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proceso manzana
El famoso tema de la madurez como analogía con los frutos nos hace
identificar dos grandes tipos de madurez arraigadas en el común de las
personas, y si vamos a su forma más profunda tienen un sentido casi
dramático y penoso. El primero es la madurez corporal, en el desarrollo del
ser humano, el crecimiento hormonal y las primeras características que nos
dicen que somos sexualmente aptos; vaya que también sucede con las
frutas que pasan de sus período verde donde nadie les toma atención y
digamos con un tono sarcástico no las toman en cuenta pues aún no son
sabrosas y una vez que maduran es cuando ya tenemos conocimientos de
que la fruta si tiene tal FORMA o tal OLOR ya están en óptimas
condiciones; ¡están listas para servir!, pero cuando pasan de largo una vez
maduras e incluso ya aptas, nadie las toma en cuenta “se pudren” y jamás
conocen la experiencia de haber sido comidas. La segunda madurez, guarda
estrecha relación con la madurez espiritual, y es entonces que surge la
pregunta ¿cuál es el espíritu de la fruta, en relación con el ser humano?
Pues fácil, si lo planteamos del siguiente modo, diremos que la esencia de
la fruta o el espíritu, es SU SABOR, el que todos conocemos pero no
podemos mostrarlo, y que hace que una manzana sea reconocida como
“manzana”, también es su característica psicológica, pero ella dependerá
netamente de los factores ambientales a que estuvo sometida durante la
etapa de crecimiento y esto valga tanto para la fruta, como para el ser
humano.