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La madurez como proceso del ser humano y como

proceso manzana

No siempre la edad viene acompañada de madurez emocional porque


muchos más de los que creemos siguen siendo sólo niños toda su vida.

Muy en el fondo todos somos un poco niños a la espera de la protección de


los demás y nos cuesta sobremanera pararnos sobre nuestros propios pies y
caminar sin muletas ocasionales.

Hacerse cargo de uno mismo, esa gran aventura que empieza en la


adolescencia y termina con la muerte, es una cuestión que cuesta aceptar…

Pareciera que la madurez es un signo de normalidad, de sobriedad ante


situaciones “sobrias”, como si ella correspondiera a características típicas
de las personas. Muchas situaciones, nos dan a entender que la madurez
constituye una etapa del ser humano, que lo hace parte de un sistema
colectivo; todo colectivo en realidad; de ahí viene la preocupación por los
demás como viven; como piensan; en realidad podía ser el primer síntoma.
Me pregunto si Albert Einstein tuvo esa misma idea, ya que dijo esta
siguiente frase:

-“ Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que


nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros
mismos”.

Tal parece, que la famosa palabra “madurar” se transforma en un calvario


en los inicios de nuestra adolescencia; pero ¿Que significa?¿Por que nos
afecta tanto?; ¿De donde viene ?;Si vamos a su sentido literal, la palabra
madurar, se asocia a los FRUTOS, pero ¿Es acaso que somos simples
vegetales? ¿Es acaso, que nosotros tenemos tiempos tan cortos de
crecimiento donde debemos estar en el estado más óptimo de madurez para
ser comidos?; después de razonar con estas preguntas respecto al tema se
puede llegar a conclusiones descabelladas donde se plantea el desarrollo
humano, como el crecimiento de las plantas, donde necesitamos de la
madurez como un mástil que guía el tallo de nuestra existencia.

El famoso tema de la madurez como analogía con los frutos nos hace
identificar dos grandes tipos de madurez arraigadas en el común de las
personas, y si vamos a su forma más profunda tienen un sentido casi
dramático y penoso. El primero es la madurez corporal, en el desarrollo del
ser humano, el crecimiento hormonal y las primeras características que nos
dicen que somos sexualmente aptos; vaya que también sucede con las
frutas que pasan de sus período verde donde nadie les toma atención y
digamos con un tono sarcástico no las toman en cuenta pues aún no son
sabrosas y una vez que maduran es cuando ya tenemos conocimientos de
que la fruta si tiene tal FORMA o tal OLOR ya están en óptimas
condiciones; ¡están listas para servir!, pero cuando pasan de largo una vez
maduras e incluso ya aptas, nadie las toma en cuenta “se pudren” y jamás
conocen la experiencia de haber sido comidas. La segunda madurez, guarda
estrecha relación con la madurez espiritual, y es entonces que surge la
pregunta ¿cuál es el espíritu de la fruta, en relación con el ser humano?
Pues fácil, si lo planteamos del siguiente modo, diremos que la esencia de
la fruta o el espíritu, es SU SABOR, el que todos conocemos pero no
podemos mostrarlo, y que hace que una manzana sea reconocida como
“manzana”, también es su característica psicológica, pero ella dependerá
netamente de los factores ambientales a que estuvo sometida durante la
etapa de crecimiento y esto valga tanto para la fruta, como para el ser
humano.

A raíz de esta explicación y quitarles la duda de lo que es en realidad la


madurez en sus dos tipos; puedo opinar con toda libertad, que la madurez
puede que nos afecte mucho tanto mental como físicamente y que nosotros
seamos como una fruta que nunca podemos madurar, porque es un proceso
de toda la vida y no una etapa que se da en tal o cual edad, el término
madurar jamás podrá ser lo suficientemente preciso para indicarnos que es
útil para nuestra forma particular de ser.

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