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Mario Raúl Guzmán

19 POEMAS

HOSPITAL GONCOURT

A Rodolfo Zanabria

Y en la niña débil y malnacida


comenzó a estremecerse la activa ligereza de un pájaro
Excitada/ voló al juego con nuevo ardor
hinchada y casi deforme por la joroba de lo maravilloso
La vida subió a sus ojos hundidos y ardientes
y floreció en su rostro como una sonrisa de resurrección
“El Dios que me muestra el hospital
es un Dios implacable y sordo
de bronce y de sangre
como el Cristo ahí colgado” –decía años después
Era ya una mujer/ un reto lanzado a la muerte
un sueño rodando entre nubes
un esplendor de estío entre un enjambre de angelitos
una pianista que ama en su piano una tecla que no suena
(Recuerdos mezclados y como de golpe:
el río que junto a ella se deslizaba
los caballos que en él se bañaban
la granja repleta de heno
la tapia por donde saltaba
para ir al baile cuando todos dormían
aquel barranco en que jugaban en el verano
Diversas maneras de hablar del cielo en una sala de hospital)
INVOCACIÓN DE LA SUFÍ

De qué torpe zancada está provista la duda


aun en mi ceñido dormitorio!
Lo recorro volviéndome una y otra vez
sobre mis pasos
olfateando cualquier avasallante aleteo
de su milagro corpóreo
como una zorra en El Arenal expectante
como el amor de Merlín por su cucurucho estrellado
Sorbo en mi copa el tequila de la desesperanza
y de una libélula exaltada Tom pasa a la luna
depresiva que más amo
Allá abajo las mujeres han a la playa alejádose
y ni a la del Iván podría por el resto del hoy
mi copa entrechocar
Un cuarto cuya ventana no sirve ¿es un cuarto?
Un libreta con delirios que no concluyo ¿vale
menos que la punta del plumín deslizándose?
¿La canción de mi canción frente a la canción de
su canción palidece?
De qué amarga melodía proviene entonces el viento esta noche
que ni el silencio del departamento me agrada
(un silencio ni por los gatos rasgado)
Y la lija bronca de Tom
y el preámbulo del piano a mi fantasma tocando la puerta
son en mi urbe latente una feria de campo
cual la duda agitándose
cual la zorra en el charco agitándose
Y acerco a mi vida ausente
el corazón florido de las cosas presentes
como dos costras distantes
y una sola raspadura del alma verdadera
/ el agave de mí ausente
y el agave de ella presente /
la derviche mexica
la fatal imaginativa
la comadrita peregrina
–de qué festiva zancada provista

EN GUADALAJARA, TRAS LA HUELLA DE CARLOS COFFEEN

A Silvia Noria, en su pérgola

Ese tronco es una pata de elefante en el jardín


en la orilla descansa
flanqueado por dos vigas deseosas de su rugosidad
una mata ínfima de hule
dos o tres macetas claveteadas en su flanco
y en lo alto
–puerco espín o pelo de nariz–
una extraña raíz lo corona
Ese tronco filma su propia orwelliana cacería del elefante
el repliegue del Sol
la abundancia de rábanos
la ausencia de un teniente Coffeen
que en un mar tan veteado nos confunde y nos pierde
Una ofidia manguera a los pies del rotundo jarrón
anhela enroscarse
o al menos servir de guardián
La mata de flores azules
la yerba rala
los clavos en la pared
De todo ello es vigía la minuciosa cuarteadura
la esculpida herrumbre vegetal
Mas ese tronco me mira y me filma
con su camarita de hormigas
con su catalejo visible-invisible
y su savia irrumpe en mis sienes
como en un drenaje el agua sin fab

MARIBEL SUYAPA

En la tarde Maribel Suyapa se peinaba


En su chante Juan le dio cobijo
guitarra pomo llave y frazada de caguamas
Buscaba empleo como quien busca excavar sus edificios
el amor lejos de qué crueles escaleras
el amor cercano a qué resurrección
a qué corcholata veladora
¡Un vegetal distante de toda otra hortaliza!
Con los poemas del Abate una noche hizo boleros
¿Los epigramas del Chemo? ¡Botana en sus residuos!
A Orlando lo hubiese echado al mar cual ballenato
y en su zigzagueo de morra Juan Pérez sólo existía como requinto
Frente a mí modeló faldas blue jeans mantillas de virgen española
y en su clausurado espasmo me colé como ladilla
Si me fuese dado escoger una foto una canasta de ciruelas
me quedaría con aquella su plegaria en la plaza de Loreto
con Juan yo y las putas de testigos
Ahí la miramos arañar su bóveda
sus gorriones de inocencia
que en la tarde se alzaban perturbándola
Polinizada por murciélagos su sombra
en la noche era una Mary Shelley
a su Frankenstein peinándolo
a su Frankenstein de afasia
a su criatura atroz
¿Desde que orbe mental nos canturreabas?
¿Desde qué tegucigalpa alucinadja?
¿En qué bretonto nos hemos convertido
hurgando luna parte de tu al)(ma?

