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RESUMEN DE EL PRINCIPE DE NICOLAS MAQUIAVELO

INTRODUCCION

Obra escrita durante 1513 y publicada por primera vez en 1532, cinco años después de la muerte de su autor. Dedicada a
Lorenzo de Médici, donde el autor reflexiona a lo largo de veintiséis capítulos acerca de las cualidades necesarias para que
un gobernante o “príncipe” asegure su poder.

CONTENIDO

En los primeros capítulos clasifica los tipos de principados, según su opinión, y las características y exigencias de cada uno,
que determinan las medidas a tomar por el nuevo gobernante para garantizar su poderío. Estos principados son los
hereditarios –que son los mas fáciles de conservar- y los nuevos, que sino son del todo nuevos, se llaman mixtos. Estos dos
últimos se caracterizan por la forma de adquirirse y que puede ser: por medio de las armas propias y talento personal –que
son los mas seguros-, por medio de armas y fortunas de otros –que son inseguros-, por medio de crímenes y los últimos que
son por medio del favor de los conciudadanos, que es llamado principado civil y que es impuesto ya sea por el pueblo o por
los nobles, según que la ocasión se presente a unos o a otros. Concluye que un príncipe debe vivir en la nueva provincia para
asegurar la posesión al identificar desórdenes a tiempo, integrar colonias y desaparecer por completo a la dinastía derrotada
para evitar levantamientos, además de cuidarse de extranjeros poderosos que puedan intentar una sublevación.

Respecto a los tipos de gobiernos, considera dos: los asistidos por siervos, donde el príncipe tiene mayor autoridad y le serán
fieles si no los oprime, y el asistido por nobles, siempre fáciles de sobornar por su descontento; el consejo al gobernante es
recordar que no puede cambiar a todos sus súbditos, pero sí puede cambiar o crear nuevos nobles.

Para gobernar plenamente a una ciudad o principado que antes de la conquista se regía por sus propias leyes, contempla tres
reglas: primero, destruirlo; después, radicar en él; finalmente, regirlo por sus propias leyes, obligarlo a pagar tributo e
integrar un gobierno con pocas personas de entre sus mismos ciudadanos. El gobernante que menos confía en la suerte
conserva mejor su conquista. Imponer nuevas leyes es difícil y peligroso, por lo que debe hacerse con habilidad. Es fácil
convencer al pueblo de algo, pero difícil mantenerlo en la convicción. El príncipe nuevo debe deshacerse de enemigos,
conquistar amigos, hacerse amar o temer de los súbditos, hacerse respetar y obedecer por sus ejércitos, disolver milicias
infieles, reemplazar antiguas leyes y conservar la amistad de los poderosos. Para conservar el poder, los actos criminales
deben ejecutarse de una sola vez para evitar intranquilidad y desconfianza.

Las fuerzas de todos los principados se miden en base: si un príncipe posee un Estado tal que pueda, en caso necesario,
sostenerse por si mismo, o si tiene, en tal caso, que recurrir a la ayuda de otros, y esto ultimo puede ser fatal para el
principado. Se considera capaces de sostenerse por si mismos a los que, o por abundancia de hombres o de dinero, pueden
levantar un ejercito respetable y presentar batalla a quienquiera que se atreva a atacarlos; y se considera que tienen siempre
necesidad de otros a los que no pueden presentar batalla al enemigo en campo abierto, sino que se ven obligados a
refugiarse dentro de sus muros para defenderlos.

También existen los principados eclesiásticos, respecto a los cuales todas las dificultades existen antes de poseerlos, pues se
adquieren o por valor o por suerte y se conservan sin el uno ni la otra, dado que se apoyan en antiguas instituciones
religiosas que son tan potentes y de tal calidad que mantienen a sus príncipes en el poder sea cual fuere el modo en que estos
procedan y vivan.
Estos son los únicos que tienen Estados y no los defienden; súbditos y no los gobiernan. Y los Estados, a pesar de hallarse
indefensos, no les son arrebatados, y los súbditos, a pesar de carecer de gobierno, no se preocupan, ni piensan, ni podrían
sustraerse a su soberanía. Son, por consiguiente, los únicos principados seguros y felices.

Los cimientos indispensables a todos los Estados nuevos, antiguos o mixtos, son las buenas leyes y las buenas tropas.

Las diferentes clases de tropas con que un príncipe defiende su Estado son propias (las mas seguras), mercenarias,
auxiliares o mixtas (todas estas, inseguras).

Si el príncipe posee un Estado, se sostiene a sí mismo con un ejército respetable e integrado por sus propios súbditos, y una
ciudad bien fortificada. Sólo los principados eclesiásticos pueden prescindir de la milicia, pues su poder radica en la religión.
El príncipe sólo debe preocuparse por su ejército, pues no debe delegar su control en nadie. En tiempos de paz, debe
ejercitarse con la acción y con el estudio.

Entre las cualidades de un gobernante, aquellas apreciadas entre el común de la población generalmente resultan ineficaces
en un gobernante; es mejor ser temido que ser amado, ser tacaño que practicar la prodigalidad. Por ello, el gobernante debe
aparentar todas las virtudes, pero practicarlas lo menos posible y con inteligencia, evitando el odio de su pueblo a toda costa.
Así, reflexiona en la necesidad de que el príncipe siempre tenga en cuenta el bienestar de sus súbditos al tomar decisiones, y
beneficiar a las mayorías pues los amigos huyen en la lucha. Un príncipe nuevo debe armar a sus súbditos: los recelosos se
vuelven fieles, los fieles se mantienen y los súbditos se vuelven sus partidarios.

En la elección de ministros debe favorecerse a los que disciernen por sí mismos sobre los que disciernen por otros y evitar
tanto a quienes no disciernen en absoluto como a los que sólo piensan en su propia ganancia.

Asimismo, es vital cuidar del bienestar de sus ministros para asegurar su lealtad y debe pedir consejo sólo cuando él y no
otros lo considere necesario, y entonces preguntar a menudo, escuchar con paciencia y ofenderse si le mienten.

Concluye que la fortuna sólo rige la mitad de los resultados, y la otra mitad la determinan los actos humanos. Es preferible
ser impetuoso y no cauto, pues la fortuna varía.

CONCLUSION PERSONAL

Pienso que el contenido del libro El Príncipe, que es un análisis de cómo funciona el Estado, sirvió mucho de guía en su
tiempo y que incluso algunos detalles ahí escritos pueden ser útiles y que se aplican en la actualidad.

También ahora podemos comprender, con la lectura de este libro, de donde proviene el uso del calificativo “Maquiavélico”,
ya que se refiere a la acción premeditada en beneficio propio.

En especial, es un libro muy interesante y recomendado para aumentar nuestro acervo cultural.

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