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La senda de un nazareo Rastafari

“Todos ustedes son embajadores de su país. Si ustedes son amables,


tolerantes y corteses, ustedes harán que las personas piensen bien
de nosotros, si ustedes son arrogantes, orgullosos y poco amigables,
ustedes nos desacreditarán ante los ojos de los demás. Sinceramente
espero que ustedes puedan, en todo momento, ser dignos
representantes de Etiopía (Nueva Israel)”.
Su Majestad Imperial Haile Selassie I

Esta lectura es la recopilación de varios segmentos bíblicos


que pueden ayudar a su meditación, mientras el
entendimiento es personal, no nos dejemos mal influenciar
y mucho menos confundir.

Lectura: Números 6: 1-12.


En el Antiguo Pacto, se hacía voto de consagración para
dedicarse a Jehová. El nazareato consistía en apartarse
voluntariamente, exclusivamente para Dios. El nazareo era
un consagrado a nuestro Padre.

El nazareato es parecido al discipulado en el Nuevo


Testamento. El Señor Jesucristo, hablando acerca del
llamamiento a los discípulos dice: "Si alguno quiere venir en
pos de mí" –sepa lo que tiene que empezar a vivir de aquí
en adelante, "niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame" (Luc. 9:23).
El nazareato solía ser temporal, mas para nosotros, los que
en esta dispensación de la gracia hemos consagrado
nuestra vida al Creador, es para siempre. ¡Qué privilegio
para un hombre que ha sido regenerado, que ha sido
alcanzado por su gracia! ¿Cómo podría vivir indiferente, sin
consagrar el resto de su vida a Su Majestad Imperial,
habiendo sido recogido por misericordia?

A medida que pasa el tiempo, el camino se nos va


estrechando, pero aquel que está mirando al Creador,
cuanto más lo ve, más lo conoce y más lo ama; más quiere
entregarse por completo. A medida que se va acercando a
Él se da cuenta que todo lo del mundo es pasajero y es
vano. Las luces del mundo, la gloria de los hombres, para él
no tienen sentido. Su gozo, su alegría, todo, está en el
Padre.

El nazareato perfecto de Jesús


No podemos dejar de hablar del nazareo perfecto: nuestro
bendito Señor Jesucristo. Su manera de ser, su estilo de
vida, en todo fue impecable. Todo el tiempo estaba
consagrándose a su Padre, nada hacía por su propia cuenta.
Vivió el nazareato perfectamente. Él fue intachable hasta su
muerte en la cruz, y por esa causa fue levantado de entre
los muertos.

En Juan 4:34, él dice: "Mi comida es que haga la voluntad


del que me envió, y que acabe su obra". En otras palabras,
"Yo no tengo otra manera de vivir; es el Padre conmigo.
Solamente lo amo a Él, estoy pendiente de Él, y hago lo que
Él quiere. Esto es todo lo que tengo que hacer en la tierra:
la voluntad de nuestro Padre".

En el Salmo 22:6, siendo él Jehová, siendo el creador de los


cielos y de la tierra, declara:"Yo soy gusano, y no hombre".
En todo orden de cosas, él mostró lo que es honrar a Dios.
Nunca se asomó en él la vanagloria. Siempre vivió una vida
crucificada, no haciendo ostentación de lo que él era.
Cuando Pedro proclama la revelación más grande del
Mesías en la tierra, él les manda que no lo digan a nadie.
Cuando el pueblo quiere hacerlo rey, por las maravillas que
hacía, se va al monte, a la soledad. En realidad, siempre
vivió una vida consagrada, un estilo precioso de vida
delante del Padre. Ejemplo nos dejó él para seguir sus
pisadas.

"Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú


sustentas mi suerte ... Me mostrarás la senda de la vida; en
tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para
siempre" (Salmo 16:5, 11). El Cristo tuvo una consagración
perfecta. Él sabía que sólo en la presencia de Dios estaba
todo su contentamiento, toda su alegría y todo su gozo.