“En casa de Mier Tonché me llamo América.


Según Maritos soy una loca irremediable.
Para Mario S. un gozne de sus ánimas.
Para Pedro D. su colega del gimnasio.
Me lo susurró M. Raúl: una nutria en sus riachuelos.
Y para mí misma una tonada, una rocola impredecible”.

El Nocho en su Nochera abrió la puerta y te miró


carnaza de siquiátricos, mordisqueada almendra
De tu familia no hablaremos porque se nos ampollaría la lengua
Ayer a Lalo le platicamos de Miralda
En papelcolordehueso nadie jamás enterrará su espir

ELLA SERÁ MI DESIERTO

o mi arduo mar o mi intemperie


Ella será mi troje recia
o mi chante o mi cantera
Su balcón de misterio será mi fiebre hormigueante
o su navaja más cálida
(Mi Zona del Silencio sus cejas
o sus cejas aerolito álgido)
Ella será mi aljibe o mi zanja
Abandonará sus zapatos y brillará en el secreto
de un bosque silencioso y vehemente
Estará desnuda como acaso el desierto
en sus olas más altas
Sus paredes húmedas serán en mi lodo
mi súbito hechizo
Y en la tenue iconosfera sus palabras caerán
como brasas
su demencia candente como dulce sonrisa sabia
sus ademanes como nubes y rayos
Su leve capa de cielo será imán de mis
lumínicas piedras
/ y de las suyas azules /

LLEGÓ NEGRA ENNEGRECIDA

del Sol y del mar


Pasó de la gubia al ensueño
De la madera saltó a las playas
y de su piedra a su piel
Sembró en mi sueño árboles
de espíritu fragantes y armoniosos
Pobló la azotea con una nueva camada
de tenaces avecillas
Llegó la silenciosa
la nocturna
la del grito en el cerro
Regresó con su maleta de asombros
con la luz y la sal del mar
en su tez ardorosa
Viene llena de regalos para sus gatos
Llegó morenísima a prodigar su balcón

KATHARINE HEPBURN

A la memoria de Spencer Tracy

no eras la bella de la calle de abolengo


que esperaba a su médico y ya pronto termina la guerra
entre miradas de envidia entre hojas secas que cubren el rastro
ni mucho menos la áspera dama altiva
que enloqueció el pasado verano (pero el monasterio quedó
vacío y usted se despide se eleva para siempre señora)
sólo he visto dos fotos de una solterona atractiva
que en 1942 se fugó con bogie (entonces él tenía una embarcación
y huía de los nazis)
en una de las fotos ella tomaba café mirándolo mirarla
a ti en cambio te sé: eres amorosamente mística
escandalosamente rebelde loquísima
mira que sólo a trigger pudo ocurrírsele
encarnar en un recio pájaro de pradera
raptar arrancar a un niño de los brazos maternos
apedrear a quienes se entrometen en tu limpísima vida
muchacha: iluminada presencia colérica
absolutamente todos pisotearon la tierra fértil
los atajos que van a tu casa de madera
trigger lavandera de pocas palabras
no se preguntaron por qué lo hiciste si en verdad
lo hiciste
sólo te buscaron con miedo con lámparas
leñadores depredadores de la vida hasta la muerte
mira que no acabo de entenderte dualidad muchacha
en todo caso a cuántas feroz vidente anticipas profunda
(las reiteradas cartas religiosas el close up tu imagen cercana
en el adiós pero ya vuelves)
mira que no fue acto gratuito otearte por tres veces
(el tiempo las palabras fervorosas)
anda anímate
pasea tu mirada hembra mujer tigra
soñadora fierecilla enamorada
la última vez ibas a recorrer tu vida
a seguirle los pasos a tu misterio
con tu ira indomable
con tu inocencia a pedradas
trigger rubio trigo en el alba
te vas pero ya vuelves
mira siento como un soplo leve tus pasos
que me envuelven
mira
ya me envuelve
rebeldísima ausente /terneza o zarpa/ tu mirada

EL GATO Y LA PIEDRA

El roñoso, o casi, el gato que ayer


maullaba lamiendo sus carencias,
ahora ronda esperando la noche
para lanzarse, seguro, sobre los desperdicios.

