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Historia de Alvaro Palma

A pesar de que a pocos años de su muerte, descubrí


que mi abuelo fue un importante personaje para la
literatura guatemalteca. Tuve el honor de escuchar por
su boca, como un gran escritor aprendió a leer y escribir.

Según me contó mi abuelo, en los años de su niñez, la


educación era un proceso rígido y poco participativo,
principalmente en Asunción Mita Jutiapa. A temprana
edad, el pequeño Alvaro Palma fue recomendado a un
tutor Marcelino Díaz “con todo y nalgas” decía, porque
su papá desde el primer día de clases, le indicó al
maestro que tenía permiso de utilizar el castigo físico
como castigo por los altibajos en su aprendizaje.

En varias ocasiones, Días le recordaba a Palma “Tengo


encargo de enseñarte a escribir a como sea y si no
aprendes te voy a golpear”.
Así es que como todo principio, fue muy difícil,
principalmente en el proceso para el adquirir las destrezas
motoras finas, que son necesarias para poder escribir.
No obstante con la ayuda de su maestro que le sujetaba
la mano fuertemente para estimular su agilidad, los
primeros trazos de las letras poco a poco fueron más
fáciles, hasta que después de tres meses escribió las
primeras palabras, mamá y papá.

Después de mucho esfuerzo, la mano del profesor poco


a poco ya no se sentía dura, afirmaba Palma y después de eso, con el tiempo aquel que
aprendió con dificultad a escribir, se convirtió en un prolífico escritor, que desde temprana
edad, creo muchas obras literarias y que en los tiempos más oscuros de la historia de
Guatemala, no dudó en ejercer el periodismo con valentía.

Muchas veces los pensamientos de Alvaro Palma, que fueron expresados en los periódicos,
le trajeron consigo muchos sustos y en una ocasión, privación de libertad en la cárcel.

Sin embargo años mas tarde después de de una carrera homenajeada y de tratar de usted
a los principales líderes de opinión, Palma siguió desde su casa haciendo lo que más le
gustaba, trabajar escribiendo y leyendo.
En su libro “El uso correcto del lenguaje” expresa muy certeramente su afición a la lectura,
aconsejando a la juventud que lean al menos seis horas diarias cosas útiles y que los libros
son como maestros que están disponibles las 24 horas del día con la buena disposición de
transmitir sabiduría.

Una de las mejores anécdotas de quien acusó formalmente a los enemigos de la sociedad,
es que nunca hay que ceder a la ambición y que nunca es tarde para reconciliar a los buenos
amigos para luchar al lado de ellos, con el objetivo de triunfar juntos.

Por: Elliott Palma

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