización normal del organismo. En este sentido, la
neoformación regenerativa aparece como un fenómeno regulado y no autónomo, como la
neoformación tumoral. Así por ejemplo, en hepatectomía parcial el proceso regenerativo tiene lugar
hasta que el hígado recupera la masa normal.

LEYES BIOLÓGICAS DE LA REGENERACIÓN

1) La restitución de células y tejidos se realiza a partir de elementos de la misma estirpe.


Dichos elementos se desdiferencian, migran, proliferan y vuelven a diferenciarse.

2) Cuanto más elevado el organismo en la escala biológica tanto menor la capacidad


regenerativa.
Esta capacidad se estima considerando el grado de complejidad de las partes que pueden ser
regeneradas. En el hombre, ella oscila dentro de un espectro relativamente estrecho, en general,
se limita a células y tejidos. Sin embargo, también existe la regeneración de estructuras más
complejas, como las mucosas, y la de partes de órganos, como la regeneración hepática. La
regeneración de estas estructuras en el hombre, con excepción del endometrio, suele ser
imperfecta. En el hombre, en la mayoría de los órganos la destrucción de parénquima y estroma
hace imposible la regeneración.

3) A menor grado de diferenciación celular mayor capacidad regenerativa.


Desde este punto de vista, se distinguen según Bizzozero tres grupos de tejidos:

a) Tejidos lábiles:
tienen una activa regeneración aún en condiciones normales. A ellos pertenecen el
epitelio pavimentoso estratificado, el digestivo, el respiratorio, el urinario, el
glandular exocrino, el tejido hematopoyético, el óseo y el cartilaginoso. La
regeneración de este último se refiere al parénquima, pues la matriz cartilaginosa
se regenera con dificultad y en forma imperfecta por su alto contenido en colágeno
II.

b) Tejidos estables:
capaces de regenerar en condiciones patológicas. Algunos de ellos tienen una
lenta regeneración en condiciones normales. A ellos pertenecen el epitelio
hepático, el pancreático exocrino, el de la corteza suprarrenal y el tiroideo, el
tubular renal, las fibras nerviosas y el tejido muscular con excepción del éxcito-
conductor. Este grupo comprende en verdad tejidos de muy diferente capacidad
regenerativa. En un extremo está el epitelio hepático de capacidad regenerativa
relativamente alta, en otro, el tejido muscular miocárdico, de casi nula capacidad
regenerativa.

c) Tejidos estables carentes de capacidad regenerativa.


Son los cuerpos neuronales y el tejido muscular éxcito-conductor.

TIPOS DE REGENERACIÓN
1) Regeneración ortológica: Es la que tiene lugar en condiciones normales, a saber, en los tejidos
lábiles.

2) Regeneración patológica:Se da en condiciones anormales, puede ocurrir en tejidos lábiles o


estables. La regeneración patológica puede ser típica o atípica.
a) Regeneración patológica típica:
el tejido neoformado es igual o similar al normal. Ejemplos son la regeneración en
erosiones cutáneas, de epitelio hepático necrosado sin destrucción del armazón fibrilar, de
epitelio tubular renal necrosado sin destrucción de la membrana basal.

b) Regeneración patológica atípica:


el tejido neoformado, aún siendo de la misma estirpe, es diferente al normal. Esta
regeneración está ligada a una minusvalía funcional. Ejemplos son los nódulos
regenerativos en las cirrosis hepáticas, los cuales carecen de la arquitectura lobulillar y
disposición trabecular normales; los llamados neuromas de amputación, que se forman
generalmente después de la sección traumática de un nervio cuando los axones en
regeneración del cabo proximal no encuentran la vía adecuada de crecimiento en el cabo
distal, con lo que se originan nódulos hechos de axones y vainas nerviosas dispuestos
desordenadamente a manera de un tumor; la regeneración de la mucosa gástrica en la
úlcera gástrica, en la que la mucosa regenerada muestra menor espesor y menor
desarrollo glandular, y otros más.

Las condiciones fundamentales que determinan el tipo de regeneración son el tipo de tejidos, la
extensión de la pérdida y el grado de organización de la estructura destruida. Cuando la extensión
es muy grande, el proceso regenerativo no alcanza a cubrir la pérdida antes de que se desarrollen
otros procesos que perturban o impiden la regeneración: la inflamación, organización o reparación.

En general, existe un paralelismo entre tipo de regeneración y tipo de tejido: en los lábiles ella
suele ser típica; en los estables, con frecuencia es atípica.

REPARACIÓN

Se entiende por tal la substitución de partes del organismo por una cicatriz. Cicatriz en un tejido
fibroso denso correspondiente al estado final del desarrollo de tejido granulatorio.
Excepcionalmente se forman cicatrices sin participación de tejido granulatorio, como la cicatriz glial
en el sistema nervioso central.

Las condiciones que favorecen el desarrollo de un proceso reparativo son una baja capacidad
regenerativa en los tejidos destruidos, una pérdida de gran extensión y la destrucción de
parénquima y estroma.

El tejido conectivo normal puede sufrir reparación o regeneración, lo que está determinado
principalmente por la extensión de la pérdida. El tejido conectivo normal tiene una capacidad
regenerativa relativamente baja y pertenece a los tejidos estables. El queloide es una cicatriz
exhuberante.

ORGANIZACIÓN

Es la reabsorción y reemplazo de material orgánico, generalmente de fibrina, por tejido fibroso


formado, casi siempre, por desarrollo de tejido granulatorio. El proceso de organización ocurre
fundamentalmente en dos condiciones: en inflamaciones fibrinosas cuando falla la fibrinolisis, como
en algunas pneunomías, bronconeumonías, pericarditis y pleuritis, en los trombos y émbolos
trombóticos (figura 5.1). En las inflamaciones fibrinosas de las serosas, el tejido fibroso formado
por organización tiende a hialinizarse, en cambio dentro de los vasos con trombos o émbolos
trombóticos el tejido fibroso tiende a tunelizarse probablemente por acción de la corriente
sanguínea.

Figura 5.1.
Organización deinflamación fibrinosa en el pulmón. A la izquierda,
un alvéolo con fibrina (en negro) en orgnización; a la derecha,
después de la reabsorción de la fibrina, el alvéolo queda con un
tapón de tejido conjuntivo. (Modificado de Hamperl, 1966)

La organización se diferencia de la reparación en que en la reparación se forma una cicatriz que


substituye tejidos preexistentes, en cambio en la organización se forma tejido fibroso donde antes
no existía tejido.

TEJIDO GRANULATORIO

El tejido granulatorio es un tejido de neoformación de carácter reabsortivo y reparativo.


Macroscópicamente aparece formado por gránulos rojizos o grisáceos en cada uno de los cuales
se arborizan vasos neoformados. Estos vasos se forman de capilares preexistentes a manera de
evaginaciones en que se mantiene continua la membrana basal y el endotelio prolifera por medio
de mitosis (figura 5.2).
Figura 5.2.

A la izquierda, tejido
granulatorio joven con
abundantes vasos de
neoformación y escasas
fibras colágenas (lineas
negras).
A la derecha, en etapa
avanzada con escasos
vasos y abundantes fibras
colágenas.
Abajo: cuatro aspectos del
proceso de neoformación
vascular.
(Modificado de Rubin y
Farber, 1988)

Los vasos muy jóvenes neoformados aparecen como yemas endoteliales sólidas a la microscopía
de luz, después aparece un pequeño lumen rodeado de endotelio prominente. El aspecto
histológico del tejido granulatorio es variable según el momento de desarrollo en que se examina.
Aparece alrededor de una semana después de ocurrida la lesión desencadenante. Al comienzo
está formado principalmente por células libres: macrófagos, leucocitos, plasmocitos, linfocitos,
eritrocitos; además, plasma, fibrina, una fina red fibrilar, escasos vasos neoformados jóvenes (con
pequeño lumen o yemas vasculares) y escasos fibroblastos. A medida que avanza su desarrollo,
van disminuyendo las células libres y aumentando los vasos de neoformación, los fibroblastos y las
fibras colágenas. A la tercera semana está formado por vasos de neoformación dilatados y una
trama fibrilar edematosa con regular cantidad de células libres, principalmente linfocitos,
plasmocitos y macrófagos, que suelen contener hemosiderina. Al mes ya hay una cicatriz joven,
prácticamente sin células libres y con algunos vasos de neoformación, que pueden persistir mucho
tiempo, otros han involucionado.

El tejido granulatorio se desarrolla en la reparación y en la organización, y puede presentarse


también en la inflamación. En la inflamación el tejido granulatorio puede representar una
reparación debido a la destrucción de tejidos producida como parte de fenómeno inflamatorio;
fuera de esto, puede desarrollarse tejido granulatorio propio de la inflamación misma. En este caso
la génesis del tejido granulatorio se realiza a partir de masas de macrófagos cuyo trofismo no
puede realizarse por simple osmosis, por lo que surgen vasos de neoformación entre los acúmulos
celulares. Este tejido granulatorio cumple, al igual que los macrófagos, una función principalmente
reabsortiva.

CURACIÓN DE LAS HERIDAS

Herida es una solución de continuidad de los tejidos con tendencia espontánea a la curación. En
esa solución de continuidad hay pérdida de tejidos. En las heridas de regla se comprometen tejidos
de tipos diferentes.

Los procesos que intervienen en la curación de las heridas son: regeneración, reparación y
organización. Además, en toda herida se produce una inflamación y hemorragia.

Las condiciones generales que determinan qué proceso predomine en la curación de una herida,
son las mismas que las indicadas en la regeneración y reparación, vale decir: tipos de tejidos
destruidos, extensión de la pérdida y grado de complejidad de las estructuras comprometidas. A
éstas se agregan otras tres, que favorecen el desarrollo de organización y que son: la infección,
que acentúa el proceso inflamatorio y la formación de exudado fibrinoso; la formación de
hematomas, es decir, de colecciones hemáticas que tienden a ser organizadas; y la separación de
los labios de la herida, que equivale a aumentar la extensión de la pérdida de tejido y que a su vez
favorece la infección.

En las heridas quirúrgicas, la primera intención del cirujano es que ella cure con la mayor
regeneración y la menor reparación y organización posibles. Esto se llama curación por primera
intención (per primam intentionem o simplemente per primam). Para eso usa bisturíes debidamente
afilados con el objeto de provocar la menor destrucción posible de los tejidos, trabaja en asepsia
para evitar la infección, sutura los vasos que se van rompiendo para evitar la formación de
hematomas y coapta los labios de la herida con puntos de sutura.

En otras condiciones, como en heridas infectadas o con grandes pérdidas de tejidos, no es posible
la curación per primam; la intención del médico será tratar la infección y favorecer el desarrollo de
tejido granulatorio (curación por segunda intención).

CURACIÓN DE UNA HERIDA QUIRÚRGICA CUTANEA POR PRIMERA INTENCIÓN.

Regeneración del epitelio de revestimiento

Dentro de las 24 horas de producida la herida, aparece en sus bordes una desdiferenciación de las
células del estrato basal del epitelio, que se estiran y pierden los puentes intercelulares. Luego
migran y proliferan en una capa desde los bordes hacia el centro de la herida. Al cabo de 48 horas
la herida está cubierta por una capa epitelial monoestratificada, después, desde los bordes hacia el
centro, comienza la estratificación y diferenciación epiteliales. La migración se realiza siempre
sobre tejidos viables, por debajo de la fibrina, coágulo y detritus celulares (figura 5.3). Cuando las
capas que avanzan desde los bordes se encuentran en el centro, las células no se apilan, la
migración se detiene: se produce una inhibición de contacto, fenómeno cuyos mecanismos no
están aclarados, como tampoco lo está el mecanismo que desencadena la proliferación. Se cree
que en condiciones normales las células secretan substancias inhibidoras de la proliferación,
llamadas chalonas, y que en cambio las células que se destruyen liberan substancias que
estimulan la proliferación llamadas trefonas.
Figura 5.3.
Curación de una herida quirúrgica cutánea por primera intención. A
la izquierda, restos de fibrina y sangre (en negro); debajo de este
material escasos queratinocitos en regeneración. En la dermis,
tejido granulatorio joven a nivel de la incisión quirúrgica. A la
derecha, regeneración de la epidermis y banda de cicatríz de la
dermis sin deformación de papilas. (Modificado de Rubin y Farber,
1988)

Inflamación y reparación

La destrucción de tejidos desencadena en pocas horas una inflamación, cuyo componente


exudativo -plasma, fibrina y leucocitos- alcanza un máximo alrededor de la mitad de la primera
semana y se mantiene hasta el fin de este lapso. El componente proliferativo, en particular la
proliferación de fibroblastos y síntesis de colágeno, se inicia en cambio a mediados de la primera
semana, alcanza su máximo al fin de este período y se extiende hasta mediados de la segunda
semana, momento en que el cirujano suele retirar los puntos de sutura (figura 5.4). A partir de dos
semanas se produce la maduración del colágeno con formación de puentes de unión entre las
fibrillas.
Figura 5.4.

Esquema cronológico de
la exudación y
proliferación en la
curación de heridas.

Hacia el fin de la primera semana aparece el tejido granulatorio, que crece a una velocidad de 1 a
2 milímetros por día. En la zona de coaptación de los bordes da origen a una cicatriz, carente de
anexos cutáneos y de papilas.

Factores que retardan la curación

Los más importantes son la edad avanzada, un bajo grado de vascularización de la zona afectada,
corticoides y deficiencia de vitamina C. La vitamina C es necesaria para la hidroxilación de los
aminoácidos precursores del procolágeno.

CURACIÓN DE LAS FRACTURAS


Ella se parece, en su primera fase, a la curación de las heridas de tejidos blandos por segunda
intención, con la diferencia de que el tejido granulatorio formado en esa fase, en lugar de dar
origen a una cicatriz, se transforma en tejido óseo similar al normal.

Producida la fractura, se forma entre los cabos óseos un hematoma, con fibrina y tejido necrótico,
que hacia el fin de la primera semana comienzan a ser reabsorbidos y organizados por tejido
granulatorio, el cual constituye el primer puente de unión entre los cabos: callo fibroso. En el
periostio el tejido proliferado también forma un manguito de unión, el callo externo, que es muy
celular, puede contener islotes de cartílago y se transforma en tejido óseo antes que el callo
interno. En las zonas intracapsulares de los huesos largos, donde no hay periostio, las fracturas
curan principalmente a través de la formación del callo fibroso (interno); en la diáfisis, por el
contrario, a través del callo externo (figura 5.5). En el hombre, la formación de cartílago en este
callo es relativamente escasa. La transformación de los callos fibroso y cartilaginoso en tejido óseo
se realiza en forma similar al proceso normal de osificación; en el callo fibroso siempre es de tipo
desmal. El primer callo óseo que se forma se llama callo óseo temporal, que se va remodelando
con el tiempo por reabsorción y neoformación de tejido óseo a medida que la parte afectada se va
movilizando normalmente.

Figura 5.5.

Curación de las fracturas. A


la izquierda, callo fibroso:
tejido granulatorio, sangre
(puntos negros) y material
necrótico (óvalos negros). A
la derecha, callo óseo
(interno) y cartilaginoso
(externo), ambos transitorios.
(Modificado).

HIPERTROFIA E HIPERPLASIA

Se entiende por hipertrofia el aumento de tamaño de un órgano debido a aumento de la masa


protoplasmática. Se exceptúa el aumento de tamaño en el proceso de crecimiento normal del
organismo.

El concepto de hipertrofia corresponde casi exactamente al opuesto del de atrofia, y al igual que en
ésta, en la hipertrofia de un órgano siempre toma parte el parénquima, a veces también el estroma.
Asimismo, deben distinguirse aquí las pseudohipertrofias, en que el aumento de tamaño está dado
por substancias o células que no constituyen masa protoplasmática del órgano correspondiente.
Así, la pseudohipertrofia puede deberse a infiltraciones por substancias diversas, como grasa,
amiloide, edema, inflamación e infiltración tumoral.

HIPERTROFIA EN SENTIDO AMPLIO Y EN SENTIDO ESTRICTO


El concepto anterior corresponde al de hipertrofia en sentido amplio, en que no se considera si el
aumento de masa protoplasmática se debe a aumento del tamaño o del número de células; es un
concepto absoluto, pues no se toma en cuenta ningún nivel de referencia. En cambio, se habla de
hipertrofia en sentido estricto cuando el aumento de masa protoplasmática se debe a aumento del
tamaño de las células, y de hiperplasia (o hipertrofia numérica), cuando se debe al aumento del
número de células (figura 5.6). Hipertrofia en sentido estricto e hiperplasia son, por lo tanto,
conceptos de carácter relativo, pues se hace uso de un nivel de referencia, cuyas unidades
clásicamente son las células.

Figura 5.6.
Hipertrofia e hiperplasia.
a) seis fibras micárdicas normales; b) hipertrofia; c) hiperplasia
(Modificado de Eder y Gedik, 1986)

Para poder hablar de hipertrofia en sentido estricto o de hiperplasia, tiene que tratarse de una
estructura que directa o indirectamente pueda descomponerse en células, es decir, tiene que
tratarse a lo menos de un tejido. No puede hablarse de hiperplasia de una célula. En cambio, el
concepto de hipertrofia en sentido amplio, al no hacer uso de ningún nivel inferior de referencia,
puede emplearse indistintamente para órganos, tejidos o células aisladas. Dicho concepto es el
que se emplea en la dimensión macroscópica o, en general, cuando por cualquier razón no ha
podido establecerse si hay o no aumento del número de células, como por ejemplo, en la
hipertrofia de la túnica media de las arterias.

El concepto de hipertrofia puede extenderse al nivel subcelular; así por ejemplo, puede hablarse de
hipertrofia del retículo endoplásmico cuando hay aumento de masa de la estructura
correspondiente. Si dicha estructura está compuesta de unidades (iguales), como las mitocondrias,
entonces también son aplicables los conceptos de hipertrofia en sentido estricto o hiperplasia. Este
no es el caso del retículo endoplásmico.

FORMAS DE HIPERTROFIA

Básicamente se distinguen la hipertrofia ortológica y la patológica. La hipertrofia ortológica se da en


condiciones normales, como por ejemplo, la hipertrofia muscular del atleta o la hipertrofia del útero
en el embarazo. En este último caso se trata de una hipertrofia en sentido estricto e hiperplasia.
Desde el punto de vista patogenético, las formas principales de la hipertrofia patológica son la
hipertrofia de trabajo, la hipertrofia endocrina y las hipertrofias idiopáticas.

La hipertrofia de trabajo se explica por sobrecarga de trabajo del órgano. Ejemplos típicos son la
hipertrofia de presión del corazón, por aumento de la resistencia en la expulsión de sangre, como
en la estenosis aórtica, la hipertensión arterial y la coartación aórtica, y la hipertrofia de volumen,
en que el corazón trabaja con mayor volumen de sangre para mantener el débito, como en las
insuficiencias valvulares. Otro ejemplo es la hipertrofia vesical en la obstrucción prostática. Un caso
particular de la hipertrofia de trabajo es la hipertrofia vicariante o compensadora, en que la mayor
demanda se produce por pérdida de tejido funcionante. Ejemplos son la hipertrofia de un riñón en
caso de nefrectomía y la hipertrofia cardíaca consecutiva a infarto del miocardio.

Las hipertrofias endocrinas como en el caso de la acromegalia, probablemente también


corresponden a una forma particular de hipertrofia de trabajo por aumento del estímulo endocrino.

Las hipertrofias idiopáticas son de patogenia desconocida. Ejemplos importantes se dan en el


corazón en miocardiopatías idiopáticas congestiva y obstructiva; además, existe una hipertrofia
idiopática del miometrio del útero.

HIPERPLASIA

Desde el punto de vista patogenético pueden distinguirse dos grandes grupos de hiperplasia: las
secundarias a una hipertrofia, en sentido estricto, y las primarias.

Las hiperplasias secundarias mencionadas se explican por un desequilibrio trófico producido en la


célula cuando la razón entre volumen y superficie pasa un valor crítico. En efecto, a medida que
aumenta el radio de una célula, el volumen crece proporcionalmente a la tercera potencia, mientras
la superficie lo hace proporcionalmente a la segunda potencia del radio. Así, aunque aumente la
superficie capilar alrededor de una célula hipertrófica, se puede llegar a un volumen de masa
protoplasmática demasiado grande en relación con dicha superficie, de la que depende el trofismo
celular. En estas condiciones, las células hipertróficas, aun las fibras del miocardio, se dividen, es
decir, se produce una hiperplasia secundaria a la hipertrofia en sentido estricto.

Las hiperplasias primarias generalmente se deben a factores endocrinos, como la del endometrio,
próstata y glándula tiroides. A veces se producen después una hipertrofia en sentido estricto.

ALTERACIONES ADQUIRIDAS DE LA DIFERENCIACIÓN

Los tejidos adultos poseen una arquitectura determinada por su diferenciación, la que está
dispuesta especialmente según la función del tejido. Por ejemplo: en el epitelio plano estratificado
se reconoce un orden que representa una secuencia madurativa adaptada a la protección contra
agentes físicos o químicos; los epitelios secretores tienen células polarizadas hacia donde
entregan sus productos. Así, en las glándulas exocrinas el núcleo es basal y el producto de
secreción se orienta hacia el lumen de los tubos o acinos; en cambio, en las células endocrinas el
producto listo para ser liberado está situado entre el núcleo y el vaso capilar más cercano.

En el adulto cada tejido conserva una forma ordenada y constante, que se mantiene en la
regeneración ortológica. Sin embargo, a veces el resultado de la regeneración en condiciones
especiales es una alteración en la diferenciación del tejido, que obviamente se traduce en
alteraciones de la forma y arquitectura de éste.

Las características generales de las alteraciones que vamos a estudiar son las siguientes:
1) Son adquiridas, es decir, ocurren en el individuo completamente desarrollado.

2) Se refieren a un nivel determinado de organización: el tejido, aunque implican


modificaciones en la morfología celular.

3) La mayoría de estas alteraciones son patológicas.

4) Puede concebírselas como alteraciones de la regeneración, por lo que se


presentan principalmente en tejidos lábiles y en tejidos estables.

ANAPLASIA

Estado caracterizado por disminución o pérdida de la diferenciación de un tejido. Se observa como


una etapa transitoria en los procesos de regeneración patológica, en que hay activa multiplicación
celular para reponer las células perdidas, la migración es más rápida y no hay maduración. Cuando
la causa que determina la pérdida de células desaparece, desaparece la anaplasia y los tejidos
llegan a manifestar sus caracteres adultos. También se la encuentra como un componente de la
heterotipía, que es el conjunto de alteraciones morfológicas propio de las neoplasias malignas
(cánceres) y de las lesiones precancerosas.

Morfológicamente, se observa disminución o pérdida de la estratificación en los epitelios


estratificados, disminución o pérdida de la polaridad celular en los epitelios cilíndricos, caracteres
celulares más propios de células que se están dividiendo y no de células diferenciadas: célula
isodiamétrica, cuboidea o redondeada; citoplasma basófilo (por gránulos ribosómicos libres y
aumento de retículo endoplásmico) signo de activa síntesis de proteínas, con menores elementos
de especificidad (mucus, queratina); núcleo grande, central, nucléolo prominente, signo de que hay
activa síntesis de ARN, cromatina vesiculosa. En numerosos casos el aspecto histológico de los
tejidos anaplásticos es similar al de los tejidos del embrión.

METAPLASIA

Se denomina así a la transformación o reemplazo de un tejido adulto en otro de la misma clase.


Por ejemplo, la metaplasia pavimentosa o escamosa del epitelio respiratorio de los bronquios en
fumadores o en bronquios que drenan cavernas tuberculosas; metaplasia pavimentosa del cuello
uterino; metaplasia pavimentosa del mesotelio; metaplasia pavimentosa del urotelio en la litiasis;
metaplasia intestinal de la mucosa gástrica en la gastritis crónica; metaplasia gástrica en la mucosa
del esófago («esófago de Barrett»); metaplasia glandular en epitelio de la vejiga; metaplasia ósea
en cartílagos de la laringe; metaplasia ósea en cicatrices («hueso de jinete» en el espesor de los
músculos aductores).