La abstinencia del vino y cosas impuras


El vino representa las cosas que alegran en el mundo, lo
que el hombre anhela o valora muy alto. Es el goce
terrenal, pasajero, aquel que llena momentáneamente el
corazón del hombre y que lo lleva hasta llegar a creerse
algo, cuando en el fondo no es nada y contamina
severamente de malos pensamientos y sentimientos.
Cuando un hombre está con algunas copas en su cabeza, se
envalentona y comienza a hablar, y actuar en base al
dominio negativo de la contaminación y no hay quien lo
detenga. Es el estilo de vivir.

¿En qué se alegra el mundo hoy? En una película, en un


partido de fútbol; con algún líder político, con un cantante.
Llega hasta a emocionarse, a saltar y a gritar. Es todo lo
que el mundo busca: el dinero, el bienestar material. Su
disfrute está en tener muchas cosas. "Alégrate, alma mía,
muchos bienes tienes". En cambio, para un nazareo, su
gozo es Jehová y sólo Jehová. Nada más que eso le llena.
Todo lo demás pierde su brillo. Lo único que brilla delante
de sus ojos es su precioso Salvador y Señor HIM.

Que Su Majestad nos conceda la dicha de poder gozarnos


sólo en el Cristo. Que nuestra alma, si quiere danzar, o si
tiene que llorar de alegría, sea por Jehová y sólo él. Que no
sea el gozo terreno, pasajero, liviano.

Para un nazareo, su gozo siempre será Jehová. No depende


de las circunstancias de la vida, de cómo le está yendo,
sino de que el Cristo es su todo. Los demás podrán
relajarse, pero el que ha decidido seguir en pos de Jehová
no puede estar sin vivir para Él, sin servirle. Es imposible.
No puede encontrarle sabor a otra cosa. Su deleite, su gozo,
su copa, su herencia, su todo, es Jehová y sólo Jehová.
Que el Padre nos conceda el privilegio de amarle y servirle
de verdad. Otros hermanos pueden relajarse, otros pueden
darse libertad en la carne. Pero el nazareo dice: "No, "todo
me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero
no todo edifica ... todas las cosas me son lícitas, pero yo no
me dejaré dominar de ninguna", por cuanto he decidido
consagrar mi cabeza al Señor". Lo lícito es lo legal pero no
siempre lo bueno.

Que no se debilite nuestro corazón cuando algunos


hermanos blasfeman contra el Padre con sus palabras
ociosas, sus actitudes, su manera de vivir. Aunque todos los
demás sean livianos, nosotros hemos decidido servir al
Padre Creador, Su Majestad Imperial HIM

El dejarse crecer el cabello “dreads”


La abstinencia del vino representa la renuncia al goce
terrenal. Pero había otra abstinencia más: el nazareo no
pasaría navaja sobre su cabeza y mentón, dejaría crecer su
cabello y su barba en símbolo de autoentrega al Creador
que se hace con el corazón, por lo tanto no debe ser falso.

1 Corintios 11:14 dice: "La naturaleza misma ¿no os enseña


que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?".
Los que quieren vivir una vida justa y piadosa, tendrán que
perder su dignidad natural, sus derechos. El varón debería
cortarse el cabello, pero si se lo deja crecer es como perder
esa dignidad. Esto significa que un consagrado nunca
tendrá que reclamar derechos y hacerse justicia por sí
mismo, sino siempre esperar la justicia divina sin
ensuciarse las manos porque Jehová, nuestro Padre será
quien nos libere y haga justicia por nosotros ya que el es
quien guía nuestro camino.

"De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a


espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais
capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales;
pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y
disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?" (1
Cor. 3:3). Si nos decidimos a andar como hombres y no
como siervos, entonces reclamaremos nuestros derechos,
exigiremos que se nos haga justicia. "Yo tengo que salir
adelante, yo tengo que decir la última palabra". El hombre
común lucha hasta salir favorecido. Eso hace el común de
los hombres. Pero uno que ha decidido seguir a Jehová de
verdad, esperará sólo en Él.

