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Si eres creyente debes conocerlo

EL DISCIPULADO Y LA PERSPECTIVA HEBRAICA

El Diccionario de la Real Academia Española define un discípulo


como una “persona que sigue la opinión de una escuela o
maestro, aún cuando viva en tiempos muy posteriores a ellos.” El
diccionario Webster en inglés añade que un discípulo también
puede ayudar a diseminar esas enseñanzas. Tristemente, la
mayoría de las iglesias opinan que las personas pueden ser discípulos con una
simple aceptación intelectual. Según esa idea, lo único requerido para ser un
discípulo de Yeshúa (Jesús) es creer en lo que Él enseñó. Pero si pudiésemos
retroceder al tiempo del primer siglo, cuando Yeshúa caminaba por la tierra de Israel
como “el Maestro,” acompañado por un grupo de fieles seguidores llamados
discípulos, descubriríamos una definición muy diferente. Para poder comprender ese
significado, debemos primero comprender la identidad de Yeshúa.

Yeshúa era judío. Fue criado en un hogar con padres que observaban
las tradiciones y las leyes judías. Vivía en una tierra de nacionalidad
judía llamada Israel y hablaba el idioma hebreo, entre otros más. Era
parte de una comunidad robusta y activa, identificada por su relación
con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Comenzó su vida como
cualquier otro bebé judío, siendo circuncidado al octavo día. Su madre
probablemente guardó sus paños de cuna y le hizo un bordado
especial para dárselo como regalo cuando cumpliera los 12 años. Durante sus
primeros ocho años, Yeshúa se mantendría cerca del lado de María (realmente
Miriam), observando cómo vivía una persona que seguía fielmente al único Dios
verdadero.

Cada viernes por la tarde, Yeshúa se sentaría silenciosamente mientras María


recibía el shabat (el sábado), y se reiría de gozo mientras su padre José (Yosef)
contaba una y otra vez las historias de sus antepasados. A los seis años,
probablemente comenzó a asistir a la escuela en la sinagoga, habiendo ya
aprendido el alef-bet (alfabeto hebreo) y memorizado muchos versos de las
Escrituras. Cuando Yeshúa cumplió los ocho años, debió comenzar a recibir una
intensa instrucción vocacional por parte de Su padre, y Sus días estarían repletos
del estudio de la Torá (los primeros cinco libros de la Biblia) y los dichos de los
sabios. Celebraría cada día festivo y viajaría a Jerusalén con Su familia durante los
peregrinajes requeridos. A los trece años, probablemente se graduaría de la escuela
en la sinagoga para asistir a un Beit Midrash (escuela de enseñanza más
adelantado), donde estudiaría bajo los grandes maestros de Su tiempo, aprendiendo
y debatiendo con ellos el significado de las Escrituras. Al cumplir los 30 años, debió
haber cumplido el requisito del mikvé, ritual de inmersión en agua para purificación
ceremonial antes de entrar al Templo, y luego comenzaría Su ministerio como
Maestro.

Como un maestro itinerante típico del primer siglo dentro del judaísmo, Yeshúa
seleccionó a Sus discípulos, quienes eran hombres judíos con Su mismo trasfondo y
cultura, y los unió en una relación dinámica y de profundo compromiso. Dejando
todo atrás, los discípulos de Yeshúa viajaron con Él constantemente, observando Su
cada movimiento y reacción. En un contexto de amor y lealtad, le atendían y
cuidaban: procuraban y preparaban Su alimento; le daban compañerismo y
protección; lo guardaban de problemas y de demasiada presión por parte de los
miles que le agolpaban en busca de Su sabiduría y sanidad. A cambio de ese
servicio, referido como shimush en hebreo, los discípulos recibían continua
instrucción basada en la Torá. La destreza más importante para un discípulo exitoso
era la imitación. Los caminos y las veredas de Israel se convirtieron en los salones
de clase en ese proceso del discipulado. Requería tener oídos atentos, corazón
ardiente y un agudo sentido de observación por medio de los cuales absorbían la
persona de su Maestro. El discípulo no tan sólo aprendía de Él al repetir el texto oral
de la Torá, sino también Su énfasis, Su articulación y los gestos que lo
acompañaban. No era simplemente creer y pensar como el Maestro, sino llegar a
ser igual que el Maestro.