Estaba apenas recostado escuchándolo


viejo león abuelo felipe tu voz sigue,
cuando el piojoso gato derrumbó todo
menos sus ojos apremiantes, allí, en la
puerta, que descubrieron el desconsuelo
mirando al que yacía escuchando, al fondo
de la casi oscuridad, también mirándolo.

Inevitable, así todo es, la piedra palpó


un costado inmundo del dolorido gato,
gato de pelambre escaso –hambre acaso–,
al final de una tarde la piedra dio al sucio.

Si fuera mía la casa, si fuera mía la noche,


acabaría con las palabras, de qué te sirven,
para qué, gato, si tienes encima, hasta tu
muerte, la palabra hambre, la desamparo, la
directísima herida de la palabra piedra,
la cotidiana agonía de tus urgencias mínimas,
el renacer obstinado de las mayores hambres.

Si pudiera te mataría, nomás porque sí, para no


verte huir con tu herida a cuestas,
para no verte más, para enterrarte, animal,
pretexto de una lección de estilo nunca aprendida.

1981
EL BLUES DE LA GRANADA

Pulo el pedazo de parquet


en que dormiste
Lloro sobre sus contrastantes vetas
y lo vuelvo a pulir con la camisa
La tristeza del mundo
se me derrama por las palmas
y pateo las partículas de polvo
que dan sombra a tus rincones
Vierto el agua de una rosa marchita
en la verdeante mata que le obsequiaste a Iván
cuando hinchado de deseo yo aún babeaba
Pulo ese altar
que me fue un jardín desierto
un solar supurando por sus vidrios
una caguama que dejé calentarse
entre mis mangas
Trapeo mis lágrimas
–las que no pude tragarme
Beso el penúltimo cigarro
y se lo ofrezco en rondanas a tu aire
al trompo increíble de tu baile
a la noche púrpura en que me alcé
como una bestia en sus incendios
Estoy explorándome la esquirla
y el ronroneo aguardentoso de una voz
se clava en el agua amarga de mi noche
Los empleos que he abandonado
los jardines pelados de Tijuana
la penumbra en que te me convertiste
Pulo a) este terrenito de madera
b) este corral de angustia
c) esta campana y su infeliz badajo
d) esta butaquería sin boletaje
/ mi pedregal y mi averiado pulso /
Comienzo a bailar
cuando no hay nadie
restregándome la espalda contra el piso
entonando así la canción cardenche de mi anhelo
De todo lo que no gané
lo perdí todo
de tu vestido su fulgor perenne
del hachazo de lumbre el corazón
de las nubes de Tetela de tu cielo el cielo
de tu guarida inaccesible el manto tibio
/ el peyote y las esculturas
de alambre de tu cuerpo /
Trapeo lo que quedó
enumero las tiras claras del parquet
y doy mi cuarto oscuro por la más pequeña
de tus velas
mi cirio grande por tu arete
el umbral de mi beso por tus hojas
Tu vida es tu fiesta perpetua
la vida de tus gatos mi tablero
la torpe astilla en que me vuelco
para alabarte siempre
siempre
para alabarte mientras tundo mi tambor
en retirada
entonando al fin el blues
de mi granada
y su portazo

CHERNOBYL

A mi carnal Mauricio

Mientras lloras
una nube pasea sus cabellos por el cielo de Finlandia
Mientras como un animal oscuro te revuelcas
una bocanada envuelve a varios hombres de Kiev
–La muchacha más solitaria de Minsk
detesta las pastillas de cloro
–La muchacha más solitaria y hermosa de Minsk
no podrá vacacionar a orillas del mar Caspio

/ Esa playa de sombra que la obstinación


de tu luz proyecta /

BUSCAN MÁS CADÁVERES –cabecean los periódicos


entre la carga y la descarga del pollo fresco

¿Cuántas hijas de Andreiev


vagarán por las tumbas?
¿Cuántos eucaliptos radiantes
necesitará la ceniza?