Causas

a) Irritación. Ejemplos: la litiasis en la metaplasia pavimentosa del urotelio. El


reflujo de jugo gástrico ácido en la metaplasia glandular del esófago.

b) Sustancias químicas. Ejemplos: metaplasia bronquial en los fumadores; la


administración de nitrosamina en animales de experimentación determina la
diferenciación de las células acinares pancreáticas hacia hepatocitos. El exceso de
vitamina A en la dieta produce metaplasia mucosa del epitelio pavimentoso de la
bolsa de la mejilla del hámster.
c) Estrógenos: un exceso de estrógenos produce metaplasia pavimentosa del
epitelio cilíndrico del endocérvix y de la próstata.

d) Déficit de vitamina A: produce metaplasia pavimentosa en epitelios de la nariz,


bronquios, epitelios secretores de glándulas lacrimales y salivales.

Patogenia

Lo habitual es que la metaplasia se realice a partir de una célula indiferenciada o


poco diferenciada, capaz de multiplicarse: a partir de ella se generan células con
diferente diferenciación. Por ejemplo, en la mucosa del endocérvix, el proceso de
la metaplasia pavimentosa tiene las siguientes fases (figura 5.7):

a) Aparición de células subcilíndricas («células de reserva»):


células cuboideas situadas en una capa por debajo de las células
cilíndricas. (Se ha sugerido que estas células subcilíndricas, que
normalmente no se observan con microscopía de luz, son las que
dan origen a la regeneración ortológica de las células cilíndricas)

b) Hiperplasia de células subcilíndricas: por debajo de las células


cilíndricas se observan varias capas de células cuboideas
anaplásticas.

c) Metaplasia pavimentosa inmadura o incompleta: se desprenden


las células cilíndricas y queda un epitelio anaplástico de varias
capas, pero sin estratificación y sin diferenciación hacia células
escamosas.

d) El epitelio madura y se estratifica; las capas superiores están


formadas por células progresivamente aplanadas con núcleos
progresivamente picnóticos.
Figura 5.7.
Esquemas de las fases de
la metaplasia escamosa del
epitelio cilíndrico simple del
cuello uterino.
A) Epitelio cilíndrico normal
B) Hiperplasia de células
subcilíndricas
C) Metaplasia escamosa
inmadura
D) Metaplasia escamosa
madura

La metaplasia en que un tejido maduro se transforma directamente en otro debido a la


transformación de sus células maduras en otras células maduras distintas, es probablemente
excepcional.
En algunos casos uno puede explicarse la metaplasia como proceso adaptativo (hacia epitelio
pavimentoso más resistente) ante condiciones ambientales irritativas, aunque con detrimento de
las funciones específicas del epitelio reemplazado. En otras, por ejemplo en la metaplasia
glandular de la vejiga («cistitis glandular») no aparece claro que se trate de un mecanismo
adaptativo.
La metaplasia es teóricamente reversible si cambian las condiciones que la producen.

NEOPLASIA

Neoplasia es una alteración de la proliferación y, muchas veces, de la diferenciación celular, que


se manifiesta por la formación de una masa o tumor.

Una neoplasia (llamada también tumor o blastoma) es una masa anormal de tejido, producida por
multiplicación de algún tipo de células; esta multiplicación es descoordinada con los mecanismos
que controlan la multiplicación celular en el organismo, y los supera. Además, estos tumores, una
vez originados, continúan creciendo aunque dejen de actuar las causas que los provocan. La
neoplasia se conoce en general con el nombre de cáncer. El origen de esta palabra se remonta a
Ambroise Paré (1517), quien refiriéndose al cáncer lo describe así: «cáncer es un tumor duro,
desigual, de forma redondeada, inmóvil, de color ceniza y rodeado de muchas venas llenas de
sangre, aparentes y tortuosas (como los pies de un pescado llamado cangrejo) y más duro que un
flemón o pequeña nuez, el que crece constantemente atormentando al enfermo. Este tumor ha
tomado el nombre de cáncer por similitud con ese animal, que cuando está adherido con sus pies
contra alguna cosa, se adhiere con tanta fuerza que apenas se lo puede arrancar, principalmente
sus pies de adelante que parecen tenazas y pinzas».

La mayoría de las neoplasias se manifiestan macroscópicamente por una masa localizada, más o
menos delimitada, que altera la arquitectura del órgano. Cuando la neoplasia aún no es visible a
ojo desnudo, el examen microscópico revela distorsión local de la anatomía microscópica del
órgano o tejido afectado.
Las células de la neoplasia son descendientes de células del tejido en que se origina, las que en
algún momento expresan una alteración interna mediante la proliferación descontrolada. Si el
aporte nutricional y de oxígeno son adecuados puede alcanzar varios kilos de peso, aunque esto
es infrecuente.

Para comprender mejor en qué consiste el trastorno proliferativo de las células neoplásicas es
necesario recordar que en los tejidos normales, las células pueden estar en tres condiciones
diferentes:

1) en reposo mitótico,
2) en ciclo de división celular,
3) en diferenciación terminal.

Entre las condiciones 1 y 2 hay intercambio habitual. El paso a diferenciación terminal es


irreversible. Las células normales son estimuladas para entrar en multiplicación por diversos
factores como los factores de crecimiento. Entonces, el número de células de un tejido depende
de:

1) duración del ciclo celular (tiempo entre dos mitosis);


2) fracción de crecimiento (proporción de las células que se encuentra en ciclo
celular);
3) pérdida de células.

Las neoplasias están constituidas por células que se encuentran en las tres condiciones
mencionadas; pero los tumores que aumentan más rápidamente de tamaño tienen una alta
fracción de crecimiento, es decir, predominio de células en ciclo.
La neoplasia se diferencia de la hiperplasia en lo siguiente:

1) en la hiperplasia, la proliferación es proporcional al estímulo que la provoca


(cuando éste deja de actuar, la hiperplasia deja de crecer o regresa)

2) en la hiperplasia se conserva la arquitectura general del tejido o sector del


órgano;

3) en la hiperplasia se alcanza el equilibrio entre el número de células que se


producen y el número de células que se pierden: este equilibrio se alcanza a un
nivel más alto que en el tejido normal (por ejemplo, en la epidermis se logra con un
mayor número de capas celulares).

ESTRUCTURAS DE LAS NEOPLASIAS

Las neoplasias son una caricatura del órgano en que se producen. Están constituidas por
parénquima y estroma. El parénquima de una neoplasia está formado por la estirpe celular que
prolifera y es el componente neoplásico propiamente dicho, que tiende a asumir una disposición
arquitectural más o menos similar a la del órgano de origen. El estroma neoplásico es la armazón
de tejido conectivo donde se sustenta y prolifera la neoplasia y está proporcionada en parte por el
organismo y en parte por tejido neoformado a partir de señales originadas en la misma neoplasia.
Se ha demostrado experimentalmente que las células neoplásicas in vitro o en la cámara anterior
del ojo se multiplican hasta formar una esfera de aproximadamente 1 mm de diámetro, persistiendo
del mismo tamaño, a menos que sea penetrada por vasos sanguíneos. Al ocurrir esto, la neoplasia
experimenta un crecimiento muy rápido (exponencial). La estimulación de la multiplicación de las
células endoteliales y de la penetración de nuevos capilares al tumor se debe a un factor
angiogénico producido por las mismas células neoplásicas.
Las neoplasias en las que el parénquima y el estroma están íntimamente mezclados, de modo que
el tumor aparece como si fuera un solo tejido, se denominan tumores histioides; ejemplo:
leiomioma, leiomiosarcoma. Si ambos componentes están separados como en un órgano,
entonces se habla de tumores organoides; ejemplo: papilomas, carcinomas.

Ocasionalmente algunas neoplasias presentan abundante estroma fibroso denso que predomina
sobre el parénquima tumoral. Se les denomina tumores escirrosos o desmoplásticos y tienen
consistencia leñosa. El mecanismo de la desmoplasia en el estroma neoplásico se debe a la
estimulación de la proliferación fibroblástica y miofibroblástica en la matriz extracelular por
sustancias secretadas por la neoplasia misma.

CLASIFICACION DE LAS NEOPLASIAS

Las neoplasias pueden clasificarse según los siguientes criterios:

a) Evolución o comportamiento biológico

b) Tipo de las células o el tejido del parénquima tumoral, que generalmente


indica el tipo de células o tejido en que se originó la neoplasia (clasificación
histológica).

c) Número y variedad de tipos de parénquima

CLASIFICACION SEGÚN SU EVOLUCION

Las neoplasias según se evolución se clasifican en benignas y malignas.

Las neoplasias benignas producen sólo alteración local, generalmente de orden mecánico como en
el leiomioma uterino. En éstas rara vez ocurre la muerte, aunque dependiendo de factores
topográficos o funcionales de la neoplasia misma pueden ser letales. Ejemplos: meningioma por
compresión del cerebro, adenoma paratiroideo por hipercalcemia.

Las neoplasias malignas producen destrucción local, destrucción en sitios alejados y trastornos
metabólicos generales. Provocan la muerte si no son tratadas adecuadamente y en el momento
oportuno. Las neoplasias malignas reciben en conjunto el nombre de cáncer. Constituyen la
segunda causa de mortalidad en Chile después de las enfermedades cardiovasculares.

El aspecto macroscópico y microscópico permite deducir en la mayoría de los casos si una


neoplasia es benigna o maligna.

Caracteres generales de las neoplasias benignas.

1) Crecimiento lento (meses o años).


2) Crecimiento expansivo
3) Tumores redondeados, a veces capsulados, bien delimitados. Pueden ser
extirpados quirúrgicamente por completo, sin que vuelvan a aparecer, o sea no hay
recidiva.
4) Células típicas del tejido en que se originan, o sea células muy bien
diferenciadas.
5) Mitosis escasas o ausentes.

Caracteres generales de los tumores malignos

1) Crecimiento rápido: (semanas a meses), puede haber mitosis abundantes;


necrosis, por crecimiento discordante entre parénquima y estroma. En las
neoplasias malignas de superficies cutáneas o mucosas la necrosis da origen a
úlceras (tumores ulcerados).

2) Crecimiento infiltrativo e invasor, destructor: (figura 5.8). Mal delimitados,


irregulares según la resistencia relativa de los diversos tejidos a la invasión: el
tejido conectivo laxo y el lumen de pequeños vasos linfáticos ofrecen poca
resistencia a la invasión; las paredes arteriales, el hueso y el cartílago ofrecen
mayor resistencia, pero pueden también ser invadidos.

Figura 5.8.
Aspecto microscópico de un
tumor maligno del esófago
(carcinoma espinocelular) mal
delimitado, con invasión de la
lámina propia y submucosa.
Las células neoplásicas
invaden el estroma y vasos
sanguíneos. Al centro, brote
tumoral con "perla córnea".

La invasión se ha estudiado mejor en las neoplasias malignas epiteliales. Se ha


determinado que la invasión tiene como fase crítica la penetración de la membrana
basal. Se han identificado tres etapas:

a) la unión a la matriz extracelular (MEC). La unión inicial de las


células tumorales incluye interacción con componentes tales como
fibronectina, laminina, proteoglicanos y colágenos. Otras
moléculas son las integrinas, que al unirse a fibronectina, por
ejemplo orientarán componentes del citoesqueleto alterando la
forma de la célula;
b) degradación de la MEC. Después de unirse, las células
neoplásicas secretarían enzimas que lisan colágeno IV,
fibronectina y proteoglicanos. Las células neoplásicas producen
tres tipos de proteasas: serina-proteinasas (activador de
plasminógeno), cisteína proteinasas (catepsina) y metaloproteasas
(estromalisina). Además, las células tumorales pueden estimular la
secreción de colagenasa I por fibroblastos. Las metaloproteinasas
pueden ser secretadas por el tumor o más frecuentemente por
fibroblastos del estroma bajo estímulo de las células tumorales
mismas. Estas mismas células secretan inhibidores de
metaloproteinasas, que inactivan tanto la proenzima como la
enzima activa, de tal manera que la proteólisis resulta de un
balance entre ambas acciones;

c) movimiento en tejido intersticial. Las células neoplásicas


producen un factor autocrino de motilidad (AMF) que induce
pseudopodios ricos en receptores para laminina y fibronectina. Se
han identificado factores quimiotácticos (solubles) y haptotácticos
(insolubles) que aumentan la motilidad celular. Varios factores
estimulan la motilidad in vitro, i.e. factores secretados por el tumor,
factores derivados del huésped, factores de crecimiento y
componentes de la membrana basal como colágeno, laminina y
fibronectina. Las células se mueven en forma ameboidea de forma
similar a los leucocitos. Los mecanismos moleculares que
controlan la motilidad y el control bioquímico del ensamblaje del
citoesqueleto se desconocen.

Formas especiales de invasión

a) Permeación linfática en la que el tumor invade hasta


introducirse en un vaso linfático y crece en su lumen formando un
cordón continuo de células neoplásicas que llega hasta un ganglio
linfático. Desde allí puede proseguir por los vasos linfáticos y
extenderse a ganglios u órganos distantes. Un ejemplo particular
es la permeación linfática difusa (carcinomatosis linfática) del
pulmón o linfangiosis carcinomatosa, en que los tabiques
interlobulillares pulmonares aparecen ensanchados y la pleura
muestra un reticulado lechoso muy prominente debido al
engrosamiento de los vasos linfáticos invadidos.

b) Permeación venosa es la extensión del tumor por el lumen de


vasos venosos, mediante un mecanismo similar al anterior.
Ejemplos: vena porta en cáncer hepático, cava inferior en cáncer
renal.
3) Células heterotípicas. Aunque parecidas a las del tejido de origen, las del
tumor maligno presentan variaciones (heterotipía). Estas variaciones se
encuentran en las células parenquimatosas de una misma neoplasia y en células
de distintas neoplasias del mismo tipo. Así como la neoplasia es una caricatura del
tejido original, sus células son una caricatura de las células normales.

Caracteres de la heterotipía celular (caracteres citológicos de


malignidad)

La célula en general muestra (figura 5.9) anisocitosis o variaciones


de tamaño,

Figura 5.9.

Heteroptipía celular.
Izquierda: células exfoliadas
del epitelio escamoso de
cuello uterino normal.
Derecha: células
heterotípicas exfoliadas de
un carcinoma espinocelular.

polimorfismo o variaciones en la forma, desde células


redondeadas o isodiamétricas a células muy irregulares (ejemplo:
células «en renacuajo») y mayor relación núcleo/citoplasma y
nucléolo/núcleo.

El citoplasma es en general más escaso y basófilo (menor


diferenciación), en ocasiones abundante y con diferenciación
anormal (células queratinizadas en el cáncer del epitelio esofágico,
células en anillo de sello en cánceres de epitelios mucosecretores,
células con gránulos de sustancia insulino símil en cáncer del
epitelio bronquial). En algunos cánceres aparecen en el citoplasma
moléculas que normalmente se detectan sólo en la vida
embrionaria o fetal (antígeno carcinoembrionario en el epitelio
intestinal; alfa-fetoproteína en los hepatocitos).

El núcleo en general es único, a veces doble o múltiple. Muestra


anisocariosis o tamaños variables, polimorfismo o núcleos
redondeados a extremadamente irregulares,

el borde nuclear es irregular aserrado o plegado y frecuente es la


hipercromasia, o sea cromatina en granos o grumos gruesos,
adosada al borde nuclear («membrana nuclear de grosor
irregular»).
El nucléolo es único múltiple y está aumentado de tamaño y de
forma irregular.

Las figuras mitóticas puede ser anormales con husos tripolares o


tetrapolares, o con dispersión anárquica de los cromosomas.

Las alteraciones descritas como componentes de la heterotipía


pueden reunirse en dos grupos: uno de anaplasia (menor tamaño,
forma cuboídea o esferoídea, basofilia, núcleo grande,
hipercromasia, nucléolo prominente); otro que podemos llamar de
monstruosidad (formas y tamaños irregulares),

No todos los caracteres de heterotipía se encuentran siempre en


toda célula o en todo tumor maligno.

Aparte las alteraciones morfológicas que hemos agrupado bajo el


concepto de heterotipía, existen otras anormalidades morfológicas
y funcionales de las células malignas, a saber alteraciones de los
cromosomas y alteraciones observadas en estudios in vitro en las
llamadas células trasformadas.

Alteraciones de los cromosomas

Puede estar alterado el número y la estructura de cromosomas de


células del parénquima tumoral, lo que no se observa en otras
células del individuo.

a) Alteraciones del número:


la mayoría de las células neoplásicas malignas
son diploides (46); sin embargo, en algunos
tumores se encuentran células poliploides
(múltiplo entero de 23) y aneuploides (número de
cromosomas que no es múltiplo entero de 23). Se
ha visto que en las fases de transición entre tejido
normal y cáncer, uno de los fenómenos que
aparece es la presencia de células aneuploides.
También en muchos cánceres se ha visto que, a
mayor proporción de células aneuploides, mayor
es la agresividad del tumor.

b) Alteraciones de la estructura:
la mayoría de los tumores malignos tiene células
con algún defecto cromosómico: en
aproximadamente la mitad de los casos tal defecto
es recurrente, es decir, hay un cromosoma
«marcador». Las alteraciones más conocidas son
deleciones y traslocaciones. Ejemplo: en 80 a 90%
de las leucemias granulocíticas crónicas se
observa en las células el cromosoma Philadelphia.
Corresponde a un cromosoma 22 anómalo,
pequeño, que resulta de una traslocación
recíproca: un segmento largo del cromosoma 22
se trasloca al cromosoma 9 y un segmento corto
del cromosoma 9 al cromosoma 22; en la mayoría
de los casos de linfoma de Burkitt se observa una
traslocación de un segmento del cromosoma 8 al
cromosoma 14.

LA CELULA TRANSFORMADA

Es el equivalente in vitro de la célula maligna. Ocurre en células en cultivo y representa la


adquisición de una serie de propiedades directa o indirectamente correlacionadas con su
capacidad de formar tumores cuando se inyectan en animales apropiados. Sus caracteres más
importantes son a) menor dependencia de los factores de crecimiento presentes en el medio de
cultivo, b) «Inmortalidad» con potencial ilimitado para dividirse (las células humanas diploides
normales se multiplican vigorosamente durante más o menos 40 generaciones; después su
capacidad declina y eventualmente mueren), c) aneuploidía, d) maduración incompleta o ausente,
e) pérdida de la inhibición de contacto; la inhibición de contacto es el cese del movimiento de una
célula cuando se pone en contacto con otra, f) pérdida de la dependencia de anclaje, o sea que no
necesitan un medio sólido para multiplicarse sobre él, g) pérdida de la inhibición de densidad y se
multiplican aunque haya muchas células, h) alteraciones de las membranas como pérdida o
adquisición de microvellosidades, alteraciones en las uniones celulares, modificaciones en las
glicoproteínas y enzimas que afectan el transporte de membrana, modificaciones en glicolípidos y
lípidos que afectan a la permeabilidad, receptores de superficie y antígenos.

4) Trastornos metabólicos generales.

Algunos de los factores que contribuyen a las manifestaciones de orden general en


pacientes con cáncer, son los siguientes:

A) Por condiciones locales:

a) estenosis en pacientes con tumores de esófago


o estómago: caquexia
b) úlcera del tumor: sangramiento, infección.

B) Por efectos a distancia no atribuibles directamente al tumor o a


sus metástasis. Estos efectos son expresión de una actividad
metabólica, inmunológica o secretora de la neoplasia que se
manifiesta como síndromes paraneoplásicos. Ejemplos:

a) Alteraciones hemáticas: leucocitosis, hemólisis,


poliglobulia, pancitopenia.
b) Alteraciones cardiovasculares: trombosis,
tromboflebitis, endocarditis trombótica.
c) Trastornos endocrinos: síndrome de Cushing,
hipoglicemia.
d) Miopatías, neuropatías, glomerulopatías.
e) Lesiones cutáneas.

C) Por angustia o depresión: anorexia.

5). Metástasis
Las células de las neoplasias malignas tienen la capacidad de dar origen a metástasis. Metástasis
es la transferencia de una enfermedad o proceso patológico desde un órgano o sector a otro no
directamente conectado con el primero. Metástasis tumoral es la extensión discontinua de un tumor
a territorio más o menos alejado de la neoplasia primaria, formándose un tumor secundario cuyas
células parenquimatosas son semejantes a las del tumor de origen y no a las del órgano en que
asienta la metástasis.

Las fases en la producción de una metástasis son las siguientes

1) desprendimiento (separación celular)


2) invasión
3) penetración vascular
4) transporte intravascular
5) embolización con muerte celular
6) embolización con crecimiento (colonización)

Según el medio de transporte de las células tumorales se reconocen tres tipos principales de
metástasis: linfógenas (vía linfática), hematógenas (vía sanguínea) y transcelómicas (a través del
líquido de una cavidad serosa o del líquido cefalorraquídeo).

Metástasis linfógenas

En general son las más frecuentes. Las células tumorales penetran en un pequeño
vaso linfático, que carece de membrana basal, y son transportadas por la linfa
hasta el ganglio linfático regional; allí pueden proliferar e invadir el ganglio
constituyendo una metástasis ganglionar linfática. Desde ese ganglio puede seguir
el proceso a otros ganglios más distantes. Las metástasis ganglionares se
producen habitualmente en el sentido de la corriente linfática, por lo cual aparecen
en general ordenadamente, primero en los ganglios que drenan el territorio del
tumor primario y así sucesivamente, alejándose. Ejemplo: Si el tumor primario está
en el cuadrante superior externo de la mama las primeras metástasis linfógenas
deben buscarse en los ganglios de la axila; si el tumor primario está en el pulmón,
las metástasis en los ganglios peribronquiales y luego hiliares.

Se estima que la mayoría de las células o grupos de células tumorales que llegan
al ganglio son destruidos y no llegan a formar metástasis.

Metástasis hematógenas

El tumor invade hasta penetrar en la pared de un vaso pequeño (vénula). Las


células o grupos de ellas pasan a constituir un émbolo tumoral, que es
transportado para enclavarse finalmente en un vaso de menor calibre. Allí las
células proliferan hacia afuera de dicho vaso y pasan a constituir la metástasis.
Nótese que no son equivalentes los conceptos «émbolo tumoral» y «metástasis
hematógena»: el primero implica circulación y enclavamiento en un vaso pequeño;
la segunda, además, proliferación e invasión del tejido. Una pequeña minoría de
los émbolos tumorales dan origen a metástasis. En estudios experimentales, el
99,9% de las células tumorales circulantes son destruidas; además, las células que
dan origen a metástasis pertenecen a subpoblaciones especiales del tumor que
han adquirido dicha propiedad.

Según el sitio del tumor primario, las vías de metástasis sanguíneas y los órganos
donde se establecen las metástasis se reconocen diferentes patrones de
distribución de metástasis:

Modelo pulmonar.
El tumor primario está situado en el pulmón, invade vénulas
afluentes de las venas pulmonares, el émbolo llegará al corazón
izquierdo y de allí por vía arterial puede llegar a cualquier órgano
del cuerpo.

Modelo Cava.
El tumor primario está ubicado en un órgano tributario del sistema
cava, como la glándula tiroides o el testículo. Debe esperarse que
las metástasis «hijas» se produzcan en el pulmón. Desde allí
pueden producirse metástasis «nietas» de acuerdo con el modelo
pulmonar.

Modelo Porta.
Cuando el tumor primario está en un órgano dependiente del
sistema porta, como el colon ascendente o el páncreas, las
metástasis «hijas» se producen en el hígado; de allí según el
modelo cava se producen metástasis «nietas» en el pulmón,
desde donde pueden producirse metástasis «bisnietas» en
cualquier órgano.

Modelo Venas Vertebrales.


El sistema de la venas vertebrales, que posee un plexo
intrarraquídeo y otro extrarraquídeo, tiene la particularidad de
presentar anastómosis ascendentes entre los distintos segmentos
de la columna vertebral, las que en último término llegan a
desembocar en los senos venosos de la duramadre. Al mismo
tiempo, este sistema, tributario de la vena ácigos, posee
anastómosis con el sistema venoso dependiente de las venas
cavas: normalmente la dirección del flujo sanguíneo es desde las
venas vertebrales hacia la vena cava. Sin embargo, cuando hay
aumento de la presión intratorácica o intraabdominal, por ejemplo
en un acceso de tos o en presencia de ascitis, el flujo se invierte
hacia las venas vertebrales. Esto explica que en algunos pacientes
con cáncer se encuentren metástasis en los huesos de la pelvis,
en las vértebras e incluso en el cerebro, sin que haya metástasis
pulmonares. Esto ocurre con alguna frecuencia, por ejemplo, en
los cánceres de mama.
Metástasis transcelómicas

Generalmente se producen a partir de un cáncer primario de un órgano vecino a


una serosa (ejemplos: pulmón a pleura y pericardio, estómago o vesícula biliar a
peritoneo). A veces las metástasis peritoneales son la primera manifestación
clínica del tumor (por ejemplo en algunos cánceres primarios del ovario). La
siembra de múltiples metástasis en el peritoneo recibe generalmente el nombre de
carcinomatosis peritoneal.

