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Capítulo 1
6 llEIIECHO CIVIL
Los objetos de los derechos son muy variados. IXsde luego, pue.
den serlo, como en los llamados derechos de la personalidad, los atrio
butos o manifestaciones de ·ésta: la salud, el honor, la propia imagen.
En seguida, constituyen objeto de derechos los bienes inmateriales o
productos del espíritu humano, como las obras científicas, literarias,
artísticas, las marcas de fábrica, etc. También son objeto de derecho,
como hemos visto, otras personas y, además; determinados actos de
ciertos individuos, como los del deudor de una obligaci6n; cosas ma·
teriales o corporales del mundo exterior (una casa, un mueble); las
energlas naturales, como la electricidad y el gas; la participaci6n de
... las personas en las cooperativas o en las sociedades de las que son miem·
bros; determinadas concesiones de explotaci6n u otros privilegios.
2. Contenido del derecho.-Son nociones distintas el objeto y el
contenido del derecho. El contenido son las fK\!Jrades que .el J.:udlo
implica en. rt:I?ci6n c<?n ~uo!>k!i'..._o se;, ven~aia§.~t¡1idades que el
derOClio-permite' rciéábar de su objeto. El contenido se actúa práctica.
mente a través de hiéhoLrIlat!:!i:J.!<.:s.y jUÁQic~
La diferencia entre contenido y objeto del derecho se penetra fá.
cilmente, y queda perfilada con evidencia si se piensa que una multi-
tud de derechos diferentes pueden tener un solo y mismo objeto, pr~.
dsamente porque esos derechos otorgan facultades diversas respecto de
éste, o sea, tienen contenido distinto y de esta manera la compatible
pluralidad de derechos respecto de' uit objeto únko..es de absoluta 16gi.
ca. Un predio puede. ser objeto de la propiedad de una cooperativa,
objeto del usufructo de otra, dado en arrendamiento a una tercera y,
por último, el mismo predio es posible que sea objeto de alguna servi.
dumbre de tránsito en favor de otro fundo.
Cada derecho se caracteriza por su contenido específico, que lo
distingue de los demás. Virtualmente o en abstraeto todos los dere.
chos del mismo tipo tienen idéntico contenido, sin perjuicio de que en
roncreto, éste varíe de un derecho a otro del mismo tipo por la con·
correncia de otros derechos que, al menos por un tiempo, reducen la
amplitud de facultades del derecho que soporta esa concurrencia. Ejem.
plo típico es el derecho de propiedad, que ¡¡ermite usar, gozar y dis-
poner de la cosa que es su objeto. Pero si se constituye sobre dicha co-
sá un usufructo, la propiedad, mientras dura el usufructo, priva al due.
ño de las facultades de uso y goce. .
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8 DEIlECHO ClVlL
'j i ( . S. El objeto de los demás derechos jamás son cosas, sino una con-
t;.,., Jdueta humana, un hecho o una abstención, es decir, un servicio o pres-
~~ l.taáón que es el contenido especifico del derecho de obligación.
" El trabajo humano aplicativo no es, desde el punto de vista jurídi-
co, una mercan da, una cosa ni, por ende, un bien, pues como está li.
gado inseparablemente al hombre que 10 produce, carece de existen.
cia autónoma. Si el trabajo es creador de formas de ideas, éstas pasan
a ser objetos de derechos, bienes inmateriales que se incorporan o coro
porifican en un cuadro, en una estatua, en un aparato inventado.
6. Espado atmosférico.-EI espacio atmosférico no es cosa, sino un
concepto de relación como el del tiempo. Dlcese que es una continua
e ilimitada extensión cor¡siderada como una entidad vacua en la cual
pueden existir y moverse las cosas materiales Y. por ende, los bienes
c:orp6reos que forman el objeto del derecho.
No debe perturbar la idea de que el dueño del suelo lo es del es·
pacio aéreo o vuelo que está sobre la superficie de su dominio, Esta es
una forma de hablar y sólo quiere significarse de que ese dueño pue-
de usar del mencionado espacio para extender sus construcciones hacia
arriba hasta donde le sean útiles y le permita la ley (1).
(1) A _ 011\> ...Iiauo, .. J" • .... dable lIObJt la ....1<ri. 01 líbro d. Maiorca,
'1.0 ~ cd i limiti dcIIa _ _ foDdioria", TonDO, 19~
Capítulo n
t CLASIFICACIONES DE LAS COSAS
(3) P1aQiol~ obra citada, tomo 1, pág. 850, N.'" 2,583; Aubry et hu, "Cours de
Droit Civil Fran,ais". D'apta la métbode de 2':acharja.e, romo 1I. París, 1897. pig. 3.
nohl 2.
(4) Plaa101. ihídem.
(5) Castán Tobeñ.as, "Dérecoo Civil Español. Común y Foral", tomo 1 (Madrid.
1943), l'Ó!l- 261. .
(6) EIlIlOCCf:rus. KJpp y Wo1ff. "Traado. de o.«cho Civil", P_ <le_al. V.,.
l\UIleQ 1. Barceton.. 1934. pág. 549.
12 DEltECHO CIVIL
/
LOS BmNES y LOS llI!UCHOII UA.LIIS 13
=====
clandestinas o fraudulentas ... (Decreto con fuerza de ley N.o 4, texto refundi-
do, publicado en el "Diario Oficial" de 19 de diciembre de 1962, artículo 168).
La jurisprudencia de otros países, como Ja francesa y la española, han re-
suelto también que la energía eléctrica y el gas son cosa, muebles y que"" aproo
vechamiento ilegítimo constituye delito de hurto.
"En cuanto a las ondas eléctricu de los aparatos emisores en la radiotelegra-
fía o en la radiotelefon{a 1 dice Ripert J es imposible ver en cHas un objeto de pro.
piedad mueble. La protección de e,to, derecho, ,ale del régimen de la propie-
dad privada".
vacla como los públicos), en una u otra categoria de ellas (14). Refle·
jan esta concepción los Códigos de Francia (articulo 516) y de Chile
(artículos 566 y 580), pues encuadran todas las cosas, corporales e in.
corporales, dentro de las clases de muebles e inmuebles.
El inmenso desarrollo dd comercio y la industria, iniciado en el
siglo XIX, ha dado a la riqueza mobiliaria una importancia enorme.
Pero este incremento de la fortuna mobiliaria no se debe, fundamen.
talmente, a la multiplicación que, por obra de la industria y el comer·
cio, ha experimentado la producción y d intercambio de los objetos
corporales muebles, sino a la consideración de los derechos personales,
de crédito u obligaciones, entre las cosas incorporalcs muebles. Los de.
rechos mobiliarios (bonos de crédito contra sociedades, contra el Esta.
do, etc.), han determinado, pues, la preeminencia de la riqueza mo-
biliaria sobre la inmobiliaria; en la mayor parte de los paises civiliza-
dos aquélla es muy superior a ésta y constituye lo esencial de las for-
tunas. Por eso hoy en (Ha se tiende a una protección jurídica de la ri.
queza mueble similar a la dispensada a los inmuebles.
A pesar de todo, en las legislaciones modernas, como la alemana
y la suiza, la clasificación de los muebles e inmuebles sigue siendo la
más importante. El Código Civil Alemán, dicen Enncccerus, Kipp y
WolH, establece un derecho mobiliario y un derecho inmobiliario "pro-
fundamente diversos, rigiendo sólo en pocos aspectos principios igua-
les o coincidentes en lo principal" (15). En el C6digo Civil Italianoilie
1942 se mantiene también la distinción tradicional de los muebles e
inmuebles, porque, según decía el Ministro Guardasellos Grandi en su
Relación al Rey, todavla es importante bajo múltiples aspeet<>s en el or-
denamiento jurldico ("perche, come ho gi1l notato, ancora sotto mol.
teplici aspetti rilevante nel nostro ordinamento giuridico").
(14) _í, átsdo por c..suln, ob ... cítsda, romo 1, p6g. 264.
(1,) Obra citsda, volumen 1, pá,g. "~'o
16
1é iIEJU:cHO CIVIL
pozos, etc. *
bién los puentes, alcantarillas, diqUes, malecones, acueductos, túneles,
Pwpi3mcnte, ~ dicc, .lados lns progn'hos de 1:1 ingenioÍa) parece que los
ediíicios nu tkb~·rbn COllt;¡C~C ya tntre los inmueble;;, pue\ es posible trasladar
con;-,¡ruccÍo!tcs sin rJemoleda;:. Fn Parí". apunta Planiol, la "FunlaJne du Pal-
mier". sohre la plaza tk CJ1:ttdet, fue muvida hacia atrás todo entera, i10r la
nrcrtura del 13uukvard de SC!lost0I'0L Pero el Derecho, prosigue el mismo autor,
no mü;¡ la ~Xlsihil¡dad del movimiento con el mismo rigor que la mecánica. Om-
si(jera como inmuehles las CI):'JS (lut: 10 ~on de una manera durable y h:lbitu:1l;
atjudlas cuya funcitll1 es b ¡le SCI inmuehles, ;:lUoque accidentalmente puedan
ser tra~ladaJJ.~ por medíus extraordinarios.
• j \,'" ?
'¡ • •
DEltECHO CIVIL
-En general, puede decirse que la diferencia consiste en que las cosas
muebles incorporadas pierden su propia individualidad y se convier.
ten <;n parte constitutiva del inmueble, no as! las cosas destinadas, que
simplemente se agregan o anexan al inmueble y continúan conServan-
do su propia individualidad.
Pero muchas veces la distinción será dificil, y habrá que decidir,
según las circunstancias especiales de cada caso concreto, si una COsa
es inmueble por incorporación o por destinación.
28 DERECHO CIVIL
\
pa,a atribuir esa cali,bd inmucble a los cosas muehles.
La iurisprtldellcia ha declarado 10 siguiente.
1) Las aguas son por naturaleza muebles, pero que pasan a ser in-
muebles por destinaci6n cuando se usan de un modo permanente en el
uso, cultivo o beneficio de un inmueble (30). (C. de Aguas, Art. 2.°).
2) Los artefacto.< sallitllrios consistentes en tinas de baño, eXcusa·
,los, lavatorios, lavaplatos, etc" son inmuebles por destinación de las
(29 e) Ibídem, pág. 84, N." 74, Y nora 194.
(29 d) Ibídem, pá.'{. 84, N.t' 74.
(30) e Suprema. 26 de '¡ióentbrt: de 1910, "Revista de Dere<ho dé' Jurispnldel1~
¡la", wmo 9. ~ecdón primera, pág, 97; e Santiago, 12 de enf'CO de 1926, "Revista Je
Derecho y Jurisprudenóa", romo 26, secdón primera, pág. 306 <c. 6, pág. 307); e
Suprema, 4 dr noviembre de 1944, "Revista de Derecho y Jurlsprudencia", tomo 42,
,ecóón primera, pág. 372, etc.
