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HISTORIA:

EL CEREMONIAL ENTRE LOS INCAS

Los estudios de las viejas culturas de América, señalan que la sociedad


incaica, después de la sociedad china fue la más atada “a actos exteriores
efectuados con arreglo a una ley o a una costumbre para adorar dioses,
reverencias y su soberano a vivir en sociedad”. Los actos públicos y
privados, los relacionados con el culto, con el Sapan Inca y con el mundo de
ultra tumba, desarrollaban ceremonias con movimientos y reglas
determinadas, precisas y no cambiables. Las dos clases sociales, la de los
linajes y el pueblo coincidían en la celebración de los mismos actos, con
diferencias en aspectos formales. Muchas de esas ceremonias aún se
practicas actualmente. Desde la gestación hasta después de muerto la vida de
hatun runa –hombre de pueblo- o el de las Panacas –linajes-, estaba atada a
movimientos controlados como de ballet, ya que no sólo privaban las
alteraciones del cuerpo sino y muy especialmente el canto, la música y el
ritmo.

FUENTES
Antes de desarrollar nuestro tema, diremos que nuestras fuentes de
investigación las constituyen los cronistas e historiadores y la convivencia
con la gente del Qosqo, que hemos visitado numerosas veces. En la ciudad
imperial de los Incas hemos vivido desde diciembre a marzo varias
temporadas. Los cronistas consultados son Incas, mestizos y españoles. Los
historiadores en su mayor parte peruanos, chilenos, alemanes, franceses,
norteamericanos, sudamericanos y españoles.
Para los primeros señalamos los nombre de Titu Cusi Yupanque, Huaman
Poma de Ayala, el Inca Garcilaso de la Vega, Pedro Sancho, Miguel de
Estete, Miguel Cavello de Balboa, Juan de Betanzos, Pedro Cieza de León,
Fray Bartolomé de las Casas, Pedro Sarmiento Gamboa, Cristóbal de
Molina, Padre José de Acosta. Entre lo historiadores, algunos también
arqueólogos: José de la Riva Agüero, Luis G. Lumbreras, H. D. Diselhoff,
Luis Boudin, <luis Valcarcel, Federico Kauffman Doig, Raúl Porras
Berrenechea, Ma. Russtoroswky de Díez Canceco, Manuel Ballesteros
Gebrois, Victoria de la Jara, Rafael Larco Hoyle, Eudoxio Ortega, Rodolfo
Raffino, Josefina Cox, José Antonio del Busto, José Antonio del Busto, José
Tamayo Herrera y las magníficas lecciones “in situ” en Qosqo de nuestro
querido y respetado arqueólogo, doctor Manuel Chaves Ballón. En esta
introducción rendimos nuestro respetuoso homenaje a la Pontificia
Universidad Católica de Lima por la valiosísima y fecunda colaboración
otorgada al Instituto de Historia , Arte y Arqueología Americana –INCAM-
Buenos Aires, en la realización de las Jornadas Universitarias argentinas en
Perú, que desde 1972 se cumplieron tanto en el Automóvil Club de Lima ,
en la Casona de la Riva Agüero, como en la ciudad universitaria “Fundo
Pancho”-. Desde esa fecha más de sesenta Jornadas se han sucedido
congregando el interés de más de seis mil argentinos, docentes,
profesionales y amantes de las culturas del Perú antiguo.
No debemos olvidar que desde el 8° Sapan Inca Viracocha (1370-1430)
parte de nuestro territorio fue integrado al Tawantisuyo, al ser anexado como
región tributaria el Tukman, al Kollasuyo, la gran región con rumbo hacia la
Cruz del Sur, que en el Zodíaco andino, como otras estrellas, afectaba la
figura del o de la llama, animal preciado de las punas para la vida del
andino. Más tarde por obra del 10° Sapan Inca, Wayna Kapak (1488-1525)
extiende el Kollasuyo hasta lo que hoy es Mendoza y conquista Chile hasta
el Bío-Bío.