La siguiente lista muestra, en orden de frecuencia, la distribución de las metástasis


de un conjunto de cánceres de distintos orígenes:

METASTASIS VIA PRINCIPAL


1. Ganglios linfáticos
linfógena
regionales
2. Hígado hematógena
3. Pulmón hematógena
4. Peritoneo transcelómica
5. Ganglios linfáticos
linfógena
distantes
6. Hueso hematógena
7. Suprarrenales hematógena
8. Pleura transcelómica
9. Cerebro hematógena

Como se aprecia en esta lista, la explicación de los «tipos o modelos» de


metástasis hematógenas ofrece un sistema lógico para predecir donde se
producirá más probablemente una metástasis de acuerdo con principios
hemodinámicos elementales. El hígado es el órgano más frecuentemente
comprometido por metástasis en nuestro medio, debido a la frecuencia de cáncer
de órganos dependientes del sistema porta, en particular el cáncer gástrico. Llama
la atención la escasa frecuencia de metástasis hematógenas en órganos muy
vascularizados como el bazo y el riñón, o muy extensamente distribuidos como la
piel y los músculos esqueléticos. Esto revela que en la producción de metástasis
no sólo rigen las leyes de la distribución sanguínea, sino que existen condiciones
locales que favorecen o inhiben el desarrollo de metástasis. Esta mayor
receptividad depende de algunas propiedades de la superficie de las células
neoplásicas como la presencia de moléculas de adhesión.
Otras vías de metástasis

Es posible la diseminación de tumores por vía combinada linfo-hematógena, ya


sea por invasión de vasos sanguíneos desde un ganglio linfático o siguiendo las
vías naturales de drenaje de conductos linfáticos en las venas del cuello.

Las metástasis por implante o inoculación se observan en cicatrices de enfermos


operados por un cáncer visceral. Se supone que las células tumorales han sido
implantadas por la aguja del cirujano al cerrar la piel. Esta vía de metástasis es
poco frecuente en la actualidad debido al cuidado que tienen los cirujanos. Sin
embargo, existen casos excepcionales de inoculacón en la piel de cirujano por
heridas o incisiones accidentales durante el acto operatorio. Posiblemente la
mayoría de las recidivas tumorales en cicatriz operatoria se deben a la extirpación
incompleta del tumor, en que la reaparición se desarrolla a partir de una
permeación linfática o de tumor residual.

La metástasis por vía canalicular se observa con cierta frecuencia en pacientes


con un cáncer de intestino grueso, del estómago o de la vía urinaria, en los que se
produce otro carcinoma en el mismo órgano. Antiguamente se suponía que se
trataba de metástasis a partir de células desprendidas del tumor primario y
transportadas por el lumen del órgano hasta dar una metástasis. Hoy se ha
comprobado que lo más frecuente es que el segundo tumor corresponda a una
extensión del primero por invasión de la capas subyacentes a la mucosa, o por
permeación linfática; igual de frecuente en dichos órganos es la aparición de un
segundo tumor primario; de hecho, los pacientes con antecedente de cáncer de los
órganos mencionados constituyen un grupo de alto riesgo para el desarrollo de
otro tumor primario en otro sector de la misma mucosa (neoplasia metacrónica).

En algunos pacientes es posible que no se siga la lógica de las metástasis; por


ejemplo que existan metástasis en diversos órganos sin que se encuentren
metástasis pulmonares (metástasis «en salto»). Sin embargo, esto debe
considerarse excepcional y el médico debe agotar los medios para encontrar
metástasis según la secuencia habitual.

Grado de malignidad de las neoplasias

Entre los factores que determinan el grado de malignidad de una neoplasia y por lo
tanto el pronóstico se mencionan los siguientes:

1)Tipo histológico del tumor. Ejemplo: el carcinoma basocelular


es menos maligno que el melanoma.

2)Etapa clínica, que corresponde a la extensión de la neoplasia,


ya sea limitada al órgano comrometido o si se ha diseminado y
cuál es la extensión de esta diseminación.

3)Grado de anaplasia del tumor.


CLASIFICACION HISTOLÓGICA DE LOS TUMORES

La clasificación histológica corresponde a la caracterización morfológica microscópica de las


neoplasias. Para ello se consideran elementos de diferenciación celular y grado de diferenciación.
Se reconocen las siguientes categorías principales:

a. Tumores epiteliales
b. Tumores de tejidos de sostén, músculo y vasos
c. Tumores de tejidos linforreticulares y hematopoyéticos
d. Tumores de tejido nervioso
e. Tumores de melanocitos
f. Tumores de células germinales

TUMORES EPITELIALES

Pueden ser de epitelio plano estratificado, epitelio cilíndrico y glandular, epitelio de transición y de
células endocrinas.

a. De epitelio plano estratificado

Entre los benignos se cuentan el papiloma espinocelular y el papiloma basocelular.


Los malignos son el carcinoma espinocelular y el carcinoma basocelular.

El papiloma espinocelular o papiloma córneo (figura 5.10) se observa en la piel,


menos frecuentemente en mucosa bucal, cuello uterino, laringe, esófago.

Figura 5.10.

Esquema de un
papiloma escamoso de
la piel. Tumor
solevantado (exofítico).
El parénquima tumoral
consta de epitelio
escamoso (en negro)
más grueso que la
epidermis adycente. El
estroma (dermis) forma
ejes con papilas
elongadas
(papilomatosis).

El parénquima está constituido por epitelio pavimentoso con mayor desarrollo del
estrato espinoso y del estrato córneo. La proliferación tumoral del epitelio de
revestimiento hace que éste forme pliegues y repliegues solevantados a manera
de picachos de una cordillera, cuya superficie es el epitelio tumoral y cuyo espesor
está formado por el estroma subepitelial. Estos «picachos» son una caricatura
exagerada de las papilas dérmicas: de ahí el nombre de papilomas. Estos
papilomas corresponden a formas de numerosas lesiones que corresponden a
infección viral (verruga vulgar, condiloma acuminado), neoplasia intraepitelial de
diversos grados (queratosis actínica) y hamartomas (nevo epidérmico).

El papiloma basocelular se observa sólo en la piel y se le conoce como


«queratosis seborreica». El parénquima está constituido por queratinocitos
basaloides similares a las células del estrato basal de la epidermis. Las papilas
resultantes son más anchas y romas.

El carcinoma espinocelular se observa en piel, mucosas revestidas por epitelio


plano estratificado y mucosa bronquial con metaplasia escamosa. El parénquima
está formado por brotes sólidos de tejido epitelial en forma de islotes inmersos en
el estroma o como bandas anastomosadas. El parénquima presenta elementos de
diferenciación como células poligonales, puentes intercelulares y queratinización.
La queratinización o diferenciación córnea puede encontrarse en la superficie del
tumor, a manera de un estrato córneo grueso más o menos exagerado; también
puede encontrarse queratinización en el espesor de los brotes tumorales, en forma
de células queratinizadas aisladas (disqueratocitos) o de «perlas córneas»: éstas
son conjuntos esféricos de varias capas concéntricas de células queratinizadas
aplanadas con núcleos visibles.

El carcinoma basocelular se observa sólo en la piel. El parénquima está formado


por brotes de tejido epitelial constituido por células pequeñas con escaso
citoplasma, similares a las del estrato basal de la epidermis (células basaloides). El
carcinoma basocelular tiene crecimiento invasor, pero no da metástasis.

b. De epitelios cilíndricos y glandulares

Entre los benignos se cuentan el adenoma tubular, el adenoma papilar, el


adenoma folicular y el adenoma trabecular.

De los malignos los más importantes son el adenocarcinoma tubular, el


adenocarcinoma papilar, el adenocarcinoma de células en anillo de sello, el
carcinoma folicular y el carcinoma trabecular.

Clásicamente se ha hablado de adenocarcinoma para designar solamente a los


carcinomas con formación de estructuras neoplásicas tubulares. Aunque este
criterio persiste en la terminología médica habitual, el concepto de
adenocarcinoma tiende a ser más amplio, incluyendo tumores como el carcinoma
de células en anillo de sello, debido a caracteres secretorios identificables en la
célula neoplásica aislada.

Los tumores tubulares son aquellos en los que las células epiteliales neoplásicas
se disponen de un lumen, formando estructuras cilíndricas huecas más o menos
irregulares y ramificadas, remedando conductos o glándulas. Las estructuras
tubulares neoplásicas están rodeadas por el estroma. Ejemplos: adenoma tubular
de colon o de glándula salival (figura 5.11), adenocarcinoma tubular del estómago
o de la mama.
Figura 5.11.

Aspecto microscópico
de un tumor epitelial
benigno tubular
(adenoma tubular). El
parénquima formado
por células cilíndricas
conforman túbulos, los
que aparecen en
cortes transversales y
oblicuos.

En los tumores papilares las células epiteliales neoplásicas se disponen alrededor


de finos ejes de estroma conectivo remedando vellosidades cuando son simples y
remedando las ramas de un árbol cuando son ramificadas. Ejemplos: adenoma
papilar (o velloso) del colon, carcinoma papilar de la glándula tiroides (figura 5.12).

Figura 5.12.

Aspecto microscópico
de un adenocarcinoma
papilar. Las células
epiteliales cilíndricas
están dispuestas
alrededor de ejes
conjuntivos
vascularizados
(papilas), algunos
ramificados.

Los tumores foliculares se caracterizan por células epiteliales tiroideas neoplásicas


que forman esferas que contienen coloide: adenoma folicular (figura 5.13) y
carcinoma folicular de la glándula tiroides.
Figura 5.13.

Aspecto microscópico
de un adenoma
folicular tiroideo. Las
células cilíndricas
forman folículos que
contienen coloide (en
negro).

Los tumores trabeculares tienen los elementos neoplásicos que se disponen en


cordones o láminas de dos o más células de espesor, delimitados por sinusoides.
Ejemplos: adenoma trabecular de la suprarrenal, carcinoma trabecular del hígado.

El adenocarcinoma de células en anillo de sello tiene células neoplásicas


mucosecretoras distendidas por mucina, con el núcleo rechazado hacia la periferia,
tienden a infiltrar en forma aislada el estroma (figura 5.14). Ejemplo:
adenocarcinoma de células en anillo de sello del estómago.

Figura 5.14.

Aspecto microscópico
de adenocarcinoma de
células en anillo de
sello. Células
neoplásicas aisladas,
redondeadas y
citoplasma distendido
por mucina; núcleo
desplazado hacia la
periferia.

Las células neoplásicas de los adenomas y de los adenocarcinomas tienen


caracteres de diferenciación, morfológicos y funcionales, similares a los del
correspondiente tejido normal. Por eso es posible encontrar secreción de mucina
en adenocarcinomas de colon y producción de bilis en carcinomas trabeculares del
hígado. Los adenomas de las glándulas endocrinas pueden producir grandes
cantidades de hormona que llevan a una hiperfunción. Ejemplos:
hiperparatiroidismo por adenoma de paratiroides, hipoglicemia por adenoma de
células b de islotes de Langerhans.

Macroscópicamente, los adenomas en el espesor de glándulas son redondeados,


bien delimitados. Los de mucosas se presentan en forma de "pólipo" (figura 5.15).
Pólipo es un término descriptivo que se refiere a una formación redondeada
solevantada circunscrita en una mucosa; puede tener una base ancha (pólipo
sésil) o estar provisto de un delgado tallo (pólipo pediculado). Un pólipo puede
corresponder a una malformación, a un proceso inflamatorio, a una hiperplasia
focal o a una neoplasia.

Figura 5.15.
Representación esquemática de adenomas del intestino grueso. A la
izquierda, adenoma tubular con forma macroscópica de pólipo sésil.
Centro: adenoma tubular con forma de pólipo pediculado. Izquierda:
Adenoma papilar con forma de pólipo sésil velloso.

c. De epitelio de transición

La forma benigna se denomina papiloma de células de transición y la maligna


carcinoma de células de transición.

Estos tumores son propios de las mucosas revestidas por urotelio. El parénquima
consiste en un epitelio de varias capas, similar al de transición, con células
«paraguas» en la capa superior. En los papilomas y en los carcinomas mejor
diferenciados de este grupo las células neoplásicas se disponen alrededor de finos
ejes de estroma conjuntivo, lo que les confiere un aspecto velloso como un
crisantemo.

d. De células endocrinas aisladas

En general son malignos. Los de bajo grado de malignidad se denominan


carcinoides y los de mayor grado de malignidad carcinomas neuroendocrinos.

Las células endocrinas aisladas forman parte del sistema neuroendocrino difuso.
Están ubicadas en diversos órganos como tiroides, páncreas, estómago, intestino
y bronquios. La mayoría de ellas se encuentran en ubicación intraepitelial en
órganos que derivan embriológicamente del tubo digestivo primitivo. Secretan
principalmente polipéptidos vasoactivos y además catecolaminas.

Los carcinoides son tumores malignos de crecimiento lento. Están formados por
células cuboideas que se disponen en túbulos o en cordones o en masas sólidas.
En el citoplasma se reconocen gránulos neurosecretorios identificables con sales
de plata o con microscopía electrónica (gránulos de núcleo denso; "dense core").
Ejemplo: carcinoide del apéndice cecal, del ileon, del bronquio. Los carcinoides
pueden producir grandes cantidades de aminas o polipéptidos. Ejemplo:
serotonina.

Los carcinomas neuroendocrinos están formados por células pequeñas, que en el


examen de rutina con microscopía óptica aparecen indiferenciadas, dispuestas en
brotes sólidos y se les llama también carcinomas anaplásticos de células
pequeñas. Pueden tener gránulos neurosecretorios en el citoplasma y también
producir sustancias con acción hormonal. Ejemplo: síndrome de Cushing por un
carcinoma neuroendocrino bronquial.

Caracteres Generales de los Carcinomas

Los carcinomas son los tumores epiteliales malignos. Son los tumores malignos
más frecuentes y constituyen alrededor del 80% de todos los cánceres. Se
presentan en general en pacientes mayores de 45 años, la mayoría en la séptima
década de la vida.

En general se diseminan primero por invasión local, luego por metástasis


linfógenas y después por metástasis hematógenas. Macroscópicamente son de
consistencia firme, color blanco amarillento o grisáceo, superficie de corte
granulosa y opaca; los gránulos corresponden al parénquima neoplásico. Los
carcinomas de la piel y de las superficies mucosas se presentan en tres formas
macroscópicas principales (figura 5.16): solevantados, poliposos o exofíticos,
ulcerados y endofíticos o de forma macroscópica «infiltrativa».
Figura 5.16.
Esquema de las formas macroscópicas de carcinomas originados en mucosas.
a) carcinoma poliposo; b) carcinoma poliposo velloso; c) carcinoma ulcerado;
d) carcinoma endofítico infiltrativo.

Se ha demostrado estadísticamente que en carcinomas del mismo sitio, tipo


histológico y etapa de diseminación, el pronóstico está relacionado con el grado de
anaplasia del tumor primario. Por tal razón Broders clasificó los carcinomas
espinocelulares, tubulares y de células de transición, respectivamente, en 4
grados, según la proporción de células anaplásicas que tuviera cada uno.

Grados de Broders.

Grado I : no más de 25% de las células son inmaduras

Grado II : 25 a 50% de las células son inmaduras

Grado III : 50 a 75% de las células son inmaduras

Grado IV : más del 75% de las células son inmaduras

Como la identificación y conteo de cada célula inmadura es un proceso poco


práctico, actualmente se tiende a graduar los carcinomas de cada tipo en tres
grupos: bien diferenciado, medianamente diferenciado o poco diferenciado,
atendiendo más bien a los caracteres de diferenciación como presencia de
puentes intercelulares y de queratina; grado en que los túbulos, folículos o
trabéculas se asemejan a los del órgano normal (figuras 5.17 y 5.18).
Figura 5.17.
Aspecto histológico de un adenocarcinoma tubular
bien diferenciado.

Figura 5.18.
Aspecto histológico de un adenocarcinoma tubular
poco diferenciado. Nótese los bordes sólidos y
escasos túbulos.

Hay carcinomas que no muestran ningún carácter de diferenciación que permita


clasificarlos como espinocelulares, adenocarcinomas, carcinomas de células de
transición, etc. Se les denomina carcinomas indiferenciados o anaplásticos (figura
5.19). Estos carcinomas son más inmaduros que un carcinoma grado IV de
Broders porque éste tiene aún algunas células que permiten clasificarlo como
espinocelular, adenocarcinoma, etcétera.
Figura 5.19.

Aspecto histológico de
carcinoma
indiferenciado.

TUMORES DE TEJIDOS DE SOSTÉN, MUSCULOS Y VASOS

Se encuentran en tejidos derivados en general del mesénquima, ampliamente distribuidos en el


organismo. Los posibles sitios de tumores primarios de este grupo se pueden sistematizar como
sigue:

1) Tejidos de sostén, músculo y vasos de los aparatos y sistemas (Ejemplo:


submucosa o túnica muscular propia del estómago o de la vejiga).

2) Esqueleto

3) Partes blandas. Las partes blandas comprenden el conjunto de tejidos


extraesqueléticos que cubren los huesos de la cabeza, tronco y extremidades, y
los tejidos blandos internos. En consecuencia, las partes blandas están formadas
por los músculos voluntarios, por el tejido adiposo, tejido conectivo y vasos que
rellenan los espacios entre músculos y entre aparatos y sistemas. Se incluyen
también regiones como la dermis profunda e hipodermis, retroperitoneo, órbita
ocular, etc.

Ejemplos de tumores de este grupo:

Tumores fibroblásticos

El fibroma es un tumor benigno de fibroblastos, bien delimitado, en el que las


células neoplásicas producen mayor o menor cantidad de fibras colágenas.
Ejemplo: fibroma ovárico.

El fibrosarcoma es un tumor maligno, más frecuente en partes blandas profundas,


formado por fibroblastos heterotípicos que producen cantidad variable de fibras
colágenas.
Se denomina fibromatosis a un grupo de proliferaciones de fibroblastos del tejido
conectivo que tienen crecimiento infiltrativo, tendencia a la recidiva, sin heterotipía
ni metástasis. Las fibromatosis superficiales, por ejemplo las de la aponeurosis
palmar o plantar, son de crecimiento lento y de pequeño tamaño. Las fibromatosis
profundas, por ejemplo de las aponeurosis intermusculares de la extremidad
inferior o del mesenterio, son de crecimiento más rápido, alcanzan un mayor
tamaño y pueden comprimir estructuras adyacentes, como ocurre con los uréteres
en la fibromatosis retroperitoneal. Las fibromatosis profundas se denominan
actualmente tumores desmoides o fibrosarcomas de bajo grado de malignidad.

Tumores de células adiposas

El lipoma es un tumor benigno, frecuente en la hipodermis, rodeado por una muy


delgada cápsula de tejido conectivo. Formado por adipocitos maduros que no se
agrupan en lobulillos con vascularización variable.

El liposarcoma es un tumor maligno, más frecuente en partes blandas profundas


de las extremidades o retroperitoneo. Formado por células adiposas con mayor o
menor heterotipía: las mejor diferenciadas contienen lípidos en el citoplasma.

Tumores de histiocitos

El histiocitoma benigno es frecuente en la dermis, mal delimitado, formado por


células redondeadas o fusadas, algunas pueden tener lípidos en su citoplasma con
aspecto espumoso. También puede haber células gigantes multinucleadas.

El histiocitoma maligno se observa en partes blandas profundas en extremidades.


Formado por elementos celulares heterotípicos equivalentes a los del histiocitoma
benigno.

Tumores de vasos sanguíneos

El hemangioma es un tumor benigno, frecuente en la piel, menos frecuente en


hígado y bazo. Su parénquima consta de células endoteliales que forman
estructuras capilares en racimos: en el lumen de ellas hay sangre, pues estos
tumores están conectados con los vasos que irrigan la zona (figura 5.20).
Figura 5.20.

Aspecto histológico de hemangioma


capilar. Grupos de capilares dilatados
con escaso estroma. Eritrocitos
intraluminales (en negro)

Macroscópicamente es mal delimitado, rojo o rojo vinoso y esponjoso al corte.


Existen otras lesiones incluidas bajo el término hemangioma, que están
constituidas por un conjunto de vasos capilares, vasos venosos y arteriales de
paredes gruesas. Estas lesiones corresponden más bien a malformaciones y se
denominan hamartomas vasculares (figura 5.21).

Figura 5.21.

Aspecto histológico de un hamartoma


vascular. Vasos sanguíneos de diverso
tamaño y estructura. Algunos vasos de
conformación mixta (arterio-venosa)

El hemangiosarcoma o angiosarcoma es un tumor maligno que se encuentra en


piel, partes blandas de otras zonas, mama. Está constituido por células
endoteliales heterotípicas que forman conjuntos de capilares con sangre en el
lumen.

El denominado sarcoma de Kaposi es una proliferación vascular secundaria a una


infección por virus herpes tipo 8. Si bien se discute la naturaleza neoplásica de
esta lesión, su comportamneinto se aproxima al de un angiosarcoma de bajo grado
de malignidad. Es frecuente en Africa, poco frecuente en su forma esporádica en
Occidente. Ha aumentado en frecuencia por su aparición en pacientes
inmunodeprimidos, en particular en SIDA. Se presenta como múltiples lesiones
cutáneas, generalmente en zonas distales de extremidades inferiores en forma de
manchas rojo violáceas que evolucionan a nódulos dermohipodérmicos, algunos
de los cuales pueden ulcerarse. Microscópicamente se observa proliferación de
células fusadas con áreas angiomatoides, hemorragia y depósitos de
hemosiderina.

Tumores de vasos linfáticos

El linfangioma es un tumor benigno formado por acúmulos de vasos linfáticos de


pared muy delgada que contienen linfa. Se ve en partes blandas del tronco y
extremidades, lengua, mejillas, vísceras. El linfangiosarcoma es el equivalente
maligno, muy raro, que aparece en áreas con linfedema crónico, en particular
como complicación de una extirpación quirúrgica radical de linfonodos axilares en
cáncer de mama (síndrome de Stewart-Treves).

Tumores de músculo liso.

El leiomioma es un tumor benigno bien delimitado, firme. Muy frecuente en útero,


mucho menos frecuente en tubo digestivo y partes blandas. Formado por haces
desordenados de músculo liso, lo que le confiere un aspecto macroscópico
fasciculado en la superficie de corte. El leiomiosarcoma es un tumor maligno, se
observa en útero, tubo digestivo, retroperitoneo, otras partes blandas, pared de
vasos grandes. Formado por haces de células musculares lisas heterotípicas, con
numerosas mitosis.

Tumores de músculo esquelético.

El rabdomioma es un tumor benigno muy infrecuente, considerado por algunos una


malformación que puede aparecer especialmente en la lengua y en el miocardio. El
rabdomiosarcoma es un tumor maligno ubicado preferentemente en envolturas
testiculares, retroperitoneo, extremidades, órbita. Formado por células musculares
estriadas, en general inmaduras y polimorfas.
Tumores de cartílago.

El condroma es un tumor benigno que se encuentra preferentemente en los


huesos. Formado por células que producen matriz cartilagínea en la que quedan
atrapadas en lagunas desordenadas. El condrosarcoma es un tumor maligno de
los huesos formado por células heterotípicas que pueden formar una matriz
cartilagínea, a veces de consistencia mixoidea (figura 5.22).

Figura 5.22.

Aspecto histológico de condrosarcoma.


Células neoplásicas heterotípicas en lagunas
de matriz condroide (punteado). Numerosas
mitosis atípicas.

Tumores de hueso.

El osteoblastoma es un tumor benigno de los huesos, constituido por células que


producen trabéculas desordenadas de matriz osteoide, en la que quedan incluidas
y que puede calcificarse. El osteosarcoma es el tumor maligno de los huesos. Está
constituido por células malignas capaces de formar matriz osteoide, que
eventualmente se calcifica.

Caracteres Generales de los Sarcomas

Los sarcomas son los tumores malignos de tejidos de sostén, músculo y vasos.

Son poco frecuentes y pueden aparecer en cualquier edad, pero en promedio los
pacientes son más jóvenes que en el caso de los carcinomas. Se diseminan por
invasión local y por metástasis hematógenas. Las metástasis linfógenas son
menos frecuentes. Macroscópicamente pueden ser redondeados o de contorno
policíclico, pero siempre son infiltrantes en el examen microscópico. Su aspecto y
consistencia varía según los elementos de diferenciación propios de los productos
de las células parenquimatosas (lípidos, fibras colágenas, matriz extracelular), y de
las áreas de necrosis y hemorragia que presenten.