3-DerechQ Ovil, II!
34 DEREcHO CIVIL
casas en que están adheridos y se presume que son del dominio del pro-
pietario de esas casas (31).
Eu realidad, la calificación de todas eslas cosas no puede hacerse
a priori conforme a un criterio único. Depende de las circunstancias de
cada caso. Por ejemplo, una tina de baño si está permanentemente ad.
herida al suelo y unida por materiales sólidos al suelo y la pared, cons·
tituye un inmueble por adhesión, pues piercle su autonomía e indivi.
dualidad; pero si sólo está conectada a las cañerías de agua, es un in-
mueble por destinación.
3) Es inmueble por destinación, y debe considerarse incluido en la
venta de un fundo, el carmaje destinado permanentemente al servicio
de éste (32).
4) El me7laJe de un hotel, que entra en el arrendamiento de un
balneario, debe reputarse inmueble por destinación, como quiera que
allí ha sido colocado por el arrendador o dueño del balneario para el
uso y servicio de éste. en forma permanente, y para el beneficio dd
propio inmueble (33).
5) Si se prueba que el armazón y un mostrador están destinados
al beneficio de la casa comprada, debe estimarse que forman parte del
inmueblc, de acuerdo con la disposición del artículo 570 (34).
6) Los estantes de una casa deben regirse por el artículo 570 del
Código Civil si están destinados al mejor provecho del inmueble (35).
7) Los ferrocarriles y andariveles de una sociedad minera son in-
muebles sí están destinados al beneficio de las minas de la sociedad (36).
8) Son inmuebles por destinación las vasijas de un fundo vitiviní-
cola que sirven para la vendimia y elaboración del vino; pero no ¡as que
sirven de envase pará el vino que se vende (36 a).
9) Es inmueble por ,!estino la instalación par" la fábrica de hielo
colocada por el dueño del predio en que se halla (36 b).
(31) C. SantiOjgo, 14 de noviembre Je 193R, ·'Revista de Derecho y )urispruden.
da", romo fL secci6n primera, pág. 127.
(32) C. Tale", 20 de octubre de 1906, "Revista de Derecho y Juris.prudencia".
s<--'cción sfgunda, pág_ 51
(H) e Supn.'ma, 26 de septielúbre de 19j8. "Revista de Derecho y Jurispruden-
da". tomo 36, s-::n:ÍtJu pl'imera, pág. 247 (C. 3, pág. 250).
(34) C. (oncelx'j{m, :)1 . le ocrubre Je 1884, Gaceta, 1884, N.Q 2.j93, pág. L632;
C. Santiago, j rh: eot'ro de 1904, "Revista de Derfeho }' Jurisprudencia", tomo 2, 5(;(-
ción primer:;¡, pág. 126 (C ').0, L" instancia, pip;_ 126),
()<:) Véa.~~.' la sentencia de la CoIte de Santiago de la nota iUtterlor,
OÓ} e Sanriugu, 26 de noviembre de IOl~, "Revista de Derecho y Jurispruden~
cia". como 15. sección segunda. pág. 23.
(36 .. ) C. de Sanriago. 26 de diciembre de 18S1, Gacera de ISBl, N.t' 2.773,
pág. LnS Ce. 10 y declaración 4. 4 de primera instancia, pág_ 1.530).
(36 b) C. Suprema. 7 de julio de 1921, Gateta de 1921. 2.<) semestre, N." 7. pá~
gina 26.
LOS BIENES Y LOS DERECHOs REA.LES
40. Las estatuas#-El Códígo Civil Francés dice que las estatuas son inmue~
bIes cuando están colocadas en un nicho abierto expresamente para recibir1a$,
aUn cuando ellas puedan ser sa<:adas sin fractura o deterioro (artículo 525, in-
dso final).
A pesar dd antecedente, nuestro C6dígú nada dijo en espeóal sobre la ca~
lificaci6n jurídica de las estatuas. Claro Solar, sin embargo, no vacila en indujr~
las entre los inmuebles por destinacíón. Y. a su juicio, tienen esta calIdad no sólo
cuando están colocadas en un nicho, sino también cuando cualquier otro signo
del inmueble demuestre e\'idemernente la disposíd6n de un lugar para su ubica-
ción (por ejemplo, los pedestales destinados al decto en Un jardín de lujo). Po-
dría argumentarse en cOntra --prosigue el mismo autor-. "que el artículo 572
considera en general muebles las cosas de comodidad 11 ornato, aunque se cia·
ven o fijen en las paredes de otra manera, si pueden rrmoverse fácilmente sin
) detrimento de las mismas paredes; pero el artículo 572 se ha referido solamente
a estas cosas que es costumbre clavar o fijar en las pareJes para el uso personal
del propietado o inquilino por el agrado que su vlsra u ornamemaci6n propor~
ciona; y no ~e ha reú'rido a la~ cosas muebles que según la regla general del
artículo 570 deben reputarse inmuebles por destinacjón por hallarse destinadas
permanememente a mO y beneficio del inmueble" (36 e).
(36 e) CInro Solar, obr'il dtada. tomo VI CSanriago, 1930), pág. 89. N!' 79.
(36 d) Snvatier, obra citada, romo 1, pág. 305> N,o 600.
(36 e} Obra "tada, tomo VI (Santiago. 1930), pág. 95.
LOS BIENES Y LOS DERECHOS :REALES
=====
4L Instalad6n de calefacción central índividuaJ."-La práctica" de estas ins~
talaciones ha planteado el problema de saber si constituyen ellas fnmue~Ies por
aJhesi6n o por destinación.
La mayoría de los autores y de las sentencias de los tribunales franceses con~
~¡dera que los tubos' conductores de agua, gas o electricidad son inmuebles por
naturaleza (por adhesión, para los que no incluyen éstos en aquéllos). Ahora
bien. como una instalación de calefacción central está esencialmente constituida
f'C)r un conjunto de tubos }' canalizaciones por las cuales circula agua caliente
(> \-apor. Ia conclusión es obvia: si los tubos son inmuebles lXlf naturaleza (o por
""". (36 8) "Revue TdmesrricUe de Droit Civil", tom.o XLVIIl. año 1950, piS- ]5,
38 DERECHO CIV.~I;L,============
=_'7.=='7.==-:::==.=. _
ticulo 573), pasan a ser lo que eran antes de la destinación: (Osas mue-
bles. Y se reputan muebles UIIII ames de su separación, para el efecto
de constituir un derecho sobre dichas cosas a otra persona que el due-
ño (artículo 571, inciso 1.0).
ore dichos pro<-luctm; o (O:-.JS a otra persona que el dueño (art.ículo 571. inci-
ro L°), y el ladrón, como ya hemos dicho. ningún derecho constituye.
Según~ Se puede notar, de acu<:rdo con los términos estrictos de nuestras dis~
~,().'i¡cioncs no es posihle aceptar lá similitud del concepto de (Osa muehle t":n el
Í::krccho Civil y en él Derecho Penal. Den~ro de éste, es cosa mueble simplemen-
te la cosa que es susceptible de scr }levada del lugar donde se t":ncuentra.
~I'nt)
45. Concepto y divisiones. -Cus.s muebles son las uc uede tra·
~g~ de U!! ..I~ a otro lin cam 10 o (¡rimento de su su ,tan cia.
Se dividen en müebles por naturaleza y muebles por anticipacÍón.
46. a) Muebles por naturaleza.-Son lasfí:~Á.7muebles propiamen-
te tales, las que por su esencia misma calzan en la definición apunta·
da, Se dividen en semovientes y cosas inanimadas.
Son semovientes las cosas corporales muebles que pueden trasla·
darse de un lugar a otro moviéndose ell;¡s a s1 mismas. Son cosas in-
animad(/s las que sólo se mueven por una fuerza externa (artículo 567):
un libro, una mesa, una locomotora. .
Exceptúanse de la categoria de bienes muebles por naturaleza. los
bienes que siéndolo se reputan inmuebles por su destino (artículo 567).
La división de cosas inanimadas y semovientes carece de impo••
tancia, porque unas y otras están sujetas a unos mismos principios.
Pero hay disposiciones especiales para unos y otros en el C. de
Procedimiento Penal, tratándose de embargo para asegurar la responsa.
\'
- bilidacl del reo ( arts. 386, 390 Y 391). \
(44 d) e Santiago, 22 ilBosro 1870, Gadtll, uno, N,U 1.904, pág. 874; e Su·
prema, 30 octuhre 1917> "Revista de Derecho y JurispruJencia") tomo 45, sección pr¡·
mer.a, pág. 263.
(44 e) C. Conccpción, 15 julio 1914, Gaceta, 1914, 2::> semestre, N.O 404. pági-
na 1.126; C. Suprema, 27 diciembre 1917. "Revista de Dcrecho y Jurisprudencia", ro'
mo 15, sección primera, pág. 338.
(44 {) C. Suprema, 28 diciembre 1921, "Revista de Derecho y Jurisprudencia....
tomo 21. secdón primera, pág. 391.
LOS BIENES Y LOS DERECHOS REALES 43
m¡ri ....a calidad de muebles di.'sJt.: gUt-" se separ.lll con la finalidad de darles dife-
rente destino, y aUl1 antel' de su. separat,-ión, para el efc{:w de constítuit un de-
ro:ho sobre ellas a utra persona qu(.' el Jt.:-::iio (44 g).
C. COSAS INCORPORALES
I. DERECHoS REAI.ES
- --
derechos en tres categorías: derechos reales, personales e intelectuales.
53. Las partes socíales.-Todo socio tiene en la sociedad una cuota o parte,
esto es, un Jerecho ,}e panicipación en la sociedad, que implica un conjunto de
derechos y obligaciones espcdtico:l de naturaleza patrimonial y no patrimoniaL
Esa cuota o parte en la sociedad se llama técnic;¡mente parle social. Entre 10$ de~
rechos y ohligaciones patrimoniales qne cm'uelw est::ín la obligaci6n de efectuar
los aportes, el derecho a tu tltilídades, la ohligación tl las deudas sociales, el
ucrecho a una parte del parrimonio cuando la sociedad tOe:1 3 su fin, etc. Entre
los derechos y obligaciones de naturaleza 110 patrimoru'al o cOJ'pvralÍf/a está el
derecho de administración, el derecho de "control" de la gestién social, etc.
Las partes soeía!cs en las socieúades el:::: personas redhen el nombre de i1Jl~
rl:$, y en las sOcledaJes úe capitales, el de aCCión. En uno y Otro caso trátase de
un hien complejo incorporal que. según los amores, no puede catalogarse de de-
recho real ni de Jerecho persona1.
El derecho llamado parte social recae sobre un bien íncorporal: por tanto,
con relación a su objeto, no es inmuehle ni mueble; pero se reputa de este úl-
timo carácter siguiendo la tendencia Je consider:u muebles todas las C053' que
jurídicamente no son inmuebles.
r
I!LfJ_ m.ateríales l' accesorios o formales. Ejemplos de derechos realés
principales son el dominio, el usufructo, las servidumbres; y de dere·
chos reales accesorios, la prenda y la hipoteca.'
