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Carlisle Cullen
Emmet Cullen
Rosalie Hale
Alice Cullen
Jasper Hale
Edward Cullen
Isabella Marie Swan
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Crepusculo
Stephanie Meyer
Pag. 273
-Veras, cada persona huele diferente, tiene una esencia distinta. Si encierras a
un alcohólico en una habitación repleta de cerveza rancia, se la beberá
alegremente, pero si ha superado el alcoholismo y lo desea, podría resistirse.
Supongamos ahora que ponemos en esa habitación una botella de brandy
añejo, de cien años, el coñac más raro y exquisito, y llenamos la habitación de
su cálido aroma... En tal caso, ¿como crees que le iría?
Permanecimos sentados en silencio mirándonos a los ojos el uno al otro en un
intento en descifrarnos mutuamente el pensamiento. Edward fue el primero en
romper el silencio.
-Tal vez no sea la comparación adecuada. Puede que sea muy fácil renunciar al
brandy. Quizá debería haber empleado un heroinómano en vez de un
alcohólico para ejemplo.
-Bueno ¿quieres decir que soy tu marca de heroína? - le pregunte para tomarle
el pelo y animarle.
Sonrió de inmediato; pareció que apreciaba mi esfuerzo.
-Si, tú eres exactamente mi marca de heroína.
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Crepusculo
Stephanie Meyer
Pag. 279
-Ya conoces mis sentimientos, por supuesto. Estoy aquí, lo que, burdamente
traducido, significa que preferiría morir antes que alejarme de ti - hice una
mueca -. Soy idiota.
-Eres idiota - acepto con una risa.
Nuestras miradas se encontraron y también me reí. Nos reímos juntos de lo
absurdo y estúpido de la situación.
-Y de ese modo el león se enamoro de la oveja... - murmuro. Desvié la vista
para ocultar mis ojos mientras me estremecía al oírle pronunciar la palabra.
-¡Que oveja tan estúpida! - musite.
-¡Que león tan morboso y masoquista!
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Sol de Medianoche
Stephanie Meyer
Pag. 87
Edward.
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Sol de Medianoche
Stephanie Meyer
Pag. 106
Bella a Edward.
En la Cafetería.
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Sol de Medianoche
Stephanie Meyer
Pag. 116
Edward a Bella.
En la Cafetería.
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Luna Nueva
Stephanie Meyer
Pag. 25
- Anda, vamos a ver como los Capuletos y los Montescos se destrozan unos a
otros, ¿de acuerdo?
- Tus deseos son órdenes para mí.
Edward se desparramo en el sofá mientras yo ponía la película y adelantaba los
créditos del principio. Me envolvió la cintura con sus brazos y me reclino contra
su pecho cuando me senté junto a él en el borde del sofá. No era exactamente
tan cómodo como un cojín, pero yo lo prefería de sobra. Su pecho era frio y
duro, aunque perfecto, como una escultura de hielo. Tomo la manta de punto
que descansaba, doblada, sobre el respaldo del sofá, y me envolvió con ella
para que no me congelara al contacto con su cuerpo.
- ¿Sabes? Romeo no me cae nada bien - comento cuando empezó la película.
- ¿Que tienes contra Romeo? - le pregunte, un poco molesta. Era uno de mis
personajes de ficción favoritos. Creo que hasta estaba un poco enamorada de
él hasta que conocí a Edward.
- Bien: en primer lugar, está enamorado de esa Rosalind, ¿no te parece que es
un poco voluble? Y luego, unos pocos minutos después de su boda, mata al
primo de Julieta. No es precisamente un rasgo de brillantez. Va sumando un
error tras otro. ¿Habría otra manera de que destruyera su felicidad en forma
más completa?
Suspire.
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Luna Nueva
Stephanie Meyer
Pag. 233
Más aun: jamás había tenido la intención de quererlo. Había una cosa que
sabía a ciencia cierta, lo sabia en el fondo del estomago y en el tuétano de los
huesos, lo sabía de la cabeza a los pies, lo sabia en la hondura de mi pecho
vacio... El amor concede a los demás el poder de destruirte.
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Luna Nueva
Stephanie Meyer
Pag. 355
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Luna Nueva
Stephanie Meyer
Pag. 381
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