En general, a mayor anaplasia, peor pronóstico. Los sarcomas menos


diferenciados suelen estar compuestos por células fusadas o redondas pequeñas,
o bien grandes y muy polimorfas. Aquéllos en que no pueden encontrarse
elementos de diferenciación se denominan sarcomas indiferenciados o
anaplásticos.

TUMORES DE TEJIDOS LINFORRETICULARES Y HEMATOPOYETICOS

Los tejidos linforreticulares comprenden los ganglios linfáticos, bazo, timo, los tejidos linfoides
asociados con el tubo digestivo, la médula ósea en su función no hematopoyética, y linfocitos y
macrófagos esparcidos en el organismo. Reúne a linfocitos y sus derivados (el sistema linfoide) y
los macrófagos (el sistema fagocítico-mononuclear).

El tejido hematopoyético ocupa la médula ósea; está formado por las células que dan origen a los
eritrocitos, granulocitos, monocitos y plaquetas (figura 5.23).
Figura 5.23.
Representación esquemática de lsa series de la médula
hematopoyética.

El desarrollo y diferenciación del tejido linfoide se resumen en las figuras 5.24 y 5.25.

Figura 5.24.
Representación esquemática de las formas, ubicación y tipos de neoplasias de linfocitos B.

Figura 5.25.
Representación esquemática de las formas, ubicación y tipos de neoplasias de linfocitos T.

Los tumores de tejidos linforreticulares y hematopoyéticos son prácticamente todos malignos. Hay
tres grupos principales de neoplasias: linfoma, leucemia y mieloma.
Linfoma

Los linfomas (linfomas malignos) son un grupo de tumores que se originan en


ganglios linfáticos, a veces pueden tener un origen extraganglionar como tubo
digestivo, pulmón, piel bazo, médula hematopoyética, dondequiera que se
encuentre tejido linfoide asociado a las mucosas. La célula tumoral del linfoma
prolifera determinando un borramiento de la arquitectura del ganglio, que aparece
macroscópicamente aumentado de tamaño, blando o a veces firme, al corte de
color rosado y consistencia como de carne de pescado crudo. El linfoma se va
extendiendo a otros grupos ganglionares vecinos, después a los alejados. Luego
se extiende al bazo, hígado, médula ósea y otros órganos en forma de tumores
metastásicos.

Hay dos grupos principales de linfoma: el linfoma de Hodgkin y linfoma no-


Hodgkin.

Linfoma de Hodgkin o Enfermedad de Hodgkin (figura 5.26).

En el linfoma de Hodgkin el parénquima tumoral está constituido


por dos tipos de células de origen linfoide: las células de Hodgkin,
que son grandes (alrededor de 20 micrones) con citoplasma
relativamente abundante, núcleo grande vesiculoso, redondeado o
irregular, membrana nuclear gruesa por marginación de cromatina
y nucléolo prominente. Las células de Reed-Sternberg: gigantes
(mayores de 50 micrones) con citoplasma abundante; en su forma
característica tienen dos núcleos grandes vesiculosos con
membrana nuclear gruesa; cada uno tiene un nucléolo prominente;
los nucléolos están ubicados en una misma línea en un área
vecina de ambos núcleos. El hallazgo de células de Reed-
Sternberg características es necesario para hacer el diagnóstico
de enfermedad de Hodgkin.
En el linfoma de Hodgkin suele haber predominio del estroma y las
células neoplásicas no siempre son muy abundantes. El estroma
está constituido principalmente por linfocitos pequeños; además se
observan plasmocitos, granulocitos eosinófilos, histiocitos y fibras
colágenas.

Se reconocen cuatro variedades histológicas principales de


linfoma de Hodgkin. En orden de mejor a peor pronóstico son las
siguientes: predominio linfocítico, esclerosis nodular (figura 5.26),
celularidad mixta y depleción linfocítica. Suele haber una relación
entre la variante histológica y el grado de diseminación de la
neoplasia en el momento del diagnóstico.

Figura 5.26.
Esquema del aspecto histológico de un linfonodo con linfoma de
Hodkin (variedad esclerosis nodular). En el recuadro, células de
Hodgkin y de Reed-Sternberg.

Linfoma no-Hodgkin

En el linfoma no-Hodgkin el tejido tumoral está constituido casi


exclusivamente por las células neoplásicas; el estroma es muy
escaso. En general, en cada linfoma hay un solo tipo de célula
tumoral, la que corresponde a alguna etapa de diferenciación de
las células linfoides. Sin embargo, estas células malignas no
expresan por completo el fenotipo normal y suele haber
diferencias en la distribución de los antígenos de diferenciación
que caracterizan a cada tipo de célula linfoide normal.

Alrededor de dos tercios de los linfomas no-Hodgkin corresponden


a proliferación de células derivadas de linfocitos B; el resto
corresponden principalmente a células linfoides de estirpe T.
Las células neoplásicas del linfoma no-Hodgkin infiltran el ganglio
linfático y borran así su arquitectura normal. La infiltración puede
ser uniforme en todo el ganglio (linfoma difuso), o bien pueden
formar múltiples acúmulos esferoideos que remedan folículos
linfáticos (linfoma nodular) (figura 5.27).

Figura 5.27.
Aspecto histológico a bajo aumento de linfonodo con linfoma no
Hodgkin.
Izquierda: linfoma nodular, derecha: linfoma difuso.

Hay varios subtipos de linfomas no-Hodgkin, que se clasifican según el tipo de


célula tumoral. El tipo de célula determina la gravedad del linfoma, por lo que se
reúnen en tres grupos según el grado histológico de malignidad. Ejemplos de
linfoma no-Hodgkin:

1) Bajo grado histológico de malignidad: Linfoma folicular, Linfoma linfo-


plasmocítico, Linfoma centrocítico.

2) Grado histológico intermedio de malignidad: Linfoma centrocítico y Linfoma


centroblástico.

3) Alto grado histológico de malignidad: Linfoma inmunoblástico, Linfoma


linfoblástico, Linfoma de Burkitt.

Diferencias entre linfoma de Hodgkin y linfoma no-Hodgkin:

1) Se considera que las variedades del linfoma de Hodgkin son manifestaciones de


una misma enfermedad (enfermedad de Hodgkin). Los distintos linfomas no-
Hodgkin serían diferentes enfermedades.

2) El linfoma de Hodgkin se disemina en forma ordenada: de un grupo ganglionar a


los otros, según la disposición de la circulación linfática; luego al bazo, hígado,
médula hematopoyética, etcétera. Los linfomas no-Hodgkin se diseminan en orden
no siempre predecible.
3) Ambas clases de linfoma comprometen de preferencia grupos ganglionares
centrales o axiales (cervicales, mediastínicos); sin embargo, en los linfomas no-
Hodgkin se comprometen con cierta frecuencia ganglios periféricos (inguinales,
axilares).

4) El linfoma de Hodgkin casi nunca compromete el anillo de Waldeyer y los


ganglios mesentéricos. Los linfomas no-Hodgkin pueden afectarlos.

5) Aunque la gran mayoría de todos los linfomas son de origen ganglionar, los
linfomas no-Hodgkin a veces tienen un origen extraganglionar; los linfomas de
Hodgkin casi nunca.

Leucemia

Leucemia es una proliferación maligna de células de la médula hematopoyética, en


que predominan los glóbulos blancos y sus precursores. Las leucemias se
caracterizan por infiltración difusa de la médula hematopoyética por células
tumorales, presencia de células tumorales en la sangre (10.000 a más de 500.000
leucocitos por mm cúbico en sangre circulante), e infiltración tumoral de distintos
órganos por células tumorales dispersas en focos mal delimitados o en forma
difusa. La manifestación clínica de las leucemias se debe principalmente a las
consecuencias de la ocupación de la médula hematopoyética y a la falta de
leucocitos funcionalmente adecuados (anemia, tendencia a las hemorragias y
principalmente infecciones).

Según su evolución clínica, las leucemias se dividen en:

o agudas: sin tratamiento llevan a la muerte en menos de seis


meses. Las células neoplásicas son en general más anaplásticas
(blásticas).

o crónicas: sin tratamiento llevan a la muerte en un plazo mayor


de seis meses. Las células neoplásicas son menos anaplásticas.

Según el tipo de leucocito que prolifera las leucemias se dividen en dos grupos
principales leucemia mieloide y leucemia linfoide.
Mieloma

El mieloma es una proliferación tumoral de plasmocitos con menor o mayor grado


de heterotipía, que infiltran difusamente la médula hematopoyética; además se
producen en la médula masas tumorales con mayor densidad de células
neoplásicas, las que determinan destrucción local de hueso, presumiblemente a
través de la activación de los osteoclastos. Estas zonas predisponen a las
fracturas. Como son numerosas en distintas partes del esqueleto, se denomina a
la enfermedad 'mieloma múltiple'. En el mieloma múltiple puede haber además
infiltración tumoral de bazo y ganglios linfáticos.

Las células plasmáticas neoplásicas producen inmunoglobulina. En cada paciente


todas producen el mismo tipo de inmunoglobulina, lo que significa que es una
proliferación monoclonal, o sea todas derivan de una sola célula. En la mayoría de
los casos la inmunoglobulina es la IgG; también se producen fragmentos de
cadenas livianas de inmunoglobulina que, al ser eliminadas en la orina constituyen
la proteína de Bence-Jones. En los pacientes con mieloma puede haber
amiloidosis. Se denomina mieloma solitario a un tumor de plasmocitos único en el
esqueleto. Suele progresar a mieloma múltiple. Se denomina plasmocitoma a un
tumor único de plasmocitos, muy infrecuente, de situación extraesquelética,
generalmente en las vías aéreas superiores. No tiende a progresar a mieloma
múltiple.

Tumores de tejido nervioso

Se estudian en el curso de Anatomía Patológica.

TUMORES DE MELANOCITOS

Los tumores benignos de melanocitos se denominan nevos melanocíticos o lunares. El tumor


maligno de melanocitos se denomina melanoma maligno.

Los nevos melanocíticos se encuentran en la piel y más raramente en la conjuntiva ocular, en la


mucosa bucal y en órganos genitales externos. Desde el punto de vista histológico se reconocen
tres tipos principales de nevos melanocíticos de la piel, que parecen corresponder a etapas
evolutivas de la lesión (figura 5.28):

Nevo de unión (nevo juncional)


Nevo dermo-epidérmico (nevo compuesto)
Nevo dérmico.
Figura 5.28.

Aspecto histológico de
tumores melanocíticos.
1) nevo de unión;
2) nevo dermo-epidérmico o
compuesto;
3) nevo dérmico;
4) melanoma maligno.

Melanoma maligno

El melanoma maligno se origina en la piel, ojo (casi siempre en la coroides),


genitales externos y mucosas oral y rectal.

El melanoma de la piel se manifiesta macroscópicamente como una mancha café


negruzca que crece, con áreas hiperpigmentadas e hipopigmentadas y borde
irregular; puede tener áreas solevantadas o ulcerarse. Una proporción importante
de los melanomas se manifiesta como un crecimiento más o menos rápido en una
lesión de tipo névico que puede haber estado presente durante muchos años.

El melanoma se origina en los melanocitos del estrato basal de la epidermis, desde


donde las células tumorales invaden los estratos suprabasales de la epidermis y la
dermis e hipodermis (figura 5.28). Las células neoplásicas tienen la capacidad de
formar melanina, lo que se comprueba ultraestructuralmente por la presencia de
melanosomas, y macroscópicamente por el color gris o negruzco del tumor
primario y de sus metástasis. Da metástasis por vía linfógena y por vía
hematógena. Cuando el melanoma da metástasis hematógenas suele diseminarse
ampliamente, incluso a sitios en los cuales las metástasis son raras, por ejemplo
intestino delgado y miocardio.

Hay que tener en cuenta cuatro hechos peculiares que pueden ocurrir en los
melanomas:

a) en presencia de metástasis extensas el tumor primario puede


ser pequeño y ubicado en zonas ocultas, por ejemplo, interdigital;
b) aun en presencia de metástasis, el tumor primario puede
involucionar espontáneamente y en su lugar sólo se encuentra
fibrosis y macrófagos con melanina;

c) las células del tumor primario o de las metástasis pueden no


contener melanina («melanoma amelánico»): se demuestran los
melanosomas al microscopio electrónico;

d) las células del parénquima tumoral pueden ser cuboídeas como


las de un carcinoma, fusadas remedando un sarcoma, o
acentuadamente anaplásticas o polimorfas como las de cualquier
tumor maligno indiferenciado.

TUMORES DE CELULAS GERMINALES

Se postula que se originan, en último término, a partir de células germinales primordiales que
migran durante la embriogénesis desde la pared del saco vitelino hasta el esbozo de las gónadas,
siguiendo un trayecto a través del mesenterio del intestino posterior. Esta hipótesis histogenética
se basa en los siguientes hechos:

a) la ubicación preponderantemente gonadal de la mayoría de ellos (son más


frecuentes en ovario y en testículo)

b) la ubicación de otros en zonas de la línea media del cuerpo, por ejemplo


mediastino y retroperitoneo, que pueden corresponder al trayecto de la migración
de células germinales

c) se han visto y se han producido experimentalmente pequeños tumores de este


grupo en el túbulo seminífero.

No puede descartarse la posibilidad de que algunos tumores de este grupo puedan originarse de
células somáticas multipotentes.

Los principales tumores son los siguientes:

a. Indiferenciado

El Disgerminoma es un tumor maligno que se observa en ovario y con mayor


frecuencia en el testículo, donde recibe el nombre de seminoma. Los
disgerminomas están constituidos por células grandes de citoplasma claro, núcleo
grande redondeado con nucléolo prominente: pueden tener importante infiltración
linfocitaria del estroma.
b. Con diferenciación de tejido extraembrionario.

El Coriocarcinoma es un tumor maligno derivado de células germinales, se


produce principalmente en el testículo y en el ovario. Su parénquima está
constituido por células con diferenciación propia de los elementos epiteliales de la
vellosidad corial de la placenta: citotrofoblasto y sinciciotrofoblasto.

c. Con diferenciación de tejidos embrionarios.

Se reconocen dos variedades: carcinoma embrionario y teratoma. El carcinoma


embrionario está constituido principalmente por células inmaduras similares a las
de los elementos epiteliales de los órganos del embrión, que se disponen en
cordones, túbulos o papilas. El Teratoma es un tumor cuyo parénquima está
constituido simultáneamente por una variedad de tejidos, que en conjunto pueden
atribuirse a derivados de las tres hojas embrionarias. En partes los tejidos tienden
a disponerse esbozando estructuras más complejas (por ejemplo, una mucosa
intestinal con muscular de la mucosa). Se reconocen tres formas
anatomopatólogicas principales:

teratoma quístico maduro (frecuente en el ovario de la mujer adulta).


Masa con un gran quiste que ocupa la mayor parte de ella; en su cavidad
hay material sebáceo y pelos. La pared, en general de pocos milímetros de
espesor, tiene la estructura de piel, con su superficie epidérmica hacia la
cavidad. Por este desarrollo preponderante de estructuras cutáneas se le
suele denominar quiste dermoide. Los tejidos que componen el tumor son
bien diferenciados (maduros o de tipo adulto); aparte estructuras cutáneas
se pueden observar muchos otros tejidos, particularmente en un
engrosamiento o espolón que hace eminencia hacia la cavidad, en el que
con frecuencia hay dientes, cartílago y hueso.

teratoma sólido maduro. Se puede encontrar, por ejemplo, en ovario,


testículo, mediastino. Macroscópicamente es sólido, aunque puede tener
múltiples quistes de pocos milímetros, generalmente de estructura y
consistencia desigual. Microscópicamente, constituido por mezcla de
tejidos adultos bien diferenciados.

teratoma sólido inmaduro. Se encuentra principalmente en testículo y


región sacra. Está constituido por tejidos poco diferenciados que
recuerdan a los del embrión; a veces además de inmaduros algunos
tejidos son francamente heterotípicos, con aspecto de sarcoma o de
carcinoma, según el caso. Los teratomas inmaduros son potencialmente
malignos; pueden dar metástasis hematógenas en las que se observa uno
o varios de los tejidos que componen el tumor primario.
CLASIFICACION DE LAS NEOPLASIAS SEGÚN EL NUMERO Y VARIEDAD DE TIPOS DE
PARENQUIMA.

Los tumores simples son aquellos que tienen un solo tipo de parénquima. Ejemplos: fibroma,
carcinoma espinocelular, linfoma linfocítico.

Los tumores mixtos son aquellos en los cuales en el parénquima se reconocen dos o más tipos de
tejido, que pueden corresponder a la misma clase de tejidos o a distintas clases de tejidos.

a. De la misma clase:

Carcinoma adeno-escamoso:
tumor maligno en cuyo parénquima se reconocen áreas de
carcinoma escamoso mezcladas con áreas de adenocarcinoma
tubular.

Mesenquimoma benigno:
tumor en cuyo parénquima coexisten áreas correspondientes a
distintos tumores del grupo de tejidos de sostén, músculo y vasos.
Ejemplo: lipoma-angioma-leiomioma.

Mesenquimoma maligno:
tumor en cuyo parénquima coexisten áreas correspondientes a
distintos sarcomas. Ejemplo: liposarcoma-condrosarcoma.

b. De distintas clases:

Fibroadenoma: tumor benigno frecuente de la mama, cuyo


parénquima está constituido por una proliferación epitelial en
forma de tubos o conductos irregulares («adenoma»), rodeados
por zonas con proliferación de células de tipo fibroblástico
(«fibroma») (figura 5.29).

Carcinosarcoma: tumor maligno del cuerpo uterino constituido


por áreas de sarcoma mezcladas con zonas de adenocarcinoma
tubular (figura 5.29).

Teratoma: tumor con la máxima variedad de elementos


parenquimatosos.
Figura 5.29.
Aspecto histológico de tumores mixtos.
Izquierda: fibroadenoma; Derecha: carcinosarcoma.

Tumores malignos anaplásticos

Con alguna frecuencia se encuentran tumores malignos tan indiferenciados, que ni


siquiera pueden clasificarse como pertenecientes a alguno de los grupos que se
han estudiado (carcinoma, sarcoma, linfoma, melanoma, etc.). Esto es
particularmente problemático cuando la primera manifestación clínica es la
metástasis, por ejemplo ganglionar, y se desea reconocer el tipo histológico para
orientar la búsqueda del tumor primario. En estos casos puede recurrirse a la
microscopía electrónica o a la inmunohistoquímica (ver capítulo de Técnicas
diagnósticas en histopatología).

ETIOLOGÍA Y PATOGENIA DE LA NEOPLASIA

La etiología y patogenia de los tumores no están aclaradas. Sin embargo, se han reunido muchas
observaciones clínicas, epidemiológicas y experimentales que han permitido formular teorías
acerca del desarrollo de los tumores malignos.

Se estima que 80 a 90% de las neoplasias tienen causas de origen predominantemente ambiental,
provenientes del modo de vida, de riesgos ocupacionales o de la contaminación. El ejemplo más
claro de esto es una epidemia causada por el hombre: el cáncer pulmonar debido al hábito de
fumar tabaco.

AGENTES CAUSALES

Se reconocen tres grupos principales de agentes cancerígenos: sustancias químicas, radiaciones y


virus.

Sustancias químicas

La mayoría de los agentes químicos requiere de activación metabólica antes de


reaccionar con componente celulares. Los estudios experimentales y los ensayos
diagnósticos (test de Ames), sugieren que un 90% de los carcinógenos químicos
son mutagénicos, o sea capaces de inducir una alteración genética celular en
forma permanente.
Los carcinógenos químicos actúan en etapas: iniciación, promoción, conversión,
progresión y cáncer. Estas etapas se correlacionan con cambios morfológicos. Así,
la promoción y la progresión corresponden a las fases de hiperplasia, displasia y
carcinoma in situ. La iniciación es una alteración bioquímica que no manifiesta
morfología reconocible.

Algunos compuestos orgánicos como hidrocarburos policíclicos aromáticos


(dimetil-benzantraceno, benzopireno, 3.metilcolantreno) y ciertos metales (Ni, Cd,
Co, Pb, Be) tienen un efecto directo mediante uniones covalentes a los ácidos
nucleicos. La mayoría de los compuestos orgánicos, sin embargo, requiere de
metabolización a un compuesto secundario que es el que produce el efecto
carcinogénico, por ejemplo nitrosaminas que se forman en el tracto gastrointestinal
a partir de elementos de la dieta y bajo la acción de la flora bacteriana. Este
cambio es realizado por enzimas cuya función es metabolismo de drogas y
detoxificación.

La acción de los carcinógenos químicos depende de otros factores como especie,


raza, sexo, edad, dieta, estado hormonal, presencia o ausencia de sistemas
enzimáticos metabolizantes y promotores tumorales. Se supone que en el humano
también.

Mecanismo de acción de cancerígenos químicos:

Además de la acción directa y de la activación metabólica, algunos carcinógenos


químicos actúan específicamente en un órgano, porque allí se concentran más o
porque son convertidos en principio activo. Otros no son específicos de órgano e
inducen tumores según la vía de exposición máxima. La mayoría producen primero
necrosis seguida de regeneración. Aplicaciones sucesivas producen menos
necrosis y más proliferación.

Radiaciones

Los rayos ultravioleta están relacionados con el cáncer de la piel, que es más
frecuente en zonas de piel expuesta al sol, en áreas geográficas más asoleadas y
en personas que trabajan al aire libre.

Esta radiación corresponde a la porción de longitud de onda corta del espectro


electromagnético. El adelgazamiento de la capa de ozono por polución ambiental
ha favorecido un mayor efecto de los rayos ultravioleta en el humano. Son más
frecuentes el carcinoma basocelular, carcinoma espinocelular y melanoma en la
piel.
La radiación ultravioleta produce en las células inactivación enzimática, inhibición
de la división celular, mutagénesis, muerte celular y cáncer. La acción mutagénica,
y por ende carcinogénica, depende de la produccón de dímeros pirimidínicos en el
ADN.

Los rayos X pueden producir cáncer de la piel. Ejemplo, en las manos de los
traumatólogos que reducían fracturas bajo la pantalla de rayos X. También pueden
producir leucemia como ocurría en los antiguos médicos radiólogos, mal
protegidos contra la radiación.

Entre los efectos alejados observados en las personas expuestas a la bomba


atómica (rayos X y gama) que sobrevivieron, se ha observado alta frecuencia de:
leucemia, y carcinoma de tiroides, mama y pulmón.

Virus

Hay numerosos estudios experimentales que apoyan la participación de los virus


en la transformación celular y en el desarrollo de tumores. Los mecanismos
principales propuestos para la oncogénesis viral se basan en la capacidad de
integración de un segmento del genoma de un virus ADN en el genoma de la
célula huésped y en la formación de una copia en ADN a partir del ARN viral,
favorecida por la enzima transcriptasa reversa con ulterior integración de la copia
ADN al genoma de la célula huésped.

En la especie humana se ha demostrado asociación de algunos virus con


determinadas neoplasias, lo que sugiere una relación causa-efecto.

La asociación virus-tumor se reconoce mediante observaciones epidemiológicas


que demuestran alta frecuencia de infección y tumor, la presencia de anticuerpos
circulantes contra algunos virus en pacientes con determinados tumores, la
presencia de antígenos virales o de secuencias de genoma viral en las células
neoplásicas mismas.

Los siguientes virus están relacionados con neoplasias en el hombre:

a) Virus que tienen ADN como material genético

Virus papiloma humano. Varios tipos de virus papiloma


humano están relacionados con lesiones de tipo tumoral:
verruga común, papilomas laríngeos y papilomas
genitales. Estos últimos tienen potencialidad de
convertirse en cáncer, en particular los producidos por los
tipos 16 y 18.

Herpesvirus. El virus de Epstein-Barr está asociado con


linfoma de Burkitt y con carcinoma nasofaríngeo, así como
con síndrome linfoproliferativo asociado a inmuodepresión
y linfoma de Hodgkin. El virus herpes tipo 8 se asocia a
sarcoma de Kaposi.

Virus hepadna. El virus de la hepatitis B se asocia a


carcinoma del hígado.

b) Virus que tienen ARN como material genético (retrovirus): Virus HTLV-1
de la leucemia-linfoma T humana del adulto y mycosis fungoides o linfoma
de células T primario de la piel.

