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En Wenceslao Fernández Flórez. Su vida y su obra, de Pedro de Llano. Pág. 13.
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En 1913 comienza a veranear en Cecebre. A finales de este año se va a Madrid y
allí empieza a tomar contacto con los círculos intelectuales y periodísticos de la capital:
conocerá a Ricardo Baroja y a Valle-Inclán, entre otros. Participará en algunas tertulias
y colaborará en distintos periódicos como La Mañana, de Madrid, y sobre todo, El
Liberal, dirigido por el consagrado periodista compostelano Alfredo Vicenti. También
en esta época dirigirá la revista La Ilustración Española y Americana, a la que dará un
giro radical en su contenido, renovándola y modernizándola. Cubrirá en San Sebastián
las noticias del verano y, ya en 1916, por sugerencia de Azorín, comenzará a colaborar
con el diario ABC. Éste le ofrecerá la oportunidad de escribir las crónicas parlamentarias
(“Acotaciones de un oyente”), con las que destacará en muy poco tiempo atrayendo la
atención del propio rey, Don Alfonso XIII. Consagrado como periodista a temprana
edad, no dejará de escribir novelas y, de este modo, en el año 1917 obtiene el Premio
del Círculo de Bellas Artes por Volvoreta.
Ya no hay límites para Fernández Flórez, pues se consagra así como uno de los
escritores más leídos y mejor pagados de su momento, dotado de una gran popularidad.
La llegada de la Guerra Civil supone para él, como para la gran mayoría de la
población, una ruptura total con la trayectoria seguida hasta entonces. Huye a través de
las embajadas de Portugal y Holanda, pero ayudado por Julián Zugazagoitia, ministro
de la Gobernación, escapa de la persecución por Valencia para refugiarse en Cecebre,
en primer lugar. Alternará su estancia entre Cecebre y sus visitas a Portugal. Después de
la guerra escribirá crónicas taurinas, crónicas futbolísticas y la que se considera su obra
maestra, El bosque animado.
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WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ NOVELISTA
Mencionamos en líneas anteriores el afán lector del joven Wenceslao, un afán que
lo condujo ciertamente a desenvolverse con gran soltura como creador-contador de
historias vocacional a muy corta edad. Podríamos hacer una división de sus obras según
la temática tratada, distinguiendo entre novelas de corte dramático y otras más
puramente humorísticas, entendiendo que, en Fernández Flórez, detrás del texto
humorístico se esconde una pequeña tragedia. En relación con el primer aspecto
tenemos Tragedias de la vida vulgar, donde nos muestra con total crudeza “episodios
de vidas humildes”, dramas cotidianos aparentemente pequeños (porque pequeños
parecen al espectador desde fuera), pero que encierran un minucioso análisis de las
almas de los protagonistas. Dentro de este orden, tal vez, podríamos incluir Silencio,
Huella de luz, Ha entrado un ladrón, Unos pasos de mujer, La casa de la lluvia… Por
el contrario, obras puramente humorísticas con una fuerte carga crítica detrás de la
sonrisa, obras que ridiculizan y critican aspectos de la sociedad, de la realeza, del
ejército… son Las siete columnas, El secreto de Barba Azul o Relato Inmoral. También
El malvado Carabel. Dejamos en un lugar aparte por sus características singulares El
ladrón de glándulas y Visiones de neurastenia. La primera de ellas anticipa un debate
sobre la preocupación por el paso del tiempo y el tráfico y trasplante de órganos. La
segunda está formada por un conjunto de historias de reflexión casi psicoanalítica
narradas en primera persona por el protagonista.
Sus primeros trabajos son muy poco conocidos, publicados incluso antes de
alcanzar la mayoría de edad (recordemos que ésta estaba en los 21 años). Ejemplos de
estos trabajos son poemas publicados en la Revista Literaria, dirigida por Galo Salinas
o el relato breve Krum Bace e Páginas literarias. Ninguno de estos relatos fue incluido
por el autor en sus obras completas, lo que nos hace pensar que, o bien los dejó en el
olvido, o bien no se sentía especialmente orgulloso de ellos. Tal ocurre con La tristeza
de la paz, escrita en 1910 para la Biblioteca Patria prologada por su amigo Luis Antón
del Olmet, novela ésta que se aproxima en cierta medida a las sonatas de Valle-Inclán.