–El hombre es el cáncer del universo


–El universo, en su órgano afectado me hallé

Y mientras como un erizo herido te revuelcas


una niña ciega deletrea el epitafio del hombre:
Fue la catástrofe más grande del mundo

CON TAL SAÑA

Me pegaron la cara me quebraron la mano


Soy Andrés Noriega Murillo Soy Aurelio
Medina Palacios tengo un brazo destrozado
Soy Raúl Reyes Ramos Soy Gregorio Quezada
Rarámuris y tepehuanes somos
Pedro Murillo Pinto Esguince en Tres Vértebras
Cervicales y Fractura de Costillas
Me golpearon a macanazos la cabeza el cuello
los costados Perdí el conocimiento y des-
perté en el hospital
De Guazaparez y Urique vinimos
No vinimos a que garrotazos nos dieran
nomás queríamos que nos apoyara la justicia
El cacique nos quitó la troca del ejido
y la maquinaria del aserradero
Dicen que por un momento “se rompió la gober-
nabilidad” y ellos con antimotines
“la recuperaron”
Que nuestra protesta “se estaba
extralimitando en su manifestación” Eso dicen
Mayo de 1997

GUIADOR DE LOS AHOGADOS

Es que en una fiebre que padecí hace algún tiempo, oía sin cesar los aullidos de un
animal que indudablemente no aullaba, porque estaba muerto.

Malebranche

Los ahogados, estrangulados y acometidos de muerte aparente, si tienen espuma en


la boca no vuelven a la vida.

Hipócrates

Lágrimas llora, él, con su cara de piedra que no llora.


–¿Quién es el guiador? ¿O será mi hijo, con diablos azules, y ustedes lo siguen en
su locura?

Eleodoro Vargas Vicuña

A las dos noches


unos pescadores vieron,
a la luz de escasa luna,
de un joven ahogado el cuerpo,
vestido aún.

Duque de Rivas

Aquí está su Guiador de los Ahogados,


heme aquí cuerpo de piedra, pies y todo eso,
y cabeza de perro por más señas,
aquí está su Guiador, ahogados, a las puertas
del bellísimo Convento de María Magdalena del
atroz Cuitzeo, las lágrimas son de ella, y a su
memoria es la torre visitada con mi amigo,
la torre de húmeda memoria
por tenue luz arrinconada,
las más vistosas columnas
y flores que puede labrar de las piedras el Arte,
pululación de la luz.
Aquí estoy, yo el Guiador de los Ahogados,
sobre mi propia larga sábana de agua cintilando,
aquí está su Guiador, pobres mortales,
surcado por una fiebre que saja
toda idea de silencio.
Aquí está el Guiador abriendo ojos vidriosos
y la fiebre le engrandece cuello y dedos
a los cuales cualquier bella puede asirse;
aquí está su Guiador, náufragos emitiendo alaridos,
aquí está y su tórax henchido es el lago que se vuelve
sobre sus propias márgenes muertas.
Mi boca exhala niebla de la fachada majestuosa vigilante.
Mi boca lame peces heridos por el tripolifosfato.
Mi boca es un embarcadero del que nadie tiene pruebas de existencia
y sin embargo existe y es hermoso.
Aquí está el Guiador de los Ahogados
y soy un soplo de viento contra la peste que invade el lago
y soy una barcaza despedazada en la orilla
y soy un puente sobre el que tres hombres miran
y soy la niebla acechando cada una de sus palabras
y soy una mirada que recorre cuartos deshabitados
que palpa mierda antiquísima de murciélago
que se niega a volver atrás y tropezar con la sal de otras miradas
II

A tientas
Guiado por los Otros
la cabeza se me llena de muertos, de recuerdos de muertos;
vagos amigos recorren mi sueño.
Yo me sueño sobre las tablas,
derramo semen sobre las maderas urgentes.
Cadáver sobre cadáver.
Cada verso breve, cada verso los recuerda
y ellos de sal precipitada
lluvia o alud a mi leño que ardréporas
Qué áspero es el saludo de los muertos:
su mirada bruta y heridora lacera mi costado
hace polvo la calumnia vertebral de mis decires
me pone a bailar los dientes sobre girantes amapolas
sobre el tapete de los tahúres
sobre el tamiz del Támesis-Cuitzeo
sobre el largo insomnio de los monos
sobre todo ser que sobregira con aspas
con laúdes con aguajes salobres

III

Magro Guiador y sosegado,


por tus cejas fluyen las lenguas moradas,
y las rodillas ruinosas, y el hálito, y las cuencas
vacías, y las muñecas trozadas de los ahogados.
Yo te miro como se mira una fortaleza sitiada,
un Fuerte estragado por epidemias,
un grande hongo ya sin micelios que lo nutran.
Mis días palmo a palmo ocupan tu geografía aniquilante.
Se enredan mis dedos en los cabellos del júbilo
y lo ponen a ondear entre las mujeres.
Puros árboles sombríos sobrevivieron a tu reino.
Empujo nubes hacia ellos. Les acerco ríos límpidos.
Las sogas de los ahorcados dejan densa huella
u
lu
lan
te
sobre las ramas que irrumpen en tu sueño