'-\ El nombre de derechos materiales se explica porque tienen en mi.
1 ra las utilidades materiales de las cosas; se contraponen a los derechos
' formales, porque estos últimos no confieren a sus titulares ni el uso ni
i el goce de la cosa.
l b ) Otra closificación toma corno punto de referencia el dominio,
y agrupa, por un lado, el derecho de domillio y los derechos reales si·
I milares a éste (copropiedad, herencia) y, por otro, los derechos ¡'mí·
~
tatJVos del dominio, o sobre cosa alcnt/.
Este último grupo Se subdivide en derechos reales de goce y de
garantía. Los primeros contienen las facultades de uso o goce directo
LOS BIENES Y LOS DERECHOS REALES 47
¡
,. El artículo 5&7, en su inciso 2.", enumera algunos derechos reales.
Dice: "son derechos reales el de dominio, el de herencia, los de USll-
fructo, uso o habitaci6n, los de servidumbres activas, el de prenda y
d .le hipoteca". La redacción de la disposición deja de manifiesto que
b enumeración ,tIO es tl1xativl1... pues no dice que los derechos reales
<al Jos que enuinera, sino que los enumerados son, tienen la califica·
aóo de derechos reaJes. Y el mismo Código corrobora, más addante,
ate aserto, pues cita otro derecho real no aludido en la enumeración
tEJ:erior: el derecho~e=, que es personal en cuanto puede dirigir.
te cOlltra el cen~uario, y real en cuanto se persiga la finca acensuada
ir.:Í<ulo 579). El Código de Minería califica de derecho real inmue.
W. la concesión para explorar (artículo 26). La mayor parte de la doc·
lrica considera también como un derecho real inmueble la manífesta-
(:lICÍft mmera inscríta, en razón de los derechos que según la ley otor·
48 DERECHO CIVIL
n. DERECHos PERSONALES
64. Diversas troms.-Las ideas que hemos expuesto sobre IO!J derechos rell~
les y personales corresponden más o menos a la llamada ttoI"Ía clásica; pero es
de advertir que hay muchos puntos controvertidos que han dado margen a la
formulaci6n de otras teorías. Un cuadro completo de ellas sería el siguiente.
tenido negativo) que tienen los terceros de no invadir aquella relación autónoma
y dí recta entre el sujeto y la cosa, El primero es el demento interno. el contenido
económico o estático del derecho real; el segundo es el demento externo o diná-
mico, la garantía jurídica de aquel contenido económico. Ambos elementos tie-
nen importancia y deben considerarse en la definici6n de derecho real, que de
acuerdo con estas ideas, se formula así: "derecho!! reales son aquellos derechos
privados que atribuyen un poder de inmediata dominaci6n $Obre una cosa, opo-
nible a cualquiera".
68. 4) Teoría económica, defendida por Bonneuse. Este, como la teoría cll-
sica, establece una separaci6n irreductible entre el derecho real y el derecho per-
sonal; pero basada en la diversidad de contenido de uno y otro: el contenido
del primero es el fenómeno económico de la apropiaci6n de riqueza; el del se-
gundo, el fenómeno económico del serviCIO. Y así~ define el derecho real como
··uoa relación de derecho en vinud de la cual una (osa se encuentra, de una
manera inmediata y exclusiva, en todo o en parte, sometida al poder de apro~
Todas las trorías anteriormente ~xpuestas hao sido objeto de críticas, que
emitimos, dada la índole fundamental de n~stra obra.
70. Tanto los derechos reales como p<'rsonales puedm m' muebles
o inmuebles.-De acuerdo con el artículo 580, los derechos se reputan
bienes muebles o inmuebles, según sea la cosa en que han de ejercerse
o que se debe. Y el artículo 5.81 agrega que los hechos que se deben se
reputan muebles.
Del artículo 580 se desprende que t¡jnto los derechos reale, como
VI. ACCIONES
a petición de parte, salvo los casos en que la ley los faculte para proce-
der de oficio" (artículo 10, inciso 1.0).
c) El juez, en la sentencia, debe conformarse a IIl5 peticiones del
demandante y a las que, en contradicción con él, hace tJaler el dematl.
dado. Por <:so nuestro Código de Procedimicnto Civil sienta la regla
general de que "las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del
proceso, y no podrán extenderse a puntos que no hayan sido expresa-
mente sometidos a juicio por las partes. salvo en cuanto las leyes man-
den o permitan a los tribunales proceder de oficio-' (artículo 160).
d) U no de los criterios que se toma en cuenta para determinar la
rompaenria de los tribunales es el (le la calificación de las acciones,
según «an éstas muebles o inmuebles (C. Orgánico de Tribunales, ar-
ticulos 135 a 138).
e) La prueba también está condicionada a la naturaleza de la ac-
ción. Por ejemplo, y en términos generales, en los juicios posesorios no
se toma en cuenta el dominio que por una u otra parte se alegue (c.
Civil, artículo 923, inciso 1."),
86. Acción penal y acción civil.-La acción penal nace de todo de-
iao. y V<l enderezada a .obtener el castigo del culpable. La acción cil/il
tiende a lograr la restitución de la cosa o su valor y la indemnización
~:.¡blecida por la ley a favor del perjudicado (C. de Procedimiento
Penal, artículo 10)_
bies, pues no se destruyen objetivamente por el primer uso, sino en Íonna gra-
dual por el mismo uso más o menos repetido (vestidos~ l11uehles de uo;:! casa).
plo: dos libros r1e la misma serie serán fungibles si ambos están igual.
mente nuevos; pero no si uno r1e dIos aparece usado.
En consecuencia, podrían también definirse las cosas fungibles co·
mo las que pertenecen a un mismo género y se encuentran en el mismo
estado, y como cosas no fungibks las que no pertenecQ:l a un mismo
género y las que, a pesar de corresponder a un mismo género, no se en·
cuentran en el mismo estado.
RecuérdeS<' que el concepto de género es relativo; hay géneros de
mayor y de menor ntensión. El género más pequeño en extensión que
está cOlitenirlo en el de may'lr extensión $e llama. especie. En este caso l
El voto disidente expresa que "el norario aceptó el encargo y recibió el di-
ncro a fin de wmprar estD.mpíllas o vender las que él tuviera YI en todo (;1$0,
colocadas en el protocolo en cancc!ación del impuesto. En ningún caso puede
estimarse que hubo un depósito de nwnedas para que el notario 12s guardara en
su poder y las restituyer¡1 en especie. a voluntacl dd depositante (c. Civil . ar-
tJculo 2)21). En consecuencia, no ha podido !>cnt¡r::.e autoriZ3(io el notado para
usar el dinero destinado a un fío público, Al tomarlo perjudicó al Fisco y no al
contmtanrc". El voto de minoría. después de otras consideraciones, termina ma-
n¡festando que el notario declarado reo incurrió en el delito contemplado en el
:utÍcu]o 235 del C. PennL Este precepto castiga al empk.ado que, con daño o en-
torpecimiento del servicio Pl¡hlú::o, :lplicarc ;1 lISOS propios o ajenos los cauJ:\les
(¡ efectos puestos ;1: su cargo.
reloj. En cuanto a los inmuebles, por regla general sQn indivisibles las
casas y divisibles los terrenos. Por declaración expresa de la ley, las per.
tmencias mineras no ;-nn susceptibles de división material, sino intelec·
tual o de cuota, pero esta disposición no se aplica a la propiedad sali.
trera (Có,ligo de Minería, artículo 74).
(4) ¡clem.
(:') ¡ r. renara, "Namraif'z3. jurídica de la hacienda mercantil", estudio publicado
en la "Rev¡sta de Dt'fCcho PrivaJo", año XXXII, Madrid, 1948, pág. 962.
(6) Véanse Bonnecase, "Préós de Dwit Civ¡l", tomo ll. París. 1934, pág. 61; Bon-
Decase, en "Suplement au Traifé rh¿'orique et pratiquc de droir civil" de BauJry lacan-
tloerie, tomo IV, París, 192R. núrnCfm 248 y sigs., págs. 507 y sígs.; Bcudanr, obra
t¡r:sda. tomo IV, K." 18, pag. 16; Gal)', obra draJa, pág. 31ft
LOS l:HEN:ES Y LOS DERECHOS REALES
(.,) Akssandri, "Tratado Prácdco de hl$ Capitulaciones Matrimoniares ••. ". San~
"""". 193'. N.' 359, pág. 2B.
(8) Bonne01se, obra citada. tomo JI, págs. 61~2.
(9) Seudont. ob .. dIOdo. tomo IV. N.' 15. ptI/!- 13.
86 OEllCHO CIVIL
120. Conceptos.-Según que las cosas tengan una vida jurídica in-
dependiente o subordinada ;¡ aIras, se clasifican en prú¡cipales y ac-
cesorias.
Nuestro Código Civil no formula esta clasificación, pero la reco·
noce en diversas disposiciones. El artículo 658, por ejemplo, establece
que en los casos de adjunción, no habiendo conocimiento del hecho
por una parte, ni mala fe por otra, el dominio de lo accesorio accederá
al dominio de lo principal, con el gravamen de pagar al dueño de la
parte accesoria su valor.
( 1) "Doctrina General del Dete,.ho Ciyil", traduc. castellana) México, 1938, pá-
gina 296,
(2) ·'Introducdón al Derecho Civil". ttaduc. castellana, Barcelon,a. 1933. pía. 144.
LOS BIENES Y LOS DERECHOS REALES 91
==~~==
die. El Código Civil expresamente dispone qUe son bienes del Estado
todas las tierras que, estando situadas dentro de los límites terrítoría·
les, carecen de otro dueño (artículo 590).
La Corte Suprema ha explicado que durante el imperio de la le·
gislación española en Chile, eran llamados bienes mostrencos los mue.
bIes que no tenían dueño; y IJacalltes los raíces que tampoco los te-
nían. A virtud de la disposición del artículo 590 no hay en Chile hoy
día bienes vacantes, pues los raíces que carecen de otro dueño pertene-
cen al Estaoo (1).
(l) Saudemont, "La radiophonie et le drolt". París, 1927, págs. 6 y 7; Bonet, "Dc-
~ R;¡diofón«;o" en "Revista General de Legisladón y Jurispruderu:ia"; Madrid, año
1.:...H. (omo JI, pág. 12, N,o S.
{2} Saudemom, obra atada, pág. 7.
(3) Véase la reglamentaóón chilena en: Seguel, "la industria eléctrica en la Ie-
~ión chilena", Memoria de Prueba, Santiago, 1941. pág'>. 97 y siguientes; y Roa,
·t..:i~ocomunicaciones". Memoria de Prueba, Santiago, 1946.
