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Adorando a Dios que es espíritu

Esto quiere decir que no debemos “adorar” equivocadamente. En ningún


caso la “iglesia cristiana” debe confundir las prácticas paganas. Nuestro
modelo no es el paganismo. Que se presenta hoy en dia disfrazado en
medio de la sociedad con ritos y propuestas engañosas.
 
 Esto lo vimos anteriormente, por ello seria bueno repasar estos pasajes
detenidamente: Salmo 115:3-8 y Romanos 1:21,23 esto es un claro
contraste de la “adoracion” equivocada ante la grandeza del verdadero
“Dios”. Dios es espíritu. Y los que adoran deben hacerlo en espíritu y
verdad nos enseñó Jesús.
 
 
¿Porque insiste tanto la Biblia en evitar caér en la idolatria y el
paganismo? Sencillamente, porque se nos enseña que uno se vuelve
semejante a lo que adora. No podemos adorar ídolos muertos y ser
insensibles al espíritu de las tinieblas que se mueve allí. En cambio los
que adoran en el espíritu a un Dios que es espíritu, pasando tiempo con
él, se le parecerán bastante y reflejarán su gloria. (2 Corintios 3:18).
 
 
Otro aspecto interesante, es que la adoración congregacional inspira (y
debe inspirar), a llevar una vida de adoración. Si somos llenos
debemos seguir llenos toda la semana. Esto tiene que ver, no solamente
con participar en una reunión de adoración, sino tambien llevar una
VIDA de adoración. No somos mas espirituales cuando estamos en la
iglesia participando de una reunión y sus cantos.
 
 
 Si somos espirituales, viviremos en el espíritu las 24hs de cada dia. No
porque seámos perfectos. Sino porque somos adoradores en formación.
Estamos en la escuela “del espíritu”. Voluntariamente. Hay en El algo
que nos atráe…y de pronto, ¡estamos corriendo hacia su presencia! Si
hay algo que destaca a un adorador es su “santa desesperación” por la
presencia de Dios.
 
 
 ¿Qué pasaria si una congregacion entera se sintiera como un ciervo
sediento? Comienza con uno…dos…tres…es contagiosa….hasta que todo
un pueblo adora fluyendo en rios de agua viva. Esto no es otra cosa que
la visión de un adorador para su iglesia. La verdadera adoración tráe
visión.
 Pero comienza en el corazón de un hombre hambriento por Dios. Entre
algunas de las hermosas descripciones que la “Biblia” hace de ese tipo
de personas, la siguiente me gusta mucho:
 
 
¡Así como el ciervo jadea anhelando el agua, te anhelo yo, oh Dios!
Tengo sed de Dios, del Dios vivo.
¿Dónde hallarlo, para ir a estar en su presencia?
Día y noche lloro suplicando su ayúda, y mientras tanto mis enemigos
se mofan de mí.
“¿Dónde está ese Dios tuyo?” dicen burlones.

 
 
¡Cobra valor alma mía! ¿Recuerdas aquellos tiempos -¡cómo olvidarlos!-
cuando guiabas a una gran multitud hacia el templo en días de fiesta,
cantando con gozo, alabando al Señor?
Entonces, ¿porqué desalentarse? ¿Por qué estar desanimado y triste?
¡Espera en Dios! ¡Aún lo alabaré de nuevo! Sí, otra vez lo alabaré por su
ayuda.
 
 
Allí acudiré al altar de Dios, mi gozo sobreabundante, y lo alabaré con
mi arpa. ¡Oh Dios, mi Dios! Oh alma mía, ¿por qué tanta melancolía y
desaliento? ¡Confia en Dios!
Nuevamente lo alabaré por su maravilloso auxilio. El me hará sonreír
otra vez, porque El es mi Dios.
Salmo 42: 1-5 y 43: 4-5. LA BIBLIA AL DIA INTERNACIONAL.

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