IV

Una murga, José, una murga por las callejuelas ruinosas


Una murga en cuyas melodías las mujeres sumergen sus
oídos filosos y con musgo
Una murga por cuyas aspas el Sol enlaza cánticos
Una murga Una murga de la cual la música es el polvo que las zorras soplan
Una murga sobre las espaldas de armónicas desbarrancadas
Procesión de acordes como espuelas adheridas al amor
jadeante de la sangre
Escalas que se agolpan con los zumbidos iniciales del deseo
Oh dios de la Montaña!
Cómo te cimbras entre el vaho de las mujeres
Cómo ante ellas osas desplegar la lira
Cómo se arquea tu espalda ante el hedor apenas
de la tiza que la marca
Cava música una murga en callejuelas
Con un violín
Con un trombón
Con un arpa harapienta
Con tensas sogas paralelas
Cava música una murga en la noche

Neblinal y hoscamente
y así y todo
quisiera tenerte cerca de mí
ahogada de las amapolas
Eriza de dardos morados
helada almendra
guillotina de mi voz metálica neta
Te sueño herrumbre en el azogue
ala que regresa
rusa tumbada entre alcatraces
oh amor de las amapolas
colilla ahogada en lazo de agua

VI

Padre,
sólo habemos hijos ávidos
con mil dagas
que cantan
nomás asoma la familia.
Madre,
sólo hay urna
con mis restos
que cantan
nomás aclara el día.
El día bloqueado por tus lloros
El diablo que Hado combatir no puede
El día, bloque a dos manos erigido
Padre,
seis flores ácidas
–menos la Peonía–
extienden sus ojos
a ras de tu podre.
Madre,
al oro de Greta Garbo o al azar
sucumbimos entonces
llenos de azoro
por tanta noche de pétalos abiertos

VII

¿Quién eres, flacucho, para hozar en lo Negro?


¿Quién para lo Púrpura de las mujeres que estallan?
¿Quién y qué tu negritud?
¿Quién eres al amanecer de los seres que aman?
Al amanecer del tósigo sombrío
Al amanecer en la Nuez de los ahorcados
Al amanecer de los cerdos que besan bagatelas
Al amanecer de la laguna por las riberas de tu alarido
Al amanecer piedra sobre piedra el Convento de Yuriria en tus ojos enclavado
Al amanecer de la sombra de las enredaderas tenaces
¿Quién que al amanecer sucumbes bajo la trenza
enmarañada del sargazo?
VIII

En el periódico se habla de la ternura de los muertos,


pero mi dentellada se hinca en la acinesia de los laureados.
Yo me llamo Iguanas Ranas
y la vida injerta troncos en la aridez de mis asuntos.
Soplos de vida hurgan los versos que urdo
Solsticios trémulos los habitan
Sombrajes llenos de irisados cardos
Mi palabra salta del corazón y al corazón se retacha
Piso fuerte sobre los cráneos de los laureados
Troto inalámbrico entre las zanjas de la belleza
Respiro profundo en el follaje de las Lauras
Flechas encuentro del granizo que las tuerce
Del agua gemida por la Tierra
Del aguaje mi daga por latir
Del aguaviento contra los portales que aguardan
Guaridas mohosas
Contraesquinas póstumas
Pianos nómadas
(Seamos pianos nómadas)

IX

En el amor por los naufragios las trompetas nos vuelven a la vida


y en la zanja de los trenos el contrabajo palidece
Eso lo supe en la dormida hoz de un trigal por los Proverbios
cuando en el vaivén de una litera la coa del sándalo
araba en la Inocencia
O cuando en el sueño del ahogado una guitarra...
X

Mi muerte sueña ataúdes


Mi muerte sueña ataúdes vivos
trepados en los toros
Mi muerte es una pata de semen como alambre de tedio
Bajo mi muerte se escuecen escamas de vida
y en su parpadeo crepita mi fatamorgana
En las azoteas el gemido del cristal se quiebra
para dar paso a la cicatriz del semen
Y de las azoteas de la cicatriz escurren gemidos de muerte
Cuando mi muerte echose a andar relinchó el ojo del pez
y el tuétano de los toros se trepó a las églogas de aquel que habitó
osamentas de chispas desmayadas de llanto

XI

La indiferencia de una mujer bajo el granizo


La catarina de la muerte en la hoja amoratada del insomnio
La raíz movediza de la vida que persiste

XII

Yo me puedo suicidar hasta dormido


Hasta suicisida duermo
Dromedario-puerco
Langosta esquizofrénica
Fraguardiente mesmo
Yo puedo me abortar
sin abortarme
Menstruo de flecha
Menstruo de flecha
Ceja en laberinto
Ya no soy el amor
Venía despierto

XIII

Esto no es un poema
ni nada que se le parezca
a la poesía mírale rojo el rostro
de vergüenza
vas a morir

XIV

Pobres versos ahorcados por la mano


de este mundo
No vieron su belleza
No crecieron
No empezarán a heder

XV

Me tragué una luciérnaga con todo y alas,


y en las noches de frío escurría la luz de mis ojos de muerto

INTERIOR. CHINA. NOCHE.