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la vida, que le espera impaciente. Sin duda, un argumento de relativo escándalo con un
claro contraste entre los personajes femeninos y una interesante recreación de
situaciones, ambientes y paisajes.
Volvoreta (1917). Esta novela representa un cambio en la vida de WFF, pues fue
premiada en 1917 por el Círculo de Bellas Artes por un jurado
entre el que se encontraba doña Emilia Pardo Bazán. Describe las
peripecias de Sergio Abelenda, joven hijo de una familia de bien
venida a menos. A su casa va a trabajar una criada llamada
Volvoreta, un punto enigmática acerca de su pasado, de quien
Sergio se enamora más allá de lo
conveniente, con la oposición, como es
natural, de su madre. El desenlace resulta
patético para él, porque su carácter no es
especialmente fuerte ni para enfrentarse a su
familia ni para enfrentarse a la propia Volvoreta. Las primeras
ilustraciones que acompañaron esta novela fueron realizadas por
Castelao. Son muy interesantes las descripciones de los paisajes
gallegos, unos paisajes que estarán presentes en muchas de sus
obras. Esta novela fue también fue llevada al cine.
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Así nos lo dice José Carlos Mainer en su libro Análisis de una insatisfacción. Pág. 144-145.
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Silencio. Los mosqueteros. El calor de la hoguera (1918). Estas tres obras fueron
publicadas en un único volumen. El primero de estos relatos nos presenta el proceso de
alcoholización de un hombre predispuesto inicialmente a llevar una vida normal,
discreta, sencilla, hasta que un buen día, casi sin saber cómo ni por qué razón, cae en el
vicio del alcoholismo. Estamos ante una novela que, de algún modo, no se identificaría
con un escritor humorista como Fernández Flórez. Silencio, en su momento, fue
publicada con otros dos relatos: Los mosqueteros y El calor de la hoguera que poco
tiempo después aparecería publicada como Los que no fuimos a la guerra. En esta obra
se nos presentan los debates suscitados en un país imaginario entre los aliadófilos y los
germanófilos en el ambiente bélico creado por la Primera Guerra Mundial, con un
sentido del humor especialmente singular. Recordemos el carácter antibelicista del
escritor al hablar de esta novela.
Ha entrado un ladrón (1920). Esta es, junto con Silencio y Unos pasos de mujer,
una de las destacadas novelas de carácter realista-naturalista del escritor. El protagonista
es Jacinto Remesal, joven gallego que lucha por abrirse paso en Madrid, donde trabaja
en un teatro. Un buen día, al volver del trabajo, se encuentra con la criada de una vecina
de su inmueble que pide socorro al pensar que hay un ladrón en su casa. Remesal
conocerá entonces a Natalia, joven esposa de un rico propietario argentino en viaje de
negocios por su país. Natalia representa una especie de mujer fatal que atraerá
irremisiblemente a Jacinto a su red para abandonarlo finalmente, enfermo y derrumbado
psicológicamente, a su suerte. La escena que se describe al final de la novela destaca
por su patetismo, que deja en el lector una inevitable expresión de amargura.
Unos pasos de mujer (1924). Huella de luz (1924). La casa de la lluvia (1931).
Conjunto de novelas de corte dramático que reflejan ambientes muy distintos pero con
puntos de conexión. Las dos primeras están consideradas por los estudiosos como las de
mayor cohesión entre toda la producción de Fernández Flórez. La casa de la lluvia
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describe la relación existente entre una joven y su tío y, al poco tiempo, la que se
establece entre dicha joven y el hombre que les alquila una habitación en una casa
aldeana, en un ambiente puramente rural. Las ilusiones que forja el protagonista,
casado, de huir con la joven se esfuman cuando se da cuenta de ésta lo utiliza para
lograr despistar a su tío y, de este modo, escapar con su joven novio. Es especialmente
destacable la recreación de ambientes y atmósferas, los espacios y su relación la
psicología de personajes y situaciones. En este novela aparece también un cierto aire de
misterio por parte del tío de la joven, quien se dedica a prácticas y ritos esotéricos.