SALUDOS
Desde el momento que abre los ojos, por la mañana, el habitante del
Tawantisuyo realiza su ceremonia de saludar a u padre Inti, el Sol. Hombres,
mujeres y niños esperan su salida, de pie con los brazos extendidos hacia el
Este las palmas de las manos hacia arriba, inclinando el cuerpo hacia
delante. Cuando los rayos tocaban las yemas de los dedos sentían que
comenzaban a recoger la energía que les daría fuerza para toda la jornada.
Cuando creían que ya estaban llenas de la dorada luz, lentamente llevaban
sus dedos hacia la boca y los besaban.
El Sol, también los había besado y podían comenzar con alegría la diaria
tarea. En la grande fiestas solares, el pueblo hacía la mocha. Se ponían en
cuclillas, se arrancaban la cejas y la pestañas y las iban soplando en
dirección al Sol. “Cuando realizaban este gesto musitaban ciertas preces que
recordaban el crocitar de las palomas”.
El saludo entre sus congéneres, era recordar una ley: Ama suwa – Ama llulla
– Ama quella, que significa No ladrón – No perezoso – No mentiroso. José
Tamallo Herrera cuestiona esta tradición diciendo que este saludo no consta
en ninguna fuente colonial, crónica, sino que es un producto del... inkaismo
decimonono en el Qosqo republicano.
Los dioses eran reverenciados hasta en las tareas domésticas. Si debían
matar un animal para alimentarse, pedían disculpas a la divinidad. Cuando
los hombres estaban en otras tareas, y las mujeres debían clavarle la a la
tierra, pedían perdón a la Pachamama

CEREMONIAS DE VIDA

Uyascay (Nacimiento)
Mama Quilla, la Luna era la protectora de las embarazadas y de los niños.
Tenía un recinto especial en el Coricancha. Pero las futuras madres no
necesitaban ir al templo. Muchas noches la veían plateando con su luz, su
huasi -casa- su campo o su palacio. Estaba allí, al alcance de sus ojos en el
Hanan Pacha –cielo-.
La ceremonia del nacimiento Uyascay difiere solamente en el cuidado de la
madre, según la clase social.
La Coya, esposa del Sapan Inca, olas esposas de la nobleza, viven rodeadas
de servidoras y damas que piensan y ejecutan para que en la vida se
encuentren sólo comodidades. La “comadrona” atenderá el parto.
La mujer campesina acompañaba al marido hasta el momento de
alumbramiento en la tareas agrícolas. Debía demostrar que era una mujer
fuerte. Pero las tareas que realizaba no comprometían la vida de su hijo.
Llegado el momento del parto, se acercaba hasta el arroyo cercano o una
acequia, extendía sobre el suelo su aguayo, manta rayada confeccionada por
ella misma. Y esperaba a su hijo. Cuando lo tenía afuera, le cortaba el
cordón umbilical, lo anudaba y, reservando un trozo, enterraba el resto junto
con la placenta. Se bañaba con su hijo, a éste lo envolvía en otro aguayo que
había traído exprofeso. Colocaba su preciosa carga sobre la espalda de
manera que el bebé pudiera oír claramente los latido de su corazón. Durante
nueve meses esa música lo había acompañado y ahora debía seguir oyéndola
para no sentirse en un mundo extraño. Hecho esto la madre volvía a la vida
campesina.
Al cuarto día se presentaba al niño a los pariente y amigos que traían
regalos, alimentos y chicha. Se le ponía el primer nombre. Mientras, la
madre ha puesto a secar el cordón umbilical que reservó, para que le sirva
“de mordisco” cuando comience a cortar los dientes. Para comenzar la
ceremonia de amamantarlo la madre se sentaba en un rincón de la habitación
o debajo de un árbol y se descubría los senos. Cuando el bebé terminaba la
leche de la primera mama y quería pasar a la otra, la madre se lo impedía si
quería hacerlo por delante suyo. El niño debía hacerlo dando la vuelta por la
espalda. Esta enseñanza servía para activar la inteligencia del lactante, quien
dependía de la alimentación materna hasta los tres años.

La ceremonia del Rutachico


Era igual para la dos clases sociales. Al año se realizaba el primer corte de
pelo y uñas. El tío más importante comenzaba esta ceremonia y le seguían
los parientes y amigos. Se usaba un cuchillo de obsidiana, pues no conocían
las tijeras. Ese día el tía le imponía el segundo nombre que lo acompañaría
hasta la adolescencia. Así si el primer nombre era Huaman, le podían
agregar Poma. Se llamaría luego Huaman Poma.