PREDISPOSICIÓN AL CANCER

Las observaciones en modelos experimentales y humanos muestran que hay ciertos factores
generales que se asocian a mayor frecuencia de cáncer. Entre otros pueden mencionarse especie,
raza, herencia, edad, sexo, etcétera.

1) Especie: en el perro el tumor más frecuente es el cáncer de la mama; en el


caballo el del testículo. En algunos casos la diferente predisposición puede
deberse a diferencias enzimáticas. Por ejemplo, el perro y hombre tienen enzimas
en el riñón que convierten la beta-2-naftilamina en un derivado cancerígeno. En
otras especies la beta-2-naftilamina es convertida a otras sustancias no
cancerígenas.

2) Raza: parece que son más importantes las costumbres y exposición a agentes
ambientales que factores raciales intrínsecos. Ejemplo: disminución de frecuencia
de cáncer gástrico y aumento del cáncer de intestino grueso en descendientes de
japoneses que migran a Estados Unidos y siguen casándose con personas de raza
japonesa.

3) Herencia y alteraciones cromosómicas:

a) Se hereda la tendencia a que se desarrolle el tumor en numerosas


neoplasias como retinoblastoma, tumor de Wilms, cáncer mamario,
neurofibromatosis, poliposis colónica familiar, etcétera:

Retinoblastoma: hereditario en 40% de los casos. Gen


recesivo de mayor susceptibilidad en el cromosoma 13
(13q14).

Xeroderma pigmentosum. Enfermedad de la piel de


herencia autosómica recesiva caracterizada por mayor
frecuencia de carcinoma cutáneo debido a una mutación
de endonucleasas reparativas del ADN. En las células de
la piel las endonucleasas remueven las bases
anormalmente ligadas a la cadena de ADN por la radiación
ultravioleta y las reemplazan por pares normales. La
deficiencia de esta enzima facilita la aparición de
carcinomas a edad temprana.

Síndromes de neoplasias endocrinas múltiples


(adenomas de glándulas endocrinas). Dominante.
Síndrome de cáncer familiar: mama,
endometrio.
Síndrome de Li-Fraumeni: cáncer de
mama, sarcomas.

b) Anomalías cromosómicas sin tendencia hereditaria que en el enfermo


implican mayor susceptibilidad a desarrollar una neoplasia. Ejemplo: en el
Síndrome de Down (trisomía 21) hay un riesgo 15 veces mayor de
leucemia aguda linfoblástica y mieloblástica.

4) Edad: En los niños son más frecuentes algunas leucemias y tumores del
sistema nervioso. En jóvenes el linfoma de Hodgkin y el osteosarcoma. En
ancianos los carcinomas y la leucemia linfática crónica.

5) Sexo: Más frecuente en las mujeres el cáncer de tiroides y de la vesícula biliar.

6) Individuo: No todas las personas expuestas a factores de riesgo desarrollan


una neoplasia. Ejemplo: entre los fumadores hay individuos que sufren de cáncer y
otros no.

La combinación de factores hereditarios y, principalmente ambientales, determina


que en diversos países la frecuencia relativa de diferentes tumores no sea la
misma. Por ejemplo, el origen más frecuente de los tumores que causan muertes
en Estados Unidos es el siguiente: pulmón, intestino grueso, mama y próstata. En
cambio en Chile el orden es: estómago, pulmón, vesícula biliar, cuello del útero.

ONCOGENES

El mecanismo el cual se produce el descontrol de la multiplicación celular se ha explicado en el


pasado mediante dos teorías principales, no necesariamente contrapuestas, sino posiblemente
complementarias: la teoría genética que plantea que alteraciones adquiridas del genoma de las
células somáticas dan origen al cáncer (mutación somática); la teoría epigenética que sugiere que
una alteración metabólica induce la expresión de potencialidades neoplásicas, normalmente
reprimidas en el genoma. Los estudios acerca de los oncogenes han proporcionado explicaciones
coherentes para las mutaciones espontáneas, derregulación de la expresión de caracteres
codificados en el genoma, acción de los carcinógenos químicos, virus oncogénicos y
predisposición hereditaria. En el hombre y en otras especies animales se han identificado más de
40 genes cuya función está relacionada con los complejos sistemas de señales que regulan el
crecimiento, proliferación y división de las células. Estos genes reciben el nombre de proto-
oncogenes, porque en ciertas condiciones pueden funcionar como oncogenes, es decir, como
secuencias de ADN que dirigen mecanismos que llevan a la neoplasia (Tabla).

ONCOGENES CONOCIDOS Y NEOPLASIAS ASOCIADAS

Oncogén Neoplasia
Leucemia mieloide aguda, cáncer de tiroides,
K-RAS
melanoma
H-RAS Cáncer de colon, pulmón y páncreas
N-MYC Neuroblastoma
L-MYC Cáncer de pulmón
NEU Neuroblastoma, cáncer de mama
RET Cáncer de tiroides
EGFR Carcinoma espinocelular
SRC Cáncer de colon
v-fos Osteosarcoma
v-jun Sarcoma
Para convertirse en oncogenes, los proto-oncogenes son «activados», o sea modificados ya por
sustancias químicas, por radiación o por virus. Los mecanismos conocidos son:

Transducción. Un virus ARN «rapta» un protooncogén incorporado a su genoma.


El provirus se inserta cerca del protooncogén; se produce la co-transcripción de la
secuencia del protooncogén y de la secuencia viral. El protooncogén transducido
se comporta anormalmente cuando es reintroducido al genoma de otra célula y
constituye un oncogén activado.

Mutagénesis insercional. La célula se infecta con un virus que tiene un gen


promotor; este gen se inserta en la vecindad de un protooncogén, el que se
desregula convirtiéndose en oncogén.

Redistribución cromosómica. Por ejemplo, traslocaciones: en el linfoma de


Burkitt el gen c-myc del cromosoma 8 se inserta en el cromosoma 14, cerca del
locus que codifica la cadena pesada de inmunoglobulina, con la consiguiente
excesiva expresión del gen c-myc.

El cromosoma Philadelphia es el resultado de una traslocación recíproca entre


los cromosomas 9 y 22. El gen -abl del cromosoma 9 se inserta en el gen vcr del
cromosoma 22 (la porción desplazada del cromosoma 22 se encuentra en el
cromosoma 9). Los genes vcr y abl se unen de tal forma que, cuando se expresan,
se forma una proteína de fusión que consta de la cadena de aminoácidos de un
extremo de vcr y la mayor parte o toda la proteína abl. Se piensa que esta proteína
tiene un papel fundamental en la producción de la leucemia, pero aún no se sabe
como actúa. El cromosoma Philadelphia, cuya identificación se utiliza con fines
diagnósticos, corresponde al cromosoma 22 pequeño.

Mutaciones puntuales. Alteraciones moleculares en un punto preciso del proto-


oncogén.

Amplificación: formación de muchas copias de un protooncogén. Se ha


demostrado que la formación de múltiples copias de un oncogén (de la familia erb)
está relacionada con el grado de agresividad del cáncer de mama.

Los oncogenes codifican la síntesis de moléculas que participan en proteínas a las cuales se unen
los factores de crecimiento, génesis del ARN mensajero y replicación del ADN.
Estos mecanismos están relacionados con la función de los factores de crecimiento, por lo cual se
cree que los oncogenes pueden aumentar la producción de factores de crecimiento por la misma
célula, el número de receptores de factores de crecimiento, la afinidad de los receptores, la
sensibilidad de la célula a la señal de proliferación emitida por la unión del factor de crecimiento
con su receptor.

GENES SUPRESORES DE TUMORES


Se ha identificado un grupo de genes que codifican proteínas capaces de inhibir la proliferación
celular al bloquear la actividad de oncogenes y de los productos de oncogenes. Estos genes con
actividad supresora se denominan genes supresores de tumores.

GENES SUPRESORES DE TUMORES Y TUMORES ASOCIADOS


Gen supresor Síndrome Tumores asociados
Rb1 Retinoblastoma Retinoblastoma, osteosarcoma
p53 Li-Fraumeni Sarcoma, cáncer de mama, gliomas
Poliposis adenomatosa
APC Adenoma y adenocarcinoma de colon
familiar
WT-1 Tumor de Wilms Nefroblastoma
NF-1 Neurofibromatosis 1 Neurofibromas, sarcomas, gliomas
NF-2 Neurofibromatosis 2 Schwannomas, meningiomas
Cáncer renal, feocromocitoma,
VHL von Hippel-Lindau
hemangioblastoma
BRCA-1 Cáncer mamario Cáncer de mama
BRCA-2 familiar
TSC-2 Esclerosis tuberosa Angiomiolipoma, gliomas, rabdomioma
Melanoma familiar
p16 Melanoma, cáncer de páncreas
Cáncer pancreático

La ausencia completa de genes supresores de tumores normales puede llevar al desarrollo de una
neoplasia, pero la presencia de una sola copia (alelo) del gen normal puede evitarlo, de ahí que
también se hable de oncogenes recesivos.

En resumen, la transformación de una célula normal en neoplásica es un proceso complejo y


multifactorial que progresa en varias etapas y que lleva a la aparición de un clon de células que
escapa al control normal de la proliferación. Este control estaría dado en parte por un equilibrio
entre la actividad de los oncogenes y de los genes supresores. En varias neoplasias humanas se
ha demostrado que puede haber activación de oncogenes y mutaciones de genes supresores. Por
lo tanto, el fenómeno neoplásico se entendería básicamente como un trastorno del control genético
de la proliferación celular.

HISTORIA NATURAL DEL CANCER

La historia natural del cáncer se ha deducido principalmente de las observaciones clínicas,


estudios epidemiológicos y experimentales, examen citológico (Papanicolaou) y estudio
histopatológico de las lesiones que ocurren en el epitelio de la piel, mucosas y glándulas: por
consiguiente, es una teoría que se refiere a la historia natural del carcinoma (figura 5.30). Estudios
recientes muestran que este mdoelo puede aplicarse a otros cánceres como linfomas, sarcomas y
melanoma.
Figura 5.30.
Fases en el desarrollo de un carcinoma espinocelular. Epitelio
normal, neoplasia intraepitelial grado I, neoplasia intraepitelial
grado III, carcinoma invasor.

La hipótesis plantea que existen estadios precursores del cáncer invasor y que estos se observan
secuencialmente: hiperplasia, metaplasia, displasia y carcinoma in situ. Más aún, se ha logrado
establecer que junto a esta secuencia de cambios morfológicos ocurre en forma paralela una
acumulación de cambios genéticos, primero mutaciones de oncogenes y a las que luego se suman
mutaciones de genes supresores de tumores.

1) El estado normal se caracteriza por los fenómenos de la regeneración


fisiológica, suficiente para mantener la estructura y función normal del epitelio o de
la mucosa.

2) A menudo ocurren alteraciones enteramente benignas de la regeneración, por


ejemplo, en el curso de inflamaciones crónicas o de infecciones virales, que dan
como resultado una mayor actividad de proliferación, hiperplasia o metaplasia. Los
carcinomas suelen generarse en epitelios con hiperplasia o metaplasia previa. En
una mucosa el carcinoma es un evento muy poco frecuente (por ejemplo el
carcinoma gástrico tiene en Chile una incidencia de alrededor de 25 por cada
100.000 habitantes). En cambio las inflamaciones crónicas, la hiperplasia y la
metaplasia son lesiones muy frecuentes (por ejemplo la gastritis crónica afecta a
más del 60% de la personas mayores de 50 años); además son potencialmente
reversibles y están constituidas por células típicas. Por tal razón estas lesiones no
se deben considerar como «precancerosas».

3) En un bajo porcentaje de mucosas que generalmente tienen algún proceso


inflamatorio crónico, hiperplasia o metaplasia, aparecen modificaciones
consideradas lesiones precancerosas o potencialmente precursoras de cáncer. Se
caracterizan por lo siguiente:

a) heterotipía;

b) en las mucosas glandulares puede haber alteración de la arquitectura


de la mucosa (por ejemplo, glándulas irregulares o ramificadas;

c) ausencia de invasión del estroma.

Las lesiones precancerosas reciben diversos nombres. En la siguiente tabla se mencionan las dos
terminologías más frecuentemente empleadas para designar las lesiones precursoras del
carcinoma invasor:

Columna 1 Columna 2
displasia I (leve) neoplasia intraepitelial I
displasia II (moderada) neoplasia intraepitelial II
displasia III (intensa) neoplasia intraepitelial III
carcinoma in situ
La terminología de la columna 1 considera dos tipos de lesiones: displasia (leve, moderada e
intensa) y carcinoma in situ o carcinoma intraepitelial. Según esta concepción, la displasia es una
lesión precursora y el carcinoma in situ es ya una neoplasia, pero circunscrita al epitelio; no ha
iniciado la fase invasora. La terminología de la columna 2 se basa en el concepto de que todas
estas lesiones tienen caracteres morfológicos, incluyendo aneuploidía, que permiten considerarlas
como neoplasia: la diferencia entre ellas es sólo de grado y no cualitativa.

La displasia I o leve es equivalente a la neoplasia intraepitelial I (NIE I)

La displasia II o moderada es equivalente a la neoplasia intraepitelial II (NIE II)

La displasia III (intensa) y el carcinoma in situ son equivalentes a la neoplasia


intraepitelial III (NIE III)

No todas estas lesiones llevan indefectiblemente al cáncer invasor: muchas de ellas pueden
permanecer como tales o regresar al estado de un epitelio sin heterotipía. Sin embargo, un
porcentaje de ellas puede ir aumentando paulatinamente el grado de heterotipía celular, hasta que
llega un momento en que aparecen los caracteres de carcinoma: invasión del estroma y
metástasis.
Se considera que, a mayor grado de heterotipía de una lesión intraepitelial, menor es su
probabilidad de regresión y mayor su probabilidad de invadir y dar metástasis.

4) Cáncer invasor: La lesión intraepitelial adquiere la capacidad de destruir la


membrana basal e invadir el estroma y los vasos. Cuando el tumor invasor es muy
pequeño (de algunos milímetros de diámetro) generalmente no da metástasis. En
los cánceres mayores de 3 o 5 mm. de diámetro, ya aparecen clones de células
neoplásicas con la propiedad de implantarse a distancia y dar origen a metástasis.

Los fundamentos de esta teoría sobre la historia natural del


carcinoma son los siguientes:

Existencia de estas lesiones intraepiteliales en órganos con


carcinoma invasor.

Hallazgo de microfocos de invasión en mucosas que tienen una


lesión intraepitelial extensa.

Seguimiento con pequeñas biopsias o citología en personas que


rehusaron la operación, en las cuales hubo progresión de las
lesiones intraepiteliales hasta un carcinoma invasor.

Edades promedio: las mujeres con lesiones del cuello uterino de


bajo grado tienen en promedio 5 a 10 años menos que las con
lesiones intraepiteliales de alto grado. Estas tienen un promedio 5
a 10 años inferior que el de las mujeres con carcinoma invasor.

En la tumorigénesis experimental se ha observado la secuencia


hiperplasia - neoplasia intraepitelial - neoplasia invasora.

Observaciones epidemiológicas muestran que las personas con


lesiones potencialmente precursoras de un órgano están
expuestas a los mismos factores de riesgo que las personas con
cáncer invasor del mismo órgano.
En resumen, la causa de un cáncer parece ser multifactorial, con participación de más de un
agente cancerígeno y en muchos casos, de una predisposición hereditaria. En la patogenia se
reconoce un proceso multifásico, con manifestación progresiva de alteraciones bioquímicas,
morfológicas y funcionales. En la mayoría de los casos la evolución de las lesiones desde una
neoplasia intraepitelial grado I hasta una neoplasia maligna invasora dura muchos años, incluso
lustros o décadas; una vez iniciada la invasión, el tumor tiene una evolución más rápida.

MALFORMACIONES

Concepto

Malformación es una alteración de la forma producida por un trastorno del desarrollo. Así, las
malformaciones pueden concebirse como el resultado de una reacción patológica propia de las
estructuras biológicas en desarrollo. Esto significa que concluido el desarrollo deja de existir la
posibilidad de que se produzca una malformación.
No toda alteración congénita es una malformación ni toda malformación es congénita
necesariamente. Existen enfermedades que pueden ocurrir antes del nacimiento sin constituir una
malformación, como por ejemplo la sífilis y la toxoplasmosis congénitas, que consisten
básicamente en lesiones inflamatorias; también pueden ser connatales trastornos circulatorios y
lesiones degenerativas y tumorales. En este sentido, la patología prenatal es más amplia que el
estudio de las malformaciones congénitas. Por otra parte, es cierto que por lo general, las
malformaciones son congénitas, pero esto no constituye una necesidad de orden conceptual, sino
que se debe al hecho natural de que el desarrollo de la mayor parte de los órganos termina antes
del nacimiento. De hecho existen algunas malformaciones postnatales, como por ejemplo, de los
dientes definitivos. La idea de malformación hay que relacionarla con períodos de desarrollo y no
con un lapso absoluto de tiempo.
En un organismo el desarrollo consiste esencialmente en la aparición de un polimorfismo dado por
nuevas estructuras más complejas que las precedentes en su nivel de organización. Esto es lo que
distingue el desarrollo biológico de los procesos de diferenciación y crecimiento.
Las malformaciones se distinguen de otros procesos patológicos por poseer una génesis particular
y no esencialmente por presentar formas visibles características. De hecho, por ejemplo, una
hipoplasia y una atrofia pueden presentarse con formas muy similares, y para diferenciarlas hay
que interpretar los hechos de observación en términos de su patogenia, muy distinta en una y otra.
Las malformaciones pueden darse en diversos niveles de organización. Pueden afectar el
organismo entero, como en un acardio; un segmento corporal, como en la ciclopía; un aparato
completo, como en algunas malformaciones nefrourinarias; órganos aislados, como en la mayoría
de las malformaciones del hombre, y, por último, tejidos aislados, como en los hamartomas y
coristomas. Los hamartomas son malformaciones de tejidos ortotópicos; los coristomas son
heterotopías de tejidos. El concepto de malformaciones no es aplicable a células aisladas, puesto
que la célula carece de un desarrollo en el sentido antes indicado.
En principio, las malformaciones producen una perturbación funcional, y, en general, cuanto más
acentuada una malformación, mayor el trastorno funcional. Las variedades anatómicas, más
frecuentes que las malformaciones, no producen trastornos funcional.
El término de anomalía es ambiguo y se lo encuentra con tres acepciones:

a) con su significado literal, o sea el de anormalidad;


b) malformación leve, sin trastorno funcional importante;
c) como sinónimo de malformación, así, se habla de «major anomalies» y de
«minor anomalies».

El término de monstruosidad se usa para denotar una malformación externa acentuada que afecta
la forma corporal.

MECANICA DEL DESARROLLO


Línea germinal

En este contexto se denomina así al trayecto que trazan las células germinales en su migración
desde el tallo del saco vitelino a las futuras crestas germinales. La migración comienza en el
embrión de 28 días (longitud C.R. 3,5 mm, 21-29 somitos) y dura una semana. En el hombre el
trayecto se realiza por la línea media del cuerpo y desde la pared anterior (saco vitelino) a la
posterior (crestas genitales) pasando por la raíz del mesenterio.
La mayor parte de los teratomas extragonadales del hombre se encuentra en la línea media del
cuerpo y se explican como producto de una partenogénesis (segmentación y desarrollo a partir de
célula germinal sin fecundación) de una célula germinal detenida en la línea germinal. Los
teratomas representan a la vez un tumor y un trastorno del desarrollo, pertenecen a los llamados
tumores disontogenéticos.

Período plástico y período en mosaico

Después de la fecundación, el huevo de los mamíferos, como el de otros animales, entra en el


período plástico o estadio de indeterminación, que se extiende hasta la gástrula inicial inclusive y
comprende, por lo tanto, toda la blastogénesis. En el hombre dura alrededor de dos semanas y
media (18 días). En este período cada célula es totipotente o pluripotente. Los primeros
blastómeros son totipotentes, es decir, cada uno aislado tiene la capacidad de formar un
organismo entero. En este período, los injertos de un territorio presuntivo en otro, se desarrollan no
según su origen sino según su nueva ubicación. Así por ejemplo, trozos del territorio presuntivo de
epidermis injertados en el de la placa neural se desarrollan como parte de esta última estructura, y
viceversa. Las células en este estadio son equivalentes entre sí (figura 5.31).
Después de este estadio, el huevo pasa al período en mosaico o estadio de determinación. En
experimentos similares de transplante, los injertos se desarrollan ahora según su origen (figura
5.31).
En el estadio plástico, la potencia prospectiva, es decir, las posibilidades de desarrollo diferente de
un territorio, es mayor que la significación prospectiva, o sea, el destino de ese territorio bajo
condiciones normales. En el curso del desarrollo se reduce progresivamente la potencia
prospectiva hasta que llega a coincidir con la significación prospectiva.
Figura 5.31.

A la izquierda: transplantes recíprocos de territorio presuntivo de


placa neural y epidermis en estadio plástico; los injertos se
desarrollarán según nueva topografía. A la derecha, transplantes
recíprocos de placa neural y epidermis en el estadio en
mosaico¨los injertos se desarrollarán según su origen (Modificado
de Spemann H. Embryonic development. An introduction. Hafner
Pub Co, Nueva York, 1967)

Inducción

Spemann descubrió que en la gástrula inicial, o sea aún en el período plástico, había un territorio
precozmente determinado: el labio dorsal del blastoporo, que en los vertebrados superiores
corresponde probablemente al nódulo de Hensen. Este territorio se convierte por invaginación en
placa precordal, cuerda dorsal y mesoderma, que pasan a formar el techo del intestino primitivo
(arquénteron); lateralmente se originan los somitos. En el hombre no se sabe exactamente cómo
se forma la placa precordal. En todo caso, este sector bilaminar (placa y ectoderma, sin
mesoderma) se convierte en membrana orofaríngea.
En experimentos de trasplante, el labio dorsal del blastoporo no sólo se desarrolla siempre según
su origen, sino que condiciona en su vecindad el desarrollo de otra placa neural, de órganos de los
sentidos y a veces de otro esbozo embrionario. Esta acción se realiza sin que haya células del
labio dorsal del blastoporo que pasen a formar parte de las nuevas estructuras. Spemann llamó
organizador al labio dorsal del blastoporo e inducción, a la acción que ejerce en su vecindad. Para
que haya inducción el territorio vecino tiene que ser competente, es decir, capaz de reaccionar. La
competencia se da sólo en ciertas condiciones, por ejemplo, dentro de cierto lapso de tiempo. En
general, la inducción requiere el contacto físico entre los sistemas de acción y reacción y se realiza
a través de substancias químicas.
El organizador está compuesto de dos inductores primarios: el cefálico, que corresponde a la placa
precordal, y el espinocaudal, que corresponde a la cuerda dorsal. El primero induce
preferentemente estructuras neurales: arquencéfalo (prosencéfalo, vesículas ópticas y esbozo
nasal); el otro, estructuras mesodérmicas, entre ellas tejidos cartilaginoso y muscular, pero
además, médula espinal (figura 5.32). El fenómeno de la inducción no está limitado a estas fases
tempranas del desarrollo, también tiene lugar ulteriormente en forma regional y específica para el
desarrollo de muchos órganos. Algunos de estos sistemas regionales son los siguientes.

Figura 5.32.

Representación esquemática de ls estructuras principales en el


estadio de estría primitiva en el hombre. La placa precordal y la
cuerda dorsal corresponden a los inductores cefálico y
espinocaudal, respectivamente. (Modificado de Moore KL. The
developing human, WB Saunders, Philadelphia, 1973)

INDUCTOR ORGANO INDUCIDO


Vesícula óptica Cristalino
Vesícula óptica y cristalino Córnea
Retina pigmentaria Retina neural
Rombencéfalo Vesícula ótica
Mesénquima Vesícula ótica
Vesícula ótica Cartílago
Placoda olfatoria Cartílago
Médula espinal Cartílago
Conducto de Wolff Mesonefros
Brote ureteral Metanefros

Existen también sistemas interdependientes, como el que se da en el desarrollo de las


extremidades entre epidermis y mesénquima, en que cada uno de estos tejidos actúa de inductor
alternadamente.