Con el Permiso de la Real Academia Española…

Nuestra anterior definición de la palabra “discípulo” obviamente no da a entender el


verdadero significado de la palabra ni del concepto según aplicaba a Yeshúa y Sus
primeros discípulos. ¿Pero cómo se llegó a alejar tanto de esa definición original? Y
si era diferente para los primeros discípulos de Yeshúa en aquellos días, ¿debe
aplicarse a los discípulos actuales?

¿Será que la Iglesia ha fracasado en reconocer la verdadera seriedad del


compromiso en ser discípulo de Yeshúa?

Todo es Cuestión de Cómo se Percibe el Mundo…

Yeshúa y Sus discípulos eran obviamente hombres de grandes


pasiones y metas, de una historia y herencia en común, además
de unas normas religiosas y culturales muy parecidas.
Reaccionaban e interactuaban con el mundo según era la
costumbre de su tiempo y lugar. En otras palabras, percibían el
mundo de una manera parecida. De hecho, era una percepción
basada en cientos de años de relación entre Israel y el único Dios
verdadero, y en la aplicación de Sus instrucciones. Conocida como la mentalidad
hebrea, era la misma que la de Isaías, Jeremías, el rey David y otros héroes de la fe
en tiempos bíblicos.
Entretejida en esa perspectiva del mundo está la rica y bella herencia del
pensamiento bíblico. Claramente, el Nuevo Testamento nos dice que hemos sido
adoptados como hijos en la familia de Abraham, el padre del pueblo judío y nuestro
padre por adopción (Rom. 4:16). Por medio de nuestra relación con Yeshúa
HaMashíaj (Jesucristo), Su historia se hace nuestra historia, Su familia se hace
nuestra familia, y Su herencia se hace nuestra herencia. Desde esa perspectiva, no
hemos simplemente recibido la adopción como hijos, sino también hemos recibido
otras cosas: nuestro concepto de la necesidad de salvación; la realización de
nuestra relación con el único Dios verdadero; nuestras Escrituras, meticulosamente
copiadas de generación en generación y dirigidas a una audiencia judía; y Yeshúa
mismo, nuestro Mesías judío. Cuán crucial es, por lo tanto, que esa perspectiva sea
nuestra perspectiva. Si hemos de reclamar un parentesco con Abraham y el pueblo
judío, seguramente debemos pensar y ver la vida como ellos la veían.

Si No Pensamos en Hebreo, Entonces…

Lamentablemente, la perspectiva hebraica hace tiempo desapareció del cristianismo


del siglo 21. Nuestra mentalidad cultural ha sido forzada y alimentada por un
sistema diferente llamado helenismo. Ese es un término utilizado mucho por
historiadores cuando hacen referencia al tiempo entre la muerte de Alejandro el
Grande (323 a.C.) hasta la muerte de Cleopatra y la incorporación de Egipto al
imperio romano en el año 30 a.C. La palabra “helenismo” también indica, más
generalmente, la tradición cultural de la población de habla griega en el imperio
romano y/o la influencia de la civilización griega sobre Roma, Cartago, India y otras
regiones, que nunca formaron parte del imperio de Alejandro.

El helenismo, o la perspectiva griega, afectó profundamente a los judíos


del primer siglo en Israel, pero no tan profundamente como a los de la
diáspora (fuera de la tierra de Israel). En Israel, muchos se hicieron
griegos externamente cuando aceptaron esa cultura más liberal,
adoptando nombres griegos, etc., pero la esencia de su judaísmo
permaneció intacta. Sin embargo, en la diáspora, el pensamiento de
Sócrates y Aristóteles llegó a ser una fuerte amenaza. En Alejandría, Egipto, los
judíos y los griegos se entremezclaron libremente, compartiendo pensamientos e
intercambiando ideas.