Huarachico
Ceremonia de la virilidad, a los doce años. Hasta ese momento el púber
había usado sobre el cuerpo el uncu, especie de camisa sin mangas que le
llegaba hasta las rodillas. De ahora en adelante cubriría sus genitales con el
huara, especie de pañal rectangular o triangular confeccionado por su madre.
Era esta ceremonia un verdadero torneo de valentía, destreza e inteligencia,
interviniendo en luchas, saltos, carreras. En ella mostraba sus futuras dotes
militares.
La dos capas sociales realizaban los mismos ejercicios. Pero a los nobles de
sangre se la agregaba horadar el lóbulo de las orejas, colocándole un cilindro
de madera en el agujero, para luego ser reemplazado por grande aros. La
operación se repetía todo los años aumentando el diámetro del agujero, hasta
obtener una gigantesca oreja. Los españoles llamaron “orejones” a quienes
lucían así. Era el signo distintivo de la nobleza de sangre. Prisioneros y
paseados desnudos se distinguían claramente de la gente del pueblo.

Quicuchica
Pertenecía a las niñas cuando ocurría la “primera floración” (menarca), al
decir del cronista. La niña se transforma en mujer. Los días que duraba la
menstruación era guardada y cuidada por su madre. Una vez pasado el
período se bañaba, se perfumaba e iba al encuentro de pariente y amigos que
venían a festejarla. Podía casarse, pero por ley debía llegar a los dieciséis
años.

La Ceremonia del Casamiento


Vamos a hablar de la ceremonia del casamiento en la gente del Ayllu. Los
hombres ingresaban al ejército a los dieciocho años y volvían a los
veinticinco para transformarse en Purec, jefe de familia. Su primer acto al
regresar era casarse. En su ausencia la comunidad había construido su casa,
confeccionado la ropa para él y su esposa, fabricado su cama, su colchón,
sus mantas y su vajilla. Mientras tanto las mujeres casaderas, solteras o
viudas, se preparaban para el gran día. El amor entre la pareja era post-
casamiento y la ceremonia, colectiva. La plaza era el escenario de tal
acontecimiento. El Curaca en el Ayllu (otros funcionarios en (Humanis y
Sayas) daba validez al acto fundacional de la familia. Sonaban las quenas y
tinyas con aires de huainos. Se esparcían flores por los caminos donde
entrarían lo contrayentes. Al iniciarse la ceremonia aparecía el Curaca
acompañado por dos o tres guerreros, hijos de la comunidad, quienes por su
valentía y fidelidad habían adquirido la categoría de nobles recompensados.
Por eso podían elegir esposa. Una hilera de mujeres casaderas y una de
hombres avanzaba en busca de pareja, hasta llegar al lugar donde se hallaba
el Curaca y los soldados, ya nobles.
La autoridad decía al guerrero de más méritos:
- ¡Elige!.
Los nobles podían tener varias esposas, el hombre de pueblo sólo una.
Dudaba, seguramente, el guerrero
- ¡Hay tantas y tan hermosas!
Y señalaba diciendo:
- Esa, esa...
- Basta – Decía el Curaca. Salían las elegidas. El Curaca tomaba la mano
derecha de él y la derecha de ella. Los unía, las levantaba formando un arco
con ambos brazos, pasaba por debajo. Ya estaban casados. Cuando
terminara con los nobles recompensados casaría a los demás. Todo el Ayllu
estaba de fiesta. Había locro con charqui del último chacu, chuño con chili,
camote y papa.

CEREMONIAS REFERENTES AL SAPAN INCA

El Sapan Inca era el Jefe supremo en el Tawantisuyo (Incario). No heredaba


la autoridad el primer hijo sino aquel que fuera equilibrado, sereno, de
amplia cultura, buena presencia y rostro bello. Si entre los hijos de la Coya
no había ninguno que cumpliera con lo requisitos señalados, se elegía un
hijo cualquiera de las otra esposas nobles, quien en ceremonia pública era
adoptado por la Coya. La madre del elegido se lo colocaba sobre su falda y
la Coya le arreglaba el cabello, señal de que lo hacía hijo suyo. Luego de ser
adoptado por la Coya, era aprobado por el Conejo Imperial, El Sumo
Sacerdote y los amautas.
“El Sapan Inca vivía en palacio de granito pulido y por dentro tapizado
techo y paredes con plumerías. Ochocientos servidores le acompañaban...”
“Los pisos estaban cubiertos por finas esterillas...”