Movimientos morfogenéticos
Los movimientos morfogenéticos se conocen también con el nombre de topogénesis. Se trata de
movimientos coordinados e irreversibles de capas celulares, iniciados con la gastrulación y a través
de los cuales van apareciendo estructuras más complejas, como los esbozos orgánicos, y se va
remodelando la forma del embrión. La formación de estas capas se debe a cierta propiedad de las
células que aparecen antes que la diferenciación celular, y que se expresa en la tendencia de
ciertas células a agruparse entre sí. Esta propiedad se conoce como la afinidad celular selectiva.
Las afinidades celulares selectivas están relacionadas con lo que se considera el problema
fundamental de la embriología, esto es el de explicar cómo a partir de una sola célula, el zigoto,
cuyo material genético se va distribuyendo en las nuevas células en forma de réplicas perfectas, se
desarrolla un organismo heterogéneo en cuanto a la morfología y función de sus partes. Según el
enunciado de Driesch, el destino que tienen las partes de un esbozo embrionario es función de la
posición que tengan dentro del todo. La información de posición se realizaría, de acuerdo con el
modelo de Jacob y Monod, a través del citoplasma con el efecto de la activación de ciertos genes
en ciertas células y de otros en otras.
La concepción actual sobre el proceso del desarrollo embriológico contiene elementos de las dos
teorías antiguas, del preformismo y de la epigénesis. Toda la información para el desarrollo del
organismo parece contenida en el genoma del zigoto en forma de un programa genético, pero el
despliegue de este programa sería posible sólo a través de la acción de factores epigenéticos. La
inducción, las afinidades celulares selectivas y la topogénesis pueden concebirse como
manifestaciones de la realización del plan genético.

FRECUENCIA DE LAS MALFORMACIONES EN EL HOMBRE

La frecuencia de las malformaciones en el hombre no se conoce con exactitud. En alrededor del


50% de los abortos y del 20 a 30% de los mortinatos se encuentran malformaciones; en 20 a 30%
de los embriones abortados se han encontrado cariotipos anormales.

En los nacidos vivos es más difícil conocer la frecuencia. Las cifras deben evaluarse principalmente
en relación con dos factores: la exactitud del método de diagnóstico y la representatividad del
grupo estudiado. En general, cuanto más sencillo es el método de examen, tanto más fácil es
estudiar un grupo representativo de una población, pero también tanto más fácil es que no se
descubran algunas malformaciones. Por eso, las cifras obtenidas por métodos puramente clínicos
de examen están por debajo de las reales. Por otra parte, las cifras obtenidas en casuísticas de
autopsias en general están falseadas por un factor de selección de la muestra, de manera que son
superiores a las reales. El método de estudio más fidedigno es el examen clínico de un grupo
representativo realizado con seguimiento de cada individuo y autopsia de los que van falleciendo.
Según estos métodos combinados puede aceptarse una cifra del orden del 5% de recién nacidos
vivos con alguna malformación.

Las malformaciones más frecuentes en el hombre son, en orden de frecuencia decreciente, las del
esqueleto, del sistema nervioso central, del corazón y grandes vasos, del aparato genitourinario y
del aparato digestivo.

ETIOLOGÍA Y PATOGENIA

En el hombre alrededor del 10% de las malformaciones se debe a factores puramente genéticos
(mutaciones o aberraciones cromosómicas); no más del 5% a factores peristáticos solamente
(factores ambientales o externos), y alrededor del 85%, a factores etiológicos multifactoriales. En
general, las malformaciones causadas por factores externos se hallan dentro del espectro de
anomalías que se producen espontáneamente en una determinada especie animal. Los factores
genéticos y peristáticos producen, en general, malformaciones múltiples; las malformaciones
aisladas tienen causas multifactoriales.
Mutaciones

Las mutaciones son, en sentido estricto, defectos genéticos puntuales, es decir,


alteraciones moleculares del material genético. La unidad más pequeña de una
mutación, el mutón, es un nucleótido. Las mutaciones tienen por consecuencia
alteraciones de enzimas y otras proteínas y pueden carecer de manifestaciones
patológicas (mutaciones mudas, por ejemplo en caso de alteración de la parte no
catalítica de una enzima). Cuando no son mudas de regla tienen efectos múltiples.
Las mutaciones de genes dominantes tienen en su mayoría una frecuencia en la
población de 1/1000 a 1/10000 y se manifiestan en malformaciones múltiples
(síndromes malformativos). Las mutaciones de genes recesivos tienen una
frecuencia de 1 por 100 a 1 por 1000, por lo tanto el estado homozigótico tiene una
frecuencia de 1 por 10000 a 1 por 1000000; se manifiestan en trastornos
metabólicos. Las tesaurismosis pertenece a estas enfermedades genéticas
recesivas.

Aberraciones cromosómicas

Las aberraciones cromosómicas, sean cuantitativas o cualitativas, se manifiestan


en síndromes malformativos.

La triploidía y tetraploidía son letales en el hombre, se encuentran en alrededor del


5% de los abortos espontáneos con anomalías cromosómicas. La monosomía
autosómica también es letal. La única monosomía compatible con la vida en el
hombre es la del cromosoma X: síndrome de Turner, mujeres con cariotipo 45, X0.
Las aneuploidías más frecuentes en el hombre son la trisomía 21 (síndrome de
Down o mongolismo), trisomía 18 (síndrome de Edwards), trisomía 13 (síndrome
de Patau), monosomía X (síndrome de Turner) y la trisomía gonosómica del
síndrome de Klinefelter: hombres con cariotipo 47, XXY. Las principales
características del síndrome de Down son: frecuencia de alrededor de 1/1000
partos, mortalidad de cerca de 50% hasta los diez años de edad, debilidad mental,
hipotonía, braquicefalia, epicanto (tercer párpado), disposición mongoloide de las
hendiduras palpebrales, raíz nasal en silla de montar, macroglosia, surco palmar
simioide, anomalías esqueléticas y cardíacas.

Las trisomías y monosomías se explican por falta de disyunción cromosómica


(figura 5.33), que en general es más frecuente en la primera división meiótica de la
oogénesis: 55% de los casos; cerca del 20% en la segunda división meiótica y
alrededor del 25% en la espermatogénesis (casi por igual en una y otra división).
La falta de disyunción en la oogénesis está condicionada por la edad de la madre.
Figura 5.33.

Representación esquemática de la no disyunción. A la izquierda, la


no disyunción se produce en la primera división meióica; a la
derecha, en la segunda.

Las anomalías cualitativas más importantes son las translocaciones y las


deleciones. La translocación es la fusión de un cromosoma de un par con otro de
otro par después de la pérdida de un segmento de esos cromosomas. La
translocación más frecuente es la de Robertson: translocación de un cromosoma
21 en un cromosoma 15 con fenotipo normal. Estos individuos son portadores de
la translocación y sus gametos pueden ser, según observación empírica, de cuatro
tipos: normales, anormal con el doble cromosoma y un cromosoma 21, anormal
con sólo el doble cromosoma y, por último, anormal con sólo el cromosoma 15 (las
otras dos combinaciones posibles son raras). De la fecundación de estos gametos
por uno normal resultan, respectivamente los cariotipos siguientes: normal,
trisomía 21 con translocación, portador de translocación y, por último, monosomía
21 (figura 5.34). Como este último no es viable, la frecuencia de cada uno de los
otros tres entre los descendientes de un portador, es de 33%. En la práctica sin
embargo, la frecuencia observada es de 50% de individuos normales, 40% de
portadores y 10% de trisomía con translocación. Este último porcentaje representa
por lo tanto el riesgo de tener un hijo mongólico si un padre es portador de
translocación, riesgo que es mucho mayor que aquel en caso de padres de
cariotipo normal. El mongolismo por translocación no depende de la edad materna.
Figura 5.34.

Esquema del Mongolismo por Translocación.


Arriba: pares 21 (negro) y 15 de una célula germinal con
translocación; en la segunda fila, sus posibles gametos; en la
tercera fila, fecundación con gameto normal; abajo, los
correspondientes zigotos.

Las deleciones se designan indicando primero el número del par cromosómico


seguido del signo '-' pospuesto a la letra 'p' o 'q' según se trate del brazo corto o
largo, respectivamente. Las más frecuentes son la 5p- (síndrome del «grito del
gato») y la 4p-Las deleciones causan un trastorno del desarrollo tan grande que
rara vez hay descendencia.

Por mosaicismo se entiende la existencia de varios cariotipos en un mismo


individuo. El mosaicismo se explica por falta de disyunción durante la mitosis en
algunos blastómeros, de manera que se reproducen líneas celulares con cariotipos
diferentes.

Factores peristáticos

La acción teratogenética de factores peristáticos es difícil de demostrar en el


hombre, y por eso también es difícil excluir de antemano la posibilidad de tal
acción al administrar un medicamento durante el embarazo. En este sentido es
preciso actuar muy cuidadosamente.

Algunos teratógenos claramente demostrados en el hombre producen


malformaciones múltiples en formas de síndromes malformativos. Estos son el
virus de la rubéola, la talidomida y el alcoholismo. La tríada característica del
síndrome rubéolico es catarata, sordera (por lesión del órgano de Corti) y
persistencia del conducto de Botal; sin embargo, tanto la frecuencia como el tipo
de malformación varían según el momento de acción del virus durante el
embarazo: 50% de casos con malformación en la infección en el primer mes lunar;
20% en la infección durante el segundo mes, y 5-10% en la infección durante el
tercero. En el síndrome de la talidomida se producen malformaciones de las
extremidades, de los ojos, del sistema nervioso, corazón, aparato digestivo y
urogenital. El síndrome alcohólico fetal está dado por microcefalia, malformaciones
faciales, esqueléticas y cardíacas, displasias tisulares, retardo del crecimiento y
debilidad mental.

Otros teratógenos demostrados son ciertos virus, radiaciones ionizantes, diversas


drogas: anticonvulsivantes, anticoagulantes, antitumorales (metrotrexato,
busulfán), algunos antibióticos y hormonas, anfetaminas, preparados con litio.
Mayor frecuencia de malformación se observa en madres diabéticas y pacientes
con fenilquetonuria.

La edad de la madre juega un papel importante favoreciendo la falta de disyunción


del par 21 en la oogénesis: mientras la frecuencia de niños mongólicos en madres
menores de 30 años es del orden de 1 por mil, ella sube a cerca de 1 por 100 en
madres mayores de 40 años.

Etiología multifactorial

Ella se concibe como la interacción de factores peristáticos con una unidad


poligénica. Por unidad poligénica se entiende un grupo de genes cuya acción total
se explica por efecto aditivo de cada gen sobre el mismo carácter. Así por ejemplo,
suponiendo dos alelos, a con efecto de crecimiento de 1 cm., y b con efecto de 2
cm., ambos de igual frecuencia, y suponiendo además 3 loci, la frecuencia de las
posibles combinaciones (clases de crecimiento en este caso) están dadas por los
coeficientes de la expansión de un binomio elevado a la sexta potencia (1, 6, 15,
20, 15, 6, 1) y las clases están representadas por el número de veces que cada
uno de los alelos aparece en una combinación posible. Por ejemplo, en una de las
combinaciones con frecuencia 15, aparecen 4 alelos a y 2 b; su efecto será 8 cm.
(en 15 casos), etcétera. Así resultan las siguientes frecuencias y sus respectivas
clases: 1 x 6 cm, 6 x 7 cm, 15 x 8 cm, 20 x 9 cm, 15 x 10 cm, 6 x 11 cm y 1 x 12
cm. En general, para dos alelos de igual frecuencia y n loci, la distribución de
frecuencia de las clases está dada por la expansión de ( a + b) con exponente 2n.
Si se toma en consideración la influencia de factores ambientales y la posibilidad
de más alelos se tiene una variación casi continua del carácter con una distribución
similar a la dada por una distribución normal.

Dentro de un proceso continuo, como por ejemplo el del cierre del paladar, los
embriones, en un momento dado del desarrollo, están distribuidos según una curva
casi normal respecto a la distancia a que se hallen las láminas palatinas entre sí.
La probabilidad de que aparezca una palatosquisis será mayor en los embriones
en que esa distancia es mayor. Este grupo muestra así una predisposición
genética.

Las anomalías que tienen causas multifactoriales se


comportan de la siguiente manera:

1) El riesgo de que en una generación, por ejemplo entre


hermanos, la anomalía vuelva aparecer en otro hermano, es decir,
es riesgo de recurrencia, es tanto mayor cuanto mayor sea el
número de hermanos afectados. Esto es, se produce una
concentración familiar, un comportamiento que no tiene las
anomalías dominantes o recesivas puras.

2) También existe una correlación positiva entre grado e


intensidad de la anomalía, por ejemplo en uno de los padres, y
números de hijos afectados.

3) Cuanto más lejano el grado de parentesco tanto menor la


probabilidad de recurrencia. El coeficiente de correlación
disminuye en proporción geométrica desde parientes de primer
grado a parientes de tercer grado: 0,5; 0,25 y 0,125
respectivamente.

4) La probabilidad de una recurrencia de la anomalía en los hijos


es mayor cuando el padre afectado es del sexo en que la
anomalía es más rara. Ello se explica porque en este caso el
padre portador de la anomalía pertenece al grupo de individuos
que dista más del grupo medio debido a un mayor número de
alelos predisponentes, lo que hace que tenga la anomalía a pesar
de ser del sexo que tiene factores protectores.

5) Entre parientes de primer grado de un individuo afectado, por


ejemplo entre los hijos de un padre con la anomalía, la frecuencia
de la anomalía corresponde a la raíz cuadrada de la frecuencia de
la anomalía en la población. Así por ejemplo, para una frecuencia
en la población de 1/100, la frecuencia entre los hermanos será de
1/10.

6) Las anomalías con causas multifactoriales tienen frecuencias


mucho mayores en la población que las puramente genéticas, en
general entre 1 y 10%.

7) Según la etiología multifactorial la probabilidad de recurrencia


de una anomalía en un mellizo, si el otro está afectado, es de 25 a
50% para monozigóticos y de 1 a 5% (como entre hermanos) para
dizigóticos. En el caso de herencia mendeliana los valores son de
100% para monozigóticos (independientemente de si la mutación
es dominante o recesiva) y de 50% para dizigóticos y mutación
dominante (en uno de los padres) y de 25% para dizigóticos y
mutación recesiva (en ambos padres).

CLASIFICACION PATOGENETICA DE LAS MALFORMACIONES CORPORALES

A) Alteraciones del centro organizador


1) Duplicación completa: formaciones dobles separadas
a) Simétricas (gemelos iguales)
b) Asimétricas (gemelos monozigóticos desiguales):
acardios
2) Duplicación incompleta: formaciones dobles unidas
a) Simétricas (duplicidades simétricas): pagos
b) Asimétricas (duplicidades asimétricas): autósito y
parásito
3) Situs inversus totalis

B) Lesiones de los inductores primarios


1) Lesión del inductor cefálico: ciclopía y arrinencefalias
2) Lesión del inductor espino-caudal: sirenas y sirenoides

C) Trastornos de la topogénesis
1) Disrrafias dorsales: craneosquisis y raquisquisis
2) Disrrafias ventrales: labio leporino, fisura esternal, gastrosquisis,
onfalocele, extrofia vesical, hipospadia

Mellizos monozigóticos

Son siempre del mismo sexo, los dizigóticos, en cambio, con la misma
probabilidad, de uno u otro sexo, lo que se usa en el método de Weinberg para
calcular la proporción de mellizos monozigóticos en un grupo de mellizos
representativos de una población: se cuentan los mellizos de distintos sexos y se
calcula el porcentaje en el grupo; el mismo porcentaje puede suponerse para los
dizigóticos de igual sexo; el resto corresponde a mellizos monozigóticos. Los
dizigóticos son más frecuentes en proporción de cerca de 3:1, pero su frecuencia
está sometida a más variación que la de los monozigóticos.

La frecuencia global de los partos gemelares es de alrededor de uno por ciento.


Según la regla de Hellin, la frecuencia de trillizos, cuadrillizos, etcétera.
corresponde a la segunda potencia, tercera potencia, etc. de la de mellizos. Así,
para la frecuencia indicada de mellizos se tiene cada vez un factor de 0,01 (1/100).
Según la disposición de las membranas ovulares hay mellizos monozigóticos
dicoriales diamnióticos: frecuencia relativa 25-30%, por separación de los primeros
blastómeros; monocoriales diamnióticos: 70-75%, por división del embrioblasto
(masa celular interna) y monocoriales monoamnióticos: 1%, por duplicación del
organizador (figura 5.35).

Figura 5.35.

Disposición de las membranas ovulares en mellizos


monozigóticos:
A. dicoriales diamnióticos
B. monocoriales diamnióticos
C. monocoriales monoamnióticos
(Modificado de Hamilton WJ et al. Human embriology.
Heffer & Sons, Cambridge, 1962)

Acardios

El acardio es un miembro de una formación doble separada en que el otro


miembro es un individuo bien conformado. La formación doble siempre es
monocorial, la mayor parte de las veces, diamnióticas. El acardio es un individuo
enteramente deforme en que de manera constante no se encuentra corazón,
hígado y bazo, a menudo tampoco ano, vagina ni esternón. Según el segmento
más deforme se distinguen el acardio acéfalo -la forma más frecuente en el
hombre (figura 5.36), el acardio acormo-tronco y segmento caudal rudimentarios o
ausentes- la forma menos frecuente en el hombre y el acardio amorfo, individuo
informe. La frecuencia del acardio es de alrededor de 1/30000 partos. En la
génesis probablemente el papel principal lo desempeña un trastorno trófico que
actúa desde comienzos del desarrollo. Constantemente se encuentran en la
placenta única anastómosis arteriales y venosas y arterio-venosas entre las
circulaciones de ambos individuos, lo que hace pensar que se establece un
desequilibrio circulatorio en detrimento de uno de los individuos.

Figura 5.36.

Acéfalo: variedad de acardio


más frecuente en el hombre.

Pagos

Con este sufijo se designan formaciones dobles unidas simétricas, que en el habla
popular se conocen como «hermanos siameses». Esta expresión proviene de dos
famosos xifópagos nacidos en Siam en 1811, que vivieron 63 años, se casaron
con dos hermanas y cada uno fue padre de nueve hijos.

Los pagos son siempre monocoriales monoamnioticos. Se producen por división


incompleta del organizador. La zona de unión puede estar representada por tejidos
blandos y cartílago, por hueso o vísceras. Lo más frecuente es que se trate de
toracópagos mortinatos de sexo femenino. Esta forma se da en el hombre en cerca
de 75% de todos los pagos y un 70% de éstos son de sexo femenino. La
frecuencia de los pagos es muy variable: 1 en 3000 a 200000 partos. Hay formas
disimétricas y monosimétricas, las primeras son las más frecuentes. El sitio de
unión se designa con un prefijo.

FORMAS DISIMETRICAS SITIO DE UNION


Prosopópagos Cara
Cefalópagos Cabeza
Toracópagos Tórax y región supraumbilical
Onfalópagos Región umbilical
Ileópagos Región infraumbilical
Craneópagos Parietales y occipitales
Pigópagos Región sacrocoxígea
Isquiópagos Región isquiática

Las uniones limitadas al tórax están representadas por los esternópagos y


xifópagos. Las duplicidades monosimétricas están unidas lateralmente y se llaman
también duplicidad paralela. La duplicidad afecta la parte anterior, media o
posterior del cuerpo, lo que constituye la duplicidad anterior, media y posterior,
respectivamente. La menos rara en el hombre es la anterior, la media no ocurre en
el hombre.

Autósito y parásito

El autósito es un individuo relativamente bien desarrollado mientras el parásito


corresponde a un organismo deforme o a un teratoma. Los sitios de unión más
frecuentes son la región faríngea, en que al parásito se lo llama epignato (figura
5.37), y la región sacro-coxígea en la que se habla de parásito sacro (figura 5.38).
El epignato y el parásito sacro son casi siempre teratomas. El primero se produce
probablemente por persistencia de la actividad inductora de restos de la placa
precordal, o sea del inductor primario, en la membrana orofaríngea. El segundo
deriva probablemente de restos de la estría primitiva, una estructura pluripotente.
Otros sitios donde puede estar el parásito son la región cervical, torácica,
abdominal y pélvica. En estas regiones el parásito suele estar representado por un
organismo deforme con extremidades. El notomelo es un autósito con un parásito
torácico dorsal con extremidades. Por último, el parásito puede desarrollarse hacia
dentro del cuerpo del autósito, lo que se llama «feto en feto».
Figura 5.37. Figura 5.38.
Epignato Parásito sacro.

Situs inversus totalis

En esta anomalía de la organización corporal los órganos muestran una simetría


en espejo con respecto al plano sagital, disposición anómala que se manifiesta
sólo en los órganos impares y asimétricos; así no se percibe por ejemplo en los
riñones ni en el encéfalo. La morfogénesis no está aclarada, pero de acuerdo con
la experimentación en animales la anomalía puede reproducirse en el estadio de
néurula reimplantando un trozo de placa neural y de endodermo subyacente
después de girar el trozo en 180°.

El situs inversus totalis tiene una frecuencia en el hombre del orden de 1 por 10000
nacimientos. Formalmente se trata sólo de la organización corporal en espejo de la
normal; sin embargo, de hecho estos individuos tienen una frecuencia
significativamente mayor de ciertas malformaciones orgánicas como las del
corazón y grandes vasos y de alteraciones estructurales de los cilios.

Ciclopía y arrinencefalia

Los caracteres principales de la ciclopía son presencia de un sólo ojo, rudimento


de nariz en forma de trompa (probóscide) ubicado sobre el ojo, cerebro
univentricular con agenesia de las comisuras y microstomía a astomía. En la órbita
única puede haber dos globos oculares fusionados (sinoftalmía).
La arrinencefalia se caracteriza por hipotelorismo, ausencia de nariz o esbozo
rudimentario, micrognatia o agnatia, a menudo labio leporino y fisura palatina. La
arrinencefalia representa un grado menor que la ciclopía y puede ser subdividida a
su vez en diversos grados. En el grado mayor el cerebro es univentricular con
comisuras ausentes.

Sirenas y sirenoides

En las sirenas hay una sinmelia de las extremidades inferiores (o sea una
simpodia) que, según el grado de fusión, puede ser apodal, monopodal o dipodal.
Los sirenoides se caracterizan, en cambio, por poseer una sola extremidad inferior
simétrica que contiene todo el primitivo material de ambas extremidades, a
diferencia de los monopodos, que tienen una extremidad inferior y la otra falta. Las
sirenas y sirenoides tienen graves malformaciones de la pelvis, intestino terminal y
aparato urogenital. Las frecuencia de las sirenas y sirenoides es de cerca de 1 por
60000 nacimientos, predomina el sexo masculino en razón de casi 3:1.

Craneosquisis y raquisquisis

En estas anomalías están comprometidos el sistema nervioso central, cráneo,


columna vertebral y partes blandas vecinas. Patogenéticamente la alteración
primaria es una falta de cierre del tubo neural, lo que produce las hendeduras y
defectos óseos del cráneo y raquis por alteración de la inducción secundaria.

En la anencefalia con acrania hay además una aplasia del encéfalo, representado
por tejido nervioso vascularizado (área cerebro-vasculosa) y agenesia de los
huesos de la calota. Esta es una de las malformaciones más frecuentes del
sistema nervioso central y tiene claro predominio en el sexo femenino. Formas
menos acentuadas son la merencefalia con merocráneo y la craneoquisis con
exencefalia.

El grado mayor de disrrafia medular se presenta como un tubo neural


completamente hendido, en forma de un «libro abierto», con tejido displástico
vascularizado (área médulo-vasculosa) y columna hendida a lo largo de todos los
arcos neurales: es la rsaquisquisis total o simplemente, raquisquisis. Las formas de
grado menor son circunscritas y se denominan espina bífida. En éstas pueden
distinguirse dos formas principales. En la espina bífida abierta sólo algunas
vértebras se hallan hendidas y a través del defecto hay herniación de meninges o,
además, de médula espinal subyacentes. Si el saco hernario está formado, aparte
la piel, de sólo meninges, se trata de un meningocele (10 a 20% de los casos). Si
contiene además médula espinal, corresponde a un mielomeningocele (80 a 90%
de los casos). En ambos casos, de regla el segmento subyacente de médula
espinal está malformado, frecuentemente muestra una transformación quística
(mielocistomeningocele). La otra forma circunscrita está representada por la espina
bífida oculta: las partes blandas sobre las hendidura raquídea no muestran otra
alteración que una hipertricosis (cola de fauno), la médula subyacente no presenta
alteraciones macroscópicas. La patogenia de la espina bífida oculta no está
aclarada: según algunos, representa el estado terminal de un meningocele o de un
defecto de cierre medular transitorio, lo que está apoyado por el hallazgo habitual
de alteraciones microscópicas en las meninges o médula subyacentes. La espina
bífida oculta sacra representa una variante anatómica del sacro. La espina bifida
oculta es más frecuente en la región lumbosacra.