El no contaminarse con muertos


Otra abstinencia del nazareo era de no tocar muertos.
Romanos 8:6: "Porque el ocuparse de la carne es muerte,
pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz". Cuando leemos
en Números 6, pareciera injusto que si alguien cayese
súbitamente muerto junto a un nazareo, aunque éste no
tenía la intención de estar con él, contaminaba su cabeza, y
tenía que hacer un sacrificio expiatorio para librarse de esa
culpa.

¿Qué significa esto para nosotros? En esta generación tan


maligna y perversa pareciera tan difícil ser fiel, ser santo. El
enemigo nos bombardea con cosas pecaminosas de todos
lados. En estas condiciones, ¿quién podrá ser nazareo,
quién podrá ser un discípulo que agrade el corazón de Su
Majestad Imperial Jehová? Pero me consuelan estas
palabras: "Cuando el pecado abundó, sobreabundó la
gracia" (Rom. 5:20).

De manera que en esta mala generación, si el hombre o la


mujer deciden consagrar de todo corazón su vida al Padre,
tendrá la asistencia de la gracia para ser fiel, más de lo que
piensa o entiende. Porque la gracia capacita al hombre, le
da autoridad, le socorre para salir adelante y enfrentarse a
todas las vicisitudes de la vida. Os digo una cosa: que
cuando el Padre regrese, muchos nazareos estarán en pie
para recibirlo.

Los nazareos tendrán que huir de toda palabra corrompida,


de pensamientos desordenados, de chismes y
murmuraciones. Cualquiera de estas cosas nos contamina,
y a veces somos participantes de ellas, y hasta las
aprobamos. El que ha decidido consagrarse tendrá que huir
de toda forma de muerte. "El que es santo, santifíquese
todavía" (Ap. 22:11). La gracia está disponible para todos
los que quieran santificarse y agradar al Creador.

Un nazareo dirá: "Jehová tiene razón, él hizo lo correcto. En


cuanto a mí, seguiré adelante, amando al Padre. Dios es el
que hace justicia, yo no reclamo nada, ni puedo detenerme
por mi padre ni por mi madre".
Cuando su madre y sus hermanos vienen a buscarle, él
dice, señalando a sus discípulos: "He aquí mi madre y mis
hermanos" (Luc. 12:49). ¿Es que no amaba a su madre, es
que no amaba a sus hermanos? Sí los amaba. Pero su todo
era Dios. Él les estaba dando una enseñanza a sus
discípulos: que primero está él. Primero está el Señor, antes
que tu esposa y que tus hijos, antes que todos tus
familiares, por muy amados que sean.

Un nazareo desecha esa alianza natural, y dice: "Yo soy de


Su Majestad Imperial, y en primer lugar voy a agradar a mi
Padre". No es porque no ame a su familia. Los hijos tendrán
que honrar más que nunca a sus padres, el esposo a la
esposa, y la esposa a su esposo; pero primero está el
Señor. Cuando José y María buscaban al niño Jesús, él les
dijo: "¿No sabíais vosotros que en los negocios de mi Padre
me es necesario estar?". Fue intachable en su conducta con
sus seres queridos, pero he aquí le vemos decidido por
sobre todo a consagrar su cabeza a Dios su Padre. Que el
Señor nos conceda esa dicha también.

Amamos mucho a todos nuestros familiares, pero Jehová el


Padre es más precioso. Es más digno de seguirle, de amarle
con todo el corazón. Y cuando le amamos así, parece que
sube más amor por los hijos y más amor todavía por la
esposa o por el esposo.

En realidad, la satisfacción del discípulo, del nazareo,


solamente está en su Creador.

La penitencia por la culpa


Cuando empezamos a contaminar nuestro nazareato por
una u otra causa, se empieza a perder el gozo, el Espíritu se
va apagando, no hay sensibilidad ni discernimiento, no hay
sabiduría, sino frustración y desánimo. ¡Qué tremendo es
no percibirlo, como le pasó a Sansón, que cuando mancilló
su nazareato, cesó el poder de Dios en él! Por ello le
cortaron el cabello, como precio por su pecado.