Cuando apareció el cristianismo, muchos de los griegos se convirtieron a Yeshúa el


Mesías, y en poco tiempo se hicieron más numerosos que los creyentes judíos,
quienes originalmente habían constituido otra simple secta más dentro del judaísmo.
La primera escuela de teología cristiana fue establecida en Alejandría, y la filosofía
griega inmediatamente comenzó a mezclarse con los principios bíblicos. La
interpretación literal de las Escrituras dio lugar a la alegoría, abriendo una puerta a
incontables herejías, entre ellas el antisemitismo. La relación personal y comunitaria
que había existido entre la primera iglesia y el Dios de Abraham, Isaac y Jacob se
transformó en una doctrina cristiana sistemática e intelectual. Para el tercer siglo,
esa helenización de la iglesia hizo que el cristianismo se alejara de sus raíces
judaicas y creara un abismo entre cristianos y judíos, que aún existe 1,700 años
después.

Miremos a Nuestro Padre Abraham

En su libro ‘Our Father Abraham’ [Nuestro Padre Abraham], el autor Dr. Marvin
Wilson escribe: “Pablo declara que ‘los gentiles son coherederos [con Israel] y
miembros del mismo cuerpo’ (Ef. 3:6b, LBLA). Por lo tanto, los gentiles tienen una
nueva historia – la historia de Israel es ahora también su historia. Al escribir a una
iglesia predominantemente gentil en Corinto, Pablo establece que los antiguos
israelitas son los antepasados de los corintios cuando dice que ‘nuestros padres
todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar’ (1 Cor. 10:1, LBLA). Por lo
tanto, en la primera iglesia, los judíos y los gentiles sostenían que tenían los mismos
antecedentes que los hebreos de la antigüedad. Todos los judíos poseen como
antecedente a Abraham, quien es padre de la nación hebrea. Por eso, el Señor
exhortó a través de su profeta: ‘…Mirad la roca de donde fuisteis tallados, y la
cantera de donde fuisteis excavados. Mirad a Abraham, vuestro padre…’ (Is. 51:1-2,
LBLA).”

No es menos importante que la iglesia moderna comprenda y se conecte a esa


historia como los anteriores corintios. No es demasiado tarde para que removamos
nuestros filtros helenísticos por medio de los cuales miramos al mundo y leemos las
Escrituras, para que comencemos a desarrollar una perspectiva verdaderamente
bíblica y hebraica. Para ello, debemos estar dispuestos a explorar la mente de los
autores reflejada en las Escrituras, y penetrar su mundo y su cultura. Debemos mirar
a la roca de la cual fuimos tallados. A continuación, podremos identificar las
mayores áreas de conflicto entre las perspectivas hebraicas y griegas en nuestro
esfuerzo por pensar más bíblicamente.

Teocentrismo

Para la antigua persona hebrea, Dios era el principio y el fin de todas las cosas.
Entendían que la vida era un regalo de Dios, al igual que toda cosa que les
aconteciera. La vida debería ser abrazada y disfrutada como tributo a Él. Dios
estaba firmemente en el centro de todas las cosas, y todo lo demás era periférico.
Sin embargo, los griegos eran antropocéntricos, poniendo al hombre en el centro de
todas las cosas. El individualismo era aplaudido, y cada persona se veía a sí misma
como el centro del universo. No es difícil encontrar esa misma perspectiva en la
iglesia hoy día, donde cada cual se ve a sí mismo como el centro, y a Dios como el
siervo que tiene que obedecer nuestra voluntad.

Monoteísmo

El principio fundamental del judaísmo se encuentra en Deuteronomio 6:4, conocido


como el “Shemá.” Esa es la declaración que lo identifica como religión: “Escucha, oh
Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es.” Dios llamó a Abraham para
que saliese de la tierra de Ur, por medio del cual crearía un nuevo grupo poblacional
para revelarse al mundo. Los judíos serían el ejemplo vivo de un pueblo con quien
Dios establecería Su pacto. Llevarían el manto especial del monoteísmo frente a las
naciones. En el momento que Dios habló con Abraham en Ur, existían numerosas
tribus en el Medio Oriente, todas las cuales eran politeístas. Existían cientos de
dioses. Cada ciudad-estado tenía sus propios templos y sistemas de sacrificio,
además de sus propios sacerdotes. Esos líderes religiosos extraían enormes
ofrendas de su gente con la intención de apaciguar a los dioses, asegurar una
buena cosecha, procurar favor respecto a un hijo, obtener fertilidad, etc. La vida era
una larga y ardua lucha por agradar a los dioses. Dentro de ese ambiente politeísta,
Dios se presentó a Abraham. Habló con Abraham como habla un hombre con su
amigo, y éste creyó a Dios. Debido a la fe de Abraham y de sus descendientes, el
concepto del monoteísmo ha subsistido a través de las edades.