Resulta especialmente singular la tendencia que muestra Fernández Flórez al poner fin a
muchas de las novelas hasta aquí comentadas, en las que el personaje masculino acaba
casi siempre de un modo próximo al patetismo ante la figura de una mujer que sigue su
camino al margen del hombre.
El secreto de Barba Azul (1923), Premio Mariano de Cavia. Las siete columnas
(1926), Premio Nacional de Literatura. Relato inmoral (1927). Fueron publicadas en
conjunto bajo el título de Novelas del espino en flor. Son, en efecto, tres obras satíricas,
profundamente irónicas en ocasiones, escritas durante la dictadura de Primo de Rivera,
en las que el autor hace balance y crítica de diversas cuestiones como el ejército, la
monarquía, la falsa moral española… En Las siete columnas nos presenta los siete
pecados capitales como pilares sobre los que, de algún modo, se sustenta la civilización.
Están dotadas en su conjunto de cierto espíritu filosófico.
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El profesor Jesús Ríos Vicente, en su trabajo “Amor, ternura y crítica social (La experiencia filosófica de
Wenceslao Fernández Flórez)”, publicado en el libro de actas del congreso sobre Wenceslao Fernández
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además, representa un adelanto en el tiempo en relación con el trasplante y el comercio
de órganos cuando en España no se había planteado aún esta situación.
Flórez y su tiempo (2002), nos ofrece una completa visión acerca de esta preocupación del escritor por el
paso del tiempo. Pág. 111.
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Esta novela, generalmente no incluida entre sus mejores trabajos y tratada tal vez
como una pieza humorística sin mayor trascendencia, nos ofrece, sin embargo, motivos
de comentario en muchos aspectos: por una parte, nos propone reflexionar sobre el uso
del automóvil en “El Club de los Automovilistas Conscientes”, sobre la capacidad que
tiene el automóvil para mostrar el lado oscuro de una personalidad aparentemente
tranquila, la especulación urbanística, el aumento en el número de coches, motivo de
inspiración del capítulo primero, “Un Robinson en una isla desierta”…
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española…4 En ella se nos cuentan las peripecias de Rogelio de Amaral y están narradas
por un amigo personal del protagonista. Amaral inicia su andadura como estudiante de
medicina y, como buen estudiante, participa en toda cuanta huelga o protesta social se
presenta ante él, respetando, por supuesto, las vacaciones de Navidad y Semana Santa.
Acaba por convertirse en un perfecto caballero, pero esa exacerbada manera de entender
la caballerosidad, ligada a un sentido del honor que no tiene límites, lo conducen a
situaciones aberrantes. Es, como muchas novelas de este autor, una obra bastante poco
conocida.
Los trabajos del detective Ring (1934). Una isla en el Mar Rojo (1939). La novela
número 13 (1941). Estas tres novelas podrían agruparse junto con O Terror Vermelho,
obra publicada únicamente en Portugal y en portugués, como conjunto de artículos
aparecidos en el Diário de Notícias sobre la experiencia personal de Fernández Flórez
durante la guerra civil y que sirvieron de base para escribir Una isla en el mar rojo,
novela claramente autobiográfica en muchos aspectos. Destaca esta obra por el carácter
descriptivo del sufrimiento padecido durante la guerra y por su valor testimonial. Los
trabajos del detective Ring relatan la peripecia vivida por Charles Ring, un detective
inglés que viene a España a hacer una investigación sobre la estado del país. Inició una
no continuada colección dedicada a la novela política.
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Fernando Díaz-Plaja escribe, en relación con el tema del aborto: “En los años 30 la interrupción del
embarazo estaba totalmente vetada por la Iglesia, prohibida por el Estado y anatematizada por la
sociedad –sólo algunos políticos o libros de extrema izquierda, a la que pertenecían poquísimos
españoles, se atrevían a defenderlo públicamente.”