94 DERECHO CIVIL
ponsabHidad de! Estado cnUS:1ott'. Como {:s sahido, mediante ((.)O\'encion~s lnh'r-
nacionales se ha llegado a JSignnf a c3d~l país: detennmaJo número de "c:malcs"
por tos cuales pued<:n sus es;:ac1oncs emisoras rC:11i7.:!.[ sus transmisiones; de esta
manera se evitan las interferencias.
La reglamentación ¡ntcrna y 1:Is cOfivent:Íones internaciones son matería de
Derecho Administrativo y de D<:rccho InternacionaL
I
\
tículo 2,498 las nombra al disponer que se gana por prescripci6n el
dominio de los bienes corporales raíces o muebles, que están en el co·
mercio humano, y se han poseído con ¡as condiciones legales.
este carácter. Todas las COsas fuera del comercio son inalienables; pero
no todas las cosas inalienables están fuera del comercio.
La inalienabilidad de las cosas incomerciables e,s una consecuencia
de su falta de aptitud para integrar el patrimonio privado. U na calle
pública, en cuanto tal, no se puede transferir a un particular; a virtud
de su destino es un bien público y jamás puede ser una cosa privada.
Hay bienes que están en el comercio, porque forman parte del pa.
trimonio de un sujeto, y son inalienabks por no poder enajenarse: son
las cosas de comercio o tráfico prohibido, que luego estudiaremoS<'
Nuestro Código Civil distingue perfectamente en el artículo 1,464
10 incomerciable de lo inalienable. Declara, en forma separada, que
hay objeto ilícito en la enajenaci6n: l." de las cosas que no están en el
comercio; 2.· de los derechos o privilegios que no pueden transferirse
a otra persona. Si el concepto de intransferible se identificara con el
de incomerciable, sólo aparecerfa el número que se refiere a éste; el
otro estaría de más.
• •
tu- Cosas de derecho dívino.-Entre las eosas incomerciables por
su destino, se citan las de derecho divino (res divini ¡uris). Al respec-
to, hay una distinci6n que nos interesa, la de cosas sagradas y reli-
giosas.
De acuerdo con el Derecho Canónico, son sagrados todos los bie.
nes muebles o inmuebles que mediante la consagración o bendición
han sido dedicados al culto divino (canon, 1,49i, párrafo 2): iglesias,
oratorios, cálices, copones, etc.
En general, los autores llaman cosas religiosas las destinadas a la
vida contemplativa (eomo los monasterios), a fines piadosos y benéfi.
cos (hospitales, asilos, etc.), y al reposo de los muertos (sepulcros, ce-
menterios), cuanJo son todos ellos de institud6n eclesiástica. -
y a propósito oe la muerte, Leopardi deda: "Due cose belle ha il
mondo. Amare e morte". Respecto de esta última, el redactor tiene sus
dudas después de haher sabido que "los muertos duermen mal .•. " Ce.
rrada la digresión, volvamos al fondo.
El Código Civil dispone expresamente que las cosas consagradas
para el culto divino se rigen por el Derecho Canónico (articulo 586).
Hay que acudir a éste, pues, para determinar la condición jurídica de
las cosas sagradas.
En el Derecho Romano, ellas estaban fuera del comercio mientras
conservaban su de~tino. El Derecho Can6nico, en un comienzo sigui6
el mismo principio; pero lentamente fue abandonándolo. Hoy día acep-
DERECHO CIVIL
nace que pueden ser obieto de un derecho privado, En efecto, dice que
el uso y goce de las capillas y cementerios, sitllados en posesiones de
particulares y accesorios a e!las, pasan junto con ellas y junto con los
ornamentos, vasos y demás objetos pertenecientes a dichas capillas o ce·
menterios, a las personas que sucesivamente adquieran las posesiones
en que están situados, a menos de disponerse otra cosa por testamentü
o por acto entre vivos (artículo 587).
Esta disposición aplica el principio de que lo accesorio ,igue la
suerte de lo principal; pero reconoce al dueño del predio en que están
situados los cementerios o las capillas para traspasar los derechos que
tenga en ellos a otra persona que el adquirente de ese predio.
El legislador se refiere al tlSO y goce de las capillas y cementerios;
no alude a la propiedad: parece considerar incompatible con este dere.
eho la limitación que impone el destino de esas c"sas. Sin embargo, si se
tiene presente que cosas comerciables son las que pueden ser objeto de
derechos privados, es innegable que las capillas y los cementerios situa.
dos en posesiones privadas son comertiables, y el acto juddico que a su
respecto se celebre no podrá tacharse de nulo por incomerciabilidad del
objeto. Este, en el caso que nos ocupa, es comerciable, aunque sólo pue.
de recaer sobre él un derech" de propiedad limitado por el destino mis-
mo de la cosa, o simple derecho de uso y goce: en todo caso es mate.
ria de un derecho privado.
Nótese que la disposición del articulo 587 del C6digo Civil se re·
fiere a capillas y cementerios situados en posesiones de particulares y
accesorios a ellas, lo que está de acuerdo con las prácticas que antigua.
mente existían de obtener de la autoridad eclesiástica autorización pa·
ra establecer sepulcros particulares fuera del cementerio común. Ac·
tualmente, todo cementerio, general o particular, está sujeto a la auto·
rización del poder civil, como asimismo la inhumación de cadáveres,
en casos especiales, en lugares extraños a los cementerios y que no cum·
pl('n con las disposiciones reglamentarias (Reglamento General de Ce.
menterios, decreto de 14 de abril de 1932, artlculos 2.° y 3.°). El C6di.
go Sanitario, por su parte, dispone: "Sólo en cementerios legalmente
autorizados podrá efectuarse la inhumación de cadáveres o restos hu.
manos. Sin embargo, el Director General de Salud podrá autorizar la
inhumación temporal o perpetua de cadáveres que no sean en cernen·
tc:'rios, en las condiciones que establezca en cada caso~ (art. 135).
r. BIENES NACIONALES
l. IIIENES FISCALES
culares que no pueden vender los bienes que administran sin espedal
autorización del mandante" (3).
Los bienes fiscales son prescriptibles y están en este punto en un
pie de igualdad .ron les· bienes de los particulares, por expresa disposi.
ción del Código Civil, que dice: "Las reglas relativas a la prescripción
se aplican igualmente a favor y en contra úe! Estado, de las iglesias,
de las municipalidades, úe los establecimientos y corporaciones nacio.
nales, y úe los individuos particulares que tienen la libre administra.
ción de lo suyo" (artículo 2~7). Esto es sin perjuicio de que leyes
especiales declaren en algunos1.1'ásos la imprescriptibilidad de algunos
bienes fiscales.
Dada la situación jurídica de los bienes fiscales, el Estado puede
reglamentar su uso y goce: con esto no hace sino ejercitar legítima.
mente las facultades que el derecho de propiedad otorga a su titular.
Las contiendas en torno a bienes fiscales entre individuos particu.
lares y el Fisco son de la competencia de los tribunales ordinarios de
justicia (4).
un servicio público (tierras que por no tener otro dueño pertenecen al Fisco, las
herencias vacantes, etc.).
La tendencia es asimilar. en cuanto al régirnen jurídico! los bienes del patri-
monio administrativo a los bienes nacionales de uso público en cuanto 10 per_
mita su naturaleza. De ahí la inembargabitidad de que hablamos al comienzo,
que se pugna por extenderla a todos los bienes del patrimonio adminístrativo
aunque no haya en muchos casos un texto legal expreso que la consagre.
7) Los bienes del área social, como las industrias y los comercios
estatizados o nacionalizados. Por cierto, son bienes fiscales los del área
mixta (cuyo dominio es común del Estado y los particulares), en la
parte o proporción en que es dueño el Estado.
2. BIENES PÚBLICOS
el uso pertenece a todos los habitantes del Estado; el abuso (el dere.
cho de disponer), a nadie pertenece, puesto que los bienes públicos sOn
inalienables. El derecho del Estado sobre esta clase de cosas se traduce
en un simple derecho de guarda, tuición o supervigilancia y no en un
derecho de propiedad.
155. La alta mar.-La alta mar es todo el mar que se ,,,tiende más
allá del mar territorial. Según el Código Civil Chileno, es una cosa
común a todos los hombres, no susceptible de dominio, y ninguna na·
ción, corporación o individuo tiene derecho de apropiársela (arlÍeu.
lo 585, inciso 1..).
Algunos autores dicen que no es una "res communis", porque só-
lo puede ser de todos lo que es susceptible de pertenecer a cada uno
separadamente, y la alta mar no lo puede ser. Por eso, agregan, lo que
M común no es, propiamente, el mar, en sí, sino su uso. Y se cita en
:.!bono de este punto de vista la expresión del jurista romano Celso:
~maris communem usum omnibus hominibus". Tampoco es una "res
nullius", porque este concepto supone una cosa que no pertenece a na·
Jie, pero que pue<le ser objeto de ocupación, y esto no puede ocurrir
con la alta mar. En resumen, ésta, sin ser propiamente una "res nullius",
no pertenece a nadie, pero su uso es común a todos los hombres.
El uso y goce de la alta mar son determinados entre individuos
Je una nación por las leyes de ésta, y entre distintas naciones por el
Derecho Internacional (C. Civil, artículo 585, inciso 2.°).
El principio que impera hoy en día de que la alta mar es libre pa·
n todos, se justifica en razón de que el mar es un medio de comuni.
Caclón por excelencia ofrecido por la naturaleza a todos los hombres;
110
~-~--.~
DEUCHO ClYIL
._--~._-_.-
por tanto, es justo que todos puedan servirse de ella y gozar de sus ri.
quezas (1).
(4) Véao$C: Glde1, "Le droit inrernatiooa) public de la mer", \'01. III, p&s. 364.
y "La mee tetriroriale ('f i3 rone ronrigue", en "Recueil des Caucs", romo 48, 1934, n.
pág. 241; CJ,aries Roussc¡¡tl, "Draje Internafional PubJjc", Paris. 1953. pág. 438, N.!> 563.
GeoNffre de LA Pfadelle. "la Mer", París, 1937. pág. 21B; C. Jobo Colombes, "Le droit
intctnatJonal de ia mer", tra,lw.:óón francesa del inglés, París, 19:52, pág. j6. N.O 79.
(4 a) Mareesco, ('Vers un nouYeau Drolt Inrernuional de la Mei', Parls, 19jOl
pág. 136.