Tenemos prisa de llegar. ¿A dónde?


¿Al corazón de la nada?
Víctor Serge

Corta y pule ópalo, topacio, malaquita


El corazón en el anillo
Las estrellas en el brazalete
La luna en los collares
Serán la silicosis de su vasta patria
Polvo de pulmón en sus pulmones
Dióxido de silicio en tu árbol bronquial
Piedras iridiscentes en mi tráquea

EL ÚLTIMO SUEÑO DE CARLOS COFFEEN SERPAS

A Sofía Cadena

Yo caminaba por las calles de una ciudad desierta y desconocida


mirando por encima del hombro el humo de los anafres y el resplandor
del peltre que las más diversas criaturas habían abandonado antes de
huir avergonzadas
/ mi cabeza repleta de imágenes de guerra
mi nariz ganchuda semejándome en la sombra a esos aguiluchos que
regulan las poblaciones de liebres /
El desordenado amor que me tengo a mí mismo aletargaba la más
imprecisa de mis preciadas virtudes
pero aun así yo deambulaba con ese obstinado rigor que distingue mi
trazo del templo y sus afanosos mercaderes
“desmantelaron las torres/ echaron por tierra las murallas/
desecaron el lago/ devastaron las huertas/
destruyeron el parque”
–un amarillo ciego entonaba ese treno
Y las avenidas despojadas de rumores eran la prolongación de un
sueño de gambusino extraviado en el desierto
lagartijas ratas perros definitivamente aquietados
cáscaras de naranja y difuntas manzanas de un bodegón inconcluso
Los ganglios del paisaje atenazaban mis tendones
y el Sol caía sobre mis huesos como un óxido que corroe la multiplicación
de los cerrojos
Ni un atisbo de paraíso en esos callejones donde abrazado al alba
me empujé el mezcal del atardecer
Ni una esquirla de aquellas anchas sonrisas que las niñas desperdiciaban
por el sólo accidente de estar vivas
–y no eran ni con mucho las más afortunadas
Oh camellones donde yacían montoncitos de ceniza renuentes a la
ardua labor del viento
el deseo
el umbral
el tendajón vacío
las dentelladas innobles del oro
todo era escudriñado por mi insobornable escalpelo de dibujante
–nieto o chozno de una raza de hombres acosados
Todo giraba en torno de mis ojos
como en esas acuarelas que oscuramente anhelé
/ con el azul y los ocres en los rostros del estiaje /
La espalda de una construcción me recordó el esplendor de San
Hipólito
(Quién sabe por qué y cómo
cuelga un cuadro mío de
la pared de una cerrajería)
Mi olfato rastreó inútilmente aquel viejo olor de los expendios
de café carbonizado
camellé por líquido
añoré el sorbo helado
la tibia fauna
Me entregué a los distintos misterios de mi suerte
vi o creí ver a mi madre en las escalinatas
a mi padre en las glorietas
a mis sucesivas mujeres en los puentes
/ la honradez y el éxtasis del día
la fortuna y el cáncer de mi noche
el bien y el mal –esa engañosa hoguera alimentada
por los cátaros /
Y yo deambulaba pasmado por los desastres de la usura
por las bolsas de valores del crimen
por las tumbas suntuosas de los criminales
por la harta hambre que esparcieron
Pasé por debajo de los periféricos canturreando una vieja
balada sufí:
“Dios hizo algunos hombres para la guerra
y a otros para ser caldo de carnero”
Y aún caminé un tramo con el polvo mordisqueándome las huellas
absolutamente maravillado por ese pasto amarillo mas opaco
esa marabunta de trigo de mis sueños
que me ocupaba e invadía hasta convertirme en un cuajo de oro
de los alquimistas
una arrinconada irradiación
un pasto rubio
un sol en la puesta del Sol
en el desierto
BEATRIZ AUSENTE