MORFOGÉNESIS DE LAS MALFORMACIONES ORGANICAS

En la organogénesis pueden distinguirse diversas etapas del desarrollo a partir de una población
celular amorfa, a saber:

1) proliferación celular hasta alcanzarse una masa celular crítica, necesaria para la
prosecución del desarrollo;
2) inducción;
3) agregación celular;
4) topogénesis con formación de los esbozos orgánicos;
5) diferenciación celular, probablemente por acción de ciertas substancias
(quimiodiferenciación);
6) crecimiento;
7) proliferaciones celulares circunscritas, con lo que aparecen las asimetrías
orgánicas;
8) apoptosis con la consiguiente remodelación de órganos (figura 5.39).
Figura 5.39.

Fases principales de la organogenesis


(Modificado de Saxén L. Defective regulatory
mechanisms of teratogenesis. Int Gynecol Obst
1970; 8:798-804)

La agenesia se debe a una inhibición de la proliferación celular antes de alcanzarse la masa crítica;
la hipoplasia, a una inhibición de la proliferación después de alcanzada dicha masa. En el órgano
hipoplástico lo que está disminuido es principalmente el número, no el tamaño celular. En los
órganos huecos, la hipoplasia suele condicionar una estenosis.
En la aplasia existe sólo un órgano rudimentario, que muestra alteraciones cualitativas y
cuantitativas. La aplasia se debe probablemente a un trastorno de la inducción, en los órganos
huecos se da habitualmente con una atresia. Atresia y estenosis son términos descriptivos, no
indican patogenia.
Los órganos supernumerarios y las heterotopías se explican por un trastorno de la agregación
celular. Las alteraciones de la topogénesis condicionan las disrrafias. Las anomalías regionales de
un órgano en forma de hipoplasias o de anomalías por exceso, se producen más tardíamente por
alteración de la proliferación celular circunscrita. La muerte celular local juega un papel importante
en la formación del lúmen y remodelación de ciertos órganos. La atresia esofágica, las estenósis
conatales del intestino y la sindactilia, por ejemplo, parecen deberse formalmente a una inhibición
de apoptosis.

FASES CRITICAS Y PERIODOS TERATOGENETICOS

Por fases críticas del desarrollo se entiende el lapso de tiempo en que un órgano embrionario es
particularmente sensible a la acción de factores teratogenéticos. En estas fases, en que la actividad
metabólica es muy intensa, se forman los esbozos orgánicos. Dichas fases corresponden a los
períodos teratogenéticos de las malformaciones graves (anomalías mayores de los autores
angloamericanos). En el resto de los períodos del desarrollo persiste sin embargo, la posibilidad de
que se produzcan malformaciones. Estas malformaciones más tardías corresponden a las llamadas
anomalías menores (figura 5.40).
Se entiende por período teratogenético el lapso de tiempo en que puede surgir una determinada
malformación. Su determinación permite pesquisar el momento en que pudo actuar un teratógeno
bajo el supuesto de que el período de latencia entre causa y efecto sea corto. Los períodos
teratogenéticos se refieren a malformaciones, mientras que las fases críticas se refieren a órganos
en desarrollo. Así por ejemplo, se habla del período teratogenético de la transposición arterial, en
cambio, de la fase crítica del corazón o de una estructura cardíaca. Para determinar el período
teratogenético de una malformación deben cumplirse dos condiciones: por una parte, debe
conocerse el período normal de desarrollo del órgano afectado; por otra, debe tenerse una
interpretación acerca de cómo se produce esa malformación, o sea, acerca de su génesis formal. Lo
primero se establece a través de un estudio netamente embriológico del órgano correspondiente
desde el comienzo hasta el fin de su desarrollo. Pero no siempre es posible adquirir una visión
razonablemente clara sobre la morfogénesis de una anomalía. En general, ello es posible en las
malformaciones llamadas armónicas, que son las que pueden explicarse por el trastorno de un
determinado proceso embriológico. Las malformaciones por inhibición pertenecen a este grupo. En
cambio, es poco menos que imposible por el momento tener una interpretación morfogenética
satisfactoria de las malformaciones disarmónicas, que se han producido por trastornos complejos,
como es el caso de la esclerosis cerebral tuberosa.

Las primeras dos semanas y media del desarrollo en el hombre corresponden al período plástico. En
éste, el huevo puede reaccionar de tres formas a la acción de una noxa: una, con la muerte, lo que
se da en casos de acción nociva intensa; otra, con la restitución total del daño gracias a la capacidad
totipotente o pluripotente de los territorios en este estadio; la otra, con la génesis de malformaciones
que afectan la organización general del individuo, como las formaciones dobles y el situs inversus
totalis. Las malformaciones aisladas de los órganos no son posibles en este estadio porque aún no
se han formado los esbozos orgánicos.

FASES CRITICAS DE ALGUNOS ORGANOS

DESARROLLO AL FINAL DE LA
ORGANO FASE
FASE
3a semana a fin del 3er Telencéfalo, comisuras blanca anterior
Sistema nervioso
mes e hipocampal, hemisferios cerebelosos
Cristalino: configuración definitiva,
4a semana a fin del 2º
Ojos pedículo de la copa óptica formado por
mes
el nervio óptico
Disposición definitiva de las tres partes
Oídos Fin de la 4a del 2º mes
del oído. Huesecillos del oído medio
Rotación vectorial del bulbo concluida:
Corazón 3a a 6a semana
disposición definitiva de grandes vasos
Tabique urogenital y metanefros. Fin
Aparato urogenital 4a a 7a semana del estado indiferente de genitales
externos
Desaparición de la hernia umbilical
Aparato digestivo 3a a 10a semana
fisiológica
Fin de la fase embrionaria (siguen la
Pulmones 4a a 6a semana pseudoglandular, canalicular y
alveolar)
Superiores e inferiores con 3
segmentos.
Extremidades 4a a 7a semana
Dedos separados en las superiores.
Esbozos digitales en las inferiores

SERIES TERATOLOGICAS

Se entiende por serie teratológica un conjunto de anomalías que pueden concebirse como
variantes de un mismo tipo fundamental. Los miembros de la serie están relacionados entre sí por
su forma visible, por su configuración. Para definir una serie basta por tanto una relación
puramente formal. La importancia de este concepto radica en que entre los miembros de la serie
también puede existir una relación patogenética y en tal caso pueden ser explicados por la
perturbación, de diverso grado, de un mismo proceso. En un extremo de la serie se tiene entonces
la anomalía más tardía y leve; en el otro, la más temprana y grave. El punto inicial del período
teratogenético de la más temprana y el punto final de la más tardía, definen el período
teratogenético de la serie.

La mayor parte de las series teratológicas se caracterizan porque entre dos miembros cualesquiera
es concebible una anomalía de transición. Estas series densas se presentan así como un espectro
casi continuo de anomalías e indican que el proceso subyacente que se perturba es de carácter
continuo. Un ejemplo es la serie de malposiciones de los grandes vasos del corazón, entre ellas la
transposición arterial, que se explican por detenciones en diverso grado de la rotación vectorial del
bulbo (figura 5.41). Otras series son discretas, discontinuas, sin transiciones posibles. Un ejemplo
es la de los mellizos monozigóticos en cuanto a la disposición de las membranas: monocoriales
monoamnióticos, monocoriales diamnióticos y dicoriales diamnióticos. La perturbación consiste
aquí en la separación de la masa embrionaria, y según el momento en que ocurra se dan las
variantes indicadas. La discontinuidad se expresa en que es posible caracterizar cada miembro por
números enteros (mono-mono, mono- di, di-di).
Figura 5.41.
Serie teratológica de la trasposición arterial. Orificios arteriales
vistos desde arriba (círculos negros: aórticos; circulos rayados:
pulmonar). Las distintas malposiciones se explican como resultado
de detenciones de la rotación vectorial del bulbo (normalmente
migra de a a b y luego rota en sentido horario de b a c.

Otros ejemplos de series teratológicas son: en la serie de los pagos: cefalotoracópago-


prosopotoracópago-toracópago-esternópago-xifópago; en la de las sirenas: simpodia-apodal-
monopodal-dipodal; en la de las raquisquisis: meningocele-meningomielocele-
meningomielocistocele.

MECANISMOS DE ACCION DE LOS FACTORES GENETICOS

El hecho de que las alteraciones genéticas se manifiesten de regla en malformaciones múltiples,


es comprensible en los casos de mutaciones, como se verá más adelante, y en el de las
deleciones, en las que se pierden muchos genes; pero no está aclarado el mecanismo por el que
se produce el desequilibrio genético en las alteraciones cuantitativas, en particular en las trisomías.

Los síndromes malformativos por una mutación se explican por el control poliorgánico -en ese caso
alterado-que puede ejercer un gen a través de la regulación de la síntesis de una substancia
necesaria para el desarrollo de muchos órganos. En principio, esto se supone válido también para
la pleiotropía, aunque en este caso no se ha descubierto la supuesta substancia, por eso el efecto
pleiotrópico o polifénico aparece como si el gen controlara directamente y por vías distintas el
desarrollo de varios órganos. Cabría decir que por el momento son síndromes pleiotrópicos, por
ejemplo, el de Kartagener (situs inversus, bronquiectasias, sinusitis), el de Bardet-Biedl (polidactilia,
debilidad mental, obesidad, hipogonadismo, sordera, retinitis pigmentaria,) y el de la panmielopatía
de Fanconi (pancitopenia, retardo de crecimiento, defectos del radio y pulgar, malformaciones
renales, predisposición a leucemias)
Dominancia y recesividad

Los genes dominantes regulan la síntesis de proteínas estructurales, es decir, de


las que participan en la formación de fibras, membranas y otros componentes
celulares. Las mutaciones de tales genes condicionan así aun en el estado
heterozigótico, como ocurren de regla, alteraciones de la calidad de ciertos tejidos
y de la forma de algunos órganos. Típicamente este es el caso de síndrome de
Marfan.

Los genes recesivos, en cambio, regulan la síntesis de enzimas. Como, por lo


general, basta la mitad de la cantidad normal de una enzima en el organismo, se
explica el fenotipo normal en los estados heterozigóticos con una mutación
recesiva.

Penetrancia y expresividad

Por penetrancia se entiende el grado de regularidad con que se manifiesta una


mutación en el fenotipo. Se expresa como porcentaje de los individuos que se
suponen tienen la mutación. Una penetrancia menor de 100% para una mutación
dominante se explica clásicamente por la acción de otros genes o la de factores
ambientales. En este sentido, la concepción mendeliana junto con la noción de una
penetrancia variable es equivalente a la concepción de una herencia multifactorial.
En el fondo el concepto de penetrancia representa una hipótesis ad hoc para
explicar la discrepancia entre la teoría mendeliana pura y los hechos de
observación.

Por expresividad de una mutación se entiende el grado de manifestación en el


fenotipo de dicha mutación. La noción de expresividad conduce así a la
penetrancia cuando aquella es tan baja que el carácter fenotípico correspondiente
no puede reconocerse.

Efectos en la organogénesis

Las alteraciones genéticas pueden perturbar las diferentes fases de la


organogénesis, en particular la inducción.

MECANISMOS DE ACCION DE LOS TERATOGENOS


Al igual que los factores genéticos, los ambientales pueden actuar en cualquier fase de la
organogénesis. El efecto teratógeno depende de la intensidad (dosis) y duración de la acción de la
noxa y de la fase del desarrollo en que actúa. En el caso de dos teratógenos que actúen
simultáneamente, pueden producirse interferencia, sumación, exclusión o potenciación de los
efectos aislados.

Hoy se conoce el mecanismo bioquímico a través del cual actúan casi todos los teratógenos en el
hombre. Uno de los más importantes es el antagonismo por inhibición competitiva, que se da por
ejemplo en las substancias alquilantes como antagonistas de las purinas y pirimidinas y en la
aminopterina y talidomida como antagonistas del ácido fólico. Un efecto similar tienen los
teratógenos que disminuyen el nivel de folato, como son los anticonvulsionantes y el alcohol.

Fenocopía

Cuando se analizan los mecanismos bioquímicos en que actúan los teratógenos se


comprueba que en su mayor parte lo hacen en los niveles más complejos, sea en
el ácido desoxirribonucleico mismo, como las radiaciones ionizantes, o en niveles
controlados directa o indirectamente por el material genético.

NIVEL BIOQUIMICO DE ACCION DE LOS TERATOGENOS

Nivel bioquímico Teratógeno


Virus, radiaciones ionizantes,substancias
ADN cromosómico alquilantes (radiomiméticos), antibióticos.
esteroides.
ARN mensajero Virus
Antimetabolitos (antagonistas del ácido
Reacciones de transferencia de grupos
fólico), alcohol, anticonvulsivantes, litio
metilo, síntesis de ARN
(antagonista del magnesio).
Síntesis de proteínas Antibióticos
Substancias alquilantes (y otras en
Oxidación fosforilativa
teratogénesis experimental)
Ciclo de Krebs (Teratogénesis experimental)
Substancias alquilantes (y otras en
Glicolisis
teratogénesis experimental)
(Teratogénesis experimental: inanición,
Consumo de glucosa
insulina).
Consumo de oxígeno (Teratogénesis experimental: hipoxia)

Así se entiende el fenómeno de la fenocopía, que consiste en la imitación de las


anomalías que se producen espontáneamente en una especie (mutaciones), por la
acción de teratógenos externos. En este caso, los teratógenos actúan alterando el
material genético mismo, con igual resultado que en una mutación, o alterando
otras substancias que se encuentran en las vías controladas por los genes (figura
5.42). Así se entiende también que la acción de los teratógenos externos suela
manifestarse como síndromes malformativos y no como anomalías aisladas. Este
es el caso de la embriopatía rubeólica, del síndrome de la talidomida, del
alcohólico fetal y de otros. El síndrome de la talidomida se parece en varios de sus
caracteres al síndrome de Holt-Oram (focomelia, aplasia del radio, malfomación
cardíaca), un síndrome de herencia dominante. Sin embargo, en la fenocopía
suelen remedarse sólo parcialmente los síndromes genéticos puros.

Figura 5.42.
Interpretación de la fenocopía. Las flechas negras indican las vías
(procesos) controlados directa o indirectamente por el material
genético; las flechas blancas, los posibles niveles de acción de
teratógenos externos; en 1) y 2) se remeda todo el síndrome
malformativo producido por una alteración de matrial genético; en
3), 4) y 5), sólo parte del síndrome.

CAPÍTULO 6. TÉCNICAS DIAGNÓSTICAS EN HISTOPATOLOGÍA

TÉCNICAS DIAGNOSTICAS EN HISTOPATOLOGIA

Si bien el objeto central del estudio teórico de la Patología es la enfermedad como ente, en la
práctica el objeto más importante es el diagnóstico de enfermedades y lesiones, lo que tiene
mucha trascendencia para el tratamiento y pronóstico en pacientes.

En lo que sigue se describirán las técnicas que forman parte de los procedimientos habituales del
patólogo para el análisis de biopsias y autopsias.

En este capítulo, después de una breve descripción de la biopsia y la autopsia, se resumirán los
aspectos básicos de la microscopía de luz, microscopía electrónica, inmunohistoquímica, biología
molecular aplicada a histopatología y citodiagnóstico.
BIOPSIA

Puede definirse como el procedimiento en el que se remueve tejido de un organismo vivo para
examen microscópico y así establecer un diagnóstico. La muestra obtenida también se llama
biopsia.

La Patología Quirúrgica es la rama de la Anatomía Patológica que se preocupa del estudio de las
biopsias y difiere de la autopsia por la inmediatez del diagnóstico. El diagnóstico histopatológico
muchas veces precede y determina la actitud terapéutica en un caso dado. Por consiguiente, el
diagnóstico de la biopsia es siempre URGENTE. Esto es importante no sólo por la decisión
terapéutica, sino que también porque significa reducir gastos de hospitalización, ahorro de tiempo,
etcétera.

Según el tipo de muestra se distinguen:

1) Biopsia por punción:


se utiliza tanto en lesiones de tamaño pequeño como en las más grandes. Es
recomendable no emplearla indiscriminadamente, pues la muestra que se obtiene
puede no ser representativa y, en consecuencia, llevar a errores diagnósticos por
interpretación inadecuada.

2) Biopsia excisional:
se extirpa la lesión completa en un solo tiempo. Esta biopsia incluye habitualmente
tejido normal adyacente para tener un margen de seguridad. Es ideal para lesiones
pequeñas.

3) Biopsia incisional:
se extirpa parte de la lesión, exclusivamente con un propósito diagnóstico. Se
recomienda en lesiones de gran tamaño, en las que será necesario programar
ulteriormente una intervención quirúrgica de gran envergadura.

4) Formas especiales de biopsia.


Biopsia percutánea es aquella en la cual el tejido se obtiene por punción a través
de la piel; biopsia endoscópica: el tejido se obtiene con instrumentos (endoscopio)
a través de cavidades naturales; biopsia estereotáxica: biopsia cerebral a través de
estereotaxis, o sea la localización del sitio de la biopsia se hace mediante análisis
externo de coordenadas; biopsia punch: biopsia de piel obtenida con instrumentos
cilíndrico hueco llamado punch, de diámetro variable (algunos mm) que permite el
estudio de todas las capas de la piel e hipodermis; biopsia shave: biopsia de piel
en la que la muestra se obtiene mediante corte paralelo a la superficie cutánea
(afeitado).

El desarrollo alcanzado por la Anatomía Patológica, gracias a la incorporación de


nuevas técnicas, ha significado no sólo un aporte importante al diagnóstico
médico, sino que también una exigencia cada vez mayor en cuanto a precisión y
calidad del mismo.

La toma de la muestra debe considerar contar con tejido representativo, en cantidad y condiciones
adecuadas. Nunca estará de más repetir que resulta imprescindible una conversación y acuerdo
previos para el estudio anátomo-patológico de las muestras. Idealmente, y si se puede hacer de
manera rápida, es recomendable enviar la muestra fresca sin fijar. En estos casos, lo mejor es
enviarla envuelta en una gasa humedecida en suero fisiológico, tan pronto como sea posible. Si la
distancia es francamente larga, como el traslado interurbano, puede depositarse la muestra en
estas condiciones en un recipiente relleno con cubos de hielo, para preservar la muestra fría
durante el transporte.
Las muestras fijadas en formalina e incluso las incluidas en parafina pueden eventualmente ser
útiles para estudios más elaborados como la inmunohistoquímica y la microscopía electrónica, pero
su rendimiento es inferior, pues ambas técnicas requieren condiciones de fijación especiales. La
fijación en formalina produce artefactos importantes en la estructura fina de las células, lo que
dificulta el examen ulterior, especialmente con microscopía electrónica. En ciertas circunstancias,
cabe aún la posibilidad de recuperar las muestras incluidas en parafina, revirtiendo todo el proceso
para incluir en polímeros plásticos y obtener cortes ultrafinos para microscopía electrónica. Para las
técnicas inmunohistoquímicas pueden servir los cortes usuales, pero sólo será factible el estudio
de antígenos citoplasmáticos o nucleares y no el de membranas, como en en el estudio de
poblaciones y subpoblaciones linfocitarias.
La fijación corriente de la muestra es en formalina neutra al 10%, que debe obtenerse en el servicio
de Anatomía Patológica. El volumen del fijador deber ser a lo menos 10 veces mayor que el del
trozo de tejido. Las muestras pequeñas (menos de 2 cm) son extremadamente susceptibles a la
desecación y deben colocarse inmediatamente en fijador o ser enviadas al laboratorio envueltas en
una gasa humedecida en suero fisiológico. Errores comunes y frecuentes son: sumergir la muestra
en suero fisiológico u otros líquidos, utilizar cantidad y concentración inadecuadas de fijador,
fijación de órganos completos, todo lo cual acarrea fijación deficiente con deterioro del material y
mayores posibilidades de error en la interpretación o, simplemente, inutilización definitiva del tejido.
Si por razones excepcionales tiene que diferirse la fijación, las muestras podrán mantenerse en
refrigerador a 4ºC.
Hay muestras que por la naturaleza del examen a realizar no deben fijarse y tienen que ser
enviada en fresco al laboratorio: algunas biopsias de piel y riñón, que requieren estudio de
inmunofluorescencia directa, biopsias de músculo esquelético para estudio enzimohistoquímico de
miopatías y muestras de neoplasias para caracterizar inmunofenotipo como linfomas.
Toda muestra para examen histopatológico o citológico debe ser identificada en el frasco, sobre o
bolsa con el nombre completo del paciente y el órgano de donde procede. La muestra debe
acompañarse de un formulario en el que se consigne el nombre completo y edad del paciente,
órgano de donde se obtuvo, diagnóstico y antecedentes clínicos y médico que envía.
Todo el material extirpado debe enviarse a examen y a un solo patólogo. No es raro que la muestra
sea dividida en algún momento y enviada a dos patólogos distintos simultáneamente. Este
proceder es desaconsejable, porque una de las partes puede no ser representativa de la lesión en
cuestión, lo que dará diagnósticos diferentes que sólo inducirán a confusión en perjuicio del
paciente. En casos excepcionales, es aconsejable la interconsulta del material de una biopsia a
otro patólogo o a instituciones de reconocida y demostrada experiencia. Es recomendable en estos
casos, que todas las opiniones queden por escrito y se debe exigir material apropiado y suficiente
y, por supuesto, una pregunta precisa sobre cuál es la duda o problema reales en el caso en
cuestión.
En lo posible, se debe guardar siempre el material sobrante hasta que se tenga un diagnóstico.
Después del examen microscópico, no rara vez, es necesario reexaminar las piezas quirúrgicas e
incluso tomar nuevas muestras. Más aún, frecuentemente el médico tratante o el cirujano, visitan la
sala de biopsias para tener una visión más detallada y provechosa del caso en cuestión junto al
patólogo. Todo el material que llega a Anatomía Patológica y los informes escritos
correspondientes tienen que ser archivados y guardados por un tiempo prudente, a lo menos 5
años según la legislación vigente, y estar a disposición de las personas interesadas, ya sea para
revisión o para investigación.
La llamada biopsia contemporánea a intervención quirúrgica o peroperatoria es la que se realiza
durante el acto operatorio y tiene una sola indicación, a saber, elegir entre dos o más opciones
quirúrgicas, dependiendo de cual sea el informe anátomo-patológico intraoperatorio. En la mayoría
de los casos, al cirujano le basta que el patólogo establezca si se trata de una lesión benigna o de
un cáncer.
En términos generales, el diagnóstico de malignidad no presenta mayores problemas para un
patólogo con experiencia. Sin embargo, en un bajo porcentaje de casos, la decisión debe
postergarse uno o dos días, hasta que se hayan examinado más muestras procesadas con la
técnica corriente. Otro objetivo de la biopsia por congelación es determinar la presencia de lesión
en los bordes de resección quirúrgica, particularmente en tumores benignos con tendencia a
recidivar o en tumores malignos en los que se desea hacer cirugía curativa.

AUTOPSIA

La palabra autopsia significa ver por sí mismo y se usa como sinónimo de necropsia o examen
post-mortem. Quizás si el mejor término sea examen post-mortem, porque representa en verdad un
examen médico después de la vida, cuyos objetivos son la búsqueda de las causas de la muerte,
el análisis de la enfermedad básica y de sus efectos y complicaciones en sus aspectos anatómicos
y de las consecuencias de la intervención médica. La autopsia permite formular un diagnóstico
médico final o definitivo, dar una explicación de las observaciones clínicas dudosas y evaluar un
tratamiento dado. Para el cirujano la autopsia proporciona información acerca de las causas de
muerte en el postoperatorio, del estado de las suturas y de la presencia de complicaciones
quirúrgicas.

El valor de la autopsia puede resumirse en los siguientes puntos:

- cientos de enfermedades descubiertas y descritas


- claisificaciones de innumerables lesiones
- control de efectividad de los tratamientos médicos
- origen de ideas para tratamientos médicos y quirúrgicos
- comprobación del diagnóstico médico
- fuente de enseñanza de estudiantes y médicos
- fuente de información epidemiológica

Puede considerarse que la autopsia es el único método confiable que permite confirmar el acierto
diagnóstico médico en 70 a 85% de los casos. Sin embargo, estudios sistemáticos muestran que
un 30% de los pacientes fallecidos y que llegan a a autopsia no fueron diagnosticados
correctamente en vida. El porcentaje de error diagnóstico "trascendental" de estos casos, o sea de
diagnóstico con implicaciones pronósticas y terapéuticas importantes, que eventualmente podrían
haber modificado la evolución en forma significativa, es de 10 a 12%. Ambos porcentajes se han
mantenido prácticamente inalterados en las últimas decadas.
La autopsia, es irreemplazable por la información que aporta para confeccionar el certificado de
defunción, pues establece la mayoría de las veces la causa de muerte en el caso individual. Así, ha
podido establecerse que las infecciones por gérmenes oportunistas corresponden a la primera
causa inmediata de muerte en pacientes inmunodeprimidos y que en los últimos decenios esta
frecuencia se ha quintuplicado.