Sensualidad vs. Espiritualidad

Los griegos veneraban el cuerpo humano. La belleza física era valorada sobre todas
las cosas. El nudismo era común en su arte y ciertos lugares públicos, como en los
eventos deportivos. El hebreo, sin embargo, no valoraba el hombre exterior más que
el interior. La espiritualidad, que se expresaba en una dinámica relación con Dios y
la comunidad, era el centro de la adoración judía. El cuerpo humano era apreciado y
cuidado como un regalo de Dios, pero era tratado con modestia y respeto, siendo un
vehículo por medio del cual se adoraba a Dios.

Conocimiento

Desde tiempos bíblicos, el pueblo judío ha considerado que la búsqueda del


conocimiento es una de las metas supremas en esta vida. Su capacidad para
transmitir ese conocimiento de generación en generación ha sido esencial para
mantener su herencia religiosa y sobrevivir como pueblo judío a lo largo de la
historia. Las siguientes frases son ejemplo de los dichos que se encuentran en la
transmisión judía (que es una colección de tradiciones y comentarios):

“El que enseña a un niño es como si lo hubiese creado.”


“El mundo existe por el aliento de los niños que estudian.”
“Sin el aprendizaje judío, no podríamos ser judíos.”

El propósito del aprendizaje dentro de esa perspectiva hebraica es que la persona


se prepara para una vida de servicio y obediencia a Dios. La Torá fue dada por Dios
a Su pueblo como una serie de instrucciones sobre cómo vivir en Su voluntad. El
pueblo judío tenía que estudiarla, abrazarla, y vivirla en cada circunstancia de su
vida. Una mera comprensión no era suficiente, porque ese conocimiento requería
una respuesta. De hecho, la meta fundamental de la educación hebraica era la
formación de discípulos, la transmisión de enseñanzas e instrucciones de Dios para
que Su pueblo le honrara y le obedeciera.

El griego, por otra parte, procuraba el conocimiento sólo por el hecho de poseer
conocimiento. Su deseo era obtener información y comprensión, y no instrucción
que lo condujera a la obediencia. La diferencia entre la perspectiva hebraica y la
griega respecto al aprendizaje es resumida por Norman Snaith: “El objetivo y
propósito del sistema hebraico es ‘da’ath elohim’ (conocimiento de Dios), mientras
que el objetivo y propósito del sistema griego es ‘gnothi seauton’ (conocimiento
propio). Entre ambos existe la mayor diferencia posible. No existe acuerdo entre
estos dos en términos equitativos. Son polos opuestos en actitud y método. El
sistema hebreo comienza con Dios; la única sabiduría verdadera es el conocimiento
de Dios. El temor a Dios es el principio de toda sabiduría. Por ende, el hombre
nunca se podrá conocer, saber quién es, ni comprender su relación con el mundo a
menos que primero aprenda de Dios y sea sumiso a Su voluntad soberana. El
sistema griego, por el contrario, comienza con la comprensión del hombre y procura
alcanzar la comprensión de la naturaleza de Dios utilizando lo que denomina la
naturaleza humana más elevada. Según la Biblia, el hombre no tiene una naturaleza
más elevada a menos que haya nacido del Espíritu.”

Forma vs. Función

Según ya hemos discutido en este estudio, la relación entre Dios y Su pueblo era
una interacción vital, dinámica y enérgica. Dios llamó a Sus hijos para que
caminaran con Él, que hablaran con Él, y que le siguieran. Él se reveló a Sí mismo,
no a través de ideas abstractas, sino por actos e intervenciones tangibles, visibles y
milagrosas. Por esa razón, el judaísmo pone gran énfasis en la función, mientras
que el helenismo enfatiza la estructura y la apariencia. El hebreo pregunta: “¿Cómo
practico mi fe? ¿Cómo vivo según mi pacto con Dios? ¿Cómo actúo?” Mientras que
la perspectiva griega del cristianismo occidental se interesa en teoría religiosa, el
judaísmo se interesa en acciones de rectitud y justicia. Mientras los cristianos
preguntan: “¿Cómo uno piensa acerca de ese verso bíblico?”, el judío pregunta:
“¿Cómo uno vive según ese verso bíblico?” Los cristianos tienden a pensar en su
relación con Dios en términos de fe, lo que frecuentemente implica un ejercicio
intelectual. Fe, para ellos, es un estado mental. Sin embargo, el hebreo no se
preocupa tanto por poseer fe como por ser fiel, confiable, firme, constante y estable.
En la perspectiva hebraica, la fe y la acción no pueden separarse.