Ceremonia de la elevación a Sapan Inca.Equivalente a la coronación, era


solemne.Se realizaba en el Coricancha donde se encontraban guardada las
insignias. Llegado el Sapan Inca elegido se sentaba en el duho. El Sumo
Sacerdote le iba entregando insignias del poder y él mismo se las colocaba.
Recibía, en este orden:
1. El llauto rojo, vincha de un dedo de ancho con una flecadura también roja
adornada de perlas de oro y lapislázuli que caía sobre su frente y sus ojos,
pera ver y que su mirada no se descubriera.
2. Dos plumas de corequenque, ave que sólo podía vivir en libertad que
adornarían su cabeza.
3. El champi, especie de hacha de oro.
4. El sunturpaucar, gran parasol de plumas rojas, azules, amarilla
anaranjadas, que lo precedía en las ceremonias.
5. Dos culebras de oro, signo de la vida y la sabiduría, y
6. Para que adornara su pecho un medallón de orocon el símbolo que
quisiera.

En la plaza aledaña al Coricancha, la Rimacpampa, estaban reunidos los


integrantes de las Panacas, “casas reales”, los advenedizos y los nobles
recompensados, todos con sus atuendos característicos. Garcilaso de la Vega
nos ha dejado una hermosa descripción de esta ceremonia: Cada región traía
sus cantos y sus danzas. Para agradar a los dioses se sacrificaban cientos de
llamas de un solo color y se celebraba la Capaccocha, sacrificio de pequeños
niños tributados por sus padres.
Terminada la ceremonia en el templo, el Sapan Inca se presentaba ante la
multitud. Nuevamente se sentaba en su duho frente a los señores que
esperaban descalzos y en cuclillas. Se levantaban uno por uno, empezando
por lo “orejones”, siguiéndole lo otros según su jerarquía. Se acercaban al
Intip Churin con plumas de ciertos pájaros de los páramos, en las manos.
Mostraban sus palmas y le pasaban las plumas muy cerca de su cara
moviéndolas. Luego las entregaban al sacerdote ayudante quien las
quemaba. Más tarde mostraban su regocijo danzando y cantando. Corría la
chicha y la alegría era general.

Ceremonia del casamiento del Sapan Inca


Ese mismo día el Sapan Inca e casaba con la noble que seleccionaban los
altos mando del poder. En los último tiempos, con su hermana. Iba a ser la
Coya. Después vendrían casamientos por conveniencia política y también
había elegidas por su corazón.

Ceremonia del entierro del Sapan Inca


Y cuando fallecía, con grandes lloros lo dependía todo el Imperio. Su cuerpo
era momificado. Su palacio e transformada en mausoleo donde también e
colocaba una estatua de oro de su figura, junto a su momia.

CEREMONIAS CALENDARICAS FESTIVAS


Así como había ceremonias personales, había ceremonias calendáricas
festivas. Muchas de ellas dedicadas a los dioses. Consideraban los Incas al
año, huata, dividido en doce meses lunares. Cada uno tenía relación con las
tareas agrícolas.
Pachacutec situaba el comienzo del año en nuestro mes de diciembre. En él
se realizaba el rito de iniciación viril para los muchachos de la realeza o de
linajes.