Ante cualquier cosa que súbita


resplandece, echo por delante mi alma. Y nada
entre los pliegues!
No me ilumina el parpadeo de tu
cámara/ aquí o en sitio alguno de esta ciudad
de maravillas y de crímenes.
Aquí,
donde sostener una idea
cuesta
porque el temblor nervioso me vuelve in-
consistente.
Dondequiera la lluvia
te haya detenido/
resplandeces como jamás lo haría esta masa va-
cua de aplaudidores.
Se contentan con la reiteración inane del
sonido
suplantado. Aplauden a los micos
del revival. Y todavía
les imploran otra rola, creyéndose
capaces de un gesto; uno,
uno sólo verdadero.
Protejo mis tímpanos, de la
estridencia quedo al margen,
me exilio
imaginándome habitante
de tus risas,
ahuyento una corazonada
que brota como yerbamala,
consigo código postal en tu perímetro
de niña pura.
Estoy sentado en los escalones
de mi gripa.
Y tú bailas
con tu Canon al cuello, y tu Canon
es guirnalda en el cuello de las más bellas
desapariciones. ¿Qué podría en
tu daño detenerte?
Y la lluvia, oh, la lluvia,
y el Metro deteniéndose como mis
latidos!
Lo que tu máquina sensible aquí no
tomó/ no existe.

EN HORAS DE TRABAJO

A Beatriz Castro en el SNTSS

E incluso demo-
lería la oficina con tal de verte fuera
de la oficina. Y el libro de Edgar Poe en el
empedrado francés de Baudelaire/ ese
grueso tomo cintilando en el centro de la
vidriera en Donceles/ lo robaría
con tal de que lo deshojaras en tu escritorio
o para que a la mitad de Gordon Pym archivaras la
síntesis del viernes 7 de agosto. Todo el
lunes 10 te aguardé/
barajando las maneras de invitarte al Isabela
Corona, pasándome a báscula el anhelo. La
simpleza; de los sentidos la emancipación. Sí.
Tu hermoso pelo
modificándose bajo la estación de lluvias
sin olvidar los grandes días soleados. Y en
Oaxaca las cosas quizá serían distintas; la
banda poblando el aire con monocordes duendes sonoros,
un sábado para los instrumentos de viento cuando
por los domingos la bóveda celeste
descendería hasta mis hombros
–facilitándome el sentimiento. Y en su
envoltura de periódico mi corazón preservaría «para
ti» sus tonalidades inéditas.
Tu rostro inclinándose al pozo del país que amamos.
Mieles alcoholes y bagazo fueron el almuerzo y
harta alfalfa la cena del potro que en tu
pupila adolescente insaciable retoza.

INFORTUNIO

Los pezones ciegos de la dicha


no me rozan ni me tocan
no escarban los vestigios de mi sombra
La tarántula sin ojos de la dicha
no acecha en los rincones altos de mi sueño
A TUS PIES RENDIDO

No puedo interrumpir el trabajo ahora.


Hay gente hablando por todos lados.

Ana Cristina Cesar

...como adivinando la tormenta que hasta


aquí trajo mi nave de corsario insumiso.