Dualismo

El filósofo griego Platón introdujo a la humanidad el concepto del dualismo. Enseñó


que existen dos diferentes mundos simultáneamente. El mundo material es el
mundo visible. Ese mundo es imperfecto, y su fuente es maligna e inferior. El mundo
espiritual, por otro lado, es el mundo invisible. Su fuente es el alma humana, y tiene
un lugar superior. Por tal razón, los humanos deben anhelar librarse de sus cuerpos
físicos y subyugarlos de manera que sus almas puedan alcanzar el ámbito espiritual.
Dado que el alma está aprisionada por un cuerpo maligno, el alma sólo podrá
escapar al reino espiritual a través de la muerte. En contraste, el hebreo percibe el
mundo como el lugar donde puede hallar a Dios. El mundo fue creado por Dios para
tener comunión con Sus hijos y demostrarles Su amor. No existe esa dualidad en la
perspectiva hebraica, sino una unidad entre el cuerpo y el alma. El hebreo no tiene
un alma, sino que es un alma. El hebreo tampoco acepta el ascetismo, el rechazo
del orden físico para mortificar la carne. Éste cree que Dios creó al mundo y lo llenó
de experiencias buenas para Sus hijos, las cuales deben ser recibidas con gozo y
gratitud. Cualquier otra cosa es un insulto al Creador.

El dualismo ocasionó que la Iglesia decidiera que el matrimonio es una relación


maligna y carnal. Decía que el hombre sólo debe casarse si no tiene control sobre
sus pasiones pecaminosas. Por esa razón, el celibato es el estilo de vida predilecto.
Por el contrario, la perspectiva hebraica acepta que el matrimonio es un medio por el
cual Dios presenta su verdadera esencia al mundo. El judaísmo enseña que el
hombre no puede ser completo sin la mujer, y que la paternidad y la maternidad es
el llamado más elevado de Dios. La unión física entre el hombre y la mujer es un
don santo y una bendición que debe producir sincero gozo.

Para Ser un Discípulo…

“Venid a mí, todos los que estáis cansados y


cargados, y yo os haré descansar” (Mat. 11:28). El
amor a Dios, el amor a la Torá, y el verdadero
discipulado deben alegrarnos y no ser una carga. El
Señor no quiere que Su pueblo sea ignorante de las
cosas que nos puedan acercar a Él en comunión más
perfecta.

Estamos viviendo en un tiempo maravilloso, un tiempo cuando la historia, la


arqueología, el estudio de la Biblia desde la perspectiva hebraica nos permite ver un
pasado que otras generaciones no pudieron ver. Los eruditos judíos y cristianos
están trabajando juntos para darnos una mirada más profunda acerca de los
tiempos de Yeshúa. Nos ayudan a remover el filtro helenístico y ver la vida por ojos
hebraicos.

Yeshúa llama a los cristianos para que participemos de la misma clase de relación
interactiva, vibrante y emocionante que disfrutaban Sus primeros discípulos. Nos
llama para que seamos Sus discípulos al estilo hebraico: “El mundo entero es
deudor del verdadero discípulo de la Torá. Cuando el mundo mira al que se esfuerza
por apegarse a la Torá, ésto es lo que ve: un amigo, un ser amado, amante del
Poderoso y amante de la humanidad. Está vestido de humildad y reverencia. Es
justo, piadoso, recto y fiel. Es un hombre de paz. Por medio de él, el mundo recibe
consejo, conocimiento sólido, comprensión y fortaleza. La Torá le da la capacidad
para discernir justamente; todos los secretos de la Torá le son revelados. Es como
una fuente de agua que no se seca, como un río que fluye con vigor constante. Es
modesto, tiene longanimidad y es perdonador, aunque es grande y exaltado sobre
todas las cosas.”