Capac Raymi
Evoca la llegada de los hermanos Ayar y la fundación mitológica del Qosqo.
Un vestuario especial llevaban los participantes: unku de lana leonada, su
yacolla blanca, su llauto negro y su ojotas de paja de coya. A esto se añadía
una honda de cabuya.
El primer día del mes los parientes llevaban a los mancebos al Coricancha,
donde entre las imágenes de Huiracocha, Inti, Illapa y Mama Quilla y las
momias de los Incas, se procedía a formar la procesión hasta el cerro de
Huanacauri donde existía un santuario. La insignias del poder precedían la
marcha: el Sunturpaucar y el Napa.
Llegados todos al cerro pasaban allí la noche en un lugar llamado Matahua.
Y “al salir el sol subían los participantes al santuario y entregaban su hondas
al sacerdote, quien al día siguiente se las devolvía”. Se realizaban sacrificios
de llamas y (se quemaba) ropa.
Los jóvenes recibían un poco de la lana se las llamas sacrificadas, la que era
soplada al aire pidiendo que los dioses le ayudaran en sus pruebas. Los
parientes se acercaban a los concursantes y los azotaban con sus hondas,
para que fueran hombres valientes. Enseguida les devolvían sus hondas.
Bailaban el Huari y regresaban al Qosqo, en cuya plaza principal recibían
una nueva azotada. Los sacerdotes seguían sacrificando llamas y los jóvenes
servían licor a sus padres. Al atardecer se retiraban todos a sus hogares.
A los seis días volvían al Aucaypata y el Sumo Sacerdote entregaba nuevas
vestiduras en presencia del Inca: un unku rojo y blanco, una manta blanca
con cordón azul y borla roja y un bastón, el yauri, rematado en una hachuela.
Seguían las pruebas viriles, después de adorar a los dioses. Esta vez se
disputaba una carrera bajando del cerro. El premio consistía en tomar un
quero de chicha brindado por doncellas que los esperaban. Seguían otra vez
los sacrificios de llamas y los azotes. Bajaban alborozados y felices al
Aucaypata donde danzaban nuevamente el Huari.
Eran muy importantes las ceremonias del día siguiente. Bajaban a otra huaca
donde el Inca personalmente les entregaba a cada uno sus huaras y un par de
orejeras de oro, unos pectorales de oro y plata y una corona de pluma, así
como una celada para proteger la cabeza. Después los azotaban nuevamente
y pasaban a Sacsahuaman, donde en una fuente, se bañaban. Volvían al
Aucaypata y el tío principal les entregaba la rodela, el escudo y la maza,
para propinarle una última azotada.
Al final del mes los “nuevos caballeros”, como les llamaban los cronistas,
eran conducidos a las chacras. Allí les horadaban las orejas y más tarde les
colocarían las orejeras, obsequiadas por el Sapan Inca. Se bailaba
nuevamente y se comían unos bollo de maíz amasados con sangre de llama.
Sonaban los cuatro tambores en honor a Inti ejecutados por tamborileros
vestidos con cueros de jaguar, mientras grandes hogueras alumbraban.
Terminaba esta fastuosa ceremonia con los últimos días del mes, cuando
desfilaban gallardamente los futuros “orejones”.

Inti Raymi
En el Inti Raymo (Fiesta del Sol) se celebraba el solsticio de invierno en
junio. En el cerro Manturcalla se reunían el Inca, los nobles de sangre, como
únicas mujeres, las Ajllas. Se sacrificaban auquénidos, ofrendas en las que
intervenía el Sapan Inca. Se celebraba a Huiracoicha, a Inti y a Illapa. A
cada uno se le ofrecían diez llamas.
En Paucartambo “se enterraba una llama de oro y otra de plata, y en el cerro
Pilcocancha, otras de nácar. Se bailaba el Cayo, que sólo podía hacerlo el
Sapan Inca y los nobles de sangre ... entraban (después del baile) dos
estatuas del Sol, dos “corderos” grandes hechos de cierta confección y dos
“corderos” (llamas) a ese cerro, llevándolos con gran acompañamiento
puestas en unas andas y en hombros de señores principales ricamente
vestidos, iban adelante las insignias reales del Suntur Paucar y un carnero
blanco (llama) que dicen Napa, vestido de una camiseta colorada y una
zarcilla de oro.Llevados a dicho cerro los ofrecían a Huiracpocha y
quemaban con mucha ceremonia. Concluido lo sobre dicho se acababa esta
fiesta que le hacían al Sol y luego se recogía todo el carbón, huesos
quemados de las ofrendas y los echaban en un llano junto a dicho cerro,
donde no podía entrar nadie más que aquellos que lo llevaban. Volvía toda la
gente a la plaza de la ciudad acompañando al Inca y derramando por todo el
camino mucha coca, flores y plumas de todos colores.” (cronista Cobo)
Para eta celebración, los concurrentes se pintaban la cara con betún. Se
colocaban adornos de oro en la barba y cantando llegaban hasta el
Aucaypata, donde bebían lo que había quedado. Por la noche se iba el Inca a
su palacio y los demás volvían a su hogar.

INTI RAYMI
Canto triunfal de barbecho*
Por la noche, siguen las labores textiles.
Durante el día se terminan de llenar
Lo depósitos de maíz.
Se cosecha: papas, uca, ollucos.
Se da la quinoa.
Se hace secar al Sol las semillas.
Se limpiuan los pueblos. Se arreglan las acequias.
* (tierra que se deja descansar)

Y sigue así este canto, enumerando todo lo que harán para esperar el Chacra
Yapuy Quilla (agosto), el Chacra Raymi (septiembre), donde volverán a
abrir el vientre de la Pachamama para gozar del trabajo agrícola, don del
hombre andino.

Ac. Elba María Benencia

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©2004 - Academia Argentina de Ceremonial


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