I:':n bs plJl<lformas o zoc:llos 5ubm;uinos, como tam.bién se llaman, existen
inmensas riquezas pesqueras, \'egetales y minerales. Resulta comprensible . en-
tonces, que en estos últimos años diversos Estados hayan hecho declaraclones ten-
dientes a incorporar ;¡ sus res¡X"cti"as soberanías las plataformas contiguas a sus
territorios. La primera declaración formal eu este sentido la hizo Estados Uni-
Jos por intermedio Jc su Presidente Ilarry Trum;,lfl, el 2d de septiembre de 1945,
Con fecha 23 de junio dc 1947, el PresiJente de la República de Chile, Ga~
brid González Videla declaró:
"1.0 El Gobierno de Chile confirma y proclama la wberanía nacIonal sohre
el zócalo continental adYilcentc a las costas continentales o insulares Jet terríto-
rio nacional, cuolquit:rú qlU' Fea la profundIdad en qUé' se encuentre. relvindican-
do, por consiguiente, toJas las riquezJs naturales que eXISten sobre dícho zócalo,
en él y bajo él, conociJas o por Jescubrirsc;
,. L° El Gubierno de Chile confirma y prodama la suberanía nacional sobrc
los mares acl)'acl.:t1tes a sus co!otas CU:1l(:\,Llier.a que sea su profundiJad en toda la
extensión llc.es.1ria par;¡ r(:5( r\'~ir, prott'gcr, conservar y aprovechar los recursos
y riquezas naturales Je cualquit:rJ namr;lleza qll:: sobre dichos mares, en ellos
y b3}CJ ellos se encuentren, sometiendo :l la \Iigilancia del Gobierno espl."clalmente
las ÚH:O:lS de l~esca y caza marítima) .:on el objeto dL' impedir que las riquezas
de e:stt orJt'n sean explotadas en pl'rjuidü de los habitantes Je Chile y mem13·
das o destruidas en dl.'l1'imClHo ud país y dd Continente americano;
., 3." La ucmarc.aót'JO Jc las zonas Je protección de C3za y pesca marítima
en los man:s conr¡ncmales e insnlares que quedun hajo el control del Gobierno
de Chik· será hecha, en virtud JC' esta Jedarlción de soberanía, l.:aJa vez que el
(iobiernú lo crea cUflyeniente, 5e¡t Luiüc;UIUO, mnpliando o ue cU:llquicra ma~
nera modílicando dichas dt:marcaciones, .:onforme a los inlereses d!.' Chllc que
sean advertidos en el fmuro, declar;.inJose desde luego dicha protección y con-
trol sobre todo el mar comprenJulo ocmro Jd j..'efÍmetw formado por la costa
con una parult-.l;:¡ matem~í.tica proyectada eu d mar a 2uo nllibs marinas, Ji5t:1fite
Je las costas conLinentales chileros. Esta dcman:adón Se medira res})ct::lt) de 1:15
JS;JS I.:hilenas, seüahíndose Ulla zoüa de mar (outlgua a las co~ras de las mism .. s}
prüyectadas p~lfalelamente II estas 200 millas ín~lrinas por todo su contorno;
';4,0 La presente declaración de sober:lnÍa no desconOce legítimos den.:chos
baju su soberanía.
Observemos, por fin, que Chile, Ecuador y Perú firmaron una ronvención
s-.~recho Civil. lIi
114 !>ÉRECHO CIVIL
0===
lIanwda "f)('cbr:1::itlH tripartit:! de 1Q52", para extender hasta las referidas 200
milla'-, éi1;$ derrchc)';, con el fin de ímpedir que ban::os extranjeros pescaran y ca~
7aun en el fJl;1r que enfrenta su litoral, hasta esa dIStancia (4 b).
159. Playa del mar.-Se entlmJe por tal la extensión de tierra que
las olas bañan y desocupan alternativamente hasta donde llegan en las
más altas mareas (artículo 59·1).
Este sentido legal no corresponde al vulgar; en este último son
playas los arenales que estín cerca del mar (5). Nótese que según la
definición del Código no se entiende por playa del mar la extensión
que alcanzan las olas en las bra\'czas extraordinarias de éste, sino aque-
lla extensión que las olas baihn y desocupan altemativamellle, o sea,
con regularidad y repetición sucesiva, hasta donde llegan en las más
altas mareas (6).
El suelo que abarcan la, pbl'as y el mar territorial es un bien na-
cional de uso público (artíClllo 589, inciso 2.") (7).
UlJea de 1" playa.-Se tiene por tal aquella que de acuerdo con lo
prescrito en el artículo 594 <Id Código Civil, señala el deslinde supe·
rior de la playa según hasta donde 11"1~an los olas en IJs más altas ma·
rc", y, por lo tanto, sobrepasa tierra adentro a la línea de la pleamar
máxima o línca de lo, más altas mareas. Para la determinación de la
línea de );¡ playa y siempre que cxistan dudas al respecto, la Direcci6n
('5) C. de Sar,tiago, 6 noviembre 1RS:'., G. de 10$ T., año 1882, N.<1 2,906, pág¡~
['.11.61H (cons¡Jemndo de ]'4 instanóa, p~ft. lf122),
(6) C. de Sruuiago, fecha no expresada, "R,,--vism de Derecho y Jurispmdencia",
t<Jmo 18, ~ccdón primera, p~g. 267 (com. 2/¡, l.~ instancia, pág. 277),
(7) C. SupIema 28 de nov¡emhre 1921. "R,'visra de Derecho y Jurisprúdencia".
mmo 21. sección primero, pág. 276 (COflS. 3/', pág. 279); C. de COQL"Cpción. techa nO
expresada, "Revista de Derecho y Jurisprudencia", romo 25, sección primera, pág. 31 i,
dd Litoral y de Marina :-1ercante debe solicitar el informe técnico al
Instituto HidrogrMico de la Armada (Reglamento sobre Concesiones
Marítimas, publicado en el "Diario Oficial" de 11 de junio de 1968,
arto 1.0, N.O 26).
161. Límítts del uso que ,los pescadores pueden hacer de los terre-
nos de playa y de los contiguos.~EI Consejo de Defensa del Estado
ha declarado que no podrían los pescadores pretender que se les radio
que definitivamente en los terrenos de playa, definidos en el artfcu-
lo 594 del Código Civil; no podría disponerse de ellos porque se trata
ele un bien nacional de uso público, no de un bien del Estado, púr ma·
nera que éste no podrla transferirlo (8).
Los pescadores pueden también para los menesteres indicados ano
teriormente (en el artículo 612) hacer uso de las tierras contiguas has.
ta la distanda de 8 m. de la playa; pero no deben tocar los edificios O
construcciones que dentro de esa distancia hubiere, ni atravesar las cero
cas, ni introducirse en las arboledas, plantíos o siembras (Código Ci.
vil, artículo 613). En rdación con esta disposición téngase presente lo
dispuesto por el artículo 8.° de la ley 4,601 Y el 7.° del Decreto con
Fuerza de Ley N." 34, ambos reproducidos más arriba.
El mismo informe a que aludimos recién declaró que el uso que
los pescadores pueden hacer de los terrenos de playa O de los contiguos
a que se refiere el articulo 613 del Código Civil, y aunque estos últi.
mos pertenezcan a particulares, es, naturalmente, un uso momentáneo
y restringido a los menesteres de la pesca; en ningún caso los autoriza
para construir habit.ciones ddinitivas ni les da derecho sobre el suelo.
Finalmente, los dudios de las tierras contiguas a la playa no pue.
166. Condil ión jurídica del espacio aéreo; teorías.-La cuestión fun·
damental que interesa al derecho respecto del espacio aéreo es su con·
dición jurídica. Todos están de acuerdo en que el espacio atmosférico
que queda sobre la alta mar o sobre las tierras no sometidas a nacio.
no organizadas es totalmente libre. Pero la discusión naCe cuando se
t"Ha del espacio aéreo que se encuentra sobre el territorio de un Esta·
do y su mar territorial.
a) Una doctrina sostiene que todo ese espacio que circunda nues·
tro globo es enteramente libre y que todos pueden usar de él sin coro
taplSas.
b) Otra doctrina afirma que tal espacio está sometido a la sobera.
nÍJ de los diversos Estado, subyacentes.
c) Por fin, una última opinión estima que deben en esta materia
aplicarse principios análogos a los que determinan la situación jurídica
dcl mar, respecto del cual, como sabemos, se distingue, esencialmente
entre alta mar y mar territorial. En conformidad a este pensamiento,
el espacio atmosférico debería dividirse en dos zonas horizontales: una,
contigua al sudo, y cuya altura varía según los autores, estaría some·
tida a la soberanía del Estado subyacente; la otra sería enteramente
libre, si bien el Estado subyacente estaría facultado para ejercer los de·
Tcchos necesarios a su conservación y defensa.
Hoy ha triunfado la tesis de que el Estado subyacente tiene plena
y exclusiva soberanía sobre el espacio atmosférico existente sobre su te·
124 DEIU!.CHO CML
Bibliografía .. pedal.-l-.fac Nair, '"The law of the air", 3.' ed., Londre.., 1964.
L. Cartou, ~'Droit A¿ricn", París, 1963,
E. Harníltun, "Manual de Derecho Aéreo", Santiago, 1950.
J. Martínez G.~ "La Navegación Aérea en nuestro Derecho", Memoria de
Prueba, Santiago, 1947.
(1) Gu.uenheím, "Traité de Droit Internacional Public", tomo 1, Geneve. 1953.
pág. 426.
LOS BIENES Y LOS DEREcHOS REALES t2.S
===······c,··· ·"'''·7::··- _.....
copción que se tenga sobre el uerecho ud Estauo sobre esos bienes. Los
que dicen que no tiene un verdadero derecho de propiedad, sino sola.
mente una especie de superintendencia que se resume en una función
de guarda y vigilancia, responden negativamente. Si el dominio púo
blico no es para la administració:l un objeto ele propiedad y constituye
una cosa fuera JeI comercio, hay que concluir que no puede prestarse
a desmembraciones o derechos reales ajenos.
Los que aceptan la teoría de que el Estado IÍene un derecho de pro.
piedad sobre los hienes nacionales de uso público, llegan, por canse·
cuencia lógica, a la existencia de derechos reales sobre ellos. Tales de.
rechos serían derechos reales administrativos, al igual que la propiedad
de los bienes públicos es una propiedad administrativa. A diferencia
de los civiles, los derechos reales administrativos se caracterizan por
su precariedad, o sea, por su temporalidad y poca estabilidad; su due.
ño, la administración, siempre los puede revocar en determinadas con-
diciones, declarar su caducidad por exil\irlo el interés público. La pre·
cariedad se explica por el carácter illllicnablc del dominio público, cu·
yo fin principal es proteger y garantizar la afectación de aquél a la
utilidad pública. Pero en todo lo dem{¡s estos derechos reunirían los
caracteres de 1m reales, pues conficr(n un poder sobre la cosa y ¡lUe.
den hacerse valer contra todo el mundo, salvo contra la administración
en la medida en que lo exija la prrcariedad (1 a).
(1 a) Véase ja síntesis del profesor espaiioi Jesús Gonzált:¿ Pétez sobre "Lús dere-
chos reales admínistrar1vo<." > en "Revi5ta de Ja Facultad de Derecho de México", tOmo VII.
enero--juuio, 19~7. números 25<':6, pág!;. 79 a 114.