Preguntas de Estudio:

1. Defina la palabra “discipulado.” Compare las definiciones modernas con lo que


significaba ser discípulo durante el primer siglo.

2. Enumere por lo menos 10 características de la vida de Yeshúa que reflejaban su


identidad judía.

3. En el discipulado del primer siglo, ¿Cuál era el canon que utilizaban los discípulos
del mesías?

4. ¿Quiénes dividieron la biblia en nuevo testamento y antiguo testamento?

5. Compare las perspectivas hebraicas y griegas.

6. ¿Cómo fue posible que el antisemitismo y otras herejías infiltraran a la Iglesia y se


adoptaran como parte de la doctrina eclesiástica?

7. Defina “teocentrismo.”

8. Considere cómo fue afectado el pueblo judío a consecuencia de la


responsabilidad especial de Abraham y sus descendientes en llevar el manto del
monoteísmo a futuras generaciones.

9. Haga una lista comparativa de los componentes en el pensamiento griego y el


hebreo.

10. ¿cuáles características debe cultivar un discípulo basado en la Torá (las


sagradas escrituras) para reflejar al mundo su relación con el maestro Yeshúa?

Trabajo de investigación:

Considerando la definición hebraica de un discípulo, busque textos bíblicos que


detallen la manera en que uno puede ser mejor discípulo de Yeshúa. Asegúrese de
no tan sólo meditar en esa lista de versos, sino intentar vivir y aplicarlo en su camino
con Él. Usando sus respuestas a la pregunta anterior #2, busque textos en los
Evangelios que validen su respuesta.
Actividades:

Usando la información presentada en este capítulo, construya una lista sencilla de


etapas en la vida de Yeshua por orden cronológico desde Su nacimiento hasta
cumplir Su edad ministerial. Luego construya otra breve lista de las etapas de un
hombre común durante esta época moderna. Compare y contraste las etapas
vitalicias.

Para padres: Reconociendo que sus hijos le imitan así como los discípulos imitan a
sus maestros, considere sus acciones diarias. ¿Cómo sus acciones ayudarán o
perjudicarán los esfuerzos de sus hijos en ser un discípulo de Yeshua?

El concepto bíblico del discipulado bajo un maestro se asemeja un poco al concepto


cristiano del discipulado bajo un mentor espiritual. Investigue si existe ese tipo de
programa en su propia iglesia o comunidad, y participe en ello, sea como discípulo o
mentor.

Pídale a su pastor que considere ofrecer una conferencia de todo un día para el
programa de discipulado en su iglesia sobre el tema de la defensa y apoyo de Israel,
utilizando el material que puede obtener de Puentes para la Paz.

Memorice Juan 15:8, “En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y
así probéis que sois mis discípulos.”

Motivos de Oración:

Pídale a Dios que le muestre cómo podrá ser un mejor discípulo de Yeshúa,
comprendiendo que Dios desea vincular su acción y su fe como una sola unidad en
Él.
“Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la fe sin obras es estéril?”
(Sant. 2:20). El Dr. David Lewis lo parafraseó diciendo: “Creer sin actuar es un
engaño.”

Pídale a Dios que le enseñe Sus caminos. Ore para que su vida sea centrada en
Dios, en lugar de ser centrada en el hombre.
“Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de
vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno,
aceptable y perfecto” (Rom. 12:2).

Ore para que Dios le dé amor hacia Él y Su Palabra, de modo que su mayor anhelo
sea vivir su vida total y abundantemente para Él y con Él.
“El ladrón sólo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan
vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
Si eres un creyente sincero y deseas recibir estas y otras enseñanzas y sientes el
deseo de parecerte mas a nuestro santo Maestro YESHUA, ósea ser un verdadero
discípulo de el; esto es andar como el anduvo, hablar como el hablo, vivir como el
vivió, hasta ser como el, comunícate con la persona que te dio este material de
estudio.

ES IMPORTANTE QUE RETORNEMOS AL ORIGEN DE NUESTRA FE

Si ese es el deseo de su corazón comunique se con


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