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Muchas de sus novelas fueron traducidas a muy diversos idiomas: al inglés (Las
siete columnas y Fantasmas…), francés (El hombre que compró un automóvil…),
italiano (El hombre que compró un automóvil, Relato inmoral, Una isla en el mar
rojo…), polaco (Por qué te engaña tu marido…), japonés (en los años 40 Fantasmas y
en 1997 Las siete columnas), húngaro y, sobre todo, portugués, debido a su relación con
Portugal, a donde acudía durante una parte del verano y a cuyo famoso autor Eça de
Queiroz el propio Fernández Flórez tradujo al español. Recientemente han aparecido
algunos textos del escritor en ediciones alemanas en las que se recopilan trabajos de
autores diversos españoles. Además, su obra fue incluída en una antología del humor
italiana y puede verse en bibliotecas nacionales de diversos países, aparte de la
Biblioteca Nacional de España, como la Británica, la Francesa… y en diversas
Universidades como la de Chigaco, en Estados Unidos.
Aquí vemos tres ejemplos de algunas traducciones. En primer lugar traducción inglesa de Las siete
columnas y a su lado la traducción japonesa. A la derecha, una de las muchas obras que se tradujeron al
portugués de sus novelas: El secreto de Barba Azul.
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La Codorniz, ed. facsímil. Pág. 9.
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Wenceslao Fernández Flórez, visto por Antonio Mingote, compañero de La Codorniz.
En los años 20 calaboró con Blanco y Negro, con Lecturas en los años 30 y en los
50 con Semana. Estos trabajos son, en su mayoría literarios, aunque también aparecen
críticas de tipo social o comentarios de actualidad.
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WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ Y EL PERIODISMO
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Todas estas colaboraciones, como es de suponer, dejaban poco tiempo al literato
para expresarse a través de la novela. Pero aún así fue un escritor prolífico y reconocido
por el favor del público.
“Las gentes han dado en tomar en broma este suplicio de no fumar. Sin embargo,
el fumar constituye una necesidad tan arraigada como la de beber, y mucho más que la
de comer, y nadie se burla de las torturas de la sed o del hambre. Se han escrito muchas
novelas hablando de los sufrimientos de unos cuantos hombres abandonados sobre una
balsa en la soledad de los mares.
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WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ EN LA GRAN PANTALLA
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autor tuvo contacto con Maruricio Farto, uno de los primeros directores de Cántigas da
Terra. En 1926 el propio Wenceslao aparecería como figurante en La malcasada, que
contó con otros extras de lujo como Valle-Inclán o el propio Francisco Franco.
Antonio Casal actuó con frecuencia en las películas de Fernández Flórez. Tal es el caso de El hombre que
si quiso matar o Camarote de lujo, por ejemplo:
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En Wenceslao Fernández Flórez y el cine español. Pág. 137.
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RECONOCIMIENTOS Y CONDECORACIONES
Es nombrado Académico en la
Academia Nacional de Artes y Letras
de La Habana.
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CONCLUSIONES
Hasta aquí, esto es una parte ínfima del trabajo que podría hacerse sobre el
escritor y su obra. Nuestro objetivo es difundir en cierta medida la personalidad
desconocida y un tanto olvidada de un escritor de plena actualidad, lo que puede
justificarse leyendo su obra, tanto periodística como literaria, teniendo en cuenta que fue
traducido a varios idiomas y que sus novelas aparecen en Bibliotecas Nacionales más
allá de nuestras fronteras: tal es el caso de la Biblioteca Nacional Británica, Porguesa o
Francesa, así como de Universidades de Japón o de Norteamérica (la Universidad de
Chigaco es un ejemplo de ello).
Todo este trabajo no podría llevarse a buen término sin la auyda imprescindible de
Alicia Longueira Moris, investigadora de la Fundación Wenceslao Fernández Flórez,
donde el estudioso puede disponer de un amplio fondo documental sobre el escritor.
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BIBLIOGRAFÍA
Castro de Paz, José L. y Pena Pérez, Jaime J. (1998): Wenceslao Fernández Flórez y el
cine español. 3º Festival Internacional de Cine Independiente Ourense. Foro
Cinematográfico do Eixo Atlántico.
López Criado, Fidel –ed. (2002): Wenceslao Fernández Flórez y su tiempo. Evasión y
compromiso en la literatura española de la primera mitad del siglo XX. Ayuntamiento
de La Coruña.
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