LOS BIENES Y LOS DERECHOS REALES 129
========================================
do concedida expresamente por el Estado" (artículo 602). Puede ob·
servarSe que estas normas se refieren promiscuamente a los bienes púo
blicos y a Jos bienes fiscales; habría sido preferible tratar de unos y otrOS
separadamente.
Ahora bien, ¿qué clase de derecho tiene sobre el bien nacional de
uso público el concesionario que ha construido alguna obra sobre él?
La mayor parte de las sentencias de nuestros tribunales, siguiendo más
o menos las ideas de don Leopoldo Vrrutia (2), manifiesta que es un
derecho real. En efecto, dicen que el derecho concedido por la autori.
dad a un particular sobre un bien público (aunque se califique de uso
especial y no se estime que sea igual al derecho de uso definido por el
artículo 811) participa de los caracteres esenciales del derecho real,
porque recae sobre una cosa y se ejerce sin respecto a determinada pero
sana. Nada significa -agregan- que este derecho no figure en la enu-
meraci6n que de los derechos reales hace el artículo 577 del Código Ci.
vil, pues esta disposición sólo cita algunos (3). Vna consecuencia prác-
tica de esta concepción es la procedencia de las acciones posesorias, que
permiten conservar o recuperar la posesión de derechos reales consti.
tuidos en bienes rakes (artículo 916).
Los que niegan el carácter de derecho real que tiene el concesio-
nario sobre los bienes nacionales de uso público que privativamente
ocupa, invocan el artículo 602 del C. Civil, a virtud del cual el conce-
sionario no tiene sino el uso y goce de las abras construidas en sitios
de propiedad nacional, y no la propiedad del suelo. Al decir la pro-
(2) VélSe su esrudio "CaráCfL't y extensión del derecho de uso que :::e tiene en
bienes nadonales de uso púhlico", publicado en la "R. de D. y J", romo 12, se<:cilín De-
recho, págs, 145 a 154.
(3) Sentencias de la e Suprl'ma de 28 de mayo 1904 ("R. de D. y].", tomo 1.
~gunda parte. pág. 421)~ de 20 de octubre de 1925 ("R. de D. y r",
tomo 23, sección
primera, pág. .563); de 10 de julio 1928 {"R. de D. y J." tomo 26, sección primera,
pág. 313); de l.Ú de abril 1931 ("R. de D. y J.", romo 28, sección pdmt'ra. pág. 506);
de 28 abril 1931 ("R. de D. y J.. tomo 28, sección primera, pág, 5S6} y de la Corre
de Apelaciones -de Santiago, de 26 abril 1935 ("R. de D. y),", tomo 35, sección se·
gunda, pág. '1).
Entre las sentencias que implícitamente niegan que sea real el derecho Jel conce-
sionario -de un bien nacional de uso público, puede cirarse una Je la CO(fe Suprema de
21 -de noviembre de 1905 ("R. de D. y J:', romo 3, secóón primera, pág. 96), y otra
de la desaparecida Corte de Tacna, de 8 de julio de 1908 ("'R. Je D. y J.", tomo 8,
sección segunda. pág. 15).
Hay numerosos informes del Consejo de Defensa Físcal que acentúan el caricter
precario de la conce\ión de un bien nadonal de uso público. Véanse, entre otros, los
de 1.0 de septiemhre de 1936 (publicado en la "R. de D. y j.", romo :U, sección De.
recho, págs. 127 Y siguienteS. y en ta Memor¡a del Const-jo de D. Físcal, correspondiente
al .<lo 1936, Sao,¡_, 1937, págs. 93 a 100), y de 9 de mayo Je 1946 (Mem. del C.
de D. Fiscal correspondiente a ese año, Sanr¡sgo, 1948. pág, 64) <
9-Dared1O Civil, 11 r
DERECHO CIVIl-
Según la Constituci6n, s610 en virtud ele una ley se pueden fijar las
normas sobre la enajenaci6n de bienes dd Estado o de las Municipali.
dades, y sobre su arrendamiento o concesión (art. 44, N.O 3.°). Hoy por
hoy los bienes fiscales o privados del Estado están sometidos cada vez
más al Derecho Público y muchos de ellos forman parte de la llamada
propiedad del derecho público, a que luego se aludirá.
Bibliografía
DE LA PROPIEDAD
1. GENERALIDADES
(1) lafaíUe, "Derecho Civil", tomo IJI, B. Aires, 1943, N,O 440, pág. 356.
(2) Ruggiero, "Instituciones de Derecho Civil", tomo 1, Madrid, 1929, pá.. '22.
\.
----
O) Sentencia de t 3 de enero de 1941. "Rev. de D. y J.". tumo 39, ~.' primera,
pi¡. 1.
•
(6) Duguir, "Les transformationli générdes du Oro!! privé depu.is le Code Napa-
1oou", Aleau, 1912, pI¡¡. 2l.
(7) DUBUit. ob, cit.• págs. 165-1.66.
142 DERECHO CIVIL
(8) CoSte-Floret. "La Natute Juddique du Droit de Propiété d'apres le Code Ovil
el depul$ le Code Civil", París, 1935. págs. 209 Y 210.
"
LOS BIENES Y LOS IlIlUCHOS RIlALIlS 143
(8) eoue-Floret, "La Naruce Juddique du Droir propdété ¿'apees le Code CivlI
(8 a) Véanse: Joho Ferguson, "14>:5 fundamenros del mundo moderno''. traducci6n
del inglés, Barcelona, 1970, pág. 44; Edward Mc~NaH Btuns~ "Civilizaciones de Oo:iden.
te'", ttaducci6n del inglés~ Buenos Aites. 1959. ,pág. 137.
forme al interés general. Las legislaciones dictadas después de las dos
últimas guerras mundiales acogen, en forma más o menos intensa, es-
tos principios.'t-sí, por ejemplo, la Constitución de la República Fede-
ral de Alemama (Occidental), de 23 de mayo de 149, establece: "La
propiedad obliga. Su ejercicio debe servir al mismo tiempo al bienes-
tar común" (art. 14, inciso 2.").
todos estos puntos hay elasticidad; depenoe de las regiones, y as¡ en al.
gunas poco pobladas es lógico que la tolerancia de la extensión sea
mayor, sin perjuicio de que en el hecho se hayan resp~tado situacio.
nes adquiridas cuando las circunstancias aconsejaban evitar pcrturb:¡.
ciones superándose las necesidades sin trastornos.
Subsisten también en propiedall personal un pequeño número dr
granjas individuales. Por eso a menudo la ley procesal señala que 1"
lIt mandas judiciales pueden entablarse persiguiendo la "hJcÍtnlh del
campesino indiviJu<ll" (Bases dd Procedimiento Judicial Civil Sovi¿·
tivo", art. 57). En Yugoslavia, predomina la explotación agrícola pri.
vada, cuya extenúón está limitada a 10 hectáreas arables; en Hungría
y Polonia también, en buena medida, subsiste la propiedad agrícola
en manos de particulares, variando, el máximo de su extensión, y en
el último de los países llegó a comprender hasta 100 hectáreas. La suh·
sistencia de la propiedad privada de la tierra o de los medios de pro.
ducción, en un Area más o menos reducida, se explica como un fenó.
meno necesario de tolerar, por las circunstancias, en el período transi.
torio que implica la transformación revolucionaria de la sociedad ca·
pitalista en socialista y, ulterior y Iejanamente, en comunista.
En los koljoses rusos, aparte de los bienes de éstos, cada familia
que compone la cooperativa tiene en propiedad privada una pequeña
parcela y un cortísímo número de animales, como una vaca, Un cerdo
gallinas, cabras. Es el hogar koljosiano. "Se trata (corno explica el pro.
fesor y jurista ruso N. G. Alexandrov) de la economía auxiliar en una
parcela de determinadas dimensiones contigua a la casa, de la vivien·
da, del ganado de producción -en una determinada cantidad según
la región- de las aVeS de corral en número ilimitado y de las aperos
corrientes de labranza" (8 b),
La legislaci6n de cada república federada establece la cantidad má·
xima de gaOJuo que el ciudadano (sea el granjero individual o el miem.
• bro del hogar koljosiano). puede tener en propiedad personal (Bases
de la Legislación Civil Soviética, arto 25, inciso penúltimo). Es de no·
tar que una parte importante de la producción agrícola soviética y del
ganado pertenecía a dicho sector privado. En su "Tratado de Econo-
mía Marxista", Emest Mande! después de observar que las granjas y
parcelas individuales en referencia, producen, en su conjunto, grandes
ingresos juntamente con su ganado, explica: "El sector privado, en
5, ORIGENES DE LA PROPIEDAD
';:,¡dAn Politka de !:t Rt'púh;¡ta"; Tmprenta Vn-v:::~~¡lar¡a, Santiago, 1925, pág. 104),
que,;¡) testímonio Jz' la ;;,mp~:ir~ld J{. :as c'xpresiom:s mallas en el inciso 1.° del N .... 10
,{d flnkuJo 10. pemar:1it:nto q",c recogí,') la rdorm;l (onstiruóonai (ontcniJa en la l.ey
:'\L" 16,615, de 20 el" enero de 1967, al rdetirse ahora al derecho de propiedad cn sus
dixctsas especies, comprendíendose así también loJas las nuevaS formas de proPlcdad que
va modelando la evoludón de J..¡¡ sociedad.
156 llERECHO CIVIL
'r
[ A. FACULTADES MAl'ER1ALES
B. FACULTADES ¡U!l.nllCAS
i;7.
Limitar y gravar.-Los derechos limitativos del dominio pue-
den ser de goce (usufructo, servidumbre) y de garantía (prenda, hi.
poteca). Unos y otros importan disponer de parte del valor económi.
ca de la cosa sobre que recqen; por eso la facultad de limitar y gravar
queda comprendida dentro de la de disposiáón en sentido amplio.
También se consideran tales derechos limitativos como ena;enaciotlcs
parciale! y la facultad de limitar y gravar comprendida en la de ena·
jenar. De ah! que· la jurisprudencia ha declarado, casi uniformemen·
te, que la prohibición de enajenar las cosas embargadas por decreto
judicial comprende no sólo la transferencia de la propiedad, sino tamo
bién la constitución 'de prenda, hipoteca, servidumbre (30). J
La libertad de gravar tiene excepciones. Así, por ejemplo, la le.
gítima rigorosa no es susceptible de condición, plazo, moJo o grava.
men alguno, aunque pueda sujetarse, sí, a la condición de que sea ad·
ministrada por un Banco durante la incapacidad del legitimario (C.
Civil, arto 1,192 y Ley General de Bancos, arto 48, N.O 7).
