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LA ORGANIZACIÓN CREATIVA
Dar una oportunidad justa a la
creatividad potencial es asunto de
vida o muerte para cualquier sociedad
A. Toynbee
Shigeru Kobayashi, en su famoso libro administración creativa (Ed. Técnica, México, 1972),
sostiene la tesis de que la empresa moderna vive más un momento de innovaciones administrativas
que tecnológicas. En rigor, puede decirse que siempre las innovaciones de producción están
inmersas en las de organización y administración.
Por su misma naturaleza, las organizaciones o instituciones tienden a ser estables y poco
innovadoras. En los siglos pasados la mayoría de ellas eran francamente conservadoras; ancladas
en venerables y remotos orígenes, se declaraban sin empacho enemigas de las novedades. La
organización común y corriente podía ser buen ejemplo de poca creatividad.
En la actualidad las cosas han cambiado. Se valora el cambio y no suena fuera de tono
hablar de organizaciones creativas; más aún, este epíteto viene a ser una elegancia y una
alabanza; simboliza la organización juvenil, progresista, floreciente, dinámica y conquistadora.
Actualmente se estudia mucho este tema, por veinte razones obvias; y por razones menos
obvias, se han distinguido en dicho estudio los remotos e impenetrables japoneses.
Con todo, podemos establecer un cuadro general para distinguir las características propias
de la administración tradicional y las de la administración creativa.
Quedan así diseñados los cuadros como productos muy diferentes entre sí, fruto natural de
factores muy desiguales.
TRES SON LAS VARIABLES CLAVE PARA DETERMINAR UNO Y OTRO ESTILO:
El punto axial es el acierto en responder a una pregunta que no suele plantearse teórica,
sino prácticamente; no en general sino en particular; no en abstracto, sino en concreto: ¿Cuánta
estructura y cuánta libertad garantizan la eficacia, es decir, el logro de los objetivos junto con
la satisfacción razonable de este equipo? (La estructura y la libertad son inversamente
proporcionales).
No existe una sola fórmula, porque cada situación tiene su fisonomía única. Nos remitimos
a las investigaciones modernas sobre el liderazgo situacional.
Ø Crear un clima relajado de ayuda al personal a abrir sus estantes mentales y a expresarse
con toda libertad. Se evita así el tan lamentable como frecuente infanticidio de ideas.
Ø Adoptar para la solución de problemas y la toma de decisiones un estilo objetivo, basado en los
hechos y no en autoridades ni poderes preestablecidos, esto da seguridad y deseo de
comprometerse y colaborar.
Ø Siendo todos los seres humanos por naturaleza imperfectos, lo cual incluye tanto a los obreros
como a los ejecutivos y al director general, el papel de los dirigentes no es subrayar las fallas
e imperfecciones de su personal, sino apreciar los esfuerzos y estimular las potencialidades de
todos y cada uno. Para este propósito es útil tener en cuenta:
Ø Fomentar cierta dosis de descontento con respecto al statu quo se traduce en un deseo
generalizado de progresar.
Ø Distinguir la planeación a largo plazo del manejo a corto plazo es combinar las grandes
ambiciones y los idealismos con el realismo de tener los pies en la tierra.
Ø Una persona que es identificada como creativa, acentúa su creatividad, más si es solicitada de
inmediato para diseñar y ejecutar innovaciones. Cada jefe debe comprometerse a identificar a
sus hombres más creativos.
Ø Una fina sensibilidad para identificar las necesidades del público provee la base para un
diálogo creativo y beneficioso entre la organización y el medio. Recuérdese el adagio yanqui:
“Denme una necesidad y desarrollaré el mercado, denme el mercado y desarrollaré el
producto”. El que se reconozcan ampliamente los créditos de cualquier actividad productiva
hace a los sujetos propensos a crear. Les es muy motivante ganar reconocimiento y prestigio
por sus ideas. Como ejemplo de lo contrario, en instituciones del gobierno mexicano, personas
muy capaces se desempeñan pasivas, flojas y aún cínicamente. Esto se debe a que sus
principales dirigentes saludan con el sombrero ajeno del trabajo personal.
Ø En particular los ejecutivos viven en constante peligro de rutinizarse; se calcula que entre el
80 y 90% de sus actividades son rutinarias. Les toca, por ello, la tarea de reaccionar y
defenderse.