MICROSCOPIA DE LUZ

Se estudian biopsias y muestras de autopsias con el microscopio de luz compuesto y los cortes
histológicos se examinan teñidos con hematoxilina y eosina. Para ello, las muestras deben ser
fijadas en formalina neutra al 10% e incluidas en parafina sólida o equivalentes sintéticos. De estas
inclusiones en parafina se obtienen los cortes histológicos de 5 a 6 micrones de espesor, que se
tiñen con hematoxilina eosina y luego se montan sobre una lámina de vidrio o portaobjetos y se
cubren con una delgada laminilla de vidrio llamada cubreobjeto.

Una óptima técnica histológica permite realizar un diagnóstico adecuado en más del 80% de los
casos. En el 20% restante es necesario utilizar técnicas complementarias como microscopía
electrónica, inmunohistoquímica o biología molecular aplicada a histopatología. Las preparaciones
histológicas pueden teñirse con otros colorantes para identificar estructuras especiales como fibras
elásticas, colágeno, secreciones o pigmentos (Tabla).
EJEMPLOS DE TINCIONES HISTOQUIMICAS ESPECIALES

Tinción especial Estructuras o componentes identificados


van Gieson colágeno y músculo liso
Fontana-Masson melanina, argentafinidad
Perls hierro
Hall bilis
Churukian-Schenk argirofilia
Schmorl melanina
mucicarmín mucinas
PAS glicógeno, mucopolisacáridos neutros
azul alciano mucopolisacáridos ácidos
Verhoeff colágeno, fibras elásticas
Bodian axones
Luxol fast blue mielina

Las preparaciones histológicas se guardan en un archivo especial y sirven como respaldo del
diagnóstico histopatológico, como material de referencia y también de estudio e investigación. De
igual manera, las inclusiones en parafina se archivan para eventuales revisiones.
El estudio con microscopía de luz sigue siendo la base fundamental del diagnóstico histopatológico
aplicado a la clínica, especialmente en biopsias y autopsias , donde este diagnóstico
histopatológico sirve de referencia para identificar enfermedades, evaluar pronóstico y tratamientos
realizados, observa efectos de enfermedades y plantear tratamientos específicos.

MICROSCOPIA ELECTRÓNICA

La microscopía electrónica es una técnica que requiere instrumentos de alta complejidad y


personal altamente especializado. Se utilizan la microscopía electrónica de transmisión o
convencional y la de barrido.

Las muestras para microscopía electrónica deben fijarse en glutaraldehído, que se solicita al
laboratorio de Anatomía Patológica con las instrucciones para la toma y fijación de la muestra. Los
fragmentos deben ser pequeños y tienen que fijarse en forma de varios trocitos cuboideos de tejido
de no más de 1 mm, obtenidos con hoja de afeitar o bisturí limpios. Las muestras se incluyen en
resinas sintéticas (Epon) y se practican cortes 10 veces más delgados que los de microscopía de
luz llamados cortes ultrafinos. La tinción se realiza con sales de metales pesados como citrato de
plomo, tetróxido de Osmio o acetato de uranilo, que permiten un contraste adecuado del tejido bajo
el haz de electrones. Los cortes ultrafinos se montan sobre grillas de cobre, se tiñen y se observan
al microscopio electrónico. Para documentar los hallazgos es necesario obtener fotografías en
blanco y negro de las preparaciones. Las grillas, muestras, inclusiones y fotografías se guardan en
un archivo especial durante años.

Microscopía electrónica de transmisión

En esta técnica la preparación teñida es traspasada por un haz de electrones, lo


cual proporciona la imagen ultrafina sobre una pantalla ad hoc. El microscopio
electrónico de transmisión es capaz de generar un haz de electrones a alta tensión
(80kV) y concentrarlo sobre la preparación mediante un complejo sistema de
campos electromagnéticos equivalentes a las "lentes" del microscopio de luz.

La mayor utilidad de la microscopía electrónica de transmisión es en Oncología. Es


particularmente útil en el diagnóstico de neoplasias malignas, ya que permite
identificar la estirpe o diferenciación de una neoplasia. Por ejemplo, al demostrar
elementos de diferenciación no apreciables a microscopía de luz como
desmosomas, propios de células epiteliales, que orientan hacia carcinoma;
microvellosidades bien desarrolladas, que sugieren adenocarcinoma;
melanosomas en melanoma y gránulos densos rodeados por membrana en
carcinoma neuroendocrino.

En conjunto con la inmunohistoquímica permite identificar un alto procentaje de las


neoplasias malignas (95%). Igualmente, en el diagnóstico diferencial de metástasis
tumor maligno indiferenciado en ganglio linfático ( melanoma maligno, carcinoma,
linfoma). En el frecuente dilema adenocarcinoma versus mesotelioma maligno
pleural; también en el diagnóstico de la granulomatosis de células de Langerhans.

Esta técnica juega un papel muy importante en el estudio de las enfermedades del
riñón, en particular en glomerulopatías primarias y secundarias. Junto con la
inmunofluorescencia directa representan el estudio básico para llegar a un
diagnóstico preciso en cada caso.

Otras aplicaciones son la identificación de partículas virales intranucleares y


citoplasmáticas. También en enfermedades metabólicas para estudiar el tipo de
inclusiones o cuerpos de inclusión en las células afectadas (Niemann-Pick, Tay-
Sachs, amiloide, etcétera). En enfermedades ampollares de la piel es el único
método para diferenciar variedades de epidermólisis bulosa congénita.

En ciertas enfermedades respiratorias se ha detectado un trastorno importante del


transporte mucociliar. Ultraestructuralmente, se observan cilios con alteraciones en
número y disposición del esqueleto ciliar microtubular y ausencia de los brazos
internos de dineína y de las espículas radiales del esqueleto microtubular
constituyendo el llamado síndrome de cilios inmóviles o disquinesia ciliar. Estas
anomalías representan un trastorno de carácter congénito y la microscopía
electrónica es el único método que permite hacer un diagnóstico preciso en estos
pacientes.

En muchos casos la información negativa, o sea la ausencia de algún carácter


morfológico específico, puede ser también muy útil . El examen cuidadoso y la
evaluación de las características ultraestructurales a la luz del cuadro clínico y la
imagen histopatológica al microscopio de luz y los estudios inmunohistoquímicos,
permiten un diagnóstico de certeza en la mayoría de los casos.

Microscopía electrónica de barrido

La microscopía electrónica de barrido permite el estudio de superficies celulares.


La imagen se obtiene rastreando la superficie de la muestra con un haz electrónico
ultrafino. Las señales generadas se recolectan, amplifican y captan en un tubo de
rayos catódicos. Se utiliza en forma rutinaria en el estudio de enfermedades del
tallo piloso. En estas condiciones hay anomalías estructurales y de superficie de
los pelos, que pueden identificarse fácilmente con esta técnica. De esta forma, es
posible incluso establecer un pronóstico de reversibilidad de las alteraciones
utilizando esta técnica.

INMUNOHISTOQUIMICA

Corresponde a un grupo de técnicas de inmunotinción que permiten demostrar una variedad de


antígenos presentes en las células o tejidos utilizando anticuerpos marcados. Estas técnicas se
basan en la capacidad de los anticuerpos de unirse específicamente a los correspondientes
antígenos. Esta reacción es visible sólo si el anticuerpo está marcado con una sustancia que
absorbe o emite luz o produce coloración.

En las técnicas de inmunofluorescencia se utilizan como marcadores compuestos de fluoresceína


que bajo luz ultravioleta emiten luz de longitud de onda visible, que depende de la naturaleza del
compuesto. El isotiocianato de fluoresceína emite luz verde amarillenta intensa. Estas técnicas
necesitan muestras en fresco y congeladas, sin fijación convencional, pues los antígenos están
presentes en superficies celulares o son muy lábiles a la fijación en formalina. La
inmunofluorescencia directa, es decir con anticuerpos conjugados con fluoresceína, se aplica
corrientemente en el diagnóstico de las enfermedades cutáneas en donde tiene indicación y
utilidad muy precisas como en enfermedades ampollares, vasculitis y mesenquimopatías . Esta
técnica pese a ser muy sensible, presenta inconvenientes como la falta de permanencia de la
fluorescencia, requiere de microscopía especializada y el detalle morfológico es pobre. Para
documentar cada caso, es necesario fotografiar la reacción.

En las técnicas de inmunoperoxidasa se utilizan como marcadores enzimas capaces de hacer


cambiar de color un sustrato incoloro. Por ejemplo, las enzimas más frecuentemente utilizadas son
peroxidasa y fosfatasa alcalina y los sustratos diaminobenzidina (color pardo), aminoetilcarbazol
(color rojo) y nitroazul de tetrazolio (color azul). Estos marcadores pueden unirse (conjugarse)
directamene al anticuerpo primario o bien indirectamente mediante otros anticuerpos (secundarios)
o sustancias como biotina o proteína A.

El espectro de anticuerpos disponibles comercialmente crece día a día y actualmente es posible


encontrar marcadores para una amplia gama de antígenos (Tabla).

EJEMPLOS DE MARCADORES INMUNOHISTOQUIMICOS

Anticuerpo Células/antígenos detectados


CD1a célula de Langerhans
CD4 linfocito T de auxilio
CD8 linfocito T citotóxico
CD30 célula de Reed-Sternberg
CD45 leucocitos
CD68 macrófagos
S100 células de Schwann
HMB-45 melanocitos
AE1 citoqueratinas de bajo peso molecular
AE3 citoqueratinas de alto peso molecular
DESMINA células musculares
GFAP glía
CEA antígeno carcino-embrionario
AFP alfa-fetoproteína
REN receptores nucleares de estrógenos
VIM sarcomas

Las técnicas inmunohistoquímicas enzimáticas permite una localización más precisa de las
reacciones, ya que la tinción es permanente, estable, puede contrastarse y puede ser evaluada
con microscopio de luz. El material así estudiado puede archivarse por años sin pérdida de la
intensidad de la reacción. Los anticuerpos monoclonales ha permitido aumentar la especificidad,
sensibilidad y gama de esta técnica. Desventajas existen: presencia de reacción inespecífica,
especialmente cuando se utilizan anticuerpos policlonales, algunos reactivos son potencialmente
carcinógenos y su manipulación debe ser cuidadosa, requieren estandarización precisa y estricto
control de calidad. Existen diversos tipos de técnicas, cuya indicación dependerá del anticuerpo a
utilizar (monoclonal o policlonal), material disponible (fresco, congelado o fijado en formalina) y
antígenos a estudiar (de superficie o membrana, citoplasmáticos o nucleares).
Estas técnicas necesitan de controles internos o paralelos, usualmente positivos y negativos. El
control negativo se obtiene realizando la misma técnica, pero con omisión del paso de incubación
con anticuerpo primario. Existen sistemas automatizados que permiten la tinción de un gran
número de casos simultáneamente con la ventaja de pasos definidos y estandarización de las
variable usuales con costo relativamente bajo y en mucho menor tiempo.
La inmunohistoquímica tiene utilidad diagnóstica en identificación de diferenciación y de
marcadores pronósticos de neoplasias (marcadores tumorales). Por ejemplo, es posible la
identificación de los productos de oncogenes y de genes supresores de tumores con anticuerpos
monoclonales, especialmente contra c-erbB-2, bcl-2, p21, Rb1 y p53; la identificación de
marcadores de diferenciación como HMB-45 para melanocitos (melanoma), AE1 para carcinomas,
vimentina para sarcomas y CD45 para leuocitos (linfomas).
Un elemento importante a considerar es la óptima preservación del tejido y por ende de los
antígenos. La mayoría de los antígenos se conservan adecuadamente después de la fijación en
formalina e inclusión en parafina. Algunos son más lábiles y sólo se detectan en cortes de
congelación.
Uno de los problemas actuales con estas técnicas no es la técnica en sí, manual o automatizada, o
la posibilidad de acceder a los numerosos anticuerpos existentes, sino la interpretación de los
resultados. Los errores de interpretación disminuyen a nivel aceptable cuando el patólogo y sus
colaboradores tiene experiencia en estas técnicas y los resultados se analizan a la luz de los
demás hallazgos clínico-patológicos.

Biología molecular aplicada a histopatología


Este conjunto de técnicas, que han sido tomadas tanto de la genética molecular como de la
bioquímica, nos permite analizar fenómenos biológicos y patológicos en el nivel molecular. Al igual
que la microscopía electrónica y la inmunohistoquímica, estas técnicas pueden aplicarse para
refinar el diagnóstico en Anatomía Patológica.
Pueden enumerarse las siguientes técnicas: hibridación in situ, reacción en cadena de polimerasa
(PCR), in situ-PCR , análisis de polimorfismo de fragmentos de restricción, Southern blot, Western
blot y Northern blot. Todas las técnicas mencionadas pueden aplicarse al material obtenido por
biopsia, autopsia e incluso muestras citológicas.
La técnica de Southern blot permite el análisis de ADN genómico o fragmentos definidos de ADN
después de digestión con endonucleasas de restricción. La técnica de Northern blot permite
estudiar ARN en forma análoga. El Western blot es una técnica inmunológica derivada , que se
utiliza para analizar antígenos proteicos. Las proteínas se separan mediante electroforesis y se
transfieren a una membrana sólida o membrana o filtro. La membrana se incuba con anticuerpos,
los que se detectan ulteriormente con sondas marcadas radioactivamente o con enzimas.

HIBRIDACIÓN IN SITU

La hibridación in situ es la hibridación de fragmentos marcados de ADN de una hebra o de ARN


con secuencias complementarias (sondas) a ADN/ARN celular, que en condiciones apropiadas
forman híbridos estables. En general, la hibridación puede hacerse sobre soportes sólidos (filtros
de nylon o nitrocelulosa), en solución (in vitro) o en cortes de tejido o preparaciones celulares (in
situ). Se pueden utilizar sondas marcadas con elementos radioactivos, pero como se necesita
protección y manipulación especiales , no son de elección para su uso rutinario. Las técnicas no-
isotópicas o colorimétricas son más rápidas y permiten una localización más precisa de la reacción.
Las sondas marcadas sin elementos radioactivos son más estables y más baratas. La sensibilidad
es igual o levemente inferior a la de los métodos isotópicos. Se han utilizado sondas marcadas con
biotina y digoxigenina.

La sensibilidad de la técnica depende de:

1) efecto de la preparación del tejido sobre la retención y accesibilidad de ADN


celular blanco o ARN,
2) tipos de sondas, eficiencia de la marcación de la sonda y sensibilidad del
método utilizado para la detección de la señal y
3) efecto de las condiciones de hibridación in situ sobre la eficiencia de la
hibridación.

La hibridación in situ se utiliiza primordialmente en la detección de bajo número de copias de virus,


en particular virus como agentes infecciosos (CMV) y como agentes carcinógenos (HPV, HBV,
EBV).
En la técnica de in PCR-in situ se realiza primero amplificación de ADN blanco y luego detección
mediante hibridación in situ convencional con sondas ADN/ARN. De esta manera pueden
detectarse cantidades pequeñísimas de genoma viral.

REACCION EN CADENA DE LA POLIMERASA (PCR)

Es un método enzimático para hacer múltiples copias de un segmento predeterminado de ADN.


Las muestras pueden obtenerse de material de autopsia, biopsias y muestras citológicas. Es una
técnicas extremadamente sensible capaz teóricamente de amplificar 1 copia del segmento blanco
de ADN.

Uno de los problemas más frecuentemente citados es la contaminación de las muestras que
pueden producir falsos positivos. El control negativo consiste en realizar la reacción con todos los
componentes excepto ADN blanco. La contaminación debe controlarse estrictamente: mascarilla,
doble guante, reactivos esterilizados, micropipetas esterilizadas con puntas con filtro, cuarto
aislado y, en lo posible, sólo un experimentador.

Una vez amplificado el ADN, éste puede identificarse mediante electroforesis en gel de agarosa o
mediante Southern blot.

En Anatomía Patológica se ha aplicado en:

1) Expresión de oncogenes y genes supresores de tumores en neoplasias


2) Clonalidad de linfomas
3) Identificación de agentes infecciosos y virus oncogénicos como virus, bacterias
y micobacterias
4) Estudio de mutaciones y pérdida de heterozigocidad (LOH).

CITODIAGNÓSTICO

El citodiagnóstico, también llamado examen citológico o simplemente citología, es el diagnóstico


morfológico basado en los caracteres microscópicos de células y componentes extracelulares,
desprendidos de los órganos espontáneamente u obtenidos por procedimientos que, en general,
son menos invasivos que la biopsia.

Objetivos del Citodiagnóstico

1) Colaboración en el diagnóstico y tipificación de neoplasias malignas, mediante


la evaluación de las alteraciones de la morfología del núcleo, del citoplasma y de
las relaciones entre las células.

2) Diagnóstico específico de algunas lesiones benignas, por ejemplo: tumores


benignos, hiperplasias, ciertas infecciones virales o micóticas.

3) Elección de pacientes que deben ser estudiados más profundamente en grupos


de alto riesgo para un tipo específico de cáncer.

4) En hematología, examen cualitativo y cuantitativo de los elementos figurados de


la sangre periférica (hemograma) y de la médula ósea (mielograma).

Métodos de Obtención de la Muestra

1) Citología exfoliativa
Se recoge material desprendido espontáneamente o en forma inducida de las
superficies de los órganos. En la mayoría de los casos, la toma de la muestra se
hace recogiendo material de un área amplia, sin visión directa de una zona
sospechosa, como se aprecia en los siguientes ejemplos.

Muestra de mucosa cérvico-vaginal, por raspado con espátula


de madera.

Este es el examen citológico más usado. Se aplica en programas


de detección de cáncer del cuello uterino, examinando mujeres
asintomáticas ("examen de Papanicolaou"). Las mujeres cuyo
frotis contiene células atípicas son luego sometidas a examen
clínico dirigido del cuello y biopsia, para confirmar si se trata de
lesiones preneoplásicas o carcinoma infiltrante.
Muestra de líquido de una serosa aspirado con aguja, en caso
de derrame (acumulación anormal de líquido) peritoneal,
pleural o pericárdico.

Se utiliza para el diagnóstico diferencial entre inflamación y tumor


maligno. Los tumores malignos generalmente son metástasis de
carcinoma en la serosa. El recuento de los diferentes tipos de
células en el líquido de las serosas y en el céfalorraquídeo es
importante también para el diagnóstico diferencial entre procesos
patológicos benignos, por ejemplo: leucocitos polinucleares
neutrófilos, eosinófilos, monocitos, linfocitos.

Muestra de superficie del peritoneo por lavado en una


intervención quirúrgica para detectar metástasis

Muestra de esputo, espontáneo o inducido, o de lavado


broncoalveolar.

Se utiliza para detectar carcinoma bronquial o bien infecciones


específicas en pacientes inmunodeprimidos (Pneumocystis carinii,
hongos, alteraciones citopáticas virales)

Muestra de orina obtenida por micción espontánea.

Se usa como método complementario para el dianóstico de cáncer


de la vejiga, en particular el tipo plano, o para el control después
del tratamiento.
En otros casos, la toma de muestra se hace con ayuda de un
instrumento que permite ver una zona sospechosa, de la que se
recoge material mediante cepillado o lavado. Se practica al
paciente una endoscopía, del árbol bronquial o del tubo digestivo.
Al encontrar una zona sospechosa de la mucosa, el médico puede
introducir un cepillo y obtener material para hacer un frotis.
También puede lanzar un chorro de suero a la lesión y aspirar el
líquido que contiene células desprendidas. Con frecuencia el
endoscopista también puede introducir una pinza y tomar una
pequeña biopsia; en estos casos el examen citológico es
complementario de la biopsia.

2) Citología por aspiración con aguja fina


Se introduce en la lesión una aguja más fina que las empleadas para biopsia. El
corte por el filo de la aguja y la aspiración por la presión negativa que se produce
dentro de ella desprenden un líquido sanguinolento que contiene grupos de
células; con este líquido se prepara el frotis.
Se pueden distinguir dos tipos de muestras por punción aspirativa con aguja fina:

a) Punción directa de lesiones superficiales palpables.

Generalmente la practica un médico en el consultorio con una


aguja fina corriente. Se usa frecuentemente en casos de quistes y
nódulos mamarios o tiroideos, para el diagnóstico diferencial entre
lesión benigna y cáncer. Otro ejemplo es la punción de ganglios
linfáticos superficiales (linfoadenopatías), como parte del
diagnóstico diferencial entre inflamación, hiperplasia, linfoma o
metástasis.

b) Punción de lesiones profundas no palpables, dirigida por


imágenes.

Es realizada por médico radiólogo en paciente hospitalizado,


utilizando agujas finas largas, de diseños especiales. La punción
se practica bajo control de imágenes ecográficas o de tomografía
computada. Se emplea en masas hepáticas, pancreáticas,
pulmonares, mediastínicas o retroperitoneales, para el diagnóstico
diferencial entre lesiones benignas y malignas.

Preparación y Examen de la Muestra

El material obtenido por raspado, cepillado o punción aspirativa se extiende sobre un portaobjeto
en forma de una delgada capa y se fija inmediatamente en alcohol de 96º. Los líquidos (orina,
ascitis, material de lavado) se fijan con un volumen igual de alcohol de 50%; a continuación se
centrifugan. Parte del sedimento se extiende sobre un portaobjeto. Los frotis o extendidos así
preparados se colorean con el método de Papanicolaou o con hematoxilina-eosina. En
hematología los frotis se secan al aire y se tiñen el método de May-Grünwald- Giemsa y se
examinan al microscopio.En los laboratorios que procesan muchos exámenes, un citotecnólogo
hace un examen preliminar y marca las zonas del extendido que contienen células sospechosas
(screening); luego el patólogo examina dichos elementos y formula el diagnóstico citológico.Se
pueden guardar extendidos adicionales por si es necesario practicar métodos auxiliares de tinción
para identificar elementos específicos como bacterias, hongos, o practicar reacciones de
inmunocitquímica.Se recomienda incluir en parafina los grumos de material o sedimento sobrantes,
para hacer cortes histológicos que completan el examen citológico ("blocks celulares").

Ejemplos de Diagnósticos Citológicos

Examen citológico negativo para células neoplásicas malignas


(Se observan elementos celulares compatibles con fibroadenoma)
(Se observan estructuras micóticas del género Candida)
(Se observa abundante exudado purulento compatible con peritonitis aguda)

Examen citológico no concluyente


(Se observan atipias celulares sospechosas, pero no diagnósticas, de carcinoma;
se sugiere practicar biopsia)

Examen citológico positivo para células neoplásicas malignas


(Alteraciones compatibles con carcinoma espinocelular)
(Alteraciones compatibles con metástasis de melanoma)
(Alteraciones compatibles con tumor maligno indiferenciado)

Muestra insuficiente para examen citológico

Ventajas del Examen Citológico

En comparación con la biopsia, la toma de muestra citológica es más fácil, más económica y
menos cruenta. El procesamiento es también más sencillo y el resultado se puede obtener con
más rapidez. La muestra citológica en general, abarca un área mucho más amplia que la de una
biopsia. En muchos casos permite detectar lesiones no visibles a ojo desnudo (Ejemplos: lavado
peritoneal, examen de Papanicolaou).

Limitaciones del Examen Citológico

Para el diagnóstico de tumores malignos, se basa fundamentalmente en los caracteres celulares


de malignidad (heterotipía); el extendido no permite ver directamente la distorsión de la
microarquitectura ni la invasión. En algunos casos es difícil distinguir entre caracteres citológicos
de cáncer y anaplasia de regeneración. La aplicación de técnicas de inmunohistoquímica es más
dificultosa que en los cortes histológicos. Finalmente, es necesario destacar que un diagnóstico
negativo para cáncer no descarta la existencia de un tumor maligno, especialmente cuando ese
diagnóstico no demuestra una lesión benigna específica (tumor benigno, agente etiológico de un
proceso infeccioso). Esta aseveración es válida para todos los métodos de diagnóstico.

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