Entre Jos ingresos a título conmutativo Hguran las cargas preferentes, tam~
blén Bamadas contribuciones especia/eJ, que son prestaciones impuestas a los par~
tÍculares que obtienen un beneficio o ventaja especial en la institución, construc-
ción o con~rYación de una obra pública. Se parecen a los impuestos o contribu-
dones propiamente tales porque se establecen en forma obligatoria; pero se di-
ferencian en su alcance: los impuestos gravan a tadol, las torgas prclCrenleJ¡ sólo
a los particulares que obtienen el beneficio especial. Tamhién estas últimas, co-
mo ya se ha dicho, constituyen una contraprestación; no así los impuestos.
Las cuotas de pavimentación son una categoría de los ingresos a tItulo t:(JIJ-
mutativo, son cargas preferentes y no impuestos o contribuciones propiamente::
dichas, porque el pago que hacen los particulares es una contraprestación de la
utjlidad o ventaja especial que reciben: la pavimentación de las aceras y calza-
das que se hallan frente a sus inmuebles.
Los últimos fallos de tos tribunales de justJcia e informes del Consejo de De-
fensa Físcal establecen que las mencionadas cuotas no tienen el carácter de con~
tribudón o impuesto, sino el de un gravamen especial (38).
En sentencia de 29 de abril de 1954 ("Revista de Derecho y Jurispruden-
cia", tomo 51, sección primera, pág. 95), la Corte Suprema ha dicho que "las
cuotas de pavimentación, por su naturaleza, no importan una contribuci6n, por~
que éstas son cuotas o cantidades que se imponen para las cargas del Estado,
características que no corresponden a aquéllas, que constituyen un gravamen
real que pesa sobre el inmueble beneficiado con las obras y sobre el cual se hace
decth'a la obligación de pagar el valor de lá ejecución",
(39) Picard en el "'Tratado PuíctlcO de Derecho Ovil Francés", toIllO III, núme~
ro 2l0.
186
Conviene tener presente la pauta básica del régimen minero que introdujo
;J reforma cunstituciona! de ia Ley ~.o 17,450, de 16 de julio de 1971. El texto
Je la Constitución declara abora que "el Estado tiene el dominio absoluto, ex~
.:!uslvo, inalienable e imprescriptible de todas las minrls, las covaderas; las are-
nas metalíferas, los salares, los depósitos ue carbón e hidrocarburos y demás sus-
l.Jfidas fósiles, con excepcí6n de las arcill~s superficiales", Corresponde a la ley
(41) Josserllru!, "Derecho Civil", revi$ado y completado POI André Bmo. tratluc.
.::a.$rellana de S. CunchiHos, romo 1, vol. 3,", B. Aires, 195{). pág. 91~ N." 1.449.
determinar qué sustancias de las anteriormente referidas, entre las cuales no pue~
den considerarse los hidrocarburos líquidos y gaseosos, admiten ser objeto de
concesiones de exploración o explotación, la forma y resguardos del otorgamíen 4
tu y disfrute de dichas concesiones, la materia sobre que recaen, los derechos "i
obligaciones a que den origen y la actividad que los concesionarios deben des-
arrollar en interés de la coiectivi&tJ para m.erecer amparo y garantía legales. La
concesión está sujeta a extinción en C::1S0 de no cumplirse 10s requisitos Hjados
en la ley para mantenerla. Sin p¡:rjuicio de esto, la ley asegura ia protección de
los derechos del concesionario y en especial de su facultad de defenderlos frente
a terceros y de usar, gozar y disponer de ellus por acto enrre "¡vos o por causa
de muerte. En aquellas cuestiones ::obre ororgamiento, ejercicio o extinci6n de
las concesiones que la ley ('ntregue a la resoluci6n de la autoridad administrativa,
entre las cuales no pueden estar lns que se refieren a la fijación de los requisitos
de amparo, cabe siempre reclamo ante lOS tribunales ordinarios de justicia (ar-
tículo 10, N.a 10, incisos 4.°, 5.0 Y 6.0).
l. GENERALIDADES
(45) Gem~(' Huhlt'cht, por ejemplo, sostiene que los compiladores justinianeos
echaron las bases det moderno concepto del abuso del derecho ("Manuel de Drajt Ro·
m.aio", tomo H, lJa t1s, 1943, págs. 180 Y 181). Por el contrario, el profesor uruguayo
Bla~ E. R05Sí afirma que esa tro¡ía jamás tuvo aplicación útil entre los romanos ("La
!.ex Aquilia", Monu:vidco, 1951, págs. 113 a 115, N,o 37).
(46) En <"su: s('nti.do: Mahmoud Farhy, "La doctrine musulmane de ¡'¡¡¡bus des
droits", Lvon. 1903.
{47) Ve-as,,: Chahk Chehata, "La rhéürie de ¡'abus des drolts chez les jurisconsul-
tes musulmans", íluí.cuio publicado en la "R,evue Imernatlonaie de Droit Comparé", Pa-
rís. 1952, págs. 217 11 224.
LOS BIENES Y LOS DERECHOS REALES 196
240. Ambito del abuso del derecho.-La teoria del abuso del de-
recho no sólo recib... aplicación en el derecho de propiedad, sino en
todos los demás. Tanto los derechos re:lles como los personales, los pa-
trimoniales corno los tic familia, us
garantías constitucíonaJes como
los derechos sindicales pueden llegar a ejercerse abusivamente, en for-
ma que reclame un correctivo jurí(lico.
En resumen, hoy por hoy la teoría del abuso del derecho se des-
envuelve en el campo del derecho privado y en el del derecho público.
Muchas son las obras consagradas a sU estudio en el derecho adminis-
trativo (48), en el derecho internacional público; en este último, so-
bre todo a partir dc un famoso curso que dictó al respecto el profesor
Politís, poco después tle la primera guerra mundial (49).
Es notable en el Derecho Público de todos 106 países la defensa a
que se tiende de los ciudadanos frente al abuso de los derechos de las
autoridades o funcionarios públicos. El profesor ruso Alexandrov es-
cribe: "La protección del orden jurídico socialista significa la defensa
constante de los derechos de los ciudadanos soviéticos y de los dere-
chos de las organizaciones estatales y sociales de los trabajadores, un
rígido control del estricto cumplimiento por parte de todos los fun-
cionarios y ciudadanos de las obligaciones que les impone la ley. La
protecci6n del orden jurídico socialista implica una actitud que per-
mita poner término inmediatamente y con toda decisión a cualquier
infracción de los derechos de los ciudadanos y de las organizaciones
socialistas, o al ejercicio abusivo de los derechos que t'1Ivuelvc el Ctlrgo,
ue tal manera que tl incumplimiento culpable de bs obligaciones ju-
rídicas lleve aparejada la aplicación de las sanciones o de las medidas
de carácter social que establece la ley" (49 a).
(48) Vt:'3,'iI;, por ejemplo, Mauínez U!t'cm, "La doctrina dd abuso del derecho y
el orden juddico admini)rrativo", Madriu, 1947,
(49) PoUtis, "le prohlcme des ¡imltatíons de la souveranité et la thOOtie de l'abus
des droíts daos le rappons intemaúonaux" en "1l.ecuei! des Cours de r Académic de
Droir Internarional de La Haya", romo VI. 192j, págs, 1 a 116, Véase también el rono·
ddo lihro de Alexaoorc·Charles Kiss. "L'ahus de droit en Droit Inrernadonal". ParÍ!!,
19~3 (200 páginas),
(49 a) N, G. Alexandrov y otros, 'Teoda JeI E~ta.:lQ Y del Derecho". traducci6n
ditecca del ruSO, Mhko, 1966, pág. 342.
LOS BIENES Y LOS DERECHOS REALES 197
gina 118.
202 DERECHO CI\~L
== _._~===========
249 a. Concepci6n segím la cual la teoría del abuso del derecho es·
taría de 1tlJÍs.-De acuerdo con una concepción moderna, el con.tenido del
derecho (es decir, las facultad,'s que envuelve y otorga), se determi.
na por el interés ooncreto del titular. Si bien cada tipo de derecho se
otorga en general con un contenido apto para servír un interés, consi·
derado abstractamente, la protección de la ley no puede llegar sino
hasta donde coincida el interés concreto de cada titular con el interés
,tbstraeto. Por otra parte, el contenido de todos los derechos tiene tamo
bién un límite general e interno, el de la solidaridad entre los sujetos
de la relación jurídica, supuesto para que pueda realizarse la solida.
riJad en toda la comunidad. En consecuencia, el interés del sujeto pa·
sivo sólo debe subordinarse al interés concreto del sujeto activo, en la
medida en que la subordinación exigida no atente contra aquella so·
Jidari,lad. De este límite general e interno de! contenido del derecho
subjetivo, deducen Jos partidarios de este punto de vista que el abuso
del derecho pasa a constituir una figura que no tiene ya razón de ser,
porque si se viola el límite de la solidaridad ya se sal" del propio de·
recho y comienza a deambularse fuera de éste y, en consecuencia, se
trata lisa y llanamente de un hecho ilídto que debe sancionarse según
las normas generales (53 a).
(53 a) En este sentido: F. Santoto Passarelli, "DocctintlS GtDerales del ~ttdlG
Civil". versión astellana, Madrid. 1964, pip. 7'~77.
LOS BIENES Y LOS DEIlECHOS JlEALES 205
(54) Dalloz, "Répenoire de Droit Civil", torno 1, París, 1951, "AbuSo de Droü",
pl¡¡. 36, N.' 138.
(55) Véase: Carlos L de Haro, "El jus usus inocu¡", estudio publicado en la "Re·
"ista de Derecho Privado", romo VIII Madtid, 1920, págs. 16 a 26.
206 DERECHO CIVIL
do del derecho que nos compete sobre un predio trae, muchas veces,
como consecuencia, una especie de invasión directa o indirecta de la
propiedad contigua o cercana. Las intromisiones de escasa importan.
cia es natural que se toleren porque son el resultado normal y forzoso
de la convivencia humana; ésta, al mismo tiempo que procura venta·
jas, lleva aparejados ciertos inconvenientes. Pero hay intromisiones que
no pueden ni deben permitirse; son las que perturban seriamente la
propiedad ajena. La ley, al imponer restricciones al ejercicio del dere·
cho de dominio, trata de que las consecuencias de ese ejercicio no se
propaguen o repercutan en la propiedad de otro o, al menos en los
casos ineludibles, que las propagaciones o repercusiones sean mínimas
o compatibles con el respeto al derecho a~no.
"f
~
\
•
1-
al propietario de una "taberna casiaria" (establecimiento destinado a
elaborar o ahumar quesos) invadir con e! humo que de ella proviene
el edifid? superior; CJ,u~__ !l~~. per~j~o al propietario de un fun.
do SU erlOr echar a ua en_el fu1.ldo mfen9r; que no es posible picar .,
\ pIe ra en el fundo propio haciendo saltar los fragmentos sobre el. fun.
+:
V do vecino. Pero acepta como Heíta la propagación al dominio ajeno del
LOS y LOS DEIlIlCHOS JlEALES 219
humo poco molesto, como el del fuego de las cocinas (Digesto, libro 8,
título 5, ley 8, párrafos 5 y 6).