José Vasconcelos

Un tajo de tequila distiende una hamaca en mis cuerdas vocales calcinadas


Mi oreja se detiene para ver el vuelo de las monedas fugaces
Días soplando por la inanidad
Aspavientos en el furor del adiós
Hojas en cuyo calce sopla apenas el arañazo concentrado del insomne
Realidad pluvial
Maraña de micos
Costras de lealtad
Cansancio del polen
Boas destripando tulipanes
Ensilladuras ateridas por el vaho de la montaña
El instinto de las cabalgaduras
Lobos entre cuyas fauces tu escritura danza
La de Plaza es una línea límpida y sombría
Límpida como el trébol de los panteones
Y sombría como el servicio postal de la patria
Sólo digo tonterías cuando bebo vertiginosamente
Oh hedor de las aves
Úntate ajo en las heridas
Puertas
¡Abran las puertas!
Con hachazos
Con besos calcinantes
Con pupilas dentadas
Con filos de luz opaca
Con mi pensión de soldado
Pero sobre todo ábranlas con mi efigie de miope
Oh fauces del lago
Mis labios rinden homenaje al agua de la viandante
Brujita chidísima
Actriz de su propio lavalóbulos
Trípode-crotálida
Daga lentamente besada tras los árboles
Decepción de los trópicos
Socket de infamias
Santa Marta Acatitla de las niñas de fuego
Una tarde senté a la bellaca en mis rodillas
Y la encontré vampira ¡y la estaqué!
Desde entonces su fantasma recorre la Huasteca de mi desolación
Mujer en llamas
Brazo con amaranto tatuado
Detalle del musgo en tus mejillas
Aquí me tienes
A teus pés
Vacío
En Navidad estoy vacío
De mí no mana la negra pus de los felices
Una mañana me levanté convertido en lector
Sota y dama de infraefebos encarcelados
Me ahogaré en un río de novelas pulcramente subrayadas
Las piraguas gimen en el cuaternario asombro
Tontamente la muerte estúpidamente se asoma
En una mano la soga y en el cuello el beso que le planté
¡Aparten de mí este año!
Comeré como cerdo como sardo como comen los zurdos comeré
Levanto el plato del verano
Y me zambuto la primera cucharada de granizo
En otra mesa una niña lame abismos
Río caudaloso es el Lerma de sus cejas
El Amazonas de sus cejas
El Neva de sus cejas
El Nilo de sus cejas
El Paraná de sus cejas
Pero cejas así no incendian mi petate
Qué Vístula
Hija de los talabarteros del Odio
Seguramente ha de ser hija de los talabarteros del Odio
Por la manera como agarra el tenedor
Se habrá criado en la vocinglería de las vorágines
Lo que yo quiero decirle se lo diré entre los abrojos de su belleza
Pero se me esconde la cabrona
¡A mí A mí A mí que libé en mil turbias flores!
Antonio Plaza por ti suenan las campanas en el atrio inviolable de mis 5 sentidos
Una mujer fragilísima me sabe a idiota
No era yo no era yo era la negra pus de los muertos-vivos
Era la loza que Pípila lamía con furor con lascivia con detenida anormalidad
Pípila era una mujer afilada por la guerra
Una mujer-bólido incesante
Desazolve de atarjeas
Bocaza tibia
Apiario en que zumbas
Pípila cual lánguida hoz
Pípila cual lánguida hostia
Pípila cual lánguida orestiada
Pípila era una mujer afilada por la guerra
Y lamía su loza con furor con lascivia con encendida anormalidad
Viuda de todos los infraefebos
Pípila del voraz incendio
Derramo semen en tu aterido cementerio
Mujer turulata
Mujer turulata y zonza
Turú
Turú
Turulata
Rehiletes de belleza son tus manos llamándome
/ Renazca el día que nací /

EXTERIOR. TIJUANA. TARDE

En el vértice de un jardín triangular de una ciudad sin jardines


la Luna es mi esbelta camarada
exactamente a las tres de la tarde de este primer día con
Sol que me aliviana del espanto de la acumulada miseria en donde
las nuevas aleaciones le ganarán terreno al zinc
en donde la plata sucumbe presionada por su propia abundancia
en donde la apertura de nuevas minas incrementa la locura de los mercados bursátiles
en donde el cobre el aluminio y el estaño bailan la cuerda de la recesión
en donde la Chola está viva de amor
en donde la Ciudad Desbordada de Lilia Carrillo
en donde Jesús Hernández ¿eres feliz? me pregunta a bocajarro
en donde el recorrido del cono de sombra
en donde la voluntad de mis partículas consigue liberarme de tu fuerza gravitatoria
en donde mis núcleos desnudos hacen acopio de energía
en donde el viento solar más allá de la órbita de Saturno
en donde tus amplios veleros que se deslizan
en donde tu ceja de selva es mi alarido
en donde un abrupto borde lunar denuncia tu deseo
en donde las perlas y los diamantes hacen sonar las latas y los cacharros
en donde las flores cierran sus pétalos creyendo que anochece
en donde la curvatura del cristalino me aproxima al caracol de tus ojos primitivos
en donde los cuatro lóbulos del trébol de tu singularidad vegetal
en donde el bocado de jabalí es tu esfera armilar
en donde ladrarte y taladrarte vienen siendo lo mismo
en donde reducido a polvo seré coral pulverizado
en donde los vastos deshuesaderos aquí llamados de otro modo
en donde la lanceta alrededor del oro es sortilegio de ciénaga
en donde el aire fósil del hielo del pasado
en donde serán malvas de cementerio mis recuerdos
en donde la fundación de un anhelo
en donde la putrefacción de ese anhelo
en donde el pulgar y el índice recorren la garganta de un paisaje
en donde un conato de jardín entre escombros
en donde la órbita ligeramente elíptica de tus caprichos
en donde tus átomos actúan más como ondas que como partículas puntuales
en donde tu masa celeste proyecta su sombra al vacío
en donde evoco el amarillamiento letal del cocotero
en donde mi habitáculo es un tiradero de arsénico y estroncio
en donde la línea seccionada libera remanentes
en donde un eco un eco es un amuleto hecho de voz
en donde silba el roñoso radiador del impulso
en donde el viejo rescoldo humeante en mi espíritu
en donde voy y vengo sin Sofía como un bagre por el barro

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