Si el nazareo pecaba, tenía que presentar un sacrificio muy


preciado. Pero lo terrible era que los primeros días de su
consagración eran anulados. Cuando caemos en pecado,
poco a poco nos vamos apartando del Señor, y hasta nos
separamos de la comunión, nos vamos.
Cuando alguien se aleja de la comunión, y más tarde
vuelve, suele querer ocupar el mismo lugar que antes dejó.
Y pronto empieza a alzar la voz, queriendo ser tomado en
cuenta. Pero, de acuerdo al ejemplo del nazareato, los días
de su primera consagración son anulados. Entonces, tendrá
que volver al punto en el cual cayó, y desandar lo que
anduvo con su cabeza contaminada. Afeitarse por completo
como sacrificio a su deshonra.

Si pretende seguir sirviendo al Señor con su cabeza


mancillada, con su corazón contaminado, todo el pueblo se
da cuenta, todos los hermanos se dan cuenta. No hay
virtud, no hay gracia, no hay sabiduría, no hay
discernimiento.

Sí, los primeros años son anulados, pero hay esperanza de


restauración para quienes han mancillado su nazareato,
porque Dios es bueno y Dios es fiel, y porque la sangre
expiatoria de Cristo está vigente para salvar.

Consagrar la vida a Jehová y decidir seguir en pos de él


tiene un costo muy alto, pero al mismo tiempo es un
privilegio tremendamente grande. El Padre es precioso. Por
tanto, es mejor consagrar la vida al Padre que vivir en los
deleites temporales del pecado. Tenemos que amarlo,
tenemos que seguirlo de todo corazón. El llamado para un
nazareo o un discípulo es a andar como el Cristo anduvo.
La demanda es alta.

Si alentamos a los hermanos, a los hijos, a la esposa, que


hay que consagrarse de verdad; si les decimos en seguida
la verdad a los que vienen llegando –que Su Majestad
Imperial Haile Selassie I es santo–; si eso les va a caer como
fuego en el corazón, y de ahí van a empezar a crecer en el
Padre, vamos a dejar edificado su corazón con la palabra de
verdad, y tal será su consagración en los días venideros.
Que el Señor nos conceda esa dicha.

El voto de los nazareos (4:6:1 - 4:6:21)

Jehová habló a Moisés diciendo:


“Habla a los hijos de Israel y diles que si un hombre o una
mujer hace el voto especial de ser nazareo para estar
consagrado a Jehová, se abstendrá de vino y de licor. No
beberá vinagre de vino ni vinagre de licor. No beberá
ningún jugo de uvas, ni comerá uvas frescas ni secas.

Durante todo el tiempo de su nazareato no comerá nada


que provenga de la vid, desde las semillas hasta el hollejo
ni nada impuro que contamine cuerpo o alma.

“Tampoco pasará navaja sobre su cabeza y mentón durante


todo el tiempo del voto de su nazareato. Hasta que se
cumpla el plazo de su consagración como nazareo, será
santo a Jehová y dejará crecer libremente el cabello de su
cabeza y barba sobre su cara.

“Durante todo el tiempo de su consagración a Jehová, no se


acercará a ninguna persona muerta.

Ni aun por su padre, ni por su madre, ni por su hermano ni


por su hermana se contaminará cuando mueran, porque su
consagración a su Dios está sobre su cabeza.

Todo el tiempo de su nazareato será santo a Jehová.

“Si alguien muere de repente junto a él, y contamina su


cabeza de nazareo, entonces rasurará su cabeza en el día
de su purificación; en el séptimo día la rasurará.

“Después el nazareo rasurará su cabeza de nazareo a la


entrada del tabernáculo de reunión. Tomará el cabello de
su cabeza de nazareo, y lo pondrá en el fuego que está
debajo del sacrificio de paz.
“Estas son las instrucciones acerca del nazareo que hace
voto y de su ofrenda a Jehová por su nazareato, aparte de
lo que sus recursos le permitan dar. Cualquiera que sea el
voto que haga, él hará conforme a las instrucciones acerca
de su nazareato.”

Bendiciones en nombre del más Alto, Su majestad Imperial


Haile Selassie I. Dios todo poderoso Jehová.

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