En general, puede decirse que el derecho sanciona la invasión de
la esfera interna de otro. Tal esfera está determinada por los confines
del fundo, y es violada cuando una persona obra o realiza actos que
penetran o se propagan hasta una propiedad ajena, y siempre que la
"inmisión" (del latín "hacer entrar en", introducir) o la influencia ex-
ceda de los límites de lo tolerable y de las necesidades sociales norma·
ks y generales (59).
La invasión o intromisión puede ser dirc:cla (como arrojar o ver-
ter directamente materias en el fundo ajeno), o indirc:cta, esto es, con·
secuencia de una actividad ejercitada en el fundo propio, pero que se
extiende o repercute en la propiedad de otro (por ejemplo, el humo
que sale de mi casa y penetra en la del vecino). También la intromi-
sión puede ser material (supone introducir substancias materiales en
el fundo vecino) e inmaterIal (que no supone la introducción de esas
substancias: estrépitos, rumores).
Es base de la "inmisión" y de toda intromisión nociva un actuar
humano; si la penetración es obra de la Naturaleza, no hay inmisión } \'
y el vecino deberá soportarla. Se cita como aplicación precisa de este ((\ '1
pensamiento la norma del derecho positivo según la cual el predio in.
ferior está sujeto a recibir las aguas que descienden del predio superior
naturalme-nte, es decir, sin que la mano del hombre contribuya a dio;
y agrega que en el predio servil no se puede hacer cosa alguna que es- )
torbe la servidumbre natural, ni en el predio dominante que la grave
(C. de Aguas, arto 190). O sea, hay que conformarse a la situación J
que impuso la Naturaleza, sin que sea lícito alterarla.
1. Desde luego, el artículo 582 del C. Civil deja en claro que la pro- .:;" \
(
APÉ~DtCE
LA COPROPIEDAD
A. DE LA COPROPIEDAD EN GENERAL
1. Gl!NElIALIDADES
(1) Ludovico B.,.,.i, "Propietá e Compropioú", Milaoo, 1951, pá8S_ 103 • 104.
•
2'11
(2) Luis Donderis Tarar. "La copropiedad", Teorías, Derecho Español. Madrid,
1933. pág. 26,
DEltECHO CML
==::=~===:;-";..
decreto judicial que ordena la indiYtsí6n debe inscribirse en ti Registro del Con~
servador de Bienes Ralees re'J"'Ctivo (Ley 7,600, artículos 67 y 68).
Ei rasgo saliente de esta comunidad, que tiene su origen en el hecho dd
:alle.:imiento del causante, es que su duración se establece por resolución judi..
óal. y subSiste un ti~mpú dderminado: hasta que todos los de:iCendientes cum-
:;;:an ,'eintÍún años de edad.
'l<üf
ros en las deudas hereditarias (artículo 2,~), y como éstas S<: dividen
entre los herederos a prorrata de sus cuotas (artículo 1,354), quiere
decir que el comunero que tiene un tercio en la comuni<bd responde
del tercio de las deudas, el que tiene un quinto, responde de un quinto.
Si la cosa es singular, cada comunero es obligado al pago de las
deudas que pue<bn afectar a los bienes comunes en el momento de
formars<: la comuni<bd a prorrata de sU cuota en ésta (3).
296 bis. e) La cuota del comunero insolvente grava a todos los de-
más.-En las prestaciones a que son obligados entre sí. los comuneros,
la cuota del insoluent<:, grava a los otros (artículos 2,311 y 1,347).
(3) Claro Solar, ob. Cil., lomo VI, pág. n2, N.· 389.
DERECHO Cl\"1L
6. EXTINCIÓN DE LA COMUNIDAD
It. Uni6n RSS y de las Repúblicas Federadas" ~ comentarios reproducidos eQ las "Bases'~
,. citadas. pág. 87.
DE&Ji.CHO CIVIL
la pJUte que por la divisi6n le cupiere, durante todo el tiempo que dll-
r6 la indivisi6n.
El efecto confirmativo y el de caducidad aparecen de diversas dis-
posiciones (artkulos 1,344, inc. 2.°; 718 y 2,417), que establecen que ca-
ducan y son ineficaces las enajenaciones, hipotecas y demás graváme-
nes consentidos a favor de terceros por un comunero sobre bienes co.
munes que más tarde no le son adjudicadO!! en la partici6n. A contra·
rio sensu, si le son adjudicados en la partici6n, todos estos actos se con-
solidan, quedan confirmados.
(6) Entre la multitud de libros puede clo:u:se el de Louis Boyer "La nouon de tr¡l.rtg
saaion. Contdbution a I'étude des concepts de cause et d'acre déclat1&uf'\ Pads. 1941.
LOS BIENES Y LOS DEKECHOS IUiAUS 243
===============================
plo, en su "Historia de la Arquitectura", un autor (7) dice: "Las ca.
sas de Pompeya son las de una ciudad de provincia donde el terreno
dene poco valor, la mayoría no tiene sino un piso, a 10 sumo, dos. En
Roma, donde el terreno es caro, ello es diferente. Los textos del C6di.
go de Teodosio implican, al menos en el siglo IV, casas de cuatro pi.
sos que se avanzan, COIDO las de Pompeya, sobre la vía pública, en saledi.
zos ¡(progresivos".
El alemán Dr. Leo Bloch cuenta en sus "Instituciones Romanas"
que "en Roma se acumulaban todos los más pisos posibles, con el fin
de sacar de ellos mucho alquiler. Sus escaleras de madera eran estre.
chas y empinadas, y como además los materiales de construcci6n te·
nian poca resisten da, los incendios y hundimientos sollan ocasionar
grandes daños en aquellas casas de vecindad (insulae J. Augusto pro-
hibi6 construir edificios cuya altura excedíe.. de 24 metros; Nerón y
Trajano la restringieron más todavía". No hay duda, pues, que había
casas de varios pisos.
Pero lo que interesa determinar es si legalmente se reconocía la
posibilidad de que los pisos O departamentos de un mismo edificio púo
dieran pertenecer a distintos propietarios. La mayor parte de los ro-
manistas lo niega, basándose en el principio que imperaba entre los
romanos de que la edificación accedía a la propiedad del suelo (quod
inaedificatur Jolo cedí:); el dueño de éste pasaba a serlo también del
edificio. Sin embargo, otros hacen ver que algunos textos de tJIpiano
y Papiniano demuestran que la cuesti6n fuc planteada; adem~s, el Có·
digo sirio-romano y muchos documentos egipeios evidencian que esta
forma de propiedad estaba muy extendida en el Oriente dd Impe.
rio (8).
En la Edad Media, las ordenanzas y costumbres de algunas ciu.
dades francesas y los estatutos de las ciudades italianas admiten la ins.
titución y la reglamentan en una forma bastante completa.
En nuestros días es cuando la propiedad horizontal alcanza su
mayor auge. Mediante ella se dende a solucionar el problema de la
escasez de habitaciones en las grandes ciudades, que impide muchas
veces lograr el arrendamiento de una casa; por otro lado, el alto precio
del terreno no permite a la mayor parte de la población adquirir una
318. Requisitos que debe reunir todo edificio cuya propiedad se di·
me por pisos o departammtos.-Esos edificios deben cumplir con los
requisitos que indica el Reglamento de la Ley N.O 6,071, con las dis-
posiciones de la Ordenanza General de Construcciones, especialmente
las relativas a edificios colectivos, y con lo establecido en las Ordenan.
zas Locales que cuenten con la aprobaci6n del Presidente de la Repú.
blica (Decreto 880, artículo 64; Reglamento, artículo 1.').
Corresponde a la respectiva Dirección de Obras Municipales deci·
dir si el edificio que se pretende dividir en pisos o departamentos cum·
pie con dichas exigencias. Esta declaración, una vez hecha, es irrevo-
cable. Y tiene especial importancia, porque los notarios no pueden au·
torizar ninguna escritura pública en que se constituya o traspase la
propiedad de un piso o departamento, y los conservadores no pueden
inscribir esos t¡mlos, si no se inserta en e!los copia auténtica del corres·
pondiente certificado que otorga la Dirección de Obras Municipales
respectiva (Decreto 880, arto 64, incisos 2.° y 3.°).
Pero· como ésta. es .a:í:ls estrecha que entre los que habil2n casas indivi-
duales, la ley dio normas para asegurar una convivencia armónica. Di-
ce que cada propietario debe usar de su piso o departamento en foro
ma ordenada y tranquila. No puede, en consecuencia, hacerlo servir
a otros objetos que los convenidos en el reglamento de copropiedad,
o a falta de ~ste, a aquellos a que el edificio está destinado o que deben
presumiese de su naturaleza y ubicación o de la costumbre del lugar;
ni ejecutar acto alguno que perturbe la tranquilidad de los demás pro-
pietarios o que comprometa la seguridad, solidez o salubridad del edi.
ficio. As~ por ejemplo, no puede establecer taller, fábrica o industria
si el edificio se destina a la habitación; ni emplear su piso o departa.
mento en objetos contrarios a la moral o a las buenas costumbres; ni
arrendarlo a personas de notoria mala conducta; ni provocar ruidos o
algazaras en las horas que ordinariamente se destinan al descanso, ni
almacenar en un piso o departamento materias húmedas, infectas o
inflamables que puedan dañar los otros pisos o departamentos. Iguales
restricciones rigen respecto del arrendatario y dem:ls personas a quie.
nes el propietario conceda el uso o el goce de su piso o departamento
(Decreto 880, ar!. 51, incisos 1.. y 2").
En cuanto a las sancionfls, la ley dispone que el juez, a petición
del adtuinistrador del edificio o de cualquier propietario, puede apli-
car al infractor arresto hasta de quince días o multa de diez centési.
mos de escudo a cinco escudos, y repetir estas medidas hasta que cese
la infracción. Todo 10 cual se entiende sin perjuicio de las indemniza.
ciones que en derecho correspondan (artículo citada, inc. 3,·)
La ley faculta al juez para imponer multa o arresto, porque ha
pensado que en algunos casos puede suceder que la primera no sea
eficaz contra algún propietario o arrendatario particularmente moles.
to a quien la sanci6n pecuniaria poco le incomode.
Tocante al pro«tlimirnto, la reclamación debe substanciarse bre-
ve y sumariamente, o sea, conforme a las reglas del procedimiento su-
mario establecido en el Tftulo XI del Libro III del C6digo de Proce.
dimiento Civil; pero el juez puede apreciar la prueba en conciencia
(articulo citado, inciso final). Por tanto, el juez no está obligado a ce-
ñirse a las normas que determinan el valor probatorio de los diferen-
tes medios de prueba. La facultad dada al juez se explica por la natu-
raleza misma de las infracciones, que muchas veces no podrían ser
acreditadas en conformidad a las reglas gener